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CORTES CASTELLANAS EN SEVILLA PARA EMPRENDER CONQUISTAS EN 1261 FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

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CORTES CASTELLANAS EN SEVILLA

PARA EMPRENDER CONQUISTAS

EN 1261

FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

~ 1 ~

Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer

la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho

valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-

formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-

vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de

algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-

juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este

libro, así como su tratamiento o transmisión informática, no debiendo utilizarse

ni manipularse su contenido por ningún registro o medio que no sea legal, ni se

reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,

etc.

~ 2 ~

~ 3 ~

A MODO DE PRÓLOGO

CALILA Y DIMNA ENTRE OTROS ASUNTOS

El año 1261 fue del todo normal en el orden del calendario, habiendo sido sábado el

día 1 de enero. Fue un año que tuvo que ver con la traducción romanceada castellana del

libro titulado Calila e Dimna, de procedencia hindú y escrito en árabe, de vete a saber

quién pero importante en la historia de nuestra literatura.

He aquí, de José Mª Merino (5 de abril de 2016), lo sacado según el habitual rebusco

por el ordenador o navegación de internet,1 sobre Calila y Dimna.

Conservo –dice Merino– un libro titulado Cuentos viejos de la vieja España (Aguilar,

1943) que creo que fue el primero “de mayores” que conocí tras mis lecturas infantiles.

Lo había preparado Federico Carlos Sáinz de Robles, y en él se encuentran narraciones

de la lengua castellana del siglo XIII al siglo XVIII, en un español inteligible. Ya el

título me atraía, pero es que además en la portada, incrustada en la piel, había una

misteriosa imagen dorada, que acompaño a este texto (al parecer, el retrato de Juan de

Timoneda)2 y a lo largo de los relatos ilustraciones casi diminutas –aquí van tres de

ellas– que me parecía que daban una dimensión especial a esa “vieja España” que se

anunciaba en el título.

1 José María Merino, un gallego de La Coruña, nacido en 1941, se dio a conocer en 1976 con Novela de

Andrés Choz, que obtuvo el Premio Novelas y Cuentos. Su novela La orilla oscura fue galardonada con

el Premio de la Crítica en 1986. Además, ha recibido el Premio Nacional de Literatura Juvenil (1993), el

Premio Miguel Delibes de Narrativa (1996), el Premio NH para libros de relatos editados (2003), el Pre-

mio Ramón Gómez de la Serna de Narrativa (2004) y el Premio de Narrativa Gonzalo Torrente Ballester

(2006). En el campo del cuento literario ha publicado Historias de otro lugar (2010), donde se recogen

los libros de relatos publicados hasta 2004, así como Las puertas de lo posible (2008) y El libro de las

horas contadas (2011). Su microficción completa se encuentra recogida en La glorieta de los fugitivos

(2007), Premio Salambó de Narrativa en castellano, y sus ensayos literarios están reunidos en el libro Fic-

ción continua (2004) y Ficción perpetua (2014). En 2013 se publicó la antología de cuentos La realidad

quebradiza y recibió el Premio Nacional de Narrativa por El río del Edén. Es miembro de la Real Aca-

demia Española.

2 Un escritor, dramaturgo y editor español, valenciano, del siglo XVI.

~ 4 ~

~ 5 ~

Del Calila y Dimna se reproducen once cuentos. Los entendí casi todos bien –me

dejaron algo despistado el que trata de las relaciones matrimoniales entre un viejo y una

joven, o el de la mujer que le dice al amante que ella a quien quiere es a su marido,

porque yo no acababa de descifrar el intríngulis– pero me fascinaron otros, como el

cuento de la liebre y el león, el de los cuatro compañeros de viaje, el de la rata trans-

formada en niña, o el del ladrón y la escala de la luna…

Fueron pasando los años, intenté leer el Calila y Dimna cuando fui consciente de su

importancia, pero acabé dejándolo, desanimado ante ese castellano ininteligible que

compone la mayoría del texto. Luego vinieron tiempos en los que se aseguraba con toda

seriedad que en España no había tradición del cuento, etc. Animado por Juan Cruz, que

era entonces editor de Alfaguara, preparé mi antología del cuento español en castella-

no Cien años de cuentos, 1898-1998 y a partir de ese momento, rastreando por curio-

sidad cada vez más lejos en el tiempo los antecedentes de nuestros cuentistas del siglo

XX, me leí con paciencia Calila e Dimna, y el libro me deslumbró otra vez, ahora no

sólo por los cuentos, sino por el desarrollo narrativo del conjunto.

Digo en el prólogo de mi versión que cuando una lengua como la española tiene una

historia muy larga en el tiempo, “hay una especie de ley implacable que nos sigue

obligando a leer a sus clásicos del mismo modo en que fueron escritos, ayudados acaso

de un glosario, como si las palabras y expresiones antañonas del castellano, muchas de

ellas también desusadas desde hace varios siglos, tuviesen un derecho misterioso a se-

guir manteniéndose presentes, para su lectura, de la misma manera en que se formu-

laron originariamente”. Ello hace que el verdadero sentido de la obra quede sólo para

los lingüistas, y que la mayoría de los lectores acaben considerando tales obras inútiles

antiguallas.

Como creo que Calila e Dimna es uno de los grandes clásicos de la literatura, y que

no solamente no ha envejecido sino que presenta un aire sorprendente de modernidad,

tanto en la curiosa estructura general, con las numerosas inserciones de unos textos y de

unos cuentos en otros, como en la finura con la que están descritas las conductas hu-

manas, que parecen proyectarse con acierto en las ambiciones y manejos oscuros del

mundo en que vivimos –Calila y Dimna sigue vigente como “tratado de los comporta-

mientos”, entre otras cosas– se me ocurrió hacer una versión que lo ofreciese en un

español estrictamente contemporáneo, sin traicionar el “estilo” de la obra, y me he de-

dicado a ello los últimos años, al hilo de otras escrituras.

Y es que me parece intolerable que en el español actual exista una traducción del libro

que recoge la primera versión inglesa de Calila e Dimna, que se publicó a mediados del

siglo XVI, o que también tengamos la traducción de la primera versión francesa, publi-

cada en 1816, así como la traducción directa y reciente de un manuscrito árabe de me-

diados del siglo XIV que se conserva en el Líbano… pero que no tengamos una versión

accesible para todos los lectores de la primera de todas, la que se hizo en España a me-

diados del siglo XIII.

Además, por uno de esos regalos que te hacen las hadas cuando pones en una tarea

esfuerzo e ilusión, descubrí en la biblioteca de la RAE el Ejemplario contra los enga-

ños y peligros del mundo, versión castellana del siglo XVI de la traducción que Gio-

vanni da Capua hizo del hebreo al latín a finales del siglo XIII, precisamente del Calila

~ 6 ~

e Dimna, que tiene más de cien xilografías. Así, mi libro se acompaña de esas antiguas

ilustraciones, como el que de niño me deslumbró… Como curiosidad, acompaño

el collage que hice con algunas ilustraciones, para las guardas… Creo que su abun-

dancia y su gracia acompañan bien a una obra plenamente viva, esplendoroso inicio de

la historia literaria de la lengua española, sobre todo en lo que se refiere a su narrativa

breve.

Hasta aquí lo referible a Calila e Dimna en este a modo de prólogo, pues entre otros

asuntos de este año 1261 están también los que siguen.

El rey Alfonso X otorgó el fuero real a Béjar (Salamanca), Escalona (Toledo) y Villa

Real, la actual Ciudad Real.

Las Cortes de Aragón lograron que el rey Jaime I renuncie en adelante a dictar y pro-

mulgar nuevas leyes sin su aprobación y consentimiento. Y el monarca aragonés con-

cedió a Huesca elegir ocho jurados, renovables anualmente por la solemnidad de Todos

los Santos (1 de noviembre), correspondiente la elección a cuarenta “hombres buenos”,

la mitad de ellos elegidos entre los “mejores” y la otra mitad entre los “mediocres” de

la ciudad.

~ 7 ~

Desde el obispado de Zaragoza se dio carta puebla a Puertomingalvo (Teruel), pues se

trata de territorio perteneciente a la mitra zaragozana, un territorio muy extenso por esta

zona. Es obispo de Zaragoza en estos tiempos Arnaldo de Peralta (1248-1271).

Hubo celebración de las primeras Cortes particulares del Reino de Valencia, promul-

gándose fueros propios, los “Furs de Valencia”, tal como de tiempo atrás se venían fra-

guando o elaborando, siendo fueros que confirman la autonomía del reino valenciano

comprendido en la Corona de Aragón; los furs establecieron que el geográficamente co-

nocido como Rincón de Ademuz es parte del reino de Valencia…

Los coseñores de las Pitiusas (Guillem de Montgrí y el infante Jaime de Mallorca)

donan una parte de las rentas de la sal a los pobladores de Ibiza y Formentera.

Por terreno más apartado, podemos señalar información acerca de Groenlandia,3 que

aceptó en este año la soberanía del rey Haakon IV de Noruega.

Y murió Qin Jiushao, con 59 años de edad, un matemático chino que es considerado

uno de los más importantes del siglo XIII, siendo también experto en muchos otros

campos; ocupó importantes cargos administrativos y burocráticos en varias provincias

chinas.

Qin dejó como legado su Tratado Matemático en Nueve Secciones (1247). El tratado

cubría asuntos abarcando desde el análisis indeterminado hasta asuntos de orden militar

e inspecciones, incluyendo una versión del conocido como teorema chino del resto, que

usaba algoritmos para solucionar problemas.

El teorema chino del resto es un resultado sobre congruencias en teoría de números y

sus generalizaciones en álgebra abstracta. Su primera publicación se debe al matemático

chino Sun Tzu, del siglo III.

Qin Jiushao explicó por primera vez cómo expertos chinos calculaban datos astronó-

micos según el ritmo del solsticio de invierno. Entre algunos de sus logros está el de

haber introducido una técnica para solucionar ecuaciones, hallar sumas de series aritmé-

ticas y solucionar sistemas lineales. También introdujo el uso del símbolo cero en las

matemáticas chinas.

3 Gran isla al nordeste de América, políticamente muy autónoma y perteneciente hoy en día a Dinamarca.

Podemos recordarla descubierta por Erik el Rojo hacia el año 982. Eric murió en 1003. Groenlandia tuvo

su evangelización en el siglo XI.

~ 8 ~

~ 9 ~

AÑO 1261

~ 10 ~

LOVAINA (DUCADO DE BRABANTE)

MURIÓ EL DUQUE ENRIQUE III

El 28 de febrero de este año 1261, en Lovaina, murió el duque Enrique III de Bra-

bante, apodado el Piadoso,4 a sus 30 años de edad, ostentando el título y cargo desde

1248, cuando murió su padre el duque Enrique II. Fue su madre María de Hohenstaufen

(o de Suabia).5 Destacó como protector de las letras y de los poetas, siendo él mismo

también un buen trovador, dejando6 cuatro canciones compuestas en francés.

Aunque su madre fue una Hohenstaufen y se dieron sobre él otras circunstancias fa-

miliares relacionadas con este linaje, Enrique III no militó como gibelino sino como

güelfo en los (consabidos) dominios y ámbitos de influencia del Sacro Imperio Romano

Germánico. Se mantuvo en todo bastante pacifico y neutral. El hecho más notable de su

gobierno, en el terreno legislativo, fue la carta o testamento que dictó en su lecho de

muerte, por la que otorga garantías judiciales a todos los brabanzones, eximiéndoles del

pago de impuestos personales y extraordinarios.

De su matrimonio con Adelaida de Borgoña, Aleyde de Brabante, deja cuatro hijos

menores de edad: Enrique IV, ahora duque de Brabante bajo tutela de su madre,7 Juan,

8

Godofredo9 y María.

10

4 O el Bueno.

5 La segunda esposa de Enrique II. Muerta en 1235.

6 Que se sepa.

7 Sólo durante su minoría de edad, entre los años 1261 y 1267. Fue retrasado mental y acabó su vida co-

mo religioso agustino.

8 Será Juan I el Victorioso, duque de Brabante entre los años 1267 y 1294. Murió de una lanzada en un

torneo, en 1294.

9 Señor de Aarschot (Brabante, Bélgica).

10

Se casará en 1274 con el rey Felipe III de Francia, el Atrevido.

~ 11 ~

Enrique III de Brabante en un grabado del siglo XVI

~ 12 ~

ZONAS LIMÍTROFES EN EL REINO DE VALENCIA ENTRE LOS REINOS

DE CASTILLA Y DE ARAGÓN

OTIEL – ALMIZRA – BENEIXAMA

La población de Otiel11

fue eximida por el rey Jaime I de lezda12

y peaje (impuesto

por tránsito en vías o caminos), en fecha 23 de marzo de este año 1261. Señalemos que

este lugar, Otiel, pertenece al reino de Castilla, pero el rey Aragonés lo reivindica sin

cesar como parte del antiguo reino de Valencia que él conquistó.

De otra parte, a 15 de abril, Jaime I concedió a Gil Sánchez de Alagón las rentas del

castillo de Almizra13

y del lugar llamado Beneixama,14

tal como está documentado des-

de el primer reparto de tierras que se hizo por allí en 1248.

11

Actual Utiel (Valencia), entre serranía y llanura.

12

Un impuesto medieval sobre las mercancías vendidas a personas foráneas; consistía generalmente en la

undécima parte de lo vendido. En Aragón equivalía también al portazgo, lo que se pagaba por las mer-

cancías al transitar por puertas y puertos, o límites entre territorios.

13

Campo de Mirra (Alicante), en cuyo castillo se firmó, como podemos recordar (26 de marzo de 1244)

el tratado de Almizra entre los reyes Jaime I de Aragón y Alfonso X de Castilla.

14

Provincia de Alicante.

~ 13 ~

SEVILLA

CORTES CASTELLANAS PARA EMPRENDER CONQUISTAS

Y TRATAR DE OTROS ASUNTOS

Hubo reunión de Cortes en Sevilla, al llegar la primavera, decidiéndose en ellas15

que

ha de emprenderse de manera muy necesaria o conveniente la conquista del aún per-

sistente reino moro o emirato de Niebla, una taifa a eliminar entre otras cosas para

consolidar la frontera de Castilla con Portugal.

De otra parte, puede notificarse también que Alfonso X acometió y obtuvo como defi-

nitiva la conquista de Jerez (Sherish),16

a pesar de ser cabeza de un reino vasallo. Re-

cordemos que con la conquista de Sevilla por el rey Fernando III, el área de Jerez quedó

sometida bajo algo así como un protectorado castellano entre la zona andaluza conquis-

tada y la frontera del reino nazarí de Granada.

También se emprendió la restauración de la antigua diócesis de Asidonia,17

aún por

reconquistar definitivamente a los musulmanes. Alfonso X pretende trasladar esta dio-

cesis a Cádiz, cuya repoblación está en marcha para que el lugar sea base de lanza-

miento al objeto de conquistar las plazas costeras marroquíes, siendo lugar que el arzo-

bispo de Sevilla (Don Remondo) convierte este año en sede de arcedianato.

15

Muy probablemente.

16

Jerez de la Frontera (Cádiz).

17

Correspondiente a la actual Medina Sidonia (Cádiz). Dicha restauración se fue teniendo entre los años

1261 y 1266, tal como fue aprobada en 1263 por la bula Excelsis del Papa Urbano IV (1261-1264).

~ 14 ~

CÁCERES (REINO DE CASTILLA)

EL PALACIO EPISCOPAL

El obispado de Coria18

estuvo siempre medianamente favorecido por los monarcas

leoneses y últimamente también castellanos. De este modo, en la ciudad de Cáceres dis-

pusieron los prelados caurienses de unas casas episcopales. Ahora, en fecha 25 de mayo

de este año 1261, el rey Alfonso X le concede al obispo de Coria, a la sazón Fernando,19

que es médico y capellán del monarca (no el único y pese a las distancias geográficas o

de recorrido a veces), que en las casas episcopales de Cáceres se erija un correspon-

diente y majestuoso palacio, en la bella y recogida plaza de Santa María, donde se halla

la iglesia del mismo nombre o advocación.20

18

Provincia de Cáceres.

19

De pontificado entre los años 1261-1271.

20

La actual concatedral de la diócesis de Coria-Cáceres.

~ 15 ~

VITERBO (ITALIA)

MUERE EL PAPA ALEJANDRO IV Y LE SUCEDE URBANO IV

El Papa Alejandro IV, muerto en Viterbo el 25 de mayo de 1261, tenía 62 años de

edad, siendo el de su muerte el año séptimo de su pontificado. Fue el Papa número 181

en la sucesión de San Pedro, siendo su predecesor Inocencio IV (1243-1254). Tuvo

buena formación universitaria, por ejemplo en París. Recibió sepultura en la catedral de

Viterbo.21

Era de Anagni,22

de la familia de los condes de Segni, Rinaldo Conti de nombre, ha-

biendo sido también familiares de los condes de Segni dos pontífices predecesores su-

yos, Inocencio III y Gregorio IX, tío suyo que fue quien le hizo cardenal, en 1227,23

nombrándole obispo de Ostia en 1231.24

Suavizó en lo posible la manera de gobernar respecto a su predecesor, dejándole no

pocos asuntos políticos pendientes a su sucesor.

En 1225 dio su aprobación a la Universidad de Salamanca creada por el rey Alfonso X

de Castilla, concediéndole el pontífice sello propio y la licencia ubique docendi.

En 1256 promulgó la bula Liceo Ecclesiae Catholicae, por la que organizó los diver-

sos grupos de ermitaños de inspiración agustiniana aglutinándolos en una sola y única

Orden.25

21

Pero se desconoce su ubicación exacta, ya que fue escondido por temor a que la tumba pudiera ser

profanada. Ir a epílogo I.

22

En el Lacio meridional, distante de Roma unos 50 kilómetros.

23

Con 28 años de edad.

24

Con 32 años de edad.

25

Propiamente se remonta el nacimiento fundacional de la Orden de San Agustín al año 1243, cuando

cuatro ermitaño (Esteban de Cataste, Hugo de Corbaria, Guido de Rosia y Pedro de Lupocavo) en repre-

sentación de grupos de eremitas situados en la antigua Tuscia (Lacio superior y zonas limítrofes de Um-

bría) se dirigieron al Papa Inocencio IV para pedirle una Regla común y un Prior General.

Luego de conocida la propuesta, Inocencio IV, en el primer año de su pontificado, determinó la crea-

ción de esta nueva Orden mendicante, también llamada Orden de pobreza evangélica o de fraternidad

apostólica (la tercera después de las de los franciscanos y dominicos). Las bulas Incumbit nobis y Prae-

sentium vobis, fechadas el 16 de diciembre de aquel año 1243, sentaron las bases jurídicas que supusieron

la erección canónica de la Orden de San Agustín. Incumbit nobis ordenó que los eremitas de Tuscia, “ex-

ceptis Fratribus Sant Guillelmi”, enviaran uno o dos representantes de cada casa al primer Capítulo Ge-

neral, para que profesaran “la regla y el género de vida del bienaventurado Agustín”, redactaran sus

~ 16 ~

En 1260 nombró este Papa al dominico Alberto Magno26

obispo de Ratisbona (Ale-

mania). Fue éste el año en el que surgieron27

los peregrinos flagelantes, realmente una

secta, dirigiéndose preferentemente a Roma haciendo penitencia.28

Alejandro IV ha sido el Papa que canonizó a Santa Clara de Asís, en 1255, y a San

Íñigo (o Enecón) de Oña, en 1259.29

El Papa Alejandro IV

Constituciones y eligieran un Prior General. El proceso estuvo bajo la dirección del cardenal Ricardo

degli Annibaldi por medio de la bula Praesentium vovis. La reunión tuvo lugar en marzo de 1244 en Ro-

ma (en un lugar concreto que nos resulta desconocido), pasando la que ahora se llama La Pequeña Unión.

La bula Licet Ecclesiae Catholicae marcó una segunda fase en el desarrollo inicial de la Orden, cono-

ciéndose como La Gran Unión, que tuvo lugar el 9 de abril de 1256 en una antigua iglesia romana (la

actual basílica de Santa María del Popolo). En esta ocasión se produjo la anexión de otras Órdenes de er-

mitaños situados en las regiones centrales y septentrionales de Italia como los de Juan Bueno, los Ermi-

taños de Santa María de Cesena, los Ermitaños de Bréttino, los Ermitaños de Monte Favale e incluso los

Guillermitas (del anacoreta San Guillermo de Maleval, muerto en 1157) que profesaban la Regla de San

Benito.

26

San Alberto Magno, muerto en 1280. Se conmemora en el santoral el 15 de noviembre.

27

Probablemente en Perusa o Perugia.

28

Ir a epílogo II.

29

Santa Clara de Asís se conmemora el 11 de agosto y San Íñigo abad el 1 de junio. A San Íñigo le recor-

damos desde su origen mozárabe, nacido en Calatayud (Zaragoza), allá por los comienzos del siglo XI

(puede que en el año 1000). Pasó su juventud en el Real Monasterio de San Juan de la Peña (que se en-

cuentra en Botaya, al suroeste de Jaca, provincia de Huesca). Después de ser ordenado presbítero se ocul-

tó en las montañas aragonesas cerca de su origen, en Tobed (Zaragoza), a guisa de anacoreta. Pero tras-

cendieron sus virtudes y milagros desde allí, haciéndose notoria la santidad de su vida. El mismo rey de

Pamplona Sancho III el Mayor (1004-1035) fue en su búsqueda para convertirlo en abad del monasterio

burgalés de San Salvador de Oña, siendo acertadamente regido por él hasta su muerte, ocurrida el 1 de ju-

nio de 1068, habiendo sido consejero y muy cercano del mencionado monarca, lo mismo que confesor de

su hijo, García Sánchez III, muerto en Atapuercas (Burgos) en 1054. San Íñigo dejó escritas sus Observa-

ciones singulares en la aritmética y Sistemas astrológicos sobre la natividad de algunos príncipes y de

varias personas conocidas.

~ 17 ~

Pintura de Goya, con La Asunción de la Virgen María y San Íñigo.

De formato más bien pequeño en un armario.

Iglesia San Juan el Real de Calatayud.

Goya tenía al pintar esta obra 17 años de edad

~ 18 ~

El Papa Alejandro IV, erudito y mecenas en todas las ramas del saber, había

conocido de joven a San Francisco de Asís

Una labor importantísima realizada por Alejandro IV en defensa del estudio universal

fue la que demostró cuando Guillermo de Saint-Amour, en 1255, dirigió gravísimas

acusaciones hacia los franciscanos y dominicos en su obra De periculis novissimorum

temporum, en la cual les llegaba a negar el derecho a enseñar en la Universidad de Paris,

por la poca ortodoxia que, según él, mostraban en sus lecciones los representantes de las

Órdenes mendicantes.

Al Papa Alejandro IV le sucede Urbano IV, de 61 años de edad, francés de Troyes,

nacido y bautizado como Jacques Pantaleón de Court-Palais, hijo de un zapatero. For-

mado luego en París, con buenos estudios de teología y leyes. Hizo carrera eclesiástica

como canónigo en la ciudad de Lyon y ocupó el cargo de archidiácono (arcedianato) en

Laon (año 1138) y en Lieja (año 1241). Posteriormente, en 1243, fue legado pontificio

~ 19 ~

de Inocencio IV (1243-1254), siendo elegido en 1253 obispo de Verdún, hasta 1255,

que fue nombrado patriarca de Jerusalén.30

Fue elegido Papa al encontrarse en Viterbo,

con el colegio cardenalicio, buscando ayuda con la que poder atajar el asedio de Jeru-

salén por los musulmanes. Reunido el cónclave en Viterbo, con tan sólo ocho carde-

nales, tras más de tres meses de deliberaciones, resultó elegido Jacques Pantaleón, el 29

de agosto de este año 1261, tomando el nombre de Urbano IV. Comenzó oficialmente

su pontificado el 4 de septiembre.

Inmediatamente después de su elección amplió el colegio cardenalicio nombrando ca-

torce nuevos cardenales, franceses en su mayoría.31

Ya iremos viendo el desenvolverse

de este pontificado.

30

Sucediendo a Roberto de Nantes (1240-1254) y siendo sucedido ahora por Guillermo II de Agen

(1261-1270).

31

Algo que puede calificarse de nepotismo, pues los cardenales elegidos fueron parientes de los carde-

nales que contribuyeron a la elección, originándose así la existencia de una facción francesa dentro del

colegio cardenalicio.

~ 20 ~

UN LUGAR LLAMADO POPULETA O POPOLETUM

(REINO DE ARAGÓN)

ACTUACIÓN POBLACIONAL

En 1163, Albert de Castellvell cedió parte de sus tierras catalanas tarraconenses al

santo anacoreta Ramón de Vallbona,32

el cual se instaló en ellas junto con otros ermi-

taños y sucediéndose todas las historias que podemos recordar o se saben. En 1167,33

dejaron estos ermitaños las montañas para unirse a una comunidad de cartujos en el lu-

gar llamado Populeta o Popoletum.34

Como sabemos (podemos recordar), fue aquí donde se instaló la comunidad de cartu-

jos de Scala Dei, cartujos que permanecieron en el lugar hasta 1203.35

El lugar pasó

entonces a ser una explotación agraria, una granja de importancia que emprenden a po-

blar los cartujos. También se funda cerca la población de Torroja del Priorat, propiedad

del Priorato de Scala Dei.

32

San Ramón de Vallbona, muerto en 1176. Se conmemora el 8 de abril.

33

Más o menos por esta fecha.

34

Actual Poboleda (Tarragona).

35

Yéndose entonces a la actual cartuja.

~ 21 ~

REINO DE CHIPRE

MURIÓ LA REINA PLASENCIA

Como reina Plasencia de Chipre murió, a 25 de septiembre,36

la que nació como Pla-

sencia de Antioquía,37

con 21 años de edad.38

Era hija de Bohemundo V de Antioquía39

y de su segunda esposa, la noble italiana Lucía de Segni, de la familia del Papa Inocen-

cio III. Hasta la fecha de su muerte, Plasencia se convirtió en reina consorte y reina

regente del reino de Chipre y del reino de Jerusalén en representación de su hijo Hugo II

de Chipre.40

Plasencia contrajo matrimonio inicialmente en 1250 con Enrique I de Chipre (muerto

en 1254), siendo su hijo Hugo II rey de Chipre con ella como regente. Al enviudar, Pla-

sencia se casó de nuevo con Balián de Ibelín, señor de Arsuf, hijo de Juan de Ibelín, se-

ñor de Arsuf, pero el matrimonio acaba en divorcio por anulación, debido a la carencia

de hijos o argumentándose eso.

El rey oficial de Jerusalén era en esos tiempos el ausente Conrado de Hohenstaufen,

muerto en 1254, pasando el título a su hijo, el conocido como Conradino, también au-

sente, encontrándose en Alemania.41

El cargo de regente le correspondía por derecho de

nacimiento a Hugo que era menor, quien era el sucesor y heredero inmediato de Conra-

dino a ser el próximo rey si Conradino no tenía descendencia propia. En 1258, el her-

mano de Plasencia, Bohemundo VI de Antioquía,42

lleva a Hugo y a Plasencia a San

36

Aproximadamente.

37

O también Plasencia de Poitiers.

38

Aproximadamente.

39

Muerto en enero de 1252.

40

Hugo II de Chipre (conocido también como Hugo de Lusignan), nacido en 1252 y muerto en 1267, fue

rey de Chipre desde sus 5 años de edad, y también oficialmente regente del reino de Jerusalén, siendo hijo

de Enrique I de Chipre (muerto en 1254) y de la ahora difunta Plasencia de Antioquía. Huérfano de padre

cuando apenas contaba con un año de edad, fue regentado en el trono de Chipre por su madre, y después,

desde este 1261, por su primo Hugo de Antioquía (el futuro Hugo III de Chipre, entre los años 1267-

1284). En 1264, siendo de 12 años de edad, se casó con Isabel de Ibelín, más o menos de su edad, pero de

este matrimonio no hubo hijos. Cuando Hugo muere, en 1268, sólo con algo más de 15 años y sin hijos,

se extinguieron los Lusignan excepto en rama colateral hasta el siglo XV. pero esto de momento nos cae

lejos.

41

Como ya veremos, será su muerte en 1268.

42

Su muerte será en 1275.

~ 22 ~

Juan de Acre exigiendo el reconocimiento como rey y regente de Jerusalén respectiva-

mente, alegando que Conradino desde Alemania no podía administrar el reino. Juan de

Ibelín (conde de Jaffa), los caballeros templarios y los caballeros teutónicos aprobaron

la moción de Bohemundo VI, mientras que los caballeros hospitalarios y otros juristas

se opusieron, deseando aún el reconocimiento de Conradino como rey, a pesar de su au-

sencia.

Plasencia, apoyada por la mayoría de los nobles, fue designada regente; ella luego

designó a Juan de Arsuf (que había sido su suegro) para que gobernara como bailío en

lugar de ella; él ya se había desempeñado actuando en todo como bailío antes de la lle-

gada de ella y tanto Bohemundo como Juan de Jaffa esperaron que con la presencia de

Plasencia y de Hugo no habría necesidad de otro bailío. La pelea sin embargo continúa

al respecto y el Papa Alejandro IV envió a los genoveses para que mediaran y dirimie-

ran en aquel asunto; Juan de Jaffa convenció a Bohemundo y a Plasencia de unir a Je-

rusalén, Antioquía y Trípoli contra ellos. En 1260, Jacques Pantaleón, el ahora Papa

Urbano IV, llegó como eclesiástico para ocupar la vacante como patriarca de Jerusalén

y con la esperanza de resolver la crisis. Parece ser que por entonces hubiera que consi-

derar que Plasencia era amante de Juan de Jaffa, contrariando mucho los deseos del pa-

triarca, que tuvo que expresar se desaprobación respecto a esa ilícita y pecaminosa re-

lación.

~ 23 ~

TOLEDO (REINO DE CASTILLA)

MURIÓ SANCHO DE CASTILLA, INFANTE Y ARZOBISPO

El 27 de octubre de este año 1261 murió en Toledo su arzobispo, el infante Don

Sancho de Castilla, en el segundo año de su pontificado efectivo. Tenía 28 años de

edad.43

Ser arzobispo de Toledo conlleva ser primado de España y canciller de Castilla.

Fue hijo del rey Fernando III y de Beatriz de Suabia, su primera esposa, hermano, por

tanto, del rey Alfonso X. A la muerte de Don Sancho, queda en Toledo, de momento,

sede vacante.44

Había nacido en 1233, creciendo luego felizmente. Su abuela, la reina Berenguela,

madre de Fernando III, encomendó su crianza, al igual que la del infante Felipe, su her-

mano, destinado como él a la vida eclesiástica, al arzobispo de Toldo Don Rodrigo Ji-

ménez de Rada, quien confió a Sancho un beneficio eclesiástico en la catedral de To-

ledo y también luego una canonjía. En su momento, Sancho y Felipe fueron enviados a

París y allí estudiaron ambos, recibiendo lecciones del muy preclaro Alberto Magno.45

En octubre de 1250, el Papa Inocencio IV (1243-1254) nombró al infante Sancho de

Castilla Administrador Perpetuo de la Archidiócesis de Toledo. Bien podemos conside-

rar –como vino siendo en este caso– que el cargo de Administrador de una diócesis se

43

Hay controversia histórica acerca del paradero final o sepultura de los restos del infante Sancho de Cas-

tilla arzobispo de Toledo, pues en dos lugares diferentes se asegura que recibió sepultura. Uno de ellos es

la catedral toledana y el otro el monasterio burgalés de Santa María la Real de las Huelgas. Cuando en la

década de 1940 fueron examinados los sepulcros del citado monasterio de las Huelgas, se comprobó que

en el posiblemente correspondiente a Don Sancho yacía el esqueleto de un adulto joven, con poco desa-

rrollo de las muelas del juicio, lo que vendría a concordar con la edad del infante arzobispo en el mo-

mento de su muerte. De otra parte vino la posible comprobación de que el sepultado en las Huelgas pu-

diera corresponderse probablemente con un prelado, pues la calavera del difunto apareció girada hacia el

altar de la iglesia.

44

Le sucederá, del 2 de marzo al 2 de junio de 1262, el riojano Don Domingo Pascual, canónigo, deán y

chantre de la catedral de Toledo ya durante el pontificado de Don Rodrigo Jiménez de Rada. Pero no lle-

gó a ocupar la sede arzobispal toledana, muriendo pronto y siendo, como puede apreciarse, brevísimo su

pontificado. Ya iremos viendo respecto a su sucesión, pero destaquemos, no obstante, sin menoscabo de

su posición en la jerarquía eclesiástica, que en la Historia de España es más conocido por su participa-

ción en la memorable batalla de Las Navas de Tolosa (1212), en la que, todavía como canónigo, fue el

portador de la cruz primacial o primada, con la que atravesó las filas sarracenas sin sufrir daño alguno,

hecho que posteriormente sería calificado de milagroso.

45

Al igual que también las recibió Tomás de Aquino.

~ 24 ~

concede frecuentemente a los infantes o a los miembros de la familia real que, habiendo

sido designados para ocupar una sede episcopal, no tienen aún la suficiente edad para

ser ordenados o consagrados como obispos. Es habitual que después se les conceda el

título de obispo electo, hasta que alcanzan la edad suficiente y canónica para encargarles

plenamente que rijan una diócesis. En 1258, siendo ya arzobispo electo de Toledo, el

infante Sancho de Castilla dispensó, mediante documento otorgado en Brihuega,46

en

fecha 23 de julio, del pago tributario de la luctuosa (conocido como tributo abadía en

otros lugares) a los canónigos, racioneros y capellanes de la catedral de Toledo. Como

sabemos, dicho tributo era percibido por los prelados a la muerte de un clérigo, y se

debía entregar al mismo un caballo o mula de las que hubiesen pertenecido al difunto,

aunque el tributo exigido varía de unas diócesis a otras. En algunas de ellas los prelados

perciben joyas o cabezas de ganado. Esto hizo Sancho como arzobispo electo. Poste-

riormente, en 1259, ya durante el pontificado del Papa Alejandro IV (1254-1261), le

vino al infante castellano su ordenación y consagración como arzobispo de Toledo.

Podemos señalar también que estuvo presente, antes de su muerte, en las Cortes de

Sevilla durante la primavera de este año 1261, originándose entonces un incidente con

el arzobispo Don Remondo de Sevilla. Porque el infante Sancho, en calidad de arzo-

bispo toledano, entró en Sevilla, en diciembre de 1260, con su cruz arzobispal alzada

(en demasía), lo que fue considerado por Don Remondo como una descortesía y como si

se tratara de coartarle su autonomía episcopal. No obstante, el infante Sancho dejó cons-

tancia47

de que no había sido su intención ignorar los derechos del arzobispo hispalense,

ni despreciar las legítimas prerrogativas de Don Remondo.

46

Provincia de Guadalajara.

47

En una carta fechada en Toledo a 9 de diciembre de 1260.

~ 25 ~

CASTILLO DE BERKHAMSTED (REINO DE INGLATERRA)

MURIÓ SANCHA DE PROVENZA

DEJANDO VIUDO A RICARDO DE CORNUALLES

En el castillo de Berkhamsted (reino de Inglaterra), murió en este año 1261, a 9 de

noviembre, la princesa francesa Sancha de Provenza, con 36 años de edad.48

Fue la hija

menor de Ramón Berenguer V de Provenza (muerto en 1245) y de Beatriz de Saboya.49

Se había casado en la abadía de Westminster, el 23 de noviembre de 1243, con Ri-

cardo de Inglaterra, conde de Cornualles y luego rey de Romanos, como bien sabe-

mos,50

hermano del rey Enrique III de Inglaterra, casado con su hermana, Leonor de

Provenza.51

48

De Aix-en-Provence, nacida en 1225.

49

Interesante mujer, bella y astuta, que muere en 1266 o 1267.

50

Muerto en 1272.

51

Enrique III aprobó muy complacido el matrimonio de su hermano Ricardo con Leonor. Anteriormente

había desaprobado y desaconsejado el primer enlace, el que contrajo con Isabel Marshal, considerado po-

co ventajoso. Isabel murió en 1240.

~ 26 ~

BOLONIA (ITALIA)

MUEREN ACCIDENTALMENTE EN UNA INUNDACIÓN

BETTISIA GOZZADINI Y OTRAS PERSONAS

En un accidente, con otras seis personas, a 2 de noviembre de este año 1261, murió la

célebre jurista y profesora de Bolonia Bettissia Gozzadini, de quien ahora tratamos

brevemente, diciendo en primer lugar que tenía 52 años de edad. De noble y social con-

dición, fueron sus padres Amadore Gozzadini y Adelasia Pegalotti.

Efectivamente, Bettisia Gozzadini fue una jurista italiana que impartió clases en la

Universidad de Bolonia desde 1239,52

algo sin apenas precedente en la historia al tra-

tarse de una mujer.53

Gozzadini estudió filosofía y leyes con los muy destacados docentes Giacomo Balda-

vino y Tancredi Arcidiacono en el Studium o Universidad de Bologna, donde recibió

también el apoyo de Ordofredo Denari.54

Se vistió allí y entre ellos como un hombre.55

Graduada en Bolonia, en 1237, permaneció luego durante dos años enseñando leyes

en su propia casa. Se le ofreció a continuación un puesto en el Studium, rechazándolo al

principio y aceptándolo después.56

El caso es que Bettisia destacó por su cualidad como oradora. El 31 de mayo de 1242

pronunció un sonado elogio fúnebre del difunto Enrico della Fratta, obispo de Bolonia.

Causante de la muerte de Bettisia Gozzadini fue un accidente. Al igual que otras dos

mujeres y cuatro estudiantes que estaban con ellas, murió arrastrada por las aguas del

río Idice que se desbordaron en una inundación. El grupo se había refugiado en una casa

que se derrumbó por la fuerza de la corriente, entre Mezzolara y Riccardina.57

Hubo luto

52

Probablemente a partir de este año.

53

Tal vez sea la primera mujer profesora universitaria, o del todo pionera al respecto. Se suponen perdi-

dos, entre otros, sus escritos sobre el Digesto (del emperador bizantino Justiniano I, allá por el año 533).

54

Muerto en 1265.

55

Desconociéndose si eso fue por presión social o por opción y decisión personales.

56

Es legendario que se obligó a llevar un velo mientras impartía sus enseñanzas para evitar la distracción

de sus alumnos, aplicándose esta leyenda también a Novella d’Andrea (siglo XIV).

57

Actualmente Budrio, al este de Bolonia, que es su provincia.

~ 27 ~

general en la ciudad. Se cerraron todas las escuelas e instituciones docentes. El funeral

del grupo se ofició en la iglesia de los Servitas.58

Bettisia Gozzadini

58

Orden religiosa que se fundó en Florencia (Italia), a 15 de agosto de 1233. Fue iniciada por los deno-

minados siete hermanos fundadores, para honrar a la Virgen María viviendo el Evangelio de modo devoto

y mendicante...

~ 28 ~

IMPERIO BIZANTINO (RESTAURADO)

REINADO DE MIGUEL VIII PALEÓLOGO

En este año 1261, habiendo sido destronado el emperador Balduino II, del Imperio

Latino de Constantinopla, quedó restaurado el Imperio Bizantino, siendo su emperador

Miguel VIII Paleólogo.

El Imperio Latino de Constantinopla (o simplemente Imperio Latino)59

vino a ser el

resultante, como podemos recordar, de la cuarta cruzada, transcurriendo el año 1204 y

perpetuándose, como ahora contamos, hasta este año 1261.

Se planteó como continuación sustitutiva del que fue Imperio Romano de Oriente, pa-

ra que tuviera un emperador de catolicismo occidental. Recordemos que el primer em-

perador en este sentido fue el conde Balduino IX de Flandes, entronizado en la Cons-

tantinopla conquistada por los cruzados como Balduino I, el 16 de mayo de 1204. Real-

mente este Imperio no pasó de ser un gran feudo de Occidente.

El Imperio Latino no logró obtener la dominación política o económica sobre los otros

feudos latinos que se habían establecido en los antiguos territorios bizantinos como con-

secuencia de la misma cuarta cruzada, a beneficio especialmente de Venecia. Tras breve

período inicial de éxitos militares, el Imperio Latino entró en permanente declive y de-

cadencia. Debilitado por la constante guerra con los búlgaros y los estados sucesores

griegos, finalmente cae ante el Imperio de Nicea (considerado por los orientales genuino

heredero del Imperio Bizantino) bajo el ahora emperador Miguel VIII Paleólogo, en este

año 1261, yendo el derrocado Balduino II al exilio.60

59

También denominado de Romania, en cuanto Imperio Romano de Oriente.

60

Balduino II, el último emperador latino de Constantinopla, marchó al exilio y el título imperial, no obs-

tante, permaneció con sucesivos reclamantes hasta el siglo XIV.

Balduino II (de Courtenay), nacido en 1217 y muerto en 1273, fue el menor de los hijos de Yolanda de

Flandes (muerta en 1219), hermana de los emperadores Balduino I (1204-1205) y Enrique I (1205/1206-

1216). El padre fue Pedro II de Courtenay, tercer emperador latino, siendo él y Yolanda sucedidos por el

hermano mayor de Balduino, Roberto de Courtenay, quien al morir en 1228 fue sucedido por Balduino II,

de 11 años de edad entonces.

En vista de la edad del nuevo emperador, eligieron los barones orientales de los estados latinos como

emperador-regente vitalicio al rey titular de Jerusalén, Juan de Brienne (muerto en 1237), y prometieron

en matrimonio a Balduino II con María de Brienne, hija de Juan. Y así, sólo a la muerte de Juan de Brien-

ne gobernaría el emperador sucesor todos los territorios de su Imperio. Aquella elección de Brienne se

tuvo con la esperanza de revertirse la situación en la que se encontraba Constantinopla desde la muerte de

Enrique de Flandes (Enrique I) en 1216, teniendo al Imperio de Nicea amenazando cada vez más las fron-

teras.

~ 29 ~

Podemos recordar, aún en los comienzos del siglo XIII, cómo por acuerdo entre los

cruzados aquel territorio que se había mantenido como bizantino fue dividido: en la

Partitio terrarum imperii Romaniae, firmada el 1 de octubre de 1204, tres octavos –in-

cluyendo Creta y otras islas– fueron para la república de Venecia. El Imperio Latino

reclamó el resto, y ejerció control sobre zonas de Grecia, dividida en feudos vasallos:

el reino de Tesalónica, el principado de Acaya, el ducado de Atenas, el ducado del Ar-

chipiélago o de Naxos y los ducados61

de Nicea, Filipópolis y Filadelfia. El dogo o dux

de Venecia no fue considerado vasallo latino, pero hemos de considerar que su posición

en el control de los tres octavos del territorio y de partes de la misma Constantinopla

aseguró la influencia de Venecia en los asuntos del Imperio. Y hemos de considerar

también que gran parte del antiguo territorio bizantino quedó en manos de los estados

sucesores rivales encabezados y dirigidos por la aristocracia bizantina, como el des-

potado de Epiro, el Imperio de Nicea y el Imperio de Trebisonda, todos ellos empeña-

dos, sobre todo Nicea, en reconquistar Constantinopla y restablecer propiamente el Im-

perio Bizantino.

Un efecto curioso de la coronación de Balduino I y la creación del Imperio Latino fue

la existencia de tres autodenominados imperios romanos al mismo tiempo: el Imperio

Latino, el Sacro Imperio Romano Germánico y los restos del Imperio Romano de orien-

te (todo ello continuación ininterrumpida del antiguo Imperio Romano). Sin embargo,

ninguno de ellos controlaba la ciudad de Roma, bajo la autoridad política (no sólo ecle-

siástica) del Papa.

A diferencia de Asia, donde el Imperio Latino se enfrentó solamente a una inicial y

débil Nicea, en Europa encontró inmediatamente un poderoso enemigo: el zar búlgaro

Kaloyan (1197-1207). Cuando Balduino I comenzó una campaña contra los señores

bizantinos de Tracia, éstos pidieron ayuda a Kaloyan. En la batalla de Adrianópolis62

(14 de abril de 1205), la caballería pesada latina fue aplastada por las tropas de Kaloyan;

el emperador Balduino I fue capturado y encarcelado en Tarnovo,63

la capital búlgara,

hasta su muerte en 1205.

Su hermano Enrique fue elegido regente del Imperio y coronado como emperador en

1206, cuando en Constantinopla se supo la muerte de Balduino. Por su parte, Kaloyan

En 1237, teniendo Balduino II 20 años de edad, asumió éste el gobierno de su Imperio, pero su verda-

dero poder apenas se extendía ya más allá de la ciudad de Constantinopla, siendo muy venida a menos y

precaria su situación económica, de modo que se dedicó casi por completo a pedir dinero a las cortes eu-

ropeas, tieso del todo como estaba. Estuvo en Occidente, en 1236, visitando Roma, Francia y Flandes, in-

tentando reunir dinero y hombres para recuperar el mucho territorio perdido de su reino. En 1237, con el

apoyo de Francia y de Flandes, persiguió a su hermana Margarita expulsándola del poder para conver-

tirse en el siguiente conde de Namur. Pero Balduino casi nunca estaba presente, y después de la invasión

y conquista de Namur por el conde Enrique V de Luxemburgo en 1256, vendió los derechos al condado a

su primo Guido de Dampierre.

61

Efímeros.

62

Correspondiente a la actual Edirne, en la Turquía europea.

63

Actual Veliko Tarnovo.

~ 30 ~

fue asesinado en 1207 durante el asedio de Tesalónica, como podemos recordar, en una

conspiración de su primo Boril, que se hizo con el trono y reinó hasta su muerte, en

1218. Al año siguiente los búlgaros atacaron al Imperio Latino, siendo derrotados en la

batalla de Filopópolis.64

Enrique entonces pudo recuperar la mayor parte de los territo-

rios perdidos en Tracia. En 1209 tuvo que someter a los nobles lombardos del reino de

Tesalónica que se habían rebelado contra el sucesor del rey Bonifacio.65

Mientras tanto, Miguel I Comneno Ducas, fundador y primer gobernante del princi-

pado conocido como despotado de Epiro (1205-1215), el principal foco de la resistencia

griega en Europa contra la invasión de los cruzados, atacó el principado de Acaya, entre

1207 y 1209, aliándose con Boril de Bulgaria en 1210 para atacar el reino de Tesaló-

nica. Fueron derrotados por el emperador Enrique y éste exigió a Miguel Comneno que

se declarase su vasallo. Pero Miguel lo evitó dando en matrimonio a su hija a Eustaquio,

hermano de Enrique, con un tercio de sus tierras como dote.

En 1211 el zar Boril firmó una alianza con el emperador de Nicea para tomar Cons-

tantinopla, pero fracasaron en su intento. En vista de ello, Boril decidió firmar la paz

con Enrique, a quien dio en matrimonio a María, hija del zar Kaloyan. El Imperio La-

tino conseguía así cierta seguridad en Tracia y Tesalónica.

En 1214, sin embargo, Miguel I Comneno Ducas fue asesinado y le sucedió Teodoro

Comneno Ducas, que estaba decidido a capturar Tesalónica. El 11 de junio de 1216,

mientras supervisaba las reparaciones de los muros de Tesalónica, Enrique murió en-

venenado y fue sucedido por Pedro II de Courtenay, que fue capturado y ejecutado por

Teodoro al año siguiente. La regencia fue establecida en Constantinopla, encabezada

por la viuda de Pedro, Yolanda de Flandes, hasta 1221, cuando su hijo Roberto de Cour-

tenay fue coronado emperador. Distraído por la reanudación de la guerra con Nicea, y

esperando en vano la ayuda del Papa Honorio III (1216-1227) y del rey de Francia

Felipe II Augusto (1180-1223), el Imperio Latino no pudo evitar la caída final de Tesa-

lónica ante Epiro en 1224. El ejército epirota conquistó Tracia en 1225-1226, apare-

ciendo ante la misma Constantinopla. El Imperio Latino fue salvado de momento por la

amenaza que ofrecía a Teodoro el zar búlgaro Iván Asen II (1218-1241), y una tregua

fue concluida en 1228.

Como bien podemos recordar, las campañas que se iniciaron en Asia Menor por parte

de los cruzados, lograron que se hicieran con la mayor parte de Bitinia (zona noroeste)

en 1205, con la derrota de las fuerzas de Teodoro I Láscaris en Poemanenum y Prusa.

Los éxitos latinos continuaron y en 1207 se firmó una tregua con Teodoro, proclamado

no hacía mucho emperador de Nicea. Los latinos infligieron una nueva derrota a las

fuerzas nicenas en el río Ryndakos (octubre de 1211). Tres años después (1214) hubo

firma por ambas partes (latinos y nicenos), el tratado de Ninfeo,66

por el que Teodoro

reconocía al Imperio Latino el control de la mayor parte de Bitinia y Misia.

64

En las proximidades de la actual ciudad búlgara de Plovdiv.

65

Bonifacio de Montferrato, muerto en 1207. El sucesor fue Guillermo VI de Montferrato, muerto en

1225.

66

Actual Kemalpaşa, en la provincia turca de Esmirna.

~ 31 ~

La paz fue mantenida hasta 1222, cuando la potencia emergente de Nicea se sintió lo

suficientemente fuerte como para desafiar al Imperio Latino, por aquel entonces debili-

tado debido a la constante guerra en sus provincias europeas. En la batalla de Pema-

neno67

(1224), el ejército latino fue derrotado, y en los años siguientes el emperador

Roberto de Courtenay fue forzado a ceder todas sus posesiones de Asia Menor a Nicea,

excepto Nicomedia68

y los territorios justo enfrente de Constantinopla. Nicea también se

volvió al mar Egeo, capturando las islas adjuntas al Imperio. En 1235, finalmente, las

posesiones latinas cayeron ante Nicea.

Tras la muerte de Roberto de Courtenay en 1228, fue creada aquella nueva regencia

bajo Juan de Brienne. Después de la desastrosa derrota epirota por los búlgaros en la

batalla de Klokotnitsa (1230),69

fue eliminada la amenaza epirota para el Imperio Lati-

no, pero sólo para ser sustituida por la amenaza de Nicea, que inició la adquisición de

territorios en Grecia. El emperador Juan III Ducas Vatatzés de Nicea (1222-1254) firmó

con Bulgaria una alianza que en 1235 dio lugar a una campaña conjunta contra el Im-

perio Latino, y a un asedio infructuoso de Constantinopla en aquel mismo año. En

1237, Balduino II alcanzó la mayoría de edad y asumió las riendas de un estado muy

disminuido hasta este año 1261. La precaria situación del Imperio lo obligó a viajar con

frecuencia a Europa occidental en busca de ayuda, pero sin éxito. Con el fin de obtener

dinero, se vio obligado a recurrir a medios desesperados, como la eliminación y venta

de los techos principales del histórico y espléndido Gran Palacio de Constantinopla, en-

tre otras muy valiosas cosas, y nada menos que la entrega de su único hijo, Felipe, a los

comerciantes venecianos como garantía para un préstamo.

En 1247, los nicenos habían rodeado eficazmente Constantinopla, con sólo las fuertes

murallas de la ciudad para mantenerlos a raya, y luego la batalla de Pelagonia, en sep-

tiembre de 1258,70

señaló el principio del fin del predominio latino en Grecia. El 25 de

julio de 1261, con la mayoría de las tropas latinas fuera en campaña, el general niceno

67

Actual Eski Manyas (Turquía).

68

Actual Izmit (Turquía).

69

En la provincia u óblast de Haskovo, al sur de Bulgaria.

70

Esta batalla (de ubicación griega no muy clara) enfrentó al Imperio de Nicea por un lado y al despota-

do de Epiro, al reino de Sicilia y al principado de Acaya por otro. Fue un acontecimiento decisivo en la

historia mediterránea de Oriente, algo que aseguró la reconquista bizantina de Constantinopla y el fin del

Imperio Latino en 1261, marcándose también el comienzo de la reconquista bizantina de Grecia. Esta ba-

talla también es notable por suponer la última aparición de la famosa Guardia varega (unidad imperial de

élite al servicio de los emperadores).

El emperador de Nicea, Teodoro II Láscaris, murió en 1258 y le sucedió su joven hijo Juan IV Láscaris,

con 8 años de edad, bajo la regencia de Miguel Paleólogo, jefe de los ejércitos nicenos que vino a ser Mi-

guel VIII Paleólogo, el cual estaba decidido a restaurar el Imperio Bizantino y recuperar todo el territorio

que había poseído antes de la cuarta cruzada. En 1259, Guillermo II de Villehardouin, príncipe de Acaya,

se casó con Ana Comnena Ducaina (también conocida como Inés), la hija de Miguel II Comneno Ducas

de Epiro, y consolidaron en consecuencia una alianza entre el despotado de Epiro y el principado de Aca-

ya contra Nicea. También se aliaron con el rey Manfredo de Sicilia que les envió cuatrocientos caballeros.

~ 32 ~

Alejo Estrategopoulos encontró una entrada sin vigilancia en la ciudad y entró con sus

tropas, restaurando el Imperio Bizantino para su señor, Miguel VIII Paleólogo, conver-

tido así en emperador bizantino, con 38 años de edad.71

A la muerte de Juan III Ducas Vatatzés en 1254, Miguel Paleólogo tenía el rango de

gran konostaulos,72

comandando los ejércitos mercenarios extranjeros en Nicea. Per-

maneció en este puesto probablemente hasta 1257-1258. Sus ambiciones, sin embargo,

causaron sospechas en el nuevo emperador Teodoro II Láscaris. Temeroso del empe-

rador, pero también con el fin de promover su pretensión al trono, en 1256 Miguel Pa-

leólogo, mientras era comandante de Bitinia, huyó al sultanato de Rüm73

y se alió con

los selyúcidas. Sin embargo, cuando la amenaza mongola obligó a los selyúcidas a bus-

car ayuda de los bizantinos, Miguel tuvo que regresar al Imperio y normalizar sus rela-

ciones con Teodoro II.

La situación de Miguel cambió en agosto de 1258 con la muerte de Teodoro II. Juan

IV Ducas Láscaris, un menor de edad como ya dijimos, quedó heredero del trono,

mientras la regencia fue asumida por Jorge Muzalon, un alto oficial niceno que era par-

ticularmente odioso para la aristocracia, no tardando en ser asesinado, junto con su her-

mano, durante una ceremonia en memoria de Teodoro II en el monasterio de Sosandra.

Miguel, que había participado en la conspiración contra él, ahora asumía el cargo de

regente. Después de haber adquirido fama como un excelente general y procediendo de

una de las más ilustres familias, fue particularmente popular entre el ejército y en esa

época fue definitivamente la personalidad más destacada en el Imperio. Su esposa Teo-

dora (Ducaina Vatatzina), descendiente del emperador Juan III Ducas Vatatzés también

jugó un papel importante al respecto.

La asunción del cargo de regente abrió para Miguel el camino al poder. En septiembre

de 1258, fue nombrado megaduque; dos meses después, el 13 de noviembre, déspota74

y

el 1 de enero de 1259 fue proclamado coemperador con el joven Juan IV. De este modo

asumió el poder del Imperio, que en ese momento estaba en una situación muy difícil,

frente a graves amenazas externas.

El rápido y fulminante ascenso de Miguel VIII Paleólogo al poder se debió no sólo a

sus habilidades, cierto que indudables, sino también a los acontecimientos políticos y

diplomáticos, a las circunstancias que se sucedieron y a las alianzas que se establecieron

71

Miguel VIII Paleólogo (su muerte será en 1282) fue el hijo del megadoméstico o comandante en jefe

Andrónico Paleólogo y de Teodora Angelina Paleóloga. Se originó o fundó así la muy destacada e im-

portante dinastía de los Paleólogos, que gobernaron en el Imperio Bizantino hasta la caída de Constan-

tinopla en 1453. Miguel VIII Paleólogo reconquistó Constantinopla al Imperio Latino (finiquitado así en

1261) y convirtió el Imperio de Nicea en Imperio Bizantino restaurado. Diplomático consumado, con su

hábil política consiguió neutralizar a los enemigos de Bizancio y expandió las fronteras del Imperio...

72

Gran condestable.

73

Como sabemos, un sultanato turco gobernado por la dinastía selyúcida situado en Anatolia y cuyo pe-

ríodo histórico comprende los años 1077-1307.

74

Equivalente a príncipe.

~ 33 ~

como hemos ido contando. Por lo demás, ya iremos viendo y considerando en adelante

el desenvolverse de su reinado.

Miguel VIII Paleólogo

~ 34 ~

EPÍLOGO I

LA TUMBA ESCONDIDA DEL PAPA ALEJANDRO IV

El Papa Alejandro IV murió el 25 mayo de 1261 en Viterbo, ciudad donde había

trasladado la Sede Pontificia, debido a los problemas de inseguridad que se vivían por

entonces en Roma.

A su muerte, y según las crónicas de la época, Alejandro IV, fue sepultado con

grandes honores en la catedral de San Lorenzo de Viterbo. No falta documentación his-

tórica al respecto. Pero no se menciona que la sepultura del Papa se hubiera escondido,

lo cual es lógico, pues quienes realizaron el ocultamiento no querían que se supiera este

hecho, para evitar una búsqueda.

Que se sepa por el momento, las primeras sospechas de que el cuerpo del Papa difunto

hubiera estado oculto son del año 1568. En este año, el cardenal Gambara (1533-1587),

que fue obispo de Viterbo entre los años 1566 y 1576, comenzó a restaurar y transfor-

mar la catedral siguiendo los cánones artísticos de la época, cánones renacentistas. Se

tuvo que desmantelar todo el interior y, en consecuencia, todos los monumentos fune-

rarios que se habían ido construyendo. Entre dichos monumentos se contaban las tum-

bas de dos Papas, Juan XXI (Pedro Julião el Hispano, el único Papa portugués que ha

habido en la historia, entre los años 1276-1277) y Alejandro IV. Al abrirse el sepulcro

del primero, se halló la vara o cayado y los restos del Papa correspondiente, siguiendo

allí, en el interior de la catedral de Viterbo. Pero cuando se abrió el sepulcro de Ale-

jandro IV, no se encontró traza alguna, ni de su cuerpo ni de su vara o cayado. Luego, la

oficialidad del ocultamiento del cuerpo de Alejandro IV se tuvo en 1683, cuando el car-

denal Urbano Sacchetti (que también fue obispo de Viterbo, y murió en 1705), aprove-

chando las obras de remodelación del coro, que comportaron la demolición del ábside

medieval, ordeno la realización de investigaciones para localizar la verdadera tumba del

pontífice.

Hemos de tener en cuenta que el hecho de ocultar una tumba no era algo tan extraño

en esos tiempos. Fue parecido también el caso del mismo San Francisco de Asís, como

bien podemos recordar, hasta ser redescubierto en el siglo XIX, tras profunda excava-

ción en la iglesia inferior de la basílica de San Francisco de Asís. Se encontraron los

restos de San Francisco dentro de una caja de piedra, murada dentro de una columna oc-

togonal, posicionada exactamente bajo el altar de dicha iglesia inferior en Asís.

¿Por qué fue escondido el cuerpo difunto del Papa Alejandro IV? Realmente no se

sabe con certeza, ya que faltan explicaciones lógicas en los documentos de la época, co-

mo ya señalábamos antes. La teoría más plausible –y apoyada por quienes estudiaron el

asunto en tiempos no lejanos a nosotros– puede explicarse por el hecho de haber llevado

el Papa Alejandro IV la sede pontificia de Roma a Viterbo.

En lo que llevamos del siglo XXI, hay intentos de arqueólogos italianos y españoles

en la búsqueda e identificación de la sepultura del Papa Alejandro IV, dirigiendo el pro-

yecto o programa de búsqueda el español Alberto Pichardo.

~ 35 ~

EPÍLOGO II

EL MOVIMIENTO DE LOS FLAGELANTES

Ciertamente surgieron los Flagelantes sobre todo como secta fanática y herética a

partir del siglo XIII prosperando en los siglos siguientes.75

El origen se atribuyó durante

un tiempo a los esfuerzos evangelizadores o misioneros de San Antonio de Padua en las

ciudades del norte de Italia más bien en los comienzos del siglo XIII, pero no parece

que esto sea sostenible.

Cada movimiento o fenómeno importante, sin embargo, tiene sus precursores, tanto en

las ideas como en los hechos que lo especifican y lo hacen culminar. Es indudable que

la práctica de autoflagelarse se fue haciendo familiar o popular, peculiar costumbre as-

cética entre la gente. Era cosa de la severidad observante, proveniente ciertamente de

órdenes religiosas que organizaron procesiones penitenciales al respecto.

Se oye hablar de Flagelantes por primera vez en Perugia en 1260, tras una terrible

plaga o epidemia en 1259, siendo también caldo de cultivo la prolongada tiranía y anar-

quía de los mini-estados italianos y diversos fenómenos religiosos, apocalípticos y ex-

céntricos que cundieron en un laicado devoto, socialmente de clase media y media baja

con cierta desesperación y amarga existencia. Canalizó el ferviente fenómeno un fa-

moso eremita llamado Raniero Fasani que organizó una Hermandad de Disciplinati di

Gesù Cristo, extendida con rapidez por el norte y centro de Italia. Las hermandades eran

conocidas con varios nombres en las diferentes localidades (Battuti, Scopatori, Verbe-

ratori, etc.), pero sus prácticas eran similares en todas partes. El caso fue que esta fer-

75

Sacado este epílogo de la Enciclopedia Católica Online (ecwiki), en marzo de 2018.

~ 36 ~

viente y contaminante epidemia devota repercutió en todo tipo de gente, de toda edad y

condición. Clérigos y laicos, hombres y mujeres, y hasta niños, se azotaban a sí mismos

en reparación por los pecados de todo el mundo. Grandes procesiones que a veces lle-

garon a contar 10.000 participantes, pasaban por las ciudades, golpeándose y llamando a

los fieles al arrepentimiento. Los clérigos marchaban delante con cruces y estandartes,

caminando despacio atravesando las ciudades. Con las caras cubiertas y el torso desnu-

do se golpeaban con látigos de cuero hasta que corría la sangre, cantando himnos y can-

ciones de la Pasión de Cristo, entraban en las iglesias y se postraban ante el altar. Todos

los que se unían a esta penitencia debían permanecer en ella treinta y tres días de pro-

medio (o treinta y tres días y medio) en honor a los años de la vida de Cristo en la tierra.

Ni el frío ni el calor, ni el barro ni la nieve, eran obstáculos para ellos.

Las procesiones continuaron en Italia durante todo el año 1260, al final del cual se

extendieron, más allá de los Alpes, a Alsacia, Baviera, Bohemia y Polonia. En 1261, sin

embargo, las autoridades civiles y religiosas se dieron cuenta del peligro de tal epide-

mia de fervor, aunque sus tendencias no deseadas eran, en esta ocasión, más políticas

que teológicas. En enero, el Papa (Alejandro IV) prohibió las procesiones y lo laicos se

dieron cuenta de repente de que detrás del movimiento había asunto de repercusión

eclesiástica. Aquello cesó tan rápidamente como había comenzado; pareciendo extin-

guirse. Pero no fue así. En 1296 se vieron proliferar los Flagelantes caminando por Ale-

mania. En el norte de Italia, el dominico Venturino de Bérgamo (1304-1346), que

después fue beatificado, intentó resucitar las procesiones de flagelantes en 1334 y diri-

gió alrededor de 10.000 hombres llamados “palomas” hasta Roma. Pero los romanos

los recibieron con risas y sus seguidores le abandonaron. Fue a Aviñón a ver al Papa

(Juan XXII), que le envió inmediatamente a su convento, con lo que el movimiento dejó

de existir.

No obstante, en 1348 sobrevino la Peste Negra barriendo toda Europa, devastando el

continente durante los dos años siguientes. Ocurrió en ese año un terrible terremoto en

Italia. Los escándalos que se daban tanto en la Iglesia como en el Estado por doquier

intensificaron en la mente popular el sentimiento de que llegaba el fin de todas las co-

sas, que todo estaba abocado al acabose. Repentinamente volvieron las compañías de

flagelantes y rápidamente se expandieron a través de los Alpes, por Hungría y Suiza. En

1349 habían llegado a Flandes, Holanda, Bohemia, Polonia y Dinamarca. En septiembre

de ese año habían llegado a Inglaterra, aunque allí tuvieron poco éxito. Los ingleses ob-

servaban a los fanáticos con tranquilo interés y hasta expresaban piedad, y a veces ad-

miración por su devoción, pero nadie se unió a ellos y los intentos de proselitismo fue-

ron un completo fracaso.

Mientras tanto, el movimiento en Italia, más de acuerdo con el temperamento de la

gente, tan intenso, tan entusiasta y al mismo tiempo tan practico en las cosas de religión,

se extendió rápidamente por todas las clases sociales y comunidades o colectivos. La

difusión fue caracterizada y ayudada por los laudi populares, canciones devocional-

mente populares de la Pasión de Cristo y de los Dolores de Nuestra Señora; y en este

resurgir aparecieron innumerables hermandades dedicadas a la penitencia y a las obras

de misericordia, de índole corporal, Así, los Battuti de Siena, Bolonia, Gubbio, etc.,

fundaron las Case di Dio, que enseguida se convirtieron en centros en los que se podían

~ 37 ~

reunir para sus ejercicios piadosos y penitenciales, y crearon también hospicios en los

que se aliviaba a los necesitados. Aunque las tendencias heréticas aparecieron ensegui-

da, la sana fe italiana era favorable a su crecimiento. Las confraternidades se adaptaban

a la organización eclesiástica permanente y no pocas de ellas han continuado, al menos

como asociaciones caritativas hasta hoy. Es de notar que las canciones de los Laudesi

durante sus procesiones tendían más y más a manifestarse con un carácter dramático. De

ellas surgieron con el tiempo las obras populares de teatro de misterios, del que salió el

drama italiano.

En cuanto el movimiento de los flagelantes cruzó los Alpes para entrar en los países

teutónicos, cambió su naturaleza. La idea fue recibida con entusiasmo y enseguida se

desarrolló un ceremonial al mismo tiempo que se daba forma a una doctrina especia-

lizada que pronto degeneró en herejía. Al principio los flagelantes se convirtieron en

una secta organizada, con una disciplina severa y declaraciones extravagantes. Llevaban

un hábito blanco y capa, cada uno con una cruz roja, por lo que en algunos sitios se les

llamaba “Hermandad de la Cruz”.

El que deseaba unirse a esta hermandad era obligado a permanecer en ella durante

treinta y tres días y medio, jurar obediencia a los “maestros” de la organización y po-

seer al menos cuatro peniques diarios para su sustento, estar reconciliado con todos los

hombres y, si estaba casado, tener el permiso de su esposa.

El ceremonial de los flagelantes pare ser muy parecido en todas las ciudades del norte:

dos veces al día, yendo lentamente a la plaza pública y a la iglesia principal, se quitaban

los zapatos, se desnudaban hasta la cintura y se postraban formando un gran círculo.

Con la postura indicaban la naturaleza de los pecados que querían expiar: el asesino

yacía sobre su espalda, el adúltero sobre su rostro, el perjuro de lado levantando tres

dedos etc. En primer lugar eran golpeados por el “maestro” y después se les ordenaba

con una fórmula concreta que se levantasen, permanecían en círculo y se azotaban se-

veramente, considerando que su sangre se unía a la de Cristo y que su penitencia pre-

servaba al mundo de su destrucción. Al final, el “maestro” leía una carta que supues-

tamente había sido entregada por un ángel a la Iglesia de San Pedro en Roma, carta en la

que se decía que Cristo, enfadado por la maldad de los hombres, había amenazado con

destruir el mundo, pero que, por la intercesión de la Virgen María, había ordenado que

todos los que se unían a la hermandad durante treinta y tres días y medio, se salvarían.

La lectura de esta “carta”, después de la profunda impresión que causaba la penitencia

de los flagelantes, producía entre el público situaciones de extrema excitación. A pesar

de las protestas y críticas de la gente más educada e instruida, miles de personas se fa-

natizaron y se unieron a la hermandad.

Grandes procesiones marchaban de ciudad en ciudad con cruces, antorchas y banderas

o estandartes precediéndolas. Caminaban despacio, en filas de tres o cuatro, hombro con

hombro, llevando sus látigos de nudos y cantando sus melancólicos himnos. A medida

que crecía su número, las pretensiones de sus líderes aumentaban. Profesaban un horror

ridículo al contacto hasta accidental con las mujeres e insistían en que era una obliga-

ción ayunar rígida o rigurosamente los viernes. Difundían dudas sobre la necesidad, o

hasta del deseo, de los sacramentos y pretendían absolverse unos a otros, arrojar los

malos espíritus y hasta realizar milagros. Afirmaban que la jurisdicción eclesiástica or-

~ 38 ~

dinaria (y toda mediación eclesial) estaba suspendida y que sus peregrinajes continua-

rían durante treinta y tres años y medio. Sin duda –recordemos en cierto modo el cata-

rismo–, algunos de ellos esperaban establecer una institución rival de la Iglesia Ca-

tólica que durase mucho tiempo, pero las autoridades actuaron tratando de suprimir por

completo el movimiento, el mismo que, mientras crecía en Alemania y en los Países

Bajos, también había penetrado en Francia.

Al principio, este fatuus novus ritus fue bien recibido. En 1348, el Papa Clemente VI

había permitido procesiones similares en Aviñón en rogativas contra la peste. Sin em-

bargo las autoridades se alarmaron pronto al ver la rápida expansión de las tendencias

heréticas de los flagelantes, especialmente entre las turbulentas gentes del sur de Fran-

cia. A petición de la Universidad de París, el Papa ordenó una investigación cuidadosa,

condenó el movimiento y prohibió las procesiones, en cartas del 20 de octubre de 1349

que fueron enviadas a los obispos de Francia, Alemania, Polonia, Suecia e Inglaterra

Esta condena coincidió con la reacción natural de la opinión pública y los flagelantes se

encontraron que habían pasado de ser una poderosa amenaza a todo el orden establecido

a convertirse en una secta en rápido declive. Pero aunque fueron duramente golpeados,

la tendencia de los flagelantes no se podía dar por erradicada, ya que durante todo el

siglo XIV y en el XV se dieron recrudecimientos de esta y otras herejías similares. Ha-

cia 1360 apareció en Alemania un tal Konrad Schmid, que se llamaba a sí mismo Enoc,

pretendiendo que toda la autoridad eclesiástica estaba derogada o, mejor dicho, tras-

ferida a él mismo. Miles de jóvenes siguieron, pudiendo continuar con su propaganda

hasta 1369, cuando las vigorosas medidas tomadas por la Inquisición terminaron con la

secta. Pero aún se oye sobre juicios de condenación de Flagelantes en 1414, en Ertfurt;

en 1446, en Nordhausen; en 1453, en Sangerhausen; y hasta en 1481, en Halberstadt.

De nuevo los Albati o Bianchi suenan en Provenza alrededor de 1399 con sus proce-

siones de 9 días, durante los que se golpeaban y cantaban el “Stabat Mater”. Al final

del siglo XIV, el gran dominico San Vicente Ferrer (de fiesta el 5 de abril) extendió esta

devoción penitencial por España, y masas de devotos le seguían en sus peregrinajes mi-

sioneros también por Francia y por el norte de Italia.

De hecho, la gran eclosión de 1349, aunque más extendida y formidable que otros fa-

natismos similares, era uno más de la serie de levantamientos populares que se dieron a

intervalos irregulares desde 1260 hasta el final del siglo XV. La causa que generaba

estos movimientos fue siempre una oscura amalgama de horror y corrupción, el deseo

de imitar las heroicas expiaciones de los grandes penitentes, de visión apocalíptica y la

desesperación ante la corrupción que invadía los estatal y lo eclesiástico. Todas estas

cosas incendian las mentes del populacho muy maltratado en Europa central. Bastaba

una ocasión suficiente, como la tiranía acumulada de algunos gobernadores insignifi-

cantes, el horror de una gran plaga o la oratoria ardiente de algún santo predicador ascé-

tico para incendiar a toda la cristiandad. El impulso, como el fuego, se expandía entre la

gente y como él moría, aunque para reanimarse de nuevo aquí y allá. Al principio de

cada caso los efectos eran generalmente buenos: los enemigos se reconciliaban, se pa-

gaban las deudas, se soltaba a los presos, se devolvían los bienes conseguidos de malas

maneras. Pero era un mero revivir y la reacción como siempre era peor que la corrup-

ción anterior. A veces se sospechaba que el movimiento se utilizaba abusivamente para

~ 39 ~

fines políticos y más frecuentemente era un ejemplo de la tendencia fatal del pietismo

emocional a degenerar en herejía. El movimiento de los flagelantes fue una de las ma-

nías que afligieron los finales del Medievo; otros fueron: la manía de las danzas, las

razias contra los judíos que las procesiones de flagelantes de 1349 estimulaban, las

cruzadas de los niños etc. Y según el temperamento de los pueblos entre los que se

extendía el movimiento se convertía en revolución y en herejía fanática, o en un re-

lámpago de devoción que pronto se quedaba en prácticas piadosas y buenas obras o en

un mero espectáculo que levantaba la curiosidad o la piedad de los que los observaban.

Aunque como herejía peligrosa no se vuelve a oír hablar de los flagelantes después del

siglo XV, sus prácticas revivieron una y otra vez como medio de penitencia pública

ortodoxa. En Francia, durante el siglo XVI se oye hablar de hermandades blancas, ne-

gras, grises y azules. En Aviñón, año 1574, Catalina de Médicis dirigió una procesión

de Penitentes Negros. En Paris, año 1583, el rey Enrique III se convirtió en protector de

los Blancs Battus de l’Annonciation.

El Jueves Santo de ese año organizó una gran procesión desde los Agustinos a Notre

Dame, siendo obligados a participar todos los grandes dignatarios del reino acompañán-

dole a él como monarca. Las risas de los parisinos, sin embargo, que se tomaron todo el

asunto como una broma, obligó al rey a retirar su patronazgo. En el siglo XVII, los es-

cándalos que surgieron en esas hermandades hicieron que el Parlamento de París las

suprimiera y entre los esfuerzos combinados de la ley, los galicanos y los escépticos

hicieron que esas prácticas desaparecieran. A lo largo del siglo XVII y de XVIII, las

procesiones de flagelantes y la autoflagelación fueron fomentadas por los jesuitas en

Austria y en los Países Bajos, así como en los lejanos países que evangelizaban: India,

Persia, Japón, Filipinas, Méjico y Estados Unidos de América; por todos estos lugares

hubo procesiones de flagelantes…

~ 40 ~

Goya. Procesión de disciplinantes. 1812-1819

Los flagelantes. D Pieter Boddingh Van Laer (siglo XVII)

~ 41 ~

ÍNDICE

A modo de prólogo

Calila y Dimna entre otros asuntos …………………………………….. pág. 3

Lovaina (ducado de Brabante)

Murió el duque Enrique III ……………………………………………... pág. 10

Zonas limítrofes en el reino de Valencia entre los reinos de Castilla y de

Aragón: Otiel – Almizra – Beneixama …………………………………. pág. 12

Sevilla

Cortes castellanas para emprender conquistas y tratar de otros asuntos … pág. 13

Cáceres (reino de Castilla)

El palacio episcopal …………………………………………………….. pág. 14

Viterbo (Italia)

Muere el Papa Alejandro IV y le sucede Urbano IV …………………... pág. 15

Un lugar llamado Populeta o Popoletum (reino de Aragón)

Actuación poblacional …………………………………………………... pág. 20

Reino de Chipre

Murió la reina Plasencia ………………………………………………… pág. 21

Toledo (reino de Castilla)

Murió Sancho de Castilla, infante y arzobispo …………………………. pág. 23

Castillo de Berkhamsted (reino de Inglaterra)

Murió Sancha de Provenza dejando viudo a Ricardo de Cornualles …… pág. 25

Bolonia (Italia)

Mueren accidentalmente en una inundación Bettisia Gozzadini y otras

personas …………………………………………………………………. pág. 26

Imperio Bizantino (restaurado)

Reinado de Miguel VIII Paleólogo ……………………………………… pág. 28

Epílogo I

La tumba escondida del Papa Alejandro IV ……………………………. pág. 34

Epílogo II

El Movimiento de los Flagelantes ………………………………………. pág. 35