caminando por cajamarca diciembre

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CUENTA BIEN EL CUENTO NOTICIA DESTACADA NÚMERO Diciembre - Enero Para cerrar el 2011, quisimos reconocer el esfuerzo, la dedicación y la capacidad de todas las personas que hacen grande nuestro Proyecto La Colosa. Siempre hemos dicho que el corazón de nuestro negocio es la gente, por eso creamos El Día de los Mejores, un homenaje a todos los que han puesto su empeño, alegría y conocimiento para hacer este proyecto posible. Casi todos nuestros colaboradores son cajamarcunos, así que este es también un tributo a Cajamarca y su gente. En 2012 serán muchos más los retos que nos esperan, y tenemos la certeza de lograrlos pues contamos con un equipo que trabaja unido para construir el mejor futuro para todos.

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Caminando por cajamarca diciembre Mas información; www.anglogoldashanti.com.co

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Page 1: Caminando por cajamarca diciembre

CUENTA BIEN EL CUENTONOTICIA DESTACADA

NÚMERODiciembre - Enero

Luz Mélida Peralta: un homenaje a nuestras mujeres

Para cerrar el 2011, quisimos reconocer el esfuerzo, la dedicación y la capacidad de todas las personas que hacen grande nuestro Proyecto La Colosa. Siempre hemos dicho que el corazón de nuestro negocio es la gente, por eso creamos El Día de los Mejores, un homenaje a todos los que han puesto su empeño, alegría y conocimiento para hacer este proyecto posible. Casi todos nuestros colaboradores son cajamarcunos, así que este es también un tributo a Cajamarca y su gente. En 2012 serán muchos más los retos que nos esperan, y tenemos la certeza de lograrlos pues contamos con un equipo que trabaja unido para construir el mejor futuro para todos.

Durante los 15 meses que ha tenido la oportunidad de estar vinculada con el proyecto La Colosa, Luz Mélida le ha enseñado a su familia y compañeros, con todos los pergaminos, el signi�cado de la palabra sacri�cio. No solo asumió la crianza de sus pequeños como madre soltera y ha corrido con los gastos de su hogar, sino que hoy continúa preparándose para obtener el título como Licenciada en Ciencias Naturales y Educación Ambiental.

Luz Mélida es una mujer digna de un homenaje y, a través de su historia, rendimos tributo a todas las mujeres que hacen parte de la familia Anglogold Ashanti Colombia. Ella fue la única de las mujeres nominadas a los premios que, como reconocimiento a los mejores empleados de la compañía, se entregaron en Cajamarca.

Para esta futura profesional, obtener la postulación de sus compañeros ha signi�cado mucho y representa un mensaje explícito de la importancia que ha adquirido la mujer en el desarrollo del proyecto La Colosa, aún cuando su cuota de participación sea menor a la de los hombres.

Luz Mélida se ha desempeñado en el área ambiental y en plataformas, y asegura que ha llegado hasta donde está gracias a la complicidad de su madre, quien con la misma dedicación y cuidado que ella lo haría, acompaña y permanece atenta a los cuidados y necesidades de sus hijos.

Aun cuando para ella las cosas no son fáciles y permanece más tiempo en su trabajo que en casa, no duda un instante en declararse profundamente agradecida por la oportunidad que encontró en esta compañía y que le permitió dar un giro total a su vida.

“Usted se imaginará lo que es pasar hojas de vida a un lado y otro y no encontrar respuesta. Yo estaba desesperada sin encontrar trabajo, sabiendo que mis hijos estaban en casa esperando por su sustento”, recuerda con nostalgia esta emprendedora mujer a quien la vida le volvió a sonreír.

Si a Luz Mélida se le pregunta por el antes y el después de su incorporación a la empresa, su respuesta es contundente: de la tierra al cielo. Y no es para menos: además de responder por su familia, ingresos le han permitido continuar con sus estudios profesionales , los mismos que en un momento estuvo a punto de abandonar de�nitivamente por falta de recursos.

Hoy esta mujer no sólo está preparada en tareas y procesos que nunca llegaron a pasar por su cabeza, también es una especialista en el manejo del tiempo, pues por unas horas desempeña su rol de madre consagradamente, por otras se pone las botas de trabajadora y las restantes las entrega de lleno a la academia.

Aunque reconoce que en ocasiones el estudio los �nes de semana hace que el tiempo para compartir con sus pequeños se limite aún más, ella se siente tranquila, pues sabe que sus hijos entienden que todo este esfuerzo es una manifestación de entrega de una madre que, como las demás que trabajan hoy en La Colosa, comparten la misma fórmula: con disciplina, esfuerzo y amor, todo se puede.

Como mamá, Luz Melida Peralta quizás nunca terminará de adaptarse a sus salidas de casa a las 5 de la mañana y a sus regresos a las 8 ó 9 de la noche, no porque la jornada de trabajo sea extenuante o agotadora o porque el clima se ensañe sobre su humanidad y la de sus compañeros, sino por la ausencia y la imposibilidad de estar más tiempo al lado de sus hijos de 13 y 3 años.

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Es el más importante entre los mitos del Tolima Grande. En algunas regiones le dicen Poira; para algunos es una divinidad acuática, para otros es un espíritu malé�co que causa daños imperdonables.

Dicen, que es un personaje monstruoso, cubierto de pelaje abundante, que más parece envuelto en una larga cabellera; tiene manos grandes, con uñas largas y a�ladas como las de una �era.

La diversidad de leyendas que se cuentan sobre sus hazañas o arti�cios, constituyen una riqueza folclórica para esta tierra tolimense. Los pescadores lo cali�can de travieso, andariego, aventurero, brujo y libertino. Se quejan de hacerles zozobrar sus embarcaciones, de raptarles los mejores bogas, de robarles las carnadas y los anzuelos. Dicen que les enreda las redes de pescar; les ahuyenta los peces, castiga a los hombres que no oyen misa y trabajan en día de precepto, llevándoselos a las insondables cavernas que posee en el fondo de los grandes ríos.

Las lavanderas le dicen monstruo, enamorado, perseguidor de muchachas, músico, hipnotizador, embaucador y feroz.

Sobre su aspecto físico, varían las opiniones según el lugar donde habita. En la región del sur del Magdalena, comprendida entre los ríos Patá y Saldaña, con quebradas, moyas y lagunas de Natagaima, Prado y Coyaima, hasta la con�uencia de Hilarco, como límite con Puri�cación, los ribereños le tienen un pánico atroz porque se les presenta como una �era negra, de ojos centelleantes, traicionero y receloso. Siempre que lo veían, su fantasmal aparición era indicio de males mayores como inundaciones, terremotos y pestes.

Poseía un palacio subterráneo, tapizado todo de oro, donde acumulaba muchas piedras preciosas y abundantes tesoros; allí hacía las veces de centinela, por eso no le quedaba tiempo para enamorar.

Información tomada del Sistema Nacional de Información Cultural, SINIC, y otras fuentes

EL MOHAN O POIRA

Hasta hace casi cinco años, Asdrúbal había tenido la oportunidad de ocuparse en otros megaproyectos como la construcción de túneles, adaptándose fácilmente al trabajo pesado, pero su experiencia en la industria de la minería era nula. Hoy asegura que esta experiencia ha signi�cado una verdadera transformación en su vida.

El deseo de aprender, el interés en cada actividad y la entrega, características comunes de quienes día a día mueven nuestra organización, hicieron posible que en poco tiempo, Asdrúbal no sólo adquiriera el conocimiento necesario para desenvolverse en su área de trabajo, sino que encendió en su interior la inquietud y la voluntad para continuar escalando nuevos peldaños.

Así del área ambiental, continuó un rápido recorrido a otras extensiones de la compañía como social, vías y �nalmente a plataformas, donde actualmente se desempeña como supervisor.

El crecimiento de Asdrúbal Marín en el Proyecto La Colosa no ha sido únicamente en términos de aprendizaje, sus capacidades le han convertido en una persona especial para sus compañeros: ese alguien en quien se depositan dudas e inquietudes, y en quien además se pueden con�ar otras cosas que no necesariamente tienen que ver con el plano laboral.

Su voz es escuchada con atención, sus consejos y recomendaciones también son atendidas con respeto. Él se ha ganado el título de líder, pero también el de compañero y amigo.

Como supervisor, su �losofía ha sido la misma que persigue la empresa “primero está la gente”, porque “la gente es nuestro negocio”, de ahí que su preocupación esté siempre puesta en que las condiciones del personal sean las mejores y en que la actividad que se realice, sea cual sea, se desarrolle siempre de manera segura.

Está claro que su labor como guía y consejero, Marín ocupa gran parte de su tiempo. Su rol de ‘padre’ dentro de la empresa debe alternarse con el de su vida más allá de La Colosa, en su hogar donde la capacidad de liderazgo se transforma para retomar las riendas del hogar.

“La familia ha sabido entender que mi trabajo implica muchas veces que el tiempo para compartir con ellos no sea el que ellos esperan. Pero cada vez que puedo procuro estar con mis hijos de 8 y 14 años.

“Los planes familiares que más disfrutamos están en salir al campo, ir de visita a las �ncas, visitar un parque o ir a piscina”, precisó Marín con la convicción de que cada esfuerzo y sacri�cio que hace tiene un �n: ofrecerle a los suyos mejores condiciones de cara al futuro.

A sus 40 años, Asdrúbal asegura que de su vida laboral, la experiencia en La Colosa ha sido la mejor de todas. Además de la satisfacción de participar en numerosos cursos y capacitaciones, de adquirir conocimientos que jamás imaginó tener, para este hombre no hay nada que le llene más que haber realizado el sueño de darle un hogar mejor a su familia, una “casita” que ha mejorado con el paso del tiempo y que espera terminar de pagar pronto.

Pero sus expectativas no llegan hasta ahí. En su mente está latente la ilusión de que sus hijos puedan ir a la universidad y que terminen una carrera, sean profesionales, y por qué no, que al lado de ellos él también pueda seguir preparándose.

En este número quisimos también rendir homenaje a la cultura y la tradición tolimense. Por eso acá recogemos los mitos y leyendas más famosos de la región para disfrutarlos en familia.

Asdrúbal Marín: líder con el sello AGAAsdrúbal Marín lleva con exactitud las cuentas desde aquel día hace cuatro años y siete meses cuando consiguió comenzar a trabajar con el proyecto de exploración La Colosa, en Cajamarca, una oportunidad que va más allá de lo económico.

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La madremonteLos campesinos y leñadores que la han visto, dicen que es una señora corpulenta, elegante, vestida de hojas frescas y musgo verde, con un sombrero alón, cubierto de hojas y plumas verdes. No se le puede apreciar el rostro porque las ramas del sombrero la opacan.

Hay mucha gente que conoce sus gritos o bramidos en noches oscuras y de tempestad peligrosa. En el llano limpio y habitado, con caminos frecuentados, nunca la han visto. Vive en sitios enmarañados, con árboles frondosos, alejada del ruido de la civilización, y en los bosques cálidos con animales dañinos.

Los campesinos cuentan que cuando la Madremonte se baña en las cabeceras de los ríos, éstos se enturbian, crecen, se desbordan, causan inundaciones y borrascas fuertes, que ocasionan daños espantosos.

Castiga a los que invaden sus terrenos y pelean por linderos; a los perjuros, a los perversos, a los esposos in�eles y a los vagabundos. Maldice con plagas y pústulas los ganados de los propietarios que usurpan terrenos ajenos o cortan los alambrados de los colindantes.

A los que andan en malos pasos, de pronto les hace ver una montaña impenetrable, o una maraña de arbustos difíciles, borrándoles el camino y haciéndoles sentir un mareo del que se despiertan horas más tarde, convencidos de haber tenido una alucinación.

Quienes la conocen, han oído sus rugidos o están convencidos de sus conjuros, siempre que van a emprender la ruta por lugares miedosos o bosques espesos, llevan escapularios o medallas benditas, bastón de guayacán o varas de cordoncillo; deben ir fumando, tabaco y llevar en el bolsillo unas pepas de cabalonga.

Información tomada del Sistema Nacional de Información Cultural, SINIC, y otras fuentes

Aunque para algunos parezca una obsesión, para Raúl Montoya, hacer de su espacio de trabajo un lugar organizado y seguro, se ha convertido en un principio y un hábito del que, con el paso del tiempo, sus compañeros han tenido la oportunidad de contagiarse y aprender.

Muchas veces la labor que desempeña Raúl Montoya, o�cial de trabajo en el área de la construcción, es asociada con desorganización, mínimas condiciones de limpieza y ambientes laborales indeseados. Pero para este cajamarcuno de 42 años, uno de sus principales retos dentro de la compañía ha sido justamente apostarle a la transformación cultural, partiendo de su ejemplo y sirviendo como pedagogo en sus entornos más cercanos.

Raúl Montoya, el estratega que Juega Limpio

Para Raúl no importa si la jornada de trabajo ha sido demasiado dura o si el cansancio lo lleva a pensar solo en salir pronto, él sabe que antes de partir a casa cada cosa debe estar en su lugar, dispuesta en el sitio que corresponde y lista para que, al siguiente día, el trabajo pueda iniciarse sin contratiempos.

Para este trabajador, que su sitio de trabajo esté libre de elementos innecesarios es una prioridad, pues como bien lo ha aprendido a valorar durante sus tres años al servicio de la compañía, entre menos obstáculos haya alrededor, menor será el nivel de riesgo por accidentes.

Por eso, que Raúl Montoya haya sido el ganador del Premio a los Mejores en la categoría Juego Limpio, por votación de sus compañeros de labores, no es producto de la casualidad.

Quizás el mayor logro que se le debe reconocer a Montoya es justamente la enorme capacidad para transmitir su �losofía y hacer que otros la hagan propia.

No ha sido a través de imposiciones, memorandos u observaciones de los superiores, ha sido un proceso de enseñanza gestado y motivado desde un mismo nivel, que ha contado con el consenso de quienes hacen parte del grupo.

Por ende, no es raro que cada uno comprenda cuál es su rol, cómo debe responder para mantener el orden y la limpieza, y que con la misma disciplina que actúan para cumplir con las metas de trabajo, se sumen esfuerzos para hacer del sitio que comparten un escenario más agradable aun cuando se conviva con polvo, cemento, arena, tierra o maquinaria pesada.

Para Raúl Montoya el orden no se limita a su ambiente de trabajo. Aún en su hogar, esto es parte de su estilo de vida, una práctica rutinaria que inculcó a su hija de 21 años y que ahora repite con su pequeña de seis.

De esa manera, dando lo mejor de sí en su actividad laboral, y ‘jugándole limpio’ a la compañía, Raúl Montoya hace parte de ese grupo de hombres y mujeres que más allá de su o�cio apuestan por devolverle algo a la compañía que les ha dado más de lo esperado, haciendo posible que su calidad de vida se mantenga en ascenso.

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EL CAZADOR

Esta leyenda está más acentuada en la región montañosa, pero tuvo lugar a la orilla del río Grande.

Vivía en tiempos de la Colonia un hombre cuya distracción y o�cio cotidiano era la cacería. Para él no había �estas profanas ni religiosas; no había reunión de amigos ni paseos; nada le entretenía tanto como salir a cazar venados en los bosques aledaños; borugos a la orilla del río por entre los guaduales; guacos, chorolas, guacharacas y chilacoas por los montes cercanos a los pantanos, ciénagas y lagunas. El producto de la cacería constituía el sustento de la familia y su único negocio.

En aquel caserío tenían una capilla donde celebraban las ceremonias más solemnes del calendario religioso. Tenía unas ventanas bajas y anchas que dejaban ver el panorama y que ayudaban a que el aire �uyera en las grandes festividades.

Llegó la celebración de la Semana Santa. Los �eles apretujados llenaban la capilla, oyendo con atención el Sermón de Las siete palabras. Los feligreses estaban conmovidos. Reinaba el silencio y se percibían los sollozos de pecadores arrepentidos.

Allí estaba el cazador, en actitud reverente, uniendo sus plegarias a las de los acudientes.

De pronto, como tentación satánica, entró un airecillo que le hizo levantar la cabeza y mirar hacia la ventana. Por ella vio, pastando en el prado, un venado manso y hermoso. ¡Qué maravilla! Era como un regalo del cielo… a su alcance. Rápido salió por entre la multitud en dirección a su cabaña.

Fue tanta la emoción del hallazgo que no se acordó del momento grandioso que signi�ca para los cristianos el Viernes Santo. Tampoco se �jó en el momento sagrado de la pasión de Cristo. Salió con su escopeta y su perro en busca de la presa. Ya el animal había avanzado unas cuadras hacia el manantial.

El cervatillo al verse acosado paró las orejas y se quedó inmóvil, como esperando la actitud del hombre. Este al verlo plantado le disparó, pero en el animal huyó.

Perro y amo siguieron las pistas, lo alcanzaron y, al dispararle de nuevo, se realizaba el mismo truco. El a�ebrado cazador no medía ni el tiempo, ni la distancia. Cruzaba llanos, montañas, cañadas, colinas, despeñaderos, riscos y sierras. Llegó por �n a la montaña cuando las tinieblas de la noche dominaban la tierra.La montaña abrió sus fauces, el cazador ingresó... y nunca más volvió a salir de ella. Dicen que la montaña lo devoró.

Información tomada del Sistema Nacional de Información Cultural, SINIC, y otras fuentes

La suerte y la dedicación se alinearon en el hogar de Leonardo Ávila, uno de nuestros compañeros de obras civiles, quien acaba de terminar sus estudios de bachillerato y se prepara para acompañar a su pequeño de cuatro años a sus primeros días de colegio.

Leonardo completa tres años con la empresa, tiempo en el que, entre muchas otras cosas, ha tenido que aprender a dominar las condiciones de la topografía y el clima, pues aunque antes de estar con el proyecto había desarrollado labores en una altura similar a la de Cajamarca, nunca antes se había atrevido a desa�ar una altitud como la de La Colosa.

Durante los últimos meses, entre el trabajo de recuperación de vías y el montaje de plataformas y campamentos, Ávila estuvo asumiendo un doble papel: el de trabajador y estudiante.

Cumpliendo su labor, no podía dejar de pensar en las tareas o las lecciones del día y mucho menos en las matemáticas que, como para casi todos, se convirtieron en un dolor de cabeza.

Noche tras noche, como un compromiso ineludible y sagrado, Leonardo estuvo en el proceso de validación de sus grados superiores. Fueron días en los que se ponían al límite las capacidades físicas y mentales, pero que abonados con esfuerzo y decisión no tardaron en arrojar sus frutos.

El entrenamiento de sus días en el Ejército y la misma perseverancia que impone la milicia fueron los instrumentos que le permitieron a Leonardo conquistar hace poco su meta y obtener el título como bachiller, proceso de formación al que se suman otros a los que ha accedido de la mano de la compañía como cursos en liderazgo y talleres de aprendizaje en técnicas relacionadas con su área laboral.

“Es una enorme satisfacción haber dado este otro paso. Logré obtener este título, aunque no fue fácil, era algo que antes había intentado hacer,

Leonardo Ávila: nuestro mejor bachillerBien dicen por ahí que mientras unos ciclos se cierran, otros se abren, pero pocas veces el mundo conspira para que esos cambios que se dan sean cien por ciento positivos y mucho menos para que comprometan a dos generaciones de una misma familia.

pero que desafortunadamente en mis anteriores trabajos no se me había permitido, por cuestiones de tiempo e incluso porque el dinero que recibía no era su�ciente para cumplir con los compromisos adquiridos.

“Ahora estoy listo para que mi hijo comience el próximo año a estudiar su primaria y, desde luego, haber obtenido el bachillerato es un aliciente para seguir trabajando por sacar adelante a mi familia”, sostiene Leonardo Ávila, ganador del premio entre los mejores en la categoría Nuevo Horizonte.

Sin embargo para este hombre y padre, está claro que haber alcanzado este logro no es el �n: es la llave con la que se abre la puerta a otro importante número de posibilidades.

Por eso hoy su visión está puesta en esos nuevos horizontes que aún están por conquistar y que está seguro podrá alcanzar de la mano de su familia, de sus compañeros y de la empresa.

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Habita entre la maraña espesa de la selva virgen, en las cumbres de la cordillera, en los bosques solitarios o en los montes más espesos de la llanura. Con la única pata que tiene avanza con rapidez asombrosa. Es temida por colonos, mineros, cazadores, caminantes, agricultores y leñadores.

Algunos aventureros dicen que es una mujer bellísima, de cabellos rubios, que los llama y los atrae para enamorarlos. Avanza hacia la oscuridad del bosque, donde los conduce con sus miradas lascivas, hasta transformarse en una mujer horrible con ojos de fuego, boca deforme de donde asoman dientes de felino, y una cabellera corta, despeinada que cae sobre el rostro para ocultar su fealdad.

Cuentan los cazadores, que lo que más temen ellos, es el poder que tiene de esconderse y transformarse, y por lo tanto los daños que les causa el engaño que les hace con la pezuña, porque a veces deja el rastro de vaca, y otras de oso.

Persigue a los caminantes y cazadores que penetren a sus predios, a los mineros y leñadores que tengan muchas herramientas, porque odia el pico, la pala, el hacha, la peinilla o el machete. Castiga a los agricultores mandándoles vendavales para destrozar sus plantíos, y más si son de maíz.

Los campesinos hablan de ella para atemorizar a los niños y obligarlos a portarse bien, diciendo que tuerce los ojos, mete grillos en los oídos y sapos en el estómago y otros male�cios. Para ahuyentar la patasola los campesinos tienen “la oración del monte” pero casi a todos se les olvida en el momento de pronunciarla:

Señora Yo como sí, Pero como ya se ve, Suponiendo que así fue, Lo mismo que antes así, Si alguna persona a míEcharé el mismo compás Si acaso, porque quizás, Esto fue, de aquello pende, Supongo que ya me entiende, No tengo que decir más. Patasola no hagas mal Que en el monte está tu bien.

Información tomada del Sistema Nacional de Información Cultural, SINIC, y otras fuentes

La patasola

Para José Ignacio Gámez, inspector de cabecera, de 54 años, su trabajo es más que eso: es un compromiso y una vocación de la que obtiene su mayor satisfacción, pues al identi�car riesgos está seguro de que sus acciones salvan vidas y evitan accidentes.

En temporadas de invierno, cuando las condiciones del terreno resultan más sensibles, sus sentidos y su capacidad de respuesta deben agudizarse, pues el grado de responsabilidad pasa a ser mucho mayor.

A lo largo del camino desde el campamento base hasta la vereda La Luisa, su misión es estabilizar taludes, identi�car grietas o deslizamientos y señalizar cualquier amenaza para que quienes transitan por la serpenteante carretera puedan hacerlo con normalidad y tranquilidad.

Aunque hasta hace seis años José Ignacio nada conocía de seguridad industrial o salud ocupacional y sus días pasaban dedicados a la realización de transacciones de venta de textiles en Bucaramanga, al regresar a su tierra y encontrar la oportunidad de trabajar con Anglogold Ashanti Colombia, esta perspectiva cambió: se ampliaron las posibilidades de aprendizaje y se abrieron nuevos horizontes, entre ellos hacia los temas que hoy son el soporte básico de su trabajo.

Padre de cuatro hijos, dos de ellos profesionales en salud ocupacional, uno más graduado en ciencias naturales y otro en administración, José Ignacio encuentra en su hogar el combustible para seguir enamorándose de lo que hace, pues con ellos despeja dudas, intercambia experiencias o aprende cosas nuevas que luego lleva y aplica en su trabajo.

Gámez sabe que su tarea en apoyo a los inspectores de Seguridad Industrial y Salud Ocupacional dentro del proyecto puede representar riesgos signi�cativos, pero sabe que su labor es fundamental para el éxito de los objetivos comunes.

Aunque en lo personal son muchas las satisfacciones que José Ignacio y su familia han acumulado durante poco más de un lustro al servicio de la compañía, como las

José Ignacio Gámez el ángel del ‘Trabajo Seguro’Aunque su trabajo es silencioso y casi imperceptible, a José Ignacio Gámez la empresa y sus propios compañeros le deben algo que no tiene precio: la posibilidad de que cada mañana puedan llegar hasta sus sitios de trabajo sin inconvenientes y que al terminar la jornada puedan regresar a casa para recibir el abrazo de sus seres queridos.

inversiones en el mejoramiento de su casa y las condiciones generales de su �nca en La Vereda Los Alpes, para este hombre su mayor grati�cación está en que como ángel guardián haya podido llegar con sus mensajes de protección y autocuidado a sus compañeros, y que sus palabras hayan sido bien recibidas, asimiladas y, en especial, interiorizadas

“Es natural que las cosas de manera forzada no funcionen, si a las personas se les dice hagan o eviten hacer algo o de lo contrario recibirán una sanción o un llamado de atención, va a ser muy difícil que se apropien de ello. Pero, si se les hace ver como una necesidad, como un asunto de autoestima, es diferente y se comprometen con su seguridad y protección personal”, anota Gámez, al asegurar que la tarea se está haciendo y que el cambio entre sus compañeros ya se empieza a hacer evidente.

Hoy, con el mismo entusiasmo que hace seis años cuando entró a hacer parte de esta familia, y tras haber sido galardonado por sus compañeros como el mejor en la categoría Trabajo Seguro, este líder comunitario, presidente de junta de Acción Comunal, dice estar más que dispuesto para continuar con un desafío que asume con honor y enorme voluntad: trabajar por y para la protección de sus compañeros.

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Los tunjitos La candileja

El tunjo es un muñeco de oro que se sepultaba con los cadáveres de los indios. La superstición ha dado vida a los Tunjitos, los cuales supuestamente salen por la tarde a las orillas de las quebradas a veces cantando y a veces llorando. Son el pavor de los niños campesinos y con ellos se les amenaza para que se metan a la cama muy tempranito y en silencio. Se dice que se le aparecen a la gente codiciosa.

Su origen viene de las malas costumbres y la alcahuetería de las abuelas con sus nietos. Se dice que una vez San Pedro castigó a una abuela haciendo que al morir vagara eternamente por el mundo en forma de tres llamas que recuerdan a la abuela y sus dos nietos. Persigue a los caminantes del llano que andan en malos pasos. Información tomada del Sistema Nacional de Información Cultural, SINIC, y otras fuentes

En la memoria de don Abraham Rojas sigue tan vivo como hace año y medio el día en que lo llamaron a ser parte del Proyecto La Colosa. A diferencia de una larga lista de requisitos para poder incorporarse a la compañía, la única condición que se le impuso fue estar dispuesto a retomar sus estudios de primaria, esfuerzo que viene dando hace cuatro meses, y en el que ha encontrado la enorme satisfacción personal: leer sus primeras líneas.

Debido a que la mayor parte de su vida la había pasado en el campo, su experiencia en el manejo de herramientas como picas, azadones y palas, le permitieron aprender rápidamente las maniobras propias del mantenimiento de vías, área en la que desde entonces ha estado desempeñándose.

Sin embargo, no ha ocurrido lo mismo con otros cambios a los que ha tenido que adaptarse, más que en asuntos relacionados con su o�cio, en aspectos como el de la seguridad industrial: el uso del casco permanente y la rigurosidad en el cumplimiento de las normas de elementos de protección personal, le costaron y aún le siguen costando bastante trabajo.

A diferencia de otros compañeros para quienes hablar de sus logros más signi�cativos dentro de la empresa se traduce en mejoramiento de condiciones económicas, en la oportunidad de adquirir otros bienes o darse ciertos lujos que antes no resultaban posibles, para Abraham su mayor sueño desde el momento en que comenzó a trabajar ha estado puesto en aprender a leer y escribir de manera �uida.

A la edad de seis años sus padres, como muchos otros, por circunstancias de arraigo a la cultura campesina, optaron por dejar de enviarle a la escuela y en su lugar darle otro tipo de lecciones: las necesarias para defenderse en el trabajo de la tierra y la agricultura. La relación con la academia prácticamente quedó reducida a cero.

“A veces le pasaban a uno un papel para �rmar y desafortunadamente le tocaba recurrir a otra persona para que leyera y así uno enterarse de qué era lo que decía, porque no tenía ese aprendizaje. Yo le agradezco mucho a la empresa que me haya dado la oportunidad de estudiar porque eso era algo que hace mucho tiempo había querido, pero diversas situaciones me lo habían impedido”, anotó Rojas.

Abraham Rojas: un lector en busca de la perfecciónDon Abraham Rojas aún recuerda el día en que fue llamado para contribuir con su fuerza de trabajo en la construcción de una minería responsable con el proyecto La Colosa en Cajamarca.

Además de su entrega y responsabilidad con las tareas asignadas, desde hace un tiempo, don Abraham y otro grupo de auxiliares y operarios emprende todos los días el regreso hacia Cajamarca, no propiamente para ir a su casa y disfrutar del merecido descanso. Apenas hay tiempo para tomar una ducha, cambiarse de ropa y salir de nuevo hacia su lugar de estudio donde, noche a noche, por espacio de cuatro horas, tiene la oportunidad de seguir perfeccionando su capacidad de lectura y escritura.

“Es duro, porque uno baja del proyecto y casi siempre llega muy cansado, pero cuando uno está ahí frente a los libros y los cuadernos y tiene la certeza de que lo que más quiere es aprender a leer y escribir, pues se llena de motivación para continuar”, sostiene con entusiasmo.

Ese espíritu de compromiso y ganas, que son a la vez una lección y un ejemplo de superación entre sus compañeros, fue reconocido por ellos con el premio como el mejor de los empleados en la categoría Listo el ABC. Un reconocimiento que se rea�rma en los ratos libres de trabajo y escuela cuando don Abraham dedica entre hora y hora y media a la práctica de la lectura y la escritura, apoyándose en el legendario y siempre útil libro de ‘Nacho’. El libro del que hoy con�esa con orgullo que puede leer más de 50 por ciento, pero que en poco tiempo podrá terminar con lujo de detalles.

“Estoy perfeccionándolo, haciendo el mejor esfuerzo, ahora más que nunca después de recibir el ánimo y el apoyo de todos mis compañeros ”, puntualizó.

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Los tunjitos La candileja

El tunjo es un muñeco de oro que se sepultaba con los cadáveres de los indios. La superstición ha dado vida a los Tunjitos, los cuales supuestamente salen por la tarde a las orillas de las quebradas a veces cantando y a veces llorando. Son el pavor de los niños campesinos y con ellos se les amenaza para que se metan a la cama muy tempranito y en silencio. Se dice que se le aparecen a la gente codiciosa.

Su origen viene de las malas costumbres y la alcahuetería de las abuelas con sus nietos. Se dice que una vez San Pedro castigó a una abuela haciendo que al morir vagara eternamente por el mundo en forma de tres llamas que recuerdan a la abuela y sus dos nietos. Persigue a los caminantes del llano que andan en malos pasos. Información tomada del Sistema Nacional de Información Cultural, SINIC, y otras fuentes

En la memoria de don Abraham Rojas sigue tan vivo como hace año y medio el día en que lo llamaron a ser parte del Proyecto La Colosa. A diferencia de una larga lista de requisitos para poder incorporarse a la compañía, la única condición que se le impuso fue estar dispuesto a retomar sus estudios de primaria, esfuerzo que viene dando hace cuatro meses, y en el que ha encontrado la enorme satisfacción personal: leer sus primeras líneas.

Debido a que la mayor parte de su vida la había pasado en el campo, su experiencia en el manejo de herramientas como picas, azadones y palas, le permitieron aprender rápidamente las maniobras propias del mantenimiento de vías, área en la que desde entonces ha estado desempeñándose.

Sin embargo, no ha ocurrido lo mismo con otros cambios a los que ha tenido que adaptarse, más que en asuntos relacionados con su o�cio, en aspectos como el de la seguridad industrial: el uso del casco permanente y la rigurosidad en el cumplimiento de las normas de elementos de protección personal, le costaron y aún le siguen costando bastante trabajo.

A diferencia de otros compañeros para quienes hablar de sus logros más signi�cativos dentro de la empresa se traduce en mejoramiento de condiciones económicas, en la oportunidad de adquirir otros bienes o darse ciertos lujos que antes no resultaban posibles, para Abraham su mayor sueño desde el momento en que comenzó a trabajar ha estado puesto en aprender a leer y escribir de manera �uida.

A la edad de seis años sus padres, como muchos otros, por circunstancias de arraigo a la cultura campesina, optaron por dejar de enviarle a la escuela y en su lugar darle otro tipo de lecciones: las necesarias para defenderse en el trabajo de la tierra y la agricultura. La relación con la academia prácticamente quedó reducida a cero.

“A veces le pasaban a uno un papel para �rmar y desafortunadamente le tocaba recurrir a otra persona para que leyera y así uno enterarse de qué era lo que decía, porque no tenía ese aprendizaje. Yo le agradezco mucho a la empresa que me haya dado la oportunidad de estudiar porque eso era algo que hace mucho tiempo había querido, pero diversas situaciones me lo habían impedido”, anotó Rojas.

Abraham Rojas: un lector en busca de la perfecciónDon Abraham Rojas aún recuerda el día en que fue llamado para contribuir con su fuerza de trabajo en la construcción de una minería responsable con el proyecto La Colosa en Cajamarca.

Además de su entrega y responsabilidad con las tareas asignadas, desde hace un tiempo, don Abraham y otro grupo de auxiliares y operarios emprende todos los días el regreso hacia Cajamarca, no propiamente para ir a su casa y disfrutar del merecido descanso. Apenas hay tiempo para tomar una ducha, cambiarse de ropa y salir de nuevo hacia su lugar de estudio donde, noche a noche, por espacio de cuatro horas, tiene la oportunidad de seguir perfeccionando su capacidad de lectura y escritura.

“Es duro, porque uno baja del proyecto y casi siempre llega muy cansado, pero cuando uno está ahí frente a los libros y los cuadernos y tiene la certeza de que lo que más quiere es aprender a leer y escribir, pues se llena de motivación para continuar”, sostiene con entusiasmo.

Ese espíritu de compromiso y ganas, que son a la vez una lección y un ejemplo de superación entre sus compañeros, fue reconocido por ellos con el premio como el mejor de los empleados en la categoría Listo el ABC. Un reconocimiento que se rea�rma en los ratos libres de trabajo y escuela cuando don Abraham dedica entre hora y hora y media a la práctica de la lectura y la escritura, apoyándose en el legendario y siempre útil libro de ‘Nacho’. El libro del que hoy con�esa con orgullo que puede leer más de 50 por ciento, pero que en poco tiempo podrá terminar con lujo de detalles.

“Estoy perfeccionándolo, haciendo el mejor esfuerzo, ahora más que nunca después de recibir el ánimo y el apoyo de todos mis compañeros ”, puntualizó.

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Habita entre la maraña espesa de la selva virgen, en las cumbres de la cordillera, en los bosques solitarios o en los montes más espesos de la llanura. Con la única pata que tiene avanza con rapidez asombrosa. Es temida por colonos, mineros, cazadores, caminantes, agricultores y leñadores.

Algunos aventureros dicen que es una mujer bellísima, de cabellos rubios, que los llama y los atrae para enamorarlos. Avanza hacia la oscuridad del bosque, donde los conduce con sus miradas lascivas, hasta transformarse en una mujer horrible con ojos de fuego, boca deforme de donde asoman dientes de felino, y una cabellera corta, despeinada que cae sobre el rostro para ocultar su fealdad.

Cuentan los cazadores, que lo que más temen ellos, es el poder que tiene de esconderse y transformarse, y por lo tanto los daños que les causa el engaño que les hace con la pezuña, porque a veces deja el rastro de vaca, y otras de oso.

Persigue a los caminantes y cazadores que penetren a sus predios, a los mineros y leñadores que tengan muchas herramientas, porque odia el pico, la pala, el hacha, la peinilla o el machete. Castiga a los agricultores mandándoles vendavales para destrozar sus plantíos, y más si son de maíz.

Los campesinos hablan de ella para atemorizar a los niños y obligarlos a portarse bien, diciendo que tuerce los ojos, mete grillos en los oídos y sapos en el estómago y otros male�cios. Para ahuyentar la patasola los campesinos tienen “la oración del monte” pero casi a todos se les olvida en el momento de pronunciarla:

Señora Yo como sí, Pero como ya se ve, Suponiendo que así fue, Lo mismo que antes así, Si alguna persona a míEcharé el mismo compás Si acaso, porque quizás, Esto fue, de aquello pende, Supongo que ya me entiende, No tengo que decir más. Patasola no hagas mal Que en el monte está tu bien.

Información tomada del Sistema Nacional de Información Cultural, SINIC, y otras fuentes

La patasola

Para José Ignacio Gámez, inspector de cabecera, de 54 años, su trabajo es más que eso: es un compromiso y una vocación de la que obtiene su mayor satisfacción, pues al identi�car riesgos está seguro de que sus acciones salvan vidas y evitan accidentes.

En temporadas de invierno, cuando las condiciones del terreno resultan más sensibles, sus sentidos y su capacidad de respuesta deben agudizarse, pues el grado de responsabilidad pasa a ser mucho mayor.

A lo largo del camino desde el campamento base hasta la vereda La Luisa, su misión es estabilizar taludes, identi�car grietas o deslizamientos y señalizar cualquier amenaza para que quienes transitan por la serpenteante carretera puedan hacerlo con normalidad y tranquilidad.

Aunque hasta hace seis años José Ignacio nada conocía de seguridad industrial o salud ocupacional y sus días pasaban dedicados a la realización de transacciones de venta de textiles en Bucaramanga, al regresar a su tierra y encontrar la oportunidad de trabajar con Anglogold Ashanti Colombia, esta perspectiva cambió: se ampliaron las posibilidades de aprendizaje y se abrieron nuevos horizontes, entre ellos hacia los temas que hoy son el soporte básico de su trabajo.

Padre de cuatro hijos, dos de ellos profesionales en salud ocupacional, uno más graduado en ciencias naturales y otro en administración, José Ignacio encuentra en su hogar el combustible para seguir enamorándose de lo que hace, pues con ellos despeja dudas, intercambia experiencias o aprende cosas nuevas que luego lleva y aplica en su trabajo.

Gámez sabe que su tarea en apoyo a los inspectores de Seguridad Industrial y Salud Ocupacional dentro del proyecto puede representar riesgos signi�cativos, pero sabe que su labor es fundamental para el éxito de los objetivos comunes.

Aunque en lo personal son muchas las satisfacciones que José Ignacio y su familia han acumulado durante poco más de un lustro al servicio de la compañía, como las

José Ignacio Gámez el ángel del ‘Trabajo Seguro’Aunque su trabajo es silencioso y casi imperceptible, a José Ignacio Gámez la empresa y sus propios compañeros le deben algo que no tiene precio: la posibilidad de que cada mañana puedan llegar hasta sus sitios de trabajo sin inconvenientes y que al terminar la jornada puedan regresar a casa para recibir el abrazo de sus seres queridos.

inversiones en el mejoramiento de su casa y las condiciones generales de su �nca en La Vereda Los Alpes, para este hombre su mayor grati�cación está en que como ángel guardián haya podido llegar con sus mensajes de protección y autocuidado a sus compañeros, y que sus palabras hayan sido bien recibidas, asimiladas y, en especial, interiorizadas

“Es natural que las cosas de manera forzada no funcionen, si a las personas se les dice hagan o eviten hacer algo o de lo contrario recibirán una sanción o un llamado de atención, va a ser muy difícil que se apropien de ello. Pero, si se les hace ver como una necesidad, como un asunto de autoestima, es diferente y se comprometen con su seguridad y protección personal”, anota Gámez, al asegurar que la tarea se está haciendo y que el cambio entre sus compañeros ya se empieza a hacer evidente.

Hoy, con el mismo entusiasmo que hace seis años cuando entró a hacer parte de esta familia, y tras haber sido galardonado por sus compañeros como el mejor en la categoría Trabajo Seguro, este líder comunitario, presidente de junta de Acción Comunal, dice estar más que dispuesto para continuar con un desafío que asume con honor y enorme voluntad: trabajar por y para la protección de sus compañeros.

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EL CAZADOR

Esta leyenda está más acentuada en la región montañosa, pero tuvo lugar a la orilla del río Grande.

Vivía en tiempos de la Colonia un hombre cuya distracción y o�cio cotidiano era la cacería. Para él no había �estas profanas ni religiosas; no había reunión de amigos ni paseos; nada le entretenía tanto como salir a cazar venados en los bosques aledaños; borugos a la orilla del río por entre los guaduales; guacos, chorolas, guacharacas y chilacoas por los montes cercanos a los pantanos, ciénagas y lagunas. El producto de la cacería constituía el sustento de la familia y su único negocio.

En aquel caserío tenían una capilla donde celebraban las ceremonias más solemnes del calendario religioso. Tenía unas ventanas bajas y anchas que dejaban ver el panorama y que ayudaban a que el aire �uyera en las grandes festividades.

Llegó la celebración de la Semana Santa. Los �eles apretujados llenaban la capilla, oyendo con atención el Sermón de Las siete palabras. Los feligreses estaban conmovidos. Reinaba el silencio y se percibían los sollozos de pecadores arrepentidos.

Allí estaba el cazador, en actitud reverente, uniendo sus plegarias a las de los acudientes.

De pronto, como tentación satánica, entró un airecillo que le hizo levantar la cabeza y mirar hacia la ventana. Por ella vio, pastando en el prado, un venado manso y hermoso. ¡Qué maravilla! Era como un regalo del cielo… a su alcance. Rápido salió por entre la multitud en dirección a su cabaña.

Fue tanta la emoción del hallazgo que no se acordó del momento grandioso que signi�ca para los cristianos el Viernes Santo. Tampoco se �jó en el momento sagrado de la pasión de Cristo. Salió con su escopeta y su perro en busca de la presa. Ya el animal había avanzado unas cuadras hacia el manantial.

El cervatillo al verse acosado paró las orejas y se quedó inmóvil, como esperando la actitud del hombre. Este al verlo plantado le disparó, pero en el animal huyó.

Perro y amo siguieron las pistas, lo alcanzaron y, al dispararle de nuevo, se realizaba el mismo truco. El a�ebrado cazador no medía ni el tiempo, ni la distancia. Cruzaba llanos, montañas, cañadas, colinas, despeñaderos, riscos y sierras. Llegó por �n a la montaña cuando las tinieblas de la noche dominaban la tierra.La montaña abrió sus fauces, el cazador ingresó... y nunca más volvió a salir de ella. Dicen que la montaña lo devoró.

Información tomada del Sistema Nacional de Información Cultural, SINIC, y otras fuentes

La suerte y la dedicación se alinearon en el hogar de Leonardo Ávila, uno de nuestros compañeros de obras civiles, quien acaba de terminar sus estudios de bachillerato y se prepara para acompañar a su pequeño de cuatro años a sus primeros días de colegio.

Leonardo completa tres años con la empresa, tiempo en el que, entre muchas otras cosas, ha tenido que aprender a dominar las condiciones de la topografía y el clima, pues aunque antes de estar con el proyecto había desarrollado labores en una altura similar a la de Cajamarca, nunca antes se había atrevido a desa�ar una altitud como la de La Colosa.

Durante los últimos meses, entre el trabajo de recuperación de vías y el montaje de plataformas y campamentos, Ávila estuvo asumiendo un doble papel: el de trabajador y estudiante.

Cumpliendo su labor, no podía dejar de pensar en las tareas o las lecciones del día y mucho menos en las matemáticas que, como para casi todos, se convirtieron en un dolor de cabeza.

Noche tras noche, como un compromiso ineludible y sagrado, Leonardo estuvo en el proceso de validación de sus grados superiores. Fueron días en los que se ponían al límite las capacidades físicas y mentales, pero que abonados con esfuerzo y decisión no tardaron en arrojar sus frutos.

El entrenamiento de sus días en el Ejército y la misma perseverancia que impone la milicia fueron los instrumentos que le permitieron a Leonardo conquistar hace poco su meta y obtener el título como bachiller, proceso de formación al que se suman otros a los que ha accedido de la mano de la compañía como cursos en liderazgo y talleres de aprendizaje en técnicas relacionadas con su área laboral.

“Es una enorme satisfacción haber dado este otro paso. Logré obtener este título, aunque no fue fácil, era algo que antes había intentado hacer,

Leonardo Ávila: nuestro mejor bachillerBien dicen por ahí que mientras unos ciclos se cierran, otros se abren, pero pocas veces el mundo conspira para que esos cambios que se dan sean cien por ciento positivos y mucho menos para que comprometan a dos generaciones de una misma familia.

pero que desafortunadamente en mis anteriores trabajos no se me había permitido, por cuestiones de tiempo e incluso porque el dinero que recibía no era su�ciente para cumplir con los compromisos adquiridos.

“Ahora estoy listo para que mi hijo comience el próximo año a estudiar su primaria y, desde luego, haber obtenido el bachillerato es un aliciente para seguir trabajando por sacar adelante a mi familia”, sostiene Leonardo Ávila, ganador del premio entre los mejores en la categoría Nuevo Horizonte.

Sin embargo para este hombre y padre, está claro que haber alcanzado este logro no es el �n: es la llave con la que se abre la puerta a otro importante número de posibilidades.

Por eso hoy su visión está puesta en esos nuevos horizontes que aún están por conquistar y que está seguro podrá alcanzar de la mano de su familia, de sus compañeros y de la empresa.

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La madremonteLos campesinos y leñadores que la han visto, dicen que es una señora corpulenta, elegante, vestida de hojas frescas y musgo verde, con un sombrero alón, cubierto de hojas y plumas verdes. No se le puede apreciar el rostro porque las ramas del sombrero la opacan.

Hay mucha gente que conoce sus gritos o bramidos en noches oscuras y de tempestad peligrosa. En el llano limpio y habitado, con caminos frecuentados, nunca la han visto. Vive en sitios enmarañados, con árboles frondosos, alejada del ruido de la civilización, y en los bosques cálidos con animales dañinos.

Los campesinos cuentan que cuando la Madremonte se baña en las cabeceras de los ríos, éstos se enturbian, crecen, se desbordan, causan inundaciones y borrascas fuertes, que ocasionan daños espantosos.

Castiga a los que invaden sus terrenos y pelean por linderos; a los perjuros, a los perversos, a los esposos in�eles y a los vagabundos. Maldice con plagas y pústulas los ganados de los propietarios que usurpan terrenos ajenos o cortan los alambrados de los colindantes.

A los que andan en malos pasos, de pronto les hace ver una montaña impenetrable, o una maraña de arbustos difíciles, borrándoles el camino y haciéndoles sentir un mareo del que se despiertan horas más tarde, convencidos de haber tenido una alucinación.

Quienes la conocen, han oído sus rugidos o están convencidos de sus conjuros, siempre que van a emprender la ruta por lugares miedosos o bosques espesos, llevan escapularios o medallas benditas, bastón de guayacán o varas de cordoncillo; deben ir fumando, tabaco y llevar en el bolsillo unas pepas de cabalonga.

Información tomada del Sistema Nacional de Información Cultural, SINIC, y otras fuentes

Aunque para algunos parezca una obsesión, para Raúl Montoya, hacer de su espacio de trabajo un lugar organizado y seguro, se ha convertido en un principio y un hábito del que, con el paso del tiempo, sus compañeros han tenido la oportunidad de contagiarse y aprender.

Muchas veces la labor que desempeña Raúl Montoya, o�cial de trabajo en el área de la construcción, es asociada con desorganización, mínimas condiciones de limpieza y ambientes laborales indeseados. Pero para este cajamarcuno de 42 años, uno de sus principales retos dentro de la compañía ha sido justamente apostarle a la transformación cultural, partiendo de su ejemplo y sirviendo como pedagogo en sus entornos más cercanos.

Raúl Montoya, el estratega que Juega Limpio

Para Raúl no importa si la jornada de trabajo ha sido demasiado dura o si el cansancio lo lleva a pensar solo en salir pronto, él sabe que antes de partir a casa cada cosa debe estar en su lugar, dispuesta en el sitio que corresponde y lista para que, al siguiente día, el trabajo pueda iniciarse sin contratiempos.

Para este trabajador, que su sitio de trabajo esté libre de elementos innecesarios es una prioridad, pues como bien lo ha aprendido a valorar durante sus tres años al servicio de la compañía, entre menos obstáculos haya alrededor, menor será el nivel de riesgo por accidentes.

Por eso, que Raúl Montoya haya sido el ganador del Premio a los Mejores en la categoría Juego Limpio, por votación de sus compañeros de labores, no es producto de la casualidad.

Quizás el mayor logro que se le debe reconocer a Montoya es justamente la enorme capacidad para transmitir su �losofía y hacer que otros la hagan propia.

No ha sido a través de imposiciones, memorandos u observaciones de los superiores, ha sido un proceso de enseñanza gestado y motivado desde un mismo nivel, que ha contado con el consenso de quienes hacen parte del grupo.

Por ende, no es raro que cada uno comprenda cuál es su rol, cómo debe responder para mantener el orden y la limpieza, y que con la misma disciplina que actúan para cumplir con las metas de trabajo, se sumen esfuerzos para hacer del sitio que comparten un escenario más agradable aun cuando se conviva con polvo, cemento, arena, tierra o maquinaria pesada.

Para Raúl Montoya el orden no se limita a su ambiente de trabajo. Aún en su hogar, esto es parte de su estilo de vida, una práctica rutinaria que inculcó a su hija de 21 años y que ahora repite con su pequeña de seis.

De esa manera, dando lo mejor de sí en su actividad laboral, y ‘jugándole limpio’ a la compañía, Raúl Montoya hace parte de ese grupo de hombres y mujeres que más allá de su o�cio apuestan por devolverle algo a la compañía que les ha dado más de lo esperado, haciendo posible que su calidad de vida se mantenga en ascenso.

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Es el más importante entre los mitos del Tolima Grande. En algunas regiones le dicen Poira; para algunos es una divinidad acuática, para otros es un espíritu malé�co que causa daños imperdonables.

Dicen, que es un personaje monstruoso, cubierto de pelaje abundante, que más parece envuelto en una larga cabellera; tiene manos grandes, con uñas largas y a�ladas como las de una �era.

La diversidad de leyendas que se cuentan sobre sus hazañas o arti�cios, constituyen una riqueza folclórica para esta tierra tolimense. Los pescadores lo cali�can de travieso, andariego, aventurero, brujo y libertino. Se quejan de hacerles zozobrar sus embarcaciones, de raptarles los mejores bogas, de robarles las carnadas y los anzuelos. Dicen que les enreda las redes de pescar; les ahuyenta los peces, castiga a los hombres que no oyen misa y trabajan en día de precepto, llevándoselos a las insondables cavernas que posee en el fondo de los grandes ríos.

Las lavanderas le dicen monstruo, enamorado, perseguidor de muchachas, músico, hipnotizador, embaucador y feroz.

Sobre su aspecto físico, varían las opiniones según el lugar donde habita. En la región del sur del Magdalena, comprendida entre los ríos Patá y Saldaña, con quebradas, moyas y lagunas de Natagaima, Prado y Coyaima, hasta la con�uencia de Hilarco, como límite con Puri�cación, los ribereños le tienen un pánico atroz porque se les presenta como una �era negra, de ojos centelleantes, traicionero y receloso. Siempre que lo veían, su fantasmal aparición era indicio de males mayores como inundaciones, terremotos y pestes.

Poseía un palacio subterráneo, tapizado todo de oro, donde acumulaba muchas piedras preciosas y abundantes tesoros; allí hacía las veces de centinela, por eso no le quedaba tiempo para enamorar.

Información tomada del Sistema Nacional de Información Cultural, SINIC, y otras fuentes

EL MOHAN O POIRA

Hasta hace casi cinco años, Asdrúbal había tenido la oportunidad de ocuparse en otros megaproyectos como la construcción de túneles, adaptándose fácilmente al trabajo pesado, pero su experiencia en la industria de la minería era nula. Hoy asegura que esta experiencia ha signi�cado una verdadera transformación en su vida.

El deseo de aprender, el interés en cada actividad y la entrega, características comunes de quienes día a día mueven nuestra organización, hicieron posible que en poco tiempo, Asdrúbal no sólo adquiriera el conocimiento necesario para desenvolverse en su área de trabajo, sino que encendió en su interior la inquietud y la voluntad para continuar escalando nuevos peldaños.

Así del área ambiental, continuó un rápido recorrido a otras extensiones de la compañía como social, vías y �nalmente a plataformas, donde actualmente se desempeña como supervisor.

El crecimiento de Asdrúbal Marín en el Proyecto La Colosa no ha sido únicamente en términos de aprendizaje, sus capacidades le han convertido en una persona especial para sus compañeros: ese alguien en quien se depositan dudas e inquietudes, y en quien además se pueden con�ar otras cosas que no necesariamente tienen que ver con el plano laboral.

Su voz es escuchada con atención, sus consejos y recomendaciones también son atendidas con respeto. Él se ha ganado el título de líder, pero también el de compañero y amigo.

Como supervisor, su �losofía ha sido la misma que persigue la empresa “primero está la gente”, porque “la gente es nuestro negocio”, de ahí que su preocupación esté siempre puesta en que las condiciones del personal sean las mejores y en que la actividad que se realice, sea cual sea, se desarrolle siempre de manera segura.

Está claro que su labor como guía y consejero, Marín ocupa gran parte de su tiempo. Su rol de ‘padre’ dentro de la empresa debe alternarse con el de su vida más allá de La Colosa, en su hogar donde la capacidad de liderazgo se transforma para retomar las riendas del hogar.

“La familia ha sabido entender que mi trabajo implica muchas veces que el tiempo para compartir con ellos no sea el que ellos esperan. Pero cada vez que puedo procuro estar con mis hijos de 8 y 14 años.

“Los planes familiares que más disfrutamos están en salir al campo, ir de visita a las �ncas, visitar un parque o ir a piscina”, precisó Marín con la convicción de que cada esfuerzo y sacri�cio que hace tiene un �n: ofrecerle a los suyos mejores condiciones de cara al futuro.

A sus 40 años, Asdrúbal asegura que de su vida laboral, la experiencia en La Colosa ha sido la mejor de todas. Además de la satisfacción de participar en numerosos cursos y capacitaciones, de adquirir conocimientos que jamás imaginó tener, para este hombre no hay nada que le llene más que haber realizado el sueño de darle un hogar mejor a su familia, una “casita” que ha mejorado con el paso del tiempo y que espera terminar de pagar pronto.

Pero sus expectativas no llegan hasta ahí. En su mente está latente la ilusión de que sus hijos puedan ir a la universidad y que terminen una carrera, sean profesionales, y por qué no, que al lado de ellos él también pueda seguir preparándose.

En este número quisimos también rendir homenaje a la cultura y la tradición tolimense. Por eso acá recogemos los mitos y leyendas más famosos de la región para disfrutarlos en familia.

Asdrúbal Marín: líder con el sello AGAAsdrúbal Marín lleva con exactitud las cuentas desde aquel día hace cuatro años y siete meses cuando consiguió comenzar a trabajar con el proyecto de exploración La Colosa, en Cajamarca, una oportunidad que va más allá de lo económico.

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CUENTA BIEN EL CUENTONOTICIA DESTACADA

NÚMERODiciembre - Enero

Luz Mélida Peralta: un homenaje a nuestras mujeres

Para cerrar el 2011, quisimos reconocer el esfuerzo, la dedicación y la capacidad de todas las personas que hacen grande nuestro Proyecto La Colosa. Siempre hemos dicho que el corazón de nuestro negocio es la gente, por eso creamos El Día de los Mejores, un homenaje a todos los que han puesto su empeño, alegría y conocimiento para hacer este proyecto posible. Casi todos nuestros colaboradores son cajamarcunos, así que este es también un tributo a Cajamarca y su gente. En 2012 serán muchos más los retos que nos esperan, y tenemos la certeza de lograrlos pues contamos con un equipo que trabaja unido para construir el mejor futuro para todos.

Durante los 15 meses que ha tenido la oportunidad de estar vinculada con el proyecto La Colosa, Luz Mélida le ha enseñado a su familia y compañeros, con todos los pergaminos, el signi�cado de la palabra sacri�cio. No solo asumió la crianza de sus pequeños como madre soltera y ha corrido con los gastos de su hogar, sino que hoy continúa preparándose para obtener el título como Licenciada en Ciencias Naturales y Educación Ambiental.

Luz Mélida es una mujer digna de un homenaje y, a través de su historia, rendimos tributo a todas las mujeres que hacen parte de la familia Anglogold Ashanti Colombia. Ella fue la única de las mujeres nominadas a los premios que, como reconocimiento a los mejores empleados de la compañía, se entregaron en Cajamarca.

Para esta futura profesional, obtener la postulación de sus compañeros ha signi�cado mucho y representa un mensaje explícito de la importancia que ha adquirido la mujer en el desarrollo del proyecto La Colosa, aún cuando su cuota de participación sea menor a la de los hombres.

Luz Mélida se ha desempeñado en el área ambiental y en plataformas, y asegura que ha llegado hasta donde está gracias a la complicidad de su madre, quien con la misma dedicación y cuidado que ella lo haría, acompaña y permanece atenta a los cuidados y necesidades de sus hijos.

Aun cuando para ella las cosas no son fáciles y permanece más tiempo en su trabajo que en casa, no duda un instante en declararse profundamente agradecida por la oportunidad que encontró en esta compañía y que le permitió dar un giro total a su vida.

“Usted se imaginará lo que es pasar hojas de vida a un lado y otro y no encontrar respuesta. Yo estaba desesperada sin encontrar trabajo, sabiendo que mis hijos estaban en casa esperando por su sustento”, recuerda con nostalgia esta emprendedora mujer a quien la vida le volvió a sonreír.

Si a Luz Mélida se le pregunta por el antes y el después de su incorporación a la empresa, su respuesta es contundente: de la tierra al cielo. Y no es para menos: además de responder por su familia, ingresos le han permitido continuar con sus estudios profesionales , los mismos que en un momento estuvo a punto de abandonar de�nitivamente por falta de recursos.

Hoy esta mujer no sólo está preparada en tareas y procesos que nunca llegaron a pasar por su cabeza, también es una especialista en el manejo del tiempo, pues por unas horas desempeña su rol de madre consagradamente, por otras se pone las botas de trabajadora y las restantes las entrega de lleno a la academia.

Aunque reconoce que en ocasiones el estudio los �nes de semana hace que el tiempo para compartir con sus pequeños se limite aún más, ella se siente tranquila, pues sabe que sus hijos entienden que todo este esfuerzo es una manifestación de entrega de una madre que, como las demás que trabajan hoy en La Colosa, comparten la misma fórmula: con disciplina, esfuerzo y amor, todo se puede.

Como mamá, Luz Melida Peralta quizás nunca terminará de adaptarse a sus salidas de casa a las 5 de la mañana y a sus regresos a las 8 ó 9 de la noche, no porque la jornada de trabajo sea extenuante o agotadora o porque el clima se ensañe sobre su humanidad y la de sus compañeros, sino por la ausencia y la imposibilidad de estar más tiempo al lado de sus hijos de 13 y 3 años.