avignon #10 - un puente hacia otra forma de ver

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ARTE Avignon un puente hacia otra forma de ver # 10 SEPTIEMBRE 2014 Publicación mensual de distribución gratuita producida por: Taller de Artes Plásticas EL PORTÓN VERDE 670 No hay que ser casa para estar embrujado; no hay que ser edificio. La mente tiene corredores que superan los lugares físicos. Mas seguro es enfrentar una noche afuera a un fantasma que lidiar con él en el interior; ese huésped que pasma. Mas seguro es correr por un castillo siendo perseguido, que desarmado, verse con uno mismo en lugar sombrío. Mi ser detrás de mi ser escondido es más peligroso. Un criminal en el departamento no es tan vicioso. El cuerpo toma prestada un arma la puerta desarma; dentro hay un ser aterrador o algo mucho peor. c. 1863. Emily Elizabeth Dickinson, Poemas. R ecibí los archivos por mail e inmediatamente note que había nom- brado a sus dibujos escaneados de hace unos días en el taller, como “sombras”. Sombras01, sombras02, sombras03. Di- bujos de la modelo, en tinta y a pincel con mucha soltura y seguridad. Limpios pero por sobre todo muy sensibles. Lo extraño que me llamo la aten- ción, es que son sombras en sí mismas, no proyectan ninguna imagen sobre nada. Son vidas en sombra o simplemente som- bras con vida. Que duermen, que caminan, miran a un lado u otro sin importar la ausencia de luz que las sostenga. Como si la luz que las recorta, fuera una luz propia, interior. Una luz que ilumina desde lo inte- rior y no traspasa a lo externo, dando idea de oscuridad para los demás pero segura en esa luz interior. Como si se guarda- ra todo un mundo propio que no desea ser visto por quienes no saben mirar. Pero el mundo está, y se ve. Son sombras muy transparentes que dejan ver la estructura firme que la sostie- ne. Se trata de no hacer mucha luz, para no perderlas de vista; de jugar con ellas como chicos que sueñan con alcanzarlas, con ser más rápidos e intentar alejarlas, separarse, aunque sea por un instante, y se pierdan y se despeguen de los pies a los que viven amarrados. Pero es- tas sombras andan sueltas y no son sombras de la noche que pretenden traer miedo, mo- viéndose sigilosamente tras la cortina o sobre un ropero. An- dan a la vista y son solo ellas. Confrontan con nuestras propias sombras, a las que por momentos, preferimos no dejar ver, para no mirar. Porque tam- bién dudamos de nuestra luz, y no creemos hasta donde somos capaces de iluminar. Nos deja ese espacio, nos devuelve esa soltura, infinita transparencia y ahí volvemos a andar. Por otra parte, tanta gente en sombra, como si una pe- numbra eterna los acompaña- ra. No hay luz de sol que les alcance a iluminar sus almas guiadas por una avaricia ex- por Walter Pugliese Sombras Un romance con la sombra (1) Todos somos como Dorian Gray. Queremos mostrar al mun- do un rostro juvenil e inteligente. De esa forma, inadvertida pero inevitablemente, desechamos las cualidades que no convienen a nuestra imagen. Como en el Retrato de Dorian Gray, esas cualidades co- bran vida propia y dan origen a un gemelo invisible que vive detrás de nuestra vida, o al lado, pero que nos resulta comple- tamente extraño. Ese extraño en psicología recibe el nombre de sombra, es no- sotros mismos y a la vez no lo es. ...Seducir a la sombra no tiene como objetivo aniquilarla sino encauzarla, y al hacerlo recuperar la energía, la vitalidad y la imaginación creativa que se halla allí en estado latente: la parte dorada del lado oscuro de nuestra personalidad... Podemos llegar a aprender la forma de entablar una relación consciente y viva con la sombra, y reducir así el poder que tiene para sabotearnos inconscientemente. El romance con la sombra es algo subversivo: la cultura nos enseña a ser extrovertidos, rápidos, ambiciosos, productivos. Se alaba la adicción al trabajo, se rehúsa la contemplación [...] Pero el trabajo con la sombra es lento, cuidadoso se mueve como lo hace un animal en la noche... Se necesita una paciencia inagota- ble, un fuerte instinto, gran poder de discernimiento, la compa- sión de un barda. (1) Cita de Un romance con la sombra, Connie Zweig - Steve Wolf. Primera edición mayo 1999. Plaza & Janes Editores SA. Sombra i, ii y iii. Aguada en tinta china - 2014 Malena Gaudio, alumna del taller de dibujo EL PORTON VERDE trema. Parecieran tener sue- ños cortos porque solo sueñan con tener. Y ni la luz, ni la sombra se tienen. Se goza o se padece. El problema es cuan- do sus penumbras son expan- didas como un manto enorme sobre los muchos otros que lo rodean e invaden con sus os- curidades, la luminosidad del que crea, vive, sueña. Por eso me pareció bello que simples tintas fueran som- bras, porque no tienen nada de aquello y tiene todo de lo que uno desea. Dibujo, misterio. Dibujar debería ser eso, llegar un poquito más allá de lo apenas reproducido. Ya no hay modelo posando, ya no hay mujer durmiendo sino una historia que la vamos na- rrando –nos la vamos narran- do- mientras nos detenemos en cada pincelada que nos lleva por una pierna, por un seno, el brazo que cae y algo que que- da al descubierto.

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Arte y diseño de publicación del Taller de artes plásticas El Portón Verde sobre notas de arte.

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Page 1: Avignon #10 - UN PUENTE HACIA OTRA FORMA DE VER

ARTE

Avignonun puente hacia otra forma de ver

#10SEPTIEMBRE 2014

Publicación mensual de distribución gratuita

producida por: Taller de Artes Plásticas

EL PORTÓN VERDE

670

No hay que ser casa para estar embrujado;no hay que ser edificio.La mente tiene corredores que superanlos lugares físicos.Mas seguro es enfrentar una nocheafuera a un fantasmaque lidiar con él en el interior;ese huésped que pasma.Mas seguro es correr por un castillosiendo perseguido,que desarmado, verse con uno mismoen lugar sombrío.Mi ser detrás de mi ser escondidoes más peligroso.Un criminal en el departamento no es tan vicioso.El cuerpo toma prestada un armala puerta desarma;dentro hay un ser aterradoro algo mucho peor.

c. 1863. Emily Elizabeth Dickinson, Poemas.

Recibí los archivos por mail e inmediatamente note que había nom-

brado a sus dibujos escaneados de hace unos días en el taller, como “sombras”. Sombras01, sombras02, sombras03. Di-bujos de la modelo, en tinta y a pincel con mucha soltura y seguridad. Limpios pero por sobre todo muy sensibles. Lo extraño que me llamo la aten-ción, es que son sombras en sí mismas, no proyectan ninguna imagen sobre nada. Son vidas en sombra o simplemente som-bras con vida. Que duermen, que caminan, miran a un lado u otro sin importar la ausencia de luz que las sostenga. Como si la luz que las recorta, fuera una luz propia, interior. Una luz que ilumina desde lo inte-rior y no traspasa a lo externo, dando idea de oscuridad para los demás pero segura en esa luz interior. Como si se guarda-ra todo un mundo propio que no desea ser visto por quienes no saben mirar. Pero el mundo está, y se ve. Son sombras muy transparentes que dejan ver la estructura firme que la sostie-

ne. Se trata de no hacer mucha luz, para no perderlas de vista; de jugar con ellas como chicos que sueñan con alcanzarlas, con ser más rápidos e intentar alejarlas, separarse, aunque sea por un instante, y se pierdan y se despeguen de los pies a los que viven amarrados. Pero es-tas sombras andan sueltas y no son sombras de la noche que pretenden traer miedo, mo-viéndose sigilosamente tras la cortina o sobre un ropero. An-dan a la vista y son solo ellas.

Confrontan con nuestras propias sombras, a las que por momentos, preferimos no dejar ver, para no mirar. Porque tam-bién dudamos de nuestra luz, y no creemos hasta donde somos capaces de iluminar. Nos deja ese espacio, nos devuelve esa soltura, infinita transparencia y ahí volvemos a andar.

Por otra parte, tanta gente en sombra, como si una pe-numbra eterna los acompaña-ra. No hay luz de sol que les alcance a iluminar sus almas guiadas por una avaricia ex-

por Walter Pugliese

Sombras

Un romance con la sombra(1)

Todos somos como Dorian Gray. Queremos mostrar al mun-do un rostro juvenil e inteligente. De esa forma, inadvertida pero inevitablemente, desechamos las cualidades que no convienen a nuestra imagen.

Como en el Retrato de Dorian Gray, esas cualidades co-bran vida propia y dan origen a un gemelo invisible que vive detrás de nuestra vida, o al lado, pero que nos resulta comple-tamente extraño.

Ese extraño en psicología recibe el nombre de sombra, es no-sotros mismos y a la vez no lo es.

...Seducir a la sombra no tiene como objetivo aniquilarla sino encauzarla, y al hacerlo recuperar la energía, la vitalidad y la imaginación creativa que se halla allí en estado latente: la parte dorada del lado oscuro de nuestra personalidad...

Podemos llegar a aprender la forma de entablar una relación

consciente y viva con la sombra, y reducir así el poder que tiene para sabotearnos inconscientemente.

El romance con la sombra es algo subversivo: la cultura nos enseña a ser extrovertidos, rápidos, ambiciosos, productivos. Se alaba la adicción al trabajo, se rehúsa la contemplación [...] Pero el trabajo con la sombra es lento, cuidadoso se mueve como lo hace un animal en la noche... Se necesita una paciencia inagota-ble, un fuerte instinto, gran poder de discernimiento, la compa-sión de un barda.

(1) Cita de Un romance con la sombra, Connie Zweig - Steve Wolf.Primera edición mayo 1999. Plaza & Janes Editores SA.

Sombra i, ii y iii. Aguada en tinta china - 2014Malena Gaudio, alumna del taller de dibujo EL PORTON VERDE

trema. Parecieran tener sue-ños cortos porque solo sueñan con tener. Y ni la luz, ni la sombra se tienen. Se goza o se padece. El problema es cuan-do sus penumbras son expan-didas como un manto enorme sobre los muchos otros que lo rodean e invaden con sus os-curidades, la luminosidad del que crea, vive, sueña.

Por eso me pareció bello que simples tintas fueran som-bras, porque no tienen nada de aquello y tiene todo de lo que uno desea. Dibujo, misterio.

Dibujar debería ser eso, llegar un poquito más allá de lo apenas reproducido. Ya no hay modelo posando, ya no

hay mujer durmiendo sino una historia que la vamos na-rrando –nos la vamos narran-do- mientras nos detenemos en

cada pincelada que nos lleva por una pierna, por un seno, el brazo que cae y algo que que-da al descubierto.

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Director Editorial:Walter Pugliese

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Paisaje con tormenta. 1953. Oleo sobre tela.

Paisaje. 1965. Tinta.

Pintor del medio social humilde orientado a la pintura de caballete, en la que utilizó fuertes empastes y colores de una paleta baja.

Fue un cultor, al igual que los impresionistas, de la pintura al aire libre, por los campos de los alrededores de Las Heras, Provincia de Buenos Aires; como así también en el norte argentino.

Pintor autodidacta y antiacadémico, alcanzó con economía de medios una pintura ambiental, poblada de cierta ingenuidad a la vez que intimista, despojada de espectacularidad o embellecimiento, donde todo era sugerido: la densidad de sus paisajes pampeanos y norteños, a veces acompañados de algún elemento que recuerda la presencia humana, como así también sus visiones de los barrios mar-ginales y de sus habitantes.

Los presuntos defectos de su pintura, desde una perspectiva aca-démica, lejos de desmerecerla, remiten a cierta pobreza primitiva, que era lo que el artista quería reflejar en ella.

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Calesita en los suburbios. 1965. Técnica mixta.

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Vincent Van GoGhCartas a Théo

Enrique Policastro(1898-1971)

“PODEMOS PERDONAR A UN HOMBRE EL HABER HECHO UNA COSA ÚTIL, EN TANTO QUE NO LA ADMIRE. LA ÚNICA DISCULPA DE HABER HECHO UNA COSA INÚTIL ES ADMIRARLA INTENSAMENTE. TODO ARTE ES COMPLETAMENTE INÚTIL”

OSCAR WILDE.

Por lo que respecta del cuadro de los que están comiendo patatas, estoy seguro de que quedara muy bien enmarcado en oro. Igual-mente quedará muy bien sobre una pared cubierta de papel pintado que tenga el tono profundo del trigo maduro.

Las sombras están pintadas con azul y un color oro es lo adecuado. […]

He querido dedicarme conscientemente a ex-presar la idea de que esa gente, bajo la lámpa-ra, come sus patatas con las manos que meten en el plato, ha trabajado también la tierra, y que mi cuadro exalta, pues, el trabajo manual y el alimento que ellos mismos se han ganado tan honestamente.

He querido que haga pensar en una manera de vivir completamente distinta a las personas civilizadas. Asi, pues, no deseo en lo más mí-nimo que nadie lo encuentre ni siquiera bello ni bueno.

Durante todo el invierno, he tenido en mis manos el hilo de este tejido del cual buscaba el modelo definitivo, y si ahora se ha vuelto un tejido de aspecto rudo y grosero no es menos cierto que los hilos han sido elegidos con cuidado y siguiendo ciertas reglas. Y bien podría suceder que esto fuera una verdadera pintura de aldeanos. Yo sé que es así. Pero el que prefiera ver aldeanos almibarados, que pase de largo. Por mi parte, estoy convencido de que a la larga se obtienen mejores resultados pintándolos en toda su rudeza que dándoles un primor convencional.

Con su falda y su camisa azules, cubiertas de polvo y remendadas, y que bajo el efecto del tiempo, del viento y del sol, han tomado los más delicados matices, una muchacha de una granja es, a mi parecer, más hermosa que una dama; que se vista como una señora y todo lo que hay en ella de verdadero desaparecerá.

Un aldeano es más bello entre los campos, con su traje de fustán, que cuando va a la iglesia el domingo, acicalado como un señor.

Y de la misma manera, sería un error, a mí parecer, el dar a una pintura de aldeanos una pulcritud convencional. Si una pintura de aldeanos huele a grasa, a humo, a olor a patatas, ¡perfecto! No es malsano; si un establo huele a estiércol, ¡bueno!... por eso es un establo; si los campos tienen un olor de trigo maduro o de patatas o de guano y estiércol, allí está precisamente la salud, sobre todo para los ciudadanos.

Un cuadro de aldeanos no debe estar jamás perfumado.

La pintura de la vida de los aldeanos es una cosa seria y, por mi parte, me reprocharía si no tratara de hacer cuadros de tal manera que no provocasen serias reflexiones entre aquellos que reflexionan seriamente en el arte y en la vida.

No, hay que pintar a los aldeanos como si fuéramos uno de los suyos, sintiendo y pensando como ellos mismos. Como si no se pudiera ser de otro modo.Yo pienso que los aldeanos son un mundo aparte, y en muchos puntos, mucho mejor que el mundo civilizado.

Nuenen, 1884

Los comedores de Patatas, 1885. Óleo sobre lienzo.

por Hugo Perini