2Analizar la realidad

Cuadernos asociaciones.org

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Analizar la realidad.

Pepa Franco Rebollar. Folia Consultores

versión 1.0! octubre de 2015

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra,por cualquier medio, sin la autorización escrita del editor.

DERECHOS RESERVADOS © 2015, por

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Contenido

1. ¿Qué es analizar la realidad? 4

2. ¿Para qué le sirve a una asociación? 5

3. ¿Qué condiciones son necesarias? 6

4. ¿Cómo analizar la realidad desde una asociación? 8

5. ¿Qué hacemos con el diagnóstico obtenido? 14

6. Alguna documentación útil 15

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Cuando un grupo de personas –estén asociadas o sean un gru-po informal (a partir de aquí mejor le llamaremos “el grupo”)– deciden acometer una tarea con unos objetivos, van a trabajar sobre un centro de interés.

Ese centro de interés será tan concreto o tan amplio como se desee: por ejemplo, puede ser trabajar con un grupo de adoles-centes del barrio, o luchar por la sostenibilidad medioambiental.

En todo caso, ese centro de interés tiene:

1. Un contexto: el barrio, el pueblo, …el mundo.

2. Una población asociada de mayor o menor tamaño: un gru-po, un colectivo, …toda la humanidad.

3. Uno o varios temas relacionados: la situación ambiental, la igualdad, el arte…

Y, además, el grupo y las personas que lo componen tienen ca-si siempre:

Una idea sobre cómo “son las cosas” (el barrio, el colectivo, la situación…).

Una idea sobre lo que les gustaría conseguir.

Una idea sobre cómo conseguirlo.

Dudas sobre si todo el grupo comparte las mismas ideas.

Se acaba de colar en este texto una palabra importante: Dudas.

Analizar la realidad es de forma muy resumida, averiguar de for-ma compartida si la realidad es cómo nos la imaginamos y, por tanto, permitirá saber si nuestro grupo está actuando, o piensa actuar, de forma coherente.

Sección 1

¿Qué es analizar la realidad?

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Es probable que si alguien del grupo plantea analizar la reali-dad, lo primero que oiga es que no es necesario, que ya cono-cen bien el entorno, el ámbito o el colectivo con el que trabajan, que llevan tiempo haciendo cosas, que qué les va a contar na-die que no sepan.

Pero también es probable que se estén manejando ideas pre-concebidas (prejuicios), que esté primando la imagen que tie-nen sobre la realidad una o varias personas o, sobre todo, que no se tenga en cuenta algo importante: la realidad es compleja.

Sí, es compleja, y lo es porque contiene muchísimas relaciones inabarcables; porque no es estática, cambia permanentemente,

y lo que sabemos hoy de ella, mañana se habrá transformado; porque no se deja atrapar en todas sus dimensiones y siempre habrá algo que nos sorprenda; y porque como decía el gran Wittgenstein, “la existencia y no existencia de cosas es la reali-dad”, o lo que es lo mismo, tan importante es lo que evidencia-mos como lo que no.

Pero, a pesar de todo lo anterior, cuando un grupo quiere hacer cosas y hacerlas bien, necesita analizar la realidad: porque si no, actuará a ciegas o sólo por instinto y puede que esté per-diendo oportunidades de hacerlo mejor y, por tanto, de conse-guir los objetivos que busca.

Es decir, analizar la realidad no es sólo un ejercicio que mejorará el conocimiento in-dividual y grupal sobre el mundo en el que se trabaja, sino que es una tarea im-prescindible si se busca ser coherentes y eficaces (y se-guramente eficientes, pero esa es otra cuestión) en una organización.

Sección 2

¿Para qué le sirve a una asociación analizar larealidad?

Los grupos tienen que apren-der a combinar la acción y la reflexión. En el caso de los muy activos el activismo sin reflexión puede conducir a lugares indeseables. Y en el caso de los muy reflexivos, la realidad puede sobrepasar-les mientras siguen meditan-do sobre cómo actuar con ella.

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Conocer las condiciones necesarias es importante porque no se trata de ponerse sin ton ni son a analizar la realidad un día cualquiera y porque sí. Antes hay que pensar:

¿Es el momento adecuado?

No es una perogrullada decir que para analizar la realidad se debe dedicar un tiempo de tranquilidad. A veces, cuando más tareas se están realizando es también cuando más impulso se tiene para hacer otras.

La motivación es importante y nada hay más motivador que querer mejorar algo que ya sale bien. Pero analizar la realidad requiere de un tiempo de reflexión, de pausa en lo cotidiano, y también va a pedir trabajo: de búsqueda, de conversaciones, de análisis... En resumen: el momento adecuado será el que permita “exclusividad” para esa tarea. No tiene por qué ser mu-chísimo pero no será compatible con una actividad intensa.

Sección 3

¿Qué condiciones son necesarias para analizar larealidad?

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¿Queremos analizar la realidad?

Las resistencias pueden ser infinitas y algunas ya se han cita-do: “ya conocemos esto”, “no hay nada nuevo”, “yo llevo aquí toda la vida”, e incluso, “no tenemos tiempo para eso”... Pero detrás de ellas puede que haya, además de pereza por pensar –que no es tan rara–, el hábito adquirido de actuar intuitivamen-te sin parar a reflexionar sobre la utilidad de lo que se hace, o el miedo a cuestionar que podría hacerse mejor.

En todo caso, si el grupo no quiere, pues no quiere. Es decir, no se debe forzar porque para analizar la realidad hay que te-ner la mente abierta a irrupciones, a que la realidad entre de for-ma impetuosa en las ideas preconcebidas sobre ella porque no se pretende confirmar lo que se sabe, sino, por el contrario, du-dar de ello. ¡Otra vez la duda!

¿Sabemos analizar la realidad?

Bueno, este cuaderno va a dar algunas pistas, pero cabe la po-sibilidad de que haya personas en el grupo que tengan los co-nocimientos necesarios más que sobrados. ¿Las hay?

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Preguntar para investigar

Analizar la realidad no es otra cosa que investigar sobre ella pa-ra hacer un diagnóstico.

Entonces, como en cualquier investigación, lo primero es saber cuál es la pregunta. Tendrá que ver con el grupo, con lo que ha-ce o con lo que quiere conseguir. Estos son algunos ejemplos, pero son sólo eso, ejemplos, cada grupo debería decidir su pre-gunta de investigación:

Una asociación que trabaje en tiempo libre con jóvenes: ¿Qué actividades de tiempo libre son las más adecuadas para la gente con la que queremos trabajar?

Un grupo ecologista en un pueblo: ¿Qué problemas o necesi-dades hay en este territorio en relación al medio ambiente?

Un grupo que trabaja con personas con discapacidad: ¿Qué necesidades tiene este colectivo en todos sus ámbitos vitales?

Etc.

Seguramente, pensando, surjan muchas preguntas de investi-gación. Es lo habitual, pe-ro es importante que se eli-ja una sólo, la más impor-tante. Esa será la manera de centrar la investigación, porque, se quiera o no, es posible que la información desborde si no se han puesto los diques necesa-rios.

Y a partir de ahí, el proce-so es el de cualquier inves-tigación: establecer criterios para seleccionar la información, buscar la necesaria para responder a la pregunta, recopilarla, analizarla y llegar a conclusiones para actuar. ¿A que no es tan complicado?

Pero vayamos por partes porque esto no es una investigación cualquiera, lo que queremos es que, además, sea participativa:

Sección 4

¿Cómo se puede analizar la realidad desde unaasociación? Es interesante dedicar un ra-

to a decidir sobre la pregunta de investigación. Primero lis-tar todas las preguntas que salgan y decidir en función de la más adecuada para el momento del grupo y sus in-tereses. No siempre la que parece más obvia lo es.

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¿Qué sabemos y qué ignoramos?

Para empezar, sería interesante: hacer una sesión de trabajo poner en común lo que ya se sabe (o lo que se cree saber) en torno a la pregunta de investigación. ¿Todo el grupo? Bue-no, cuanta más gente, mejor. El asunto es utilizar una técnica de trabajo que haga que la sesión sea útil y eficiente. Es decir, que sirva para lo propuesto y que dure el tiempo que tiene que durar, ni más, ni menos.

Hay muchas técnicas de trabajo grupal para ordenar ideas. Casi todas ellas, están basadas en responder, primero, a la pre-gunta de forma individual (sobre un post-it, por ejemplo) y orde-nar, después, las respuestas colectivamente en función de crite-rios. Para ilustrarlo, un ejemplo (y al final, en la Documentación útil, se pueden encontrar otras pistas):

La técnica del árbol social sirve de ejemplo para analizar la realidad de un territorio (de un barrio, de un pueblo…): Se trata de comparar la realidad con un árbol que hunde sus raíces en los aspectos económicos; que tiene un tronco compuesto por la estructura social (las estructuras familiares, organizativas, admi-nistrativas, por ejemplo); y sus ramas reflejan los valores predo-minantes.

El árbol se dibuja sobre un papel grande y se pide que cada persona del grupo escriba post-its que reflejen esa analogía en esa realidad concreta. Los post-it se van pegando en las partes del árbol correspondientes. Después se puede hacer el análisis en subgrupos: por ejemplo, uno la parte económica, otro la es-tructura social y, otro, los valores. Las conclusiones se van ano-tando. Este árbol es muy útil si se añaden matices. Por ejem-plo, reflejar la realidad de las mujeres a un lado del árbol y al otro, la de los hombres y, en el centro, la común; o si en una

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parte se ponen post-its en relación al presente y en la otra, al pasado; etc. Cada grupo puede hacer las variaciones que le re-sulten útiles.

Se pueden encontrar muchas otras técnicas en publicaciones recopilatorias, pero ningún grupo debería descartar inventar las propias en función de sus necesidades y características.

El requisito es que permitan:

Poner en común las ideas de una manera ordenada.

Facilitar la expresión de ideas de todas las personas de for-ma independiente a su capacidad verbal o a sus habilidades de comunicación.

Integrar toda la realidad sobre la que se quiera trabajar.

Promover y sintetizar el debate.

Analizar los resultados y las interpretaciones.

Es importante que todo quede por escrito para permitir ordenar la información durante el proceso. La sesión de trabajo grupal habrá dejado como resultado pistas para continuar la búsqueda de información, pero ahora hacia fuera.

¿Qué nos pueden contar y qué dudas nos crean?

La sesión anterior de trabajo grupal será muy útil para organi-zar la recogida de información de fuentes externas al grupo. Es lo que se llama planificar la investigación. En la práctica, el grupo deberá plantearse, de nuevo, algunas preguntas esencia-les –nuevas dudas–: ¿Sobre qué necesitamos más informa-ción?, ¿de dónde podemos conseguir esa información?, ¿cómo la conseguiremos?

Es decir, establecer: la información necesaria, las fuentes don-de puede estar y las técnicas para conseguirla:

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Sobre la información necesaria

Sólo una recomendación: primero conviene hacer un listado de los aspectos que han quedado dudosos en la puesta en común del grupo y sobre aquellos otros que desconoce. Lo habitual es que la lista sea larga, así que, inmediatamente, se trata de redu-cirla a lo esencial.

A poco que se reflexione, será fácil llegar a la conclusión de que no todas las preguntas son necesarias para la investiga-ción que se está haciendo.

Sobre las fuentes de información y las técnicas para recopilarla

Tras listar las nuevas preguntas sobre qué información hará fal-ta y pensando de dónde conseguirla, seguramente se compro-bará que las fuentes de información son muy diversas: perso-nas concretas, otros grupos, estudios, informes, investigacio-nes, datos estadísticos, etc.

El asunto es identificar cuáles de esas fuentes son las realmente necesarias para el análisis que se quiere realizar. Es decir, es el momento de decidir los criterios de selección de fuentes.

A modo de ejemplo, hay dos criterios que suelen utilizarse: rele-vancia y accesibilidad. Es decir, que la información sea impor-tante y significativa para lo que se quiere saber y que sea lo más fácil posible de conseguir.

Como parece lógico, si se desea hacer un diagnóstico participa-tivo, es importante preguntar a quienes, de un modo u otro, tie-nen implicación en la cuestión que se está investigando (las fuentes primarias como personas y grupos del territorio, del co-lectivo específico, afectadas por la cuestión concreta, etc.). Son fundamentales y van a permitir:

Abrir la reflexión sobre la cuestión concreta que se esté in-vestigando a personas ajenas al grupo.

Conseguir datos significativos, aunque no sean representati-vos necesariamente. (No es aconsejable, si no se cuenta con un presupuesto alto, realizar una encuesta).

En todo caso, siempre hay que tener en cuenta a la hora de lo-calizar personas que tengan la información que se necesita:

Buscar equilibrio entre hombres y mujeres y de distintas eda-des.

Buscar equilibrio entre el conocimiento popular y el conoci-miento experto.

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Por ejemplo, una asociación que trabaje con jóvenes debería contar con la opinión de chicos y chicas de todos los grupos de edad, a lo mejor, también, de sus padres, madres o tutores y, es probable, que de algunos temas, también sea interesante saber qué opinan profesionales del trabajo con jóvenes en otros lugares; o profesionales de la educación reglada; o perso-nas expertas en algunas de la materias en las que quieren pro-fundizar.

Con esos criterios el grupo ya podrá diseñar sus técni-cas de recogida de informa-ción: las entrevistas indivi-duales o grupales, la búsque-da y el análisis de documen-tación, las herramientas de observación, y todo lo que considere oportuno para con-seguir la información que ne-cesite para contestar a su pregunta de investigación.

Y después de conseguir la informa-ción, ¿qué?

Tras la etapa anterior, sobre la mesa y en el ordenador hay, ca-si siempre, un montón de resúmenes, de guiones completados, de fichas, de… información. Llega el momento de ordenarla (si no se ha ido haciendo antes, que es lo aconsejable) y, sobre to-do, de analizarla.

El análisis de la información tiene el objetivo de extraer el signi-ficado relevante, es decir, tiene que permitir un mejor y mayor conocimiento de la realidad a través de un examen sistemático de toda la información, la búsqueda de relaciones entre la que se ha conseguido y con el contexto. Lo habitual, es analizar la información siguiendo algunas pautas:

Reducir datos: es posible que se hayan acumulado informa-ciones que no sean significativas. Lo primero es ponerlas a un lado. De momento, no desecharlas porque pueden ser úti-les para contrastar o matizar algo, pero saber que no son esenciales.

Separar en unidades: o lo que es lo mismo, organizar por te-mas, por tiempo, por tipos de fuentes… Por lo que al grupo le parezca más riguroso y útil en función de lo que está in-vestigando.

Para elegir qué técnica se uti-lizará, hay que pensar en la más adecuada para cada fuente.

Por ejemplo, siguiendo con el grupo que trabaja con jóve-nes, seguramente será más conveniente hacer entrevis-tas individuales a las perso-nas expertas para facilitar su disponibilidad, mientras que es posible que no resulte complicado organizar entre-vistas grupales con chicos y chicas.

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A veces es interesante, categorizar, es decir, asignar a cada unidad un código porque permite listar todas las categorías de información que se ha conseguido.

Sintetizar y agrupar: llegar a organizar las conclusiones so-bre la información recogida a través de volver a ensamblar todas sus aristas, interpretándolas.

Por último, conviene verificar las conclusiones que se hayan ob-tenido o lo que es lo mismo, contrastarlas –¡nunca se deja de dudar!– y como se trata de un proceso participativo, conviene considerar que análisis de la información por el grupo puede convertirse en un “borrador de conclusiones” que se contraste en sesiones de trabajo con personas de la propia realidad, otras asociaciones, o actores clave.

Y para terminar, una comprobación

El grupo se lee el informe y sus conclusiones y ha de acreditar si éste le da pautas para actuar. Para eso era el análisis, ¿no? Así que siempre se debe comprobar si tras responder a la pre-gunta de investigación, el informe resultante le permite:

Identificar necesidades, problemas, centros de interés y oportunidades de mejora.

Definir la lista de las prioridades y de los objetivos.

Examinar posibles estrategias de actuación.

Analizar las contingencias de cada estrategia.

En resumen, sin con él en la mano, el grupo puede planificar su actuación futura al plazo que decida.

Por ejemplo, si una asociación que trabaja con personas con dis-capacidad estuviera averiguando qué aspectos dificultan la movili-dad, puede que las unidades o temas por los que interese organi-zar la información tengan que ver con dos tipos de contexto bási-cos: vida cotidiana y tiempo libre. Dentro de cada uno puede cate-gorizar información,

Por ejemplo:1. la propia vivienda,2. el transporte público,3. los espacios laborales,4. los comercios,

…Y al sintetizar, volver a agrupar por vida cotidiana y tiempo libre.

Igual, hay informaciones que no parecen interesantes a primera vista pero se pueden guardar en una categoría 0 hasta el final del análisis.

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Finalmente, el análisis de la realidad, además de una herra-mienta de planificación, debe convertirse en un objeto de co-municación: un informe, pero también, un video o una presen-tación, una exposición, una charla…

¿Por qué?, pues porque es importante darlo a conocer. Si se ha hecho un análisis de la realidad no es sólo para que el gru-po tenga ahora más información, sino que el acento de lo parti-cipativo está en que la propia realidad (el barrio, el pueblo, el colectivo…) también disponga de ella.

Igual a otras asociaciones, a otros grupos, también se les ocu-rren cosas para mejorarla. Esa es la duda final.

Al comunicar el diagnóstico éste se abre a opiniones, críticas, aportaciones… Es importante que el grupo no rechace ningu-na de ellas. El diagnóstico es un producto tan inestable como la propia realidad que pretende comprender y es necesario actualizarlo cada vez que se necesite y tener la mente abierta a otras interpretaciones.

Sección 5

¿Qué hacemos con el diagnóstico de la realidad obtenido?

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A quienes deseen profundizar en este tema les será útil buscar documentación y bibliografía sobre investigación cualitativa, in-vestigación participativa, investigación aplicada, etc., campos todos ellos de la disciplina sociológica que se cruzan con la educación popular, la intervención social o la animación socio-cultural entre otros.

Las siguientes son recomendaciones muy básicas y centradas en lo que se ha explicado en este cuaderno:

El libro Técnicas participativas para la Educación Popu-lar de Laura Vargas y Graciela Bustillos, una publicación anti-gua pero siempre moderna que además de encontrarse en las librerías en diferentes editoriales (Editorial Popular entre ellas) se puede descargar, en gran parte, de internet. Suele tener dos tomos.

Manual de gestión asociativa. Bolunta es la agencia para el Voluntariado y la Participación Social de Vizcaya. El ma-

nual tiene pautas generales y también para hacer un análisis de la realidad.

El libro Análisis de la realidad local: técnicas y métodos de investigación desde la Animación Sociocultural. De José Escudero y Mar Cercadillo. Editado por Narcea en 2004. Sobre todo es útil para asociaciones que trabajen con jóvenes porque está realizado desde la experiencia de la Es-cuela Pública de Animación y Educación en el Tiempo Libre Infantil y Juvenil de la Comunidad de Madrid.

Y los siguientes libros son útiles para profundizar en la investi-gación cualitativa, sus conceptos y sus técnicas:

Manuel García Ferrando, Jesús Ibáñez y Francisco Alvira (1986). “El análisis de la realidad social: métodos y técnicas de investigación. Alianza Editorial, Madrid.

Miguel S. Vallés (1997). Técnicas cualitativas de investiga-ción social. Reflexión metodológica y práctica profesional. Editorial Síntesis, Madrid.

Sección 6

Alguna documentación útil

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La Fundación Gestión y Participación Social desarrolla, desde 2002, un programa de apoyo a la gestión de entidades no lu-crativas mediante actividades de información, formación y asesoramiento a directivos, técnicos, socios y voluntarios de estas entidades.

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