almirante jorge i. anaya. malvinas la guerra justa

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Dedicatoria A ellos, consumidos por el fuego de su amor patriótico, que integrados con su tierra y siendo parte de las aguas del mar, son nuestra vanguardia en la ocupación efectiva y permanente de las Islas Malvinas. A ellos, que saben por qué lucharon, que fortalecerán nuestros espíritus y acompañarán nuestra voluntad de recuperar los espacios en donde yacen, para que así puedan descansar en su Patria. L os Intereses Nacionales son la substancia de la política exterior de un país y a su obtención se orientan los es- fuerzos que las autoridades responsables conciben para alcanzarlos. Aunque las naciones y sus líderes difieren entre sí por sus métodos y lo hacen a partir del factor histórico-político-social que los caracteriza, para todas ellas, los Intereses Naciona- les son valores por los cuales los pueblos están normalmente dispuestos a luchar. Esta lucha se podrá librar en ámbitos distintos y/o simultáneos (económico, político, diplomático, militar) pero estará siempre enmarcada en un todo lógicamente coherente, que se ejecuta como política exterior. Una nación irá a un confrontamiento armado para preservar u obtener un Interés Nacional considerado vital. También los Intereses Nacionales, aún los vitales, están sujetos al revalúo y al cambio, por lo que su permanencia en el tiempo los afianza y su confirmación por los sucesivos gobiernos los fortalece. Así, la paz, la integridad territorial, la propia soberanía, la independencia política, la defensa contra agresiones del exterior, mantienen su vigencia ante los cambios de con- ducción política del Estado. Todos los gobiernos incluyen en su política exterior las estrategias, planes y directivas 263 El Almirante Jorge I. Anaya fue Comandante en Jefe de la Armada Argentina y Miembro de la Junta Militar durante el Conflicto del Atlántico Sur. Jorge I. Anaya Malvinas: la guerra justa. Pormenores de la crisis argentino-británica de 1982 Publicado en el BCN 766 Abril/junio 1992 Boletín del Centro Naval Número 834 SEP / DIC 2012

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Malvinas, Guerra de las Malvinas,

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  • bcn 834

    Dedicatoria

    A ellos, consumidos por el fuego de su amor patritico, que integrados con su tierra y siendo parte de las aguas del mar, son nuestra vanguardia en la ocupacin efectiva y permanente de las Islas Malvinas.

    A ellos, que saben por qu lucharon, que fortalecern nuestros espritus y acompaarn nuestra voluntad de recuperar los espacios en donde yacen, para que as puedan descansar en su Patria.

    Los Intereses Nacionales son la substancia de la poltica exterior de un pas y a su obtencin se orientan los es-fuerzos que las autoridades responsables conciben para alcanzarlos.Aunque las naciones y sus lderes difieren entre s por sus mtodos y lo hacen a partir del factor histrico-poltico-social que los caracteriza, para todas ellas, los Intereses Naciona-les son valores por los cuales los pueblos estn normalmente dispuestos a luchar.

    Esta lucha se podr librar en mbitos distintos y/o simultneos (econmico, poltico, diplomtico, militar) pero estar siempre enmarcada en un todo lgicamente coherente, que se ejecuta como poltica exterior. Una nacin ir a un confrontamiento armado para preservar u obtener un Inters Nacional considerado vital.

    Tambin los Intereses Nacionales, an los vitales, estn sujetos al revalo y al cambio, por lo que su permanencia en el tiempo los afianza y su confirmacin por los sucesivos gobiernos los fortalece.

    As, la paz, la integridad territorial, la propia soberana, la independencia poltica, la defensa contra agresiones del exterior, mantienen su vigencia ante los cambios de con-duccin poltica del Estado.

    Todos los gobiernos incluyen en su poltica exterior las estrategias, planes y directivas

    263

    El Almirante Jorge I. Anaya fue Comandante en Jefe de la Armada Argentina y Miembro de la Junta Militar durante el Conflicto del Atlntico Sur.

    Jorge I. Anaya

    Malvinas: la guerra justa.Pormenores de la crisis argentino-britnica de 1982

    Publicado en el BCN 766 Abril/junio 1992

    Boletn del Centro Naval Nmero 834SEP / DIC 2012

  • 264 Malvinas: la guerra justa. PorMenores de la crisis argentino-britnica de 1982

    necesarias para lograr o mantener estos intereses que la tradicin ha encarnado en el pueblo y lo ha hecho parte de su identidad nacional.

    Nadie ha puesto en duda que desde el 3 de enero de 1833, la cuestin Malvinas, su recu-peracin e integracin al territorio nacional y a la sociedad argentina, constituye un Inte-rs Nacional. No desmerecen esta categorizacin los encontrados puntos de vista que se sostienen, a veces con pasin, en cuanto a los medios, pero nunca sobre los fines.

    A pesar de las variadas orientaciones polticas de los gobiernos que han conducido nuestras re-laciones exteriores, Malvinas fue, hasta la crisis de 1982, un verdadero ejemplo de constancia y mantenimiento del objetivo, y su tratamiento ha dejado enseanzas que deberan ser obligados antecedentes, siempre presentes, para los responsables de la ejecucin de la poltica exterior.

    Esta constancia fue puesta a prueba cuando la agresin britnica nos enfrent con una guerra necesaria para defender nuestros derechos, como lo veremos en este breve traba-jo en el que procurar describir las circunstancias que nos llevaron a la decisin poltica de recurrir al empleo del poder militar.

    En aquella semana del 19 al 26 de marzo de 1982, result evidente que Gran Bretaa haba planificado y provocado un conflicto, al que luego, a partir del 3 de abril escal abruptamente, clausurndose a s misma todas las salidas, sin retroceso posible. Los suce-sivos intentos de nuestro Gobierno, ofreciendo hasta ltimo momento vas de solucin negociadas sobre bases honorables, fracasaron ante una irrazonable obcecacin, slo explicable por el deseo de alcanzar un necesario triunfo militar.

    Claro est que Gran Bretaa pudo con la imprescindible ayuda de los Estados Unidos imponernos la fuerza, pero no me cabe duda que no nos impuso su voluntad.

    Sin embargo, la desinformacin que ha vehicularizado la desmalvinizacin, constante aliada de nuestros enemigos, sugiere la necesidad de proveer y exponer informacin confiable y cierta, para favorecer el entendimiento de lo ocurrido.

    Toda sospecha de exageracin en lo que afirmo se diluye al comprobar que, prximos a cumplir el primer decenio de la gesta de 1982, una batera de preguntas como las que siguen tienen respuestas poco alentadoras, aunque tambin son un buen estmulo para informarnos. Veamos si no:

    Cuntos argentinos saben que el Gobierno de aquel entonces decidi la reocupacin de Malvinas como el nico acto de defensa posible frente a la agresin britnica?

    Cuntos conocen que Gran Bretaa tena planes de contingencia preparados para incrementar su poder militar en las islas desde 1976/77, actualizados y aprobados el 14 de septiembre de 1981?

    Cuntos han comprendido, o compartido, los anlisis posteriores a la guerra que de-muestran las ventajas para Gran Bretaa de provocar la crisis, en armona con su finali-dad de eludir las negociaciones que imponan las resoluciones de las Naciones Unidas y que impulsaba la Comunidad Internacional?

    Cuntos han llegado a la conclusin de que los acontecimientos reales o fraguados, ocu-rridos con motivo del incidente Davidoff en las Islas Georgias del Sur, se constituyeron en la provocacin britnica oportuna para crear la situacin que necesitaban tanto los factores de poder interesados como el propio Gobierno britnico?

    Cuntos conocen que Gran Bretaa especulaba con nuestros antecedentes pacifistas y, en cierto modo, apaciguadores, sin haber considerado en sus clculos la dura guerra que se prolong a lo largo de 74 das?

    Cuntos, por fin, saben que si no hubiese sido por la ayuda ilimitada que recibi Gran

    (1) Entre los das 26 y 28 de no-viembre de 1986, el Almirante (USN) Harry Train Comandante de la Flota del Atlntico de los Estados Unidos, durante el Conflicto Malvinas pronunci conferencias en Buenos Aires en la Escuela Nacional de Defensa, la Universidad de Belgrano y la Escuela de Guerra Naval, ha-ciendo un anlisis crtico sobre este acontecimiento, segn el resultado de las entrevistas que mantuvo con las principales figuras que condujeron las operaciones. As se expres:Yo creo que ustedes podran haber vencido en Pradera del Ganso () Podran haber des-truido las segundas tropas aero-transportadas en Fitz Roy () Si se hubiera hecho cualquier cosa para frenar el avance britnico, los britnicos hubiesen perdido, porque la Flota haba agotado su capacidad de autosostn () Haban agotado sus armas antisubmarinas, haban agotado sus armamentos para la guerra antiarea, haban agotado la mayora de las municiones de sus caones y comenzaban a sufrir fallas mecnicas.El Almirante Sandy Woodward (Comandante de la Operacin Corporate), le dijo al Coman-dante de las Fuerzas Terrestres (General Jeremy Moore) que deba llegar a Puerto Argentino para el 14 de junio y sino los iba a sacar de la isla. Entonces cualquier cosa que hubiese frenado este avance, hubiese ganado la guerra.Ante esta afirmacin del Almi-rante Train, resulta apropiado hacer notar las coincidencias que hablan a las claras del azar en las guerras. En efecto, el mismo 14 de junio en horas de la maana, el General Mario B. Menndez llamaba por radio al Presidente de la Nacin, Teniente General Leopoldo F. Galtieri, para darle parte que procedera a rendir a sus tropas en Malvinas. Todo lo expuesto por el Almirante Train, puede consultarse en el Boletn del Centro Naval N. 748 (Enero-Marzo 1987; Volumen 105), pgs. 33 a 97.Por otra parte, en un programa de la BBC (TV) de Londres de 1988, titulado An Ocean Apart, el conductor del programa, D. Dimbleby, tuvo el siguiente dilogo con el ex Secretario de Marina de los Estados Unidos, John Lehman (1981-1987) al consultarlo sobre la ayuda de Norteamrica a Gran Bretaa durante el conflicto:

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    Bretaa de los Estados Unidos durante el conflicto, habran perdido la batalla por las Malvinas, como lo ha declarado pblica y enfticamente el ex Secretario de la Marina norteamericana (1981-1987) John Lehman? Quin recuerda su dilogo con David Dimbledy en el programa de la BBC de Londres de 1988 titulado An Ocean Apart, presentado como prueba en audiencia pblica ante la Cmara Federal de Apelaciones?:

    Dimbledy: En otras palabras, sin ayuda de los Estados Unidos, Gran Bretaa hubiese sido derrotada por los argentinos?

    Lehman: S esa es mi opinin personal; cualquiera puede especular, pero por todo lo que yo s, esa es mi firme conclusin.

    Qu argentino conoce su texto completo, como as tambin el del Almirante (USN) Harry Train de su conferencia pronunciada en la Universidad de Belgrano en 1986? (1).

    Apoyar mi pretensin, de hacer conocer por qu fuimos a la guerra, en hechos docu-mentados extrados en su mayora de fuente britnica (Informe Franks, elaborado por orden de la Corona) y propia (Informe de los ex Comandantes en Jefe, depositado en la Academia Nacional de la Historia), as como otras de indiscutible seriedad. Todos son papeles pblicos que pueden ser confrontados y verificados sin restricciones.

    En esta nueva edicin, a dos aos de la anterior y, como dije antes, a casi una dcada de aquellos histricos das, si bien se escuchan reiteradas expresiones afirmando nuestros derechos soberanos, Gran Bretaa ahora protegida por un paraguas que ya us con pinges beneficios desde 1971 hasta 1982 mantiene vigentes sus tradicionales procedi-mientos y desconoce con descaro las exhortaciones, resoluciones y recomendaciones de las Naciones Unidas, en tanto procura empeosamente que las obedezcan los dems.

    Pero tambin y esto es ms grave mantiene la ocupacin militar de Malvinas con un aparato ofensivo desproporcionado, en una especie de reto por el reto mismo, y ocupa en fuerza nuestro mar, extrayendo y administrando nuestras riquezas con el solo dere-cho que le da su poder militar. Al despojo del territorio isleo ha aadido el pillaje del espacio martimo, y ya no con pretextos blicos, sino simplemente por el avasallamiento de nuestra soberana y patrimonio nacional.

    En cunto hemos contribuido los argentinos para favorecer esta impunidad britnica y cules son sus causas, es un tema ajeno a esta presentacin, pero no lo es a la necesaria comprensin de lo que sucedi, para poder formular los juicios de valor propios de toda opinin responsable.

    LOS ANTECEDENTES DEL 2 DE ABRIL

    La situacin argentina hacia septiembre de 1981

    El 11 de septiembre de 1981 nos toc asumir el Comando en Jefe de la Armada Argentina. Sera objeto de un escrito de otra ndole encarar una descripcin minuciosa del estado en que se hallaba entonces la Nacin, tanto interna como internacionalmente, pero el recuerdo de algunos datos significativos nos permitir ahora resear la situacin de un modo sucinto.

    En primer lugar, la guerrilla haba sido vencida por las armas, y aunque volcada a una campaa de accin psicolgica centrada principalmente en el tema de los derechos hu-manos la misma haba llegado a su punto de saturacin, identificada en buena hora por el hombre comn, con un proselitismo antiargentino programado desde el exterior.

    Desde marzo, el Gobierno Nacional estudiaba la promulgacin del Estatuto de los Partidos Polticos en vista a futuras elecciones, y en noviembre se constituy formalmente la Multipar-tidaria, rgano de expresin de todos los sectores representativos del quehacer poltico (2).

    Lehman. Entregamos a los ingleses los nuevos misiles Sidewinder. Los ingleses slo tenan a los pequeos Harriers sin ninguna capacidad de defensa area. Los Harriers slo podan atacar desde corta distancia y cuando ya tenan a los argentinos a la vista. Con el nuevo Sidewinder podan dispa-rar de frente y eso hizo eficaz el accionar de los Harriers. Tambin pudieron obligar a los argentinos a volar a baja altura, apenas sobre las cubiertas de los buques britnicos y desde all arrojar sus bombas. Por esa razn, la mayora no detonaba. Ms de 10 buques britnicos fueron perforados por bombas argentinas que no detonaron como consecuencia de obligar a sus aviones a volar a muy baja altura.Dimbleby. Qu hubiese ocurrido si la administracin norteamericana hubiera deci-dido ser estrictamente neutral y no dar ms ayuda a Gran Bretaa mientras durara el conflicto?Lehman. Pienso que Gran Bretaa hubiese tenido que retirarse de las Falklands.Dimbleby. En otras palabras, sin ayuda de los Estados Unidos, Gran Bretaa hubiese sido derrotada por los argen-tinos?.Lehman. S, esa es mi opinin personal. Cualquiera puede es-pecular. Pero por todo lo que yo s, esa es mi firme conclusin.Dimbleby. Por qu llega usted a esa conclusin?Lehman. Porque dej decaer su infraestructura durante las dcadas de los 60 y 70. Al desatarse la guerra carecan de lo necesario para defenderse en un conflicto prolongado, aun contra una fuerza un tanto primitiva pero bien entrenada y altamente motivada como la de los argentinos.Sucesivos gobiernos britnicos se negaron a invertir dinero en medios de comunicaciones modernos, sistemas de defensa misilsticos, nuevos misiles Sidewinder y radares tridimen-sionales. Lo ms estpido que hicieron fue desarmar los por-taaviones ms grandes, otros los vendieron y el Invincible fue salvado a tiempo, cuando navegaba rumbo a Australia.Los britnicos no pueden pretenderlo todo. Por un lado, desempear el rol de una potencia seria, y por el otro, que ello les salga barato. Entonces compensamos lo que les faltaba.

  • 266 Malvinas: la guerra justa. PorMenores de la crisis argentino-britnica de 1982

    En otro orden de cosas, el conflicto con Chile se confiaba a la mediacin papal, sobre la base del respeto por el principio biocenico y la pronta cuanto necesaria integracin econmica. La relacin con Brasil estaba notablemente descongestionada, por lo menos en comparacin con los momentos tensos que se haban vivido por la construccin de la represa de Itaip.

    No faltaban las dificultades de toda ndole, pero el pas segua su curso evitando nuevas crisis.

    Con las naciones vecinas y si se quiere, rivales las diferencias estaban bajo control y evo-lucionaban en el mismo sentido. Pero el antiguo pleito con Inglaterra pareca acentuarse y crecer. La grave cuestin pendiente se volva apremiante.

    Vale la pena intentar una explicacin.

    La rebelin de los kelpers

    La disputa sobre la soberana de Malvinas y dems archipilagos australes, vena regis-trando variantes desde que las Naciones Unidas, en 1964-65, resolvieran la realizacin de negociaciones bilaterales.

    En agosto de 1968, incluso, se lleg a prever la transferencia de la soberana a la Argentina, mediante un Memorndum de Entendimiento, que en su prrafo fundamental estableca:

    () El Reino Unido reconocer la soberana argentina sobre las Islas a partir de una fe-cha a convenir como parte del arreglo final. Esta fecha deber ser convenida lo antes po-sible, despus de que los dos gobiernos hayan resuelto la divergencia actual en el Reino Unido para determinar si los intereses de los isleos estarn protegidos por seguridades y garantas del Gobierno Argentino y el Gobierno del Reino Unido est convencido de que esos intereses estn asegurados de esa manera.

    Sin embargo, y pese a que el Memorndum haba sido aceptado como acuerdo oficial por las partes, el 11 de diciembre de aquel ao 1968, el Gobierno britnico decidi unila-teralmente dejarlo sin efecto. La presin parlamentaria inglesa, manejada por el Foreign Office, haba dado sus frutos. El mismo Informe Franks, redactado con posterioridad a la guerra, publicado el 18 de enero de 1983, reconoce en sus prrafos veintitrs a veinti-cinco, la ruptura terminante de este acuerdo oficial. (3)

    Aun as, las relaciones continuaron con la mejor voluntad de nuestra parte. Baste pensar en la cantidad y calidad de servicios prestados a los isleos, en virtud de la plena vigencia del Convenio sobre Comunicaciones del ao 1971.

    El 3 de enero de 1976 en un nuevo aniversario del despojo Inglaterra endurece gra-tuitamente su posicin con el envo de la llamada Misin Shackleton (expedicin para hacer un estudio de la factibilidad econmica de las Islas Malvinas existencia de hi-drocarburos dirigida por Lord Shackleton y realizada por buques de guerra britnicos que, liderados por el HMS Shackleton, hicieron su ingreso en aguas del Atlntico Sur). La misma, como se recordar, caus la protesta, primero, y el retiro de los respectivos emba-jadores en Buenos Aires y en Londres, despus, por justificada iniciativa argentina.

    La instalacin por parte de los argentinos de la base cientfica Corbeta Uruguay en la Isla Thule (Sandwich del Sur) en la Campaa Antrtica del verano 1976-77, pudo ser un nuevo medio de ruptura o de endurecimiento de las relaciones los embajadores haban sido repuestos como consecuencia del accionar diplomtico posterior a la instalacin del Proceso de Reorganizacin Nacional iniciado el 24 de marzo de 1976 pero prim la razn y la instalacin argentina, netamente cientfica, se mantuvo sin inconvenientes.

    En febrero de 1977 comenzaron nuevamente las negociaciones bilaterales, interrumpidas en-tre 1976-77; pero desde 1968 se notaba en ellas la influencia activa de un grupo de presin kelper, motivado y financiado por la FIC (Falklands Islands Company), del Grupo Coalite Co., con el expreso objetivo de anular, o de llevar al fracaso, las negociaciones anglo-argentinas.

    En 1992, el General Sir Jeremy Moore, comandante de las tropas britnicas desembarcadas en Malvinas en 1982, manifest, segn lo publicado en Londres en el diario The Times, lo siguiente:Si todas las bombas argentinas que impactaron sobre los buques de la Royal Navy durante la guerra de las Malvinas hubieran estallado, el conflicto hubiera terminado antes. (La Nacin, 3 de enero de 1992).Con lo que elpticamente confir-ma, tanto las afirmaciones del Almirante (USN) Harry Train en las conferencias que sobre el tema pronunci en Buenos Aires en 1986, como las declaraciones del ex Secretario de Marina de los Estados Unidos John Lehman, hechas a la BBC de Londres en 1988, transcriptas precedentemente.

    (2) Posteriormente, y aun durante el transcurso de la guerra con Gran Bretaa, continuaron los estudios para promulgar el Estatuto de los Partidos Polticos, aprobndose el borrador definitivo el 17 de junio de 1982. Ese da, el Jefe del Estado Mayor del Ejrcito, General Vaquero, me anunci que la reunin de la Junta Militar que-daba diferida por la renuncia del Teniente General Galtieri a pedido de sus generales de divisin. Al modificarse de este modo la composicin de la Junta, por la incorporacin del Teniente General Nicolaides, convinimos con el Comandante en Jefe de la Fuerza Area, Brigadier General Lami Dozo, que el gobierno deba docu-mentar su resolucin de mantener la apertura poltica perfilada hasta entonces. En consecuencia, el 22 de junio de 1982 se firm el Acta N. 228/82 de la Junta Militar, en la cual se asentaba el compromiso explcito de entregar el gobierno a las autoridades que surgieran de un acto electoral a realizar antes del 24 de marzo de 1984. En dicha acta se especificaban taxativamen-te los siguientes puntos:1.- El gobierno que asuma el 1. de junio de 1982 deber, indefectiblemente, concluir con la institucionalizacin del pas en los primeros meses de 1984.2.- El PEN acordar con los sec-tores representativos del quehacer nacional los aspectos esenciales de un plan poltico, econmico y social que regir hasta la comple-ta institucionalizacin del pas.

    (3) Falkland Islands Review - Report of a Committee of Privy Cousel-lors - Chairman: The Rt. Hon. The Lord Franks, OM, GCMG, KCB, CBE.

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    Esa presin tuvo efectos definitivos el 2 de diciembre de 1980, cuando el gobierno in-gls, mediante mocin de Lord Carrington, present en el Parlamento el proyecto de una solucin al estilo Hong-Kong, es decir, la cesin de la soberana a la Argentina y el arriendo posterior al Reino Unido para el uso de las islas por un perodo prolongado.

    La tal mocin fue duramente atacada por el Comit de Defensa de las Islas, bajo el domi-nio de la FIC y durante la visita del Ministro de Estado Mr. Ridley a las islas entre el 22 y el 29 de noviembre de 1980 se produjo una fuerte reaccin islea que termin abortan-do la iniciativa. Como se ve, la respuesta kelper-FIC empez congelando y obstaculizando las negociaciones y termin hacindolas imposibles.

    En 1981 el Reino Unido intent introducir a los isleos en las negociaciones, hasta en-tonces bilaterales, tal como lo haban dispuesto varias resoluciones de las Naciones Uni-das. Se present tambin oficialmente el pedido de congelamiento de las negociaciones sobre la cuestin de la soberana, oficializando la mocin del 2 de diciembre de 1980.

    Esta maniobra de flanqueo diplomtico que nos pona en la situacin de aceptar que los isleos, sbditos de Gran Bretaa, tuvieran derecho a decidir el futuro de un territorio argentino, y que nos obligaba a postergar indefinidamente las acciones para recuperar nuestros derechos e intereses soberanos, fue rechazada enrgicamente por la Argentina.

    Con las negociaciones prximas a su congelamiento, Gran Bretaa anunciaba el prxi-mo retiro del servicio del buque HMS Endurance y su desguace, como parte de una deci-sin de gran envergadura, que implicaba el retiro, sin relevo, de dos portaaviones y una serie de importantes unidades de superficie de la Royal Navy.

    La poblacin islea se aprest a resistir la resolucin de su metrpoli, y en su rebelda no estuvo sola. Fue acompaada por la Royal Navy, la FIC y otros grupos de presin que oportunamente se identificaron.

    La Argentina y el panorama estratgico mundial

    En esta materia, cabe tambin una sntesis que refleje la situacin nacional en vsperas del decisivo ao 1982.

    Por lo tanto, y ante la estrategia desplegada por la Unin Sovitica, los pases que integraban la OTAN Gran Bretaa entre ellos eran naturalmente aliados de los Estados Unidos. La poltica defensiva aplicada bajo la administracin del presidente Carter haba generado un desequili-brio nuclear entre las superpotencias y, el presidente Reagan, a fin de revertir la situacin, co-menzaba a desarrollar los proyectos Cruiser, Pershing y Trident. En este ltimo precisamente, fue acompaado por el Reino Unido, el cual obligado a recortar su presupuesto militar en casi ocho mil millones de libras esterlinas para poder aplicarlo en 1989 haba dispuesto una drstica reduccin de las unidades de superficie de su Armada hacia fines de 1981. Se entiende, pues, que la Royal Navy quisiera justificar rpidamente la plenitud de sus efectivos.

    La Unin Sovitica, por su parte, mantena una estrategia defensiva frente a los adversarios potenciales dotados de poder nuclear y una actitud perifrica ofensiva frente a los pases subdesarrollados, como un modo de amenaza a los intereses vitales estadounidenses.

    La estrategia defensiva se materializaba con el mantenimiento del Pacto de Varsovia ante la NATO, con el despliegue blico en Mongolia ante China y con la presencia de sus misiles y submarinos nucleares. La actitud ofensiva, en tanto, persegua un doble objetivo: el dominio del Golfo Prsico, como recurso para controlar el poder econmico y militar de Occidente; y la presin constante sobre Estados Unidos, a travs de la injerencia en los pases de Amrica Central. El control del Golfo, y consiguientemente el de la ruta del petrleo, ya haba sido declarado como meta oficial, en 1948, por el conocido Canciller Molotoff. En cuanto a Am-rica Central, sus acciones persistentes le otorgaron la posibilidad de la instalacin de una base naval en Cuba, a partir de 1962, y la injerencia activa en Nicaragua, desde 1979.

  • 268 Malvinas: la guerra justa. PorMenores de la crisis argentino-britnica de 1982

    Lo concreto es que la Unin Sovitica materializaba su expansin en varios frentes si-multneos. Desde el Ocano ndico hasta Angola, desde Mar Rojo hasta Yemen del Sur, Aden y Afganistn, ocupado cruentamente en 1978.

    Sea como consecuencia de esta ofensiva o por prevenciones polticas, lo cierto es que los pases de Amrica Latina, y el nuestro en particular, haban afianzado sus vnculos de cooperacin con los Estados Unidos. Como en el caso concreto de nuestra relacin con Brasil, a partir de febrero de 1981, para tratar de resolver los problemas de la frontera peruano-ecuatoriana. Tales vnculos estratgicos fueron ratificados oficialmente por los Estados Unidos a travs de algunos representantes de sus Departamentos de Estado y de Defensa, como los generales Walters, Meyer, Williams y Nuttings, el embajador Schlau-deman, el subsecretario Enders y el senador Baker.

    La situacin internacional argentina no era tensa ni padeca alteraciones graves. Nada pareca justificar una confrontacin con los pases de la OTAN ni con el poder de los Es-tados Unidos. El punto de friccin segua siendo la campaa antiargentina urdida desde Europa por la retaguardia terrorista. Pero excepto entre sus instigadores y cmplices, no contaba con mayor predicamento.

    Velando las armas

    A partir de la situacin esquemticamente descripta, elaboramos desde la Junta Militar, las pautas que deban guiar al Poder Ejecutivo en el ejercicio del gobierno para el pe-rodo 1982-84. Este documento ratificaba el curso de accin diseado frente a Chile y a Gran Bretaa.

    Respecto de Chile, se le encomend al embajador Ortiz de Rozas quien mantuvo su cargo en Inglaterra- que acelerara y activara la mediacin papal, para cerrar cuanto antes el conflicto. Y en cuanto al Reino Unido se decidi incentivar las conversaciones, como contrapartida a la posicin kelper de congelarlas.

    Esta decisin tena sus fundamentos. La informacin preveniente de Londres, hacia diciembre de 1981, anunciaba la actitud parlamentaria de paralizar indefinidamente las negociaciones, de mantener la presencia de unidades militares en el rea, de acceder a los deseos de los isleos afirmando su autodeterminacin, y de consolidar al mximo los intereses britnicos en la zona. La reiteracin de la autodeterminacin kelper argumento tantas veces invocado durante los das de la guerra se haca a tenor del artculo 73 de la Carta de las Naciones Unidas, a pesar de haber sido rechazado por Resolucin 2065/65 de la misma Asamblea General.

    La ofensiva britnica era doble. El congelamiento diplomtico por una parte y la amena-za de ejecutar en las Islas la alternativa fortaleza.

    En concordancia con el diagnstico de la Junta, nuestra Cancillera, present ante la embajada inglesa ya en enero de 1982 la propuesta de crear una Comisin Permanen-te Negociadora, con reuniones mensuales. Solicitse incluso que se respondiera a esta iniciativa con prontitud, durante la ronda de conversaciones que se realizaran en Nueva York en febrero del mismo ao.

    A fin de facilitar el trmite, se decidi la postergacin del pedido del comerciante Davidoff de utilizar los servicios de Transportes Navales de la Armada para viajar a las Georgias, en cumpli-miento del contrato firmado en Escocia en 1979. Tal era la determinacin argentina de apoyar y facilitar cuanto pudiera resultar apropiado para encaminar la cuestin por vas ordinarias.

    Sin embargo, el evidente endurecimiento de la posicin inglesa y su probada capacidad para las artimaas de toda clase, pusieron de manifiesto la imprescindibilidad de apelar a una herramienta hasta entonces descartada, pero que en tales circunstancias se volva necesaria: la confeccin de un plan militar de alternativa.

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    Fue as que, entre el 5 y el 12 de enero de 1982, se dieron los primeros pasos para analizar la posibilidad de una recuperacin armada de nuestras Islas Malvinas, teniendo en cuenta las condiciones, los medios y todas las variables circunstanciales. Con esta finalidad se cre un grupo de trabajo que deba moverse sin plazos fijos pero con absoluta reserva. Slo el Canciller y los jefes de los Estados Mayores de las Fuerzas Armadas, conocan el propsito. Eran los ineludibles pasos previos a una eventual planificacin militar posterior.

    Paralelamente, y como previsin adicional, se decidi interesar al gobierno de los Esta-dos Unidos para que terciara en la secular confrontacin. El papel naturalmente hege-mnico de la Casa Blanca y la buena disposicin en aquel tiempo exhibida indicaban que el procedimiento era correcto. A partir de entonces, y a modo de recurso para ob-tener tal fin, cada autoridad visitante estadounidense era detenidamente informada en las caractersticas y de la seriedad de la disputa. La reaccin unnime era la abstencin; la misma que ya se haba manifestado reiteradamente, en los foros internacionales, cada vez que se trataba pblicamente el tema.

    Pero se fue an ms all, encomendndole al Ministerio de Relaciones Exteriores que ejerciera una presin constante sobre Gran Bretaa, cuya culminacin deba darse en la reunin anual de la Asamblea de las Naciones Unidas, programada para el ltimo cuatrimestre de 1982.

    En febrero de aquel recordado ao, se llevaron a cabo las conversaciones previstas con Inglaterra, en la ciudad de Nueva York. La posicin islea fue determinante. Los ingleses no haban analizado la propuesta argentina de creacin de la Comisin Permanente, ni presentaron el listado requerido en febrero de 1981 sobre los intereses concretos que los kelpers deseaban ver garantizados, ni consideraron el Estatuto de Salvaguardias para contemplar y respetar los distintos aspectos que hacan a tales intereses y que deba ser presentado ante las Naciones Unidas. (4)

    Aquella reunin acab con la promesa britnica de estudiar la propuesta argentina y de res-ponderla a la brevedad, segn la consabida frmula. El nico fruto positivo fue la reiteracin del reconocimiento britnico de que la Cuestin Malvinas, inclua a nuestras Islas Georgias y Sandwich del Sur, reconocimiento decisivo para los acontecimientos que pronto sucederan.

    La Argentina puso de manifiesto una vez ms su decisin negociadora sostenida en posi-ciones serias, substanciales y expeditivas. Inglaterra diluy tambin una vez ms cual-quier respuesta concreta.

    Las prevenciones tomadas en el campo militar y diplomtico se vean plenamente jus-tificadas, tambin la acentuacin de las presiones para que la cuestin no perdiera vigencia ni gravedad.

    En tal sentido, el 2 de marzo del ao 1982, nuestra Cancillera le advirti a Gran Bretaa que el rechazo de la propuesta del nuevo sistema consultivo, supona que la Argentina mantena el derecho de elegir libremente el procedimiento que consulte sus intereses.

    Entretanto, el grupo de trabajo, que se haba constituido en el mes de enero, finalizaba su actividad y en la primera quincena de marzo inform que la operacin militar para la recuperacin de nuestras Malvinas era factible, siempre que se mantuviera la actual rela-cin de fuerzas y que se tratara en lo posible de una accin incruenta para el enemigo.

    Comenzaba a concretarse as la previsin poltica de la Junta Militar de Gobierno de reactivar al mximo las negociaciones por la soberana de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, y prever el empleo del poder militar en caso de fracasar la gestin diplomtica.

    La reactivacin emprendida con el comunicado del 2 de marzo deba prolongarse con

    (4) La propuesta del Estatuto de Salvaguardias tena como ob-jeto contemplar y respetar los distintos aspectos que hacan a los intereses de los habitantes, tales como servicio militar, exenciones de carcter impo-sitivo, proteccin del derecho de propiedad, mantenimiento del idioma y de ciertas institu-ciones, etctera; agregndose adems, que el acuerdo al que pudieren llegar las partes, a manera de garanta adicional sera sometido a las Naciones Unidas. En cuanto al aludido listado de lo que Inglaterra consideraba como conjunto de intereses indispensables de los isleos, tanto en 1981 como en 1982, el gobierno britnico, su Foreign Office y los embajadores acreditados, se rehusaron a proporcionarlo. Referencia: Informe oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Repblica Argentina, de la reunin mantenida en Nueva York entre el 25 y el 27 de febrero de 1982. La delegacin argentina estaba integrada por el Secretario de Relaciones Exteriores, embajador Enrique Ros; el embajador ante el Reino Unido, Carlos Ortiz de Rozas y otro funcionario ms. La dele-gacin britnica por el Ministro de Estado del Foreign Office, Richard Luce; el embajador ante la Argentina, Anthony Williams y algunos otros funcionarios.

  • 270 Malvinas: la guerra justa. PorMenores de la crisis argentino-britnica de 1982

    una nueva reiteracin fechada el 3 de abril; y la previsin del empleo del poder militar deba cumplirse mediante la elaboracin de un plan nacional que integrara el uso inte-ligente de todos los recursos. Era la gran responsabilidad del Estado Mayor Conjunto, a cuyo Jefe se le orden iniciar la tarea a partir del 3 de abril.

    Pero un episodio acelerara las acciones.

    El 19 de marzo desembarcaron en Puerto Leith, en las Georgias, los hombres del equipo de trabajo de Davidoff, autorizados a zarpar desde Buenos Aires luego del fracaso de las negociaciones de febrero en la ciudad de Nueva York. El Reino Unido lo calific como un incidente e inici su propia ofensiva.

    No haba tal incidente, pues no era la primera vez que Davidoff viajaba con idntica docu-mentacin y similares medios, y porque no contaba en su equipo con personal militar alguno. Todo estaba en regla y el mismo Informe Franks lo reconoce, a partir de su prrafo 170.

    Gran Bretaa armaba de esta manera un episodio rspido para justificar ante la comu-nidad internacional su rechazo de las vas negociadoras, as como el envo de una gran fuerza militar para continuar asegurndose el dominio de la zona.

    La presin britnica y sus previsibles consecuencias imponan una reaccin apropiada de la Argentina, para preservar sus intereses permanentes en el rea y defender su honor nacional.

    Los planes diplomticos y militares

    Una larga y conocida acumulacin de circunstancias indican que, desde el 3 de enero de 1833 hasta diciembre de 1980, el nico propsito de Gran Bretaa fue el de mantener y consolidar la usurpacin de las Islas Malvinas, recurriendo para ello a todos los modos de accin posibles, tales como picos de amenaza, actos hostiles y aun agresiones encubiertas.

    La sustitucin del concepto intereses por el de deseos de los isleos, que el 1. de abril de 1968 se proclam en el Parlamento Britnico como condicin indispensable para cualquier arreglo futuro, en abierta oposicin con expresas resoluciones de las Na-ciones Unidas, fue en el decir de un pensador argentino la semilla de la guerra (5).

    No debe olvidarse que el Comit Jurdico Interamericano calific de conducta hostil el envo de la Misin Shakleton, afirmando que la presencia de naves de guerra en aguas adya-centes de estados americanos constituyen amenazas a la paz y seguridad del continente.

    Repasemos un poco los hechos.

    El 2 de diciembre de 1980, la Cmara de los Comunes rechaz una propuesta de arren-damiento de las Islas Malvinas como base para un acuerdo con la Argentina, aprobn-dose en su lugar la mocin por la cual la delegacin britnica debera tratar de encontrar un arreglo para congelar la disputa de soberana durante un lapso especfico. (6)

    Ese mismo da la Cancillera britnica acept incluir a los isleos como tercera parte in-teresada en las negociaciones, decidiendo su concurrencia a las reuniones de 1981.

    Es as como las deliberaciones y los encuentros de febrero y de septiembre de 1981, que tuvie-ron lugar en Nueva York, entre los delegados de la Argentina y Gran Bretaa, fracasaron por la pretensin del Reino Unido de congelar las negociaciones sobre la cuestin de la sobera-na y exigir la presencia de los kelpers como parte integrante de la delegacin britnica. (7)

    En consecuencia, el Canciller argentino, doctor Oscar Camilin, dio a publicidad el 27 de julio de 1981 una declaracin de nuestro Gobierno con la advertencia de que se haba llegado al lmite de la paciencia argentina.

    En el mes de mayo de aquel ao, el Comandante de la Flota de Mar, Vicealmirante Juan

    (5) Caturelli, Alberto. El pensamien-to originario de Hispanoamrica y el smbolo de las Malvinas. En verbo espaol, N. 19.220. Ediciones Speiro, 1983.

    (6) Cables de la agencia AFP, ANSA, Reuter-Latin del 3-12-80 en La Nacin, art. Discuten en Londres el caso Malvinas. Asimismo, diarios de sesiones de la Cmara de los Comunes, de la misma fecha, y el Infor-me Franks, tems 82-83.

    (7) Cables de las agencias EFE, UPI, Reuter-Latin, UP, AP, de los das 24 a 27 de febrero de 1981, en Clarn, Diario Popular y La Prensa. Asimismo, Informe Franks, tems 85-87. Comu-nicado de prensa del Gobierno Argentino del 27-7-81 (en peridicos del da siguiente). Informe Franks, tems 97, 101, 102 y 103.

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    J. Lombardo, propuso por oficio la conveniencia de prever para la Campaa Antrtica Argentina 1981-2, la instalacin de un destacamento cientfico en las Islas Georgias del Sur, semejante al que ya exista en la Isla Thule, del grupo de las Sandwich del Sur, desde fines de 1976. Sometido el proyecto a la consideracin de nuestra Cancillera, en agosto de 1981, a travs del Jefe de Inteligencia Naval, Contraalmirante Eduardo Girling, mani-festaron su acuerdo el Subsecretario de Relaciones Exteriores, Embajador Enrique Ros y el Director de Antrtida y Malvinas, Embajador Carlos L. Blanco, puntualizando que el mismo deba quedar supeditado a las circunstancias polticas de orden internacional.

    Ms tarde, el 9 de marzo de 1982, a requerimiento del nuevo Canciller Doctor Nicanor Costa Mndez la operacin qued definitivamente cancelada. (8)

    Entre los das 14 y 16 de diciembre de 1981, en la Cmara de los Comunes y en la de los Lores, se inst al gobierno britnico a mantener la presencia de la Marina Real en el Atlntico Sur, a considerar los deseos de los isleos y a desarrollar los intereses britnicos en la regin. (9)

    Tal postura se daba a conocer a escasos meses de las elecciones en las Islas Malvinas, que haban colocado en los Consejos Isleos al sector ms duro, es decir, al no negociador, lo cual se tradujo claramente en las noticias que los kelpers enviaban a los peridicos ingleses, reclamando el refuerzo naval del rea, as como el mantenimiento del HMS Endurance, cuya radiacin estaba prevista oficialmente para abril de 1982.

    Aunque no era posible identificar los prximos movimientos, ni la magnitud de la ame-naza del congelamiento, todas las seales sugeran que los intereses argentinos en la zona podan sufrir mayores deterioros al agravarse las tensiones propias del conflicto permanente por las Islas.

    Personalmente, entendimos que era responsabilidad de la Armada elaborar las previ-siones necesarias en su jurisdiccin, por lo que ordenamos, el 22 de diciembre de 1981, al Jefe del Estado Mayor de la Armada vicealmirante Alberto G. Vigo que dispusiese como medida preventiva, que el recin nombrado Comandante de Operaciones Navales Vicealmirante Juan Jos Lombardo actualizara los planes de ocupacin de Malvinas vigentes desde 1968.

    La orden, retransmitida el 23 de diciembre de 1981, dispona esquemticamente que el Co-mandante de Operaciones Navales actualizara los planes, enviara a las Islas Malvinas personal seleccionado para su reconocimiento y elaborara un plan para despus de la ocupacin, con efectivos para permanecer en Stanley, defenderlo y sostenerlo con el apoyo y la logstica necesaria. Se dispona tambin el aprontamiento de los aviones Super Etendard y la adquisi-cin de aviones de exploracin Orion P-3, los cuales deberan ser trados al pas, con todo su amunicionamiento, a medida que estuviesen listos, pero antes del 1. de junio de 1982.

    Estas medidas se revelaron despus como acertadas previsiones que encontraban su antici-pada correspondencia con los llamados planes de contingencia ingleses, vigentes desde los aos 1976-77, y cuya actualizacin le fue ordenada al Ministerio de Defensa Britnico a principios de 1981, siendo aprobados formalmente el 14 de septiembre de 1981. (10)

    En la reunin de la Junta Militar del 29 de diciembre de 1981, el Presidente de la Nacin Teniente General Galtieri expuso su apreciacin sobre la situacin, apoyndose en los mismos hechos y llegando a iguales conclusiones.

    Se convino pues en realizar durante 1982 una intensa accin diplomtica que no slo evitara el congelamiento del tema de la soberana, tal como lo pretenda la Corona Bri-tnica desde diciembre de 1980, sino que desembocara en el reconocimiento de nuestra soberana sobre los archipilagos en disputa y neutralizara el proyecto fortaleza en esas regiones, verdadero candado militar con que Inglaterra quera consolidar su situacin.

    La decisin se puso en prctica de inmediato, con una propuesta presentada el 27 de enero de 1982, que ofreca al Reino Unido un mecanismo de consultas y de reuniones

    (8) El personal que se haba capaci-tado para cumplir con la tarea, configur un grupo a las rdenes del Teniente de Navo Alfredo I. Astiz. Esta unidad embarc en los buques para la Campaa Antr-tica 1981/82 y se encontraba a bordo del rompehielos ARA San Martn al cancelarse la opera-cin. Su disponibilidad permiti asignarle la misin de proteger a los obreros argentinos de las amenazas britnicas. Al Coman-dante del grupo se le mantuvieron las rdenes iniciales sobre los lmites de su accin militar si era atacado por fuerzas enemigas de notoria superioridad. La vigencia de esas rdenes fundament la absolucin que dict el juez mili-tar al juzgar el comportamiento del Teniente Astiz, a quien por lo contrario, la Comisin presidida por el Teniente General Rattembach acus e imput gravsimas faltas sin escucharlo ni tomarle declaracin.

    (9) House of Lords, Official Report, 14th december 1981, Vol. 426, 19. House of Commons Official Report, 16th december, 1981, Vol. 426, 21. Y parte diario de inteligencia de la Cancillera Argentina del 18-12-81.

    (10) Informe Franks, tems 47, 109, 110, 111 y 112.

  • 272 Malvinas: la guerra justa. PorMenores de la crisis argentino-britnica de 1982

    mensuales con agenda preestablecida, en tal forma que se pudiera llegar a una solucin para fines de aquel ao.

    Pero nuestro intento de incrementar la frecuencia y las presiones diplomticas exiga, como contrapartida, aprestar el poder militar.

    Por eso, cuando en la primera quincena de marzo recibimos los documentos elaborados por el Grupo de Trabajo sobre la posibilidad de la recuperacin fsica de las Malvinas, se les dio traslado al Jefe del Estado Mayor Conjunto, para comenzar en el organismo a su cargo el planeamiento de las operaciones, el cual deba quedar finalizado en el ltimo trimestre de 1982. Coincidiendo as con la etapa final del programa poltico y diplom-tico en la Asamblea General de las Naciones Unidas, a iniciarse en septiembre y en cuyo foro se planteara la queja formal de la Repblica Argentina sobre la cuestin de las negociaciones con Gran Bretaa. Todo esto, insistimos, ratificaba la decisin simultnea de negociar y de formular las previsiones militares y polticas necesarias para poder en-frentar la eventualidad de una accin blica.

    El 9 de marzo, el Doctor Nicanor Costa Mndez puntualiz la necesidad de cancelar de-finitivamente el proyecto de instalacin de una estacin cientfica en las Georgias, lo que fue aprobado por la Junta Militar.

    Es significativo sealar que toda esta informacin sobre las intenciones futuras del go-bierno argentino arrib a Londres mediante una filtracin de inteligencia, tal como se reconoce en el Informe Franks (prrafo 149) publicado el 18 de enero de 1983. Por lo que queda demostrado que ese gobierno saba perfectamente que no era intencin argentina al 9 de marzo de 1982 la recuperacin de las Malvinas para el 2 de abril.

    As pareca encaminarse el programa general trazado por el gobierno argentino para el ao 1982. Pero a partir de la segunda quincena de marzo los hechos se desencadenaron vertiginosamente y conviene researlos de un modo esquemtico.

    Esquema cronolgico de los principales hechos

    Diez puntos bsicos ayudarn a comprender lo sucedido. Vemoslo sucintamente:

    1. El 19 de marzo de 1982 desembarcaron en Leith, Georgias del Sur, cuarenta y un obreros argentinos de la Empresa Georgias del Sur, segn los trminos de un contra-to privado con la empresa Christian Salvensen de Edimburgo, de fecha 19 de septiembre de 1979, firmado y escriturado en Londres, con conocimiento de las autoridades brit-nicas. El objeto era hacerse cargo del desmantelamiento de factoras balleneras fuera de servicio desde 1961. Diez das antes de este traslado, el 9 de marzo, se efectuaron las comunicaciones de estilo con la Embajada Britnica en Buenos Aires, de modo que el Gobernador britnico en las Malvinas tuvo conocimiento del mismo y que el 10 de marzo se efectuara a bordo del transporte ARA Buen Suceso.

    2. El 20 de marzo, el embajador britnico en Buenos Aires Mr. Anthony Williams inform que el Buen Suceso haba desembarcado en Leith personal militar y civil en can-tidad apreciable, haba izado la bandera argentina y cambiado las seales inglesas.

    Indic que Londres consideraba el incidente como muy serio, advirtiendo que si quienes ha-ban desembarcado no abandonaban las Georgias inmediatamente, se tomaran las acciones que se considerasen necesarias y que deseaba, adems, obtener respuesta de inmediato.

    La Cancillera Argentina contest, el mismo da, que el Buen Suceso era un buque de transporte comercial, que no haba conducido ni desembarcado personal militar, que el viaje y sus circunstancias eran bien conocidos por las autoridades britnicas, que para el Gobierno Argentino los hechos no revestan importancia debiendo contemplarse en

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    tono menor y que el buque ya haba abandonado Leith luego de desembarcar a los obreros de la Empresa Georgias del Sur (11).

    La comparacin de estos comunicados permite entender, desde el principio, las distintas actitudes de los protagonistas. As, el tono mesurado, preciso y de elevado estilo diplo-mtico de nuestro pas, contrasta con las inexactitudes, apresuramiento, impaciencias y descomedimientos del Reino Unido.

    3. El 21 de marzo por la maana zarp de Stanley rumbo a Leith el HMS Endurance transportando veintin Infantes de Marina al mando del Teniente Keith Mills. (12)

    Ese mismo da, por la noche, el Gobernador Hunt inform por radio a la poblacin de Stanley que les haba dado a los argentinos 24 horas para reembarcar y retirarse de la zona; que haba ordenado al Comandante del HMS Endurance, Capitn Nick Barker, que comprobase el cumplimiento de la orden y que, informados de lo resuelto, la Embajada Britnica en Buenos Aires y el gobierno en Londres, haban aprobado lo actuado. (13)

    4. La Cancillera britnica comenz a pedir explicaciones a nuestro gobierno pues, al principio, tom por ciertos los datos del Gobernador de las Islas Malvinas y permiti que dispusiese del uso de la fuerza por medio del HMS Endurance. Sin embargo, a medi-da que transcurrieron las horas, se evidenci una contramarcha.

    En efecto, ante nuestras aclaraciones, la Cancillera inglesa, tanto en Londres como en Bue-nos Aires, reconoci que haban verificado la ausencia militar argentina en las Georgias. Se pidi paciencia y cooperacin, ordenando al HMS Endurance que se desviara a Grytviken y asegur que los hechos se discutiran en el Parlamento el 23 por la maana. De modo que la primera nota verbal oficial britnica mencionaba la orden de detencin imparti-da al HMS Endurance y la voluntad de analizar los acontecimientos en el Parlamento an-tes de propalarlos por los medios de difusin. Sin embargo, el 22 de marzo, comenzaron a llegar periodistas britnicos a las Islas Malvinas para seguir cubriendo la informacin sobre el incidente, a pedido del Gobernador Hunt. (14)

    5. El 23 de marzo, el embajador britnico en Buenos Aires, entreg al canciller argentino otra nota verbal del Foreign Office, en la que manifestaba que su gobierno, debido al escndalo generado en el Parlamento, haba dispuesto dar luz verde a la orden original para que el HMS Endurance fuera a Leith a desalojar a los argentinos (15). El Doc-tor Costa Mndez expres la sorpresa del Gobierno argentino ante la rapidez con que el Gobierno britnico se haba decidido a tomar una medida tan grave, sin agotar previa-mente las vas diplomticas, y fue entonces que se transmitieron instrucciones apropia-das al ARA Baha Paraso.

    6. Ese mismo da 23 de marzo, en la Cmara de los Comunes tal cual lo informara nuestro encargado de negocios en Londres, Ministro Molteni, por cable 634 fue inter-pelado el Ministro de Estado del Foreign Office, Richard Luce. El dilogo que tuvo lugar entonces en el Parlamento demuestra cmo el incidente de las Georgias fue transformado por los propios britnicos en un asunto que involucraba la soberana de las Malvinas.

    As hablaban los ingleses en el Parlamento:

    Richard Luce: Este gobierno est comprometido a ayudar y a defender a los isleos y a sus territorios con toda su capacidad.

    Alan Beith: Esa no es la impresin que recibimos. Est dispuesto el Seor Luce a acla-rar que la autodeterminacin de los isleos ser la poltica principal e irrevocable de este gobierno y que nosotros lo avalaremos?

    Richard Luce: S, no habr ninguna posibilidad de cambio en las islas sin el consenti-miento de los isleos. Sus deseos con primordiales. Al mismo tiempo tampoco se har nada sin el consentimiento de esta Cmara.

    (11)Cables entre el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino y la Embajada Argentina en Londres: 593, 332, 333, 595, 604, 605 y 598 (Anexos 070-074).

    (12)Informes de inteligencia y cable 332/33 (Anexo 072, 21-3-82).

    (13)dem anterior.

    (14)dem anterior.

    (15)Cables nmeros: 622, 628, 631, 633, 634, 637 (Anexos 081-085-088-091-095-098-099). Asimismo, notas britnicas oficiales al Canciller Costa Mndez y comunicado de prensa de la Cancillera Argenti-na del 28-3-82.

  • 274 Malvinas: la guerra justa. PorMenores de la crisis argentino-britnica de 1982

    Douglas Jay: Adems del Endurance, qu otra fuerza tenemos en el rea?.

    Richard Luce: Aunque los detalles sobre el envo de fuerzas son competencia del Minis-terio de Defensa, no me equivoco al sealar que existe en el rea otra fuerza britnica adems del Endurance.

    Es conveniente destacar que las Georgias estaban prcticamente deshabitadas, con slo un grupo cientfico del British Antartic Survey, por lo que no era posible reclamar auto-determinacin para una poblacin inexistente.

    7. Ante estos hechos, se dispuso de inmediato el envo del buque argentino ms cercano, el buque polar ARA Baha Paraso, retirndolo de la Campaa Antrtica de Ve-rano 1981-82 y ordenndole llegar a Leith antes de que el HMS Endurance procediera al desalojo por la fuerza de los obreros argentinos.

    El ARA Baha Paraso, haba zarpado de Ushuaia el 18 de marzo transportando un grupo de familias que pasaran todo el invierno en la Base Antrtica Esperanza. Luego de su desembarco, zarp rumbo al Destacamento Naval Orcadas para proceder a la entrega de 250 tambores de combustible y al retiro del personal de maestranza que estaba finalizan-do la construccin de la nueva casa-habitacin.

    El ultimtum recibido el 23 de marzo, a travs del embajador britnico, reiterando el del 20 de marzo, origin que se impartieran instrucciones precisas al ARA Baha Paraso, el que arrib a Puerto Leith a medianoche de ese da procediendo en la madrugada del 24 a desembarcar un grupo de 14 hombres de Infantera de Marina y buzos tcticos para proteger a los ciudada-nos argentinos y hacer frente, si fuera necesario, a los veintin marines del HMS Endurance, a quienes el mismo da 23 se les haba reiterado la orden de desalojar a los argentinos.

    8. El 24 de marzo en la Cmara de los Comunes, un texto mocin que cont con el apoyo del sector conservador y de un ala del laborismo, requera: mantener en estacin, en el rea, una fuerza de la Royal Navy suficientemente fuerte para repeler cualquier intento del gobierno argentino de anexarse esa colonia britnica por la fuerza. (16)

    La proverbial irona inglesa llegaba aqu al colmo del farisesmo. El mismo da de esta mocin, el John Biscoe embarc en Montevideo 24 Infantes de Marina, arribados por va area desde Londres, y zarp rumbo a Malvinas. Al da siguiente, desde Punta Arenas, en Chile, parti el HMS Bransfield, buque logstico de la Royal Navy.

    Inglaterra tena decidida su ofensiva, las discusiones no eran ms que apariencia y entretenimiento.

    9. El 25 de marzo, por informes de inteligencia, se tuvo conocimiento de la zarpada de dos submarinos nucleares britnicos, clase Hunter Killer, y de otras unidades navales de superficie con destino al rea Malvinas. (17)

    En fechas posteriores, medios de difusin britnicos, europeos y argentinos ratificaron esta informacin, veamos:

    n El 30 de marzo nuestro encargado de negocios en Londres, Ministro Molteni, infor-maba que (Cable 752):

    * A 22:00 h por el canal de televisin ITV Thames, se dio la noticia del envo de dos submarinos nucleares clase Hunter Killer, no necesariamente con armamento nu-clear. Uno de ellos zarpado el 25 de marzo de Gibraltar.

    * Confirmaba la existencia de noticias referentes al desplazamiento de la Fragata HMS Exeter desde el Caribe.

    * Interpretaba, por los acontecimientos de las ltimas 24 horas, que el gobierno britnico haba optado por proseguir una poltica de endurecimiento tendiente a que la Argentina aceptara la solucin del incidente Georgias conforme a sus pro-pios trminos.

    (16)Cable (7) N. 656 urgente (Anexo 114).

    (17)Cable (7) nmeros 749, 752, 758, 760, 659, 762, 765, 761 (Anexos 174, 175, 206, 207, 194, 200, 210, 208). Asimismo: nota oficial britnica al Canciller Costa Mndez del 1-4-82 y presentacin argentina ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas N. S/14.940 del 1-4-82. Los anexos corresponden al informe de los exintegrantes de la Junta Militar, elevado el 4-1-83 e incorporado al sumario por la Causa Malvinas.

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    n El 31 de marzo nuestro embajador ante las Naciones Unidas, Eduardo A. Roca, trans-cribi un artculo del The New York Times, que expresaba (Cable 659):

    * El Superb, un submarino nuclear Hunter Killer, zarp desde Gibraltar para el rea, el ltimo jueves 25 de marzo y un segundo submarino tambin estara en camino

    Un portavoz del Ministerio de Defensa britnico se neg a comentar el suceso.

    n El 31 de marzo a 0930 horas, el Ministro Molteni, habiendo analizado los artculos publicados por la prensa britnica extraa las siguientes conclusiones (Cable 761):

    * El problema Georgias del Sur sigue ocupando la primera plana de los peridicos cuyos titulares destacan el envo de submarinos con capacidad nuclear a la zona de conflicto.

    * Dentro de este contexto, el tono de las publicaciones no slo confirma el recono-cimiento de la gravedad de la situacin, sino que tambin demuestra inters en apoyar supuestos esfuerzos britnicos en aras de una solucin diplomtica.

    * Sin perjuicio de todo lo anterior, la prensa en general insiste en su argumento sobre la actitud beligerante del gobierno argentino que est vinculada, en buena medida, en distraer la atencin pblica de los problemas internos.

    * Por otro lado, parecera prematuro creer en un cambio radical en la posicin de los medios de difusin y sectores polticos que los inspiran, ya que muy bien po-dra tratarse de una cortina de humo levantada en connivencia con Foreign Office para tratar de seguir ganando tiempo hasta que el Reino Unido considere haber alcanzado una situacin estratgica relativamente equilibrada en el rea. En ese momento, es de suponer, Londres tratara de forzar una solucin diplomtica en sus propios trminos.

    n El 31 de marzo a las 11:30 h, el Ministro Molteni agregaba (Cable 762):

    * Peridicos informan ampliamente sobre pronto envo de uno o dos submarinos nu-cleares con capacidad de armas nucleares. Algunos diarios aseguran haber recibido con-firmacin del Gobierno britnico que submarino Superb sali de Gibraltar el jueves 25 de marzo. La noticia no fue confirmada ni desmentida por Foreign Office.

    n Era lgico que el 1 de abril de 1982 los diferentes diarios de Buenos Aires ratificaran la informacin dada en Londres por los diferentes medios de comunicacin, diciendo:

    * La Nacin: No cede la tensin con Gran Bretaa (titular), Una pugna en la que nadie quiere dar un paso atrs (columna de Luis Mara Bello, fechada en Lon-dres, Anexos 219 y 221).

    * La Prensa: La Armada Invisible, slo una intimidacin? (titular de un despacho de la agencia ANSA, fechado en Londres el 31 de marzo), Aumentan los temores de un enfrentamiento naval (nota)-(Anexo 220).

    * Conviccin: El discurso de Lord Carrington desat en Londres una campaa de especulaciones guerreras, El Superb y el Exeter pusieron proa hacia el At-lntico Sur (subttulos).

    Todos estos elementos esenciales de informacin se vieron confirmados con el anuncio britnico del 8 de abril, estableciendo la primera zona de exclusin a partir del da 12 de abril, en clara indicacin que aquellos submarinos arribaran a sus posiciones en el Atlntico Sur habiendo zarpado el 25 de marzo.

    10. El mismo 25 de marzo, el canciller argentino, Dr. Costa Mndez, recibi el re-chazo del canciller britnico, Lord Carrington, a la sugerencia argentina de visar las Tarjetas Blancas en Grytviken para evitar una escalada, siendo informado que, o bien los obreros argentinos eran trasladados para visar sus pasaportes o el enfrentamiento sera inevitable.

    Ultimtum que no podamos aceptar sin conceder entonces, implcitamente, que las Georgias eran territorio ingls y que sus dueos nos imponan ese reconocimiento.

  • 276 Malvinas: la guerra justa. PorMenores de la crisis argentino-britnica de 1982

    Cuando al da siguiente, reunidos como Junta Militar, repasamos el conjunto de todos los hechos que habamos considerado, varios puntos quedaron en evidencia:

    n El desembarco del grupo Davidoff en Georgias, haba sido transformado por Gran Bretaa en un grave incidente diplomtico.

    n La exageracin y el mal uso del incidente dara pie a su utilizacin como argumento para congelar indefinida o definitivamente toda conversacin sobre la soberana de las Islas.

    n Se haba destacado al HMS John Biscoe, al HMS Brandsfield y al HMS Endurance, a pesar de que el 22 de marzo los propios britnicos haban reconocido el carcter no militar del hecho.

    n Los informes de inteligencia daban cuenta del envo de una importante Fuerza de Ta-reas, con submarinos nucleares y varias unidades de superficie, zarpadas desde diversos lugares, a partir del 25 de marzo, con destino al Atlntico Sur.

    n La insistencia en el Parlamento sobre el derecho de autodeterminacin de los isle-os, se vea reforzado por el envo de la Flota y de las tropas para la defensa territorial de un rea autnoma.

    n La pretensin del Reino Unido era militarizar el rea.

    n Los sucesivos ultimtum, ratificando la amenaza inicial del 20 de marzo, desemboca-ron en la decisin del propio canciller britnico que el enfrentamiento sera inevitable, de no obedecer sus indicaciones.

    n En una nueva dimensin, revivamos la agresin del 3 de enero de 1833, amenazados por las capacidades militares britnicas, al servicio de una intencin poltica que se ma-nifestaba claramente durante el desarrollo de la crisis.

    n Tal crisis implicaba para nosotros, la defensa de un inters nacional y quedaramos seria-mente debilitados para futuras negociaciones, de no reaccionar con firmeza y dignidad.

    Estas evidencias, adems, ratificaban los antecedentes registrados durante los ltimos 17 aos de negociaciones.

    Concluimos pues, reiterativamente, que las amenazas, el hostigamiento y finalmente el manejo de la crisis por parte del Reino Unido tenan como objetivo ulterior utilizar el incidente de las Georgias del Sur para clausurar sin trmino las negociaciones sobre soberana; justificar una presencia naval considerable en el Atlntico Sur; retrotraer la situacin a los tiempos anteriores a la Resolucin de las Naciones Unidas 2065/XX de 1965, dando validez as al artculo 73 de la Carta; facilitar la autodeterminacin de los isleos, segn sus deseos y no sus intereses; crear una zona autnoma desde la cual apoyarse con el tiempo, para exigir reclamos en la Antrtida y justipreciar los recursos naturales existentes y su posible aprovechamiento.

    Reconocimos en consecuencia la necesidad de reaccionar para impedir al Gobierno bri-tnico el logro de esos objetivos. De los diferentes modos de accin posibles, retuvimos cuatro para su estudio:

    * Continuar negociando con el Reino Unido, a la manera de los aos 1965/82, pero con los cambios favorables a Gran Bretaa, o sea: no negociar la soberana y aceptar a los kelpers como tercera parte.

    ** Buscar un tercer pas que lograra persuadir a Gran Bretaa de que abandonara su posicin poco seria y dilatoria.

    *** Someter el caso al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

    **** Recurrir al uso del poder militar.

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    Nos encontrbamos, pues, ante estas alternativas que, en sntesis eran slo dos: la nego-ciacin (bajo los trminos britnicos respondiendo solamente a sus intereses) o el recur-so del poder militar, para impedir el progreso de la accin enemiga y crear un hecho de resonancia mundial que nos abriera las puertas de negociaciones totales.

    Pero antes de resumir la discusin esencial de esos modos de accin, es conveniente completar la informacin develando el punto de vista del adversario.

    El punto de vista britnico

    Por disposicin de la Corona britnica, se constituy despus de la contienda, un comit presidido por Lord Franks, con las siguientes bases de actuacin: Estudiar la manera en que el gobierno fue liberado de responsabilidades respecto de las Islas Falklands y sus dependencias, en el perodo previo a la invasin argentina del 2 de abril de 1982, teniendo en cuenta todos los factores pertinentes que hayan influido en aos anteriores, en informar sobre ello.

    Este informe, denominado desde entonces Informe Franks, fue dado a conocer el 18 de enero de 1983 (18).

    Pero con anterioridad, el 4 de enero, los exintegrantes de la Junta Militar de 1982, ha-bamos elevado a los respectivos Comandantes en Jefe el documento que se conoce pre-cisamente como el Informe de los excomandantes, elaborado con la cooperacin del Doctor Costa Mndez, basado en los registros personales y oficiales, y con el agregado de abundante documentacin probatoria. (19)

    La fecha indica claramente que este documento, testimonio integral de lo actuado por sus autores, no puede vincularse de ninguna manera con el Informe Franks.

    De todos modos, el texto completo de este Informe, as como el del debate que tuvo lugar en la Cmara de los Comunes, al ser presentado por la Primer Ministro, son lec-tura obligatoria para quien desee iniciarse en el tema. La finalidad del mismo como corresponde a un pas con objetivos claros en su poltica exterior y con un definido perfil nacional, tal el caso del Reino Unido es exonerar de toda responsabilidad al gobierno y a la persona que asumi el deber de la decisin poltica, transfiriendo la culpa a la otra parte. Sin embargo, a lo largo de su texto, el informe contiene inapreciables considera-ciones favorables a nuestra causa. Veamos algunas de ellas (20):

    El 19 de febrero de 1976 el Estado Mayor del Ministerio de Defensa britnico aprob un documento conteniendo las distintas opciones para rechazar posibles acciones argen-tinas. (Prrafo 46).

    El documento seal que la recuperacin de las islas con medios militares britnicos, si bien no sera imposible, implicara una operacin de gran envergadura y a mucha distan-cia. La fuerza mnima necesaria estara a nivel de brigada, cuyo transporte implicara el uso de todos los recursos anfibios de la Royal Navy, una Fuerza de Tareas considerable, incluyendo el portaaviones HMS Ark Royal y un gran apoyo logstico. (Prrafo 47).

    En julio de 1977, el Doctor Owen present un informe a la Comisin de Defensa, donde argumentaba que era necesario realizar negociaciones serias y de fondo para mantener entretenidos a los argentinos, ya que las Islas eran militarmente indefendibles, salvo que se hiciera una enorme e inaceptable inversin de recursos corrientes. (Prrafo 61).

    A fines de septiembre y comienzos de octubre de 1977, las unidades navales argentinas arrestaron a siete pesqueros soviticos y dos blgaros en aguas de Malvinas. Un buque argentino dispar contra una de las embarcaciones blgaras hiriendo a un marinero. Se supo que las rdenes del Almirante Massera eran hundir el buque en caso de ser ne-

    (18)Falkland Islands Review. Report of a Committee of Privy Cousellors, Chairman: The Rt. Hon. The Lord Franks, OM, GCMG, KCB, CBE, presented to Parliament by the Prime Minister by Command of Her Majesty, january 1983. Utilizamos aqu la traduccin del Servicio de Inteligencia Naval.

    (19)El informe consta de cuatro captulos ordenados cronol-gicamente, con 1.058 fojas y 1.851 anexos. Fue agregado a la causa substanciada por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Una copia del mismo fue entregada a la Academia Nacional de la Historia el 17 de diciembre de 1987.

    (20)Conste que el Informe Franks no fue aceptado como elemento de prueba por la Comisin de Anlisis y Evaluacin del Conflicto Malvinas (CAERCAS, Comisin Rattenbach) ni por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.

  • 278 Malvinas: la guerra justa. PorMenores de la crisis argentino-britnica de 1982

    cesario. Tambin haba dicho que habra respuestas similares con buques de cualquier otra nacionalidad en cualquier otro lugar. El agregado naval en Londres (el Almirante Anaya), que luego fue Comandante en Jefe de la Marina y miembro de la Junta, llam la atencin del Ministerio de Asuntos Exteriores y del Commonwealth sobre esas declara-ciones. En el frente diplomtico, el Encargado de Negocios britnico en Buenos Aires, fue literalmente cubierto por un alud de ayudamemorias y notas donde se lo instaba a la inmediata creacin de grupos de trabajo y a prever ulteriores evidencias de avance. Adems, en la sede de Asuntos Exteriores y del Commonwealth se estudiaba que el fra-caso del arbitraje del Canal de Beagle el otro grave problema de la poltica exterior argentina y la imposibilidad de avanzar en su disputa con Brasil por la Cuenca del Plata, aumentaban la posibilidad de que tratara de obtener una victoria en el problema de las Malvinas. (Prrafo 62).

    El 21 de noviembre de 1977, los ministros decidieron que para diciembre, cuando se iniciaran las negociaciones con la Argentina, deba establecerse una presencia militar en el rea de las Islas Malvinas. El objetivo sera fortalecer la posicin negociadora del Gobierno destacando una fuerza suficientemente poderosa como para convencer a los argentinos de que cualquier accin militar que intentasen sera resistida; se enviaron dos fragatas y un submarino nuclear. (Prrafo 65).

    El 12 de octubre de 1979, Lord Carrington destacaba que la opcin Fortaleza Malvinas y la de continuar las conversaciones sin hacer concesiones en materia de soberana, lle-vaban implcita una grave amenaza de invasin () se determinaba que si la Argentina llegaba a la conclusin de que no haba perspectivas de lograr una transferencia nego-ciada de soberana, se corra el grave riesgo de que recurriera a mtodos ms drsticos, incluida la accin militar directa. (Prrafo 75).

    El 6 de enero de 1981, los Consejos Conjuntos de las Islas Malvinas aprobaron la siguien-te mocin:

    donde la delegacin britnica deber tratar de encontrar un arreglo para congelar la disputa de soberana durante un lapso especfico. (Prrafo 83).

    Las conversaciones se hicieron en Nueva York en febrero de 1981 () El seor Ridley propu-so congelar la disputa, cosa que fue rechazada de plano por los argentinos. (Prrafo 85).

    A comienzos de mayo de 1981, el embajador britnico en Buenos Aires, envi una nota al Ministerio de Asuntos Exteriores del Commonwealth invitndolo enrgicamente a rea-lizar por lo menos una ronda ms de conversaciones durante el ao, incluyendo el tema de la soberana.

    El Ministerio replic que no se haca ilusiones sobre el lmite de la paciencia argen-tina, o del peligro de una confrontacin seria, si el Gobierno britnico se mostraba poco dispuesto, o incapaz de continuar negociaciones de fondo sobre la soberana. (Prrafo 87).

    A principios de 1981, el Departamento de Asuntos Exteriores y del Commonwealth pidieron al Ministerio de Defensa que actualizara la evaluacin preparada en 1977 sobre las medidas que habran de tomarse para enfrentar una accin militar argentina () De todos modos, se incorpor el concepto de operaciones sobre cuya base podra prepa-rarse la accin militar. (Prrafo 109).

    En la reunin del Ministerio de Defensa con los funcionarios del Departamento de Asuntos Exteriores y del Commonwealth del 1. de mayo de 1981, se decidi hacer una evaluacin poltico-militar de la capacidad de Gran Bretaa para responder militarmen-te a una serie de diferentes acciones argentinas, sus posibilidades de xito y una indica-cin de los costos posibles () Este documento fue aprobado formalmente por los jefes de Estado Mayor el 14 de septiembre de 1981. (Prrafo 110).

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    En este documento, similar por su alcance al preparado en 1977, se examinaban las opciones militares identificadas en la evaluacin hecha por la Comisin Conjunta de Inteligencia con respecto a la Argentina en julio de 1981. (Prrafo 111).

    Luego, el documento analizaba las respuestas a las acciones argentinas (...) en caso de una invasin total contra las Islas, para disuadirla se juzg necesario una gran fuerza equilibrada, que incluyera un portaaviones de la clase del Invincible, cuatro destructo-res, un submarino nuclear, un buque de abastecimientos y personal adicional a nivel de brigada para reforzar la guarnicin. Tal despliegue sera muy costoso e insumira una parte muy importante de los recursos navales del pas.

    Si se produca la ocupacin argentina de las Malvinas al momento de su llegada, no po-da haber seguridad de que esa fuerza recobrara las Islas, se necesitaban fuerzas navales y terrestres con un apoyo orgnico a una escala importante y que los problemas logsticos de una operacin de ese tipo seran cuantiosos. (Prrafo 112).

    El embajador britnico en Buenos Aires expres el 10 de junio de 1981 que se haba perdido terreno desde febrero porque era menos posible depender de la constante com-prensin y paciencia argentinas. (Prrafo 91).

    En la reunin realizada el 20 de junio se analiz en detalle la situacin argentina y de las Islas () las conclusiones a las que se lleg en la reunin eran que el objetivo era ga-nar tiempo () y que deban prepararse planes contingentes actualizados, tanto civiles como militares. (Prrafos 92 y 93).

    El 20 de julio de 1981 el Seor Ridley envi un informe a Lord Carrington. Aunque se poda hacer una ronda ms de conversaciones sin presentar ninguna propuesta espec-fica de soberana, lo ms probable era que a los argentinos se les agotara la paciencia. (Prrafo 96).

    A comienzos de marzo de 1982, se dispona de cierta cantidad de informes de inteligen-cia, los que indicaban cul haba sido la opinin de los ministros y funcionarios argenti-nos durante las semanas anteriores. El tenor de estos informes era que, si bien para el Go-bierno argentino era importante avanzar en las negociaciones, la accin militar no haba sido contemplada para un futuro inmediato () Otro informe a comienzos de marzo sobre un punto de vista diplomtico argentino indicaba que la Argentina estaba decidida a lograr un adelanto en la cuestin de la soberana hacia fines de ao y que si esto no se produca, llevara la controversia a la Asamblea General con miras a obtener una declara-cin reconociendo la soberana argentina en las Malvinas. Haba informacin de que el Doctor Costa Mndez haba decidido que si las conversaciones no producan resultados, se montara una campaa contra Gran Bretaa en los foros internacionales. Si sta no prosperaba y las conversaciones sobre el Canal Beagle no progresaban, era probable que no quedara otra alternativa que el uso de la fuerza. (Prrafo 149).

    El seor Davidoff, un comerciante de chatarra de Buenos Aires, hizo una propuesta por primera vez en 1978 a Christian Salvensen, la firma con base en Edimburgo a cargo de la administracin de los arriendos de la Corona britnica de las estaciones balleneras en desuso en las Georgias del Sur. En 1979 firm un contrato por el que se le concedi la facultad de optar por adquirir equipos y disponer de ellos. Hizo uso de esta opcin en 1980, segn este acuerdo, cualquier equipo que no hubiese retirado antes de marzo de 1983 volvera a ser propiedad de Salvensen.

    El Seor Davidoff estuvo en contacto con la Embajada Britnica en Buenos Aires en 1980 y 1981. (Prrafo 161).

    El 9 de marzo de 1982, el Seor Davidoff envi a la Embajada Britnica en Buenos Aires una notificacin formal de que cuarenta y un trabajadores iban a viajar a las Georgias del Sur el 11 de marzo en el Baha Buen Suceso, un buque de apoyo de la Armada ()

  • 280 Malvinas: la guerra justa. PorMenores de la crisis argentino-britnica de 1982

    Se ofreci a transportar provisiones al personal del British Antartic Survey (BAS), y de poner a su disposicin los servicios de un mdico y una enfermera que viajaban con el grupo. (Prrafo 168).

    El 20 de marzo, el gobernador de las Islas Malvinas inform a la oficina de Asuntos Ex-teriores que haba recibido una comunicacin del Comandante de la Base de Grytviken donde informaba que se haba observado al Baha Buen Suceso en el puerto de Leith y en tierra a un grupo bastante numeroso integrado por personal civil y militar. Se haban odo disparos, se haba izado la bandera argentina y se haba ignorado una nota de ad-vertencia sobre los desembarcos no autorizados () La Oficina de Asuntos Exteriores y del Commonwealth impartieron instrucciones a la Embajada Britnica en Buenos Aires para que entregara un mensaje a la Cancillera argentina, diciendo que el incidente se consideraba grave, y que si el Baha Buen Suceso no se retiraba inmediatamente, el Go-bierno britnico tomara las medidas que considerase necesarias. La Oficina de Asuntos Exteriores y el ministro dispusieron que el HMS Endurance deba partir al da siguiente para las Georgias del Sur con Infantes de Marina adicionales a bordo, a menos que los argentinos obedecieran las rdenes del gobernador. (Prrafo 169).

    El 21 de marzo, el Comandante de la Base Grytviken inform que la bandera argentina haba sido arriada en Leith () El embajador britnico en Buenos Aires inform de la respuesta oficial del Gobierno argentino que, sin presentar disculpas, expres que esperaba que no se exagerara la importancia del acontecimiento () El Comandante de Grytviken inform que algunos de los argentinos estaban vestidos con lo que a l le pareci ropa de estilo militar, pero que no llevaban armas de fuego. (Prrafo 170).

    El 23 de marzo, el embajador britnico en Buenos Aires recibi una informacin de la Oficina de Asuntos Exteriores, de que los ministros haban decidido que el HMS Endurance deba continuar viaje a las Georgias y retirar de all a los argentinos. (Prrafo 180).

    Ese mismo da (23 de marzo) se cit al embajador britnico para una entrevista con el Doc-tor Costa Mndez, quin expres su sorpresa ante la rapidez con que el gobierno britnico se decidi a tomar una medida tan grave, sin agotar las opciones diplomticas. (Prrafo 182).

    El embajador britnico advirti que, desde el punto de vista de Buenos Aires la reaccin del gobierno britnico ante el mal comportamiento, trivial y de bajo nivel del seor Davidoff, poda infligir graves daos a toda la estructura de relaciones bilaterales. (Prrafo 183).

    El Doctor Costa Mndez pregunt, el 25 de marzo, si la orden de expulsin poda ser revoca-da si el seor Davidoff ordenaba a sus hombres que completaran las formalidades de desem-barco, haciendo sellar sus tarjetas blancas en Grytviken. El embajador britnico recomend que se siguiera este curso de accin teniendo en cuenta el riesgo de un enfrentamiento mili-tar () Estuvo de acuerdo que este era el curso de accin ms razonable () siempre que lo que se sellara fueran los pasaportes de los argentinos y no sus Tarjetas Blancas. (Prrafo 198).

    Se present de inmediato una evaluacin titulada: Falkland Islands the incident on South Georgias, que fue difundido el 31 de marzo de 1982 por el Grupo de Inteligencia de Actualidad de Amrica Latina. Este informe estimaba que el desembarco en las Georgias del Sur no haba sido planificado por el gobierno argentino () no se consideraba que el desembarco no autorizado formara parte de los planes de la Armada Argentina () La evaluacin llegaba a la conclusin de que el objetivo principal que persegua la Junta Ar-gentina en su manejo de la disputa por las Islas Malvinas, consista en persuadir al gobierno britnico de que negociara el traspaso de soberana y era probable de que tratara de utilizar el incidente de las Georgias del Sur para obtener la pronta apertura de las conversaciones sobre la base tratada en Nueva York en febrero de 1982. (Prrafo 230).

    Es sugestivo que esta evaluacin del incidente en las Georgias, difundido el 31 de marzo de 1982 y con seguridad elaborado antes no haya tenido debidamente en cuenta la au-sencia de responsabilidad tanto del Gobierno argentino como de nuestra Armada, y haya

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    insistido, en cambio, en que las autoridades britnicas reaccionaran como lo hicieron ante el supuesto de obtener la pronta apertura de las negociaciones.

    La crisis de la semana comprendida entre el 19 y el 26 de marzo de 1982, ocurri cier-tamente como la describen los prrafos transcriptos, pero se aliment con otros ingre-dientes que no pueden omitirse: la presin parlamentaria, la inflamada participacin de los medios de comunicacin, la imprudente calculada? actitud del gobernador de la colonia alarmista en los mensajes a su metrpoli, agresiva en sus acciones y provocativa en el manejo de su frente interno, la desmedida escalada inicial con la proyeccin del poder naval como superfluo acto de hostilidad y la pautada sucesin de ultimtum cada vez ms apremiantes y compulsivos.

    El conflicto se mostraba imprevisible en su desenlace militar, pero para Inglaterra la op-cin blica era un recurso tantas veces calculado que ya les resultaba familiar y razonable.

    La verdad es que no todas las previsiones britnicas para el uso del poder militar fueron papeles escritos; los planes contingentes, que peridicamente elaboraban los Estados Mayores en relacin con un lejano conflicto por las Malvinas, gozaban en el Reino Unido de mejor y ms larga vida que sus negociaciones diplomticas de fachada.

    La reaccin inglesa en el apresto que incluy importantes modificaciones estructurales en numerosos barcos, el envo de la Fuerza de Tareas Corporate, y la magnitud de la respuesta con ciento cuarenta (140) unidades de superficie, dos (2) portaaviones, vein-tiocho mil (28.000) hombres, ciento cuarenta (140) helicpteros, sesenta (60) aviones de combate, cinco (5) submarinos nucleares de ataque y uno (1) convencional, corro-boran su constante determinacin de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza militar y confirman la vigencia y el desarrollo alcanzado por su planificacin previa.

    Debe puntualizarse, por ltimo, que los prrafos 62 y 149 del Informe Franks transcrip-tos precedentemente, mezclan verdades con falsedades.

    As, en el prrafo 62 se afirma que en octubre de 1977 me desempeaba como Agrega-do Naval en Londres, cuando lo cierto es que ocup ese cargo en 1975. Desde el 8 de febrero de 1976 y hasta el 7 de diciembre de 1977 fui Comandante de la Flota de Mar, y en tal carcter me cupo el deber, entre el 24 de septiembre y el 2 de octubre de 1977, en defensa de los intereses martimos argentinos, de detener y apresar a siete barcos pesque-ros soviticos y a dos blgaros que pescaban ilegalmente en aguas argentinas, todos ellos dentro del lmite de las doscientas millas del territorio continental.

    Tambin es verdad que haba cerca de treinta unidades soviticas pescando en proxi-midades de Malvinas, pero de stas ninguna fue detenida, en cumplimiento de rdenes superiores que as me lo indicaron. Efectivamente, para diciembre de 1977 se haba acordado reiniciar las conversaciones con el Reino Unido sobre la cuestin soberana y por eso, antes de proceder a la eventual captura de aquellas naves, requer autorizacin a mi superior inmediato, el Comandante de Operaciones Navales, Vicealmirante Antonio Vaek, el cual la deneg pues no deba drsele a Gran Bretaa ninguna posibilidad de excusas para justificar nuevas dilaciones en las tratativas sobre el viejo diferendo.

    No es cierto pues que haya estado en Londres en 1977, ni que haya llamado la atencin de los funcionarios del Foreign Office, ni que los buques soviticos y blgaros que proce-d a detener y apresar lo hubieran sido en aguas de Malvinas.

    Hay que rectificar igualmente el prrafo 149, el cual transcribe un informe del Servicio de Inteligencia Britnico, que revela con exactitud lo decidido por nuestro Comit Mi-litar el 9 de marzo de 1982, pero que, con su clsica conducta, los redactores agregan un matiz tergiversador. Sucintamente: que el Doctor Costa Mndez haba decidido que si las conversaciones no producan resultados se montara una campaa contra Gran Bretaa en organizaciones internacionales era cierto; que si sta no prosperaba y las

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    conversaciones sobre el Beagle no progresaban, era una premisa falsa; y que era proba-ble que no quedara otra alternativa que la fuerza, era cierto.

    La agresin britnica segn la requisitoria fiscal (Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas)

    Resulta de particular inters, para completar la informacin del tema abordado, cono-cer las conclusiones que enumer el Fiscal General del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, Brigadier Auditor, Doctor Hctor Nicols Canale. Conclusiones que desarroll en su requisitoria para acusar a los imputados en el proceso militar seguido contra los miembros de la Junta Militar de Gobierno.

    En este documento publicado en el Suplemento 751-D-5, Volumen 105, (1987) del Boletn del Centro Naval, la Fiscala admiti sin retaceos la agresin britnica, pero no comparti la decisin poltica tomada por la Junta.

    Como es nuestra pretensin hacer pblicos los antecedentes ciertos de la resolucin poltica acordada en marzo de 1982, consideramos pertinente la transcripcin de las afirmaciones de la Fiscala, que de algn modo, la confirman.

    Dice el fiscal general:

    1. En los dichos de quienes investan la autoridad poltica de la Nacin y ejercieron efectivamente los poderes de la guerra previstos en nuestro ordenamiento jurdico insti-tucional entonces vigente, las acciones blicas emprendidas configuraron una guerra de carcter defensivo.

    2. Casi podra decirse que el grueso de los imputados y testigos que se pronuncian sobre el particular coinciden en afirmar que la decisin de apelar a las armas por parte de la Junta Militar se origin en una actitud positivamente agresiva de Gran Bretaa, materializada en:

    a) Negativa a negociar.b) Influencia del elemento kelper en la congelacin de las negociaciones.c) Sntomas de un incremento inmediato de las fuerzas britnicas en las Islas Malvinas.d) Ultimtum britnico en el incidente Davidoff (Georgias).

    3. Estos hechos pueden aceptarse como configurativos de agresin justificante del ejercicio del deber de legtima defensa, que debi asumir la Junta Militar en los das previos a la ocupacin militar de las Islas Malvinas (Conf. Halajezuk-Moya Domnguez, Derecho Internacional Pblico, Ed. 1978, pgs. 511/15 y Resolucin N. 3314 XXIX de la Asamblea General de las Naciones Unidas, arts. 1., 4., 5., 7. y 8.).

    4. No escapa a la consideracin de esta Fiscala General que el anlisis de los documen-tos emitidos por la Junta y el Comit Militar (DENAC 1/82 DENAC 2/82. DEMIL 1/82), en los que se consigna la planificacin para obtener el cumplimiento del objetivo poltico y estratgico militar, nos llevara a una conclusin aparentemente diferente a la mencionada.

    5. En los mismos, si bien la justificacin del empleo del poder militar se apoya en los antecedentes reseados que tipifican la agresin de Gran Bretaa, previa a la ocupacin de las Islas por nuestras tropas, es evidente que la terminologa emplea-da para definir los conceptos Objetivo Poltico y Objetivo Estratgico Militar, puede interpretarse como definitoria de una guerra no estrictamente defensiva, sino predominantemente de reconquista (Cabanellas G., Diccionario Enciclopdico de Derecho Usual, T IV, pgs. 217/8). Es ms, en la opinin pblica y aun en los sentimientos del grueso del personal militar actuante, la epopeya tuvo un gran in-grediente anmico de reconquista.

    6. El objetivo ocupar para negociar, es decir, emplear el poder militar defensi-vamente, slo para disuadir a Gran Bretaa, creando una mera situacin de hecho que

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    la impulsara a reconocer nuestra soberana sobre las Islas por la va de la negociacin, aparece esbozado en el inciso d) de la misin encomendada al rea de Relaciones Exte-riores en la DENAC 1/82 (fs. 303-CAERCAS).

    7. Esta misin se repite en la DENAC 2/82 (Fs. 315-CAERCAS), pero ni en la DE-MIL 1/82, ni en los dems planes emitidos en su consecuencia, poda razonablemente mencionarse, por ser materia poltica ajena al objeto de cada uno de dichos documentos y no resultar aconsejable su enumeracin en trminos militares explcitos, dado que, de trascender esta intencin, podra afectar la finalidad de disuasin perseguida con el empleo militar por la estrategia nacional.

    8. Por ello, esta Fiscala General se inclina a compartir la explicacin que al res-pecto da el Brigadier General (R) Basilio Arturo Ignacio Lami Dozo, al contestar las preguntas que se le formularon sobre el particular en su ltima ampliacin indagatoria (fs. 6004/5-6022/3).

    9. Esta intencin disuasiva se mantuvo con otras exteriorizaciones cuando las pre-visiones iniciales de ocupacin con slo quinientos hombres, ante la inmediata reaccin armada britnica, se ven superadas y se impone como condicin para su mantenimiento, el refuerzo extraordinario de las fuerzas militares afectadas a la operacin.

    10. Cabe tener presente que esta Resolucin Estratgica Nacional de la Junta Mi-litar concuerda con la poltica sostenida por el Gobierno Nacional con posterioridad a la rendicin de Puerto Argentino, pues no se ha aceptado hasta hoy la presin de Gran Bretaa en el sentido de declarar formalmente el cese de las hostilidades, lo que impli-ca el mantenimiento, bajo nuevas formas, del mtodo disuasivo emprendido entonces mediante el empleo de la fuerza armada, para lograr el allanamiento a una negociacin inmediata sobre la soberana de las Islas.

    11. En este sentido, la respuesta del Gobierno argentino a la decisin de Londres de poner trmino a la prohibicin de importar mercaderas de nuestro pas, hecha pblica por nuestra Cancillera el 10 de julio prximo pasado, ratifica lo argumentado en el p-rrafo precedente, cuando expresa: El Gobierno argentino no ha considerado necesaria una declaracin formal de cese de hostilidades, que de hecho ha sido reconocido en diversas resoluciones de las Naciones Unidas. No obstante, si esta circunstancia fuera el obstculo remanente a juicio del Gobierno britnico para el inicio de las negociacio-nes, el Gobierno argentino estara dispuesto a declararlo tan pronto como el gobierno del Reino Unido acepte iniciar las negociaciones globales recomendadas en forma reite-rada por la comunidad internacional.

    12. Admitida hipotticamente como aceptable que la situacin previa a la decisin de ocupar las Islas configur una agresin de Gran Bretaa que impuls a la Junta Mili-tar, en ejercicio del legtimo derecho de defensa, a adoptar una decisin poltica inme-diata para preservar la viabilidad de una negociacin que posibilitara la consolidacin de nuestra soberana en discusin, la eleccin del empleo del poder militar a tal efecto no aparece como totalmente irrazonable, aun, con un criterio evaluativo estrictamente militar de esta decisin estratgica nacional.

    La resolucin poltica

    Las evidencias analizadas desde el poder poltico y las conclusiones que derivamos de ellas, indicaban que debamos concentrarnos en dos amenazas. La agresin britnica, por un lado, y el retroceso en la lucha por la recuperacin de nuestros derechos sobera-nos (a pocas anteriores a 1965).

    Requeramos, por lo tanto, una poltica que anulara esta doble amenaza, que lograra revalidar nuestros derechos y que nos colocara en una situacin favorable, para discutir

  • 284 Malvinas: la guerra justa. PorMenores de la crisis argentino-britnica de 1982

    con seriedad nuestras diferencias y reclamos al Reino Unido, a la luz de la opinin p-blica internacional.

    Con el asesoramiento y el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores y de los respon-sables en las diferentes reas relacionadas con l, consideramos uno a uno los cursos de accin probables y llegamos a esquematizar cuatro alternativas posi