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    Secuencia. Revista de historia y cienciassociales

    ISSN: 0186-0348

    [email protected]

    Instituto de Investigaciones Dr. Jos

    Mara Luis Mora

    Mxico

    NAVARRO OCHOA, ANGLICA; GOYAS MEJA, RAMNDesintegracin de la hacienda y conformacin de ejidos en el valle de Ameca, Jalisco. El caso de la

    hacienda El Cabezn

    Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, nm. 92, mayo-agosto, 2015, pp. 139-166

    Instituto de Investigaciones Dr. Jos Mara Luis Mora

    Distrito Federal, Mxico

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=319138154006

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    Fecha de recepcin:

    2 de mayo de 2013Fecha de aceptacin:

    25 de enero de 2014

    Desintegracin de la hacienda y conformacin

    de ejidos en el valle de Ameca, Jalisco.El caso de la hacienda El Cabezn

    ANGLICA NAVARRO OCHOACentro Universitario de los Valles-Universidad de Guadalajara

    [email protected]

    RAMN GOYAS MEJA

    Centro Universitario de los Valles-Universidad de Guadalajara

    Resumen

    El presente trabajo aborda el proceso de conformacin ejidal en el valle de Ameca, Jalisco, enespecfico el caso del ejido El Cabezn en los aos treinta del siglo pasado. Analiza las cir-cunstancias y fenmenos que provocaron la desintegracin de la hacienda del mismo nom-bre, as como las dificultades que enfrentaron los solicitantes de tierras para lograr su obje-tivo: el derecho a la tierra. Pretende contribuir a aclarar algunos puntos de la historia regio-

    nal en relacin con la ejecucin de la reforma agraria; al mismo tiempo dar cuenta de lasacciones humanas cuya comprensin permitir entender la situacin que vive el ejido y losejidatarios de El Cabezn, municipio de Ameca, Jalisco, hoy en da.

    Palabras clave: hacendados, ejidatarios, ejido, leyes agrarias y conflictos.

    Disintegration of the Hacienda and Formation of Shared Lands in the

    Ameca Valley, Jalisco State. The Case of the El Cabezn Hacienda

    Abstract

    This work explores the formation of the ejidos in the Ameca Valley, Jalisco, particularly thecase of the El Cabezn ejido in the decade of the 30s of the twentieth century. It analyzesthe circumstances and phenomena that caused the disintegration of the hacienda with thesame name, and the difficulties faced by those applying for land in achieving their objecti-ve, the right to land. It aims to clarify certain points of regional history relating to theimplementation of Land Reform, describe the human actions and thus enable greaterunderstanding of the current situation experienced by the shared land of El Cabezn, in theMunicipality of Ameca, Jalisco, and its owners.

    Key words: landowners; ejido owners; land laws; conflicts.

    Esta obra est bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada

    Secuencia (20 5), 92, mayo-agosto, 40- 66ISSN: 0186-0348, ISSN electrnico: 2395-8464

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    Desintegracin de la hacienda y conforma-

    cin de ejidos en el valle de Ameca, Jalisco.El caso de la hacienda El Cabezn

    Anglica Navarro Ochoa y Ramn Goyas Meja

    INTRODUCCIN

    La concentracin y lucha por la tierrapor parte de campesinos y jornalerosson procesos cuya comprensin per-miten entender el devenir, proyectos,visiones del mundo, formas de sociabili-dad y conformacin de relaciones en loca-lidades y regiones en Mxico a lo largo delos siglos XIX y XX. El acercamiento a estosprocesos ayuda a entender el surgimientodel movimiento revolucionario mexicanoy la necesidad de llevar a cabo el repartoagrario. Un reparto que trat de resol-ver los problemas de justicia social ysentar las bases para el desarrollo econ-

    mico de las mltiples regiones en el pas.A fines del siglo XIX, los dueos de lashaciendas aprovecharon la tecnologa, elagua y las vas de comunicacin paradiversificar sus actividades, aumentar suproduccin y sacar mayores beneficios, locual les permiti sobrevivir pese a las difi-cultades propias del campo y las recurren-tes crisis econmicas. Este fue el caso de lashaciendas de los valles de Ameca y Tala, alponiente de Guadalajara, Jalisco, las cua-les expandieron o constrieron su exten-sin a lo largo de varios siglos; algunas deaquellas haciendas fueron conformadas araz de mercedes reales otorgadas por lacorona espaola en el siglo XVI como

    Cuisillos, otras fueron mayorazgos ohaciendas de gran productividad agrcola,ganaderas e industrial como El Cabe-zn, o por adquisiciones que hicieron losmiembros de una familia a lo largo de ex-tensos periodos es el caso de Las Fuentes.

    La hacienda de El Cabezn a la cualatae este estudio estuvo desde finalesdel siglo XVIII en manos de la familia Ca-edo, misma que gracias a las relacioneseconmicas y polticas que estableci en elestado de Jalisco y ms all logr mante-nerla como una exitosa unidad produc-tiva hasta principios del siglo XX. El obje-tivo de este trabajo, ms que dar cuentasobre la trayectoria de esta hacienda y de

    sus dueos, pretende analizar la ltimafase de su larga existencia, centrndose enel proceso de su desintegracin; una desin-tegracin que fue el resultado de variosfenmenos nacionales, estatales y locales.Uno de estos fenmenos fue la reformaagraria que dio lugar a la conformacinde ejidos con los cuales se pretendi repa-rar despojos y abusos de los hacendados, ycontribuir a superar la miseria y privacinque embargaba a los peones o trabajado-res, lo que no se lograra cabalmente.

    El proceso fue complejo y tardado, ygener dificultades mltiples contra ha-cendados y autoridades locales, pero tam-bin entre los mismos ejidatarios. De ah

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    la necesidad de estudiar este proceso, cuyacomprensin permitir entender la situa-

    cin que en la actualidad vive el ejido y losejidatarios de El Cabezn, Municipio deAmeca, Jalisco.

    LA CONCENTRACIN YDESCONCENTRACIN DE LA TIERRAEN LA FAMILIA CAEDO

    La concentracin de la tierra y el podereconmico ha sido una vertiente centralde la historia de Mxico, a la que noescapa Jalisco. Varios son los trabajos quedan sea de una rancia oligarqua jalis-ciense que domin desde finales del si-glo XVI hasta las tres primeras dcadasdel XX. Tambin muestran cmo el con-trol de la tierra y las actividades produc-tivas fueron transformndose segn lascircunstancias locales, los vaivenes de laeconoma y la poltica nacional y de lasfamilias poseedoras (Muri, 1982; Ol-veda, 1991; Palomino y Caedo, 1947,vols. 1-3; Valerio, 2003). En Jalisco, laposesin de la tierra conform pequeos

    latifundios y/o haciendas que lograronentre 10 000 y 40 000 ha, para el ao1900 (Valerio, 2003, pp. 198-200).1 En laregin Valles existi un gran nmero dehaciendas, pero fueron pocas las que reba-saron las 10 000 hectreas en estas fechas.2

    Por otro lado, el nmero de ranchos cre-ci consideradamente en 1882 y se conso-

    lid en 1910 cuando el nmero lleg a1 045, mientras que slo se tenan regis-tradas 198 haciendas en el estado. Enextensin el rancho y la hacienda parecenindistintos en esta poca, pues su tamaooscila entre 5 000 y 10 000 hectreas. Sinembargo, la hacienda est por encima delrancho en cuanto al valor de sus terrenos

    y en el nmero de hectreas de cultivo,tanto de riego como de temporal; mientrasque los ranchos tienen mayor nmero detierras ociosas y de monte.

    No obstante lo anterior, existieronfamilias que entre haciendas y ranchoslograron poseer gran cantidad de tierrasy este es el caso de la familia Caedo.3 Enel ltimo tercio del siglo XIX, esta familia

    1 Valerio (2010) tambin afirma que del total de

    las haciendas registradas a escala nacional para ini-cios del siglo XX, 94% posean menos de 10 000 hec-treas, 4% de 100 000, 1% de 250 000, 1% de300 000 hectreas.

    2 Estas haciendas fueron, segn datos del ArchivoHistrico Agrario de Jalisco (AHAJ): Rancho de Gue-vara y Hizizilapan, 12 480; San Isidro Mazatepec,20 327; Bellavista, 24 470; San Sebastin y ane-

    xas, 25 364; La Gavilana y anexas, 25 364; Huaxtla,12 000; San Felipe de Arango, 17 556; Estipac,26 040; Labor de Rivera, 18000 ha. Estas extensio-nes fueran obtenidas del Registro Pblico de la Pro-piedad de Ameca cuando se iniciaron los trabajos dela reforma agraria, pero generalmente no correspon-dan a la realidad, pues los propietarios no tenan biendefinido lo lmites o no registrados para evitar el pagode los impuestos respectivos. Cuando se dio el procesodel reparto agrario y con las mediciones para confor-macin de ejidos, muchas de estas haciendas rebasa-ron dichas extensiones.

    3 Manuel Calixto Caedo de Alcaraz, originariode Real del Rosario (Sinaloa), a mediados del sigloXVIII comenz una dinasta familiar que permane-cera en la regin Valles hasta las primeras dcadasdel siglo XX. En 1765 compr la hacienda de El Ca-

    bezn y La Vega, en 1772 la hacienda de Buenavistay en 1780 la hacienda de La Calera, con las cualessolicit el mayorazgo en 1785 y que fue autorizadopor cdula de 18 de abril de 1790 (Olveda, 1991,pp. 30, 45, 408; Palomino, 1947, p. 42). A su muerteen 1793 dej en posesin de la familia Caedo unaserie de propiedades que aumentaran sus sucesoresa lo largo del siglo XIX.

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    Fuente: elaboracin propia a partir del anexo cartogrfico del Plan de Desarrollo de la regin Valles,1998-2000.

    Mapa 1. Regin IX, Valles de Jalisco

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    posea trece propiedades que conjuntasrebasan las 30 000 hectreas, y que fue-

    ron: El Cabezn, Buenavista, La Vega, LaCalera, Trapiche de Abra, Agua Calien-te, Labor de Medina, San Antonio Matute,Santa Mara de la Huerta, Los Amiales,La Esperanza, Jayamitla y Quila (Amaya,1983; Castaos, 1972; Palomino, 1947).

    Jos Ignacio Caedo y Valdivieso sera unode los miembros de esta familia que con-

    solid el latifundio, el cual fue repartidoentre sus hijos a su muerte en 1886: que-dando El Cabezn, la mitad de Jayamitlay el palacio de Caedo en Guadalajaraa Manuel Calixto, y a Jess Odiln Cae-do Matute las fincas de La Esperanza,antes Los Amiales, y la mitad de la ha-cienda de Quila. Jos Ignacio hered lahacienda de San Antonio y la mitad dela hacienda de Quila, y Salvador la hacien-da de Buenavista y la mitad de Jayamitla.

    Cada uno por su cuenta aument susbienes o se deshizo de ellos. Es el caso dela hacienda de San Antonio que se con-form a partir de la particin de la hacien-da de El Cabezn y fue vendida por JosIgnacio Caedo Matute el 27 de junio de

    1887 a Jos Ignacio Llano, operacin tes-tificada en Guadalajara ante el notarioHeraclio Garciadiego.4 O el de Jess Odi-ln Caedo Matute y la hacienda de LaEsperanza, quien junto con los bienes reci-bidos heredara cuantiosas deudas que lacrecent, y que lo llevaron a una fuertecrisis econmica y a la posterior venta delo heredado. Ante la situacin de la ha-cienda de La Esperanza, y con la inten-cin de administrar los bienes y liberarsede las deudas, los hermanos Caedo for-

    maron una sociedad mercantil bajo larazn social Caedo Hermanos con una

    duracin de diez aos. Sin embargo, lasociedad no funcion y se disolvi tresaos despus en comn acuerdo entre lossocios; cada uno de los socios se qued conlos bienes heredados y, al mismo tiempo,con las respectivas deudas de esos bienes(Valerio, 2003, pp. 285-285).

    Las numerosas deudas de la hacienda

    La Esperanza desmienten la idea de queesta era una unidad productiva exitosa yautnoma. Segn los libros de Protocolosdel Archivo de Instrumentos Pblicos de

    Jalisco (AIPJ) durante el periodo que va de1876 a 1914, y de documentos del Archi-vo Histrico Agrario de Jalisco (AHAJ), lafamilia Caedo contaba con 34 hipotecas,con once acreedores distintos y con unacantidad que sumaba 1 379 500 de deu-da.5 La venta posterior de la hacienda deLa Esperanza por Odiln Caedo Matutefue obligada ante la imposibilidad depagar las deudas.

    La situacin no mejor para la siguien-te generacin de los Caedo. La adminis-tracin de la hacienda El Cabezn por

    Manuel C. Caedo e iguez no fue nadafcil, as se observa en las mltiples que-jas y solicitudes que este hace a la Secre-tara de Hacienda y al Departamento deAguas y Fomento del pas por no poderpagar los impuestos, cobros por el con-sumo de agua, ni apoyar las obras de reen-cauce del ro Ameca.6 Un oficio emitido

    4 Aprovechamientos Superficiales. Caja 1164,exp. 16304, f. 6. Archivo Histrico del Agua (AHA),Mxico.

    5 Para mayor detalle consltense, Varios nota-rios, 1876-1914. Archivo de Instrumentos Pblicosde Jalisco (AIPJ); Valerio (2003); y exps. 959, 353,660, 2080, 2817, 598, 923,88, 347, 26, 2837. AHAJ,Mxico.

    6 Cuando muere Manuel Calixto Caedo Matutese lee su testamento el 29 de diciembre de 1905. A

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    el 21 de enero de 1930 por ManuelC. Caedo al jefe de la II zona de Aguas,

    Tierras y Colonizacin, el ingeniero Ig-nacio L. Figueroa, por motivo de los pro-yectos de reencauzamiento del ro Ameca,da cuenta del problema econmico en quese encontraba; en dicho oficio manifiestaque no est de acuerdo con el proyectopor los altos costos y porque no le pareceeficiente, propone otro cauce pegado al

    cerro de Ameca, donde slo se construiraun bordo y no dos, como seala el pro-yecto propuesto, lo que ahorrara costos.Adems dice:

    Por cuanto a la aportacin de mi parte paralos gastos que demanda la construccin delas obras de encauzamiento, manifiesto aUd. con toda sinceridad protestando decir

    la verdad, que no tengo fondos de que dis-poner, pues desgraciadamente la agriculturaest sumamente abatida por los bajsimosprecios de los productos en el mercado, porlo muy elevado de los diversos impuestosque pagamos pues son los mismos que pag-

    bamos cuando nuestros productos valanmucho ms que ahora, porque nuestros

    acreedores no cobran sus rditos tambin sindescuento alguno, y porque, desgraciada-mente la industria de ser azucareros nos hanaportado a los que tenemos la desgracia deser azucareros, una verdadera ruina. De talsuerte que en lugar de contar con fondospara obras como las citadas, no contamoscon ellos por ahora ni para las necesida-

    des ms ingentes.Por tanto no cuento con fondos parapoder emprender obras de ninguna especiey tanto es as que muy a mi pesar estoy car-gando con el pago de las contribuciones pormi propiedad, y por lo mismo apelo al buencriterio de Ud., as como al Departamentode Aguas y Fomento, para que mirando quees un hecho que la poca actual es desastro-

    ssima bajo el punto de vista econmico delos agricultores, no se nos obligue por lomismo a hacer gastos en obras nuevas paralas cuales no tenemos dinero.7

    Este y otros documentos sealan ladifcil situacin financiera de las hacien-das de la regin Valles hacia los aos

    treinta debido, entre otros factores, a labaja de los precios de los productos agr-colas, en especial del azcar, que llevarona Manuel Caedo a endeudarse con elfisco. A esta situacin se sum la provo-cada por las inundaciones del ro Amecay, por otro lado, a que los propietarios yano queran invertir en obras hidrulicasdebido a la amenaza latente de la afecta-cin de la reforma agraria.

    Desde el rgimen de Porfirio Daz sepretendi insertar a la agricultura en unaeconoma capitalista que apoyara el desa-

    la sesin de lectura acudieron su esposa, Elvira i-guez y Sanmartn, en representacin de sus tres hijosmenores (Enrique, Alfonso y Roberto), y los otroscuatro hermanos Caedo mayores de edad: ManuelCalixto, Elvira, Ignacio y Ana Rosa. Quedando Ma-nuel Calixto Caedo e iguez como albacea y admi-nistrador de los bienes de la testamentara de donManuel Calixto Caedo Matute; tal testamentara yaslo posea la finca rstica denominada El Cabezn.Aprovechamientos Superficiales. Caja 1164, exp.

    16304, f. 6. AHA, Mxico. La hacienda El Cabeznqued inscrita en el Registro Pblico de la Propiedadde Ameca, el 3 de marzo de 1919 a nombre deManuel, Elvira, Ana Mara y Roberto Caedo. Aqumismo dice que corresponde a cada uno en manco-mn y proindiviso una sptima parte. Dotacin detierras. Exp. 347. Santa Mara de la Huerta. AHAJ,Mxico. 7 Caja 602, exp. 8756. AHA, Mxico.

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    rrollo econmico del pas, y la haciendamexicana era vista como el medio para

    conseguirlo. Sin embargo, se ha recono-cido que esta unidad productiva y susmecanismos coercitivos del manejo de lafuerza de trabajo, tambin evitaron taldesarrollo.8 A esto se sum el gran acapa-ramiento de recursos por esta unidad pro-ductiva en detrimento de las economasde los pueblos, de los peones y jornaleros

    sin tierras, y de los pequeos propietarios.Pero es de reconocer que la imagen de unaineficiente gran hacienda asociada a pro-pietarios recelosos, esquivos a pagar im-puestos, gaanes, controladores de mer-cados locales y cautivos, de tecnologaatrasada y falta de instituciones eficientespara insertar el campo mexicano en lasenda del desarrollo capitalista, como fue

    la hacienda de El Cabezn, no es genera-lizable a todas las regiones de Jalisco nide Mxico.

    El gobierno estatal, con la intencinde promover el desarrollo econmico delestado, impuls una poltica econmicaque ofreci innumerables exenciones deimpuestos para toda nueva industria; co-

    mo fue el caso de los gobiernos de Curiely Ahumada (Aldana, 1987, t. 1, p. 23).No obstante, la familia Caedo participcon precaucin y modestia en las nuevasaventuras empresariales y lo hizo en elterreno que conoca: en la hacienda y en laproduccin azucarera, pero continu conuna diversidad de actividades en el sectorprimario, entre ellas la ganadera, el cul-

    tivo de cereales, granos y agave, entreotros.

    No obstante, la falta de liquidez eraevidente, la produccin agrcola haba des-cendido considerablemente al igual quelos precios. Una serie de fenmenos me-dioambientales locales (sequa, inunda-ciones, heladas), econmicos mundialesy nacionales (depresin econmica cau-sada por la revolucin y la crisis de

    econmica del 29), y los vaivenes de laspolticas y los gobiernos posrevoluciona-rios (revuelta cristera, reforma agraria,bandolerismo en el campo, movimientoobrero, etc.), fueron elementos que vinie-ron agravar la situacin (Regalado, 1988,t. 5, pp. 99-100).9 Los hacendados nopodan asegurar el empleo a sus jornale-ros, medieros y dems empleados, y la

    poblacin en general tuvo que buscartrabajo fuera de las haciendas o valersede sus propios medios, los cuales no eranmuchos.

    Si la situacin era delicada para elhacendado, para el pen o jornalero no eramejor. El salario en la regin Valles variaba

    8 Dichos mecanismos eran propios de las grandesunidades feudales y no de una economa capitalista,y ms que potenciar el crecimiento agrario origintal retraso social que slo una transformacin vio-lenta, como la revolucin, podra generar un cambio(Tortolero, 2008, p. 37).

    9 Esta situacin que se vivi a finales de la dcadade los aos veinte no se encuentra claramente vincu-lada a la crisis econmica del 29, sino que ya venadesde antes. Desde los primeros aos del siglo XX seevidenciaban fenmenos (socioeconmicos y medio-ambientales) que fueron generando las condicionesque se agravaron cuando estall esta crisis mundial.Esto se observa en diferentes documentos del ArchivoHistrico del Agua donde en diferentes aos y mo-

    mentos los hacendados se quejan por no poder pagarimpuestos, reparaciones hidrulicas, obras de reen-cauzamiento del ro Ameca, etc., lo que atribuyen ala mala o nula produccin agrcola debido a sequas,inundaciones, altos costos de la industrializacin de lacaa de azcar, etc. etc. Vase AprovechamientosSuperficiales. Exps. 6092, 8756, 12908, 2516; cajas253, 8756, 907, 116, respectivamente. AHA, Mxico.

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    segn la dcada y la hacienda donde setrabajaba; en diversos documentos de las

    peticiones agrarias y algunas fuentes bi-bliogrficas, se observa que para los aosde 1910 se registra un monto que va de25 a 37 centavos diarios, para los aosde 1920 de 50 centavos a un peso, y enlos aos de 1930 de 75 centavos a 1.25pesos. Son sueldos que difcilmente obte-nan las familias para satisfacer sus nece-

    sidades, no obstante que la hacienda lesproporcionaba raciones semanales de gra-nos bsicos (entre 20 y 25 litros de maz)y el derecho a pasturas. Por otro lado, elmonto de las cosechas de maz, frijol ytrigo, sobre todo, descienden de manerapaulatina a pesar del incremento de lastierras de labor; esto se debi a que unamayor porcin de tierras se dedican a otros

    cultivos ms rentables, como el magueyo caa de azcar, o a la produccin ga-nadera.10 La escasez de maz y frijol re-percuta de manera especial en las clasestrabajadoras. La situacin era tan graveque los campesinos empezaron a talarbosques bajo su riesgo para realizar siem-bra de coamiles.11

    Esta situacin llev a que se activarala lucha por conseguir tierras que mejora-ran las condiciones de vida de los peones

    y jornaleros. En dicha lucha, el conceptocampesino fue una categora con la cual

    el solicitante de tierra no se identificaba,ni las legislaciones agrarias lo consideraronas; en cambio, el sujeto de la accin agra-ria era colectivo: un pueblo, ranchera,congregacin o comunidad, es decir, unasentamiento con existencia previa y concategora poltica reconocida; estas enti-dades deberan de contar con un mnimo

    de 20 capacitados o campesinos sin tie-rras: jefes de familia o jvenes varonescasaderos sin capital ni otro oficio queel de trabajar la tierra (Menegus, 1990,p. 55; Ochoa, 1989, p. 162; Warman,2001, p. 55). El campesino como talnunca fue considerado sujeto para dota-cin de tierras. Sin embargo, comenz aconformar un grupo social con cierto

    poder poltico que presion a los go-biernos posrevolucionarios para lograrmetas de justicia social y necesidadesde tierras; el surgimiento de comits, co-misiones, convenciones, asociaciones, par-tidos, ligas, confederaciones y lderesagraristas consolidaron la organizacincampesina, pero tambin se convirtie-

    ron en instrumentos del poder y de con-trol de masas donde la participacin delEstado estuvo presente, por convenir a suspolticas de gobierno.

    Es as como los campesinos, en lasdcadas inmediatas al fin de la revolucinmexicana, propiciaron importantes cam-bios polticos econmicos y sociales enMxico (Aboites, 2002, pp. 121-141). Ysu demanda por la distribucin de la tie-rras a partir de los aos treinta cre unhecho poltico nuevo e importante: la pro-yeccin del Estado y del gobierno frentea los campesinos. Es entonces cuando lareforma agraria en la regin de los Vallescomenzara a dar frutos, pero no sin antes

    10 Aunque estos cultivos tambin fueron objetode alza de tasas arancelarias. El gobierno estatal vio alas industrias que manufacturaban estos productoscomo una forma de superar el dficit que tena y reac-

    tivar la economa, lo que fue sealado por Gmez(1988, t. 5, pp. 45-46).

    11 El coamil es un fragmento de tierra conce-dida temporalmente a un campesino para que cul-tive maz bajo una renta en especie y con la condi-cin de que deje los rastrojos para el ganado deldueo. Son terrenos de temporal, generalmente enlas laderas de los cerros.

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    enfrentar una serie de dificultades, comose ver en el siguiente apartado.

    LA LUCHA POR LA CONFORMACINDEL EJIDO

    La cuestin de la tierra o la necesidad deuna reforma agraria fue un componenteque estuvo presente en la lucha armada

    de 1910 y un problema medular de losgobiernos posrevolucionarios; si bien estareforma haba sido el motivo que llev alas masas campesinas a la lucha armada,hasta antes de Crdenas segua siendo slouna promesa para miles de campesinospobres.12 En el periodo que va de 1915a 1934 slo se repartieron en el estadode Jalisco 359 000 ha para 53 476 per-

    sonas, y de 1935 a 1940 aumentaron a1 020 173 ha para 70 478 beneficiarios.El reparto del primer periodo arroj unpromedio de 6.77 hectreas por ejidata-rio, mientras que en el segundo fue de14.47 (Regalado, 1988, t. 5, p. 112). Lafuerte disparidad en el tiempo de losrepartos da sea del dinamismo de la

    entrega de la tierra y la relacin polticaque el gobierno tena con el movimientoagrario; tambin tuvo que ver con la cri-sis poltica y econmica (1929-1932) ylas luchas posrevolucionarias entre callis-tas y agraristas. En estas ltimas, la ba-lanza se inclin hacia una postura callista

    y antiagrarista, sobre todo durante lagubernatura de Sebastin Allende (1932-

    1935), quien se sum a la poltica del planCalles de reconstruccin econmica e in-dustrializacin, pero no de reparto agrario.Entre algunos gobernantes jalisciensesposrevolucionarios exista la idea de que elreparto agrario causaba perjuicios a la eco-noma estatal y nacional, por lo que inten-taron frenarla, pero para otros era la forma

    de controlar y manipular el movimientocampesino; de ah que el reparto aunquelento y limitado, segua dndose.

    Segn Gmez (1988, t. 5, pp. 71-72),durante el periodo de Sebastin Allendeal frente del gobierno de Jalisco significslo beneficios para la burguesa y loshacendados, pues se les concedi una seriede bondades exenciones de impuestos,

    crditos industriales, apoyo legal. Ade-ms se dio otro fenmeno a partir de 1932que si bien podra representar un pro-blema ms a los generados por la crisis alos hacendados, fue un escape para los pro-blemas que comenzaban a generar la afec-tacin agraria. Este fue la repatriacinmasiva de mexicanos que trabajaban en

    Estados Unidos. En su momento el pre-sidente de la repblica, Pascual OrtizRubio, envi un telegrama al gobernadorde Jalisco, Sebastin Allende, en donde lesugiri:

    Debido a la repatriacin de un gran nmerode mexicanos de los Estados Unidos, es nece-saria la participacin de los gobiernos loca-les para solucionar el problema que viene aagravar la situacin interna. Recomiendo sesolicite dentro de la Ley, a los propietarios dehaciendas y predios que inicien fracciona-miento de sus terrenos dando facilidades depago, con el objeto de proporcionales estaoportunidad a los repatriados y a todas las

    12

    Durante el periodo comprendido entre 1915y 1934, en el pas slo se realizaron 7000 dotacionesde tierras, repartiendo un total de 11 580 833 hec-treas a 866161 beneficiarios. Fue hasta con Crdenascuando se reactiv y se concedieron 10 975 dotacio-nes de tierras, 3 975 ms que en los 19 aos anterio-res; distribuy un total de 18 786 131 hectreas, para728 847 beneficiarios (Regalado, 1988, t. 5, p. 112).

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    personas que carezcan de trabajo [...] es con-veniente tambin se estimule la formacin

    de bancos agrcolas para el fraccionamientode colonos, ejidatarios y pequeos propie-tarios (Regalado, 1988, t. 5, p. 100).

    Apoyndose en esta recomendacin yante la amenaza de la afectacin agraria,varios hacendados intentaron fraccionarsus tierras. El problema fue que no lo

    hicieron con sus trabajadores o aquelloscampesinos o repatriados a la zona, queigual no tenan el recurso para pagarlas,sino con amigos, parientes y conocidos desu mismo estrato socioeconmico, como sever ms adelante en este apartado. Porotro lado, la migracin en Jalisco haciaEstados Unidos se vena dando desde finesdel siglo XIX como un fenmeno impor-

    tante, al igual que en Michoacn, Zaca-tecas y Guanajuato. Adems para estazona, y segn las evidencias encontradasen los expedientes agrarios, exista unamigracin interna que movilizaba traba-jadores temporales a las diferentes ha-ciendas de la regin segn la actividadproductiva a realizar. En los censos agrco-

    las de las distintas localidades donde sesolicitaron tierras, fue comn encontrarindividuos que fueron reportados comono vecinos del lugar o depoco tiempo de resi-dencia; aunque esto ltimo tambin sedebi a la migracin forzada de campesi-nos de sus localidades de origen por lainseguridad y/o amenaza de los guardiasblancas y hacendados, ante su posible par-ticipacin en las solicitudes de dotacinde tierras.

    La reforma agraria y agrcola fue obli-gada por las condiciones sociales que vivael pas y los campesinos, pero rechazadacontundentemente por el hacendado y losgobiernos estales y municipales. De ah

    que muchas veces los hacendados coludi-dos con las autoridades impidieron el

    reparto de tierras en los primeros aosy poco o nulo caso se hiciera a las reco-mendaciones del ejecutivo, como la ante-riormente citada de Pascual Ortiz Rubio.Cuando Lzaro Crdenas llega a la presi-dencia de la repblica fue que el proyectoagrario tuvo sus mejores resultados; en

    Jalisco, el gobernador Everardo Topete

    tuvo que sumarse a dicho reparto ante lapresin del presidente de la repblica yde los movimientos sociales que pugna-ban por este bien. As, durante el periododel gobernador Topete se dotaron la mayorcantidad de tierras en el estado, como se veen el cuadro 1.

    El movimiento campesino de estosaos pugn por una mayor agilidad del

    reparto. La precariedad caracterizaba alcampo y durante la crisis de 1929 y losaos posteriores se agudiz la problem-tica de vida de sus habitantes. Los bajossalarios no alcanzaban para satisfacer lasnecesidades bsicas de los trabajadores rura-les y de sus familias, y a veces el salario niexista, pues segua prevaleciendo la tienda

    de raya como forma de pago en especie;esta ltima actuaba tambin como instru-mento de control y endeudamiento de lospeones y jornaleros. Adems, la jornada detrabajo rebasaba las 10 horas y llegabahasta 15, lo que impidi que el campe-sino se pudiera ocupar en de distintas acti-vidades que le permitiera obtener otrosrecursos para el bienestar de su familia.

    En las solicitudes de dotacin de losdiferentes ejidos conformados en la regindel valle de Ameca, el campesino atribuyela peticin de tierra a la:

    Necesidad de la libertad de trabajo para salirde la esclavitud en que estamos sumidos, y

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    de la espantosa miseria en que nos encon-tramos, ya que en este fundo nos estamosmuriendo, no precisamente porque no tra-bajamos, sino porque lo hacemos a reven-tar, y sin embargo las condiciones de explo-tacin humana son tan escandalosas, quesera imposible toda explicacin para for-

    marse idea a menos de no convencerse ocu-larmente. Es por lo expuesto por lo que veni-mos ante usted de acuerdo con lo prevenidoen el decreto del 6 de enero de 1915, a so-licitar sea dotada esta comunidad con lastierras indispensables donde cultivar libre-mente nuestro porvenir para lo cual espera-mos que desde luego sea escuchada nuestrasolicitud.13

    No obstante la situacin manifestadapor los solicitantes de ejidos, los hacen-dados se valieron de una serie de estrate-

    gias para evitar el reparto y convencer aalgunos de ellos para que se opusierana tal cometido. Fue el caso de Manuel C.Caedo e iguez que ante la solitud delos ejidos de El Cabezn, Labor de Medinay Los Pocitos present contratos de medie-ros y de arrendatarios para afirmar que los

    solicitantes eran mozosacapillados de lahacienda, que estaban dedicados a traba-jos de la misma y, por lo tanto, vivan aexpensas de esta;14 Caedo apelaba a que

    13 Dotacin, exp. 250. La Esperanza, Municipiode Ameca. AHAJ, Mxico.

    14Acapillado parece ser sinnimo deacasillado.Un pen acasillado fue aquel trabajador ms cercanoy especializado de la hacienda, tena un salario fijo,

    una dotacin de maz semanal, formaba parte de lalista de deudores de la tienda de raya y viva en elcasero de la hacienda; esto le impidi solicitar tie-rras que pudieran afectar el ncleo de la hacienda locual cambiara hasta la modificacin del artculo 27de la Constitucin de los Estados Unidos Mexicanos,el 9 de enero de 1934. Para mayor detalle vase,Warman (2001, p. 65).

    Cuadro 1. Reparto de tierras para el municipio de Ameca,segn cada gobernador

    Gobernador Hectreas repartidas Beneficiados

    Jos Mara Cullar

    General Ruperto Garca de Alba(12 de julio de 1930 al 28 de febrero de 1931) 518.00 73

    Sebastin Allende(1 de abril de 1932 al 28 de febrero de 1935) 1 635.00 135

    Everardo Topete(1 de marzo de 1935 al 28 de febrero de 1939) 30 609.61 3 081

    Silvano Barba Gonzlez(1 de marzo de 1939 al 30 de diciembre de 1940) 5 181.30 272

    Fuente: elaborado con base en datos de AHAJ, Mxico.

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    no exista comunidad agraria de campesi-nos, lo que fue ratificado por las autori-

    dades municipales de Ameca. El hacen-dado se present a las reuniones censalespara hacer las objeciones correspondien-tes, llev pruebas que demostraban quelos solicitantes eran peonesacasillados desu hacienda o de que no pertenecan a lospoblados solicitantes sino a localidadesajenas; tambin mostr actas en donde

    los vecinos de estos lugares sealaban queestaban en contra del reparto y no que-ran ser parte de la lista de posibles do-tados. Estos lugareos, incitados por elhacendado, exhibieron escritos donde ma-nifestaron que se desistan de la solicitudejidal en virtud de que los propietarios dela hacienda de El Cabezn les propor-cionaban trabajo continuo, les pagaban

    salarios mnimos a unos y les daban tierrasen aparcera a otros, por lo que renuncia-ban a su derecho de recibir parcelas ypedan se suspendiera la tramitacin delexpediente.15

    De igual forma, Manuel C. Caedo seopuso primero a la restitucin y despusa la dotacin del ejido de San Martn de

    Hidalgo, aunque con otros elementos.Este ejido fue uno de los pioneros en soli-citar la restitucin de tierras en la regin(el 31 de agosto de 1915), lo hizo apegn-dose a la Ley Agraria del 6 de enero de1915 proclamada por Venustiano Ca-rranza;16 esta ley conceda a los pueblos

    indgenas la restitucin de sus tierras deli-mitadas en los ttulos de propiedad otor-

    gados por la corona espaola. San Martnfue pueblo indgena en sus orgenes, porlo que se apeg a su derecho de restitu-cin de tierras indgenas acaparadas porla hacienda de El Cabezn y otras, pordiversos mecanismos. Pero tambin loshabitantes de este lugar hicieron uso desus influencias polticas para lograr su

    cometido.

    17

    Parte de las tierras de este pueblo seencontraban en posesin de cinco hacien-das, dos de ellas (El Cabezn y Los Amia-les) pertenecientes al municipio de Amecay tres (Santa Mara de la Huerta, Los Si-tios y San Jos Miravalles) al de Cocula,siendo a este ltimo al que pertenecaSan Martn. El 8 de octubre de 1915 la

    Comisin Local Agraria acord devolverlesus tierras a la comunidad de San Martnde Hidalgo, y el 7 de junio de 1916 elgobernador del estado declar procedentela restitucin, otorgando 1 297 ha; perodicha restitucin afectaba a las haciendassealadas y sus dueos no aceptaron la dis-posicin dada por este organismo. Manuel

    C. Caedo, como los otros propietarios,hizo valer sus influencias polticas y ar-gucias jurdicas para defender sus tierras;tramit un amparo, anteponiendo el argu-

    15

    Dotacin de tierras. Exp. 959. El Cabezn.AHAJ, Mxico.

    16 Dicha ley, en su fraccin segunda expresa: Sedeclaran nulas todas las concesiones, composicioneso ventas de tierras, aguas y montes, hechas por laSecretara de Fomento, Hacienda y cualquier otraautoridad federal, desde el primero de diciembre de1867, hasta la fecha, con las cuales se hayan invadido

    y ocupado ilegalmente tierras, aguas y montes de losejidos, terrenos de repartimiento o cualquier otraclase, perteneciente a los pueblos, rancheras, congre-gaciones o comunidades (Menegus, 1990, p. 55).

    17

    En San Martn como pocos pueblos de la re-gin tuvo gente que particip en el movimiento revo-lucionario, como Isaac Prez, quien forj alianzas conlos constitucionalistas, en especial con Manuel M.Diguez. Para mayor detalle de esta situacin vaseMndez (2012, pp. 90-94). Lo que posteriormentele servira para lograr propsitos polticos locales yde solicitud de tierras.

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    mento de que sus tierras pertenecan almunicipio de Ameca, por lo que la reso-

    lucin invada los lmites municipales.Ante su presin, Manuel M. Diguez diola orden de que las tierras de El Cabeznno fueran afectadas por ser ajenas al muni-cipio de Cocula. As lo notific el inge-niero encargado de dar posesin:

    Pongo en conocimiento de usted que fuegeomtricamente imposible trazar el cua-dro a que se refiere sin tomar una faja pe-quea del potrero de Tonchincalco de lahacienda El Cabezn, lo cual creo oportunomanifestarle por haber recibido rdenes delComit Poder Ejecutivo del C. gobernadordel estado, de no tomar terrenos para el ejido[de San Martn] del municipio de Ameca.18

    Los solicitantes de San Martn se nega-ban a aceptar esta disposicin y tomaronposesin de las tierras, lo que ocasionfuertes dificultades con los hacendados.Las irregularidades fueron muchas, y el2 de abril de 1918 se citaron a los hacen-dados afectados Manuel C. Caedo yArnulfo B. Matute y se les comunic del

    deslinde, medida y amojonamiento paradar posesin a San Martn. Ante esto, Ca-edo manifest su protesta contra la po-sesin provisional que se les daba a losvecinos de San Martn Hidalgo, porque

    no era legal y se estaban contrariando lasrdenes terminantes del gobernador del

    estado de no afectar las tierras pertene-cientes al municipio de Ameca, de dondepertenecan sus tierras.19 Finalmente, lossolicitantes despus de numerosas proble-mticas internas y externas, tuvieron quecambiar de estrategia para hacerse de tie-rras, pasaron de una solicitud de restitu-cin de tierras a un pueblo indgena por

    dotacin ejidal a una comunidad agraria.As el reparto agrario en esta localidadpas de restitutorio a redistributivo.

    Por su parte, los propietarios de lashaciendas valindose de relaciones y argu-cias legales trataron de impedir el repartode sus tierras, pero hubo tambin ataquesy lucha frontal entre ellos y los solicitan-tes de tierras. Es el caso de la localidad de

    Los Pocitos. En este lugar, desde la reu-nin para llevar a cabo el censo en mayode 1934 se presentaron varias confronta-ciones y quejas de ambos lados. Por unlado, algunos de los campesinos pedanque se les incluyera en el censo de la loca-lidad, manifestando que haca aproxima-damente un mes haban sido obligados a

    dejar el poblado por la fuerza, con ame-nazas y quema de casas por parte de Ma-nuel C. Caedo y sus guardias; a otros, loshaban presionado das antes para que noestuvieran presentes el da que se llevaraa cabo el censo; algunos ms fueron obli-gados a firmar un acta mostrndose im-parciales a la solicitud, y de cuyo conte-nido no supieron o fueron engaados. Los

    18 San Martn de Hidalgo. Exp. 26. Oficio de 10de febrero de 1917 del ingeniero auxiliar de la CNA

    (Comisin Nacional del Agua), Enrique Surez. AHAJ,Mxico. El cuadro a que se refiere el ingeniero es ala medida que concedi la Real Audiencia de laNueva Galicia a esta comunidad en el siglo XVIII yque consisti en una legua cuadrada, que equivala a4 190 metros cuadrados por lado. Para mayor deta-lle de esta medida y otras de la poca virreinal, vaseGoyas (2006, pp. 88-90).

    19 Esta disposicin estuvo contenida en un tele-grama del 30 de enero de 1917 y fue dirigido al pre-sidente municipal de San Martn Hidalgo, para queno llevara a cabo ninguna actividad que afectara aManuel C. Caedo y otros propietarios cuyas tierrasestuvieran dentro del lmite del municipio de Ameca.

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    habitantes de Los Pocitos tambin se que-jaron de que el propietario de la hacienda

    lleg a la junta censal acompaado de susguardias blancas, lo que consideraban unatropello y amenaza a los solicitantes. Lasacusaciones hechas por los campesinos fue-ron presentadas y ratificadas por varios delos presidentes de las comunidades agra-rias vecinas como fue el caso de San Mar-tn de Hidalgo, Ameca, Ahualulco y dealgunos presidentes municipales de estoslugares a donde se fueron a refugiar losvecinos de Los Pocitos.20

    Por su parte, Manuel C. Caedo, comoen otras ocasiones, protest por la dota-cin aludiendo a que era improcedenteporque los censados de Los Pocitos eran

    acapillados, que vivan gratuitamente encasas que pertenecan a su hacienda de El

    Cabezn y dependan econmicamentedel giro de la finca; esto lo demostr me-diante los contratos de acasillamiento y elcertificado de la presidencia municipal deAmeca donde se afirmaba lo que l deca.Tambin cuestionaba tal solicitud porquehaba individuos que no eran vecinos dellugar y, por lo tanto, era improcedente la

    peticin; adems de que algunos habanfirmado tal solicitud sin darse cuenta deque se trataba de pedir tierras y no estabande acuerdo con ella, porque trabajaban enlabores distintas a lo agrcola.

    Otra estrategia de Caedo para eludirla afectacin de la reforma agraria fue elfraccionamiento de la hacienda. Supuesta-mente hizo la venta de fracciones de tie-

    rras pertenecientes a la hacienda de ElCabezn a diferentes compradores, pe-ro en la relacin de nuevos propietariosslo se encuentran amigos, familiares

    directos o polticos, como se observa enel cuadro 2.

    Varios de estos compradores asistierona la junta censal, manifestando su incon-formidad a la solicitud y a la afectabili-dad de sus tierras, antepusieron la razn deque sus fracciones eran pequeos prediosque adquirieron de lo que fue la antiguahacienda de El Cabezn y pidieron que seles respetaran por ser inafectables, segn lopreviene el artculo 27 constitucional y elCdigo Agrario vigente en aquellos das.El representante de los pequeos pro-pietarios, el licenciado Rafael Rodr-guez Martnez, tambin protest por talesdiligencias el 17 de octubre de 1934advirtiendo:

    que en las oficinas agrarias se haba venido

    resistiendo una conspiracin de intriga y decalumnia con fines diferentes a los cumpli-mientos de la ley agraria y provocada porlos agitadores de la regin de Ameca; quelos solicitantes haban venido sosteniendoun cmulo de falsedades y acusaciones infun-dadas; que se censaron personas que notenan residencia; que muchos de los que se

    presentan dicindose peones acapillados dela hacienda de El Cabezn ni siquiera eranvecinos de la hacienda mencionada y otrosdisfrutaban ya de parcelas en el ejido de SanMartn Hidalgo; que algunos no tienen laedad sealada por la ley y que los que vivanen Los Pocitos, eran todos peones acapilladossin derechos a dotacin.21

    Este tipo de alegatos y protestas fueroncomunes entre los hacendados y los peque-os propietarios. Ante esto, los campesi-nos y jornaleros no cedieron y presenta-

    20 Dotacin de tierras. Exp. 660. Los Pocitos.AHAJ, Mxico.

    21 Dotacin de tierras. Exp. 660. Los Pocitos.AHAJ, Mxico.

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    Cuadro 2. Fraccionamiento de la hacienda El Cabezn

    ExtensinDueo Fecha (Hectreas)

    Georgina de Palacio 27 de marzo de 1934 135.95

    Elena de Palacio 27 de marzo de 1934 135.95

    Heliodoro Rojas 10 de marzo de 1934 151.95

    Carlos Dvalos 10 de marzo de 1934 150.00

    Eduardo Orozco 10 de marzo de 1934 150.00Mara Figueroa 10 de marzo de 1934 180.00

    Zenen Camarena 10 de marzo de 1934 180.00

    Ignacio Machain 10 de marzo de 1934 180.00

    Manuel Hernndez Matute 10 de marzo de 1934 180.00

    Jorge Casillas 10 de marzo de 1934 180.00

    Elvira de Sendi 10 de marzo de 1934 151.77Rosa Ana Caedo 10 de marzo de 1934 150.00

    Eduardo Daz Sandi 10 de marzo de 1934 150.00

    Manuel Caedo Jr. 10 de marzo de 1934 164.88

    Elvira iguez 10 de marzo de 1934 150.00

    Jorge Gonzlez 10 de marzo de 1934 150.94

    Ma. Elena Caedo 10 de marzo de 1934 150.94J. Jess Briseo 10 de marzo de 1934 94.00

    Rabel Preciado Hernndez 10 de marzo de 1934 96.00

    Juan Flores 27 de marzo de 1934 132.85

    Ignacio Aguilar 27 de marzo de 1934 120.00

    Salvador Santos 15 de marzo de 1935 43.00

    Heliodoro Rojas vendi a Gabriel Blanco Jr. 6 de febrero de 1935 151.95

    Manuel Hernndez Matute vendi a Guillermo J. Caedo 6 de agosto de 1935 180.00

    Elena Caedo vendi a Guillermo J. Caedo 6 de agosto de 1935 150.94

    Carlos Orozco obtuvo de Eduardo Daz Sandi 1 de febrero 1935 150.00

    Fuente. Dotacin de tierras. Exp. 959. El Cabezn. AHAJ, Mxico.

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    ron sus rplicas a las autoridades corres-pondientes para defenderse. En este caso,

    los solicitantes demostraron que el frac-cionamiento de la hacienda de El Cabeznera ilegal, ya que se hizo para eludir laaccin de la ley agraria y despus de cono-cida la solicitud de tierras por los habi-tantes de Los Pocitos; tambin acusarona Manuel C. Caedo de aprovechar suamistad con el ingeniero Heliodoro Rojasfuncionario del gobierno del estado pararetardar la publicacin de la solicitud, reci-biendo este ltimo, segn expresaron, elobsequio de una fraccin de 151 ha loque es confirmado al revisar la relacinde propietarios a quien vendi terrenosCaedo, citada lneas atrs. Tambinrechazaron la validez de los certificadosde acapillamiento, puesto que haban con-

    cluido tiempo atrs. De igual forma, lossolicitantes refutaron el certificado delpresidente municipal de Ameca, Balta-sar Ramrez, quien los acusaba de ser peo-nes acasillados, y ellos alegaron que si lodeca era por hacer un favor al hacendadoya que fue cajero de la hacienda y mediohermano del ingeniero Rojas. La misma

    comunidad agraria impugn los alega-tos del representante de los propietarios,insistiendo que una buena parte de lossolicitantes de tierras fueron corridos eincendiadas sus casas segn lo tenandemostrado ante las autoridades agrarias ylas municipales.

    Finalmente, el fraccionamiento de lahacienda no se declar improcedente para

    este caso por la fecha, ya que se hizo antesde la publicacin de la solicitud ejidal,pero s lo fue para nuevos ejidos y para lassolicitudes de ampliacin de este mismoejido de Los Pocitos y otros. Finalmente,se concedi la dotacin ejidal el 29 dejunio de 1935; no obstante, esta dotacin,

    como la de distintos ejidos, no dio losresultados deseados para los solicitantes.

    Como se dice comnmente, no queda-ron todos los que solicitaron, ni todos losque deberan estar. Generalmente las eje-cuciones de dotacin beneficiaron a 20 o30% de los solicitantes; el resto, confor-maron las listas de los censos para las pri-meras, segundas y terceras ampliacioneso intentaron conformar nuevos centros depoblacin ejidal, y estos ltimos casi nun-ca fructificaron.

    CONFORMACIN DEL EJIDO EL CABEZN

    La reforma agraria en Mxico se exigidesde el Plan de Ayala de Emiliano Zapataen 1911. Para lograrla se expidieron leyes

    desde enero de 1915 y se elev a rangoconstitucional en 1917. En el artculo 1de la ley de Ejidos publicada el 8 de ene-ro de 1921 (siendo presidente lvaroObregn) se estableci el derecho a obte-ner tierras por dotacin o restitucin entoda la repblica para disfrutarlas en co-munidad en tanto no se legislara sobre su

    fraccionamiento. En esta misma ley, elartculo 13 estipulaba que la tierra dotadaa los pueblos se denominara ejido y ten-dra una extensin suficiente, de acuerdocon las necesidades de la poblacin, la cali-dad agrcola del suelo, la topografa dellugar, etc. Se consideraba tambin queel mnimo de tierras de una dotacin seratal, que cada jefe de familia podra gene-

    rar una utilidad diaria equivalente al dobledel jornal medio en la localidad (Aguado,1998, p. 41).

    De esta forma, el ejido dejaba de seruna simple extensin territorial propie-dad del pueblo y se transformaba en unaentidad jurdica colectiva con capacidad

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    legal, patrimonio propio y rganos repre-sentativos (Rincn, 1980, p. 58).

    La posesin de la tierra vari segn elpresidente de la repblica en turno; fueel caso de lvaro Obregn quien vea lapropiedad de la tierra como algo impor-tante para la dignidad del individuo, yconsideraba a la pequea propiedad comoel sistema ideal de tenencia de la tierra;no obstante, comprendi la necesidad demantener las tierras comunales y apoyarla conformacin del ejido (Hall, 2000,p. 165). Su poltica agraria se orient aintentar elevar la productividad, mejorarlos crditos y, sobre todo, auspiciar quelos productores se organizaran para obte-ner mejores precios de los compradorespotenciales; y por ello se rehusaba a divi-dir las propiedades que eran productivas,

    aunque fuesen haciendas. La reforma agra-ria durante su gobierno y los gobiernossiguientes fue bandera y programa de larevolucin, pero tambin marc un nuevoorden poltico, social y econmico; estareforma tuvo la intencin de resolverlas demandas proclamadas por los cam-pesinos de justicia social, de acceso a la

    tierra y lograr los satisfactores necesa-rios para la reproduccin de las familiascampesinas.

    El proceso de dotacin de tierras fuelento y tortuoso, se tena que pasar pormltiples procedimientos e instancias, co-mo se muestra en el diagrama 1. No obs-tante, el campesino no tuvo otra opciny con todas las dificultades que represen-

    taba se organiz para iniciarlo. Aunquehay que aclarar que el proceso no fue linealy podan transcurrir meses o aos entre laresolucin del gobernador y la ratificacinpresidencial, e igualmente entre la fechade publicacin a la ejecucin deslinde yposesin.

    El 20 de octubre de 1935 los habitan-tes de El Cabezn iniciaron la solicitud

    de tierras ante el gobierno del estado deJalisco, argumentando la necesidad quetenan de ellas para sobrevivir y por lainfluencia de la lucha por la tierra que sellevaba en casi todos los pueblos y locali-dades de la regin Valles. El expedientese instaur el 28 de octubre de 1935 porla Comisin Agraria Mixta. La comuni-dad solicitante, El Cabezn, se encontrabay se encuentra hoy en da enclavada enlos terrenos de la hacienda del mismonombre, colindando con los poblados deLa Labor de Medina, San Martn de Hi-dalgo, Los Pocitos y Ameca. Su acceso a lacabecera municipal, Ameca, en aquellosaos se haca por un camino de herradura,e igualmente a las estaciones de ferroca-

    rril de esta ciudad y de la de San AntonioMatute. Los cultivos principales eran eltrigo, maz, caa, garbanzo, frijol, camotey papa; cultivos en que se ocupaban loshabitantes de este lugar, ya fuese comojornaleros, peonesacasillados o en coami-les, pues carecan de tierras.

    Las condiciones de vida de los campe-

    sinos eran marginales, as lo reflejan losdocumentos y testimonios de los habitan-tes de El Cabezn y localidades circun-dantes. Las mermas en las cosechas porsiniestros naturales (inundaciones de1929) fue uno de los signos de una crisisintensa y prolongada en el medio rural;estas se acrecentaron por los continuos des-bordamientos del ro Ameca. A esto se

    sum la situacin econmica que atrave-saba el pas a raz de la crisis econmicamundial y que afect a los grandes pro-pietarios y, en especial, a aquellos que tra-bajaban para lograr el sustento diario. Eldesempleo tambin sera comn; al ini-cio de la dcada de los treinta se calculaba

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    que existan cerca de 20 000 jornalerosagrcolas desempleados en el estado(Hernndez, 1979).

    Los habitantes de El Cabezn depen-dan del hacendado Manuel C. Caedo,tanto para que les concediera tierra enaparcera o mediera como de los mediospara hacerla producir, y por supuesto estose les conceda con su respectiva ganan-

    cia para el proveedor; por otro lado, comoya se mencion, los salarios de los jorna-les eran mseros y agotador el trabajo, yse dilua el pago en los artculos o racio-nes solicitadas en la tienda de raya de lahacienda. Tambin exista el maltrato quepadeca el campesino por parte de los

    capataces y el patrn. Estas fueron las razo-nes que se antepusieron para solicitar ladotacin de tierras. El Cdigo Agrario quereform el artculo 27 de la Constitucinde los Estados Unidos Mexicanos, del 9de enero de 1934, les permiti confor-marse como un ncleo de poblacin sujetode derechos agrarios, antes de este notenan derecho a solicitar tierras de la ha-

    cienda porque eran peones acasillados;dicho decreto estableci:

    los ncleos de poblacin que carezcan de tie-rras y aguas o no las tengan en cantidad sufi-ciente para las necesidades de su poblacintendrn derecho a que se les dote de ellas,

    Diagrama 1. Proceso legal de solicitud y entrega de la tierras

    Fuente. tomado de Aguado (1998, p. 45).

    1. Ncleo de poblacinSolicitud

    Resolucinpresidencial

    Comisin LocalAgraria

    Parcelamiento yentrega de ttulos

    Resolucin delgobernador

    Deslinde

    Comisin AgrariaMixta

    Posesindefinitiva

    Posesinprovisional

    Departamento

    Agrario

    DepartamentoAgrario

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    tomndolas de las propiedades inmediatas,respetando siempre la pequea propiedad

    agrcola en explotacin.22

    De ah que abrigndose en esta dispo-sicin, los pobladores de El Cabezn seorganizaron para solicitar la dotacin detierras.

    Por otra parte, las visiones en torno ala situacin que privaba en el sector ruraldel valle de Ameca son profundamentecontradictorias, ello explica la polariza-cin y los choques violentos principal-mente entre los jornaleros peticionarios ylos dueos de la tierra. En la solicitud parala restitucin de las tierras del pueblo deAmeca en agosto de 1919 se sealaba:

    Dieciocho propietarios del municipio de

    Ameca son los dueos de la situacin y porende, DUEOS DE VIDAS Y HACIENDAS[sic];y cosa increble que en pleno siglo XX, enque tanto se ha hablado luchando por laLibertad y emancipacin sea lo anterior unaamarga realidad; una prueba evidente de loanterior y que demuestra que los TREINTAY DOS MIL HABITANTES de este municipio;

    no son ms queTREINTA Y DOS MIL MISERA

    -BLES ESCLAVOS[sic]. El ranchero est obligadoa trabajar todos los das del ao y el do-mingo, da de descanso lo pasa en camino ala poblacin para ir a rayar unos cuantosinsignificantes centavos. El maz local lovenden slo pequeos comerciantes ya quelos grandes no venden ni un grano enAmeca, salvo cuando alcanza precios altos,

    pero por lo comn prefieren enviarlo a lasciudades de Guadalajara y Mxico, gene-rando una mayor escasez y hambre en lapoblacin. En 1918 los habitantes de San

    Antonio Matute tuvieron que comer frijolesy hierbas pues [los hacendados] el maz lo

    vendieron fuera y luego no hubo para con-sumo local. Lo mismo pasa con el azcarque la escasearon por no sacarla de sus alma-cenes con la intencin a que alcanzara unmejor precio [].

    El jornalero de haciendas del municipiode Ameca se asemeja al de Yucatn en tiem-pos anteriores. Slo gana un sueldo misera-ble que nicamente le permite comer mazy frijol, gastar mantas de algodn burdaspor traje y huaraches de cuero crudo o cur-tido por calzado. Nunca come ni siquierasabe lo que son PASTAS ALIMENTICIAS, CON-SERVAS, PESCADOS, DULCES, MANTECAS, CAR-NES[sic], pues estas slo las obtiene cuandose mueren los animales o ganado de laHACIENDA y en muchas de ellas no obstante

    que el ganado muere de enfermedades peli-grosas, sin embargo, en vez de inhumarlaspor humanidad e higiene, se las venden dela Cuenta a los desventurados rancheros.Alguna vez y cuando bajan al pueblo a misade lo que economizan a fuerza de abstinen-cia (no comiendo) o de lo que roban (nopuede dar otro resultado tan espantosa mise-

    ria) suelen comprar pan, manteca, carne,pero esto de tarde en tarde, su especialidadde consumo es el AGUARDIENTE (vino te-quila) el que por una necesidad fisiolgicalo toma. Minando por el hasto y profunda-mente desmoralizado por el fastidio, sus nodesarrollados sentimientos que la inculturaha tenido siempre en estado pasivo se con-vierten en un espantoso cinismo; y si su tem-

    peramento es dbil, sucumbe y se convierteen un ente miserable, insensible, indolentey flojo; si el temperamento es al contrario, seconvierte en un ser semi-salvaje, feroz ele-mento propicio para todos los crmenes sal-vajes. Cuando el ranchero enferma l o algnmiembro de su familia, mueren o se alivian

    22 Para mayor detalle vase http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/590/42.pdf.

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    sin ninguna atencin mdica; a excepcinde muy pocos que hacen uso del mdico

    para una consulta o dos cuando ms, y estocuando realmente ya es tarde; pues lo hacencuando todo recurso es intil. Muere el infe-liz ranchero; y el gasto antes indicado ascomo los de defuncin, tienden a aumentarla interminable cuenta que lo compro-mete y esclaviza para toda su vida; y hay del si algn da se le ocurre sacudir el yugo;ms le valiera no haber nacido; pues antesen tiempo dictatoriales, era candidato seguroa ir lejos a Sonora o Yucatn a formar en elejrcito; a no volver a ver ms a su terruo,ni su familia; la que siempre forma la msbaja y andrajosa prostitucin; actualmente,el simple dicho del AMO es suficiente paraque la noche menos pensada el jefe de unaACORDADA por orden propia o del presidente

    municipal COMPADRE o LIMPIA BOTAS DELLATIFUNDISTA[sic], caiga a media noche a sujacal, lo saque y por medio de una CALUMNIA[lo] desaparezca para siempre.23

    La situacin expuesta por los campesi-nos en aquellos tiempos contrastaba con loexpuesto por Manuel C. Caedo, en la con-

    ferencia que dict en la Casa Jalisco el 29 denoviembre de 1944, que titulLos traba-jos en el campo y la vida de las haciendas de Ja-lisco a fines del siglo XIXy principios del actual.En este trabajo se resea con nostalgia unavida idlica, donde trabajadores y hacenda-dos vivan en plena armona y paz, y sinnecesidades. Aqu, un pequeo fragmento:

    Todos sin excepcin vivan en las haciendasde aquellos tiempos bien comidos, bien ves-

    tidos, no haba miseria para nadie; vivanalegres contando con las garantas de todos

    un rgimen de la formalidad, honestidad yrectitud, en una palabra: se senta la verda-dera convivencia entre todo el conglome-rado, de tal suerte que aunque las jerarquasexistan bien definidas, como ya dije, elpatrn con los suyos y todos los habitantesdel lugar, formaban una sola familia en laque se palpaba el cario y reciprocidad entodos sentidos [...]

    As se pasaban los das que parecan muycortitos y se aguardaba la noche para visitarlas fbricas que sin cesar trabajaban da ynoche como la vrtebra fundamental delnegocio industrial de las haciendas en lasque se demostraban las actividades de esandole y en las que se palpaban el cmulo deenergas invertidas por el trabajo y la labo-

    riosidad de los patrones que constantementeluchaban por la prosperidad de las haciendasy el bienestar econmico y colectivo de ellosy de sus trabajadores. De esta manera desli-zbase casi sin sentir los das y al llegar lanoche todos se retiraban a sus habitacionesdispuestos a dormir sabrosamente para lle-var a cabo los planes del da siguiente. Asera la vida en las haciendas, tranquila, sir-viendo de sedante a la de las ciudades ycomo un parntesis gratsimo en la luchaque cada uno sostena en sus campos deaccin.

    Para el bienestar de los peones haba lacircunstancia especial de que para todoshaba facilidad de poner distintas laboresdentro de cada ao, por ejemplo: de maz, de

    frijol, de trigo, de papas, lenteja, garbanza,tabaco, chiles, caa de azcar, cacahuate, hi-guerilla, melones y sandas, etc. etc., y comoestas se sembraban en distintas pocas deao, por eso les era factible y unos, ponandos, y otros hasta cuatro labores distin-tas cada ao, y todo era a medias con la

    23 Dotacin de tierras. Exp. 88. Ameca. Testi-monio. Secundino Delgadillo, representante para larestitucin del fundo legal del pueblo de Ameca,Jalisco, 25 de agosto de 1919. AHAJ, Mxico.

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    hacienda, porque siempre lo peones, o lotrabajadores contaban con recursos sufi-

    cientes que los colocaban al abrigo de lamiseria, pues por el contrario, vivan muysatisfechos a cubierto de hambre y dela necesidad, y eran propietarios de caba-llos, vacas, puercos, chivas, borregos, gua-jolotes, gallinas, etc., en una palabra todosvivan contentos porque coman, vestany tendan a todas sus necesidades conbastante holgura (Palomino, 1947, pp.445-449).

    Las opiniones respecto a las formas devida de las haciendas son contrastantesentre los dueos de las haciendas y los tra-bajadores del campo, son posturas dondecada uno defiende sus posiciones e inte-reses. Pero sin duda, el testimonio del pro-

    pio Caedo vislumbra las marcadas jerar-quas y las extenuantes jornadas de trabajodorman sabrosamente, pero agotadosy sin fuerzas. As, los das del campesinopasaban y sin esperar un cambio hasta quela promesa de la reforma agraria vislum-br un nuevo futuro, aunque no sin difi-cultades.

    Despus de la instauracin del expe-diente de solicitud de tierras de ElCabezn, el 28 de abril de 1936 se llevana cabo los trabajos censales. El pueblodeba contar con un mnimo de 20 capa-citados o campesinos sin tierra, siendojefes de familia o varones solteros mayoresde 16 aos sin capital y dedicados al cul-tivo de la tierra. El resultado del censo

    registr 1 297 habitantes, de los cuales410 resultaron jefes de familia y varonessolteros mayores de 16 aos, 834 cabezasde ganado mayor, 105 de ganado menory 35 aperos; la tierra a dotrseles deberaestar cerca del radio de 7 km, por lo tantolos predios que resultaban afectables eran

    las fracciones de la antigua hacienda deEl Cabezn.24

    Durante las averiguaciones del procesode conformacin del ejido, comparecie-ron para defender sus predios de la soli-citud de dotacin de tierras los seores:Gabriel Blanco M., Heliodoro Rojas Jo-gina y Elena Palacio, Manuel C. Caedo,Manuel Caedo Jr., Ana Rosa Cae-do, Jorge Gonzlez, Reynaldo Matute,Elvira iguez, Eduardo y Elvira Daz deSandi, Jorge Casillas, Manuel HernndezMatute, Ignacio Machain, Senn Cama-rena Gmez, Mara Figueroa Amezcua,Eduardo Creso P., Carlos Dvalos, Gui-llermo J. Caedo, Hermelinda GonzlezBlanco, Carlos y Jess Briceo, RafaelPreciado Hernndez, Rabel Portillo yCarolina Hernndez; todos ellos dueos

    de fracciones de tierras que adquirieronde la antigua hacienda de El Cabezn pormedio del fraccionamiento que hizo elseor Manuel C. Caedo iguez (reali-zado, como ya se mencion, desde el 10marzo de 1934 hasta agosto de 1935).Manuel C. Caedo compareci e hizoobjeciones al censo, present pruebas judi-ciales de que los solicitantes no tenanderecho a recibir tierras por ser peones

    acasillados de su hacienda; tambin exhi-bi un acta de declaraciones de los vecinosdel mismo lugar que rechazaban ser par-te del censo de poblacin y de recibirtierras. Otros habitantes del lugar igual-mente presentaron escritos donde manifes-taban que desistan de la solicitud ejidal

    en virtud de que los propietarios de ElCabezn les proporcionan trabajo conti-nuo, pagndoles salarios mnimos a unosy dndoles tierras en aparcera a otros, por

    24 Dotacin de tierras. Exp. 959. El Cabezn.AHAJ, Mxico.

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    lo que renunciaban a su derecho de reci-bir parcelas y pedan se suspendiera la tra-

    mitacin del expediente.No obstante, el procedimiento continuy el 3 de noviembre de 1936 la ComisinAgraria Mixta dictamin lo siguiente:

    Se dota a los vecinos del poblado de ElCabezn, municipio de Ameca, con lasiguiente superficie suficiente para formar73 parcelas; 444-00-00 ha repartidas dela siguiente forma: 36 parcelas de cuatrohectreas de riego y 37 parcelas de ochoha de temporal. Tierras que seran tomadasde la hacienda de Buena Vista propiedad delos seores Andrs, Javier y Paz SomelleraMoreno, en mancomn y proindiviso. Sedejan a salvo los derechos de 284 individuoscapacitados vecinos del poblado solicitante,

    para que los hagan valer formando un nuevocentro de poblacin agrcola.25

    Dicha resolucin fue firmada por Eve-rardo Topete, gobernador de Jalisco, el 19de noviembre de 1936. Pero dicha dota-cin no fue aceptada por los solicitantesdebido a que los terrenos entregados seencontraban muy lejos de su centro habita-cional. Finalmente esta resolucin fue modi-ficada y se les dot afectando a Ana Rosa yManuel Caedo con 109 ha, 50 de riego,14 de temporal y 45 ocupadas por el case-ro; se benefici a trece solicitantes, ms unaparcela escolar, dejando a salvo los derechosde 314 individuos capacitados. Dicha reso-lucin fue confirmada por el presidente de

    la repblica el 24 de febrero de 1937 y eje-cutada el 10 de mayo de ese mismo ao.26

    Ante la inconformidad de tal resolu-cin y la necesidad de tierras, los habitan-

    tes de El Cabezn tramitaron la solicitudde ampliacin el 2 de mayo del mismoao, y se les dot por resolucin presiden-cial de 20 de octubre de 1937 con unasuperficie de 1 691-60-00 ha para benefi-ciar a 282 solicitantes;27 la extensin fuetomada de la hacienda de El Cabezn, alno considerarse vlido su fraccionamiento.

    La hacienda de El Cabezn tena unasuperficie original de 4955 ha de las cua-les al momento de la solicitud de amplia-cin se le haban afectado 1 853 ha para larestitucin primera y segunda ampliacio-nes del ejido de San Martn de Hidalgo,restndole por tanto 3 102 ha de terrenosde riego y temporal. Estas tierras se encon-traban fraccionadas en lotes cuya exten-

    sin oscilaba en las 100 ha de riego. Elreferido fraccionamiento se haba venidorespetando en las resoluciones presiden-ciales del ejido El Cabezn y otros ejidoscercanos, por estar apegado al CdigoAgrario en vigor, pero con la modifica-cin sufrida al artculo 27 constitucionalen enero de 1934 y encontrndose elcitado fraccionamiento bajo una sola uni-dad administrativa, pues no exista en elterreno divisiones o linderos que separarancada una de las fracciones, adems de quelos productos de la finca los aprovecha-ban nicamente los seores Manuel yRosa Caedo, se procedi a repartir dichastierras. El fraccionamiento de la haciendade El Cabezn implementado por los

    Caedo se consider viciado en aras deescapar de la afectacin de la reforma agra-ria, por lo que el 20 de agosto de 1937 yestando en la presidencia de la repblica25 Dotacin de tierras. Exp. 959. El Cabezn.

    AHAJ, Mxico.26 Dotacin de tierras. Exp. 959. El Cabezn.

    AHAJ, Mxico.

    27 Ampliacin de tierras. Exp. 1407. Primeraampliacin. EL Cabezn. AHAJ, Mxico

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    Lzaro Crdenas del Ro, se desconocipara los efectos de la Ley Agraria.

    Las 1 691.60 ha de tierras dotadas dela hacienda al ejido El Cabezn es unacantidad terica y no prctica porque setuvo que respetar la pequea propiedadde algunos dueos y las dotacin del ejidoSan Martn de Hidalgo. Como no queda-ron satisfechas las necesidades de tierra delos solicitantes, poco despus se promo-vi una segunda ampliacin, la cual fuepublicada en el diario del estado de Jaliscoel 27 de julio de 1940. El procedimientocensal celebrado el 20 de abril de 1943arroj 107 individuos con derecho a tie-rras, pero la resolucin presidencial del 25de abril de 1951 slo dot a 20; se lesentregaron otras 200 ha de la hacienda deEl Cabezn, de Rosa y Manuel Caedo,

    para formar 20 parcelas de 10 ha, dejandoa salvo los derechos del resto para que bus-caran la creacin de un nuevo centro depoblacin ejidal. El total de tierras otorga-das a este ejido fue de 2 000-60-00 hapara un total de 305 beneficiados, ms laparcela escolar; pero estas hectreas sloquedaron en el papel y no fueron reales,pues en la prctica slo han posedo1 755-91-00 ha.

    Planteada as la historia de la confor-macin del ejido El Cabezn parece sim-ple y sin conflictos entre sus miembros ycon los ejidos vecinos, pero la realidad fueotra. En entrevistas con ejidatarios de ElCabezn y del ejido de San Martn, alparecer los problemas fueron continuos,

    primero internamente y luego con otrosejidos como fueron el de San Martn,Epazoltic y Labor de Medina.

    Las diferencias entre los representan-tes del Comit Agrario local o el Comi-sariado Ejidal y los ejidatarios los llev adividirse en dos grupos, que se dominaron

    entre ellos Burros y Caballos. Se acusal presidente del Comisariado Ejidal de

    manipular a la gente y la informacin;este fue cuestionado por la posesin dederechos agrarios dados, porque algunosque no fueron dotados segn la resolucinpresidencial estaban en posesin y los quefueron dotados nunca supieron de tal dere-cho, sino hasta la dcada de los aossetenta cuando por disposicin guberna-mental y para regular la tenencia de la tie-rra se llev a cabo un juicio privativo. Coneste juicio se pretenda privar de derechoso en su caso adjudicar nuevos derechos aaquellos campesinos que haban cultivadola tierra por ms de dos aos. Cuando sedio este procedimiento, aquellos que fue-ron dotados por la segunda ampliacin seenteraron de este beneficio y del cual

    nunca se les inform; en cambio, los 54beneficiados de la primera ampliacin serepartieron tambin los derechos de lasegunda, teniendo algunos de ellos dos,tres o hasta cuatro fracciones.28

    A esta compleja situacin interna sesumaron los conflictos que se venan dan-do con los ejidos de San Martn, Labor deMedina y Epazoltic, y que en varias oca-siones ocasionaron fuertes enfrentamientosy derramamiento de sangre, tanto interna-mente entre los denominados Burros yCaballos, como externamente. A los eji-dos de San Martn, Epazoltic y Labor de

    28Juicio privativo. Exp. A-12-PNR-81. AHAJ,

    Mxico. En estos juicios privativos no faltaron aque-llos casos en que se solicit se le concediera el derechoagrario a otra persona porque el dueo haba aban-donado por ms de dos aos su tierra sin cultivar.Ante tales casos se interponan juicios privativos por-que el propietario haba emigrado a Estados Unidosy haba dejado a otra persona a cargo, lo que segn laley no estaba permitido.

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    Medina, segn sus respectivas resolucionespresidenciales, se les dotaron diversas frac-

    ciones de los potreros El ngel, La Palmay el Carrizo. A su vez, estos potreros fue-ron concedidos en primera y segundaampliaciones a El Cabezn, as que cuandoestos ltimos fueron a tomar posesinencontraron los potreros ya ocupados; ade-ms se les inform que el potrero de PaloSeco, concedido en la primera ampliacin,no podra entregrseles, pero en cambioiban a recibir terrenos en otra parte. Loque tampoco sucedi.

    Los conflictos ms graves del ejido ElCabezn se dieron con el ejido San Martn.Ejidatarios de este ltimo ncleo confor-maron una nueva poblacin denominadaEl Limn, cercano al poblado de El Ca-bezn; el origen del conflicto estuvo en

    que estos ejidatarios compraron la peque-a propiedad respetada a la hacienda deEl Cabezn en el potrero El ngel, y cam-biaron o permutaron posteriormente alhacendado por terrenos de La Joya. Lastierras de La Joya eran de riego y alta-mente productivas, por eso aceptaron elcambio, pero esto les acarreara fuertesdificultades con ejidatarios de El Cabezncuando quisieron tomar posesin. Los deEl Cabezn queran esas tierras por el cam-bio del potrero de Palo Seco concedido enresolucin y que no se les haba dado, yestaba en posesin del ejido de San Mar-tn; y los de El Limn (ejidatarios del ejidoSan Martn) no iban a dejarse arrebatartierras que segn ellos haban comprado y

    no dadas por la reforma agraria. Perocuando los de El Limn colocaron lienzoso cercos, los otros los derribaron. Los con-flictos por estas tierras estuvieron presen-tes desde mediados de los aos cincuentahasta finales de los setenta, cuando seresolvieron con la intervencin de la

    Procurara Agraria y autoridades federa-les, quienes decidieron repartir en partes

    iguales el terreno en comn acuerdo conlos afectados. Pero esto sucedi despusde varias muertes de ambos lados y deenfrentamientos donde se temi que mu-riera mucho ms gente (vase mapa 1).

    Actualmente el ejido posee una exten-sin de 1 755-91-00 ha, dando un pro-medio de 5-04-00 ha. por ejidatario,siendo estos ltimos 348 y de los cuales27 han abierto nuevas tierras al cultivo,pero cuya posesin hasta mediados de losaos ochenta del siglo pasado no habasido reconocida por las autoridades delejido, segn ellos por no gozar de la sim-pata; estos ltimos, eran relegados porlas autoridades ejidales y al llevarse lasinvestigaciones de usufructo parcelario,

    simplemente los ignoraban al igual quea otros ejidatarios dotados, quedando asprivados de derecho agrario.29 Pero tam-bin no se les conceda el derecho agra-rio, y parece lo ms viable, porque nopodan rebasarse el nmero de certifi-cados agrarios expedidos por las reso-luciones presidencias en las diversas moda-lidades (dotacin y ampliaciones). De estaforma, permanecieron en el ejido comoavecindados.

    COLOFN

    La desintegracin de la hacienda El Ca-bezn y el reparto agrario en el frtil valle

    de Ameca fue un proceso complejo y llenode incidentes que no pocas veces terminen enfrentamientos directos entre pro-pietarios de haciendas y solicitantes de

    29Juicio Privativo. Exp. A-12-PNR-81. AHAJ,Mxico

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    Mapa1.Ej

    idoElCabezn,municipiodeAmeca,Jalisco

    Fuente:elaboracinpropiaconbaseen:INEGI

    (2013).MapadigitaldeMxicoV5.0

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    tierras, entre autoridades locales y lascomisiones agrarias en los diferentes nive-

    les. Cada uno de estos actores luch porconseguir sus propsitos. El hacendadotrat de mantener unstatu quo que le erafavorable, pero las circunstancias polti-cas posrevolucionarias, la situacin eco-nmica de las primeras dcadas del sigloXX, los cambios en las relaciones de tra-bajo, y la presin por la tierra por partede la gran masa de campesinos y jornale-ros se lo impidieron; en contraparte, estasituacin vivida por el hacendado signi-fic una oportunidad para el campesinoque luch por convertirse en ejidatario.Este ltimo tuvo que enfrentar los me-canismos legales y de represin del ha-cendado, por un lado, y los trmites lar-gusimos y engorrosos, por otro, aunque

    finalmente pudo disfrutar de la posesinde la tierra.La posesin de la tierra ejidal llevaba

    implcita una promesa de mejorar las con-diciones de vida del campesino, pero larealidad fue otra; la imposibilidad de con-tar con los medios de produccin, de capi-tal, de los conocimientos de organizaciny produccin agrcola, la visin de merca-do, entre otros, complejizaron su situacin,y lo llevaron en muchos casos a migrar alexterior o buscar empleo para hacerse lle-gar los medios y hacerla producir. Lo quelos colocara en una situacin delicada y deamenaza de perder su tierra en juicios pri-vativos por el abandono de la tierra porms dos aos consecutivos sin sembrar.

    Hoy los ejidatarios de El Cabeznson campesinos que viven los avatares del

    campo y las argucias de los empresariosagrcolas que intentan controlar la pro-

    duccin y sus precios; viven del cultivode la caa principalmente, controlados porlos precios internacionales y el ingeniolocal, y del cultivo de granos bsicos parala subsistencia. Trabajan el campo conlimitaciones medioambientales y mate-riales; la escasez de agua tanto de riegocomo de temporal en las ltimas dcadaslos mantiene en un estado econmico cr-tico al igual que la insuficiencia de recur-sos para hacer producir sus tierras.

    En este caso especfico de El Cabezn,la reforma agraria y los programas diri-gidos al sector rural no permitieron con-formar un sector campesino autosuficien-te, consolidado, capaz de abastecer dealimentos a una sociedad en continuo cre-

    cimiento. Con la distribucin de la tierrase cre un campesino minifundista de sub-sistencia, cada vez ms descapitalizado,cuyas familias hoy en da tienen que am-pliar las formas de obtencin de recursospara la subsistencia del hogar; la venta dela fuerza de trabajo de diversos miembrosparece comn, pero tambin la perma-nencia de los nfimos salarios dentro yfuera de las labores agrcolas. De ah quela migracin tanto interna como externasea cotidiana entre los habitantes de ElCabezn. Hoy el futuro de estos ejidatariosy del sector agrcola se vuelve incierto,pero tambin es evidente la capacidad yresistencia de este grupo de campesinospara mantener sus tierras y las activida-

    des agropecuarias, y a la vez enfrentar susdificultades.

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    Anexo.AfectacinejidalalahaciendadeElCabezn

    Extensin

    Extensin

    Actividad

    A

    fectacionesagrarias/

    Hacienda

    Propietario

    catastral

    segnIng.CA

    produ

    ctiva

    dotacionesejidales

    ElCabezn

    Fam

    ilia

    4855.0

    0ha

    3679.1

    0ha

    Agricultura:

    109haEjidoE

    lCabezn:(dotacin)28de

    Ca

    edo

    (hasta1900)

    (24/02/1937)

    trigo,maz,

    octubre

    de1935.

    caa,garbanzo,

    1691.6

    0haEidoElCabezn(1a.ampliacin),

    frijol,camote

    20deoctubrede1937.

    3708.6

    0ha

    4855ha

    yp

    apa

    20000.0

    0haE

    jidoElCabezn(2a.ampliacin)

    (despusde

    (27demayo

    160.0

    0haE.L

    osPocitos

    1916)

    de1916,

    Gana

    dera:

    400.2

    3haEjid

    oLabordemedina(1a.amp

    liacin,

    informeantes

    vacunaycaballar

    15deseptiembrede1937)

    solicitudde

    223haEjidoL

    abordeMedina(2a.ampliacin).

    SanMartn)

    Indu

    stria:

    24den

    oviembrede1939.

    procesamiento

    1853.0

    0haEjidoSanMartn

    dela

    zcar

    (1a.y2a.ampliaciones)

    400haEjidoS

    anMartn.

    Dotacin

    (7deju

    niode1916).

    501.6

    0haEjid

    oSanMartn(1dejuliode

    1919)

    317haEjidoIpazoltic(27deoctubrede1937)

    Latierrasquepos

    eyestahacienda,segnlas

    umadelasdotacionesejidales,esde5855.4

    3ha.

    Fuente:InformacintomadadelAHAJ.

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