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8. EL IMPERIO DE LOS HABSBURGO: AUGE Y CRISIS. LA EUROPA DEL SIGLO XVII

1. Carlos I. El origen del imperio europeo, 1516-1556.

2. Felipe II, el imperio hispánico, 1556-1598 3. La crisis del imperio hispánico: Felipe III,

Felipe IV y Carlos II, 1598-1700. 4. La América española hasta el siglo XVII. 5. El siglo XVII: luces y sombras. 6. Absolutismo y parlamentarismo. 7. Los conflictos del siglo XVII.

1. Carlos I. El origen del imperio europeo, 1516-1556.

Carlos I nació y se crio en los Países Bajos, y sucedió a su abuelo Fernando el Católico en 1516. Con él se inició la casa de Habsburgo o de Austria en España. Fue un monarca que heredó extensos territorios: - De sus abuelos maternos, los Reyes

Católicos, heredó en 1516 la Corona de Castilla, la de Aragón, Navarra, Nápoles, Sicilia, Cerdeña y ciudades del norte de África.

- De su abuelo paterno, Maximiliano I de Habsburgo, heredó en 1519 Austria, Tirol y los derechos al título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

- De su abuela paterna, María de Borgoña, heredó los Países Bajos (Bélgica y Holanda), el Franco Condado y Luxemburgo.

De esta manera, la de Carlos I de España y V de Alemania se convertía en la monarquía más poderosa de su tiempo. Esa monarquía tendrá que gobernar los reinos peninsulares y hacer frente en Europa, como emperador de la Europa cristiana, a la división religiosa y amenazas militares exteriores, como la del imperio otomano. Carlos llegó a España con 17 años, sin hablar castellano y criado en la corte de Flandes, un perfecto extranjero. Además, se rodeó de consejeros extranjeros como Adriano de Utrecht, que gobernaban el reino en sus ausencias, lo que no era popular entre la nobleza castellana. Al poco de llegar al reino lo abandonó para conseguir el título de emperador con “negociaciones” con los príncipes electores alemanes, los que elegían al emperador. El otro candidato, Francisco I de Francia, será su gran contrincante a lo largo de su reinado. Carlos conseguirá el titulo imperial pero en Castilla y en la Corona de Aragón se desatarán revueltas internas que harán que Carlos tenga que sofocarlas. Había un gran descontento en el reino por diversas razones: el gobierno de consejeros extranjeros; la ausencia del

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rey; la reclusión de Juana I de Castilla, la madre del rey Carlos, en Tordesillas, al haber sido inhabilitada para gobernar; los pagos de las ciudades para que Carlos consiguiera ser emperador frente a Francisco I. Todo esto llevo a la revuelta de las Comunidades de Castilla. En la revuelta de las “Comunidades de Castilla”, los comuneros castellanos protestaban contra el gobierno de los consejeros flamencos (de los Países Bajos) de Carlos. Fueron derrotados en la batalla de Villalar, en 1522, y se ajustició a los líderes de la rebelión. A partir de la revuelta de las Comunidades, Carlos I “hispanizará” el gobierno de Castilla, dentro de su proyecto de emperador europeo y su política universal. De esta manera, devolverá protagonismo a los castellanos en el gobierno del reino. Habrá otra revuelta, las Germanías de Valencia y Mallorca. Ésta fue una revuelta de artesanos de las ciudades y los campesinos contra la nobleza y sus abusos. Era un conflicto que, si os acordáis venía desde el siglo XV en Aragón, Fernando I parecía haberlo zanjado con la Sentencia Arbitral de Guadalupe, pero ahora aparecía de nuevo ese conflicto. El emperador Carlos se puso del lado de la nobleza y derrotaron a los agermanados de Valencia y Mallorca, en 1523. En cuanto a la política exterior, Carlos I tendrá que hacer actuar en tres direcciones: - Francia. Francisco I, rey de Francia, será el gran rival de Carlos en la política internacional europea.

Todo comenzará con la rivalidad que tuvieron para conseguir la corona imperial, que cayó en manos de Carlos. Además de la disputa para ser emperadores de la cristiandad, ambos competían por territorios muy ricos en aquella época, como Italia y los Países Bajos. La lucha con Italia venía desde tiempos de los Reyes Católicos e incluso antes, cuando Aragón luchaba contra Francia por dominar territorios como Nápoles, Sicilia y Cerdeña. En esta lucha, Carlos obtuvo su gran victoria militar en Pavía (1525), batalla tras la cual el Milanesado se integra en la Corona Habsburgo.

- Estados alemanes. Como ya vimos en el tema anterior, los príncipes alemanes llevaban una lucha de poder contra el emperador Carlos. Cuando aparece el luteranismo, en 1517, algunos príncipes alemanes apoyarán a Lutero y lo protegerán del emperador y del Papa. Así, el conflicto religioso se convirtió también en conflicto político. Al principio del conflicto luterano, Carlos intentó practicar una actitud tolerante con Lutero, utilizando el diálogo para solucionar el problema dentro de la Iglesia alemana y entre los príncipes y el emperador. Su idea era convocar un concilio para acercar posiciones, reformar la Iglesia y evitar su separación. Pero el problema religioso derivó en un enfrentamiento religioso y militar en el imperio alemán, sucediéndose periodos de enfrentamiento y de paz entre príncipes protestantes y católicos. Carlos obtuvo la victoria de Mülhberg, en 1547, pero el problema persistió. Finalmente, se llegó a la solución de la Paz de Augsburgo, en 1555, con el principio “Cuius regio, eius religió”, que fijaba que la religión de los súbditos de un rey tendría que ser la religión de ese rey. Si sus súbditos no estaban conformes, podían trasladarse a los territorios de otro señor que fuera de su religión. Esta paz de Augsburgo acabará con los enfrentamientos religiosos en Alemania hasta sesenta años después. Carlos, cederá los territorios imperiales a su hermano Fernando y desligará estos territorios de la herencia de su hijo Felipe II.

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- Imperio otomano. Los turcos estaban amenazando a Europa desde el siglo XV. En 1453 habían tomado Constantinopla y avanzaban por el Mediterráneo y por el este de Europa, siguiendo el Danubio, llegando a asediar Viena, en 1529. En el Mediterráneo tenían una alianza con piratas norteafricanos. La Corona de Carlos defendió el sitio turco sobre Viena y conquistó Túnez, para frenar el avance de los turcos hacia el oeste. El hijo de Carlos, Felipe II continuará con esta lucha.

2. Felipe II, el imperio hispánico.

En 1556 Carlos I abdicó, entregando a su hijo, Felipe II, la Corona de Castilla, la de Aragón, los territorios italianos, el Franco Condado, los Países Bajos y las posesiones en América. Carlos dejó para su hermano Fernando, que llevaba tiempo cogobernando el Imperio, los territorios en Austria, en Hungría y el título imperial. Así alejaba el problema protestante del gobierno de su hijo Felipe, pero apenas diez años después de la muerte de Carlos, en 1568, comenzará la rebelión calvinista de los Países Bajos.

Carlos y Felipe tuvieron imperios diferentes, el primero tuvo una idea de imperio europeo, como cabeza de la cristiandad y juez que debía mediar en las disputas de sus súbditos. Carlos fue un rey viajero, que acudía de un lugar a otro del imperio según las necesidades del gobierno de su imperio. Por el contrario, Felipe será todo lo opuesto, apenas abandonará España y no será un rey humanista como su padre, sino un rey de la Contrarreforma, defensor del

catolicismo frente a la herejía luterana, calvinista y anglicana. Será un rey que gobernará su imperio desde palacio, rodeado de un desarrollado sistema burocrático, que se nutría de funcionarios que se formaban en las universidades. Como su padre Carlos, Felipe se apoyará en: - Cortes. Aprobaban impuestos para poder

gobernar el reino y para poder combatir en las guerras de Europa.

- Secretarios. Ayudaban al rey en las tareas de gobierno.

- Consejos. Los había territoriales como el de Italia, el de Indias, el de Castilla…; y también funcionales

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como el de Hacienda, el de Inquisición, el de Estado… - Virreyes. Eran una institución que ya existía en la Corona de Aragón, gobernaban en nombre del

rey en territorios de la Corona. Así, había un virrey de Nueva España, en México; un virrey del Perú; y también en Nápoles, Sicilia y Cerdeña.

- Chancillerías. Eran circunscripciones de justicia, destacando la de Valladolid y la de Granada, en Castilla.

- Corregidores. Eran una forma que tenía la corona de controlar el gobierno municipal, un enlace entre el rey y los cabildos o ayuntamientos.

- Ejército profesional. Los tercios, ejército que combaten en Europa y que dominarán en el siglo XVI y parte del XVII los campos de batalla en Europa.

Felipe II se enfrentará a conflictos internos como su padre. Unos tendrán su origen en las minorías religiosas. No era un rey mediador entre súbditos como su padre, sino que controlaba la ortodoxia religiosa de los judeoconversos y los moriscos. Ambos colectivos, los antiguos judíos y los antiguos musulmanes, habían tenido que convertirse al cristianismo o marcharse del reino, los primeros en 1492 y los segundos en 1502. El rey contará con la Inquisición que vigilaba que toda la sociedad y estos colectivos en particular, siguieran los dogmas católicos. En 1568 tuvo lugar la rebelión de las Alpujarras, en la que moriscos del antiguo reino de Granada, se rebelaron en las serranías de Málaga, Granada y Almería contra Felipe II. Se habían dictado leyes contra las costumbres de los moriscos y había aumentado la presión sobre este colectivo, por lo que estalló la rebelión, que se convirtió en guerra que duró tres años. Finalmente, los moriscos fueron derrotados y se les repartió por diferentes lugares de Castilla. El otro gran foco de conflicto interno se dio en Aragón y tuvo que ver con el choque de los intereses de Felipe II con los fueros o leyes del reino de Aragón. Antonio Pérez, el secretario de Felipe II fue acusado de traición. Huyó a Aragón, donde regían unas leyes distintas a las de Castilla. Allí en Aragón iba a ser juzgado por la justicia aragonesa, pero el rey intervino para que su proceso fuera cosa de la Inquisición. En el reino de Aragón se consideró una limitación a los fueros del reino, por lo que se desarrolló una rebelión en Zaragoza que llevó de nuevo a Antonio Pérez a la cárcel de la justicia aragonesa. Felipe II mandó un ejército a Zaragoza para apresar a Antonio Pérez y mandó ejecutar al justicia mayor de Aragón, Juan de Lanuza, en 1591. Antonio Pérez huyó a Francia y de allí a Inglaterra.

En cuanto a la política exterior, hubo tres focos de conflicto: los Países Bajos, la Inglaterra de Isabel I y el imperio otomano. En los Países Bajos, en la zona norte, estaba teniendo una gran expansión y aceptación la doctrina calvinista. Este hecho, junto con el rechazo a los nuevos impuestos que la Corona de Felipe II estaba implantando en esos territorios, provocó un conflicto que comenzó en 1566. Los calvinistas del norte de los Países Bajos tuvieron el apoyo de la Inglaterra anglicana de Isabel I. Tras una dura guerra de religión, las Provincias Unidas consiguieron su independencia en 1579. El apoyo de Isabel I de Inglaterra a los calvinistas de los Países Bajos, su oposición a los católicos en Inglaterra, junto con los continuos ataques a la

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flota española de los corsarios ingleses, llevaron a Felipe II a desarrollar un plan de invasión de Inglaterra. Con ese fin se preparó una armada, la “Gran Armada”, que debía servir para vencer a la flota inglesa y trasladar tropas desde los Países Bajos hacia Inglaterra. En el año 1588 el proyecto de invasión fracasó y la flota española fue vencida por la inglesa. El peligro otomano continuaba presente en Centroeuropa y en el Mediterráneo, como en época de Carlos I. En el Mediterráneo, Selim II, sultán turco, había tomado la isla de Chipre y amenazaba a Malta. Por ello, Venecia, los Estados Pontificios y España formaron una unión militar, la liga Santa, que unía las armadas de los tres estados. Se enfrentaron a la armada turca en Lepanto, en 1571, en aguas griegas y allí vencieron a los turcos. En 1580, Felipe II hizo efectivos sus derechos al trono de Portugal, convirtiéndose en rey de esta Corona, siendo Portugal y su inmenso imperio de África, América y Asia en parte de la Corona Habsburgo hasta 1640. Este hecho aumentó el poder económico y militar del imperio hispánico de Felipe II. Acaba el siglo con la hegemonía militar en Europa, a pesar de los reveses en Inglaterra y los Países Bajos. Se ha frenado al imperio otomano y de momento, con la victoria en San Quintín sobre Francia, en 1557, y las guerras de religión que sufrirán los franceses en la segunda mitad del XVI, no supondrán una amenaza para el imperio hasta la primera mitad del siglo XVII.

3. La crisis del imperio hispánico: Felipe III, Felipe IV y Carlos II.

A lo largo del siglo XVII la monarquía hispánica entró en una crisis política, económica y social. Esta crisis contrasta con una de las épocas de mayores figuras literarias y artísticas de nuestro país, con escritores como Cervantes, Quevedo, Góngora, Lope de Vega o Calderón de la Barca y pintores como Velázquez, Murillo o Zurbarán. Las causas de la crisis son diversas: - Derrotas militares frente a Francia, Inglaterra y las Provincias Unidas. - Endeudamiento de la Hacienda. Las bancarrotas eran periódicas,

cada ciertos años la Hacienda del reino quebraba, por los continuos y altísimos costes de la guerra contra varias naciones. La plata que llegaba de América y los impuestos aprobados en Cortes financiaban la política bélica de los Habsburgo. Además la alta nobleza española vivía con grandes lujos, derrochando la plata americana.

- Negligencia de los reyes. Felipe III, Felipe IV y Carlos II, conocidos como los Austrias menores, frente a Carlos I y Felipe II, Austrias mayores, fueron reyes que delegaron el gobierno en sus validos, una especie de primeros ministros que llevaban el peso del gobierno, mientras los reyes abandonaban sus obligaciones.

- Mentalidad rentista y poco emprendedora de la alta nobleza española. Esta mentalidad se extendió a toda la sociedad y quien conseguía rentas, las derrochaba en lugar de invertirlas para sacar más beneficio. El trabajo era algo mal visto, algo vil, propio de las clases bajas. Esta

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mentalidad puede verse en obras como el Lazarillo de Tormes, que sirve a un hidalgo que, a pesar de ser noble, pasa hambre y no trabaja por ser algo no apropiado a su clase social.

Felipe III comienza su reinado en 1598 y delegará las tareas de gobierno en validos como el Duque de Uceda y el Duque de Lerma. Durante su reinado se descansó de las continuas guerras que habían tenido en el reinado anterior de Felipe II. En 1609 firmó con las Provincias Unidas (Holanda) la Tregua de los Doce Años (1609-1621). Este periodo de paz cesará cuando comience la Guerra de los Treinta Años en el Sacro Imperio Romano Germánico y los Habsburgo españoles acudan a apoyar a los Habsburgo austríacos. En cuanto a la política interior de Felipe III, decretará en 1609 la expulsión de los moriscos de todos sus reinos. Estos moriscos habían sido dispersados después de la Rebelión de las Alpujarras, en 1571. Ahora se dará un paso más y serán expulsados totalmente del reino, siendo un duro golpe para la economía de algunas zonas de la Corona de Aragón y de Castilla, pues eran mano de obra campesina que cultivaba con alto rendimiento los cultivos de regadío.

Felipe IV comenzó a gobernar en 1621, también delegará su poder en validos como Luis de Haro y sobre todo el Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares. En la Guerra de los Treinta Años luchará contra protestantes luteranos, calvinistas y anglicanos, apoyando al bando católico del emperador alemán Fernando II. Será una guerra de religión en el corazón de Europa que enfrentará a muchas naciones. Las tropas de los príncipes católicos alemanes, junto con las españolas y las del emperador austríaco Fernando II, vencieron a los protestantes en la batalla de Nördlingen. Pero Francia, a pesar de ser una nación católica, entró en la guerra apoyando al bando protestante, para debilitar a los Habsburgo de Viena y de Madrid. En este momento de la guerra, hacia 1640, se sucedieron sublevaciones en Cataluña, Portugal y Andalucía, hechos que coincidieron con la derrota española en Rocroi, en 1643, a manos de las

tropas francesas. La crisis interna de España debilitaba su posición en la larga guerra, la maquinaria bélica del imperio español daba síntomas de agotamiento, mientras se iba fraguando la hegemonía de Francia en Europa y de Inglaterra y Holanda en los mares. En Westfalia, en 1648 se firmó la paz, en la que España reconocía la independencia de las Provincias Unidas (Holanda). Pero Francia continuó su enfrentamiento con España, firmándose la Paz de los Pirineos, en 1659, por la que se entregaba a la Francia de Luis XIV territorios en los Países Bajos católicos

(Bélgica); y al norte de los Pirineos, el Rosellón y la Cerdaña. En el interior del reino se desató una profunda crisis, el conde-duque de Olivares, el valido de Felipe IV, intentó llevar a cabo una reforma para centralizar el país. El peso de las campañas

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militares recaía sobre todo en Castilla y el valido pretendía que otros territorios participaran más en ese esfuerzo con la “Unión de Armas”. Esto provocó protestas y rebeliones en Portugal y Cataluña, en 1640. Portugal consiguió su independencia y Cataluña aceptó la soberanía del rey de Francia hasta el año 1652, cuando Felipe IV la recuperó para la Corona española. En 1668 España reconoció la independencia de Portugal de forma definitiva. En los últimos años del reinado de Felipe IV, las arcas de la Corona estaban maltrechas por el enorme gasto en las continuas guerras contra varias naciones como Francia, Inglaterra, Suecia, Dinamarca, Holanda, territorios italianos, o príncipes protestantes alemanes, a lo largo de 40 años.

Carlos II comenzó su reinado en 1665 y se apoyó en diversos validos: Nithard, Fernando de Valenzuela, Juan José de Austria, el duque de Medinaceli o el Conde de Oropesa. Fue un rey débil física y psíquicamente, una muestra de los efectos de la consanguineidad en las prácticas matrimoniales en las monarquías europeas. Durante su reinado, la poderosa Francia de Luis XIV se aprovechó

del débil gobierno de Carlos II, cuyo reino sufría una crisis cada vez mayor. Francia fue endosando continuas derrotas a España hasta la paz de Nimega, en 1678, en la que España entregó el Franco Condado. Si no lo era ya de forma clara, Francia se convierte en primera potencia en el continente tomando el testigo de la España de los Habsburgo. A la crisis económica, social y militar de la

monarquía española se unirá la sucesoria, pues el rey no era capaz de engendrar a un heredero. En

sus últimos años las dos monarquías más poderosas del continente, Austria y Francia, se fueron

posicionando proponiendo a

candidatos para suceder a Carlos II,

cuando este falleciera. Carlos murió

en 1700 y, antes de morir, decidió que

su heredero fuera un Borbón, Felipe de

Anjou, nieto del poderoso rey Luis

XIV de Francia. El otro candidato,

Carlos de Austria, no aceptó la

decisión y comenzó una guerra que

duraría hasta 1713 que volvería a

enfrentar a varias naciones de Europa,

la Guerra de Sucesión al trono

español. En ella lucharían Francia,

Portugal, Saboya y los partidarios de Felipe V contra Austria, Holanda e Inglaterra y los partidarios

de Carlos de Austria. La guerra sucesoria la ganó el bando de Felipe de Anjou y los Borbones iniciaron

una nueva dinastía en España que llega hasta hoy en día. Carlos no consiguió el trono de España pero

más tarde será emperador de Austria.

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4. La América española hasta el siglo XVII.

Finalizada la fase de descubrimiento, en el siglo XVI, los españoles procedieron a conquistar y

organizar el territorio americano. Las nuevas exploraciones se llevaron a cabo, en su mayoría, en el

reinado de Carlos I. Así, en 1513, Vasco Núñez de Balboa descubrió el mar del Sur (océano Pacífico);

y entre 1519 y1522, Magallanes y Elcano dieron la primera vuelta al mundo. La conquista del

territorio fue un proceso rápido (1520-1545), y se llevó a cabo en dos etapas:

En una primera etapa se incorporaron los grandes imperios americanos: Hernán Cortés

conquistó el imperio azteca (1519-1521) tras tomar su capital, Tenochtitlán, y hacer

prisionero al rey Moctezuma; y Francisco Pizarro conquistó el imperio inca (1532-33) tras

ajusticiar al rey Atahualpa y tomar Cuzco, su capital.

En una segunda etapa se incorporaron el resto de América Central y del Sur, excepto Brasil;

el sur de América del Norte (Florida, Texas, California) y las islas Filipinas, en Asia (1571).

La conquista de México la llevó a cabo Hernán

Cortés partiendo desde Cuba, Desembarcó en el

continente y fundó Veracruz. Comenzó a adentrarse y

se enfrentó a diferentes pueblos indígenas. Tras

vencerles, algunos de ellos firmaron alianzas con

Cortés para enfrentarse a los aztecas y librarse de su

dominio. Cortés encontró resistencia en Tenochtitlán

y tomó como rehén a Moctezuma. Tuvo que

abandonar la ciudad en 1520 y reorganizó sus tropas

y las de los Tlaxcaltecas, sus aliados para, en 1521, volver a entrar en Tenochtitlán y tomarla

definitivamente.

México será la base para nuevas expediciones hacia el Yucatán, por el sur; mientras que por el

norte, hacia los actuales EEUU, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, explorará California, Texas y Florida.

La conquista de Perú la llevaron a cabo Francisco Pizarro y Diego de Almagro, de los años 1532

al 1533. En el año 1532 Pizarro obtuvo la victoria en Cajamarca, apresando a Atahualpa, el emperador

inca y ajusticiándolo. En el año 1533 tomarán Cuzco, la capital del imperio inca.

Tras la conquista, las Indias se incorporaron a Castilla, que poco a poco organizó su gobierno y

administración. El gobierno de los nuevos territorios se encomendó al Consejo de Indias, un nuevo

organismo creado en 1524 que controlaba desde Castilla los asuntos americanos. La administración

del territorio se organizó en dos virreinatos, el de Nueva España, integrado por México, parte del

actual EEUU, Centroamérica y El Caribe; y el del Perú, que integraba la América del Sur, salvo Brasil,

que era portugués. Además, había gobernaciones o provincias, mandadas por gobernadores; y

cabildos o municipios, regidos por un ayuntamiento. Para la administración de justicia, se crearon

Audiencias.

La explotación económica de América la llevaron a cabo los nobles, que buscaban riquezas y

la Corona, que deseaba cobrar impuestos y obtener riquezas de América. Los nobles contaban con

la encomienda, una institución por la que la Corona les encomendaba indios para que los

cristianizara y éstos trabajaban sus tierras. La Corona contaba con la mita, que ya existía en época

inca, por la que tenían que trabajar por un tiempo para el inca. La Corona sustituyó al inca y los

indios del Perú tenían que trabajar en las minas para los nobles. Los abusos contra los indios

provocaron que, en el año 1542, Bartolomé de las Casas consiguiera unas Leyes de Indias para

protegerlos, en el reinado de Carlos I. Estas leyes frenaron las nuevas encomiendas y las ya

existentes volvían a la Corona una vez falleciera el encomendero.

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La sociedad americana era muy diversa, estructurándose en una pirámide social que se

organizaba de arriba hacia abajo, en función del poder y riqueza en la América colonial, algo

paralelo al color de la piel:

- Gobernadores que llegaban desde España.

Dominaban la pirámide social. Estaban mal

vistos por los criollos.

- Criollos. Descendientes de españoles nacidos en

América. Eran la élite colonial.

- Mestizos. Descendientes de peninsulares e

indígenas, de matrimonios mixtos.

- Indígenas. Población nativa, constituían la

mayor parte de la población.

- Esclavos negros. Llegaron por la escasez de

mano de obra, sobre todo en el Caribe.

Constituían la parte más baja de la pirámide

social de la América española.

Las consecuencias de la conquista de América fueron distintas para los pueblos americanos y

para Castilla:

Para los pueblos americanos fueron, en general, negativas: desaparecieron sus

imperios; los indios sufrieron un fuerte descenso demográfico debido a los trabajos

forzados y a las enfermedades; abandonaron su economía tradicional; quedaron

subordinados socialmente a los conquistadores, y desaparecieron sus antiguas

culturas.

Para Castilla, la conquista financió la hegemonía europea en el siglo XVI; supuso

una elevada emigración; estimuló la economía; desarrolló el comercio; provocó una

fuerte subida de precios por la abundancia de metales preciosos, e impulsó ciencias

como la cartografía, la geografía, o la biología.

5. El siglo XVII: sombras, pero también luces.

A lo largo del siglo XVII se desarrolló una crisis

demográfica en Europa, la mayor parte de los países

europeos no crecerán poblacionalmente en este siglo o

perderán población, como es el caso de España o

Alemania. Se desarrollarán malas cosechas y habrá un

bajo rendimiento agrícola, por lo que se desarrollarán

hambrunas y una alta mortalidad. Además, terribles

epidemias azotarán a Europa en este siglo. Por otra

parte, las guerras continuas, destacando la Guerra de

los Treinta Años, castigarán el continente, sobre todo

Centroeuropa y España. Entre las guerras destacarán

las de religión, sobre todo la Guerra de los Treinta

Años. También se combatirá en este siglo por la

hegemonía en Europa, luchando en el continente entre España y Francia y venciendo esta última; y

combatiendo por la hegemonía en los océanos entre Inglaterra y Holanda, contra España y Portugal.

En los mares las dos naciones del norte se impondrán.

EVOLUCIÓN POBLACIÓN EUROPA 1600-1700

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Con el descubrimiento de América, cada vez irá ganando más peso la economía del área

atlántica, mientras que el mundo mediterráneo y Báltico va perdiendo importancia económica. Esto

provocará una crisis económica de las rutas comerciales mediterráneas y bálticas. Cada vez habrá

mayor competencia naval de Inglaterra, Provincias Unidas y Francia en el comercio Atlántico, antes

dominado por España y Portugal.

Quizás lo más destacable en el plano positivo del siglo XVII sean las

artes y la revolución científica. El humanismo había sentado las bases,

con el antropocentrismo y el uso de la razón para conocer lo que nos

rodea, de la revolución científica del siglo XVII. En el siglo XVII

continuará la labor que había iniciado el humanismo renacentista en el

XVII, empleando el empirismo y el racionalismo, asentándose así el

método científico, basado en la observación, hipótesis, comprobación

empírica y tesis. Dentro de las revolución científica del siglo XVII

destacarán figuras como: Galileo, astrónomo y físico, continuador de

la teoría heliocéntrica de Copérnico e inventor del telescopio; Descartes, matemático creador del

razonamiento matemático; Pascal, matemático y físico, creador de la calculadora matemática;

Torricelli, físico que midió la presión atmosférica; Newton, físico que desarrollará la ley de la

gravitación universal, además de estudios de óptica.

Además, en este siglo aparecerán las primeras academias científicas, impulsadas por la realeza, la

nobleza y la alta burguesía. Estas academias tendrán otro gran impulso en el siglo XVIII con la

Ilustración.

6. Absolutismo y parlamentarismo. A lo largo de los siglos XV y XVI se fue desarrollando y afianzamiento de la monarquía autoritaria

en Europa. A lo largo del XVII surgirán dos nuevos sistemas políticos, el absolutismo y el

parlamentarismo.

El absolutismo se desarrollará en los reinos en los que crecerá aún más

el poder de los reyes, siendo el mejor ejemplo la Francia de Luis XIV. En

este sistema el poder proviene de Dios, se es rey por derecho divino y el

poder del rey es absoluto, tiene todos los poderes del Estado: ejecutivo,

legislativo y judicial. La administración del territorio no es federal, como

sucedía por ejemplo en la España de Felipe IV, sino centralizada, Desde la

corte de París se gobiernan todos los rincones de Francia. El rey se apoyaba

en Consejos de Estado, ministros y una gran cantidad de funcionarios. El

rey controlará las provincias con delegados reales, apoyándose en la

nobleza y el clero regionales, respetándoles sus privilegios. Pero el rey

controla también a la nobleza, agasajándola en la Corte y concediéndoles

rentas y privilegios. El parlamento conserva algo de poder, pues es

necesario para aprobar impuestos, por lo que los reyes absolutistas intentarán no convocar cortes.

Como ejemplo las cortes francesas, los Estados Generales, no se convocarán desde 1614 hasta 1789

y cuando se las convoque, será el origen de la Revolución Francesa.

Económicamente se adoptará el mercantilismo, que defiende la intervención del Estado en la

economía, fomentando las manufacturas (talleres) y las compañías comerciales, lo que proporcionará

grandes ingresos a la Corona.

ISAAC NEWTON

LUIS XIV DE FRANCIA

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El parlamentarismo limitará el poder de los reyes, comenzando en el siglo XVII en Inglaterra y en

las Provincias Unidas. Las Provincias Unidas adoptarán la república federal como forma de gobierno

desde su independencia de España, con un gran peso en su política de la burguesía comercial, que

impulsará el comercio y las navegaciones marítimas, desarrollando un imperio a lo largo del siglo

XVII con posesiones en Norteamérica, el Caribe, Sudamérica, África y en Asia, en parte arrebatando

posesiones a portugueses y españoles.

En Inglaterra se desarrolló un periodo revolucionario en el siglo XVII, de 1642 a 1689. Carlos I

Estuardo intentó imponer el modelo absolutista en su reino, encontrando la oposición de los

parlamentaristas, liderados por Oliver Cromwell. Se desató una guerra civil, de 1642 a 1649, en la

que vencieron las fuerzas parlamentaristas. Se decapitó a Carlos I y se instauró una república en

Inglaterra.

Hacia 1660 el parlamento inglés restableció la

monarquía con Carlos II Estuardo, hijo del

decapitado Carlos I, tras aceptar el control del

parlamento y garantizar las libertades

individuales. Jacobo II sucedió a su hermano

Carlos II, que falleció sin tener descendencia.

Jacobo era un rey católico en una nación con

tradición anglicana y además, intentó como su

padre Carlos I aplicar políticas absolutistas, por lo

que comenzó una oposición al rey, ofreciendo los

parlamentaristas el trono al príncipe calvinista holandés Guillermo de Orange. En la llamada

“Revolución Gloriosa”, Guillermo se impuso a Jacobo II Estuardo. Este príncipe holandés juró el Bill

of Rights, la Declaración de Derechos, que limitaba el poder real y subió al trono inglés con el nombre

de Guillermo III.

7. Los conflictos del siglo XVII.

En el siglo XVII continuará el enfrentamiento

entre protestantes y católicos en Europa, siguiendo la

tendencia con la que se cerró el siglo XVI, con las

guerras de religión en Francia y en los Países Bajos y,

anteriormente, los enfrentamientos entre luteranos y

católicos en el imperio alemán. El gran conflicto

religioso será la terrible Guerra de los Treinta Años, de

1618 a 1648, que arrasará Alemania y agotará al

imperio Habsburgo español. En la segunda mitad del

siglo XVII se irá imponiendo poco a poco la tolerancia

religiosa, la convivencia entre credos y el derecho a la

libertad religiosa, siendo los motivos de enfrentamiento

más bien políticos. A nivel europeo, habrá también un enfrentamiento entre países con perfiles

económicos y sociales diferentes, luchando la aristocracia agraria y rentista, mayoritaria en los países

católicos, frente a las nuevas fuerzas de la burguesía comercial y manufacturera, en auge, con mayor

peso en los países protestantes.

Habrá también una lucha entre los grandes imperios y los estados, siendo el mejor ejemplo la

Guerra de los Treinta Años. Así, el imperio hispánico y el germánico, ambos católicos y con la misma

dinastía reinante, los Habsburgo, se enfrentará a las nuevas potencias del siglo XVII: Francia,

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Inglaterra, Holanda, Suecia y Dinamarca, todas ellas protestantes, salvo Francia. Los grandes

imperios Habsburgo, tanto el de España como el de Alemania, serán derrotados y entrarán en crisis

como modelos de monarquía autoritaria descentralizada y con territorios muy diversos en etnias,

lenguas y culturas. Estos viejos grandes imperios irán perdiendo su hegemonía en Europa. En la otra

cara de la moneda, van triunfando e imponiéndose los nuevos modelos políticos, el absolutista y el

parlamentarista, según la nación de la que hablemos. Así, como ya hemos visto, en Inglaterra u

Holanda triunfará el parlamentarismo; mientras que en Francia lo hará el absolutismo. En esta lucha,

los estados alemanes conseguirán autonomía frente al poder imperial Habsburgo.