virgilio y su mundo poético

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  • 8/12/2019 Virgilio y Su Mundo Potico

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    CARLOS A. DISANDRO

    VIRGILIO Y SU MUNDO POETICO(Publicado en Semanas de Estudios Romanos, Universidad Catlica de Valparaso, Chile, vol. I, 1973-1976)

    En Amrica ha existido precariamente siempre el saber filolgico; esta precariedad arranca desde losdas de la Colonia y traduce el derrumbe de la filologa clsica espaola, en la segunda mitad del sigloXVI. La quiebra de la universidad, la quiebra congnita de su estructura sapiencial, a lo largo de tressiglos hasta el presente, seala, entre otros aspectos, las gravsimas consecuencias que ha entraado ladesvinculacin histrico-filolgica con la Antigedad. Para vastos sectores sedicentes cultos de His-

    panoamrica, la Antigedad es un pasado muerto y perimido, que no debe intervenir, por tanto, en laformacin intelectual de las jvenes generaciones, y los finos instrumentos elaborados por el saber eu-ropeo desde el siglo XVIII, un mero pasatiempo de erudicin germana. Para esa mentalidad, construidacomo un filistesmo sin grandeza creadora, Platn y Virgilio son nombres de enciclopedias vulgarizado-ras y no presencias activas en el acto mismo con que existe el espritu. Pero, como deca el viejo autor

    medieval Bernardo de Chartres, el ms perfecto platnico de su tiempo, al hablar de los antiguos:Somos como enanos sentados en las espaldas de gigantes y por eso segn Bernardo vemos mscosas que los antiguos y ms alejadas. Pero ellos son los gigantes y nosotros, los enanos 1. En estemagnfico smbolo de un espiritual del siglo XII, tradcese ntidamente lo que significa reasumir la An-tigedad y reflejarla no slo en una reconstruccin de su contextura histrica, sino tambin en un actode interiorizacin de aquel descubrimiento del espritu. Desde este punto de vista, la ausencia de Platny de Virgilio, con toda la grandeza de sus estaturas inalcanzables, subraya nuestro penoso vuelo, casicontra el sombro rostro de una tierra inmatura.

    No hay un saber de la Antigedad sin la filologa, y no hay filologa sin una lectiode los textos, enprofundidad y en recuperacin descubridora. De esta lectio nace el recorrer nuestro propio logos, almedir las dimensiones de aquel logos antiguo. Y aunque el avance de numerosas ciencias auxiliares,

    como la arqueologa, pretenda a veces reclamar una primaca que no le corresponde, slo a travs de lalumbre o de la oscuridad de los textos podremos entrever la apertura inicial de lo helnico.Esta advertencia es importante en un momento en que los textos, los venerables textos de la vieja

    tradicin greco-romana parecen ser destronados de su ubicacin preponderante. Sin embargo, ms nosdicen Esquilo o Pndaro de la religin griega, ms nos dicen Cicern o Virgilio del sentido romano delcosmos, que todos los fragmentos arqueolgicos por importantes que sean.

    La cultura precisa, para serlo, de un Sfocles o de un Tcito; precisa consustanciarse con el ritmo delhexmetro homrico, o redescubrir el mundo en la trama numinosa de su presencia virginal. Pero preci-sa, sobre todo, del augusto y paterno nombre de Virgilio; precisa recorrer la apertura fundamental de su

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    palabra potica, para que sea en nosotros la inicial apertura de la revelacin de las cosas y de la historia.Porque en ello est, como veremos, la raz misma de la palabra potica virgiliana y la condicin in-igualable de su desarrollo en el mundo antiguo. En esa apertura de Virgilio se percibe la herencia plenade la gentilidad y la ardorosa indagacin de horizontes apenas presentidos. En Virgilio adems, por undestello insigne de su inspiracin lrica, aprendemos a percibir, como un detalle recndito y entraable,la conexin oculta del cosmos y del hombre; el misterioso mbito de ste, erguido como la encina de lasGergicas, hasta la exaltacin de un aire divino y absoluto.

    Hay diversos modos de acercarse a un texto potico, desde el comentario histrico-literario del viejoescoliasta alejandrino-romano hasta las modernas investigaciones de estructura lrica. A lo largo deveinte centurias, el texto venerable del poeta latino incit la admiracin y el estudio, la erudicin y elgozo, la polmica y la tranquila exgesis, no exenta de un discreto fuego oratorio, tal como se advierteen el dilogo de oratoribus de Tcito o en algunas pginas de Aulo Gelio y Macrobio. Al mismotiempo, la historia de los antiguos comentaristas, desde los obtrectatores Virgiliihasta la amorosa dedi-cacin de Donato y de Servio, anticipa el largo itinerario de la filologa virgiliana. Ella resulta, a su vez,un captulo extraordinario en la historia del humanismo, captulo compuesto en paradjica simbiosis, dealertada penetracin y de pedantera retrica, de insigne recepcin de una obra de arte y de cegueraagobiadora ante la hermosura del hexmetro virgiliano. La cuestin radica en entrever la contextura deesta palabra potica, articulando el conocimiento que da el mtodo de investigacin fundado por el po-sitivismo filolgico, y el mtodo de interpretacin que han aplicado las modernas escuelas de anlisistextual. A su vez, la dificultad consiste, particularmente, en advertir la coherencia de un mundo potico,que se extiende, en el orden biogrfico, durante ms de treinta aos, sin declinar en su profundidad y ensu exaltacin, y que alcanza, en el orden de la obra potica, una dimensin prodigiosa por la seguridadincomparable del verso virgiliano, por su poder asimilador, por el carcter de su atmsfera que noofrece, por as decir, ninguna quebradura.

    Qu distancia, en este sentido, entre Virgilio y Lucrecio, su gran maestro, y entre Virgilio y Catulo,su antecesor helenstico! Dificultad asimismo que destaca el significado profundo en una tarea de elabo-racin verdaderamente gigantesca, la de Virgilio con sus temas, que quiz no tiene comparacin en lahistoria de la poesa antigua, si se excepta Pndaro, mientras que en la medieval y moderna slo Dantey Goethe pueden aproximrsele, y esto con ciertas limitaciones. As pues la dificultad a que me refiero,el misterio de la poesa virgiliana, erigida sobre una labor erudita que desconcierta al criterio, ha incli-

    nado la labor filolgica hacia el subsuelo catico de la poesa virgiliana, es decir, al nivel de sus mate-riales y de sus fuentes, con un olvido, a veces ingente y en cierto modo ingenuo, de la celeste armonade sus hexmetros difanos y densos.

    Desde este punto de vista, tres posiciones fundamentales se disciernen en la accidentada historia dela crtica virgiliana: 1) aqulla que hace de Virgilio una cantera, por as decir, en el anlisis de temas ocuestiones referentes a la Antigedad Clsica. Sus poemas, explorados con la absoluta indiferencia deltcnico, se desmoronan y yacen como una tierra abrupta insepulta; restos silenciosos y muertos de unagrandeza; 2) una segunda posicin, que aplica en Virgilio un mtodo de mera comprensin de un pasa-do irrevocablemente perimido y que, si bien advierte la extraordinaria emersin de su figura en la anti-gedad romana, se limita a su ubicacin historia y literaria. 3) En fin, una tercera posicin que une laexactitud de la investigacin de ese pasado y de esa obra, la indagacin de sus cuestiones cardinales, larepresentacin objetiva de aquella antigua estructura espiritual, pero con la conciencia de estar acogien-

    do, incisiva y pursima, la palabra de la Antigedad, en una suerte de revelacin lrica que toca los es-tratos ms profundos de la existencia humana. Para las dos primeras actitudes, Virgilio es una situacinen el decurso irreversible de lo histrico; para la ltima, Virgilio representa, en ese decurso concreto, elsigno de un destino que se realiza en el hombre, en todo hombre; y la palabra potica de Virgilio, porser la captacin de ese destino, un mensaje imperecedero, un testimonio esencial de lo humano, y, comoya lo he sugerido, un itinerario mistaggico que, como veremos, nos radica en la existencia tendidos aun orden de transfiguracin. De todas maneras, la historia de la crtica virgiliana destaca, con nitidezadmirable, el trasfondo revelatorio de la obra virgiliana, que si bien es un elemento fundamental en todala poesa antigua, en el caso de Virgilio adquiere decididas resonancias religiosas, que no son ajenas alritmo concreto del espritu europeo. La historia de esa crtica, adems, nos est advirtiendo que el ejer-

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    desde Donato y Servio hasta las ediciones modernas con su admirable arquitectura de notas y, en fin, lalectura de una parte significativa en la inmensa bibliografa virgiliana, llevan al convencimiento de queel aporte de estos ltimos treinta o cuarenta aos posee una profundidad y una norma de esclareci-miento poco comn. Para dar una referencia ms concreta todava, y para sealar de antemano el senti-do de mi disertacin, parto del trabajo de Friedrich Klingner, Vergil. Wiederentdeckung eines Dichters4,y del breve pero importantsimo ensayo de Bruno Snell, Arkadien, die Entdeckung einer geistigen

    Landschaft5. Tratar de mostrar este redescubrimiento, teniendo en cuenta sobre todo la dinmica del

    mundo potico virgiliano y ciertos detalles singularsimos de su arte transfigurador.

    I. GLOGAS

    Comencemos por las glogas; provisoriamente designemos la coleccin de los diez poemas pastorilescomo el mundo del canto. Desde este punto de vista, la originalidad de Virgilio es ntida y soberana,aunque sus temas provengan, a veces, de Tecrito, de los libros sibilinos, o reproduzcan una problem-tica filosfico-literaria propia del momento, y aunque su estilo prolongue ciertos aspectos del alejandri-nismo romano. Pero no nos detengamos en aspectos marginales. Advirtamos ms bien el significado denuestra primera afirmacin. Los pastores virgilianos, en un paisaje compuesto de detalles reales, peroordenados en una especie de jerarqua, donde los rboles, las aguas y los montes disean una naturaleza

    profundamente interiorizada, capaz de un ascenso catrtico y transfigurador, estos pastores cantan. Esecanto inmerso en un cuadro siempre ntido y siempre entraable insume, por as decir, todos los te-mas poticos, desde los que emergen de circunstancias biogrficas, dolorosas e incisivas, hasta los quese cargan de cierta vibracin oracular y religiosa; desde los que trasladan el dilogo fresco de una con-troversia pastoril hasta los que pretenden jerarqua metafsica. Contagiados por esta msica que entre-abre la clausura del mundo quiero decir del cosmos y del hombre, ingresamos con cualquiera deesos pastores en el mbito de la Arcadia virgiliana, desde donde se nos aclara interiormente el sentidorecndito de lo cotidiano. En esto reside el encanto de las glogasy el secreto de su silenciosa y ar-diente posesin en el lector que se allana a ser, con los pastores de Virgilio, el intrprete de una poesafecundsima. Para comprender este mundo del canto arcdico y para desentraar la significacin deeste traslado desde la rigurosa fragmentacin de lo cotidiano a la coherencia armoniosa del mbito bu-clico, debemos hacer tres advertencias orientadoras que habrn de adentrarnos en el trasfondo deter-

    minante de lasglogas.En primer lugar, digamos lo que es el canto para el antiguo. Para ello tendramos que trazar, comolnea vertebral de la literatura antigua, partiendo de Hesodo y culminando en Pndaro, la historia de lasMusas. Pero, a los efectos de estas breves palabras en tema tan arduo, creo bastar recordar y comentarun texto de Pndaro. Me refiero a su Himno a Zeus 6. Segn este himno las Musas nacen para celebrar el

    proceso que ha conducido desde las etapas caticas hasta el advenimiento del reino de Zeus, reino dejusticia y de transfiguracin. El canto de las Musas en el banquete olmpico muestra a todos los dio-ses que, en la genealoga del cosmos, hay un elemento que slo el canto puede descubrir y destacar.El canto es pues la coronacin de toda la realidad, el descubrimiento dinmico de las honduras desta, el camino de su traslado a un mbito de interioridad. En el canto pues se revela el logos delcosmos. Todo canto humano, segn se ve en Hesodo y Pndaro, no ha hecho otra cosa que profundi-zar uno de los aspectos hesidicos: es inspiracin de la Musa, y en todo canto humano se reproduce lo

    que en el primer canto de las Musas al nacer, es decir, la interiorizacin y la celebracin, que, comoveremos, se trueca, en el caso de las Gergicas, en glorificacin. El canto de los pastores virgilianosrenueva en un mundo trastornado por las pasiones del hombre, en un mundo quebrado por el fuego yla sangre el canto de las Musas que explora el secreto inasible de toda realidad. La dimensin deeste canto es la Arcadia virgiliana.

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    En segundo lugar, es preciso advertir la constanteEntmythisierung(demitizacin) que se acenta enel itinerario de la poesa antigua, y cuyo resultado es la poesa de la poca alejandrina. Ella se refugia enla elaboracin de la palabra potica y crea un nuevo sentido del lenguaje lrico. Pero Virgilio es un tem-

    peramento religioso, que no se detiene en la singularidad erudita de un poema helenstico y que explorala realidad con un sentido muy particular de sus vnculos. Virgilio acepta, sin embargo, ciertos aspectosde la composicin y cierto sentido de la lengua literaria, sin hacer de sta la meta de su labor artstica.

    En tercer lugar, Virgilio conserva, intocable y fecunda, la experiencia numinosa de la religiosidad

    itlica, que constituir, por as decir, el factor aglutinante de su erudicin mtico-religiosa. Si se compa-ran algunos poemas juveniles anteriores a las glogas, en stas se advierte que Virgilio ha decididoaceptar de la escuela helenstica los principios de constitucin de un lenguaje lrico, pero ha rechazadoel aspecto puramente decorativo y barroco del neoterismo latino.

    Y bien, el mundo potico de lasglogases el mundo del canto que corona y entreabre la realidad;es el mundo de la palabra, que conserva la religiosidad numinosa para triunfar del puro espectculodecorativo de la poesa helenstica; es el mundo en que los contrastes temticos estn resueltos en lamodulacin superior de un paisaje que es, en sntesis, el diseo de un itinerario interior. Virgilio descu-

    bre la Arcadia o la funda, como el triunfo de un poder transfigurador, como la apertura de la cotidianei-dad, y, en este sentido, las diferencias con el idilio de Tecrito son fundamentales. El reino de la coti-dianeidad, que para el moderno es el mbito de la alienacin, de la clausura de los seres derelictos, elmbito de la finitud sin salida, es vencido en el canto buclico por un proceso de transfiguracin. Loselementos inertes entran en un ritmo de contemplacin; la palabra descubre un ascenso por las cosas, yel contenido de la experiencia es trocado en el punto de arranque de una incontenible sacralizacin. Porello, la tensin que gobierna el mundo potico de las Buclicas, es la tensin de lo profano de la coti-dianeidad, y lo sacro de la atmsfera numinosa a que conduce la inspiracin de los pastores. Pero,mientras la poesa helenstica, como la de Tecrito, Arato, Calmaco, se gobierna por la factura de unlenguaje primoroso y singular, al punto que las modernas orientaciones poticas, simbolistas y postsim-

    bolistas, consideran a tales poetas helensticos incluidos en la categora de la poesa pura, absoluta overba17, Virgilio, ha iniciado con las Buclicasun camino inverso por el que progresar en las Gergi-casy en laEneida, la manifestacin de una experiencia de lo sacro y de lo numinoso, expresada en unatrama didctica o mtica. La coleccin de lasglogascontiene, desde este punto de vista, la forma ori-ginaria de la obra virgiliana, que se puede perseguir, como lo hace la crtica moderna, en todo su desa-

    rrollo y en toda su extensin. As se explica la inclusin de temas como los de las glogas IV y V; lasignificacin de los dilogos pastoriles, compuestos de elementos biogrficos; la recepcin de proble-mas especulativos, como los de la gloga VI, y, en general, la presencia de elementos neo-pitagricos,estoicos y epicreos. Virgilio conserva, en este sentido, una peculiar libertad selectiva, por lo que co-meten un error fundamental de perspectiva aquellos comentaristas y fillogos que se empean en ali-near a Virgilio en sta o aquella escuela, o los que creen, en un extremo contrario, que tales elementoscarecen de significacin en la poesa virgiliana. Lasglogas, pues, representan una (una con-versin) virgiliana, en la manera de entender la significacin ltima de la realidad. Esta es ahora, en suselementos concretos, el principio de una transfiguracin. Pero el poeta no contrapone realidad e ideali-dad; no enfrenta lo cotidiano y lo sacro, el orden csmico y el orden humano, etc., sino que funda unvnculo: el canto de los pastores ha descubierto el rostro venidero de las cosas, el rostro que estoculto en la aparente caducidad de sus rasgos. Y este descubrimiento es el triunfo de la Arcadia. Virgi-

    lio establece con ella un comienzo nuevo, que nos explica el itinerario de las Gergicasy de laEneida,pues, como he dicho, la estructura del mundo virgiliano, tan compleja y tan elaborada en los dos gran-des poemas, se nos anticipa claramente en el libro buclico. ste es el sentido de la disposicin internade las diez glogas, de su ordenamiento estilstico, de su significacin dentro de la unidad de la obravirgiliana8.

    La gloga V es un ejemplo acabado del arte virgiliano y un signo de este canto arcdico. Dos pas-tores, Menalcas y Mopso, se encuentran para celebrar la muerte de Dafnis. El poeta nos presenta en los

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    primeros versos el cuadro pastoril, el paisaje pursimo. Luego Mopso relata la muerte de Dafnis:

    Exstinctum Nymphae crudel i funere Daphnimflebant (...)cum complexa sui corpus miserabile gnati,atque deos atque astra vocat crudelia mater9.

    El pastor Mopso describe el dolor de la naturaleza y deja para Menalcas el relato de la apoteosis deDafnis y, como contraparte del primer canto, el gozo de la naturaleza por este triunfo transfigurado. Enla estructura del breve poema el canto arcdico apunta pues a la transfiguracin de la apoteosis, de laque participan todos los elementos del mundo pastoril. Este mundo es ahora un espacio sacro, en el quese yergue la figura de Dafnis, luminoso y divino. Ese mismo canto, por otra parte, inaugura anticipa-damente en la gloga IV la Edad de Oro que retorna, dentro de la concepcin cclica griega, mientrasque en la gloga VI, en boca de Sileno, numen inspirado, el canto pastoril nos descubre, en una suertede contemplacin filosfica, la estructura del universo y una especie de resumen mtico de la historiahumana. En tres direcciones se mueve, pues, la exaltacin de la Arcadia: anticipar la Edad de Oro; pre-

    parar la apoteosis del hombre y de las cosas; revelar la historia ntima del mundo. La vida pastoril es, enel canto virgiliano, una forma de comunicacin con las cosas y un sentido de la palabra para el que lascosas son rostros que se miran y se abren.

    II. GERGICAS

    Virgilio abandona sin embargo la Arcadia para regresar a la tierra y al trabajo, es decir, a un nuevo as-pecto de lo cotidiano. Con ello nos demuestra su vnculo inconmovible con los seres concretos y el sen-tido de su progreso potico. Cuando escribe las Gergicas, el poeta ha sido fiel sin embargo a su mundo

    buclico, pues el poema sobre los campos no se limitar a ensearnos preceptos campesinos o a darnosdetalles localistas del ambiente agrario de Italia, sino que intentar una nueva transfiguracin de lascosas. Es decir, no hay oposicin entre la Arcadia y las Gergicas, sino continuidad y progreso. Virgiliono ha abolido la Arcadia, la ha profundizado.

    Ya Sneca advirti la confusin que se operaba en la interpretacin del poema:

    Vergilius, qui non quid verissime, sed quid decentissime diceretur, aspexit nec agricolas docere voluit,sed legentes delectare10.

    Salvo que este delectarede Sneca se ubica dentro de los fines asignados al orador, y no en su vnculocon una verdadera contemplacin lrica. Sneca no estaba capacitado para entender el poema virgiliano;slo poda sealar ciertos aspectos retricos. La confusin, sin embargo, se ha mantenido tenazmente.Una serie de equvocos a propsito de las Gergicasha ocultado por mucho tiempo el carcter poticode la obra y su significacin en el itinerario virgiliano, es decir, ha obscurecido la situacin de lasGergicasrespecto de laEneida, donde culmina la apertura del alma virgiliana.

    El tema de las Gergicas es en realidad el hombre, o si, se quiere, la visin del hombre y su co-nexin con el cosmos. Aqu entramos en una novsima dimensin del mundo potico virgiliano, dondela tierra, los rboles, los animales convergen para iluminarnos, por as decir, el foco de los cuatro cantosdel poema: el tema de la muerte. En una palabra, la tierra en el primer libro, los rboles en el segundo,los animales en el tercero, las abejas en el cuarto, mantienen su coherencia, porque esclarecen lohumano. Pero Virgilio penetra lo humano por el tema de la muerte. De aqu la clausura del poema, elclebre episodio de Orfeo y Eurdice. El mito de Orfeo en las Gergicas, ininteligible para Servio y

    para un gran nmero de fillogos modernos, representa la clave para interpretar la totalidad de la obra.Por ello, si observamos la composicin potica advertimos una doble lnea de avance temtico: la que

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    se gobierna por la polaridad de la tierra y las abejas, signos del espritu, y que nos traslada por los diver-sos niveles de la realidad; y una segunda lnea, que se construye al profundizar la presencia de la muertea lo largo de los cuatro cantos. Al investigar la estructura del poema, se hace patente pues la preocupa-cin de Virgilio por entender lo humano, su vnculo con las cosas y el resultado de este vnculo desde el

    punto de vista de un progreso incontenible en la realidad, desde la tierra a las abejas, testimonios divi-nos en el mundo. Pero la palabra de Virgilio no se limita a una descripcin didctica del mundo campe-sino; ella funda, ahora, el mundo potico de una glorificacin, que es un nuevo nivel al que se elevan

    las cosas en virtud de la contemplacin virgiliana de sus nexos infrangibles y de su trasfondo divino.Virgilio parte del misterio de la tierra generadora, que fue para el antiguo el principio de una verdaderaexperiencia religiosa; sube por la contemplacin de los rboles que representan, para el poeta, un modode culminacin y un espacio catrtico insustituible. Vuelve a arrancar de los animales para culminar enlas abejas que se destacan dentro del orden csmico, por ser indicios de una mente divina; y por esoVirgilio se hace eco de la concepcin neo-pitagrica:

    His quidam signis atque haec exempla secuti,esse apibus partem divinae mentis et haustusaetherios dixere ( ... )11.

    Este mundo de glorificacin se funda en el triunfo sobre la muerte, segn la perspectiva de los misterios

    rficos. En el libro I es la muerte del grano en el surco de la tierra y el espectculo del campo y las se-ales del cielo lo que interesa al poeta. Frente a esta muerte, el poeta insina, en los libros II y III, lavisin del incendio destructor en los viedos, pacientemente cuidados, dolorosas cenizas en medio delas llamas, y la peste en el ganado, asunto que cierra el libro III. La descripcin del incendio de un vi-edo es un pasaje pattico que hace de contraste en la difana atmsfera del libro II:

    Neve tibi ad solem vergant vineta cadentem,neve inter vites corylum sere (...)(...)neve oleae silvestres insere truncos:nam saepe incautis pastoribus excidit ignis,qui, furtim pingui primum sub cortice tectus,robora comprendit frondesque elapsus in altas

    ingentem caelo sonitum dedit; inde secutusper ramos victor perque alta cacumina regnat,et totum involuit flammis nemus12.

    En el libro IV, en fin, la destruccin del enjambre y su recomposicin maravillosa, motiva la recorda-cin del mito de Orfeo y Eurdice, mito de muerte y de supervivencia. En la clausura del poema se con-traponen la cabeza de Orfeo, que en las aguas sigue cantando, y el nuevo enjambre, vigoroso y activo,que parece renovar la vida total de la naturaleza. Por esto mismo y atendiendo a esta interpretacin, a lolargo de todo el poema es posible discernir, con perfecta claridad, las alusiones de Virgilio al carcterrevelatorio de los misterios helensticos, y por esto su poema sobre los campos es efecto de una nuevaconversin, que puede definirse como el triunfo sobre Lucrecio y la imagen epicrea del cosmos y delhombre. Entonces la clausura rfica del poema no representa un detalle con el que Virgilio ha querido

    imitar la tradicin helenstica del epyllion, ni son una simple destreza literaria los hexmetros con quese cierra el intenso episodio. A la sombra certeza de Lucrecio, expresada en aquel verso que, en miconcepto, seala la experiencia lrica fundamental del poema De rerum natura y que dice: mortalemvitam mors cum immortalis ademit 13, a esa certeza de la inmortalidad de la muerte, que produce laexaltacin lucreciana, Virgilio opone pues un sentido de glorificacin, que nace tambin como una ra-

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    dicacin en las cosas, como un intuir su rostro venidero y no como mera aceptacin de una escuela filo-sfica. En este sentido, el sincretismo estoico-neopitagrico, que se advierte en la estructura del poema,es uno de los tantos elementos usados por Virgilio con absoluta libertad. Esta glorificacin, fundada

    paradjicamente en la conciencia de la muerte, se ubica pues entre la muerte inmortal de Lucrecio yla muerte vencida de San Pablo, absorpta est mors in victoria14, es decir, la victoria de la resurreccin.En esta perspectiva, el poema sobre los campos no es, como lo cree buena parte de la crtica desde elRenacimiento ac, el tributo de Virgilio a la idiosincrasia del pueblo romano y el resultado de una obe-

    diencia cortesana al crculo de Augusto en razn de ciertos elementos y tendencias de la propagandaimperial. Por el contrario, es la ruptura de esa idiosincrasia y el descubrimiento de un nivel humanoabsolutamente inhallable en toda la Antigedad, a saber, la apertura del hombre para recibir las cosas y

    para darles un traslado difano y perenne en un mundo de glorificacin; y es, al mismo tiempo, el re-descubrimiento de la palabra potica en la lnea de Hesodo y Pndaro, en absoluta oposicin a la men-talidad helenstica. El poema emerge de un Todes Erlebnis, en la perspectiva de los misterios rficos,salvo que, en lugar de contraponer el aquende y el allende, lo fsico y lo psquico, lo perecedero y lodivino, Virgilio funda con su canto gergico un itinerario de asuncin de la tierra, como sede numi-nosa del espritu, que, en el caso del hombre, slo puede subir a la contemplacin por una estructura desmbolos coherentes. Aqu la tensin que gobierna el poema, se establece entre los caracteres concretosde la realidad y el sentido de la glorificacin virgiliana, que se expresa desde el punto de vista de con-ciencia lrica en la famosa coda del libro II: O fortunatos nimium sua si bona norint agricolas!15. Mien-tras en lasBuclicasla tensin entre lo sacro y lo profano, se orienta a constituir el mbito autnomo dela Arcadia, con prescindencia de la realidad del cosmos y de la historia, en las Gergicas la polaridadentre la tierra y el espritu, es decir, la contraposicin entre los libros I y IV se resuelve en la palabraglorificadora del poeta, que no slo nombra, sino que funda y alaba. Virgilio descubre el nexo vivienteentre el cosmos y el hombre, a saber, el destino de las cosas a ser asumidas en los actos y en las pala-

    bras humanas, para alcanzar un nuevo grado de interioridad, y por all intuye, simultneamente, la sig-nificacin de la historia como un nivel distinto y autnomo que es preciso penetrar. Estamos en las ba-ses espirituales de laEneiday en el sentido fundamental de su estructura potica. Al mismo tiempo, conel extraordinario esfuerza compositivo de las Gergicas, Virgilio ha creado, definitivamente, las dimen-siones del lenguaje potico latino, la plasticidad de un hexmetro difano y dcil y el poder de una ima-gen potica al servicio de una articulacin constante entre el mundo y la interioridad humana. La glori-

    ficacin de que hablo no es slo el recurso de un brillo efmero y caduco. Es, en cierto modo, la intui-cin de la criatura y de sus ligaduras infrangibles con un mundo slo patente por ahora a la inspiracinpotica. Virgilio descubre en las Gergicasel mbito de la criatura, nivel ms profundo y ms misterio-so que la fundacin de la Arcadia.

    III. ENEIDA

    Virgilio ingresa, en fin, al mbito de lo histrico. Dos poderes fundamentales han fortalecido al poetadesde los aos de la adolescencia hasta la madurez de la Eneida: un poder de radicacin en las cosas,alertado y vivido, que es, en ltima instancia, el mejor tributo de Virgilio al carcter plstico del esprituhelnico. Desde este punto de vista, Virgilio representa el postrer testimonio del impulso constructivode la mentalidad griega y la ms pura concentracin de la mentalidad romana, para la cual descubrir el

    mundo significa intervenir, con actos, gestos o palabras, en su atmsfera sagrada. Por eso Virgilio reali-za constantemente la religiosa admonicin de Propercio:sacra facit vates; sint ora faventia sacris16.

    Un segundo poder, profunda e ntimamente virgiliano, es la facultad de transfiguracin que hemosvisto ejercerse en dos direcciones aparentemente contrapuestas, la de las glogasy la de las Gergicas,la de la Arcadia inasible y la del mundo telrico, prximo y tirnico. Ahora bien, la Eneidaabraza elmundo de la historia y el mundo del mito, en un punto en que se cruzan los hechos humanos, los desig-

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    nios divinos y las figuras misteriosas de antiguos mitos fundacionales.Por otro lado, desde el punto de vista de la estructura potica el poder virgiliano sobre la palabra, el

    verso y el tema se revela claramente en la organizacin de los doce libros de la Eneida, en cuanto a susrelaciones y en cuanto a una triple distribucin de esos grandes captulos: la primera establecida por dosgrupos de seis libros, uno para describir el andar errtico de Eneas y que culmina con la odescenso infernal del libro VI; otro, para seguir sus gestas en Italia y que culmina a su vez, con lamuerte de Turno. La segunda particin se refiere, en un nivel ms profundo, al vnculo de Eneas con

    tres personajes fundamentales, Dido, Anquises y Turno, lo cual da tres conjuntos de cuatro libros; cadauno de ellos con un ritmo muy particular; y en fin, una tercera particin, que se refiere al carcter divinode la misin de Eneas, a su condicin de fatalis. Desde este punto de vista, el poeta ha concentrado enlos libros pares la visin cada vez ms clara del propio Eneas respecto de su vnculo con la historia, entrance de hacerse desde el derrumbe de Troya hasta la muerte de Turno y la conquista del reino latino;en tanto que los libros impares reflejan, preferentemente, el contorno de Eneas y los mltiples vnculosde su misin y de su figura. Esta tercera particin establece, pues, grupos binarios, cuyo objeto es des-tacar progresivamente la interioridad del hroe virgiliano. Sin embargo, esta compleja coherencia inter-na de la obra, que le confiere el carcter de requerido por Aristteles17, puede ser reducida auna lnea simple con dos puntos determinantes: la sumisin de Eneas, es decir, lo que Virgilio concentraen la famosa admonicin:

    Non vires alias conversaque numina sentis?Cede deo ( ... ) 18

    y la participacin consciente y plena de Eneas en elfatumque lo lleva a refundar Troya, es decir, lo queVirgilio concentra en la admirable exclamacin del hroe: ego poscor Olympo 19, en el sentido de elOlimpo me reclama o me precisa. Finalmente, Virgilio organiza el ritmo total del poema hacia una es-tructura abierta, con la que concluye el libro XII; junto al cuerpo de Turno, el hroe parece contemplarmelanclicamente la inmensidad del futuro, que se abre, y el destino cumplido, segn las palabras deAnquises en los Campos Elseos. De este breve diseo estructural surgen algunas conclusiones impor-tantes para comprender las caractersticas poticas de laEneiday el nuevo enfoque de la intuicin vir-giliana, a partir de las Gergicas. Voy a resumir tales conclusiones en forma concisa, advirtiendo sinembargo que representan el aspecto interpretativo de una verificacin textual, que resulta indiscutible.Pero esa verificacin no cierra el camino a otras interpretaciones; por el contrario, las posibilita engrado sumo y las promueve sobre la base de aquella organicidad, que era, segn Aristteles, el signo delo potico. En primer lugar, hay en laEneidaun ritmo de tensin que representa una experiencia virgi-liana del contenido temporal de lo humano y que significa, en mi concepto, el descubrimiento de Virgi-lio de la categora escatolgica del tiempo. Expresndolo con un texto de laEneidaes la tensin:

    (...) miserum inter amoremPraesentis terrae fatisque ocantia regna20

    es decir, entre el desdichado amor de esta tierra y los reinos que llaman a travs de los hados. Desdeeste punto de vista, podemos hablar de una tercera conversin virgiliana: su ruptura con la concepcin

    cclica de lo histrico y su descubrimiento de un tlos(fin) que, como en el caso del historiador Polibioen el siglo II a. C., determina la concepcin de una historia universal. Ese tlos, es decir, Roma, es unfoco, del cual surgir, a su vez, una universalidad concreta, o, como dice Virgilio, totum sub legesmitteret orbem21.

    Hay muchos textos semejantes en laEneida, lo que prueba la intencin consciente de Virgilio. Con-

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    trapuesto a toda la Antigedad grecorromana, Virgilio desentraa en laEneida, por un vuelo misteriosode su inspiracin potica, la temporalidad, como marco concreto donde se produce un vnculo entre lodivino y lo humano, y la temporalidad realizada en actos humanos irrepetibles, que se anudan sin em-

    bargo en una trama universal. De aqu nace el tono oracular y proftico de sus hexmetros picos, por-que ese tono traduce, precisamente, la tensin que gobierna el decurso tempora1. Asimismo, ella expli-ca la estructura abierta de la Eneida, a que me he referido hace un momento: la muerte de Turno es laapertura por donde el hroe enfrenta la inmensa perspectiva de su obra y, a travs de ella, la culmina-

    cin de la anttesis entre el cede deoy ego poscor Olympo, es decir, entre la sumisin al hado y el es-fuerzo creador de Eneas. Por otro lado, se comprende as el significado profundo delfatumvirgiliano ode los arcana fatorum. Estefatumno es, como lo cree una lnea imprecisa en la interpretacin de Virgi-lio, el peso de una necesidad inescrutable, que esclaviza al hroe y sus actos y que determina, desdeafuera, un mundo rgido sin sentido. El fatumen laEneidarepresenta, ms bien, la ruptura de una con-cepcin mtica, que traslada al orden potico el relato de una antigua saga sin conexin respecto de laexistencia histrica concreta. El fatumes pues la incorporacin de lo mtico a lo histrico, o inversa-mente, la iluminacin de lo histrico por el carcter humano-divino que Virgilio intuye en el substratumde la historia. Sin exagerar demasiado esta interpretacin, y sin darle los colores que Theodor Haeckerasigna a la palabra virgiliana, el fatumde la Eneida es la intuicin del carcter tendrico de la historia;la liberacin de los ciclos mticos; la intervencin creadora del hombre, y el mbito universal de la his-toria. En fin, en aquella tensin entre los actos concretos del hroe y la visin del orbe entero bajo elesclarecimiento romano, en aquella estructura delfatumcomo interpretacin tendrica de la historia, enaquella dinmica entre los actos presentes y losfatis vocantia regna, que definen, por as decir, el lmitesiempre inminente de una transfiguracin en la historia, laEneidasignifica el mximo acercamiento dela Antigedad a la estructura de profeca que descubre tambin, en un ritmo de interiorizacin y de pro-greso, el vnculo entre el (el hoc saeculum) y el (elsaeculum venturum), entreel en que nos circunda y nos agobia, pero que es prenda y raz del en que viene. Virgilio, en una pa-labra, descubre que la caducidad de lo histrico es el signo de su transfiguracin, que el tlosde la his-toria supone la trama universal de los actos humanos, y, en fin, que el mito es la expresin indefectiblede un vnculo humano-divino, que se hace patente, para el hombre, en la naturaleza concreta de loshechos humanos. En laEneida, Virgilio, en absoluta oposicin a todos los poetas picos desde Homeroen adelante, abandona la organizacin potica de una saga tradicional, para usar el mito en servicio de

    su intuicin personal de la historia. Y esa intuicin ha significado, parejamente, una suerte de descu-brimiento escatolgico que ha apartado a Virgilio de todos los pensadores y poetas de la Antigedad,como en un presentimiento informulado de lo cristiano. El pius Aeneases el mismo Virgilio, agobiadocon el peso de esa conciencia en medio del derrumbe inevitable de lo antiguo; es el mismo Virgilioabierto a una experiencia de lo divino en la soledad ms terrible y ms densa que podamos imaginar enel hombre precristiano. El suave y dulce Virgilio de la crtica tiene, en esta perspectiva, una concienciatrgica, difcilmente igualada en toda la Antigedad, sin exceptuar la de Homero o la de Sfocles, eincomparablemente ms pura y ms noble que todas las contorsiones nietzcheanas de los que comprue-

    ban la clausura de la finitud existencial.Concibo, pues, el itinerario virgiliano como una coherencia absoluta, y su mundo potico, como un

    ascenso progresivo e incontenible hacia la intuicin de las cosas y del hombre, inmersos en una atms-fera numinosa, en la que el poeta intuye, sucesivamente, vnculos ms profundos y ms esclarecedores.

    Y si la palabra potica es, en ltimo trmino, la intuicin de los nexos concretos entre el orden divino yel orden de la creatura y, por otro lado, si esa palabra es el descubrimiento de las cosas en una dinmicade transfiguracin, es lcito considerar a Virgilio el poeta por excelencia en toda la historia del esprituoccidental. Tres conversiones se disciernen, pues, en este itinerario, las cuales estn en la base de sustres poemas. Esas tres conversiones denotan, sin lugar a dudas, el aspecto decididamente creador delalma virgiliana, que hizo de ellas el principio constructivo de su mundo potico. La primera lo aleja dela poesa helenstica, y el poeta crea el libro buclico, que es entonces la ruptura y revocacin de locotidiano para ingresar en el mbito de la Arcadia; la segunda es el trnsito de la imagen lucreciana delmundo al cosmos virgiliano de las Gergicas, mundo de asuncin de la tierra y de glorificacin; la ter-cera, en fin, es la abolicin de la estructura fsica o cclica de la historia y el descubrimiento de una

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    nueva transfiguracin que se refiere, particularmente, al sentido de lo histrico, y laEneidaes el resul-tado de este ltimo triunfo virgiliano. El ascenso de Virgilio, desde las glogasa laEneida, se rige poruna suerte de anttesis entre una intuicin, que se concentra y cobra mayor vuelo, y un tema que se am-

    pla y se ensancha hasta alcanzar lo inconmensurable. Es el ascenso de la apertura y de la interioriza-cin; la simpata virgiliana que lleva su palabra hasta la intimidad de las cosas, hasta aquellas lacrimaererumque envuelven en su claridad difana y en el claroscuro de su msica el cosmos entero; y es elarte virgiliano que en su inigualable continentia, es decir, mesura y equilibrio, es capaz de ceir, en la

    venerable clausura de un hexmetro, la profundidad misteriosa de su mirada universal.En Brindis, en un da de este insperabile tempustan palpitante para el poeta, dentro de la serie innu-

    merable de los das, en la soledad de un cuarto que mira al mar, sin amigos, sin libros, sin riquezas, elpoeta siente prxima su verdadera . Junto a l estn los voluminade la Eneida, con los lti-mos toques, pero an inconclusa. Sus recuerdos penetran el tiempo abolido de su niez en Mantua, elfuego de las guerras itlicas, su retiro fecundsimo en Campania, dedicado a lo que el antiguo entendacomo vida filosfica, y su vnculo con la nobilsima figura de Augusto, quien ha sabido extraer, de entrelas ruinas y la sangre que coronan un siglo de luchas civiles, una fortaleza de purificacin, el detallems misterioso de aquel joven Octaviano, que es para Virgilio, la imagen acabada de Eneas. En el almadel poeta crece, agudamente, esta conciencia de los actos humanos; esta penetracin que intuye unadinmica invisible que va desde lo que se derrumba y cae como Troya, hasta lo que se yergue universaly glorioso, como el ciprs, figura del mpetu de Roma. Y ante esta conciencia vvida, ante esta contem-

    placin serena y decidida, que no tiene, probablemente, ninguna clase de inseguridad, pero tampoconingn esclarecimiento salvfico, un solo pensamiento lo domina: destruir la Eneida, que es, ante esamirada, la imagen trunca de una visin excepcionalmente profunda y entraable. No se trata de un merogesto retrico, imaginado por la antigua tradicin de los escoliastas; por el contrario, es un ltimo y

    postrer testimonio de aquello que con mayor lucidez que todos los crticos ha percibido Dante:

    Facesti come quei che va di notte,che porta il lume dietro, e s non giova,ma dopo s fa le persone dotte22.

    Tras la lumbre, que irradia la poesa virgiliana, desaparece el poeta, atento slo a que se destaque uncamino de apropiacin definitiva y glorificadora. Si toda muerte humana es un acto supremo de adora-cin, por ser la mxima apertura y el mximo encuentro; si el carcter latrutico de la muerte revelaque, en lo provisorio y problemtico de lo humano, se urde una tela, invisible a nuestros ojos velados, lamuerte de Virgilio representa, adems, el camino supremo por donde la Antigedad cumple sufatum, laentrega latrutica de su interioridad y el tributo maduro de una forma humana que entra ahora en elocaso. Ante esa muerte, cargada de una conciencia que nos revela el orden de las conversiones virgilia-nas, un extrao dolor nos roza y estremece aun ahora, dolor como el de Dante cuando en el canto trig-simo del Purgatorio, busca a Virgilio, su dulcsimo padre, y ste ha desaparecido. Empero, en el m-

    bito intocado y perenne de su verso, que por el signo caduco de la palabra humana contiene el pesoinenarrable del mundo, ese dolor reinicia en instantes inasibles y fecundos el silencioso itinerario deVirgilio y descubre, con el ritmo sagrado de su hexmetro pursimo, el trasfondo divino que nos en-vuelve, nos urge y nos alienta, para alcanzar, por encima de los astros, como una nueva Arcadia, aquel

    aire sereno sin nubes y sin nieve.