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INTERNACIONAL VENEZUELA: UNIDAD, DIVISIÓN, SÍNTESIS Martín Santiváñez Vivanco es investigador del Navarra Center for International Development de la Universidad de Navarra 7/03/2012 Nº 161 AFP PHOTO/Juan Barreto Seguidores de Henrique Capriles celebran su victoria, el pasado 12 de febrero en Caracas, en las elecciones pri- marias para elegir al candidato de la oposición a la presidencia de Venezuela.

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INTERNACIONAL

VENEZUELA: UNIDAD, DIVISIÓN, SÍNTESIS

Martín Santiváñez Vivanco es investigador del Navarra Center for InternationalDevelopment de la Universidad de Navarra

7/03/2012Nº 161

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Seguidores de Henrique Capriles celebran su victoria, el pasado 12 de febrero en Caracas, en las elecciones pri-marias para elegir al candidato de la oposición a la presidencia de Venezuela.

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Pro rege est regulus, pro regno fragmina regniFloro de Lyon1

Hay algunas voces, decía Chateaubriand, que tienen algo de sagrado por-que surgen del sepulcro2. Cuando se analiza la situación política de Vene-zuela y, en particular, el clima de división que caracteriza al país, acude a

nuestra mente una sentencia de ultratumba, aquella que el Libertador Simón Bo-lívar dijo a los legisladores venezolanos en el discurso de Angostura: “Para sacarde este caos a nuestra naciente República, todas nuestras facultades moralesno serán bastantes si no fundimos la masa del pueblo en un todo; la composi-ción del gobierno en un todo; la legislación en un todo y el espíritu nacional enun todo. Unidad, unidad, unidad. Unidad debe ser nuestra divisa”3. En efecto, launidad es el antídoto a la crisis que atraviesa Venezuela, un país escindido porla larga sombra del mesianismo ideologizado.

La enfermedad del presidente Hugo Chávez desequilibra el modelo estatalsocio-populista que el chavismo ha implantado en Venezuela desde que asumióel poder en 1999. Hace unos días, cuando el líder de la revolución bolivariana sedespidió de sus seguidores antes de partir para Cuba resumió su pensamientopolítico en estas líneas: “me voy a dar esta nueva batalla y derrotar a la amenazaque está por dentro. A derrotar y dejar los crespos hechos a quienes muchas

1 “Donde hubo un rey / hay un reyezuelo / en lugar de reino / pedazos de reino”. La frase figura en el estu-pendo libro Los reinos del Perú. Apuntes sobre la monarquía peruana del jurista limeño de estirpe venezo-lana Fernán Altuve-Febres Lores (Dupla editorial, Lima, 2001) p. 7 y denota la persistente debilidadrepublicana de Venezuela, extensiva a toda la región, desde el colapso del Imperio español.

2 Cfr. François-René de Chateaubriand, Memorias de Ultratumba I (Acantilado, Barcelona, 2006) p. 9.3 Simón Bolívar, Obra política y constitucional. Estudio preliminar, antología y notas de Eduardo Rozo Acuña

(Tecnos, Madrid, 2007) p. 91.

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“El chavismo es el producto de una sociedad compleja, profundamentedesigual. La historia venezolana no se comprende sin el caudillismo. Y a los

caudillos solo los derrota la unidad”

veces, desde filas contrarrevolucionarias llenas de odio, piensan que Chávez seacabó. Chávez no se acabará porque Chávez ya no soy yo, Chávez está en lascalles y se hizo pueblo y se hizo esencia nacional”4. El presidente no exagera. Sudesaparición física no liquida la cultura política que explica su encumbramiento.El chavismo es el producto de una sociedad compleja, profundamente desigual.La historia venezolana (Páez, Gómez, Pérez Jiménez, etc.) no se comprende sin elcaudillismo5. Y a los caudillos solo los derrota la unidad.

El populismo latinoamericano, sin dejar de ser un estilo concreto de la acciónpública, está enraizado en una cultura política proclive al autoritarismo y a la sa-cralización de los detentadores del poder6. Así ha sido con todos los césares la-tinos, desde Porfirio Díaz hasta Perón, especialmente con los militares7. El cultoa la personalidad es anterior a las repúblicas y se hunde en los grandes impe-rios del pasado. Bolívar republicaniza el deísmo cultural y lo fomenta. La “oraciónde Pucará” recitada por José Domingo Choquehuanca en honor al Libertador de-

4 Declaraciones del presidente Hugo Chávez antes de viajar a Cuba para someterse a una nueva interven-ción quirúrgica. En: http://www.elmundo.es/america/2012/02/24/venezuela/1330120626.html.

5 Vid., por todos, Alfredo Barnechea, El edén imperfecto (Fondo de Cultura Económica, Lima, 2005) pp. 77-79.

6 Hay una cultura política latina como existe, a su vez, una identidad regional. Discrepo profundamente de vi-siones simplificadoras que distinguen matrices segmentadas (indígena, afroamericana e ibérico-criolla).Vid., por ejemplo, Néstor García Canclini, “Las culturas latinoamericanas en 2011” en Celestino del Arenaly José Antonio Sanahuja (coordinadores), América Latina y los Bicentenarios: una agenda de futuro (Funda-ción Carolina, Madrid, 2010) p. 327. Latinoamérica se caracteriza por su mestizaje integrador.

7 El chavismo, en tanto estilo político autoritario, fomenta la creencia cultural de que “un gobierno militar puederesolver algunos problemas”. Cfr., en este sentido, Valia Pereira Almao, “Fortalezas y debilidades de la actituddemocrática en Venezuela”, en América Latina Hoy. Revista de Ciencias Sociales 32 (2002) 129.

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nota el profundo mesianismo de nuestros pueblos: “Quiso Dios formar de sal-vajes un gran imperio; creó a Manco Cápac; pecó su raza y lanzó a Pizarro. Des-pués de tres siglos de explotación ha tenido piedad de la América y os ha enviadoa vos. Sois pues, el hombre de un designio providencial”8.

El chavismo explota esta vertiente mesiánica y su impulso redentorista. Toyn-bee tenía razón cuando aseguró que el marxismo, de alguna forma, es una he-rejía judeo-cristiana, una desviación política que precisa de un caudillo–“redentor” según el último Krauze9– capaz de conducir al pueblo para, alterna-tivamente, liquidar a la fronda aristocrática o protegerla de las masas golpistas.El chavismo busca, en la vieja tradición radical latina, renovar el orden público me-diante el control del aparato estatal. Toda la teoría de la emergencia plebeya esincomprensible sin la instrumentalización del Estado, la “captura del poder”(signo inequívoco de la matriz marxista) se materializa cuando el caudillo se fundecon las instituciones. La construcción de una nueva sociedad mediante el des-pliegue del binomio ogro filantrópico-monstruo interventor es un rasgo esencial delas autocracias. El populismo latinoamericano es un fenómeno íntimamente li-gado al diseño estatal, a su estructura de incentivos. Por eso, para reformar lademocracia venezolana, es preciso, como condición previa, dominar la teoría delEstado chavista, una estructura popular en cuanto refleja una cultura política con-solidada, ampliamente compartida por la población.

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“Bolívar buscaba la unidad en torno a visiones voluntaristas. El chavismo, por el contrario, se alimenta de la criminalización discursiva de sus rivales políticos.La antítesis chavista es violenta, rupturista, totalitaria en su cosmovisión”

8 Cfr. Hugo Neira (compilador), Sueño y pasión por el Perú. Apuntes sentimentales (Biblioteca Nacional delPerú, Lima, 2008) p. 30.

9 Cfr. Enrique Krauze, Redentores. Ideas y poder en América Latina (Debate, Barcelona, 2011) pp. 13-16.

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Chávez acierta cuando afirma que, si se extingue su vida física, el espíritu de larevolución permanecerá “en el cuerpo nacional, en el alma nacional, en la tierra na-cional”. En puridad, el caudillismo chavista es una expresión de esa cultura (civicculture) interiorizada a lo largo de los siglos. Todo el discurso de la psicología na-cional, tan propio del novecientos latino, emerge cuando los caudillos asumen elpoder. El mesianismo es, en esencia, una teología de poder (“Despierto cada cienaños cuando despierta el pueblo”)10. Por eso, en tanto reproductor artificial del cor-pus mysticum eclesial, el populismo bolivariano (en su variante mesiánica) apelaal sentido “misional” de la política social. Este mesianismo es el que permite queel caudillismo continúe siendo una amenaza aunque Chávez desaparezca de laescena pública. Bajo las ruinas deseadas del chavismo subyace una cultura par-ticular, un ethos firme, un “alma nacional” (según el vocabulario noventayochista)proclive al pretorianismo, deudor del autoritarismo, reo de las clientelas regionalesy el feudalismo electoral. La enfermedad no solo la padece Hugo Chávez. El cán-cer corrompe a gran parte de una sociedad que se alimenta del Estado de maneraconsuetudinaria. A la Venezuela chavista es posible aplicarle la sentencia de Ma-nuel González Prada: “donde se aplica el dedo, brota pus”11.

La tesis de la unidad formal

La democracia virtualmente bipartidista que dominó el panorama político vene-zolano desde 1959 por espacio de cuarenta años fue incapaz de distribuir ri-queza de manera eficiente y construir un sistema político inclusivo comprometidocon el desarrollo. Pese a la riqueza petrolera, la clase política venezolana nopudo consolidar una democracia de calidad y crear un entramado institucionalmoderno, impersonal, libre de componendas partidistas e hipotecas económi-

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10 Se trata del famoso verso de Un canto para Bolívar de Pablo Neruda, también reflejo del mesianismo boli-variano. Cfr. Pablo Neruda, Antología General (Real Academia Española-Asociación de Academias de la Len-gua Española, Madrid, 2010) p. 174.

11 Cfr. Manuel González Prada, Páginas Libres. Horas de Lucha (Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1976) p. 107.

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cas. En el fracaso del pacto de “Punto Fijo”, paradójicamente instaurado para fre-nar el autoritarismo, está el origen del chavismo.

“Punto Fijo” fue, a pesar de todo, un intento de unidad nacional, un paso de-cidido hacia la corporativización del poder estatal. Se trató, esencialmente, de launificación de los partidos con el fin de establecer ciertos parámetros de gober-nabilidad y alternancia política. Sin embargo, al centrarse en el procedimenta-lismo partidista (cuotas de poder y buen gobierno constitucional) antes que en losproblemas sociales, el divorcio entre la ingeniería democrática y las necesidadesdel pueblo venezolano provocó el colapso del modelo. Asegurar la supervivenciade un sistema de partidos con alternancia en el poder no equivale a garantizar lacalidad de la democracia o el desarrollo integral de un país. La poliarquía es másque un sistema electoral saneado. Por eso, el formalismo de “Punto Fijo”, delque se beneficiaron sobre todo Acción Democrática y COPEI, palió el estallido so-cial pero fue incapaz de reducir sustancialmente la inequitativa distribución del in-greso, generando insatisfacción, desgaste cívico y, con el tiempo, desbordepopular. Una vez más, el país real terminó invadiendo al país formal.

Al perder el control del poder y el petróleo, la oposición inició un proceso dedesgaste inversamente proporcional al de la unidad chavista. A pesar del dis-curso presidencial maniqueo (propio del populismo) experto en denunciar losusos y canales de la política tradicional, el chavismo ha buscado materiali-zarse en un vehículo partidista: el Partido Socialista Unido de Venezuela(PSUV)12. Así, mientras la oposición ha tardado años en unirse en torno a un li-derazgo común deponiendo momentáneamente banderas ideológicas y proyec-

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12 Diversos presidentes populistas en Latinoamérica como Juan Domingo Perón, Lázaro Cárdenas y GetúlioVargas, introdujeron un discurso y una praxis antiimperialista en los años 1930 y 1940 y se apoyaron enpartidos políticos para ello. Chávez, tras su discurso antipartidista, ha hecho lo mismo al crear el PSUV. Vid.,por todos, Steve Ellner, “The Hugo Chávez Phenomenon. Anti-imperialism from Above or Radical Democracyfrom Below?” en Fred Rosen (ed.) Empire and Dissent. The United States and Latin America (Duke UniversityPress, Durham and London, 2008), p. 211.

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tos personales, el chavismo ha construido una máquina electoral potente, un par-tido de cuadros y de masas, con ideología y estructura, siguiendo el modelo deLula da Silva (PT) y Fidel Castro (PCC). El chavismo, un movimiento que se reivin-dica postpartidista, deposita su herencia política en un partido de diseño tradi-cional. Se trata de una máquina ideológica financiada por el petróleo, un recursogeoestratégico esencial en el nuevo orden global (Estados Unidos importa el 60%de su consumo; China, el 50% y lo doblará para el 2025; India cuadruplicará eluso de petróleo de aquí al 2030). El petróleo es un recurso instrumentalizado nosolo por el régimen chavista (en el desarrollo de su política populista), sino tam-bién por una clase dirigente que pretendió reproducir en menor escala las pre-rrogativas económicas de la gran burguesía estadounidense y europea. Dichaelite demostró a lo largo de cuarenta años de gobierno un profundo desdén porla realidad nacional y un egoísmo fenicio que precipitó la irrupción del chavismo.El desprestigio de la clase política permitió el retorno del discurso populista.

Parafraseando a Riva Agüero, es posible sostener que “semejantes clases su-periores” favorecieron el regreso del sultanismo estatal, un movimiento destinadoa finiquitar el festín de Baltazar de una elite ausente, presa del más peligroso ras-tacuerismo. El triunfo chavista provocó, para esta clase dirigente, “la convales-cencia pálida, el anodinismo escéptico, las ínfimas rencillas, el marasmo, la tristeprocesión de las larvas grises”13. En suma, la división en táctica y estrategia, la dis-persión en el voto. La tesis de la unidad formal terminó colisionando con la reali-dad. Frente a esta herencia de cainismo latente y consenso partidista sin respaldopopular, fondo ni proyecto, el chavismo pudo imponerse con relativa facilidad.

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13 José de la Riva Agüero, Obras completas IX (Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1969) p. 160.

“Solo un bloque opositor con vocación de unidad permanente en el tiempo podrá desmontar las hipotecas que el Estado chavista ha

impuesto al entramado institucional venezolano”

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La antítesis de la división chavista

Si el chavismo ha triunfado en Venezuela ello se debe, en gran medida, a que suactuación está respaldada por una cultura política deudora del Estado expropiador.Una cultura que prioriza el asistencialismo orgánico. Una cultura legitimada por eli-tes capaces de exacerbar la función social de la propiedad hasta desvirtuarla com-pletamente. Si Octavio Paz habló del “ogro filantrópico” para describir a lasestructuras estatales que alimentan el populismo con recursos públicos, tambiénes posible resaltar la existencia del otro rostro del Jano estatal latino, la faz del“monstruo interventor”, subespecie de “Leviatán confiscatorio”. Este, merced aun proceso de reingeniería institucional, y bajo el paraguas de una transformaciónlegal inclusiva, mina las bases de la seguridad jurídica, fomentando el interven-cionismo político. Esta doble dimensión filantrópica-confiscatoria caracteriza al Es-tado chavista. En un sistema delineado bajo estos parámetros la legalidad seconsidera, según la vieja concepción leninista, un mero “fetichismo burgués”.

El chavismo se construye sobre esta cultura política y, aunque se proclama bo-livariano, actúa contra la gran tradición unionista del Libertador, ya que promuevelos cleavages o escisiones, polariza, segmenta y mantiene un discurso de divisiónintranacional. El republicanismo clásico que inspiró a Bolívar ha sido suplantadopor una ideología radical y un lenguaje combativo, de raíz militar. Chávez, a dife-rencia de Bolívar, no encarna el consenso partidista en torno a un proyecto na-cional. El chavismo renuncia a la unidad de los partidos y apela a la unidad dedestino, a la utopía indicativa, al mesianismo proletario. El chavismo, por tanto,es un caudillismo schmittiano, desintegrador, sujeto activo de la relación “amigo-enemigo”14. Bolívar, como es obvio, libraba batallas políticas con el objeto deasentar su posición, pero evitaba (salvo casos extremos) la división nacional (“Si

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14 El que mejor ha comprendido (y en muchos extremos, superado) el pensamiento schmittiano ha sido el ju-rista Álvaro d’Ors. Vid., sobre la discriminación amigo-enemigo, Bien común y enemigo público (Marcial Pons,Madrid, 2002) p. 50.

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mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo ba-jaré tranquilo al sepulcro”)15. Al menos, en sus momentos de mayor esperanza,Bolívar buscaba la unidad en torno a visiones voluntaristas como la “Gran Co-lombia”. El chavismo, por el contrario, se alimenta de la criminalización discur-siva de sus rivales políticos. La antítesis chavista es violenta, rupturista,totalitaria en su cosmovisión. Aunque algunos politólogos de orientación progre-sista, en un exceso de sofisticación sesgada, pretenden ubicar al chavismo enel espectro de los nuevos “autoritarismos competitivos”, toda la historia y la pra-xis chavista responde a una familia tradicional de regímenes: el de las autocra-cias latinas y los cesarismos populistas.

La antítesis chavista, en tanto mesianismo político, no admite interpretacio-nes que emanen de extramuros distintas a la ortodoxia. Semejante exigencia depureza discursiva se aleja del último Bolívar, el más completo, aquel que ve enla unidad el valor esencial del orden público. En este sentido, el socialismo delsiglo XXI actúa como glosa herética del discurso bolivariano, un proyecto esen-cialmente superior porque buscaba integrar en el plano nacional a las faccionesinternas sin dejar de lado el sueño panamericano, la virtus como fundamento dela acción pública y la construcción de instituciones mediatizadas por el “podermoral”.

Así, la antítesis chavista desvirtúa la tradición bolivariana no solo en el ex-tremo de la unidad nacional, también en la conformación del modelo estatal. La

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“Es preciso consolidar un partido político que aglutine a las nuevas generaciones,que apueste por la juventud y el emprendimiento, con visión a largo plazo, capaz

de generar estructura y recursos, dispuesto a defender valores y principios”

15 Simón Bolívar, Obra política y constitucional. Estudio preliminar, antología y notas de Eduardo Rozo Acuña (Tec-nos, Madrid, 2007) p. 203.

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república bolivariana aspiraba al gobierno de los mejores. He aquí una constanteen el discurso político del Libertador. El chavismo, por el contrario, está inmersoen la construcción de un régimen fundado en el igualitarismo social impuesto demanera vertical, manu militari. La sociedad de masas chavista poco tiene que vercon el corporativismo bolivariano, un Estado en forma, de funciones diferencia-das16. Bolívar, celoso de su gloria, quería para la América Hispana regímenesilustrados, idealistas si se quiere, pero respetuosos del Estado de derecho y laseparación de poderes. Por ello, antes que representar al Bolívar histórico, la an-títesis chavista encarna una versión sui géneris del mito bolivariano.

Solo así se explica que Hugo Chávez, en pleno proceso de mitificación socia-lista del Libertador, llame “traidor” a José Antonio Páez cuando él mismo se ase-meja a dicha figura histórica. De hecho, en algunos aspectos clave (salvo en elpacto de Páez con la oligarquía) ambos personajes se mimetizan y Chávez puededecir de sí mismo lo que Páez le confesó a Santander en 1822: “Yo he sido unode los altos representantes acostumbrado a obrar por sí […], yo mandé un cuerpode hombres sin más leyes que mi voluntad, yo grabé moneda e hice todo aquelloque un señor absoluto puede hacer en sus Estados”17. Con todo, Páez, a su ma-nera, también aspiraba a la unidad nacional, tutelada por el gendarme necesario.

El componente sectario de la antítesis chavista está íntimamente ligado a lamatriz socialista de su pensamiento. El resentimiento social cultivado a lo largode la era de “Punto Fijo” ha sido potenciado desde 1999 por una ideología quedefiende la “lucha de clases” como instrumento de redención popular. No olvi-demos, además, que el PSUV se define como un partido “anticapitalista y an-

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16 A diferencia del Natural State de acceso limitado, relaciones jerarquizadas e inseguridad jurídica que es,en esencia, el Estado chavista. Cfr., en este extremo, la díada propuesta (Natural States / Open Access Or-ders) por Douglass C. North, John Joseph Wallis y Barry R. Weingast en Violence and Social Orders. A Con-ceptual Framework for Interpreting Recorded Human History (Cambridge University Press, New York, 2009).

17 Cfr. John Lynch, Caudillos en Hispanoamérica, 1800-1850 (Colecciones Mapfre, Madrid, 1993) p. 255.

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tiimperialista, socialista, marxista, de moral revolucionaria y vanguardia del pro-letariado”18. La ideología marxista, disfrazada de positivismo científico, influyede manera decisiva en la polarización social y en la visión escatológica y violentade la política chavista (no en vano fue Marx quien en uno de sus poemas publi-cados en el Athenaeum berlinés rubricó la siguiente frase: “Proclamaré a gritosgigantescas maldiciones a la humanidad”)19. Combinar el populismo con un dis-curso intolerante genera exaltación y desconfianza interpersonal20.

Esta polarización es frecuente cuando el discurso político abandona la reali-dad y se interna en la propaganda ideológica basada en el mito. José Carlos Ma-riátegui, el fundador de la izquierda heterodoxa (la rama más original de lacorriente progresista latina) reivindicó desde posiciones sorelianas la importan-cia de la religión (“sabemos que una revolución es siempre religiosa”)21 y el papeldecisivo del mito en la política activa. El chavismo es un movimiento que cata-liza mitos políticos. Es por eso que Chávez emplea el mito de Bolívar para mo-torizar ideas y pueblos. El proceso de mitificación no se agota con la exaltacióndel personaje histórico, en este caso, con la glorificación pública de Bolívar, fuentede legitimidad del nuevo Estado. La antítesis chavista da un paso más (en elsendero de Juan Vicente Gómez, Marcos Pérez Jiménez y el propio Carlos An-drés Pérez) al buscar la unión hipostática de su caudillo con la imagen del Li-

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18 Durante su primer congreso (abril 2010), el PSUV declaró su filiación marxista. Se trata de un partido-pro-piedad, ya que el líder decide a qué cuadros premia con los puestos más importantes. Cfr. Manuel Hidalgo,“Las elecciones legislativas venezolanas de 2010: ¿hacia un nuevo mapa político?” en Manuel Alcántaray María Laura Tagina (eds.), América Latina: política y elecciones del bicentenario (2009-2010) (Centro de Es-tudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2011), p. 428.

19 Cfr. Paul Johnson, Intelectuales (Homolegens, Madrid, 2008) p. 103.20 Sobre el empleo de un lenguaje combativo y militar en el lenguaje chavista, vid., por todos, Thays Adrián,El uso de la metáfora en Rómulo Betancourt y Hugo Chávez. Un estudio del discurso político venezolano (Edi-torial Académica Española, Saarbrücken, 2011) pp. 231-246.

21 En el mismo sentido, José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (Bi-blioteca Amauta, Lima, 1995) p. 119, cuando afirma: “La crítica revolucionaria no regatea ni contesta ya alas religiones, y ni siquiera a las iglesias, sus servicios a la humanidad ni su lugar en la historia”.

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bertador. Sin embargo, la tesis chavista no tiene asidero real. Hay tanta diferen-cia entre Hugo Chávez y Bolívar como la que existió entre el Libertador y GasparRodríguez de Francia, el Supremo.

La síntesis de la unidad real

Solo una oposición unida y articulada en un movimiento policlasista es capaz devencer a Hugo Chávez. Solo un bloque opositor con vocación de unidad perma-nente en el tiempo podrá desmontar las hipotecas que el Estado chavista ha im-puesto al entramado institucional venezolano. Solo una concertación de liderazgocorporativo, generosa en el reparto de poder y sin ánimo revanchista logrará es-tabilizar el país y recapturar el voto social que el chavismo ha fidelizado graciasa su estrategia clientelista. Oponer al sultanismo estatal un gobierno debilitadopor la pugna interna (una democracia débil) o incrementar la desconfianza po-pular empleando un discurso de confrontación atentará contra la gobernabilidada mediano plazo. El gobierno de la oposición, que tarde o temprano ha de llegar,debe ser, por tanto, uno de “reconciliación nacional”.

La oposición venezolana es consciente del enorme reto democrático al que seenfrenta. No se trata solo de presentarse ante el electorado como una alterna-tiva válida frente al programa chavista, socialmente apoyado por un sector im-portante de la población. También es preciso construir una opción real que frenela expansión del socialismo del siglo XXI sin caer en los errores de “Punto Fijo”y rescatando la unidad como valor esencial, eje sustantivo de la nueva etapa po-lítica. Una unidad superior a la tesis formal-partidista porque, sin dejar de ladoel fortalecimiento institucional, aborda el gran problema de fondo: la inclusión y

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“El cesarismo solo puede ser conjurado mediante políticas de libertad solidaria. La crisis engendra caudillos pero también abre las puertas a la transformación”

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el desarrollo social, la democracia fuerte basada en la distribución real de la ri-queza y en la educación de calidad.

Para ello, la oposición no debe centrar su estrategia electoral en la enfermedadde Chávez. Personalizar la contienda electoral es soslayar el problema de fondo:la cultura política que provocó el surgimiento del chavismo, la desestructuraciónsocial, el absentismo de la clase dirigente, la democracia de baja intensidad, laconstrucción artificial de instituciones formales que no responden al país real22.El chavismo no morirá con Chávez si la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) noinicia, tras un eventual triunfo, la lenta construcción de instituciones eficientes, sincaer en anatopismos, bregando por la inclusión social, invirtiendo en la profesio-nalización de la administración pública y mejorando la distribución del ingreso.

Cuando Chávez desaparezca, dejará como herencia una sociedad escindida,una fuerza política que controla numerosas gobernaciones y alcaldías y un Estadoasistencialista, enemigo de la libertad económica23. Las Fuerzas Armadas y la in-dustria petrolera son leales al régimen, aunque la disidencia crece y el chavismopierde apoyos en la clase media. Para construir la democracia fuerte y eficienteque encarne una alternativa válida ante el modelo del socialismo del siglo XXIhace falta reforzar una maquinaria partidista que consolide la hoja de ruta del mo-vimiento regenerador. Para ello es preciso consolidar un partido político que aglu-tine a las nuevas generaciones, que apueste por la juventud y el emprendimiento,

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22 El chavismo ha profundizado la distorsión de la institucionalidad democrática. Vid., al respecto, Allan R.Brewer-Carías, Dismantling Democracy in Venezuela. The Chávez Authoritarian Experiment (Cambridge Uni-versity Press, New York, 2010), pp. 370 y ss. Para el profesor Brewer, los partidos políticos (“completelycrushed and marginalized”) tienen pocas posibilidades de participar ante la ausencia de un sistema equi-librado de reglas de juego (p. 377).

23 Al respecto, de Terry Miller, Kim R. Holmes y Edwin J. Feulner, el reciente Puntos destacados del índice de Liber-tad Económica 2012. Fomento de la oportunidad y la prosperidad económicas (The Heritage Foundation-The WallStreet Journal, Madrid, 2012) presentado recientemente (21 de febrero de 2012) en la Fundación FAES. En él,Venezuela ocupa el puesto 174 por debajo, entre otros, de Irán, República Democrática del Congo y Birmania.http://www.heritage.org/index/default

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con visión a largo plazo, capaz de generar estructura y recursos, dispuesto a de-fender valores y principios. Un partido de amplio espectro ideológico, en torno alcual se concentre no solo el grueso de la oposición al chavismo sino los secto-res populares que aspiran a un cambio en libertad (bottom-up approach).

Estamos, por tanto, ante la posibilidad real de crear y consolidar una organiza-ción que trascienda el maniqueísmo chavista-antichavista y proponga al país unnuevo proyecto nacional. En suma, un partido post-Hugo Chávez, una institución-síntesis superadora de las dicotomías que la agenda del gobierno se ha esforzadoen imponer. Una entidad de estas características será capaz de viabilizar trans-formaciones a largo plazo, minimizando los personalismos, convocando a los sec-tores posibilistas de la Iglesia, los sindicatos, los empresarios y las FuerzasArmadas. De lo contrario, el fantasma del patronazgo continuará dominando laarena política venezolana. El cesarismo solo puede ser conjurado mediante políti-cas de libertad solidaria. La crisis engendra caudillos pero también abre las puer-tas a la transformación. Se trata, en todo caso, de un camino largo y difícil que losvenezolanos, juntos, tienen que recorrer, con la plena seguridad de que son muchoslos iberoamericanos dispuestos a apoyar la regeneración democrática24. Bolívartenía razón. Si queremos libertad, la unidad debe ser nuestra divisa.

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24 Una regeneración esencialmente valorativa, anclada en la tradición cristiana de Occidente. Vid., por todos,Francisco José Contreras y Diego Poole, Nueva Izquierda y cristianismo (Ediciones Encuentro, Madrid, 2011).Sobre la pertenencia de América Latina a Occidente, vid., por ejemplo, Miguel Ángel Cortés y GuillermoHirschfeld (coordinadores), América Latina. Una agenda de Libertad (Fundación FAES, Madrid, 2007) y, sobretodo, por su defensa de una hispanidad funcional, Víctor Andrés Belaunde, Epistolario político con ManuelPrado e Ismael Bielich (PUCP-Instituto Riva Agüero, Lima, 2009) p. 49.