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1 Trazando la biografía de una colección fotográfica sobre América Latina en la Biblioteca Nacional de Venezuela Sagrario Berti La ponencia está centrada en el análisis de una colección de fotografías, realizada por el norteamericano Hack L. Hoffenberg en la década de 1970. Las fotos que la conforman fueron tomadas en América Latina y el área del Caribe en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX. En 1985, la colección fue adquirida por la Biblioteca Nacional de Venezuela, y en 1997 fue aceptada por la UNESCO como parte de la Memoria del Mundo, con el título “Colección de Fotografías de América Latina y el Caribe, siglo XIX”. Igor Kopytoff, en “La biografía cultural de las cosas: mercancía como proceso”, sugiere que para hacer una biografía de “cosas” –en este caso, fotografías–, el investigador debe responder a preguntas similares a las que se haría sobre las personas: ¿de dónde proceden y quién las elaboró? ¿Cuál ha sido y es su trayectoria? ¿Qué edad tienen o cuánto abarca su vida? ¿Cómo se modifica la utilidad de las cosas con el tiempo y cómo su uso social varía en función de su propietario(s)? 1 Con la tesis de Kopytoff en mente, mi investigación parte de dos interrogantes: ¿qué significado cultural tuvo este grupo de imágenes mientras estuvo en manos de un coleccionista privado (Hoffenberg)?, y ¿qué significado se atribuyó a la colección cuando pasó a formar parte de una institución pública como la Biblioteca Nacional de Venezuela? Con el propósito de realizar una evaluación crítica de la colección, en la investigación se analiza el contenido de las imágenes; quiénes fueron sus hacedores y propietarios y cuáles sus funciones en la selección realizada por Hoffenberg, y por último, cómo la colección ha sido resocializada, reinterpretada en el marco institucional de un país latinoamericano, y privilegiada como parte de la Memoria del Mundo. El ensayo está dividido en dos capítulos. El primero, La visión del coleccionista y el segundo, La visión Institucional.

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Ponencia presentada por Sagrario Berti para el III Encuentro de Críticos e Investigadores en Valparaíso celebrado los días 10, 11 y 12 de noviembre de 2011.

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Trazando la biografía de una colección fotográfica sobre América Latina en la Biblioteca Nacional de Venezuela  Sagrario Berti  

La  ponencia  está  centrada  en  el  análisis  de  una  colección  de  fotografías,  realizada  por  el 

norteamericano Hack L. Hoffenberg en  la década de 1970. Las  fotos que  la conforman  fueron 

tomadas en América Latina y el área del Caribe en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del 

XX. En 1985,  la colección  fue adquirida por  la Biblioteca Nacional de Venezuela, y en 1997  fue 

aceptada  por  la UNESCO  como  parte  de  la Memoria  del Mundo,  con  el  título  “Colección  de 

Fotografías de América Latina y el Caribe, siglo XIX”.  

 

Igor Kopytoff, en “La biografía cultural de las cosas: mercancía como proceso”, sugiere que para 

hacer  una  biografía  de  “cosas”  –en  este  caso,  fotografías–,  el  investigador  debe  responder  a 

preguntas  similares  a  las  que  se  haría  sobre  las  personas:  ¿de  dónde  proceden  y  quién  las 

elaboró? ¿Cuál ha sido y es su trayectoria? ¿Qué edad tienen o cuánto abarca su vida? ¿Cómo se 

modifica  la  utilidad  de  las  cosas  con  el  tiempo  y  cómo  su  uso  social  varía  en  función  de  su 

propietario(s)?1 Con  la tesis de Kopytoff en mente, mi  investigación parte de dos  interrogantes: 

¿qué  significado  cultural  tuvo  este  grupo  de  imágenes  mientras  estuvo  en  manos  de  un 

coleccionista privado (Hoffenberg)?, y ¿qué significado se atribuyó a la colección cuando pasó a 

formar parte de una institución pública como la Biblioteca Nacional de Venezuela?  

 

Con el propósito de realizar una evaluación crítica de la colección, en la investigación se analiza 

el  contenido  de  las  imágenes;  quiénes  fueron  sus  hacedores  y  propietarios  y  cuáles  sus 

funciones en la selección realizada por Hoffenberg, y por último, cómo la colección ha sido re‐

socializada, reinterpretada en el marco institucional de un país latinoamericano, y privilegiada 

como parte de la Memoria del Mundo. 

 

El ensayo está dividido en dos capítulos. El primero, La visión del coleccionista y el segundo, La 

visión Institucional. 

 

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1.La visión del coleccionista ‐descripción de la colección‐ 

El registro fotográfico realizado en Sur América en el siglo XIX es incompleto... muchos documentos  se  encuentran perdidos, por  lo  tanto puede decirse que no  existe una documentación exacta  sobre el  continente.  Las  fotografías que existen  revelan  fines comerciales – bellas escenas  ‐ y  fueron  realizadas para vender a  turistas. En ellas se enfatiza en el paisaje exótico y en la población de la región. 

  Hack L Hoffenberg 2     

La mayoría de  las  imágenes adquiridas por Hoffenberg  fueron  realizadas entre 1860 y 1930. 

Muchas  de  ellas  son  anónimas,  así  como  sus  referentes.  Los  sujetos  que  tienen  nombre  y 

apellido, por  lo general, se encuentran  identificados en álbumes. y  las  imágenes que poseen 

autoría  están  firmadas  por  fotógrafos  canónicos  en  la  historia  oficial  de  la  fotografía 

latinoamericana e  internacional,  como Eadweard Muybridge, Marc Ferrez, Benito Panunzi o 

por la compañía Underwood and Underwood, entre otros. 

 Por  ser  fotos  impresas en un período de  fructífera experimentación de  técnicas de copiado, 

antes de  la estandarización del uso de  la ampliadora, se encuentran: copias en albúmina, en 

colodión, gelatinas por contacto, por revelado, copias al carbón y platinotipos. De éstas, pocas 

en  excelente  estado  de  conservación  tonal.  En  general,  poseen  tonos  sepias‐verdosos  que 

indican un descuidado proceso de copiado y de preservación. Estas diferencias de calidad en 

los positivos permite inferir que Hoffenberg privilegió los temas representados desatendiendo 

la calidad de la impresión. 

 Los formatos son diferentes, se encuentran desde 18 x 22”, 8 x 10” y 11 x 7 cm, hasta cartas de 

visita, formatos no convencionales y estereoscópicas.  

 

La  colección  no  posee  daguerrotipos,  tan  populares  en  la  segunda  mitad  del  siglo  XIX  y 

apreciados  por  coleccionistas.  Hoffenberg  justifica  la  ausencia  de  este  tipo  de  imágenes 

argumentando  que  son  imágenes  únicas.  Sin  embargo,  creemos  que  los  retratos 

daguerrotipianos poseen identificación, forman parte del ámbito privado y de una herencia en 

particular, la cual tiene un valor simbólico: remiten a un pasado inmediato de un propietario, 

al cual Hoffenberg no tuvo acceso porque no circulaba en el mercado o posiblemente porque a 

él no le atraía agrupar visiones privadas, pues no eran “curiosas”.  

 

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La colección posee algunas  fotografías  repetidas, sin  fecha ni  identificación precisa de  lugar; 

otras  están  identificadas  con  la  tinta  de  sellos  húmedos  en  el  respaldo  o  con  inscripciones 

indicando una primera procedencia.  En  el  caso de  la  foto de  Ferrez,  esa  foto perteneció  al 

emperador Don Pedro II de Brasil, ya que lleva el nombre de su esposa, la emperatriz Thereza. 

Con  este  nombre  se  conoce  a  esa  colección  en  la  Biblioteca  Nacional  de  Brasil.  Una  foto 

extraviada de la casa imperial cuya vida social ha dependido del intercambio económico al cual 

fue  sometida;  esbozando    así  una  parte  de  su  trayectoria  cultural. 

 

 

 

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¿Cuáles fueron los temas atractivos para el coleccionista y cuál fue el ambiente social y natural 

fotografiado? Seguidamente describiré, a través de áreas geográficas, las materias recurrentes 

en la colección. 

 

1.1 Trazando referencias fotográficas en el continente. 

 

El objetivo de la compañía (Pacific Mail Steaming Company) era estimular los negocios y  mostrar  a  los  comerciantes  inversionistas  los  puertos  y  las  instalaciones  para establecer intercambios comerciales en un país que ofrece un campo inexplorado para lucrativas  empresas... mostrar  personas  trabajadoras  con  las  cuales  hemos  tenido hasta ahora poco intercambio comercial... y satisfacer a los turistas... atraerlos a través de llamativas o pintorescas vistas de los maravillosos y bellos paisajes hasta ahora no recorridos. 

  Eadweard Muybridge 3   

Los  tópicos  representados  no  solo  indican  las  diferentes  topografías  de  América  Latina, 

también son referencias simbólicas que “definen” la actividad económica de cada región y a la 

vez  definen  condiciones  sociales  de  los  grupos  humanos  que  vivían  en  el  territorio.  Se 

encuentran  imágenes de vendedores ambulantes, naturaleza y turismo en el Caribe; paisajes 

rurales para estimular inversiones y trabajo en Centro; en Sur América, construcción de vías de 

comunicación; desarrollos urbanísticos; economía pre‐industrial, y habitantes de la periferia.  

 

El área del Caribe está  representada por  fotografías de descendientes de esclavos africanos 

que  venden  productos  “nativos”. Con  frecuencia  las  imágenes  se  encuentran  acompañadas 

por textos en inglés que describen la acción del sujeto fotografiado. En esta área es recurrente 

la representación de la naturaleza trasplantada en jardines botánicos, y los textos van dirigidos 

a  un  observador  extranjero  no  familiarizado  con  la  vegetación  tropical. Un  espectador  que 

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puede  reconocer  cómo  la  flora  de  su  país  crece  y  florece  en  la  lejanía  de  América,  en  un 

espacio geográfico que “es casi el mismo, pero no completamente” 4. Mientras que los turistas 

compran  artículos  que  poseen  un  significado  inminente  del  lugar  de  origen  que  será 

trasladado  a  otro  territorio:  una  afectuosa  manera  de  internacionalizar  productos.  

 

 

 

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De  Centroamérica  encontramos  indígenas  trabajando  en  plantaciones  de  café  o  añil  o 

insertados  en  pintorescas  escenas  como  parte  del  paisaje,  como  en  la  Guatemala  de 

Muybridge. Mientras que de México 5 prevalecen los “tipos” y la arquitectura popular del país, 

a través de Abel Briquet.   

 

 

 

 

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Las actividades pre‐industriales, la producción masiva de mercancías o el asentamiento de 

familias de inmigrantes agricultores son algunas de las fotos de América del Sur. Así mismo, 

obras viales, avenidas coronadas por monumentos donde se rinde tributo a la geografía y a la 

fertilidad del trópico, y en algunos casos nos encontramos con los habitantes desplazándose 

como genuinos flâneurs por centros urbanos de estilo arquitectónico francés, modernamente 

edificados. Éstos contrastan con las construcciones españolas de otros pueblos del Cono Sur y 

sus modos de vida. Igualmente, aparecen los subalternos, representados en la periferia ‐

escenas gauchescas; los disidentes del orden social, donde la fotografía sirve para ejercer 

control y registros de guerra.) 

 

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Como sabemos, en  las décadas de 1970 y 1980, se produjo en Estados Unidos un “boom en el 

mercado” 6 fotográfico.  El  interés  por  coleccionar  y  adquirir  fotos  se  vio  potenciado  por  el 

incremento de espacios dedicados a  la exhibición de  imágenes y de  los precios que alcanzaban 

en las subastas7. (Por esas fechas, precisamente, Weston Naef, curador del Museo J. Paul Getty, 

decidió  adquirir  la  colección  de  Hoffenberg 8).  En  esos  años  se  organizaron  muestras  de 

fotografía representativa de Latinoamérica, por ejemplo: Fotografía latinoamericana desde 1860 

hasta el presente, en Zúrich, curada por Erika Billeter (1981), en  las cuales participaron algunas 

fotos de Hoffenberg;  también  se organizaron  exposiciones  en Arlés  y Venecia  (1979). Pero  al 

contrario del boom norteamericano, en esta parte del continente arraigó un “boom” centrado, 

por  una  parte,  en  el  rescate,  registro  y  preservación  de  la  “realidad”  e  “identidad 

“latinoamericana”,  y,  por  otra,  en  el  análisis  del  compromiso  ideológico  del  fotógrafo  con  la 

realidad sociocultural de América Latina, en la estela de la euforia anti‐imperialista iniciada por la 

revolución cubana en 1959 y plasmada en los ya famosos coloquios realizados en México, desde 

1978, con el título “Hecho en Latinoamérica”. Este fue el marco conceptual  idóneo para que  la 

Biblioteca Nacional de Venezuela se interesara en la colección estudiada. 

 

II. La visión institucional –hecho en Latinoamérica‐ 

 La  adquisición  de  esta  colección  estuvo  articulada  al  proceso  de  integración  latinoamericana: un objetivo del Estado venezolano a través de la Biblioteca Nacional.  

  Virginia Betancourt 9 

El proyecto político de  cooperación entre países  iberoamericanos  fue objeto de  continuada 

atención  desde  1960.  Bajo  el  concepto  de  “integración”,  la  región  trató  de  establecer  un 

mercado  común  con  el  fin  de  eliminar  la  dependencia  económica  de  los  Estados  Unidos. 

Siguiendo ese modelo integracionista, y con la intención de rescatar el patrimonio fotográfico 

latinoamericano, la Biblioteca Nacional de Venezuela organizó en 1985, en el Museo de Bellas 

Artes de Caracas, una exposición denominada La Fotografía Latinoamericana del Siglo XIX 10.  

Esa exposición estuvo conformada por  imágenes pertenecientes a Hoffenberg e  incluyó otras 

sobre  Venezuela,  pertenecientes  a  la  colección  de  la  Biblioteca Nacional.  En  los  textos  del 

catálogo se hace énfasis en la urgencia de escribir la historia de la fotografía latinoamericana. 

Asimismo,  se  explicita  que  la  muestra  es  una  oportunidad  para  confrontar  el  pasado 

venezolano con el de otras naciones de América Latina, señalando que el “rescate” es un valor 

ético del cual el Estado venezolano es responsable. Después de la exposición, la colección fue 

adquirida por la Biblioteca Nacional. 

 

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La  colección  se  compró  por  partes.  Inicialmente  fueron  1.786  fotos  las  adquiridas,  por  un 

monto  total  de  250.000  dólares 11,  en  diciembre  de  1985.  Posteriormente  se  procedió  a 

comprar otro  lote, pero de acuerdo con  los  informes de  la Biblioteca, “infortunadamente no 

existe  información”  sobre  la  fecha  exacta  de  esta  adquisición,  cuántas  y  cuáles  fueron  las 

imágenes adquiridas, y el coste de  la operación. Una tercera adquisición tuvo  lugar en 1993: 

aproximadamente 456 fotos, por una suma de 70 mil dólares12. Como con la segunda compra, 

sobre ésta tampoco se conservan en la Biblioteca los documentos legales que la avalen, razón 

por  la  cual  es  imposible,  a  día  de  hoy,  conocer  con  exactitud  el  número  de  imágenes  que 

efectivamente  integran  la colección. Oficialmente, serían 3.61613. Consecuencia  inevitable de 

todo ello –del extravío de la información y las discrepancias en cuanto a las dimensiones de la 

colección– es una modificación sensible y significativa en la circulación histórica de los objetos 

que  constituyen  la  colección.  Una  realidad  adventicia,  que  sin  embargo  viene  a  confirmar 

algunas  tesis  de  la  presente  investigación:  a  saber,  que  la  trayectoria  biográfica  de  esta 

colección no es fija y depende de sus usos primarios tanto como de sus posteriores usuarios, y 

que  al  ser  insertada  en  otro  contexto,  es  re‐socializada  y  re‐humanizada,  adquiriendo  una 

nueva identidad social.  

 

II.1 Re‐socialización y re‐evaluación de la colección.  

Una simple  lámina removida de un volumen, que estaba ensamblada en su conjunto, se convierte en un  fragmento. Con  la prisa por descubrir el arte en  la  fotografía del pasado, corremos el riesgo de destruir su historia. Abigail Solomon‐Godeau 14   

¿Cómo  la  Biblioteca  Nacional  re‐socializó  las  imágenes?  ¿Cómo  concibió  la  unidad  de  la 

colección? Una curiosa lógica de organización de la Biblioteca Nacional estuvo basada en una 

homogeneización  de  las  fechas  de  las  fotografías,  dirigida  a  asociarlas  estrechamente  al 

contexto  histórico. De  acuerdo  con  el  sistema  de  clasificación  de  la  Biblioteca,  el  siglo  XIX 

finaliza en Venezuela con la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, es decir en 1935 15. Así, 

por  ejemplo,  imágenes  de  las  Antillas  neerlandesas  o  colonias  de  los  Estados  Unidos 

registradas en  la década de 1920,  son clasificadas como pertenecientes al  siglo XIX. De esta 

forma se elabora un discurso unidireccional, caracterizado por  la subestimación de  la historia 

de las regiones periféricas y la imposición de una visión micro a un contexto macro.  

 

La Biblioteca, igualmente, a fin que la colección pudiera integrarse en el proyecto Memoria del 

Mundo,  mezcló  en  1997  imágenes  originalmente  compradas  a  Hoffenberg  con  otras  de 

diferente procedencia, lo que facilitó, en efecto, su selección, sobre la base de un patrimonio 

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conformado  por  8.000  fotos.  De  este  grupo,  suponemos  que  aproximadamente  3.000 

pertenecían al fondo Hoffenberg, mientras que 5.000 son fotos de caudillos y, en su mayoría, 

de grupos familiares representativos de una minoría criolla venezolana, ya que  la producción 

fotográfica de  la época no  fue  tan prolífica en Venezuela como en otros países de  la  región 

(Argentina o Brasil, por ejemplo). 

 

Esta heterogénea combinación no permite a día de hoy distinguir entre las procedentes de la 

adquisición “original” y otras 16, al haberse sacrificado su “primera”  identidad para revestirse 

de una nueva en la escena internacional. Operación gracias a la cual esta colección histórica ha 

pasado  a  ser  reconocida  como  parte  de  la  memoria  del  mundo  por  la  UNESCO,  y  a  ser 

considerada  la  colección  histórica  más  importante  “de  la  fotografía  latinoamericana 

decimonónica existente en cualquier lugar del continente Americano” 17.  

 

La  institución  la ha expuesto en varias oportunidades 18. Pero de una manera por  lo menos 

opinable:  en  estas  muestras,  las  fotos  han  sido  siempre  tratadas  siguiendo  métodos  de 

conservación  y  exhibidas  con  criterios  curatoriales  (por  ejemplo,  algunas  fotos  han  sido 

montadas con paspartú), con la manifiesta intención de canjear su valor histórico por el valor 

seguro de  la obra de arte 19. Por ejemplo,  fotos que  formaban parte o estaban adheridas a 

páginas  de  álbumes  fueron  removidas  de  su  “lugar  original”  y  colgadas  en  las  paredes.  En 

algunos  casos  se  encuadraron  páginas  de  álbumes  que  poseían  imágenes  en  ambas  caras, 

seleccionándose sólo una de ellas y ocultando la otra tras el cartón, y para evitar el deterioro 

de  las  imágenes  los conservadores pegaron  las delicadas y  frágiles albúminas, que  tienden a 

enrollarse como un cigarro en climas tropicales, sobre soportes libres de ácido.  

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Conviene recordar que al enmarcar  las fotos, se eliminan sus márgenes  irregulares, anulando 

así  información adicional –por ejemplo,  textos o  inscripciones que hacen que  la  lectura  sea 

más directa y enriquecedora– y escamoteando su procedencia. Por añadidura, el traslado de 

las  imágenes desde  el  espacio‐objeto‐álbum  a  una pared,  interrumpe  la narrativa  visual de 

ensayo fotográfico que el  formato álbum  les confiere, donde  la  lectura  individual se hace de 

manera secuencial y depende de las fotos inmediatamente anteriores y posteriores. El espacio 

vacío,  interrumpe  la  continuidad narrativa y  se  sacrifica  su historia,  como es  sugerido en el 

epígrafe que encabeza esta sección.  

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Esa  aproximación  esteticista  induce  a  pensar  que,  hasta  hace  apenas  dos  décadas,  las 

instituciones se afanaban por obtener reconocimiento oficial siguiendo patrones modernistas 

que marcan diferencias entre  la “alta cultura”, comprendida como  la pieza “rara”, de “valor 

excepcional”, la “obra de arte”, y la “baja cultura”, categoría a la que se relega el documento 

como material para la historia. 

 

 Para concluir: el universo visual construido por Hoffenberg está hecho de  rarezas:  imágenes 

captadas para turistas o para atraer la inversión extrajera en la segunda mitad del siglo XIX. Al 

mismo  tiempo,  su  colección,  al  verse  inmersa  en  la  atmósfera  del  boom  fotográfico  de  las 

décadas del 70 y del 80, pareció certificar  los hechos “precisos” de una “realidad” pasada y 

perdida de América Latina, que estaba siendo valorada en esos años. La colección representa 

costumbres inusuales y a los habitantes en su territorio social y natural, que para el occidental 

eran  exóticos  o  simplemente  desconocidos.  Sólo  aquí  reside  la  rareza  o  el  hecho  curioso. 

Aparentemente, este punto de vista fue lo que embelesó a un país periférico como Venezuela, 

que  al  adquirirla  sometió  sus  imágenes  a  una  prolongación  de  ese mismo  discurso,  con  la 

pretensión de apuntalar la quimera de la integración latinoamericana, ahora bajo el tutelaje de 

un país rico en petróleo y políticamente poderoso. A  través de una selección de  fragmentos 

excepcionales  e  incunables de  la  colección,  la  institución  intentó  trazar  y homogeneizar  un 

indeterminado  y  amplio  territorio,  y  desde  su  contexto  la  internacionalizó  a  través  de  La 

Memoria del Mundo.  

 

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¿Adquirió  realmente  la  Biblioteca  Nacional  una  colección  que  testifica  específicamente  el 

pasado  latinoamericano, o  lo que hizo  fue apropiarse  la visión privada‐individual  foránea de 

ese pasado? Por otro lado, en su esfuerzo por enaltecer documentos históricos como objetos 

estéticos,  ¿agregó  la  Biblioteca  Nacional  otro  significado  cultural  a  las  imágenes,  o 

simplemente construyó otra biografía? Y al  integrarla en  la Memoria del Mundo ¿no certificó 

una  vez más  la  visión  romántica  de  un  continente  desde  siempre  narrado  en  virtud  de  su 

rareza  y  curiosidad,  de  su  capacidad  para  encarnar  un  supuesto  “realismo mágico”?  ¿O  se 

trataba de seguir internacionalizando la diferencia y enalteciendo nacionalidades?  

    1 Igor Kopytoff, `The Cultural Biography of Things: Commoditization as Process´, en The Social Life of the Things: Commodities in Cultural Perspective, ed. Arjun Appadurai (Cambridge, 1983) 66-67. 2 Hack L. Hoffenberg, Nineteenth-Century South America in Photographs (Dover: New York, 1983) v. 3 Palabras de Eadweard Muybridge, citadas por Luis Lujan, Fotografías de Eduardo Santiago Muybridge en Guatemala, 1875 (Biblioteca Nacional y Museo Nacional de Historia: Guatemala, 1984) 29. 4 Homi Bhabha, The Location of Culture (Routledge: London & New York, 2003) 86. 5 Curiosamente, el territorio mexicano no está incluido geográficamente en la región Latinoamérica, sin embargo, tanto Hoffenberg como la Biblioteca Nacional lo anexan. 6 Peter Jones, ‘High Times and Misdemeanors’ en Aperture (Summer, Aperture: New York, 1991) 69. 7 Según Harry Lunn, si en la década de 1960 un coleccionista podía comprar una imagen de Edward Weston por $25, o una fotografía de Moholy-Nagy’s por $100, en 1990 un ‘(…) museo japonés adquirió una colección de 35 imágenes de Molí-Nagy por $1 millón. Harry. Lunn, ‘Hunter-Gatherers in the Age of Mechanical Reproduction’ en Connoisseurs & Collections (Summer. Aperture: New York, 1991) 48. 8 UNESCO, ‘Register Nomination Form’ in Memory of the World, www.unesco.org/webworld/nomination/en/Venezuela/venezuela_photo.htm, acc. Octubre, 2011. 9 Virginia Betancourt es ex-presidenta de la Biblioteca Nacional de Venezuela, ella junto a un comité de adquisiciones autorizo la compra de la colección en 1985. 10 Jorge Gutiérrez, Fotografía Latinoamericana del Siglo XIX. Colección H. L. Hoffenberg/New York. Colección Instituto Autónomo Biblioteca Nacional (Museo de Bellas Artes, Caracas, 1985) S/n. 11 Entrevista de José Navas a J. Gutiérrez, Marzo, José Navas, Estudio y Evaluación de la Colección de Fotografías Históricas del Siglo XIX. América Latina y el Caribe: de la Biblioteca Nacional, [tesis de grado, 1999] 33. 12 El salario mínimo de un trabajador venezolano en 1985, era de Bs. 1.500 mensuales, aproximadamente, 150 dólares. Según informe de Jorge Gutiérrez y Álvaro González, fechado el 6 de agosto de 1985, para justificar la adquisición de la colección Hoffebenberg, se toma como valor del mercado internacional, una imagen de Gertrude Kassebier por 16.500 dólares, en el mismo año.

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13 Informe realizado por Flor Velasco, ‘Primer Informe Organización Colección Siglo XIX’, División de Fotografía, Dirección Archivo Audiovisual, julio, 2003. 14 Abigail Solomon-Godeau, ‘A Photographer in Jerusalem, 1855’, en Photography at the Dock. Essays on Photographic, History, Institutions and Practices (University of Minnesota: Minneapolis, 1991) 168. 15 Paradójicamente, el periodo dictatorial de Gómez comenzó en el siglo XX (1908-1935). Pero, algunos historiadores venezolanos, entre ellos Mariano Picón Salas y Manuel Caballero, sugieren que el siglo XIX venezolano finaliza con la muerte del dictador en 1935. 16 Recordamos que la documentación legal se encuentra extraviada. 17 http://www.unesco.org/new/es/communication-and-information/flagship-project-activities/memory-of-the-world/register/full-list-of-registered-heritage/registered-heritage-page-2/collection-of-latin-american-photographs-of-the-19th-century/ 18Algunas de las exposiciones: La Cuba de Fredricks. Un Regreso a Nosotros Mismos, Museo de Artes Visuales Alejandro Otero, Caracas. 1992; Fotografía Latinoamericana del Siglo XIX, El Paisaje y la Fascinación Tecnológica y el Ensueño (s.l,1993); Eadweard Muybridge (Sala Mendoza: Caracas, 1997); Sueños e Imágenes de la Modernidad, América Latina 1870-1930 (Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos: Caracas, 1997); Fotografía Latinoamericana del Siglo XIX, la Historia no Contada (Biblioteca Nacional: Caracas,1999); Fotógrafos Pioneros de América Latina: Viajes a Mundos Lejanos (Biblioteca Nacional: Caracas, 2000). Las fotos de la colección han sido publicadas en varios libros, entre otros: “La Argentina del Siglo XIX, en la Biblioteca Nacional" (Embajada de la Republica Argentina-Biblioteca Nacional de Venezuela, 2005) y en un multimedia titulado: “Colección de fotografías de Latinoamérica y el Caribe del siglo XIX y principios del XX” (Unesco-Biblioteca Nacional: 2009) http://archivosyfotografias.blogspot.com/2010/02/multimedia-sobre-la-coleccion-antigua.html 19 Exactamente como se hizo con Eugene Atget, Timothy Sullivan, Dessire de Charney o Auguste Salzmann en el contexto cultural anglo-europeo.