teologia propia - recopilaciÓn 2013

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TEOLOGÍA PROPIA DIOS, SU PALABRA Y SU PERSONA RECOPILACIÓN DEL PBRO. DAVID LEGTERS M. EDITOR SAMUEL HDZ. CLEMENTE S.T.P. SAN PABLO COORDINACION DE EDICIONES Y PUBLICACIONES

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Page 1: TEOLOGIA PROPIA - RECOPILACIÓN 2013

TEOLOGÍA

PROPIA DIOS, SU PALABRA Y SU PERSONA

RECOPILACIÓN DEL PBRO. DAVID LEGTERS M.

EDITOR SAMUEL HDZ. CLEMENTE

S.T.P. SAN PABLO

COORDINACION DE EDICIONES Y PUBLICACIONES

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CONTENIDO

PRIMERA PARTE DIOS: SU PALABRA

Tema 1

LA INSPIRACIÓN (Dr. René Pache) Tema 2

EL TESTIMONIO Y ORIGEN DE LAS ESCRITURAS (Prof. John Murray)

SEGUNDA PARTE DIOS: SU PERSONA

Tema 3

LA INCOMPRENSIBILIDAD DE DIOS (David Legters M.) Tema 4

LA NATURALEZA DE DIOS (David Legters M.) Tema 5

DIOS PADRE (David Legters M.) Tema 6

DIOS HIJO (David Legters M.) Tema 7

DIOS ESPÍRITU SANTO (David Legters M.) Tema 8

LA SANTÍSIMA TRINIDAD (David Legters M.) Tema 9

DIOS EN GRANDIOSA TRINIDAD (Les Thompson)

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PRIMERA PARTE DIOS: SU PALABRA

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TEMA 1

LA INSPIRACIÓN1

INTRODUCCIÓN: Antes de tratar el tema de la inspiración de la Palabra escrita, tratemos primero el papel que tiene la Palabra en sí. A. EL DIOS DE LA BIBLIA ES UN DIOS QUE HABLA.

Desde la creación, y a través de toda la historia de su pueblo, Dios se auto-revela hablando. Habló, y de la nada fue creado el universo (Gn.1:3,6,9, etc.). Juan habló de Cristo como el ―Verbo de Dios‖ (1:1,14). El Señor es luz y amor (1Jn.1:5; 4:8); se goza en darse a conocer a sus criaturas. Nos revela su naturaleza, sus pensamientos, su voluntad, sus planes. Nos explica sus obras en el pasado y en el presente, y anuncia los actos futuros y su triunfo final. Nuestro Dios no permanece en el silencio como los dioses de los paganos (1Co.12:2). La Biblia abunda en frases irónicas sobre el tema; por ejemplo, Is.46:6-7. Así son los dioses falsos: no responden ni libran (1Ry.18:26-29).

El único tiempo que Dios guarda silencio es cuando el hombre insiste en serle desobediente. Su silencio no es el de la indiferencia, la venganza o la impotencia, pues el revelarse es parte de su misma naturaleza. Más bien se debe a razones muy fuertes, pues su silencio implica en verdad un terrible juicio de Dios sobre los hombres (1Sm.28:6; Jr.14:11-12; Is.1:15 y Prv.1:28-29). B. EL HOMBRE, DOTADO DEL PODER DEL HABLA, TIENE LA CAPACIDAD DE COMUNICARSE CON DIOS.

El hombre, siendo creado a la imagen de Dios, tiene la capacidad de expresarse. Este factor, el del idioma, es uno de los que diferencian al hombre de los animales. Es el poder del habla que permite la más completa expresión de la personalidad. De cierto modo, el don del habla tiene más fuerza que los hechos; el habla es lo que indica la verdadera fuente de conducta. Dios al hablar revela su voluntad y su carácter. De la misma manera, el hombre se auto-revela cada vez que abre su boca. Por esa misma razón, ―de toda palabra ociosa que hablen los hombres, darán cuenta en el día de juicio, porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado‖ (Mt.12:36-37). De manera que Dios no pudo haber escogido mejor manera de comunicarse con nosotros que ésta. C. LA DIVERSIDAD DE MANERAS EN LAS QUE HA VENIDO LA “PALABRA”.

La Palabra ha venido al hombre de varias maneras:

El Verbo eterno: el Verbo es expresión de Dios, quien es eterno en el cielo (Jn.1:1; Sal.119:89); por ello, Jesús al pensar de las épocas futuras, dice: ―cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán‖ (Mt.24:35) ―…la palabra del Señor permanece para siempre‖ (1Pd.1:25)

El Verbo como agente de la creación: (Gn.1:3; Hb.11:3).

La Palabra de Dios en el A.T.: Dios siempre hablaba con los patriarcas (Gn.12:1, etc.). En el Sinaí se dejó oír su voz (Dt.4:12). Hebreos 1:1 da un buen resumen: ―Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas…‖ Sin duda, Dios ha hecho muchas obras portentosas, pero lo esencial es, que ¡ha hablado!

La Palabra encarnada: El pacto nuevo se resume en la expresión: ―Dios … en estos últimos días nos ha hablado en el Hijo‖ (Heb.1:1-2; ver Jn.1:14 y 17:8).

La Palabra del Espíritu Santo: es la Palabra enseñada por los apóstoles después del Pentecostés (Jn.16:13).2 En el libro de los Hechos el Espíritu, en efecto, habló (8:29; 13:2; y 1Pd.1:12; 2Pd.1:21).

D. EL CRISTIANISMO ES UNA RELIGIÓN DE LA PALABRA. La revelación bíblica es en esencia una noticia buena, la proclamación de un mensaje. Por ello, Jn.5:24; 6:63;3 y la

promesa de Dios en Is.55:11;4 así como la exclamación de Jn.6:68, ―¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna‖. Hay, pues, una relación muy estrecha entre la Palabra encarnada (Jesucristo), y la Palabra escrita (la Biblia).

1 Apuntes tomados del libro de René Pache, The Inspiration and Authority of Scripture; Ed. Moody, Chicago, 1969 2 Jn 16:13, Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta,

sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 3 Jn 5:24, De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna…

6:63, El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 4 Is 55:11, Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

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1. LA ANALOGÍA ENTRE LA PALABRA ENCARNADA Y LA PALABRA INSPIRADA Algunos teólogos prefieren decir que sólo Cristo es la Palabra de Dios; y que la Biblia no es Palabra divina en sí, antes bien solamente la contiene. Rechazamos como absurda tal aseveración, debido, por ejemplo, a consideraciones como éstas:

En su predicación, Cristo proclama la Palabra: ―Aconteció que estado Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios‖ (Lc.5:1).

Felipe predicó a Cristo en Samaria, y el resultado que se dio fue que los de ese lugar recibieron la Palabra: ―…Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. …Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan‖ (Hch.8:5,14).

Lo que predicó el apóstol Pablo no fue palabra de hombres, sino Palabra de Dios: ―Nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes‖ (1Ts.2:13).

Si hacemos una analogía entre Cristo (la Palabra hecha carne) y la Biblia (la Palabra hecha libro), nos puede enseñar mucho, tanto por las similitudes, como por las diferencias que revela. Cristo dijo: ―me preparaste un cuerpo… he aquí que vengo … como está escrito de mí en el rollo del libro‖ (Heb.10:5-7). ―¿A qué libro se estaría refiriendo? ¿A qué persona?‖, preguntó Lutero en su comentario sobre este pasaje. Luego, contesta que tiene que haber sido un libro: la Biblia; y una persona: Jesucristo. Veamos, pues, cuán inseparables son:

JESUCRISTO LAS ESCRITURAS

El Verbo divino y eterno (Jn.1:1), la 2ª Persona de la Trinidad, Jesucristo, con el Padre y el Espíritu, es el autor verdadero de las Escrituras (1Pd.1:11; Ap.19:10); su nombre es el ―Verbo de Dios‖(Ap.19:13) (Ap.19:13) Cristo fue concebido por el Espíritu Santo (Lc.1:35). El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn.1:14); lo divino y eterno se hizo humano, visible, accesible, en forma de siervo (Fil.2:7); hablando el lenguaje de la gente común (Jn.7:15; Lc.10:21) Cristo, cuando se humilló en forma voluntaria (Fil.2), tomó cuerpo, nació y creció; su presencia se limitó a una pequeña nación, pero este ―hijo de José‖ es al mismo tiempo el Divino Salvador de todo el mundo. El Cristo encarnado fue en todos los respectos igual a nosotros, pero al mismo tiempo perfecto, sin pecado (Jn.8:46; Heb.2:17; 4:15); omnisciente (Jn.4:16-19) y omnipotente (11:44). Jesucristo tuvo una autoridad única (Mr.1:22; Jn.7:46). Cristo fue traicionado y rechazado; ―los suyos no lo recibieron‖ (Jn.1:11-12; 7:5); los líderes religiosos no creyeron en él (7:48); ―los hombres ama- ron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malas‖(3:19; ver 7:7); lo crucificaron, porque dijo ser el Hijo de Dios (19:7); Cristo siempre habló con claridad, pero lo acusaron de ambigüedad y falsedad(10:24), ―tu testimonio no es verdadero‖ (8:13).

Los pensamientos de Dios son eternos (Sal.110:89, ―para siempre, oh YHWH, permanece tu palabra en los cielos‖; el misterio de Cristo y de la iglesia ha sido ―escondido desde los siglos en Dios‖. (Ef.3:9; Col 1:26-27) Toda la Escritura es inspirada por Dios (2Tm.3:16); hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2Pd.1:21). El pensamiento inescrutable de Dios se ha expresado en lenguaje nuestro, terrenal; la Palabra de Dios se hizo palabra humana. El mensaje divino ya es legible, entendible y traducible; hace a un lado la sabiduría humana, y se dirige al humilde (1Co.2:4-10). La palabra escrita se acomoda a los límites humanos de comprensión y revela sólo parte del misterio divino (1Co.13:12); hubo proceso largo de la revelación, desde Gn. hasta Ap. Algunos pasajes son difíciles de entender; es mayor- mente un libro judío, pero el más universal de los libros, la Palabra de Dios para toda la humanidad Jesús dijo: ―tu palabra es verdad‖(Jn.17:17; ver Sal.19:8; 119:142 y 160). ―La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de 2 filos … discierne los pensamientos y las intenciones del corazón‖ (4:12). Las Escrituras en los autógrafos originales fueron guardados de todo error. Ningún libro habla como éste (la audacia de Is.1:2, por ej). Sólo en el A.T. se afirma 3,808 veces que lo que transmite es la misma Palabra de Dios. La Biblia ha sido odiada y rechazada más que cualquier otro libro. Los pecadores la detestan por sentirse condenados en sus páginas. Ha sido quemada (Jr. 36:23), despedazada y prohibido. Líderes religiosos que la debieran estar promoviendo la han rechazado. A pesar de sus múltiples declaraciones de origen divino, todavía muchos dicen no saber si es en verdad la Palabra de Dios; afirman que el testimonio que da de sí mismo no es válido.

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Nuestra concepción de la PALABRA ENCARNADA Determina en nuestra actitud hacia la PALABRA ESCRITA

Si endurecemos nuestro corazón para no aceptar a Cristo…

Resulta imposible creer en Jesucristo y a la vez no creer en las Escrituras, pues ellas dan testimonio de él (Jn.5:39-40).

Y por el otro lado, si escuchamos el mensaje de Cristo…

Al convertirse el corazón al señorío de Jesucristo…

Si obedecemos a Cristo, y guardamos sus enseñanzas…

Si predicamos a Cristo…

Si amamos a Cristo…

…la revelación es incomprendida (Jn12:37-41;8:37,43,Is29:11;Jr6:10)

…y lo inverso: el que duda de las Escrituras tampoco tiene mucha fe en Jesucristo, quien siempre dio testimonio de ellas (Jn.5:46-47).

…las Escrituras nos convencen de su verdad (Hch.17:1-3,11; 18:28)

…el A.T. (y toda la Biblia) brilla en todo su esplendor, pues el velo es quitado (2Co.3:15-16;4:4)

…la Palabra de verdad nos santifica (Jn.17:6,17).

…las Escrituras son nuestra autoridad (Hch.2:17,25,31,34-35; 3:181Co.15:3-4 y otros más).

…su Palabra escrita (la Biblia) nos llena de gozo, fuerza y consolación (Jn.14:23; 15:9-11; ver Neh.8:10; Jr.15:16).

Queremos decir que no obstante lo anterior, las Escrituras no son ningún objeto de culto (no se trata de caer en alguna especia de ―bibliolatría‖). El gran contraste entre Cristo y la Biblia es permanente: sólo Cristo es nuestro Divino Salvador; la Biblia simplemente es el medio divinamente inspirado para revelárnoslo y para conducirnos a él. El libro santo se reverencia; se aceptan sin reservas sus palabras; pero sólo al Dios Trino se adora.

Podemos observar el siguiente paralelismo entre el misterio de las dos naturalezas de Cristo y las dos de las Sagradas Escrituras:

Por la encarnación, Cristo es a la vez verdadero Dios (Jn.1:1,14; 20:28; Rm.9:5) y verdadero hombre (Heb.2:14,17). De la misma manera, la Biblia es – por el milagro de la inspiración – a la vez Palabra divina y palabra humana. No pretendemos explicar completamente ninguno de los dos milagros; ni siquiera podemos explicar nuestro propio nacimiento, ni nuestro nuevo nacimiento. Cierto es que nacemos con cuerpo y con espíritu, pero ningún erudito puede explicar dónde termina el uno y comienza el otro, o cómo se unen ambos. La naturaleza divina se nos comunica por el Espíritu Santo (Tito 3:5; 2Pd.1:4), y es la más gloriosa verdad para nosotros. Pero cierto también que queda más allá de nuestra comprensión humana.

El término ―Palabra‖ se da al mismo tiempo a Jesús, como a la Biblia. Jesucristo es la Palabra encarnada, la manifestación personal de las perfecciones divinas en medio de los hombres. La Biblia es la Palabra escrita, la manifestación verbal en lenguaje humano de las mismas virtudes divinas invisibles. Para nosotros, son inseparables, pues Jesucristo nos es revelado sólo en las páginas de la Biblia, y la Biblia sólo fue escrita con el propósito de revelarnos a Jesucristo.

Quienes pretenden hallar en el carácter humano de la Biblia un pre-texto para negar su divinidad, razonan igual que aquellos que – bajo pretexto de la personalidad humana de Jesucristo – le niegan su cualidad de ser Dios. No nos debe sorprender que la Biblia, aun cuando Palabra de Dios, muestre a la vez tantas evidencias de su humanidad; como tampoco nos sorprende el mismo hecho en el caso de Jesucristo, que siendo Dios, también es hombre. Con respecto a la manera en que se unen las dos naturalezas (en el caso de Jesucristo) y las dos voces (en el caso de la Biblia), precisamente es en lo que nuestra fe tiene que ejercerse, pues sigue siendo un enorme misterio. Más, como dijera el apóstol Pablo, es un misterio de piedad, que llena el alma de gozo y de esperanza.

2. LA NATURALEZA DE LA INSPIRACIÓN

2.1. DEFINICIONES

2.1.1. “REVELACIÓN” es el acto mediante el cual Dios se da a conocer a sus criaturas.

2.1.2. “INSPIRACIÓN” (en su sentido técnico, especializado, teológico) es la acción misteriosa del Espíritu Santo, mediante la cual ejerce una influencia regidora sobre los escritores originales de los Testamentos Antiguo y Nuevo, de modo que pudiesen proclamar y escribir en una forma exacta y auténtica en lenguaje humano el mensaje que Dios quiso comunicar. Dicha influencia abarcó hasta la selección de las palabras, con el fin de que los autores fueran guardados de cualquier error u omisión.

2.1.3. “ILUMINACIÓN” es la acción del Espíritu Santo mediante la cual guía las mentes y los corazones de los lectores y oidores hasta llegar a una comprensión salvífica del mensaje divino.

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2.2. EL TEXTO CLÁSICO (2ª TIMOTEO 3:16)

2.2.1. “TODA LA ESCRITURA ES INSPIRADA POR DIOS” El griego es: ― ‖, que literalmente significa ―por Dios exhalado‖ (no inhalado) o sea, es el

producto del hálito vivificador procedente de Dios, o que es hablado por él. Aquel otro gran ―libro‖ de Dios – el de la creación – fue creado de la misma manera: ―Por la Palabra de Yahvé fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca‖ (Sal.33:6). Josefo, en su libro Contra Apio,5 explica que ―pneustia‖ es aquello que se origina en Dios. De modo que toda la Escritura tiene su origen en Dios, aun cuando fue escrita por el hombre y para el hombre.

¿Cuál sería la traducción correcta de 1Tm.3:16: ―Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil…‖; o, ―Toda Escritura inspirada por Dios es útil…‖? El verbo copulativo ―es‖ pertenece donde nuestra Biblia lo coloca; ver los ejemplos siguientes: Rm.7:12; 2Co.10:10; 1Tm.1:15; 2:3; Heb.4:13. De cualquier forma, siempre diría lo mismo, pues hay que considerar que:

a) Es toda la Escritura la que es inspirada; es decir, de acuerdo al contexto del pasaje, se refiere a todo el A.T.; y el mismo argumento sería válido también para el N.T., como veremos más adelante.

b) Es la Escritura, o sea, el texto en sí, lo que Pablo está diciendo que es inspirada. Esta es una verdad vital, pues ¿de qué nos serviría si los autores sagrados hubiesen recibido revelación divina y no hubiesen tenido la capacidad de registrarla o escribirla en una forma segura y auténtica? Pues sabemos que tanto Balaam como David y mismo Pedro, por ejemplo, no fueron infalibles (Nm.22-24; 2Sm.11; 24:1-11; Gal.2:11-14). Luego, si Dios sólo inspiró los pensamientos en las mentes de ellos, no habría mensa- je seguro para nosotros hoy, pues tiene siglos que pasaron a mejor vida.

2.2.2. “TODA LA ESCRITURA ES… ÚTIL”

Muy evidente, pues es útil precisamente porque es inspirada, y es inspirada precisamente para ser útil. Incluso las páginas poco leídas en la Biblia tienen su lugar, y no nos toca añadir ni quitar nada (Dt.4:2; Ap.22:18-19). Nuestra tendencia es contentarnos con ciertos pasajes favoritos, unos versos aquí, otros allí. Pero absolutamente todo tiene su valor dentro de su contexto: Hasta las genealogías y listas de nombres son invaluables desde el punto de vista histórico, además de saber

que Dios conoce cada detalle y a cada persona por nombre; Las leyes cúlticas del Éxodo y Levítico, que enseñan en forma ilustrada cómo un pecador puede alcanzar a

tener comunión con un Dios santo (lo que también explica la epístola a los Hebreos); El libro de Eclesiastés, que tan claramente muestra la vanidad de la sabiduría y de las posesiones humanas; Los profetas, que señalan el desarrollo del plan de Dios; Las páginas negras de los libros históricos, que muestran la gravedad y las consecuencias del pecado y del

juicio de Dios, así como la necesidad imperiosa que se tiene de la salvación; Y por último, las epístolas, que dan la aplicación y la relevancia de la doctrina cristiana a la vida de la iglesia.

a) Es útil para enseñar, para sentar el cimiento de la fe sobre la base de la verdad divina

(Dt.4:36; Sal94:12, Rm.15:4).

b) Es útil para redargüir (la misma palabra en Jn.16:8); o sea, produce convicción de pecado, refuta y elimina el error, especialmente cuando no es por simple ignorancia. La mente humana está embotada y el corazón endurecido (Ef.4:18); requiere urgentemente del poder de la Palabra divina para abrir ojos y persuadir acerca de su verdad (Jr.23:29; Heb.4:12)

c) Es útil para corregir, o sea, para llevar a un errante hijo de Dios nuevamente al sendero de la verdad, advertirle y censurarle con amor y en el nombre del Señor. El hombre es tan propenso al desvío; y tanto en el área moral como en la doctrina, es como un árbol tierno que necesita de un apoyo firme para hacerlo crecer derecho (Sal.119:9,11).

d) Es útil para instruir en justicia, o sea, edificar y establecer al creyente en su vida, mediante una instrucción espiritual que pueda moldear su forma de pensar y su carácter, y darle un sentido espiritual para su vida, una filosofía de su ser (Sal.119:98-99,130), es decir, que sea ―sabio para la salvación‖ (2Tm.3:15).

5 Primer libro, cap. I, sección 7.

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2.3. EL ORIGEN DE LA INSPIRACIÓN (1ª COR.1 Y 2)

Hay una mente del Señor, una sabiduría de Dios, que es misteriosa, escondida y eterna: ―Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, … Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo‖ (2:7,16).

El hombre natural, siendo cegado por el pecado, no la puede conocer ni la puede recibir: ―El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente‖ (2:14).6

Dios, a iniciativa propia, por medio de su Espíritu, nos ha revelado su propia Persona y la obra de salvación que ha hecho; y dicha revelación fue preparada para aquellos que le aman (2:9-12).

Habiendo nosotros recibido de su gracia maravillosa, la damos a conocer a otros. Pablo lo hacía en forma verbal cada vez que predicó la Palabra (2Ts.2:13); y lo hizo también en forma escrita: ―Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo. … Os decimos esto en palabra del Señor…‖ (2Ts.4:8,15). ―Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor‖ (1Co.14:37). El Espíritu Santo guió a los apóstoles en este ministerio (con mayor precisión en lo que escribieron que en lo que dijeron), ya que sus ―discursos‖ (―logoi‖, o ―formas de expresión‖) fueron emitidos ―no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu‖ (1Co.2:13).

El hombre espiritual, a saber, una persona regenerada y sumisa al Espíritu de Dios, puede recibir semejante lenguaje espiritual. Lo aprecia, lo sabe examinar con discernimiento, pues tiene la mente de Cristo (2:14-16).

2.4. LA ENSEÑANZA DE PEDRO (1PEDRO 1:10-12 / 2PEDRO 1:19-21) De estos pasajes desprendemos las verdades siguientes:

2.4.1. Cristo, el Cordero de Dios, fue escogido desde antes de la fundación del mundo para venir a ser el autor de nuestra salvación: ―los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación. … Cristo, un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo…‖ (1Pd.1:10,19-20).

2.4.2. El Espíritu Santo se comunicó con los profetas (―estaba en ellos‖), revelándoles el tiempo y las circunstancias de la venida del Mesías así como ―los sufrimientos‖ y ―las glorias que vendrían tras ellos‖ (v.11). Realmente, ésta es la esencia del mensaje de la Biblia.

2.4.3. La revelación que Dios les dio tuvo un alcance más allá del entendimiento de los profetas. Al darse cuenta que otros serían los que verían el cumplimiento de esta salvación prometida, ―averiguaron diligente-mente‖ de antemano, pero se tuvieron que conformar con el anhelo, sin poder ellos ver cómo y quién lo cumpliría (v.10,12).

2.4.4. El anuncio de esta futura obra de Cristo movió la admiración de los ángeles y de todos los habitantes de los lugares celestes: ―cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles‖ (v.12); ―para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales‖ (Ef 3:10).

2.4.5. Cuando fueron movidos por el Espíritu Santo, los profetas hablaron en la manera que Dios autorizó: ―Nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo‖ (2Pd.1:21). O sea, ellos nos lo anunciaron por medio de sus escritos.

2.4.6. El mensaje de los profetas (A.T.) es al del evangelio (N.T.); se proclaman con el mismo poder del Espíritu Santo (v.12;7 ver 1Ts.1:5).8

6 Ver 1Co.1:18,23, Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. … Pero

nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura. 7 1ª P 1:12, A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han

predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles. 8 1ª Ts 1:5, Nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre…”

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En resumen, no podemos menos que admirar la sobriedad y prudencia de las Sagradas Escrituras, pues siempre y en todos lados afirman y presuponen el milagro de la inspiración, aunque nunca nos explican la manera en la que sucedió. Ni Pablo, ni Pedro, ni ninguno de los autores bíblicos nos dice cómo la influencia divina se ejerció sobre sus personas. Ante su silencio, no estamos autorizados para sondear a fondo este misterio, como tampoco lo estamos para sondear los milagros de la encarnación de Cristo, la regeneración del creyente, o la creación del universo. Con todo, hay algunos datos concretos que sí nos da la Biblia, y que podemos examinar y reflexionar más, a fin de mejor comprender ciertos aspectos de la acción divina en la inspiración.

2.5. LA FORMA DE HABLAR DIOS A LOS PROFETAS: ―Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado en el Hijo…‖ (Heb.1:1-2). Entendemos obviamente que es el mismo Dios que habló tanto en el A.T. como en los Evangelios. Veamos algunas de las maneras en las que lo hizo::

2.5.1. Generalmente, lo que marca el inicio de la carrera de un profeta es haber tenido un encuentro decisivo con Dios.

Es Dios quien toma la iniciativa, quien escoge y prepara a su instrumento al que ha de comunicar su mensaje.

Moisés protestó ante la zarza ardiente que no sabía hablar. Pero Dios le contestó: ―¿Quién dio la boca al hombre? … ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. … Aarón hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios‖ (Ex.4:11-16).

Samuel se escribió: ―la palabra de YHWH escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. … Samuel no había conocido aún a YHWH ni la palabra de YHWH le había sido revelada‖. Tres veces le llamó Dios, hasta que pudo decir: ―Habla, porque tu siervo oye… y Samuel no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras… YHWH manifestaba en Silo su palabra a Samuel‖ (1Sm.3).

Isaías vio al Señor en su gloria; un serafín purificó sus labios con un carbón encendido del altar. Luego el profeta escribe, ―Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá de nuestra parte? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo: Anda, y di a este pueblo…‖ (Is.6:1-9).

Jeremías escribió: ―Vino, pues, palabra de YHWH a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí… te santifiqué y te di por profeta a las naciones;…dirás todo lo que te mande… he aquí, he puesto mis palabras en tu boca‖ (1:4-9). Más aún: ―Yo pongo mis palabras en tu boca por fuego, y a este pueblo por leña, y los consumirá‖ (5:14). Y el profeta responde: ―Sabes que por amor de ti sufro afrenta. Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón‖ (15:15-16). Luego el Señor le da esta promesa: ―Si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca‖ (v.19).

Ezequiel escribió: ―Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel… les dirás: Así ha dicho YHWH el Señor‖ (3:3-4); ―Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar‖ (v.7). Luego el Señor le hace comer simbólicamente el rollo en el que estuvo escrito el mensaje; era a la vez dulce y amargo (3:1-11).

Amós declaró: ―No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino … boyero, y recojo higos silvestres. Y YHWH me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel‖ (7:14-15).

Pablo le dijo Ananías: ―El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído‖ (Hch.22:14-15). Posteriormente Pablo dio su testimonio: ―Cuando agradó a Dios, que me apartó … y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre‖ (Gal.1:14-15).

Juan escribió: ―Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz… que decía… Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas‖ (Ap.1:10-11,19). Juan también tuvo que ―comerse‖ un libro – a la vez dulce y amargo – y después se le dijo: ―Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes‖ (10:8-11).

Cristo mismo, el que es la Palabra encarnada, recibió su mensa-je directamente del Padre. Isaías, refiriéndose a Jesús, lo dijo así: ―YHWH puso mi boca como espada aguda‖ (49:1-2); también: ―YHWH el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios. YHWH el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás‖ (50:4-5); y otra vez: ―Y en tu boca he puesto mis palabras‖ (51:16). Jesús mismo declaró: ―Nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo‖ (Jn.8:28). Le dijo al Padre: ―les he dado las palabras que me diste; ellos las recibieron, y han guardado tu palabra‖ (17:8,6).

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2.5.2. Dios es el soberano absoluto en la inspiración. No fue un proceso continuo, más bien uno repetido, pues el Espíritu estuvo hablando y haciendo escribir a los profetas, cuando y como él quiso. Por ej: ver Jr.1:2; 14:1; 25:1; 16:1; 28:11; 34:1; 39:15; etc. Habacuc escribió: ―Sobre mi guardia estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. Y YHWH me respondió, y dijo: Escribe la visión…‖ (2:1-2).

De modo que los profetas no hablaron cuando ellos quisieron, ni en la manera que a ellos les pareció mejor. Dios les habló ya sea por medio de un sueño, como lo hizo con Daniel (7:1); o en una visión (8:1); o bien enviando un ángel (9:21-22; 10:5-11); o inclusive por medio de una experiencia de éxtasis (2Co.12:2-4; Ap.1:10).

2.5.3. Como regla general, los autores sagrados preservaron siempre su estado consciente, su lucidez. Incluso, en algunas ocasiones tuvieron un diálogo con el Señor haciéndole preguntas, presentándole quejas, conociendo sus reacciones (Is.6:11; Jr.14:13 y 15:15; Ez.9:8 y 11:13). A Daniel le causaron pavor sus visiones, pero Dios inmediatamente le dio las explicaciones necesarias (7:15-16,19,28); 8:15-16,26); excepto cuando se le dio la orden de sellar el mensaje por el momento (8:26; 12:4,9).

2.5.4. Sucedió con frecuencia que el mensaje fue más allá del nivel de comprensión del profeta/autor. Ya sea que estuvo consciente de ello o no. Así en el caso de Dn.12:8-9.

Sobre el tema, lee los textos siguientes: 1Co.2:9; 1Pd.1:10-12; Lc.10:23-24; y Sal.22 (este salmo no lo pudo entender David cuando lo escribió; pero a Pedro y a Pablo – ya después de los hechos – sí les resultó fácil entenderlo, come vemos en Hch.2:24-31 y 13:35-37).

2.5.5. A veces Dios obró en forma obligatoria (perentoria): Jr.20:7-9; Nm.22:35/24:13; Jn.11:51 / 2Pd.1:21.

2.5.6. A veces los autores ni siquiera sospecharon que estaban bajo la influencia de la inspiración. Lucas, el historiador fiel, reunió todo su material, entrevistó a los testigos oculares, pero ¿será que sabía que su relato estaría incluido en las Sagradas Escrituras? Lo que hizo fue poner por escrito datos que pudo averiguar sin la necesidad de revelación sobre-natural.

Con todo, la inspiración divina lo guió en el proceso de selección de los datos que incluiría, su interpretación de ellos, y en la omisión de los datos que no había escogido el Espíritu Santo. Y como en su caso, así también fue en los de los demás autores de relatos históricos en la Biblia.

En conclusión, la inspiración profética podía posesionarse de la persona sin que él lo anticipe (como el viejo profeta de 1Ry.13:20), sin que lo sepa (como Caifás, Jn.11:51), sin que le guste (como Balaam, Nm.23 y 24), y sin que lo comprenda (como Daniel, 12:8-9).

2.5.7. En esencia, la inspiración divina no conoce de grados; siempre es perfecta y completa.

Como acabamos de mencionar, cuando Balaam fue a pronunciar sus oráculos, estuvo tan bajo el control del Espíritu como David que exclamó: ―El Espíritu de YHWH ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua‖ (2Sm.23:2). La profecía de Caifás (Jn.11:49-51),9 fue tan preciso y sobrenatural en su origen como lo fueron las revelaciones dadas al apóstol Pablo (Ef 3:3,5).10

Como lo dijera Gaussen: La iluminación es susceptible de grados, no así la inspiración. Profetas son

iluminados por Dios, unos más, otros menos; pero lo que dice no es más o menos inspirado. O es así, o no lo es; o es de Dios, o no lo es. En esto no hay medidas ni grados, aumento ni disminución. David recibió luz de Dios, Juan Bautista más que David, un simple cristiano posiblemente más que Juan Bautista, un apóstol más que un cristiano común, y Jesucristo más que los apóstoles. Pero la palabra inspirada de David … ¿Qué diré… la palabra inspirada incluso de Balaam… ¡es palabra de Dios, tan así como la de Juan Bautista, como la de San Pablo, o como la de mismo Jesucristo! ¡Es Palabra de Dios!

9 Jn 11:49-51, Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre

muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús

había de morir por la nación… 10 Ef 3:3,5, Que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, …misterio que en otras generaciones no se dio a conocer

a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu…

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2.5.8. Los profetas creyeron plenamente que estaban transmitiendo al pueblo las mismas palabras de Dios.

Moisés repitió más de 50 veces en el libro de Levítico frases como éstas: ―YHWH llamó a Moisés‖; ―YHWH habló a Moisés diciendo: Habla a los hijos de Israel…‖

David, como vimos arriba, dijo: ―El Espíritu de YHWH ha hablado por mí…‖ (2Sm.23:2).

Jeremías constantemente usó frases como: ―La palabra de YHWH vino a mí diciendo…‖; y ―Luego YHWH me dijo…‖; y ―Así ha dicho YHWH‖, etc.

Pablo fue claro: ―La palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios…‖

Juan expresó con toda solemnidad: ―La revelación de Jesucristo, que Dios le dio; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios…; el Hijo de Dios … dice esto: …el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias; …Estas son palabras verdaderas de Dios‖ (Ap.1:1-2; 2:18,29; 19:9). Más adelante vamos a ver en forma más amplia y con mayor detalle, la pregunta fundamental: ¿Es la Biblia la Palabra de Dios?

3. TEORÍAS DE LA INSPIRACIÓN

Hay 4 maneras posibles en las que se puede considerar a la Biblia:

Es un gran y excepcional libro humano, pero carente: de inspiración divina;

Es un libro parcialmente inspirado por Dios;

Es un libro exclusivamente inspirado por Dios, sin aportación humana alguna;

Es a la vez, un libro divino y humano, en virtud de que Dios inspiró plenamente a los autores sagrados para que hablaran en su nombre.

3.1. LA BIBLIA ES UN GRAN Y EXCEPCIONAL LIBRO HUMANO, PERO CARENTE DE INSPIRACIÓN DIVINA A la par con La Odisea de Homero, el Corán de Mahoma, la Comedia Divina de Dante, las tragedias de

Shakespeare, el Popol Vuh de los mayas, los libros sagrados de los hindúes, etc. La Biblia es de inspiración ―natural‖ (que niega la inspiración divina). Este punto de vista es insostenible, por muchas razones: (entre ellas, las siguientes)

El carácter superior de Jesucristo que sobrepasa en su amor, pureza, justicia y perfección a todo lo que se halla en la literatura humana; ¿dónde encontrarían el modelo para él los evangelistas, si nunca había existido tal personaje? Y se supone que el artista es superior a su creación, el autor a su obra; pero los discípulos de Jesús fueron todo menos perfectos. Y si en verdad los autores sagrados concibieron por su cuenta las páginas sublimes de la Escritura, ¿cómo es que quienes los siguieron nunca produjeron algo similar a los libros canónicos?

El plan de salvación en ella presentado, un plan inconcebible para la mente humana.

El poder que posee como palabra viva y eficaz para transformar la vida (Heb.3:7; 4:12-13; Jr.5:14; 23:29): Convence de pecado (Stg.1:23; Rm.3:20; 7:7), Despierta la conciencia, (2Cr.34:14-21; Jr.36; Neh.8:1-9; 9:3), Regenera al pecador (Jn.5:24; 1Pd.1:23-25; 1Ts.2:13; Rm.1:16 y 10:17); casos de Agustín: ―toma y lee‖,

Rm.13:14; Lutero, Rm.1:17; Wesley, 2Pd.1:4 y Sal.130; nosotros, 2Tm.1:12 y 2Co.4:13, Santifica al creyente (Mt.4:4; 1Pd.2:2-3; Sal.119:20,70,103,131; Jn.8:31-32; 15:3; Ef.5:26; 1Jn.2:14), y Hace huir al adversario (Ef.6:17; Mt.4:1-11, ―Escrito está...‖)

Las profecías (predicciones), muchas de ellas muy detalladas, y todas confirmadas por la historia como cumplidas.

Las consideraciones enumeradas en la Confesión de Fe, Cap. 1/E: ...el carácter celestial del contenido de la Biblia; la eficacia de su doctrina; la majestad de su estilo; el consenso, armonía y concordancia de todas sus partes; el objeto que se propone todo el libro, (que es el de dar toda gloria a Dios); el claro descubrimiento que hace del único modo de alcanzar la salvación el hombre; la muchedumbre de sus otras incomparables excelencias, y su entera perfección...

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3.2. LA BIBLIA ES PARCIALMENTE INSPIRADA POR DIOS Esto se presenta de varias maneras, por ejemplo:

3.2.1. SÓLO LOS PENSAMIENTOS DE LOS VARIOS AUTORES FUERON INSPIRADOS, NO LAS PALABRAS QUE USARON. O sea, Dios sugirió a los hombres las ideas y el tenor general que seguirían, y les dejó libre para que las expresaran como mejor quisieran, cada quien con su propio estilo, cultura, vocabulario, idiosincrasias y limitaciones particulares.

3.2.2. SÓLO LAS ENSEÑANZAS ÉTICAS Y ESPIRITUALES FUERON INSPIRADAS POR DIOS. Los autores sagrados escribieron como quisieron los datos de la historia que ellos vivieron o conocieron, según los conceptos de su propia época. De modo que en estos renglones pudiera haber inexactitudes, mitos y leyendas en la Biblia, conceptos considerados falsos desde nuestro punto de vista moderno.

COMENTARIO:

La importancia de que la religión judeo-cristiana esté encarnada en la historia. Se habla de ―actos portentosos de Dios‖, pero son todos revelación y redención; y ocurrieron en un lugar de la tierra, y en un punto específico de la historia

La Biblia afirma que los relatos históricos son veraces y tienen valor espiritual. (1Co.10:4,6,11)

Detalles de la historia prefiguran al Mesías, su persona, su obra y sus enseñanzas, su vida y su sufrimiento, su muerte y su gloria, muchas veces sin que los mismos autores se hayan percatado de ello (por ej., Rm.5:14; 1Pd.3:21; Gal.4:24; 1Co.5:7; 10:4; etc.)

De cualquier manera, debieron ser guiados los historiadores sagrados, a fin de escoger bien entre tanto material que tenían a su disposición. Ver Jn.21:25, son tantas las cosas que hizo Jesús, que ―…ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir‖). Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza (Rm.15:4).

3.2.3. LA BIBLIA “CONTIENE” (PERO “NO ES”) LA PALABRA DE DIOS. Esta es la teoría más de moda en nuestros días. Para muchos teólogos, la Biblia incluye muchos mitos, leyendas e imprecisiones, que de cualquier manera no impiden en nada el que se pueda discernir en ellos la Palabra de Dios. Roland de Pury11 afirma que confundir la Escritura como si fuera la Palabra de Dios es un error tan grande como el error del romanismo. Hay que entender que la diferencia entre ellos es esencial, y al menos que el protestantismo mantenga esta clara distinción, corre el riesgo de volver al paganismo. La Biblia, pues, es solamente un ―testigo a la revelación‖. Desde el punto de vista de la alta crítica, hay que desechar al llamado ―fundamentalismo‖, que creen en un libro como si ―caído del cielo‖, lo cual no es más que fetichismo bíblico, adaptado a una mentalidad primitiva.

3.2.3.1. KARL BARTH Y LA NEO-ORTODOXIA Propone una teología que busca reafirmar el honor de la Palabra de Dios y que nos vuelva a la Biblia. Pero no son una y la misma cosa. La ―Palabra de Dios‖ es ―Revelación‖, libre y soberana, revelación divina en el aquí y ahora. La Biblia por su parte, es testimonio humano a dicha ―Revelación‖; testimonio a la ―Palabra de Dios‖ que recibieron, y testimonio que también puede ser el vehículo para que la ―Palabra de Dios‖ hable aquí y ahora. En otras palabras, la Biblia en sí no es la ―Palabra de Dios‖, pero puede llegar a serla cuando Dios así lo quiera. Karl Barth escribe como sigue:

Los profetas y los apóstoles, aun en su oficio como tales, incluso en su función de testigos, y en el acto de escribir su testimonio, fueron – como nosotros lo somos – capaces y culpables de errar, tanto en su palabra pronunciada como en la escrita.12

Si Dios no se avergonzó de la falibilidad de las palabras humanas de la Biblia, de sus imprecisiones históricas y científicas, de sus contradicciones teológicas, de la inseguridad de sus tradiciones, y sobre todo, de su judaísmo, sino que las adoptó y aprovechó con todo y su falibilidad. Luego nosotros no tenemos por qué avergonzarnos cuando Dios quiere renovar a nosotros con todo y su falibilidad su testimonio; y sería no otra cosa más que presunción e indisciplina tratar de hallar en la Biblia elementos infalibles.13

11 Roland de Pury: Qu‟est-ce que le protestantisme?, París, Ed. Librairie Protestante, 1961; citado en René Paché: The Inspiration and Authority of

Scripture; Chicago, Ed. Moody, 1971, p. 62. 12 Karl Barth: Church Dogmatics, trad. Thomson y Knight, T. 1; Edinburgo, Ed. Clark y Clark, 1956, pp. 528-529 13 Ibid., pág. 531.

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Estos hombres cuyo testimonio escuchamos, hablan como personas falibles cual somos nosotros. …Podemos leer y analizar su testimonio como siendo puramente palabra humana. Podemos sujetarlo a toda clase de crítica inmanente, no sólo en lo que respecta su contenido filosófico, histórico y ético, sino también en su contenido religioso y teológico. …Cada quien, en su propia manera y grado, compartió la cultura de su época y medioambiente. …El que la Biblia sea vulnerable, o sea, capaz del error, lo es así también en su contenido religioso o teológico. Ocurren traslapes y contradicciones obvias.…De modo que, queramos o no, ellos no hablaron un lenguaje especial de revelación radicalmente diferente al de sus propias épocas. …Pudiera parecer más débil su carácter de testimonio a la revelación, por el hecho de que tiene tantos ―paralelos‖.14

Barth no para allí, pues sus afirmaciones sobre la humanidad e infalibilidad de la Biblia son sólo el comienzo. Es enérgico Barth al afirmar, además, que la Escritura es, con todo, la Palabra de Dios:

Creemos, con la iglesia, que las Sagradas Escrituras, siendo ellas el testimonio original y único de la revelación divina,

son en sí mismas la Palabra de Dios.15

Por supuesto, habría que entender lo que Barth quiere decir con una afirmación tal, ya que rechaza la inspiración de la Biblia como ha sido enseñada por los padres de la iglesia primitiva (por ej., San Agustín), y por los reformadores del siglo XVI, en especial Calvino, y como se enseña en los símbolos doctrinales de las iglesias de tipo reformado (como en la Confesión de Fe de Westminster/Cap.1) Como lo dijera Pierre Courthial, un pastor francés: Sobre este punto fundamental, Barth no ha sido capaz, ni sabe cómo, ni quiere, exorcizar los demonios de la ya vieja tradición de la alta crítica en la que fue enseñado, y que, por desgracia, aún se enseña en demasiadas escuelas de teología y seminarios protestantes y católico- romanos. … Queda claro que, para Barth, la verdadera humanidad de la Biblia implica su no menos verdadera falibilidad. Es claro, también, que esta humanidad de la Biblia viene a ser la base que legitimiza la labor de la alta crítica.16

3.2.3.2. EMIL BRUNNER Éste conocido como otro teólogo célebre, afirma lo siguiente:

Yo mismo soy adherente de una escuela radical de crítica bíblica, que, por ejemplo, no acepta el Evangelio de Juan como fuente histórica, y que encuentra leyendas en muchas partes de los evangelios sinópticos.17

Quien quiera afirmar que el Nuevo Testamento nos ofrece un relato definido y consistente de la resurrección, o bien es un ignorante, o bien sin conciencia.18

Para este teólogo (así como para otros como él), la Biblia en sí no es ―Revelación‖, pues la teología

dialéctica afirma que la misma naturaleza de la revelación hace imposible que sea escrita. Cuando algo queda ―escrito‖, está bajo el control del hombre, y como si resultara que el Espíritu de Dios ―queda aprisionado entre las dos pastas de la Palabra escrita‖.

De modo que, cualquiera que fuese nuestra doctrina sobre la inspiración, queda claro que los documentos bíblicos no pueden considerarse como inspirados. Brunner además rechaza también las doctrinas del nacimiento sobrenatural de Jesús, y de la expiación sustitutiva.

Con respecto a los evangelios sinópticos, cree que registran muchos datos que no son históricos; que ponen en boca de Jesús palabras que no pronunció, que dicen cosas de Jesús que nunca sucedieron como están reportadas. Y en cuanto al cuarto evangelio, resulta muy posible que Jesús nunca haya pronunciado ninguna de las palabras que Juan le asigna. Añade Brunner: ―En algunos puntos, la variedad de la doctrina apostólica, desde el punto de vista puramente teológico e intelectual, nos presenta con una contradicción irreconciliable‖19 Nota con cuidado cuán serio es tener tal postura. Pues si la Biblia es falible y contiene errores tanto en teología y en principios éticos como en asuntos de historia y ciencia, luego ¿qué nos puede ofrecer? Aún queda alguna posibilidad incluso de conocer a Dios en forma objetiva? ¿No tendríamos que decir, como María: se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto? (Jn.20:12)

14 Ibid., pp. 507-509. 15 Ibid., pág. 502. 16 Pierre Courthial: „La conception barthienne de l‟Escriture Sainte, examinée du point de vue réformé‟, en La Revue Réformée, XVII (1966/2): pp. 1-35. 17 Emil Brunner: The Theology of Crisis, Nueva York, Ed. Scribner, 1929, pág. 41. 18 Emil Brunner: The Mediator, trad. Olive Wyon, Nueva York, Ed. Macmillan, 1934, pág. 577. 19 Emil Brunner, Revelation and Reason, trad. Olive Wyon, Filadelfia, Ed. Westminster, 1946, pág. 290.

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3.2.3.3. RUDOLF BULTMANN, Otro de los teólogos contemporáneos de mayor influencia, se ha esmerado en separar del texto bíblico todo lo que sea mito a fin de preservar la esencia del evangelio, el kerygma que la iglesia debe proclamar.

Entre los elementos del Nuevo Testamento que, según Bultmann, habría que eliminar por sus cualidades míticas que las hacen inaceptables a la mente humana moderna (de hecho, es eliminar todo lo que sea milagroso o sobrenatural), están estas doctrinas: la preexistencia de Cristo; su nacimiento virginal; su deidad; sus milagros; su muerte sustitutiva en la cruz; su resurrección (así como la de los creyentes); su ascensión; su retorno en gloria; el juicio final; la existencia de los espíritus, tanto malos como buenos; que el Espíritu Santo sea una persona; la doctrina de la Trinidad; la muerte como resultado del pecado; la doctrina del pecado original; etc., etc.

Tal parece que si Bultmann hubiera querido llevar a su conclusión lógica estas ideas, no habría nada que le impediría decir que… ¡Dios mismo es el último mito que hay que eliminar! De hecho, siendo la Biblia una obra llena de material de credibilidad dudosa, no puede ser revelación de Dios.

Por ello es que los teólogos dicen que sólo contiene el eco humano de la revelación, un testimonio falible de ella. Los autores, dejados a sus propios recursos, incluyeron en sus memorias datos que ―embellecen‖ la historia, leyendas y mitos. De modo que es completamente imposible para cualquiera entresacar la verdad del error en toda esta mezcolanza.

Los teólogos, pues, intentan superar este obstáculo, diciendo que la Biblia es, por cierto, sólo una palabra humana, pero Dios .puede hacer que se convierta en su Palabra, en el momento que él la toma y la usa en un ―encuentro personal‖.

3.2.4. SÓLO CRISTO ES LA “PALABRA DE DIOS”. Hay quienes dicen que creen sin reserva alguna en la Palabra de Dios. Y ésta no puede ser la Biblia, pues sólo Cristo es el Verbo, la Palabra encarnada. En lo que respecta a la Biblia, ella es sólo un ―eco‖. Cristo es la Palabra por excelencia, divino, eterno, creador, quien tomó carne para salvarnos (Jn.1:1-3,14). Él es la expresión máxima de la revelación divina (Heb.1:1-3). COMENTARIO: No se sabría nada de Cristo, a no ser por la Biblia. Si sólo Cristo es la Palabra de Dios, entonces ¿cuál Cristo? ¿El de Mateo, o el de Juan, o el de Pablo, o quizás el de Bultmann o de algún otro teólogo? La Biblia afirma, reafirma, y vuelve a afirmar que ella es la Palabra de Dios (ver en otro lugar de nuestro estudio, ―El testimonio de la Biblia a sí misma‖). Podemos incluso decir que la Biblia es Palabra de Dios escrita. La neoortodoxia cree que lo que está escrito sólo es testimonio humano a la Palabra de Dios, y que ella, por ser del mundo ―noumenal‖, del mundo de las ideas, del mundo de Dios, no puede estar circunscrito al mundo ―fenomenal‖. Sería como aprisionar a Dios en las páginas de un libro humano. Pero si en verdad Dios se encarnó en Cristo, también pudo expresar su Palabra en forma escrita, mediante la inspiración de su Santo Espíritu. (Confesión de Fe de Westminster, cap. I, sección A: ―…le agradó dejar esa revelación por escrito…‖; sección B: ―…Palabra de Dios escrita…‖

3.3. LA BIBLIA ES UN LIBRO EXCLUSIVAMENTE DIVINO, QUE FUE DICTADO MECÁNICAMENTE

En esta teoría, los autores sagrados fueron totalmente pasivos, y se limitaron sólo a registrar y a transmitir la revelación recibida. Fue puesta a un lado sus propias características personales, de modo que el texto pudiera estar libre de toda falibilidad humana. Es algo así como lo que los musulmanes reclaman para el Corán: que vino escrito en árabe desde el cielo, y llegó así a la tierra sin cambio alguno. Por ello, son lentos para dar permiso a traducciones del Corán, pues la única versión infalible fue la que se dio a Mahoma.

COMENTARIO: No es ésta nuestra concepción, aunque muchos se empecinan en decir que esto es lo que creemos. Por el contrario, Dios no evadió en lo absoluto las cualidades personales de Moisés, de David, de Juan y de Pablo. El estilo, temperamento y sentimiento personal es evidente en todos sus escritos (Rm.9:1-5).

El Dr. Warfield insistió en que: Las iglesias reformadas históricamente han sostenido que cada palabra de las Escrituras, sin excepción, es palabra de Dios; y a la par con ello, han sostenido que cada palabra, sin excepción, es también palabra de hombre. De modo que reconocemos en estas palabras la pujanza ferviente de un Pablo, la piedad tierna de un Juan o el genio práctico de un Santiago, pues son los escritos que el Espíritu Santo nos ha dado para que nos sirvan de guía.20

20 B.B. Warfield: The Inspiration and Authority of the Bible, Filadelfia, Ed. Presb. & Ref., 1964; pp. 421-422.

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Para Adolfo Saphir, la teoría del ―dictado mecánico‖ es un sin sentido. Comenta que el hecho de que una persona haya sido preservada de todo error y pecado no significa en lo más mínimo que haya perdido también sus cualidades personales y su originalidad. Pues cuando el Espíritu Santo llena su mente de luz, y su corazón de amor, lo hace libre ante Dios lo cual es su estado normal. En el cielo seremos personas individuales. ¿Acaso no se deja ver en las Escrituras las diferencias de profesión, vocabulario, época y país? Sería un absurdo suponer, dice Saphir, que...

Isaías no haya sentido gran espanto y reverencia cuando escribió el sexto capítulo de su profecía; o que Jeremías, mientras escribía Lamentaciones, sólo sirvió de amanuenses, y se mantuvo estoico, sin lágrima alguna en sus ojos, obedeciendo a una voz superior; o que el corazón de David no se haya llenado de gozo y gratitud cuando cantaba el Sal. 23 o el 103; o que Pablo, escribiendo a sus varias congregaciones, no les haya derramado de ese rico tesoro de su propia experiencia y amor hacia ellas.21

Termino esta sección, citando unas frases excelentes de Erich Sauer:

No nos equivoquemos; no estamos hablando de una inspiración de la Biblia de tipo mecánico, insensible, como es el dictado. La inspiración mecánica se encuentra en el ocultismo, el espiritismo y por ende en el demonismo, donde el espíritu maligno que inspira hace a un lado la personalidad individual del sujeto para sustituirlo con lo suyo. La revelación divina no tiene parecido en lo absoluto a esto, pues no comulga con suprimir la personalidad del individuo. No permitiría que fueran anuladas las leyes que Dios mismo dio sobre la conciencia humana. Ni que se transformara la persona en un autómata. Más bien, hace intensificar y eleva las facultades humanas, no las suspende. La luz no produce tinieblas, sino una mejor visión. La revelación divina busca la comunión entre el espíritu humano y el Espíritu Divino. Busca santificar y transfigurar la persona, haciéndola más capaz de servir. No busca ―mediums‖ pasivos, sino hombres de Dios activos; no instrumentos muertos, sino colaboradores vivos y santificados; no esclavos, sino amigos (Jn.15:15). Por ello la inspiración fue orgánica, no mecánica; divinamente natural, no mágica; no por un dictado inerte, sino por una palabra viva producida por el Espíritu. Sólo así es que la palabra de Dios puede ser palabra de hombre, y la palabra de hombre puede ser palabra de Dios.22

3.4. LA INSPIRACIÓN PLENARIA VERBAL DE LA BIBLIA

3.4.1. SU DEFINICIÓN La inspiración es aquella obra del Espíritu de Dios por medio de la cual influye en la mente, voluntad y sentimientos del autor sagrado, y acomodándose a las características humanas de éste, pero al mismo tiempo protegiéndolo de todo error, lo guía para que exprese con su propio estilo y vocabulario las mismas palabras que Dios quiere, de tal forma que el resultado sea a la vez palabra de hombre y palabra de Dios, verdadero en todo lo que afirma. Dicho de otra manera: la Biblia es la Palabra de Dios en el sentido de que sus palabras, aun cuando escritas por hombres y llevando la marca de su origen humano, fueron escritas bajo una supervisión tal del Espíritu Santo que los convirtió a la vez en palabras de Dios, la expresión adecuada de su mente y voluntad. El Espíritu influyó en las mentes de los autores, permitiéndoles el uso de sus propias cualidades y talentos, pero guiándolos y preservándolos de todo error, de modo que el resultado en el documento original fuera el registro exacto y sin error del mensaje preciso que Dios quiso dar al hombre, un mensaje a la vez humano y divino. (2Tm. 3:16, Θεόπνευστος).

3.4.2. EL SIGNIFICADO DE “INSPIRACIÓN PLENARIA”. Significa que la inspiración lo abarca todo, sin restricción alguna. Así lo afirma la misma Biblia: ―toda Escritura es inspirada por Dios...‖ Los profetas y apóstoles nos transmitieron, no sólo palabras humanas, sino en verdad palabra de Dios (1Ts.2:13). Es tan completa la Escritura revelada, que nadie puede añadir a ella o quitar de ella (Ap 22:18-19). Jesús afirmó que ―ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido‖ (Mt.5:18).

Caso Moisés, Ex.34:27.

Caso Balaam, Nm.22:38; 24:13.

Comentario de David a Salomón, 1Cr.28:19; y en cuanto a su propia experiencia, ver 2Sm.23:2.

Ver Salmo 119:42-43,86,89,96-97,142,160.

21 Adolph Saphir: Christ and the Scriptures, Nueva York, Ed. Gospel Publ. s/f, pp. 74-80. 22 Erich Sauer: From Eternity to Eternity, Grand Rapids, Ed. Eerdmans, 1954, pp. 104-105.

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Caso Jeremías, Jr.1:9,17; 23:28; 26:2; 36:2.

Ver también, Is.6:7,9; 51:16; Ez.2:7-8; 3:10-11,17; Dt.18:18.

Palabras de Jesús, Mt.24:35.

Observación de Pablo, Hch.24:14; 26:22; compara con Rm.15:4.

Caso Juan, Ap.29:9; 21:5; 22:6.

3.4.3. ¿POR QUÉ ESPECIFICAR QUE LA INSPIRACIÓN FUE “VERBAL”? Las palabras son inseparables del mensaje, en virtud de que las ideas necesariamente se expresan por medio de palabras. Si no podemos decir que las palabras fueron inspiradas por Dios, tampoco podemos decir que la Biblia es inspirada por Dios, pues ella se compone de palabras. No podríamos tener seguridad de lo que quiere decir el Espíritu de Dios en las Escrituras, al menos que haya la seguridad de que las palabras del texto fueron expresamente dadas por él.

El medio más universal para comunicar ideas es el medio del idioma. Los idiomas en origen incluían otras señales no sonoras, pero ahora se limitan a los sonidos y a la expresión simbólica visible de los caracteres escritos (las letras).

Como dijera Lutero: ―Cristo no dijo de sus pensamientos, sino de sus palabras, que son espíritu y vida‖. Spurgeon, el príncipe de los predicadores, dijo también: ―Creemos en la inspiración verbal y literal de la Sagrada Escritura; creemos además de que no puede haber otra clase de inspiración. Si las palabras se nos quitaran, perderíamos toda exactitud de significado.‖23 He aquí un breve enlistado de pasajes cuyos argumentos dependen de una sola palabra:

Mt.22:32 y Ex.3:6 (Lc.20:37-38).

Mt.22:45 y Sal.110:1.

Jn.8:58 y Ex.3:14.

Jn.10:33-36 y Sal.82:6.

Gal.3:16 y Gn.12:7.

Así se podrían multiplicar muchos otros textos más. Tomemos ahora el ejemplo del autor de la epístola a los Hebreos, cuyo argumento muchas veces gira sobre una sola palabra de la Escritura:

Hb.1:5-6 y Sal.2:7; 2Sm.7:14 (Dios llama al Mesías su Hijo).

Hb.1:9 y Sal.45:7 (se repite la palabra Dios, con referencia al Hijo y al Padre.

Hb.2:6-8 y Sal.8:4-6 (3 veces repite la palabra todo, o todas las cosas, una sola palabra en el griego).

Hb 2:11-12 y Sal.22:22 (de nuevo, se enfatiza la palabra hermanos).

Hb.3:7-11 y Sal.95:8-11 (2 palabras enfatizadas, hoy y reposo).

Hb.6:13-17 y Gn.22:16 (la expresión juró por sí mismo).

Hb.7:3 y Gn.14:18-20 (también el silencio de la Biblia es elocuente, pues se omite toda indicación del origen y de la genealogía de Melquisedec a fin de compararlo a él con el Hijo eterno de Dios.

Hb.12:26 y Hageo 2:6 (la frase Aún una vez le da una implicancia muy especial a esta oración gramatical).

Así otros ejemplos:

Jn.5:24 (¿Qué hacer para ser salvo?)

1Jn.5: 13, (¿Sobre qué se basa la seguridad de nuestra salvación?). Si no hubiera claridad y seguridad sobre lo allí afirmado, tendríamos que clamarle a Dios cual lo hiciera Jeremías (15:18): ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables?

23 Citado por Erich Sauer en From Eternity to Eternity, pág. 103.

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TEMA 2

EL TESTIMONIO Y ORIGEN DE LAS ESCRITURAS (JOHN MURRAY)24 1. EL TESTIMONIO OBJETIVO

Cristianos de muy diferentes criterios teológicos afirman que ―la Biblia es la Palabra de Dios‖, o que es ―inspirada por el Espíritu Santo‖, o incluso que ―ocupa un lugar preferente y único como norma de fe y de vida cristianas‖. Dicho esto, no significa que haya unanimidad en cuanto al origen, la naturaleza y la autoridad de la Biblia. Cualquiera que haya leído un poco de la vasta literatura sobre el tema, se puede dar cuenta de que existen posiciones totalmente diferentes sobre la Biblia, y todas reiteran las afirmaciones arriba citadas. Debido a ello, es preciso definir con mayor exactitud lo que queremos decir con la frase, ―la Biblia es la Palabra de Dios‖. Vamos, pues, a examinarla y explicarla.

La diversidad de opiniones obedece al hecho de que la Biblia nos ha llegado por medio de instrumentos humanos.

Cada uno de los libros tuvo autor humano; la Biblia no nos llegó caída del cielo. Nos llegó en su totalidad, así en todas y cada una de sus partes, a través del agente humano. Por ello, todo estudiante serio de la Biblia reconoce el factor humano en la preparación de la Biblia, en su composición, y en el arreglo final de lo que hoy conocemos como el canon de las Sagradas Escrituras. Si, pues, los instrumentos humanos tuvieron un papel en la producción de la Biblia, cabe la pregunta de si las marcas de la falibilidad y del error humano no estarían necesariamente presentes en la Biblia también. Desde la caída de nuestros primeros padres, no ha habido una sola persona perfecta que pisara esta tierra. Cierto es que hubo uno que fue santo, sin mancha y sin pecado. Pero él fue más que hombre, pues era el Hijo eterno de Dios manifiesto en la carne. Si él hubiese escrito la Biblia, no tendríamos que pensar tanto este tema, pues habría una respuesta muy a la mano para la pregunta que es tan urgente y difícil de contestar: ¿cómo puede la Biblia ser Palabra de Dios y a la vez obra humana? La solución a la antinomia sería en este caso que la persona que la escribió era él mismo, Dios perfecto y hombre perfecto a la vez.

Pero el caso es que el Señor Jesucristo no escribió la Biblia, ni si-quiera alguna de sus partes. Cuando dejó la tierra

para regresar donde su Padre, no dejó libro alguno escrito. De modo que regresamos al asunto: la Biblia toda fue escrita por simples seres humanos, quienes sin excepción eran personas imperfectas y falibles.

Esta sencilla verdad ha llevado a muchos estudiosos de la Biblia a la conclusión de que tampoco la Biblia puede ser la Palabra de Dios en un sentido infalible e inerrante. Dicho de una forma crasa, Dios tuvo que valerse del material que tuvo a su disposición, y como ese material era el hombre falible, Dios se vio en la necesidad de darnos su Palabra en una forma que necesariamente fue afectada por los defectos originados de la falibilidad humana. El Dr. J. Monro Gibson dice:

Es importante recordar desde un principio que cualquier artista está limitado por la naturaleza del material con que cuenta. Puede que tenga pensamientos e inspiraciones más allá de lo que puede expresar en blanco y negro, o en los colores, o en mármol o bronce, o con notas musicales. Pero la idea, por más perfecta que fuera, y por cualquier medio de expresión en que se quiera presentar, forzosamente comparte las imperfecciones del elemento con que se trabaja. Si tan sólo se hubiese recordado este hecho tan obvio, la mayoría de las dificultades que rondan el tema de la inspiración nunca habrían surgido.25

Luego el Dr. Gibson enumera algunas de las limitaciones con las que tuvo que trabajar Dios (para darnos su Palabra):

las limitaciones de la instrumentalizad humana, el lenguaje humano, las formas literarias, etc. Con argumentos similares a éste, muchos estudiosos de la Biblia llegan a la conclusión de que el factor humano (la instrumentalidad humana en la Biblia) es decisivo. Por ende, la Biblia, aunque Palabra de Dios, es a la vez falible – al menos en detalles de ciencia y de historia– y lo es necesariamente así, simplemente porque nos llegó a través del ministerio de seres humanos.

Sin embargo, los que así piensan deben tomar conciencia de lo que todo ello implica. Si en verdad la falibilidad humana hace imposible una escritura infalible, luego por lógica es imposible tener escritura infalible alguna. Es decir, nada puede ser infalible, pues toda Escritura viene por conducto del elemento humano, y como el elemento humano se caracteriza por ser falible, luego dicha falibilidad se extiende a todas las partes de las Sagradas Escrituras.

24 John Murray, „The Attestation of Scripture‟, Cap 1 del libro The Infallible Word, editores Ned B. Stonehouse y Paul Woolley, Ed. Eerdmans, 1946, 4ª

edición, 1958, pp 1-52. 25 J. Monro Gibson, The Inspiration and Authority of the Holy Scriptures, pág. 146 (compara con Emil Brunner, Revelation and Reason, pp. 128ss.

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¿Con qué derecho decimos, por ejemplo, que el ―contenido espiritual‖ es inerrante, pero no así los datos históricos o científicos de la Biblia? ¿Acaso se suspende la falibilidad humana cuando Dios imparte ―verdades espirituales‖, pero no la suspende al tratar asuntos de menor importancia? Ni siquiera Jn.3:16 puede ser palabra infalible de Dios, si en verdad la Escritura es afectada (o quizá infectada) por la falibilidad humana, pues también Jn.3:16 fue escrito por un hombre que era falible. Es importante entender, pues, que no es posible aducir la falibilidad del elemento humano para tratar de justificar el que haya algunos errores en las Escrituras, al menos que digamos a la vez que todas las partes, y todas las clases de Escritura, también fueron tocadas por la fragilidad de la naturaleza humana.

Por lo menos Karl Barth es consecuente en esto, pues afirma que la falibilidad es atribuible tanto a lo religioso y

teológico, como a lo histórico y científico. Como fueron hombres los testigos de la revelación, ―como nosotros, falibles y propensos al error, debemos leer su palabra y tratar de aquilatarla tal y como es, una palabra puramente humana, sujeta a toda clase de crítica inmanente, no sólo en lo que respecta el contenido filosófico, histórico y ético, sino también el religioso y teológico‖.26 Barth puede hablar así porque no identifica la Biblia con la Palabra revelatoria, ya que las Escrituras simplemente son ―testimonios‖ de la revelación.

Insistimos, pues, en la consecuencia lógica. No hemos comprobado aún la infalibilidad de la Biblia. Solamente hemos eliminado el argumento a priori tomado de la falibilidad humana, como prejuicio que es. La doctrina de la inerrancia de la Biblia, pues, como todas las demás doctrinas, debe descansar sobre la evidencia adecuada. Y esta evidencia – como en todo los demás casos – es el testimonio que la misma Biblia da. Por ello, pregunto: ¿Pretende la Biblia ser Escritura inerrante? De ser así, ¿debemos aceptar dicha pretensión?

Hay que reconocer que sí existen dificultades con respecto a la doctrina de la infalibilidad de la Biblia, y se supone que

nadie espera que creamos una contradicción. Pero por lo mismo, debemos evitar todo intento ingenuo y superficial de armonizar las cosas, pues no ayudan a la causa de la verdad y de la fe. El estudiante cuidadoso a veces se ve en una gran dificultad para resolver los problemas causados por aparentes contradicciones. Muchas sin duda se pueden resolver cuando se estudian más a fondo; pero algunas seguirán sin solución. Y no nos quedará otro recurso que el de confesar con toda franqueza nuestra incapacidad para resolver ―x‖ discrepancia aparente en la Biblia.

Pareciera también que una confesión así no es compatible con la fe en una Biblia infalible. Pero decir esto es hacer un juicio en forma muy ligera, ya que no existe casi ninguna doctrina de nuestra fe cristiana que no nos presenta alguna dificultad imposible de resolver a satisfacción completa aquí en este mundo. Por ejemplo, el que cree haber resuelto las dificultades relacionadas con la Trinidad, probablemente ni cree en un Dios trino y uno. Y quien no ve ningún misterio en la encarnación del Hijo de Dios, ni misterio alguno en su muerte expiatoria en la cruz, aún no sabe lo que significa 1Tm.3:16.27 Con todo, estas dudas nuestras jamás desentonan con la fe sincera en el Dios trino y uno, y en Jesucristo el Hijo de Dios encarnado. Las preguntas que nos hacemos nos dejan perplejos, sí; pero a la vez admiramos – y adoramos – y no nos sentimos dolidos o frustrados por no entenderlo todo a perfección.

REPETIMOS NUESTRA POSICIÓN:

La fe no está peleada con preguntas no contestadas que pudiéramos tener. Decir esto es crucial cuando entramos al debate sobre la Biblia, pues tiene mucho que ver con el tema vital, que es: ¿cuál sería una base adecuada para tener fe en la Biblia como Palabra de Dios? La base de tal fe definitivamente no está en poder demostrar que todo lo que enseña la Biblia en todas las áreas es verdad y consecuente consigo misma. Dicho en otras palabras, la prueba racional no es la base de nuestra fe.

Quien exige sean eliminados todos los problemas y todas las contradicciones aparentes en la Biblia antes de creer en ella como la infalible Palabra de Dios, lo hace basado en una idea errónea de cuál debe ser la única base adecuada de fe en la Biblia. No es que debamos cerrar nuestras mentes para nunca investigar ni tratar de hallar soluciones con la dirección del Espíritu de verdad. Eso no. Pero quien dice que sólo puede creer en algo si primero se despejan todas las dificultades, en verdad no entiende lo que es la fe, ni lo que es la base de la fe.

La fe consiste en aceptar el testimonio de algo. La base de la fe es precisamente ese testimonio que se toma como evidencia. Ahora bien, en el asunto que estamos tratando, la evidencia que tenemos es la que Dios nos ha querido dar, pues Dios ha dado evidencia en su Palabra, la cual es la Biblia. Esto quiere decir que la base de la fe en la Biblia, es el testimonio que la misma Biblia da al hecho de que ella es la Palabra de Dios; y nuestra fe de que ella es infalible no se basa sobre otra evidencia más que la que la propia Biblia da de sí misma.

26 Karl Barth, Dogmática de la iglesia, vol. I, 2, pp. 507ss. 27 1ª Tm 3:16, E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles,

predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.

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Si la Biblia no alegara su propia infalibilidad, no tendríamos derecho a creer en ella. Pero si en efecto, ella sí testifica de que es infalible, luego nuestra fe debe apoyarse en dicho testimonio, sin importar los problemas consiguientes. Si abandonamos esto como la base de nuestra fe en la Biblia, luego toda apelación que se pudiera hacer a la Biblia como base de fe para cualquier otra doctrina también tendría que ser abandonada.

Así como desprendemos de la Biblia todas las demás doctrinas, también de la Biblia desprendemos la doctrina acerca de ella misma. Pues si no podemos apelar a la Biblia para la doctrina de la infalibilidad bíblica, ¿qué derecho tenemos de apelar a la Biblia para cualquier otra doctrina? Para creer en la Trinidad, por ejemplo, no esperamos sean despejados todos los problemas que la Biblia nos presenta sobre el tema. Basta que la enseñe. Así también la fe en la Biblia como inerrante Palabra de Dios no espera que sean resueltas todas las dificulta-des que conlleva el tema de la inerrancia. Basta que la Biblia la enseñe.

La gran pregunta es, pues: ¿Qué testimonio da la Biblia con respecto a su propia naturaleza? O sea, ¿qué dice la Biblia sobre su propio origen, su carácter y su autoridad? Encarar así el tema es muy diferente a como muchos otros hacen, quienes dicen manejar el método científico e inductivo. Dicen, por ejemplo, que no debemos aproximarnos a la Biblia con una teoría a priori de su infalibilidad, sino que debemos ir a ella con la mente abierta, para descubrir cuáles son los hechos. Luego formaremos nuestra teoría sobre base de los hechos, en vez de tratar de imponer a los hechos alguna teoría nuestra.

Hay algo de verdad en lo que se acaba de decir, pues nunca uno debe acercarse a la Biblia con una teoría a priori de su naturaleza, y tratar de imponer a los hechos su propia teoría. Rechazamos enérgicamente toda aberración semejante, como también otros la repudian. Pero resulta que tenemos que imputar a muchos eruditos de corte liberal o radical en su teología, la misma falta que con tanta presteza asignan ellos a los de teología ortodoxa conservadora. Es correcto, pues, condenar el método a priori, pero eso no significa que el supuesto método inductivo y científico sea el correcto. Es que no desprendemos la doctrina de la Biblia de un estudio inductivo de aquello que suponemos determina su naturaleza. Más bien, desprendemos la doctrina acerca de la Biblia de lo que la misma Biblia enseña sobre su propia naturaleza – o sea, sobre el testimonio que ella da de sí misma.

Proceder así no implica por ningún motivo que el que cree en la infalibilidad de la Biblia sea indiferente a las discrepancias aparentes en la Biblia, o a los ataques sobre su infalibilidad que provienen de diferentes partes, sobre base de supuestas irregularidades y contradicciones.

Los creyentes no debemos darnos el lujo de ser ―oscurantistas‖, porque hay que contestar con crítica recta a toda crítica incorrecta. El lema de la fe debe ser: ―Examinadlo todo, retened lo bueno‖. Los creyentes debemos siempre estar listos para dar razón de la fe que tenemos. Pero a la vez, debemos siempre recordar que la fe en la Biblia como la Palabra de Dios, y el contenido de esa fe, ambos son normados por el testimonio divino sobre ese tema. ¿Cuál es, pues, la enseñanza de la Biblia con respecto de sí misma? Nos dirigimos ahora a responder a esta pregunta…

1.1. LA EVIDENCIA NEGATIVA En primer lugar, presentamos la evidencia negativa. La Biblia nunca se critica a sí misma. Nunca una parte de la

Biblia exhibe a otra como errada. Huelga decir que si una parte de la Biblia testificara error y falibilidad de otra, dicho testimonio sería definitivo, y tendríamos que abandonar la creencia en la inerrancia de la Biblia. Pero el hecho que llama la atención es, que la Biblia en ninguna parte asigna error a otra.

1.1.1. LA BIBLIA REGISTRA MUCHO ERROR

Cierto es que la Biblia registra mucho pecado y error en la historia humana, así como en la de Satanás y los demonios. Por ejemplo, la aseveración en Gn.3:14, ―no moriréis‖ no es palabra de Dios, sino del tentador; pero la información que nos da respecto de la mentira del tentador sí es Palabra de Dios, palabra llena hasta el tope de significado revelatorio. Jesús comentó al respecto en Jn.8:44, que Satanás es ―homicida desde el principio‖, y el ―padre de la mentira‖. Esta distinción obvia es la que se usa para entender todas las mentiras de las que nos informa la Biblia, y es un ejemplo de cómo la Biblia no sólo es un registro, inclusive un registro de la revelación, sino es en sí misma revelación.

La Biblia, por supuesto, incluye grandes secciones históricas, y por cuanto la historia está plagada del pecado, la Biblia no puede menos que registrar el negro relato tal y como sucedió. Es más, la franqueza y transparencia de la Biblia son cualidades especiales de ella. Inclusive la manera abierta en la que relata los pecados de los ―santos‖ es señal de su autenticidad. La Biblia condena el pecado y el error, pero esto no socava su infalibilidad; antes bien testifica de su propia credibilidad, y contribuye a apoyar su infalibilidad.

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1.1.2. LA BIBLIA RECONOCE LO QUE ES DE CARÁCTER TEMPORAL Cierto también es, que la Biblia reconoce plenamente el carácter provisional y temporal de muchas de las

leyes y ordenanzas que según la Biblia fueron dadas por autoridad divina. El caso más obvio es el carácter temporal de muchas de las leyes ceremoniales en la ley mosaica. Estos preceptos temporales, los ritos y las ceremonias, han sido descontinuados a partir del adviento y el establecimiento de la economía cristiana, como la enseña expresamente el Nuevo Testamento. Mas esto no refleja mal del carácter autoritativo y divino de dichos preceptos bajo aquella economía donde tenían que operar, ni mucho menos sobre la infalibilidad del A. T.

Por ejemplo, cuando Pablo escribe en Gal.5:2, ―yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo‖, no es un reflejo adverso a la verdad del A.T. donde se nos habla de la institución de la circuncisión, y cómo Dios instruyó sea practicado este rito entre su pueblo desde Abraham en adelante. De hecho, mismo Pablo corrobora con toda claridad la enseñanza del A.T. al respecto, cuando dice con referencia a Abraham, ―y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justificación de la fe que tuvo estando aún incircunciso‖ (Rm.4:11).

Aquí se nos podría, quizá, atacar, pues hay mucha evidencia que se podría usar para ―demostrar‖ que la Biblia sí tilda de erradas otras partes de ella. Dicho de otra forma, se puede alegar que en una parte de la Biblia se dice una cosa, y en otra parte – y hablando del mismo tema – otra muy diferente. Por ejemplo, según el Pentateuco, Dios instituyó por revelación divina las leyes levíticas referentes al sacrificio, cuando el pueblo salió de Egipto y anduvieron por el desierto. Así lo representa el Pentateuco. Pero Jeremías dice que es Palabra de YHWH lo siguiente: ―no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto, mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande…‖ (7:22-23).

Tenemos que contestar que el argumento basado en la antítesis del profeta Jeremías es uno que no toma en cuenta uno de los principios básicos de la interpretación bíblica, a saber: que un contraste relativo con frecuencia se expresa en términos absolutos. Lo que en Jr.7:22-23 se está protestando es más bien el externalismo y formalismo de la religión en Israel. Un mero rito, aun cuando este rito haya sido instituido divina-mente, no tiene valor religioso alguno; es inclusive una hipocresía si requerimientos morales de la ley de Dios son pisoteados. O sea, el rito ceremonial sin la integridad ética, y especialmente sin el sentido espiritual y la obediencia al Señor de parte del celebrante, es una burla a Dios. Por esta misma razón Isaías también escribe, ―vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas‖ (1:14).

Con todo, la objeción basada en pasajes como los citados, en realidad confunden el asunto preciso de nuestra tesis, pues por más contradictorio aparezca el testimonio bíblico, no cae en la categoría que estamos tratando ahora, simplemente porque no denuncia el error en lo que otro autor de la Biblia escribe. En este caso concreto, Jeremías nunca cita el Pentateuco, para luego decir que contiene error, el cual se debe corregir. Jeremías 7:22-23 sí es una aparente discrepancia en el testimonio bíblico, pero Jeremías no cita a ningún autor directamente, ni implica que ese autor estuvo en un error. Y ese es el caso que nos ocupa por ahora.

1.1.3. LA BIBLIA NO SE CRITICA A SÍ MISMA También en el pasaje comúnmente llamado ―el Sermón del monte‖, Jesús aparentemente pinta una antítesis

entre su propia enseñanza y las normas señaladas en el Pentateuco. Algunos quizá quieran ver aquí una crítica directa de las ordenanzas de Moisés de parte de Jesús.

Aunque Jesús nunca escribió revelación, sin embargo su enseñanza es definitiva, y se podría apelar a su autoridad como determinante en el asunto. Bien, en el caso de que se demuestre que el pasaje mencionado de Mateo critica intencionalmente las leyes de Moisés que cita Jesús, entonces sí podríamos considerar impugnadas las enseñanzas del Pentateuco. Pero, aun cuando Jesús por autoridad propia hiciera a un lado las leyes mosaicas, no por ello confirma que estaban en el error, o que no fueron dadas por autoridad divina en la dispensación mosaica.

Comentamos anteriormente que el hecho de que se haya abrogado una ley temporal del Pentateuco, no necesariamente impugna su autenticidad, su infalibilidad o su autoridad divina. Jesús pudo haber abrogado algo sin que por ello se diga que nunca fue de origen divino, o que no haya tenido autoridad divina mientras estuvo vigente. O sea, los pasajes de Mateo en lo absoluto pueden citarse como evidencia de que Jesús enseñó la falibilidad o el error en los 5 libros de Moisés. Insistimos en decir algo más: la idea de abrogar no es clave para interpretar estas antítesis.

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Recordemos el prefacio a toda esta sección y lo que en él enseñó Jesús: No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. (Mt.5:17-20)

Si leyéramos con más cuidado el pasaje, veríamos que es imposible atribuirle al Pentateuco algún error. Veremos más abajo la importancia de estas formas de referencia a la ley y a los profetas, pues prueban todo lo contrario.

Pero como el tema que nos ocupa es el de la abrogación, es extraño pensar que Jesús apela a la jota y a la tilde de la ley, que exhorta a no quebrantar el más pequeño mandamiento, y promete grande bendición en su cumplimiento, para luego hablar de… ¡abrogarlos! Sería una contradicción interpretar así la secuencia de la enseñanza de Jesús, y las antítesis que presenta. Hay que buscar, pues, en otra dirección para entender el significado de estas enseñanzas de Jesús.

El Dr. Ned Stonehouse lo ha explicado en forma por demás admirable:

Si entendiéramos que las antítesis de Jesús son ilustraciones de cómo Jesús cumple la ley, carecería completamente de apoyo la idea de que son una abrogación de la autoridad objetiva de la ley. En el único caso que se da de una ley mosaica dejada sin vigencia, a saber, el caso del reglamento de divorcio, Jesús apela a la parte de la ley no circunscrita a un estado temporal de cosas. Y en los otros 5 casos, lo que Jesús hace es mostrar cuán inadecuadas fueron las interpretaciones que se estaban enseñando en ese tiempo, a saber, que se podía dar obediencia a la forma externa solamente de la ley. En contraste, él enseñó que dicha interpretación es la que está en el error con respecto a lo que verdaderamente exige la ley.

Estas antítesis, pues, no son evidencia de que Jesús enseñó, o siquiera insinuó, que alguna parte del

Pentateuco o del A.T. estuviera en el error. No es cierto, pues, que la Biblia en esos pasajes nos ofrece información equivocada alguna en cuanto a los hechos y/o a la doctrina.

1.2. LA EVIDENCIA POSITIVA Pasamos, en segundo lugar, a examinar la evidencia positiva que la Biblia da con relación a su propia naturaleza. No

importa el peso del argumento de una ausencia total de evidencia que niegue la inerrancia de la Biblia, pues la doctrina de la infalibilidad de la Biblia debe estar basada en la evidencia positiva que pudiera haber. De lo contrario, no habría por qué creer en ella.

1.2.1. EL TESTIMONIO QUE OFRECE EL A.T. DE SÍ MISMO El A.T. ofrece mucha evidencia que se relaciona directamente con el carácter y la autoridad divina de lo que

está escrito. Por ejemplo, mucho de lo que escriben los profetas se introduce con la frase ―Así dice YHWH‖, por lo que atribuyen origen, contenido y autoridad divinos a todo lo que expresan. En una forma por demás clara, se da el sello divino a lo que escriben. Por supuesto, si se pudiera descubrir algún error entre lo dicho en los pasajes que contienen estos sellos, habría sólo 2 alternativas:

a) Rechazar la idea de que es Palabra de Dios b) Reconocer que la comunicación divina puede contener error.

Todo cristiano desecha la última opción, y en cuanto a la primera, tendríamos que rechazar el testimonio de la Escritura respecto a sí misma. Si lo hacemos, allí termina la discusión, pues la premisa de nuestra tesis – en realidad la tesis misma – es que la doctrina de la Escritura tiene que estar basada en el testimonio que ella misma da, lo mismo que sucede con cualquier otra doctrina del credo cristiano. De modo que adoptar esa alternativa significaría abandonar la idea de que el testimonio de la Biblia pueda servir como base de doctrina. Pero si no se acepta el testimonio bíblico como base doctrinal, por no ser confiable el testimonio, ¿qué derecho tendríamos de apoyarnos en ese testimonio para dar autoridad en la formación de cualquier otra doctrina dentro de los diversos departamentos de la verdad?

Notemos bien que los libros posteriores del A.T. hablan de una manera acerca de las leyes establecidas en el Pentateuco que sólo puede ser porque presuponen la autoridad y la sanción divina de dichas leyes. Por ejemplo, el último libro del Antiguo Testamento – Malaquías – establece una querella en contra del pueblo de Dios, y lo hace en los siguientes términos:

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Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! Y me despreciáis, dice YHWH de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y prestasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? Dice YHWH. Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a YHWH lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice YHWH de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones. (1:13-14)

Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho YHWH de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿en qué hemos de volvernos? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. (3:7-8)

Todo esto no tendría sentido a no ser por la premisa de la autoridad divina, y por ende, la obligación que

impone la ley levítica (Mal 2:4-8). La autoridad de Moisés queda definitivamente establecida en el último capítulo que escribe Malaquías: ―Acordaos de la ley de Moisés, mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel‖ (4:4). Creemos que es un argumento de gran peso el que hubo una larguísima línea de testimonio profético en el A.T., concluyendo con una exhortación tan insistente como la que citamos arriba a favor de una mayor devoción a la ley de Moisés. Luego en el período intertestamentario, se forma un puente entre los aspectos retrospectivo y prospectivo. Es decir, Malaquías apela por una parte a la ley de Moisés, y por otra parte a la promesa de una reanudación de la voz profética en la persona de quien se dice que en todo el A.T. no hubo mayor que él, a saber, Juan Bautista: ―He aquí que yo os enviaré el profeta Elías, antes que venga el día grande y terrible de YHWH‖ (4:5).

Pero no es en el A.T. donde está la evidencia positiva más clara, ya que en el A.T. no hay ninguna referencia de parte de ningún autor a los escritos canónicos en su conjunto. Obviamente, es en la naturaleza del caso que no la haya, por lo que no es de esperarse ninguna declaración explícita referente a un canon fijo de Escrituras sagradas. Pero en el N.T., la perspectiva ya es diferente, pues para entonces los libros del A.T. estaban agrupados ya en una colección fija de escritos autoritativos. La colección ya existía desde antes de vivir los autores del N.T. Existía en multiforme diversidad, y en unidad; se conocía ya como una colección de escritos autoritativos. Es al testimonio del N.T., pues, al que hay que acudir, por ser él más pertinente con respecto al carácter del A.T.

1.2.2. EL TESTIMONIO QUE OFRECE EL N.T. ACERCA DEL A.T.

Cuando hablamos del testimonio del N.T., nos estamos refiriendo, por supuesto, a los que hablaron y escribieron con autoridad. Y primero entre todos ellos está el testimonio de nuestro Señor Jesucristo. La suya debe ser siempre la última palabra; de lo contrario, todo el edificio sobre el cual está construida la fe cristiana se tambaleará y caerá.

A. EL TESTIMONIO DEL SEÑOR JESUCRISTO

Veamos dos pasajes principales: Mateo 5:17-19 y Juan 10:33-36.

a. MATEO 5:17-19 Tuvimos oportunidad de comentar este pasaje en otro contexto, pero es relevante al punto actual, ya

que ofrece uno de los testimonios más sobresalientes para entender en qué estima tenía Jesús los documentos del A.T.

[17]No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. [18]Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. [19]De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.

Cuando Jesús dijo ―la ley y los profetas‖, probablemente se refería a todo el A.T.: ―la ley‖ denota la parte conocida hoy día como el Pentateuco; y ―los profetas‖ son todo lo demás. Es posible también que con esta frase se estuviera refiriendo específicamente a los libros proféticos del A.T. y con ―la ley‖ se refería específicamente a la parte legislativa dentro del Pentateuco. Pero aunque así fuere, es casuístico y contrario a toda la evidencia, inferir por ese solo hecho el que otras partes del A.T. están en una categoría diferente, por lo menos con respecto a su autoridad. En este pasaje, pues, Jesús nos indica en qué estima tiene por lo menos una gran parte del A.T., y cómo entiende él la relación de esa parte con su obra mesiánica, pues dijo: ―No he venido para abrogar la ley y los profetas… sino para cumplir‖.

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El verbo ―abrogar‖ (katalúo) es muy significativo: indica abolir, destruir, desintegrar, separar sus partes, como cuando se desbarata una casa pieza por pieza. Jesús niega en forma terminante estar haciendo esto con respecto a la ley o a los profetas.

Esto quiere decir que, en cuanto al cumplimiento de su misión mesiánica se refiere, él deja íntegro a la ley y a los profetas. No sólo pronuncia esta negación enfática, sino que añade la nota positiva sobre el propósito de su venida: vino a cumplir, a completar. De modo que su obra, en lo que respecta a la ley y a los profetas, es complementaria y no destructiva. Jesús, que en el contexto inmediato siguiente enseña con una solemne autoridad en todas sus aseveraciones, aquí hace valer esa autoridad para confirmar la validez y la autoridad permanentes de la ley y profetas ambos. Y no sólo ello, sino que fundamenta su propia misión y obra sobre esa validez permanente, porque define su obra como el cumplimiento de todo lo que está previsto dentro de lo que es ―la ley y los profetas‖.

En el v.18 Jesús aplica la aseveración general del v.17 a la minucia de la ley. Es precisamente esta aplicación de lo general a lo particular lo que es de más pertinencia al tema que estamos considerando. A veces aseveraciones generales no abarcan o cubren ciertas excepciones en cuanto a algunos detalles. Pero en este caso, Jesús excluye toda posibilidad de discrepancia entre el principio general y el detalle. Dice así: ―La proposición de que vine no para abrogar sino para cumplir, se aplica tanto en lo general como en la minucia‖. No sólo es este el caso, sino que la conexión indicada por la conjunción significa que la aseveración general del v.17 se fundamenta en el hecho de que ni una jota o tilde, o sea, ninguno de los detalles minuciosos, pasará de la ley hasta que todo se haya cumplido. Para reforzar y sellar la veracidad de lo dicho, todavía usa la fórmula de autoridad: ―de cierto os digo‖.

Muchos que profesan ser cristianos rehúyen de la doctrina de la inspiración verbal (que la inspiración de la Biblia incluye tanto a las palabras como a los pensamientos). Es difícil entender por qué los que dicen creer en la inspiración tropiezan en el punto de la inspiración verbal, pues es por medio de palabras que se comunican las ideas. En el caso de las Escrituras, el único medio de comunicación sería precisamente las palabras escritas.

Si el pensamiento es inspirado, necesariamente las palabras las serán también. Pues bien, independientemente de la lógica del asunto, el rechazo a la inspiración verbal tiene poco que ver con el argumento de Jesús en este pasaje. La ley es indisoluble hasta en su jota y su tilde. No sería indisoluble la ley en su jota y tilde, si en alguna de esa minucia tuviera falla, porque si fuera falible, algún día tendría que frustrarse, tendría que venir a nada. Jesús, pues, está diciendo en otras palabras, que en su propia estima, la ley en todos sus detalles es infalible, y por ende indisoluble. Realmente resulta extraño el prejuicio de aquellos que profesan creer en la infalibilidad de Jesucristo, y a la vez rechazan las implicaciones tan claras de lo que él enseña. Nada podría ser más claro que esto: que Jesús creyó una imposibilidad anular hasta en su detalle más pequeño la ley. Él tomó incluso el detalle más pequeño y lo cumplió, dándole así un significado y una validez permanentes. Es imposible llegar a otra conclusión diferente: para Jesús, la ley es infalible e inerrante.28

NOTA: Por otra parte, recordemos que cuando se habla de la inspiración de jotas o de tildes, no estamos pensando de palabras, o letras o tildes en sí, en sentido abstracto. Esto no sería inspiración verbal, por la sencilla razón que no existen en la Biblia palabras, letras y tildes en el abstracto. Siempre las palabras están en relación, en cláusulas, en oraciones, en párrafos, en libros, y de hecho en relación con la Biblia toda. Su significado está en esa relación, y es en esa relación que se dice que son inspiradas. El solo hecho de cambiar una letra o una tilde podría causar un vasto cambio de significado, y esa es la realidad a la que da testimonio Mateo 5:17-18.

Hablando de Mt.5:17-19, dejamos abierta la posibilidad de que los términos ―ley‖ y ―profetas‖ tuvieran un sentido más restringido y específico. Esta interpretación no es del todo segura. Más bien, sería mucho más razonable creer que Jesús se estaba refiriendo a todo el A.T. Pero no insistimos sobre ello, pues el argumento que seguimos ahora no depende de ello.

El testimonio de nuestro Señor es tan abundante que lo faltante en un pasaje queda suplido por otro. Si los otros libros aparte de Moisés y los profetas no están incluidos en la referencia de Mt.5:17-19, sí lo están en otros lugares.

28 Dewey Beagle en su libro The Inspiration of Scripture, busca evadir la fuerza de Mt.5:17-18, argumentando lo que para él es un contraste entre la letra

de la ley y su espíritu, y cita como apoyo 2Co.3:6, „…un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica‟. Esta

interpretación es a todas luces falsa, pues el contraste entre la letra y el Espíritu es un contraste entre el poder para condenar y causar la muerte que tiene

la ley, y la eficacia para dar la vida que tiene el Espíritu Santo. Encontrar en este pasaje, o en otros, una idea popular pero gastada de un contraste entre la letra y el espíritu de la ley, es un vil abandono de los principios exegéticos. No es el pensamiento de Pablo, ni es el argumento del pasaje.

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b. JUAN 10:33-36 [33] Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú,

siendo hombre, te haces Dios. [34] Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? [35] Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), [36] ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?

La ocasión de estas palabras fue la reacción de los judíos ante lo dicho por Jesús: ―yo y el Padre uno somos‖ (v.30). ¡Con razón los judíos lo interpretaron como una pretensión de parte de Jesús de igualarse con Dios! Para ellos, esto era una blasfemia obvia, por lo que tomaron piedras para apedrearle (v.31). Obviamente, la aseveración de Jesús es asombrosa, la cual nos deja sólo dos opciones: (1) O lo que dijo no era la verdad, y fue una blasfemia; o (2) era la verdad.

Jesús no solamente dijo ser el Mesías; ¡dijo ser igual al Padre! La acusación de los judíos no era exagerada, en el caso de que su apreciación fuera la correcta. Lógicamente, pues, y sobre las presuposiciones que ellos tenían, esta acusación iba directamente al corazón de lo que decía ser Jesús, y a la base misma de su misión y de su obra.

La acusación consistía en una negación de su deidad y de su veracidad. De ser sostenida la acusación, exhibiría a Jesús como un impostor de los más infames. La acusación, pues, tenía tantas implicaciones, que Jesús se vio obligado a refutarla. Si alguna vez se requería de argumentos efectivos, ahora era el momento preciso. Bien, ¿cómo contestaría Jesús la acusación? ¿Qué argumento usaría?

[34] Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? [35] Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), [36] ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas porque dije: Hijo de Dios soy?

Leemos esta respuesta, y nos asombra la aparente facilidad y tranquilidad con la que se da, como también su gran prudencia y moderación. En la superficie parece ser una respuesta débil, sin fuerza. La tranquilidad y la moderación (que son ciertas) y la debilidad (que no la es) se combinan para darnos una evidencia más para el tema que estamos tratando: el testimonio de Jesús acerca de la Escritura, y en qué estima la tuvo él.

Para rechazar esta acusación (que es de las más graves que pudiera haber) Jesús se funda- menta – y centra su defensa – sobre una pequeña declaración tomada del Salmo 82:6. ¡En esto basa su defensa! Hace una apelación a la Escritura. No hay otra manera de explicar el hecho, más que decir que él creía que la Escritura era el instrumento inexpugnable para basar en él su defensa, pues ―la Escritura no puede ser quebrantada‖.

Tan elocuente es el uso que hace Jesús de la Escritura, como lo es para nosotros oscuro el pasaje al que él apela. Aparentemente no tiene nada que ver el texto citado con el punto en discusión. Sin embargo, Jesús utiliza este pasaje aparentemente oscuro y de poca importancia como único argumento en defensa ante el ataque que va dirigido al meollo de lo que era su persona, su enseñanza y su obra. Además, el pasaje citado es de la parte del A.T. que posiblemente no estuvo incluida en lo abarcado por Mt.5:17 (la ley y los profetas).

Luego, ¿no demuestra esto que la actitud de Jesús respecto de las jotas y las tildes de la ley es la misma actitud que tiene respecto de las jotas y las tildes de los Salmos? Bajo cualquier otra suposición, apelar a una declaración relativamente oscura en el libro de los Salmos carecería de fuerza. Por último, notemos la fuerza de la cláusula parentética: ―la Escritura no puede ser quebrantada‖. Se podría argumentar en teoría, que Jesús responde a los judíos con un argumento ad hominem. Cuando pregunta, ―¿No está escrita en vuestra ley?‖, Jesús (dicen algunos) simplemente se está identificando con sus adversarios en las presuposiciones que ellos tienen, para efectos del argumento. Esto no implica que él en lo personal así creía, por lo que no debemos tomar este pasaje como testimonio válido de Jesús a favor de la Escritura. Jesús simplemente repitió aquí las actitudes que tuvieron los propios judíos con respecto a la Escritura.

En respuesta, decimos que Jesús no sólo expresa la actitud de los judíos con respecto a la Biblia, sino que expresa su propio punto de vista sobre la inviolabilidad de ella también. Si apela Jesús a la Escritura, es porque real e intrínsecamente es la última palabra para él, la autoridad final a la que puede apelar. Y cuando dice que ―la Escritura no puede ser quebrantada‖, sin duda ―Escritura‖ se refiere a la denotación más amplia, a saber, todo el canon de los libros del A.T. Es del A.T. en su totalidad y sin excepción que habla, cuando dice que ―no puede ser quebrantada‖. No hay duda alguna sobre cuánto del A.T. estaba en su círculo de referencia.

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Jesús asegura que en su totalidad la Escritura es inquebrantable, y no deja lugar alguno para supuestos grados de inspiración y de infalibilidad. La Escritura como tal es inviolable. Ni más ni menos, éste es el testimonio de nuestro Señor. Y el testimonio cobra tanto más peso cuanto se reconoce que él lo usa para responder a la acusación más peligrosa, y para apoyar su declaración más estupenda que puede haber, a saber, que él es: … ¡igual a Dios!

c. CONCLUSIÓN ACERCA DEL “TESTIMONIO DEL SEÑOR JESÚS”:

En pasajes como los que hemos mencionado, la fe de nuestro Señor con respecto a la Escritura salta a la vista, y en expresión explícita además. No es sólo en unos cuantos textos que se nota el punto de vista de Jesús, pues hay una gran masa de evidencia que corrobora la enseñanza de estos dos pasajes más explícitos. Es más, ―corrobora‖ es un verbo un tanto débil, pues no hace justicia a la masa de evidencia acumulada sobre este punto. Debiéramos mejor decir que la enseñanza del Señor está tan empapada de apoyo bíblico, es tan frecuente el uso de la fórmula ―escrito está‖, tan saturada es por la presunción de que lo que la Escritura dice es lo que Dios dice, tan caracterizada por la idea de que la Escritura es la autoridad final, que sólo hay una presuposición viable: la doctrina de la Biblia enunciada en los dos pasajes mencionados es el fundamento que valoriza toda la demás evidencia correlativa.

Es indiscutible que las declaraciones directas e indirectas llevan a una misma conclusión: que para Jesús, la Escritura, simplemente por ser la Escritura, (ya que dice, ―escrito está‖) es la última palabra. La actitud de Jesús es la de aceptación reverente, y la única explicación para semejante actitud es que – para él – lo que la Escritura dice, lo dice Dios; que la Escritura es Palabra de Dios, y que es Palabra de Dios precisamente porque es Escritura; y que fue o vino a ser Escritura precisamente por ser Palabra de Dios. Decir que hay una diferencia entre la Palabra de Dios que viene a través de la Escritura y la palabra escrita en sí, sería darle a la enseñanza de Jesús un contenido totalmente ajeno a las identificaciones que constantemente hace entre Palabra de Dios y palabra escrita, y ajeno a la total reverencia que demuestra hacia la letra de la Escritura.

B. EL TESTIMONIO DE LOS APÓSTOLES Crear un contraste entre la enseñanza del Señor Jesús por una parte, y la de sus apóstoles por otra, sobre la

naturaleza de la Biblia, sería crear una división en el testimonio del N.T. Esto es algo muy serio, y de vastas consecuencias para la fe cristiana. Los que tratan de descubrir discrepancias entre la enseñanza de Jesús y la de los escritores del N.T. van en una de 2 direcciones:

i) O los autores del N.T. (al menos algunos) tuvieron una posición más liberal que la de Jesús, ii) O los escritores del N.T. dan muestras de que hubo un endurecimiento y proceso mecánico, de tal suerte que

el punto de vista más orgánico y flexible de Jesús quedó transformado y adecuado a las ideas posteriores más escolásticas y legalistas.

Ya sabemos cuál fue la enseñanza de Jesús: El A.T. es infalible y autoritativo. Es difícil pensar de una opinión más alta de la inspiración verbal (plenaria) que la de él.

C. LAS CITAS QUE EL N.T. HACE DEL A.T.

a. ROMANOS 15:4 No hay suficiente tiempo ni espacio para examinar a fondo el asunto, pero sí es pertinente el hecho

de que los libros del N.T. dan evidencia de la misma cualidad que vimos en la enseñanza de Jesús; a saber, apelan a lo que ―está escrito‖. En todo el N.T. se hace uso copioso de citas del A.T. para fundamentar su argumento. El texto que mejor resume el efecto general del uso que hace el N.T. del A.T. es Rm.15:4, ―Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras tengamos esperanza‖.

A esta declaración general referente al A.T. le precede una de esas apelaciones al A.T. que son tan típicas del Nuevo. Se menciona que Cristo no se agradó a sí mismo, y por ello se nos exhorta a ―no agradarnos a nosotros mismos‖, sino que cada uno agrade ―a su prójimo en lo que es bueno, para edificación‖ (v.1-2). Y todo esto se apoya en la frase, ―como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí‖.

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Se trata, pues, de una estima muy alta de la Escritura, 1) Porque reconoce que hubo una profecía que luego se convirtió en realidad en el cumplimiento del tiempo 2) Porque se basa en ella para fundamentar una enseñanza ética sobre los deberes prácticos y permanentes

de la vida cristiana. Pablo demuestra con ello que el A.T. no sólo es verdad como historia, como profecía y como ley, sino que tiene una vigencia, aplicación y autoridad permanentes. b. 2ª TIMOTEO 3:16

Como vimos en el caso del testimonio de nuestro Señor, en el sentido de que su apreciación elevada de la inspiración de la Escritura es implícito en las fórmulas y las referencias que tanto abundan en su enseñanza, y además es explícita en algunos pasajes particulares, lo mismo sucede en el caso de los otros testigos autoritativos del N.T. Hay ciertos pasajes en los que hay enseñanza muy expresa. Quizás el más importante de todos sea el de 2Tm.3:16, Toda la Escritura es Theópneustos (inspirada por Dios).29

En el contexto precedente, Pablo menciona las Sagradas Escrituras que Timoteo había conocido desde su niñez. Se estaba refiriendo a las Escrituras del A.T. Son ellas las que tiene en mente cuando dice que ―toda la Escritura es inspirada por Dios‖. La palabra que usa Pablo asigna a toda la Escritura esa cualidad, que habla de su origen, como el producto del aliento creador de Dios.

La afirmación de Pablo es breve, pero no por ello es de menor importancia. Consiste en que ―la Escritura‖, cuya denotación es clara en el contexto, es la boca de Dios, el aliento de Dios, y por ende es oráculo de Dios. Pablo no la califica ni la limita en forma alguna. Toda la Escritura es producida por el aliento de Dios, y por lo tanto no hay diferencia en cuanto a su origen divino y su consecuente naturaleza divina. Con relación a los beneficios que reciben los seres humanos por tratarse precisamente de algo inspirado divinamente, dice que es útil para ―enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra‖. Por supuesto, Pablo estaba muy enterado de que Dios utilizó al elemento humano para darnos estas Escrituras. En todas sus epístolas hace mención constante de los autores humanos de esos libros sagrados. Pero el hecho de reconocer al autor humano, no le impidió en lo más mínimo hacer la afirmación tan estupenda que hemos leído: ―Toda la Escritura es Theópneustos‖. Significa que la Escritura es de origen divino, y por ende, divina en su carácter y divina en su autoridad.

Lo que Pablo dice en este pasaje no es otra cosa que la doctrina alta de la inspiración plenaria, pues Pablo no dice que es una IN-spiración de parte de Dios en los autores de la Biblia, o en la Biblia misma. Pablo usa el término EX-piración, o mejor, el de exhalar, no el de inhalar. Dista mucho de decir que el producto humano o el testimonio humano pueda estar tan compenetrado de la verdad y de la influencia divina, que viene a ser Palabra de Dios. Aquí el énfasis del texto está en su procedencia divina, y por tanto la Palabra de Dios está investida de tal carácter y eficacia autoritativos que son como un oráculo de Dios para nosotros.

c. 2ª PEDRO 1:20-21

Pablo no menciona en 2Tm.3:16 a los autores humanos de la Biblia, ni la manera en que Dios obró en ellos para darnos la Escritura ―soplada por Dios‖. Es el apóstol Pedro que, aun cuando no nos da una descripción completa del modo de inspiración, sí va más allá de lo que dijo Pablo sobre la relación que hubo entre el Espíritu Santo y los testigos humanos inspirados.

Dice Pedro, ―ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo‖. Habla aquí del papel del Espíritu en la formación de la Escritura, pues dice precisamente, ―profecía de la Escritura‖. Pedro enseña un aspecto negativo, y uno positivo:

Negativo, pues niega que la profecía de la Escritura se debe a alguna iniciativa, voluntad o decisión humana, NO es producto de la reflexión o de la imaginación humana.

Positivo, porque afirma la instrumentalidad humana: ―hombres de Dios hablaron…‖ Cualquier inferencia falsa que podría deducirse de las expresiones absolutas de la parte negativa,

queda corregida por la aseveración de una instrumentalidad humana. Es cierto que hombres hablaron, pero lo hicieron de parte de Dios. Este es el dato que armoniza la instrumentalidad humana con la negación de la interpretación privada y la voluntad humana.

29Para un examen exhaustivo de lo que significa la palabra „Theópneustos‟, ver B.B.Warfield, “God-Inspired Scripture‟ en el libro Revelation and

Inspiration (NewYork, 1927), pp229-280; para una exégesis completa de 2Tm3:16, ver mismo autor en op.cit., pp 79ss.

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Hablaron de parte de Dios, porque fueron llevados – transportados – por el Espíritu Santo. Hubo la conjunción de los dos elementos: el humano y el divino. Pero el carácter divino de la profecía queda asegurada por la naturaleza peculiar de la instrumentalidad del Espíritu. Él fue quien condujo a los instrumentos humanos, de tal suerte que hablaron Palabra de Dios, y no palabra suya.

En este contexto, lo que se está enfatizando acerca de la Palabra profética es su estabilidad, o sea, su permanencia. La base de su estabilidad es su procedencia divina, pues el Espíritu Santo fue quien obró en los autores de la Biblia (―Theópneustos‖), y fue quien los llevó (―feroúmenoi‖) hasta su destino.

Por ello, la palabra profética no fue una palabra de momento, o un oráculo transitorio, sino la Palabra de Dios la cual ha encontrado en la Escritura su ―in/corporación‖ y autenticación permanentes.

D. CONCLUSIÓN (SOBRE EL TESTIMONIO DEL N.T. ACERCA DEL A.T.) En resumen, podemos afirmar que el N.T. reconoce plenamente la paternidad literaria – o sea, la instrumentalidad – del hombre. No obstante esa instrumentalidad, ello no impide que se consideren el origen, el carácter, la verdad y la autoridad de la Escritura como divinos.

Es divino en su origen, porque fue el producto del hálito creador de Dios (2Tm.3:16), y porque el Espíritu Santo llevó a los hombres a hablar de parte de Dios (2ª Pedro 1:21). El carácter ―oracular‖ de la Escritura se debe a esto, y la debemos aceptar tal y como fuera una voz de Dios hablando desde el cielo.

Esta es una cualidad permanente de la Escritura, y por ello goza de una estabilidad y aplicabilidad constantes: la Escritura es inquebrantable e indisoluble.

1.2.3. EL TESTIMONIO QUE OFRECE EL NUEVO TESTAMENTO SOBRE SÍ MISMO

Hasta este punto sólo hemos visto el testimonio que ofrece el N.T. acerca del Antiguo. ¿Qué evidencia podría haber que ofreciera el mismo tipo de testimonio a favor del N.T. como el que hemos expuesto que se da a favor del A.T.?

Por supuesto, la gran masa de la evidencia que tenemos sobre la inspiración de la Biblia es el testimonio que el N.T. da a favor del Antiguo. No hay la misma abundancia de material con respecto de la inspiración del N.T. Que esto sea el caso no nos debe sorprender, pues cuando los testigos neo-testamentarios estuvieron enseñando y escribiendo, no existía el canon terminado (del N.T.) al que podían hacer referencia como un ―corpus‖ unificado y completo de escritos. Muy especialmente así es el caso con nuestro Señor Jesucristo. Ninguno de los libros del N.T. había sido escrito cuando él habló, estando todavía en el mundo. Poder dar testimonio al carácter del N.T. en su totalidad, como el que hay en el N.T. con respecto al Antiguo, hubiera sido imposible para los autores del N.T., excepto quizá para el último, y eso sólo como un apéndice a su propia obra, el último escrito canónico. O sea, no es razonable que se pida esa clase de testimonio como sello necesario al carácter y a la autoridad divina del N.T.

Pero aun cuando no tenemos la misma masa de testimonio a favor de la inspiración del N.T. como la que existe a favor del Antiguo, y aun cuando las circunstancias fueron tales que no esperamos tener esa clase de testimonio, no por ello se sigue que no hay evidencia alguna para afirmar que el N.T. es de origen y de carácter divinos. En efecto, hay suficiente evidencia, y a ello dirigimos ahora nuestra atención.

A) LA UNIDAD ORGÁNICA ENTRE LOS DOS TESTAMENTOS La presuposición que sostiene la autoridad del A.T. (y las frecuentes alusiones que a ella hace el N.T.), es la unidad

orgánica de los dos testamentos. Dicha unidad orgánica tiene que ver directamente con el tema de la inspiración del N.T., pues si el testimonio autoritativo del N.T. habla del carácter inquebrantable e inerrante del Antiguo, ¿Cómo ha de ser totalmente diferente el carácter inspirado de aquello que se supone forma una unidad orgánica con él?

Cuando se aprecian las implicancias de la unidad orgánica de los 2 testamentos, resulta imposible creer que el origen divino del N.T. podría ser de un nivel inferior al del Antiguo. Si el A.T. es inerrante, según el testimonio de mayor relevancia y autoridad en este asunto, luego el N.T. tendrá que ser inerrante también.

El argumento de la unidad orgánica cobra una fuerza mayor, cuando en-tendemos correctamente las implicancias de la revelación progresiva. El N.T. está en la misma relación con el A.T., como la consumación lo está con la preparación; o sea, el N.T. ofrece una mayor y más gloriosa revelación del carácter y de la voluntad de Dios que el Antiguo. Esto se confirma por el hecho de que ―…en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo… quien [es] el resplandor de su gloria y la imagen misma de su sustancia‖ (Heb.1:1-3). En el lenguaje de Pablo, la gloria del N.T es la ―más eminente‖ (2Co.3:10-11).30 El N.T. abriga – y nos comunica – el contenido de aquel nuevo y mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.

30 2Co.3:10-11, Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo

gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.

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Si la naturaleza del N.T. es la de cumplimiento, y si se caracteriza de una más excelente gloria, si la revelación del propio Hijo de Dios es carácter final, ¿Hemos de creer que la Escritura que pertenece a tal administración es menos infalible que la que los mismos testigos autoritativos (nuestro Señor y sus apóstoles) conceden al A.T., que es menor en todo? Sería contrario a los principios de la analogía y de la razón pensar semejante aberración.31

Todavía más, hablemos del significado del Pentecostés, y entonces nuestro argumento cobra todavía mayor vigencia. Ya se dijo que el A.T. fue producto del hálito de Dios (―theópneustos‖), y que posee una validez permanente y una estabilidad inconmovible, pues los hombres santos hablaron de parte de Dios, siendo llevados (―feroúmenoi‖) por el Espíritu Santo. Pues bien, son tanto más abundantes las operaciones del Espíritu introducidos por el Pentecostés que se describe el evento como un derramamiento, una efusión, del Espíritu Santo.

Entonces, ¿Creeremos que esta mayor llenura y abundancia del Espíritu y de sus operaciones nos van a ofrecer una Escritura menos confiable y menos inerrante que aquella que dio antes de la dación abundante del día de Pentecostés? ¿Creeremos que la Escritura que testifica en forma permanente y que contiene la administración más plena y abundante del Espíritu (o sea, el N.T.), es ahora una Escritura en la que el Espíritu Santo se ocupa menos en impartir divinidad y autoridad en comparación al A.T.?

Con el simple hecho de hacer estas preguntas comprendemos que: si aceptamos el testimonio del N.T. a favor de la inspiración e inerrancia del Antiguo; y si aceptamos y entendemos la relación orgánica que existe entre los dos testamentos; luego la doctrina del carácter infalible del A.T es una de las consideraciones que más nos persuaden a favor de una semejante apreciación del carácter infalible y autoritativo del N.T.

Las consideraciones arriba mencionadas ciertamente no son las únicas a favor de una creencia en un N.T. infalible, pues también el N.T. ofrece testimonio directo respecto de su propio carácter. Obviamente no tenemos la misma masa de testimonio como la que hay en el caso del A.T., pero de la misma manera que el A.T. da cierto testimonio a su propia divinidad, así también el N.T. evidencia las marcas inconfundibles de su origen divino, y además da testimonio directo de su carácter y autoridad divinos.

B) LAS PROMESAS DE CRISTO Si el N.T. resulta Palabra de Dios en todo el sentido de la palabra, con el mismo testimonio autoritativo como el que da

el N.T. a favor del Antiguo, ha de ser en razón a la mismísima inspiración plenaria que obró el Espíritu Santo cuando se escribieron los libros del A.T. Las promesas que dio Cristo a sus discípulos con respecto al Espíritu Santo tienen, por ende muchísimo que ver con este asunto.

Cuando Jesús envió a sus discípulos a predicar el reino de Dios, les dijo: ―Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis, porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros‖ (Mt.10:19-20); comp. con Mr.13:11; Lc.12:12 y 21:14-15). Cuando las exigencias pasajeras de la vida lo requerían, y ante las necesidades muy especiales y limitadas de los discípulos,32 Dios quería asegurarles una inspiración tal del Espíritu Santo, el cual obraría de manera tal que cuando debían hablar ellos, no dirían solamente palabras suyas, sino palabras del Espíritu Santo.

Jesús aumenta considerablemente el alcance y la aplicación de esta promesa del Espíritu, cuando la noche antes de su crucifixión dijo: ―Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuere, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré… él os guiará a toda la verdad‖ (Jn.16:7,13). Después de su resurrección, Jesús hizo algo que sólo se puede entender como una impartición oficial del Espíritu Santo, cuando sopló sobre sus discípulos y les dijo: ―Recibid el Espíritu Santo‖ (Jn.20:22). Todavía antes de su ascensión, les reiteró: ―Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra‖ (Hch.1:8). Toda la obra de los apóstoles, pues, en su función completa como tal, se debió llevar al cabo bajo la dirección e inspiración del Espíritu Santo.

Con razón, pues, encontramos en los escritos del N.T. una tan clara nota de autoridad, de seguridad y de finalidad, que sería un atrevimiento presuntuoso arrogársela por cuenta propia. En una tónica autoritativa que sólo puede ser verdadera e íntegra en el caso de que los autores en verdad fueron agentes de la autoridad divina y objetos de la inspiración obrada por el Espíritu Santo. Es consecuencia de la inspiración el que la nota de autoridad sea tan evidente como característica del Nuevo Testamento

31 Ver Louis Gaussen, Theopneustia (Cincinnati, 1959), pp. 74ss. 32 Así Gaussen, op. cit., pág. 77.

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C) LOS ESCRITOS DE LOS APÓSTOLES a. 1ª CORINTIOS 7:10-12

Muchos toman el pasaje de 1Co.7:10-12 como un contraste entre la enseñanza autoritativa del Señor Jesucristo por una parte, y la enseñanza no autoritativa de Pablo por otra, cuando éste en referencia a los temas del matrimonio y la separación dice: ―a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor… y a los demás yo digo, no el Señor‖.

Pero la lectura cuidadosa del pasaje muestra que el contraste no es entre la enseñanza inspirada de Cristo y la no inspirada del apóstol, sino más bien entre la enseñanza del apóstol apoyada en lo que expresamente dijera Jesús en los días de su carne por una parte, y la enseñanza del apóstol que toca temas sobre los cuales nunca se pronunció Jesús por otra. No hay diferencia con respecto al carácter permanente de las enseñanzas de ambos.

Las frases y los términos que utiliza Pablo en el segundo caso son de igual énfasis y del mismo carácter obligatorio como en el primero. De modo que el pasaje, lejos de disminuir la autoridad apostólica, la eleva en nuestra estima. Si Pablo puede llegar a ser tan tajante y obligatorio al hablar de casos que, según él mismo admite, no tienen apoyo alguno en la enseñanza directa de Jesucristo, ¿no ayuda esto a que veamos cuán profunda fue la convicción de Pablo de estar enseñando y escribiendo con toda la autoridad divina? Precisamente porque siente tener autoridad propia, le da a su enseñanza el mismo nivel de normatividad que tiene la otra enseñanza que repite de labios del mismo Señor Jesucristo. Sólo la plena confianza de estar dando ley divinamente autorizada explica la declaración tajante, en la que previene toda idea contraria: ―esto ordeno en todas las iglesias‖ (7:17).

b. 1ª CORINTIOS 14:37-38 El que Pablo creyó que sus escritos estaban dotados de sanción y autoridad divinas queda establecido

más allá de toda duda en esta misma carta (1Co.14:37-38). El contexto es el del lugar de la mujer en reuniones de culto público. Pablo exhorta a las mujeres a

guardar silencio, y apela a la costumbre universal de todas las iglesias cristianas, así como a la ley del A.T. Y es en ese punto que apela al carácter divino del contenido de sus prescripciones: ―Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore‖. Pablo aquí afirma con toda claridad que lo que él escribe es Palabra de Dios, y coordina el que apele a su propia autoridad divina con la apelación a la otra Escritura ya existente, la del A.T.

c. 1ª CORINTIOS 2:13 En una parte anterior de esta epístola, Pablo nos informa – de una manera totalmente consecuente con la

enseñanza de toda la demás Escritura – sobre cómo es posible que palabra de hombre pueda ser Palabra de Dios. Consiste en que el Espíritu Santo es la fuente de toda la sabiduría que enseñan los apóstoles: ―Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios‖. Pablo aquí no sólo argumenta que el Espíritu Santo es la fuente de la sabiduría de su mensaje, sino habla del medio mismo de la expresión.

Sigue diciendo (v.13): ―lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual (pneumatikoís pneumatiká sunkrínontes)‖, o como lo traduce la Biblia de las Américas: ―combinando pensamientos espirituales (pneumatikoís) con palabras espirituales (pneumatiká)‖. Noten bien: ¡¡cosas enseñadas por el Espíritu; y palabras enseñadas por el Espíritu!! Esto es lo que explica la autoridad que tuvieron los apóstoles en su día para enseñar y escribir.

d. 2ª PEDRO 3:15-16

Pedro habla de los escritos de Pablo como si estuvieran a la par con el A.T., en respecto de su autoridad divina: ―como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su perdición‖.

La frase, ―las otras Escrituras‖ (―tas loipás grafás‖) es una alusión al A.T., y al decir Pedro que son ―otras‖, lógicamente implica que son de la misma categoría que las que acaba de mencionar, a saber, las epístolas de Pablo.

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e. APOCALIPSIS Veamos pasajes como Ap.22:18-19: Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este

libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

(Comparar 10:4/22:10, 21:5/22:6-7, 19:9/1:3)

f. CONCLUSIÓN (del testimonio que ofrece el N.T. sobre sí mismo) Muchas veces se rechaza con desdén la doctrina de la inspiración verbal de la Biblia, como si ésta fuera

un remanente del escolasticismo medieval o de la post-reforma, que hizo caer en un estancamiento a la iglesia.33 A la nota de desdén, generalmente le acompaña la protesta de que la investigación científica con mente abierta muestra que la doctrina de la inerrancia de la Biblia es inconsecuente con la honestidad informada, y por ende, insostenible.

La honestidad científica es verosímil y creíble; y con frecuencia se usa como argumento en los debates

teológicos. Lo que este autor sostiene, sin embargo, es que el propio hecho de rechazar en forma tan sumaria la infalibilidad de la Biblia, es en sí un proceder lamentablemente anti-científico, por su manera de tratar los datos que aporta la evidencia sobre el asunto. El rechazo, pues, se da, pero no reconocen las consecuencias de lo que está en juego, porque no aceptan en forma científica la evidencia que el testimonio de la misma Biblia aporta en cuanto a su propio carácter. Sucede que si el testimonio de la Biblia con referencia a la doctrina de la Escritura no es confiable ni auténtico, luego en última instancia la autoridad final de la Biblia queda irreparablemente socavada. Lo que está en juego es el lugar que tiene la Escritura en el canon de la fe.

No pensemos tampoco que se pueda apelar a Cristo como autoridad final, si la autoridad final de la

Escritura ya ha sido sacrificada. Rechazar la inerrancia de la Escritura es rechazar el testimonio que mismo Cristo dio a esa Escritura. De modo que, en última instancia, la integridad del testimonio de Jesús mismo es el punto crucial en esta batalla por la fe.

2. EL TESTIMONIO INTERNO

La tesis que sostuvimos en nuestra discusión sobre el testimonio objetivo fue, que la Biblia es autoritativa en virtud de su carácter como infalible Palabra de Dios que es. Y tiene este carácter, porque es el producto del hálito creador de Dios, por medio de la inspiración plenaria del Espíritu Santo.

Muchos de los que rechazan esta tesis lo hacen creyendo que no daña en lo más mínimo la autoridad divina de la Biblia, puesto que no obstante abandonan el concepto de la infalibilidad de la Biblia, retienen el testimonio siempre actual y activo del Espíritu Santo. De hecho, conservan la idea de una autoridad infalible, pero ésta reside en el testimonio interno del Espíritu Santo. El razonamiento es como sigue: la Biblia es autoritativa, porque el testimonio interno del Espíritu Santo hace que llegue el mensaje al corazón del hombre de fe.

Que exista la actividad del Espíritu Santo conocida como testimonio interno, nadie lo pone en duda. Y que no pueda haber verdadera fe en la Biblia como Palabra de Dios aparte del testimonio interno, también todo el mundo lo acepta. Pareciera ser, pues, que la situación que vivimos (relativo al Espíritu Santo) es una en la que la autoridad divina que nos confronta hoy no es aquella que procede de algo que hizo el Espíritu Santo en el lejano pasado (inspiración); más bien lo que nos confronta hoy es la influencia del Espíritu que está obrando por y en nosotros hoy.

¿No será, pues, que hablar de una actividad del Espíritu que para nosotros es impersonal y externa, además de

distante e inactiva, va en perjuicio del significado verdadero de la acción del Espíritu, la cual viene en una forma directa y personal, dirigida a nosotros y en nosotros ahora en el presente?

33 Es totalmente insostenible la crítica dirigida en contra de la doctrina de la inspiración verbal que la presenta como una teoría de dictado mecánico. Los

exponentes clásicos de la doctrina de la inspiración verbal nunca incluyeron alguna definición del modo de la inspiración. Es muy cierto que a veces usaron la palabra „dictado‟, pero es también cierto que el uso de esta palabra no fue con la intención de especificar el modo de inspiración como el de

dictado. Siempre dejaron completamente abierta la posibilidad de actividades y procesos múltiples en la formación de los varios libros escriturales, y

reconocieron perfectamente la diversidad que caracterizó a aquellos que fueron los instrumentos humanos en la producción de las Escrituras. Compara con B.B. Warfield, op. cit., pp. 100-106, y B.B. Warfield, Calvin and Calvinism, pp. 62ss.

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2.1. EL BARTHIANISMO La pregunta que acabamos de hacer señala la división más importante dentro del protestantismo moderno: la

división entre el barthianismo y la posición histórica protestante. La idea barthiana es que la Biblia es autoritativa, sí, en cuanto da testimonio a la Palabra de Dios. Es el vehículo, o instrumento, a través del cual la Palabra de Dios nos llega. Como es instrumento, se puede decir que la Biblia da un testimonio único, y en ese sentido también se dice que es Palabra de Dios. Pero lo que hace que la Biblia sea en verdad autoritativa, es el acto siempre recurrente de Dios, la divina decisión, mediante la cual el testimonio de la Biblia a la Palabra de Dios es aplicado a nuestro corazón con un poder doblegador y autoritativo. La Biblia no tiene en sí ninguna autoridad antecedente en forma objetiva. Sólo en el aquí y en el ahora, con esta persona y con nadie más, por medio de una experiencia concreta de crisis y de confrontación, es cuando la Biblia puede ser autoridad, cuando Dios se revela así a través del medio de la Escritura. Sólo cuando hay alguna crisis humana siempre recurrente, y una divina decisión, es cuando la Biblia puede venir a ser Palabra de Dios.

Es evidente, pues, que para el teólogo de simpatías barthianas, el factor que impone autoridad no es la Escritura

como un ―corpus‖ (cuerpo) de verdad dado por Dios a los hombres por medio de un proceso de revelación y de inspiración en la historia, ni es el carácter divino que la Escritura pueda poseer en forma inherente; sino es algo más, algo muy diferente y sin relación con cualquier acción en el pasado, o con cualquier cualidad inherente en el presente. Es importante entender este concepto, y no debe ser solapado. Barth no sostiene, ni puede sostener, que la Biblia en sí tenga alguna cualidad objetiva e inherente, y que en virtud de dicha cualidad es autoritativa para todo ser humano.

Barth se opondría a decirlo de esta manera, pues afirma que dicha clase de antítesis no es sostenible. Diría más

bien, que la Biblia es algo único, que es Palabra de Dios porque da testimonio a la Palabra de Dios. Ocupa un lugar único, porque ocurrió algo único en aquella actividad en el pasado que la creó. La Biblia es radicalmente diferente a cualquier otro libro contemporáneo o de cualquier otro tiempo. No tiene autoridad en el abstracto, sino sólo en virtud de ser el testimonio humano de la revelación que Dios dio en el pasado. Podría decirse, pues, que el factor que nace de los eventos y las actividades en el pasado entra a formar parte del complejo entero de factores que se combinan y convergen para dar a la Biblia aquella naturaleza única que le permite ser el medio adecuado para el acto siempre recurrente de la revelación divina. No se trata, pues, de ―esto o aquello‖, sino de ―uno y ambos‖.34

Aceptamos esta objeción; pero advertimos que no elimina el problema. Después de hacer lugar para todo lo que se argumenta a favor de la objeción, sigue siendo un hecho de que, sobre base de las presuposiciones barthianas, no es la cualidad divina inherente en la Escritura, ni la actividad divina mediante la cual se imparte a la Biblia dicha cualidad, la que hace que ella sea autoritativa. Esa actividad pasada, y la cualidad resultante, son simplemente los requisitos previos para que la autoridad suceda aquí o allí; no son en sí lo que da dicha autoridad. Más bien, es el acto recurrente de Dios que es el dato que constituye la autoridad. Y a este acto recurrente de Dios se le puede llamar ―el testimonio interno del Espíritu‖, y es con respecto de este testimonio que la Escritura se convierte en algo autoritativo.35

A veces se quiere argumentar que esa es la idea que representa al protestantismo clásico, y aun a la posición reformada. Inclusive se ha citado a la Confesión de Fe de Westminster en apoyo de esta posición, en la parte que dice, ―nuestra persuasión y completa convicción de que su verdad es infalible y su autoridad divina, provienen de la obra interior del Espíritu Santo, quien da testimonio a nuestro corazón con la palabra divina y por medio de ella‖ (I:V). Un breve examen del Cap. 1 de la Confesión bastará para poner en evidencia la falacia de esta apelación que a ella se hace.

Es más, la Confesión de Fe de Westminster fue escrita con una lógica tal, que pareciera diseñada precisamente para contradecir este error. La sección quinta, de donde se toma la cita de arriba, no trata de la naturaleza, ni de la base de la autoridad de la Escritura. La sección inmediatamente anterior las trata, ya que es la cuestión que lógicamente la antecede. Allí se dice con toda claridad que la autoridad de la Escritura reside en el hecho de que es Palabra de Dios:

La autoridad de las Sagradas Escrituras, la que hace que deban creerse y obedecerse, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, cualquiera que fuera, sino enteramente del de Dios quien es su autor, porque él es la misma verdad; por esto deben ser recibidas, porque son la palabra de Dios.

34 En inglés, „either-or‟; „both-and‟. 35 Karl Barth, Die Kirchliche Dogmatick, Die Lehre vom Word Gottes, Ed. Erster Halbband (Munich, Alemania, 1932), pp. 189ss; traducción al inglés

(Edimburgo, 1936), pp. 207ss.

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En una palabra, la Biblia tiene autoridad porque Dios es su autor. Y Dios es su autor, porque como dice en la sección segunda, fue dada por inspiración de Dios. No puede ser más claro el asunto: la Confesión de Fe enseña que la autoridad de la Biblia no se basa en el testimonio interno del Espíritu Santo, sino en la inspiración del Espíritu, una obra ya concluida, que produjo (como claramente dice la Confesión) los 66 libros enumerados. Y es en virtud de dicha inspiración que son la Palabra de Dios escrita: ―todos estos fueron dados por la inspiración de Dios para ser la regla de la fe y de la práctica‖ (I:2).

Sin embargo, es por ―la obra interior del Espíritu Santo, quien da testimonio a nuestro corazón con la palabra divina y por medio de ella‖, que somos persuadidos de esta autoridad. O sea, la autoridad de la Biblia es un hecho objetivo y permanente, pues es la cualidad inherente de la inspiración.

Nuestra convicción de ello tiene que esperar la obra interior del Espíritu Santo, que es la que imprime en nuestras mentes y conciencias los hechos antecedentes de su divinidad y autoridad. Querer poner el uno por el otro sería confundir una de las más elocuentes e importantísimas distinciones. La Confesión de Fe no deja lugar a duda sobre cuál es su posición, y al formularla de manera tan clara, expresa lo que ha sido siempre la posición reformada clásica.

2.2. LA NATURALEZA DEL TESTIMONIO INTERNO ¿Cuál es, pues, la naturaleza de esta obra interior del Espíritu Santo y sobre qué base bíblica se fundamenta esta

doctrina? Si como hemos venido diciendo en la primera parte de esta discusión, la Biblia es divina en su origen, carácter y autoridad, debe mostrar las marcas – o evidencias – de tal divinidad. Si los cielos cuentan la gloria de Dios y si así testifican de quien fue su Creador divino, también la Escritura, siendo obra de la mano de Dios, debe mostrar las huellas de su autor. Con esto, decimos que la Biblia muestra en sí ser la Palabra de Dios, y su divinidad es auto-evidente, dando a sí misma su autenticación. La base de la fe en la Biblia como Palabra de Dios es, por lo tanto, la evidencia inherente en ella, la evidencia que ella misma da tocante a su autor y a su carácter divinos.

Toda evidencia externa que testifica de la divinidad de la Biblia – o sea, desde fuentes fuera de ella misma – sirven sólo para corroborar y confirmar el testimonio inherente. Pero esa evidencia no se considera de la misma categoría, pues no tiene el mismo peso que nos puede ser de base y fundamento de fe. Si la fe es fe en la Biblia como Palabra de Dios, luego la evidencia sobre la cual se basa esa fe obviamente debe ser de carácter divino, pues sólo evidencia que tenga cualidades divinas sería suficiente para basar nuestra fe en algo divino. La fe en la Biblia como Palabra de Dios, entonces, descansa sobre las perfecciones inherentes en la Escritura, y aflora cuando la persona alcanza a percibir dichas perfecciones. Estas perfecciones consisten en sus excelencias incomparables, y nos compelen a la convicción irresistible e inevitable de que la Biblia es Palabra de Dios.36

Ahora bien, si la Biblia manifiesta su divinidad, ¿por qué no se da la fe en todos los que la leen y/o la oyen?

La respuesta es, que no todos tienen la capacidad perceptiva requerida. La evidencia es una cosa, pero la habilidad para percibirla y entenderla es otra. ―Porque el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente‖ (1Co.2:14).

Es aquí donde entra la necesidad de la obra interior del Espíritu. La oscuridad y la depravación que caracterizan la

mente humana en virtud de su pecado, lo deja ciego y no puede ver las excelencias divinas en las Escrituras. El efecto del pecado es tal, que no sólo ciega la mente del hombre y la deja impenetrable en cuanto a la evidencia, sino que produce además en su corazón una enemistad total a la evidencia. La mente carnal es enemistad con Dios, y por ende resiste todo reclamo de perfección divina. Si lo que se busca es la respuesta adecuada de fe ante las excelencias divinas inherentes en la Biblia, lo único que puede producir la susceptibilidad requerida es la regeneración radical por el Espíritu Santo: ―el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios‖ (Jn.3:3). ―El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios‖ (1Co.2:14). Esto es donde ha de funcionar el testimonio interno del Espíritu, pues consiste en la obra interior del Espíritu Santo en el corazón y en la mente del ser humano.

36 La Confesión de Fe de Westminster, cap. I, sección 5: „El testimonio de la Iglesia puede movernos e inducirnos a tener para las Santas Escrituras una

estimación alta y reverencial (1ª Tm 3:15); a la vez que el carácter celestial del contenido de la Biblia, la eficacia de su doctrina, la majestad de su estilo,

el consenso de todas sus partes, el fin que se propone alcanzar en todo el libro (que es el de dar toda gloria a Dios), el claro descubrimiento que hace el único modo por el cual puede alcanzar la salvación el hombre, la multitud incomparable de otras de sus excelencias y su entera perfección, son todos

argumentos por los cuales la Biblia demuestra abundantemente que es la Palabra de Dios. Sin embargo, nuestra persuasión y completa seguridad de que

su verdad es infalible y su autoridad divina, proviene de la obra del Espíritu Santo quien da testimonio a nuestro corazón con la palabra divina y por medio de ella. (1ª Jn 2:20,27; Jn 16:13-14; 1Co.2:10-11)

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2.3. LA BASE BÍBLICA

2.3.1. 1ª CORINTIOS 2 Cuando Pablo contrasta el hombre natural y el espiritual, y dice al respecto: ―el espiritual juzga todas las

cosas; pero él no es juzgado de nadie‖ (1Co.2:15), quiere decir que ―el espiritual‖ es aquella persona dotada por, y en quien mora, el Espíritu Santo. Él es el único que tiene la facultad de discernir las cosas reveladas por el Espíritu. A diferencia del hombre natural, él sí recibe, conoce y discierne la verdad.

Antes en ese mismo capítulo, Pablo nos declara en términos de mayor fuerza y claridad para nuestro tema, que la fe en el evangelio que tuvieron los corintios fue inducida por la demostración del Espíritu y del poder: ―y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios‖ (v.4-5).

Pablo está sin duda reflexionando aquí en la manera de su predicación. Él no predicó valiéndose de los adornos de la oratoria humana, sino de la demostración (o manifestación) que produce el Espíritu y el poder de Dios. Nos declara en efecto, que el Espíritu de Dios obró de tal forma en él y en su predicación, que la respuesta que dieron los corintios fue de una fe sólida y basada en el poder de Dios. No fue una fe fugaz como la que se produce cuando se vale uno del arte de la retórica y de la sabiduría humana.

La fe de los corintios tuvo su fuente en una demostración cuyo autor fue el Espíritu Santo. Por supuesto, fue una fe depositada en la Palabra de Dios que predicó Pablo. Pero fue una fe producida por la demostración complementaria del Espíritu, o sea, la manifestación del poder divino.

2.3.2. 1ª TESALONICENSES 1:5 En 1ª Tesalonicenses, Pablo nuevamente hace referencia al poder y a la seguridad con los que él y sus

compañeros predicaron el evangelio en Tesalónica, ―pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre…‖ (1:5). Aparentemente la referencia aquí al poder y a la certidumbre tiene que ver con el poder y la seguridad con los que Pablo, Silvano y Timoteo proclamaron la Palabra, y no tanto en la convicción con la que los tesalonicenses la recibieron. El evangelio vino en el E.S., y por lo tanto, con poder y certidumbre. Pero no separemos la recepción de la Palabra que tuvieron los tesalonicenses del poder y de la certidumbre obrados por el Espíritu, pues Pablo continúa diciendo: ―y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación con gozo del Espíritu Santo‖ (v.6).

La fe que produjo el E.S. en los tesalonicenses tiene que ser, pues, fruto de la actividad del Espíritu; y es en virtud de esta actividad que el evangelio fue proclamado ―en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre‖. El hecho de que los tesalonicenses vinieron a ser imitadores del Señor y recibieron la Palabra con gozo, se debe al hecho de que el evangelio no les llegó en palabra solamente, sino en el poder del E.S. Por lo mismo, el gozo con que ellos recibieron la Palabra fue gozo producido por el Espíritu.

2.3.3. 1ª JUAN 2:20-21 Cuando el apóstol Juan escribe, ―Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No

os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad‖ (compara con el v.27).37 Esto sin duda se refiere a la misma morada interna del E.S. a la que hace

referencia Pablo en 1Co.2:15. Esta unción es una posesión permanente, y confiere a los creyentes discernimiento de la verdad, y la perseverancia en ella.

2.3.4. CONCLUSIÓN (DE “LA BASE BÍBLICA”) Resumiendo estos pocos pasajes relevantes a nuestro tema, podemos decir que la recepción de la verdad de Dios con una fe inteligente, discriminante, gozosa y permanente, es el fruto o efecto de una demostración divina y del poder de Dios obrados por el E.S. Esta fe consiste en una certidumbre tal, que aun cuando la Palabra de Dios les llegó por el conducto de la instrumentalidad humana, no la recibieron como palabra de hombre, sino como en verdad lo es, la Palabra de Dios.

37 1ª Jn 2:27, Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma

os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

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2.4. POR QUÉ LLAMARLE “TESTIMONIO” A ESTA OBRA INTERNA DEL ESPÍRITU Al testimonio del Espíritu Santo se le conoce también como testimonio interior (o interno) del Espíritu. Cabe la

pregunta: ¿por qué a esta obra interior del Espíritu se le llama precisamente ―testimonio‖? Es que no parece haber razón apremiante alguna para este título. Sin embargo, sí hay algo apropiado en el uso de la palabra: es que la fe – producto de esta obra del Espíritu – descansa sobre el testimonio inherente en la Escritura respecto de su propio origen y carácter divinos.

Es función del Espíritu Santo la de abrir las mentes de los hombres, con el objeto de que puedan percibir dicho testimonio; así como la de hacer que la Palabra de Dios llegue con poder y convicción a la mente de las personas. Por ello, se dice que el Espíritu testifica en forma permanente al carácter divino de aquello que es, además, el fruto de su propio trabajo.

2.4.1. ILUMINACIÓN

Al testimonio interno del Espíritu se le da con frecuencia el nombre ―iluminación‖, o bien, regeneración en el aspecto noético (del intelecto). Se le llama ―iluminación‖, porque abre nuestras mentes para poder contemplar las excelencias inherentes en la Palabra de Dios. Es ―regeneración‖ en el aspecto noético, porque la regeneración se manifiesta en nuestra mente renovada cuando comprende la evidencia que la Escritura da de su propio carácter divino. El ―testimonio interno‖, pues, no puede ser menos que lo que hemos incluido en esta definición de ―iluminación‖.

Pero hay quienes preguntan si esta idea de iluminación es lo suficientemente adecuada, dado el carácter del testimonio que estamos tratando. En el punto de vista de que el testimonio consiste solamente en iluminación, dicho testimonio – estrictamente hablando – pertenece exclusivamente al contenido de la Escritura en sí, y no a la presencia siempre activa del Espíritu. La pregunta entonces es: ¿Podemos decir que la obra en el presente del Espíritu no sólo imparte a nuestro entendimiento capacidad para ver la evidencia inherente en la Escritura, sino también imparte capacidad para entender la naturaleza de este testimonio positivo? Si la respuesta es afirmativa, entonces debemos decir que el testimonio positivo siempre presente del Espíritu consiste en la forma poderosa y comprobatoria en la que el Espíritu se une a la Palabra, a fin de traerla con fuerza a nuestras mentes y a nuestros corazones con una convicción que sea irresistible.

En otras palabras, el sello del Espíritu es parte de la categoría del testimonio, estrictamente hablando. Entendido así, es obvia la razón por la que no sólo es apropiado, sino hasta necesario, darle a esta doctrina el nombre de ―testimonio interno‖ del Espíritu.

2.4.2. LA BASE BÍBLICA

Los pasajes más relevantes (1Co.2:4-5 y 1Ts.1:5-6) hablan de este testimonio del Espíritu como una ―demostración‖ ( ) y un ―poder‖ ( ) suplementario a la palabra misma del evangelio. Estos términos (en especial el de ―demostración‖) dan la idea de comprobación, de atestación y de confirmación.

1) 1ª TESALONICENSES 1:5-6

Esta actividad del Espíritu no es inherente a la Palabra, pues el texto refiere que ―…nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabra solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre…‖ No obstante, produce una fe segura, pues en 1Ts.2:13 dice, ―cuando recibisteis la Palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la Palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes‖. O sea, se trata de un testimonio del Espíritu Santo que sella la evidencia, de modo que produzca en nosotros la convicción irresistible de que lo que la Palabra dice es la verdad.

Esto significa que la obra del Espíritu de la que estamos hablando es un testimonio positivo, además de paralelo y correlativo con la evidencia que la Biblia en forma inherente da de su origen y carácter divinos. Este testimonio paralelo es uno con –- y confirma –- el testimonio inherente en la Escritura. Nunca debe ser confundido con el testimonio que en nuestra conciencia se da; más bien, es un testimonio a nuestra conciencia, y es enteramente obra del Espíritu Santo.

Ya sea que entendamos el testimonio interno simplemente como iluminación, o bien como iluminación más un suplemento positivo – que también es testimonio – en el sentido más estricto de la palabra, hay un principio que creemos necesario enfatizar, y es: que el testimonio interno no nos suministra un nuevo contenido de verdad. El contenido total de la verdad sobre el cual opera el testimonio interno, es el que está en la Biblia. El testimonio del que estamos hablando consiste simplemente en el hecho de provocar la fe en que la Palabra de Dios es de carácter divino y autoritativo, y nada más. No da base alguna para nuevas revelaciones del Espíritu.

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Cuando Pablo escribe a los tesalonicenses y dice, ―nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre…‖, está señalando con toda claridad una distinción entre el contenido en sí del evangelio, y el poder que lo acompañó cuando les llegó, en virtud del cual llegó con fuerza y produjo convicción en los corazones de los tesalonicenses.

2) 1ª CORINTIOS 2:4-5

De la misma manera, en 1Co.2:4-5 es evidente que tenemos que hacer distinción entre el contenido de la palabra predicada por Pablo y la demostración del Espíritu y de poder que hizo que el mensaje de Pablo fuera eficaz para crear la fe en los creyentes corintios: ―ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios‖.

3) 1ª JUAN 2:20-27 También aquí notamos esta misma diferencia entre la verdad que – según Juan – sus lectores ya sabían,

y la unción permanente del Espíritu que les permitió tener el entendimiento y discernimiento suficientes como para cobrar mayor conciencia y hacer una más consecuente aplicación de la verdad ya recibida:

Pero vosotros tenéis la unción del Santo y conocéis todas las cosas; … lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre … Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

CONCLUSIÓN En todos estos casos, vemos que la función iluminadora y selladora del Espíritu es el complemento

requerido del testimonio inherente que la Biblia tiene de su propia inspiración plenaria. Las dos columnas de una fe verdadera en la Biblia como Palabra de Dios escrita, son: el testimonio objetivo, y el testimonio interno.

El testimonio objetivo nos da un entendimiento de la Escritura, que luego sirve de base para la obra selladora siempre activa del Espíritu de verdad. El testimonio interno asegura que el testimonio objetivo pueda producir la respuesta apropiada en la conciencia humana. La función selladora del Espíritu tiene su demostración y confirmación en ese testimonio del que está saturada la Escritura respecto de su propio origen y autoridad divinos. El testimonio a la inspiración plenaria se confirma constantemente por medio de la obra interior del Espíritu Santo, quien da testimonio por medio de, y con, la Palabra en los corazones de los que creen.

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SEGUNDA PARTE DIOS: SU PERSONA Conferencias dictadas por el Pbro. David Legters M. para LOGOI, International Colombia, Octubre, 1998

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TEMA 3

LA INCOMPRENSIBILIDAD DE DIOS (DAVID LEGTERS M.)

―El bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.‖ (Pablo: 1Tm.6:15-16) ―La felicidad y bienaventuranza consiste en conocer a Dios.‖ (Calvino, Instituciones, I,V,1) ―Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.‖ (Jesús: Jn.17:3) ―Por lo cual conviene que pongamos tal diligencia en buscar a Dios, que nuestro buscarle, de tal suerte tenga suspenso de admiración nuestro entendimiento, que lo toque en lo vivo allá dentro y suscite su afición; puesto que nosotros no lo podemos comprender, a causa de la distancia entre nuestra bajeza y su grandeza, es menester que pongamos los ojos en sus obras, para recrearnos con su bondad.‖ (Calvino, Instituciones, I,V,10)

INTRODUCCIÓN

Estamos aquí para pensar en lo impensable, para considerar lo que está posible sólo para aquellos que se someten a la revelación de Dios. Para cualquier ser humano, su pensamiento más elevado y al mismo tiempo más profundo, ha de ser de Dios. El hecho más portentoso que puede concebir el hombre en lo profundo de su corazón, es Dios. La palabra de mayor peso que puede pronunciar la lengua humana es ―Dios‖.

Pero, ¿cómo es Dios? ¿Qué idea hemos de tener de Dios? ¿Podemos en verdad conocer lo que es más allá de nuestro conocimiento? ¿Podemos hablar de algo que ni siquiera está en nuestro idioma?

Todo cristiano es un teólogo, pues el que cree en Dios ha de tener en su mente una imagen de cómo es ese Dios en quien dice creer. El que invoca el nombre de Dios ha de tener en su alma una fe de que ese Dios corresponde a lo que cree acerca de él, y en su vida ha de vivir de acuerdo a ese concepto de Dios que tiene. Sólo el necio dice en su corazón ―No hay Dios‖ (Sal.14:1 y 53:1), y procede a conducir su vida como si en verdad Dios no existiese. Por ello, es importante el concepto de Dios, así en nuestro CREDO, como en nuestra CONDUCTA. 1. EL DILEMA SOBRE LA INCOMPRENSIBILIDAD DE DIOS

¿Puede Dios ser conocido? No deseo por el momento tocar el tema de si Dios existe o no. No pretendo argumentar su existencia, sea con los argumentos clásicos (el ontológico, el teleológico, el moral, etc.) o los más contemporáneos (el racionalismo, las religiones de misterio y otros). La Biblia simplemente acepta a Dios, y da su existencia por sentado. Eso mismo haremos nosotros aquí. Pero, si Dios existe, ¿cómo es? ¿Acaso se le puede conocer? ¿O por siempre será para el hombre ―el Dios desconocido‖?

1.1. PABLO EN ATENAS: HECHOS 17:16-34 Atenas era una ciudad entregada a la idolatría, lo cual enardeció el espíritu de Pablo (v.16). En lugar de dedicarse

al turismo, se dedicó al evangelismo (v.17). Su mensaje era Cristocéntrico, pues hablaba de un Jesús resucitado (v.18). Quedó picada la curiosidad de los epicúreos, los estoicos y los demás amantes de filosofías diversas, por lo que fue invitado a dar una conferencia en el centro de convenciones más importante de la ciudad, el Areópago (v.19-21). Con tacto y entereza habló de lo propio de ellos, en especial su ―religiosidad‖, evidenciado inclusive por un altar ―Al Dios no conocido‖ (v.22-23).

¡Qué triste, adorar al Dios desconocido! Y ¡qué incongruencia! ¿Cómo se puede adorar al desconocido? Porque la adoración es imposible sin el conocimiento. Mas sin embargo, es tanto el deseo y tanta la necesidad que el hombre tiene de Dios, que aun sin conocerlo, piensa en él. Y Pablo tuvo, pues, la oportunidad de explicar a los atenienses precisamente acerca de ese Dios que para ellos era desconocido.

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1.2. LA IMPORTANCIA DE UN CONCEPTO DE DIOS. Es importante conocer a Dios, porque ni podemos orar sin tener un concepto de Dios. Cada vez que buscamos la

cara de Dios en gratitud, en plegaria, en adoración, tenemos un concepto de Dios. Y lo más importante en nuestra vida de oración en general, es nuestro concepto de Dios. Hay, por ejemplo los que tienen un concepto de Dios como si fuese un baal, pues hacen las mismas cosas que hacía la gente con baal en los días de Elías. Gritan, brincan, se lastiman, hasta el cansancio.

Pero el concepto de Dios que tienen tristemente no corresponde al concepto que Dios nos ha dado de sí mismo. El concepto correcto de Dios es el elemento más importante para la oración, y los atenienses no podían ni orar a Dios, pues tenían un concepto equivocado de él.

1.3. LA IMPOSIBILIDAD DE CONCEBIR ALGO DE DIOS.

Muchos hoy en día estarían de acuerdo con los atenienses, pues dicen que ―no se puede conocer a Dios‖. Imagínate del edificio más alto que puedas, luego multiplícalo por 100, y luego por 1,000. ¿Puedes pensar en ello? O imagínate una persona que pesa muchísimo, la persona más pesada del mundo, luego multiplícalo por 100, o por 1,000. ¿Podrías pensarlo? O sea, es algo más allá de nuestra imaginación. Algo parecido a eso es Dios. Los filósofos hoy dicen que no es posible conocer a Dios, y afirman que: Dios es incomprensible.

Nosotros también decimos, si Dios es tan grande, y no podemos tener idea de su grandeza, su majestad o su gloria, pues a lo mejor los filósofos tienen razón. Pero debemos tener mucho cuidado con una afirmación así. Porque la incomprensibilidad de Dios no es un atributo de Dios, no es una descripción de Dios. Es más, decir que Dios es incomprensible es en cierta manera una contradicción implícita. Es afirmar algo acerca de lo que se dice que no se puede afirmar nada. ¡Sí sabemos algo de Dios, pues por lo menos sabemos que Dios es incomprensible!

1.4. RAZONES DE LA INCOMPRENSIBILIDAD DE DIOS

a) LA LIMITACIÓN DE NUESTRA CONDICIÓN HUMANA Somos creados, no somos el Creador; somos finitos, no somos infinitos; somos presos del tiempo, no somos eternos. En una palabra, somos LIMITADOS. Tan es así nuestra condición, tan diferente a Dios, que unos han dicho que Dios es el ―totalmente Otro‖, y tan totalmente Otro que no hay manera alguna de saber quién y cómo es Dios. Dios no es hombre, ni vive en el mundo o en la experiencia del hombre. Dios es vasto, no finito; Dios está en el más allá, y no en el aquí y ahora. Dios no es parte del universo, es más allá del universo. Dios es Dios, no hombre, y ¿cómo presumir de poder hablar algo de lo que no es nuestro? No sabemos lo que decimos, quedaremos eternamente cortos, somos bebés en la materia. Para el hombre, limitado cual es, hablar de Dios será siempre sólo balbuceo.

―¿Descubrirás tú los secretos de Dios?‖, le dice a Job su amigo Zofar ―¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? Es más alta que los cielos; ¿qué harás? Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás?‖ (Job 11:7-8) Como lo dijera Nicolás de Cusa:38 ―El intelecto sabe que te ignora, porque no podrás ser conocido al menos que lo no conocible pueda conocerse, lo invisible verse, lo inaccesible tenerse.‖

Pero la Biblia no nos permite así pensar. La Biblia muestra que el hombre fue creado por Dios a su imagen. Y a diferencia de todo el resto de la creación, a diferencia de todos los seres animados, incluso a los mismos ángeles de Dios, el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn.1:26-27). Y Dios creó un Edén para estar ellos (Dios y hombre) juntos en comunión y gozo mutuos. Entonces, ¿qué fue lo que pasó? ¡El pecado! b) EL DISTANCIAMIENTO QUE HA PRODUCIDO EL PECADO DEL HOMBRE O sea, Dios no creó al hombre para dejarlo solo, irse a una distancia enorme y esconderse, para no ser conocido por el hombre. No, ¡fue todo lo contrario! Creó al hombre, se reveló al hombre, incluso tuvo comunión con el hombre. Luego, si Dios es incomprensible, la razón o la ―culpa‖ de ello no está tanto en él, sino es porque el mismo hombre se ha alejado de Dios. Dios no se esconde de nosotros; nosotros somos los que huimos de él, y nos escondemos de él.

Cuando Adán y Eva pecaron, fueron a esconderse entre los árboles del huerto; mejor dicho fueron a esconderse de Dios (Gn.3:8). Habían desobedecido a Dios y se habían vuelto vanidosos, mentirosos, egoístas, rebeldes. Por supuesto que ya no querían estar con Dios. Ahora, ¿creen que Dios no sabía dónde estaban? Claro que sí lo sabía bien; sin embargo, preguntó ¿dónde estás tú? para obligarlo a responder. Una persona atrapada en su pecado nunca va a querer encontrarse con Dios. Para esa persona Dios es totalmente incomprensible.

38 En su libro, La visión de Dios.

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Por eso la incomprensibilidad de Dios no es una descripción de Dios. Más bien es la admisión, o descripción, de nuestra propia condición como humanos, no sólo como seres limitados que somos, sino ahora seres alejados de Dios por el pecado. Nuestra imaginación no es suficiente para imaginar a Dios. Y la imaginación parte de nosotros. Podemos imaginar cosas raras, pero no serían reales. Nuestra imaginación no puede concebir a Dios, y por más que lo intentamos, simplemente nos es imposible. Es una imaginación afectada por el pecado. Si preguntamos a un incrédulo ¿cómo es Dios? diría mentiras, pues no le conviene la verdad.

Hay ignorancia, y hay pecado. Ambos afectan nuestra comprensión de Dios. La tendencia humana es siempre la de reducir a Dios a términos humanos; términos entendibles y controlables por el hombre. Así los dioses de la naturaleza (el dios de la lluvia, del sol, del elote, de la fertilidad, etc.), los dioses de los espiritistas y de las religiones étnicas, los dioses con cualidades humanas como los de los griegos y romanos, los dioses de las religiones orientales. El deseo de conocer lo que es incomprensible, de palpar y de probar lo que es inaccesible, esto nace de la imagen de Dios que está impregnada en la naturaleza de cada ser humano. La profundidad clama a la profundidad, y aun cuando el corazón humano está retorcido y reducido, hay algo que le hace ansiar un retorno a su origen. ¿Cómo podrá ser?

2. EL DISCIPULADO (LA COGNOSCIBILIDAD DE DIOS)

Dios es incomprensible, pues, porque nuestro conocimiento es limitado. No podemos ir más allá de lo que Dios revela. Por nosotros mismos, no podríamos conocer a Dios. Pero ¡gracias a Dios! él ha tomado la iniciativa y se ha revelado al hombre. Lo ha hecho, porque es la clase de Dios que es. El Dios vivo y verdadero no es un Dios alejado, sino cercano; no es un Dios silencioso, sino uno que habla; no es un Dios desinteresado, sino uno que ama, perdona y busca. Por la gracia de Dios, ¡hay conocimiento de Dios!

Así fue con Adán y Eva. Ellos no merecían que Dios los buscara. El perdido no fue Dios, fue Adán. Como el niño que en un gran supermercado lloraba y lloraba, y al ser preguntado, ¿por qué lloras, niño, estás perdido?, contestó ―no, la que se perdió es mi mamá‖. Nosotros también nos engañamos. El perdido no fue Dios, fue Adán. Adán fue el que no quería regresar a Dios, más bien quería irse lo más lejos de él posible. Pero en su gracia, Dios lo buscó y lo atrajo a él. Adán respondió a Dios, no porque primero haya buscado a Dios, sino porque Dios lo buscó a él, y lo llamó. Fue iniciativa de Dios. Y así siempre lo será. Nunca sabríamos nada de Dios, al menos que Dios tome la iniciativa para revelarse a nosotros. Y esto es lo que ha hecho: se ha revelado en la naturaleza, en su Palabra, y en la persona de su Hijo, Jesucristo. Es que no se puede conocer a Dios sin saber algo de Dios; y si sabemos algo de Dios, es porque Dios se ha revelado. Tanto en la creación como en las Escrituras y en la encarnación, Dios se revela y nos dice, ―Así soy‖.

2.1. UNA REVELACIÓN FIDEDIGNA Dios es idéntico a su revelación. Esto es importante. Nosotros no así nos revelamos, pues preferimos que la gente conozca lo bueno que somos, y no lo malo. De modo que no nos mostramos tal cual somos, sino sólo como quisiéramos ser conocidos. Por eso yo casi siempre uso guayaberas; es que no quiero que se den cuenta de mi problema de peso! Y así hacemos la mayoría: ponemos nuestra mejor cara. Fingimos ser amables o inteligentes, aunque sabemos bien que no muy lo somos. O sea, no somos idénticos a como nos revelamos. En cambio Dios no hace así. El sí es idéntico a como se revela. Por ello, cuando sabemos algo de Dios, por su auto-revelación, podemos estar seguros de que así es Dios.

2.2. UNA REVELACIÓN NATURAL Quien mira la creación comprende que ella es fiel revelación de Dios.

Sal.19:1-2, ―Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría.‖

Hch.14:16-17, ―En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones.‖

Rm.1:19-20, ―Lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visible desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.‖

La luz de la naturaleza y las obras de creación y de providencia son suficientes para dar a los hombres una certeza del hecho de la existencia de Dios, y también de una parte de su naturaleza y carácter, de tal manera que la desobediencia de los hombres es inexcusable. Por eso, no existe sociedad alguna que sea atea; no existe ninguna tribu atea. En todas las naciones, épocas y grados de cultura se han discernido las evidencias de la presencia de un Dios en las obras de la naturaleza, de la providencia, y en los hechos secretos de su misma alma.

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2.3. UNA REVELACIÓN ESCRITURAL Con todo, la luz de la naturaleza no basta para hacernos capaces para alcanzar un conocimiento de Dios y de su

voluntad tanto cuanto es necesario para la salvación. En la naturaleza no se lee ningún NOMBRE de Dios; no se aprecia indicación alguna del camino a seguir para volver a tener comunión con Dios y gozar de su favor. En la naturaleza, sólo se ve la realidad de Dios, no la redención de Dios.

En su bondad, Dios tiene un mensaje específico de salvación para los hombres perdidos, y ha tenido a bien darnos ese mensaje por medio de escritores sagrados, testigos escogidos por él mismo, que, bajo la inspiración del Espíritu Santo, plasmasen en palabras humanas y en estilo humano dicho mensaje de salvación.39 Así Pablo a Timoteo, ―desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras (―hierá grámmata‖), las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús‖ (2Tm.3:15).

En su Palabra escrita Dios se revela a sí mismo como el Hacedor, como el Principio y el Fin del hombre...¡y de la historia toda! Como tal, exige una respuesta de arrepentimiento y de fe (pues sin ella, nos es imposible agradar a Dios, Heb.11:6). Escuchen a Lacueva:

―Esta Palabra interpela, por fin, al exégeta y al teólogo, al pastor y al maestro, para que, con humildad orante, la estudien, la hagan carne de su vida y la irradien al exterior por la predicación, la enseñanza y el testimonio. Es así como nosotros podremos, como Felipe, satisfacer el anhelo de las gentes que nos digan: ―Señor, quisiéramos ver a Jesús‖, después de haberle dicho a Jesús, también como Felipe, ―Señor, muéstranos al Padre‖. (Juan 12:21 y 14:8)‖.40

2.4. UNA REVELACIÓN ENCARNADA ―Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos

postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas‖ (Heb.1:1-3).

El Verbo, Palabra Personal de Dios, es enviado para hacerse hombre como nosotros, para que ―nos tradujese con exactitud a nuestro lenguaje y nos interpretase auténtica y claramente al Dios a quien nadie vio jamás‖.41 De modo que a Felipe, cuando éste pide ―Señor, muéstranos el Padre, y nos basta‖, le responde, ―¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre‖ (Jn.14:8-9). Y es que Jesús anteriormente había dicho, ―Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto‖ (v.7). CONCLUSIONES: 1) REVELACIÓN CON SENTIDO

¿Tenemos conocimiento completo, exhaustivo, de Dios? Por supuesto que no, por cuanto somos limitados en nuestra capacidad de comprensión, y nunca podremos alcanzar a entender todo lo que es Dios en su infinitud. Pero no por ello ponemos en duda lo que sí sabemos, pues Dios es quien se ha auto-revelado. Y lo que nos ha revelado es idéntico a lo que es.

No es conocimiento exhaustivo de Dios el que tenemos, pero sí es verdadero, auténtico y fidedigno. Nuestro aparato intelectual está limitado (como todo estudiante sabe). Pero Dios se ha dado a conocer en su revelación, y nos ha hablado en lenguaje humano, precisamente para que podamos entender lo que nos está revelando.

Dios usa ilustraciones humanas: antropomorfismos (el atribuir a Dios formas humanas: ojos, manos, pies, espalda, etc.) y antropopatismos (el atribuir a Dios emociones humanas: el arrepentirse, por ej). Dios las usa para que nosotros tuviéramos una mejor idea de lo que él es. De modo que a pesar de las limitaciones de nuestro aparato intelectual, Dios se comunica con nosotros. ¡Eso es gracia, pura gracia, soberana gracia! Dios se hace conocido a propósito. Es idéntico a lo que ha revelado, y lo hace en términos que podemos entender. ¡Gloria a él!

39 Francisco Lacueva, Un Dios en tres personas, Ed. CLIE, pág. 44. 40 Ibid., pág. 46. 41 Ibid., pág. 47.

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2) REVELACIÓN CON PROPÓSITO Es tan importante la revelación que Dios hace de sí mismo, y ello por varias razones:

Primera, porque sólo a través del conocimiento de Dios podemos tener la vida eterna: ―Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado‖ (Jn.17:3) Es el camino que Dios ofrece para que el hombre pueda vivir plenamente como un auténtico ser humano.

La segunda razón de conocer a Dios, es porque así hemos de conocernos a nosotros mismos. Es por el

conocimiento de Dios que el hombre mide su propia valía y sus limitaciones. Implica tener humildad. No somos Dios, ni nos parecemos a él. Él es santo, nosotros no lo somos. Es el bondad, nosotros no lo somos. Él es sabio, nosotros somos necios. Él es poderoso, nosotros somos débiles. Él es Dios de amor y gracia, nosotros estamos plagados de odio y de egoísmo. Por ello, cuando conocemos a Dios, haremos eco de lo dicho por Pedro, ―Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador‖. Pero a pesar de lo que nos hemos convertido, todavía somos criaturas de Dios, y él nos ama. No existe dignidad más alta para un hombre o una mujer que la dignidad que Dios nos da.

La tercera razón para conocer a Dios, es porque nos brinda un conocimiento del mundo: lo bueno y lo malo que

hay en él; su pasado y su futuro; el propósito de la historia y el juicio final que pende sobre él. El mundo tiene una relación especial con Dios, pues es el vehículo para los propósitos divinos. Es un lugar confuso hasta que conocemos al Dios que lo creó, y aprendemos por qué lo creó.

La cuarta razón42, es porque es el único camino para la santidad personal. Conocer a Dios conduce a la santidad.

Es más, el verbo ―conocer‖--por lo menos en su sentido bíblico--implica amor, favor, elección y compromiso con (―A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra‖, Am.3:2). Por eso, para el ser humano, conocer a Dios tal cual es, es amarlo como es, y desear ser como él es. Jeremías lo resume en la frase célebre:

―No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.

Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme que yo soy YHWH, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice YHWH‖ (9:23-24).

UNA ADVERTENCIA FINAL Al entrar al estudio del testimonio bíblico sobre el carácter y la naturaleza de nuestro Creador y Redentor, el Dios trino y uno, es él quien pone los límites a la investigación. Si en verdad queremos conocerle, hay que estar dispuestos a permitirle que nos revele lo que él quiere que sepamos, y exclusivamente en la manera que él quiere revelárnoslo.

En verdad, nos ha dado ricos tesoros de conocimiento sobre su persona y su voluntad, mas no le ha placido revelárnoslo todo (aun si esto fuera posible!). Por ello, no nos conviene ir más allá de lo que él mismo nos ha mostrado y enseñado, pues...

―Las cosas secretas pertenecen a YHWH nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos

para siempre para que cumplamos todas las palabras de esta ley‖ (Dt 29:29). ―Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo YHWH. Como

son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos‖. (Is.55:8-9)

¡A él sea la gloria! Amén.

42 Las 4 razones aquí enumeradas son tomadas de James Boice, Los fundamentos de la fe cristiana, Ed. Unilit, pp. 21-23.

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TEMA 4

LA NATURALEZA DE DIOS (DAVID LEGTERS M.)

―Oye, Israel: YHWH nuestro Dios, YHWH uno es.‖ (Dt.6:4) ―Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el primer mandamiento.‖ (Mar. 12:30) ―Te amo, oh YHWH, fortaleza mía.‖ (Sal. 18:1) Pregunta #4- ¿Qué es Dios? Dios es un espíritu, infinito, eterno e inmutable en su ser, sabiduría, poder, santidad, bondad, justicia y verdad. (Catecismo Menor de Westminster) Pregunta #5- ¿Hay más de un Dios? No hay sino uno solo, el Dios vivo y verdadero‖ (Catecismo Menor de Westminster)

INTRODUCCIÓN

¿Cuál será el mejor curso de estudio para una persona que es hijo(a) de Dios? ¿No será el propio Dios? Si bien es cierto que existen otras áreas de estudio también válidas, la ciencia más elevada, el área que más abrirá nuestras mentes, será el estudio de la naturaleza divina de Dios. El predicador bautista del siglo pasado, Carlos Spurgeon, así lo sintió:

Existe en la contemplación de la Divinidad algo que perfecciona la mente. El tema es tan vasto, que todos nuestros pensamiento se pierden en su inmensidad; es tan profundo, que nuestro orgullo se ahoga en su infinita profundidad. Hay otros temas que podemos comprender y entender; cuando nos ocupamos de ellos sentimos una especie de auto-satisfacción, y podemos seguir nuestro camino pensando: ―¡Qué sabio soy!‖ Pero cuando nos encontramos con esta ciencia maestra, y vemos que no podemos sondear su profundidad, y que nuestra vista de águila no puede apreciar su altura, nos damos vuelta con la solemne exclamación: ―Soy sólo de ayer, y nada conozco‖. ... Pero mientras el tema humilla la mente, también la expande. ... No existe nada que pueda ampliar el intelecto de esta manera, nada que pueda magnificar el alma del hombre, como la investigación devota, aplicada, y continua del gran tema de la Deidad.43

El sabio Salomón, mientras todavía preservaba su sabiduría, y bajo la inspiración divina, declaró: ―El temor de YHWH

es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia‖ (Prv.9:10). Aprendamos, pues a temer a YHWH, es decir, a amar al Señor nuestro Dios, como lo dijera Jesús, inclusive con nuestra mente. 1. DIOS ES UN ESPÍRITU ―Dios es espíritu‖ (mejor traducido como ―Dios es un espíritu‖) fue la declaración hecha por mismo nuestro bendito y amado Salvador (Juan 4:24), y ningún creyente verdadero puede poner en duda las palabras de Jesús. Muchos hombres no pueden creer que Dios exista, tan sólo porque no lo ven. Podemos ver todo lo que es material; mejor dicho, algo de lo que es material, pues aún en el mundo material existe muchísimo que no es posible ver a la simple vista; pero lo espiritual no puede verse con los ojos materiales. No podemos ver a Dios porque es un espíritu; pero él existe, ha existido y existirá para siempre. Él es el único que en todo tiempo puede decir: YO SOY (Ex.3:14). Esto es lo mismo que decir que él es el único que existe por sí mismo; todo lo demás que existe en los cielos como en la tierra, es obra de su infinito poder.

Dios no es el único espíritu, pues también los ángeles que él creó, ―son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación‖ (Heb.1:14). Por eso, no sería muy correcto decir ―Dios es espíritu‖, pues así no estaríamos haciendo distinción entre Dios y los demás seres espirituales que existen. Tampoco evitaríamos fácilmente la idea panteísta, que enseña que todo espíritu es parte de Dios, o una manifestación de la divinidad. Pero cuando decimos, ―Dios es un espíritu, queremos con ello distinguirlo de otros seres espirituales.

43 Citado por James Boice, Los fundamentos de la fe cristiana, Ed. Unilit, pp. 24-25.

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Ahora bien, ¿qué es ―un espíritu‖? Pablo dijo, ―Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios‖ (1Co.2:11).

El pensar y comprender son actividades del espíritu humano. Y el espíritu humano es comparable a Dios, en virtud de que el hombre fue creado a imagen de Dios. El espíritu del hombre es la parte no material de su ser; no puede verse, palparse o medirse. Podríamos decir que el espíritu de una persona es algo así como los pensamientos de esa persona. Pero aún así, hay que confesar que no hemos contestado perfectamente la pregunta. Es más, nos vemos precisados a confesar que es difícil dar una definición exacta a la pregunta ¿Qué es un espíritu? Existe un elemento de misterio en el asunto que no podemos superar. Ahora bien, lo importante de esto es, que al decir que Dios es un espíritu, estamos negando que tenga substancia material alguna. Por ello, es importante insistir sobre la invisibilidad de Dios.

Dios no es como el hombre que es cuerpo. Dios no tiene cuerpo. Es IN-visible. En toda la historia, no hay persona humana que haya visto a Dios con sus ojos físicos: ―A Dios nadie le vio jamás...Nadie ha visto jamás a Dios‖ (Jn.1:18 y 1Jn.4:12). Esto explica la importancia de observar el 2° mandamiento: ―No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy YHWH tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.‖ (Ex.20:4-6) El pecado en el que cayeron los israelitas, recién salidos de Egipto, cuando Aarón hizo el becerro de oro, no fue el quebrantar el primer mandamiento, ―no tendrás dioses ajenos delante de mí‖, sino el segundo, que era la prohibición de hacer imagen o semejanza de Dios. Cuando presentó Aarón el becerro al pueblo, proclamó: ―Israel: estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto‖. Levantó luego un altar y pregonó así: ―Mañana será fiesta para YHWH‖. (Ex.32:4-5)

¡Cuánta arrogancia la del hombre pensar que puede adorar a Dios a su manera! Dios es celoso, y desea ser adorado en espíritu y en verdad. Y a la vez, ¡cuánta ingenuidad la del hombre pensar que puede representar con una imagen al Dios Santísimo, aquel que habita en luz inaccesible! Por más bella que sea la imagen, jamás podrá representar la plenitud de la majestad de Dios. Al contrario, es un insulto a Dios: oscurece su gloria, limita sus atributos, desvía la adoración. Sólo uno que ignora la voluntad de Dios, o bien no le teme, podría intentar semejante abominación. Mas es la historia del hombre, y por ello la insistencia sobre la espiritualidad de Dios, y la espiritualidad de nuestro culto a Dios. No sacrificios, ni ofrendas, sino un corazón humillado, quiere Dios. No rezos, ni besos, ni pesos quiere Dios, sino un corazón confiado y confiante. No lo exterior ha de mirar Dios; lo interior del corazón sincero, arrepentido, agradecido y amante es lo que mira. ―Dios es un espíritu, y los que le adoran en espíritu y en ver-dad es necesario que adoren‖. Isaías, hablando en nombre de Dios, preguntó: ―¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?‖ El mismo contestó su pregunta: ―Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas‖ (Is.40:18,26).

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Entonces la única manera que tenemos para poder ver a Dios, es la indirecta. Sólo a través de su ―reflejo‖ que ha dejado en las cosas que ha creado. Es como la función de un espejo, cuando José se quiere peinar. Hay dos cosas ciertas:

a) Se ven dos cuerpos (el de José y el de su imagen), que son completamente diferentes, el uno vivo y verdadero, el otro no b) Se ven como exactamente iguales, pues la imagen en el espejo es fiel a José hasta el último detalle.

Algo así sucede cuando comparamos a Dios con el hombre, que es creado a la imagen de Dios. Vemos las mismas dos cosas: Primero que Dios es completamente diferente al hombre. Segundo, que al mismo tiempo, el hombre es hecho en la exacta imagen de Dios.

El cuadro arriba ilustra esta verdad, y está basado en los términos del Catecismo citado al inicio del estudio, pregunta #4: Las 3 líneas horizontales representan 3 atributos ―incomunicables‖ de Dios: su infinidad, su eternidad y su inmutabilidad. Las 6 columnas verticales representan sendos atributos ―comunicables‖, de los que también participa el hombre como ser creado a la imagen de Dios, los cuales serían: la sabiduría, el poder, la santidad, la bondad, la justicia y la verdad.

2. DIOS ES INDEPENDIENTE44

En la gráfica de la página anterior, el círculo inferior representa al hombre creado a la imagen de Dios, y se aprecia una línea vertical que lo une con un círculo más grande, superior a él. No se aprecia ninguna línea más que lo una con algo más arriba de él. Con esto se quiere indicar que Dios no depende de nadie ni de nada, a diferencia del hombre (y de todo el universo creado) que sí depende(n) de Dios.

Al decir que Dios es independiente, damos a entender que él es auto-existente y autosuficiente. ―En el principio creó Dios los cielos y la tierra‖ (Gn.1:1). ―Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último‖ (Ap.22:13). Cuando Dios llama a Moisés de la zarza ardiente, éste le hace la observación, ―Si ellos (los israelitas) me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?‖ La respuesta de Dios: ―YO SOY EL QUE SOY‖ (Ex.3:13-14). Díles: ―YO SOY me envió a vosotros‖. Con este nombre Dios está señalando lo que él es en sí mismo. En particular, nos está mostrando que es un ser completamente auto-existente, auto-suficiente y eterno.

Si yo dijera de mí mismo, ―Yo soy lo que soy‖, para ser fiel a mi realidad tendría que añadir la frase, ―Por la gracia de Dios, soy lo que soy‖. No es así con Dios. Los atributos de los renglones horizontales de la gráfica anterior, sólo Dios los posee. Sólo él existe en sí mismo y de sí mismo; no así nosotros. Sólo él es completamente auto-suficiente; nosotros no lo somos. Sólo él es eterno, nosotros acabamos de entrar en escena.

2.1. DIOS ES AUTO-EXISTENTE

La independencia de Dios significa que Dios no tiene ningún origen, y en consecuencia no es responsable frente a nadie. Es un concepto difícil para el hombre de entender, pues no podemos conocer la esencia de Dios. En la experiencia nuestra, todo lo que vemos, olemos, oímos, etc., tiene un origen. Cualquier cosa que observamos debe tener una causa adecuada que explique su existencia. Y buscamos las causas, para entender las cosas que suceden. Incluso, esto nos ayuda a creer en Dios, pues todo proviene de algo; y como consecuencia, debe haber algo muy grande detrás de todo. Pero si Dios trasciende la relación causa y efecto, entonces supera nuestro entendimiento y no puede ser evaluado de la misma manera que todo lo demás.

Él, pues, no es responsable frente a nadie. No tiene por qué defender sus acciones, o explicarlas. A veces Dios sí nos explica las cosas, pero muchas otras veces no lo hace. Sucede que él es independiente, no tiene por qué dar explicaciones de sí mismo a nadie. Cuando no hay explicación a la vista, lo que a nosotros nos resta es, confiar en él. Y porque lo conocemos, podemos confiar, aún sin entender. El justo ¡por la fe vivirá!

2.2. DIOS ES AUTOSUFICIENTE El nombre divino, dado a su pueblo en gracia por el pacto de amor y redención, YO SOY EL QUE SOY, también

comunica que Dios es autosuficiente. Aun cuando no lo entendamos completamente, sí podemos entender algo de su sentido. Ser autosuficiente significa que Dios no necesita nada de nadie, y por lo tanto no depende de nadie. ¡Goza de una independencia absoluta!

Aquí vamos en contra de ideas populares muy arraigadas, en el sentido de que Dios coopera con el hombre, cada cual proveyendo lo que carece el otro. Por ejemplo, la idea de que Dios carece de gloria, y creó al hombre para que se la proveyera. O que Dios se sintió solo y creó al hombre para que le haga compañía. Quienes así piensan olvidan la declaración de Jesús: ―Dios mismo puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras‖ (Lc.3:8).

44 Mucho de esta sección está tomado de James Boice, op. cit., pp. 99ss.

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a) DIOS NO NECESITA ADORADORES. Que los busca, sí: ―porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren‖ (Jn.4:23); pero no los necesita. ―Dios no tiene nada que ganar de nosotros‖.45 Si nos creó, fue porque quiso. ―El hace todas las cosas según el designio de su voluntad,...según el puro afecto de su voluntad‖.(Ef.1:11,5) Él es como es, independientemente de toda otra cosa. ―Creer en él, no agrega nada a su perfección; dudar de él, no le quita nada‖.46

b) TAMPOCO NECESITA DIOS DE COLABORADORES.

Que haya encomendado él una misión al hombre, sí es cierto: la mayordomía de este mundo.47 Ante la necesidad del mundo pecador, hay que extender el evangelio de gracia y hacer presente en el mundo el Reino de Dios: ―Id por todo el mundo y predicad el evangelio...‖48 No necesitaba hacerlo Dios así; podía haberlo hecho de millones de otras maneras. Pero así lo hizo, y porque así lo quiso.

c) NO NECESITA DIOS DE DEFENSORES. Él es como es, y lo seguirá siendo, sordo a los ataques arrogantes y pecaminosos de gente malvada. Si Dios tuviera necesidad de ser defendido, no sería Dios. Más bien, es él que defiende a su pueblo y lo libra. Ya los malvados tendrán su día.

En suma, Dios es el único verdaderamente autosuficiente. Por ello, la necesidad imperiosa de confiar más en él. Quien no está dispuesto a confiar en Dios, es porque piensa que hay alguna otra persona o cosa más digna de confianza (Por ejemplo, ¿en uno mismo?) Por supuesto, esto no es otra cosa que una calumnia en contra del carácter de Dios, y una necedad. Nada ni nadie es todo-suficiente. Sólo porque Dios es totalmente autosuficiente es que podemos descansar en esa suficiencia y trabajar efectivamente por él. Dios no necesita de nosotros para nada. Pero el gozo de llegar a conocerle radica en que, con todo, él se inclina para trabajar en, y por intermedio de, sus hijos fieles y obedientes.

2.3. DIOS ES ETERNO YO SOY EL QUE SOY, habla de su calidad de eterno, perpetuo, que nunca tuvo inicio y nunca tiene fin. ¡Qué difícil es pensar en esto! Nosotros, siendo sujetos al tiempo, ¿cómo pensar de alguien sin principio y sin fin? Antes de que hubiera tiempo, antes de la fundación del mundo ¿cómo era (es) el existir de Dios? Y digo ―es‖, porque la eternidad existe hoy día, fuera del tiempo, ahí en la existencia de Dios. ¿Será ella ―la luz inaccesible‖ de la que habla la Biblia? Abraham reconoció esta cualidad de Dios, y lo llamó: ―YHWH Dios eterno‖ (Gn.21:33). Moisés (Sal. 90:1-2) lo entonó así: ―Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación. Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.‖ En Apocalipsis se ensalza al ―que era, que es y que ha de venir‖.49 Ahora bien, son 2 las consecuencias de esta cualidad divina para el hombre:

a) PODEMOS CONFIAR EN ÉL, PORQUE EN ÉL “NO HAY MUDANZA NI SOMBRA DE VARIACIÓN”.50 Sus atributos no cambian. Su sabiduría no aumenta ni mengua, su poder permanece igual, su santidad no varía, su bondad, justicia y verdad fueron, son y serán las mismas por toda la eternidad. Por ello, nunca dejará de amar a su pueblo. Nunca modificará su actitud hacia el pecado, aun cuando hay los que hoy ya califican de ―permisible‖ cosas que antes estaban prohibidas. Además, sus consejos son inmutables: ―El consejo de YHWH permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones‖ (Sal.33:11); ―irrevocables son los dones y el llama- miento de Dios‖ (Rm.11:29); ―el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta‖ (1Sm.15:29). Todo esto es de gran consuelo para nosotros los creyentes. Si Dios fuera como nosotros, ¿quién confiaría en él? Pero él no es como nosotros. Él no cambia; su carácter fiel garantiza el cumplimiento de sus promesas.

b) LA SEGUNDA CONSECUENCIA DE LA ETERNIDAD DE DIOS, ES QUE NO LE PODEMOS ELUDIR. En nuestra experiencia, cuando no nos gusta alguien o lo que hace, podemos ignorarlo, porque sabemos que hay la posibilidad de que o bien cambie de parecer, o bien se fuera a otro lugar, o bien se muera. Pero Dios ni cambia de parecer, ni se va a otro lado, ni mucho menos se muere (como lo sabía el cantante mexicano Pedro Infante). O sea, que no lo vamos a poder eludir. Si lo ignoramos hoy, en el futuro lo tendremos que encarar; y si lo rechazamos hoy, eventualmente él nos dará su rechazo eterno.

45 Arthur Pink, Los atributos de Dios, p. 3. 46 A.W. Tozer, The Knowledge of the Holy (“El conocimiento de lo Santo), Ed. Harper, p. 40. 47 Conocido también como “el mandato cultural”, basado en Gén. 1:28; 2:15, etc. 48 Marcos 16:15. 49 Por ej., en 4:8. 50 Sant. 1:17.

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3. DIOS ES UNICO, Y UNO

Que sólo hay un Dios es una verdad que encontramos por toda la Biblia, frente de la creencia pagana de que hay muchos dioses. Un solo Creador Omnipotente, un solo Sustentador de su creación, un solo Glorificador de los hijos obedientes. Pablo confortó a los corintios, ―sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios‖ (1ªCor. 8:4). En las palabras del catecismo citadas arriba, es ―el Dios vivo y verdadero‖. ―Vivo‖, no solamente porque vive y siempre ha vivido, sino también es la fuente de la vida para todas las criaturas que tienen vida, y que sólo de él esperan la vida.51 Los creyentes y la iglesia son del Dios vivo (Rm. 9:26 y 1Tm.3:15). Y ―verdadero‖, porque todos los dioses que los hombres se han forjado o han imaginado, son sólo dioses falsos cuya existencia es nada más una ilusión. Estas consideraciones nos enseñan que es nuestro santo deber propagar esta verdad entre los que la desconocen, orar mucho a Dios por los que adoran dioses falsos, y recordar constantemente que es una gran bendición la que disfrutamos, al conocer a este único Dios vivo y verdadero.

No sólo es único, sino solamente es uno. Al afirmar esto, estamos frente a lo que se llama el misterio de la Santísima Trinidad, porque es difícil para la humana inteligencia entender cómo Dios siendo UNO, puede, sin embargo, existir en TRES diferentes personas. Sólo la gracia de Dios impartida al corazón del creyente sincero, es capaz de llevarlo al convencimiento de esta gran verdad que encontramos en la Santa Biblia, y que nos sirve para entender mejor el precioso Plan de la Salvación.

No es aquí donde comentaremos más sobre la doctrina de la Trinidad. Simplemente se afirma de una vez, pues es la naturaleza de Dios ser UNO. Que exista o no en 3 personas, no quita el hecho de que sea UNO. Es UNO en esencia, UNO en poder, UNO en gloria, UNO en majestad. 4. DIOS ES SOBERANO

De acuerdo a la Biblia, Dios es trascendente como inmanente. Su trascendencia estriba sencillamente del hecho de que es radicalmente diferente a nosotros. Él es el Creador, nosotros sus criaturas. Él es absoluto, no así nosotros. Incluso su personalidad es diferente a la nuestra, porque la suya es original, la nuestra es adquirida, derivada.

La inmanencia de Dios estriba del hecho de que se involucra constantemente en todas las áreas de su creación. Por cuanto él es absoluto, luego él controla todas las cosas, él interpreta todas las cosas, y él evalúa y juzga todas las cosas. Por cuanto es omnipotente, ejerce su poder en todo lugar. Tan es así, que nadie puede escapar de él, de modo que es omnipresente.

4.1. EN SU PUEBLO Dios, como persona que es, constantemente busca tener conversaciones, estar en comunión, y vivir con su pueblo. Habló con Adán en el huerto del Edén, y cuando cayeron nuestros primeros padres en pecado, siguió Dios visitando al ser humano, haciendo pactos con él y adoptando como suyo a familias enteras (como las de Noé, de Abraham, de Israel). En varios puntos de la historia Dios (de alguna manera misteriosa que no menoscaba en nada su omnipresencia general) ha puesto su presencia dentro del tiempo y del espacio, para morar en ciertos lugares particulares, como por ejemplo, en la zarza ardiente, en el monte Sinaí, en el tabernáculo, en el templo, en la persona de Jesús, y en la iglesia como templo del Espíritu Santo.

4.2. EN LA HISTORIA Dios es el Gran Orquestador de, y el Actor Principal en, la historia humana. En última instancia, es con él que tendremos que ver. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la más grande pregunta al que se tiene que enfrentar el ser humano es, ¿cómo responderemos a Dios y a su mundo? Lo mismo sucede hoy en día: detrás de todos los retos y las dificultades de la vida, el reto final es: ¿honramos a Dios y obedecimos su Palabra, o no? La soberanía de Dios es el atributo por el cual gobierna sobre toda la creación. Para poder ser soberano, por supuesto debe conocer todas las cosas, porque si hubiese un insignificante elemento del universo fuera de su atención, no tendría control sobre él. Y para ser soberano, también debe ser completamente libre, como hemos dicho arriba. Es difícil para el hombre entender este tipo de libertad, porque en nuestra experiencia humana toda libertad es imperfecta y relativa. No existe la libertad absoluta. Incluso ser libre como un pájaro, realmente no es ser libre. No puede el ave ir al fondo del mar, ni resistir los embates del ciclón. Pero Dios sí es libre. Nada ni nadie le puede detener. Es capaz de hacer lo que quiere en todo lugar, y en todo momento. Tiene autoridad universal.

51 Ver Sal. 42:2; 36:9; Hech. 14:15; 17:28; y 2ª Cor. 3:3.

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El altivo Nabucodonosor, arrepentido ya y restaurado a su trono, lo testificó así: ―Bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?‖

Hay muchas interrogantes con este concepto, que no nos permite el tiempo tocar, tales como la presencia activa del mal en el mundo, o la idea de la responsabilidad humana. Estas se verán en otro momento. Por ahora, les quiero dejar 3 textos que nos permiten confiar en este Dios soberano:

2Tm.1:12, ―Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.‖

Ef.3:20, ―Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros...‖

Jd.24-25, ―Y a Aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.‖

¡A él sea la gloria! Amén.

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TEMA 5

DIOS PADRE (DAVID LEGTERS M.)

―Seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso‖ (2Co.6:18)

―Dios siempre fue Padre, y se había revelado como Padre, pero ahora, en Cristo Jesús, nos da el derecho de dirigirnos a él como nuestro Padre‖ (Nyenhuis, El Fanal, T.1)

―Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra‖ (Credo de los Apóstoles)

―Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles‖ (Credo Niceno)

INTRODUCCIÓN El empeño máximo del hombre es el de hablar de Dios. No hay actividad más significativa e imposible que el ser humano pudiera ambicionar hacer. Es su deseo más ardiente, su afán más alto y su esfuerzo más noble. Es una actividad que no puede evitar, y que no se atreve a hacer. Para hablar de Dios, se tendría que decir lo que no se puede entender, y describir lo que no se presta a nuestras percepciones. Lo único que podemos hacer, es repe-tir lo que Dios dice de sí mismo, y saber que es la verdad. Nos dio sus nombres, que estudiaremos en otro momento durante este congreso. Por ellos tenemos los primeros indicios de conocimiento de él. Pero cuando tenemos que hablar de su naturaleza, nuestras palabras son insuficientes.52

Ahora bien, Dios se ha revelado como Dios trino. El único Dios que existe, el Dios vivo y verdadero, es un Dios trino. Si el Dios en el que dices creer no es trino, es un Dios falso, un ídolo inventado, una imagen mental mentirosa. La Biblia enseña un Dios trino, y de él hemos de hablar en estas pláticas aquí juntos. Como dije antes, nuestras palabras son insuficientes. Estamos hablando de algo que no tenemos idea. Tenemos que afirmar que Dios es trino, y no tenemos la menor idea sobre lo que es eso. No es parte de nuestra experiencia humana. Sólo Dios es trino. No existe en todo el universo creado otra trinidad. Por eso balbuceamos, por eso luchamos por entender. Es un misterio. Y de no ser que así se nos haya revelado Dios en las páginas de las Sagradas Escrituras, no lo creeríamos.

Normalmente, cuando se enseña teología, se empieza con la idea de la trinidad, para luego especificar las 3 personas de la Trinidad, en especial las personas del Hijo y del Espíritu Santo. En este congreso lo haremos al revés: primero hablaremos de cada una de las personas por separado, para luego terminar con lo que normalmente se empieza, el concepto de la Trinidad en sí. No es mala idea, porque en cierto sentido esta es la forma en la que Dios se ha revelado: primero como Padre, luego como Hijo, y después como Espíritu Santo. Al hablar de las 3 personas, recordemos siempre que son personas de la Trinidad. No las estudiamos en forma aislada, como si fueran 3 dioses que luego se juntaron. Son, siempre lo han sido y siempre lo serán, personas de la Trinidad. Bien, empecemos hablando del Padre. 1. EL NOMBRE

1.1. EL SIGNIFICADO DE UN NOMBRE. Nosotros usamos los nombres como etiquetas para distinguirnos el uno del otro. Aun cuando la identificación sea muy íntima, un nombre no revela lo que somos, ni mucho menos nuestras características, capacidades o tendencias. Simplemente nos sirven como etiquetas, como las que las amas de casa ponen en los frascos de la alacena: canela, pimienta, clavo de olor, orégano, etc. Distinguen e identifican, pero no más. Con Dios no sucede así. El nos da sus nombres, no para distinguirlo de los otros (pues no hay otros dioses), sino para nosotros conocerlo y saber cómo es él. Los nombres son una verdadera revelación de Dios, una revelación intencionada. Dios mismo se nombra, él mismo se pone nombres y nos las revela. En la Biblia encontramos el hecho de que cada nombre de Dios indica su fama, su sabiduría, su poder, etc. Conocer un nombre de Dios es saber algo de Dios. Y en especial, todo nombre de Dios habla de una relación. Dios se presenta con cierto nombre, para establecer cierta relación. El nombre ―Pater‖ es, quizá, el mejor ejemplo de esto. Desde luego, los ―nombres‖ se dan para beneficio nuestro, pues Dios no tiene que nombrarse para su propio conocimiento. Es para nuestro conocimiento que Dios nos revela por sus nombres, para nosotros saber quién es él. Cada nombre hace resaltar alguna verdad acerca de Dios, y permite que Dios nos sea conocido.

52 Gerald Nyenhuis, Lo que creemos los cristianos, Publ. El Faro, México, estudios de “El Fanal”, T. 1, Lecc. 7, p. 47.

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1.2. EL SIGNIFICADO DE ESTE NOMBRE (“PADRE”).

El nombre que más establece una relación, es el nombre ―Pater‖, Padre. Lleva en sí, como una inferencia inmediata, la idea de ―hijo‖. Para el ser humano, llegamos a ser padres cuando antes no lo éramos. En mi caso, tengo el privilegio de ser padre, y lo soy desde cierta fecha, 12 de Nov de 1967. Antes no lo era. Era yo hijo, esposo, yerno, pero no padre. Tenía yo vida y existencia, así como personalidad, pero no era padre. Esa relación no la tuve hasta no haber procreado un hijo. Pero con Dios no es así. El nombre de Padre indica una relación que él guarda desde la eternidad. Él es eterno, y eternamente ha sido, es, y será: PADRE. Es una relación eterna.

El nombre implica generación u origen. Nuevamente decimos, es una relación eterna. No hubo ningún momento en la historia o en la eternidad cuando el Padre no era Padre, y desde ese momento en adelante ya era Padre. Siempre ha sido, hoy es, y siempre será: PADRE.

En cuanto a las personas de la Trinidad (como veremos al momento de pensar en las otras personas, las del Hijo y del Espíritu Santo), es una relación eterna, una generación eterna, un ―proceder de‖ eterno. Esto para nosotros es un sin sentido. No muy lo entendemos; más bien, es un total misterio. De no ser algo enseñado por la revelación divina, y por ende fidedigno, no lo creeríamos. Como dijera Agustín, ―creo para entender‖, es algo que acepto por la fe. Aunque también la razón me indica que hay otra razón—-la de Dios—-superior a la mía. Y aun cuando yo no entienda cabalmente a Dios, por cuanto no soy Dios; ni pueda yo comprender su modo de existir o de su naturaleza, por ser ellos tan diferentes a la experiencia mía y a la existencia mía; con todo, puedo y debo confiar en su revelación, para así entender lo que él quiere que yo entienda. Lo demás, todo aquello que se extiende más allá de mi capacidad de comprensión, mi razón lo acepta, porque tengo la fe y la certeza de que hay una razón más allá de la mía que lo explica todo.

Una cosa más en cuanto al nombre ―Pater‖: este es un nombre que hace énfasis sobre algunas cualidades, en particular las de su compasión, su cuidado, su misericordia, su amor, su ternura, su afecto, su cariño, su provisión, su protección, su familia, su disciplina, su perdón, etc., etc. Estas cualidades y estos conceptos fueron conocidos ya en el Antiguo Testamento, pero es en el Nuevo Testamento que más se ponen en relieve. Los Salmos sobre todo, están llenos de muchos atributos paternales de Dios.

Pero es la revelación del amor de Dios en Cristo Jesús la que hace que la paternidad divina sea, con todos sus atributos y consecuencias, una experiencia viva del cristiano. El nombre ―Padre‖ y el uso correcto que de él hagamos, es lo que permite que la relación implícita en este nombre sea nuestro vivir y nuestra perpetua esperanza. 2. LAS RELACIONES

2.1. DIOS PADRE ES EL CREADOR. Dios se revela como el Dios creador y el Dios de la providencia. Tanto el Hijo como el Espíritu Santo también estaban involucrados en la creación, como lo veremos en su momento; esto no lo negamos. Pero en la especificidad del Padre, es la primera persona de la trinidad a quien se le atribuye ser el creador y el sustentador de todas las cosas, en particular del hombre. Veamos unos textos:

Nm.16:22, ―Ellos se postraron sobre sus rostros, y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne...‖

Mt.7:11, ―Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?‖

Lc.3:38, ―Hijo de Enós,...de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.‖

Jn.4:21 ―Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.‖

Hch.17:28, ―Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: ...linaje suyo somos.‖

1Co.8:6, ―Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él...‖

Ef. 3:14-15, ―Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra.‖

Heb.12:9, ―Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?‖

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Dios Padre, la primera persona de la Trinidad, es el creador de todo, y el que sostiene todas las cosas. Cuando Dios hizo el universo, hizo algo que no era Dios. Ni tú ni yo somos Dios. Tampoco las luminarias del cielo por más bellas que parezcan (y dicho sea de paso, han sido adoradas como divinas por algunos).

Pero no son Dios; son cosas creadas. Dependen de Dios en todo. Pero Dios es Dios, es el no creado, el auto-independiente y auto-suficiente, que no depende de nada ni de nadie. Es el Padre de todo. El universo delata lo que Dios es. De hecho, habla en voz alta y con claridad de lo que Dios es en 4 áreas distintas:53

a) El universo habla de la existencia misma. El universo está ahí, la existencia está ahí, Dios está ahí. b) El universo tiene orden; no es un caos. Hay una ley que gobierna todo, y Dios está por encima de esa ley; él la

creó. Por ello, decimos que Dios es un Dios ―razonable‖. c) El universo habla además del carácter de Dios: es un Dios bueno. Creó un universo que es todo bueno. Testifica

de aquel que lo dio por fiat. d) El universo habla de Dios como persona. Creó Dios al hombre a su propia imagen, lo que declara algo acerca de

sí mismo que no se ve en parte alguna del universo. En medio del universo hay algo personal: el hombre. Esto da evidencia de la personalidad del gran creador de todo. El Dios trino y uno, que desde la eternidad se comunica y se ama, creó algo que refleja (aun cuando en forma limitada) su persona, su comunicación, su amor.

Entonces Dios puede decirnos, ―¿Quieres conocer algo de cómo soy? Mira a la creación como yo la hice‖. El universo no es, como algunos dicen, una extensión de la esencia de Dios, pero todas sus partes hablan de él.

2.2. DIOS PADRE ES EL PADRE DE ISRAEL En el A.T., el nombre ―Padre‖ cobra un significado teocrático, por la relación del pacto que establece entre la

primera persona de la divinidad, YHWH Dios, con su pueblo escogido. Dios es, en este sentido, el ―Padre de Israel‖, pues él lo creó y lo ha preservado y lo protege por su gran poder. Veamos primero los textos bíblicos:

Dt.32:6, ¿Así pagáis a YHWH, pueblo loco e ignorante? - ¿No es él tu padre que te creó?‖

Sal.103:13-14, ―Como el padre se compadece de los hijos, se compadece YHWH de los que le temen, porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.‖

Is.63:16, ―Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora e Israel no nos conoce; tú, oh YHWH, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.‖

Is.64:8, ―Ahora, pues, YHWH, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste...obra de tus manos somos todos nosotros.‖

Jr.3:19, ―Yo preguntaba: ¿Cómo os pondré por hijos, y os daré la tierra deseable, la rica heredad de las naciones? Y dije: Me llamaréis: Padre mío, y no os apartaréis de en pos de mí.‖

Jr.31:9, ―Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y -Efraín es mi primogénito.‖

Mal.1:6, ―El hijo honra al padre y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice YHWH de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre...‖

Mal.2:10―¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres?‖

Rm.9:4,―Son israelitas de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas.‖

Es Dios Padre, la primera persona de la Trinidad, la persona que ha llamado un pueblo para sí, y ello con un propósito específico. Recordemos que los profetas con frecuencia advertían al pueblo, que si eran el pueblo de Dios, lo eran no por ellos mismos, sino por la gracia de Dios, por el nombre de Dios. Por ejemplo, ―Ahora, así dice YHWH, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú‖ (Is.43:1). Dios creó, Dios formó a su pueblo. Lo hizo con la palabra de su poder. Comenzó con Adán y Eva, dándoles promesas de un descendiente victorioso. Habló a Noé, a Abraham, a David. El propósito que Dios tenía para este pueblo, como lo comunicara a Abram, era: ―Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra‖ (Gn.12:3b).

53 Tomadas de Francis Schaeffer, “La creación, la existencia y el carácter de Dios” en El Dios que adoramos, Ed. Unilit, pp. 111-112.

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¿El propósito de Dios era el de hacer de la familia de Abraham una nación grande? ¡No! El propósito era--y sigue siendo--que a través de la descendencia de Abraham llegara bendición y salvación para todas las naciones del mundo. El que Dios se haya propuesto hacer algo por el mundo, y que haya usado a Abraham y a su descendencia para lograrlo, en virtud de todo ello se dice de Dios que es: ―Padre de Israel‖.

2.3. DIOS PADRE ES EL PADRE DE LOS CREYENTES También Dios Padre, la primera persona de la Trinidad, es designado Padre de todos los creyentes. Pues Dios nos ha hecho en Jesús, hijos de él por adopción. Estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, pero nos ha llamado para ser suyos, y a todos los que creen en su nombre, les ha dado la potestad de ser hechos ―hijos de Dios‖ (Jn.1:12).

El que Dios sea el Padre de todos los creyentes, es una extensión del punto anterior, pues la iglesia es ahora el Israel de Dios. El hombre pecador, inconverso, no es propiamente un ―hijo de Dios‖ en este sentido; no ha nacido de nuevo, no ha sido adoptado. Le cabe bien las palabras de Jesús, ―Sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer...‖ (Jn.8:44). Los textos que contienen esta idea serían:

Mt.6:4, ―Que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público‖.

Mt.6:8-9, ―No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos…

Mt.18:14, ―...No es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños‖.

Lc.6:36, ―Sed, pues misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso‖.

Rm.8:15, ―No habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!‖.

Dios es Padre por adopción de todos los creyentes, y de cada uno de ellos. Es una relación personal y privilegiada. Es una relación inmerecida y a la vez intencionada. Es una relación de Dios con nosotros, a fin de nosotros poder tener una relación con Dios. Le pertenecemos ahora. Somos parte de su familia, debemos vivir según sus normas, y reconocer y seguir su guía amorosa. Hemos de amarle y servirle. Hemos de darle honor, respeto y gloria, y gozarnos en él todos los días de nuestra vida. En la familia de Dios hay comunión (adoración) y misión (servicio). Es parte de la nueva vida que ahora gozamos. Todo viene del Padre, y es para el Padre. Así lo expresa Pablo en el pasaje glorioso de Efesios 1:3-6...

―Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual...en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.‖

2.4. DIOS PADRE ES EL PADRE DE JESUCRISTO. Dios Padre, la primera persona de la Trinidad, es en un sentido meta-físico muy especial, ―padre‖ del Hijo. Y Jesús, el Hijo de Dios, siempre hace una distinción clara entre la relación que él guarda con el Padre por un lado, y la relación que guardan los demás (los judíos, los discípulos) con el Padre. Por ejemplo, estos textos:

Mt.11:25-27 ―Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra porque escondiste estas cosas de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.‖

Lc.22:29, ―Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí.‖

Jn.2:16, ―Dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado.‖

Jn.5:17, ―Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.‖

Jn.20:17, ―Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.‖

Un texto importante es Juan 5:18, ―Los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.‖ O sea, el nombre ―Padre‖ no indica primordialmente una relación entre Dios e Israel, o entre Dios y los creyentes, sino es primero para indicar la relación entre la primera persona y la segunda persona de la divinidad: relación de Padre e Hijo.

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Si leyéramos Jn.14:6-13 y 17:25-26, veríamos que Dios es esencial y primordialmente Padre del Hijo. El Padre ama al Hijo, y este amor procede y fluye del Padre, viene a través del Hijo, hacia los demás.54

Dicha relación Padre-Hijo no tuvo origen en el tiempo, sino es desde la eternidad, como hemos dicho: (Juan 1:14; 8:38; 17:5,24), ¡―Me has amado desde antes de la fundación del mundo‖! Por eso, a Dios se le llama en un sentido especial, ―el Padre de nuestro Señor Jesucristo‖ (Rm.15: 6; 1Co.15:24; 2Co.1:3; Gál.1:1; Ef.1:3, ―Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo‖; et multi alii).

3. LA PRIMACÍA55

La Biblia enseña que es el Padre, como primera persona de la divinidad, quien tiene primacía en el orden económico de la Trinidad. Tanto en el A.T. como en el N.T., el Padre ocupa el primer lugar. Es primero en el orden de existencia: ―Como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo‖ (Jn.5:26); y en virtud de ello, él es ―el Padre, del cual proceden todas las cosas‖, esto en referencia a la obra de creación así como a la de redención.

La lista a continuación indica cómo la Biblia asigna, atribuye y le da a Dios Padre la primacía, en:

Su decreto, su determinación de hacer estas obras (la creación y la redención), ver Hch.4:28 y Ef.1:11.

Su beneplácito, ver Mt.11:26 y Ef.1:9.

Su iniciativa, ver Sal. 33:6 y Jn.3:16.

Su autoridad y poder, ver Mt.6:13; Rm.1:20 y Ef.1:19.

Su justicia y rectitud, ver Gn.18:25; Dt.32:4; Juan 17:25; Rm.3:26; y 2Tm.4:8.

Su bondad, sabiduría, inmortalidad y luz inaccesible, ver Mt.19:17; Rm.16:27 y 1Tm.6:16.

Por ende, a él se le llama ―Dios‖ en un sentido especial y prioritario: Él es Elohim, YHWH Elohim, El Elyon, El Shaddai, y ―el único Dios verdadero‖ (Jn.17:3). De él se habla cuando se dice: ―sólo hay un Dios, el Padre...y un Señor Jesucristo‖ (1Co.8:6), y ―hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres...‖ (1Tm. 2:5). El mismo Jesús lo llama, no sólo su Padre, sino su Dios. Mediten el impacto de los versos a continuación:

―Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?‖ (Mt.27:46).

―Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios‖ (Jn.20:17).

―Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo...‖ (Heb.1:9).

―He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad‖ (Heb.10:7,9).

Ver también Heb.2:17 y 5:1.

Inclusive a Jesús se le llama el Cristo de Dios, como en Lc.9:20 (por Pedro). Ap.12:10 habla de ―...el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo‖. Y Pablo dice, ―...todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios‖ (1Co.3:22b-23). Valiéndose de toda esta información bíblica los arrianos (tanto los antiguos como los modernos) han llegado a la conclusión--sin fundamentación justa--de que sólo el Padre es Dios, y el Hijo y el Espíritu Santo no son divinos en su esencia, aunque sí relacionados por similitud. Sintonicen en este mismo lugar las siguientes pláticas que tratarán más este asunto. Por ahora, baste decir que en ningún lugar de la Biblia se afirma que sólo el Padre es Dios. Lo que sí afirma, es que el Padre es el único verdadero Dios. Pero esto, lo afirma no en contraposición al Hijo o al Espíritu Santo, sino en contraposición de los dioses de los paganos. En cuanto a la Trinidad, hay una sola esencia divina, un solo Dios. Y dentro de su divinidad, el Padre ocupa un lugar de prioridad y mantiene una relación eterna con las otras personas. Y la mejor palabra humana para describirla es, precisamente, PADRE.

CONCLUSIÓN

En resumen, Dios Padre: DECRETA la salvación; DIRIGE la historia (y ella cumple la voluntad del Padre) y ES DESIGNADO Padre por Jesucristo (―mi Padre y vuestro Padre‖).

Ontológicamente, el Padre es totalmente Dios. Económicamente, tiene ciertas actividades específicas: la creación, la providencia, el Padre de Israel, de los creyentes y del Señor Jesucristo. Del Padre son: el bene-plácito, la presciencia, la elección, el poder, el amor, la misericordia, el reino y la luz inaccesible.

A él sea la gloria por los siglos. Amén.

54 Ver Jn. 5:19-29; 10:17; 17:24,26 55 Pensamientos tomados de Herman Bavinck, The Doctrine of God, (“La doctrina de Dios), Ed. Eerdmans, pp. 266ss.

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TEMA 6

DIOS HIJO (DAVID LEGTERS M.)

―Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.‖ (Fil. 2:11) ―Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad‖ (Col. 2:9)

―Aparte de Cristo, no sabemos ni lo que es nuestra vida, ni lo que es la muerte, ni lo que es Dios, ni lo que somos nosotros mismos.‖ (Blas Pascal, Pensamientos)

―Y vosotros, ¿quién decís que soy?‖ (Mr.8:29)

―Que nadie diga: ―Acepto que Jesús era un gran moralista‖, pero no que fuera Dios. Una persona que fuera meramente humana y dijera las cosas que Jesús dijo,

no sería un gran maestro de moral, sino que sería, o bien un loco, o el diablo en persona.‖ (C.S. Lewis)

―Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por él.‖ (Jn.3:17)

INTRODUCCION

¿Qué haremos con Jesús? ¿Es Jesús ―la respuesta‖ para el mal que hay en el mundo? ¿Es Jesús ―la única esperanza‖ para nuestro continente sufriente? ¿Es ―Jesús‖ el nuevo nombre de Dios, que se manifiesta como Padre, Hijo y Espíritu Santo? ¿Es Jesús el hombre por excelencia, mas no Dios? ¿Es Jesús un demiurgo, un dios creado, el Creador de todo, mas no el Padre?

A través de la historia de la iglesia, se ha luchado con la figura de Jesús. ¿Quién realmente fue? ¡Cuántas ideas han surgido, que hoy confunden a la iglesia! En cada generación ha estado latente el deseo de presentar a Jesús de una manera que satisfaga a esa generación. Un pastor alemán, Bonhoeffer, encarcelado durante la 2ª Guerra Mundial por oponerse al nazismo, desde la cárcel se preguntó, ¿quién es Cristo verdaderamente para nosotros hoy?

El teólogo alemán Helmut Thielicke comentó sobre las tantas veces que la figura de Jesús había sido ―horriblemente mutilado‖, a fin de satisfacer el gusto de cada época. Es como si Cristo haya sufrido repetidas crucifixiones, decía, que haya sido golpeado y desfigurado por los tantos sistemas filosóficos y religiosos de la historia.

Veamos algunos de estos intentos históricos de reinterpretar a Jesús:

1. CONCEPTOS ESPURIOS DE JESÚS:56

1.1. Primero aparece el concepto del Jesús Asceta. No muy diferente a Juan el Bautista, vestido de piel de camello, descalzo, renunciando a los deleites de la mesa bien servida. Sería difícil reconciliar este concepto con la crítica que sus mismos contemporáneos le hicieran, ―He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino...‖ (Mt.11:19).

1.2. Luego está el Pálido Galileo. El hijo del emperador Constantino, Juliano ―el apóstata‖, quiso reinstalar en Roma el culto a los dioses paganos. En su lecho de muerte exclamó, ―¡Has vencido, Galileo!‖ Un poeta recogió la frase y la popularizó en un verso que incluyó la letra: ―Has vencido, oh pálido Galileo; el mundo se ha tornado gris con tu hálito‖. Y mucho del arte medieval refleja esta impresión: un Cristo con aureola, tez descolorida, ojos alzados al cielo, pies que apenas si alcanzan tocar el piso; en fin, un Cristo débil, sin color de vida, sufriente, derrotado.

1.3. La iglesia oriental, en contraste, dibujó un Jesús Cósmico. Ante el avance de los bárbaros, surgió la figura de un Jesús ―pantokrator‖, el Creador y Gobernador del universo. Pero tan arriba estaba su lugar, que hasta parecía desconectado con el mundo real, y con su propia humanidad.

1.4. En los siglos después de la reforma, ss. 17 y 18, los deístas pregonaron un Jesús Maestro de la Moral, todo humano, y nada divino. Tomás Jefferson en los Estados Unidos escribió libros negando los milagros, y explicando que Jesús fue un magnífico guía para la ética humana.

1.5. Ya en el siglo XX hay más versiones espurias. Está, por ejemplo, Jesús el Payaso de la obra teatral Godspell: que pasa el tiempo cantando y bailando. Capta el gozo de Jesús, pero no su misión. Del mismo orden fue la película Jesucristo Superestrella, que en el Getsemaní quedó dudando sobre quién al fin era: ―Antes estuve muy inspirado; ahora sólo estoy triste y cansado‖.

56 Ver el libro de John Stott, El cristiano contemporáneo, “Introducción”.

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1.6. No faltó quien inventara a Jesús el Empresario. Éste era un hombre bronceado por el sol, musculoso, activo, sociable, que dominó los secretos del éxito en los negocios. Si desde los 12 años ya decía: ―En los negocios de mi Padre me es necesario estar‖.

1.7. Está también Jesús el Economista, de George Bernard Shaw, y una 2ª versión como Jesús el Capitalista, promotor de la propiedad privada.

1.8. Jesús el Socialista no podía faltar. Un líder sindical en los EE.UU dijo: ―Creo en Jesús, pues estoy convencido de que fue un socialista‖

1.9. Jesús el Revolucionario es muy popular en nuestra América Latina como una especie de Ché Guevara del Siglo I, con todo y barba negra y ojos que destellan energía. Su acción más remembrada fue la de volcar las mesas de los cambistas en el templo. Este Jesús apoyó la lucha entre las clases, luchó en contra de los ricos y los influyentes, y se identificó con las masas oprimidas. Quiso hacer una distribución equitativa el dinero.

1.10. Y Jesús el Mago, es ahora un concepto que cobra vigor. Pinta a Jesús como un experto en los símbolos y secretos de la magia egipcia. Los cristianos primitivos (se dice) destruyeron documentos antiguos que dicen que Jesús estudió en Egipto la magia, luego vino a Palestina y se hizo famoso con los actos portentosos con los que impresionó a la gente.

2. JESÚS ES EL SEÑOR

El credo más corto de la iglesia es el más antiguo: ―Jesús es el Señor‖, en el griego 2 palabras: Kýrios Iesoús. Los que lo afirmaban eran recibidos en profesión de fe y bautizados, pues "si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo" (Rom 10:9). Hay un pasaje en particular que presenta el significado profundo de este pequeño credo: Fil.2:9-11. Estos versos son el clímax de lo que probablemente fue un himno a Cristo, cantado por la iglesia primitiva, y que Pablo aquí cita. Quiero enfatizar 3 conceptos en particular que se desprenden del himno, himno con imprimátur apostólico:

2.1. PABLO SE REFIRIÓ A JESÚS CON UN TÍTULO DE DIOS: KÝRIOS, “SEÑOR” A veces servía la palabra como un simple título de cortesía, como cuando la Magdalena creyó que Jesús era el

hortelano. Pero los discípulos comúnmente llamaron con este título a Jesús. Es muy significativo, pues desde el año 200 a.C., estudiosos judíos habían traducido el A.T. del hebreo al griego (la versión Septuaginta).

Hubo tanta reverencia por el nombre sagrado de Yahvé (YHWH), que ni lo querían pronunciar. Sustituyeron en su lugar la frase ho kýrios, ―el Señor‖. Por eso nunca leemos ―YHWH‖ en el N.T., aun cuando se esté citando un pasaje del A.T. que usa ese nombre. En su lugar invariablemente está ―el Señor‖. En círculos judíos, éste era el término griego para hablar de Yahvé, el Creador del universo.

Es muy significativo que los discípulos, conociendo este uso del término ho kýrios, todavía así no tuvieron ningún escrúpulo para aplicarlo a Jesús. En su medio, era igual a decir: ―Jesús es YHWH‖, o sea, ―Jesús es Dios‖.

2.2. PABLO APLICÓ A JESÚS UN TEXTO DE DIOS: ISAÍAS 45:2 ―Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda

rodilla, y jurará toda lengua.‖ Audaz es Pablo (o el compositor del himno citado) al tomar este texto de Isaías y aplicarlo a Jesús. El homenaje en referencia se debía dar a YHWH: sería un homenaje universal (―toda rodilla‖).

Semejante aplicación se da al texto de Joel 2:32, ―Y todo aquel que invocare el nombre de YHWH será salvo‖. En este caso, Pedro en el día de Pentecostés lo traduce como ―Señor‖, y luego lo aplica a Jesús: ―bautícese cada uno...en el nombre de Jesucristo...y recibiréis el don del Espíritu Santo‖ (Hch.2:21,38).

2.3. PABLO EXIGIÓ PARA JESÚS UNA ADORACIÓN A DIOS Como quiera que se interprete lo de la confesión de la lengua al Señor, es indiscutible que el doblar la rodilla es

indicación de culto. En el N.T. regularmente se dirigían plegarias a Jesús, como en el caso de Pablo que oró a ambos: al Dios Padre y al Señor Jesucristo.

Por ejemplo, ―Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo‖ (1Ts.1:1b); y, ―el mismo Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesucristo, dirijan nuestro camino a vosotros‖ (3:11). Hablando del Primogénito en el mundo, el autor a la carta a los Hebreos dice, ―Adórenle todos los ángeles de Dios‖ (1:6).

Es evidente que la iglesia primitiva practicó la Cristolatría (adoración de Cristo) antes de desarrollar su Cristología (la doctrina de Cristo). Pero si Jesús no fuera Dios, estarían practicando la idolatría. Dicho sea de paso, éste fue uno de los argumentos que Atanasio usó en el s. IV para rebatir a los arrianos, que negaban la plena divinidad a Jesús.

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De modo que los autores del N.T. nunca cuestionaron la validez de lo que para los judíos tradicionales era una afirmación osada, atrevida e incluso blasfema: que Jesús es Dios. Cuando fue cuestionada la doctrina de la justificación sólo por la gracia, sin las obras de la ley, Pablo la defendió vigorosamente. Pero nunca aparece que defendiera la doctrina del señorío divino de Jesús, la doctrina de que solamente hay un Señor, y es Jesús el Cristo. No la tuvo que defender, puesto que nadie la cuestionaba. O sea, ya a pocos años de la muerte y resurrección de Jesús, la doctrina de que Jesús era Dios ya formaba parte integral de la fe y de la iglesia del N.T., y fue una doctrina que nunca se cuestionó.

3. JESÚS ES DIOS Así como los pasajes arriba citados, hay muchos más. Veamos algunos:

3.1. JUAN 1:1 ―En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.‖ Los comentarios más pertinentes serían: a) La traducción ―el Verbo era Dios‖ es la correcta. Para los que no sepan griego, podrían dejarse engañar por los

(falsos) Testigos de Jehová, quienes argumentan que en el griego no aparece el artículo definido, por lo que debe traducirse, ―el Verbo era un dios‖. Sucede que en el griego ambos términos, Dios y Verbo, están en el nominativo. Por lo que la voz con el artículo funciona como el sujeto de la oración, y la otra viene a ser el atributo del sujeto. O sea, ―el Verbo‖ (con su artículo) es el sujeto, y ―Dios‖ sin artículo es el atributo del sujeto. La traducción es correcta: ―El Verbo era Dios.‖

b) La voz ―Verbo‖, en griego lógos, también significa deidad, para un judío. Mientras los griegos usaban este concepto (y el de sofía, ―sabiduría‖) en forma impersonal, los judíos lo personalizaban y lo aplicaban a Dios. Por ej., en el Salmo 33:6 se dice que ―por la palabra de YHWH (en hebreo, dabar Yahvé) fueron hechos los cielos‖. La palabra es el Verbo.

c) La frase ―En el principio‖ en ambos versículos (1 y 2), indica la preexistencia del Verbo, o sea, de Jesús. Desde el principio del tiempo, y antes de la fundación del mundo, Jesús estaba con Dios Padre.

d) Los verbos ―era‖ y ―fue hecho‖. Las cosas que tuvieron principio se dice que ―fueron hechas‖, en griego egéneto, que habla de algo creado. Pero siempre que la referencia es el Verbo, Juan evita cuidadosamente usar ese verbo, y en su lugar usa el verbo ser en su tiempo de pasado continuo, ―era‖, en griego en. El pasado continuo es precisamente eso, un tiempo continuo; no indica que haya inicio. Sólo en el v.14 ya se usa ―fue hecho‖ para el Verbo, pero eso por su encarnación, que fue dentro de la historia y el tiempo. Pero antes, en la eternidad, Jesús el Verbo ―era‖.

3.2. JUAN 1:18 ―A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.‖ Los manuscritos más antiguos leen ―el unigénito Dios‖ (monogenés theós en griego). La Nueva Versión Internacional refleja esto con la traducción, ―el único Hijo, que es Dios y que está al lado del Padre...‖ O sea, de cualquier forma, este texto claramente indica a Jesús como Dios, junto con el Padre.

3.3. OTROS TEXTOS QUE DECLARAN LA DEIDAD DE JESÚS

Jn.20:28, ―Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío.‖

Hch.20:28, ―...para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.‖ Hay manuscritos más antiguos y fidedignos que en lugar de ―Señor‖ se lee ―Dios‖, y así lo traduce la Nueva Versión Internacional: ―Sean pastores de la iglesia de Dios, que él compró con su propia sangre.‖

Rm.9:5, ―...de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos…‖

2Ts.1:12, ―Para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.‖ Una más fiel traducción sería, ―por la gracia de nuestro Dios y Señor Jesucristo‖, uniendo así los dos conceptos, ―Dios‖ y ―Señor‖, pues ambos son referencias a la persona de Jesucristo.

1Tm.3:16, ―Dios fue manifestado en carne...‖

Tit.2:13, ―Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.‖

Heb.1:8, ―Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo, cetro de equidad es el cetro de tu reino.‖

1Jn.5:20, ―Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.‖

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¿Puede algo ser más claro? Evidentemente los autores del N.T. creyeron que la persona que en carne conocieron como Jesús de Nazaret, era en realidad Dios. Por supuesto, no Dios invisible, sino Dios hecho carne, en forma humana, con gloria velada, pero sí, el Creador del universo, Dios.

¡Cuánta confianza podemos tener en él y en su precios promesa cuando dijo: ―...porque yo vivo, vosotros también viviréis‖! (Jn.14:19). Como verdadero hombre, sabe perfectamente bien cuán fuertes son las tentaciones nuestras, y está siempre dispuesto a venir en nuestra ayuda y darnos el poder para vencer (Heb.2:18). Y como verdadero Dios, garantiza su amor para los escogidos y la realización de todas sus promesas, porque es fiel (1Jn.1:9 y Heb.2:17), y vive por siempre jamás sin cambiar (Heb.13:8 y Ap.1:8). En palabras del Credo Niceno: ―Creo...en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, Luz de Luz, verdadero Dios de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consubstancial con el Padre; por el cual todas las cosas fueron hechas, el cual por amor de nosotros y por nuestra salud descendió del cielo...‖ 4. JESÚS NO ES ARRIANO (ES EL YHWH DEL A.T.)

Arrio (256-336 d.C.) tuvo problemas, como muchos de nosotros, con la doctrina de la Trinidad, no pudiendo aceptar que 3 fueran 1. De modo que hizo diferenciación: YHWH es el único Dios eterno, Jesús fue su Hijo, un ser creado, creador del resto de la creación, el ―Logos‖, de una esencia similar (griego, homoiousios) a la de Dios, pero no la misma (homoousios). Atanasio, y posteriormente Agustín, lucharon en contra de esta noción, y el Concilio Ecuménico de Nicea (325) fue la que decidió el asunto y nos dio la declaración que sigue siendo oficial en las iglesias cristianas de teología ortodoxa (la que citamos en la página anterior).

Por un tiempo pareció haber desaparecido esta doctrina, pero con los llamados ―Testigos de Jehová‖ ha revivido en tiempos modernos. Esta secta incluso tiene su propia ―Biblia‖, la versión ―Mundo Nuevo‖, en la que se cuida que a Jesús no se le identifique con Dios Padre, o sea, con YHWH. Pero el esfuerzo es engañoso, pues en todo Jesús es el YHWH del A.T. El Dios del A.T., conocido por el pueblo del pacto como YHWH (de los ejércitos), ahora se revela visiblemente en la persona de Jesús, el Mesías. Les invito a que consideren lo siguiente como confirmación de esta tesis:

4.1. HABÍA MÁS DE UN “YHWH” EN EL A.T. Por ejemplo, Zc.2:8-11. ―Porque así ha dicho YHWH de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones...porque el que os toca, toca a la niña de su ojo.‖ Aquí está hablando YHWH, y dice que va a ser enviado por ―él‖ a las naciones. En el verso 9, aparece la frase, ―...sabréis que YHWH de los ejércitos me envió‖. Entonces el que envía es YHWH, y el enviado es también YHWH, y no pueden ser la misma persona.

Por si hubiere duda, repite la idea en los v.10 y 11. ―Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho YHWH....y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que YHWH de los ejércitos me ha enviado a ti.‖ Nuevamente, YHWH es el que envía, y el enviado es también YHWH, quien mora en medio del pueblo. Dos YHWHs, evidentemente uno es el Padre, 1ª persona de la Trinidad; y el otro es el Hijo, 2ª persona de la Trinidad. El mismo dijo en muchas ocasiones que el Padre lo había enviado: ―como el Padre me envió, así os envío‖, etc.

Recordamos la figura del ―Ángel de YHWH‖ en el A.T. Un enviado que más que ángel, es Dios, se identifica como Dios, habla como Dios y recibe la adoración que a Dios se da. Estas ―teofanías‖ (manifestaciones de Dios) son ni más ni menos nuestro mismo Salvador Jesús, obrando en tiempos del A.T. La nube de gloria que guió al pueblo en el desierto, y que llenó el tabernáculo, y luego el templo, también era ―teofanía‖, obra de Jesús. Por ello Juan dice, ―Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó [tabernaculó] entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad‖.

Jesús, pues, es quien revela al Padre a los humanos. Jesús fue el ―Angel de YHWH‖ a quien varios del A.T. pudieron ver (Hagar, Abraham, Jacob, Gedeón): un mensajero que al mismo tiempo era DIOS, no un simple ángel. Jesús dijo, ―A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo [Dios] que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer‖.

¿Qué diremos, pues, de los textos que hablan de Jesús como ―Hijo‖, como ―engendrado‖? ¿No implican estos que Jesús es de cierto modo inferior al Padre, después del Padre, etc.? Recordemos lo dicho en otros estudios: el ser humano sufre cuando tiene que hablar de Dios y su naturaleza. Es que no existen las palabras en el vocabulario humano que pueda corresponder con exactitud a lo que Dios es en sí mismo. Así es con la relación entre la 1ª persona y la 2ª persona de la deidad. Usamos los términos ―Padre‖ e ―Hijo‖ pero eso es lenguaje humano, no necesariamente divino. Sirven para algo, pero no le llegan al todo. Y lo que sí muestran, es que hay una relación entre los dos, para nosotros misteriosa, pero que por revelación divina nos la comunica como relación de Padre e Hijo, pero en el sentido de divinidad, no de humanidad. O sea, para ninguno hubo comienzo o fin. Esta relación es una relación eterna. ¡Jesús es Hijo eterno del Padre! Si se habla de ―generación‖, o ―unigénito‖, pues también es una generación eterna.

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Es la relación social de amistad, unión e igualdad que se guarda en la divinidad, que siempre han guardado, y que por siempre guardarán. ¡Aceptémoslo así!

4.2. JESÚS ES TAMBIÉN EL “YO SOY”.

Antes que Abraham fuese, YO SOY, dijo Jesús. Y las demás enseñanzas de Jesús: ―Yo soy la puerta‖, ―Yo soy el camino, la verdad, y la vida‖, ―Yo soy el buen Pastor‖ (ecos de ―YHWH es mi pastor...", ―Yo soy el agua de vida‖, ―Yo soy la resurrección y la vida‖, etc., etc. Todavía advirtió Jesús, ―...si no creéis que YO SOY, en vuestros pecados moriréis‖ (Jn.8:24). Jesús es Dios de Dios, ¡créelo!

5. JESÚS NO ES SABELIANO (NO ES "MODALISTA")

Otra discusión que tuvo la iglesia antigua sobre la naturaleza de Dios fue sobre las ideas de un tal Sabelio que por proteger la unidad y la singularidad de Dios, enseñó que Dios se reveló de 3 distintas maneras, o modos. Primero se reveló como el Padre, el creador de todo, quien también como legislador dio la ley a Israel. Luego, cuando quiso efectuar la obra de salvación, dejó de revelarse como Padre y tomó la forma de Hijo. A su vez, habiendo completado su obra como Hijo, tomó la forma, o modo, del Espíritu Santo. De modo que no son 3 personas, sino 3 modos de revelación, y una sola persona. Algunas iglesias ―unitarias‖ enseñan que el nombre de esta persona, el nombre de Dios, es Jesús. De modo que Jesús es el Padre, Jesús es el Hijo y Jesús es el Espíritu Santo, según requiera la ocasión.

Reflexionando sobre esto, apreciamos el celo por preservar la unidad de Dios y evitar el poli- o tri-teísmo (3 dioses), lo cual sería una grave herejía. Su deseo de ser fiel a la revelación bíblica es loable. Y ¡qué bueno que quieran defender la divinidad de Jesús! Donde me da trabajo pensar (y es porque estamos hablando de un misterio, que la mente humana no alcanza sondar), es: ¿Cómo evadir los hechos tan obvios de que hay más de una persona en escena? Hablamos ya de Zacarías 2, del YHWH que envía, y el otro YHWH que es enviado. Ahora, con la venida de Jesús al mundo notamos, entre otras cosas que podrían comentarse, que:

a) Jesús es el enviado del Padre; b) Jesús viene del Padre, y vuelve a él; c) Jesús recibe el mandamiento del Padre; d) Jesús hace la voluntad del Padre; e) Jesús ama al Padre, y es amado por él; f) Jesús dirige su oración al Padre; g) Jesús usa los pronombres ―tú‖ y ―él‖ al hablar con, y del, Padre; h) Además, está implícito en los mismos términos ―Padre‖ e ―Hijo‖. i) En el bautismo de Jesús y en la transfiguración se escuchó la voz del Padre, y no era Jesús que hablaba,

sino hablaba acerca de su Hijo.

Para pensar correctamente al respecto, es preciso tomar todos los datos que nos ofrece la Biblia, pues ella contiene lo que Dios ha querido revelarnos acerca de sí mismo. En otra plática hablaremos más específica-mente sobre la Trinidad. Por ahora, basta decir que Jesús es Dios Hijo, la 2ª persona de la Deidad, mismo Dios como es el Padre. El Padre ha dado juicio al Hijo, ―para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió‖ (Jn.5:22-23). 6. JESÚS ES EL SALVADOR

Jesús no sólo es el Señor, no sólo es divino, es también el Salvador. El cristianismo en esencia una religión de rescate; se dedica a anunciar las buenas nuevas de salvación. ¡Qué grandes bendiciones nos ofrece Dios! Pues la salvación, en una palabra, es libertad, o liberación en 2 sentidos: ser libres de, y ser libres para. Libres de la pena de muerte por nuestros pecados, libres de la culpa y de una conciencia acusadora, libres para entrar a una nueva relación con Dios, reconciliados, perdonados, adoptados como hijos. Libres de la esclavitud del poder del pecado, libres para tener nuevos propósitos en la vida; libres de las cadenas del egoísmo, libres para servir desinteresadamente a Dios y al prójimo. Y un día pronto, seremos libres de la vanidad de la carne, el dolor y la muerte, y libres para entrar a un nuevo mundo bienaventurado de inmortalidad, belleza y gozo in-decibles. La salvación consiste en todo esto, y mucho más.

Fue para asegurarnos estos beneficios salvíficos que Jesús vino al mundo, murió en la cruz y resucitó de la tumba. No fue nuestra la iniciativa, sino de él: ―Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido‖ (Lc.19:10).

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Jesús se comparó a un pastor que deja su rebaño por ir en pos de la oveja descarriada. No piensa en abandonarla, esperando que la oveja halle el camino al redil; no, sino que arriesga su vida para irla a buscar (Lc.15:1-7).

Es más, el Buen Pastor, su vida dio por las ovejas (Jn.10:11,15). Dios estaba en Cristo, identificándose con el hombre pecador, tomando nuestro lugar, asumiendo nuestra culpa, pagando nuestra pena, y muriendo nuestra muerte, para que fuéramos perdonados y pudiéramos recibir nueva vida en él.

Luego resucitó de la tumba, rompiendo así el poder de la muerte y asegurándonos la permanencia de su obra de salvación. De principio a fin, es todo por gracia. Sin merecer nada de esto ninguno de nosotros, que él lo quiera hacer, es incomprensible. Por eso cantamos, ―¡Maravillosa gracia!‖ 7. JESÚS ES NUESTRO (CONCLUSIÓN)

La frase apostólica casi inevitablemente reza, ―nuestro Señor Jesucristo‖. No hagamos caso omiso del adjetivo; casi pasa desapercibido, pero es tan significativo. Desde tiempos del A.T. el pueblo de Dios usaba con regularidad el pronombre posesivo ―mi‖, al expresar su relación con Dios. ―YHWH, roca mía, y redentor mío‖; ―YHWH es mi pastor‖; ―YHWH es mi luz y mi salvación‖; ―es mi refugio‖; ―Dios mío eres tú‖; ―esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré‖, etc.57 En el N.T. se puede gozar ahora de una relación personal con Jesús. Por ejemplo, Pablo:

―Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo‖ (Fil 3:8).

Y Pedro habla también de esta relación íntima, y no sólo para él, sino también para los lectores de su epístola:

―Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo indecible y glorioso, pues están obteniendo la finalidad de su fe, la salvación del alma‖ (1ª Ped 1:8, NVI).

¡A él sea la gloria! Amén.

57 Salmos 19:14; 23:1; 27:1; 62:2; 63:1; 91:2.

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TEMA 7

DIOS ESPÍRITU SANTO (DAVID LEGTERS M.)

―Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor,

sino que habéis recibido es espíritu de adopción.‖ (Rom. 8:14-15)

―Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.‖ (Jn. 15:26)

―Delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.‖ (Apoc. 4:5)

―Evangelismo sería una tarea imposible, sin el Espíritu Santo, el Dios Evangelista.‖ (David Wells)

1. SERMÓN TEXTUAL / NÚMEROS 11:16-29 En esta hora, y para esta conferencia en particular, que debe versar sobre el Espíritu Santo, la 3ª persona de la

Trinidad, quiero hacer algo diferente a las pláticas anteriores. Más que nada, el Señor ha puesto en mi corazón un mensaje de su Palabra, y lo que quiero compartir con Uds. Conforme haya tiempo después, añadiré alguna información más sobre el tema. Bien, el título de la meditación en esta hora es: ―DOS ISRAELITAS MEXICANOS‖

Y en seguida van a entender el porqué del título, pues allá en México tenemos fama de casi siempre llegar tarde a cualquier cosa. Los norteamericanos tendrán su hora americana; nosotros los mexicanos estamos a gusto con nuestra ―hora mexicana‖. Bien, vayamos a la Palabra de Dios. Abran sus Biblias en Núm. 11, y leeremos los versos del 16 al 30; nos ponemos de pie para leer esta porción de su Palabra. INTRODUCCIÓN: Las controversias en las iglesias sobre el E.S. La falta de poder en las iglesias – y en nuestra vida – por no tener la llenura del Espíritu Santo.

¿Sufres de Sequedad, Amargura, Negligencia, Testarudez y Orgullo, en lugar de ser Sabio, Alegre, Noble, Trabajador y Obediente. ¿Cuánto quieres en verdad ser lleno del E.S.? El E.S. es el regalo de Dios para el poder en la vida cristiana. Pero ¿cómo entender al E.S.? El pasaje (narrarlo de nuevo) nos muestra por lo menos 5 características del Espíritu de Dios: Y vamos a deletrear la palabra S-A-N-T-O, porque así es el E.S.

I- Soberano: (v.28, ―Señor mío, Moisés, impídelos‖) – su PERFECCIÓN

Al E.S. no se le dicta, no se le controla, no se le ordena, no se le prohibe; él es soberano. Hace lo que quiere, donde quiere, cuando quiere, en la forma que quiere. ―El viento sopla de donde quiere.‖ Ref.: Is. 40:13, ―¿Quién enseñó al Espíritu de YHWH, o le aconsejó...? Rm.. 11:33-36 ―¿Quién entendió la mente del Señor...su consejero?‖ Sorprende: Le gusta sorprender a sus hijos. Hace cosas que no nos imaginaríamos. A veces rompe con las tradiciones, los ―reglamentos‖. Eldad, Medad (los 2 israelitas mexicanos que llegaron tarde a la cita) estaban aún en el campamento, camino al templo. No era lo usual, lo esperado, pero allí los tomó el E.S., para sorpresa de todo mundo.

II- Arriba: (v.17,25, ―yo descenderé; YHWH descendió‖) - SU PROCEDENCIA El Espíritu de Dios viene de arriba, es celestial, de gloria y santidad.

Procede del Padre, es enviado por el Hijo

Ref.: Sal.144:5 ―Oh, YHWH, inclina tus cielos y desciende‖

Is.64:1, ―¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras...!‖

Gn.28:12, ―una escalera...ángeles de Dios subían y descendían...‖

1Co.2:12, ―no recibimos el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido.‖

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El Espíritu viene de arriba para abajo; en cambio, hay muchos espíritus de Abajo, espíritus engañadores, de confusión, división, y también de poder, que imitan al E.S., pero NO son de Dios. Hay que distinguir: Mr.13:22 falsos profetas harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos; (Ap.13:13-14). Ef.6:12, nuestra lucha es contra huestes espirituales de maldad... Las sectas, divisiones, brujería, vudú, budas, etc., etc.

III- Necesidades: (v.17,18) - SU PROVISIÓN

Espirituales: ―llevarán contigo la carga‖; ―santificaos para mañana

Materiales: ―comeréis carne‖ (v.18-20) El Sr. conoce nuestras necesidades; se apiada de nosotros; sabe si sufrimos de cansancio, hambre, etc. El E.S. viene para llenar las necesidades de su pueblo. La necedad la cambia en sabiduría; la nada lo convierte en mucho; la noche la ilumina con su luz. El E.S. vela por su pueblo, para llenar sus necesidades.

IV- Testifica: (v.25b, ―profetizaron y no cesaron‖) - SU PALABRA Ref. Jn.15:26-27a) ―Cuando venga el Consolador,...el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también... 2 lecciones:

El E.S. apunta siempre a Cristo, no llama la atención a sí mismo;

El E.S. hace que demos testimonio. La señal de una iglesia llena del E.S. es que testificará de Cristo. Hch.1:15 y 2:1,4, Los 120 fueron llenos del E.S. y dieron testimonio Hch.1:8, ―Recibiréis poder...y me seréis testigos. Joel 2:28-29; Ahora (en la iglesia) se ve cumplida esta profecía Nm.11:29, Ahora se cumple el deseo de Moisés: ―Ojalá todo el pueblo... fuese profeta, y que YHWH pusiera su espíritu sobre ellos‖. Todos, deben dar testimonio, en todo el mundo, con toda autoridad, y en todo tiempo. Dar testimonio es decir lo que ha hecho Dios contigo.

V- Omnipotente: (v.23,31 ¿se ha acortado la mano de YHWH?) SU PODER Ref. Jn.3:34, ―Dios no da el Espíritu por medida‖. No hay fuerza que lo iguale; es omnipotente porque es Dios; él da la victoria; vence hasta al más fuerte (al maligno, a la muerte) Obras: Increíble: un gran milagro. Ni Moisés se lo imaginó (v.21). Dios puede hacer grandes cosas, y cuando quiere, las hace. Pero no es modelo este caso para todos. Nunca más volvió a hacer esto el E.S. ni en las hambrunas de los tiempos de Elías, y de la iglesia en Palestina C/caso es diferente. Pero eso sí, LA MANO DE DIOS NO SE HA ACORTADO

CONCLUSIÓN: Desde que recibimos al E.S. y fuimos bautizados con él (por Cristo), tenemos el Esp, y debemos andar en el Esp, pues de lo contrario no seríamos de Cristo (Gal.5:13-25); más bautismos, no; más llenura, sí (Ef 5:18). ¿Cuánto quieres ser lleno del E.S.? El ejemplo de Esteban como estímulo (Hech 6:8-10)

Fue varón lleno de fe y del E.S. (v.5);

Fue lleno de gracia y de poder (v.8);

Fue irresistible su sabiduría en su testimonio (v.9-10). Decisión: A orar todos los días: ―Señor, lléname de tu Santo Espíritu por el día de hoy. Quita de mi vida todo lo que pueda estorbar, y lléname de tu influencia, tu gracia, tu poder, tu amor. ¡Lléname de tu Espíritu!...‖

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2. SUPLEMENTO TEOLÓGICO Para demasiados cristianos el E.S. es el Gran Desconocido, la Santa Incógnita, el Totalmente Escondido.

¿Qué podemos entender de él?

2.1. ESPÍRITU SANTO” ES UN NOMBRE. (NO ES UN TÍTULO; ES ¡UN NOMBRE!)

2.1.1. ESPÍRITU ―Espíritu‖, ruach en hebreo y pneuma en griego: viento, soplo, aliento, hálito, vida. Como con los nombres de

las primeras 2 personas de la Deidad (―Padre‖ e ―Hijo‖), asimismo con este nombre: nos revela una relación que existe dentro de la Trinidad. ―Padre‖ e ―Hijo‖ ambos, indican la relación que guardan. Del ―Padre‖ ―proceden‖--a la eternidad--las otras 2 personas, el ―Hijo‖ y el ―Espíritu Santo‖; eso es lo que intima el nombre ―Padre‖. Digo que lo ―intima‖, porque estamos usando vocabulario humano para hablar de una realidad supra-humana, muy diferente a la nuestra. El ―Hijo‖ es ―engendrado‖--a la eternidad--por el Padre, y también ―envía‖ al Espíritu; esto es lo que intima el nombre ―Hijo‖. De la misma manera, la 3ª persona de la Trinidad guarda una relación con el Padre y con el Hijo.

¿Qué nombre usaría Dios para intimarnos esa relación? No quiso usar (en su revelación escrita que nos ha dado) nombres como ―nieto‖, ―esposa‖, o ―mensajero‖ (por imaginarnos algunos). El término que escogió es ruach, o pneuma, o sea: ―Espíritu‖. Con este término Dios nos está indicando algo acerca de la relación que la 3ª persona guarda con las otras 2 dentro de la Trinidad, así como también algo sobre su manera de obrar ad extra, fuera de la Trinidad. Y lo que nos dice Dios es que la 3ª persona se llama: ―Espíritu Santo‖. Siendo Espíritu, es como si fuera un ―soplo‖, un ―hálito‖ consubstancial con el Padre, que procede del Padre y del Hijo. Es su soplo.

Esta es una relación tan íntima y personal que nos deja boquiabiertos y asombrados, y todavía sin entender mucho. Tratándose del ad extra, o sea, su modo de operación fuera de la Trinidad, ―Espíritu‖ indica el suave soplo sobre la creación que le da vida (Sal.104.30, ―Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra‖; Job 33:4, ―El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida‖). Indica también el suave soplo sobre los que están muertos en sus delitos y pecados, para darles vida en Cristo (Ez.37:5, ―Así ha dicho YHWH el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros y viviréis‖; Gl.6:8, ―Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna‖; y muchos otros más). 2.1.2. SANTO

―Santo‖, porque la santidad es un ―atributo‖ de la esencia divina igualmente compartida con el Padre y con el Hijo. Se le llama ―Santo‖, no porque la 3ª persona de la Trinidad tuviera esta cualidad más que las otras personas, sino porque él es el Autor de la santidad a través del universo entero. Si al Padre se le llama Creador, como Padre; y al Hijo se le llama Logos, o Revelador, como Hijo; al Espíritu se le llama Santificador, o Vivificador, como Espíritu Santo que es.

2.2. EL E.S. ES LA PROMESA.

Jesús, antes de morir, prometió a sus discípulos que el Padre (y él) les enviaría(n) ―otro Consolador‖ (Ayudador/Parákletos), ver Jn.14:16,26; 15:26 y 16:7. En un juzgado, se trataría del Abogado Defensor; pero en términos más generales es una persona que ofrece ánimo, consejo, apoyo, fortaleza. Por el calificativo ―otro‖, se entiende que sería un Ayudador como él (Jesús), y que repetiría la enseñanza que él (Jesús) empezó cuando sobre la tierra (16:7-15). No es fuente de nueva revelación; es intérprete, e iluminador de la revelación ya dada. No añade, sino trae a la memoria. No enfatiza lo suyo, sino sólo lo de Cristo.

2.3. EL E.S. ES UNA PERSONA. Este Ayudador hace cosas que sólo un ser personal puede hacer. Ya en el Antiguo Testamento se nos revela mucho acerca de la actividad del Espíritu Santo:

En la creación (Gn.1:2 y Sal.33:6);

En la revelación especial (Is.61:1-3; y Mq.3:8);

En la capacitación de ciertas personas para sus tareas (Ex.31:2-6; Jc.15:14-15; Is.11:2);

En la renovación del corazón y del espíritu (Sal.51:10-12 y Ez.36:25-27).

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Pero es el N.T. que nos revela que el Espíritu Santo es una persona divina distinta, co-igual con el Padre y con el Hijo. Se dice del E.S., por ejemplo:

Que habla (Hch.1:16; 8:29; 10:19; y 13:2);

Que enseña (Jn.14:26);

Que testifica (Jn.15:26);

Que escudriña (1Co.2:10);

Que quiere y decide (1Co.12:11);

Que intercede (Rm.8:26-27); y

Que puede ser entristecido (Ef.4:30)

Toda esta lista es de cosas que caracterizan a seres personales. Una simple ―fuerza‖ no hablaría, ni escudriñaría, ni

decidiría, ni se entristecería, por ejemplo, una persona, sí; un ente impersonal, no. En Hch.8:9-24 tenemos el caso de Simón el mago, que se dice haber creído en Cristo y era salvo, pero cayó en el error

de creer que el E.S. se podía comprar, y ofreció a los apóstoles dinero para que ellos le dieran ―ese poder‖ (v.19). Pedro respondió, ―Tu dinero perezca contigo...‖ El E.S. es, pues, una persona, no una fuerza. Si él está en nosotros, lo está todo, no la mitad, ni las ¾ partes.

En el N.T. se nos muestra al E.S. como miembro de la Trinidad, semejante en todo sentido al Padre y al Hijo, y, sin embargo, algo distinto a ellos. No significa de ningún modo, que haya 3 dioses; son 3 personas. Sin embargo, de una forma que trasciende y escapa a nuestro entendimiento, estas 3 personas son también una sola esencia.

2.4. EL E.S. ES DIOS. La divinidad del E.S se deduce por muchas razones. Entre ellas están:

La forma en que se nombran juntas las 3 personas: el Padre, el Hijo y el E.S., en las bendiciones de 2Co.13:14 y Ap.1:4-6; así como en la fórmula para el bautismo de Mt.28:19.

El mentir al Espíritu equivale a mentir a Dios, Hch.5:3-4, ―¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo...? No has mentido a los hombres, sino a Dios.‖

Se le llama ―los 7 espíritus‖ en Ap.1:4; 3:1; 4:5 y 5:6, por su plenitud de perfecciones, y por la diversidad de su obra en la iglesia en diferentes lugares, representada ésta por las 7 iglesias en Asia (Ap.1: 11-20). Sus perfecciones divinas fueron vislumbradas previamente en Zc.3:9 y 4:2,10. El número ―7‖ simboliza la perfección del Espíritu.

Se le atribuye al E.S. características de la divinidad, como son: a) Eternidad, ―mediante el Espíritu eterno...‖ (Heb.9:14); b) Omnipresencia, ―¿A dónde me iré de tu Espíritu?‖ (Sal.139:7); c) Omnisciencia, ―El Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios‖ (1Co.2:10; Lc.1:35 y Rm.8-11) d) Omnipotencia, en la diversidad de dones, ministerios y operaciones (1Co.12:4-6).

La similitud de las relaciones inter-personales de la Trinidad: El E.S. guarda la misma relación con Cristo, como la de Cristo con el Padre:

a) Así como el Hijo no tiene nada, ni hace nada, ni dice nada, pues todo lo recibe del Padre (Jn.5:26,30;16:15); de la misma manera el E.S. recibe todo de Cristo (Jn.16:13-14).

b) Así como el Hijo habla del Padre y lo glorifica (Jn.1:18; 17:4,6), de la misma manera el E.S. habla de Cristo y lo glorifica (15:26; 16:14)

c) Así como nadie puede venir al Padre sino solamente por el Hijo (Mt.11:27 y Jn.14:6); de la misma manera nadie puede confesar que ―Jesús es el Señor‖ sino solamente por el Espíritu (1Co.12:3). (Por eso, oramos al Padre...en el nombre de Jesús...con el poder del Espíritu)

d) El Espíritu Santo morando en nosotros es Dios en nosotros:

1Co.3:16, ―...sois templo de Dios...el Espíritu de Dios mora en vos.‖

2Co.6:16, ―sois el templo del Dios viviente...habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo‖. e) El Credo Niceno lo resume así:

―Y creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, procedente del Padre y del Hijo, el cual con el Padre y el Hijo juntamente es adorado y glorificado; quien habló por los profetas...‖

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2.5. EL E.S. TIENE UN PROPÓSITO: EL DE SER CRISTOCÉNTRICO.58

Glorificar a Cristo, Juan 16:13-14. Cualquier énfasis sobre la persona y obra del E.S. que nos aleje de la persona y obra de Jesús no es una actividad del E.S., sino de un espíritu espurio, del anticristo, cuya tarea es la de minimizar la persona de Cristo (1Jn.4:2-3). A pesar de la importancia del E.S, nunca debe ocupar el lugar de Jesús en nuestro pensamiento. Y siempre que el Señor Jesús es exaltado, allí la 3ª persona de la Trinidad está obrando. ¿Cómo glorifica el E.S. a Jesucristo? (4 áreas)

2.5.1. ENSEÑAR SOBRE CRISTO: 2 Pedro 1:21 y Juan 16:13

2.5.2. ATRAER A LAS PERSONAS A CRISTO. Sin esta actividad del E.S. nadie podría venir a Jesús (Jn.14:17) Hay que ―nacer de nuevo‖ (Jn.3:3), hay que

discernir espiritualmente (1Co.2:14). El E.S. es quien abre los ojos ciegos para que los no regenerados puedan ver la verdad, aclara sus mentes para que puedan entender lo que ven, y cariñosamente mueve sus voluntades hasta que lleguen a colocar su fe en el Salvador. El Catecismo Menor de Westminster sintetiza esta doctrina en una forma tan admirable (pregunta #31):

―Llamamiento eficaz es la obra del Espíritu de Dios, por la cual, convenciéndonos de nuestro pecado y de nuestra miseria, ilustrando nuestras mentes con el conocimiento de Cristo y renovando nuestras voluntades, nos persuade a abrazar a Cristo, que nos ha sido ofrecido gratuitamente en el Evangelio, y nos pone en capacidad de hacerlo. 2Ts.2:13; Hch.2:27; 26:18; Ez.36:26-27; Fil.2:13; Jn.6:37,44-45.

2.5.3. REPRODUCIR EL CARÁCTER DE CRISTO. Esto lo realiza el E.S. guiando a los cristianos a una mayor victoria sobre sí mismos; intercediendo por ellos

en la oración; y revelándoles la voluntad de Dios para sus vidas y ayudándoles a caminar en ella. Estos ministerios se combinan para producir el ―fruto del Espíritu‖, que es la vida de Cristo en cada uno de nosotros.

2.5.4. GUIAR A LOS CRISTIANOS AL SERVICIO, Y SOSTENERLOS EN ÉL. ¡A él sea la gloria! Amén.

58 Tomado de James M. Boice, Los fundamentos de la fe cristiana, Ed. Unilit, pp. 383-394

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TEMA 8

LA SANTÍSIMA TRINIDAD (DAVID LEGTERS M.)

―Y si la distinción de Padre, Hijo y Espíritu Santo que se da en Dios, porque es difícil de entender, atormenta y causa escrúpulos a algunos más de lo conveniente, acuérdense de que si nuestro entendimiento se deja llevar de la curiosidad, se mete en un laberinto; y aunque no comprendan ese alto misterio, consientan en ser guiados por la Sagrada Escritura. (Juan Calvino, Instituciones, I:XIII:21)

―Ninguna es antes de otra persona, ninguna después; ninguna es más, ninguna menos que otra; sino que todas las tres personas son co-eternas y conjuntamente iguales.‖ (Credo Atanasiano)

―La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. –Amén.‖ (2Co.13:14)

―Gloria demos al Padre, al Hijo y al Santo Espíritu; Como eran al principio, son hoy y habrán de ser, Eternamente, Amén‖ (Doxología ―Gloria Patri‖)

INTRODUCCIÓN

Meditar sobre las 3 personas de la Deidad es como caminar con el pensamiento por el Huerto del Edén, y pisar tierra santa. Nuestro mejor y más sincero esfuerzo de comprender el misterio incomprensible de la Trinidad siempre será en vano, y sólo la reverencia más profunda lo salvará de caer en la presunción.59

Pero Dios quiere que le conozcamos, pues por ellos se nos revela. Y Jeremías responde con fe y humildad: ―Alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy YHWH...‖ (9:24). Pero el que querremos--y podamos--conocerle no elimina la dificultad de la empresa, ni qué decir de tratar de explicarla. Dios sigue siendo Dios, y el hombre sigue siendo hombre. ¿Cómo hablar de la experiencia divina, en palabras que describen la experiencia humana? Sería imposible, excepto por una cosa: Dios en su gracia se ha ―rebajado‖ para hablarnos en nuestra experiencia humana: en carne humana (el Verbo encarnado) y en vocabulario humano (la Palabra escrita). En base a ello procedemos, no sin temor y temblor, pero sí con piedad, reverencia y asombro.

Les Thompson cuenta así una experiencia que tuvo en el Ecuador:60 ―Allí, en una iglesia rural, conocí a un pobre ciego con quien entablé amistad. Me preguntó cómo había llegado, ¿a pie o en burro o a caballo? Al decirle ―por avión‖, me metí en un problema complejo, ya que tal aparato era totalmente ajeno a su conocimiento (apenas si sabía lo que era un auto). ¿Cómo hablar de un aparato gigantesco cargado de gente que volaba como un pájaro, cuando nunca siquiera había visto un ave?‖

1. SU DEFINICIÓN Por ello, la necesidad de definir lo que se quiere decir, para no crear imágenes mentales imprecisas o de plano erróneas. Pensemos, pues:

1.1. “TRINIDAD”

La palabra ―Trinidad‖, sabemos, no aparece en la Biblia. Es un término inventado por un teólogo de habla latina, Tertuliano, cerca del año 220 d.C. Se deriva ya sea de tres-unus, o trinus, o del griego triás, una unidad que es 3, y 3 que son uno (no triplícitas).

Teófilo, obispo de Antioquía de Siria (168-183), fue el que primero usó el término griego triás. El papa Leo el Grande (390-461) explicó la Trinidad de esta manera: ―Un Dios sin división en una trinidad de

personas, y tres personas inconfundibles en una unidad de esencia.‖61 Tertuliano lo definió así: ―La Trinidad de Personas es una disposición en Dios o un orden que no cambia nada en la unidad de la esencia.‖62

Los Padres de Westminster63 (c. 1650) respondieron así a la pregunta: ¿Cuántas personas hay en la Divinidad? ―Hay 3 personas en la Divinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; y estas 3 personas son un solo Dios, las mismas en sustancia, iguales en poder y en gloria. Mt.3:16-17; 28:19; 2Cor.13:14; 1Jn.1; 5:18; Hch.5:3-4; Heb.1:3.‖

59 A.W. Tozer, The Knowledge of the Holy (“El conocimiento de lo santo”), Ed. Harper, p. 25. 60 Les Thompson, Más que maravilloso, libro en preparación, cap. 10 “Dios en grandiosa Trinidad”, introducción. 61 Ibid. 62 Tertuliano, Contra Praxeas, caps. 2,3; citado en Calvino, Instituciones, I:xiii:6. 63 Catecismo Menor, preg. #6.

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1.2. “PERSONA” Quizá éste sea el término que cause mayor dificultad. En nuestra experiencia humana, la persona es un alguien,

no un algo. O sea, es un ser que razona, tiene conocimiento, sentimiento y voluntad. Pero también, una persona es una, no 2, ni mucho menos 3. De modo que 3 no pueden ser uno, por lo menos no tratándose de personas. Y ¿cómo será en la experiencia de Dios? Si hay más de un ―ente‖, ¿cómo llamarlos?

En la época cuando la iglesia aún hablaba en su mayoría el griego (s. I y II de la era cristiana), se usó el término ousía, que tampoco tiene una traducción precisa en español. Es como un ―ente‖, y mayormente se tradujo como ―esencia‖. Por ello, la discusión del Concilio de Nicea (325 d.C.), sobre si Jesús era homooúsios (una esencia) con el Padre, o si sólo era homoioúsios (de esencia similar). Lidereados por personas de sólida convicción bíblica, como el obispo Alejandro de Cartago y su diácono (a la sazón) Atanasio, el Concilio se pronunció por la 1ª posición, y rechazó la opción de Arrio y los semi-arrianos que se pronunciaron por la 2ª.

Otro término que se ha manejado es ―hipóstasis‖, voz griega que significa ―sustancia‖. Éste sí aparece en el N.T. 5 veces: 4 veces se traduce ―confianza‖ (pues la etimología proviene de ―estar parado debajo de algo‖), en 2Co.9:4; 11:17; Heb.3:14 y 11:1. Pero en Heb.1:3, sí se traduce hipóstasis como sustancia: ―...la imagen misma de su sustancia‖.

Un término más que se ha usado es ―subsistencia‖, que sirve para señalar una cosa en distinción a otra, a una persona en distinción a otra. Cuando se aplica a la Trinidad, señala el modo de existencia que es particular a cada una de las personas divinas y la distingue de las demás.

Calvino dio esta definición de ―persona‖: ―Así, pues, por ―persona‖ entiendo una subsistencia en la esencia de Dios, la cual, comparada con las otras, se distingue por una propiedad incomunicable.‖64

2. SU DIFICULTAD

Estamos ahora frente a lo que se llama el misterio de la Santísima Trinidad, porque es difícil para la humana inteligencia entender cómo Dios siendo UNO, puede sin embargo, existir en TRES diferentes personas. Sólo la gracia de Dios impartida al corazón del creyente sincero, es capaz de llevarlo al convencimiento de esta gran verdad que vemos en la Santa Biblia y que nos sirve para entender mejor el precioso Plan de la Salvación.65

Me gusta cómo expresa el Dr. Nyenhuis la dificultad: ―Cuando tenemos que hablar de su naturaleza [la de Dios], nuestras palabras son insuficientes. Tenemos que afirmar que Dios es Trino, una Trinidad, y no tenemos la menor idea sobre lo que es eso. Quienes niegan la doctrina ¿tendrán razón cuando dicen que no es racional? No es que sea irracional, sino que es supra-racional.Y el ser humano, que es solamente racional (y a veces apenas lo es), ¿cómo va a entender lo supra-racional?‖66

No cabe duda que el Dios Trino no es de invención humana, pues el ser humano no haría un Dios tan ajeno a su

entendimiento, y tan lejano de su comprensión. El ser humano no experimenta ninguna analogía y no encuentra ninguna ilustración de la Trinidad, ni cabe en su imaginación. Solamente puede aceptar la auto-revelación de Dios y decir como respuesta: ―Así es Dios: tres y uno‖.

Además, el lenguaje humano no es suficiente para expresar verdades que son a la vez, tan altas y profundas. Por ejemplo, cuando se habla de Dios, ¿qué quiere decir ―esencia‖, o ―sustancia‖, o ―persona‖, etc.? Y si no sabemos el significado de los términos cuando decimos que la Trinidad es una sola sustancia (o esencia) y 3 personas, ¿qué es lo que hemos dicho?

El problema es, después de todo, nuestro orgullo intelectual: no que-remos aceptar lo que no cabe dentro de nuestro muy reducido entendimiento. Queremos ser nosotros mismos, la norma y pauta de la verdad, aun tratándose de la verdad de Dios. El ser humano quiere ser la medida de todo, aun de Dios. No quiere aceptar por Dios lo que él mismo no pueda entender y explicar, y que no esté sujeto a los alcances de su razón.67

Con toda su profundidad, la doctrina de la Trinidad es sencilla, aun-que no la podemos entender bien ni explicarla. La verdad es que hay solamente un Dios. Somos monoteístas de la índole más estricta. Sin embargo, afirmamos con la Biblia que el Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios. Los tres son igualmente Dios, pero hay solamente un Dios.68

64 Juan Calvino, Ibid. 65 Ezequiel Lango, Catecismo Menor explicado, Publ. El Faro, pp. 22-23. 66 Gerald Nyenhuis, El Fanal, Lo que creemos los cristianos, T. 1, Publ. El Faro, p. 47. 67 Los 3 párrafos anteriores han sido tomados casi textualmente de: Nyenhuis, Ibid., p. 48. 68 Este párrafo es de Nyenhuis, El Dios que adoramos, Ed. Unilit, pág.82.

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3. SU DESCRIPCIÓN Los primeros indicios de la Trinidad se hallan ya en las primeras páginas de las Escrituras, donde se emplea el nombre

Elohim (Dios, pero voz plural en el hebreo) con el verbo en singular. Si bien se puede decir que el plural en el hebreo a veces indica una intensificación por la majestad de Dios, de cualquier forma también se emplean verbos en plural, cuando Dios está hablando consigo mismo diciendo, ―hagamos, vamos, confundamos‖ etc, y el pronombre posesivo ―nuestro(a)‖. Luego la constante insistencia en las Escrituras de que Dios es UNO (―Oye, Israel: YHWH nuestro Dios, YHWH uno es‖, Dt.6:4), y que no tolera a ningún otro dios. Es preciso por ello notar que la Biblia, en su totalidad, insiste en que Dios es Uno. No cabe duda: hay solamente un Dios. Pero esto solo Dios es plural.

Es conveniente apreciar que la voz ―uno‖ en Dt.6:4, en hebreo es ―echad‖, que significa no uno aislado, sino uno en

unidad. Nunca en la Biblia hebrea se usa esta palabra para indicar una entidad singular y aislada. Se usa para hablar de un racimo de uvas, por ejemplo, o para decirnos que los individuos de Israel respondieron como un pueblo, o inclusive para hablar de la unión sexual en la que Adán y Eva se hicieron una sola carne.

Otras indicaciones en el A.T. de una distinción dentro de la Deidad:

Gn.19:24, ―YHWH hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de YHWH desde los cielos‖

Sal.110:1, ―YHWH dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra...‖

Os.1:6-7, ―Le dijo Dios...de la casa de Judá tendré misericordia y los salvaré por YHWH su Dios.‖

Is.61:1, ―El Espíritu de YHWH el Señor está sobre mí, porque me ungió YHWH...‖

Is.63:9-12, ―En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió...Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu, y él mismo peleó contra ellos. Pero se acordó de los días antiguos diciendo... ¿Dónde está el que les hizo subir del mar con el pastor de su rebaño? ¿Dónde el que puso en medio de él su santo espíritu, el que los guió por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria...?‖

Hg.2:5-6, ―Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis. Porque así dice YHWH de los ejércitos...‖

Pero es el N.T. donde se desarrolla plenamente la doctrina de la Trinidad, ampliando los conceptos ya prefigurados en el A.T. Como dijera San Agustín, ―El N.T. en el A.T está latente; y el A.T en el N.T está patente‖. Pareciera que ―Dios esperó hasta encarnarse en el Hijo para darnos esa revelación (enseñanza clara y asumida en todo el N.T.).

Vemos a un Dios en 3 personas en el bautismo de Jesús (la voz del Padre, el Espíritu que desciende como una paloma, y el Hijo que es bautizado). En las explicaciones que da a los discípulos, después del Aposento Alto, Jesús claramente habla del Padre y del Espíritu Santo; y también en la conocida fórmula bautismal. Comparen los pasajes siguientes. Mt.3:16-17; Rm.8:9; 1Co.12:3-6; 2Co.13:14; Ef.4:4-6 1Pd.1:2; Jd.20-21 y Ap.1:4-5.

4. SU DISTINCIÓN Aquí tenemos que meditar un tanto sobre la distinción de propiedades de las varias ―personas‖ de la Divinidad. ¿En qué se distinguen? Si vamos a afirmar que son de una sola esencia, iguales en poder y gloria, ¿en qué se diferencian, si acaso en algo? Si Dios es persona (como hemos venido afirmando), tiene un sentido de existencia que se expresa en: conocimiento, sentimientos y voluntad. Pero si tenemos 3 personas o subsistencias dentro de Dios, cada una también tendrá: conocimiento, sentimientos y voluntad. Ahora bien, en el caso de Dios, el conocimiento, los sentimientos y la voluntad de cada persona divina (Padre, Hijo y el E.S.) son idénticos. Habiendo dicho esto, por los nombres que Dios nos ha revelado, sabemos que existen dentro de la Deidad relaciones, relaciones que no podemos cabal-mente entender, pero al fin y al cabo, relaciones en un sentido muy divino. Por eso el orden bíblico invariablemente es: 1° Padre, 2° Hijo, 3° Espíritu Santo. Estas 3 personas están relacionadas entre sí de un modo que implica algunas diferencias. Así es como se nos dice que fue el Padre (y no el E.S.) quien envió al Hijo al mundo (Mr.9:37; Mt.10:40; Gal.4:4); y se nos dice que el Padre y el Hijo enviaron al Espíritu (Jn.14:26; 15:26 y 16:7). También en las operaciones ad extra (fuera de la Trinidad), los varios miembros de la Trinidad obran en forma conjunta. Comúnmente se adjudica la obra de creación al Padre, la de redención al Hijo, y la de santificación al E.S. En cuanto al Plan de Salvación, se dice que el Padre lo decreta, el Hijo lo ejecuta, el E.S. lo aplica. Hay mucho de verdad en todo esto. Sin embargo, sería mejor decir que cada miembro de la Trinidad coopera en cada una de estas obras.

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Por ejemplo, demos un breve repaso a estas obras de la trinidad:

No sólo el Padre creó el universo, sino también el Hijo (Jn1:3 y Col.1:16); y el E.S. se dice (por Job 33:4), ―el E. de Dios me hizo‖.

En la encarnación, las 3 personas colaboraron en unidad: el Hijo fue enviado por el Padre y hecho carne por intervención del E.S.

El ministerio de Jesús fue llevado a cabo en el poder del Espíritu y bajo la autoridad, dirección y aprobación del Padre.

Las 3 personas intervinieron en la expiación, como dice Heb.9:14 “Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios”

La resurrección es atribuida al Padre (Hch.2:32), al Hijo (Jn.10:17-18) y al E.S. (Rm.1:4).

La salvación que gozamos de la misma manera se atribuye a los 3: ―elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo‖ (1Pd.1:2).

El creyente goza asimismo de la presencia de Dios en su vida: el Padre está en el corazón del creyente; el Hijo está también, y el Espíritu por lo consiguiente (2Jn.2; Col.1:27; Gal.4:6).

¡Por eso bautizamos en el nombre del Padre, del Hijo y del E.S.!

Con todo, cada persona tiene su función particular, específica, su ―propiedad‖. El Padre, por ejemplo, es el que envía al Hijo al mundo, no el E.S. Es la voluntad del Padre la que quiere siempre hacer el Hijo, no la del E.S. Y por su parte, el E.S. glorifica al Hijo, mientras que el Hijo hace lo propio con el Padre. Calvino lo explicó así:

―Cada una de estas 3 subsistencias, comparada con las otras, se distingue de ellas con una distinción de propiedad. ...Al hacer mención de Dios, y sin determinar nada especial, lo mismo conviene al Hijo, y al Espíritu Santo que al Padre; pero cuando se compara al Padre con el Hijo, cada uno se diferencia del otro por su propiedad. ...Todo lo que es propio de cada uno de ellos es algo que no se puede comunicar a los demás; pues nada de lo que se atribuye al Padre como nota específica suya puede pertenecer al Hijo, ni serle atribuido.69

A través de la historia se ha pensado de muchas maneras de ilustrar que Dios es uno, pero existe en 3 personas. Yo no le doy mucho crédito a ninguna analogía humana o terrenal, pues más que aclarar, confunden y hasta engañan. Prefiero ni hablar de ellas. 5. SU DICHA La doctrina de la Trinidad, aun cuando misteriosa y profunda, más allá del alcance de la razón humana, es de sumo valor para el creyente. Además, ―es indispensable para la armonía y unidad de otras doctrinas mayores en el sistema cristiano‖.70 Podemos mencionar como botón de muestra, 3 áreas del pensar teológico que son vitalmente afectadas por esta doctrina:

5.1. LA EXISTENCIA DE DIOS ANTES DE LA CREACIÓN La doctrina de la Trinidad realmente es el único medio por el que se puede concebir racionalmente a Dios

existiendo en la eternidad antes de la creación del universo y del tiempo. Nos preguntamos ¿cómo fue para Dios esa existencia? Calvino refiere que ―...un buen anciano respondió muy atinadamente a uno de esos burlones, el cual le preguntaba con sorna, ¿De qué se ocupaba Dios antes de crear el mundo? En hacer los infiernos para los curiosos.‖71

El físico y filósofo Sir Arturo Eddington (m. 1944) sostuvo que el universo material tuvo un principio, pero no aceptaba la doctrina de la creación por un Dios personal, porque no podía imaginar la existencia de un sujeto personal sin un objeto, para luego, de repente, crear un universo. Sería una falta de consistencia en el mismo ser de Dios. Otros han luchado con este concepto, y Eddington por supuesto tenía en mente el concepto unitario de Dios, no el trinitario.

Bien, la doctrina de la Trinidad elimina por completo la dificultad. Si, como dice el catecismo, ―hay 3 personas en la divinidad; el Padre, el Hijo y el E.S.; y estas 3 personas son un solo Dios, las mismas en sustancia, iguales en poder y gloria‖, luego Dios como sujeto ha tenido por toda la eternidad su infinita objetividad, y dentro del existir eterno divino se han expresado, se expresan, y eternamente se expresarán los atributos personales del amor y confraternidad.

69 Juan Calvino, Ibid. 70 J. Oliver Buswell, Teología sistemática, Ed. Logoi, p. 107; citado en el apéndice del libro de Nyenhuis, El Dios que adoramos, “El valor de la doctrina

de la Trinidad”, p. 101. De hecho, toda esta sección está tomada de este apéndice. 71 Calvino, op. cit., I:XIV

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5.2. LA EXPIACIÓN POR CRISTO EN LA CRUZ. La doctrina de la Trinidad, asimismo, es la única manera por la que se puede concebir la ejecución de la expiación

por nuestros pecados. Si Dios es ―infinito, eterno e inmutable en su ser, sabiduría, poder, santidad, bondad, justicia y verdad‖ (como vimos en el estudio sobre la naturaleza de Dios), y de no haber Trinidad: ¿Cómo pensar en la encarnación, y que fue clavado en una cruz mientras la gente lo burlaba, que literalmente llevó nuestros pecados en su cuerpo, murió y fue al lugar de los muertos mientras su cuerpo permaneció en la tumba, que resucitó con su cuerpo de resurrección, ascendió al cielo para recibir ―un reino‖ y volverá para establecer su reino sempiterno? Sería imposible pensar y cuadrar todo esto, excepto en los términos de un Dios trino y uno.

Juan 3:16, por ejemplo ―Porque de tal manera amó Dios [Padre] al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito [la 2ª persona de la divinidad], para que todo aquel que en él cree [por medio de la convicción del E.S.] no se pierda, mas tenga vida eterna.‖ ¿Puede salvarnos cualquier tipo de Dios? ¡No, solamente el Dios de la Biblia, el Dios trino y uno: Padre, Hijo y Espíritu Santo, puede salvarnos!

5.3. LA COMUNIÓN DEL CREYENTE CON DIOS.

La doctrina de la Trinidad ilustra el significado de la comunión del cristiano con Dios: ―Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos hijos de Dios‖ (1Jn.3:1). Porque Dios es Padre, Hijo y E.S., entendemos que él es un Dios de amor y de comunión. Esto le da mayor relevancia a las palabras de Cristo, en el sentido de que Dios nos quiere tomar para sí mismo, para ser su propiedad, para nosotros tener comunión con él, y él con nosotros, y para que seamos miembros de su familia, la familia de la fe.

Pensar en esto nos debe dejar anonadados. ¡Qué maravilloso que el Dios de perfecciones infinitas, eternas e inmutables, nos quiera a nosotros, seres creados y finitos cual somos! Pienso en el futuro... ¿cómo será en la eternidad contemplar las riquezas infinitas de su amor y su sabiduría? ¡Cuánto empiezo a anhelar el cielo! ¿Cómo puede uno con tal herencia ser llevado por los desatinos y la locura de una vida mundana?

CONCLUSIÓN: Para terminar este estudio, hay que volver a recordar que podemos decir cosas valederas respecto de la Trinidad, porque están basadas en la revelación de Dios en su Palabra. No obstante, seguimos reconociendo que la Trinidad es un asunto para nosotros insondable. Es inexplicable con la lógica y la razón humanas. Si lo creemos, es porque la evidencia bíblica lo exige. Es una tan vasta doctrina, que nos humilla. Pero al mismo tiempo consideremos su importancia. Jesús dijo que Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. Lo hemos dicho antes: conocer a Dios es adorarle. Y si nuestra información, o nuestra imagen de Dios es la equivocada, nuestra adoración ha de ser afectada, o incluso ser inválida, como el culto que se rinde a los ídolos y a los dioses falsos. Casi todo defecto de culto surge de un correspondiente defecto en nuestra imagen de Dios. Por ejemplo, algunos se enamoran tanto del E.S., y de su experiencia con el Espíritu, que la vista del Padre y del Hijo se pierde en la neblina de las emociones. Otros se concentran tanto en la persona del Padre, que pierden de vista el amor del Hijo y el gozo y poder que da el Espíritu. Uno de los efectos que produce la doctrina de la Trinidad es precisamente que nos devuelve el punto de equilibrio. Nunca nos permite elevar a una persona a expensas de otra, en virtud de que la plenitud de la deidad mora completa y equitativamente en cada una de las 3 personas. Si mantenemos una actitud sana en cuanto a la Trinidad, nuestro culto será vigoroso, vital, consistente, y lleno de poder. Si perdemos esta verdad, el culto cristiano se terminará. Mira el ―evangelio‖ de los mormones. No creen en un Dios (monoteísmo) y su evangelio es un sistema de obras para poder los hombres llegar a ser dioses. Mira el ―evangelio‖ de los Testigos. Su evangelio resulta un mero apéndice, un mensaje sobre cómo hemos de por siempre estar en el paraíso sobre la tierra. El arcángel Miguel es el Redentor, y el Espíritu sólo una fuerza impersonal. Mira el ―evangelio‖ de las agrupaciones de ―sólo Jesús‖ tan obsesionadas con el legalismo, con las cosas que son ―necesarias‖ hacer y las ―experiencias‖ que son ―necesarias‖ tener, para ser VERDADERAMENTE salvo. Hermanos, ¡cuánto cuidado debemos tener en lo que creemos! Yo amo la Trinidad. Honro y adoro al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Fui bautizado en ese nombre, y gozoso me he entregado al servicio del Trino Dios. ¿Amas tú la Trinidad? ¿Podrás tú cantar conmigo? ...

―Gloria al Padre, y al Hijo, y gloria al Santo Espíritu, raudal de todo bien;

y por siglos sin fin, suba este canto, a los cielos; Amén.‖

¡A él sea la gloria! Amén.

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TEMA 9

DIOS EN GRANDIOSA TRINIDAD (LES THOMPSON)

Se cuenta de un teólogo anciano del siglo XVI llamado Alanus, que prometió a su congregación dar un sermón sobre la Trinidad. Un día, meditando en el tema, salió a la orilla del mar. Allí se encontró con un niño que escarbaba un hoyo en la arena. --¿Qué haces?—- preguntó el teólogo. --Estoy haciendo un hoyo grande, tan grande como para que quepa todo el mar -- Alanus comenzó a reír, percatándose de que sus propios esfuerzos por comprender y explicar al trino Dios se parecían al falaz intento del niño.

Por lo tanto, aunque esta doctrina es superior a la razón, no es contraria a ella – aun cuando requiere fe. Hay un dicho que reza: ―Donde es demasiado hondo para andar, la fe puede nadar‖.

Leo el Grande72 (390-461 d.C.) explicó la Trinidad así: ―Un Dios sin división en una trinidad de personas, y tres personas inconfundibles en una unidad de esencia‖. Buena definición, pero ¿cómo entenderla, y qué es lo que comprende? Con esta breve frase Leo nos da a entender lo complicado de la paradoja, de modo que, para hacerla comprensible, buscaremos la manera de ilustrarla.

Antes, les contaré una experiencia que tuve en el Ecuador. Allí en una iglesia rural, conocí a un pobre ciego con quien entablé amistad. Me preguntó cómo había llegado, ¿a pie o a caballo? Al decirle que ―por avión‖ me metí en un problema complejo, ya que tal aparato era totalmente ajeno a su conocimiento (apenas sabía lo que era un auto). ¿Cómo hablarle de un aparato gigantesco cargado de gente que volaba como un pájaro, cuando nunca siquiera había visto un ave? ESFUERZOS POR ILUSTRAR LA TRINIDAD Para ilustrar el concepto de la Trinidad, el problema que enfrentamos es que no hay nada en nuestro entendimiento que se le acerque. Pero hagamos un intento con:

Un pastel: Podemos dividirlo en tres partes iguales, de modo que cada una de ellas represente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. El problema es que el Padre no es una tercera parte de Dios, ni tampoco lo es el Hijo ni el Espíritu Santo. Él es un Dios, sin división.

El agua: Puede presentarse en sus tres estados: líquido, sólido o gaseoso, pero en uno solo a la vez; mientras que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son personas independientes, aunque todos exacta-mente de la misma esencia al mismo tiempo; un Dios en una unidad de esencia.

El árbol: Es constituido por raíz, tallo y ramas. El tallo procede de la raíz, y las ramas del tallo y las raíces. Es una trinidad, pero también nos deja cortos, ya que la raíz puede existir por un tiempo sin el tallo y sin los gajos, pero Dios nunca existió sin el Hijo y sin el Espíritu Santo: Él es un Dios sin división en una trinidad de personas.

Como se ha dicho: Nuestras ilustraciones de la Trinidad podrán muy bien satisfacer parcialmente el entendimiento de los hombres, pero nunca podrán explicar de manera precisa la naturaleza de Dios.

El Dr. Nathan Wood, que fuera presidente de Gordon Collage en Boston, E.U. reconoce varias ―trinidades‖ en la naturaleza, que al menos nos ayudan a comprender la importancia del concepto trinitario.

1. Universo = espacio, tiempo y materia. Quite un solo elemento, y ya no hay ―universo‖. Los tres elementos juntos forman el universo, y son igualmente esenciales.

2. Espacio = largo, ancho y alto. Elimina un elemento, y el ―espacio‖ deja de ser. Cada parte es de igual importancia para que exista el espacio.

3. Tiempo = pasado, presente y futuro. Cada parte es de igual y esencial valor. (Luego de usar estas ilustraciones, el Dr. Wood afirma la necesaria existencia de Dios en forma trinitaria, y la consecuente interdependencia.)

4. Dios = Padre, Hijo y Espíritu Santo. Aquí se ve la particularidad de cada persona, y la indispensable interdependencia en la Trinidad: ―El Padre no se ve excepto cuando se hace visible en el Hijo.

72 Es un error pensar que los grandes cristianos del pasado fueran „católicos‟, “apostólicos y romanos” (siguiendo el concepto moderno), y que por lo tanto

no deben ser ni leídos ni creídos. Antes del Concilio de Trento (1545-1563 d.C.) había una sola iglesia cristiana, surgida da la iglesia primitiva. Luego de este concilio, la iglesia occidental se dividió en dos ramas: la protestante y la católica romana, ambas del mismo tronco

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El Hijo es lo que vemos, oímos y conocemos73 [véanse 1Tm.1:15-19; Heb.1:1-3]. Siempre personifica al Padre, día tras día, hora tras hora, momento tras momento [Jn.14:9]. Siempre revela al Padre que, de otra manera, sería invisible [Jn.1:18]. El Padre lógicamente es primero, pero no es el aspecto cronológico. Porque el Hijo existe desde que el Padre existe, estaba con el Padre en toda la eternidad pasada. El Espíritu a su vez procede del Padre y del Hijo. Él no encarna al Hijo; más bien procede silenciosa, eternal e invisiblemente de él‖.

NUESTRO DIOS UNO ES: La Biblia no usa el término ―Trinidad‖. Este surge de nuestro vocabulario, para indicar el concepto de ―tres elementos en uno‖, lo que vemos en el proceso de la revelación progresiva al estudiar la Biblia. Es decir, en sus primeros libros no menciona por nombre al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; los tres se presentan como un solo Dios. Luego, a través de la historia bíblica, se va aclarando que es ―un Dios sin división en una trinidad de personas, y tres personas inconfundibles en una unidad de esencia‖. Esta revelación se nos presenta en cuatro pasos importantes:

Primero, el hombre necesita reconocer la existencia divina: porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto [a toda la humanidad], pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas… (Rm.1:19).

Segundo, el hombre necesita saber que Dios es uno. Tanto en el A.T. como en el Nuevo, la enseñanza es clara. Dt.6:4 afirma: Oye, Israel: YHWH nuestro Dios, YHWH uno es. Y Mr.12:29 declara: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. (Dt.4:35,39; 1Ry.8:60; Is.45:5-6; Zc.14:9; Mr.12:29-32; Jn.17:3; 1Co.8:4-6; 1Tm.2:5.) La naturaleza divina no es dividida ni es divisible. A su vez, la idea trinitaria, aunque no se expone abiertamente, fluye a través de todo el A.T. En Génesis vemos a Dios como Creador, pero se nos presenta al ―Espíritu de Dios‖ moviéndose sobre la faz de las aguas. Al crear al hombre, dice: Hagamos al hombre a nuestra imagen‖ usándose la forma plural al hablar de Dios. Otra vez en Gn.6 dice: No contenderá para siempre mi Espíritu con el hombre. El Sal.2 afirma que Dios tiene un Hijo: YHWH me ha dicho: Tú eres mi Hijo; yo te engendré hoy (véanse Is.9:6; Mq.5:2; Nm.27:28; Sal.51:11; Is.40:13; 48:16)

Tercero, el hombre necesita conocer los atributos y el carácter de Dios tal como lo revela la Biblia (especialmente el A.T.). Vemos que Dios es justo y a la vez santo. Esto lo muestra en su trato con la humanidad, en toda su ley y en todos sus juicios. Dios es hermoso en su carácter: ¡YHWH! YHWH! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad (Ex.34:6).

Cuarto, el hombre necesita saber la esencia, es decir, la composición de nuestro Dios. Él es un Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, ―tres personas inconfundibles en una unidad de esencia‖. Dios esperó hasta encarnarse en el Hijo para darnos esa revelación (enseñanza clara y asumida en todo el N.T.). Vemos a un Dios en tres personas en el bautismo de Jesús (la voz del Padre, el Espíritu que desciende como una paloma, y el Hijo que es bautizado); en las explicaciones que da a los discípulos después del Aposento Alto, Jesús claramente habla del Padre y del Espíritu Santo; y también la conocida fórmula bautismal (véanse también: Mt.3:16-17; Rm.8:9; 1Co.12:3-6; 2Co.13:14; Ef.4:4-6; 1Pd.1:2; Jd.20-21; Ap.1:4-5).

Todo el N.T revela ―un Dios sin división en una trinidad de personas, y tres personas inconfundibles en una unidad de

esencia‖. Dicho de otra forma, cada persona posee la misma esencia, sin embargo, cada una es constituida como una persona distinta y distinguida por características propias (más allá de nuestro entendimiento) que no son comunes a los demás. Se distingue a las tres personas por la personalidad de cada uno, que exige que usemos los pronombres ―yo‖, ―tú y él; también la concurrencia de los 3 en el consejo divino, en el amor del uno al otro y en las actividades particulares y especiales de cada uno.

73 San Agustín, en su libro La Trinidad, rechaza este tipo de conclusión, de que el Padre nunca se ha revelado, arguyendo que por ser indivisible, el Padre

(junto con el Hijo y el Espíritu Santo) necesariamente estaba presente en las „teofanías‟ (las representaciones de Dios) del Antiguo Testamento.

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IMPORTANCIA DE ESTA DOCTRINA Este gran misterio es importante por las siguientes razones:

1) Claro está que si Dios se revela como Trinidad, es porque quiere que así le conozcamos.

Ese deseo se debe a su gran amor por nosotros, su creación. ¡Qué paradoja! Pensar que el santo, puro, inescrutable Dios – Padre, Hijo y Espíritu Santo – nos ama a nosotros, seres tan pecadores, débiles, imperfectos, llenos de problemas y necesidades. Además, ¡ese amor es inquebrantable! (Rm.8:35) Por supuesto, para poder responder a ese amor divino, es indispensable que conozcamos a cada una de las tres Personas, como son reveladas en las Escrituras.

2) Es más, para entender con claridad el plan de redención, es esencial que Dios sea Trino. Si no lo fuera, ¿cómo explicaríamos la encarnación, la muerte y la resurrección de Jesucristo? ¿Cómo entenderíamos a Cristo ahora a la diestra del Padre? ¿Cómo apreciaríamos la obra terrenal del Espíritu Santo nuestro Consolador? ―Porque de tal manera amó Dios [el Padre] al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito [la segunda persona de la Trinidad] para que todo aquel que en él cree [por la obra soberana del divino y Santo Espíritu] no se pierda, mas tenga vida eterna.

3) Esta doctrina también nos ayuda a conocernos a nosotros mismos.

Juan Calvino explicó que sin conocer a Dios, el Creador, es imposible conocernos a nosotros mismos. Cuando nos consideramos tal como somos, necesariamente tenemos que mirar a quien nos hizo, al que está detrás, delante, encima y debajo de nosotros (Sal.139:7-12). Por lo tanto, si somos hechos a su imagen, ¿cómo entender nuestra humanidad y espiritualidad sin conocer al que nos hizo, especialmente cuando quiere que le conozcamos?

4) Además, el Trino Dios mora en los que hemos respondido a su bendito llamado de salvación.

Ahora somos templo de Dios (1Co.3:16). Insólita verdad, ¡el Trino Dios mora en sus hijos! ―Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida … ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Rm.8:38-39).

5) Finalmente, esta sublime verdad nos hace anhelar el cielo.

Pues ahora, al comprender íntima y personalmente al Padre, que nos amó tanto que nos dio a su Hijo; al conocer al Hijo, que hasta entregó su vida por nosotros; y al tener la presencia y comunión del Espíritu Santo, comenzamos aquí en la tierra a disfrutar gloriosa y práctica-mente de nuestro gran Dios Trino. Si ahora es grandioso, ¿cómo será en el cielo? Por eso, al conocer – aunque sea por un velo oscuro – algo del misterio de Dios, vemos que el cielo y la eternidad no representan un lugar ambiguo, solo e inactivo. Tiene que ser un lugar de sublime gozo, placer, y actividad. Esta realidad futura, aunque pareciera superar todo entendimiento, es lo que nos espera. En verdad, si aquí en la tierra, pese a nuestra condición de pecado e imperfección, podemos disfrutar gloriosamente del actuar amoroso del Trino Dios, ¿cómo será en el cielo?

Ahora entendemos mejor la definición de Trinidad de Leo el Grande: ―Un Dios sin división en una trinidad de personas, y tres personas inconfundibles en una unidad de esencia‖.

Sí, es una buena definición, pero ni con un estudio como éste es posible entender la gloriosa majestad y magnificencia de nuestro Dios. Como Moisés, tendremos que quedar satisfechos con sólo ―ver‖ las ―espaldas‖ de Dios (aunque tenemos los beneficios adicionales de todo lo que nos reveló Jesucristo). Sin embargo, todo ese poco que conocemos es mucho. Eso satisfizo a Moisés y, si escudriñamos y nos acercamos a ese santo monte de Dios, también conoceremos más y más de Dios, y ese conocimiento nos llenará de maravilla, deleite y gran satisfacción, abriéndonos el apetito para mucho más.