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TECUN UMAN Febrero de 1524 (día 20 señala el memorial de Sololá): en la meseta de Pachah o El Pinar (Quetzaltenango) situada al pie del volcán Gaxganul o Santa María, aconteció una sangrienta batalla entre los conquistadores y el ejército K’iché, con resultado favorable para los castellanos. En dicho encuentro armado no solo se decidió la suerte de este reino, sino también el futuro de los restantes señoríos indígenas que habitaban lo que actualmente se conoce como Guatemala, ya que, entre todos ellos, los K’ichés eran los que tenían la mayor cantidad militar para contener la avanzada conquistadora española, aunque fuera por un corto periodo. Pedro de Alvarado al escribirle a Hernán Cortés le indicaba que en el encuentro bélico “murió uno de los cuatro señores de esta ciudad de Utatlán que venia por capitán general de toda la tierra”. Se plantearon serias dudas de quién había sido Tecún Umán. El Popol Vuh señala que dos de los señores K’ichés, Oxib Queh y Beleheb Tzi, habían muerto ahorcados por los españoles en Gumarcaah (en realidad fueron quemados, según lo atestiguó el mismo Pedro de Alvarado) y que los otros dos, Tecún y Pepepul, habían tributado a los castellanos, señalamientos que muestra que ninguno pudo haber sido el comandante general de las fuerzas armadas K’ichés. Para comprender este acontecimiento tan significativo, ubicar el puesto que ocupo Tecún dentro de la estructura de poder K’iché y poder perfilar con la mayor probabilidad posible la personalidad del jefe militar que condujo la defensa contra los conquistadores españoles, conviene tener antes una visión de lo que fue el señorío K’iché y su organización. Política.

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TECUN UMAN

Febrero de 1524 (día 20 señala el memorial de Sololá): en la meseta de Pachah o El Pinar (Quetzaltenango) situada al pie del volcán Gaxganul o Santa María, aconteció una sangrienta batalla entre los conquistadores y el ejército K’iché, con resultado favorable para los castellanos. En dicho encuentro armado no solo se decidió la suerte de este reino, sino también el futuro de los restantes señoríos indígenas que habitaban lo que actualmente se conoce como Guatemala, ya que, entre todos ellos, los K’ichés eran los que tenían la mayor cantidad militar para contener la avanzada conquistadora española, aunque fuera por un corto periodo.

Pedro de Alvarado al escribirle a Hernán Cortés le indicaba que en el encuentro bélico “murió uno de los cuatro señores de esta ciudad de Utatlán que venia por capitán general de toda la tierra”.

Se plantearon serias dudas de quién había sido Tecún Umán. El Popol Vuh señala que dos de los señores K’ichés, Oxib Queh y Beleheb Tzi, habían muerto ahorcados por los españoles en Gumarcaah (en realidad fueron quemados, según lo atestiguó el mismo Pedro de Alvarado) y que los otros dos, Tecún y Pepepul, habían tributado a los castellanos, señalamientos que muestra que ninguno pudo haber sido el comandante general de las fuerzas armadas K’ichés.

Para comprender este acontecimiento tan significativo, ubicar el puesto que ocupo Tecún dentro de la estructura de poder K’iché y poder perfilar con la mayor probabilidad posible la personalidad del jefe militar que condujo la defensa contra los conquistadores españoles, conviene tener antes una visión de lo que fue el señorío K’iché y su organización. Política.

ORGANIZACIÓN POLITICA DE LOS K’ICHÉS

Los K’ichés organizaron el poder político en forma semejante a la estructura de mando que había prevalecido durante las primeras guerras de conquista, cuando eran comandados por cuatro señores: Balam Quitze, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam. De ellos Balam Quitze era el principal, el primus inter pares, el ahpop, la primera voz en el consejo, el único que podía llevar el símbolo nasal y tener asiento de cuatro doseles, dignidad que le permitía ejercer el mayor liderazgo en la toma y ejecución de las decisiones. Con excepción del ultimo de los cuatro señores, Iqui Balam, que no tuvo descendencia, cada uno de

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ellos formo con su familia un linaje propio: Cawek, Nijab y Ahau Quiche respectivamente.

Una vez organizado y consolidado el poder, los conductores de las fuerzas conquistadoras, después de haber cantado el cumucu y haberles entregado a sus sucesores el pizo-gagal o envoltorio sagrado, símbolo de poder, se despidieron de sus hijos “Nosotros nos volvemos a nuestro pueblo” dice el Popol Vuh. “Ya esta en su sitio nuestro señor de los venados, manifiesto esta el cielo. Vamos a emprender el regreso, hemos cumplido nuestra misión”.

Para llenar la vacante que dejo Iqui Balam los descendientes de Balam Quitze nombraron entre su propio linaje a su sucesor. El poder central se organizo pues, con dos representantes del primer linaje y uno de cada uno de los restantes, siendo cuatro sus gobernantes, en el que el Ajpop, uno de los representantes de los Cawek, era el principal. En tiempos del Rey Quikab, dada la expansión territorial de los K’ichés y por las enemistades dentro de los grupos que ostentaban el poder, los cuatro señores ampliaron su poder, sobre todo el militar. En esta ocasión dieron a los nuevos designados títulos y distinciones que les permitían ocupar tronos y asientos propios en Gumarcaah.

Algo significativo fue que los Cawek decidieron una vez más que el control máximo del poder militar, el que ejercían el Nimá Rajpop Achij (gran capitán) y el Ch’utí Rajpop Achij, se confiara a los linajes, en los hijos del Ajpop y Ajpop Camjá, Nimá Rajpop Achij y Chutí Rajpop Achij. Los dos primeros formaban parte del poder central K’iché. Los dos últimos eran los que, conjuntamente con otros mandos militares y funcionarios encargados de la recaudación del tributo (aj Tz’alam y Utzam Chinamital) dirigían desde los Tinamit (pueblos intermedios) el control de las regiones y pueblos sometidos. Así pues la línea de mando era jerárquica y descendía desde el poder central, por medio de los jefes militares, a los jefes provinciales y a los funcionarios rurales..

El puesto pertenecía al linaje y no había posibilidad de que los restantes señores pudieran suceder al Ajpop, cuando éste moría, sino que debía ser su hijo. Así, el Nimá Rajpop Achij o gran capitán era el que sucedía en el cargo a la muerte del Ajpop. Al momento de la conquista española, este cargo acababa de ser heredado por TECÚN, nieto (UMAN) que Quikab, el cacique K’iché que mayor fama alcanzo por haber sometido a numerosos pueblos del altiplano, como Quetzaltenango, Totonicapán, Momostenango, Santa María Chiquimula, San Andrés Sajcabacá, Sacapulas y otros.

En este entonces Tecún comandaba la mayor y poderosa concentración de fuerzas militares K’ichés en Tsibachaj (Totonicapán)

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corta meseta ubicada a unos tres kilómetros al suroeste de Chuwi Mik’iná lugar estratégico donde se podía controlar cualquier alzamiento de los pueblos, especialmente los de Zakuleu comandados por Caibil Balam. En 1512 Moctezuma por medio de un correo llamado Uitzitzil advirtió a los K’ichés, Kaqchiqueles y Tz’utujiles de la presencia española. Pero al conocerse la noticia de la caída de Tenochtitlán, los Kaqchiqueles enviaron a Hernán Cortés embajadores con numerosos presentes y obsequios con el fin de ofrecer su amistad y solicitar ayuda contra sus enemigos K’ichés, Tz’utujiles y Nahuatls de Pamatacat (Escuintla-Guatemala). Cortés los recibió en el puerto de Veracruz y por su mismo medio mandó requerimientos contra los Kaqchiqueles y se sometiera al vasallaje español.

El rey K’iché no respondió a los requerimientos de Cortés, sino que decidió preparar la defensa, solicitando la ayuda de los Kaqchiqueles y Tz’utuiles pidiéndoles que ante la adversidad dejaran las diferencias que tenían y combatieran conjuntamente a los castellanos. Los Kaqcuiqueles rechazaron la petición so pretexto de fidelidad a la amistad recién contraída con los españoles. Los Tz’utuiles hicieron lo mismo, confiados por un lado, en su capacidad defensiva y por otro, integrado en que el poder K’iché sucumbiera y fuera humillado.

Molesto por tal situación, el rey Quikab enfermó y murió. Su vacante de Ajpop fue heredada por su hijo Oxib Queh, la vacante de Nimá Rajpop Achij que asimismo ocupada por esta misma ocasión por Tecún, hijo del nuevo Ajpop y nieto (Umán) del ahora difunto Quikab. TECÚN fue llamado de inmediato para ser investido en Chi Gumarcaah Izmachi con su nueva dignidad de gran capitán o comandante en jefe para que preparara la defensa militar del reino K’iché contra la inminente invasión española. Siete días duraron las celebraciones con cantos, bebidas y danzas al son de flautas y atabales, toques de conchas o tapanaustis, en los que en medio de sahumerios de pom e incienso se invistió a Tecún con las insignias del más alto rango militar. Para ello se pintó su cuerpo de negro y amarillo, se adornó sus brazos y piernas con plumas verdes, se colocó espejuelos en su pecho, frente y espalda, y una corona de oro en su cabeza; además se le paseó ritualmente en andas por todas las 24 casas grandes, invocando la protección y ayuda de Tohil, Avilix, Hecavits y otras deidades, así como de sus naguales.

Tecún se informó por Kalel Atzij Winak Tierán, cacique de Xelajú que los españoles habían empezado a escalar la larga cuesta de Santa María de Jesús, ordenó que se iniciara la marcha de sus tropas de Gumarcaah hacia Quetzaltenango. El ejército lo componían 8,400 guerreros, organizados en 39 escuadrones de combate, cada uno con

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su capitán, portaestandarte y otros puestos de mando. Tecún iba cargado en andas por los grandes y nobles del reino K’iché, junto a él iban Hazol, Ahsumanché y Ahpocob (el gran redelero).

Las armas que portaban eran principalmente arcos y flechas, hondas, lanzas, macanas y macahuitis (especie de espadas formadas por incrustaciones de obsidiana y pedernal en un palo). El ejército español estaba integrado por 120 hombres de a caballo, 130 entre mosqueteros (escopeteros) y ballesteros. 170 con armas blancas (espadas, puñales, dagas, lanzas) caballos, 4 piezas de artillería con sus respectivos artilleros y 160 oficiales, buen número de mastines adiestrados para atacar a personas y en especial 400 indios aliados mejicanos, tlastaltecas y cholulas. Los de a caballo traían, a la vez, armaduras, es decir, protección metálica para la cara y cuerpo. Es más, aunque estas fuerzas en su mayoría estaban compuestas por aventureros y criminales, todos tenían varios años de experiencia bélica en las Antillas, Yucatán y México. La primera avanzada K’iché fue vencida en Tonalá (soconusco). La siguiente acción se llevó a cabo en lo que actualmente es San Antonio Suchitepequez en esta batalla murió Galel Ajpop comandante de la primera avanzada defensiva. Luego de la derrota de uno de los lugartenientes de Tecún, Izquim Nijaib, señor de Momostenango y jefe del segundo escuadrón de ataque, solicitó a los españoles que no atormentaran a los prisioneros, que les daría mucho oro, plata, diamantes y esmeraldas, y los convidó a comer pájaros y huevos de la tierra e intentó convencer a Tecún a que hiciera la paz. Por dicha acción los españoles, lo recompensaron con el título de DON, lo vistieron y lo calzaron, le autorizaron a usar espada, le otorgaron la gobernación de Momostenango y le dejaron indios que le tributaran.

El argumento que Izquim mandó redactar y para justificar haberse pasado al bando contrario fue porque una paloma blanca y una niña blanca rodeada de pájaros sin pies defendían a los españoles y cada vez que él se acercaba a ellos, los seres sobrenaturales lo cegaban.

MUERTE DE TECÚN

Tres días después de acontecido el rendimiento y la traición de Nijaib, Tecún, alterado por las bajas que había sufrido y en especial, por la traición interna que había experimentado, decidió enfrentar a los españoles con lo que quedaba de su tropa. La lucha se llevó a cabo en los valles de Pachah, entre Cerro Quemado y el Siete Orejas, que tienen una longitud aproximadamente una longitud de 3 leguas,

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favorable para que operara con su mejor forma la caballería española. La crónica mandada a redactar por Nijaib señala que Tecún venía adornado de plumas y que intentó matar a Tonatiú (Pedro de Alvarado) pero su primer intento lo único que logró que herir en la cabeza al caballo con un Macahuitl. Al proseguir Tecún en su empeño, llevó la peor parte, pues fue atravesado por la lanza de Alvarado, según señala el Titulo de la Casa Izquín Nehaib, dos perros trataron de comérselo, pero Alvarado, al ver que era muy apuesto, los espantó y estuvo observándolo, luego la crónica indígena añade: “Llamó el adelantado todos sus soldados a que viniesen a ver la belleza del quetzal indio. Luego dijo el adelantado a sus soldados que no había visto otro indio tan galán y tan cacique que le quedaba el nombre de Quetzaltenango a este pueblo”.

Todo esto indica que para los indígenas Tecún el gran capitán, sigue siendo el símbolo de su raza y de su poder pasado.

LEYENDA DE TECÚN UMÁN

Cuentan que en la batalla del Pinal, en el valle de Olintepeque, hubo un enfrentamiento entre los indígenas y españoles, los indígenas eran encabezados por el rey TECÚN UMÁN, quien llegó adornado con bellas plumas de Quetzal y con su lanza mágica que le ayudaba a volar sobre sus enemigos como el mismo Quetzal.

Al iniciar la batalla TECÚN UMÁN logró matar con su lanza el caballo de don Pedro de Alvarado, quedando así frente a frente. Fue una batalla con denuedo y don Pedro logró atravesar con su lanza el cuerpo de TECÚN UMÁN quien cayó mortalmente herido, destrozado y sangrante.

Al caer TECÚN UMÁN el Quetzal que volaba sobre la batalla se abatió sobre el pecho del gran rey, quedando su pecho también ensangrentado, color que aún conserva entre el verde esmeralda de sus alas y cola.

Al atardecer, las aguas del río que pasa por el valle de Olintepeque, estaban teñidas de sangre de los miles de indígenas muertos por la superioridad de las armas españolas. Desde ese día, los indígenas llamaron a ese río Xequijel, que significa “tinto de sangre”.

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