suplemento cultural 25-10-2013

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Páginas 4 - 5 Una idea original de Rosauro Carmín Q. El otro lado de Álvaro Mutis Suplemento Cultural Guatemala, 25 de octubre de 2013

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Suplemento Cultural 25-10-2013

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Page 1: Suplemento Cultural 25-10-2013

Páginas 4 - 5

Una idea original de Rosauro Carmín Q.

El otro lado de Álvaro Mutis

Suplemento CulturalGuatemala, 25 de octubre de 2013

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2 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de octubre de 2013

Por NICoLE WINFIELD

Vaticano adVierte sobre contaminación

en sixtina

a Capilla Sixtina podría restringir la entrada de turistas si sus nuevos siste-mas de climatiza-ción y purificación del aire no reducen

significativamente los “peligrosos” niveles de contaminación, advirtió el jefe de los Museos Vaticanos.Antonio Paolucci dijo en una con-ferencia que tenía confianza en que el nuevo sistema, que se prevé em-pezará a funcionar a fines de 2014, reducirá el polvo, la humedad y el dióxido de carbono que atentan con-tra el esplendor de la obra maestra de Miguel Angel.wwwwvvSe espera que unos 5.5 mi-llones de personas visiten los Museos Vaticanos este año. En la temporada alta unas 20 mil visitan diariamen-te la capilla, cuya restauración más reciente data de la década de 1990. Esas cifras, que se han triplicado en los últimos 30 años, significan un considerable aumento en la humedad y suciedad que ingresan al reducido espacio cada día.La meta de sistema de climatización del aire, que fue donado por Carrier, una unidad de United Technologies Corp., es estabilizar los niveles de contaminación a un máximo de 800 partículas por millón. En los peores momentos, la Capilla Sixtina presen-ta niveles de contaminación del doble de ese número, dijeron funcionarios.Paolucci expresó que no le gustaría ver otro gran trabajo de restauración en la Capilla Sixtina dado que son muy “traumáticos” para la propia obra. El más reciente fue criticado por dejar los frágiles frescos más brillantes de lo que Miguel Angel hubiera querido. “No habrá más res-tauraciones”, agregó. “Pero el mante-nimiento continúa”.

a subasta Violín del hundimiento del titanic

Es una escena conmove-dora para todos los que han

visto la película “Titanic” — mientras el barco se sumerge

en las aguas heladas, un grupo de músicos toca estoi-

camente para los pasajeros hasta la última hora.

Por SYLVIA HUI

N inguno de los mú-sicos sobrevivió al desastre de 1912 en el Atlántico Norte, pero un vio-lín, que se cree fue tocado por el di-rector de la banda

Wallace Hartley, será subastado.“Es una pieza memorable de la historia”,

dijo Andrew Aldridge, de la casa de su-bastas Henry Aldridge and Son. “He su-bastado objetos por 20 años, pero nunca había visto un lote que genere este grado de emotividad en la gente antes”.Al parecer el violín, con el nombre de

Hartley, apareció en el mar junto al ca-dáver del músico más de una semana después del hundimiento del Titanic.La casa de subastas, que se especia-

liza en objetos del Titanic, espera que el violín se venda por más de 200 mil libras esterlinas (323 mil 300 dólares) cuando sea rematado en Wiltshire en el sur de Inglaterra, el sábado.Hartley y sus siete compañeros de ban-

da estaban entre las 1 mil 517 personas a bordo del Titanic que murieron después de que el barco chocó contra un iceberg.Según algunas versiones, la banda

tocó el himno religioso “Nearer, My God, To Thee” para mantener los áni-mos mientras los pasajeros subían a botes salvavidas en la madrugada del 15 de abril de 1912.Los músicos han sido calificados de

héroes por sacrificarse y abandonar sus posibilidades de escapar.“El señor Hartley y la banda eran per-

sonas muy valientes ... se quedaron en su puesto hasta el terrible final”, dijo Aldridge.La casa de subastas informó que el

violín ha sido analizado numerosas

veces para comprobar su autenticidad desde que fue descubierto en el 2006. Este año la casa indicó que era el violín de Hartley “sin duda alguna”.El instrumento de fabricación alemana

fue un regalo de la prometida de Hart-ley, Maria Robinson, y tenía grabada la dedicatoria: “Para Wallace de María con motivo de nuestro compromiso”. Ya no puede ser tocado, agregó Aldridge.

FOTO LA HORA: (FOTO AP /HenRy ALdRidge And SOn)

Un violín que se cree fue tocado durante el hundimiento del Titanic por el di-rector de la banda de músicos Wallace Hartley.

FOTO LA HORA: (FOTO AP /HenRy ALdRidge And SOn)

El violín fue subastado en Gran Bretaña en 900 mil libras.

L

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Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de octubre de 2013 Suplemento Cultural 3

2 Suplemento Cultural

Por CLAUDIA TorrENS

Descubrir el circo fue para Fernando Botero como regresar a la infancia y a su ciudad natal

de Medellín.

Botero regresa a la infancia con serie circense

P or eso el aclamado artista no dudó en pintarlo y en aceptar la publicación de un libro que recopilase por primera vez todas

las imágenes de pinturas y dibujos que hizo durante dos años sobre el colorido espectáculo.“Circus: Paintings and Works on Pa-

per” es el trabajo que Botero presen-tó el miércoles en Nueva York y que agrupa las 134 pinturas y 57 dibujos realizados por el maestro colombiano en su serie circense.“El circo ambulante que descubrí en

México era un circo pobre, humilde. Me recordó a mi ciudad natal de Me-dellín, cuando era niño”, dijo el pintor y escultor durante una rueda de prensa en el consulado de Colombia en Man-hattan. “No había prestado atención a los circos desde que era niño y de repente descubrí la belleza del cir-co”, agregó Botero sobre el momento cuando hace unos seis años descubrió un circo ambulante en el puerto de Zi-huatanejo, ubicado en el estado mexi-cano de Guerrero.El libro, escrito en inglés y a la venta

en todo el mundo desde septiembre, muestra cuadros y dibujos de payasos, acróbatas, bailarines, malabaristas y personajes que dominan a tigres y ele-fantes. Todos con las características figuras voluminosas de Botero, que en esta serie expresan el movimiento y la magia del circo.“Era bello, era poético, la forma en

que vivían, esa mentalidad nómada”, explicó Botero. “Me emocionó mucho eso, así que empecé a trabajar y durante dos años sólo hice el circo. Por supuesto hay una gran tradición de pintores en el siglo XIX, cuando se inventó el circo, que lo retrataron, como Renoir, Monet, Degas y luego Picasso”.Fue la editorial Gliterrati Incorporated

la que le propuso a Botero la idea del li-bro. El artista de 81 años explicó que el

FOTO LA HORA: (FOTO AP/KATHy WiLLens)

Botero, rodeado de admiradores duran-te la firma de su libro. El libro reúne 134 pinturas y 57 dibujos de la serie circense.

color del espectáculo, las contorsiones y agilidad del ser humano fue lo que le inspiraron a pintar.Nacido en 1932, Botero empezó a

pintar muy joven y, tras algunas expo-siciones de pintura en Colombia, deci-dió irse a estudiar arte a Europa, donde residió en ciudades como Madrid, París y Florencia, en Italia. Después de seguir

su formación en México y Washington, se instaló en Nueva York en la década de 1960 y se casó con su segunda es-posa. En aquel entonces ya empezaba a consolidarse como pintor y escultor, destacando entre otros por sus figuras voluminosas, su uso del color y sus de-talles de crítica social cargados a veces de ironía y humor.Botero fue también foco de los me-

dios de comunicación cuando pintó la serie de “Abu Ghraib”, que creó para manifestar su repudio a las torturas de prisioneros iraquíes que llevaron a cabo soldados estadounidenses en una pri-sión cercana a Bagdad en 2003. En la actualidad reside entre Mónaco e Italia y tiene tres hijos, producto de su primer matrimonio.La serie del circo representa una parte

muy importante de su trabajo, explicó el miércoles Botero, vestido con chaqueta y bufanda marrones, rodeado por los flashes de las cámaras.“Vino este circo y pensé ‘¿cómo antes

no se me había ocurrido trabajar con este tema tan bello?’. Es sorprendente que no lo hubiera pensado nunca”, afir-mó Botero. “Pero bueno, las ideas lle-gan así...de pronto uno está sin trabajar, o por ahí, y de pronto le viene como una iluminación. Una inspiración sí existe.

Muchas ideas que yo he tenido sobre mi trabajo las he tenido sin estarlas buscan-do, me llegan espontáneamente”.

FOTO LA HORA: (FOTO AP/GLiTTeRATi incORPORATed)

“Flying Eagles”, pintado en 2008.

FOTO LA HORA: (FOTO AP/GLiTTeRATi incORPORATed)

La pintura “Equilibrista” de 2007 del colombiano Fernando Botero incluida en el libro “Circus: Paintings and Works on Paper”.

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Suplemento Cultural 54 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de octubre de 2013 Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de octubre de 2013

P ero en el caso de Álvaro Mutis, el gran poeta y narrador colom-biano que murió hace un mes en México, su paso por la pri-sión tuvo razones más munda-nas: por derrochar dinero ajeno

de la petrolera Esso, donde trabajaba como relacionista público en Bogotá, para dárselo a artistas en diversas formas. Luego, la empresa lo denunció por malversación de fondos.El episodio, ocurrido en 1959, es terriblemen-

te revelador de la vida del escritor por asuntos triviales y fundamentales. Por una parte, se podría decir que en consonancia con la esté-tica preciosista y cuidadosa de Mutis, con esa sonoridad particular de sus versos y su prosa, el penal donde terminó recluido tenía que tener un nombre bello: Lecumberri, cárcel de la ciu-dad de México.Pero, además, confi rma la que parece ser la

parábola vital de Mutis: fue un eterno em-pleado que casi nunca vivió de escribir sino de trabajar en las cosas más prosaicas, contra-dictorias y ajenas a la imagen romántica de un poeta, a diferencia de otros escritores que han vivido de dictar conferencias, hacer consulto-rías, dictar clases e, incluso, vivir de sus libros.Mutis fue locutor, actor de radionovelas, ven-

dedor de publicidad, relacionista público, y co-mercializador de series de televisión. El grueso de su obra narrativa lo produce luego de pen-sionarse, en 1988.Pero es un eterno empleado que se cultiva y

se rodea de la alta intelectualidad donde quiera que está. Es en ellos, justamente, en quienes se gasta la plata que lo llevará a la cárcel. En el libro “El reino que estaba para mí, conver-saciones con Álvaro Mutis”, del escritor co-lombiano Fernando Quiroz, el poeta explicó lo sucedido:“En realidad no sé en qué momento empecé

a disponer de ese dinero, mediante recibos que fi rmaba a nombre de entidades inexistentes”, dijo. “Esa plata, sin embargo, jamás llegó a mi bolsillo. La utilicé para organizar fi estas y homenajes como el que alguna vez realizamos con un amigo para celebrar los 300 años de la muerte de Brillat- Savarin... uno de los padres de la cocina francesa, para el cual mandamos traer de París hasta el pan y la mantequilla”.Con un proceso penal en su contra, Mutis se

fugó a México con su mujer y dos hijos. Pasó apuros aunque de inmediato conoció a Octa-vio Paz, Carlos Fuentes, y Luis Buñuel. Vivió unos meses en casa del pintor Fernando Botero e ingresó sin complejos y sin pretensiones, al círculo de la élite cultural mexicana.El terminar preso fue el punto de quiebre más

importante de su vida. Fueron quince meses de rozarse, compartir e interactuar con humanos de las condiciones más extremas, con todas sus miserias y grandezas en plena ebullición. Allí vivió lo que nunca antes había visto de cerca: el desamparo, la pobreza, la barriada. La cárcel le cambió los paradigmas.Pese a los esfuerzos de muchos intelec-

tuales ante el gobierno mexicano, nadie lo pudo sacarlo del penal pues cuando las gestiones parecían tener éxito, la embajada de Colombia lo hundió al decir, en una carta, que quien estaba preso no era Mutis sino un impostor.El director de la cárcel se dio cuenta, enton-

ces, del personaje que tenía entre sus manos y lo puso a hacer tareas administrativas, labor delegada a ciertos reos, y que se les compensa-ba con algunos privilegios. Claro, privilegios incomparables a los que estuvo acostumbrado buena parte de su vida.Cuando Álvaro Mutis nació en Bogotá, en

1923, su familia podía hacer alarde de uno de los apellidos más prestigiosos del país. El tío abuelo de su tatarabuelo era el español José Celestino Mutis, un científi co que vino a las Indias e hizo la primera taxonomía de la fl ora

El grueso de su obra narrativa lo pro-duce luego de pensionarse, en 1988.

Vivió unos meses en casa del pintor Fernando Botero e ingresó sin com-

plejos y sin pretensiones, al círculo de la élite cultural mexicana.

“Nunca he parti-

cipado en política, no he votado jamás y el último hecho político que me preocupa de veras es la caída de Bizancio a manos de los infi eles en 1453” Mutis.

UN POETA DE TODOS

LOS TRÓPICOSLa cárcel ha sido un destino casi ineludible para mu-chos poetas: Miguel de Cervantes, Oscar Wilde, Fray

Luis de León, Henry Thoreau. El poeta va a la prisión siempre, o casi siempre, por razones de política, por

pasiones desatadas o por contravención a los cánones morales vigentes.

POR SERGIO OCAMPO MADRIDAGENCIA AP

y botánica del virreinato de Nueva Granada (Venezuela, Colombia, y Ecuador).Sinforoso, el tatarabuelo, fue uno de los fi r-

mantes del acta de independencia colombiana. El padre de Mutis fue secretario de dos presi-dentes de la república. Su madre pertenecía a una familia de terratenientes de Medellín.A sus dos años, empezó a viajar por el mun-

do cuando a su papá lo nombraron embajador

en Bélgica. Ir a pasear o de compras a Roma, Londres, o París se volvió parte de su cotidia-neidad. La muerte del padre los hizo volver a la fi nca de su madre cerca al río Coello, en la provincia del Tolima, a unos 300 kilómetros al suroeste de Bogotá. Mutis tenía nueve años.Fue un cambio brutal: de la apacible y en-

corsetada Bruselas a los ardientes llanos del Tolima, rudimentarios, en eclosión constante de vida, con leyes simples y libres. Esa rara combinación entre el trópico feraz, sensual, agresivo, y la erudición, las fi ligranas barrocas, y el anacronismo imperial, será la dualidad por entre la que se deslizará toda su obra.“El gran legado de Mutis es haber nombrado

ciertos territorios de esta geografía nuestra que

nunca antes nadie había nombrado de esa ma-nera sutil, elegante, elevada”, dice el poeta co-lombiano Fernando Herrera. “Él consiguió ha-cer existir un paisaje. Si bien Aurelio Arturo ya había nombrado esas cordilleras y esos parajes del sur, Mutis les dio una vida especial. Él des-cubrió para el mundo el Quindío, los valles de ríos calientes, los cafetales, todo dentro de un lenguaje precioso y con una trascendencia hu-

mana que nadie había conseguido”.La vida en Coello es abiertamente

feliz y holgazana, de caminatas, de río, de atardeceres desde la terraza donde lee mucha poesía francesa,

inglesa, colombiana. Tal vez por eso fue impo-sible volverlo a la realidad del colegio en Bo-gotá, al llegar la adolescencia.La lectura y la afi ción al billar en cafetines

del centro bogotano hicieron que el rector del colegio del Rosario lo despidiera. Y Mutis, el cultísimo, el ilustrado, agregó a sus muchas singularidades la de nunca haberse graduado de bachiller y nunca pisar una universidad; no como alumno, al menos.Mutis se volvió entonces buena vida: uno

muy cultivado que se jactará de preparar los mejores Martinis; un sibarita autodidacta, apo-lítico y conservador.“Nunca he participado en política, no he vo-

tado jamás y el último hecho político que me

preocupa de veras es la caída de Bizancio a manos de los infi eles en 1453”, dijo en una autobiografía. “Soy gibelino (partidario de los emperadores de la Edad Media), monárquico y legitimista”.Tal vez haya algo de pose en esa declaración

porque en el fondo Mutis no era muy afecto a los sacerdotes y abominaba a los derechistas, como le dijo en una entrevista al escritor Héc-tor Abad Faciolince en 1993.Pero más de una vez hizo ostensible su con-

vicción en la monarquía y el “error histórico” de la independencia latinoamericana de España. Juan Gustavo Cobo Bor-da, en el libro Lecturas Convergentes, dijo que el poeta inició una charla en una universidad de Puerto Rico con un saludo pidiendo libertad para la isla, pero para devolvérsela a su “le-gítimo poseedor, el rey de España”.Uno de los grandes misterios de la literatura

colombiana, e inclusive latinoamericana, es cómo pudo Mutis, ese reaccionario conserva-dor, sostener una entrañable amistad de casi sesenta años con el izquierdista y combativo Gabriel García Márquez. Son dos antípodas en lo ideológico y literario, pues García Márquez crea para el mundo un trópico caótico, telúrico, abrupto, mientras que Mutis es el importador del cultismo europeo, de la estética ilustrada, a

ese trópico germinal.La historia dice que los presentó otro escritor

en Cartagena, Gonzalo Mallarino, a quien Mu-tis llevó por primera vez a conocer el mar cuan-do manejaba la propaganda de una aerolínea.“Ese encuentro parecía ser en verdad el pri-

mero hasta una tarde... cuando le oí decir a Mutis algo casual sobre Félix Mendelssohn”, dijo el Nobel colombiano en “Homenaje al Amigo”, texto publicado en el diario El País de España. “Fue una revelación que me trans-portó de golpe a mis años de universitario en la

desierta salita de música de la Biblioteca Na-cional de Bogotá... Entre los escasos clientes del atardecer yo odiaba a uno de nariz herál-dica y cejas de turco, con un cuerpo enorme y unos zapatos minúsculos como los de Búfalo Bill, que entraba sin falta a las cuatro de la tar-de, y pedía que tocaran el concierto de violín de Mendelssohn. Tuvieron que pasar 40 años hasta aquella tarde en su casa de México, para reconocer de pronto la misma voz estentórea,

los pies de Niño Dios. Carajo, le dije derrotado. De modo que eras tú”.En el exilio mexicano, la amistad de los es-

critores se hizo incondicional y se reafi rmó en numerosos viajes por el mundo, algunos de placer con sus familias. Alguna vez, como evoca García Márquez en ese texto, estuvieron a punto de morir en Francia cuando el auto que él manejaba saltó de la vía y terminaron cayen-do a un viñedo de Provenza.El accidente no dejó heridos. En el libro “Ce-

lebraciones y Otros Fantasmas”, el escritor Eduardo García Aguilar rememoró a los dos amigos caminando por Alejan-dría, Egipto, y constatando que era el sitio más parecido a Barranquilla que podía hallarse en el mundo.“Era tan exacto a Barranquilla”, indi-

có Mutis “que nos dimos cuenta de que el mundo es igual, salvo excepciones

como París”.Tal vez él, o Carlos Fuentes, fueron los prime-

ros que leyeron el borrador de “Cien años de Soledad”. Desde entonces fue uno de los lecto-res de casi todo lo que ha producido el creador de Macondo. Mutis le regaló la idea de escribir “El general en su laberinto”, tras decidir que su novela sobre un supuesto manuscrito perdido de un coronel polaco sobre Bolívar no era un buen intento.

Con todo, el mejor recuerdo de esta inve-terada amistad, fue la noche cuando García Márquez recibió la llamada que le anunciaba el Nobel en 1982. Mutis llegó en la noche a su casa y desde la puerta escuchó risas. Aden-tro estaban Mercedes, su esposa Carmen, y el galardonado tomando vino. Le soltaron lo del premio y tuvieron que contenerlo para que no llamara a contar lo sucedido.Luego, las palabras que leyó el Nobel colom-

biano en la cena con el rey Carlos Gustavo de Suecia las escribió Mutis porque García Már-quez no tuvo tiempo para redactar ese texto y el discurso de aceptación del premio literario.Mutis es un novelista tardío, un hombre que

produce más de la mitad de su obra narrativa luego de cumplir los sesenta años, y cuya pri-mera novela, “La nieve del almirante”, se pu-blica cuándo va a cumplir los 64 años.El Mutis antes de cumplir los cuarenta es,

fundamentalmente, un poeta. Mientras vive en Colombia publica “La Balanza” (1948), “Los elementos del desastre” (1953) y “Rese-ña de los hospitales de ultramar” (1955). Con “La balanza” ocurre una anécdota inolvidable, como rememora Álvaro Miranda en el libro “Tras las rutas de Maqroll el Gaviero”, y es que salió a la venta el ocho de abril y el nueve ya no había ni un solo ejemplar de los 500 impresos.Todos los quemó la turba en “El Bogotazo”,

la asonada popular que dejó en ruinas el centro de Bogotá, luego de que cayera asesinado el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán.En Lecumberri le dará forma al cuento “La

muerte del estratega”, “El último rostro” y al “Diario de Lecumberri”. Luego, ya instalado para siempre en México, vendrán “Los traba-jos perdidos” (1965), “Summa de Maqroll el Gaviero” (1973), “Karavansary” (1981), “Los emisarios” (1984), y “Un homenaje y siete nocturnos” (1986).Maqroll, protagonista de muchos de sus ver-

sos, es uno de los pocos personajes de la poe-sía que dio el salto para convertirse en prota-gonista de varias novelas. Es un “Simbad El Marino” extraño, de tiempos modernos, que combina erudición, apetito lector y arrestos de aventurero. Mutis, en el libro de Eduardo García Aguilar, dijo que “desde el principio de la aparición de Maqroll, en mis primeros poemas, es un hombre de una formación si no sólida, muy rica por lo menos”.“Cuando en mi adolescencia leí ‘Los elemen-

tos del desastre’ y ‘Memoria de los Hospitales de Ultramar’, sentí que la naturaleza no era un espacio ajeno al ser, sino el verda-dero lugar de expre-sión de su existen-cia”, dice el novelista y cuentista colom-biano Guido Tama-yo. “En esos poemas la condición humana precaria e inútil se manifestaba a través del paisaje feroz, hú-medo y calcinante del trópico. Una me-táfora perfecta para atrapar la ingenua, pero a la vez estimu-lante voluntad del hombre por alcanzar retazos de felicidad y sosiego”.Solo en 1973 co-

brará vida su prime-ra novela, la famo-sa “La Mansión de Araucaima”, llevada al cine una década después. Su primer borrador se escribió a mediados de los cincuenta, recién llegado a México y luego de conocer a Luis Buñuel. Éste último defendía que en el trópico no se podía escribir una novela gótica y Mutis le llegó un día con ese “relato gótico de tierra caliente”. Fernando Quiroz, en su libro, revela que Buñuel le prometió llevarla al cine pero la promesa nunca se cumplió.A punto de jubilarse, a los 65 años, Mutis de-

tiene misteriosamente su producción poética y se dedica de un modo febril a explorar la na-rrativa a la que nunca le había puesto mucho cuidado, tanto que él mismo admite, en entre-vista con Héctor Abad Faciolince, que llegó a quemar dos novelas que estaban casi listas. Una era la de Bolívar y la otra titulada “Cuando Dios bajó a Anagaima”.Es tan intensa la producción de este tiempo

de nuevo pensionado que conseguirá escribir y publicar siete novelas en seis años: “La nieve del almirante” (1986), “Ilona llega con la llu-via” (1988), “Un bel morir” (1988), “La última escala del Tramp Steamer” (1989), “Amirbar” (1990), “Abdul Bashur, soñador de navíos” (1990), y “Tríptico de tierra y mar” (1993).Su obra, tanto poética como narrativa, aún la

más culterana, la más erudita y hasta un tanto pretenciosa, siempre tiene unos ecos locales en el paisaje de Coello, el Tolima colombiano. Mutis es un desarraigado que nunca pudo des-arraigarse del calor, la concupiscencia, el es-truendo de vida que signifi ca el trópico.

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Suplemento Cultural 54 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de octubre de 2013 Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de octubre de 2013

P ero en el caso de Álvaro Mutis, el gran poeta y narrador colom-biano que murió hace un mes en México, su paso por la pri-sión tuvo razones más munda-nas: por derrochar dinero ajeno

de la petrolera Esso, donde trabajaba como relacionista público en Bogotá, para dárselo a artistas en diversas formas. Luego, la empresa lo denunció por malversación de fondos.El episodio, ocurrido en 1959, es terriblemen-

te revelador de la vida del escritor por asuntos triviales y fundamentales. Por una parte, se podría decir que en consonancia con la esté-tica preciosista y cuidadosa de Mutis, con esa sonoridad particular de sus versos y su prosa, el penal donde terminó recluido tenía que tener un nombre bello: Lecumberri, cárcel de la ciu-dad de México.Pero, además, confi rma la que parece ser la

parábola vital de Mutis: fue un eterno em-pleado que casi nunca vivió de escribir sino de trabajar en las cosas más prosaicas, contra-dictorias y ajenas a la imagen romántica de un poeta, a diferencia de otros escritores que han vivido de dictar conferencias, hacer consulto-rías, dictar clases e, incluso, vivir de sus libros.Mutis fue locutor, actor de radionovelas, ven-

dedor de publicidad, relacionista público, y co-mercializador de series de televisión. El grueso de su obra narrativa lo produce luego de pen-sionarse, en 1988.Pero es un eterno empleado que se cultiva y

se rodea de la alta intelectualidad donde quiera que está. Es en ellos, justamente, en quienes se gasta la plata que lo llevará a la cárcel. En el libro “El reino que estaba para mí, conver-saciones con Álvaro Mutis”, del escritor co-lombiano Fernando Quiroz, el poeta explicó lo sucedido:“En realidad no sé en qué momento empecé

a disponer de ese dinero, mediante recibos que fi rmaba a nombre de entidades inexistentes”, dijo. “Esa plata, sin embargo, jamás llegó a mi bolsillo. La utilicé para organizar fi estas y homenajes como el que alguna vez realizamos con un amigo para celebrar los 300 años de la muerte de Brillat- Savarin... uno de los padres de la cocina francesa, para el cual mandamos traer de París hasta el pan y la mantequilla”.Con un proceso penal en su contra, Mutis se

fugó a México con su mujer y dos hijos. Pasó apuros aunque de inmediato conoció a Octa-vio Paz, Carlos Fuentes, y Luis Buñuel. Vivió unos meses en casa del pintor Fernando Botero e ingresó sin complejos y sin pretensiones, al círculo de la élite cultural mexicana.El terminar preso fue el punto de quiebre más

importante de su vida. Fueron quince meses de rozarse, compartir e interactuar con humanos de las condiciones más extremas, con todas sus miserias y grandezas en plena ebullición. Allí vivió lo que nunca antes había visto de cerca: el desamparo, la pobreza, la barriada. La cárcel le cambió los paradigmas.Pese a los esfuerzos de muchos intelec-

tuales ante el gobierno mexicano, nadie lo pudo sacarlo del penal pues cuando las gestiones parecían tener éxito, la embajada de Colombia lo hundió al decir, en una carta, que quien estaba preso no era Mutis sino un impostor.El director de la cárcel se dio cuenta, enton-

ces, del personaje que tenía entre sus manos y lo puso a hacer tareas administrativas, labor delegada a ciertos reos, y que se les compensa-ba con algunos privilegios. Claro, privilegios incomparables a los que estuvo acostumbrado buena parte de su vida.Cuando Álvaro Mutis nació en Bogotá, en

1923, su familia podía hacer alarde de uno de los apellidos más prestigiosos del país. El tío abuelo de su tatarabuelo era el español José Celestino Mutis, un científi co que vino a las Indias e hizo la primera taxonomía de la fl ora

El grueso de su obra narrativa lo pro-duce luego de pensionarse, en 1988.

Vivió unos meses en casa del pintor Fernando Botero e ingresó sin com-

plejos y sin pretensiones, al círculo de la élite cultural mexicana.

“Nunca he parti-

cipado en política, no he votado jamás y el último hecho político que me preocupa de veras es la caída de Bizancio a manos de los infi eles en 1453” Mutis.

UN POETA DE TODOS

LOS TRÓPICOSLa cárcel ha sido un destino casi ineludible para mu-chos poetas: Miguel de Cervantes, Oscar Wilde, Fray

Luis de León, Henry Thoreau. El poeta va a la prisión siempre, o casi siempre, por razones de política, por

pasiones desatadas o por contravención a los cánones morales vigentes.

POR SERGIO OCAMPO MADRIDAGENCIA AP

y botánica del virreinato de Nueva Granada (Venezuela, Colombia, y Ecuador).Sinforoso, el tatarabuelo, fue uno de los fi r-

mantes del acta de independencia colombiana. El padre de Mutis fue secretario de dos presi-dentes de la república. Su madre pertenecía a una familia de terratenientes de Medellín.A sus dos años, empezó a viajar por el mun-

do cuando a su papá lo nombraron embajador

en Bélgica. Ir a pasear o de compras a Roma, Londres, o París se volvió parte de su cotidia-neidad. La muerte del padre los hizo volver a la fi nca de su madre cerca al río Coello, en la provincia del Tolima, a unos 300 kilómetros al suroeste de Bogotá. Mutis tenía nueve años.Fue un cambio brutal: de la apacible y en-

corsetada Bruselas a los ardientes llanos del Tolima, rudimentarios, en eclosión constante de vida, con leyes simples y libres. Esa rara combinación entre el trópico feraz, sensual, agresivo, y la erudición, las fi ligranas barrocas, y el anacronismo imperial, será la dualidad por entre la que se deslizará toda su obra.“El gran legado de Mutis es haber nombrado

ciertos territorios de esta geografía nuestra que

nunca antes nadie había nombrado de esa ma-nera sutil, elegante, elevada”, dice el poeta co-lombiano Fernando Herrera. “Él consiguió ha-cer existir un paisaje. Si bien Aurelio Arturo ya había nombrado esas cordilleras y esos parajes del sur, Mutis les dio una vida especial. Él des-cubrió para el mundo el Quindío, los valles de ríos calientes, los cafetales, todo dentro de un lenguaje precioso y con una trascendencia hu-

mana que nadie había conseguido”.La vida en Coello es abiertamente

feliz y holgazana, de caminatas, de río, de atardeceres desde la terraza donde lee mucha poesía francesa,

inglesa, colombiana. Tal vez por eso fue impo-sible volverlo a la realidad del colegio en Bo-gotá, al llegar la adolescencia.La lectura y la afi ción al billar en cafetines

del centro bogotano hicieron que el rector del colegio del Rosario lo despidiera. Y Mutis, el cultísimo, el ilustrado, agregó a sus muchas singularidades la de nunca haberse graduado de bachiller y nunca pisar una universidad; no como alumno, al menos.Mutis se volvió entonces buena vida: uno

muy cultivado que se jactará de preparar los mejores Martinis; un sibarita autodidacta, apo-lítico y conservador.“Nunca he participado en política, no he vo-

tado jamás y el último hecho político que me

preocupa de veras es la caída de Bizancio a manos de los infi eles en 1453”, dijo en una autobiografía. “Soy gibelino (partidario de los emperadores de la Edad Media), monárquico y legitimista”.Tal vez haya algo de pose en esa declaración

porque en el fondo Mutis no era muy afecto a los sacerdotes y abominaba a los derechistas, como le dijo en una entrevista al escritor Héc-tor Abad Faciolince en 1993.Pero más de una vez hizo ostensible su con-

vicción en la monarquía y el “error histórico” de la independencia latinoamericana de España. Juan Gustavo Cobo Bor-da, en el libro Lecturas Convergentes, dijo que el poeta inició una charla en una universidad de Puerto Rico con un saludo pidiendo libertad para la isla, pero para devolvérsela a su “le-gítimo poseedor, el rey de España”.Uno de los grandes misterios de la literatura

colombiana, e inclusive latinoamericana, es cómo pudo Mutis, ese reaccionario conserva-dor, sostener una entrañable amistad de casi sesenta años con el izquierdista y combativo Gabriel García Márquez. Son dos antípodas en lo ideológico y literario, pues García Márquez crea para el mundo un trópico caótico, telúrico, abrupto, mientras que Mutis es el importador del cultismo europeo, de la estética ilustrada, a

ese trópico germinal.La historia dice que los presentó otro escritor

en Cartagena, Gonzalo Mallarino, a quien Mu-tis llevó por primera vez a conocer el mar cuan-do manejaba la propaganda de una aerolínea.“Ese encuentro parecía ser en verdad el pri-

mero hasta una tarde... cuando le oí decir a Mutis algo casual sobre Félix Mendelssohn”, dijo el Nobel colombiano en “Homenaje al Amigo”, texto publicado en el diario El País de España. “Fue una revelación que me trans-portó de golpe a mis años de universitario en la

desierta salita de música de la Biblioteca Na-cional de Bogotá... Entre los escasos clientes del atardecer yo odiaba a uno de nariz herál-dica y cejas de turco, con un cuerpo enorme y unos zapatos minúsculos como los de Búfalo Bill, que entraba sin falta a las cuatro de la tar-de, y pedía que tocaran el concierto de violín de Mendelssohn. Tuvieron que pasar 40 años hasta aquella tarde en su casa de México, para reconocer de pronto la misma voz estentórea,

los pies de Niño Dios. Carajo, le dije derrotado. De modo que eras tú”.En el exilio mexicano, la amistad de los es-

critores se hizo incondicional y se reafi rmó en numerosos viajes por el mundo, algunos de placer con sus familias. Alguna vez, como evoca García Márquez en ese texto, estuvieron a punto de morir en Francia cuando el auto que él manejaba saltó de la vía y terminaron cayen-do a un viñedo de Provenza.El accidente no dejó heridos. En el libro “Ce-

lebraciones y Otros Fantasmas”, el escritor Eduardo García Aguilar rememoró a los dos amigos caminando por Alejan-dría, Egipto, y constatando que era el sitio más parecido a Barranquilla que podía hallarse en el mundo.“Era tan exacto a Barranquilla”, indi-

có Mutis “que nos dimos cuenta de que el mundo es igual, salvo excepciones

como París”.Tal vez él, o Carlos Fuentes, fueron los prime-

ros que leyeron el borrador de “Cien años de Soledad”. Desde entonces fue uno de los lecto-res de casi todo lo que ha producido el creador de Macondo. Mutis le regaló la idea de escribir “El general en su laberinto”, tras decidir que su novela sobre un supuesto manuscrito perdido de un coronel polaco sobre Bolívar no era un buen intento.

Con todo, el mejor recuerdo de esta inve-terada amistad, fue la noche cuando García Márquez recibió la llamada que le anunciaba el Nobel en 1982. Mutis llegó en la noche a su casa y desde la puerta escuchó risas. Aden-tro estaban Mercedes, su esposa Carmen, y el galardonado tomando vino. Le soltaron lo del premio y tuvieron que contenerlo para que no llamara a contar lo sucedido.Luego, las palabras que leyó el Nobel colom-

biano en la cena con el rey Carlos Gustavo de Suecia las escribió Mutis porque García Már-quez no tuvo tiempo para redactar ese texto y el discurso de aceptación del premio literario.Mutis es un novelista tardío, un hombre que

produce más de la mitad de su obra narrativa luego de cumplir los sesenta años, y cuya pri-mera novela, “La nieve del almirante”, se pu-blica cuándo va a cumplir los 64 años.El Mutis antes de cumplir los cuarenta es,

fundamentalmente, un poeta. Mientras vive en Colombia publica “La Balanza” (1948), “Los elementos del desastre” (1953) y “Rese-ña de los hospitales de ultramar” (1955). Con “La balanza” ocurre una anécdota inolvidable, como rememora Álvaro Miranda en el libro “Tras las rutas de Maqroll el Gaviero”, y es que salió a la venta el ocho de abril y el nueve ya no había ni un solo ejemplar de los 500 impresos.Todos los quemó la turba en “El Bogotazo”,

la asonada popular que dejó en ruinas el centro de Bogotá, luego de que cayera asesinado el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán.En Lecumberri le dará forma al cuento “La

muerte del estratega”, “El último rostro” y al “Diario de Lecumberri”. Luego, ya instalado para siempre en México, vendrán “Los traba-jos perdidos” (1965), “Summa de Maqroll el Gaviero” (1973), “Karavansary” (1981), “Los emisarios” (1984), y “Un homenaje y siete nocturnos” (1986).Maqroll, protagonista de muchos de sus ver-

sos, es uno de los pocos personajes de la poe-sía que dio el salto para convertirse en prota-gonista de varias novelas. Es un “Simbad El Marino” extraño, de tiempos modernos, que combina erudición, apetito lector y arrestos de aventurero. Mutis, en el libro de Eduardo García Aguilar, dijo que “desde el principio de la aparición de Maqroll, en mis primeros poemas, es un hombre de una formación si no sólida, muy rica por lo menos”.“Cuando en mi adolescencia leí ‘Los elemen-

tos del desastre’ y ‘Memoria de los Hospitales de Ultramar’, sentí que la naturaleza no era un espacio ajeno al ser, sino el verda-dero lugar de expre-sión de su existen-cia”, dice el novelista y cuentista colom-biano Guido Tama-yo. “En esos poemas la condición humana precaria e inútil se manifestaba a través del paisaje feroz, hú-medo y calcinante del trópico. Una me-táfora perfecta para atrapar la ingenua, pero a la vez estimu-lante voluntad del hombre por alcanzar retazos de felicidad y sosiego”.Solo en 1973 co-

brará vida su prime-ra novela, la famo-sa “La Mansión de Araucaima”, llevada al cine una década después. Su primer borrador se escribió a mediados de los cincuenta, recién llegado a México y luego de conocer a Luis Buñuel. Éste último defendía que en el trópico no se podía escribir una novela gótica y Mutis le llegó un día con ese “relato gótico de tierra caliente”. Fernando Quiroz, en su libro, revela que Buñuel le prometió llevarla al cine pero la promesa nunca se cumplió.A punto de jubilarse, a los 65 años, Mutis de-

tiene misteriosamente su producción poética y se dedica de un modo febril a explorar la na-rrativa a la que nunca le había puesto mucho cuidado, tanto que él mismo admite, en entre-vista con Héctor Abad Faciolince, que llegó a quemar dos novelas que estaban casi listas. Una era la de Bolívar y la otra titulada “Cuando Dios bajó a Anagaima”.Es tan intensa la producción de este tiempo

de nuevo pensionado que conseguirá escribir y publicar siete novelas en seis años: “La nieve del almirante” (1986), “Ilona llega con la llu-via” (1988), “Un bel morir” (1988), “La última escala del Tramp Steamer” (1989), “Amirbar” (1990), “Abdul Bashur, soñador de navíos” (1990), y “Tríptico de tierra y mar” (1993).Su obra, tanto poética como narrativa, aún la

más culterana, la más erudita y hasta un tanto pretenciosa, siempre tiene unos ecos locales en el paisaje de Coello, el Tolima colombiano. Mutis es un desarraigado que nunca pudo des-arraigarse del calor, la concupiscencia, el es-truendo de vida que signifi ca el trópico.

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6 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de octubre de 2013

l debate global sobre si el libro digital termina-rá por desbancar el libro impreso sigue rodea-do de “incertidumbre”, dijo Mario Vargas Llosa, quien instó a hacer todo

lo posible para evitar que los libros en pa-pel desaparezcan y que la literatura caiga en la superficialidad.“El espíritu crítico que ha sido algo que

ha resultado sobre todo de las ideas con-tenidas en los libros de papel podría em-pobrecer extraordinariamente si las pan-tallas acabaran por enterrar a los libros”, advirtió el autor para quien la literatura que se escribiría exclusivamente para “las pantallas” sería una literatura “mucho más superficial, puro entretenimiento, conformista”.Aunque el premio Nobel de literatura

reconoció que es imposible saber exacta-mente lo que ocurrirá con los libros.“Creo que es muy difícil profetizar qué

cosa va a ocurrir, si el libro digital va a anular enteramente el libro de papel, si va haber finalmente una legalidad respecto al libro digital y a la cultura digital, sobre eso no sabemos todavía nada, sobre eso hay una gran incertidumbre”, dijo el autor peruano.Vargas Llosa hizo estas declaraciones al

término de un debate sobre la industria del libro en el marco del sexto Congreso Internacional de la Lengua que se celebra en Panamá, y en el que fue parte del pú-blico. También fue uno de los expositores durante la inauguración del congreso rea-lizada un día antes, y el martes presenta-rá en Panamá su más reciente novela “El héroe discreto”.Las discusiones del día giraron en torno

a aspectos sobre la producción y difusión del libro. Los expositores plantearon que la transformación que afronta la indus-tria editorial con el desarrollo de aparatos electrónicos y el comercio de libro por in-ternet es la más grande desde la invención

KATHIA MARTÍNEZEVargas LLosa contra Literatura para “pantaLLa”

Houston Le abrió Las puertas aL arte Latino

on la expectativa de lograr que más de 15 mil personas acudan al Centro de Con-venciones George Brown durante tres días, se inició el 19 de septiembre la 3ra. Fe-ria de Bellas Artes de Hous-

ton, que contó con la representación de 84 galerías que representaron a 12 países.

Y es que la feria se ha convertido en la segunda más importante y grande en el sur de Estados Unidos, después del Art Basel, que se realiza en Miami.

Para Alejandro Lázaro, representante del grupo que organizó la feria, uno de los objetivos es “ofrecer una selección di-versa de galerías a una nueva generación de coleccionistas que hay en Houston”.

Es por esto que, Lázaro aseguró que “cada grupo cultural, sea hispano, afroamericano, del medio oriente o del sur de Estados Unidos tuvo cubiertas sus necesidades como coleccionista”. De he-cho, resaltó que casi la mitad de las gale-rías instaladas eran extranjeras.

Una de las galerías internacionales es la de Alfredo Ginocchio, de México, que cuenta con más de 25 años de experiencia trabajando con artistas de ese país y de otros varios de La-tinoamérica. Para Paola Contreras, vocera de la galería, uno de los mayores atractivos de la feria fueron “los coleccionistas de Houston, ya que hemos visto que ellos disfrutan del buen arte y, lo más importante, lo buscan”.

Por eso no dudó en calificar a la Feria de Artes de Houston como “una puerta importantísima para generar más colec-cionistas interesados en el arte mexicano y latinoamericano”.

Similares expectativas tenía Álvaro Díaz, de la galería Baobab de Colombia, quien afirma que esta feria fue “muy inte-resante por la posibilidad de explorar un mercado nuevo”.

Una de las galerías nuevas que se es-trenó en la mencionada feria es Buenos Aires Fine Arts, que nació en el 2008 con el concepto de ser virtual.

Su representante, Vera Polischer, ex-presó a la AP que el evento de Houston “ofreció la posibilidad de establecer bue-nas relaciones con otras galerías, conocer nuevos coleccionistas, así como los inte-reses del público de la ciudad”.

Uno de los principales atractivos de la feria, tanto para los galeristas nuevos y experimentados como para los mismos organizadores, fue el potencial económi-co que tuvo la ciudad y sus habitantes.

“En Houston hay una clase social económicamente muy fuerte y con altos niveles de educación, lo que se traduce en capacidad de compra e interés por el arte”, agregó Lázaro, quien recalcó que por ello la ciudad “se ha convertido en un objetivo de artistas y ‘dealers’ (comer-ciantes) de arte alrededor del mundo”.

Tanto los coleccionistas como los cu-riosos se encontraron con obras que van desde los 5 mil dólares, hasta una pieza de Robert Rauschenberg, ofrecida por la ga-lería Art Link International, por un millón.

“En un principio Intentamos reunir ‘dealers’ que vendieran obras entre 5 (mil) y 30 mil dólares, pero pronto descu-brimos que funcionaban obras en el rango de los 100 mil hasta los 300 mil dólares.

PoR ALEXANDER TERRERoSHoUSToN /AgENcIA AP

ARTE

C

de la imprenta.“El incremento de la edición digital del

libro electrónico va ser muy importante, probablemente se convertirá en la princi-pal fórmula de expansión del libro”, agre-gó el español Emiliano Martínez, vicepre-sidente de la Fundación Santillana.Sin embargo, Martínez consideró que el

libro de papel “va a pervivir” por sus ca-racterísticas diseño y la necesidad de con-servar las obras en su integridad.Para José Creuheras, vicepresidente del

grupo editorial Planeta, la actual es una época “convulsa” ante la cual se debe ser optimista pues el libro digital abre oportu-nidades para las editoriales cuya función, en el fondo, es poner el libro al alcance de la mayor cantidad de lectores.“Creo que con el libro digital eso es po-

sible, (pero) tendremos amenazas, como hemos remarcado, la piratería”, afirmó.El pasar de libros de papel a libros digi-

tales involucra aspectos complejos como políticas comerciales y derecho de pro-piedad por lo que resulta difícil llegar a un

consenso sobre el futuro, opinó Fran-cisco Moreno Fernández, secretario ge-neral del Congreso.“Parece que lo del soporte electróni-

co se va a incorporar definitivamente al mercado de una manera masiva, es decir probablemente el libro seguirá existiendo, pero en una cuota menos amplia que tiene ahora “, dijo Moreno. “Habrá que encontrar la política comer-cial adecuada que permita obtener un beneficio a las empresas que lo comer-cialicen, pero también a los autores”.El mexicano Raúl Padilla, quien desde

hace 28 años organiza la Feria Interna-cional del Libro de Guadalajara, insistió en la necesidad de acoplarse a las nue-vas plataformas.“La migración del libro a la virtuali-

zación es, sin lugar a dudas, el inicio de una revolución tan o más grande que la que propició la imprenta de Gutenberg. Tengo claro que debere-mos adaptarnos de manera proactiva a lo que se avecina”.

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Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de octubre de 2013 Suplemento Cultural 7

Exposición dE fotos de autores brasileños en el pabellón de la Feria, en Brasil.

FOTO LA HORA: BORIS ROESSLER/DPA

BRASIL, LITERATURA ANTROPÓFOGA

rasil usó dos palabras para definirse como invi-tado de honor en la Feria del Libro de Fráncfort: “Antropofagia cultural”. El gigante sudamericano se ve como un país que

“deglute influencias exteriores y las usa para crear algo propio”. Su diversidad histórica y racial se refleja en una litera-tura dinámica, multiforme y siempre en movimiento.

“Traemos escritores de origen diverso, cada uno con su forma de expresión per-sonal, propia, intransferible. Una suma. Un mosaico, quizás. Un tejido de hilos entrecruzados que forma dibujos impre-visibles y sorprendentes”, señaló en la in-auguración de la feria Ana María Macha-do, escritora y presidenta de la Academia Brasileña de Poesía.

Pero Machado también destacó el punto de unión de todos ellos. “Los pro-blemas brasileños aparecen en las obras de los escritores más diversos y bajo una mirada punzante. La sociedad y la políti-ca brasileñas están siempre presentes en todo lo que publicamos. Este sustrato po-lítico es nuestra seña de identidad”.

Esa multiplicidad propia del quinto país más grande del mundo y de su origen multiétnico se refleja en el lema de Brasil en Fráncfort, “Un país lleno de voces”, y en la nómina de 70 autores que viajaron a la feria. Un recorrido errante y desorde-nado por algunos de ellos lo demuestra.

Andrea del Fuego, una de las nuevas voces femeninas brasileñas, se convirtió en escritora a través del erotismo. Des-pués de mostrar a un amigo cuentos eró-ticos que “jamás pensaba publicar”, se

Por AnA MAríA PoMi y PAblo SAnguinetti

UN REENcUENTRO cON MIGUEL ÁNGEL ASTURIASo empecé a leer muy joven, cuando

todavía mi pensamiento no conse-guía comprender plenamente esas palabras, esas frases, esas oracio-nes, esos párrafos, esas ideas, esas reflexiones abiertas y escondidas que nos entregó Miguel Ángel As-turias con sus obras. Leía y releía,

avanzaba y regresaba, me degustaba y sonreía, me atraía y me alejaba, era un proceso lento de lectura, era un espacio de atención permanente, era un festín al espíritu, era una oda al descanso, era una crítica abierta al sistema, pero al final era un poema de vida.Degusté a Asturias sin duda, lo disfruté, lo engullí

como un sabroso fiambre, como un tentador pastel, me dejó plenamente satisfecho su lectura, su mensa-je detrás de las letras, su profundo realismo mágico, me dejó fascinado su forma de romper con lo es-crito, quebrar con lo estipulado, demarcar senderos que jamás había podido imaginar. Asturias tomaba el laberinto y lo disfrutaba, es más,

lo gozaba, se insertaba en la utopía, la creía, la asen-tía, la hacía real, aunque establecía la quimera, sabía que lo que escribía era real. Su pensamiento crítico era genial, era meticuloso, era quirúrgico, pero por lo demás, resultaba maravilloso leerlo, resultaba in-trigante comprenderlo, resultaba de una profundi-dad inasequible, pero cercanamente comprensible.En estos días tuve un reencuentro con él, un acer-

camiento distinto, que tomó años de distancia, pero se facilitó con varias lecturas que tuve acerca de él y varios artículos con respecto su cumpleaños. Los viajes, más allá de conocer y disfrutar, permiten re-tomar la lectura detenida, la reflexión profunda, el uso de más tiempo para degustar la literatura y me lancé a una de sus obras. Viernes de Dolores fue la

escogida. Un regalo que caló hondo, una muestra de involucramiento con respecto al Moyas, del Viernes de Dolores, de la Huelga de Dolores y a uno de los creadores de la famosa Chalana, el himno de guerra de los estudiantes universitarios.Este retorno al tiempo previo al Viernes de Dolo-

res, me condujo hacia un Asturias diferente. Él no había cambiado, pero yo sí y en ese intercambio de tiempos y bajo la lectura de una linda obra, pude apreciarlo más, me hizo entenderlo más, me hizo comprenderlo más. Más allá de su época, más allá de su obra, más allá

de su mensaje. Existe un Asturias que es un chapín que vivió su vida con intensidad, flanqueado por sus amigos universitarios: ahí estaba Pumum, Choloj, Zancudo, Choco, Loco, Negro, y todo ese tropel de estudiantes y cuestionadores de su realidad, provo-cadores de emoción, buscadores de una sociedad distinta. Cal y canto, cal y canto, adentro el silencio, afuera la

vida, dice Asturias, como si la pared del Cementerio fuera esa línea de la realidad entre los buenos y los malos, los pobres y los ricos, los de arriba y los de abajo, dicotomía que todavía hoy persiste y, a veces se profundiza. Miguel Ángel Asturias, el eterno Moyas, el gran

Lengua, el eterno estudiante, el impenitente revo-lucionario, el que adoraba las tradiciones chapinas, como la Semana Santa, la Navidad, el que se creó allá en la Parroquia, su barrio querido. Cuanta vida, cuanta letra, cuanta importancia,

cuanto nos legó y nos influyó para siempre. Un reencuentro feliz, un retorno hacia la utopía, un re-greso a la nostalgia y la búsqueda permanente de un futuro distinto. Gracias Asturias, respetuosamente, gracias Moyas.

LJuAn JoSé nArciSo chúA

B

metió en el mundo de la literatura y debu-tó con “Os Malaquias” (Los Malaquías), que vio la luz en 2011 y ganó el Premio José Saramago.

“Como la novela encajó tan bien con el público portugués, que siente gran atracción por los textos poéticos, esa eu-

foria repercutió luego también en Brasil”, explicó en una entrevista reciente con el canal alemán Deutsche Welle.

Su obra transita en un mundo que es a la vez onírico y banal, en el que juegan, confusamente, la verdad y la mentira. Así puede entreverse en los títulos de algunos

de sus libros más vendidos, como “Minto enquanto posso” (Miento mientras puedo, publicado en 2004; “Nego tudo” (Niego Todo), de 2005, y “Engano seu” (Te en-gañas tú), de 2007.

Michel Laub, nacido en 1973, es no-velista, cuentista y periodista. Debutó en la ficción en 1998 con el libro de cuentos “Não Depois do que Aconteceu” (No des-pués de lo que sucedió) y tres años des-pués publicó su primera novela, “Música Anterior”.

Su obra se apoya en un “narrador-per-sonaje” que generalmente habla consigo mismo en un intento por determinar la relación causa y efecto entre el pasado y el presente de atormentados protagonis-tas. Por la misma línea siguen sus obras posteriores: ‘‘Longe da Água’’ (Lejos del Agua), de 2004; “Segundo Tempo” (Se-gundo Tiempo), de 2006; y “Diário da Queda” (Diario de la Caída), de 2011. Su única obra narrada por más de una voz es “O Gato Diz Adeus” (El Gato dice Adiós), publicada en 2009.

Brasil fuE el invitado de honor en la feria del Libro en Fráncfort. FOTO LA HORA: DANIEL REINHARDT/DPA

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8 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de octubre de 2013

AGENDA CULTURALVIERNES 25 DE OCTUBRE

Cine. El Cosmonauta (2013)Todo el día.Lugar: Centro Cultural de España 6a. avenida 11-02 zona 1 2o. piso.Película de Nicolás Alcalá. Entrada libre

Del Arte al Niño. FUNSILEC 201309:00 – 18:00 horas.Lugar: Centro Empresarial Zona Pradera. Boulevard Los Próceres y 26 calle zona 10 Exposición venta anual de arte contemporáneo. Homenaje a Mónica Torrebiarte. Hasta el 25 de octubre.Entrada libre.

El Zoológico de Cristal20:00 – 21:00 horas.Lugar: Teatro de Cámara Hugo Carrillo.Admisión Q50.Boletos en taquilla una hora antes de la función / Parqueo Q10.

Mercedes Escobar20:00 – 21:00 horas.Lugar: La Erre Vía 6, 2-60 zona 4.Concierto en el marco de Elepé.

Clase de bailes Latinos18:00 – 20:00 horas.Lugar: Arte Centro Paiz.Donación: Q30.

“Cumbia pa´ bailar”. Presentación del grupo Nikikot19:30 horas.Lugar: Sala Experimental Tras-bastidores.Donativo: Q10 / disco Q20.

SÁBADO 26 DE OCTUBRE

Taller de Teatro del Oprimido14:00 – 18:00 horas.Lugar: Centro Cultural de España 6a. avenida 11-02 zona 1 2o. piso.Donación mensual Q200 /Cupo limitado.

El Zoológico de Cristal20:00 – 21:00 horas.Lugar: Teatro de Cámara Hugo Carrillo.Admisión Q50.Boletos en taquilla una hora antes de la función / Parqueo Q10

Expoventa “Expresa”18:00 horas.Lugar: Museo Ixchel del Traje Indígena.Con las obras más recientes de los artistas Ana Liska y André Delpree.Hoy termina.

Poemas cotidianos15:00 – 16:00 horas.Lugar: Sophos 4a. avenida y 12 calle esquina zona 10 2o. piso.Presentación del libro de Sergio Domingo Vásquez.

Teatro. Juan Salvador Gaviota19:30 – 20:30 horas.Lugar: Nueva Acrópolis 7a. calle 3-62 zona 1.Entrada libre

Club de Lectura16:30 – 17:30 horas.Lugar: Sophos 4a. avenida y 12 calle esquina zona 10 2o. piso.Habemus Ruptura a cargo de Diego Cerezo

DOMINGO 27 DE OCTUBRE

Peter Pan11:00 – 12:00 horas.Lugar: Teatro de Cámara Hugo Carrillo.Ericka Urízar presenta esta obra en temporada de fin de semana.Entrada: Q50.

Teatro para niños. El Árbol11:00 – 12:00 horas.Lugar: Teatro Dick Smith del IGA.Todos los domingos de septiembre y octubre. Admisión Q50 /Parqueo Q20.

El Zoológico de Cristal17:30 – 18:30 horas.Lugar: Teatro de Cámara Hugo Carrillo.En temporada de fin de semana. Admisión Q50 / Parqueo Q10.

LUNES 28 DE OCTUBRE

Arte de Guatemala18:30 – 20:30 horas.Lugar: Museo Popol Vuh 6a. calle final zona 10 UFM.Curso por Aníbal Chajón. Entrada: Q825 / 4 sesiones

MARTES 29 DE OCTUBRE

El Cántico del Sol y las Maravillas Acrósticas09:30 – 16:30 horas. Lugar: Galería Km 0 Palacio Nacional de la Cultura.Inauguración de la exposición de pintura de Joan Miró. Puede visitarse hasta el 31 de diciembre de 2013.

Laboratorio de Creación Escénica16:00 – 20:00 horas.Lugar: Centro Cultural de España 6a. avenida 11-02 zona 1 Edificio

Del 25 de octubre al 1 de noviembre

Lux 2o. piso.Inversión Q200 mensuales.Cupo limitado.

MIÉRCOLES 30 DE OCTUBRE

Cine. Ciclo Víctor Erice18:00 – 19:00 horas,Lugar: Centro Cultural de Espa-ña 6a. avenida 11-02 zona 1, 2o. piso.El Sol del Membrillo (1992). Entrada libre.

JUEVES 31 DE OCTUBRE

Teatro “El Rastro” de El Salvador19:30 horas.

Lugar: Sala Experimental Trasbastidores.Donación: Q50.

Noche de Salsa20:00 horas.Lugar: La Chasah Tao 6a. avenida 4-69 zona 10.

VIERNES 1 DE NOVIEMBRE

Día de Todos Los SantosTodo el día.Lugar: Departamento de Sacatepéquez.Visita los municipios de Sumpango y Santiago para la tradición de los barriletes gigantes. Arte culinario y cocina tradicional: el Fiambre.