suplemento cultural 25-01-2013

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Páginas 2 y 3 Cuando Calamaro dejó de ser solo Andrés Manual político para ocultar la verdad El tránsito de Diana de Solares Páginas 4 y 5 Página 6 Página 7 El libro de la vida de Alberto Masferrer Una idea original de Rosauro Carmín Q. Suplemento Cultural Guatemala, 25 de enero de 2013

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Suplemento Cultural 25-01-2013

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Page 1: Suplemento Cultural 25-01-2013

Páginas 2 y 3

Cuando Calamaro dejó de ser solo Andrés

Manual político para ocultar la verdad

El tránsito de Diana de Solares

Páginas 4 y 5

Página 6

Página 7

El libro de la vida de Alberto Masferrer

Una idea original de Rosauro Carmín Q.

Suplemento CulturalGuatemala, 25 de enero de 2013

Page 2: Suplemento Cultural 25-01-2013

El libro dE la vida dE albErto MasfErrEr*

Revista de libros

La obra de Alberto Masferrer (1868-1932) ha recibido influencias de pensadores y personajes diversos. Ghandi, Rodó, Blavatski, Montalvo, Renan, Ugarte, Kardec, Jesús, Platón, Martí, Besant, entre muchos otros, conforman una suerte de

círculo de influencias centrípetas convergentes en la figura de Don Alberto (ver el gráfico incluido al final de esta reseña). Mas, la personalidad y la ingente labor en la elaboración de redes intelectuales transforman su figura en una fuerza cen-

trífuga. Los nexos de su red lo vinculan con Gabriela Mistral, José A. Miranda, Luz Valle, Joaquín Rodas M., Fernando Juárez Muñoz, Miguel Ángel Asturias, Gustavo Martínez Nolasco, Máximo Soto Hall, y otros intelectuales.

POR DIEGO A. FERNÁNDEZ PEYCHAUX

La conjunción de estas in-fluencias hacia y desde el autor lo convierten –según Marta E. Casaús- en «uno de los pocos pensadores cen-troamericanos con un pen-

samiento híbrido pero aglutinador; con un programa aparentemente sencillo pero muy profundo; con proyección social y con una vi-sión incluyente e integradora de la sociedad y con una postura regeneracionista y moralista» (p, 27). Rasgos, estos, que han calado y lo si-guen haciendo en la formación de la identidad nacional centroamericana o, si destacamos su unionismo, nuestramericana.Señalar la importancia de un autor no supone

negar que su obra ha sido objeto del olvido. Por un lado, se lo ha criticado como a todos aquellos que han tenido la osadía de fustigar de forma constante a los ricos y a los vicios de la sociedad. Como apuntara Carlos Wyld Ospina, la figura de Masferrer al mantener «una perfecta armonía entre su pensamiento y su acción, entre la doctrina que expone y el hecho que se ejecuta» comete un sincericidio intolerable para las elites de poder. Por otro lado, señala Eduardo Devés Valdés, los auto-res del pasado se hacen presentes en la actua-lidad con un hálito de ingenuidad, simpleza y desactualización conceptual. Empero, agre-ga el prologuista de esta edición crítica, ello no implica su necesaria invisibilización e impo-sibilidad de acudir a su obra para recuperar los valores por los que otros intelectuales lucharon en el pasado. La reedición de su obra, por tanto, no sólo da a conocer su pensamiento, sino que habilita los caminos para ir más allá.Masferrer se empeñó

en generar debates en re-lación con temas social-mente candentes de su época: la formación de la patria, la ampliación de los derechos inalienables del ser humano, la concesión del voto a las mujeres y los analfa-betos, el reparto de tierras o el respeto al medio ambiente. La enumeración de estos temas pa-

2 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de enero de 2013 Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de enero de 2013

reciera desprenderse de titulares periodísticos actuales. Por ello, en la doble tarea de presen-tar y trascender el pensamiento de Masferrer, la edición de Casaús presenta los elementos necesarios a fin de comprender esta contem-poraneidad. Alejada de las posturas que sepa-ran y disgregan su pensamiento, Casaús busca presentar de forma unitaria la obra de un autor en la que se traslapan distintas corrientes: el vitalismo de Tolstoi, el socialismo fabiano de Henry George; el anarquismo y socialismo li-bertario de Kropotkin y de Proudhon, Graves; las corrientes teosóficas e hinduistas de Kris-hnamurti, Jinarajadasa, Vivekanda, o Gandhi; y el pensamiento unionista y panhispanista de Haya de la Torre, Rodó, Martí, Ugarte, Mistral y Vasconcelos, etc. En suma, aspectos todos que contribuyen a «poner en tela de juicio el paradigma positivista y el proyecto liberal de-cimonónico con el fin de sentar nuevas bases para la legitimidad de la nación en las repúbli-cas centroamericanas por medio del unionis-mo y del vitalismo» (p. 3). El ocultamiento de la obra de Masferrer no

se origina de forma exclusiva ni en el efec-to desactualizador del paso del tiempo, ni en aquellos que hubieran querido silenciar su lucha. Muy por el contrario, en su debate con prologuistas y biógrafos la autora de esta edición crítica apunta al ofuscamiento que ejerce sobre la obra la elusión de hibridacio-

nes esenciales a su pensamiento. Entre estos astutos olvidos, prologuistas como Matilde Elena Ló-pez, escinden la veta teosófica del pensa-miento anarquista. El encubrimiento do-loso de su anarquis-mo explicitado en la obra ¿Qué debemos de saber?, La eco-nomía del mínimum vital, no es una omi-sión menor. Según Casaús, la lectura se-lectiva de Masferrer

supone un intento por presentarlo de manera aceptable. Así, su espiritualismo, anarquismo y teosofismo son excluidos bajo el rótulo de desvaríos ocasionados en la escasa formación

académica. Pareciera, pues, como si para un humilde salvadoreño fuese un error acompa-sar a Tolstoi con Gandhi, o Henry George con José Martí. Esta afectación de la obra de Masferrer por

la lectura parcial de sus prologuistas y edito-res incluye, a su vez, su faceta política. Éstos obvian resaltar el hecho de que su mejor pro-ducción espiritual se elaboró junto con sus obras sociales. Se prescinde señalar la mar-

Diario La Hora y F&G Editores sortearán dos libros de “El libro de la vida de Alberto Masferrer y otros escritos vitalistas” de Mar-ta Elena Casaús Arzú. Tan solo debe enviar un correo electróni-co a [email protected] y entrará a participar en el sor-teo. Envíe su nombre, teléfono y documento de identificación a más tardar el 7 de febrero. Los ganadores se darán a conocer en el Suplemento Cultural del viernes 8 de febrero.

PROMOCIÓN

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Por LYNN ELBER

Suplemento Cultural 3

¿Realmente necesitan Meryl Streep, Anne Hathaway y Helen Mirren una ca-tegoría sólo para mujeres para ganar un Oscar, Emmy o premio SAG?En una sociedad cada vez más inclina-

da hacia la igualdad de género, los ga-lardones que dividen a actores y actrices en dos bandos huelen a un mohoso ana-cronismo.Es verdad, la Asociación para Mujeres

en la Ciencia otorga premios para pro-mover el éxito de las féminas en un cam-po dominado por los hombres. Pero para conmemorar logros perdurables, ¿de-searían sus miembros un premio Nobel de física sólo para mujeres?En competencias intelectuales o artísti-

cas, ¿debería el género importar del todo?“Ni que se necesitara fuerza física”,

dijo Gloria Steinem secamente sobre los requisitos para la actuación.Etiquetar por separado a actores y actri-

ces es una tradición que está perdiendo partidarios en la industria. Las actrices a menudo responden a la distinción lla-mándose a sí mismas “actores”, ponién-dose a la par de sus contrapartes mas-culinos.Después de todo, las acomodadoras

hace mucho no se ven en las salas de cine. Y funcionarios de la defensa di-jeron el miércoles que el Pentágono le-vantará la prohibición de poner mujeres en combate.El Gremio de Actores de la Pantalla

(SAG, por sus siglas en ingles), que este domingo entrega sus premios, se acerca a la neutralidad con un trofeo apodado el Actor, aunque reparte premios por sepa-rado a hombres y mujeres.Eso entreabre la puerta, pero sólo un

poquito. Terminen de abrirla y la majes-tuosa actuación de Daniel Day-Lewis en “Lincoln” competirá con el agudo tra-bajo de Jessica Chastain en “Zero Dark Thirty”.“Esa es una gran idea”, dijo Mark An-

drews, escritor y director de la cinta animada “Brave”. “Al final de cuentas, todos somos cuentistas, y no creo que el género sea un factor decisivo mayor cuando definimos un personaje”.En todos los demás campos premiados

del cine, como dirección, guión y cine-matografía, hombres y mujeres compi-ten por un mismo reconocimiento, dijo Andrews.Eso puede ser progreso en teoría, pero

no en la práctica, dice Sally Field, no-minada a los premios SAG y Oscar a la mejor actriz de reparto por su trabajo en “Lincoln” y ganadora de dos Premios de la Academia.“Si lo hacen no verán a ninguna actriz

allá arriba (en el escenario) del todo”, advirtió. “¡El porcentaje de papeles fa-vorece tanto a los actores! Así ha sido siempre”.Exactamente, coincidió Naomi Watts,

nominada al SAG y Oscar como mejor actriz por “The Impossible”.“Existe tanta competencia en la vida

real y sí creo que somos diferentes”, dijo. “Sí, debemos ser capaces de tener las mismas cosas tanto como sea posible ... (pero) la vida ya es una batalla y hay tantos papeles maravillosos escritos para hombres. Las mujeres están definitiva-mente en desventaja cuando se trata de volumen”.La rapera Nicki Minaj, quien está con-

siderando incursionar en el mundo de la actuación, tiene una opinión pragmática al respecto.

Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de enero de 2013

cada vertiente unionista del autor, haciendo caso omiso, incluso, de la formación del Partido Vitalista Latinoamericano. Con la excepción de Francisco Morán, no se hace mención de la vocación federalista y conti-nental de un pensador de Nuestra América. La edición selectiva de la obra póstuma de

Masferrer incurre en una deformación de su pensamiento al exponerlo adaptado al gusto e intereses de sus editores. Todas estas ra-zones serían por sí mismas suficientes para fundamentar un nuevo estudio crítico. Por ello el volumen editado por Casaús busca reordenar sus textos «con una óptica crono-lógica y discursiva más coherente, que nos permita comprender mejor la obra vitalista de sus últimos años […] fundiéndolo todo en un volumen con una nueva estructura, y tratando de darle una nueva coherencia a su obra a partir del año 1927» (p. 26). Los ejes que emplea para la nueva organización que propone son cuatro: (i) una meditación pro-funda y una lectura detallada y minuciosa de todos sus escritos; (ii) un orden ideológico sobre la importancia de los temas aborda-dos, dándoles una articulación en función de su carácter político-ideológico; (iii) una comprensión sencilla y didáctica de cuáles son las temáticas esenciales de lo que para él es el vitalismo; (iv) una profundización en el Masferrer íntimo. En los siete capítulos que siguen a la intro-

ducción a esta edición crítica se reordenan, con la colaboración de Regina Fuentes Oli-va, los textos de El libro de la vida I y II y a las Cartillas vitalistas. Estos son: Masferrer íntimo; El concepto moderno de la idea de «patria» y sus males; El unionismo y la vi-sión continental de «Nuestra América»; El regeneracionismo vitalista de Masferrer en las Cartillas y Mandamientos vitalistas; La «escuela vitalista» como eje de la transfor-mación social; Los textos espiritualistas y deístas de Masferrer; El vitalismo teosófico en la obra de Alberto Masferrer. En suma, se da a conocer «la voz del maestro» sin que sea afectada por más intencionalidad que la suya propia. En síntesis, en el volumen editado por Ca-

saús se permea la obra del autor sin mayor filtro que el propuesto por él mismo. En ese acto de volver a dejarse ver, o mejor aún, de-jarse leer de forma íntegra el pensamiento se traslucen los proyectos sociales y políticos de Masferrer. De ese modo, al quitar las capas de polvo que habían ido opacando su obra y hacerla, pues, inteligible más allá de su patria, Marta Casaús participa, cual heredera, del siempre urgente proyecto de la integración intelectual latinoamericana y de coordinación de la intelectualidad mundial. En ese sentido, su aporte trasciende el vano engolosinamien-to con la cocina de las palabras. El respeto y fidelidad a las intencionalidades del autor se transmiten en un estilo carente de verborrea que presenta la erudición con un tono amable. Por lo demás, este volumen se constituye en una referencia ineludible para aquellos que quieran adentrarse no sólo en Alberto Mas-ferrer, sino también en la historia del pensa-miento nuestroamericano.* Casaús Arzú, Marta Elena. El libro de la

vida de Alberto Masferrer y otros escritos vi-talistas. Edición crítica de la obra teosófico-vitalista (1927-1932). Con la colaboración de Regina Fuentes Oliva. Guatemala: F&G, 2012. 386 p.

Cine

¿Es Hollywood insEnsiblEa la igualdad dE génEro?

“Uno ve a todas esas divas tan hermosas entre el público, y todas quieren ser la ga-nadora”, dijo. “Es entretenimiento”.Hathaway, en la contienda de los premios

SAG y Oscar a la mejor actriz de repar-to por “Los miserables”, considera que el tema de la división de género es “una pregunta genial merecedora de un debate genial”.“¿Puedo concebir un mundo en el que la

actuación se convierte en un concepto sin género? Absolutamente. ¿Creo que es algo que pueda ocurrir pronto? No”, expresó.Como apuntó Field, el reto fundamental

es que las mujeres obtienen papeles con menos sustancia que los hombres. Iró-nicamente, esto se tapa con una paridad artificial cada año en las ceremonias de premios. Cinco mujeres compiten, cinco hombres compiten, dos ganadores son co-ronados.Entonces, ¿cuál es el problema? Una

rápida revisión de números aclara el pa-norama: las mujeres representaron cerca de un tercio de los personajes de las 100 películas más lucrativas del 2011, según el Centro para el Estudio de las Mujeres en la Televisión y el Cine de la Universidad Estatal de San Diego.Esto, pese al hecho de que las mujeres

conforman poco más de la mitad de la po-blación estadounidense y, de acuerdo con investigaciones previas del centro, el ha-llazgo no es anormal.En este contexto, la líder feminista Stei-

nem ve una razón legítima para mantener categorías de premios separadas. Cuando dos grupos desiguales se combinan es el menos poderoso el que sale perdiendo,

indicó, y citó como ejemplo cuando la desegregación escolar del siglo XX llevó a despidos masivos de directores y adminis-tradores negros en Estados Unidos.Tom O’Neil, editor del cibersitio de pre-

dicción de premios Gold Derby, dijo que fuerzas mayores se opondrían a cualquier intento de hacer un cambio como ese en Hollywood.Las ceremonias de premios rutinariamen-

te intentan agregar categorías que atraigan más celebridades, no menos, para incre-mentar el atractivo del espectáculo y dis-frazar así el trato desigual de las mujeres en la industria.“Es criminal”, dijo sin titubeos.En las categorías de cine y televisión para

quienes trabajan detrás de cámaras, y que combinan en una misma categoría a hom-bre y mujeres, rara vez se ve una mujer subir al escenario a aceptar un galardón. Los Oscar se entregan desde 1929, pero sólo en el 2010 se premió a la primera di-rectora: Kathryn Bigelow por “The Hurt Locker”.Las estadísticas nuevamente proporcio-

nan claridad: las películas dirigidas por mujeres representaron apenas el 9% de las más taquilleras del 2012, según un nuevo estudio de la Universidad Estatal de San Diego.Démosle a Field, ganadora de dos Oscar,

la última palabra en este debateLas actrices “deben tener su propia ca-

tegoría porque ellas SON una categoría aparte”, dijo. “Enfrentan dificultades espe-cíficas sobreviviendo en este negocio; difi-cultades que los actores, Dios los bendiga, no enfrentan”.

Page 4: Suplemento Cultural 25-01-2013

4 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de enero de 2013 Suplemento Cultural 5“TRIBUNA, NO MOSTRADOR”, Clemente Marroquín RojasDECANO DE LA PRENSA INDEPENDIENTE

Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de enero de 2013

Últimamente debatido entre el fragor de las guerras twitteras y los focos de la prensa rosa argentina, resulta difícil rastrear en el actual Andrés Calamaro al autor del imponente ‘Alta Suciedad’ (Warner, 1997): el disco que hace 16 años inauguró, tras la disolución de Los Rodríguez, su segunda etapa como solista.

POR CARLOS BOUZA

Caja musical

Cuando Calamaro dejó de ser solo andrés

E s cierto que si-gue habiendo ráfagas de poe-sía y nervio en su obra reciente, donde canciones

como ‘Los Chicos’ han pasado a engrosar la categoría de reper-torio clásico. Sin embargo, para localizar los orígenes del compo-sitor de inspiración inflamada (en volumen y genio), del intérprete dotado de un swing indómito, te-nemos que regresar una vez más a la rotunda colección de cancio-nes que hoy recordamos.

A menudo considerado errónea-mente como su debut en solitario, lo cierto es que Calamaro contaba en los tiempos de ‘Alta Suciedad’ con una trayectoria porteña de casi veinte años, ya fuese integra-do en bandas (Raíces, Los Abue-los De La Nada) o rubricando con su nombre un puñado de intere-santes discos pop, pero de sonido algo sintético. Instalado en Ma-drid desde 1989, tras responder a la llamada de Ariel Rot que pren-dería la mecha de Los Rodríguez, fue el inédito ensamblaje de rock porteño, raíz stoniana e influjo latino del grupo el que inició el trámite de su adopción española.

Hacia 1996, cuando el proyec-to se rompió tras una exitosa gira junto a Joaquín Sabina, Calamaro era ya el más célebre fichaje in-ternacional del rock español. Y mientras el grupo hacía aguas, él esbozaba ya en maquetas caseras lo que sería su inminente presen-tación como músico solista en nuestro país.

‘Alta Suciedad’ fue, ante todo, el capricho de un mitómano que soñaba con grabar junto a los músicos de sesión que figuraban en los créditos de sus discos fa-voritos: la sección rítmica de los X-pensive Winos de Keith Ri-chards, hombres curtidos junto a Tom Waits, Steely Dan o Aretha Franklin, e instrumentistas in-mortalizados en piezas como ‘Brown Eyed Girl’ (Van Morri-son) y ‘What A Wonderful World’ (Louis Armstrong). Dicho y he-cho, el presupuesto de su sello le permitió desplazarse a Nueva Jersey, primero, y posteriormen-te a Nueva York. Y bajo la batuta del productor Joe Blaney, con un puñado de demos a medio traba-jar bajo el brazo y un grupo de se-sionistas de lujo a su servicio, en-

tre febrero y marzo de 1997 com-pletó la que sería su primera obra maestra. Un álbum que rompía, a nivel de sonido, interpretación o concepto, con cualquier otra cosa que Andrés Calamaro hubiese he-cho hasta ese momento.

Conviene revisar este disco a la luz de nuestros días, bajo la perspectiva de su voluminosa obra posterior, para comprobar que se trata no sólo de un rotun-do muestrario de grandes éxitos (aquí están ‘Flaca’, ‘Media Ve-rónica’ o ‘Loco’), sino también de su trabajo más sofisticado y trabajado instrumentalmente: la entrega “urban-studio-deluxe” de Calamaro, como una vez lo defi-niese el escritor argentino Rodri-go Fresán.

Sin rastros de la aspereza y desmesura que caracterizará a grabaciones inmediatamente pos-teriores, el amplio catálogo de in-tereses musicales de su autor se vuelca aquí de forma equilibrada, con su proverbial ansia grabadora aplacada por músicos acostum-brados a trabajar en sesiones ri-gurosas y metódicas. Tal vez por ello, el timón de la grabación no tardaría en serle confiado a Bla-ney. Y bajo la única premisa de anclar cada canción en el groove más adecuado, los apuntes do-mésticos del bonaerense fueron tomando poco a poco la forma de esta lujosa producción que hoy conocemos.

Empezando por esa portada en la que Calamaro imita la pose de Bob Dylan en la funda de su sin-gle ‘Baby Stop Crying’, he aquí un disco sin interés alguno por matar al padre, y que muestra or-gulloso sus costuras. ¿Recuerdas ‘King Of Rock’, el viejo éxito de 1985 de los raperos RUN – DMC? No es casualidad que la carga ge-nética de aquel riff de guitarra re-corriese doce años hasta llegar a la canción titular de ‘Alta Suciedad’, pues ambos son obra del mismo hombre: Eddie Martinez. Sin em-bargo, ese pegajoso fraseo no es el único reclamo de un single monu-mental, en el que de alguna forma se concentra toda la sabiduría ins-trumental del disco.

La maciza construcción del tema tiene que ver igualmente con una sencilla pero inteligen-te solución rítmica, basada en la combinación de un handclapper analógico con la solvencia de los

dos viejos hombres de confianza de Keith Richards: Steve Jor-dan (batería) y Charlie Drayton (bajo). Mención aparte merece la sección de viento, con arreglos diseñados por Andrés Calamaro y ejecutados por los sesionistas Crispin Cioe y Ken Fradley. Cre-ma neoyorquina concentrada en cuatro minutos y medio, y eso sólo en el primer fogonazo.

Si el ex - Rodríguez llegó a in-sistir alguna vez en que éste fue un “disco instrumental con le-tra” es porque nunca confió tanto en la solidez literaria del álbum como en su suntuosa carcasa so-nora. Sin embargo, es el engarce entre pequeños aciertos poéticos a pecho descubierto y ripios que

luchan por mantener el equilibrio (“todavía soy tu amigo / pero te deseo el bien / o lo que quieras / pero por lo que más quieras / no me pises los zapatos de piel”) el que hace que canciones como ‘Todo lo demás’ se sitúen en ese medio camino, entre lo sublime y el hallazgo aparentemente dis-paratado, en el que Calamaro en-contraría un más que interesante filón como compositor.

Pero aquí abundan también, como en ningún otro trabajo posterior, las letras redondas, ce-rradas y pulidas, tras las que se adivina una fina elaboración. Es el caso del intenso esfuerzo poé-tico de ‘Crímenes Perfectos’: una balada de ruptura no demasiado

querida por su autor, pero en con-tinua revalorización popular, que extiende su seducción desde los primeros versos (“¿Sentiste algu-na vez lo que es / tener el corazón roto?”) y se desarrolla entre po-derosas crecidas. Calamaro vol-vería a sonar tanto o más trans-parente en capítulos posteriores, pero aquí estamos probablemente ante su primera gran encaje entre letrista y cantor.

Lo habitual es entrar en el disco a través de sus fabulosas compo-siciones de estadio, como la pro-pia ‘Crímenes Perfectos’ o ‘Fla-ca’. Canciones que podemos oír desbordarse en los registros en directo del DVD ‘Made In Argen-tina’ (2005) o su complemento en

CD, ‘El Regreso’ (2005). Pero la escucha en piloto automático en que pueden derivar temas tan omnipresentes no significa que no encontremos en ellos mucha información acerca del sentido musical de ‘Alta Suciedad’.

La célebre ‘Flaca’, por ejem-plo, era en su versión primitiva un simple tanteo hecho sobre un loop de batería localizado en un disco de Keith Richards (posible-mente de la canción ‘Take It So Hard’, del álbum ‘Talk Is Cheap’ -1988-), pero la metamorfosis en estudio la convirtió en la pieza majestuosa que hoy conocemos: una superposición de melodías muy trabajadas que desembocan en una coda instrumental de dos

minutos. En otras palabras, Ca-lamaro opta a menudo por una arquitectura pop muy beatle, ba-sada en diseños alambicados pero presentados en un formato de fá-cil consumo.

‘Media Verónica’ siguió un ca-mino parecido. Su origen está en una mínima idea instrumental: juguetear con las posibilidades de una batería distorsionada. La espartana maqueta publicada pre-viamente la muestra construida sobre un simple armazón de tra-zos electrónicos, mientras que la incluida en ‘Alta Suciedad’ es lo más cercano a una toma definiti-va: un sutil trenzado atmosférico (tejido en directo dentro del estu-dio, con bonitos ribetes de cello)

que envuelve a la perfección uno de los textos más sugerentes de Calamaro. ¿Es ‘Media Verónica’ un retrato adolescente en modo elegíaco, en la línea del ‘Laura Va’ de Luis Alberto Spinetta? Su autor zanjaría el debate por la vía del misterio: “No habla sobre ninguna chica que se llame Ve-rónica, ni por supuesto habla de media persona”. Dejémoslo en un hermoso juego de insinuacio-nes, inspirado por el lance taurino que le da título.

Cuenta también Calamaro que su buen amigo, el fallecido blues-man Pappo Napolitano, le desafió en una ocasión en los siguientes términos: “Vos lo único que tenés de negro es el ojo del culo”. Tuvo que ganarse el respeto con ‘No va Más’, un tremendo blues incluido en ‘Honestidad Brutal’, ante el que Pappo concedió finalmen-te: “¡Parece la banda de Albert King!”. Pues bien: lo que podría-mos considerar el bloque de can-ciones negras de ‘Alta Suciedad’, las más abiertamente sujetas a las sonoridades funk o reggae, ya de-mostraban que no había nada de postizo en la filiación negroide de Calamaro.

El funk satinado de ‘Loco’ jus-tifica por sí solo la presencia del bajista Chuck Rainey en la graba-ción y parece diseñado para cap-turar el característico lucimiento sin alardes de los viejos sesio-nistas de música soul. Entre la montaña de referencias que Cala-maro tenía en mente para orien-tar la canción estaban Chic, las superestrellas disco de los años setenta, y desde luego ese no era un reto que revistiese especial di-ficultad para Rainey: su abultada hoja de servicios le presentaba encallecido junto a artistas como Etta James, Marvin Gaye o Fats Domino, por lo que encajó sin problemas la burbujeante línea de bajo que, junto a los efectos wah wah y los vientos, son los gran-des protagonistas del tema.

Es obvio que la inspiración de-trás de ‘Quién asó la Manteca’ sería más bien Bill Withers, pero los ascendientes se difuminan a la altura del disparate fumeta de ‘Nada Es Igual’: un denso reg-gae en la línea calamariana más experimental, que empieza como un extraño relato gauchesco y deriva, a mitad de camino, en un monólogo de Antonio Escohota-

do, grabado expresamente para la ocasión, sobre las pequeñas mi-serias del oficio de vivir.

Calamaro supera con nota la prueba de fuego de la negritud, pero revalida también su habili-dad para las canciones stonianas, que parece bordar casi en piloto automático. ‘Me Arde’ es el nú-mero Jagger / Richards del disco, casi hecho con plantilla, aunque entre medias brote un recitado de resonancias dylanianas. Bob es, claro, el modelo de ese fraseo tan sucio como sentimental que Calamaro readapta en este dis-co, y que perfeccionará de forma pletórica en ‘Honestidad Brutal’. Ya mencionado de forma expre-sa en la letra, Bob reaparece en ‘Elvis está Vivo’, compartiendo foco nada más y nada menos que con Palito Ortega: la leyenda pop argentina se pasó por el estudio para injertar en el tema una imi-tación de Presley, lo que hace de la canción una delirante fantasía multirreferencial.

Y por último están las carreteras secundarias: canciones pequeñas, pero justificadas e incluso en-grandecidas por un detalle pun-tual, por una solución imaginati-va. Es el caso de los intermitentes zurcidos de guitarra de Marc Ri-bot, ya sean en clave criolla (en ‘El novio del olvido’), o aparen-temente transplantados del ‘Rain dogs’ de Tom Waits (en el solo fi-nal de ‘Donde manda marinero’). O las cuerdas que homenajean a ‘Eleanor Rigby’ en ‘Comida Chi-na’, un suspiro de dos minutos que irrumpe a mitad de trayecto.

Y es que sólo habiendo reco-rrido el camino de las composi-ciones más exuberantes podemos terminar reparando en las fantás-ticas miniaturas que aguardan en los muchos escondrijos de este disco. Una favorita personal: ‘El tercio de los sueños’, amago ran-chero que se desarrolla entre imá-genes taurinas, con Ry Cooder en el horizonte.

El trabajo se publicó finalmente en Argentina en mayo de 1997, y llegó a España en septiembre de ese mismo año. El hijo pródigo, que apenas una década antes ha-bía dejado atrás un país castigado por una honda crisis económica y discográfica, regresaba ahora a la división solista con una colec-ción ambiciosa: un disco de autor que era a la vez todo un baño de

Historia del rock. Calamaro ya no era más Andrés.

Superados los treinta y cinco años, la reinvención alcanzaba desde su música hasta a su aspec-to: enmascarado, las fotos pro-mocionales le mostraban mimeti-zado en lo estético con el Dylan de 1965. En términos de cifras, el álbum se fue desbordando pro-gresivamente. Se extrajeron hasta siete singles, no tardó en superar el medio millón de copias vendi-das y en 2007 la edición argenti-na de ‘Rolling Stone’ lo auparía al décimo puesto en la lista de los mejores discos de la historia del rock argentino.

‘Alta Suciedad’ activó, además, un caso inédito de hemorragia creativa en la carrera de un músico pop hispano. El álbum apenas lle-vaba un año en las tiendas cuando Calamaro, iniciando un rocambo-lesco tour de force compositivo, reunió treinta y siete nuevas can-ciones en ‘Honestidad Brutal’. Un doble disco tan arrebatado como irregular, prendido con la llama del desamor y el terror milenaris-ta: a punto de entrar en la era 00, rodeado de músicos / amigos en estudios de cuatro ciudades, el au-tor de ‘Flaca’ parecía seducido por la idea de morir grabando.

En una insólita vuelta de tuerca, y frente a la estilización de ‘Alta Suciedad’, en la nueva entrega se mostraba despreocupado por la imperfección puntual; desacom-plejado a la hora de mostrar la sangre y las tripas; en ese extraño límite en que la creatividad pare-ce a punto de desbordar entre las manos, pero consigue levantar una obra maestra sin que ésta se derrumbe.

Este período vital y artístico de Calamaro se pierde entre la leyenda, el anecdotario oscuro y la mistificación. Lo cierto es que con ‘Honestidad Brutal’ aún hu-meante, el músico se encerró lite-ralmente en su piso madrileño. Y que en régimen químico, armado con un portaestudio doméstico y rodeado de bobinas de discos gra-bables, convertido en un espectro de sí mismo, registró un mínimo de cuatrocientas nuevas cancio-nes. Ciento tres fueron empaque-tadas en ‘El Salmón’, un quíntu-ple álbum suicida, de producción en crudo, que parecía entregar no sólo la casa, sino también los pla-nos y los escombros.

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4 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de enero de 2013 Suplemento Cultural 5“TRIBUNA, NO MOSTRADOR”, Clemente Marroquín RojasDECANO DE LA PRENSA INDEPENDIENTE

Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de enero de 2013

Últimamente debatido entre el fragor de las guerras twitteras y los focos de la prensa rosa argentina, resulta difícil rastrear en el actual Andrés Calamaro al autor del imponente ‘Alta Suciedad’ (Warner, 1997): el disco que hace 16 años inauguró, tras la disolución de Los Rodríguez, su segunda etapa como solista.

POR CARLOS BOUZA

Caja musical

Cuando Calamaro dejó de ser solo andrés

E s cierto que si-gue habiendo ráfagas de poe-sía y nervio en su obra reciente, donde canciones

como ‘Los Chicos’ han pasado a engrosar la categoría de reper-torio clásico. Sin embargo, para localizar los orígenes del compo-sitor de inspiración inflamada (en volumen y genio), del intérprete dotado de un swing indómito, te-nemos que regresar una vez más a la rotunda colección de cancio-nes que hoy recordamos.

A menudo considerado errónea-mente como su debut en solitario, lo cierto es que Calamaro contaba en los tiempos de ‘Alta Suciedad’ con una trayectoria porteña de casi veinte años, ya fuese integra-do en bandas (Raíces, Los Abue-los De La Nada) o rubricando con su nombre un puñado de intere-santes discos pop, pero de sonido algo sintético. Instalado en Ma-drid desde 1989, tras responder a la llamada de Ariel Rot que pren-dería la mecha de Los Rodríguez, fue el inédito ensamblaje de rock porteño, raíz stoniana e influjo latino del grupo el que inició el trámite de su adopción española.

Hacia 1996, cuando el proyec-to se rompió tras una exitosa gira junto a Joaquín Sabina, Calamaro era ya el más célebre fichaje in-ternacional del rock español. Y mientras el grupo hacía aguas, él esbozaba ya en maquetas caseras lo que sería su inminente presen-tación como músico solista en nuestro país.

‘Alta Suciedad’ fue, ante todo, el capricho de un mitómano que soñaba con grabar junto a los músicos de sesión que figuraban en los créditos de sus discos fa-voritos: la sección rítmica de los X-pensive Winos de Keith Ri-chards, hombres curtidos junto a Tom Waits, Steely Dan o Aretha Franklin, e instrumentistas in-mortalizados en piezas como ‘Brown Eyed Girl’ (Van Morri-son) y ‘What A Wonderful World’ (Louis Armstrong). Dicho y he-cho, el presupuesto de su sello le permitió desplazarse a Nueva Jersey, primero, y posteriormen-te a Nueva York. Y bajo la batuta del productor Joe Blaney, con un puñado de demos a medio traba-jar bajo el brazo y un grupo de se-sionistas de lujo a su servicio, en-

tre febrero y marzo de 1997 com-pletó la que sería su primera obra maestra. Un álbum que rompía, a nivel de sonido, interpretación o concepto, con cualquier otra cosa que Andrés Calamaro hubiese he-cho hasta ese momento.

Conviene revisar este disco a la luz de nuestros días, bajo la perspectiva de su voluminosa obra posterior, para comprobar que se trata no sólo de un rotun-do muestrario de grandes éxitos (aquí están ‘Flaca’, ‘Media Ve-rónica’ o ‘Loco’), sino también de su trabajo más sofisticado y trabajado instrumentalmente: la entrega “urban-studio-deluxe” de Calamaro, como una vez lo defi-niese el escritor argentino Rodri-go Fresán.

Sin rastros de la aspereza y desmesura que caracterizará a grabaciones inmediatamente pos-teriores, el amplio catálogo de in-tereses musicales de su autor se vuelca aquí de forma equilibrada, con su proverbial ansia grabadora aplacada por músicos acostum-brados a trabajar en sesiones ri-gurosas y metódicas. Tal vez por ello, el timón de la grabación no tardaría en serle confiado a Bla-ney. Y bajo la única premisa de anclar cada canción en el groove más adecuado, los apuntes do-mésticos del bonaerense fueron tomando poco a poco la forma de esta lujosa producción que hoy conocemos.

Empezando por esa portada en la que Calamaro imita la pose de Bob Dylan en la funda de su sin-gle ‘Baby Stop Crying’, he aquí un disco sin interés alguno por matar al padre, y que muestra or-gulloso sus costuras. ¿Recuerdas ‘King Of Rock’, el viejo éxito de 1985 de los raperos RUN – DMC? No es casualidad que la carga ge-nética de aquel riff de guitarra re-corriese doce años hasta llegar a la canción titular de ‘Alta Suciedad’, pues ambos son obra del mismo hombre: Eddie Martinez. Sin em-bargo, ese pegajoso fraseo no es el único reclamo de un single monu-mental, en el que de alguna forma se concentra toda la sabiduría ins-trumental del disco.

La maciza construcción del tema tiene que ver igualmente con una sencilla pero inteligen-te solución rítmica, basada en la combinación de un handclapper analógico con la solvencia de los

dos viejos hombres de confianza de Keith Richards: Steve Jor-dan (batería) y Charlie Drayton (bajo). Mención aparte merece la sección de viento, con arreglos diseñados por Andrés Calamaro y ejecutados por los sesionistas Crispin Cioe y Ken Fradley. Cre-ma neoyorquina concentrada en cuatro minutos y medio, y eso sólo en el primer fogonazo.

Si el ex - Rodríguez llegó a in-sistir alguna vez en que éste fue un “disco instrumental con le-tra” es porque nunca confió tanto en la solidez literaria del álbum como en su suntuosa carcasa so-nora. Sin embargo, es el engarce entre pequeños aciertos poéticos a pecho descubierto y ripios que

luchan por mantener el equilibrio (“todavía soy tu amigo / pero te deseo el bien / o lo que quieras / pero por lo que más quieras / no me pises los zapatos de piel”) el que hace que canciones como ‘Todo lo demás’ se sitúen en ese medio camino, entre lo sublime y el hallazgo aparentemente dis-paratado, en el que Calamaro en-contraría un más que interesante filón como compositor.

Pero aquí abundan también, como en ningún otro trabajo posterior, las letras redondas, ce-rradas y pulidas, tras las que se adivina una fina elaboración. Es el caso del intenso esfuerzo poé-tico de ‘Crímenes Perfectos’: una balada de ruptura no demasiado

querida por su autor, pero en con-tinua revalorización popular, que extiende su seducción desde los primeros versos (“¿Sentiste algu-na vez lo que es / tener el corazón roto?”) y se desarrolla entre po-derosas crecidas. Calamaro vol-vería a sonar tanto o más trans-parente en capítulos posteriores, pero aquí estamos probablemente ante su primera gran encaje entre letrista y cantor.

Lo habitual es entrar en el disco a través de sus fabulosas compo-siciones de estadio, como la pro-pia ‘Crímenes Perfectos’ o ‘Fla-ca’. Canciones que podemos oír desbordarse en los registros en directo del DVD ‘Made In Argen-tina’ (2005) o su complemento en

CD, ‘El Regreso’ (2005). Pero la escucha en piloto automático en que pueden derivar temas tan omnipresentes no significa que no encontremos en ellos mucha información acerca del sentido musical de ‘Alta Suciedad’.

La célebre ‘Flaca’, por ejem-plo, era en su versión primitiva un simple tanteo hecho sobre un loop de batería localizado en un disco de Keith Richards (posible-mente de la canción ‘Take It So Hard’, del álbum ‘Talk Is Cheap’ -1988-), pero la metamorfosis en estudio la convirtió en la pieza majestuosa que hoy conocemos: una superposición de melodías muy trabajadas que desembocan en una coda instrumental de dos

minutos. En otras palabras, Ca-lamaro opta a menudo por una arquitectura pop muy beatle, ba-sada en diseños alambicados pero presentados en un formato de fá-cil consumo.

‘Media Verónica’ siguió un ca-mino parecido. Su origen está en una mínima idea instrumental: juguetear con las posibilidades de una batería distorsionada. La espartana maqueta publicada pre-viamente la muestra construida sobre un simple armazón de tra-zos electrónicos, mientras que la incluida en ‘Alta Suciedad’ es lo más cercano a una toma definiti-va: un sutil trenzado atmosférico (tejido en directo dentro del estu-dio, con bonitos ribetes de cello)

que envuelve a la perfección uno de los textos más sugerentes de Calamaro. ¿Es ‘Media Verónica’ un retrato adolescente en modo elegíaco, en la línea del ‘Laura Va’ de Luis Alberto Spinetta? Su autor zanjaría el debate por la vía del misterio: “No habla sobre ninguna chica que se llame Ve-rónica, ni por supuesto habla de media persona”. Dejémoslo en un hermoso juego de insinuacio-nes, inspirado por el lance taurino que le da título.

Cuenta también Calamaro que su buen amigo, el fallecido blues-man Pappo Napolitano, le desafió en una ocasión en los siguientes términos: “Vos lo único que tenés de negro es el ojo del culo”. Tuvo que ganarse el respeto con ‘No va Más’, un tremendo blues incluido en ‘Honestidad Brutal’, ante el que Pappo concedió finalmen-te: “¡Parece la banda de Albert King!”. Pues bien: lo que podría-mos considerar el bloque de can-ciones negras de ‘Alta Suciedad’, las más abiertamente sujetas a las sonoridades funk o reggae, ya de-mostraban que no había nada de postizo en la filiación negroide de Calamaro.

El funk satinado de ‘Loco’ jus-tifica por sí solo la presencia del bajista Chuck Rainey en la graba-ción y parece diseñado para cap-turar el característico lucimiento sin alardes de los viejos sesio-nistas de música soul. Entre la montaña de referencias que Cala-maro tenía en mente para orien-tar la canción estaban Chic, las superestrellas disco de los años setenta, y desde luego ese no era un reto que revistiese especial di-ficultad para Rainey: su abultada hoja de servicios le presentaba encallecido junto a artistas como Etta James, Marvin Gaye o Fats Domino, por lo que encajó sin problemas la burbujeante línea de bajo que, junto a los efectos wah wah y los vientos, son los gran-des protagonistas del tema.

Es obvio que la inspiración de-trás de ‘Quién asó la Manteca’ sería más bien Bill Withers, pero los ascendientes se difuminan a la altura del disparate fumeta de ‘Nada Es Igual’: un denso reg-gae en la línea calamariana más experimental, que empieza como un extraño relato gauchesco y deriva, a mitad de camino, en un monólogo de Antonio Escohota-

do, grabado expresamente para la ocasión, sobre las pequeñas mi-serias del oficio de vivir.

Calamaro supera con nota la prueba de fuego de la negritud, pero revalida también su habili-dad para las canciones stonianas, que parece bordar casi en piloto automático. ‘Me Arde’ es el nú-mero Jagger / Richards del disco, casi hecho con plantilla, aunque entre medias brote un recitado de resonancias dylanianas. Bob es, claro, el modelo de ese fraseo tan sucio como sentimental que Calamaro readapta en este dis-co, y que perfeccionará de forma pletórica en ‘Honestidad Brutal’. Ya mencionado de forma expre-sa en la letra, Bob reaparece en ‘Elvis está Vivo’, compartiendo foco nada más y nada menos que con Palito Ortega: la leyenda pop argentina se pasó por el estudio para injertar en el tema una imi-tación de Presley, lo que hace de la canción una delirante fantasía multirreferencial.

Y por último están las carreteras secundarias: canciones pequeñas, pero justificadas e incluso en-grandecidas por un detalle pun-tual, por una solución imaginati-va. Es el caso de los intermitentes zurcidos de guitarra de Marc Ri-bot, ya sean en clave criolla (en ‘El novio del olvido’), o aparen-temente transplantados del ‘Rain dogs’ de Tom Waits (en el solo fi-nal de ‘Donde manda marinero’). O las cuerdas que homenajean a ‘Eleanor Rigby’ en ‘Comida Chi-na’, un suspiro de dos minutos que irrumpe a mitad de trayecto.

Y es que sólo habiendo reco-rrido el camino de las composi-ciones más exuberantes podemos terminar reparando en las fantás-ticas miniaturas que aguardan en los muchos escondrijos de este disco. Una favorita personal: ‘El tercio de los sueños’, amago ran-chero que se desarrolla entre imá-genes taurinas, con Ry Cooder en el horizonte.

El trabajo se publicó finalmente en Argentina en mayo de 1997, y llegó a España en septiembre de ese mismo año. El hijo pródigo, que apenas una década antes ha-bía dejado atrás un país castigado por una honda crisis económica y discográfica, regresaba ahora a la división solista con una colec-ción ambiciosa: un disco de autor que era a la vez todo un baño de

Historia del rock. Calamaro ya no era más Andrés.

Superados los treinta y cinco años, la reinvención alcanzaba desde su música hasta a su aspec-to: enmascarado, las fotos pro-mocionales le mostraban mimeti-zado en lo estético con el Dylan de 1965. En términos de cifras, el álbum se fue desbordando pro-gresivamente. Se extrajeron hasta siete singles, no tardó en superar el medio millón de copias vendi-das y en 2007 la edición argenti-na de ‘Rolling Stone’ lo auparía al décimo puesto en la lista de los mejores discos de la historia del rock argentino.

‘Alta Suciedad’ activó, además, un caso inédito de hemorragia creativa en la carrera de un músico pop hispano. El álbum apenas lle-vaba un año en las tiendas cuando Calamaro, iniciando un rocambo-lesco tour de force compositivo, reunió treinta y siete nuevas can-ciones en ‘Honestidad Brutal’. Un doble disco tan arrebatado como irregular, prendido con la llama del desamor y el terror milenaris-ta: a punto de entrar en la era 00, rodeado de músicos / amigos en estudios de cuatro ciudades, el au-tor de ‘Flaca’ parecía seducido por la idea de morir grabando.

En una insólita vuelta de tuerca, y frente a la estilización de ‘Alta Suciedad’, en la nueva entrega se mostraba despreocupado por la imperfección puntual; desacom-plejado a la hora de mostrar la sangre y las tripas; en ese extraño límite en que la creatividad pare-ce a punto de desbordar entre las manos, pero consigue levantar una obra maestra sin que ésta se derrumbe.

Este período vital y artístico de Calamaro se pierde entre la leyenda, el anecdotario oscuro y la mistificación. Lo cierto es que con ‘Honestidad Brutal’ aún hu-meante, el músico se encerró lite-ralmente en su piso madrileño. Y que en régimen químico, armado con un portaestudio doméstico y rodeado de bobinas de discos gra-bables, convertido en un espectro de sí mismo, registró un mínimo de cuatrocientas nuevas cancio-nes. Ciento tres fueron empaque-tadas en ‘El Salmón’, un quíntu-ple álbum suicida, de producción en crudo, que parecía entregar no sólo la casa, sino también los pla-nos y los escombros.

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Tómelo con filosofía

6 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de enero de 2013

Manual político para ocultar la verdad

No obstante lo que sepas, no lo discutas, especial-mente si eres una figura pública o un conductor de noticias, etc. Si no se repor-

ta, no sucedió, y así no tienes que lidiar con los posibles problemas (esto es: en nuestra era sólo lo que sucede en los me-dios es real, lo demás es como una manza-na que cae en un bosque vacío).2. Conviértete en incrédulo e indignado. Evita discutir temas importantes y enfó-cate en temas periféricos que pueden ser usados para criticar a otro grupo conside-rado como “sagrado” por algún sector de la población.3. Evita discutir temas inconvenientes describiendo toda acusación, indepen-dientemente de dónde venga, como me-ros rumores y especulaciones. Si puedes asocia las acusaciones con rumores de “Internet” y di que se trata sólo de “teorías de la conspiración”.4. Utiliza la técnica de “la falacia del es-pantapájaros”. Encuentra un argumento en tu oponente que puedes fácilmente re-batir para hacerte ver bien a su costa. In-venta un tema que en consideración de tu oponente pueda ser fácilmente argumen-tado en su contra (sin poder probarse) o explota las debilidades de tu oponente llevando la discusión a sus puntos más endebles. Amplifica su importancia de tal forma que las acusaciones que se te hacen parezcan refutarse y los temas de fondo no lleguen a discutirse.5. Distrae a tus oponentes etiquetándo-los y ridiculizándolos con títulos como “conservadores”, “radicales”, “terroristas”, “conspiranoicos”, “racistas”, “fanáticos”, “liberales” “pervertidos sexuales”, “ateos”, “fundamentalistas”, “homofóbicos”, etc.6. Pega y corre. En cualquier foro público haz un ataque a tu oponente (puede ser una persona o un tema) o a su posición en cierto asunto de forma que puedas retirarte sin que el oponente pueda contestar la acu-sación. Esto puede hacerse en programas de televisión antes de un corte o en Internet ignorando los comentarios (o editando) de los usuarios y de tu oponente.7. Cuestiona motivos. Tergiversa o ampli-fica todo hecho que pueda sugerir que tu oponente opera bajo una agenda perso-nal oculta.8. Invoca autoridad. Conserva tu autori-dad o allégate algún tipo de autoridad o experto para presentar tu argumento con suficientes tecnicismos y jerga minuciosa para ilustrar que eres “alguien que sabe”.9. En casos extremos: hazte el tonto. No obstante la evidencia o la lógica de un argu-mento, evita discutir ciertos temas deslegi-timándolos, invalidando toda discusión.10. Asocia a tus oponentes con noticias viejas o acusaciones pasadas. Esto es espe-cialmente útil antes de una discusión o un evento en el que podrías ser cuestionado. Haz que tu equipo prepare una acusación y fíltrala a los medios poco antes.

H. Michael Sweeney es un activista estadounidense, fundador de la Sociedad del Libre Albedrío (Free Will Society) y autor de “Pro paranoid press”. En un golpe de lucidez, pensó en 25 reglas que usualmente utili-zan políticos, agencias de inteligencia, medios de comunicación y otros actores públicos de la sociedad para desinformar; algunas de estas reglas, podrían tener nombres y apellidos de ciertos personajes a nivel mun-dial y, por qué no, también en Guatemala. POR H. MICHAEL SWEENEY1. L

11. Haz falsas confesiones. Confiesa un mal menor de manera candorosa para ganarte la simpatía de los demás como alguien que se responsabiliza de sus ac-tos. Esto sirve como un distractor de los verdaderos temas que quieres evitar. (Un ejemplo de esto a gran escala podría ser WikiLeaks, donde es posible que el mis-mo sistema corrupto que WikiLeaks ex-pone haga una especie de confesión de sus “pecados menores” haciendo creer a las personas que lo que se filtra son todos sus pecados o conductas corruptas y no hay nada más grave, descalificando, por ejemplo, los ataques del 9/11).12. Los enigmas no tienen soluciones. Llena de giros, contradicciones y detalles comple-jos una situación para que parezca dema-siado difícil de resolver. Esto hará que la verdad se pierda entre el arsenal de desinfor-mación o que el público pierda interés.13. Utiliza regresiones y digresiones para evitar llegar al punto de un tema que te es

inconveniente.14. Exige soluciones completas. Evita los asuntos nodales requiriendo que tus opo-nentes solucionen el crimen (o el asunto en cuestión) completamente. Argumenta que antes de solucionarse este asunto (el cual es demasiado complejo) todo lo que se discuta son suposiciones.15. Llega a conclusiones alternas mol-deando los hechos. Esto requiere cierta creatividad y es básicamente una forma de alterar las piezas de un rompecabezas para que formen la figura que necesitas.16. Desaparece la evidencia o los testigos. Esta es una de las técnicas más usadas por la élite más poderosa: cuando detectan que alguien está por hablar o cobrar im-portancia (y tiene un discurso inconve-niente) simplemente se desaparece (por ejemplo, en el caso de John F. Kennedy).17. Utiliza comparsas o colegas a través de los cuales puedas cambiar el tema (estos sujetos pueden o no saber que son parte

de esta estratagema). Esta es una varia-ción de la típica técnica del chivo expiato-rio, sólo que prefabricada.18. Emocionaliza y antagoniza. Si estás por ser atacado lleva la discusión a temas emocionales o antagónicos que cautiven la atención de los demás. De igual forma toca puntos sensibles en tus oponentes que puedan generar respuestas emocio-nales que los haga perder el control. Esto también puede ser usado para distraer ar-gumentando que tus oponentes son “de-masiado sensibles a la crítica”.19. Pide pruebas imposibles. Lleva la dis-cusión hacia el requerimiento de pruebas como exigencia para seguir discutiendo un tema y pide pruebas que son demasiado di-fíciles de obtener pero que tienen una cuota de relevancia sobre el tema que se discute.20. Evidencia falsa. Introduce nueva in-formación o pistas diseñadas para entrar en conflicto con lo que presenta tu opo-nente. Esto es útil para neutralizar temas sensibles e impedir su resolución.21. Llama a una investigación legal o de al-gún cuerpo de poder que pueda investigar los hechos. Seguramente al ser parte del sis-tema podrás influenciar lo que se dice en el caso y lo que se filtra a los medios, así como obtener una resolución benéfica. Esto te dará mayor legitimidad. Esto puede usarse también como un movimiento ofensivo al llevar a alguien inocente a un proceso judi-cial (este persona puede ser un enemigo o simplemente alguien mediático que acapare la atención del público).22. Elabora una nueva verdad. Crea tu pro-pio panel de expertos, autores, líderes etc., o coopta a los existentes para forjar a través de una investigación científica o académi-ca una nueva versión de los hechos o un tema que pueda distraer a la opinión públi-ca. Esto te permitirá, si es que llegas al pun-to de tener que discutir el tema que quieres evitar, conseguir autoridad.23. Crea eventos de distracción masiva. Similar a los anteriores —sólo que explí-citamente—, crear historias en las noticias que acaparen la atención pública como una novela de suspenso es una de las tác-ticas de desinformación más usadas.24. Silencia a tus críticos. Utiliza tu poder para sobornar o chantajear a las personas que tienen información negativa sobre ti o que se interponen en tu camino. (Esto es también una práctica común de las em-presas en el caso de la competencia para bloquear innovación científica que va en contra de sus intereses económicos).25. Desaparece. En caso de que las co-sas se pongan demasiado calientes en la cocina, simplemente date a la fuga. Tus conexiones te mantendrán escudado y podrás vivir en un paraíso fiscal, gastán-dote el dinero del erario tranquilamente. Y, ¿quién sabe? Tal vez en unos años, con la memoria de corto plazo de la sociedad y tu capacidad de ingeniería de la opinión pública, puedas regresar como si nada hu-biera ocurrido.

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Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de enero de 2013 Suplemento Cultural 7

Galería de artistas

El tránsito dE diana dE solarEs

a s c ons t r u c -ciones abstrac-tas de la artista Diana de Sola-res comienzan en su estudio y son completadas

dentro del espacio de exhibición. En los últimos años la artista ha utilizado materiales modestos como el mdf, alambre de amarre, hilo o cuerda y jirones, varillas de hierro y objetos encontrados descartados así como pintura acrílica. Pero el componente esencial de su obra es el espacio, el vacío en el cual se desenvuel-ven e interactúan las construc-ciones en la sala de exhibición. Así, establece una conexión or-gánica entre la obra y el muro, el suelo, el techo, el vano.Las piezas se despliegan a partir de económicas líneas rectas y alguna curva: tiras de mdf de 1 pulgada que dibujan el espacio saliendo de la pared, del suelo o del techo. Todas en precario equilibrio, las esbeltas estructu-ras ocupan un espacio reducido, lo cual contribuye a su carácter vulnerable y frágil.En la muestra En Tránsito en Sol del Rio Arte Contemporáneo, el uso generoso del color intensifi-ca el movimiento de las líneas y la fragmentación de las partes. A lo largo de un corredor central que atraviesa la galería desde la puerta de entrada hasta el patio trasero, la artista ha colocado una fila de mínimas estructuras lineales, a la manera de pórticos estrechos los cuales no podría atravesar un adulto. La interac-ción visual y conceptual de las 4 o 5 estructuras activa el espacio de exhibición. Otras construc-

El próximo jueves 31 de enero, a las 19:00 horas, en Galería Sol del Río (14 avenida 15-56 zona 10), se inaugura la muestra de Diana de Solares “En tránsito”, la cual permanecerá abierta hasta el 1 de marzo de 2013. Entrada libre.

L ciones lineales se acomodan en los demás ambientes entablando una complicidad con las piezas bidimensionales. En general, ninguna pieza alcanza la altura de un cuerpo humano.En Tránsito propone un espa-cio intermedio, entre el objeto y el no-objeto, la no-cosa. Los materialesencontradoshansido-cuidadosamenteintervenidos-peroapenas son objetos aunque tengan una naturaleza material y a veces una historia. Su razón de ser no es convertirse en obra sino participar en el proceso de reve-lar el espacio interior y exterior. Son entes provisionales, admi-ten configuraciones alternativas, y al terminar la exhibición, serán desarticulados y pasarán a for-mar parte de nuevos procesos.

SEMBLANZAComenzó a trabajar profesio-nalmente en arte a mediados de los noventa, pintando imágenes abstractas en óleo sobre papel traslúcido. Así, participó en la X Bienal de Arte Paiz y en la V Bienal de Pintura de Cuenca con obra compuesta de imágenes fragmentadas. Esto dio paso al trabajo con fotografías las cuales intervino para construir piezas con carácter de collage. En el año 2000 comienza a usar materiales y objetos encontrados. Así, parti-cipa en la VII Bienal de la Habana con la videoinstalación “Héctor y Lyuba” construida a partir de fo-tos encontradas pertenecientes a una familia amiga y un viejo refri-gerador. Desde el 2007, su trabajo adquiere tridimensionalidad. La muestra personal “Correr, Ca-minar, Sentarse y Esperar” ( Sol del Rio, 2008) se compone de

pinturas en acrílico sobre MDF con elementos encontrados, tales como alambres, hilos, pedazos de hierro, los cuales se extienden más allá del formato pictórico. A continuación, en Galería Car-los Woods transforma el espacio con construcciones realizadas con materiales desechados en la muestra personal ¨Dibujos Cal-culados con Líneas Encontradas”. Un trabajo similar es presenta-do en Piegatto Arte bajo el títu-lo de (islas) y en la XVI bienal de Arte Paiz presenta “Todas las Estructuras son Inestables”, to-dos realizados in-situ a partir de las características del espacio de exhibición. En esa misma línea, participó en la muestra “Pintura, el proyecto incompleto” donde

intervino el espacio de la capilla en la Compañía de Jesús en An-tigua Guatemala en el 2009. En palabras de la artista:Realizo construcciones abstrac-tas donde el significado de la obra está en buena medida en-clavado en los materiales utili-zados. Además de los elementos encontrados y desechados utilizo mdf y pintura. Veo en mi trabajo un carácter provisional. Más que

la pieza terminada, me interesa el proceso, desde que encuentro los componentes y los interven-go, muchas veces con pintura, hasta que termino de ensamblar-los y adecuarlos dentro del espa-cio de exhibición. Generalmente es un proceso largo y cuidadoso para realizar una estructura que al terminar de exhibirse, será desarticulada y pasará a formar parte de nuevos procesos.

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Revista de libros

Reseña del libRo el elegido, de Rafael RomeRo

Y es así, que uno empieza leyen-do el libro como una extensión del blog “Mula que es uno”, del mis-

mo autor, que es un blog que ex-plora el lenguaje y el hablar más usual del hombre ladino (citadi-no) guatemalteco, y se topa con que, en cada capítulo, uno debe ir cambiando la idea que tiene del libro y del personaje princi-pal. Disfruta uno tanto de las sor-presas que le va dando el libro, que me cuesta hacer una reseña que le haga justicia al texto y que al mismo tiempo no revele todos los secretos que, idealmente, el lector debe ir descubriendo por sí mismo. Decir, por ejemplo, que se trata de una novela cri-minal, ya es contar demasiado. Es como contar el desenlace de la película Six Sense, porque, como en ella, no solo la solución (si es que la hay) sino también la estructura de la novela se definen hacia final. Sin embargo, hay algunas co-

sas que sí puedo revelar, sin car-gos de conciencia. El libro sigue un modelo de enfoque narrativo múltiple, es decir, cuenta con va-rios personajes que narran, bajo un punto de vista subjetivo, su versión de los hechos, su visión del personaje principal y el de su propia vida. Estos persona-jes, por el hecho de ser testigos y a la vez protagonistas, no son confiables. Por ello el lector de-berá construir su propio rompe-cabezas a partir de las historias individuales, para al final, elegir una versión de lo sucedido y del quién, el cómo y el por qué de lo que se relata. El proceso de construcción de la novela, sobre el cual basamos nuestra elección de cómo uniremos las piezas, es una de las cosas que hace grande al libro. El autor hila las historias individuales por medio de tres historias principales. Una, la del Bartolo, un charamilero, que por su origen mestizo y su forma de enigmática de ser, resulta atrac-tivo para muchas mujeres. Y las otras, las historias de dos actos criminales de los cuales son víc-

8 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 25 de enero de 2013

Al libro “El Elegido” de Rafael Romero, editado por la editorial guatemalteca Alas de Barrilete a finales del 2012, le pasa lo mismo que a su personaje principal: lo precede su fama. Fue por eso que tardé tanto en atreverme a leerlo. “Lenguaje soez”, “libro macho por excelencia”, “retrato de marginación” escuchaba y leía, y por eso quise esperar el momento adecuado para leerlo con tranquilidad. Sin embargo, como sucede con Bartolo, el personaje de El Elegido, la novela lo sor-prende a uno con una complejidad mucho más allá de su fama.

POR TANIA HERNÁNDEZtimas una niña y una mujer. Las historias de todos los personajes se van enlazando poco a poco a partir de estas tres historias centrales, y el lector va hacien-do y deshaciendo conclusiones al respecto de lo que podría ser “la verdad” literaria detrás de las versiones de cada uno. Es también por eso que hablo

de una novela criminal (no poli-cíaca, porque no hay policías ni detectives en el estricto sentido de la palabra). Esa manera de llegar a “una sentencia” a tra-vés de las declaraciones a veces contradictorias del acusado y de los testigos, es lo que el escritor y fiscal Julio Prado llama una “verdad acordada”: “es decir, el sistema de justicia penal hace lo mismo que los presos en la carceleta. Acordar una verdad útil. Igual que lo hace el tribu-nal junto a la defensa y la Fisca-lía: acuerdan una versión de los hechos que se considere cierta; pero como tal, no es la verdad absoluta.” (1)Rafael Romero logra la credi-

bilidad de los personajes de El Elegido (de ellos no de la vera-cidad de sus historias), a través del desarrollo de perfiles que gozan de una gran profundidad. Ninguno de ellos (bueno, tal vez solo Mario, el marido mal-tratador) es plano o corresponde a un cliché. Principalmente las mujeres resultan muy interesan-tes. Como ya dije, con la fama de violencia y machismo que tenía el libro, yo esperaba una novela (como muchas) que fue-ra una apología de la misoginia, pero me sorprendió encontrar personajes femeninos muy sen-suales, que no se diferenciaban demasiado de los masculinos en cuanto a la intensidad en que son guiados por pasiones y de-seos. Sus voces narrativas son igual de fuertes y violentas que las masculinas. A manera de ejemplo, para mí uno de los pa-sajes más interesantes del libro, es la parte en que La Chata, uno de los personajes de la nove-la, está escuchando a través de una pared, lo que pasa en casa de La Yoli, otro personaje, y

deja volar su imagi-nación, en un proce-so autoerótico en el cual mezcla los so-nidos, sus fantasías y las reacciones de su cuerpo ante el deseo creado. El sexo y el erotismo, vivido de manera satisfacto-ria, insatisfactoria o perversa, tanto por hombres como por mujeres, es otro de los hilos narrativos que une las historias. También ayuda a

la credibilidad de los personajes, el que no todos sean solo bue-nos ni solo malos. Los roles de víctimas y victimarios se van intercambiando. Una víctima puede con-vertirse en victimario y un victimario en una víctima. Y entre víctimas y victima-rios hay un detonante y a la vez un vacío que es esa lacra que llamamos indiferen-cia. Esa es para mí la verdadera violencia y perversión de los sucesos. Esa indife-rencia que es reflejo de una sociedad per-versa que permite y promueve los actos extremos de violen-cia. Violencia patriarcal, vio-lencia racial, violencia clasista. Esta indiferencia es contrastada con la inocencia y credulidad de los personajes, pero que al fin y al cabo, comparten las mismas fuentes: la miopía autorecetada. El lector será parte de un juego voyeurista, en el que deberá ele-gir entre ser parte de esa estruc-tura llena de prejuicios, pasiones fatales e indiferencias, o si más bien, a la par de uno de los alter-egos del autor, puede llegar a sentir la empatía y la rabia nece-saria para ver “la matrix” detrás de la violencia y lo que la cons-truye y la compone.

Ya vemos pues, que al leer El

Elegido, el lector tendrá mu-cho que elegir, y se convertirá, en cierto sentido, en un jugador activo con libertad de mover las piezas que se le presentan, según mejor le parezca. Eso le hace tan responsable del resultado final, como lo es cada uno de los per-sonajes.

Solo resta decir, que concuer-do con Byron Quiñonez en que este libro nos mete “en la dulce paradoja de los buenos libros: queremos terminarlo para saber qué pasa al final, pero al mismo tiempo no queremos que éste se acabe”(2). Eso me pasó a mí: este libro es el primero desde

hace mucho, que no pude dejar a un lado y que tuve que leer de un solo tirón.Por eso estoy en espera del

próximo de la trilogía, “El Chi-chicaste”, con la seguridad de que El Bartolo, quien se ha con-vertido ya en uno de los per-sonajes de la mitología urbana guatemalteca, lo seguirá siendo cuando vengan los demás libros. ¿Hasta pronto Bartolo? (1) La Serpiente Presa y la Ver-

dad Acordada – Blog Primer Testimonio, Lunes, 16 Abril, 2012, Plaza Pública(2) El Elegido (Prólogo). Edito-

rial Alas de Barrilete, 2012