serrano. segundo - el homo-imaginator y su razon historica.pdf

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    E LY SU

    "HOMO IMAGINATOR"RAZON HISTORICA

    Segundo Serrano Poncela.Una curiosa caracterstica contempornea que encontramos en el doble mbitode la filosofa y de la historia es la de utilizar al "horno imaginator" como material deprimera mano para la testificacin de ciertas realidades culturales, anudando con

    ello una milenaria tradicin que nos habla de los poetas como historiadores y filsofos,y en la que estn incursos desde los annimos autores de los Libros Bblicos hasta lospresocrticos griegos.El fenmeno ostenta una significacin cargada de perspectivas tanto para lasmentes entregadas a ser arspices del hecho real y sido (con ello nos referimos alhistoriador de la historia) cuanto para las mentes entregadas al "haruspicium" deesa realidad en segundo grado a que Unamuno se refiere cuando habla de la creacinliteraria. Unos y otros, hoy, se aproximan a la literatura con algo ms que curiosidadante el dato histrico o el resultado esttico. Los primeros encuentran en el cuerpoliterario un conjunto de situaciones culturales que reflejan y trascienden fenmenosde la historia con ms claridad y precisin que el documento de poca. Los segundoshallan ,que el cuerpo literario, sometido al bistur estilstico ofrece sorda resistenciaa dejarse develar por entero., Extrao Jano de papel y signos, posee una vida vibrantee inaprensible que ilumina por igual hacia la esfera de la realidad y la esfera de laimaginacin, confundiendo ambas en un solo testimonio y poniendo de relieve, ala vez, la tosquedad de los instrumentos con que se pretende entrar en contacto conl. Las candorosas sntesis crticas con que algunos historiadores se aproximan hoyal fenmeno literario cuando describen un perodo histrico, presentndole comocaperuza de elegante y a la vez insignificante corte para adornar los hechos polticos,diplomticos '. O anecdticos slo tienen parangn en el esfuerzo con que el crticoliterario puro se acerca al mismo fenmeno cultural tratando de aislarle del datohistrico con la violencia y ceo con que se asla a una doncella de las compaasvitandas.Reconocidas ambas actitudes, quisiramos decir unas breves palabras con refe-rencia a la segunda que de modo ms inmediato y directo nos interesa y nos permiteapuntar algn juicio de valor sobre la misma. O sea, con referencia a la crticaliteraria hoy demasiado comprometida a favor de ciertos mtodos estilsticos "puros"con menoscabo de la temporalidad histrica a que inevitablemente pertenece, con todos

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    338 SEGUNDO SERRANO PONCELAsubsidiario (al estilo de determinadas ciencias aplicadas que operan al costado dela filosofa de la ciencia) cuya funcin es ms bien la de aportar datos y esclarecerarticulaciones del cuerpo potico; fijar la atencin del lector y del crtico sobredeterminados recursos expresivos que caracterizan al poeta y a veces descubrir viven-cias ntimas de las cuales ste no se percat cuando se dieron. Pero la ltima raznde ser de la obra literaria, en virtud de la cual la totalidad de la misma s e produce,as y no de otro modo, resulta, por tales vas, tan inaprensible como la sombra o elagua entre los dedos.

    Hace algn tiempo se viene anunciando en el territorio de la filosofa literariaun retorno a lo que denominaron en su da los romnticos alemanes stimmung otemple interior del poeta, como punto de partida para averiguar los ltimos resortescreativos. Este retorno obedece al hecho de que en la bsqueda azarosa de la verdaddel conocimiento se produce tambin en la mente humana un ritmo semejante al queVico crey encontrar en la historia de la cultura: el "corso" y "ricorso". No extraepues este regreso desde las estructuras formales a la instancia interior despus de haberabandonado la ltima por las primeras. Podramos concretar el significado de taltendencia, opuesta al sector tan en boga del "new criticism" ingls y norteamericanodiciendo que se fundamenta para su tarea crtica en la conjugacin de un supuestohistoriolgico y una preocupacin metafsica. Son dos ngulos de visin no inditospero s mal utilizados o empricamente utilizados, ,que vuelven a la actualidad comoresultado de una transformacin general en la valoracin del campo de la antro-pologa filosfica. Quizs pudiramos comprender al primero si consideramos que"cualquier manifestacin de lenguaje, de arte, o de la actividad humana que sea,adquiere plena realidad al ser conectada con la estructura de vida de la cual es, a lavez, expresin y sostenimiento ... todo ser humano se nos aparece viviendo, en cuan-to hombre, en y desde una vividura. Esta se nos hace presente en un modo y en uncurso de vida condicionados por ciertas tendencias excluyentes" (1). La comprensindel segundo, o sea de la actitud metafsica correlativa al supuesto historiolgico, con-siderara al lenguaje como una de las posibilidades de instrumentar la discursividaddel hombre dentro de una interpretacin existencial de s mismo y del mundo circun-dante. Desde el lenguaje articula cada hombre su propio ser, a la vez que le inter-preta. "Yo soy lo que digo". Y como lo que dice el poeta es, entre todos losdecires el ms autntico, de aqu la importancia que tiene para la interpretacin totalde su vida este "dictum" revelador de lo ms subterrneo de la intimidad (2).

    La crtica al estilo tradicional y la moderna estilstica al operar tan solo sobrelas formas, se acercan a la obra literaria desde ngulos parciales: la intuicin emprica

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    EL "HOMO IMAGINATOR" 339sistente en segregar un soneto, un dilogo dramtico o una narracion de campanariocomo segregamos sudor, sin ms trascendencia que ensuciar un papel blanco o unpauelo.Esto obligara al crtico a no perder contacto con la razn historicista parala buena comprensin de todo fenmeno literario en la medida en que la historiadetermina en el individuo ciertas actitudes culturales y estilsticas. Es un simpleproblema de jerarqua crtica que no anula otros aspectos del conocimiento sinoles subvierte en su uso. Ya Ortega y Gasset, mente frtil en intuiciones y profecas,cuando en 1910 buce en las novelas de Po Baroja se dej decir que "el estilo deun escritor, la fisonoma de su obra consiste en una serie de actos selectivos queaquel ejecuta. .. (La seleccin es) orientacin y enfronte del artista con cierta frac-cin del universo, aquella que mejor refleja sus ntimas emanaciones" (3). Yaos ms tarde, buceando en otro orbe novelesco, el de Cervantes, manifest que lapalabra espaol corre el riesgo de no ser entendida en toda su integridad. .. (ya que)cada raza es un ensayo de una nueva manera de vivir... un pueblo es un estilode vida y como tal consiste en cierta modulacin simple y diferencial que va organi-zando la materia en torno (4). Entre esta intuicin y el pensamiento sistematizadotreinta aos ms tarde por Amrico Castro -para no salimos del orbe hispnico, 10que por otra parte no es necesario-- se apoya la tramera sobre la cual, a grandestrazos, exponemos la necesidad de un juicio de revisin. "Hay una latente continui-dad en la manera de estar el hombre en su lengua, en sus costumbres o en sus esti-maciones. Hay una estabilidad que va conjugndose con la variabilidad. .. La historiade la totalidad de un individuo o de un pueblo ofrece la misma dificultad que lahistoria literaria o de las bellas artes. Decimos que las catedrales del siglo XII erangticas, pero la verdad es que ninguna de ellas es como otra; la de Notre Dame,York, Toledo, Colonia, poseen cada una su propia realidad. Al estilizarlas en nues-tros conceptos "gtico", "medieval" las disolvemos" (5). Esta continuidad, estabi-lidad y a la vez diferenciacin se armonizan y comprenden referidas a ese estilo devida que se concreta en la estructura funcional de vida definida como el conjuntode tendencias posibilitantes y excluyentes a lo largo del existir de un pueblo comosuma, a la vez, de personas -no individuos, y desde el cual adquiere realidad cual-quier manifestacin de lenguaje, de arte o an de tcnica. Innecesario es decir queno se trata de un fatalismo dentro de la historia, con arreglo al cual la interpretacineconmica (Marx) o geogrfico ambiental (Taine) o de raza y sino (Spengler)son estructuras sobre las cuales descansa la sobreestructura del pensamiento. Se tratade una dinmica histrica viva; una dialctica de la propia historia en su quehacerexistencial (6). Lamentamos la incomodidad y lastre que suponen las anteriorescitas pero no se puede prescindir de ellas, ya que significan la presencia de un

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    340 SEGUNDO SERRANO PONCELApensamiento no despreocupado e improvisador sino organizado, en territorios queofrecern a la exploracin indudable resistencia.

    Toda operacin de intelecto se corresponde con los valores culturales signifi-cantes en la ocasin histrica en que ese intelecto labora, sea su actitud positiva onegativa frente a ellos. En tales valores encuentra estmulos e instrumentos parasu expresin. No puede sustraerse a ellos porque estn dados ah, en el mundo,impregnando toda relacin con los hombres, las cosas y las ideas sobre las cosas. Perola estructura colectiva de vida a que pertenece, reforma y transforma dichos valorescon arreglo a las necesidades de 'su formato histrico, como un "ergon" al fin y alcabo producto de una "enrgeia", Tales productos parecen escapar de la estructurapero en ltima instancia estn determinados por ella y cuando se extienden ms alldel mbito estructural y entran en contacto con estructuras de vida forasteras sufrenextraas modificaciones y simbiosis. Nosotros solemos, para entendernos mejor,utilizar una nomenclatura general con respecto a tales valores culturales pero dehecho esta aparente facilidad nominal slo produce confusiones. Tal sucede porejemplo -y podramos utilizar otro del mismo modo- con el conjunto de valoresculturales referidos al concepto de Renacimiento. Fcilmente olvidamos que estaexpresin es una oquedad o vaco que se llena de diferente manera conforme albajar del cielo conceptual entramos en contacto con el acaecer fluente y vivo de lossucesos que forman la materia existencial de un pueblo. Fue la prodigiosa e imagi-nativa mente de Jacobo Burckardt, durante el siglo XIX, quien puso en circulacinel vocablo con referencia a la estructura de vida italiana en los siglos XV Y XVI.Hasta qu punto somos nosotros fieles a su legtimo significado generalizndole,como patrn cultural europeo, a todas las formas de vida coexistentes con la italianaen aquel momento? Lo que con brevedad trato de apuntar es lo que sigue: dadoque las formas de vida italianas de los siglos XV Y XVI fueron de suficiente pu-janza para extenderse ms all de su mbito propio -y esto es un suceso innegabledemostrado por el anlisis histrico- no proceder, cuando del concepto renacimientose trate, examinarle desde cada peculiaridad nacional y ver el modo como su oquedad-o vaco conceptual se ha llenado?

    Tendramos as una perspectiva distinta en cada caso de lo que denominamosRenacimiento y una mejor comprensin de como cada estructura nacional operfrente a un conjunto de valores dados, en una situacin determinada, con fuerza deideal. Esta fuerza paradigmtica no la impone lo italiano de modo gratuito sino quees el resultado de un juego de tensiones a largo plazo en las sociedades europeas,principalmente en aquellas herederas de lo que fue en su da la estructura vital delpueblo romano y por consiguiente emparentadas entre s. La aguda visin de Dilthey

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    EL "HOMO IMAGINATOR" 341Tal es el planteamiento correcto de una situacin desde la cual, cada es-tructura de vida -italiana, francesa, espaola- se dispone a disparar sus energas

    y maneras de existir, a lo largo de un perodo de tiempo que alcanza casi quincedcadas. Si el disparo primero corresponde a las ciudades italianas por razoneshistricas ya sabidas, no es dudoso que en la actitud de los dems pueblos, al en-frentarse con la nueva situacin, se diera una doble postura. De un lado reafirmarseen su peculiaridad vital, y de otro, aprovechar sobre la propia marcha histrica lasexperiencias y productos culturales del adelantado vecino. Desde tal punto de vistala expresin influencias culturales, literarias, artsticas, etc., adquiere de pronto di-verso significado y con ello, a la vez, se comprenden las actitudes individuales frentea lo cultural, literario, artstico, etc., puesto que quiralo o no la persona se integraen su estructura colectiva. No habr influencias, imitaciones, copias escolsticas,dadas de modo gratuito como contagio por epidemia, sino valoraciones crticas desdelo ntimo de cada subjetividad y lo peculiar de cada pueblo y sobre todo, funcionesde aprovechamiento y recreacin cuyo perfil siempre ha de presentar fuertes rasgosdistintivos.

    Escapa a los lmites de este ensayo extenderse ms all de un planteamientosomero de tales cuestiones. Pero aun as, sornerarnente, es necesario hacerlo porquedentro de la historia literaria el uso de comodines y descansadores es muy frecuente,sobre todo para aquellos que slo ven la epidermis del fenmeno complejo que todacreacin significa para la vida del espritu.

    "Doctor en Filosofa y Letras por la Universidad de Madrid, el Prof. Serrano Pon-cela es Director del Departamento de Espaol de la Universidad de Puerto Rico yactualmente Profesor de la Universidad Central de Venezuela, y ha sido conferen-ciante en la Columbia University. Es Autor de las siguientes obras: El pensamientode Unamuno (Mxico, 1952), Antonio Machado (Losada, B. A., 1954), Elsecreto de Melibea (Taurus, Madrid, 1959), Introduccin a la Literatura Espa-ola (Puerto Rico, 1955), Prosa moderna en lengua espaola (Puerto Rico,1955), Dostoievski menor (Tauros, Madrid, 1959), y de ensayos diversos. Hapublicado dos novelas, La Raya Oscura (1958) y La puesta de Capricornio (1959),en la Ed. Sudamericana.