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    UNIVERSIDAD DE SEVILLA

    DEPARTAMENTO DE FILOSOFA DEL DERECHO, MORAL Y POLTICA

    TTULO DE TESIS DOCTORAL:

    IGNACIO ELLACURA: LOS DERECHOS HUMANOS DESDELA FILOSOFA DE LA REALIDAD HISTRICA

    AUTOR:

    JUAN ANTONIO SENENT DE FRUTOS

    SEVILLA, 23 Abril de 1998

    Direccin: Departamento de Filosofa del Derecho, Moral yPoltica. Facultad de Derecho.

    Avda. del Cid s./n. 41004. Sevilla. Espaa.

    tel/Fax: 954551307

    e-mail:

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    NDICE

    1. Introduccin

    2. Actividad universitaria

    3. Actividad pblica

    4. Unidad de la obra y de la vida de Ellacura

    5. La raz de su persona

    6. La raz de su muerte

    7. Analogado de la vida y muerte de Ellacura con la luchapor los derechos humanos

    1. Introduccin

    2. Planteamiento del problema de los derechos humanos enEllacura

    3. Comparacin con otros planteamientos

    3.1. Multiculturalismo y derechos humanos

    3.2. tica del discurso

    4. Conclusiones y perspectivas

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    1. Introduccin

    2. Sentido del quehacer filosfico de Ellacura en elcontexto histrico latinoamericano

    3. Qu es horizonte

    4. En qu ha consistido los horizontes occidentales clsicos

    5. Crisis del horizonte moderno: intentos de ampliacin de

    ese horizonte

    6. Horizonte de la praxis histrica

    7. Conclusin

    1. Delimitacin del problema

    2. Proceso sentiente y estructura del viviente humano

    2.1. Accin humana

    2.2. Habitud radical

    2.3. Unidad estructural

    3. Animal de realidades y tica

    3.1. Principio tico primordial

    3.1.1. Estructura del principio

    3.1.2. Posibilidad del dinamismo exigencial

    3.1.3. Fundamento de la determinacin moral

    3.2. Carcter moral radical del animal de realidades

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    4. Momento biolgico de la dimensin tica

    5. Socialidad humana y dimensin tica

    6. Conclusin

    1. Planteamiento

    2. Aspectos tericos del mtodo de la historizacin

    2.1. Aspectos generales

    2.2. Historizacin y conceptos

    2.3. Mtodo de la historizacin de los conceptos

    2.4. Historizacin y proceso histrico

    3. Historizacin de los derechos humanos

    3.1. Historizacin de la ideologa dominante de los derechoshumanos

    3.1.1. La libertad desde la liberalizacin

    3.1.2. La libertad desde la liberacin

    3.2. Historizacin de los derechos humanos desde el ordenhistrico actual

    4. Conclusin

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    INTRODUCCIN

    La presente investigacin tiene por objeto el estudio delpensamiento filosfico de Ignacio Ellacura sobre losderechos humanos a travs tanto de su obra sobre los mismoscomo del conjunto de su produccin filosfica.

    Con el ttulo propuesto, "Ignacio Ellacura: los derechoshumanos desde la filosofa de la realidad histrica", hemosquerido significar que la lectura que aqu se propone no selimita al estudio particularizado de los diversos trabajosque sobre este objeto realiz, sino que ms bien se pretende

    abordar su pensamiento sobre los derechos humanos desde elconjunto de su filosofa y conforme al proyecto que la estabaanimando, por lo que no se busca una interpretacin literalde su pensamiento, sino ms bien una posible construccinsistemtica. A su vez, al nombrar con tal mencin sufilosofa, no se intenta tanto su calificacin terminolgica,ni por supuesto limitar el estudio al contenido de una obra,como de indicar que el mismo se considera desde su ltimaetapa filosfica, durante la cual fue elaborando la que puedeconsiderarse su obra principal, Filosofa de la realidadhistrica, y es desde este periodo intelectual desde donde

    ms adecuadamente puede estudiarse y entenderse supensamiento sobre nuestro tema.

    Por otra parte, he de sealar adems, sobre la forma abordarla interpretacin del pensamiento ellacuriano, que no se hapretendido un enfoque gentico de las tesis ellacurianas, nitampoco se ha incidido explcitamente en el origen zubirianode gran parte de su perspectiva, sino que se toma en muchasocasiones como "sustrato" de su reflexin, la cual en ciertomodo, fue evolucionando al tiempo que el pensamiento de suprincipal referente intelectual; pero aqu, no se ha

    pretendido llevar a cabo el examen crtico de su relacin conel pensamiento zubiriano, ni de las proyecciones que entreuna obra y otra se puedan realizar; lo cual a su vez, hubieraexigido un desarrollo que aqu no podamos realizar.

    En cuanto a los textos que aqu se emplearn, se tendrn encuenta todos sus trabajos de carcter filosfico o de intersfilosfico que aludan a los problemas presentes en estainvestigacin, aunque trataremos de utilizar particularmentesus obras ms recientes, que sean pertinentes para nuestropropsito. Tambin nos serviremos de algunos textos inditos,

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    que iluminan las cuestiones abordadas, algunos de los cualesya han sido presentados en sus trminos principales poralgunos estudiosos de su obra, y de todos ellos, esperamos su

    pronta edicin.

    Para la exposicin de la presente monografa, se ha optadopor el siguiente enfoque sistemtico por el que transcurrenlos diferentes captulos de esta investigacin.

    En el primer captulo, se realiza una introduccin biogrficaa la figura humana de nuestro autor, en cuya vida puedereconocerse una autntica continuidad con su talanteintelectual y su propio pensamiento terico. Como nos decaEllacura, "[s]e trata de encontrar y decir la verdad sobre

    lo que est ocurriendo en El Salvador, y por eso, slo poreso, de arriesgar la vida en el empeo". Esta alusin aotros, puede leerse como clave propia biointelectual, y a suvez nos anuncia, la radical implicacin entre teora y praxisque postulaba Ellacura. Pues bien, esta aproximacinbiogrfica puede servir de trasfondo que ilumine la propiacomprensin ellacuriana acerca de los derechos humanos.

    En el segundo captulo, se lleva a cabo la presentacin delenfoque terico de los derechos humanos que Ellacura proponeen sus escritos. Para ello, adems de la caracterizacin de

    su planteamiento, se va contrastando su posicin con otrasperspectivas tericas que poseen una notable actualidaddoctrinal; lo cual nos ha servido, indiciariamente, paraconsiderar la radicalidad terica de la postura ellacurianapara la comprensin del fenmeno de los derechos humanos, yla pertinencia prctica de su planteamiento para iluminar elproceso histrico de realizacin de los mismos. Aqusealamos que en ltima instancia, la radicalidad de laposicin de Ellacura parte de su idea de la praxis humana, yes la que hace al planteamiento ellacuriano ms apto para unadecuado enfoque de nuestro problema. Desde aqu, se abrir

    la hiptesis que est guiando esta investigacin, y es que elestudio de los derechos humanos desde la filosofaellacuriana puede constituir una pensamiento relevante ynecesario para la elaboracin de una teora de los derechoshumanos a la altura del presente histrico y terico-doctrinal.

    En el captulo tercero, se examina el conjunto de sufilosofa desde el sentido que la est orientando, y a suvez, desde la relacin que guarda con la historia delpensamiento filosfico; lo cual nos permitir situar su

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    comprensin de los derechos humanos en el conjunto de suproyecto filosfico, desde el cual podemos reconocer lafuente crtica de su planteamiento en el marco de inteleccin

    que en dilogo con los sostenidos en la historia de lafilosofa se pretende esbozar en parte de la filosofacontempornea, tras la crisis posthegeliana de la filosofaoccidental, y en el esfuerzo por radicalizar los presupuestosde los horizontes tericos anteriores.

    En el cuarto captulo, se aborda el fundamento de su posicinterica sobre los derechos humanos, como sealamos en elcaptulo segundo, aquello que lo est principiando puedereconocerse en su idea de praxis humana, y desde ella, setrata de dar cuenta de la dimensin tica humana en la que ha

    de buscarse la radicacin de la dinmica de los derechoshumanos.

    En el quinto, se trata de examinar la metodologa queEllacura propone para el examen crtico de los derechoshumanos en tanto que propuestas normativas y ello, en elcontexto del proceso histrico en que se desarrollan. Nobasta con preguntarse por el posible fundamento de losderechos, sino que es preciso adems llevar la bsquedaterica hasta la pregunta por su realidad y realizacin en elmundo. Ello exigir una metodologa que tenga en cuenta la

    historicidad constitutiva de estos conceptos, y que por ello,busque la verdad histrica de la institucin que se pretendeconocer.

    Debo de sealar que en este trabajo no se pretende agotartodos los temas que se pueden tratar al hilo de lasaportaciones tericas ellacurianas. Por lo que no se proponeuna interpretacin exhaustiva de las cuestiones queexplcitamente aborda Ellacura en relacin a nuestro tema, ode aquellas que pueden plantearse para justificarfilosficamente su posicin, o los desarrollos tericos y las

    aplicaciones que la orientacin terica permita realizar.Todo ello supone una tarea de ms largo alcance, y que aquslo hemos podido iniciar. No obstante, entendemos que eldesarrollo aqu llevado a cabo puede permitir reconocer larelevancia de la reflexin ellacuriana sobre los derechoshumanos, y a su vez, la necesidad de proseguir, crtica ycreativamente, el proceso aqu intentado. Por ello,entendemos que el camino est, al menos esbozado, para nuevasreflexiones que puedan ir realizando una comprensinsistemtica de nuestro problema.

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    Por ltimo, deseo agradecer a las personas e institucionesque me han facilitado este trabajo. En primer lugar a quienesme han permitido el acceso a la obra, hoy en da todava

    dificultoso, especialmente a Vicente Theotonio, RolandoAlvarado y a la Fundacin Xavier Zubiri de Madrid. A losinterpretes y en cierto modo continuadores del esfuerzoterico de Ellacura, particularmente a los miembros delSeminario Zubiri-Ellacura de Nicaragua, y a los profesoresdel Departamento de Filosofa de la UniversidadCentroamericana Jos Simen Caas de El Salvador. Yfinalmente, como director del mismo, a Joaqun Herrera Florespor sus orientaciones en el proceso de elaboracin de estainvestigacin.

    Sevilla, Enero de 1998.

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    SIGLAS

    Las obras de I. Ellacura aqu referidas se citarn en estetrabajo conforme a las subsiguientes siglas. Estos trabajosellacurianos son los que aparecen ms veces empleados en eltexto, y para aminorar el nmero de citas a pie de pgina, seha optado por este sistema de siglas, que entiendo puedefacilitar el desarrollo de la lectura. No obstante, conrespecto aquellos trabajos de Ellacura que aparecen sloocasionalmente reflejados en el texto, y para facilitar suidentificacin, se ha optado por citarlos con su referenciacompleta. En la bibliografa final aparecen unos y otros,

    ordenados cronolgicamente.

    AF ="La antropologa filosfica de Xavier Zubiri", LanEntralgo, P. (ed.), Historia universal de la medicina, volVII, Barcelona 1975.

    AP ="Filosofa poltica: antropologa poltica", indito.

    BI ="Biologa e inteligencia", Realitas III-IV, Madrid, 1979.

    CTA ="El concepto filosfico de tecnologa apropiada", ECA366, 1979.

    DHC ="Hacia un replanteamiento de los derechos humanos enCentroamrica", indito, 1988.

    DHSD ="Derechos humanos en una sociedad dividida", Christus527, 1979.

    DMP ="El desafo de las mayora pobres", ECA 493- 494, 1989.

    EF ="tica fundamental", indito, 1978.

    ECL ="En torno al concepto y a la idea de liberacin" enImplicaciones sociales y polticas de la teologa de laliberacin, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla,1989.

    FBE ="Fundamentacin biolgica de la tica", ECA 368, 1979.

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    FLF ="Funcin liberadora de la Filosofa", ECA 435- 436,1985.

    FP ="Filosofa y poltica" (1972) en Veinte aos de historiaen El Salvador. Escritos polticos, vol. I., UCA ed., SanSalvador, 1991.

    FRH =Filosofa de la realidad histrica, A. GonzlezFernndez (ed.), Ed. Trotta y Fundacin Xavier Zubiri,Madrid, 1991.

    HCD ="Hacia una conceptualizacin de los derechos humanos",indito, 1989.

    HCP ="La historizacin del concepto de propiedad comoprincipio de desideologizacin", ECA 335- 336, 1976.

    HDH ="Historizacin de los derechos humanos desde los pueblosoprimidos y las mayoras populares" (1989), ECA 502, 1990.

    IAF ="Introduccin crtica a la antropologa filosfica deZubiri" en Realitas II, Sociedad de Estudios y Publicaciones,Madrid, 1976.

    IFXZ ="La idea de filosofa de Xavier Zubiri", en Homenaje a

    Xavier Zubiri, vol. I., Madrid, 1970.

    IeI ="Ideologa e Inteligencia", indito.

    MCDH ="El mal comn y los derechos humanos", indito, 1989.

    QCA ="Quinto centenario de Amrica Latina" (1989), Cuadernosde noticias obreras, ed. HOAC, n 17, Abril, 1992.

    SAH ="Salvacin en la historia", en Conceptos fundamentalesdel Cristianismo, Floristn, C., y Tamayo, J. J., (eds.), Ed.

    Trotta, Madrid, 1993.

    SDH ="Subdesarrollo y derechos humanos" (1987): RevistaLatinoamericana de Teologa 25, 1992.

    SRI ="La superacin del reduccionismo idealista en Zubiri" enRazn, tica y poltica. El conflicto en las sociedadesmodernas, Palacios, X. y Jarauta, F. (eds.), Anthropos,Madrid, 1989.

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    UDH ="Universidad, derechos humanos y mayoras populares",ECA 406, 1982.

    UP ="Utopa y profetismo", en Mysterium liberationis.Conceptos fundamentales de la teologa de la liberacin I, I.Ellacura y J. Sobrino (eds.), Ed. Trotta, Madrid, 1990.

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    CAPTULO PRIMERO:

    Aspectos biogrficos de Ignacio Ellacura

    Sumario:

    1. Introduccin.

    2. Actividad universitaria.

    3. Actividad pblica.

    4. Unidad de la obra y de la vida de Ellacura.

    5. La raz de su persona.

    6. La raz de su muerte.

    7. Analogado de la vida y muerte de Ellacura con la luchapor los derechos humanos.

    1. Introduccin

    La atencin hacia el problema de la justicia y de losderechos humanos, ocupa un lugar importante en la filosofade Ellacura y en la propia comprensin que l tena de losproblemas que ha de abordar el quehacer filosfico puesconstituye "uno de los puntos esenciales, sobre los que todafilosofa debe volver una y otra vez, incluso para acompaaradecuadamente una determinada praxis" (cf. FLF, 54-55). Dehecho, como filsofo concedi una atencin especial a estacuestin, como muestra los diversos trabajos que dedic a

    este objeto, y a su vez como telogo y analista poltico seocup por introducirlo en el centro de sus reflexiones. Conello quiero indicar, que si bien este tema fue objeto dereflexiones en su variada produccin intelectual, a su vez,tambin puede decirse que defina o expresaba una de lasopciones fundamentales que fue incorporando en su vida yhaciendo realidad. En esta sucinta aproximacin biogrfica ala persona y al personaje de Ellacura intentar en loposible verla desde esta clave biointelectual de nuestroautor.

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    Traer a colacin algunos aspectos de la realizacinbiogrfica de Ellacura desde la ptica de su compromiso conla justicia, como seala su compaero Jon Sobrino, puede

    servir para "captar y apreciar mejor la obra intelectual y elimpacto socio-poltico del personaje, lo que estimula yfacilita el proseguimiento de su obra y de su causa". De estemodo, entendemos que el significado terico de la aportacinellacuriana al problema de la justicia y de los derechoshumanos, puede ser ms esclarecido con el acercamiento a lapersona que lo estaba produciendo y desde la experiencia dela realidad que lo fue moldeando.

    Quiz Ignacio Ellacura sea para nosotros una personaconocida debido a la presencia pblica que tuvo su vida, y

    sobre todo por la repercusin internacional que suscit sumuerte junto con la de sus compaeros. El asesinato quepadeci el 16 de Noviembre de 1989, trascendi a las propiaspersonas que lo sufrieron, y sirvi para llamar la atencinsobre la tragedia cotidiana que viva el pueblo salvadoreo ysobre el escndalo que supona la propia responsabilidad delEstado salvadoreo en los asesinatos de personajes con unavisibilidad social como la de los jesuitas de la UCA(Universidad Centroamericana Jos Simen Caas de ElSalvador). Sus muertes rompan, para muchos, la monotona delas estadsticas de muertos por la represin y la guerra, o

    por la violenta miseria de la mayora del pas, y por elloera un vehculo de acercamiento a esta realidad.

    Veremos aqu, cmo fue su vida y en qu la emple, aludiendoprincipalmente a dos de sus diversas facetas biogrficas, lade su trabajo universitario y como hombre pblico, en las queactualiz de forma bastante visible su compromiso por lajusticia hacia las mayoras populares. Nos serviremos paraesta cuestin de los testimonios y reflexiones de loscompaeros de Ellacura que siguieron de cerca su realizacinpersonal y social y tambin de las propias palabras deEllacura sobre su intervencin en estos mbitos.

    2. Actividad universitaria

    Ignacio Ellacura Beascoechea naci en 1930 en Portugalete(Vizcaya). A los diecisis aos ingres en la Compaa deJess, y desde 1949, fue destinado a Centroamrica. Entreeste ao, y 1958, estudia filosofa, humanidades y magisterioen diferentes centros acadmicos de El Salvador y Ecuador. Enel periodo 1958-1962, realiza estudios de Teologa enInnsbruck, donde entrara en contacto con el pensamiento y la

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    persona de Karl Rahner. Su compaero Vctor Codina, nosofrece una descripcin interesante sobre su carcter fsico ypsicolgico, correspondiente a sus primeros aos de

    formacin, "Ellacura descollaba por su fuerte complexinatltica, por su figura tpicamente vasca y, sobre todo, porsu gran inteligencia. Su carcter de lder nato ya semanifestaba en aquellos aos. Siempre algo distante, serio, aveces irnico, con su aguda reciedumbre y seguridad, en todoslos sentidos. En torno a l se agrupaban compaeros y amigos.Alguno comenz a llamarle, en broma, `el rey sol, aludiendoa su brillantez y dominio. Para algunos no era una personasimptica ni fcilmente accesible".

    Entre 1962 y 1966, vive en Madrid, donde comienza el

    doctorado en Teologa, realiza estudios de doctorado enfilosofa en Madrid, donde empieza su colaboracin ydiscipulado filosfico con Xavier Zubiri. El tema de sutesis, defendida en 1965, fue La principialidad de la esenciaen Xavier Zubiri, y constituy el primer trabajo deinvestigacin exhaustivo sobre el conjunto del pensamientozubiriano.

    Tras su formacin acadmica Ellacura regresa a El Salvador,su tierra adoptiva, donde comienza a trabajar como profesorde filosofa y de teologa en la Universidad Centroamericana

    Jos Simen Caas. Entre 1968 y 1974, impuls la creacin dela Facultad de Ciencias del Hombre y de la Naturaleza, elDepartamento de Filosofa y el Centro de Reflexin Teolgica.

    Esta actividad acadmica la desarroll desde elconvencimiento de que la misin universitaria deba tenercomo horizonte terico y prctico la situacin y la realidadde la sociedad en la que la universidad desempeaba sufuncin. En una sociedad dividida, como en la que viviEllacura, bipolarmente constituida por una mayora socialempobrecida frente a un grupo dominante que se sirve de las

    estructuras y de las instituciones sociales y muchas vecesdel propio Estado; la misin histrica de la universidad es odebe ser configurada "por el estado y el estadio en que seencuentran y desde el que avanzan las mayoras populares"(cf. UDH, 800).

    Ello no supona desde su perspectiva una renuncia a laespecificidad de la actividad universitaria sino queconsideraba que deba proponerse y practicarse como "objetivoltimo integral" de esta institucin, "el que las mayoraspopulares llegasen a unos niveles de vida aptos para

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    satisfacer dignamente las necesidades bsicas fundamentales yllegasen asimismo a un nivel de participacin mximo en lasdecisiones que le competen al destino de ellas mismas y al

    destino del conjunto de la sociedad" (ib., 794). Ahora bien,esta finalidad orientadora en ltima instancia del quehacerpropio universitario, no la consideraba meramente como algodebido genricamente para toda institucin social, sino quela defensa y la promocin de los derechos humanos en estalnea, era algo debido "desde la naturaleza especfica ypeculiar de la Universidad, (...) como cultivadora terica ytcnica de la verdad y del saber, de la Universidad comorectora en algn modo de la educacin, que, como tal, vamucho ms all de lo que puede ser la formacin deprofesionales al servicio de las necesidades de un sistema

    social" (cf. ib., 792).

    En este contexto, para Ellacura la institucin universitariacomo buscadora y difusora de la verdad y como matrizeducacional de un pueblo, se encuentra condicionada por elconjunto social, y particularmente "en un sistema socialdonde predomina la injusticia no slo es difcil anunciar laverdad, sino que es casi imposible encontrar la verdad,estudiar la realidad, propiciar un saber verdadero y justo"(ib.). De ah que dada la intrnseca relacin entre verdad einjusticia, la institucin universitaria deba dedicarse desde

    sus propios medios a la lucha contra la injusticia. Y elloporque la verdad a la que debe aspirar en ltima instancia launiversidad, es a aquella que trate de dar cuenta de modoplenario del conjunto de la estructura y de la dinmica de lasociedad (cf. UDH, 792).

    En este sentido, pensaba Ellacura que "la proyeccin socialy la efectividad poltica deben estar dirigidas por lasexigencias objetivas de las mayoras oprimidas, exigenciasdeducibles tanto de su propia realidad objetiva en elcontexto social como de su voluntad expresa, manifestada enlas organizaciones populares". Esta opcin que considerabauniversitariamente justificada, se fundamentaba tericamenteen el hecho de que "son las mayoras y su realidad objetivael lugar adecuado para apreciar la verdad o falsedad delsistema en cuestin; un sistema social que mantiene por largotiempo a la inmensa mayora en una situacin deshumanizadaqueda refutado por esta misma deshumanizacin mayoritaria".En esta lnea, la orientacin tica de esta opcin consistapara Ellacura en que "se estima como obligacin moral bsicaponerse a favor de los injustamente oprimidos y en contra delos opresores".

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    Esta necesidad de realizar la funcin social e histrica dela universidad eficazmente en la sociedad, le llev a buscarinstrumentos de publicacin para difundir la los anlisis y

    las investigaciones realizadas en la UCA, lo cual muchasveces se constitua en instrumento de denuncia de losaspectos ms negativos de la realidad de su pueblo. En 1969propici Ellacura que la UCA asumiera la direccin, en unanueva poca, de la Revista de Estudios Centroamericanos(ECA)que sera posteriormente el medio principal de difusin de supensamiento y uno de los cauces ms importante de transmisinde la actividad investigadora de la universidad. Ya desde elinicio de esta nueva etapa, ECA abordaba el estudio de losproblemas ms importantes, coyunturales y estructurales de larealidad centroamericana, junto con una orientacin tica

    acerca de los principios de su superacin. En este contexto,el ltimo nmero de 1969, publicaba un artculo Ellacura,"Los derechos humanos y su limitacin legal y poltica" en elque analizaba las causas del conflicto de la guerra entreHonduras y El Salvador, y cmo el nacionalismo podautilizarse como forma de negacin de "los derechosfundamentales que le competen como hombre".

    Durante su direccin, ECA lleg a convertirse en la revistams reconocida sobre la realidad de El Salvador. Ellacurasigui promoviendo la creacin de revistas especializadas,

    junto con la creacin de una editorial de su universidad, UCAeditores, una de las ms prestigiosas de centroamrica. En elmomento de su muerte, la UCA contaba adems de con su propiaeditorial, con nueve publicaciones peridicas. En este campo,uno de sus ltimos proyectos fue el de contar con una radiouniversitaria para aumentar la proyeccin social de la UCA.

    Un momento decisivo para la actividad universitaria deEllacura y de la comunidad universitaria de la UCA, loconstituy el intento de reforma agraria en el pas. En juniode 1975 el parlamento aprob la Ley de creacin del InstitutoSalvadoreo de transformacin Agraria (ISTA), un ao despusse decret el Primer Proyecto de transformacin agraria, yslo tres meses despus tras el intento de aplicacin de lamisma, se deshizo el proyecto anunciado. Desde un principio,la UCA apoy la medida, y posteriormente criticaron lacontramedida. Apoyaron la iniciativa por considerarla debeneficio popular, por cuanto poda suponer que el Estadocomenzara a representar y a defender los intereses reales dela mayora social salvadorea, mediante el cambio en laestructura de la tenencia y aprovechamiento de la tierra.Ello le supuso situarse contra los intereses de la oligarqua

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    terrateniente, e incluso contra la opinin de algunos gruposde izquierda. Pero cuando el gobierno di marcha atrs,dominado por la presin de los terratenientes, Ellacura

    escribi en ECA un famoso editorial "A sus rdenes micapital" dirigido al gobierno en el cual denunciaba, "elgobierno ha cedido, el gobierno se ha sometido, el gobiernoha obedecido. Despus de tantos aspavientos de previsin, defuerza, de decisin, ha acabado diciendo, `a sus rdenes micapital". Ese editorial le cost a la UCA la eliminacin delsubsidio del presupuesto nacional y seis atentados al campusuniversitario durante 1976. Esta no fue la primera vez que laproyeccin social de la UCA molestaba al gobierno de turno, ya los que se encontraban respaldados en sus intereses por elEstado quienes eran en este caso la oligarqua econmica de

    la sociedad. Antes ya haba habido dos publicaciones, elestudio sobre huelgas en el pas y sobre las elecciones de1972, que tambin le costaron el subsidio a la universidad.

    Para Ellacura, esta posicin era fruto de la opcin firmepor realizar la "misin universitaria" a la que seencontraban obligados. En Diciembre de 1976, tras la sextabomba de ese ao contra la universidad, Ellacura examinabaen un interesante editorial "Por qu nos ponen bombas" estasagresiones, y sealaba, "[p]orque la Universidad analiza lascausas que (...) oprimen [al pueblo], los factores

    estructurales y coyunturales que impiden su libertad. Sonanlisis cientficos, que no se quedan engavetados sino quelos sacamos a la luz en orden a denunciar lo que est malo yen orden a formar una conciencia colectiva, que acelere lamarcha de las mayoras populares hacia su libertad (...). Losque se sienten denunciados, los que no toleran que el saberno quede sometido a sus rdenes, los que no quieren un nuevotipo de universidad que supere modelos trasnochados einoperantes, son los que se empean en destruir la obrafsica de la universidad y los que buscan atemorizar a laspersonas".

    En este contexto social y acadmico, en la dcada de los 70,donde Ellacura estuvo ya particularmente dedicado al trabajoen El Salvador, tambin cabe destacarse la evolucin personalde la que sus compaeros fueron testigos. Como rememoraVctor Codina acerca de este periodo: "[v]olv a coincidircon Ellacura a comienzos de los 7O en Roma. (...) Meencontr con otro Ellacura. No haba perdido el vigor ni laprofundidad de antes pero era diferente, como ms sensible ytierno. Tras una aparente frialdad intelectual y una posturacrtica, encerraba una gran pasin por los pobres y una gran

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    indignacin por la injusticia reinante en Amrica Latina.Cuando l hablaba, todo adquira un sentido nuevo, una fuerzaespecial... Ms tarde comenzaron a aparecer sus publicaciones

    teolgicas en la lnea de la liberacin. Comenzaron susviajes a congresos y foros internacionales, sus declaracionesa la prensa y a la televisin. Sus palabras adquiran un tonoproftico, su voz era de fuego cuando denunciaba lainjusticia que sufra su pueblo, las muertes en El Salvador,cuando hablaba de Monseor Romero. Algo haba cambiado en suinterior. Como a Monseor Romero, tambin a Ellacura elpueblo le haba cambiado el corazn. Su discurso se volviclido, vibrante, emocionado. Nadie poda quedarse fro oindiferente ante su mensaje".

    En 1979 fue nombrado Rector de la UCA y Vicerrector deProyeccin Social, cargos que representara de forma continuaen la siguiente dcada, aunque a veces los tuvo quedesempear en la distancia debido a las salidas forzadas delpas que tuvo que realizar.

    En 1985 fund Ellacura la Ctedra Universitaria de RealidadNacional como un foro abierto para discutir en la UCA losproblemas ms graves del pas. En ella participaronpersonalidades con diferentes responsabilidades en el pas,polticos, sindicalistas, dirigentes populares y

    eclesisticos.

    Podramos decir que para Ellacura este ejercicio deactividad acadmica situada y comprometida en la lneaindicada, fue una constante permanente de su quehacer, locual le supuso en mltiples ocasiones arriesgar no slo lapropia institucin universitaria sino tambin su propiapersona, como nos recuerda el mismo Ellacura en una de susltimas intervenciones pblicas en 1989, "muchas veces [hemospuesto] nuestra institucin en peligro de que nos ponganbombas, de que nos disparen. Cuando sal ahora de El Salvador

    ya estaba la bomba prxima a la Universidad, por esto mandal peridico una nota avisando que sala del pas, para queno les pusieran la bomba a mis compaeros mientras yo noestaba). Nosotros no nos vamos a callar porque nos ponganbombas. No quiero decir con esto que estemos arriesgandomucho la institucin pero s que hemos arriesgado un poco enrepetidas ocasiones" (QCA, 47). Basten estas declaracionesautobiogrficas para completar una aproximacin al modo enque entendi, vivi y sufri en diversas situaciones sucompromiso universitario que en ltima instancia quiso estaral servicio de las mayoras populares: "[e]n ese sentido

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    nosotros tratamos, en El Salvador, de combatir primero laviolencia estructural existente con todas nuestras fuerzas noviolentas. As, el trabajo `institucional de nuestra

    Universidad se resume en un combate contra la violenciaestructural del pas a base de crear las condiciones queposibiliten la liberacin de las mayoras popularesoprimidas. A eso se dirige, con mayor o menor xito, elpotencial de nuestra Universidad" (QCA, 50).

    3. Actividad pblica

    Ya hemos indicado que Ellacura entendi y vivi la actividaduniversitaria desde el servicio a la sociedad en la que sedesarrollaba. Y justamente en continuidad con esta

    proyeccin, su actividad intelectual y su disposicinpersonal le lleva a tener una presencia pblica y polticacada vez ms relevante socialmente.

    En este sentido, Ellacura a lo largo de su vida pblica tuvoun inters y una direccin principal que converge con eltrasfondo de sus intereses acadmicos, algo que podramossealar de una forma genrica como la bsqueda y realizacindel bien de las mayoras populares, y frente a ello, todootro compromiso de orden ideolgico, terico, partidario o"patritico" adquira una posicin subordinada. Ello supona

    no adoptar una distancia crtica frente a los posiciones y alas realizaciones de los diferentes actores del procesosocial, pero a su vez la defensa y el compromiso de aquellasvas que estimaba suponan un avance para la defensa de losintereses de las mayoras.

    Desde el intento de reforma agraria de mediados de los aossetenta, su figura comenz a adquirir dimensin pblica comomediador y analista poltico. A partir de este momento,Ellacura siempre estuvo presente en las grandes crisis delpas a travs de sus anlisis o de sus intervenciones

    pblicas.

    Pero con esta presencia tuvo que sufrir de forma permanentelas descalificaciones ms viscerales y arbitrarias por partede la ultraderecha salvadorea, por medio sobre todo de loque se llam "periodismo terrorista". Una acusacin constantefue la de ser "comunista" o "marxista", o lo que era lo mismoen ese contexto, ser considerado "lo mismo que monstruos delos ms temibles"; y en esta lnea, tambin de ser un"cabecilla" o un "cerebro" del FMLN.

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    Ya desde lo ofensiva de enero de 1981 del FMLN, Ellacuracomenz a defender que el principio de solucin para laguerra civil salvadorea no poda ser a travs de la victoria

    militar de uno de los bandos. A partir de ah tratarEllacura de buscar vas reales y adecuadas que no suponganla aniquilacin de uno de los polos. Posteriormente, amediados de los ochenta, concret esta idea en la perspectivade defender una "tercera va" desde otros sectores socialesque permitieran situar al pas en "estado de dilogo" para labsqueda de la paz y de la solucin de las causas delconflicto. Segn esta idea, ni el gobierno ni los partidospolticos ni el ejercito ni el FMLN eran los mejores garantesde los intereses de las mayoras populares porque suprioridad era la toma del poder y los intereses partidarios y

    esta prioridad no coincida necesariamente con los interesesobjetivos de las mayoras populares. Esta "tercera va"estara conformada por todos aquellos sectores que buscan lapaz "no por el camino de la violencia armada, ni tan slo porel camino de las elecciones, sino por el camino del dilogonegociacin y por la lucha de intereses populares sinsubordinarse a ninguna de las partes en conflicto, antesmanteniendo al mximo de autonoma (...). Su principiofundamental es el principio de la vida frente al principiodel poder, el principio propio de los partidos polticos yaun de los movimientos revolucionarios: lo que busca es una

    vida ms digna para las mayoras populares y no el poder delEstado, hace ms hincapi en la democracia social que en lademocracia poltica, en el pluralismo social que en elpluralismo poltico como puntos determinantes de la verdaderademocracia, y la utiliza como medio de accin y aun de lucha,formas no de guerra armada sino de presin social". Desdeentonces defendi que la va militar no resolvera elproblema de la injusticia estructural del pas y comenz aproponer que la nica va de solucin pasaba por el dilogo yla negociacin. En los primeros aos de la dcada, hablar dedilogo fue interpretado sobre todo por parte de la derecha,como algo "hertico", como una traicin a la patria.

    Pese a que lo anterior puede decirse que expresaba suverdadera orientacin y la postura pblica que adopt a lolargo del conflicto salvadoreo, fue muchas veces acusado deque su postura era ms "violentadora" y en favor de la luchaarmada que de otros intereses y valores. Frente al fenmenode la violencia, sealaba Ellacura que "la respuesta a laviolencia estructural ha solido ser la violenciarevolucionaria. Yo no creo que necesariamente se tengan queidentificar siempre `revolucin y `violencia, pero a veces

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    -y en caso de El Salvador en concreto- se ha echado mano dela violencia guerrillera para combatir a lo que se estimabauna violencia estructural. Hacer de la violencia una causa,

    hacer de la violencia un bien o un ideal, ciertamente no escristiano y probablemente tampoco es tico. Pero el problemafundamental sigue estando en ver hasta qu punto esaviolencia es inevitable. Y repito, la violenciarevolucionaria en s misma es mala pero quizs muchas vecesla han vuelto inevitable" (QCA, 50). En coherencia con estavisin, nos relata el propio Ellacura algunas intervencionessuyas en relacin con la actuacin de los actores de laguerra civil y su intento de "humanizar el conflicto","[d]esde esta postura, nos hemos dirigido a otros grupos,como el guerrillero, que combaten esa violencia de otra

    manera. En concreto, yo mismo he tenido unas conversacionesmuy largas y muy crticas con uno de los combatientesguerrilleros ms destacados, el comandante Villalobos. (...)Igualmente, hemos estado peleando para que se haga el menordao al menor nmero posible de gentes. Cuando conseguimosuna declaracin de la Comandancia Militar del FMLN de que novan a daar a los civiles consideramos haber hecho un granavance. Vamos a ver ahora si avanzamos un poco ms a fin deque termine la guerra a travs de las propuestas denegociacin que hemos lanzado" (ib.).

    Por ello, seala l mismo sobre su papel en el proceso, que"nuestro objetivo y nuestra lucha est en conseguir quetermine la guerra y que termine la violencia estructural. Y,mientras tanto, conseguir que disminuya el dao que hace todotipo de violencia dentro del pas. Creemos que ste es unplanteamiento mucho ms pacifista que violentador" (QCA, 50).

    Esta fue la constante que mantuvo hasta el ltimo momento,como puede reconocerse tambin en la peticin deintermediacin que se le realiz ante el recrudecimiento delconflicto armado a finales de 1989. En un fax de Ellacura enrespuesta a la invitacin de intermediar, ste expresaba cualera su verdadero talante y hacia donde deba ir dirigida sucontribucin en el conflicto salvadoreo, "[e]stoy abrumadopor el hecho terrorista, estoy dispuesto a trabajar por lapromocin de los derechos humanos, estoy convencido de que elpresidente Cristiani rechaza ese tipo de hechos y de que conbuena voluntad propone para este caso este mecanismo,quisiera apoyar todo esfuerzo razonable para que prosiga eldilogo/negociacin de la manera ms efectiva posible.Precisamente por eso deseara, en primer lugar, agradecer alSr. Presidente el haberme invitado y, en segundo lugar,

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    pedirle que me d un espacio razonable de tiempo para tomarmi decisin de un modo responsable en beneficio de lapacificacin y democratizacin del pas.

    En cuanto regrese al pas me pondr en contacto con lasituacin coyuntural y con los distintos sectores para poderapreciar cul pueda ser la forma mejor de mi contribucin".

    Este sera su ltimo regreso. A los pocos das de llegar fueobjeto la vivienda de su comunidad de un registro yreconocimiento por parte del ejrcito, y tres das despus enel mismo lugar, el 16 de Noviembre, un grupo de militaresasesinaron a Ellacura y a sus compaeros. Como sealaronunos investigadores del caso, "Ignacio Ellacura era una de

    las ltimas y mejores esperanzas para el dilogo pacfico enEl Salvador".

    4. Unidad de la obra y de la vida de Ellacura

    La unidad del pensamiento y la vida de Ellacura hay quebuscarla en la unidad de su proyecto existencial, que podemosentender como una vida dedicada a la liberacin. Esta vidatena una pluralidad de dimensiones, como universitario, comotelogo, como mediador y analista poltico o como filsofo.

    Si la filosofa para Ellacura no era slo un dedicacin parasaber acerca de la cosas, sino que era tambin un modo devida, y un modo de vida tico que exiga un decididocompromiso y voluntad de la verdad y de justicia, podemosdecir que este talante se reflejaba en la diversasrealizaciones en las que se expres y comprometi su vida.Por eso, lo que ha sealado su compaero Antonio Gonzlezrespecto de la obra de Ellacura, puede tambin predicarse delas otras dimensiones, "lo caracterstico de la laborintelectual de Ellacura no consiste tanto en haber puesto lapraxis histrica de liberacin en el centro de sus

    reflexiones filosficas, sino en haber hecho de la filosofaun elemento constitutivo de una existencia dedicada a laliberacin Ellacura mostr con su vida (y -por qu nodecirlo?- tambin con su muerte) que la funcin social de lafilosofa no es primeramente una funcin acadmica, y muchomenos una funcin legitimadora de uno u otro poder, sino -almenos como posibilidad- una funcin liberadora. Y que estafuncin liberadora no consiste en primera lnea en latransmisin de una determinada filosofa, de una determinadatradicin o de unos determinados conocimientos filosficos,sino, (...) en una tarea mayutica y crtica. Mayutica no

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    meramente en el sentido usual de sacar a la luz`educativamente(...), sino en un sentido ms cercano a laexpresin original griega maieomai (ayudar en el parto,

    desatar). Pues se trata de acompaar filosficamente ladifcil hora histrica de los pueblos del Tercer Mundo,situndose parcialmente del lado de quienes tratan de impedirque triunfe la muerte y del lado de la nueva vida que, apesar de todas las dificultades, pugna por nacer".

    Ellacura nos describe tambin la funcin que da ultimidad ala labor filosfica, que podemos leer desde este concretotalante filosfico que expres en diversas facetas: "y es queno basta filosficamente con buscar la verdad, sino hay queprocurar filosficamente realizarla para hacer la justicia y

    construir la libertad" (FLF, 59).

    As pues, podemos afirmar que la unidad del pensamiento y laobra de Ellacura proviene de la fidelidad a su claravocacin humana de justicia y libertad que "le forz ahacerse cargo de la realidad donde quiso vivir (...) aencargarse responsablemente de la transformacin real de loinhumano de tal realidad y a cargar con las consecuenciaspositivas y negativas de ese comprometedor `encargarse".

    5. La raz de su persona

    Vistos algunos hitos biogrficos y algunos datos de larealidad en la que vivi, sealaremos, segn lacaracterizacin que nos ofrece su compaero Jon Sobrino,aquello lo que estaba dinamizando y dirigiendo su realizacinpersonal.

    Su vida y su trabajo, junto con la de sus compaeros, "tenauna finalidad muy determinada: el servicio a los pobres (...)en este servicio hay que encontrar lo ms profundo de susvidas, y por ello puede decirse tenan (...) en verdad

    espritu de compasin y misericordia. Si trabajaban comofanticos y corran riesgos muy conscientemente, es porque seles removan las entraas (...) al ver a todo un puebloherido en el camino" , no utilizaba el trabajo acadmico paradesatender los requerimientos que se le hacan, porque surealizacin profesional estaba "sometida a la exigenciaprimaria tica y prxica de responder al clamor de lasmayoras populares. Por eso, la fuente exigente e inspiradorade todo su trabajo y de todo su servicio fue esa compasin ymisericordia que se les convirti en algo verdaderamenteprimero y ltimo". Su vida fue "una vida descentrada, un

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    servicio en favorde otros y , cada vez ms un servicio desdelos otros". En ese servicio fue preguntndose en qu se debaconcretar ese servicio, como nos dice Jon Sobrino llego a

    comprenderlo como un "servicio especfico: bajar de la cruzal pueblo crucificado". Servicio que consiste en ladisponibilidad de dar la vida por los dems, sea en laentrega cotidiana incansable o en el sacrificio hasta lamuerte, padecida violentamente.

    Esto implica que esa misericordia, la entenda y viva de unaforma concreta: a) como reaccin, no propiamente como merosentimiento; b) hacia el sufrimiento de las vctimas; c)buscando el bien de stas y liberndolas de sus victimarios.

    Esa mirada compasiva y activa sobre la realidad del pueblosalvadoreo, y desde l a los pueblos del tercermundo, lehizo ver que este sufrimiento no era provocado principalmentepor causas naturales, sino ms bien por causas histricas,porque era un mal producido y mantenido por las acciones delos hombres que van configurando unas relaciones socialesbasadas en la miseria de la mayora a cambio de la opulenciade una minora privilegiada, y que iban constituyendo unasestructuras de convivencia social fundadas en la privacin debienes fundamentales para la mayora y en la sistemticaexclusin del acceso a los mismos. Por eso, "teniendo ante

    los ojos a este mundo real, (...) [a] Ellacura le movi aprivilegiar no cualquier accin, aunque fuese buena, sino lamisericordia y el amor especficos que se dirigen a lasmayoras en cuanto oprimidas, es decir, la justicia".

    Desde esta experiencia fundamental, la lucha por la justiciaen favor de las mayoras populares que dinamiz su vida, nofue fruto por tanto ni de un descarnado imperativo categriconi del atractivo esttico de una teora de la justicia sinoque el origen est en que a Ellacura se le removieron lasentraas al ver todo un pueblo postrado, oprimido, engaado,

    y ante eso reaccion.

    Si ese sufrimiento de las vctimas tena causas profundas enlas propias relaciones humanas, entonces su servicio de"bajar de la cruz a los pueblos crucificados" deba irdirigida a erradicar esa situacin histrica deshumanizante ya sustituirla por una situacin ms humanizadora que buscarala vida de la mayora. Por eso la lucha no era primariamentepor construir la justicia desde un orden anterior neutral,sino que se funda en la lucha contra aquello est suponiendo

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    la opresin, en la negacin y superacin de la injusticiaactual.

    6. Raz de su muerte

    Esto puede iluminar ms an la realidad social en la quevivi y cmo con su muerte violenta e injusta se esclarecean ms su realidad personal. La respuesta es sencilla,podemos decirlo con palabras de Monseor Romero "se mata aquien estorba". Por ello sufri tantas amenazas y ataquesverbales y fsicos durante su vida. Pero, a quin estorbaba?a quienes vean en sus crticas y en sus propuestasalternativas un peligro para la propia situacin deprivilegio, una amenaza para la seguridad de sus beneficios

    particulares.

    Sobrino dijo reflexionando sobre el asesinato de Ellacura yde muchos otros a causa de la represin sobre los querealizan acciones transformadoras: "esto lo he aprendidoall, en la realidad hay negatividad, hay algo (alguien) quereacciona en contra de quien hace el bien. Esto es el granescndalo, o por lo menos, una forma de formular elescndalo. El que reacciona con misericordia, con compasinhacia las vctimas, en lugar de que `le hagan un monumento enla plaza del pueblo lo persiguen. Si hace cosas sencillas,

    no, pero es que as es..., y de esto existen muchsimosejemplos, as empez con Jess de Nazaret, y esto le pas aEllacura de quien estamos hablando, y a Monseor Romero y atanta otra gente. Lo que ocurre es que cuando el ejercicio dela compasin que es el ms connatural del ser humanosignifica riesgo, entonces viene tambin otra cosa que estambin connatural al ser humano, el principio de seguridad,y en el fondo el principio del egocentrismo que lleva alegosmo".

    Esa "negatividad" tiene un perfil concreto, el de los

    causantes no slo de la muerte de Ellacura sinoprincipalmente del mantenimiento de una situacin socialalienante, y es que no podemos olvidar que "hay unos poderesque producen muerte y situaciones como la salvadorea en laque puede expresarse ms burdamente".

    7. Analogado de la vida y muerte de Ellacura con la luchapor los derechos humanos

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    Podramos brevemente conectar la realizacin biogrfica deEllacura con el fenmeno real que representan la institucinde los derechos humanos.

    Quiz el vicio ms comn a la hora de comprender estarealidad es acercarnos a ella desde un punto de vistaprimariamente conceptivo. En este sentido, los derechosconstituiran una serie de ideales, cuya naturaleza principalsera la de ser conceptos, elaborados desde una tradicin, yque como tales son susceptibles de ser comunicada y ampliadaa toda comunidad humana ya que en virtud de la comunidad derazn podran ser apropiados por sujetos diferentes de losoriginalmente los descubrieron o propusieron. El problema defondo desde esta dinmica racionalista sera la validacin

    para toda comunidad humana de estos ideales, esto sera atravs de la argumentacin y justificacin de los idealespropuestos o bien un problema de justificacin discursiva delos valores dados, como presupuestos trascendentales de lapropia argumentacin dialgica que se debe asumirirrenunciablemente ante los diferentes argumentadoresracionales.

    Aqu no se pretende negar la necesidad del momento conceptivode los derechos humanos ni la indagacin racional nidialgica acerca de sus fundamentos, ni el que pueda haber

    una cierta pedagoga de los derechos. Lo que se intentaapuntar, conforme a la propia concepcin ellacuriana, es laidea de que la primera clave para acercarnos a la adecuadacomprensin de los derechos humanos haya de ir en la va dela discusin, argumentacin o dilogo de conceptos. Esaaproximacin desconocera que ser humano no se reduce ni sedefine primordialmente ni por lo que "piensa" ni por lo que"dice" sino que se define por lo que "va haciendo", y desdeah, habra que observar la verdad de lo que se piensa y sedice.

    En este punto es donde podemos volver a mostrar larealizacin biogrfica de Ellacura. Hemos sealado, desdeaquellos que cercanamente lo acompaaron, que una clave de suvida fue la lucha por la justicia. Ellacura tuvo voluntad deverdad, conoci y no se cerr al proceso histrico que lehaba tocado padecer y protagonizar en su medida al pueblosalvadoreo al que se incorpor desde joven. La realidad desu pueblo estaba configurada por una situacin histrica deopresin, porque lo que defina ms precisamente su procesosocial era la carencia por privacin de los bienes bsicospara la vida. Esta privacin era histrica, fruto de las

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    acciones de los hombres que haban generado una dualizacinsocial entre los poseedores de los bienes y dominadores delresto del cuerpo social subordinado. Desde esta situacin,

    vivida como insostenible y como injusta por el propio pueblo,Ellacura se sum al esfuerzo social desde las organizacionespopulares de denuncia de la situacin y de sus causas, y depromover propuestas alternativas para una vida de la mayorams sostenible. La denuncia y la reclamacin de lo que le eradebido al pueblo, la defensa de los derechos de las mayoraspopulares, era lo que estaba dinamizando el conjunto de supraxis biogrfica insertada en el proceso colectivo. Por esosu produccin y su vida intelectual estaba no slo enrelacin con el pueblo, sino que tena efectiva encarnacinen el esfuerzo colectivo por transformar la situacin. Y esta

    colaboracin desde la denuncia proftica y el esbozo de unanueva situacin por conquistar, pretenda introducir unalgica ms humana en el proceso histrico. Pero lasrespuestas a esta lucha por "racionalizar" la sociedad, noeran las respuestas dialogadas, sino el cerramientointeresado en las propias posiciones sin posibilidad deapertura cuando no, el silenciamiento a travs de la fuerzafsica. Por eso Ellacura sola hacer un dramticollamamiento al entendimiento social desde la Ctedra deRealidad Nacional, para que le respondieran con ideas, y nocon bombas y con balas. Lo que haba por parte de quienes

    promovan el mantenimiento de los privilegios, no era unarespuesta de racionalidad sino de irracionalidad interesada.

    Por eso a Ellacura lo mataron con idea pero no primariamentepor las ideas, lo mataron por que sus acciones tenan unaefectividad social que cuestionaba la legitimidad de los quedominaban la situacin y la marcha de la sociedad. No lomataron porque no estuvieran de acuerdo "con sufundamentacin", con su discurso, sino porque el conjunto desu vida denunciaba la irracionalidad consciente de losopresores, en suma, de los que se cerraban e impedan unatransformacin de la situacin social hacia una mayor paz yhacia una mayor justicia para todos. Y esta lucha porintroducir la racionalidad en favor de la vida de la mayora,en contra de su negacin por la represin o por laideologizacin, es la lucha precaria pero absolutamentehumanizante por conquistar histricamente la utopa de losderechos humanos desde las mayoras.

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    CAPTULO SEGUNDO:

    PLANTEAMIENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS EN ELLACURA

    Sumario:

    1. Introduccin.

    2. Planteamiento del problema de los derechos humanos enEllacura.

    3. Comparacin con otros planteamientos.

    3.1. Multiculturalismo y derechos humanos.

    3.2. tica del discurso.

    4. Conclusiones y perspectivas.

    1. Introduccin.

    Cmo enfoca Ellacura la pregunta terica por los derechoshumanos en sus trminos ms principales es lo que esbozaremosahora. Tanto lo justificado del planteamiento, como deldesarrollo, como de las conclusiones que puedan irsederivando de la marcha del problema es algo que habr que irviendo a lo largo de todo este trabajo. Vamos pues a entraren la perspectiva terica de Ellacura desde sus puntos msesenciales segn l mismo los presenta.

    2. Planteamiento del problema de los derechos humanos enEllacura.

    El supuesto fundamental que sostiene Ellacura, es que losderechos pueden y deben alcanzar una perspectiva y unavalidez universal (cf. HDH, 590). Para que estauniversalizacin pueda ser correcta y realizable, Ellacurala conecta con una triple inquisicin, el desde dnde seconsideran, el para quin y el para qu se proclaman. Por

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    ello, nos advierte Ellacura, "hay que tener claro yexplcito ese `desde y ese `para, que en este caso (...) esdesde los pueblos oprimidos y las mayoras populares para o

    en busca de su liberacin" (ib., 590).

    Qu son estas mayoras populares y pueblos oprimidos queestn dinamizando la pregunta terica y la direccin tica yprctica de la misma. Ellacura entiende por tales:

    a)"aquellas autnticas mayoras de la humanidad, es decir, lainmensa mayor parte de la humanidad, que vive en unos nivelesque apenas pueden satisfacer las necesidades bsicasfundamentales" (UDH, 791); b) "aquellas mayoras que no estnen condicin de desposedas por leyes naturales o por desidia

    personal o grupal sino por ordenamientos sociales histricosque les han situado en posicin estrictamente privativa y nomeramente carencial de lo que les es debido" (ib., 792); c)"aquellas mayoras que no slo llevan un nivel material devida que no les permite un suficiente desarrollo humano y queno gozan de manera equitativa de los recursos hoy disponiblesen la humanidad, sino que se encuentran marginados frente aunas minoras elitistas, que siendo la menor parte de lahumanidad utilizan en su provecho inmediato la mayor parte delos recursos disponibles" (ib., 791-792).

    Esta triple caracterizacin, como las autnticas mayoras dela humanidad, desposedas histricamente de lo fundamentalpara una vida digna, y marginadas frente a una minora de lahumanidad que acapara privativamente la mayora de losrecursos, pretende "poner ante los ojos" la situacin msesencial de la humanidad. Reconocer la primera caractersticaya podra implicar aceptar el encontrarnos ante un desafoterico y prctico de primera magnitud para la reflexinsobre los derechos humanos, "pero la urgencia tica sube degrado en la medida en que aceptemos la justeza de las otrasdos caractersticas" (ib., 792). La correccin de estas

    caractersticas como hecho fundamental, seala Ellacura, "meparece en lo fundamental inapelable, aunque la correcta ycompleta explicacin del fenmeno exija anlisis y teorasdiscutibles" (ib.).

    Esta es por tanto, sintticamente expresada, la realidadhumana fundamental que por su condicin de mayoritaria y susituacin de desposeda y marginada es desde donde Ellacurarecoge la pregunta originaria para una teora crtica de losderechos humanos, que est subyaciendo en todo suplanteamiento del problema: "desde estas inmensas mayoras

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    populares que son las que ms sufren la violacin de losderechos y las que ms estn exigiendo objetivamente el quepuedan disfrutar de los mismos, la pregunta es, entonces,

    cmo pueden las mayoras populares no ser privadas de susderechos humanos fundamentales y puedan disfrutar de esosderechos?" (ib., 792).

    Dentro de esta lnea crtica que atiende a lo que estdefiniendo ms negativamente la realidad y que busca unarespuesta adecuada terica y prctica para esta situacininquiriente es donde Ellacura plantea el problema de losderechos humanos. Este problema, en trminos generales, senos presenta no slo como algo complejo pues en l confluyendimensiones estructurales y universales y las situaciones

    reales en las que los hombres desarrollan sus vidas (cf. HDH,590), sino que adems se presenta como ambiguo pues "propendea ser utilizado ideolgicamente al servicio no del hombre yde sus derechos, sino de los intereses de unos u otrosgrupos" (ib., 590).

    En este contexto, los planos de reflexin que hay quedilucidar en este problema, y a los cuales habra que referirel resto de las cuestiones son para Ellacura: lo que tienende verdadero y de falso, cuestin epistemolgica; lo quetienen de justo e injusto, cuestin tica; y lo que tienen de

    ajustado o desajustado, cuestin prxica (cf. ib.).

    Esta triple pregunta en cuanto a lo que tienen o no tienen,de verdadero, de correcto y de ajustado, para su adecuadodesarrollo hay que ponerla en relacin con el desde dnde, elpara quin y para qu de los derechos humanos que representanel horizonte fundamental de realidad, de realizacin y decorreccin de los derechos. Esto exigir pues, desde laperspectiva de Ellacura, que la indagacin sobre losderechos humanos deba ser "historizada", esto es, comoMardones expresa grficamente, "darle carne histrico-social

    a los conceptos" para que se pueda avanzar en su comprensiny realizacin.

    Por tanto, Ellacura defiende que el problema de los derechoshumanos hay que plantearlo desde su historizacin desde lasmayoras populares y los pueblos oprimidos. Desde esteplanteamiento, seala Ellacura, se puede apreciar mejor elpeligro de que su "teora y praxis propendan a tomar la formade una normatividad absoluta y abstracta, independiente detoda circunstancia histrica" (ib., 590). Y es que, aunque elderecho pueda y deba tener en cuenta "consideraciones

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    universales, de un tipo o de otro, que alienten, o controlenel discurso lgico, no puede dejar de lado lo que es elhombre en sus concretas relaciones sociales e histricas [por

    eso, desde este punto de vista aparece que] el hombre no esuna generalidad unvoca y abstracta, que se repitemultiplicadamente en hombres concretos" (ib.), sino que,especialmente en cuanto al problema de la conquista de losderechos humanos, es no slo una realidad escindida entrequienes los disfrutan y los que carecen de ellos, sino msprecisamente el conjunto de la realidad humana estdialcticamente articulada entre el fuerte y el dbil (cf.ib., 590).

    Con esta historizacin se pretende enfocar el problema de los

    derechos humanos, no ya meramente desde el conflicto entreracionalidad e irracionalidad, esto es, "no slo desde laperspectiva del triunfo de la razn sobre la fuerza sino, msen concreto, desde la defensa del dbil contra el fuerte"(ib., 590). No se elige por tanto un planteamiento meramenteabstracto de los derechos humanos que se quede en la "esenciauniversal" de los derechos (cf. ib. 590), sino que buscahistorizar esa esencia, yendo ms all de planteamientosahistricos que pueden incurrir no slo en inoperancia real,sino en justificacin ideologizada e interesada, mediante ladefensa de los derechos conquistados sin reconocer el proceso

    real de esas conquistas.

    En esta lnea, la consideracin de la realidad dialctica queparte del momento de negacin que se da en "el dbil" serealiza desde una perspectiva global concreta que es la quesita la escisin hoy, la cual no es principalmente entreclases o grupos de unas mismas sociedades sino en el conjuntode la humanidad. Ellacura no se para en reconocer la unidaddel gnero humano, en virtud de la cual, si los derechos sepueden presentar idealmente como derechos de todo hombredeberan ser reconocidos a todos los que participaran de esacondicin. Quedarse en ese supuesto, podra implicar asumiruna perspectiva esttica y niveladora que llevara a negarrealmente lo que se est afirmando.

    La perspectiva universal viene exigida, pues, no slo por launiversalidad idealque encarna la idea de derechos humanos,sino por la unidad realque en el presente momento histricose da como proceso en todos los seres humanos. Por tantoEllacura no se atiene a la esencia ideal que puede dimanarde una consideracin abstracta y ahistrica del hombre, nitampoco frente a una sociedad particular, sino frente a al

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    universo real humano, y desde esta realidad es donde sita laindagacin de qu es lo debido al hombre conforme a suesencia real e histrica por afectarle radicalmente para su

    desarrollo humano. Como apunta A. Gonzlez, Ellacura parteen sus anlisis de una perspectiva fctica global, y por ello"elaborar anlisis tico-polticos justamente desde esepunto de vista".

    Esta "sociedad mundial", que en sus trminos principales estconformada por las mayoras populares y las minorasprivilegiadas, que est en el ncleo de su planteamientotico-jurdico, es una realidad "dualizada y escindida", peroello no impide para Ellacura reconocer que efectivamente seda un modo de vnculo social, entre una parte dominada y otra

    dominante (cf. FRH, 354). Para Ellacura en el procesohistrico actual se est dando, en cierta manera, unareactualizacin de la unidad de la humanidad. En nuestraaltura procesual histrica la unidad biolgica de la especiehumana ha sido integrada en una nueva unidad, distinta pero asu vez posibilitada por la anterior, la sociedad mundial. Losseres humanos se hallan insertos, de diferentes modos, en unasociedad que de algn modo es comn a todos, en este sentidoseran no slopars humanitatissino tambinpars societatis.Ahora bien, esta unidad no significa uniformidad, niconciencia comn, ni tampoco unin solidaria, sino que la

    unidad alcanzada histricamente, por el momento, es unaunidad dialctica(cf. FRH, 41-42). Los hombres y los gruposque constituyen hoy la humanidad estn no slo escindidossino conflictuados en una relacin dialctica entre una partedominada y una parte dominante. Esta nueva unidad de laespecie humana no se da a pesar de la relacin dialcticasino principalmente en virtud de esa relacin. Por ello,reconoce Ellacura que "[a]unque se habla de distintos mundos(...),el mundo histrico es uno, aunque contradictorio"(ib.).

    En suma, podramos caracterizar el planteamiento que realizaEllacura de los derechos humanos, sealando que adopta parala reflexin sobre los derechos humanos una perspectivauniversalizadora, concreta, situada, procesual, dialctica yno disgregadora. Veamos estas notas.

    Universalizadora en cuanto que asume un compromiso explcitocon que se puede y se debe llegar a alcanzar en suplanteamiento terico y prctico una perspectiva que asuma latotalidad real que conforman hoy los hombres y mujeres, queintente romper la dinmica de planteamientos "privatistas" de

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    los mismos, basados en la afirmacin y centramiento en lopropio a costa de la opresin o de la indiferencia con loajeno. A su vez, con que se puede y se debe alcanzar una

    validez universal, y por tal, entiendo aqu que se refiereEllacura a una doble cuestin; ha de buscarse una validezideal o una legitimidad universalizable, en cuanto a que losprincipios o valores que rijan el proyecto de derechoshumanos vayan siendo aceptables para el conjunto de pueblosque conforman la humanidad; y tambin a que lleguen a poseeruna validez o vigencia histrica, y para ello habr quereconocer y abrir el proceso histrico de su conquista,mediante el cual stos sean realizables y disfrutables por lamayora de la humanidad.

    En este sentido, entiendo que Ellacura niega el que losderechos sean universales tanto de hecho como de derecho,pero entiende que los derechos deben ser universales, estoes, reconocidos a todas las personas y pueblos (lo cual noimplica que sean los mismos y en el mismo orden en cadasituacin y etapa) y a su vez realizables. En definitiva, launiversalidad de los derechos que postula es unauniversalidad histrica, y en cuanto histrica, es algoadquirible, como posibilidad, a travs del proceso derealizacin de las sociedades si es que el mismo est abiertoa la incorporacin de ciertos ideales utpicos que, a su vez,

    hay que ir esbozando histricamente.

    En cuanto a la perspectiva concreta, intenta ir ms all devisiones abstractas porque son incapaces de hacerse cuestinde lo que hombres reales sufren, padecen o anhelan en unpreciso tiempo histrico. Se pretende partir del perfilconcreto que representan hoy los seres humanos, para desdeah atender a los desafos que presenta su realidad, que comotal, deben ser incorporados a una teora comprometida de losderechos humanos, y que como vimos, se refleja tambin en elpunto de partida de lo que denominamos su "preguntaoriginaria". Esta perspectiva concreta busca, a su vez, unbien comn real, que tenga en cuenta a la humanidad entera ensu concrecin, sin que ello obste a que "haya derecho aciertas particularizaciones del bien comn y de los derechoshumanos" aunque a su vez stas no deban negar o impedir larealizacin global de la humanidad.

    Situadamente de una forma explcita y operante. El hombre, y"la teora" siempre lo estn. La cuestin es que el "desdednde", el lugar social, y en nuestro caso, el lugar terico,no siempre es manifiesto, y aunque lo sea, se puede estar en

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    planteamientos que se pretenden "universalistas" y quepromuevan posiciones no universalizables. Por ello, no setrata de una mera declaracin de una intencin, sino de un

    principio metodolgico el cual no se debe abandonar durantela marcha del problema. Este "sitio", tampoco es insercinmecnica ni pasiva, sino que en el planteamiento de Ellacuraes opcin consciente y reflexiva, por pensar desde un lugarde la realidad humana que asuma la perspectiva msmasivamente real de lo humano, como en nuestro caso,representan los pueblos oprimidos y las mayoras populares.Esta es la situacin terica desde la que se buscar laverdad del fenmeno de lo derechos humanos, el horizonteltimo de realidad de los mismos, y por ello, desde la cualhay que buscar las cuestiones, las categoras y los recursos

    intelectuales adecuados.

    Procesual, por cuanto se busca atender al "proceso real"(HDH, 591) en el que ha aparecido y se desarrolla el derecho,y particularmente los derechos humanos, ya que stos seconstituyen en una procesualidad dinmica e histrica y nopueden comprenderse desde consideraciones meramente ideales yabstractas, presentando los derechos como algo esttico ynivelador, como algo dado idealmente dado de una vez portodas, algo que en el mejor de los supuestos se expresarahistricamente pero que la razn humana no debe de crear

    histricamente sino a lo sumo ir reconociendo desde s mismae ir acomodando a las diversas situaciones. No es que losderechos se constituyan por un despliegue de la razn en lahistoria como algo extrnseco a ella, con lo que la historiasera algo marginal que "recibe" a la razn humana, sino quela razn posee una historicidad constitutiva y no slo en sudespliegue contextual o pedaggico. La historia no es unproceso predeterminadamente establecido (cf. FRH, 355) ni porla naturaleza ni por la razn, y lo que hace al procesohistrico no es slo la realizacin decurrente de la opcioneso de los proyectos ideales, sino que las mismas posibilidadesde inteleccin, el mismo mbito de lo que puede serinteligido, y con ello de lo que puede ser esbozado o creado,es formalmente histrico y no algo metahistrico.

    Esta perspectiva metodolgica ha de integrar, a su vez, segnla posicin de Ellacura el carcter dialctico de lahistoria humana, en tanto que "es un mtodo que sigue lahistoria y que la historia impone a quien la quiera manejar"(FLF, 116) y que en nuestro caso es un mtodo adecuado paraencontrar y realizar un derecho efectivo y dinmico, underecho que sea en su realizacin histrica lo que pretende

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    ser en su teora ideal. Por ello una perspectiva dialcticaque responda a un rasgo histrico esencial del proceso de losderechos humanos, sirve a su vez para despojarlos de "una

    apariencia esttica y niveladora" (HDH, 595) que asumen desdeuna universalizacin abstracta. Este mtodo dialcticoimplica "negar superadoramente aquella condicin dedebilidad, esclavitud y opresin, que es lo que se da dehecho (...) [y] se trata, por tanto, de un proceso negativo,crtico y dialctico, que no busca quedarse en la negacin,sino que avanza hacia una afirmacin nunca definitiva, porquemantiene en s misma, ms que como dinamismo lgico comodinamismo real total, el principio de superacin" (ib., 591).

    Por ltimo hemos querido significar del planteamiento

    ellacuriano sealando que se trata de una perspectiva "nodisgredadora". Por tal entendemos que en su planteamientoterico no es que se dejen de tener en cuentadiferenciaciones analticas entre planos diversos delproblema total, sino que en primer lugar se busca tenerpresente en el planteamiento la totalidad de las dimensionesque integran la realidad del problema. No reduce Ellacura lapregunta por los derechos humanos a la indagacinepistemolgica de los derechos proclamados, ni a la cuestinde su correccin o justicia formal, ni a la realizabilidad delos mismos.

    En segundo lugar, el conjunto del problema est referido alproblema prxico o real de los derechos humanos y por ello loque ltimamente se est buscando es la "verificacin prxica"(ib., 591) y ella est destinada, principalmente, a labsqueda de la verdad o falsedad, justicia o injusticia yajuste o desajuste del derecho proclamado o proyectado en suactualizacin histrica.

    Pues bien, hay una cierta coimplicacin recproca entre loque tienen o no tienen de realidad verdadera, debida o

    "realizanda" y de realizada o realizable. Esta coimplicacines lo que unifica de alguna manera el problema y hace de luna cuestin sistemtica, por cuanto cada momento estreferido desde s mismo a los dems, y a su vez recibe encierto modo su condicin del conjunto. Aqu hay una opcinterica radical que busca integrar lo que en la realidad sepresenta como internamente vinculado aunque sea de modo suigeneris, de esta manera, lo que sea un verdadero derechohumano, debe ser lo justamente debido a todo hombre en cuantotal o en su concreta especificacin por responder a unaexigencia radical (cf. HCD), y a su vez, su realizacin, o su

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    realizabilidad muestra lo ajustado o desajustado de lo quepresenta como verdadero y justo derecho. Pero esta dimensinprxica ha de entenderse como algo abierto, ya que la praxis

    humana no est cerrada conforme a cada una de las concretassituaciones fcticas, y puede siempre haber una lucha por susuperacin, por ello no se puede reconocer sin ms que loverdaderamente debido es lo que aparece como realizable segnunas concretas condiciones actuales, sino que loverdaderamente exigible en orden a su actualizacin sea el irabriendo histricamente las posibilidades reales conforme alo que se presentan como exigencias humanas que deben seratendidas en la propia realizacin histrica de la sociedadhumana.

    Dicho de otra manera, si el momento prxico nos ofrece unrealismo que pone al descubierto lo que ocurre con losideales humanos, y a su vez, cmo stos pueden ser empleadosideologizadamente (cf. EF, 12), en nombre de este "realismo"no se puede negar el carcter real de la apertura de lahistoria humana a su plenificacin mediante la realizacin delo que es debido a las personas en cada momento o situacin(ib., 11-12).

    3. Comparacin con otros planteamientos

    Podemos ahora examinar algunos planteamientos que se hacendesde otras perspectivas o teoras para relacionarlosdialcticamente con el de Ellacura para ver diferencias,convergencias o aportes que puede suponer el planteamiento deEllacura, con respecto a ellos; lo que a su vez, nospermitir completar la presentacin de la posturaellacuriana, y con esta intencin sistemtica se traen acolacin. No se trata, pues, de relacionarlo con lapluralidad de posturas tericas existentes, sino que a estosefectos hemos elegido dos que entendemos merecedores deatencin particular tanto por su relevancia y repercusin

    terica en las discusiones actuales, como porque danprioridad, desde diferentes enfoques, al problema de launiversalidad de los derechos, y por ello puede ser tilrelacionarlos con el planteamiento ellacuriano paraesclarecer ms su idea central en torno a la universalidad yla universalizacin de los derechos humanos que asume como unsupuesto fundamental para su comprensin y realizacin.

    En primer lugar, hemos elegido la posicin del"multiculturalismo" ante los derechos humanos, puesconsideramos que representa un desafo terico desde una

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    perspectiva que intenta la crtica de un universalismoabstracto en la forma y uniformador en su efecto. Propiamentese trata ms de una corriente de pensamiento en el que

    convergen o coinciden puntualmente diversos autores que de unsistema de pensamiento elaborado unificadamente, aqu se hatomado en su caracterizacin ms global sin entrar en abordarposturas particularizadas.

    El otro planteamiento es el de la tica del discurso, entanto que sta intenta ofrecer un marco de construccinracional de los valores y principios de validez universal.

    Antes de entrar en los trminos centrales de estas posturastericas podemos considerar el contexto intelectual y social

    en el que se sitan y desde el cual surgen los desafosprcticos y tericos que estn subyaciendo en susplanteamientos.

    En los siglos XIX y XX la cultura occidental ha debidoadmitir que hay otras perspectivas de los problemas y que eneste sentido la suya no es privilegiada de por s ni nica, yque esto se debe en gran medida a que las realidades a lasque correspondan las otras culturas son distintas a la suyapropia. Particularmente se ha podido comprobar no slo queexisten diversas morales en las sociedades no occidentales

    sino tambin otras concepciones de lo ticamente correcto yde la misma tica. Esto ha conducido en muchos casos alsurgimiento del relativismo cultural, y en especial alrelativismo tico, y en su caso extremo al escepticismomoral.

    Por otra parte, no es slo el contacto con otras realidadesculturales lo que ha podido suponer una cierta crisis de laconciencia tica en las sociedades occidentales, sino tambinla propia experiencia cultural del intento de ruptura con losprincipios tericos, ticos y polticos de la modernidad, en

    lo que se ha llamado la crisis de la postmodernidad. Segnsealan algunos autores, esta "crisis" puede observarse en"el mbito jurdico, moral y poltico [donde] se repiten conasiduidad las tesis de quienes propugnan abolir los grandesvalores ilustrados: racionalidad, universalidad,cosmopolitismo, igualdad, que consideran caducos, y propugnarreemplazarlos por una exaltacin (...) de la diferencia, dela deconstruccin, as como una vuelta a un nacionalismotribal y excluyente. Las normas jurdicas generales yabstractas, corolario de exigencias ticas universales, estnsiendo hoy cuestionadas en nombre de preferencias

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    particularistas fragmentarias; la propia legitimacin ticadel Derecho y de la Poltica, basada en principiosconsensuales universalizables, se considera un ideal vaco y

    sospechoso de encubrir uniformismos totalitarios. A la unidaddel ethos moderno se opone la fragmentacin y lamultiplicidad de ethos basados en las diferencias". Estorepresentara un "asedio a la modernidad" por decirlo con laexpresin usada por Sebreli, y frente a esta deconstruccininterna, podra defenderse la excelencia cultural de lamodernidad, lo cual supondra rescatar y profundizar losvalores ilustrados del proyecto moderno como la razn, lalibertad, la igualdad y la fraternidad universal en lugar detomarlos como causa perdida.

    3.1. Multiculturalismo y derechos humanos.

    La Declaracin Universal de los derechos humanos de 1948realizada en el marco de la ONU podra ser vista como un hitofundamental e incontrovertible en la evolucin moral de lahumanidad en cuanto a que con ella se habra admitido demanera casi unmime un consenso acerca del carcter universalde la idea de derechos humanos y a su vez un acuerdo sobre elelenco y el contenido de los derechos humanos, queconstituira el ncleo de legitimidad acordado que deberaser respetado y desarrollado por los sucesivos instrumentos

    internacionales sobre derechos humanos. Desde este punto devista, el reconocimiento de esta institucin a nivelinternacional sera la expresin de que los derechos humanosconstituyen un punto de referencia unvoco y universal.

    Sin embargo, frente a la idea de que los derechos humanos hanalcanzado una legitimidad universal, asistimos alcuestionamiento poltico y terico de esta tesis. Como sealaDe Lucas puede considerarse la expresin poltica de estedebate en la Conferencia Internacional sobre derechos humanosen Viena durante junio de 1993 en la cual se dio un "frente

    de rechazo" a la idea de universalidad de los derechosconstituido principalmente por pases islmicos, China yMxico cuyo punto en comn puede considerarse la acusacin deque tras la pretendida universalidad de los derechos humanoslo que se estaba dando era la imposicin de la visinoccidental de los mismos. De otro lado, hay uncuestionamiento de esa idea de universalidad desde diversasposiciones tericas en las que se parte del hecho de lamulticulturalidad existente para reivindicar una"relativizacin" de los derechos humanos desde las diferentestradiciones culturales.

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    Por tanto, por "multiculturalismo" entiendo aquellas posturastericas que tienen en comn la afirmacin de la realidadmulticultural actual y cuestionan la idea de derechos humanos

    construida desde un patrn cultural nico (occidental), y quepor tanto se centran en la dimensin cultural como clave parala comprensin y explicacin del fenmeno de los derechoshumanos.

    Su tesis central es que bajo la supuesta validez universal delos derechos humanos lo que hay es la pretensin y elprejuicio de considerar superior una cultura concreta. Esteuniversalismo no sera otra cosa ms que una muestra deletnocentrismo occidental, que en realidad respondera al"imperialismo de una cultura dominante proyectada como

    universal, aunque sea bajo la apariencia de una concepcinabstracta y `por encima de circunstancias de tiempo olugar". Por tanto hay una acusacin de etnocentrismo tras lapretensin de universalidad, y adems vinculada con laanterior, un uso ideologizado de esta universalidad, puesservira de legitimacin o justificacin al "imperialismo ycolonialismo europeo-occidental".

    Frente a este universalismo de los derechos humanos y ante larealidad de las otras culturas y del futuro multicultural delas sociedades actuales, la consecuencia es que se reivindica

    desde el multiculturalismo no slo un relativismo cultural,sino tambin un relativismo tico y jurdico, por ello habraque referirse y acoger otras tradiciones y otros puntos devista que desembocaran en otros derechos, o en otrasprioridades de los mismos. Por ello, "el precio de todo ellosera la universalidad de los derechos, que habra queabandonar o, cuando menos, relativizar, para hacerloscompatibles" con la configuracin plural de las actualessociedades.

    Ahora bien, podemos distinguir dos lneas de argumentacin

    dentro del multiculturalismo, una que parte de unaconsideracin esencialista y cerrada de la cultura, y otra,de una concepcin ms abierta de la cultura.

    De un lado, se concibe la cultura en sentido esencialista,como aquellos elementos que componen el "ser" o la"identidad" de un pueblo los cuales han de ser buscados ysituados desde una pureza originaria que se encontrara bajolas imposiciones o las influencias que alienan o enajenan lacultura primigenia, por ello, "habra algo exclusivo,caracterstico, que constituye una cultura, alguna realidad

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    profunda, que se alcanza al quitarnos las mscaras de lasculturas recibidas". Esta fuente primigenia de autenticidadpuede buscarse en la herencia del pasado, y puede caerse en

    la veneracin de la tradicin, con lo que se corre el riesgode sacralizar los aspectos culturales ms reacios al cambio.Esta concepcin de la cultura, puede dar lugar a un modeloslo pretendidamente multicultural basado en la primaca dela comunidad cerrada y ligado en muchos supuestos aideologas nacionalistas, y "que erige su propia tradicincomo nica vlida y as provoca un cortocircuito en eldilogo, pues no hay sociedad multicultural -para serexactos, intercultural- sino muchas sociedades aisladas, cadauna con su propia cultura". Esto supone un peligro de"guetizacin" y puede ser utilizado a su vez para legitimar

    la exclusin social en nombre de la diferencia, como se puedeobservar en algunas sociedades que van en la lnea de estemodelo, como por ejemplo en Estados Unidos de Norteamrica oReino Unido, y que se muestra en los diferentes nivelesriqueza, o miseria, las diferencias de vivienda, salud,alfabetizacin, esperanza de vida y criminalidad entre losdiversos grupos tnicos de esas sociedades.

    De otro lado, el que parte de una concepcin de la culturaque se aleja de la idea anterior y reconoce que toda culturaes histrica, proviene del encuentro entre culturas de

    orgenes diversos, es resultado de evoluciones, rupturas einfluencias innumerables. Por tanto esta idea de cultura, quees ms sostenible que la anterior, est abierta a losprocesos de transformacin interna y a la comunicacin conotras formas de vida; y por ello puede defenderse lanecesidad de procesos de dilogo entre diversas tradicionespara acordar unos principios normativos bsicos deconvivencia intercultural y a su vez la contextualizacin delos valores ticos conforme a la propia interpretacin de lascategoras normativas desde cada tradicin. Es desde estaposicin desde la que se defiende la necesidad de un dilogointercultural sobre los derechos humanos que expresa labsqueda de un camino entre "un universalismo ahistrico,absolutamente descontextualizado (...) y el universalismo queconsiste en la proyeccin de un consenso propio de unacomunidad moral homognea en la que se elimina el disensojustamente en lo fundamental". Por ello no se trata sin msde renunciar a la exigencia de universalidad como condicinimprescindible desde el punto de vista de los derechoshumanos sino de conciliarla con una comprensin de ladiferencia que en lugar de subrayar la posibilidad deconsenso pese a la diversidad, ponga el nfasis en que no hay

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    consenso sino desde la diversidad. Desde el punto de vista deeste multiculturalismo pluralista ello comportara laexigencia de reconocimiento del carcter valioso de toda

    tradicin cultural, lo cual no debe necesariamente implicarla aceptacin sin dilogo de todos sus elementos. De estaforma el multiculturalismo propone el dilogo interculturalfrente al etnocentrismo y a un universalismo uniformadorrespecto de los principios y valores fundamentales lo quesignifica "la interpelacin mutua de unas tradiciones porotras, donde no se escamoteen ni los presupuestosantropolgicos, ni tampoco los mritos y/o lasresponsabilidades histricas en ese campo; donde se hagaposible, en fin, la autocrtica sincera de cada tradicin encuanto a su contribucin al respeto y promocin de los

    derechos humanos".

    Frente a la crtica y al planteamiento de los derechoshumanos que se da en el multiculturalismo podemos empezarsealando, para relacionarla con la posicin de Ellacura,que ste tambin se hace cuestin del proceso de prdida oempobrecimiento del patrimonio cultural, en gran parte debidoal proceso de expansin y asimilacin forzada o forzosa de lacultura occidental, como seala "hay en todo el mundo unatremenda imposicin cultural, que universaliza desde centrospoderosos la visin y valoracin del mundo (...) [de esta

    forma lo que se da es una] uniformidad empobrecedora" (UP,438) con lo que se pone en peligro o se destruye "la enormeriqueza cultural amasada por miles de aos de vida humana,diferenciada en mltiples formas en distintos tiempos ylugares" (ib.).

    Esto supone tambin para Ellacura, la consideracin delcarcter valioso y asumible para el desarrollo humano de lastradiciones culturales, por ello "es necesario recuperar esariqueza secular, no para quedarse conservadoramente en ella,pero s para potenciarse hacia novedades no sustitutivas,sino superadoras. Muchos de los modelos tecnolgicos yconsumistas estn perdiendo de vista y de uso, cuando nomatando, la realidad y el profundo sentido de los grandeslogros culturales, nacidos de una verdadera identidadcultural. Es desde la propia identidad desde donde puedenasimilarse valores de otras culturas sin perderse en ellas"(ib.). La negacin de este proceso de autodeterminacinsocial mediante el perfeccionamiento interno o laincorporacin de elementos valiosos de otras culturas desdela propia experiencia colectiva asumida libre y creativamentey que se puede seguir enriqueciendo a lo largo de la

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    historia, se da actualmente a travs de la imposicincultural de un patrn hegemnico que "lejos deinculturizarse, anula la cultura de un pueblo, [y ello] ha de

    verse como un etnocidio, que lleva a la pauperizacincultural y humana, de quienes lo sufren" (DHC, 3). Por ello,Ellacura reconocer que "la preservacin de la propiaidentidad tnica y/o nacional es tambin un derechofundamental, cuya violacin implica un despojo de la vidahumana en cuanto humana (...) [por cuanto] deja a laspersonas y a los pueblos en situacin alienada ydeshumanizadora" (ib.).

    Podemos brevemente apuntar qu concepcin de cultura subyaceen estos pronunciamientos.

    La cultura sera fruto de un esfuerzo colectivo no deasimilacin pasiva de una tradicin, sino de una apropiacinlibre de ese legado, que puede ser de diversos orgenes, quees transformado y actualizado en cada momento de la vidacolectiva. Por ello, no se puede caer en una veneracinacrtica del pasado por ser tal, sino que constituye la basesobre la que apoyarse para responder a las necesidadessociales, y por eso requiere ser en su caso revisada odesarrollada conforme a las demandas sociales de cadamomento. Ello tambin puede dar lugar a la superacin de

    elementos que no se consideran valiosos o son disfuncionales.Como seala Ellacura, "la cultura debe ser, ante todo,liberadora de ignorancias, de temores, de presiones internasy externas (...). En este proceso de liberacin la culturair siendo generadora de libertad real, (...) orientada a laconstruccin del ser propio como personas, como comunidades,como pueblos y como naciones en un esfuerzo de creacin y noslo de aceptacin" (UP, 438). Por ello, es preciso unaliberacin de los elementos a revisar de la cultura de unpueblo, pero a su vez, para que esta sea posible y til nopuede consistir en mera imitacin pasiva de patrones forneossino de incorporacin desde la cultura propia, por ello setrata de "asimilacin inculturada [como forma de] historizary particularizar, al mismo tiempo que enriquecer, unarealidad universalizable" (ib.).

    Por todo ello, entendemos que Ellacura asume la necesidad yel carcter valioso de la experiencia cultural en cuanto quees fruto de una creacin colectiva y a su vez estposibilitando el proceso siempre abierto y dinmico del"ejercicio autnomo de la vida social" (UP, 436) y por elloest en la base del proceso de autodeterminacin popular.

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    Ahora bien, lo anterior no supone, segn entiendo, queEllacura otorgue la prioridad principal a lo cul