separata teatro de revista
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El teatro de revista en MéxicoTRANSCRIPT
Escuela Nacional de Arte Teatral
Licenciatura en Escenografía
Historia del Teatro mexicano
Prof. Rubén Herrera G.
El Teatro mexicano del Siglo XX. Teatro de
revista.
Por: Luz Sánchez y Katya Vergara
Diciembre 2013.
Antecedentes
El teatro de revista ha sido para nuestro país un parte
aguas dentro de la historia del espectáculo escénico
pues surge como respuesta a los sucesos
postrevolucionarios a los que fuimos sometidos; éste
llamado “género chico” logró atrapar audiencias para el
arte escénico que al momento hemos perdido, pues el
teatro, se ha convertido en un espectáculo, mayormente,
para gente del mismo arte, olvidándonos un poco del
espectador “no culto”, por lo cual es indispensable
resaltar la necesidad de retomar, de alguna manera, el
hecho teatral, para recapturar al espectador.
Así pues, en esta Separata buscamos resaltar
la relevancia popular del teatro de revista, pues es un
teatro postguerra, que busca una liberación del
espectador así como comunicación con éste.
DESARROLLO Y FLORECIMIENTO DEL TEATRO
MEXICANO: SIGLO XX
Las primeras décadas: México se descubre sobre las
tablas
En México, el alba del
siglo XX vio la
continuada popularidad
del multifacético género
chico, trasplantado desde
España por Enrique de
Olivarría y Ferrari en 1869. El sainete y la zarzuela
pronto asumieron contenidos y personajes netamente
mexicanos, al mismo tiempo que se incorporaron
plenamente por primera vez las peculiaridades
lingüísticas nacionales. Otras manifestaciones de
orientación folklórica y política florecieron en el fervor
nacionalista de la Revolución de 1910-19 que marcó la
caída del dictador Porfirio Díaz. El teatro de revista,
cuyos principales autores eran periodistas, informaba,
entretenía y frecuentemente era censurado por su sátira
mordaz contra personajes de la vida pública. El circo y la
revista se daban la mano en espectáculos bajo la lona
de carpas con el itinerante Teatro el Periquillo. Al mismo
tiempo, el naturalismo inspirado en Zola sobrevivía en
dramas que retrataban conflictos violentos del medio
rural. En fin, con el alba del siglo XX el teatro por
primera vez defendía y se dirigía al indio, al campesino y
al proletario urbano, a la vez que las revistas atraían a
un público heterogéneo proveniente de todas las capas
sociales.
Todas las revoluciones del mundo representan
grandes cambios en la historia de los pueblos que las
sufren, las naciones van de un orden a otro, de un poder
a otro y generalmente se entienden como el rompimiento
de la tradición, de la ortodoxia y del conservadurismo
para entrar en un nuevo periodo de progreso y libertad
social, en donde tienen cabida los ideales más
´progresistas que impulsan la cultura nacional. Como
toda revolución la mexicana inspiro reformas legislativas,
reparto de tierras, nuevas políticas educativas y
proyectos económicos, también himnos, corridos, cantos
nacionalistas, literatura y pintura apologista del nuevo
orden, en un intento por legalizar y darle celebridad al
nuevo estado.
Entre los fenómenos culturales ocurridos en
México a partir de la guerra civil de 1910 y asociados con
ella, tales como el Muralismo y la Novela de la
Revolución, se encuentra también el Teatro de Revista
sin embargo, debido a que las historias generales de
teatro y literatura mexicana apenas se ocupan de él, y a
qué, cuando lo hacen, es por lo general para denigrarlo
como una forma de diversión de escaso o ningún valor,
perteneciente al “género chico”, al “género ínfimo” o
simplemente al “teatro frívolo”[…] En verdad, después
de leer esos estudios, uno concluye sin dificultad que las
dos formas principales del “género chico” (la revista
política y la zarzuela chica) constituían a principo del
siglo en la capital mexicana la atracción teatral
predominante, que cautivaba a un público muy
heterogéneo, inclusive a las minorías cultas.
Concepto general de revista
Como punto de partida y, atendiendo a la definición
tradicional otorgada por la Real Academia al término
“revista”, ésta ha venido a ser definida como un
Espectáculo teatral consistente en una serie de cuadros
sueltos, por lo común tomados de la actualidad.
La anterior definición podría aplicarse, sin lugar a
dudas a aquellas revistas que comenzaron a proliferar en
el primer tercio del siglo XIX en donde eran revisados o
repasados aquellos acontecimientos políticos y sociales
de la actualidad de la época.
No es fácil, al menos de forma aparente y
rigurosa, definir en realidad lo que significa el término
“revista”, ya que el propio concepto, al igual que el
significado al que se refiere, evolucionó junto con el
mismo.
Leídas detenidamente las aceptaciones otorgadas al
concepto “revista” podemos afirmar que, poseen diversos
elementos comunes:
a) Todos convergen en que la revista es, sin lugar a
dudas, un “espectáculo”
b) La inclusión de partes dialogas y musicales
c) La actualidad, la sátira y la comicidad como parte
del espectáculo
Pero, todas las definiciones delimitan y matizan el
término atendiendo a factores como:
a) La inclusión en su estructura de cuadros sueltos
b) La incorporación de bellas mujeres
c) La riqueza de decoración y el vestuario
El término revista se refiere al género cuya principal
peculiaridad consistió en llevar a escena una serie de
dramatizaciones basadas en hechos reales, actuales o
pretéritos, de manera satírica, por lo general cómica y en
forma de parodia. No existe un patrón determinado que
ejemplifique la estructura básica de la revista, ya que los
autores que la cultivaron le dieron sin distinción rasgos
de zarzuela, sainete o astracanada. Sin embargo, tuvo
ciertos elementos bien definidos que podemos agrupar
en los siguientes incisos:
a) La trama. Una obra de revista duraba alrededor de
una hora. El argumento giraba en torno a un tema
central, sin que éste tuviera necesariamente
continuidad a lo largo de la misma. Se trataba de
diálogos o escenas con un número reducido de
actores, que en un momento determinado daban
pie al número musical.
b) La música. El 60 por ciento de las piezas
musicales de una obra tenía que ver con la trama
y eran interpretadas por los propios actores. Las
letras guardaban continuidad con el argumento,
siendo los autores del libreto quienes también
escribían las letras de las canciones, en
combinación con los músicos. Otro 20 por ciento
se componía por canciones de moda, a las que se
les cambiaba la letra para hacerlas afines con la
trama, y en el 20 por ciento restante se incluía
música que nada tenía que ver con el argumento,
pero le confería cierta belleza. En este apartado
intervenían cantantes populares, cuya
participación era exclusiva para el tema musical.
c) Los cuadros bailables. De hecho, la revista se
apoyó con la presencia femenina de segundas o
vicetiples, quienes imprimían toques de indudable
picardía a las partes musicales insertadas, ya
respaldando a la figura o figuras principales, o
bien como números hechos para el lucimiento
anatómico de estas mujeres.
d) Lo picaresco. La revista teatral desde su
consolidación utilizó elementos populares
diseñados por las altas esferas sociales, como el
uso de modismos verbales (albur, doble sentido,
lenguaje corporal y coloquial), tipos populares
(pregoneros, prostitutas, borrachos, mariguanos,
payos, pueblerinos, etcétera) y la sátira de
personajes famosos, como políticos, periodistas,
literatos y hombres.
El Centralismo Teatral
El fenómeno de la revista si bien se extendió por toda la
república mexicana, su pauta de comportamiento estuvo
siempre marcada por la ciudad de México, pues no
existen datos de que los escenarios del interior de la
provincia hubieran sido determinantes para encaminar
las corrientes que se manifestaron a través de estos
escenarios; por el contrario, las grandes ciudades del
interior siempre fueros receptoras de lo que hacían en la
capital.
Es bien sabido que le teatro de revista se nutrió de todos
los géneros en boga, por lo que no es posible delimitar
qué tipo o tipos de canciones fueron representativos de
los tablados; conforme se sucedían los estilos musicales,
la revista los iba mezclando para crear sus propios
éxitos, aunque es bien cierto que hubo preferencia hacia
el cuplé, durante la década de los diez, para luego incluir
el fox trot, la canción ranchera, los corridos y finalmente
el bolero.
Relaciones y antecedentes históricos
Para entender el concepto de revista en México hay que
considerar sus antecedentes en diversos países como
España, Francia y Estados Unidos, los que de alguna
manera influyeron sobre el teatro mexicano para su
desarrollo ulterior.
A pesar de todas las influencias innegables, difícilmente
se puede precisar desde que momento se comienza a
elaborar en nuestro país obras teatrales bajo la temática
estricta del género de revista. Aunque durante la etapa
del México independiente se montaron obras que mucho
tenían de revista, no fue sino hasta los primeros años del
presente siglo cuando los autores mexicanos empezaron
a utilizar este término para identificar sus obras. Uno de
ellos fue José F. Elizondo, quien estrenó en 1902 La gran
avenida, parodia de la zarzuela española la gran vía,
sonde se utilizaron temas de utilidad, como el reciente
alumbrado eléctrico, el adoquinado de las calles del
centro, las obras de drenaje, el auge de las bicicletas y la
reciente sustitución de los tranvías de mulitas por
modernos vehículos movidos por la electricidad.
Sin pretender caer bajo una rigidez temática en cuanto al
concepto de revista, a través de las recopilaciones
históricas del teatro mexicano hemos encontrado que
algunos obras nos sugieren un tímido inicio de este
género desde 1821, lapso casi inmediato a la
proclamación de la independencia, cuando se estrenó
MÉXICO libre en el teatro coliseo, obra, que celebraba el
triunfo de Iturbide, manejando a los héroes y sucesos
recientes bajo una curiosa analogía con personajes de la
mitología griega.
Hacia 1858 el gran teatro nacional anunció ek estreno de
la opera mexicana un paseo en Santa Anita, de Vicente
Rivapalacio y Juan A. Mateos con abundantes números
musicales y bailables tomados de aquí y allá. Esta y
otras operetas estrenadas durante los años siguientes
por los mismos autores como el incendio del portal de
mercaderes, el abrazo de Acatempan, la política casera,
la ley del 1% y el tirano doméstico (alusivo a Juan
Nepomuseno Almonte), tan solo por sus títulos nos
sugiere un contenido revistible pleno, aunque se les haya
firmado como, óperas y zarzuelas; Cenobio y Paniagua,
celebrado compositor estreno en 1859 su juguete lírico
una riña de aguadores, que por fuerza tuvo que referirse
a algún suceso callejero de actualidad.
Otros antecedentes de interés popular dentro de la
revista se encuentran en el estreno durante 1887 de las
zarzuelas mexicanas Una fiesta en Santa Anita y Ora
Ponciano, ambas con libretos del poeta Juan de Dios
Peza y música de Luis Arcaráz, dónde se llevaron a
escena las chinampas de Xochimilco, valedores,
borrachitos y simulacros de la fiesta brava, etc, todo bajo
la abundancia de dichos populares y frases de doble
sentido , lenguaje coloquial y “obscenos” movimientos
corporales, que lejos de ofender al público, lograron una
insipiente aceptación de lo popular y cotidiano en los
escenarios teatrales.
De esta manera observamos que de 1890 a1900 se
representaron muchas obras costumbrista de autores
mexicanos con el nombre de zarzuelas, cuya estructura
sugiere un acercamiento definitivo hacia la revista
propiamente dicha, por manifestar en su contenido una
tendencia firme a choteo y la crítica en forma jocosa de
algunos sucesos cotidianos, sin abordar en forma abierta
–por lo pronto- el aspecto político. Entre las obras
destacadas de este lapso, tenemos: Matrimonio de
cuerdos (1890) de Eduardo Macedo y Luis Alcaraz.
Principales subgéneros de la revista
Aunque la revista se caracterizó por mantener un germen
costumbrista, de alguna manera de las modas o las
necesidades sociales orientaron los argumentos hacia lo
político (desde la caída del porfiriato hasta el final del
sexenio cardenista), lo nacionalista (de 1919 a 1935), lo
bataclánico o frívolo (de 1925 a 1930), la evocación de o
reseña de sucesos románticos (de 1930 a 1938) y de
manera muy especial, la revista musical, que cobró auge
a partir de 1927 con una formula sencilla que la hizo
favorita de autores y público: mucha música, muchos
bailes, y pequeñas dramatizaciones o sketchs cómicos
con temas de actualidad. Esta modalidad perduró
muchos años, a pesar de haber sido una copia modesta
de los fastuosos espectáculos norteamericanos,
llamados follies o revistas musicales, aunque más
técnicamente debería habérsele denominado teatro de
variedades.
Por su naturaleza y premura, la cantidad no siempre
correspondió a la calidad de las
obras y esto es fácil de
determinar si se somete a
someros análisis un cierto
número de revistas seleccionadas
al azar; de tal modo
encontraremos que la gran
mayoría eran copias unas de
otras y que muchos números
musicales se repetían con frecuencia. Este mismo
fenómeno ha sido advertido y declarado en muchas
ocasiones por los propios autores, quienes
continuamente recurrían al refrito para llevar a cabo sus
estrenos sabatinos, atendiéndose quizás a la mala
memoria del público.
Dichas funciones se realizaban por tandas en casi
todos los teatros, es decir, dos o tres obras seguidas
separadas por un breve intermedio, a las que el público
tenía derecho por un solo boleto. Las dos primeras
tandas por lo general eran propias para familias o gente
de “buenas Costumbres”, no así la tercera y cuarta. Las
tandas contenían un estreno a lado de dos obras
representadas con anterioridad.
En materia musical, dado el intenso ritmo de
trabajo, fue más sencillo para algunos compositores
echar mano de canciones populares, arreglándolas para
teatro, o bien reunirse dos o tres de ellos con el fin de
hacer la música incidental, bailables y canciones de una
revista en unas cuantas horas.
Revista costumbrista o nacionalista
Éste fue el subgénero que otorgó sello de “mexicano” al
teatro de revista y por lo tanto se consideró el más
importante y socorrido desde la gestación del género
ínfimo hasta su declive en los años cuarenta. Parte de lo
costumbrista se resume en el uso de vocablos populares,
lenguaje coloquial, vestimenta, música y otros elementos
propios de nuestra nacionalidad que determinaron el
desarrollo y aceptación de lo mexicano, al otorgar al
público el voto de credibilidad con su inserción en los
escenarios de mayor jerarquía, por lo que dejaba de ser
“populachero”.
1A partir de los años treinta, los tipos populares
proliferaron y pasaron a manos de nacientes cómicos,
quienes fomentaron
sus personales
estereotipos: Don
Catarino, Amelia
Wilhelmy, Lupe
Inclán, Cantinflas,
Palillo, Clavillazo y
varios más, cuyos
principales escenarios fueron las modestas carpas,
cultivadoras también de las tandas revisteriles.
La presencia de lo mexicano popular persistió a
pesar de la transformación estructural propuesta en la
revista: tarzanes y pachucos que subieron a escena al
igual que años atrás lo hicieras fifís y rotos, sin olvidar
las figuras infalibles de los borrachitos. Irreverentes e
1 Amelia Wilhelmy y Chelo Gómez en el Teatro L¡rico.
ingeniosos, de prostitutas, mariguanos, cuicos,
pregoneros y toda la fauna de tipos populares surgidos
y retenidos en la gran ciudad.
Escenarios sugerentes de la barriada, donde
no podía faltar la consabida pulquería de colores
chillones y letreros metafóricos que engalanaron los
fondos policromos de motivos costumbristas, una y mil
veces utilizados y repetidos.
Revista política
Todas las revoluciones del mundo representan grandes
cambios en la historia de los pueblos que las sufren, las
naciones van de un orden a otro, de un poder a otro y
generalmente se entienden como el rompimiento de la
tradición, de la ortodoxia y del conservadurismo para
entrar en un nuevo periodo de progreso y libertad social,
en donde tienen cabida los ideales más progresistas que
impulsar la cultura nacional. Como toda revolución, la
mexicana inspiró reformas legislativas, reparto de tierras,
nuevas políticas educativas y proyectos económicos,
también himnos, corridos, cantos nacionalistas, literatura
y pintura apologista del nuevo orden, en un intento por
legalizar y darle credibilidad al nuevo estado.
Pero a pesar de lo alentador y optimistas que
pudieran ser los resultados de nuestra revolución
mexicana lo cierto es que fue un periodo de crisis en que
la realidad política y económica presentaba un panorama
inestable en todos los ámbitos de la vida, donde la norma
era la anarquía y la falta de un proyecto de desarrollo
que pudiera orientar el rumbo del país. Así que le toca al
teatro de revista convertirse en el campo de batalla, en
el cielo que deja de ser azul por el humo de las balas y
cañones en que los hombres se masacraban, en la tierra
en que hombres e ideales se perdían en u intento por
lograr una sociedad más justa. El teatro de revista
expuso y juzgo todos los intentos por darle rumbo a ese
accidentado barco en donde imperaba la desigualdad
social y se teme toda la venganza inspirada por una
revuelta social.
Como una respuesta a los principales
acontecimientos de principios de siglo, el teatro
mexicano se preocupó de llevar a escena críticas,
parodias, juicios y reseñas que revelaron el diario
acontecer al público capitalino. Por este motivo, la revista
fungió como una especie de noticiario escénico de gran
valor, dada la gran habilidad de los autores para
componer una obra en pocas horas utilizando las
noticias más recientes; por esta razón el teatro daba a
conocer los sucesos muchas horas antes que los
periódicos, cuya venta se
iniciaba hasta el día
siguiente. Por otro lado,
era evidente la facilidad
del público para asimilar
la noticia, escénica
tomando en cuenta que en
aquella época el
analfabetismo prevalecía
en un porcentaje muy
elevado de la población
económicamente activa; así, quienes o estaban
capacitados para leer un periódico, les bastaba sólo con
acudir al teatro más cercano para enterarse de la noticia
siguiente.
Al teatro, como todas las
manifestaciones artísticas de la
humanidad, de toca jugar un papel
muy importante en el desarrollo de
las civilizaciones y culturas, pues
además de ser considerada como
síntesis y punto de reunión de todas
las artes también es considerado
como espejo o reflejo de la vida por
su estrecha relación con los
problemas y conflictos de los hombres y de sus
instituciones sociales. Bajo esta línea el teatro en México
fue marcando épocas y guardando en sí las huellas de
un pasado del que solo podremos saber a través del
interés de la historia. Esta es la historia de muchos
hombres que con su actividad artística crearon un
fenómeno cultural que guardo dentro de sí la escencia
de su tiempo, es un relato que cuenta la visión y
conciencia del mundo, de la farándula y de los
espectáculos frívolos del teatro de revista.
Revista frívola
De manera habitual,
los argumentos de este
tipo de revista en su
totalidad incurrieron en
cuadros picantes, a
veces de color muy
subido y con la incursión de hermosas mujeres cuya
peculiaridad consistía en aparecer con la menor cantidad
de ropa posible, que al público gustaba mucho.
Dicha modalidad fue tomada de las viejas operetas
de Offenbach y de múltiples zarzuelas españolas del
siglo pasado, cuyo contenido picaresco causaba rubor y
extrañeza en la moral de la gente de aquella época.
A la revista nunca le faltó el grupo de bailarinas
pleno de erotismo; de hecho, esta
modalidad fue uno de los mejores
ganchos para atraer al público,
tanto en obras aparentemente
serias como en las muy subidas
de tono, propias de libretistas
como Xavier Navarro, Ángel
Rabanal, Arturo Ávila (Gandolín) y
José Vazquez Méndez. Dicha
fórmula tuvo mayor aplicación
durante los años treinta, cuando los números musicales
y los bailables predominaron sobre la parte dramática,
dando lugar a las danzarinas llamadas exóticas que
tuvieron vigencia desde finales de los años cuarenta.
Dentro de la revista musical Tongolele supero las
expectativas y fama de cualquier diva o danzarina
forjada en México.
Revista de evocación
La necesidad retrospectiva de muchos autores de
revista dio lugar a este
pequeño subgénero, muy
popular a partir de la obra Oh,
aquellos tiempos (1930) y
reconfirmado en 1935 con
dos obras montadas a todo
lujo en el palacio de Bellas
Artes por la compañía de
Roberto Soto.
Referencias;
Flores, Jesús y Dueñas, Pablo. Teatro Mexicano.
Historia. Historia y dramaturgia. XX Teatro de
revista (1904-1936). CONACULTA. México 1995.
Luzuriga, Gerardo. Teatro y Revolucion: Apuntes
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Martínez Soto, Juan Pedro. Tesis profesional. El
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H. Frischmann, Donald. Desarrollo y florecimiento
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Montijano Ruiz, Juan José. Tesis doctoral. Historia
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na=exp-historia-iconografica-galeria
o http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=
595779&page=381
o http://cdigital.uv.mx/bitstream/123456789/4488/2/
199958P29.pdf