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Resumen y recomendaciones Human Rights Watch | Octubre 2008

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Este informe de 140 páginas evalúa el progreso de Colombia hacia la investigación y el quebrantamiento de la influencia de las redes mafiosas paramilitares. También describe las acciones del gobierno que representan serios obstáculos para el progreso continuo. del quebrantamiento. El reporte fue elaborado por la investigadora María McFarland basado en las entrevistas con investigadores, fiscales e investigadores, casos archivados, testimonios de los testigo y material recogido durante más de un año de investigación en Colombia.

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Resumen y recomendaciones

Human Rights Watch | Octubre 2008

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Una niña pasa junto al cuerpo de un hombre que, según lasautoridades, fue asesinado por miembros desmovilizados delBloque Catatumbo de la coalición paramilitar AutodefensasUnidas de Colombia (AUC) en Cúcuta, Norte de Santander.© 2005 Stephen Ferry/Redux

Obstáculos a la Justicia en las Investigaciones de la Mafia Paramilitar en Colombia

¿ROMPIENDO EL CONTROL?

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Durante las últimas dos décadas, los paramilitares han devastado granparte del país. Alegando estar combatiendo a las igualmente brutalesguerrillas de izquierda, los paramilitares han masacrado, torturado,“desaparecido” forzosamente y asesinado a incontables hombres,mujeres y niños de manera sádica y cruel. En cada lugar al que han ido,han eliminado a todo el que se opusiera a su control, incluyendo amiles de sindicalistas, defensores de derechos humanos, líderescomunitarios, jueces y otras personas. De manera muy lucrativa, hanforzado a cientos de miles de pequeños terratenientes, campesinos,Afro-colombianos e indígenas a abandonar sus tierras productivas. Enmuchos casos, los paramilitares o sus cómplices se han apropiado delas tierras abandonadas, mientras que las víctimas se han vistoobligadas a vivir en la miseria, en zonas urbanasmarginales. Es así queColombia es el país con las mayores cifras de desplazados internos enel mundo, luego de Sudán.

A la vez que se han alimentado de los ingresos del narcotráfico, laextorsión y otras actividades delictivas, los paramilitares han creadoalianzas mafiosas con poderosos terratenientes y empresarios en susáreas de operación; unidades militares que en varios casos toleraron oincluso colaboraron con los paramilitares; y funcionarios públicos,incluida una gran cantidad de miembros del Congreso, que hanrecurrido al poder de corrupción e intimidación de los paramilitarespara obtener sus cargos.

A través de estas alianzas, los paramilitares y sus colaboradores hanadquirido un inmenso patrimonio y una importante influencia política,

quebrantado los procesos democráticos y el estado dederecho.

Pero ahora, Colombia tiene ante sí una oportunidadúnica de revelar y poner fin a la influencia de estasredes, juzgando a los paramilitares y a sus cómplices.En los últimos dos años, varios jefes paramilitares hancomenzado a confesar ante fiscales algunos de losdetalles de los asesinatos y las masacres que hancometido. También han comenzado a revelar algunosde los nombres de oficiales de alto rango de las fuerzasde seguridad que trabajaban con ellos. Y la CorteSuprema de Justicia de Colombia ha realizado avancessin precedentes en la investigación de la infiltraciónparamilitar en el Congreso colombiano.

Este informe evalúa los avances hechos por Colombiaen el desmantelamiento de la influencia de los paramilitares y en larevelación de la verdad sobre sus delitos y sus redes, así como loslímites y obstáculos para continuar avanzando.

Las instituciones de justicia de Colombia han logrado avanceshistóricos contra el poder paramilitar. Sin embargo, estos avances aúnson provisorios y frágiles. Son el resultado de una combinación fortuitade factores, como la independencia y el valor de un grupo selecto dejueces y fiscales, una decisión de la Corte Constitucional que creóincentivos para que los jefes paramilitares empezaran a revelar laverdad sobre sus delitos, el accionar de la sociedad civil colombiana yde algunos periodistas, y la presión internacional sobre el gobiernocolombiano.

Los avances realizados podrían perderse rápidamente y, de hecho, esposible que ya se estén perdiendo. La reciente extradición a losEstados Unidos de varios de los principales jefes paramilitares —algunos de los cuales habían comenzado a hablar sobre sus redes—aumenta la posibilidad de que sean juzgados por algunos de susdelitos. Sin embargo, también ha interrumpido —esperamos que sólotemporalmente— el trabajo de investigadores colombianos. Hasta elmomento, sólo uno de los jefes paramilitares extraditados ha prestadonuevas declaraciones ante las autoridades Colombianas. En Colombia,varios de los casos más prominentes que ha estado investigando laCorte Suprema han perdido ímpetu luego de que los congresistasinvestigados renunciaran, asegurándose así de que las investigacionesse transfirieran a la Fiscalía General de la Nación. La Fiscalía en

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En Colombia, más que en casi cualquierotro país del hemisferio occidental, laviolencia ha corrompido y socavado a lademocracia. Muchas veces, losasesinatos y las amenazas —en lugar delas elecciones libres o el diálogodemocrático— son los factores que handeterminado quién controla el poder, lariqueza y la influencia en el país. Esto semanifiesta con mayor evidencia en larelación entre los grupos paramilitares eimportantes sectores del sistemapolítico, las fuerzas militares y las eliteseconómicas.

DERECHA: Un grupo de investigadores del equipo deJusticia y Paz de la Fiscalía General de la Naciónexhuman los restos de una mujer presuntamenteasesinada y descuartizada por paramilitares delbloque Héroes de Tolová, bajo el mando de DiegoMurillo, alias ‘Don Berna’ o ‘Adolfo Paz’, quien fueInspector General de las AUC.© 2007 Redux

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ocasiones ha realizado un trabajo ejemplar y merece recibir apoyo yrecursos. Sin embargo, en algunos casos de muy alto perfil, la Fiscalíaparece no haber actuado con la suficiente celeridad para impulsar loscasos. La resistencia del gobierno ante iniciativas significativas dereforma del Congreso perpetúa la influencia paramilitar en el sistemapolítico.

Lamentablemente, el gobierno del Presidente Álvaro Uribe está desper-diciando gran parte de esta oportunidad para desmantelar las mafiasparamilitares. Aunque ha habido avances en algunas áreas, algunasacciones del gobierno amenazan con frustrar las investigaciones quetienen más posibilidades de generar cambios.

Las siguientes son algunas de las acciones más preocupantes delgobierno de Uribe:

• En reiteradas ocasiones, el gobierno de Uribe ha atacado a laCorte Suprema y a sus miembros, en lo que cada vez máspareciera ser una campaña dirigida a deslegitimar a la Corte.

• El gobierno de Uribe se ha opuesto a propuestas serias dereforma al Congreso dirigidas a eliminar y sancionar la influenciaparamilitar en el Congreso.

• Ha propuesto reformas constitucionales que podrían sacar losprocesos de lo que se ha llamado la “parapolítica” de lacompetencia de la Corte Suprema

Si la administración de Uribe continúa por este camino, es probableque los enormes esfuerzos hechos por las cortes y fiscales colombianospara investigar a los cómplices de los paramilitares no logren elobjetivo de romper el poder de estas mafias. Colombia podrá seguirsiendo un país democrático desde el punto de vista formal, pero laviolencia, las amenazas y la corrupción continuarán siendoherramientas comunes para obtener y ejercer el poder en el país.

El tema de fondo en Colombia va más allá del problema —al que seenfrentan muchos países— de cómo descubrir la verdad y garantizar lajusticia por las atrocidades cometidas en el pasado. Lo que está enjuego es el futuro del país: si sus instituciones podrán librarse delcontrol de quienes han recurrido al crimen organizado y, a menudo, a

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terribles abusos de los derechos humanos para asegurarse el poder, ysi se les permitirá a las instituciones democráticas del país cumplir susroles constitucionales sin tener que enfrentarse al miedo, la violencia yel fraude.

Para asegurar un progreso genuino, el gobierno de Uribe debe poner fina sus ataques contra la Corte Suprema y, en lugar de eso, debe apoyarde manera inequívoca las investigaciones de la parapolítica. Tambiéndebe tomar medidas decisivas para reformar el Congreso y lasentidades ejecutivas en las cuales se han infiltrado los paramilitares.La Fiscalía General de la Nación debería también tomar medidas másenérgicas y coherentes para impulsar las numerosas investigacionesque fueron iniciadas por la Corte Suprema y posteriormentetransferidas a su competencia, y para llevar adelante investigacionesde miembros de la fuerza pública, empresas y otros cómplicesmencionados por los paramilitares en sus confesiones.

DECISIÓN DE LA CORTE SOBRE LA LEY DEJUSTICIA Y PAZ: UNA NUEVA OPORTUNIDAD

En 2002, los líderes paramilitares iniciaron negociaciones con elgobierno colombiano. A cambio de su “desmovilización”, deseabanevitar la justicia por sus atrocidades —lo cual incluía evitar laextradición a los Estados Unidos por supuestos delitos vinculados condrogas— y conservar la mayor parte de sus fortunas y su poder. En lossiguientes tres años, miles de personas se “desmovilizaron”,entregaron sus armas y se sumaron a programas de reinserción delgobierno. A menos que ya estuvieran siendo investigados por delitosgraves, el gobierno les otorgó indultos por su participación en el grupo.

Para quienes ya estaban siendo investigados o admitieran habercometido delitos graves, el gobierno de Uribe redactó la Ley de Justiciay Paz de 2005, que establecía que las personas desmovilizadasresponsables de delitos graves, incluidos delitos de lesa humanidad ynarcotráfico, podrían beneficiarse con penas reducidas de entre 5 y 8años (y, si se aplicaban nuevas reducciones, esas penas podían ser, enlos hechos, de menos de tres años).

Human Rights Watch y otras personas hicieron importantes críticas a laley cuando esta fue aprobada. En su redacción original, la ley carecíapor completo de medidas que aseguraran su efectividad. No exigía quelos paramilitares rindieran confesiones completas y veraces, ni querevelaran información sobre sus complejas redes delictivas y suscolaboradores en las fuerzas de seguridad pública o en los sistemaspolíticos que pudiera usarse para desarticular esas redes. Los fiscalessólo tendrían 60 días para verificar lo que los paramilitares decidierandeclarar sobre los delitos que habían cometido, antes de acusarlos.Una vez otorgadas, las sentencias reducidas no podrían revocarse, auncuando se demostrara que los paramilitares habían mentido ocometido nuevos delitos, o que no entregaron los bienes obtenidos demanera ilícita.

Si la Ley de Justicia y Paz se hubiera implementado en los términos desu redacción original, los paramilitares no habrían tenido ningún

incentivo significativo para hablar sobre sus crímenes o cómplices, ycualquier investigación de sus delitos se habría cerrado rápidamente.

Todo cambió cuando la Corte Constitucional colombiana revisó la ley amediados de 2006. La Corte aprobó la ley, pero condicionó dichaaprobación a que se le realizaran varias reformas fundamentales. Comoresultado de las modificaciones de la Corte, la Ley de Justicia y Pazahora exige confesiones completas y veraces, dispone la revocación delas penas reducidas si los paramilitares mienten o no cumplen con unaserie de requisitos, y no establece límites en cuanto a los plazos de lasinvestigaciones. La Corte también eliminó disposiciones quepermitirían a los paramilitares cumplir penas reducidas fuera deprisión y que reducirían sus condenas a menos de cinco años, alcomputar el tiempo transcurrido durante las negociaciones comotiempo efectivamente cumplido a efectos de la pena. Incluso sinreducciones adicionales, las penas de cinco a ocho años difícilmentereflejan la gravedad de los delitos, que incluyen algunas de lasatrocidades más aberrantes cometidas en la historia de Colombia.

Si bien la ley aún presenta deficiencias, la Corte la transformó en uninstrumento que, si se implementa en forma efectiva, podría promoverel derecho de las víctimas a la verdad, a obtener reparaciones y a quelos abusos no vuelvan a producirse. La ley también podría ser unaherramienta útil para desarticular las estructuras paramilitares y ponerfin a su influencia en el sistema político y las fuerzas de seguridadpúblicas.

CONFESIONES DE LOS LÍDERES PARAMILITARES

La decisión de la Corte Constitucional preparó el terreno para unproceso en el cual los paramilitares que confesaran sus delitos podríanobtener reducciones significativas en sus penas de prisión, lo cual lesdaría un incentivo para colaborar con los fiscales. Como resultado,durante 2007 y parte de 2008, los fiscales comenzaron a obtenerinformación valiosa de los jefes paramilitares sobre sus delitos ycómplices.

El proceso de las confesiones ha tenido varios problemas graves. Hastahace poco, el proceso se veía obstaculizado en razón de que la ley sólodispuso la designación de 20 fiscales a la unidad encargada de realizarlos interrogatorios de paramilitares. Debido a la presión nacional einternacional, a principios de 2008, el gobierno proporcionó fondospara una cantidad significativa de nuevos fiscales.

También ha quedado claro que la cantidad de paramilitares queparticipan en el proceso de Justicia y Paz es mucho menor de lo que secreía al principio. Más de 3.000 supuestos combatientes —incluidosvarios guerrilleros en prisión a quienes el gobierno ha permitido“desmovilizarse”— han solicitado acceder a los beneficiosestablecidos en la Ley de Justicia y Paz. Sin embargo, casi todosaquellos a quienes los fiscales han comenzado a interrogar como partedel proceso hanmanifestado su deseo de retirarse del proceso y que nodesean beneficiarse con la reducción de la pena establecida en la ley.Dado que la mayoría no tiene, en la actualidad, acusacionespendientes en su contra, es probable que queden libres. No están

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obligados a brindar información que pueda ayudar a resolver casos deviolaciones de derechos humanos, revelar información sobre la red deinfluencia paramilitar ni ayudar al juzgamiento en relación con losdesaparecidos.

Al momento de la redacción de este informe, menos de 300 parami-litares proporcionaban activamente información a través deconfesiones.

Sin embargo, algunos de ellos han hecho importantes revelaciones.Los líderes paramilitares —en especial, Salvatore Mancuso y EverVeloza, también conocido como “HH”— han revelado información quepodría usarse para ayudar a resolver importantes casos de abusos dederechos humanos, así como información sobre dónde se encuentranlos cuerpos de desaparecidos y sobre la colaboración paramilitar conimportantes políticos y algunos miembros del Ejército.

A principios de 2008, se informó que otros jefes paramilitares estabandispuestos a comenzar a revelar importante información. Por ejemplo,en abril de 2008, el jefe paramilitar Diego Fernando Murillo Bejarano,conocido como “Don Berna” le dijo a la Corte Suprema que estabadispuesto a hablar acerca de las vinculaciones de los políticos con losparamilitares. Rodrigo Tovar Pupo, alias “Jorge 40”, a pesar de sureticencia, iba a tener que dar respuesta a muchas preguntas difícilesdebido a que fiscales descubrieron una gran cantidad de archivos

informáticos que contenían pruebas relacionadas con sus delitos y susvínculos con políticos.

Las revelaciones iniciales esperanzaron a las más de 130.000 víctimasde los grupos paramilitares que pretendían participar en el Proceso deJusticia y Paz —brindando información a los fiscales y asistiendo a lasconfesiones de Justicia y Paz—, con la posibilidad de que, finalmente,podrían comprender qué les había sucedido a ellos y a sus seresqueridos, y por qué.

Algunas de las declaraciones de los paramilitares sobre el rol quetuvieron los miembros del Ejército corroboran las evidencias reunidaspor Human Rights Watch y por otras personas, y denunciadas durantemás de 20 años. El estrecho vínculo entre los militares y los parami-litares en muchas regiones permitía a los paramilitares perpetrarmasacre tras masacres casi sin obstáculos y con impunidad.

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ARRIBA: Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, un jefe paramilitar,durante su versión libre ante fiscales colombianos en el marcode la Ley de Justicia y Paz, antes de ser extraditado a los EstadosUnidos, 2 de octubre de 2007.© 2007 Redux

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Paramilitares durante la ceremonia de desmovilizacióndel Bloque Catatumbo de las AUC, en Norte de Santander.© 2004 Redux

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Por ejemplo, tanto Mancuso como HH declararon que el hoy retiradoGral. Rito Alejo Del Río colaboró estrechamente con los paramilitaresmientras estuvo a cargo de la 17° Brigada, ubicada en Urabá, unaregión al noroeste de Colombia, entre 1995 y 1997. Durante añosHuman Rights Watch informó acerca de las pruebas contra Del Río, quehabían sido suficientemente convincentes como para que el entoncesPresidente Andrés Pastrana lo destituyera de su cargo en el Ejército en1998. El gobierno de los Estados Unidos también había cancelado suvisa para ingresar en ese país en 1999. Sin embargo, en 2004 seprecluyó una investigación penal sobre Del Río durante el ejerciciocomo Fiscal General de Luis Camilo Osorio (quien, como lo denunciaraHuman Rights Watch en su momento, frustró o precluyó varias investi-gaciones de colaboración entre militares y paramilitares). Las nuevasdeclaraciones de Mancuso y de HH han llevado a la Fiscalía General aabrir una nueva investigación sobre Del Río.

Mancuso también habló de vínculos con una gran cantidad depolíticos, incluidos el actual Vicepresidente Francisco Santos y elactual Ministro de Defensa Juan Manuel Santos, así como varioscongresistas. Otros líderes paramilitares también han hablado de sucolaboración con coroneles, miembros del Congreso, terratenientes,empresarios y políticos regionales. HH, en especial, ha realizadonumerosas declaraciones sobre los pagos que algunas compañíasbananeras multinacionales, como Chiquita Brands, supuestamentehabían efectuado a los paramilitares en la costa.

Hasta febrero de 2008, la Unidad Nacional de la Fiscalía para Justicia yPaz había brindado información a otros fiscales para iniciar investiga-ciones sobre el vicepresidente, un miembro del gabinete, oncesenadores, ocho congresistas, un ex congresista, cuatro gobernadores,veintisiete alcaldes, un concejal, un diputado, diez “líderes políticos”,diez funcionarios de la Fiscalía General de la Nación, treinta y nuevemiembros del Ejército, cincuenta y dos miembros de la Policía,cincuenta y seis civiles y dos miembros del Servicio de InteligenciaColombiano.

Por otra parte, la Fiscalía General de La Nación en ocasiones pareceestar avanzando muy lentamente en la investigación de algunosmiembros de alto rango del Ejército implicados por los paramilitares.Por ejemplo, aún no iniciado investigaciones formales del General IvánRamírez y del Almirante retirado Rodrigo Quiñónez por colaborar conlos paramilitares, pese a las declaraciones de Mancuso en contra deestos.

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DERECHA: Salvatore Mancuso lee una declaraciónmediante una transmisión por video durante laceremonia de desmovilización del Bloque CaciqueNutibara de los paramilitares, Noviembre de 2003.© 2003 Redux

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PREGUNTAS SIN RESPUESTA

Muchos de los jefes paramilitares aún deben llegar a la segunda etapade sus confesiones, durante la cual, de acuerdo con las reglamenta-ciones de la Fiscalía General de la Nación, se supone que brindaráninformación detallada sobre cada delito y sus cómplices. Enconsecuencia, gran parte de la información que han proporcionado esde carácter general, y aún quedan muchos interrogantes sobre lasatrocidades que cometieron, sus relaciones con los militares, lospolíticos y los sectores económicos, y su financiamiento.

Como se ha documentado en este informe, aún quedan muchasinterrogantes importantes sobre la mayoría de las atrocidadescometidas por los paramilitares, incluidas las aberrantes masacres decientos de civiles en La Rochela, El Aro, El Salado, Chengue yMapiripán.En esos casos, ha habido pruebas durante años que señalan la partici-pación de miembros de alto rango del Ejército, así como de otraspersonas, pero sólo unos pocos de ellos han sido juzgados. Porejemplo:

LA MASACRE DE MAPIRIPÁNEntre el 15 y el 20 de julio de 1997, los paramilitares tomaron la ciudadde Mapiripán, Meta, donde asesinaron aproximadamente a 49personas. Un juez local declaró haber oído los gritos de las personasque eran trasladadas por los paramilitares hasta un matadero para serinterrogadas, torturadas y asesinadas durante los cinco días que losparamilitares permanecieron en la zona. A pesar de los ocho pedidosde ayuda telefónicos del juez, ni la Policía ni el Ejército reaccionaronhasta que los paramilitares abandonaron la ciudad.

Las investigaciones posteriores sobre la participación de Ejército en lamasacre llevaron a la detención del Cnel. Lino Sánchez (ahorafallecido). En 2007, un juez absolvió al Gral. Jaime Uscátegui, entoncescomandante de la 7° Brigada del Ejército, por acusaciones dehomicidio y secuestro agravado. El juez condenó al informante delcaso, el Mayor Hernán Orozco Castro, a 40 años de prisión, a pesar depruebas que indicaban que Uscátegui había ignorado las advertenciasde Orozco sobre la masacre.

En su confesión, Mancuso declaró que los paramilitares habían hechoarreglos con la Fuerza Aérea para que trasladaran a las tropas parami-litares hasta la región para cometer la masacre. También dijo queCastaño había hecho arreglos con el Cnel. Lino Sánchez, y con un tal“Coronel Plazas” de Inteligencia del Ejército. Sin embargo, Mancusoaún tiene mucho por decir sobre la posible participación de otros

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ARRIBA: Salvatore Mancuso durante la ceremonia dedesmovilización del Bloque Catatumbo de las AUC,en el Norte de Santander.© 2004 Redux

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miembros de las fuerzas de seguridad pública. Aún debe serinterrogado sobre Uscátegui y sobre la posible colaboración queofrecieron los militares en los aeropuertos por los cuales viajaron.

LA MASACRE DE EL ARODurante cinco días de octubre de 1997, un grupo de cerca de treintaparamilitares ingresaron en la población de El Aro, en Antioquia, yejecutaron a 15 personas, entre ellas un niño, incendiaron todas lasviviendas del pueblo, excepto ocho, y obligaron a huir a la mayoría delos 671 residentes de la localidad. Posteriormente, se denunció ladesaparición forzada de 30 personas.

En su confesión, Mancuso confirmó la evidencia anterior que indicabaque miembros del Ejército colaboraron en la planificación de lamasacre. De acuerdo con Mancuso, en 1996 incluso fue a la 4° Brigadaa reunirse con el General Manosalva (ahora fallecido), quien le dioinformación de inteligencia sobre el área, para preparar la masacre.Mancuso también declaró que durante la masacre un helicóptero de lagobernación de Antioquia sobrevolaba la zona, al igual quehelicópteros del Ejército.

Sin embargo, Mancuso no dijo nada (ni tampoco se le preguntó) sobresi el comandante de la 4° Brigada al momento de la masacre en 1997,el Gral. Carlos Ospina Ovalle, sabía o tenía motivos para estar al tantode la masacre en ese entonces. El Presidente Uribe designó a Ospinapara ocupar el cargo de Comandante del Ejército de Colombia en 2002,y posteriormente como Comandante General de las Fuerzas Armadasde 2004 a 2007. Mancuso tampoco ha sido interrogado sobre lasrecientes acusaciones formuladas por Francisco Villalba, un paramilitarcondenado por su participación en la masacre hace muchos años,quien hace poco declaró que él observó que el Presidente Álvaro Uribe,entonces gobernador de Antioquia, y su hermano Santiago Uribeparticiparon en una reunión para planificar la incursión paramilitar enEl Aro.

LA MASACRE DE EL SALADOEl 18 de febrero de 2000, aproximadamente 400 paramilitaresuniformados y armados llegaron a la población de El Salado, en deldepartamento de Bolívar, y procedieron a cometer la que quizás fue lamasacre más brutal de la historia del país. Durante los siguientes dosdías, aterrorizaron a la población del lugar, sacándolos por la fuerza desus viviendas y arrastrándolos al campo de fútbol local para luegotorturarlos y asesinarlos brutalmente. “Sacaron a mi hija... le dieron untiro en la cabeza… ella gritó, ella me dijo ‘ay mami’” y le dispararon,contó a Human Rights Watch una madre que logró sobrevivir. Mientrastanto, relató la mujer, los paramilitares mataron a varios de sus amigosy familiares en el campo de fútbol. “Mataron a una prima hermanamía,que… yo la vi morir, que a ella la cogieron y le mocharon… parte de lacabeza con todo y cabello… la amarraron, la ahorcaron, después… ladegollaron”. La misma madre pensó que otra de sus hijas, de tan sólosiete años, había logrado escapar con un vecino. Pero tres días mástarde encontró el cuerpo de la niña. “Le pusieron una bolsa en lacabeza y murió ahogada... en una punta de monte”. Teniendo encuenta las confesiones de los paramilitares, los fiscales calculan quees posible que más de 100 personas hayan sido asesinadas en lamasacre.

En su confesión, Mancuso reconoció su participación, la de Jorge 40 yla del entonces jefe de las AUC, Carlos Castaño, en la masacre. Tambiéndijo que Castaño “nos dio un número de celular, dijo que era de ungeneral o coronel Quiñónez, que si algo sucedía ese era el contactopara que lo ubicaran a él”. Efectivamente, el oficial militar de mayorrango en esta región era el Cnel. Rodrigo Quiñónez Cárdenas,comandante de la 1° Brigada de Infantería de Marina, que más tardefue ascendido a general. Human Rights Watch ha denunciadoanteriormente que existen indicios que lo vinculan con variasatrocidades cometidas por los paramilitares (incluida una masacre enla población de Chengue, en la misma región que El Salado). Almomento de la redacción de este informe, no se encontraba en cursoninguna investigación contra Quiñónez. Tanto Mancuso como Jorge 40deben ser interrogados más profundamente sobre esta masacre.

Sin una colaboración más detallada y significativa por parte de jefesparamilitares como Mancuso, Jorge 40 y Don Berna, es posible quenunca se sepa toda la verdad sobre estos delitos y que los respon-sables continúen ocupando importantes cargos de poder e influencia.

LAS EXTRADICIONES

En mayo de 2008, las confesiones de muchos de los jefes paramilitaresse vieron interrumpidas abruptamente por la decisión del PresidenteUribe de extraditar a casi todos los líderes paramilitares a los EstadosUnidos para ser procesados por delitos vinculados con drogas.

La extradición de los líderes paramilitares puede aumentar laposibilidad de que reciban largas penas de prisión por sus delitos denarcotráfico y que lleguen a colaborar con los fiscales de los EstadosUnidos y revelar información sobre redes de drogas. Sin embargo, aúnes incierto si los jefes paramilitares tendrán un incentivo significativopara hablar sobre sus otros delitos y cómplices. Si no lo hacen, esposible que sus víctimas nunca sepan la verdad o que nunca obtenganjusticia. Además, los cómplices de los paramilitares —entre ellos,funcionarios públicos, congresistas, miembros del Ejército y de losservicios de inteligencia, empresarios, ganaderos, gobernadores,alcaldes y directores de hospitales estatales— quedarán sin castigo ycontinuarán beneficiándose de las atrocidades cometidas por losparamilitares.

Desde que se produjeron las extradiciones, sólo uno de los jefesparamilitares extraditados —Mancuso— ha hablado con lasautoridades judiciales colombianas. Si tendrán o no un buen motivopara hacerlo dependerá, principalmente, de los incentivos que lesofrezca el Departamento de Justicia de los Estados Unidos.Afortunadamente, el Departamento de Justicia cuenta con variasherramientas, como la posibilidad de juzgarlos por hechos de torturaen virtud de la legislación federal de los Estados Unidos, paraconvencer a los jefes a hablar sobre las atrocidades cometidas y suscómplices en Colombia. Es fundamental que el Departamento deJusticia de los Estados Unidos use estas herramientas para asegurarjusticia no sólo por los delitos de narcotráfico, sino también los abusosde los derechos humanos.

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LAS INVESTIGACIONES DE LA “PARAPOLÍTICA”

En los últimos tres años, las instituciones de justicia de Colombia —en especial, su Corte Suprema— han logrado avances sin precedentesen la revelación de la verdad sobre el alcance de la influenciaparamilitar y el juzgamiento de sus cómplices y de quienes los hanrespaldado. Más de 60 miembros del Congreso —casi todos ellos dela coalición del Presidente Uribe— están siendo investigados por supresunta colaboración con los paramilitares; y más de 30 estándetenidos. Uno de ellos es el Senador Mario Uribe, primo delPresidente Álvaro Uribe y, quizás, su más importante aliado políticodesde la década de 1980. También se está investigando a JorgeNoguera, ex director del servicio de inteligencia de Uribe. Decenas degobernadores y alcaldes también están siendo investigados o seencuentran detenidos. Los mismos jefes paramilitares, en algunoscasos, han declarado acerca de sus cómplices.

En una demostración de gran valor, la sala penal de la Corte Supremade Colombia inició un esfuerzo sistemático en 2005 para revelar laverdad sobre la influencia de los paramilitares en el Congresocolombiano. Las investigaciones no fueron impulsadas por iniciativadel gobierno, sino por una demanda ciudadana presentada ante laCorte, después de que los jefes paramilitares alegaron públicamenteque controlaban el 35 por ciento del Congreso. Para evitar que seejercieran presiones externas sobre los magistrados, la sala penal dela Corte dispuso que todos los magistrados trabajaran conjuntamenteen los casos, y que las investigaciones fueran coordinadas por unequipo especializado de magistrados auxiliares que han estadoentrevistando activamente a testigos y recabando pruebas. Al mismotiempo, las investigaciones se han nutrido de revelaciones en losmedios de comunicación y estudios de expertos como Claudia López,quien analizó y describió la estrategia mediante la cual los parami-litares manipularon las elecciones parlamentarias de 2002.

Las investigaciones de la Corte también se vieron favorecidas porotras investigaciones penales que llevaba adelante la Fiscalía Generalde la Nación. Por ejemplo, la detención de Rafael García, unfuncionario del servicio de inteligencia vinculado con los parami-litares, impulsó a García a comenzar a prestar testimonio contra sussupuestos colaboradores, entre los cuales se encontraban variospolíticos y el ex director del servicio de inteligencia Jorge Noguera.

La Fiscalía General de la Nación ha iniciado sus propias investiga-ciones de diversos gobernadores y otros funcionarios. Y cuando varioscongresistas han renunciado, la Corte Suprema (que tienecompetencia exclusiva respecto de los miembros en ejercicio delCongreso) ha trasladado las investigaciones que había iniciado a laFiscalía General de la Nación, la cual ha impulsado los esos procesosa partir de entonces.

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ARRIBA: El ex Senador Mario Uribe (CENTRO), primo del Presidente Álvaro Uribe,en el Congreso de la República. El Senador Uribe está siendo investigado porsupuestos vínculos con los paramilitares. Bogotá, 18 de abril de 2007.© 2007 Redux

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ARRIBA: Jorge Noguera, ex director del DepartamentoAdministrativo de Seguridad y director de la campañapresidencial del Presidente Uribe en el departamento deMagdalena en el 2002, responde a preguntas deperiodistas. Noguera está siendo investigado por su

supuesta colaboración con paramilitares bajo el mandode Jorge 40. Estados Unidos ha cancelado su visa paraviajar a dicho país ante las contundentes pruebas que loincriminan.© 2007 Redux

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El record de la Fiscalía en estos casos es mixto. En algunos casos, laFiscalía ha logrado avances e incluso en algunos casos los acusadosse han acogido a sentencia anticipada. Sin embargo, en otros casos,la Fiscalía a veces ha parecido ser tímida o lenta en sus actuaciones.Por ejemplo, cerró rápidamente la investigación que se estabarealizando sobre la participación de Noguera en fraude electoraldurante las elecciones presidenciales de 2002, a pesar de la extensadeclaración de García sobre su supuesta participación y la de Nogueraen el fraude.

RESPUESTA DEL GOBIERNO DE URIBE

El gobierno de Uribe dice estar comprometido con revelar la verdad ydesmovilizar a los paramilitares, y ha proporcionado financiamiento ala Corte y a la Fiscalía General. Pero, en reiteradas oportunidades,dicho gobierno ha tomado medidas que podrían atentar contra losavances logrados por estas instituciones.

En especial, las reiteradas agresiones verbales, extrañas acusacionespúblicas y las llamadas teléfonicas personales a magistrados de laCorte Suprema por parte del Presidente Uribe y miembros de sugabinete, crean un entorno de intimidación que podría dificultar elaccionar de los jueces.

Una y otra vez, los funcionarios del gobierno de Uribe han acusado ala Corte de parcialidad e, incluso, de estar vinculada con actividadesdelictivas. En reiteradas oportunidades, se ha demostradoposteriormente que sus acusaciones carecían de fundamento. Elejemplo más obvio es el del caso de “Tasmania”, en el cual elPresidente Uribe, sobre la base de una carta firmada por unparamilitar encarcelado conocido como Tasmania, acusó alMagistrado Iván Velásquez, quien coordina al equipo que investigalos casos de la parapolítica, de intentar incriminar a Uribe porasesinato. El paramilitar se retractó posteriormente, y explicó que lacarta había formado parte de un montaje por el cual su abogado yotras personas le habían ofrecido varios beneficios a cambio dementir sobre el Magistrado.

Más recientemente, se permitió que Antonio López, alias “Job”, unsocio de Don Berna a quien las fuerzas de seguridad consideraban undelincuente, ingresara al Palacio Presidencial para reunirse con variosfuncionarios. Durante la reunión, Job aparentemente entregó a losfuncionarios videos y material de audio con el cual al parecerpretendía implicar al Magistrado Velásquez en actividades delictivas.

Sin duda, lo integrantes de la Corte no están por encima de la ley, y enla medida en que uno o varios de ellos participen en actividadesdelictivas, también deben ser investigados. Sin embargo, lasreiteradas acusaciones y ataques personales por parte del gobiernomuchas veces parecen ser injustificadas y basadas en informaciónerrónea. Tales ataques lo único que logran es deslegitimar a la cortey debilitar el apoyo del público a su labor. En un país en el cual losjueces e investigadores han sufrido con frecuencia amenazas eincluso han sido asesinados por investigar a los paramilitares, estosataques también podrían poner en peligro la vida de los magistrados.

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Una propuesta lanzada en 2007 por el Presidente Uribe de permitir laexcarcelación de los políticos que hubieran colaborado con losparamilitares habría tenido un efecto devastador sobre las investiga-ciones. Afortunadamente, el Presidente Uribe retiró su propuestadespués de que se tornó evidente que se convertiría en un obstáculopara la ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre EstadosUnidos y Colombia. Es incierto qué sucedería si cesara la presiónrelacionada con la ratificación del TLC.

El gobierno de Uribe se opuso recientemente a un proyecto de ley porel cual se habría reformado el Congreso colombiano a fin de reducir lainfluencia de los paramilitares. Por consiguiente, en la actualidadmuchos de los congresistas que están siendo investigadossimplemente han sido reemplazados por otras personas de losmismos grupos políticos que supuestamente obtuvieron el puestomediante la influencia paramilitar. Uno de los argumentos delgobierno para trabar la propuesta fue que si la propuesta seaprobaba, el gobierno perdería su mayoría en el Congreso.

Por último, el gobierno de Uribe recientemente ha propuesto unaserie de reformas constitucionales que podrían tener el efecto deretirar la función de investigar a los congresistas de la competencia dela Corte Suprema. Si esa propuesta es aprobada (lo cual es probable,teniendo en cuenta que en la actualidad está siendo tratada por unCongreso que también es objeto de las investigaciones de la Corte),podría tener un efecto devastador sobre las investigaciones de laparapolítica, asegurando la impunidad para los colaboradores de losparamilitares en el sistema político.

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DERECHA: Teresita Meléndez (derecha), quien perdió a su hijo y asu esposo por la violencia de los paramilitares, observa unaprenda de su esposo que le muestra un investigador forense.La investigación llevada a cabo por la Fiscalía General de laNación reveló que varios paramilitares bajo el mando del jefeconocido como ‘Cadena’, líder del Bloque Héroes de los Montesde María de los paramilitares, asesinaron a su esposo y a suhijo junto a otros cuatro trabajadores, y posteriormenteocultaron los cuerpos en el cementerio de San Onofre, Sucre.© 2007 Redux

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AUC: Autodefensas Unidas de Colombia, una coalición integrada por lamayoría de los grupos paramilitares de Colombia.

CTI: Cuerpo Técnico de Investigación, una entidad adscrita a la FiscalíaGeneral de la Nación con la función de prestar apoyo forense y en materia deinvestigación a la Fiscalía.

DAS: Departamento Administrativo de Seguridad, el servicio de inteligencianacional, que depende directamente del presidente de Colombia.

ELN: Ejército de Liberación Nacional, un grupo guerrillero de izquierda.

FARC: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, el más grande grupoguerrillero de izquierda de Colombia.

Alto Comisionado para la Paz en Colombia: Asesor oficial delpresidente de Colombia en iniciativas de paz. El Alto Comisionado suelerepresentar al presidente en negociaciones de paz con grupos armados.

Fiscalía General de la Nación: La entidad estatal colombiana que tiene laatribución de llevar adelante la mayoría de las investigaciones y procesospenales. La Fiscalía General de la Nación es, formalmente, independiente delpoder ejecutivo del gobierno.

Procuraduría General de la Nación: Entidad estatal colombiana que tienela atribución de representar los intereses de los ciudadanos ante el resto delEstado. La Procuraduría se encarga de la mayoría de las investigacionesdisciplinarias de funcionarios públicos y controla las investigaciones y losjuzgamientos penales, así como la actuación de otras entidades estatales.

GLOSARIO

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• No proponer, y oponerse en forma inequívoca acualquier proyecto de ley que pueda permitir lareducción de penas o, directamente, laimpunidad por colaborar con los paramilitares.

• Retirar la propuesta de reforma a la justicia, envirtud de la cual las investigaciones sobrecongresistas en ejercicio serían excluidas de lacompetencia de la Corte Suprema de Colombia.

• Asegurarse de que los procesos contrasupuestos colaboradores de los paramilitarespermanezcan bajo el control de los más altostribunales de Colombia, en vez de tramitarseante tribunales locales, ya que es más factibleque se vea afectada su seguridad e indepen-dencia.

RECOMENDACIONES

AL GOBIERNO DE URIBE

Acerca del juzgamiento de funcionarios, políticos, líderes empresariales y otraspersonas que hayan colaborado con los delitos de los paramilitares

• Abandonar los ataques verbales y el acosocontra la Corte Suprema y magistrados de laCorte; expresar firme y claramente el apoyopara que se investigue exhaustivamente yjuzgue a quienes hayan colaborado con losparamilitares en el sistema político y lasfuerzas de seguridad.

• Aumentar sustancialmente los fondos para lasactividades de la Procuraduría General de laNación relacionadas con el control de laimplementación de la Ley de Justicia y Paz.

• Continuar aumentando los fondos para elsistema judicial y la Fiscalía General de laNación, a fin de poder contratar nuevo personaly garantizar su seguridad.

Acerca del apoyo para las instituciones judiciales

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• Investigar y juzgar en forma rigurosa a todoslos oficiales militares, policías y funcionarios delos servicios de inteligencia, así como apolíticos y empresarios, contra quienes existasuficiente evidencia de que han colaborado conlos grupos paramilitares.

• Asegurarse de que los fiscales, durante elproceso de Justicia y Paz, soliciten a losparamilitares que reiteren bajo juramento todaslas declaraciones en las cuales hayan identi-ficado a otra persona como colaborador o porhaber participado en actividades delictivas, asícomo todas las declaraciones en las cualesadmitan haber cometido un delito.

• Asegurarse de que todas las confesionesefectuadas por paramilitares, en las cualesestos impliquen a cómplices, sean objeto deinvestigaciones exhaustivas.

• Revisar los motivos para cerrar el caso contra elex director de inteligencia, Noguera, por fraudeelectoral en las elecciones presidenciales de2002, a fin de determinar si el caso debereabrirse.

• Asumir el control directo del juzgamiento deNoguera por todos los delitos relacionados consu cargo como director del DAS, según loexigen diversas decisiones judiciales, a fin deevitar otras impugnaciones procesales ydemoras en el caso.

AL FISCAL GENERAL DE LA NACIÓN

• Generar incentivos jurídicos significativos paraque los líderes paramilitares reveleninformación completa acerca de las atrocidadesque cometieron e identifiquen a todos losfuncionarios colombianos que puedan haberfacilitado sus actividades delictivas;

• Analizar todas las vías posibles para que losjefes paramilitares sean juzgados no sólo porsus delitos de narcotráfico, sino también porlos abusos de derechos humanos que hancometido en Colombia, incluida, específi-camente, la comisión de hechos de tortura, queconstituye un delito conforme al derechofederal (párr. 2340A del título 18 del Código delos Estados Unidos), susceptible de acciónjudicial en Estados Unidos, aun cuando hayansido cometidos en el exterior por ciudadanosextranjeros;

• Garantizar que los fiscales federales a cargo deestos casos se familiaricen plenamente con lainmensa cantidad de pruebas relevantes quelos investigadores policiales, fiscales y juecesde Colombia han recabado durante los últimosaños en relación con los delitos de los paramil-itares; y

• Colaborar activamente con las iniciativas de losfuncionarios judiciales colombianos queinvestigan las redes paramilitares en Colombia,compartiendo información relevante siempreque sea posible y permitiéndoles el acceso alos líderes paramilitares bajo la custodia de losEstados Unidos.

AL DEPARTAMENTO DE JUSTICIA DE LOS ESTADOS UNIDOS

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RECOMENDACIONES

AL FISCAL DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL

• Monitorear la implementación de la Ley deJusticia y Paz y, en un sentido más amplio, elproceso de investigación y juzgamiento de loscómplices de los paramilitares.

• Monitorear el juzgamiento de líderes paramil-itares que han sido extraditados a los EstadosUnidos, a fin de asegurar que sean juzgados porsus delitos relacionados con los derechoshumanos, no sólo por sus delitos de narcotráfico.

A LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

• Respaldar con firmeza las investigaciones acercade la influencia ilegal de los paramilitares en elsistema político e instar a que se realice unainvestigación rigurosa y exhaustiva de lasatrocidades cometidas por los paramilitares y desu colaboración con las fuerzas de seguridadpública.

• Rechazar públicamente los ataques del gobiernode Uribe contra la Corte Suprema y susmagistrados.

• Brindar apoyo financiero a las instituciones dejusticia de Colombia, incluida la Fiscalía Generalde la Nación, la Procuraduría General de laNación y la Defensoría de Pueblo.

• Apoyar públicamente y brindar apoyo financieroa organizaciones de la sociedad civil que estáninvolucradas en la búsqueda de la justicia por loscrímenes de los paramilitares y sus cómplices.

• Continuar postergando la ratificación delTratado de Libre Comercio entre Estados Unidosy Colombia hasta que Colombia demuestreresultados concretos y sostenidos en lareducción de la impunidad por asesinatos desindicalistas y la desarticulación de las mafiasparamilitares responsables de muchos de losasesinatos. Esto significa que Colombia debedemostrar resultados significativos en lainvestigación y el juzgamiento no sólo de loslíderes paramilitares, sino también de suscómplices en el sistema político y las fuerzasmilitares que les ayudaron a garantizar suimpunidad.

• Proporcionar una mayor asistencia financiera yexpresar públicamente su apoyo a las institu-ciones judiciales de Colombia, especialmente ala Corte Suprema, así como a la Fiscalía Generaly la Procuraduría General de la Nación, en lainvestigación de los cómplices de losparamilitares.

AL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS