revista sociedad hoy n° 25

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Revista del departamento de antropología y sociología de la Universidad de Concepción (Chile). Número temático "Biopolítica y Gubernamentalidad en Chile".

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  • UNIVERSIDAD DE CONCEPCIONConcepcin-Chile

    SOCIEDAD HOYDepartamento de Sociologa y Antropologa Universidad de Concepcin Chile

    ISSN 0717-3512

    25/ 2do Semestre

    2013

    Nmero Temtico BIOPOLTICA Y

    GUBERNAMENTALIDADEN CHILE

  • SOCIEDAD HOYISSN 0717-3512

    Publicacin Semestral del Departamento de Sociologa y AntropologaFacultad de Ciencias Sociales, Universidad de ConcepcinCiudad Universitaria s/n, Concepcin, ChileFono (41) 2203048. Fax (41) 2215860. Sitio web: www.sociedadhoy.cl

    COMIT EDITORIAL

    Ximena Snchez, Universidad de Playa Ancha, Chile.Alain Basail, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Mxico.Ximena Valds, Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer, CEDEM-Chile.Marisol Facuse, Universidad de Chile, Chile.Claudio Duarte, Universidad de Chile, Chile.Abraham Santibez, Colegio de Periodistas de Chile.Alejandra Brito, Universidad de Concepcin, Chile.Bernardo Castro, Universidad de Concepcin, Chile.Jorge Rojas H., Universidad de Concepcin, Chile.

    COMIT CIENTFICO INTERNACIONAL

    Klaus Mechkat, Universitt Hannover, Alemania.Robert Lavenda, St. Cloud University, Minessota, USA.Adrian Sotelo, UNAM, Mxico.Jaime Preciado, UNAM, Mxico.Eduardo Sandoval Forero, Universidad Autnoma del Estado de Mxico, Mxico.Vicente Tavares, Universidad de Porto Alegre, Brasil.Norma Fuller, Universidad Catlica de Per, Per.Gernimo de Sierra, Universidad de La Repblica, Uruguay.Federico Schuster, Universidad de Buenos Aires, Argentina.Gabriel Salazar, Universidad de Chile, Chile.Sonia Montecinos, Universidad de Chile, Chile.Christian Lalive DEpinay, Universidad de Ginebra, Suiza.Pedro Jacobi, Universidad de So Paulo, Brasil.

    DIRECTORManuel Antonio Baeza R., [email protected]

    SECRETARIO EJECUTIVO Y EDITORRobinson Torres Salinas, [email protected]

    Produccin editorialOscar Lermanda, [email protected]

    Ilustracin de portada: Hombres tteres, foto original de Jorge Hermosilla

    Canje, distribucin y ventasDepto. de Sociologa y Antropologa, Universidad de Concepcin, [email protected]

    Publicacin indexada en Latindex y Redalyc

    Diciembre 2014.

  • SOCIEDAD HOY25/Departamento de Sociologa y Antropologa Universidad de Concepcin Chile

    5 Presentacin

    ARTCULOS

    Estudio introductorio a las investigaciones en biopoltica y gubernamen-talidad

    An introduction to the investigations on biopolitics and governmentality 7 Ivn Pincheira Torres

    Nuevos discursos acerca de la felicidad y gubernamentalidad neoliberal: Ocpate de ser feliz y todo lo dems vendr por aadidura

    New Discourses on happiness and neoliberal governmentality: Dedicate yourself to being happy and everything else will follow

    29 Rodrigo De La Fabin, Antonio Stecher

    De las prcticas de muerte a la sobrevivencia: apuntes para la comprensin biopoltica de la Dictadura Militar en Chile

    From deaths practices to the survival: notes for a biopolitical understanding of the military dictatorship in Chile

    47 Luna Follegati Montenegro

    Estado de excepcin y campos de concentracin en Chile. Una aproxima-cin biopoltica

    State of exception and concentration camps in Chile. A biopolitical approach 65 Mariela Cecilia vila

    Interventores en salud mental y psiquiatra como interfase en un orden colonial

    Interveners in Mental Health and Psychiatry as an interface in a colonial order 79 Jimena Carrasco

    El aporte de las ciencias humanas a las pervivencias del golpe de estado. Cuarenta y ms aos para una ruptura democrtica en Chile

    The contribution of the human sciences to the survivals of the 1973 coup detat. Forty years and more for a democratic rupture in Chile

    97 Miguel Urrutia F., Pablo Seguel G.

    Ruina, degeneracin y contagio: Toxicomana y peligrosidad social en Chile Downfall, degeneracy and infection: Addiction and social dangerousness in Chile145 Mauricio Becerra Rebolledo

    ISSN 0717-3512

    2do Semestre2013

  • Biopoltica y efectos de normalidad Biopolitics and effects of normality163 Tuillang Yuing

    RESEAS

    Adn Salinas Araya, La semntica biopoltica. Foucault y sus recepciones. Via del Mar: CENALTES Ediciones, 2014, 346 pp. ISBN 978-956-9522-00-0

    175 Felipe Stefano Ruiz Bruzzone

  • 5Sociedad Hoy 25: 5-6, 2do Sem. 2013 ISSN 0717-3512

    PRESENTACIN

    Biopoltica y gubernamentalidad en Chile

    El presente volumen de Sociedad Hoy se propone poner en discusin investi-gaciones guiadas por las ideas de uno los autores ms importantes de la filosofa y teora social contempornea, Michel Foucault. Las palabras que dan ttulo a este volumen son precisamente dos ideas anclas propuestas por Foucault: Biopoltica y Gubernamentalidad. En su estudio introductorio, el Dr. Ivn Pincheira presenta con claridad y amenidad estos dos conceptos en sus diversas aplicaciones en di-versos contextos del globo y Chile. Justamente, este volumen de Sociedad Hoy nace de la constatacin de un vaco de publicaciones en revistas de ciencias sociales tematizando los conceptos de biopoltica y gubernamentalidad en Chile. Cuando conversamos con el Dr. Ivn Pincheira acerca de la idea de llenar ese vaco con un volumen de Sociedad Hoy dedicado a Foucault y sus discpulos en Chile, la re-cibi con un entusiasmo contagioso. Agradecemos toda la dedicacin de Ivn por contribuir a dar vida a este proyecto.

    Los resultados de este trabajo colaborativo se sintetizan en este nmero, que rene estudios crticos e investigaciones aplicadas a mbitos diversos, considerando las mltiples transformaciones de los ltimos decenios de dictadura y democracia neoliberal que ha vivido Chile. Focos diversos como la relacin entre el desarrollo de ciertas ciencias humanas y la dictadura militar (1973-1990), la produccin de prcticas de muerte en los campos de concentracin de Pinochet, las intervencio-nes en psiquitricos, la regulacin de conductas toxicmanas, as como nuevos discursos sobre felicidad neoliberal, son todos temas abordados en este volumen. La produccin autoritaria de una (inestable) normalidad neoliberal, y los procesos de subjetivacin ciudadana que esto ha conllevado, permiten pensar a Chile desde la mirada de la biopoltica y gubernamentalidad. La consideracin de la emergente resistencia y movimientos sociales que buscan otro camino, alternativo al mode-lo de acumulacin neoliberal hegemnico, son la visin propositiva y de mayor potencial para la transformacin social que ofrece esta mirada foucaultiana de la sociedad contempornea.

    Vivimos tiempos de cambio social acelerado, conflictos y rupturas. Esta mirada foucaultiana contribuye significativamente a acompaar, pensar y encauzar estos enmaraados pero esperanzadores caminos de transformaciones y revoluciones

  • 6sociales. Que actualmente agitan, mueven y direccionan a las multiplicidades de chilenas y chilenos, pueblos y culturas latinoamericanas, a luchar decididamente contra el poder de muerte del capitalismo neoliberal contemporneo.

    Robinson Torres Salinas, PhDSecretario Ejecutivo y Editor

    Dr. Manuel Antonio BaezaDirector

    Sociedad Hoy 25: 5-6, 2do Sem. 2013 ISSN 0717-3512 Presentacin

  • 7Sociedad Hoy 25: 7-28, 2do Sem. 2013 ISSN 0717-3512

    ARTCULOS

    Estudio introductorio a las investigaciones en biopoltica y gubernamentalidad

    An introduction to the investigations on biopolitics and governmentality

    IVN PINCHEIRA TORRES1

    Resumen

    Teniendo como objetivo indagar en los aspectos constitutivos de nuestros actuales marcos de gobier-no, para una conjunto de investigaciones desarrolladas a nivel internacional, los conceptos de biopo-ltica y gubernamentalidad se han constituido en tiles herramientas de anlisis. En estos trabajos se examinar tanto pensamientos, ideas y razonamientos como estrategias, planes y acciones concretas implementadas desde distintas instancias de gobierno. En estas circunstancias, al caracterizar algu-nos de los diferentes campos de problematizacin que se han venido configurado dentro de esta rea de estudios, esperamos hacer mayormente comprensible las especificidades que los trminos biopoltica y gubernamentalidad comportan.

    Palabras clave: Biopoltica, gubernamentalidad, racionalidades y prcticas.

    Abstract

    Studies developed internationally have demonstrated that the concepts of biopolitics and govern-mentality have become useful tools of analysis, particularly in the investigation about the constituti-ve aspects of our current government frameworks. Thoughts, ideas, reasoning, and strategies; plans and concrete actions implemented by various levels of government are examined in these studies. In these circumstances, by characterizing the different fields of inquiry that have been framed within these studies, we aim to make comprehensible the particularities posed by the notions of biopolitics and governmentality.

    Keywords: Biopolitics, governmentality, rationalities and practices.

    Recibido: 03.11.14. Aceptado: 19.12.14.

    1 Dr. en Estudios Americanos, acadmico e investigador postdoctoral del Departamento de Sociologa, Uni-versidad de Chile. Agradezco a Fondecyt, proyecto n 3130602, el apoyo brindado al desarrollo de mi investiga-cin postdoctoral. El presente texto es producto de esta investigacin. E-mail: [email protected]

  • 8Sociedad Hoy 25: 7-28, 2do Sem. 2013 ISSN 0717-3512 Estudio introductorio... / I. Pincheira T.

    Introduccin

    Las nociones biopoltica y gubernamentalidad se han constituido en pertinentes claves analticas para la descripcin de nuestras contemporneas prcticas de go-bierno. Siendo parte del acervo conceptual actual, en referencia a las palabras bio-poltica y gubernamentalidad se han desarrollado diferentes lneas investigativas que han visibilizado aspectos que resultan importantes de considerar al momento de caracterizar las actuales modalidades de gobierno. Elaboradas inicialmente por Michel Foucault, las categoras de biopoltica y gubernamentalidad han sido uti-lizadas en diversas propuestas investigativas desarrolladas a nivel internacional. En estos trminos, el abordaje de tales nociones responder al inters por estudiar un conjunto amplio de instituciones, discursos, reflexiones y procedimientos a partir de los cuales se han venido constituyendo las modernas instancias gubernativas.

    Desde el momento en que constatamos la existencia de una serie de formulacio-nes tericas que han incorporado las nociones de biopoltica y gubernamentalidad en sus respectivos marcos de anlisis, nos parece pertinente remitirnos a estos mis-mos desarrollos investigativos para, de este modo, hacer reconocibles algunos de los significados o definiciones contenidos en ambas categoras. Ser, pues, prestando atencin a su utilizacin como herramientas de anlisis, pertinentes al objetivo de escrutar racionalidades y prcticas de gobierno, que podremos comprender las es-pecificidades que los trminos biopoltica y gubernamentalidad comportan.

    Son varias las modalidades de gobierno que han sido problematizadas utilizan-do los conceptos de biopoltica y gubernamentalidad. Considerando una pluralidad de discursos, instituciones, instalaciones arquitectnicas, medidas administrativas, enunciados cientficos, proposiciones filosficas y morales, son diversos los mecanis-mos y dispositivos explorados desde estas investigaciones. De este modo, entonces, a continuacin vamos a describir algunas reas de indagacin en donde ambas nocio-nes se presentan como tiles instrumentos de anlisis. As nos referiremos a fenme-nos tales como: la actualizacin de la antigua potestad soberana que faculta al Estado el ejercicio monoplico de la violencia; el establecimiento de una red de instituciones vinculadas al sistema penal o educacional contemporneo; la medidas tendientes a intervenir en los procesos poblacionales, tanto a nivel de la gestin de los rasgos biolgicos como de la regulacin de las conductas y la constitucin de subjetividad.

    Sin pretender abarcar el universo amplio de exploraciones hechas sobre estos temas, al establecer estos campos de problematizacin, lo que interesa es ms bien advertir los rendimientos que para la teora social se logran a partir del uso de los conceptos biopoltica y gubernamentalidad. Los estudios en biopoltica y guberna-mentalidad han venido proporcionando claves analticas que resultan sumamente pertinentes para cualquier programa de investigacin interesado en hacer inteligi-ble el presente. En esta perspectiva, a continuacin nos detendremos en una serie de trabajos estructurados en funcin del uso de dichas herramientas analticas.

  • 9Sociedad Hoy 25: 7-28, 2do Sem. 2013 ISSN 0717-3512 Estudio introductorio... / I. Pincheira T.

    Prcticas de soberana

    Estableciendo una relacin de poder que vincula de manera asimtrica al so-berano y al sbdito, la soberana se presenta como la forma de gobierno que fue predominante hasta la emergencia de las modalidades gubernativas modernas. Tal como seala Foucault (2007: 62-63), en la relacin de soberana el soberano sustrae productos, cosechas, objetos fabricados, armas, fuerzas de trabajo, coraje; tambin tiempo y servicios. As tambin se tendr necesidad de recurrir al ejercicio de la violencia, o promover cierta amenaza de violencia, para que esa relacin de soberana se mantenga efectivamente. As se estableca en el Antiguo rgimen el derecho a matar.

    Ahora bien, para Foucault (2008), entre el siglo XVII y XVIII, Occidente sufre una profunda transformacin de esos mecanismos de poder, a partir de entonces el derecho de muerte tendi a desplazarse hacia un poder de administracin de la vida. Ese poder sobre la vida se despleg en dos polos. Uno de los polos estar concentrado en el aumento de las capacidades productivas del cuerpo humano a travs de una red de instituciones disciplinarias. El otro polo estar dirigido a la regulacin de los procesos biolgicos de la poblacin. El establecimiento de la dis-ciplina y la biopoltica caracteriza a las prcticas de gobierno moderno, cuya ms alta funcin ya no es la de matar sino la de invadir la vida enteramente.

    Si bien el viejo derecho soberano retrocede como tecnologa hegemnica de gobierno, los procedimientos soberanos siguen operando en la actualidad. Esta situacin Foucault (2000) la describir a propsito de la experiencia del racismo de Estado. A travs del racismo se ejercer el derecho de matar en un sistema poltico centrado en regular la vida de las poblaciones. En estas claves Foucault problema-tizar el nazismo. En el nazismo se conjugan los mecanismos disciplinarios, biopo-lticos y soberanos. Para Foucault no hay Estado ms disciplinario que el rgimen nazi. Tampoco existe un Estado en que las regulaciones biopolticas, dirigidas al control de la procreacin, herencia y enfermedad, hayan sido tomadas en cuenta de manera tan insistente. En cuanto al carcter soberano de la experiencia nazi, el derecho de matar se expresa en el intento de exterminio de otras razas a travs de la guerra.

    En esta misma lnea, Estado de excepcin es el trmino del que se sirve Giorgio Agamben (2005) para referir a la estructura jurdica por medio de la cual el poder soberano seguir operando durante el siglo XX. A partir de la suspensin del orden jurdico, sancionado en expresiones tales como decreto de emergencia, estado de sitio o toque de queda, cuando es declarado el estado de excepcin los ciudadanos son despojados de sus derechos polticos; as sern considerados por el derecho solamente en calidad de seres vivientes.

    Constatando la existencia de una ntima solidaridad entre democracia y to-talitarismo, para Agamben (2002) el estado de excepcin tiende cada vez ms a

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    presentarse como la forma de gobierno dominante en la poltica contempornea. El campo de concentracin sera el lugar paradigmtico de esta condicin. El cam-po de concentracin no es una simple aberracin histrica perteneciente al pasa-do, sino que puede ser considerada como la matriz oculta del espacio poltico en que vivimos todava. Nos encontramos en presencia de un campo cada vez que, teniendo como efecto la produccin de una nuda vida, el estado de excepcin se materializa. La nuda vida es la existencia despojada de todo valor poltico. En este sentido el campo de concentracin es el espacio ms radical donde se ejecutan las biopolticas contemporneas: donde la vida desnuda, privada de todo derecho, es objeto de una constante y actualizada violencia soberana.

    Propuesta por Roberto Esposito (2005), la nocin de inmunidad es otra de las categoras utilizadas para referir a la continuidad de las prcticas de gobierno sobe-ranas. La bsqueda de inmunizacin es el paradigma que por excelencia describira los actuales mecanismos de control social. La exigencia parece ser la de una gue-rra preventiva que aniquile cualquier elemento peligroso aun antes de que pueda cosechar sus vctimas. Sujeta a prescripciones provenientes del mbito poltico y jurdico, afirmar la vida, protegerla, implicar exponerla a la muerte. Esta situacin Esposito (2011) la graficar en una serie de casos. En el primero se muestra cmo sobre el territorio de Afganistn, en noviembre del 2001, al mismo tiempo que eran arrojadas bombas de gran poder destructivo, tambin eran arrojados desde el cielo paracadas con ayuda humanitaria consistente en alimentos y medicina. Otro caso analizado es el ocurrido en Rusia en octubre del 2002, cuando en una accin policial en contra de un comando terrorista checheno, que tena cerca de mil per-sonas secuestradas en un teatro de Mosc, deja como saldo 120 rehenes muertos. Espsito tambin analiza la poltica gubernamental China de aborto generalizado de fetos femeninos. A travs de estos casos es posible apreciar cmo las polticas de administracin de la vida amenazan en convertirse en una poltica de gestin de la muerte.

    La continuidad de los mecanismos de poder soberano tambin ser problema-tizada por Michael Hardt y Antonio Negri (2004), esta vez en relacin a la guerra. En estos trminos, buscando movilizar a la sociedad contra los que sern identifica-dos como sus enemigos, hoy en da se invocarn constantemente metforas blicas, tales como guerra contra la delincuencia, guerra contra las drogas, guerra contra el terrorismo. Una caracterstica central de este tipo de guerras es que no tienen lmites espaciales y temporales determinados. Ya sea que se trate de la lucha contra la delincuencia, las drogas o terrorismo, en tanto se encuentra dirigida a crear y mantener el orden social, la guerra en nuestras sociedades no tiene fin. Combinan-do intervenciones militares y policiales, la guerra se ha convertido en un rgimen de biopoder, es decir, en una forma de dominio con el objetivo no solo de controlar a la poblacin, sino de producir y reproducir todos los aspectos de la vida social. En esta misma direccin, Hardt y Negri (2008) constatarn cmo es que, en lo

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    que especficamente a la guerra al terrorismo refiere, desde el atentado a las Torres Gemelas, la solidaridad con las vctimas y el miedo a nuevos peligros hicieron que las poblaciones norteamericanas y europeas, en su mayora, fueran creando una identidad de masas legitimadora de un estado de guerra permanente.

    El carcter soberano contenido en la accin poltica contempornea tambin ser considerado para referir a procesos propios de las sociedades perifricas. En esta lnea investigativa, a travs del concepto de necropoltica, el cameruns Achille Mbembe (2011) analizar diversas prcticas de gobierno que producen muertes a travs de un ejercicio sistemtico de la violencia y terror. En estas coordenadas, entendido como un espacio en que rige un estado de excepcin en donde el es-clavo es despojado de todo tipo de derechos, la plantacin colonial fue el lugar por excelencia donde se han ejecutado las tcnicas necropoltica sobre las que se conformaron los regmenes de gobierno occidentales. Ms cercanos en el tiempo, las prcticas necropolticas se evidencian en el rgimen del apartheid en Sudfrica. All, en los territorios reservados a no-blancos, los denominados township, se ha vivenciado opresin y pobreza intensas basndose en la raza y la clase. En la actua-lidad la forma ms ntida del necropoder es la ocupacin colonial de Palestina. Para el investigador africano, la ocupacin colonial de Palestina es un encadenamiento de poderes mltiples: disciplinario, biopoltico y necropoltico. La combinacin de los tres permite al poder colonial una absoluta dominacin sobre los habitantes del territorio conquistado.

    Para el caso latinoamericano las prcticas soberanas tambin sern un pertinen-te descriptor de realidad. De esta manera el brasileo Castor Bartolom (2011) sealar que en las sociedades modernas, atravesadas por la lgica utilitarista, se abandonar aquellas vidas que no son tiles. Esta situacin se verifica en las favelas en donde se amontonan personas para sobrevivir; en la condicin de hacinamiento muchos de los presidios de los pases latinoamericanos; las condiciones de esco-laridad de millones de nios en reas rurales y barrios urbanos de la periferia; las condiciones de trabajo y los salarios miserables de una gran parte de los empleos para los ms pobres; la experiencia de la mayora de los hospitales pblicos con centenas de enfermos en los corredores y las salas de emergencia. En esos espacios, la suspensin de los derechos es la norma que regula la existencia de la vida. Por eso se conforman en campos de excepcin. En Latinoamrica estos campos sern el espacio biopoltico donde la vida abandonada es mejor gobernada porque est ms efectivamente controlada.

    En dilogo con las lecturas anteriores, el investigador Antonio Fuentes Daz (2012) sostendr que la necropoltica, como tecnologa de gobierno, se vincula con las zonas de excepcionalidad que hacen parte de los sistemas polticos en Mxico, El Salvador y Guatemala. En estos pases no se generaron condiciones estructura-les que aseguraran la vida de vastos sectores de la poblacin; y esta vulnerabilidad permanente se agrava ante los procesos de acumulacin neoliberal, que obligaron

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    a reducir y refuncionalizar al estado social en Amrica Latina desde la dcada de los ochenta en adelante. En este escenario de la violencia juvenil ligada a las maras, del crimen organizado por el narcotrfico o las degradadas condiciones en que se realizan los desplazamientos migrantes, la necropoltica de lo desechable y la nuda vida han llegado a ser parte constitutiva de las formas de gobierno latinoamericanos.

    Para el caso chileno, Myrna Villegas (2010) indaga en la doctrina jurdica del derecho del enemigo, y en el rol que ha desempeado en la accin estatal en ma-teria indgena. El derecho del enemigo nos indica la criminloga chilena surge hacia la dcada de los ochenta en Europa, cuando se buscaba hacer frente a una serie de riesgos propios de la sociedad globalizada, los cuales no haban podido ser enfrentados con las herramientas del viejo derecho penal liberal. Enemigo, en este concepto, es un ciudadano que por su posicin, forma de vida, raza, religin o pertenencia a una organizacin, ha huido de manera duradera del derecho. En estas circunstancias, la doctrina del derecho penal del enemigo ha sido utilizada en el tratamiento que se ha dado a la cuestin mapuche por parte del Estado, espec-ficamente en lo que se refiere al control punitivo. De este modo se ha transitado desde la aplicacin de la Ley de seguridad del Estado, hasta la aplicacin de la Ley de conductas terroristas. Adems, sostiene Villegas, habra que considerar tambin un trato penal dursimo mediante la legislacin penal comn, llegndose a hablar de una verdadera militarizacin de las comunidades, especialmente aquellas que sostienen prcticas de resistencia.

    Sistema penal

    Junto con reconocer el despliegue de polticas que darn continuidad a las lgicas propias de los regmenes de soberana, al estudiar las modernas prcticas de gobier-no se describir tambin su carcter productivo. Foucault (2002) ya vena consta-tando que en los siglos XVII y XVIII surgen tcnicas de poder que se concentraban fundamentalmente en el cuerpo individual. La sociedad disciplinaria es aquella en la que la dominacin social se construye a travs de una red difusa de disposi-tivos y aparatos que producen y regulan las costumbres, los hbitos y las prcticas productivas. Tal como sostiene el francs, se formar entonces una poltica de las coerciones que constituyen un trabajo sobre el cuerpo, una manipulacin calcu-lada de sus elementos, de sus gestos, de sus comportamientos. El cuerpo humano entra en un mecanismo de poder que lo explora, lo desarticula y lo recompone. La disciplina fabrica as cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos dciles. La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en trminos econmicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en trminos de obediencia).

    En este marco de anlisis Foucault (1991) estudiar la prisin. Teniendo en cuenta algunas indicaciones metodolgicas, Foucault sealar que su objeto de

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    anlisis ser lo que es dicho y lo que es hecho, las reglas impuestas y las razones dadas en determinados regmenes de prcticas. En estas circunstancias Foucault escribir una historia no de la prisin como una institucin, sino una historia ms amplia de las prcticas de encarcelamiento. Se buscaba as mostrar su origen o, ms exactamente, mostrar cmo esta forma de hacer las cosas fue posible de ser acepta-da en cierto momento como uno de los principales componentes del sistema penal, llegando as a parecer la crcel una instancia natural, evidente e indispensable de este sistema.

    En esta misma lnea de indagacin, inscribiendo el problema de las prcticas carcelarias al interior del problema de la poltica criminal en general, David Gar-land propondr mostrar cmo estn organizados actualmente el control del delito y la justicia penal. A este respecto se constatar que a partir de los aos ochenta co-menzar el declive del enfoque de la poltica penal del Estado de bienestar, modelo en el cual se asuma que la reforma social de mejora de las condiciones econmicas reducira la frecuencia del delito. Adems haba un marcado nfasis en la rehabilita-cin del infractor de la ley. El argumento del socilogo britnico ser que nuestros actuales dispositivos de control del delito han sido moldeados fundamentalmente a partir de una combinacin de neoliberalismo de libre mercado y conservadu-rismo social. En estas circunstancias, prestando atencin a un campo amplio de prcticas ejecutadas por actores estatales y no estatales y formas de control que son tanto preventivas como penales, David Garlan (2012) analiza algunos indicadores de cambio que caracterizan la situacin actual. Estos son: el declive del ideal de la rehabilitacin; el resurgimiento de las sanciones punitivas y la justicia expresiva; la generalizacin del temor al delito; relevancia preponderante de las vctimas; poli-tizacin y tendencia populista de las polticas criminal; la reinvencin de la prisin; la reformulacin de la infraestructura de la prevencin del delito y la expansin de la seguridad comunitaria; el desarrollo de una criminologa centrada en el tra-tamiento altamente punitivo del delito, la comercializacin del control del delito.

    Ampliando el espectro de lo que ser entendido como una conducta criminal, las polticas de la ley y el orden o de la seguridad ciudadana sern un factor es-tructurante de nuestras sociedades contemporneas. En este sentido, para Jonathan Simon (2011) los polticos redefinieron al ciudadano ideal como una vctima del delito cuyas vulnerabilidades justificaran una desmesurada intervencin estatal en los ms variados mbitos. De esta forma, las escuelas, las familias, los lugares de trabajo y los barrios sern gobernados a travs del delito. Segn el criminlogo norteamericano, las formas de conocimiento a travs de las cuales se estructura el campo de accin contra el delito se constituyen en un nuevo tipo de racionalidad de gobierno. Siendo alentados por campaas polticas que ubicarn el tema de la inseguridad y el miedo al delito al centro de sus preocupaciones, los saberes que se han sido asociados al control del delito pasarn a estar disponibles fuera de los do-minios temticos originales. Se convertirn, entonces, en herramientas poderosas

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    con las que cualquier forma de accin social se puede interpretar como un proble-ma de gobierno. En estos trminos se explica cmo, ya sea en los barrios cerrados que se expanden alrededor de los centros urbanos, la implementacin de anlisis obligatorios para detectar el posible consumo de drogas en los trabajadores, la ins-talacin de detectores de metales al ingreso de las escuelas, en todos estos espacios, los ciudadanos sern tratados permanentemente como delincuentes.

    Dentro de esta misma rea de problematizacin, Pat OMalley (2006) advierte cmo a travs de la nocin de riesgo se estructura el sistema penal contemporneo. El riesgo ser concebido como una modalidad de gobierno de los problemas a tra-vs de la prediccin y la prevencin. Siendo una tecnologa habitual en el rea de la salud pblica, operando a travs de programas como la inmunizacin en masa y la promocin de exmenes clnicos en pacientes considerados de alto riesgo, este tipo de enfoque se ha trasladado a otros mbitos de gobierno. Es el caso de la justicia pe-nal, un campo en el que el riesgo se ha vuelto una tcnica cada vez ms importante para ocuparse de aquellos condenados por delitos y, as tambin, para la prevencin de las acciones delictivas. De esta forma, el investigador australiano describe cmo la racionalidad poltica neoliberal ha moldeado tanto el desarrollo de tecnologas de gestin de riesgo como los enfoques para gobernar el delito. Quizs, sostendr OMalley, esto sea evidente principalmente en la erosin de la seguridad social y la crisis penologa teraputica asociada con el Estado de bienestar. El desarrollo del neoliberalismo y de las tcnicas de gobierno basadas en el riesgo se han unido para modelar a las instituciones y prcticas de la actividad policial, los tribunales y el conjunto de prcticas e instituciones penales.

    Para el caso latinoamericano, y la situacin argentina en especfico, nos en-contramos con investigaciones tales como la desarrollada por Mercedes Calzado, Mariana Fernndez y Vanesa Lio (2011), en donde se nos indica que en nuestras sociedades de seguridad el sujeto poltico interpelado es el ciudadano vctima. En estas circunstancias el Estado se presenta como dador de proteccin a un ciudada-no en riesgo. En este marco realizarn un estudio de estas lgicas en la comunica-cin poltica argentina, a partir del anlisis de piezas comunicacionales de la cam-paa 2011 del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Este caso permite identificar el discurso electoral centrado en la eficacia del Estado en el control de los riesgos y la seguridad. Tal como indican las investigadoras trasandinas, el orden social comienza a girar en torno a un tipo de gubernamentalidad basada en la ges-tin de los riesgos y la vida de la poblacin mediante los dispositivos de la comu-nicacin poltica. En este contexto, lejos de apelar al discurso confrontativo de la guerra contra la delincuencia, los spots de campaa revisados ms bien promueven una discursividad en torno de la gestin eficiente, en pos de revivir una ciudad para nosotros los vecinos. La seguridad urbana, entonces, se concibe en la campaa como responsabilidad vecinal de sujetos privados que se unen para administrarla en funcin del propio costo-beneficio.

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    En cuanto a la situacin chilena, se encuentra el trabajo desarrollado por Mara Emilia Tijoux (2006) en torno al lugar desempeado por la crcel en la contencin de un universo de poblacin que conformado en su mayora por personas pobres sern consideradas y tratadas como clases peligrosas. Produciendo rendimientos polticos, la guerra contra la delincuencia articula todas las campaas electorales. Se denunciar as al gobierno y a la justicia cada vez que acten con mano blanda, debilidad o tolerancia con los delincuentes. De este modo se promovern acciones de gobierno que tendrn como consecuencia la sobrepoblacin y saturacin de las instalaciones en las crceles chilenas. En estas condiciones el sistema carcelario se constituye en un espacio donde, tal como lo demuestran informes oficiales, se ejecutan torturas y malos tratos a personas detenidas. Adems la falta de investiga-ciones exhaustivas, independientes y concluyentes sobre estas denuncias, conlleva a que pocos de estos maltratos conduzcan a sentencias judiciales. Una vez que ha sido expuesto a las violencias carcelarias, constata Tijoux, el prisionero quedar con marcas que no podr quitrselas de encima. Quien ha estado en la crcel no es nunca ms el mismo o la misma.

    Sistema educativo

    Segn seala la colombiana Amanda Corts (2011), mirar desde la perspectiva de la gubernamentalidad la prctica educativa implica que nos situemos metodolgi-camente en una matriz que nos ayuda a ver cmo se configura y cmo opera este campo estratgico de gobierno. Se procura de este modo analizar el cruce existen-te entre las racionalidades polticas, los fines ticos, y las formas de subjetivacin producidas en los espacios educativos. En estas mismas claves de lectura, al revisar la produccin investigativa latinoamericana relativa a este mbito de problemas, Isabel Cassigoli y Mario Sobarzo (2010: 199) observan que la conversin de los es-tudiantes y de los profesores en capital humano, implica que la gestin de la vida se convierte en el verdadero objetivo de los dispositivos que constituyen el entramado terico-prctico que llamamos educacin. As, la disciplina, la gestin educativa, el sistema estructural y legal que sustentan el discurso y la praxis en esta rea, funcio-nan como dispositivos que permiten el control de quienes participan en ella.

    La educacin ya no puede ser entendida slo bajo el modelo del disciplinamien-to de los cuerpos, pues el sujeto que intenta formarse ya no es el sujeto dcil sino el sujeto cliente, que debe ser capaz de escoger con autonoma las diferentes ofertas que se dan en el mercado. En este escenario, Alfredo Veiga-Nieto y Maura Corcini (2011) analizarn las polticas de inclusin que hoy en da son parte de la agenda educativa brasilea. As se indicar que a travs de las polticas de inclusin, que persiguen garantizar una escolarizacin de calidad para todos, el Estado lograr ensear al mayor nmero de personas posibles a ser buenas consumidoras y exce-

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    lentes competidoras. Muchos otros atributos se articulan con ese saber consumir y competir; la flexibilidad, la perfomatividad, la aceptacin del trabajo invadiendo todos los tiempos de la vida, la insatisfaccin permanente, la educacin a lo largo de la vida, la especializacin, los endeudamientos interminables son algunos de estos atributos. En estas condiciones se comprende que tal estado de cosas sirve como sustento para que los Estados, afinados por el neoliberalismo, se interesen tan resueltamente por las polticas de inclusin.

    Continuando el anlisis del caso brasileo, Karla Saraiva y Iolanda Montano dos Santos (2014) van a plantear que, en cuanto las sociedades actuales tienen como elemento organizador a la nocin de riesgo, las escuelas estn siendo lla-madas a participar en estas nuevas formas de gestin del riesgo. Contribuyendo, entonces, a la produccin de sujetos capaces de identificar las amenazas a las cuales estn expuestos y, de este modo, adquirir las habilidades que les permitan tomar las actitudes adecuadas para minimizarlas. En esta misma direccin, Samuel Brasileiro Filho e Hildemar Luiz Rech (2014) se concentran en las implicaciones existentes entre estrategias de subjetivacin y la entrada en escena de la pedagoga basada en competencias. Segn los investigadores brasileos, la aparicin de la pedagoga de las competencias, en cuanto un conjunto de prcticas educativas vinculadas a la gubernamentalidad neoliberal, marc la transicin desde por un lado unas prcticas educativas centradas en la adquisicin de un conocimiento disciplinar hacia por otro lado una enseanza definida por la adquisicin de habilidades, orientadas al desarrollo de una identidad profesional flexible, adaptable a las inno-vaciones y los cambios en el mundo del trabajo. Asentndose en la formacin de sujetos que puedan impulsarse en este mundo de incertidumbres y contingencias, se trata de una educacin para la adquisicin de competencias que permitirn al sujeto ser empresario de s mismo. En definitiva, a travs de una educacin basada en competencias, la racionalidad neoliberal propende hacia la constitucin de su-jetos emprendedores.

    De la misma manera, para el caso argentino, Silvia Grinberg (2006) describe un conjunto de nuevos principios de regulacin y conduccin de la conducta y produccin de subjetividad, tal como se presentan en las propuestas oficiales de reforma de la escolaridad desde la dcada de los noventa en adelante. En estos discursos pedaggicos, la nocin de gestin ha venido a ocupar el lugar de anclaje de las crticas a una sociedad que se describe como rgida, estable, jerrquica, que aprisiona a los sujetos impidindoles optar, participar y desarrollarse. Frente a ello, el gerenciamiento aparece como el relato de un nuevo tipo de sociedad, que se pretende flexible, sin relatos totalizadores, abierta al cambio y a la creacin perma-nente. La gestin, se supone, generar las condiciones para que eso suceda: la am-pliacin de la capacidad de decisin y accin de los individuos. La identidad debe ser construida, las decisiones tomadas y todo depende de la capacidad y accin de los individuos, quienes son llamados a producir su propio destino. Desde estas l-

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    gicas los sujetos son llamados a adquirir un conocimiento que les permita reducir la incertidumbre, actuar sobre la complejidad o, en otras palabras, volver predecible una realidad que, por definicin, es imprevisible.

    Pero no es solamente la incorporacin de las lgicas del management y el em-powerment lo que caracteriza a las prcticas educativas argentinas. A este respecto Gabriela Orlando y Sofa Dafunchio (Dafunchio et al., 2014) reflexionan sobre la cotidianeidad de las escuelas emplazadas en contextos de extrema pobreza urbana. Abordando, ms especficamente, las formas en que docentes y estudiantes expe-riencian tales dispositivos en una escuela secundaria del conurbano Bonaerense. El objetivo aqu es reflexionar sobre las formas que asume la regulacin de la vida escolar en estos territorios y en una poca que se caracteriza por el dejar vivir y dejar morir. En donde las instituciones y sus miembros quedan expuestos diariamente a situaciones que, por inslitas, no tienen respuestas estandarizadas, normativizadas, excepto, quizs, la consigna de resolver rpidamente cunto y cmo se pueda; pro-curando as evitar que la situacin estalle. Se trata de estallidos que dejaron de ser excepcionales y se transformaron en formas regulares de actuacin: es as que los sujetos experimentan su escolaridad en esa situacin de desborde constante.

    En relacin al proceso chileno, el investigador Juan Gonzlez (2010) descri-be el proceso de evolucin del discurso sobre la libertad educativa que defendie-ron los grupos conservadores chilenos durante el siglo XIX y XX, en oposicin a los liberales que preferan la igualdad educativa como derecho fundamental. Sin embargo, en el escenario actual la conjuncin de ambas racionalidades liberal y conservadora es lo que permitir la unidad ideolgica a un bloque de poder que ha hegemonizado la poltica educativa en las ltimas dcadas. Este pacto de elites ser lo que sustente el proceso de mercantilizacin de la educacin en Chile. En este sentido, Gonzlez propondr la necesidad de desactivar todo los dispositivos que sostienen la actual estrategia discursiva de la alianza liberal-conservadora. La cual est orientada en un mismo ejercicio a la produccin de plusvala y tambin a la constitucin de una subjetividad dcil a los intereses de las elites bicentenarias.

    A travs del anlisis de textos oficiales del ministerio de educacin chileno, Car-la Fardella y Vicente Sisto (2013) constatan cmo las polticas de fortalecimiento de la profesin docente han tomado una decidida orientacin a la gestin, estable-ciendo procedimientos de evaluacin del desempeo, fijacin de estndares, y pago por resultados, profundizando los cambios al interior de las escuelas pblicas, es-tableciendo competencia e incentivos econmicos como los principales referentes del trabajo docente. De este modo el nfasis en la gestin supondr una apelacin directa a las identidades de los actores: su autonoma, capacidad de emprendimien-to y decisin, sern los factores de los que depender en definitiva el devenir de la educacin en Chile. El nuevo sujeto docente es obligado a ser activo y flexible para poder dar respuesta al inestable mercado escolar. Este nuevo trabajador debe ser adaptable, en formacin constante, insertarse, incorporarse y despedirse simul-

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    tneamente de numerosos proyectos, transitar entre tareas diversas. Y es justamente esta capacidad de adquirir nuevas competencias y ser polivalente, lo que le da valor en el mercado y lo hace un sujeto empleable.

    El trabajo docente tambin ser abordado en relacin a las prcticas de gobierno en el mbito universitario. Es as que Ral Rodrguez (2012) se concentra en las condiciones de precarizacin de aquellos que se dedican a la docencia universitaria. Ser a partir del proceso de privatizacin de la educacin superior, sancionado por la reforma universitaria gestada en dictadura, que se explica el surgimiento de esta inteligencia precaria. En estas circunstancias se establecer un tipo de universidad centrada en el capital humano, donde trabajadores y estudiantes han devenido pe-queos capitalistas. La inteligencia precaria, entonces, tiene lugar en una economa que ha colocado en su centro el saber capitalismo cognitivo, y que ha transfor-mado a las personas en emprendedores dispuestos a competir por un lugar en el mercado del saber. La base de ese mercado es una universidad en donde el trabajo acadmico la investigacin y la enseanza quedarn supeditados a la gestin laboral propia del management.

    Regulacin biopoltica de la poblacin

    Junto con la soberana y las disciplinas, otra tecnologa general de gobierno es la referida a la biopoltica. A travs del concepto de biopoltica, Foucault (2000) dar cuenta de una forma de gobierno tendiente a intervenir en el mbito de los proce-sos vitales de la poblacin, tales como proporcin de nacimientos, enfermedades, vejez o decesos. Con las primeras demografas se pondr en funcionamiento la me-dicin estadstica de estos fenmenos. El fin es tomar gestin de la vida, optimizar un estado de vida. De esta manera, tambin, otro campo de intervencin ser el de los seres humanos como especie y su ambiente de existencia; se trata, pues, de actuar sobre el espacio de la ciudad. La poblacin, en definitiva, ser gobernada en consideraciones de las dimensiones biolgicas y polticas que comporta. As el Estado moderno alcanz su forma ms acabada; la vigilancia y la disciplina fueron reforzadas por una regulacin biopoltica de la poblacin.

    Ser en relacin a la nocin de biopoder que Foucault (2008) problematizar ms en detalle el concepto de biopoltica. As describir con mayor precisin este mecanismo de regulacin que se ubicarn al nivel de la vida biolgica, el cual bus-car asegurarla, mantenerla y desarrollarla. Refiriendo al despliegue en conjunto de tcnicas disciplinarias y procedimientos biopolticos, el biopoder fue un elemento indispensable en el desarrollo del capitalismo. De este modo el capitalismo pudo garantizar la insercin controlada de los individuos en el aparato de produccin. En este marco de anlisis, ser en relacin a la sexualidad que se identificarn los rasgos de este biopoder que se ha propuesto administrar la vida.

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    Concentrado en los siglos XVIII y XIX europeo, Foucault sealar cuatro tipos de intervenciones a partir de las cuales se despleg la poltica del sexo. En esta descripcin se hace manifiesta la articulacin entre por un lado una anatomo-poltica que busca disciplinar el cuerpo humano y por el otro una regulacin biopoltica de los aspectos vitales de la especie. 1) La histerizacin del cuerpo de la mujer: se trata de un triple proceso por el cual el cuerpo de la mujer ha sido analizado como integralmente saturado de sexualidad, ha sido integrado al campo de las prcticas mdicas y, finalmente, se ha establecido su comunicacin org-nica con la sociedad, en nombre de la responsabilidad que les corresponda en la salud de sus hijos y de la solidez de la institucin familiar. 2) La pedagogizacin del sexo del nio: se trata de apartarlos de prcticas sexuales por cuanto conllevan peligros morales y fsicos para el individuo y la poblacin. Los padres, las familias, los educadores y los mdicos deben, por lo tanto, hacerse cargo de estas actividades potencialmente peligrosas. 3) La socializacin de las conductas procreadoras: socia-lizacin econmica para incitar o frenar la fecundidad de las parejas, socializacin poltica de la responsabilidad de las parejas, socializacin mdica del control de los nacimientos. 4) La psiquiatrizacin de los placeres perversos: el instinto sexual ha sido aislado como instinto biolgico y psquico autnomo, sus formas anmalas han sido analizadas clnicamente, las conductas han sido han sido normalizadas y patologizadas (Castro, 2004: 326).

    Ampliando la descripcin de los mecanismos de gobiernos organizados alrede-dor de la regulacin de la vida de las poblaciones, para Paul Rabinow y Nikolas Rose (2013), el biopoder opera hoy en da a travs de configuraciones que combi-nan tres planos: en primer lugar, una forma de discurso verdadero sobre los seres vivos y una serie de autoridades consideradas competentes como para decir la ver-dad; en segundo lugar, estrategias para la intervencin sobre la existencia colectiva en nombre de la vida y la salud; en tercer lugar, modos de subjetivacin, en que los individuos pueden trabajar en s mismos, bajo ciertas formas de autoridad, en relacin a los discursos verdaderos, por medio de prcticas desde su ser interior, en nombre de la vida o la salud, individual o colectiva.

    Las consideraciones recin sealadas resultan relevantes, toda vez que a conti-nuacin nos detengamos en algunas investigaciones que problematizan tanto a nivel internacional como latinoamericano nuestros vigentes mecanismos de re-gulacin de los procesos biolgicos de la poblacin. De esta forma, discursos de autoridad, estrategias de intervencin y modos de subjetivacin, son dimensiones siempre presentes al momento de abordar, tal como revisaremos, nuestras contem-porneas polticas pblicas en salud.

    En relacin al mbito trasnacional, Didier Fassin (2010a) sostendr que el sim-ple hecho de vivir, expresado en el derecho a la vida, ha ido ocupando un lugar central en los discursos de los derechos humanos, mientras los derechos econmi-cos y sociales han pasado a segundo plano. Entendida como el valor atribuido a la

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    vida como bien supremo, la biolegitimidad se constituir en un rasgo dominante, en la construccin internacional de los derechos humanos y tambin de una razn humanitaria. La instauracin de la biolegitimidad, es decir, la legitimidad del mero hecho de vivir como objetivo central de las actuales formas de gobierno, se ha impuesto a partir de los genocidios ocurridos durante el siglo XX. Por esto Fassin plantear que no se trata de cuestionar estos principios globalmente aceptados. Se trata ms bien de interrogarse sobre las formas que adquiere la biolegitimidad hoy y sobre las consecuencias de su aparicin.

    En esta lnea de indagacin, Didier Fassin (2010b) problematiza el mbito de la salud pblica. Segn lo ha planteado la OMS, uno de los derechos fundamentales de todo ser humano es alcanzar el grado ms alto posible de salud. Pero en realidad este derecho trata ms precisamente de medicamentos que de salud. Hoy en da, la invocacin al derecho a la vida equivale a reivindicar el acceso a los tratamientos. Esta situacin se ha constatado en el caso de acciones judiciales efectuadas en varios pases por grupos de enfermos, que a menudo padecen afecciones raras que necesi-tan medicamentos caros. En dichos procesos judiciales el resultado es casi siempre favorable a los pacientes. Desde entonces, el principio de justicia social aplicado a la asignacin de los recursos pblicos, en particular en temas relativos a la salud, se ha visto desplazado por un principio de justicia que da a los que piden, en detrimento de los que no tienen acceso a los tribunales, y que restringe la salud a los medica-mentos en menoscabo de otras necesidades. Si es innegable que el derecho a la vida sirve como palanca para lograr que ms enfermos obtengan tratamientos, es llama-tivo que el uso de este derecho tome cada vez ms la forma de acciones judiciales y que la referencia a la vida se restrinja de manera creciente a los medicamentos.

    En esta misma direccin, el antroplogo, socilogo y mdico francs, sostendr que el reciente terremoto que asol la isla de Hait, desencadenando ms de dos-cientos mil muertos, ha mostrado cmo es ms fcil movilizar a la opinin pblica internacional y los gobiernos del mundo, para salvar algunos centenares de vidas, que movilizar para corregir unos desrdenes econmicos y polticos, que explican las veinte mil defunciones anuales de nios menores de un ao en la isla. Por su-puesto, no se trata de cuestionar la generosidad y urgencia de las ayudas aportadas a este pas, sino de reflexionar sobre lo que es pensable y legtimo en el mundo contemporneo. As se plantea la necesidad de interrogarnos sobre la tensin entre razn humanitaria y justicia social y, ms especialmente, sobre la forma en la que la legitimidad que se reconoce al derecho a la vida en las modalidades de gobierno contemporneas, ha contribuido a la menor visibilidad de las desigualdades socia-les y a la dificultad de construirlas como una causa compartida (Fassin, 2010).

    Dentro del campo de investigacin latinoamericana, tambin se constata la exis-tencia de una serie de estudios atentos a los cruces e interferencias que la biopoltica pueda tener con la poltica pblica de salud y con la historia de la poltica sanitaria

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    de nuestros pases. Segn Tuillang Yuing y Rodrigo Karmy (2014), en cuanto al aporte que ofrece la biopoltica cuando acude a los debates e investigaciones del rea de la salud, debe tenerse presente que al menos desde la formulacin foucaul-tiana, la biopoltica ha estado ligada a la arremetida de una medicina social que ha contribuido a la normalizacin y regulacin de los modos de vida. En ese sentido, la preocupacin mdica, en su vertiente sanitaria, salubristas y eugensica, acude a la conformacin de la poblacin como aquel objeto de gobierno privilegiado del ejercicio biopoltico del poder. Adems, en todas aquellas tensiones terico-polticas de la salud pblica en las que se ve implicada una cierta nocin de vida, la utilizacin de la nocin de biopoltica parece contribuir a una desnaturalizacin de los conceptos, a una vacilacin de las prerrogativas del saber mdico o legal y a una puesta en cuestin de las experticias, en beneficio de un debate crtico, cuyo nico dictamen es que no existe un saber ni ltimo ni primero sobre la vida, y que por lo tanto, de lo que se trata es de interrogar el sentido que sta la vida cobra al interior de tramas siempre litigantes. Pese a los intentos de toda biologizacin y ms all de todo principio trascendental, la vida es siempre lo que de ella resulta en un encuentro histrico y determinado, con la poltica.

    En esta direccin, para el caso colombiano, ser en relacin a la discusin sobre aborto que la antroploga Zandra Pedraza (2007) problematiza la centralidad que ha adquirido la nocin de vida dentro de nuestras actuales polticas de salud. En el debate colombiano sobre el aborto se instaura una pugna por el derecho a la vida del embrin y el feto, y el derecho de las mujeres a una vida digna de vivirse. En este contexto de contienda legislativa, se prioriza la defensa de la vida biolgica, y slo con la certificacin del peritaje mdico-psicolgico se acepta la defensa de la vida emocional y de la subjetividad femenina. En las medidas estatales relativas al aborto no se reconoce la subjetividad femenina como factor poltico vlido. As se manifiesta entonces cmo la vida biolgica antecede en relevancia jurdica a la vida poltica. Estos sern, pues, los razonamientos que sustentarn la despenalizacin parcial del aborto en Colombia.

    En la sentencia C-355 del ao 2006, que despenaliza parcialmente el delito de aborto, los principales argumentos esgrimidos remiten a los siguientes eventos que justifican suspender el aborto: cuando la continuacin del embarazo constituya peligro para la vida de la mujer; cuando exista grave malformacin del feto que haga inviable su vida; cuando el embarazo sea producto de un abuso sexual o cual-quier situacin no consentida por la mujer. Para Zandra Pedraza, lo que la Corte ha podido reconocer en esta sentencia es el derecho a la vida que tienen las mujeres embarazadas, el cual en calidad de derecho fundamental no puede ser ignorado y vulnerado en virtud de la preeminencia absoluta de la proteccin de la vida del feto. Al resolver la Corte defender el derecho a la vida de la persona sobre el derecho a la vida de una persona en potencia como lo es el feto, no sern la autonoma

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    y la libertad, concedidas al ciudadano por la concepcin liberal del derecho, las que pueden esgrimirse para garantizar la vida digna de las mujeres, sino la defensa implacable de la vida como derecho fundamental.

    En relacin a la situacin chilena y francesa, Michaela Mayrhofer y Hernn Cuevas (2010) se abocan al estudio de las prcticas de resistencia que se llevan a cabo en el campo del biopoder. En estos trminos describirn el desenvolvimiento de las organizaciones de pacientes, las cuales sern entendidas como formas de identidad colectiva politizada que no slo luchan en contra de la enfermedad, sino tambin en contra de las formas de exclusin, estigma y discriminacin, desigual-dad en la distribucin del acceso a servicios de salud. Al mismo tiempo, se mani-fiestan en acciones de protesta que desafan a las autoridades mdicas, las polticas de salud, sistemas de creencias biomdicos y prcticas de investigacin. En defi-nitiva, las organizaciones de pacientes en particular y los movimientos sociales en salud en general han introducido su propia biopoltica, generando cambios importantes en el campo del biopoder.

    En este trabajo Mayrhofer y Cuevas (2010) estudiarn la Asociacin Francesa contra las Miopatas y Vivopositivo, una coordinadora de agrupaciones de perso-nas viviendo con VIH/SIDA en Chile. Ser a partir del desarrollo de sus propias prcticas de produccin de conocimiento, que ambas organizaciones de pacientes van a redefinir sus roles dentro del campo del biopoder. Del lado de la Asociacin Francesa contra las Miopatas, esta organizacin desarrollar las prcticas del bio-banking, la cual refiere al almacenamiento y clasificacin de tejidos y ejemplares orgnicos con fines de investigacin biomdica. Del lado de Vivopositivo, suma-do a la produccin de investigacin social en VIH/SIDA publicando por cuenta propia una serie de estudios que suman una decena de libros y documentos, de-sarrollarn acciones tendientes a la creacin de conciencia pblica y la provisin de acompaamiento y consejera de pares. A partir del anlisis de las similitudes, diferencias y tendencias que pueden inferirse de estos dos casos escogidos, se con-cluir que ha emergido como posibilidad una nueva configuracin de saber/poder en el campo del biopoder. As se articularn saberes no expertos y de activistas, ya sea en tensin o colaboracin, con el rgimen de verdad biomdico.

    Gubernamentalidad

    Al igual que lo ocurrido con el concepto de biopoltica, la utilizacin de la nocin de gubernamentalidad responde, en el trabajo de Michel Foucault, al inters por entender ese conjunto de procedimientos, reflexiones y tcticas que tienen por objeto ejercer una forma especfica de gobierno sobre la poblacin (2006: 133). As definir a la gubernamentalidad como un tipo de saber poltico que sita en el centro de sus preocupaciones la nocin de poblacin y los mecanismos capaces de

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    asegurar su regulacin. Pero esta vez los mecanismos de gobierno que se describen a travs de la nocin de gubernamentalidad no se ubican solo al nivel de los procesos biolgicos de la poblacin, sino ms bien al nivel de la conducta y la constitucin de subjetividad.

    Teniendo como principio de regulacin la adecuacin a las lgicas del mercado, la gestin de las poblaciones no puede disociarse de la racionalidad poltica liberal. En este orden de cosas, para Foucault el liberalismo ser entendido como una prctica gobierno, es decir, como una manera de actuar orientada hacia objetivos especficos y regulada por una reflexin continua tendiente a regir la conducta de los hombres con instrumentos estatales (2007: 319). Ya sea en su versin clsica, en su vertiente ordoliberal alemana o en su traduccin neoliberal norteamericana, el liberalismo no se limita a ofrecer sencillamente garantas de libertades (libertad de comercio, de propiedad privada, de expresin), por el contrario, organiza las condiciones bajo las cuales los individuos pueden y deben ejercer esas libertades. Ahora bien, en el mismo proceso de produccin de libertad se pone en riesgo a los participantes del proceso, por lo que se asistir a la implementacin de diferentes medidas de proteccin.

    El liberalismo es el juego que deja que la gente haga y que las cosas pasen, que las cosas transcurran; dejar hacer, dejar pasar y el transcurrir, ser en relacin de la gestin de esos procesos que se introducen los dispositivos de seguridad (Foucault, 2006: 70-71). Por ejemplo, la libertad de comercio slo puede ser establecida si se toma un conjunto de medidas preventivas destinadas a evitar situaciones como el monopolio que produce una limitacin a esa libertad de comercio (2007: 84). Si por un lado, el liberalismo administra los intereses individuales, por otro lado, al mismo tiempo administra los peligros. De este modo se habilitan mecanismos de seguridad que deben garantizar que los individuos y las poblaciones estn menos expuestos a riesgos.

    No obstante lo anterior, situaciones tales como la amenaza del desempleo, el riesgo de contraer una enfermedad, la inseguridad de ser vctima de un delito, no son solo efectos colaterales del desarrollo del liberalismo, sino que son una condi-cin necesaria. El liberalismo se nutre del peligro, lo somete a un clculo econmi-co de sus ventajas y sus costos. En estos trminos, tal cual constata Thomas Lemke (2010: 249), los dispositivos de seguridad remiten a procesos de constitucin de subjetividad. As se explica cmo la incitacin del temor al peligro sea el correlato psicolgico y cultural interno del liberalismo. La divisa del liberalismo es que los individuos se vean a perpetuidad en situacin de experimentar su vida, su presente, su futuro, como portadores de peligro. Ac Foucault describe, por ejemplo, las campaas del siglo XIX sobre las cajas de ahorro [para los pobres]; la aparicin de la literatura policial y el inters periodstico por el crimen a partir de mediados del siglo XIX, las campaas relacionadas con la enfermedad y la higiene. Es as como tenemos que ese arte liberal de gobernar conforma una formidable extensin de los

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    procedimientos de control que constituyen el contrapeso de las libertades (2007: 86-87).

    En funcin de estas claves analticas, abocados al estudio de las tecnologas de gobierno liberales, nos encontramos con una serie de investigaciones desarrolladas tanto en Europa como Latinoamrica. A este respecto, tal como sintetiza Santiago Castro-Gmez (2010), la historia de las tcnicas de seguridad propias de las tecno-logas de gobierno liberal ha sido un rea de trabajo continuada por una serie de investigaciones tales como El Estado providencia de Franois Ewald, La invencin de lo social de Jaques Donzelot, Gobernar la pobreza de Giovanna Procacci. En estas aproximaciones se traza una genealoga del gobierno liberal en relacin al funcionamiento de las leyes sociales aprobadas entre finales del siglo XIX y prin-cipios de siglo XX en Francia; las que concernan al desempleo, las enfermedades y los accidentes del trabajo, incluyendo el modo de operar de las compaas de seguro. Segn Castro-Gmez, el denominador comn de estos tres libros es el examen de las transformaciones sufridas por la racionalidad del liberalismo clsico en el momento en que la industrializacin hizo que la pobreza se convirtiera en un asunto que deba ser gobernado con urgencia. Si lo que se buscaba era impedir los levantamientos de la clase obrera y domesticar su peligrosidad, entonces haba que producir e intervenir sobre un nuevo medio ambiente llamado sociedad.

    Dando continuidad al anlisis que constata que la sensacin de peligro es una condicin y correlato cultural interna al liberalismo, Robert Castel (2004) advierte cmo el estado subjetivo de temor pasar a formar parte constitutiva del actual pro-grama neoliberal. El sentimiento de inseguridad, va a indicar el socilogo francs, no es un dato puramente de la conciencia, por el contrario, va de la mano de con-figuraciones histricas. Ms concretamente, los miedos del presente se relacionan directamente con el fin de las protecciones sociales para enfrentar los riesgos de la enfermedad, los accidentes, la vejez que fueron garantizadas durante el periodo del Estado de bienestar. De este modo, hemos asistido al paso de un Estado social a un Estado de seguridad. Con un discurso y una prctica que apunta al retorno de la ley y el orden, como si el poder pblico se movilizara esencialmente en torno del ejercicio de la autoridad. Es en este nuevo marco que actualmente asistimos a la escenificacin de una hiper-preocupacin por la seguridad. Se instala entonces el miedo como ncleo central de la sociabilidad. No obstante, esta ideologa de la prevencin y sus tecnologas aplicadas resultan ser limitadas e ineficaces. Estando destinadas al fracaso, las prcticas estatales se deslizan hacia una pulsin de segu-ridad que concibe nuevas clases peligrosas, y que en definitiva pone en el lmite la posibilidad de la cohesin social.

    En esta misma rea de inters, en Latinoamrica la nocin de gubernamentali-dad ha sido una herramienta analtica til para indagar en la gestin de la cuestin social a travs de polticas pblicas sostenidas en racionalidades neoliberales. A este respecto, Mnica de Martino (2014) se adentra en el debate internacional sobre

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    los Programas de Transferencia de Renta Condicionada (PTC). Estos programas gubernamentales se implementan de manera focalizada en los segmentos ms po-bres de la poblacin latinoamericana, y transfieren aportes monetarios (renta) que se encuentran condicionados al cumplimiento de determinadas exigencias (con-traprestaciones) que deben ser cumplidas, ya sea por los individuos como por las familias, en el campo de la salud, educacin y el trabajo, especialmente.

    La transferencia de renta y su concomitante exigencia de contraprestacin, representan una concepcin social como inversin en capital humano. Por este motivo estos programas poseen un discurso innovador, basado en el principio de ciudadana activa del individuo, entendida como la posibilidad de asumir eleccio-nes en libertad. Desde este enfoque los PTC deben aportar las herramientas y las capacidades para que los individuos superen la situacin de pobreza e indigencia. De esta manera, si la pobreza se asocia a capacidades y logros individuales, la res-ponsabilidad ltima de la situacin de pobreza recae en el propio individuo. Se aprecia aqu, entonces, la racionalidad ltima de los Programas de Transferencia de Renta Condicionada: la individualizacin de la pobreza. Esto llevar a la inves-tigadora uruguaya a sugerir que la teora del capital humano se ha transformado en un dispositivo de gestin tecnocrtico de la pobreza e individualizacin de los problemas sociales. El desarrollo de capacidades, el aumento de capital humano, se encuentran dentro de las posibilidades de cada individuo, de cada beneficiario. As la pobreza podra leerse casi como un estilo de vida que se elige, una vez otorgado el beneficio, ser responsabilidad de los propios individuos o familias el poder superar su situacin (de Martino, 2014).

    En dilogo con el conjunto de trabajos empricos interesados en la problemtica del gobierno de las poblaciones y su vinculacin con la cuestin social, Carolina Rojas (2010) analizar en qu medida los dispositivos dirigidos al tratamiento de la extrema pobreza en Chile, durante la dcada del 2000, son una forma de guber-namentalidad moderna. Estudiando los programa Chile Solidario y al programa Puente, se mostrar cmo en una sociedad guiada bajo los principios de una tica neoliberal, lo que estara en juego entonces son mecanismos de intervencin, de informacin y de saber orientados a modelar a los sujetos en tanto poblacin. Se-gn las definiciones del programa Chile Solidario-Puente, la accin gubernamental se organiza en torno a los siguientes ejes: La entrega de un bono consistente en un apoyo monetario por 24 meses para las familias participantes; el acceso prioritario a subsidios y programas sociales estatales; acompaamiento a las familias por parte de profesionales llamados Apoyos Familiares, que a travs de visitas peridicas a las familias desarrollan una metodologa de intervencin psicosocial preestablecida.

    El programa gubernamental Chile Solidario-Puente compromete a los sujetos definidos como extremadamente pobres a insertarse en los sistemas sociales bsi-cos de regulacin de la poblacin. En otras palabras, de lo que se trata es de un conjunto de informacin y control con respecto a la vida social y biolgica de los

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    sujetos en extrema pobreza que asegura que puedan ser convertidos en individuos sociales. Estas acciones de conduccin se actualizan en cada intervencin, y no slo involucra a los extremadamente pobres, sino a todos los individuos y agentes que participan de esta gestin. Tanto los profesionales intervinientes denominados Apoyo Familiares como los beneficiarios participan y son objeto de un proceso de coercin. De tal forma, las lgicas de los afectos, la de formacin y la de recompensa-condicionamiento, se instalan en el espacio de interaccin mutua, gobernando entonces las conductas de unos y otros Apoyos Familiares e indivi-duos pobres, definiendo lo que hacen y lo que son (Rojas, 2010).

    Para finalizar. Tal como hemos podido apreciar, en el panorama acadmico in-ternacional son varios los trabajos que se han desarrollado en relacin a las matrices de anlisis proporcionadas por las categoras de biopolticas y gubernamentalidad. Sin duda que este tipo de estudios no se reduce a los investigadores ni a los mbitos de problematizacin ac expuestos. Tampoco la profundidad de estos anlisis se restringe a los breves esbozos recin sealados.

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    Nuevos discursos acerca de la felicidad y gubernamentalidad neoliberal: Ocpate de ser feliz y todo lo dems vendr por aadidura1

    New Discourses on happiness and neoliberal governmentality: Dedicate yourself to being happy and everything else will follow

    RODRIGO DE LA FABIN2

    ANTONIO STECHER3

    Resumen

    El presente artculo analiza los nuevos discursos acerca de la felicidad. Dichos discursos comienzan a irrumpir en occidente a partir de comienzos de los aos 2000, particularmente en los mbitos de las polticas pblicas y de los saberes psi, en especial en la sub-disciplina denominada Psicologa Positiva. La principal hiptesis de este artculo es que dichos discursos participaran de la raciona-lidad de gobierno de s y de los otros propia del neoliberalismo contemporneo. En primer lugar, el artculo muestra que las polticas pblicas, en detrimento de las tradicionales variables objetivas como el PIB o el Ingreso Per Cpita, han incorporado la necesidad de medir y de producir el bien-estar subjetivo. En segundo lugar, el artculo muestra el giro inaugural de la Psicologa Positiva, la cual sostiene que la felicidad no sera efecto de circunstancias externas, sino que fundamentalmente el resultado de actividades voluntarias que cada individuo puede realizar. Finalmente el artculo, sirvindose de las distinciones entre las formas de gobierno propias del liberalismo clsico y del neoliberalismo introducidas por M. Foucault, muestra la particular forma de subjetividad que estos discursos acerca de la felicidad interpelan y producen.

    Palabras clave: Felicidad, polticas pblicas, Psicologa Positiva, gubernamentalidad neoliberal.

    Abstract

    This paper analyses the new discourses on happiness. Such discourses began to break into the West culture from the early 2000s, particularly in the fields of public policy and Psy knowledges, es-pecially in the sub - discipline called Positive Psychology. The main hypothesis of this paper is that these discourses participate in the contemporary neoliberal rationalities of the government of our-

    1 Este artculo es una versin ampliada y revisada de una conferencia, de los mismos autores, titulada Saberes psi y racionalidad neoliberal de gobierno: un anlisis del discurso sobre la felicidad en la Psicologa Positiva, IV Coloquio Latinoamericano de Biopoltica, Bogot, septiembre de 2013.

    2 Profesor de la Facultad de Psicologa de la Universidad Diego Portales, Santiago-Chile. E-mail: [email protected]

    3 Profesor de la Facultad de Psicologa de la Universidad Diego Portales, Santiago-Chile. E-mail: [email protected]

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    selves and of the others. In the first place, this paper shows that public policies to the detriment of traditional objective variables, such as GDP or Per Capita Income have incorporated the need to measure and produce subjective wellbeing. Secondly, the paper shows the inaugural turn of Po-sitive Psychology, which affirms that happiness would not be the effect of external circumstances, but primarily the result of voluntary activities that each individual can make. Finally, using the distinctions introduced by M. Foucault between classical liberal and neoliberal ways of governing, the paper shows the particular form of subjectivity that these discourses about happiness interpellate and produce.

    Keywords: Happiness, public policies, Positive Psychology, neoliberal governmentality.

    Recibido: 31.01.14. Aceptado: 03.10.14.

    1. Introduccin

    Un rasgo distintivo de los imaginarios sociales de la modernidad contempornea es una creciente preocupacin, atencin y produccin discursiva en torno a la pro-blemtica de la felicidad y el bienestar subjetivo de las personas. Esto, tanto a nivel de los Estados, las agencias globales, los medios masivos de comunicacin, las empresas y sus estrategias publicitarias, las disciplinas cientficas, como de los mismos individuos (Binkley, 2014; Pincheira, 2013a; Pincheira, 2013b). Si bien la bsqueda de la felicidad ha sido un componente ineludible de la promesa mo-derna de progreso y de la gestin y administracin biopoltica de los territorios y la poblacin, no es menos cierto que, bajo las actuales coordenadas histricas de la modernidad tarda, la preocupacin por la felicidad humana ha adquirido, en la esfera pblica y privada, una particular forma y un renovado inters y centralidad (McMahon, 2006).

    Es posible observar, as, especialmente desde finales de los 90 en adelante y en directa relacin con la consolidacin del nuevo rgimen flexible y global de acu-mulacin capitalista y del nuevo modo de regulacin socio-poltica de liberalismo avanzado o neo-liberal (Harvey, 1998; Rose, 2003) un proceso a travs del cual la felicidad, por diversas vas y mecanismos, y en complejas articulaciones con otros discursos, prcticas, tcnicas y objetos, ha ido instituyndose como un significante medular del imaginario social contemporneo. Como ha analizado detalladamente Sam Binkley (2011a, 2011b, 2014), en poco ms de una dcada, la pregunta por el bienestar subjetivo y la felicidad personal habitualmente entendida como un objeto de especulacin filosfica, un atributo inasible de la experiencia singular de las personas (Binkley, 2011a), o un mero resultado esperable pero colateral de la modernizacin y el incremento del bienestar material de las poblaciones se transform en: un nuevo eje de problematizacin e inteligibilidad de lo social, en un objeto de estudio de diversas disciplinas cientficas de anlisis, en un foco de la medicin e intervencin de la poltica pblica, en un pilar de la gestin de las or-

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    ganizaciones (Happy Manager), en un mandato y promesa de numerosas campaas publicitarias, en una mtrica desde la cual cartografiar el mundo y re-pensar la no-cin de desarrollo, en un telos que orienta las acciones y decisiones de los sujetos, as como en un objeto de diversos saberes psi y tecnologas del yo que buscan modelar el modo de relacin con uno mismo.

    Como ha sido analizado desde el campo de los Estudios de la gubernamentalidad, la expansin de estos nuevos saberes y tecnologas sobre la felicidad en las ltimas dcadas, participara de lo que ha sido denominado como la racionalidad de gobier-no neoliberal o de liberalismo avanzado (Castro-Gmez, 2010; Rose, 2003). Esto es, de un conjunto de prcticas que buscan conducir la conducta de los individuos, regular su campo de acciones, establecer un particular modo de relacin del sujeto consigo mismo basado en la adopcin de ciertos valores, creencias, aspiraciones y anhelos, que orientan el ejercicio de su libertad y que son consistentes con ciertos objetivos y metas propios de la racionalidad poltica neoliberal: mercantilizacin, privatizacin, individualizacin, desregulacin, empresarizacin, competitividad, rentabilizacin y des-estatizacin de todas las relaciones sociales (Binkley, 2014; Dean, 2008; Du Gay, 2000).

    En ese marco, el presente artculo se propone desarrollar y discutir la tesis de que el anlisis de los nuevos saberes y tcnicas sobre la felicidad y el bienestar sub-jetivo, y su ensamblaje con la racionalidad de gobierno neoliberal, exige analizar si-multneamente la expansin de la preocupacin por la felicidad y el bienestar en el campo de las polticas pblicas (gobierno de los otros) y en el campo de los saberes psi (gobierno de s). Ms que como fenmenos aislados entre s, se argumentar que la expansin de los discursos sobre la felicidad en esos dos campos debe ser ana-lizado en conjunto, visibilizando cmo dichos saberes y tcnicas sobre la felicidad y el bienestar constituyen una tecnologa de gobierno en donde se articulan y con-fluyen tanto (macro)tecnologas de dominacin a travs de las cuales el Estado y las autoridades sociales gobiernan grupos, instituciones y poblaciones, como (micro)tecnologas del yo a travs de las cuales los individuos se autogobiernan y relacionan consigo mismos de un particular modo (Castro-Gmez, 2010; Foucault, 1990, 2006). La bsqueda de las polticas pblicas por medir y gestionar el bienestar y la felicidad subjetiva de los miembros de una poblacin, as como las tecnologas del yo que nos ofrecen los nuevos saberes psi para operar y actuar sobre nuestros pro-pios pensamientos, conductas y emociones expandiendo nuestra autorrealizacin y felicidad personal, constituyen un ensamblaje hbrido de tcnicas, materialidades, estrategias, clculos y discursos que participa de la gubernamentalidad neoliberal. Esta particular forma de gubernamentalidad, que se inscribe en la larga tradicin de formas de gobierno liberal y problematizaciones biopolticas de la modernidad, supone una forma de conduccin de la conducta de los otros y de uno mismo que requiere, al mismo tiempo que produce, nuevas modalidades de configuracin sub-jetiva (sujeccin y subjetivacin) articuladas en torno a la figura del empresario de

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    s mismo. Como argumentaremos, la expansin de los saberes y tcnicas de la feli-cidad juegan un rol relevante en trminos de promover esta figura del empresario de s que afirma su libertad de eleccin y se orienta por el deseo de [] conducir su propia existencia como un proyecto para la maximizacin de la calidad de vida [] (Rose, 2003, p. 244), y que rehsa y desconfa de las jerarquas, vnculos y autoridades institucionales afirmando siempre el valor de la libertad, el bienestar subjetivo y la autorrealizacin personal (Burchel, 1996).

    Con miras a desarrollar esta tesis y lnea argumental, hemos organizado el art-culo del siguiente modo. Discutimos, en primer lugar, la creciente centralidad que ha adquirido en los ltimos aos la preocupacin por medir y producir el bien-estar subjetivo en la esfera de las polticas pblicas. En segundo lugar, analizamos el caso de la Psicologa Positiva, como el principal lugar dentro del campo de los saberes psi contemporneos de generacin y expansin de una nutrida gama de conocimientos y tecnologas del yo orientadas a la medicin y autogestin de la felicidad personal. En tercer lugar, se desarrolla una reflexin que busca visibilizar las conexiones entre la centralidad del tema del bienestar subjetivo en el campo de las polticas pblicas, con la centralidad del tema de la felicidad en el campo de la Psicologa Positiva; analizando cmo ambos planos se articulan, configurando una tecnologa de gobierno que juega un rol central en la racionalidad neoliberal con-tempornea, en la produccin de sujetos empresarios de su propia felicidad y en el horizonte histrico ms amplio de la biopoltica de la modernidad.

    2. Felicidad, polticas pblicas y gubernamentalidad neoliberal

    En el rea del diseo de polticas pblicas, la preocupacin contempornea por la felicidad se liga a una mirada que pone en duda la eficiencia de los indicadores econmicos tradicionales como el PIB o el Ingreso Per Cpita para medir el bienestar subjetivo de las personas4. Uno de los ejemplos ms emblemticos de esta crtica lo constituye el informe encargado el 2008 por el ex-presidente francs Nicols Sarkozy. Dicho documento, redactado por una comisin dirigida por tres

    4 La nocin de bienestar subjetivo implica la felicidad, pero es ms amplia. Segn la OECD el bienestar subjetivo sera: Buenos estados mentales, incluyendo todas las variadas evaluaciones, positivas y negativas, que las personas hacen de sus vidas y las reacciones afectivas de las personas a sus experiencias. (OCDE, 2013. La traduccin es nuestra.) Sin embargo, en este artculo dicha diferencia no ser tan relevante como la distincin entre las dimensiones objetivas y subjetivas de la felicidad/bienestar. De este modo, vamos a tratar como sinni-mos bienestar subjetivo y felicidad, pues entendemos que en ambos casos la autoridad para darles significado y determinar los factores que influyen en ellos recae en las personas (Alexandrova, 2005). Esta perspectiva se erige como una reaccin frente a una manera objetiva de medir el bienestar de las personas, es decir, por medio de distintos ndices cuyo valor y relacin con la felicidad individual ha sido establecido por el saber tecno-cientfico y su horizonte normativo.

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    economistas, Joseph Stiglitz, Amartya Sen ambos premios nobeles y por JeanPaul Fitoussi, declara: () ha llegado la hora de que nuestro sistema estadstico se centre ms en la medicin del bienestar de la poblacin que en la medicin de la produccin econmica (). (Stiglitz, Sen & Fitoussi, 2009).

    Consecuentemente con este renovado inters por la felicidad como objetivo central de las polticas pblicas, en el ltimo tiempo se ha desarrollado una serie de encuestas que pretenden medir el Happiness Index de distintos pases y regiones del globo (Ura, Alkire, Tshoki & Wangdi, 2012; United Nations, 2012; OCDE, 2011a; Helliwell, Layard & Sachs, 2012). En la misma lnea, la ONU el ao 2012 estableci el 20 de marzo como El Da Mundial de la Felicidad (Naciones Unidas, 2012).

    Especficamente en Chile, el 2011 se public el primer Barmetro de la Felici-dad Coca-Cola y se incorporaron, el mismo ao, a la Encuesta de Caracterizacin Socioeconmica (CASEN, 2011), preguntas orientadas a medir el ndice de Feli-ci