revista núm. 254 - editorial
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4 REVISTA A Febrero 2016
EDITORIAL
La enfermedad holandesa que golpeó a Colombia -y que perfectamente podría servir como ejemplo de la vida real para ratificar su teoría en los libros de texto de economía- ha dejado dolorosas lecciones que no podemos darnos el lujo de no
aprender. Nuestra economía no puede depender en exclusiva de un sector que, como el petróleo y el mineroenergético, no solo responde a los vai-venes de los mercados internacionales, sino cuyos recursos son finitos.
Colombia debe seguir apoyando al sector mine-
roenergético, pero también debemos mirar hacia otros
sectores en los cuales el país tiene un inmenso poten-
cial y en los que se deben tomar decisiones valientes
para convertirnos en jugadores de talla mundial.
La agroindustria -tal y como lo he dicho en di-
ferentes escenarios- tiene todo el potencial para al-
canzar un desarrollo que, además de significar un
importante crecimiento económico para el país, puede
irrigar sus efectos positivos en poblaciones que no
han recibido toda la atención que merecen y que, en
los tiempos de paz que por estos días soplan, serán
determinantes en la conformación de una nación que
quiere dejar atrás más de 60 años de conflicto armado.
Por supuesto, la consecución de esta tarea no se
logrará por arte de magia ni ocurrirá en un abrir y
cerrar de ojos. Hay que contar con una verdadera voluntad po-
lítica y social, debe tener un direccionamiento estratégico que
evite cometer errores que se pueden prever, y necesita decisiones
valientes y certeras que la hagan realidad. La agroindustria es una
apuesta necesaria que redundará en un mejor país. Hay que buscar
entonces la fórmula para maximizar los beneficios y minimizar los
costos de esta apuesta.
Esta tarea no es una labor exclusiva del Estado. El sector pri-
vado, la academia y la sociedad civil también deben aportar para
que la agroindustria se convierta en un sector de clase mundial.
Hay que aunar esfuerzos para que esta labor sea inclusiva y haga
un barrido de 360 grados por las oportunidades y
retos del sector.
Estoy convencido de que Colombia tiene todo
el potencial para estar en la cima de las despensas
mundiales de alimentos. El agua, las tierras fértiles y
la mano de obra son recursos con los cuales cuenta,
y a los que se les deben sumar avances tecnológicos y
políticas claras para que el país dé un auténtico salto
de calidad en agroindustria.
Desde la ANDI, nos hemos fijado la tarea de ex-
poner el inmenso potencial que tiene el sector y de
comenzar a generar el ambiente que propicie una
política decidida para la agroindustria. El año pasado
realizamos nuestro primer Congreso Agroindustrial,
que se llevó a cabo en Ibagué, un espacio que sirvió
como semilla para discutir sobre el estado actual del
sector y conocer experiencias internacionales. Los
invito a revivir esos interesantes debates en nuestro
canal ANDI TV (www.andi.com.co). Este año reali-
zaremos nuestra segunda versión del Congreso, en
Bucaramanga, en septiembre.
En las páginas de esta edición de nuest ra
Revista A, que llamamos “Más país, más agroindustria: una apues-
ta necesaria”, invitamos a varios actores agroindustriales a que nos
dieran su visión de lo que se está haciendo en este sector. Como se
darán cuenta, ya hay planes en marcha que buscan inyectar vida a
la agroindustria colombiana, un sector que tiene todo el potencial
para ser uno de los grandes motores que lideren el crecimiento y
desarrollo económico y social del país en pocos años.
BRUCE MAC MASTER, presidente de la ANDI
UN INMENSO POTENCIAL
Estoy convencido de que Colombia tiene todo
el potencial para estar en la cima de las despensas
mundiales de alimentos. El agua, las tierras fértiles
y la mano de obra son recursos
con los cuales cuenta, y a los
que se les deben sumar avances tecnológicos y
políticas claras.