revista estudios ortegianos - preview

Upload: john-mario-taborda-zea

Post on 19-Jul-2015

53 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Revista de Estudios Orteguianos

12/13

2007

Revista de Estudios Orteguianos

Consejo Editorial Juan Pablo Fusi, Jos Luis Garca Delgado, Andrs Ortega Klein, Fernando R. Lafuente, Jess Snchez Lambs, Jos Varela Ortega Gerente Carmen Asenjo Secretario Javier Zamora Secretario Tcnico Iaki Gabarin Redaccin Ignacio Blanco, Cristina Blas, Jos Ramn Carriazo, Mara Isabel Ferreiro Lavedn, Azucena Lpez Cobo, Juan Padilla

Consejo Asesor Marta Campomar, Helio Carpintero, Luis Gabriel-Stheeman, Domingo Hernndez, Jos Lasaga, Thomas Mermall, Jos Luis Molinuevo, Juan Manuel Navarro Cordn, Nelson Orringer, Jos Antonio Pascual, Ramn Rodrguez, Jaime de Salas, Javier San Martn, Ignacio Snchez Cmara

PUBLICACIN SEMESTRAL

Revista de Estudios Orteguianos

12/13

2006

Redaccin, Administracin y Suscripciones Centro de Estudios Orteguianos. Fundacin Jos Ortega y Gasset. Fortuny, 53. 28010 Madrid Telf.: (34) 91 700 41 39 Fax: (34) 91 700 35 30 Correo electrnico: [email protected] Web: http://www.ortegaygasset.edu

Fundacin Jos Ortega y Gasset, 2006Diseo y maquetacin: Vicente A. Serrano Diseo de cubierta: Florencia GrassiEsta revista ha recibido una ayuda de la Direccin General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su difusin en bibliotecas, centros culturales y universidades de Espaa

ISSN: 1577-0079 Depsito Legal: M-43.236-2000 Artes Grficas Luis Prez, S. A. Algorta, 33 - 28019 Madrid Impreso en EspaaQueda prohibida la reproduccin total o parcial de esta publicacin, incluido el diseo de la maqueta y cubierta, su inclusin en un sistema informtico, su transmisin en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrnico, mecnico, por fotocopia, registro u otros mtodos, sin el permiso por escrito de los titulares del Copyright.

SumarioNmeros 12/13. Mayo-Noviembre de 2006

NUEVA EDICIN DE OBRAS COMPLETASLos clsicos de nuestros clsicos. Ortega y el arte de la recepcin. Domingo Hernndez Snchez 9

DOCUMENTOS DE ARCHIVOPapeles de trabajo de Jos Ortega y Gasset Notas de trabajo sobre la Elegancia Jos Ortega y Gasset Edicin de Mara Isabel Ferreiro Lavedn e Iaki Gabarin Itinerario biogrfico Santander, 1932-1933: misin de una Universidad estival. Ignacio Blanco Alfonso y Jos Ramn Carriazo 31 57 59

ARTCULOSLa meditacin de Ortega sobre la tcnica y las tecnologas digitales. Jos Luis Gonzlez Quirs Guilln, Eliot, Valry, Ortega y la deshumanizacin de la poesa. Margarita Garbisu Buesa Ortega y Maras, crticos del realismo. Antonio Diguez Una aproximacin a la impronta pragmtica de la filosofa de Ortega. Eduardo Armenteros Cuartango 95 113 131 153

4

Sumario

El desacuerdo social y esttico de Ortega y Baroja. Rafael Garca Alonso Notas para un comentario a un ensayo sobre las ideas morales de Ortega y Gasset. Javier San Martn

173 195

LA ESCUELA DE ORTEGAJulin Maras y la metafsica orteguiana. Presentacin de Helio Carpintero La metafsica de Ortega. Julin Maras 207 217

CLSICOS SOBRE ORTEGARaymond Aron escribe sobre Ortega y Gasset a sus setenta y ocho aos de edad. Introduccin de Jos Lasaga Medina Una lectura crtica de La rebelin de las masas. Raymond Aron

227 231

RESEASEl arte como clave. Toms Salas(Jos Ortega y Gasset, La deshumanizacin del arte, edicin de Luis de Llera)

243

Dos importantes aportaciones a un libro bsico de Ortega. Mara Luisa Maillard(Jos Ortega y Gasset, En torno a Galileo, edicin de Jos Lasaga; Mara Zambrano, Extractos del curso de Ortega sobre Galileo (1933), edicin de ngel Casado)

247 249

Menester de soledad. Concha DOlhaberriague(Paulino Garagorri, Goethe y el eplogo de La rebelin de las masas)

Sumario

5

Espacio y tiempo en los paisajes de Ortega. Juan Francisco Fuentes(Jos Lasaga (editor), El Madrid de Jos Ortega y Gasset)

252

La hora de Ortega. Jess Daz(Fernando H. Llano Alonso y Alfonso Castro Senz (editores), Meditaciones sobre Ortega y Gasset)

256

Algunos intrpretes de Ortega. Jaime de Salas(Tzvi Medin, El cristal y sus reflexiones. Nueve intrpretes espaoles de Ortega y Gasset)

263

Narrar la razn histrica. Fernando H. Llano Alonso(Jos Manuel Sevilla Fernndez, Ragione narrativa e ragione storica. Una prospectiva vichiana su Ortega y Gasset)

266

Ortega y la lingstica del decir: semntica del logos. Jos Ramn Carriazo(Jess Martnez del Castillo, La lingstica del decir. El logos semntico y el logos apofntico)

270

Comentarios a Obras completas ltimos escritos de Ortega. Jaime de Salas Un selecto lector. Antonio Regalado 275 279

TESIS DOCTORALESLa prosa del arte nuevo en la coleccin Nova novorum. Azucena Lpez Cobo El pensamiento lingstico de Jos Ortega y Gasset. Mara Concepcin DOlhaberriague Ruiz de Aguirre 287 289

BIBLIOGRAFA ORTEGUIANA, 2005Ascensin Ua 291

N U E VA

EDICIN DE

O BRAS

COMPLETAS

< Munich, 1954.

Los clsicos de nuestros clsicos Ortega y el arte de la recepcinDomingo Hernndez Snchez

S

in duda alguna, la mayor contribucin que realiza la nueva edicin de las Obras completas de Jos Ortega y Gasset consiste en ofrecer la fijacin textual definitiva del corpus orteguiano. Apoyadas en tan slida base, sern posibles todo tipo de ediciones particulares, crticas o comentadas, mejores o peores, pero siempre dirigidas por esa base textual y, por tanto, a la altura de las nuevas circunstancias filolgicas. Debido a esto, el tiempo de estas Obras no es slo su presente sino, sobre todo, su futuro: la definitividad textual que se aporta ahora debe permitir la indefinitividad por utilizar un concepto fundamental para el Ortega de los aos cuarenta de la crtica y el estudio. Nos hallamos, as, ante la posibilidad de enfrentarnos a Ortega de un modo diferente a como se ha venido haciendo hasta ahora, un modo ms riguroso, ms fiable y slido, que, por fin, nos permita tratar a nuestro clsico como l hizo con los suyos. Y es que resulta evidente que, en muchos casos, en la filosofa espaola hemos tratado a nuestros clsicos de un modo distinto, por no decir opuesto, a como ellos trataron a los suyos. En el caso de Ortega, la paradoja resulta evidente: mientras nosotros insisto, la mayora de las veces, no todas, nos hemos limitado a exponer a Ortega, ste, por su parte, insista una y otra vez en que la relacin con el clsico no debe ser slo de exposicin, sino de utilizacin, de aplicacin de las enseanzas del clsico a nuestros temas y problemas a fin de ver qu haba en l que fuera instructivo para nosotros. Esta paradoja tiene una parte positiva y una negativa. La positiva consiste en afirmar la fuerza de nuestros clsicos, de Ortega especialmente, para relacionarse con los suyos, es decir, la maravillosa teora de la recepcin que ya posea nuestro clsico. Lo triste est en que esa teora de la recepcin presente en nuestros clsicos era, es, muRevista de Estudios Orteguianos N 12/13. 2006

10

Los clsicos de nuestros clsicos. Ortega y el arte de la recepcin

cho ms avanzada que la nuestra. Nuestros clsicos estaban muy por delante de nosotros, su teora de la recepcin era muchsimo mejor que la nuestra, entre otras cosas porque la nuestra, respecto a ellos, est, la mayora de las veces ausente. En el caso de Ortega todo esto tiene una explicacin ms o menos clara. Como es sabido, Ortega posea un concepto de clsico y una idea de recepcin lo suficientemente fuertes como para apoyar en ellos la relacin con los temas y autores que le eran tiles para sus intereses. De hecho, la teora de los clsicos y de la recepcin presente en Ortega iba ms all de ser una mera relacin con los autores del pasado, por el simple hecho de que tena connotaciones temticas fundamentales en su filosofa. Esas connotaciones remiten a contextos como el de la historia, el futuro, la profeca en la historia, etc., y es en tales contextos donde aparecen autores determinantes para entender tanto la relacin con la teora de los clsicos y su recepcin, como esos temas bsicos en Ortega. Uno de esos autores es Hegel, otro August Wilhelm Schlegel, aunque ste ltimo slo lo sea por un pequeo aforismo. Efectivamente, quiz a partir de estas nuevas Obras completas podamos comenzar a tratar realmente a Ortega como un clsico, o por lo menos eludiendo esa sospecha de que lo hacamos con un material de lectura problemtico. De hecho, quiz ahora, por primera vez, la lectura que hagamos con Ortega responda a las exigencias que l mismo haca a todo lector. Para Ortega, la contemplacin o recepcin nunca deba ser pasiva, sino activa, y en este sentido adquira los caracteres de una atractiva recepcin esttica: el arte es siempre creacin y no eleccin entre lo ya creado. Es creacin, no slo parte del artista productor, sino tambin del contemplador. Una esttica torpe nos ha habituado a reservar el nombre de artista para el que produce la obra, como si el que la goza adecuadamente no tuviese tambin que serlo. Produccin y recepcin son en arte operaciones recprocas 1. En ese texto, Ortega no remite nicamente a la necesaria conjuncin de produccin y recepcin de la obra, sino tambin a la relacin entre pasado y presente en los modos de interpretacin. O, de otro modo, no se trata nicamente de que la recepcin refiera al arte, sino de que la recepcin misma es un arte: el dilogo entre el productor y el receptor crea constantemente la obra, la actualiza, sin por ello desvirtuar su situacin y contextualizacin concretas en un determinado momento histrico. Es, as, la conjuncin de pasado y presente la que dinamiza el proceso receptivo.1 Jos ORTEGA Y GASSET, Nuevas casas antiguas, en Jos ORTEGA Y GASSET, Obras completas, tomo II (1916). Madrid: Fundacin Jos Ortega y Gasset / Taurus, 2004, p. 655. A partir de aqu cito esta edicin sealando, en el cuerpo del texto, nicamente el nmero de tomo en romanos y de pgina en arbigos.

Revista de Estudios Orteguianos N 12/13. 2006

DOMINGO HERNNDEZ SNCHEZ

11

Por ello, si se intenta no una actualizacin o contemporaneizacin del clsico, de la teora pretrita, sino un simple traslado de lo recibido, una reinstauracin de lo pasado en el presente, surge el escolasticismo, la tragedia de la recepcin, y es que no se suele percibir lo que tiene de trgico toda recepcin2. Es la tragedia del transporte integral de ideas, tragedia causada por la imposibilidad de hacer del pasado un presente. La teora pasada nicamente llega hasta el presente si se la adeca a los nuevos intereses, si se la actualiza y se aprovecha lo que de ella es til. De este modo es como, por ejemplo, recibe Ortega a Hegel: en ningn momento pretende hacer presente un pasado, sino utilizar lo que de ese pasado puede ser contemporaneizado, adecuado a los nuevos intereses, a las propias teoras. La recepcin de Hegel por Ortega no es una tragedia, sino la conjuncin acumulativa, ampliadora, que supone el dilogo, la utilizacin del clsico, su salvacin para conseguir la nuestra. Esta es la idea que Ortega tiene de la recepcin de los clsicos, y es la metodologa que aplica a su recepcin del clsico llamado Hegel: No hay ms que una manera de salvar al clsico: usando de l sin miramiento para nuestra propia salvacin es decir, prescindiendo de su clasicismo, trayndolo hasta nosotros, contemporaneizndolo, inyectndole pulso nuevo con la sangre de nuestras venas, cuyos ingredientes son nuestras pasiones... y nuestros problemas. En vez de hacernos centenarios en el centenario, intentar la resurreccin del clsico re-sumergindolo en la existencia (V, 142). La conexin entre la teora del clsico en Ortega, su teora de la recepcin, as como la relacin con el clsico llamado Hegel, convergen de esta manera en un nico punto comn. Y es ese punto comn el que, al igual que Ortega respecto al clsico Hegel, debemos aplicar nosotros al clsico Ortega. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el clsico es necesario siempre, pero siempre tambin insuficiente. Necesario porque aquello que lo convierte en clsico no es el hecho de que ofrezca soluciones o respuestas a cuestiones hasta entonces irresueltas, sino precisamente lo contrario: que los problemas que l encontr siguen presentando batalla, nos plantee problemas, discuta y se defienda de nosotros (V, 231), con lo que su actualidad proviene de su problematismo, de su inconcluJos ORTEGA Y GASSET, La idea de principio en Leibniz y la evolucin de la teora deductiva, en Jos ORTEGA Y GASSET, Obras completas, VIII. Madrid: Alianza Editorial / Revista de Occidente, 1983, p. 214. A partir de aqu cito esta edicin de Obras completas, tambin en el cuerpo del texto, mediante Oc83 ms el nmero de tomo en romanos y de pgina en arbigos. Las ideas que rodean a esa afirmacin sobra la tragedia de la recepcin las repite Ortega en ms de una ocasin: vase, por ejemplo, Medio siglo de filosofa, en Jos ORTEGA Y GASSET, Origen y eplogo de la filosofa y otros ensayos de filosofa. Madrid: Revista de Occidente en Alianza (Obras de Jos Ortega y Gasset, 12), 1981, p. 139 ss.; y Prlogo a El collar de la paloma, de Ibn Hazm de Crdoba, Oc83 VII, 47 ss.2

Revista de Estudios Orteguianos N 12/13. 2006

12

Los clsicos de nuestros clsicos. Ortega y el arte de la recepcin

sin, de, como escribe Italo Calvino en Por qu leer los clsicos, no acabar de decir nunca lo que tiene que decir. As, la eternidad, la persistencia de los clsicos, se inicia en la propia inconclusin de los problemas y temas que plantean. Pero, si sa es su necesidad, tambin implica su insuficiencia, porque el hecho es que los problemas adquieren otras formas y solicitan respuestas adecuadas a las pocas nuevas. La urgencia y velocidad de la vida continan presentando cuestiones a las ya iniciadas por los clsicos, cuestiones que exigen respuesta inmediata para superar el naufragio en el mundo. Es as como surge el enfrentamiento que posibilita la recepcin. Los clsicos deben perder su clasicismo y ser utilizados para ayudar a superar el naufragio, salvar al clsico utilizndolo para nuestra salvacin, con plenas pretensiones de actualidad. Por ello, es preciso citar a los clsicos ante un tribunal de nufragos (V, 122). Ante ese tribunal respondern a las cuestiones urgentes, las cuestiones de presente, las que refieren a la teora propia originada en el tiempo propio. Perdern su clasicismo, pero mantendrn su actualidad. sta es, por tanto, la teora de los clsicos en Ortega, que no slo es expuesta insistentemente, sino tambin desarrollada en la prctica de un modo constante. Quiz sea posible afirmar que, demasiado habitualmente, nosotros hemos eludido la aplicacin al propio Ortega de este modo de entender al clsico, de lo que se desprende que no hemos utilizado al propio Ortega para poder superarlo, y quiz ste haya sido el error. Si hubiramos obedecido a Ortega, en primer lugar tendramos a un Ortega mucho ms vivo, mucho ms til, y, en segundo lugar ya lo habramos superado, en el sentido hegeliano de Aufhebung: no lo hemos superado precisamente porque no lo hemos recibido. Cuando Ortega expona su teora de los clsicos y la pona en prctica no slo nos contaba unas ideas, sino que nos haca una peticin, una peticin nada humilde, pero s totalmente realista: aplicad a mis teoras lo mismo que yo a las de mis clsicos, por la sencilla razn de que sa ser la nica forma de que, primero, yo os sea til, y, segundo, podis superarme sin traumas. sa es la relacin entre los clsicos y el futuro, y es lo que de modo explcito deca Ortega sobre sus libros: Me importa ante todo el futuro, y en mis escritos he insultado siempre a la mujer de Lot, a la cual, entre parntesis, tampoco le importaba el pasado, porque el pasado slo importa desde y para el futuro. La memoria no es sino el culatazo que da la esperanza (V, 112). Ahora bien, para entender este tema del futuro, sea en el contexto que sea, el autor fundamental en Ortega es, sin duda alguna, Hegel, un Hegel que, a su vez, podemos comprenderlo desde todos los referentes que proporciona la teora de la lectura de Ortega, teniendo claro que, ahora ms que nunca debido a la aparicin de la nueva edicin de las Obras completas, esa teora de la lectura adquiere un inters renovado.Revista de Estudios Orteguianos N 12/13. 2006

DOMINGO HERNNDEZ SNCHEZ

13

La recepcin de Hegel por Ortega significa su citacin ante el tribunal de nufragos. Hegel ser resucitado no mediante exposiciones o interpretaciones, sino mediante su aplicacin a los nuevos problemas o teoras, sabiendo, adems, que la resurreccin del clsico en los nuevos problemas exige todos los caracteres de la teora de la recepcin. No se trata, as, de exposiciones, tampoco de continuidad histrica o hermenutica, sino de recepcin esttica en el dilogo y la co-realizacin de la obra, aprovechar lo que el clsico dice y lo que no dice, mostrar la lectura como aumento, completar la obra completando su lectura (I, 760), convertir la vista en mirada y el leer contemplativo en leer receptivo, en leer pensativo (I, 772). Por todo esto, puede afirmarse que la conexin entre el clsico y la posibilidad de su recepcin, de su contemporaneizacin, remite directamente a una teora de la lectura en Ortega y del decir en general. Esa teora iba a situarse de un modo explcito en un estudio concreto, los Principios de la nueva filologa, uno de los captulos del proyecto al que remite insistentemente Ortega y que no lleg a ver la luz, la Aurora de la razn histrica. Sin embargo, los dos principios sobre los que se sostendra la teora los menciona Ortega en La reviviscencia de los cuadros y en el comentario al Banquete de Platn, dos textos del mismo ao, 1946. Esos dos principios expresan la ley de deficiencia y exuberancia de los textos: 1. Todo decir es deficiente dice menos de lo que quiere. 2. Todo decir es exuberante da a entender ms de lo que se propone (Oc83 IX, 751). El clsico que se re-vitaliza al ser colocado ante los problemas y pasiones presentes conecta de este modo con una teora de la lectura en la que la recepcin del texto aprovecha tanto la deficiencia como la exuberancia de todo decir. Si el clsico no acaba de decir nunca lo que tiene que decir, el tema se ampla a toda enunciacin significativa: ningn decir concluye nunca de decir. Hegel ser situado por Ortega ante ambos contextos metodolgicos, el del clsico y el de la lectura, y es esto lo que exige la utilizacin de una muy determinada teora de la recepcin para el anlisis de la relacin entre ambos, Hegel y Ortega. Todo decir es deficiente y exuberante simultneamente porque su intencin es siempre querer decir tal cosa determinada, pero esa determinacin no es nunca expuesta con plena suficiencia. Siempre habr una inadecuacin entre lo que se pretenda decir y lo que efectivamente se dice. Una gran cantidad de supuestos quedan tcitos, las cosas que, por sabidas, se callan, supuestos que en el dilogo con el contemporneo son coincidentes, pero no as si el dilogo se establece con el antepasado, con la figura histrica. En la lectura, el problema se acenta. El leer es una faena utpica, que tiene que contentarse con aproximaciones al objetivo inicial de entender completamente un texto. En el esfuerzo que supone la aproximacin, el lector extraer una porcin de lo queRevista de Estudios Orteguianos N 12/13. 2006