revista de historia naval nº35. año 1991

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    INSTITUTO. DE HISTORIA Y CULTURA NAVALARMADA ESPAOLA

    REVISTADEHISTORIA NAVAL

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    REVISTA DE HISTORIA NAVALCONSEJO RECTOR:Presidente: Directordel Instituto de Historia y Cultura Naval, Jos Ignacio Gonzlez-Aller Hierro, contralmirante.Vicepresidentey Director: JosCervera Pery. coronel auditor de la Armada.Vocales: Secretariogeneral del Instituto de Historia y Cultura Naval, Antonio Meirs Baamonde, capitn de navo.

    Redaccin: MaraVign Tabar, Lola Higueras Rodrguez. Luisa Martn-Mers,Hugo ODonnell y Duque de Estrada, Isabel Hernndez Sant.Administracin: OvidioGarca Ramos, comandante de Intendencia de la Armada.DIRECCIN Y ADMINISTRACIN:

    Museo NavalMontalbn, 2.28014 Madrid (Espaa).IMPRIME:

    Servicio de Publicaciones de la Armada.Publicacin trimestral: cuarto trimestre 1991.Precio del ejemplar suelto: 650 ptas.Suscripcin anual:

    Espaa y Portugal: 2.400 ptas.Resto del mundo: 30 $ USA.Depsito legal: M. 16.854-1983.ISSN-0212-467X.NIPO: 098-91-018-X.Printed in Spain.CUBIERTA: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval.

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    SUMARIOPgs.

    NOTA EDITORIAL . 5Consideraciones y reflexiones ante un escenario estratgico, porJos Cervera Pery7El comercio triangular entre Filipinas, Mxico y Per a comienzosdel siglo xvii, por Pilar Latasa Vasallo y Maribel Farias deAlba13La defensa de Puerto Rico (1797), por Pilar Castillo Manrubia 29Casas del Rey y Capitana, por Juan Soler Cant45La desercin en la Marina espaola del siglo xviii, por Adelaida

    Sagarra y Nieves Ruprez63La carta de fletamento del vapor Royal Zar al servicio de la Armada Espaola (1834), por Ramn Fernndez Guerra77Reflexiones sobre el Descubrimiento, por Jos Luis Tato89Documento95Noticias Generales, por M. Dolores Higueras Rodrguez99La Historia Martima en el mundo, por Luisa Martn-Mers103Recensiones 105

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    COLABORAN EN ESTE NMEROJos Cervera Pery es coronel auditor y periodista. Diplomado en Tecnologa de la Informacinyen Derecho Internacional. Miembro de la Real Academia de la Historia y autor de una seriede libros de Historia Naval. Conferenciante y articulista, en la actualidad es jefe del Departamento de Cultura del Instituto de Historia y Cultura Naval, y jefe del Servicio Histrico delCuartel General de la Armada. Actual director de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL.Pilar Latasa Vasallo, licenciada en Historia de Amrica. Investigadora. Ha participado ennumerosos cursos y congresos americanistas. Colabor en un simposio sobre HistoriografaNaval,organizado por el Instituto de Historia y Cultura Naval. Actualmente se encuentra investigando en distintos archivos espaoles sobre la administracin virreinal espaola en Amrica.Maribel Farias de Alba es estudiante de Geografa e Historia en la Universidad Complutensede Madrid.Pilar Castillo Manrubia es bibliotecaria del Estado Mayor de la Armada y fue condecorada conla Cruz del Mrito Naval de primera clase, con distintivo blanco. Obtuvo su licenciatura en Historia en la Universidad Complutense, donde permaneci como profesora ayudante de la Ctedra de Historia de Espaa en la Edad Media. Su tesis doctoral, titulada: La Marina de GuerraEspaola en el primer tercio del siglo xix, obtuvo el Prmio Virgen del Carmen para libros. Haparticipado en congresos internacionales de Historia Militar yen las Jornadas de Historia Martima del Instituto de Historia y Cultura Naval. Colabora habitualmente en revistas castrenses,como: General de Marina, Ejrcito, Historia y Cultura Naval, Formacin...Juan Soler Cant es teniente coronel mdico de la Armada y sus numerosos trabajos sobrevariadas temticas han versado sobre los temas mdicos de sus especialidades: medicina interna, geriatra, aparato digestivo, medicina subacutica..., obteniendo diversos premios nacionales de la Fundacin Flix Echauz (1945 y 1956), de la Real Academia de Medicina y Ciencias deMurcia (1967), de la Sociedad Espaola de Gerontologa (1971). Tambin en el rea histrica.con 14 libros editados sobre Cartagena, Mastienos y Tartesios, Cartagineses y Bizantinos... Yen el rea literaria, premios de ensayo (Serem 77), turismo (Everest 77), poesa (Flor NaturalCastelln 1978) y el primer Manual para Buzos (1952). Colaborador habitual de las revistas:General de Marina, Ejrcito, Medicamenta>,Especial del Aparato Digestivo, Noticias Mdicas, etc.Ramn Fernndez Guerra, Licenciado en Derecho en 1980por la Universidad de Oviedo, esprofesor de Derecho Martimo en la Escuela Superior de la Marina Civil de Gijn, dependientede la Universidad de Oviedo. Obtuvo la Suficiencia investigadora en 1989 en el Departamentode Ciencias Jurdicas Bsicas de la mencionada Universidad, y en la actualidad es tambin profesor visitante en el Instituto Europeo de Estudios Martimos y en el Colegio de Oficiales de laMarina Mercante Espaola durante los cursos 90-91 y 91-92.Jos Luis Tato Tejedor, capitn de navo, ha sido director de la Revista General de Marinadurante los cuatro ltimos aos y anteriormente fue subdirector de la misma. Actualmente, ensituacin de retiro, forma parte de los Seminarios de Relaciones Internacionales del InstitutoEspaol de Estudios Estratgicos (CESEDEN). Estos temas relativos a poltica internacional,estrategia general y naval e historia constituyen una constante en sus aportaciones a diversaspublicaciones especializadas en dichas materias. Asimismo, es miembro de la AsociacinAtlntica Espaola y de la Fundacin Humanismo y Democracia.

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    NOTA EDITORIALCon este nmero de la REVISTA cronolgicamente el 35 se cierra laplanificacin otorgada a 1991, en la que se ha procurado ante todo una puntualidad en el encuentro con el lector. Encaramos ahora con idnticos nimosy renovadas esperanzas el anunciado 1992, del que tanto hay que decir desdela conmemoracin no slo del y Centenario del Descubrimiento, sino tambin de la culminacin de la Reconquista, el logro de la unidad religiosa y laprimera gramtica espaola obra de Nbrija 4ue siempre fue la lenguacompaera del Imperio.Pero mientras que aguardamos el evento, bueno ser que expongamos laslneas directrices de cuanto se nos ofrece en este nmero. El almirante Bordej ha cesado en la direccin del Instituto de Historia y Cultura Naval porimperativo legal y tras una meritoria y esplndida labor de cuatro aos. En suhomenaje ms que merecido se abren las primeras pginas de la REVIS

    TA, ya que Consideraciones y reflexiones ante un escenario estratgico es,ante todo, el justo reconocimiento de su tarea impulsora, a travs de anlisisde su ltimo libro.El comercio triangular entre Filipinas, Mxico yPer a comienzos delsiglo XVII es un documentado estudio de dos jvenes investigadoras, PilarLatasa Vasallo y Maribel Farias de Alba, frente a las que se abre un nomenos esplndido porvenir en tan difcil como abnegada ciencia; La defensade Puerto Rico en 1797, de Pilar Castillo, ofrece su nuevomatiz histrico, yCasas del Rey y Capitana es un interesante trabajo de Juan Soler Cant,para quien la historia de su ciudad natal no guarda ningn secreto.La desercin en la Marina espaola en el siglo XVIII, tema poco conocidoy menos valorado es un trabajo conjunto de Adelaida Segarra y Nieves Ruprez, mientras que Ramn Rodrguez Guerra nos brinda su curiosa Carta defletamento de vapor Royal Zar, al servicio de la Armada espaola en 1834.Otras nuevas reflexiones sobre el Descubrimiento, de Jos Luis Tato, cierralas pginas de los ensayos y notas de esta nueva comparecencia editorial.Las secciones fijas de Documento, Noticias Generales, la HistoriaMartima en el Mundo, y las acostumbradas Recensiones, culminan la singladura nmero 35de la REVIsTA, en la que su director, redactores y colaboradores, desean a los lectores, suscriptores y favorecedores unas felices Navidadesy un venturoso ao de 1992, tan cargado de expectativas y de esperanzas.

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    CONSIDERACIONESY REFLEXIONES ANTEUN ESCENARIO ESTRATGICO

    (Homenaje al Almirante Bordej)Jos CERVERA PERYDirector de la Revista de Historia Naval

    Casi al propio tiempo que culminaba una magnfica tarea rectora al frentedel Instituto de Historia y Cultura Naval, el contralmirante Fernando de Bordej, uno de los ms preclaros investigadores de la razn martima espaoladaba a la luzy nunca mejor expresado el trmino su libro El escenarioestratgico espaolen el siglo xvi (1492-1556)con el que se ha cerrado la brillante trayectoria de la Coleccin Gran Armada, testimonio de un esfuerzo y una constancia en buena parte a l debidos.No pretendo desde aqu ejercer funciones crticas de una obra que, siendopara mi admirable, me exime de cualquier contemplacin analtica, que seguramente pecara de incompleta. Trato de exponer desde la perspectiva de laadmiracin y la amistad una serie de reflexiones o consideraciones que la lectura del libro me ha sugerido. Porque ante todo es un libro importante, para leerdespacio y meditar lo ledo, y cuyo nicopero, si es que hay que buscar alguno,es el que no hubiera salido capitaneando la serie de los que despus se sucedieron, pues como prtico de ellos constituye la ms lograda meditacin sistemticasobre la indudable influencia del mar en la Historia de Espaa.La posicin estratgica espaola ha dinamizad desde siempre los diferentesespacios martimos, desde muy distintas perspectivas. Los diversos reinospeninsulares existentes al nacimiento de Isabel y Fernando, Aragn, Castilla,Portugal y el ms pequeo de Navarra, estaban ya delimitados y tenan respectivamente concluda su etapa de reconquista, excepcin hecha del reino nazarde Granada, enmarcado en la esfera de influencia castellana, ya que Aragn,asomado al litoral levantino y con el anda mediterrnea de las islas Baleares,haba iniciado con bastantes aos de anterioridad su expansin martima haciatierras de Italia, de las que desde Npoles a Sicilia no conocan otros reyes quelos suyos.Castilla, tras el freno que supuso el desastre de Aljubarrota con los portugueses, apuntalaba el reino, que desde Juan II, padre de Isabel, haba evidenciadocon seales inequvocas sus dseos futuros de expansin en aras de una potencialidad que se vio por desgracia interrumpida y retrasada en el tumultuoso reinado de Enrique IV, que demora la ascendente marcha castellana. Un autnticoAo 1991

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    CONSIDERACIONES YREFLEXiONES A NTE UN ESCENA RIO ESTRATGICOesta cobertura de seguridad, Castilla puede acometer la empresa de Granaday la limpieza de piratas del litoral de Berbera, conel fin de consolidar eldominio mediterrneo, que Aragn ejerca desde Barcelona. Los espaciosestratgicos permiten entonces conjugar una expansin terrestre peninsularcon la martima, aunque todava el Atlntico siga siendo hacia el oeste un marcasi indito, a la espera de la gran aventura ultramarina.El sistema de alianzas matrimoniales seguir dando su juego en apoyo dela expansin. Como la superioridad c ntinental se inclinaba a Francia, quecon sus acciones en Italia, el Roselln y la Cerdea, a ms de su influenciasobre el reino de Navarra, pona en peligro la integridad de Aragn, losReyes Catlicos inician su aproximacin a los Hasburgo, que desde su posicin geoestratgica europea podran fcilmente neutralizar a Francia, y as sepacta el doble matrimonio del Prncipe espaol Don Juan con la PrincesaMargarita de Austria, y el de Felipe el Hermoso, heredero de Maximiliano,con la Princesa Doa Juana. Todava la neutralizacin de Francia podr sermayor reforzando la posicin nacional sobre la misma y quedando ms despejado el escenario martimo, al concertar el matrimonio de la princesa DoaCatalina, ltima hija de los Reyes Catlicos, con el Prncipe ingls Arturo,hijo de Enrique VII, que al morir a los pocos meses de casado posibilita el discutido y posterior matrimonio de Catalina con su hermano, el que luegohabr de ser Enrique VIII, cuyos negativos efectos polticos seran muy distintos de los que se pretendan.

    De esa manera, y a travs de los sucesivos matrimonios de sus hijos, losReyes Catlicos entretejieron una red de alianzas al objeto de cubrir los flancos de sus reinos, que si no logran la plenitud de fines, contribuyen poderosamente a proyectar la preponderancia conjunta de Castilla y Aragn, pues respaldada la primera en el continente, superado el obstculo de Granada, ycompartiendo con el segundo los intereses mediterrneos, se prepara unanueva faceta de expansin y accin exterior hacia el sur y el oeste, con la consiguiente ampliacin, por tanto, del escenario estratgico espaol.Con el descubrimiento de Amrica, este escenario estratgic espaol,sobre todo en su mbito martimo, acusa un gran impacto decisorio. La rutaatlntica queda abierta y los descubrimientos se suceden y regularizan, ofreciendo a los cuatro vientos el camino de Amrica. Los interrogantes ante estanueva coyuntura se suceden ininterrumpidamente. Cabe preguntarse, quvariables polticas podrn surgir respecto a la accin exterior seguida hastaentonces?, qu repercusiones mundiales habr de producir el acontecimiento? y cul ser el autntico significado de la proyeccin nacional sobre elNuevo Mundo? En orden a la primera interrogante, la total continuidad de lalnea seguida es la respuesta. La paz con Portugal se prosigue sistemtica yplenamente pese a las salpicaduras de interpretaciones que el Tratado de Tordesillas propiciado por los Reyes Catlicos tras el primer regreso deColn seguiraarrojando. De otra parte, el equilibrio continental seguaprcticamente estabilizado tras la aproximacin con los Hasburgo y con Enrique VIII de Inglaterra. La accin sobre el litoral africano, para salvaguardarAo 1991

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    3. CERVERA PERYel territorio peninsular, dominio del Mediterrneo y lucha contra la piraterasarracena, se refuerza al mximo incluso tras la muerte de la Reina Isabel, yque nos lleva al dominio desde Melilla a Trpoli, y la defensa de los dogmascristianos va a conocer el trasvase espiritual plasmado en la evangelizacin delas nuevas tierras.La apertura de las nuevas rtas martimas determina el desarrollo de losintercambios comerciales internacionales, centrados sobre los puertos de Lisboa, Sevilla y Cdiz, Europa se ve obligada a mirar al Atlntico y a replantearsus propios escenarios estratgicos, o mejor dicho la estrategia de sus acciones. La lucha por la supremaca martima sale de los moldes mediterrneos,donde no haba otra oposicin que la de la media luna, para tratar de arraigarsobre los nuevos espacios abiertos por espaoles y portugueses.Escenario, estratgico y espaol son trminos que se completan ypormenorizan, cuando pueden ser estudiados en sus componentes de uniformidad y variabilidad. Bordej sabe conjugarlos perfectamente desde su razmartima, pero sta quedara hurfana de contenido si no se le aplicara elnecesario esfuerzo para desvelar su imagen. Y en ello ha puesto su empeo elinvestigador, cuya tesis debe ser aceptada y valorada positivamente, pues esel exponente de una realidad histrica que, guste o no, se hace presente. Elcomo y el por qu de una Espaa de destino peninsular y marinero, convertida en potencia continental cuyas derivaciones y efectos habrn de sufrirFelipe II y sus sucesores, aparece explicado con claridad meridiana, porqueBordej ha sabido bucear en el fondo de muchas realidades superpuestas ycontrapuestas en la explicacin de un complejo proceso de desarrollo histrico a partir de una serie de ordenaciones convivenciales, trazadas en ordena la contemplacin de la estrategia hispana desde la poca de los Reyes Catlicos hasta las vsperas de la Empresa de Inglaterra, en la que a propsitoqueda varado, pues su estudio comporta un abundante almacn de deducciones que exige la ntima colaboracin del lector.No se puede abordar el anlisis sin una meditacin sobre los antecedentes,ya que no es suficiente una nica tipologa para comprender fenmenos polticos presentes o pasados. Del escenario estratgico bordejiano derivan laperspectiva, la dimensin y el movimiento del espacio que es pluridimensional, acorde con las circunstancias que lo condicionan, utilizado comoesquema ordenador de la poltica y sus exigencias. Porque en el escenarioestratgico espaol, el mar est no como frontera sino como va de trfico, decomunicacin y comunidad. Castilla lo utiliza cuando sus poderes llegan alsur, con jefes expertos procedentes de Italia, como los Zacaras o los Bocanegra, o sbditos de la corona de Aragn como Gilberto de Castelnou. Pero lairrupcin del mundo martimo en la concepcin terrestre propia de Castilla,encuentra un interesante ejemplo en la equiparacin que hace Alfonso X delos caballeros preparados para la lid campal y los que fuesen sennores denavios armados, tal y como lo documenta en un privilegio concedido a loscaballeros de Alicante (17-enero-1257).10 35

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    CONSiDERA ClONES YREFLEXIONES A N TE UN ESCENARIO ESTRATGICOHa escrito Beneyto que la Espaa al modo de los antiguos, la Espaa queacoge a la Pennsula es obviamente marinera, pero Castilla no. Al iniciarse laEdad Moderna, Castilla segua siendo completamente medieval y senta

    como tarea nacional propia la de conseguir la unidad confesional de la Pennsula, y despus, en tanto que posible, la del mundo. Pero Aragn no comparte su mismo entusiasmo, y abandonada la poltica internacional de lacorona aragonesa, desarbolado sus navos y erosionadas sus defensas, Castilla no pudo disponer de una va de comunicacin bien protegida. Si Felipe IIpiensa en la Marina portuguesa para enfrentarla a los ingleses, ningn Felipese ocup de la Marina aragonesa o de la catalano-balear al impedir a los hombres del litoral del este espaol su acceso a las tierrs trasatlnticas. La falta.de una armada fue consecuencia del rechazo de la aportacin litoral levantinaa la empresa colonizadora colombina, pero tambin el abandono de la poltica mediterrnea hizo viable la entrega del mare nostrum a los franceses. Yalo advierte claramente Barcia Trelles en su Interpretacin del hecho americano por la Espaa universitaria del siglo xvi. Carlos Vera ungecrata;leinteresaban los asuntos europeos, digamos continentales, no los indianos, digamosmarineros. Por su familia y talante no asimila, ni acaso percibe en toda sumagnitud, lo que representa la adicin del Nuevo Mundo. Y como Espaa noera un pas talasocrtico, van a ser Inglaterra y Holanda quienes se beneficiende tal estructura, pues de ese modo pudieron participar en la actividad colonial.

    Y esta falta de mentalidad naval se concretar tambin en el tema quedirectamente nos atae. La propia Gran Armada no estuvo preparada paraluchar contra otra formacin con el escenario estratgio martimo impesto,sino que tena por objetivo situar tropas en tierra (y esto ha sido magnficamente estudiado por los autores de la coleccin Gran Armada). Era marinade desembarco, no marina de combate; la lucha prevista no era naval sinocampal. De ah las instrucciones de rehuir al enemigo y de tratar de desembarcar en Irlanda, donde habra de encontrar mejores apoyos.El almirante Alvarez Arenas ha tratado en varios de sus ensayos el temade la falta de mentalidad naval espaola, con autntico magisterio. En De lamar en la historia de Espaa escribe: Desde el siglo xiii, y rotundamente desdeel xv, Espaa, toda la pennsula, era marcadamente de condicin martima.La desviacin entre condicin y mentalidad germinante en elfondo del alma seconfirm definitivamente en el siglo xvi, al perderse lasingularsima oportunidad del Descubrimiento, con su inmensamente efectiva secuela histrica, por lapreferencia austraca de la solucin europea. Y ello habr de sopesarsenegativamente cuando recursos econmicos, e incluso humanos, y una mentalidad ciertamente anquilosada no sean suficientes desde el escenario estratgico felipino para sostener la preponderancia martima de la que puedaderivarse la hegemona militar.Fernando de Bordej, con su Escenario estratgicoespaol, ha culminadola magnitud de una empresa editorial, plasmada en ocho importantes volmenes, nacida y lograda a sus impulsos. Puede enorgullecerse de ello y patentiAo 1991

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    J. CERVERA PERYzar as la trascendencia de su labor en su destino de Director del Instituto deHistoria y Cultura Naval. Desde su bien ganado descanso, esperemos ydeseemos que nos siga ofreciendo su clarificada dimensin investigadora yanalista en nuevas y felices aportaciones, con la atencin que se debe a lainfluencia de un factor histrico, como es la problemtica del mar y sus connotaciones, en el origen y desarrollo de la historia patria.

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    EL COMERCIO TRIANGULARENTRE FILIPINAS, MXICOY PER A COMIENZOS DELSIGLO XVII

    Pilar LATASA VASALLOMaribel FARINAS DE ALBA

    El comerciode las Indias con Oriente, 1573-1620.Desarrollo del eje Manila-Acapulco-El Callao.

    La actividad comercial del Estado espaol en tierras de Indias estuvodomiada durante los siglos xvi y XVII por las doctrinas mercantilistas de lapoca. Dos eran las pautas que regulaban el comercio colonial: El monopolio espaol del comercio y la navegacin en el Nuevo Mundo. La explotacin de metales preciosos.Cuando se produce el asentamiento espaol en Filipinas aparece un elemento perturbador del sistema mercantilista (1).Las Islas gozaban de una situacin privilegiada para el comercio con Asia.Los intercambios con China y otros lugares del continente haban comenzadomucho antes de la llegada de los espaoles. Adems, no haba en Filipinasriquezas mineras que explotar, as que se opt por el desarrollo del comerciooriental. Manila se convirti pronto en el intermediario fundamental entreAsia y Amrica.En 1573 llega a Mxico el.primer cargamento de productos asiticos. A

    partir de ese momento se establece un intercambio constante a travs del llamado Galen de Manila. De regreso a las Islas llevaba artculos peninsularesy de aquel virreinato, que se vendan all a elevados precios, para consumo delos hispanos (aceite, vino, harina, tejidos, sombreros, calzado, cordobanes).Este trfico no tuvo en sus comienzos ningn tipo de trabas en cuanto a lacalidad y cantidad de sus artculos. Tan slo hubo por parte de la Corona unlgico inters fiscalizador, dados los importantes beneficios que empezaba aproducir. Al poco tiempo, se fij un flete de ocho pesos por tonelada de cargaembarcada desde Manila. En 1598,Felipe II ordenaba que este flete y la alcabala se cobrasen como se acostumbra (2)., -(1) As lo define Navarro Garca. L., en El comercio interamericano por la Mar del Suren la Edad Moderna. Revista de Historia, IV, nm. 23. Caracas, 1965;pg. 20.(2) Recopilacin de Leyes de los Reinos de indias. Libro IX, tit. 45, Ley 66.

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    EL COMERCIO TRIANGULAR ENTREFILIP1NAS, MXiCO YPERA...

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    P. LATASA VASALLO-M. FARIASDE ALBAA pesar de todos estos razonamientos mercantilistas, tampoco parecaposible cerrar totalmente el comercio asitico porque, segn explica Ramos,era el nico modo de mantener la economa de Filipinas (7). Finalmente, seopt por reducir el enlace con Manila a lo necesario para mantener en las islasun campo misional y permitir la subsistencia de sus pobladores. Con ello seprodujo la tremenda paradoja histrica que seala este mismo autor: despusde ser la ilusin del comercio con Catay el motor que movi la empresa descubridora de los Reyes Catlicos, cuando esta posibilidad se lleva a efecto, laCorona tendr que poner cortapisas (8).L Real Cdula de 1582 prohibi el trfico directo con Per, aunque en1591 Luis de Velasco recibi instruccin d permitir el reembarque haciaaquel virreinato de las mercancas orientales que no necesitara en Mxico,

    asegurndose de que se pagaban los impuestos (9).En ese mismo ao, la restriccin del trfico asitico se hizo extensiva alresto de los reinos de Indias al declarar Felipe II: que no haya contratacin delPer, Tierra Firme, Guatemala y atrs partes, con la China y Filipinas (10).Slo habra, por tanto, comercio cn Asia desde Acapulco.Tan slo dos aos ms tarde, en 1593, se cerr el mercado peruano a losproductos orientales. A pesar d la permisin de 1591, se estableci que laropa de China que se trajere a Nueva Espaa, se consuma en ella (...) y no sepuedan llevar al Per ni a Tierra Firme, ni a ninguna otra parte de las Indias(11). Adems, se limit el comercio entre Per y Mxico a dos navos anualesque transportasen mercancas por valor de 200.000 ducados en productosmexicanos oriundos de ambos virreinatos. Es decir, Nueva Espaa podraenviar al Per brea, pez, ail, telas asiticas teidas en Mxico y telas de Castilla. Per, a su vez,,exportara productos de escaso valor econmico como elvino, el vinagre o lasal. Segn explicaRodrguezCrespo, esto era lo que quera la Corona, un comercio que respondiera a las necesidades ms vitales y noun comercio indiscrirninado y d grandes proporciones (12).Como a pesar de estas medidas el trfico de productos asiticos continuaba, la Corona, despus de diversas consultas, elabor una nueva serie dedecretos en 1604:

    El comercio entre Filipinas Nueva Espaa se redujo a dos naves de200 toneladas cada una (13).(7) Ramos Prez,.D.: Minera y comercio interprovincialen Hispanoamrica, siglos xvi,xvny xviii. Vallado1id. 1970;pg. 229. ..(8) Ramos Prez,D.: op. cit.; pg. 229. :(9) Borah. W.:o. cit.; pg. 120.(10) Recopilacin de leves de los Reinos de Indias. Lib. 9. Tit. 45, Ley 5.(11) Recopilacin de Leves de los Reinos de indias. Lib. 9. Tit. 45. Ley 68.(12) Rodrguez Crespo, P.: Aspectos del comercio Per-Mxico en la administracin delVirrey Marqus de Montesclaros, .1607-1615. Cuadernos del Seminario de Historia, nm. 8.Lima, 1965; pg. 12.(13) En 1595 se haba restringido el comercio entre Nueva Espaa y Filipinas a dos barcosde 300 toneladas cada uno. Se permiti importar mercancas chinas por valor de 250.000 pesosy llevar de regreso 500.000 pesos de plata.

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    EL COMERCIO TRIANGULAR ENTRE FILIPINAS, MXICO YPERA... Se prohibi el comercio peruano con Oriente y se reforz con una seriede medidas de registro y nuevas penas por contrabando (14). El trfico anual entre Mxico y Per se estableci en tres navos de 300

    toneladas cada uno, lo cual, segn Borah, demuestra que la Corona nopona objecines a la exportacin de manufacturas mexicanas, spreocupacin se limitaba a la amenaza de los productos chinos sobrelos mercados espaoles (15). Con estas nuevas disposiciones se condenaba a muerte el comercio por elPacfico. Ms tarde, en 1607, se lleg incluso a prohibir el reembarque demercancas europeas de Mxico a Per, stas podran llegar slo a travs dePortobelo. Refirindose a tal cdula, dice Solorzano queparece haberse fundamentado en que si se abriese y frecuentase por all este cOmercio, cesara omenoscabara mucho el pasaje y contratacin con e/reino de Tierra Firme, quevulgarmente llaman la garganta del Per (16).La poltica mercantilista vuelve al ataque en 1609, ao en que se redujo elnmero de navos autorizados en 1604entre Mxico y Per a dos de 200 toneladas cada uno. Sin embargo, para contrarrestar el viaje ilegal de la plata, laCorona tuvo que permitir que se pudieran embarcar cada ao 200.000 ducados para pagar las mercaduras mexicanas. La razn era clara: no haba en elPer productos suficientemente valiosos para el intercambio (17).La cdula del 28 de mayo de 1620 intent de nuevo controlar y minorar la

    contratacin entre Per y Mxico hasta que finalmente, en 1631, se prohibitotalmente.As pues, la batalla se mantiene hasta el primer tercio del siglo xvii que,al igual que los ltimos aos del sigloXVI, se vio marcado por continuos y est-..riles intentos de estrechar ms el comercio Per-Mxico y Mxico-Filipinaspara evitar el escape hacia Oriente de la plata peruana.El trfico real.

    Durante casi 50 aos la legislacin mercantilista espaola trat de controlar el trfico del Pacfico entre Per, Mxico y Filipinas.Schurz cree que rara vez la ejecucin de una normativa colonial fue perse-guida con tanta constancia y rigor (18). Sin embargo, a pesar de los esfuerzos,la legislacin no se cumpli y las prohibicones fueron letra muerta.Durante la dcada de 1580-1590,las mercancas se embarcaban, registraban y pagaban impuestos como si no existiera restriccin alguna. En la dcada(14) Recopilacin... Lib. 9. Tit. 45. Leyes 69.71, 76.(15) Borah, W.: op. cit.; pg. 126.(16) SolrzanoPereira, J.: Poltica Indiana. Lib. VI. Cap. X. nm. 23.(17) Rodrguez Crespo, P.: op. cit.; pg. 14.(18) Schurz,W.L.:op.cit.;pg.399.

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    P. LATASA VASALLO-M. FARIAS DEALBA

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    EL COMERCIO TRIANGULAR ENTRE FILIPINAS, MXICO Y PER A...siguiente, el comercio Mxico-Per adquiri un enorme volumen; Borah creeque alcanz un valor de ms de dos millones, o quiz tres, de pesos de plata.La mayor parte de esta plata se destinaba a pagar en Acapulco las mercancasorientales. Despus se enviaba a Filipinas y desde all gran parte iba hacia laChina (19).El desarrollo del Galen de Manila favoreci, por tanto, la aparicin deuna nueva relacin comercial entre Mxico y Per. Los productos ms importantes que se reembarcaban rumbo a El Callao procedentes de Asia fueron:terciopelos, tafetanes, rasos y sedas de China, loza, canela y pimienta.De ello da testimonio la crnica de un judo portugus de principios delsiglo XVII: De las mercaduras que vienen a Mxico cada dos aos de la China,se llevan al Per grandes partidas de tafetanes y gorboranes enrollados y otrosde librete, damascos ordinarios y damascos mandarines (...) rasos de muchassuertes, en particular vienen muchos de lustre blancos de langun, picotes y azabachados, muy lindos terciopelos llanos y labrados, negros y [de] colores,mucha diversidad de colchas y sobrecamas labradas de muy varios colores(...). Llvase almizcle, a/galia, mbar negro, muchas y finas porcelanas y otrasmil lindezas. No es extrao que el judo annimo concluya que: Lima es unaciudad rica, la mejor ciudad de Amrica, abastecida de cuantas mercaduras sebenefician y labran debajo del cielo (20).La causa principal de este fraude era la corrupcin administrativa. LaCorona fue desde un principio consciente de esta realidad y procur penalizarel colaboracionismo. La Real Cdula de 1609 privaba de su oficio a los ministros venales y desterraba de Indias a los maestres de los navos involucrados.En la de 1620 se reconoca que el contrabando de ropa no se realizaba sin contar con los visitadores, oficiales reales y dems personas que intervenan en elregistro, as como los oficiales de las naves donde se hallase la ropa. Por ellose estableca que todos ellos fuesen declarados culpables (21).En opinin de Schurz fueron pocas las personas capaces de enfrentarsecon la hostilidad casi unnime de ciudadanos y funcionarios hacia estas medidas restrictivas. Incluso era frecuente que altos cargos de la Administraciny la Iglesia comerciaran a travs de intermediarios (22); una gran parte de lapoblacin se beneficiaba directa o indirectamente de este comercio.Por todo ello se trat tambin de reforzar las medidas judiciales contraeste trfico ilegal. En 1604se estableci, por ejemplo, que el virrey nombraraun oidor de la Real Audiencia que fuera juez privativo en estas causas (23).Pero existan mltiples formas de evasin que hacan prcticamenteincontrolable el contrabando de producs de Oriente al Per: algunos tejidos

    (19) Borah, W.: op. cit.; pg. 123.2O) Lewin, B.: Ed. prlogo y notas. Descripcin del Virreinato del Per. Crnica inditade comienzos del siglo xvii. Rosario, 1958; pg. 115.(21) Ayala, M.: Diccionario de gobierno y legislacin de indias. Madrid. 1988. T. III,nm. 47.(22) Schurz, W. L.: op. cit. pg. 399.(23) Solrzano Pereira. J.: op. cit. libro VI, cap. X, nm. 24.Ao 1991

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    P. LATASA VASALLO-M. FARIAS DEALBAasiticos, teidos en Nueva Espaa, se exportaban como mercanca mexicana; en ocasiones, los barcos desembarcaban estos productos antes de llegar aEl Callao para evitar su registro, etc.Una rpida panormica del origen y desarrollo del trfico indiano con Filipinas nos permite descubrir la existencia de un vigoroso comercio con el Pacfico a principios dl sigloxvii. Se trata de un floreciente sistema de relacionesinterregionales, ajeno por completo al ya decadente comercioatlntico. Elmercantilismo metropolitano no consigui controlarlo debido a los fuertesintereses locales que movan este trfico.El Virrey Montesclaros y el comercio interregional.

    El hecho de que a pesar de las limitaciones legales subsistiera el comercioasitico con Mxico y Per demuestra la vitalidad de esta conexin triangularentre Manila, Acapulco y El Callao.Ramos cree que a la Corona le falt una poltica eficaz en este campo alno saber aprovechar debidamente esa clara tendencia de comunicacin regional. Como consecuencia se impidi la consolidacin de economas colonialesautosuficientes entre s (24).Esta falta de visin se debi a la primaca que tuvieron las inflexibles teoras mercantilistas, desconectadas de la realidad americana, que favorecan laformacin de un sistema rgido con poca capacidad de adaptacin a las nuevascircunstancias.Pero no conviene olvidar que, aunque los intereses metropolitanos marcaron las directrices de este comercio, la Administracin colonial espaola supodefender los intereses locales.Un ejemplo de esto es la poltica comercial seguida por el Marqus deMontesclaros, que al ser Virrey de Mxico (1603-1607) y de Per (1607-1615)tuvo un gran conocimiento del comercio triangular por el Pacfico. Su administracin coincide, adems, con las fuertes restricciones que llev a caboFelipe III en 1604 y 1609.Manila-Acapulco.

    Montesclaros se mostr en todo momento favorable al comercio entreFilipinas y Nueva Espaa.En una carta de gobierno fechada el 12 de abril de 1612 (25), responde ala propuesta presentada al monarca por la Universidad de Mercaderes deSevilla sobre eliminar la contratacin entre Nueva Espaa y Filipinas ydejarla slo entre las Islas y la metrpoli. Los comerciantes sevillanos pensa

    (24) Ramos Prez. D.: op. cit.; pg. 246.(25) Carta de gobierno del Virrey Marqus de Montesciaros, los Reyes 12. IV. 1612. Biblioieca Nacional de Madrid. Ms. 8990. fs. 2(4-214. Publicada Codoin Serie 1. VI, pgs. 298-314.20 35

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    EL COMERCiO TRIANGULAR ENTRE FILIPINAS, MXICO YPERA...ban que de este modo se conseguira que Mxico fuera absolutamente dependiente de Espaa. Adems, aumentara la contratacin con la metrpoli, quesegn ellos estaba en decadencia.

    Se observa en la propuesta sevillana una interesante preocupacin por eltema de la dependencia. No se vea con buenos ojos un comercio que posibilitara el autoabastecimiento colonial en Nueva Espaa.Montesclaros se muestra en principio partidario de esta poltica: Cosasabida es (seor,) que el principal medio para tener en quietud estos reinos eshazellos dependientes de Espaa (26). Sin embargo, no oculta que sera mejorsi esta finalidad se pudiese conseguir sin molestar a los sbditos como se hacaal impedir la contratacin de unos reinos con otros. Expresa esta idea con unagrfica metfora: escusemos en cuanto fuere posible el dao que podra resultar si vindose este cuerpo tan descoyuntado, que aun de sus propios miembrosno se pudiese valer, diese en alguna desesperacin y caiese de todo como suelenhacer los desauciados (27).Adems, el Virrey no cree que el comercio oriental haya empequeecidoel trfico entre Mxico y Espaa. Advierte que esta contratacin se ha estancado pero no por disminucin de la demanda, sino por saturacin de la misma: el basso donde esto se recive es de suelo y capacidad limitada, lo que tarden llenarse fue crecer, lleg ya el colmo de este baco i toda va se porfa a ms,no es cosa llana qi.ie lo que sobra se a de verter (28). Seala, adems, que unade las causas del estancamiento es la falta de conexin entre la corrientecomercial procedente de Espaa y la intercolonial: embiesse seor a las Indiaslo que sus provincias pueden digerir (29).Se plantea el Virrey si Mxico podra prescindir del comercio filipino. Larespuesta es afirmativa aunque seala que esto le supondra un gran esfuerzo.Montesclaros se muestra confiado en la capacidad de autoabastecimient dela industria sedera de la Mixteca y otros lugares. Iniciada en 1530, esta actividad haba alcanzado un gran desarrollo pero empez a decaer a partir de 1580por la competencia de la seda de China y las restricciones de la propia Corona.El Marqus, que conoca bien el terreno (30), prescinde de prejuicios mercantilistas y trata de concienciar a la Corona sobre las perspectivas que an tenaesta industria.Concluye que el cerrar la contratacin Manila-Acapulco slo perjudicaraa las Islas, que perderan la ayuda de Nueva Espaa. Tampoco se beneficiaraEspaa, ya que los productos peninsulares no se venderan bien en las Islas:los paos no se usan all por el calor y en Japn, donde hace ms fro, se vistencon tafetanes. En cuanto a la venta de mercancas asiticas en Espaa, Montesclaros no ve la utilidad porque cree que este trato ira en detrimento de la

    (26) Ibdem.(27) ibdem.(28) lbdem.(29) Ibdem.(30;) En 1603 el virrey recibi orden de informar detalladamente sobre los obrajes depaos que haba en el virreinato. A. G. 1., Mxico 25, BAE, T. 274; pgs. 273-276.

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    P. LATASA VASALLO-M. FARIAS DEALBAcaso, advierte al Rey que el mejor modo de evitar ambos tratos ilcitos esreducir el trfico con Mxico a un navo anual (33).Aporta una informacin ms detallada la carta del oidor Juan Jimnez deMontalvo del 11 de ese mismo mes. El juez se muestra confiado en que laprohibicin de 1607 facilitar la tarea de combatir el contrabando, ya que apartir de ahora se confiscar toda la ropa que no se demuestre ser mexicana.Medida til, dado que en los pleitos de contrabando algunos mercaderes interesados declaraban que la ropa de China pareca de Italia u otra parte deEuropa. El oidor apoya la propuesta del Virrey de reducir a un navo elcomercio con Acapulco porque estoy informado de mercaderes que sera debastante porte y capacidad para trar las inercaduras que realmente son deMxico, las cuales permite solamente vuestra majestad se traigan y cuando avuelta de ellas quieran traer de las prohibidas, forzosamente ha de ser en tanpoca cantidad que no sea de consideracin. Conviene tomar medidas seriascomo sta, pues es difcil que los mercaderes no se salgan con la suya porquesiempre tienen gente que les apoye (34).Tres aos despus, en un despacho del 26 de marzo de 1611, el Virreymanifiesta al monarca su desaliento al comprobar que, a pesar de las diligencias tomadas no se ha podido evitar esta contratacin. Propone cerrar porcompleto el comercio con Mxico para lograrlo (35).En otras ocasiones muestra su preocupacin porque el comercio con Guatemala neutralice todos sus esfuerzos por controlar la contratacin mexicana.Sin embargo, no encuentra solucin a este punto porque el trfico con Guatemala es muy abundante y no pueden prescindir de l ninguna de las dos provincias (36).Un ao ms tarde, en 1612, pide que el Monarca le aclare si la prohibicinse extiende a Guatemala e insiste en que se podran mal sustentar los seoresde la nao y los vecinos de aquella provincia si se cerrase o limitase esta contratacin (37).Es en 1612 cuando Montesclaros. da un giro radical en su poltica. Consciente del vigor que tiene el comercio asitico con el Per a travs de Acapulco y de la ineficacia de las medidas tomadas para atajarlo, sugiere almonarca, en el despacho del 8 de abril, que se piense si no ser ms conveniente permitirlo, cobrando fuertes derechos (38). En otra carta del 14 dediciembre de este ao, desarrolla ms esta idea. Confiesa que a pesar dehaber puesto medidas tales que le han acarreado fama de sobrada aspereza yrigor, el resultado ha sido escaso: Le preocupa al Virrey el hecho de que sus

    (33) Carta de Montesclaros al Rey. 9-IV-1608, A. G. 1., Lima 35.(34) Carta de Juan Jimnez de Montalvo, oidor de la Real Audiencia de Lima, al Rey.1 1-IV-1608. A. G. 1., Lima 95.(35) Carta de Montesclaros al Rey. 26-111-1611.A. G. 1., Lima 36.(36) RodrguezCrespo. P.: op. cit.; pg. 28 (despacho 7-111-1610).(37) Carta de Montesclaros al Rey. 12-IV-1612.A. G. 1., Lima 36. Existe una copia abreviada en la Biblioteca Nacional de Madrid. Ms. 8990, fs. 254 V-256 V. Publicada en CodoinSerie 1. T. VI; pgs. 340-44.(38) Carta de Montesclaros al Rey. 8-IV-1612. A. G. 1., Lima 36.

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    EL COMERCiO TRIANGULAR ENTRE FILiPINAS, MXICO Y PER A...diligencias perjudiquen a la gente iiserable y desprotegida, mientras que losgrandes comerciantes tienen recursos para salir indemnes porque nada bastapara desarraigareste dao y todos desayudan en el intento (39).

    Denuncia el colaboracionismo de religiosos, vecinos, oficiales de Armadae incluso del propio juez privativo para estas causas que se limita a cumplircon su obligacin sin parecerle que la tiene de hacer finezas. Tambin se quejade la corrupcin de los propios jueces que suelen absolver al reo diciendo quelas leyes penales no se han de ejecutar con rigor y que la materia de Estadoms conveniente es mantener este comercio. Y as quedan el virrey y elfiscala solas con sus buenos deseos (40).Ante esta situacin, Montesclaros se detiene a considerar las posiblessoluciones:1. Cerrar por completo la contratacin entre Per y Nueva Espaa. Nole parece una buena medida porque habra que dejar la de Guatemala, por donde se introducira el comercio de ambas provincias.2. Quitar tambin el trfico con Guatemala. No sera muy factible porque sin l no se mantendran ni Guatemala ni Nicaragua. Adems,perderan su trabajo muchos peruanos que viven de l.3. Reducir a un navo anual esta navegacin, como se ha venido intentando.Montesclaros 0pta finalmente por la permisin de un navo anual entrePer y Nueva Espaa, en el que se pudiese traer ropa de Castilla y China, cargando mucho los derechos a la salida de Acapulco y entrada en El Callao, conlo que se har menor la granjera y menos codiciable, y apetecern y tendrnpor inejorla correspondencia de Tierra Firme, donde pagarn menos (41).De todo lo anterior se deduce que la postura de Montesclaros ante elcomercio peruano de productos asiticos fue ms inflexible que en el casomexicano. La razn es obvia. Este ltimo no estuvo prohibido, tan slo secontrolaba. En cambio, la Corona manifest desde muy temprano un graninters por erradicar todo comercio asitico con el virreinato peruano.El virrey no tuvo ms opcin que tratar de aplicar esta poltica mercantilista. Sin embargo, cambi de parecer al chocar con la realidad de un comerciofuerte, en el que haba muchos interses en juego, y comprobar la ineficaciade sus restricciones, que slo perjudicaban a los pequeos comerciantes. Suexperiencia como Virrey de Mxico y, despus, del Per le permiti tener unaamplia panormica de las arraigadas interrelaciones comerciales existentesentre ambos reinos y Filipinas. Supo daptarse a esta situacin y present ala Corona una propuesta moderna de, libre comercio, fuertemente fiscaliza

    (39) Carta de Montesclaros al Rey. 14-XII-1612. A. G. 1., Lima 36. Copia en l BibliotecaNacional de Madrid. Ms. 8990, f. 254 V-256 V. Publicada en Codoin Serie!, T. VI; pgs. 340-44.(40) ibdem.(41) Ibdem.Ao 1991

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    P. LATASA VASALLO-M. FARIAS DEALBAdo, para proteger los intereses peninsulares. Pero la metrpoli no estaba preparada para planteamientos tan avanzados. La Paz de Vervins (1598) y la Pazde Londres (1604) haban demostrado que Espaa no poda mantener unmonopolio econmico en Amrica. Tal vez por ello la Corona, aferrada a lasideas mercantilistas, no quiso ceder en el caso peruano: convena garantizarque la riqueza argentfera del virreinato se orientara exclusivamente haciaEspaa a travs de las remesas de los galeones de la Armada y los beneficiosdel comercio peruano en las ferias de Portobelo.Las restricciones de 1604 y 1609 se volvieron a emitir en 1620, 1634 e,incluso, en 1706, sin embargo, durante ms de un siglo existi un florecientecomercio al margen de la legalidad.La va alternativa.

    Desde los ltimos 20 aos del siglo xvi alrededor de la ruta triangularManila-Acapulco-El Callao se fue conformando un importante sistema interregional.Los comerciantes sevillanos fueron los principales enemigos de este trfico que desestabilizaba el comercio atlntico. De ah su propuesta a laCorona de hacerse con el comercio asitico, quitndoselo a Nueva Espaa.Los sevillanos se dieron cuenta de que para monopolizar esta contratacin yromper las peligrosas relaciones de Per y Mxico con las Islas, era necesariodesplazar este trfico fuera del Pacfico. Por ello en su peticin se incluye lapropuesta de una va directa hacia Filipinas por el cabo de Buena Esperanza.La unin de las coronas espaola y portuguesa desde Felipe II abra en estosmomentos la posibilidad de rutas alternativas alrededor de Africa hasta AsiaCentral.La Corona pidi tambin su parecer sobre este punto a Montesclaros. Enla carta del 12 de abril de 1612 el Virrey da una serie de razones contrarias aesta alternativa (42).Comienza explicando los esfuerzos que desde Carlos V han hecho losmonarcas espaoles en enviar expediciones por el Norte y Sur de Amricabuscando el paso hacia Asia. Le parece absurdo, por tanto, renunciar ahoraa algo tan deseado. Adems, explica el Virrey, el objetivo de este empeo fueno tocar en puertos y tierras de Portugal y, segn l, la unin de las dos coronas no debe hacer desaparecer este recelo porque persisten el rencor y la enemistad. Adems, afirma, como quien lo tiene bien experimentado, que entodas las Indias donde tienen mano niegan los portugueses la correspondenciaque les devan [a los espaoles] como a vasallos de su mismo dueo (43).Tampoco le parece a Montesclaros un argumento favorable el que losholandeses utilicen la ruta africana. Desde finales del siglo xvi, al haberse

    (42) Carta de Montesciaros al Rey. 12-IV-1612. Citada en nota 37.(43) Ibdem.26 35

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    EL COMERCIO TRIANGULAR ENTRE FILiPINAS, MXICO YPERA...incorporado Portugal a la monarqua hispnica, los Pases Bajos recurrierona la fuerza para continuar uilizando las rutas portuguesas y s hicieron conuna serie de bases comerciales en el Sureste asitico. La tregua de 1609 leshaba rconocido el derecho a navegar por estas rutas pero les vedaba elacceso a travs de las Indias occidentales. A esto se refiere el Virrey cuandoaclara que los holandeses utilizan la ruta de Buena Esperanza pues no tuvieron otros caminos entre quien elegir (que) este,y aseguroyo deprudencia conque ellos miran lo que les conviene que si pudieran gosar de tal comodidadcomo la que ai en Nueva Espaa no sepusieran en riesgo de correr la costa ypuertos de vuestra majestad por una mar abierta donde podran encontrarquien se lo resistiese(44). Una prueba de ello son los intentos que han hechopa.ra hallar un paso por el estrecho de Anian, teniendo por ms seguro para suquietud hacer experiencia de rigurosos y nuevos mares, que sujetarseal sobresalto con que pasan los queson tanto ms dulces y cursados (45).As, pues, la conclusin que saca es que aunque la. navegacin viene adurar lo mismo por la ruta occidental que por la oriental, la seguridad es elfactor decisivo que debe inclinar la balanza en favor de esta ltima: enla seguridad conocida esmuchala ventaja que hacen los que ban por la mar del Surpor estar siempre tan limpia de enemigos (46).En este punto se podra decir que Montesclaros se muestra excesivamenteconfiado. De hecho, tres aos ms tarde tuvo que hacer frente en la batallanaval de Caete a una escuadra holandesa, al mando de Spilbergen, quehaba entrado por Magallanes (47).Finalmente, aade el marqus un ltimo argumento contrario a la vaalternativa: no slo existen ms garantas en la navegacin si se va por la rutaoccidental, sino que la misma seguridad de las Filipinas resulta beneficiada.La defensa de las Islas debe apoyarse en sus propias fuerzas y en los auxiliosque en caso de necesidad se enven desde Nueva Espaa. Pero, sin duda, elfactor principal que protege a Filipinas, cercadas de enemigos tan poderososcomo el Japn y la China, uno por esfuerzo y valenta i otro por multitudincreble de gente, es el que por medio de ellas est abierta la contratacin conlos reinos hispanos. Por ello, en opinin de Montesclaros, se debe de tenermuy en cuenta que si la navegacin se hace por Oriente, es probable que granparte del trfico se trasladase a los puertos de Portugal que son ms accesibies, dejando a Manila sin la contratacin que salvaguarda su seguridad (48).No exagera el virrey al plantear el problema en estos trminos. La amenaza china no era slo externa. La poblacin originaria de este lugar constitua en Filipinas un grupo tnico superior al de los espaoles. Tenan, ade

    (44) ibdem.(45) ibdem.(46) Ibdem.(47) Rodrguez Crespo, P.: El peligro holands en las costas peruanas a principis delsiglo xvii: La expedicin de Spielbergeny la defensa del virreinato (1615)>

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    P. LATASA V,4SALLO-M. FARIAS DEALBAms, una importancia decisiva en la vida econmica de las Islas. Los sangleyscontrolaban una gran parte del trfico del Galen. El resto de la poblacin erauna mano de obra hbil y barata. Los pocos espaoles residentes en Filipinasdudaron siempre de su fidelidad y de hecho hubo algunas revueltas como lade 1603. Precisamente dice Montesclaros que cuando el gobernador Pedro deAcua recel de que lossangleys se haban levantado en ese ao por orden desu emperador, este ltimo le contest diciendo que por su parte respetabanlas Islas slo a ttulo de que a travs de ellas podan comerciar con las Indias.Las relaciones con Japn fueron tambin tensas. A principios del siglo xviise normalizaron los contactos entre isleos y japoneses a travs de un rgidosistema de control comercial: el certificado del Sello Rojo. De nuevo, el contacto se limitaba al inters econmico.

    La argumentacin de Montesclaros en favor de la navegacin por el Mardel Sur estuvo, por tanto, apoyada en un profundo conocimiento del contextointernacional en que se enmarcaba el trfico asitico.

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    LA DEFENSA DE PUERTO RICO(1797)Pflar CASTILLO MANRUBIADoctora en Historia

    Para Inglaterra destacaban dos objetivos en el mar Caribe: La isla Trinidad, obligado paso de las ecuadras del comercio con Tierra Firme, Portobeloy el golfo Dulce; y el de Puerto Rico, llave de las Antillas y antemural de/golfomexicano y principal base en la ruta del trfico poltico-militar de la metrpolicon Centroamrica. Sobre estos dos claros objetivos se centr la actividad delas ltimas grandes batallas de la guerra anglosajona durante el siglo xviii.Perdida Trinidad en las aciagas jornadas del 16 al 18 de febrero de 1797,quedaba Puerto Rico como ltima posicin de firmeza en la ya quebradaorganizacin del viejo imperio espaol, para cuya conquista se dispuso laescuadra del almirante Harvey. Los primeros rumores de la aproximacinenemiga llegaron a nuestros compatriotas en la segunda mitad de febrero,esto es, inmediatamente despus de la prdida de Trinidad; as que el 13 demarzo se despacharon avisos a Santo Domingo y a La Habana pidiendo socorro de armas, tropas, dinero, etc., y a primeros de abril, el gobernador y capitn general de Puerto Rico, brigadier Ramn de Castro y Gutirrez, reiteral gobierno espaol la misma peticin, manifestando el estado de los oficiales,tropa y gente de armas; en este escrito explicitaba que el nmero total de lasfuerzas con las que contaba era de 4.029 hombres, a los que haba que aadirlas dos Maestranzas la de artillera y la de fortificacin y 180presidiariosque, voluntariamente, se prestaban a combatir.La escuadra britnica, conducida por el almirante Harvey, y los efectivosde desembarco del general Sir Ralph Abercromby se presentaron ante SanJuan de Puerto Rico, a las seis de la maana del 17 de abril de aquel ao de1797. La escuadra la componan: un navo de tres puentes, de setenta caones, The Prince of Wales; dos navos de 70 caones; dos de 60; dos fragatas de40; una de 36; dos bergantines de 18 y 16 caones, respectivamente; cuatrocorbetas de 16; 18 goletas corsarias, de porte, artilladas con 12 caones; unaurca grande, y un nmero impreciso de buques menores de transporte. Total,68 velas. Y en cuanto al ejrcito, el contingente oscilaba entre los 8.000 hombres admitidos por Castro, y los 11.000declarados por el ingeniero Ramrez.Para hacer frente a esta crtica situacin, el gobernador y capitn generalRamn de Castro convoc a los primeros jefes de la guarnicin en el palaciode la Real Fortaleza y les dio la novedad, tratando de poner en ejecucin elPian de Defensa, aprobado por la Corona para la isleta de San Juan el 3 deoctubre de 1796. El brigadier Castro, acompaado de su Plana Mayor,. pasaron al castillo,de San Felipe del Morro, desde donde mand tocar generala,marchando todos los mandos a sus respectivos castillos y fuertes para colocarAo 1991 . 29

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    Mapa de la plaza de San Juan de Puerto Rico y su baha. Firmadb por Toms ODaly, 1776. (Museo Navaa las tropas en los lugares designados. Se facilitaron al comandante Flix dela Cruz, jefe de las Compaas Urbanas, armas y municiones para el paisanaje, y se mand que un cuerpo volante a las rdenes del teniente coronel graduado y capitn del Fijo, Isidoro Linares, con soldados veteranos y cuatrocaones de campaa, se situaran en las playas de Cangrejos, Punta del Condado y Monte del Rodeo, con el fin de oponer la primera resistencia a losintentos de desembarco por el sector este de la isleta y plaza de San Juan.Igualmente se dispuso que la Marina Real, bajo la direccin de su comandante, el capitn de fragata Francisco de Paula y Castro, colocara en los lugaresasignados en el cao de San Antonio los cuatro gnguiles, dos pontones y 12lanchas caoneras de que dispona, y que otras embarcaciones se apostaranal abrigo de la pequea cala de San Agustn para obstaculizar cualquierintento de penetracin por la boca del Morro. Tambin se dieron instrucciones para que acudieran a la capital las ocho compaas de infantera de lasMilicias Disciplinadas existentes en los partidos de la islas, y la compaa decaballera destacada en Guaynabo y Bayamn. Asismismo se publicaron bandos ordenando la evacuacin de las mujeres, ancianos e impedidos.Linares, con cien hombres, se apost en el lugar denominado La Pasa,inmediato a la playa de Cangrejos; en el cao de Martn Pea, el capitn deIngenieros Ignacio Mascar y Homar, con su batera, reforzada con la presencia en la baha de dos gnguiles; en la playa de Torrecilla se situ elteniente coronel Teodomiro del Toro, con bastantes hombres de la MiliciaDisciplinada; y el teniente coronel Jos Vizcarrondo, al mando de otros cien30 Nm. 35

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    hombres, se apost en la playa de San Mateo. As pues, las tres importantesposiciones La Pasa, San Mateo y La Torrecilla estaban con buenos resguardos para detener, o retrasar al menos, los intentos de desembarco de losingleses. El mismo brigadier Castro pas con sus ayudantes a Cangrejos parareconocer las posiciones, y al Castillo de San Jernimo para seguir paso a pasolas eventualidades del desembarco.Aproximadamente a las diez de la maana de aquel 17 de abril, la escuadra inglesa inici movimientos de aproximacin hacia las playas de Cangre-.jos, empezando los buques de transporte a dar fondo en la ltima, llamada LaTorrecilla. Dos fragatas se destacaron del grueso y se acercaron a la boca delMorro con idea de bloquear su entrada, pero mantenindose a respetable distancia de los fuegos del castillo de San Felipe; y otro navo se dirigi a altamarpara realizar las misiones de viga y descubierta. Cuatro lanchas grandes,repletas de soldados, protegidas por los fuegos de las fragatas, llegaron hastala misma arena de la playa de Torrecilla, mostrando una de las chalupaserguido el pabelln britnico. Contra ellas atac el teniente coronel-DelToro, con tal denuedo, que en sta slo qued un superviviente y en las otrasmuy pocos, por lo que tuvieron que retroceder. Poco despus realizaron unnuevo intento, esta vez protegidas las lanchas entre s por el fuego de los fusiles, en tanto que los navos arrojaban fuego contra los apostaderos de las playas; de esta manera, ms de 3.000 hombres consiguieron desembarcar. Enrespuesta, Teodomiro del Toro reagrup sus efectivos con los de Vizcarrondoy Linares. Vizcarrondo se atrincher en San Antonio, instalando dos cao-Ao 1991 31

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    P. CASTILLO MANRUBIAnes; pero los ingleses atacaron con tanta decisin y superioridad que se tuvoque refugiar en el puente de San Antonio. Y en cuanto los soldados inglesesaparecieron entre los manglares, sali Vizcarrondo con 50 voluntarios de lasMilicias Disciplinadas, 100 ciudadanos de la Repblica francesa y 30 de lacompaa de Caballera de Bayamn, atraves rpidamente el puente y cargcon gran ardor contra ellos, detenindolos. Una vez Vizcarrondo en Cangrejos, organiz sus fuerzas en tres agrupaciones, avanz por los mangles y diovista a la playa de San Mateo, retirndose por el puente de San Antonio, queel gobernador mand cortar.El 18 de abril, el general Abercromby y el almirante Harvey, que mandaban conjuntamente las tropas britnicas, enviaron un pliego al brigadier Castro intimndole a la rendicin de la plaza de Puerto Rico. Nuestro valerosogeneral les contest que defendera la plaza que tena el honor de mandarhasta perder la ltima gota desangre. Y se aprest rpidamente a su defensa.El capitn Ingeniero Ignacio Mascar y Homar, que estaba defendiendoel cenagoso paso del cao de Martn Pea, fue atacado por dos columnasinglesas de ms de 200 fusileros. El brigadier Castro envi tres lanchas caoneras con el fin de contener al enemigo y proteger la retirada de Mascar;conseguida sta, San Juan quedaba abandonado a su suerte, esperando seratacada al anochecer. As las cosas, Mascar le pidi a Castro un puesto avanzado, de gran responsabilidad, para defender San Juan, siendo encargado dela defensa del fuerte y puente de San Antonio; y al teniente coronel Teodomiro del Toro se le asign defender el fuerte de San Jernimo.Al amanecer el 19, estos hroes luchaban denodadamente contra el enemigo, deteniendo los ininterrumpidos asaltos de los fusileros de Abercromby.Castro encomend al teniente coronel Linares que formara apostadero en laplaya de Palo Seco, con el fin de observar los movimientos de los ingleses. EnRo Piedras se concentraron 400 hombres de las Milicias Urbanas de Toa, porsilos ingleses atacaban por all. Al amanecer el 20, se vio que las intencionesdel almirante Harvey se fijaban en las playas de Boca Vieja y Punta Salinas,al oeste de la boca del Morro, con dos chalupas de reconocimiento, que estuvieron todo el da intentando acercarse. A las nueve de la noche, sali paraevitar el desembarco el capitn del puerto, teniente de fragata Juan Hurtado.situndose en la boca de Palo Seco. Un bergantn ingls, temerariamente,fonde al norte de la isla de Cabras, pero desde el Morro las bateras de SanFernando lo acribillaron, teniendo que retirarse. Sesenta voluntarios, conducidos por los subtenientes de Milicias Vicente y Ernigdio Martnez de Andino, fueron a reunirse con Linares en Palo Seco, al tiempo que otros 50 hombres, conducidos por el sargento mayor de Toa Alta, Jos Daz, detuvieronla penetracin por Cangrejos. Los ingleses instalaron en el Cerro del Condado, del Rodeo, puente de Martn Pea y en Miraflores las cuatro bateras conlas que iban a batir los fuertes de San Antonio y San Jernimo, el polvorn yla lnea de la playa entre el mar del Norte y el cabo de San Antonio.El 20, las partidas conducidas por los subtenientes de Milicias Vicente yEmigdio Martnez de Andino, junto con las que mandaba el subteniente de32 35

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    LA DEFENSA DE PUERTO RICO (1797)Granaderos del Fijo, Luis de Lara y Navarrete, bajolas rdenes del jefe Linares, emprendieron la valerosa y peligrosa accin de reconquistar el puente deMartn Pea, desalojando a los ingleses. El 22 de abril, el Ingeniero Mascaremplaz dos caones de a 8 en la parte inferior del puente de San Antonio yderrib los pretiles para evitar abrigos a los enemigos. Tambin se reforz elpuente de San Jernimo con dos morteros de nueve y doce pulgadas. Por latarde, elbrigadier Castro, convencido del iniiiinente ataque ingls, mandasegurar la primera lnea y puso en guardia a los defensores de la segunda ytercera. La Marina coloc gnguiles y lanchas caoneras en el cao de SanAntonio, escondidas entre los mangles. La noche del 23 al 24 la pas el brigadier Castro en las bvedas del fuerte de San Jernimo, reunido con su planamayor y la de la Marina. Proyectaron un desembarco en la parte de Cangrejosque da a la baha, pero conociendo el general la calidad de las tropas que tenaen su guarnicin, siendo el regimiento Fixo el nico veterano que haba en ella,nuevamente completado con reclutas..., consider, no sin mucho sentimientode perder la ocasin, que se hallaba imposibilitado de hacer una salida de laplaza y dar un ataque brusco al enemigo para obligarle a levantar el sitio yescarmentarlo. Pero como Castro no quera perder la oportunidad que leofreca la indecisin de Abercromby, a las primeras horas del amanecerembarc una partida de 70 hombres armados, conducidos por el sargento primero de las Milicias Disciplinadas Francisco Daz; las piraguas, protegidaspor lanchas caoneras, penetraron sigilosamente por el cao de San Antonio,desembarcando en las proximidades de las trincheras y bateras de los ingleses. A la distancia conveniente hizo una descarga y fue avanzado hasta entraren la trinchera sable en mano, acometiendo valerosamente a los contrarioshasta ponerlos en fuga, a pesar de que seran unos 300. Reconoci la bateray, con un capitn y trece prisioneros ms, decidi retirarse. La brillanteaccin del sargento Daz y sus hombres fue seguida por el brigadier Castrodesde el fuerte de San Jernimo, ordenando el fuego de cobertura. CuandoDaz y sus valientes regresaron al fuerte, el general, lleno de jbilo, dio gracias en nombre del Rey a todos y orden que se les entregaran inmediatamente500 pesos del Real Erario, recomendando especialmente al sargento primeroDaz para que fuera recompensado por la Corona. En efecto, el 22 de octubrede 1797, Carlos IV le concedi el ascenso a subteniente veterano, con sueldoy agregacin a las Milicias Disciplinadas.La accin del sargento Daz excit a los ingleses, quienes, a las ocho de lamaana, iniciaron un nutrido fuego de todos los calibres con las baterasemplazadas al sur y este del puente de San Antonio, lucha que dur toda lanoche, defendindose entre sus maltrechos muros los heroicos hombres deMascar.

    A los ingleses les era imposible superar el duro obstculo que presentabanunos extraordinarios soldados aferrados a sus debilsimas defensas. De ah lagran injusticia que supuso el que Abercromby quisiera justificar su derrotaconfundiendo los que fueron gloriosos soldados con tropas de la peor claseylas murallas imponentes, porque si es cierto que San Juan contaba con unAo 1991

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    Mandaba el ejrcito de desembarco que atac a San Juan de Puerto Rico, en abril de 1797. Seuni en Barbada a la escuadra de Sir Harvey que acababa de conquistar la isla Trinidadpara llevar a cabo la gran operacin que diera a Inglaterra, con la conquista de Puerto Rico, eldominio en las Antillas y Centroamrica. Su fracaso signific para la nacin britnica la prdidade la prolongada batalla del Caribe.Haba nacido en Moustry (Escocia), en octubre de 1734. Se haba distinguido en la campaasde Flandes, toma del fuerte de San Andrs, sobre el Mosa, yen la retirada de Nimega. Despusde su aventura en Puerto Rico, particip en las campaas de Holanda con el ejrcito del duquede York. Mandaba la expedicin que venci a los franceses en Alejandra, resultando herido enAbukir, el 21 de marzo de 1801, muriendo das despus a bordo del Foudroyant; sus restosreposan en la Catedral de San Pablo, en Londres, en el panten que le erigi la Cmara de losComunes. (The National Portrait Gallery, London).

    General, Sir Ralph Abercromby (1734-1801).

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    LA DEFENSA DE PUERTO RIO (1797)extraordinario recinto fortificado. con dos fbricas de mucho respeto elMorro y San Cristbal,. Abercromby se dirigi contra los flancos vulnerables, simples fortificaciones reforzadas con sacos, barriles de arena y otrosauxilios.Tambin en el fuerte de San Antonio. se destac el soldado CristbalOrtega que, encargado de un can, con sus disparos consigui desmontarotro del enemigo. Asimismo, el fuerte de San Jernimo fue intensamentebatido por la artillera emplazada en el monte del Rodeo, y su comandante,Teodomiro del Toro, igualaba la proeza que, a corta distancia, llevaba a caboel capitn Mascar. All, otro soldado, Domingo Blanco, apunt un morterocon tanto acierto que la bomba cay en un repuesto de municiones y bombasdel enemigo, causndole gran dao.La isla de Miraflores constitua una posicin ventajosa, porque desde ellapoda hacerse saltar, por la espalda y el flanco derecho, el duro cerrojo de laslneas defensivas de la isleta. Y debido a su valor estratgico, los ingleses seapoderaron de ella y de su almacn de plvora. Como respuesta, el brigadierCastro.orden que en la puntilla de San Lzaro se emplazaran varias bateraspara atacar por eloeste a la isla de Miraflores, lo que impidi que los inglesesplanearan ninguna operacin de asalto a la isleta. Tambin mand atacar porla retaguardia a los de Cangrejos y Miraflores, orden que cumpli FranciscoMartnez de Andino con una partida volant, infiltrndose por el. cao deMartn Pea y causando numerosas bajas al enemigo. Similar fue la accindesempeada por el sargento primero Felipe Cleimpaur, al que, durante elsitio, Castro lo nombr para hacer servicio de subteniente, y que por su comportamiento fue reconocido como efectivo por la Crona en 22 de octubrede 1797.El 29 de abril se reuni Castro con sus principales jefes, reso!yiendo pasara la ofensiva. Los 800 fusileros, las dos compaas de Caballera y el can debatalln del cuerpo volante del Ro Piedras, de Lara, toparon al da siguientecon las avanzadas y bateras enemigas del cao de Martn Pea, producindose numerosas bajas. Esta accin, considerada imperfecta y precipitada porel brigadier Castro, agudiz de tal modo la intranquila situacin inglesa queAbercromby, temeroso de ser sorprendido por rpidas infiltraciones que loexpusieran a un copo general, dispuso en la misma noche del 30 de abril elurgente reembarque. Resultando pues, que ningn acto de energa por nuestrqparte o ninguna operacin combinada por las armas de Mar y Tierra poda enmanera alguna llevarse a cabo, determin retirarme y embarcar las tropas, loque se efectu en la noche del 30 de abril con el mayor rden y regularidad...(Parte Oficial del general Abercromby a S.M.B.).Castro dispuso que tres compaas de Caballera pasaran a Cangrejospara cargar sobre la retaguardia enemiga, estorbando el reembarque; perolos ingleses haban abandonado ya el campo, dejando centenares de cadveres, armas de fuego, municiones y vveres.Los pliegos del brigadier Castro a la Corona fueron trados a Espaa porel capitn de Ingenieros Ignacio Mascar, hroe del puente fortificado de SanAo 1991

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    LA DEFENSA DEPUERTO RICO (1797)Antonio. En ellos, y llevado de su profundo sentimiento religioso, Castrodeca: Yo no atribuir, Excmo. Sr., la retirada del enemigo, que no puede titularse as, sino precipitada y afrentosa fuga, como convencen los despojos quedej abandonados dentro de sus lneas, a las acertadas providencias mas, sinoa la mano poderosa del Altsimo que, adems de dictar/as, protegi visiblemente esta plaza e ysla. Poco despus, con fecha 13 de julio, la Corona, profundamente impresionada por la brillante gesta, contestaba a Ramn de Castro ascendindole a Mariscal de Campo. Tambin Mascar fue ascendidoateniente coronel y se le concedi la Cruz pensionada de la Real Orden de Carlos III; y, por ltimo, Carlos IV concedi a la ciudad de San Juan, por RealOrden de 13 de abril de 1799, el ttulo de muy noble y muy lea/y el mote quepersevera en su escudo, para su honor en la Historia: Por su constancia, amory fidelidad, es muy noble y leal esta ciudad.Escrito nm. 139, de 8 de mayo de 1797, del gobernador y capitn generalde Puerto Rico, brigadier Ramn de Castro, dando cuenta a Miguel Jos deAzanza de haber sido sitiada la plaza de su mando por los ingleses y rechazados stos hasta obligarles a una precipitada fuga. (Arch. Gral. Mtar. Segovia:Ultramar, leg. 36, expediente 2).

    Excmo. Sr.: Tengo el honor de participar a 5. M. por medio de V. E., decmo he triunfado de los enemigos de i.ui modo que llena de gloria a las armasespaolas, como de vergenza al pabelln ingls.Orgullosos los comandantes generales de las fuerzas terrestres y martimasde S. M. B. en estos dominios, Ralph Abercromby y Henry Harvey con la conquista de la isla de Trinidad se dirigieron a sta provistos de un lucidsimo trende artillera con todos los tiles y dems necesario para bloquear y sitiar suplaza en una numerosa escuadra procedente de Martinica, compuesta de 68buques, entre ellos un navo de tres puentes, cuatro ms de 70 a 50 en que secontenan de 7 a 8.000 hombres de desembarco, segn los informes de los prisioneros de guerra y desertores del campo enemigo, extendindose algunoshasta 12.000 y 13.000.En efecto, al amanecer del da 17 del mes prximo pasado se avist la escua

    dra, enemiga sobre las playas de Loysa, al este de/puerto principal de esta isla.Luego que se reconoci enemiga, distribu con arreglo al Plan de defensa todaslas tropas que componan la guarnicin de esta plaza, designndolas los puestos y comandantes respectivos, los que reconoc sucesivamen te por m mismo.El Cuerpo Volante por la parte de Cangrejos, situado tambin al este quems se aproxima a la plaza, pas sin demora a ocupar sus playas, Condado yRodeo, cuyos puestos reconoc aquella tarde y noche con el teniente de Rey yel ingeniero en jefe, D. Felipe Ramrez. Se coloc en la tercera D. Teodomirodel Toro, teniente coronel graduado y Ayudante Mayor de las Milicias Disciplinadas de esta isla.Fondeada la escuadra con inmediacin de la boca de Cangrejos y Torrecilla, y procediendo un vivo fuego de sus embarcaciones para proteger el desembarco, el cual presenci desde l castillo de San Jernimo, se verific ste alAo 1991

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    El Brigadier D. Ramn de Castro y Gutirrez.Gobernador y Capitn General de Puerto Rico, haba tomado posesin de su alto cargo el da21 de marzo de 1795. Militar de preciadas dotes; a su valor, capacidad y entereza, correspondegran parte de la victoria sobre Abercromby y Harvey en los ataques de 17 de abril a 1 de mayode 1797. Premiado por la Corona con el ascenso a Mariscal de Campo, ces en su mandato en1804. regresando en 1809a Espaa.Era hijo del Marqus de Lorca y Gentilhombre de Cmara deS. M. En su brillante Hoja de Servicios figura la gloriosa defensa del Fuerte-Willage (Penzacola) en 1781. frente a los ingleses;mand la Comandancia General de las Provincias Internas de Oriente (Virreinato de NuevaEspaa), antes de su glorioso desempeo en Puerto Rico.(Oleo, Colec. particular de D. Acisclo Marxuach, San Juan de Puerto Rico).

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    LA DEFENSA DE PUERTO RICO (1797)aclarar el siguiente da 18, sin embargo de la oposicin que le hizo el bravo oficial Toro, que caus mucho estrago sobre el contrario, y se repleg a la partidadel teniente coronel don Isidoro Linares, apostado en la playa inmediata, en elmejor orden segn le haba prevenido. En el mismo da me intimaron los dosgenerales por oficio de rendicin de la plaza a S.M. B. y les contest con elhonor y confianza que alentaban mi espritu, dispuesto a resistir su entregamientras conseri-ase la vida.El enemigo, apoderado de aquella parte de tierra, march hacia el puentede San Antonio, abri sus trincheras y form sus bateras para franquear elpaso por l; pero no lo pudo jams conseguir por el vivo fuego que incesantemente se le hizo de las del puente mismo, que mand valerosamente el Ingeniero ordinario D. Ignacio Mascar y Homar y por el del Castillo de San Jernimo, que dirigi con arrogancia el referido Toro, quien poco despus de suretirada de la playa de Cangrejos pas a encargarse del mando de l. Fueronfrustradas e intiles las vigorosas tentativas del enemigo y ataques impetuososde fusilera sostenidos de sus dominantes bateras.Estas que dominaban el puente de San Antonio y el castillo de San Jernimo hicieron un fuego continuado; pero no apagaron el de uno y otro; a stosofendan los tiros de los navos de la escuadra y a ambos otra batera establecida en el Condado por el enemigo. A la ofensa de ste y defensas del puente,sin duda, contribuyeron mucho los gnguiles y lanchas caoneras situadas enel cao de San Antonio.

    Durante el sitio hizo el enemigo varias diversiones por unas y otras partesdirigidas a la plaza, y a saquear y robar las casas y haciendas colindantes consu campo y lneas. Con el primer objeto se estableci en Miraflores yform allbateras de obuses, morteros y caones, cuyos fuegos dirigi a la plaza, dondeintrodujo un gran nmero de granadas reales y algunas balas incendiarias,pero ninguna caus dao a estos vecinos, a quienes parece preserv elAltsimoy solamente una prendi fuego en unos de los almacenes de vveres, que felizmente apag: con cuyo motivo tom las precauciones correspondientes a evitarcualquier incendio. Tir algunas bombas, pero como le faltaba mortero a placano lleg a la plaza alguna, y las de ella le hostilizaron tanto que le obligaron adesamparar el puesto dejando infructuosos unos trabajos crecidsimos.Con el segundo objeto hizo el enemigo en los primeros das del bloqueomuchas salidas: en ellas rob los ganados y haciendas contiguas: destroz lascasas y cuanto encontraba en ellas: cort los rboles ms tiles: ofendi a losdueos con castigos: y se comport con tanta bajeza que en nada observ lasreglas y leyes de un conquistador generoso que por los medios permitidos pretende hacer su conquista; pero, por ltimo, con el Cuerpo Volante que establecen el inmediato partido nombrado Ro Piedras se le encerr dentro de su campo, de tal suerte que despus no fue osado a salir y se pudo decir que el sitiadorpas a ser sitiado.Cort y arruin el puente de Martn Pea para que no pudieran ofenderlelas partidas del mismo Cuerpo, que lleg a componerse de ms de 800 hombresde tropa reglada de Infantera y Caballera, y de paisanos de esta isla con dosAo 1991

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    Viejo castillo avanzado del Sector Este de la Isleta de S. Juan, de gran valor estratgico porsu situacin en el reducido acantilado que forma el Boquern frente a la Punta del Condado.Ante l, la boca o paso que comunica por el Cao de San Antonio a la baha de San Juan. Acababa de ser restaurado siguiendo los planes del ingeniero militar Juan F. Mestreaprobadospor R. O. de 30 de octubre de 1791, cuando aconteci el gran ataque ingls de 1797, del queresultara destrozado.Lugar sagrado en la defensa de San Juan, aqu se defendi con gran herosmo el teniente coronel Del Toro, resistiendo la acometida del ejrcito de Abercromby, y el duro castigo de losnavos de Harvey. Con el fuerte de San Antonio, defendido por el capitn Mascar, estosbaluartes constituyern los slidos pilares en los que se confirmaba la fuerza moral de los ejrcitos espaoles ante los poderosos ataques britnicos en el Caribe.

    (Fot. cedida por el Dr. Alegra, Director del Inst.de Cult. Puertorriquea, San Juan de P. R.).

    El fuerte de San Jernimo (San Juan de Puerto Rico).

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    LA DEFENSA DE PUERTO RICO (1797)caones de batera y la dotacin correspondiente de artilleros, pertrechos ymuniciones para su servicio.De la plaza dispuso varias salidas al campo enemigo, que hicieron en lmucho dao y condujeron prisioneros de guerra en bastante nmero. Por elefecto de stas reconoc que el enemigo las tema: supe adems por las deposiciones de ellos y desertores de su ejrcito que la vigorosa defensa de la plaza letena e bastante consternacin, la que no haba pensado: acaso procedera decilgunas inteligencias qtie tuviese en la pjaza del enemigo con vecinos extranje-ros y otros transentes residentes en ella; que mand arrestar privndolos dcomunicacin, luego que se me inform que haba alguna sospecha de ellos; Sconfirmaron en mi concepto las inteligencias del contrario con algunos de laplaza, en vista de un papel en que se me comunic haber dado aviso al generalingls del paraje en el campo en que se hallaba mi mujer afin de que dispusierehacerla prisionera. Era tambin fundamento) apoyo de su expedicin la noticia que tena, segn supe de sus desertores, de la escasez de vveres y falta deagua en la plaza.Incitado de estos principios, mand que todo el Cuerpo Volante establecidoen Ro Piedras con otras partidas que destin hiciesen una salida al campo enemigo, atacndole por los costados y retaguardia, segn y con las disposicionesque constan del Diario; y sin embargo de que uno de los comisionados, el subteniente de Granaderos D. Luis de Lara, no comprendi mis rdenes e idea,hizo un ataque por retaguardia con el Cuetpo Volante que caus estrago en elcontrario y que rehus la salida a que aqul le provoc: result de esto batirsela gene frala en el campo enemigo, ponerse todo el ejrcito sobre las armas yrepartirse en dos columnas para atender a su vanguardia y retaguardia, receloso de que como por sta sele atacara tambin por aqulla; y, en fin, se ha vistoque fue tan precipitada su fuga al otro da y en el mismo quedej en el campola artillera, municiones, tiles, tiendas, vveres, caballos, lanchas, botes yotros efectos de su servicio con noticia de haber dejado enterrados otrosmuchos que, como los desparramados en toda la extensin de su campo, hanpadecido extravio y pillaje, que las atenciones de la plaza no han permitido evitar. Tom sus buques en que estuvo embarcado el da 1 de este mes todo el ejrcito enemigo, y dieron vela al siguiente da, dejando a la verdad estampado unborrn indeleble para las armas britnicas con su cobarde y vergonzosa fuga;el cual hubiera sido mayor si no se hubiese frustrado la salida de otras partidasque haba dispuesto atacaren por el flanco a los enemigos, dirigindose a laparte que media entre el puente y Miraflores, en cuyo caso creo que en pago desu osada hubieran sufrido la alternativa y extremos de rendirse o de virar.Es admirable, Excmo. Sr., el estado ruinoso del puente de San Antonio enque hoy se mira, cortado en tiempo por disposicin ma, y a mi presencia conel ingeniero en jefe derribados sus pretiles para dificultar el paso al enemigo. Supintura, si no se le aade la vista, sera increble. No puede atribuirse su conservacin a otra mano que a la divina.El Diario que acompao instruir a V. E. pormenor de las disposicionesdadas por m durante el sitio, y movimientos u operaciones del enemigo al queAo 1991

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    CASAS DEL REY Y CAPITANAJuan SOLER CANTTte. Col. Md. de la Armada

    El actual palacio de Capitana General de la Zona Martima del Medite,rrneo ocupa gran parte del solar de las antiguas Casas del Rey, que tantafama tuvieron como base de aprovisionamiento de las armadas de Espaa alo largo de toda nuestra poca imperial.Desde la segunda reconquista de Cartagena por Alfonso X el Sabio,, stemostr gran preocupacin por el desarrollo martimo del nuevo estado deCastilla y fue su voluntad que junto con Sevilla, la ciudad mimada por supadre, fuese Cartagena la base naval de nuestra Reconquista. Y si dot aSevilla con las clebres atarazanas para cubrir con sus naves el dominio delEstrecho, provey a Cartagena de la primera Infantera de Marina que tuvoCastilla, hacindola sede de la abada de la nueva orden militar de vanguardiapara fechos de mar de Santa Mara de Espaa o de Cartagenia. Pero esta abada fortificada se hallaba emplazada en una altura, incluida en el recinto inexpugnable de su ciudadela, en el lugar en que hoy se asienta la vieja Catedral.Tuvieron que pasar dos siglos para que la poblacin cartagenera se volviese a asentar en el llano, como ya lo estuvo en la Edad Antigua, y esto sedebi principalmente a la creacin de la infraestructura necesaria para laexpansin martima de la patria que, ya unificada, se lanzaba por un lado aldescubrimiento de Ultramar y por el otro a la conquista de los puertos mediterrneos. -Cartagena fue base naval de primera magnitud en estas ltimas empresasy ya en 1503 salieron de su puerto los bajeles de D. Luis Portocarrero para laguerra de Npoles y en sus muelles embarc el Gran Capitn D. Gonzalo deCrdoba con sus tropas. Entre otras expediciones destac la del generalPedro Navarro en mayo de 1509, llevando en sus naves al cardenal Cisnerospara la conquista de Orn.Es natural que n estas concentraciones de buques y tropas se hiciesepatente la falta de locales adecuados para servir de base de aprovisionamientoa una flota expedicionaria, as como las instalaciones necesarias para reparaciones, suministros, vveres y municiones de los barcos de guerra que se acogan a su refugio. Tod esto se hizo ms patente en 1541, cuando l emperador Carlos 1 desembarc en la ciudad al regreso del intento de conquistarArgel; es entonces cuando se reafirm el propsito de hacer de Cartagena unaplaza fuerte, cosa que ya se vena proyectando desde varios aos antes,puesto que se conserva el plano que el capitn general de la Artillera D.Andrs Dvalos envi al Rey en 1540 proponiendo nuevos muros que guarden la parte llana de la ciudad, apoyados en los extremos de la antigua fortaleza y defendidos por cuatro baluartes (1).

    (1) Casal, Federico: Historia de las calles de Cartagena, pg. 14. Plano de D. Andrs Dvalos, capitn general de Artillera, ao 1540. Leyenda: Esta torre cobiene aprovecharse destamuralla (...).Ao 1991

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    JUANSOLER CANTMs tarde, el mismo Dvalos propone al Rey que se erijan dos murallas:reparar la de la Ciudadela para poder fortificarse en caso de necesidad y erigirla ms amplia del llano y Molinete, para que pueda ser defendida por dos otres mil hombres, incluyendo en su recinto varias instalaciones para proveera la gente de armas (2).Como Carlos 1 estaba muy interesado en fortificar la plaza enva enseguida abundante artillera (caones, sacres, falconetes, etc.) y da rdenespara que se proceda a la construccin de una casa en la que se fabriquen lasmuniciones y las provisiones para los barcos, dando amplios poderes para elloal general Dvalos, quien en 1542 comunica al Rey que ha adquirido los terrenos, ha construido los hornos que se propone ampliar a veinte; se advierte quela obra es de gran envergadura, puesto que en su carta hace notar al Rey que

    en Cartagena no hay bastantes materiales ni maestros albailes, por lo queser necesario traerlos de Mlaga (3).En 1544 deban estar casi terminadas las murallas, puesto que la ciudad deCartagena pide al Consejo de Su Majestad que no le mande soldados paraguarnecerlas, porque para ello se bastan y se sobran los vecinos de la ciudad,sin tener que soportar, mantener y alojar a la nueva tropa real (4).Se puede afirmar que en 1545ya estn construidos o en terminacin variosedificios de las Casas del Rey, entre ellos las atarazanas para el armamento yreparacin de los buques y la casafuerte de municionamiento, en la cual yaest acopiada toda la artillera, plvora y municiones de diversas procedencias

    (2) La carta de y. M. de quinze de octubre recivi aqui en Murcia donde havia venido a vsitaila con lo dems y repondiendo a lo que V. M. digo que en Cartaxena conviene se haga dos cossas, la una y lo principal que se cercasse y conforme a esta traa que ynvio porque creo sera lomenos costoso y ms provechoso y guardar cerca todo lo poblado della, como por la traa se verpara saber lo que podra costar esta muralla con sus torres a traveses no hay aqu maestros lo quea mi me paresce es que se hara con doze mili ducados, tan bueno que se pudiesse defender. Alcomenzo que est echo de muralla en la otra parte que es de la cara de la muralla donde est lapuerta de San fins, toma tanto campo que ser menester para guardalla dos o tres mili hombresy por esto la dejo en la traa fuera y de esta no se puede aprovechar sino es de alguna piedra parahacer estotra en esta poblacin alta donde va encorporada la yglesia va un muro que aun que pormuchas partes el es flaco, el asiendo donde el est esfuerte yfortificndose esta cinta y peinndosey derribando dos o tres casas que a ellas estn pegadas, quedara aquello fuerte para que si viniessen a dar en ella los enemigos se recogiessen a esta y en ella se defendiessen, junto con esto esmenester que la cinta ms alta que est en la fortaleza se repare y fortifique (...).(3) (...) En lo de los hornos de bizcocho que V. M. manda que se amplien a veynte y que eledifizio sea perpetuo asta agora estn hechos cinco y comen ados otros dos por manera que faltarn treze para los quales emos comprado un solar muy apropsito junto con los otros hornos,pero porque en esta tierra ay mucha falta de materiales y de maestros alvaires quales convienepara este edificio comen arse a ajuntar los materiales y traerse con maestros alvaires de Mlagay aviendo dineros se har por la orden que V. M. manda. Cartagena a 11 de enero de 1542. DonAndrs Davalos. Don Francisco Verdugo.(4) (...) an procurado assegurarse delios haciendo cerrar la dicha cibdad con ayuda y favordel Dean de Cartaxena y del licenciado Lasarte, juez de residencia, la cual cerca esta en trminosy brevemente se acabar y acabada que sea estar sigura delios (...) hacemos saver a V. S. que ladicha cerca va de manera que acabada que sea y ser presto no avernos menester soldado ni losquerernos (...). de Cartaxena a los VI das de