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Revista ANS 13 | Ateneo Málaga

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ANS / junio 2010 1

Correlimos. Foto: Ana Retamero

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Imagen de cubierta:de Pepe S. Ponce

118

Edita:Ateneo de Málaga

Director:Juan Ceyles Domínguez

Director Adjunto:Jaime Rodríguez

Comité de Dirección:Junta Directiva

Fotografías:Pepe S. Ponce Ana Retamero Otros Autores

Diseño:Equipo ANS Nagui

Impresión:CEDMA

Depósito Legal:MA-000-2010

ISSN:0000-0000©Ateneo©De los textos y fotos: sus autores

Colaboran:Junta de AndalucíaDiputación de MálagaAyuntamiento de MálagaUniversidad de MálagaFundación UnicajaEmpresa Pública de Turismo de AndalucíaCEDMAAENAÁrea de Cultura de Diputación de MálagaFondo Europeo de Desarrollo Regional de la UEPrograma Cooperación TransfronterizaINTEGRARBIM

La Revista ANS no se hace responsable del contenido de sus artículos; ni comparte, necesariamente las opiniones en ellos expuestas.

132

116

120

La dieta mediterránea

4

98

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6 La Biodiversidad

99 Érase de un jardinero Málaga 2016: Punto Cero

121 Las negritas del Ateneo Actos, exposiones y más

138 El nombre de la Rosa Foro abierto

143 Barcos de Extrarradio Miguel Hernández

Número 13Diciembre 2010

Revista de

pensamiento y debate.

Las Artes, las Letras

y las Ciencias.

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4 ANS / diciembre 2010

Juan Ceyles Domínguez

Meditación ensimismada

Meditorial

Dosel de salsifí. Foto: Ana Retamero

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ANS / diciembre 2010 5

Oigo un zumbido que se hace cada vez más intenso, una especie de aturdi-miento atmosférico, una gran alarma; esto es: millones y millones de alas di-minutas batiendo la elipse de todos los tiempos concentrados en nuestro tiempo -en esta misma cuarta- miércoles a vein-tiuno o quizá viernes recién apaciguada la nona por las siete-revueltas ¿Signifi ca?

No es tiempo de profecías; signifi -ca que “nos hemos pasado siete calles” como diría un castizo (cuatro puede ser el número de la Tierra, en su parte es-table y, tres, el de su parte dinámica: el mar). Un consumismo atroz, una ambi-ción de crecimiento galopante, un des-pilfarro sin control. ¡Ningún egoísmo!

Un egoísta ha de ser inteligente, si piensa en sí mismo; un egoísta no pone en peligro ni aniquila las especies, un egoísta no agota las fuentes donde bebe. Sólo un estúpido se atiborra hoy, para morir de inanición mañana.

Estamos a tiempo; siempre estamos a tiempo ¿De qué?

A tiempo de traducir la culpa, a tiem-po de cambiar de gafas (de montura, al menos), a tiempo de enterrar a muchos inocentes. A tiempo de cambiar la mono-tonía de los boniatos.

Exigirnos cordura y ejemplaridad, primero; luego, imaginación.

Reclamarnos pesimistas para ver mal lo que está mal y optimistas para creer que podemos avanzar si cambiamos el rumbo y el estilo.

Y luego justicia y homenaje a los pueblos que sufrieron y sufren la perse-cución, a los pueblos oprimidos; todas las culturas que perecieron/perecen por el miedo y la sinrazón.

Oigo un zumbido: voces que claman milenarias en los intersticios de la me-moria. Yo diría que todos –por parte y parte-, aunque algunos bastante más que otros ¿Dónde se esconde el alacrán?

Miremos debajo de las alfombras de la calle Larios, echemos abajo el Muro de las Lamentaciones. Miremos a los ojos a esa cordillera de edifi cios que traicionan la espalda de nuestros montes; avergon-zados de repetir la rutina de los sinsabo-res: “un fantasma recorre la ciudad lle-nando sus aceras de tristeza”.

Apotegma Cruzado

Los meridianos se han ido tensando y ahora son apenados bordones en el lí-mite de su vibrante gravedad; mientras,

otros se ríen en el umbral del disparate: recordad las advertencias de Ducasse.

Las focas con su megalomanía atipla-da fl irtean con sus asesinos en las brillan-tes terrazas. Escuetas pasarelas exhibirán sus vanaglorias fantasmales mientras una espectacular jauría desabrocha el brillante estigma de sus colmillos; ulula la fantasía encarrilada.

Seguimos esperando a Godot y a Olatrussa, aunque hace ya tiempo que llegaron.

¿Qué haremos para no perdernos, después de estar perdidos?

La Tierra ya no es una naranja, es una tómbola des-gajada con premios para todos.

Posdata en GerundivoCelebramos el año internacional de

la Biodiversidad y la Interculturalidad. Todo está en nuestras manos.

Un egoísta ha de ser inteligente, si piensa en sí mismo; un egoísta

no pone en peligro ni aniquila las especies, un egoísta no

agota las fuentes donde bebe.

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9 La biodiversidad: un capital natural. J. Rodríguez.

18 Andalucía natural: veinte años después. J.M. Suárez Japón

26 Sostenibilidad de la biodiversidad. F. García Novo

32 Conocer la diversidad biológica: Flora Vascular de Andalucía. B. Cabezudo Artero

38 Biodiversidad genética y recursos agroalimentarios. J. Cuartero Zueco

44 Diversidad biológica: lo que nos enseñan los microbios. J. Jiménez Martínez

49 Biodiversidad y recursos marinos en el Mediterráneo. J. Baro Domínguez

56 Conservación de la biodiversidad: el papel de la UICN. P. Rosabal

65 El Centro de Cooperación del Mediterráneo de UICN. F. Simard y A. Alcántara

70 El Proyecto Alborán. J. Rodríguez y Grupo de Coordinación

75 La Reserva de la Biosfera Intercontinental Andalucía-Marruecos. F. Molina

81 Biodiversidad y educación ambiental. J.J. Martín Jaime

86 Biodiversidad marina: la percepción del ciudadano. A. Barrajón Mínguez

94 Participación ciudadana y conservación de la biodiversidad. S. Moreno Borrell

6 ANS / diciembre 2010

Page 9: Revista ANS 13 | Ateneo Málaga

La Biodiversidad

ANS / diciembre 2010 7

Cistus. Foto: Ana Retamero

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8 ANS / diciembre 2010

Margarita helada. Foto: Ana Retamero

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ANS / diciembre 2010 9

En enero de 2007, la Asamblea Ge-neral de Naciones Unidas declaró 2010 como Año Internacional de la Biodiver-sidad ¿Razones? Muchas, cada vez más alarmantes y cada vez más inseparables de la dinámica global en que ha entrado este planeta nuestro, en el que la pobla-ción humana anda cerca de los 7000 millones de personas y tiende hacia un techo próximo a los 10000 millones.

Las diferentes y sucesivas “Cumbres” de altos dirigentes políticos ponen de manifi esto la difi cultad (¿incapacidad?) de llevar a buen término las conclusiones y acuerdos que afectan globalmente a la salud del planeta y al bienestar de gran parte de la población humana. La insufi -ciencia de las conclusiones de la Cumbre sobre la Tierra, celebrada en Río de Ja-neiro en 1992 («Cumbre de Río») para resolver los problemas de un mundo en el que la pobreza y la desigualdad son características endémicas, hace inevita-ble la aparición de crisis ecológicas y so-ciales. En dicha “cumbre”, 150 jefes de gobierno fi rmaron (entre otras muchas cosas) el Convenio sobre Diversidad Bio-lógica (CDB), con una meta para 2010:

“Alcanzar una reducción signifi cativa en la actual tasa de pérdida de la diver-sidad biológica a nivel mundial, regional y nacional como contribución a la mitiga-

ción de la pobreza y en benefi cio de todas las formas de vida en la Tierra”.

En la “Cumbre del Milenio” de las Naciones Unidas, celebrada en Nueva York en el año 2000, así como en la “Cumbre del Milenio+5” (Nueva York, 2005), los Estados miembros de Nacio-nes Unidas reafi rmaron su compromiso de luchar por un mundo en el que el desarrollo sostenible y la eliminación de la pobreza tienen la máxima prioridad, identifi cando los bien conocidos Obje-tivos de Desarrollo del Milenio entre los que fi gura el problema de la pérdida de biodiversidad a través del objetivo 7:

1. Erradicar la pobreza extrema y

el hambre.

2. Lograr la enseñanza primaria

universal.

3. Promover la igualdad entre los

sexos.

4. Reducir la mortalidad infantil.

5. Mejorar la salud materna.

6. Combatir el SIDA, la malaria y

otras enfermedades.

7. Garantizar la sostenibilidad del

medio ambiente.

8. Fomentar un alianza mundial

para el desarrollo.

La identifi cación de las metas para lo que entonces se veía como un futuro a corto-medio plazo pone de manifi esto que la biodiversidad forma parte de un objetivo más amplio (“sostenibilidad ambiental”) que incluye

“Incorporar los principios del desarro-llo sostenible en las políticas y programas nacionales e invertir la pérdida de recur-sos del medio ambiente; haber reducido y haber ralentizado considerablemente la pérdida de diversidad biológica en 2010; reducir a la mitad el porcentaje de perso-nas que carecen de acceso al agua potable para 2015; mejorar considerablemente la vida de, por lo menos, 100 millones de ha-bitantes de suburbios para el año 2020”.

Lamentablemente, ninguna de las metas se ha alcanzado a día de hoy, como ha demostrado el proceso de “Evalua-ción de Objetivos del Milenio”. Entre otras consideraciones, la Organización de Naciones Unidas recoge el sentir de la comunidad científi ca, convencida de la estrecha relación entre biodiversidad y bienestar humano, cuando se muestra

“Profundamente preocupada por las repercusiones sociales, económicas, am-bientales y culturales de la pérdida de la diversidad biológica, incluidas las con-secuencias adversas que entraña para la consecución de los Objetivos de Desarrollo

Jaime Rodríguez MartínezCatedrático de Ecología, Universidad de Málaga. Ex-Coordinador del Área de Biología de Organismos

y Sistemas de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva.

La Biodiversidad: un capital natural que no debemos dilapidar

ANS / diciembre 2010 9

La Biodiversidad

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w

El valor estético de un paisaje natural es un ejemplo de los servicios “culturales” que los ecosistemas prestan a la sociedad. Foto: Agustín Barrajón Doménech.

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del Milenio, destacando la necesidad de adoptar medidas concretas para invertir esa pérdida”.

En el mensaje que el Secretario Ge-neral de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, hace del Año Internacional de la Biodiver-sidad, admite:

“En 2002, los líderes mundiales acor-daron reducir sustancialmente la pérdida de biodiversidad para 2010. La meta «Biodiversidad-2010» fue consecuente-mente integrada en los Objetivos de De-sarrollo del Milenio. No será alcanzada”.

La realidad a la que nos enfrenta-mos es que la población humana, a pe-sar de los enormes avances tecnológicos habidos en el último siglo, sigue siendo fundamentalmente dependiente de los benefi cios que extrae de los sistemas na-turales, siendo la biodiversidad uno de los componentes fundamentales de estos sistemas, por lo que su conservación es un requisito indispensable para el bien-estar del ser humano.

¿Qué es realmente la biodiversidad?Aunque el término ha tenido un

enorme éxito en cuanto a difusión social, no es menos cierto que, si hiciéramos una consulta ciudadana, su uso mostra-ría sin duda un sesgo hacia un contenido fundamentalmente naturalista, es decir, hacia los componentes más conspicuos de eso que corrientemente se identifi -ca como “fl ora y fauna” del planeta que habitamos. Estamos familiarizados con los mensajes acerca de la necesidad de proteger especies emblemáticas como el lince ibérico, el oso pardo, el quebran-tahuesos, o ecosistemas como el bosque

amazónico, el arrecife de coral o el mar Mediterráneo.

La conservación de especies es, cier-tamente, el elemento, podríamos decir dinamizador, de la idea de conservación de la biodiversidad, pero ésta, sin embar-go, tiene un contenido más amplio que el que le otorgan ciertas especies más o menos emblemáticas o el conjunto de ellas que conforman ciertos ecosistemas también más o menos conocidos, apre-ciados estéticamente o valorados cientí-fi ca o económicamente.

Uno de los mayores logros del CDB es que aborda a la diversidad biológica desde un enfoque integral, al defi nirla en sus tres dimensiones: genes, ecosistemas y especies. Para el CDB la diversidad bio-lógica es: “la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre

otras cosas, los ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que for-man parte; comprende la diversidad den-tro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas.”

Para empezar, uno de los compo-nentes fundamentales de la denominada biodiversidad es la diversidad genética de las poblaciones, es decir, la variabi-lidad genética que existe entre los indi-viduos que pertenecen a una misma es-pecie y que, en un determinado ámbito territorial, pueden cruzarse reproducti-vamente. Esta variabilidad genética es la base que garantiza la supervivencia de la población (y, en defi nitiva, de la especie) en el marco de variabilidad ambiental en el que tiene lugar la evolución biológica; adicionalmente, la variabilidad genética dentro de una especie es uno de los ele-mentos fundamentales en el proceso de domesticación y selección artifi cial que el hombre ha realizado desde los inicios de la agricultura y la ganadería, proce-sos que han dado lugar a una forma de diversidad también en grave peligro de desaparición debido a las tendencias ac-tuales y modelos de desarrollo agrícola y ganadero (ver artículo de Jesús Cuar-tero en este volumen). Por otra parte, la concepción social de la biodiversidad no suele prestar atención a organismos como las bacterias o los microorganis-mos en general, a los cuales frecuente-mente resulta difícil asignarles una iden-tifi cación taxonómica (es decir, darles un nombre específi co) o, como ocurre frecuentemente, su afi liación taxonómi-ca es de menor importancia que el papel

La diversidad de especies es el elemento más llamativo de las comunidades biológicas, pero no es el único componente de la “biodi-versidad”. Foto: Carlos Moreno

ANS / diciembre 2010 11

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o función que desarrollan en el manteni-miento de las condiciones que hacen a la biosfera habitable para el conjunto de los seres vivos, especie humana incluida (ver artículo de Juan Jiménez en este volumen). Gracias fundamentalmente a actividad de los microorganismos se regula el clima, se mantiene constante la composición quí-mica de la atmósfera, se forman los suelos sobre los que crecen los bosques y las cose-chas y, en defi nitiva, se hacen posibles las condiciones que hacen de la biosfera (el denominado “sistema Tierra”) un sistema autoregulado que permite la persistencia de la vida tal como la conocemos.

La biodiversidad, en defi nitiva, hay que entenderla en un marco amplio que inclu-ye, además de la diversidad de especies, la diversidad genética de los organismos, la diversidad de los hábitats y comunida-des biológicas y la diversidad de procesos ecológicos y ecosistemas, sin olvidar la manifestación espacial de esta diversidad, es decir, la heterogeneidad de hábitats, paisajes y ecosistemas, incluyendo los paisajes modifi cados históricamente por el hombre (como es el caso del paisaje mediterráneo).

El impacto humano sobre la biodiversidad

El impacto de la actividad humana ha desplazado a las variables fundamentales que rigen el funcionamiento del «sistema Tierra» fuera de su rango natural de varia-ción en un tiempo extraordinariamente corto, iniciando un proceso de cambio climático fundamentalmente antropogéni-co. El término «clima» hace referencia a la consideración conjunta de todos los com-ponentes del «tiempo meteorológico» (pre-cipitación, temperatura, nubosidad, etc.), pero el «sistema climático» incluye procesos que involucran, además de la atmósfera, al océano, las masas continentales y la cober-tura de hielo. El sistema Tierra engloba al sistema climático, y muchos cambios en el

funcionamiento del sistema Tierra pro-vocan cambios en el sistema climático pero, además, otros cambios (sean na-turales o antropogénicos) en el sistema Tierra pueden tener consecuencias sig-nifi cativas sin implicar cambios en el clima. Es por esto que «cambio global» no debe confundirse con «cambio cli-mático»; éste último es sólo uno – qui-zás el más notable - de los componentes del cambio global.

En este marco de «cambio global», el sistema Tierra está sufriendo un pro-ceso de profunda transformación al cual (ya es evidente) no son ajenos el crecimiento numérico y las actividades de la población humana:

• En los últimos 150 años la humanidad ha consumido el 40% de las reservas conocidas de hidrocarburos fósiles, los cuales tardaron millones de años en generarse.

• Cerca del 50% de la superfi cie terrestre ha sido modifi cada por las actividades humanas.

• La fi jación sintética de nitrógeno para fabricar fertilizantes mediante el consumo de hidrocarburos fósiles es superior a la fi jación natural en todos los ecosistemas terrestres.

• Más de la mitad del agua dulce existente es explotada para usos humanos con el consiguiente deterioro de las reservas subterráneas en muchas áreas del mundo.

• Además del CO2 (dióxido de carbono) y CH4 (metano), las concentraciones atmosféricas de varios gases “de efecto

invernadero” han aumentado notablemente.

• La biota marina y especialmente la costera está siendo fuertemente alterada; la superfi cie de manglares y de humedales costeros ha caído a la mitad.

• Más del 20% de los caladeros de pesca están sobreexplotados o agotados y otro 44% está en el límite de su capacidad de explotación.

• La tasa de extinción de especies está aumentando rápidamente tanto en ecosistemas terrestres como marinos. El sistema Tierra se encuentra al borde de una nueva gran extinción, esta vez causada por una sola especie, la especie humana, y más aguda que las cinco grandes extinciones que han tenido lugar por causas naturales en los últimos 540 millones de años de historia del planeta Tierra.

En defi nitiva, la magnitud y velo-cidad de los cambios originados por la especia humana en el ambiente a escala planetaria no tienen precedente en los últimos 500.000 años. El «cambio glo-bal» es la manifestación del fracaso co-losal de la economía de mercado, pues se generan grandísimos daños ambien-tales y socioeconómicos a través de pro-cesos que inciden fundamentalmente en bienes ajenos al sistema de mercado. Esto ha llevado a la propuesta del térmi-no «Antropoceno» o «era antropozoica» a esta nueva era geológica caracterizada por el impacto de la especie humana so-bre el sistema Tierra.

12 ANS / diciembre 2010

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La interacción entre océano, atmósfera y continentes, junto con la diversidad biológica que albergan y las actividades humanas tradicionales, conforman el “Sistema Tierra”. Actualmente, la presión humana está afectando a la integri-dad estructural y funcional del sistema en su conjunto.

ANS / diciembre 2010 13

Biodiversidad y servicios ecosistémicos

En el marco de esta aproximación global, holística o ecosistémica, la bio-diversidad (y los ecosistemas en gene-ral) se considera un «capital natural» que genera un fl ujo de servicios útiles o renta natural a lo largo del tiempo. Tradicionalmente, el valor adscrito a los ecosistemas ha estado relaciona-do con su capacidad para producir «bienes», es decir, todo aquello a lo que se puede asignar un valor comer-cial o tangible (recursos alimenticios, compuestos medicinales, etc). Sin embargo, hoy ya no es posible dejar de reconocer la relevancia que para el bienestar de la especie humana tiene la producción, por parte de los ecosiste-mas, de «servicios» a los que no es fácil asignar un valor monetario pero que son fundamentales para el bienestar de la población humana.

La incorporación de ambos tér-minos (bienes y servicios) en uno solo («servicios ecosistémicos») alcanza su formalización defi nitiva en el marco

de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio (EEM) que los defi ne como los benefi cios que el ser humano obtiene de los ecosistemas.

La EEM clasifi ca los servicios eco-sistémicos en las categorías siguientes:a) Servicios de soporte,b) Servicios de abastecimiento o provisión,c) Servicios de regulación yd) Servicios culturales

Los servicios de soporte represen-tan los procesos básicos del funciona-miento de los ecosistemas (producción primaria, reciclado de materia, proce-sos de formación de suelos, etc), por lo que, de hecho, están en la base de las restantes categorías. Los servicios de abastecimiento o provisión son los ante-riormente conocidos como “bienes” de los ecosistemas: producción de alimen-to, agua potable, hidrocarburos fósiles, materiales, plantas medicinales, etc. Los servicios de regulación se relacio-nan con los procesos ecológicos que

regulan la estructura y dinámica de la biosfera haciéndola adecuada para la persistencia de la vida en general y de la especie humana en particular: regu-lación del clima (por ejemplo a través de la absorción de CO2 atmosférico por los océanos), regulación hídrica y procesos naturales de depuración de aguas, ciclos biogeoquímicos, polini-zación, control natural de plagas, dis-persión y secuestro de contaminantes, etc. Finalmente, los servicios culturales representan todos aquellos benefi -cios inmateriales que los ecosistemas brindan a la sociedad humana: cono-cimiento, valores estéticos, recreativos, educativos, culturales, etc.

La “Evaluación de Ecosistemas del Milenio”

Dentro del proceso de seguimien-to de consecución de los Objetivos del Milenio, la denominada "Evaluación de Ecosistemas del Milenio" (EEM) surge del reconocimiento de que, a pesar de los fuertes avances en el cono-cimiento científi co sobre la estructura,

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Los humedales costeros juegan un papel fundamental en la regu-lación hídrica y representan un sistema fundamental de amorti-

guación de la elevación del nivel del mar provacada por el cambio climático. Foto: Carlos García

14 ANS / diciembre 2010

funcionamiento, dinámica y estado de con-servación de muchos tipos de ecosistemas y de la biodiversidad que albergan, los resul-tados obtenidos no tienen la repercusión y peso deseables en los debates políticos y en la toma de decisiones relacionadas con este problema. La conclusión alcanzada por la comunidad científi ca y las organizaciones conservacionistas hace necesario extender el discurso sobre la necesidad de proteger la biodiversidad a la explícita identifi cación de los estrechos vínculos existentes entre el es-tado de los sistemas naturales y el bienestar humano en todas sus facetas. Dicho de otro modo, se hace necesario poner el énfasis en los servicios que los ecosistemas brindan a la sociedad.

Como se expresaba al principio de este artículo, la especie humana, aunque ha con-seguido un cierto grado de defensa frente a los cambios ambientales gracias a la cultura y la tecnología, sigue siendo fundamental-mente dependiente del fl ujo de servicios proporcionado por los ecosistemas. La EEM, iniciativa en la que participan las principales organizaciones mundiales de carácter fi lan-trópico, se desarrolló entre 2001 y 2005 bajo la iniciativa del Plan de Naciones Uni-das para el Medio Ambiente (UNEP), con el objetivo de evaluar las consecuencias que los cambios que están teniendo lugar en los eco-sistemas tienen sobre la calidad de vida de la humanidad y, consecuentemente, estable-cer las bases científi cas para la conservación y uso sostenible de los ecosistemas y de su capacidad para contribuir al bienestar de la sociedad humana.

La EEM se apoya en las relaciones entre ecosistemas y bienestar humano, particular-mente a través de los servicios ecosistémicos, y trata el rango completo de ecosistemas des-de los más naturales (p.e. un bosque remo-to) pasando por aquellos caracterizados por una trama de áreas relativamente naturales y modifi cadas (un paisaje con parcelas agríco-las separadas por manchas de bosque) hasta aquellos modifi cados intensamente por el hombre, como son los sistemas agrícolas y urbanos. La EEM identifi ca los servicios eco-sistémicos como los benefi cios que el hom-bre obtiene de los ecosistemas, incluyendo los tipos de servicios anteriormente descri-tos. El bienestar humano tiene, así mismo, varios componentes que incluyen la cobertu-ra de las necesidades básicas, las condiciones para una vida sana en un ambiente sano, las condiciones de seguridad, las relaciones so-ciales y, fi nalmente y dependiendo de todos estos elementos, la libertad de elección y ac-ción o, dicho de otra forma, la oportunidad de alcanzar lo que el individuo quiere ser y hacer. A su vez, la libertad de elección y ac-ción es también condición necesaria para alcanzar varios de los otros componentes.

El marco conceptual de la EEM contem-pla a la población humana como parte in-tegral de los ecosistemas. Factores sociales, económicos y culturales implican cambios en la población humana que, a su vez, pro-vocan, directa e indirectamente, cambios en los ecosistemas que, fi nalmente, acaban afectando al bienestar humano. En esta vi-sión holística de las relaciones entre socie-dad y naturaleza se impone el concepto de

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ANS / diciembre 2010 15

Page 18: Revista ANS 13 | Ateneo Málaga

“sistema socio-ecológico” como unidad de acción para entender cómo la activi-dad humana afecta al capital natural y al fl ujo de servicios de los ecosistemas.

Es necesario hacer notar que la EEM no se limita a considerar aquellas presio-nes sobre los ecosistemas que pueden afectar al bienestar humano sino que re-conoce el valor intrínseco de las especies y los ecosistemas (es decir, aquel que po-seen en sí mismo, independientemente de su utilidad para la especie humana).

Los resultados de la EEM muestran cómo cerca de las dos terceras partes de los servicios de los ecosistemas evaluados estarían decreciendo a nivel mundial, evidenciando que nuestro crecimiento en el estado de bienestar se ha hecho a costa de una reducción signifi cativa del capital natural del planeta, o lo que es lo mismo, que nuestra sociedad está gas-tando más de lo que posee y reduciendo, con ello, la capacidad de la Tierra para sustentar a las futuras generaciones.

Las respuestas políticas ante el pro-blema son muchas: un ejemplo signifi -cativo es las creación, dentro del Progra-ma de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, de una Plataforma Científi co-Política Intergubernamental sobre Biodi-

versidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), una organización al estilo del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático), centrada en este caso en la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas. Actualmente son tam-bién muchos los países y comunidades que han trasladado, a su escala, un pro-grama de “evaluación de ecosistemas”, entre ellos España y, más recientemente, Andalucía.

Todo proceso de evaluación requiere una fase de valoración de las diferentes alternativas con el objeto de seleccionar aquella más ventajosa en el marco de un análisis “coste-benefi cio”. Una de las po-lémicas más interesantes en el contexto de la Evaluación de Ecosistemas se refi e-re a la valoración de los servicios ecosis-témicos. La pregunta sería, a modo de ejemplo ¿Se puede dar un valor de mer-cado a la biodiversidad de un particular ecosistema, o al servicio de regulación hídrica que realiza la cubierta vegetal de una cuenca fl uvial? Los estudiosos de los servicios ecosistémicos se mueven entre las dos connotaciones que tiene el concepto de “valor”: “valor de uso” o “valor de cambio”. En el primer caso se trata de valorar el grado de utilidad

o aptitud que poseen los servicios para satisfacer una necesidad o proporcionar bienestar. En el segundo caso se trata de la cualidad de los servicios cuyo uso se traduce en un valor monetario o equiva-lente. En el contexto de la denominada Economía Ambiental, la valoración eco-nómica de los servicios ecosistémicos se ha traducido en ejercicios altamente especulativos que han llegado al extremo de asignar valores concretos de merca-do a ecosistemas completos y servicios ecosistémicos, considerados estos como simples externalidades. Por otro lado, la Economía Ecológica asume que no exis-ten externalidades y la asignación de un valor económico total a los servicios de los ecosistemas no es más que un arte-facto contable. La valoración monetaria de los servicios ecosistémicos, indepen-dientemente de la difi cultad y compleji-dad de su obtención, lleva aparejada un riesgo, y es que resulte desviada hacia los servicios más fácilmente cuantifi ca-bles y no necesariamente hacia los más relevantes o críticos. Por otra parte, es necesario no caer en una visión absolu-tamente economicista de la naturaleza, reconociendo el valor intrínseco de las especies y los ecosistemas, es decir, el

16 ANS / diciembre 2010

La relación mutua entre el sistema social y el capital natural que constituyen los ecosistemas es la base del “sistema socio-ecológico”.

Page 19: Revista ANS 13 | Ateneo Málaga

que poseen independientemente de su utilidad para el ser humano. De otra for-ma, la conservación de la biodiversidad podría convertirse en una decisión deri-vada de un balance económico entre el coste que implica su conservación y los potenciales benefi cios derivados de ésta.

La EEM en España y AndalucíaLa Evaluación de los Ecosistemas

del Milenio de España es un proyecto interdisciplinar impulsado por la Fun-dación Biodiversidad (Ministerio de Medio Ambiente Rural y Marino) que pretende proporcionar información, va-lidada científi camente, para que políti-cos, gestores, sector privado y público en general sean conscientes de la estrecha relación que existe entre la conservación de los ecosistemas españoles y el bienes-tar de su población. En último término el proyecto aspira a que sus resultados justifi quen la necesidad de considerar la capacidad de los ecosistemas y de la biodiversidad que albergan para gene-rar servicios en la toma decisiones en los muy diferentes ámbitos de la política territorial. Recientemente, la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Anda-

lucía ha iniciado un proceso equivalente a escala regional. A ambas escalas (esta-tal y autonómica), los objetivos particula-res del proyecto son:

Sin menoscabo de las respuestas tradicionales que la administración vie-ne dando a los problemas ambientales que implican pérdida de biodiversidad (normativa legal, establecimiento de es-pacios naturales protegidos, programas de educación ambiental, etc), la Evalua-ción de Ecosistemas del Milenio debería contribuir a difundir, en un marco in-tegrador y holístico, la relevancia de las relaciones entre actividades humanas, fl ujo de servicios ecosistémicos e integri-dad del capital natural que representan los ecosistemas y la biodiversidad que los caracteriza.

ANS / diciembre 2010 17

1. Difundir en nuestro país las

conclusiones más importantes

del Programa de Naciones

Unidas de Evaluación de los

Ecosistemas del Milenio

2. Identifi car y defi nir en términos

socioecológicos el capital

natural crítico de España

caracterizando y estimando los

impulsores indirectos y directos

de cambio y su relación con

el fl ujo de servicios que éste

presta a la sociedad.

3. Generar herramientas y

modelos para la toma de

decisiones relacionadas con

la planifi cación y gestión

integrada del territorio

conceptuado como un sistema

socioeológico.

4. Identifi car opciones de

respuesta para alcanzar

objetivos de desarrollo humano

y sostenibilidad ambiental.

5. Ayudar a construir capacidad

de planifi cación y prevención

de individuos e instituciones

en un mundo cambiante así

como proponer opciones de

respuesta frente al riesgo y la

degradación ambiental.

Page 20: Revista ANS 13 | Ateneo Málaga

18 ANS / diciembre 2010

El tiempo ha ido muy deprisa hacien-do sus cuentas y ya son más de veinte los años que han transcurrido desde que en julio de 1989 el Parlamento de Andalu-cía aprobara la Ley que creaba el Inven-tario de Espacios Naturales Protegidos de nuestra tierra y se recogían “medidas adicionales para su gestión”. Fue la cul-minación de un largo proceso, -iniciado antes incluso de que se conformara el primer gobierno autonómico andaluz-, y también el comienzo de un reto extraor-dinario: el de gestionar, bajo los pará-

metros de una conveniente alianza entre conservación y desarrollo, una superfi cie protegida que, con la aprobación de la referida Ley, había pasado había pasado del 2’6 % a algo más del 15 %. Debió hacerse con la perentoriedad que deve-nía de la propia tramitación fi nal de la norma y, por tanto, emprendiéndose la redacción y aprobación de todo el paque-te de instrumentos de planifi cación que cada fi gura de protección contemplaba y sin los cuales los objetivos de la ley hu-biesen sido imposibles de alcanzar. El re-

sultado de todo este proceso, del esfuerzo continuado de técnicos, gestores, respon-sables de diversos tenores y escalas, es la gozosa realidad actual de la RENPA, la red que engloba y conecta a los Espacios Naturales Protegidos de Andalucía que, con los añadidos de las nuevas declara-ciones que se han ido acordando, eleva ya al 17’5 % la superfi cie protegida en Andalucía, lo que nos sitúa claramente por encima de la media española.

Entre tanto, la sociedad andaluza y, por supuesto, la española y la internacional,

Andalucía Natural veinte años después (AN+20)

Juan Manuel Suárez JapónRector de la Universidad Internacional de Andalucía y Ex Consejero de Cultura y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Catedrático de Geografía Humana de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, Presidente del Comité de Reservas de la Biosfera de la UNESCO.

Mariquita. Foto: Ana Retamero

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han ido experimentando cambios sus-tantivos que han aportado nuevas visio-nes y nuevas exigencias a las políticas de protección del espacio. Aquella inicial prioridad que el legislador quiso garan-tizar, a saber, que la conservación de la naturaleza no debía constituir un freno para los necesarios procesos de desarro-llo económico y social que la sociedad andaluza de principios de los ochenta requería han sido hoy, si no superada en su totalidad, sí que perfi lada en un sen-tido más complejo, que hace más fácil asumir planteamientos más cualitativos destinados a optimizar las estructuras que ya tenemos y a mejorar sus funciones y resultados. En defi nitiva, el tiempo pre-sente, -algo más de veinte años después-, permite y aún exige la oportunidad de hacer una relectura de todo el conjunto de las ideas y conceptos que un su día hizo presente tan fundamental avance. De ahí que nos pareciera especialmen-

te conveniente que desde la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de An-dalucía se haya propiciado este debate, haciendo participar en él a estudiosos, investigadores, gestores y expertos. Fruto de este trabajo ha sido la redacción de un documento de bases1 y la organización de un Seminario Internacional2 que tuvo lugar en Sevilla durante los pasados días 12 al 14 de abril3.

El carácter prospectivo que todo este impulso tiene, su explicitada voluntad de que estos esfuerzos se canalicen a la posible redacción de un nuevo proyec-to de Ley que modifi que la actual y que incorpore los parámetros de la nueva situación que ahora nos plantea una so-ciedad global y globalizada, afectada por problemas, riesgos e incertidumbres de muy diversas escalas, desde las planeta-rias (cambio climático, crisis económico-fi nanciera) hasta las de carácter regional e incluso local (presión sobre los usos del

suelo, desarrollos turísticos incontrola-dos, presión urbana), no puede desviar nuestra atención respecto de un hecho que considero primordial: la principal novedad que hemos de detectar en la nueva situación, más aún a la hora de pla-tearse una revisión de la legalidad vigente en materia de ENP es, precisamente, la valoración del conjunto de experiencias sumadas a lo largo de estos años pasados y el amplio bagaje de conocimientos que esa práctica concreta nos ha aportado. Así pues, si la pregunta es ahora ¿cómo se-guir diseñando y desarrollando políticas de intervención en los Espacios Protegi-dos y en el marco de las incertidumbres de la situación sobrevenida?, apuntamos ya aquí que una de las respuestas posi-bles podría encontrarse en el análisis de nuestro pasado inmediato. Más aún, este análisis y las informaciones que de él se deriven pueden ser el puente necesario cuando deba darse el paso decisivo de

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pasar del campo de las refl exiones teóri-cas, -recogidas en el citado Documento de Bases-, a la superior rigurosidad y con-creción de un texto legal.

Recuperar e integrar toda la infor-mación contenida en esta actitud retros-pectiva no impedirá avanzar, antes al contrario. El amplio periodo de apren-dizaje dejado atrás es una garantía sobre la que puede edifi carse la toma de deci-siones. Lo aconseja también una opción metodológica de amplia aceptación en las ciencias del territorio, según la cual, en palabras de Marc Bloch, “para saber lo que una cosa es, deviene indispensa-ble saber cómo ha llegado a ser”. Y es evidente que la gozosa realidad de la RENPA adquiere su verdadera dimen-sión y trascendencia cuando se conocen las dinámicas de la que es el fruto más tangible. La RENPA es pues, al mismo

tiempo, punto de llegada y punto de partida, un elemento básico en la con-tinuidad de las acciones de política am-biental en Andalucía. Pero además de todo ello, me aferro a otra razón, -que entiendo más defi nitiva-, para reclamar esa atención al análisis retrospectivo y es la convicción de que los valores que fundamentaron aquellas políticas hace veinte años siguen teniendo vigencia en la actualidad. En las líneas siguientes, y en el marco de la concreción exigida por este texto, trato ahora de explicitarlos.

En primer lugar, insistimos en la necesidad de concebir la Naturaleza, -así, en mayúsculas, como sinónimo de “todo lo natural”, como sinónimo de las acepciones medio natural o espacio na-tural-, como un valor básico. No solo un valor entendido en el sentido económico, aunque lo sea, puesto que es de ahí, de

la Naturaleza, de donde proceden y se aportan la mayor parte de los recursos que sostienen la actividad económica de los hombres. Entendemos aquí la Naturaleza como “valor”, pero no sólo como sinónimo de fuente de riquezas, aunque lo sea. Hay que insistir también en anchar nuestra mirada y destacar que este es un valor que tiene dimensiones individuales y también colectivos, es de-cir, que la Naturaleza posee a la vez un “valor patrimonial”, lo que convierte a los seres humanos no en dueños, sino en usuarios del mismo. La Naturaleza sobre la que intervenimos no nos pertenece. La hemos recibido de otras generaciones y hemos de asegurar su propagación y conservación para el disfrute de quienes aún no están aquí para reclamar este de-recho. De ahí que cuando hablamos de la Naturaleza como valor estamos también

Bahía de Cádiz

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otorgando una dimensión ética al con-junto de relaciones que, en cualquier tiempo y situación, mantenemos los hombres con ella.

En una sociedad en la que los bienes materiales, en que la riqueza dineraria, en afán de tener, parece dominarlo todo, no nos cansaremos de reclamar esa di-mensión ética que debe regular nuestras relaciones con el espacio. Más no somos tan ingenuos como para esperar que este valor ético se imponga sin más, ni siquie-ra que pueda imponerse de un modo coercitivo o imperativo. Esta ha de ser una apuesta de medio plazo, pero nada que no se empieza alguna vez se termina. De ahí que, ahora como hace veinte años, los esfuerzos en desarrollar la educación ambiental, -la educación, en general-, se nos antoje un requisito indispensable para el sostenimiento de las políticas ambientales y para el diseño de sus ins-trumentos futuros. Cualquier incentivo que en este orden recoja la futura norma legal será, por tanto, bueno y pertinente.

Más no podemos quedarnos ahí. Es un hecho cierto, constatado por una reite-rada casuística, que para que las dimen-siones éticas sean operativas y para que se puedan garantizar esas connotaciones

patrimoniales que se insertan en la Natu-raleza, no basta el voluntarismo: es preci-so dar el paso hasta la dimensión legal. Es decir, se hace preciso que se arrope al patrimonio natural con el manto legal que lo defi na, lo regule y le dé consis-tencia, de forma que se haga posible la conjugación de dos principios constitu-cionales, el de la propiedad privada y el de los intereses colectivos. Ese es el senti-do que tiene el hecho de que, fi nalmen-te, las intervenciones en protección de la Naturaleza hayan de hacerse por la vía de la aprobación de Leyes ad hoc. Así ha sido en Andalucía y así ha sido en todo el mundo. La preservación de la dimen-sión ético-patrimonial exige la dimen-sión legal y esto solo pueden hacerlo las instituciones públicas habilitadas para ello. En defi nitiva, es esta exigible conci-liación entre los intereses particulares y los intereses colectivos la que obliga a los poderes públicos a hacerse presentes y la que en un determinado momento, -des-de principios del siglo XX-, estas cuestio-nes se hicieran un lugar en las agendas de los estados.

Más allá de la obviedad que siempre nos plantean los hechos cotidianos y de que hoy todos, -especialmente los más

jóvenes-, entiendan que esta presencia de lo público en la regulación de los usos del espacio es algo “normal”, reclama-mos aquí el inexcusable derecho que esos poderes públicos deben aducir para justifi car y fundamentar sus acciones en defensa de los intereses colectivos. Los gobiernos que legislan para dotar a cier-tas porciones del territorio de determina-das cautelas o limitaciones de uso con el fi n de garantizar su preservación jamás han signifi cado, -como algunos intenta-ron hacer ver en algunos momentos-, una irrupción en detrimento de ningún dere-cho, sino en defensa de los derechos de todos. Frente a quienes se afi rman en la defensa del mercado como instrumento de regulación de nuestras relaciones con los espacios, unas prácticas cuyas leyes ya nos han dejado más que sufi cientes muestras de sus efectos sobre los territo-rios, postulamos aquí el valor y la impor-tancia de la presencia reguladora de lo público. De ahí que, llegado el momento de abordar una renovación de la actual Ley de ENP en Andalucía, nos atrevamos a aconsejar que, cumplimentados todos los procesos que abrirse puedan para la participación democrática, se orienten los trabajos al objetivo de conseguir “una ley sin complejos” en la defensa de esos intereses colectivos.

Doñana.-señalización

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En relación con ello, la nueva Ley no podrá abstraerse de un hecho evidente: la superación del concepto de espacio protegido isla, es decir, de una acotación de territorio sometida a un régimen par-ticular y por completo aislada de las diná-micas que fl uyen más allá de “sus fronte-ras”. Es preciso esforzarse por conectar los ENP con el resto del espacio, estable-cer redes, crear pasarelas o cualquier otro modo o instrumento para que esa co-nexión se establezca y vayamos hacia una concepción más sistémica. En este mar-co de refl exión se debiera abrir paso el compromiso por la incorporación de los paisajes como nuevos valores a proteger. La nueva Ley de ENP en Andalucía po-dría hacerse eco de los avances que en materia de paisaje se han venido desa-rrollando desde la declaración que en tal sentido produjo el Consejo de Europa (la Carta del Paisaje).

En segundo lugar, es preciso reafi r-marse en la necesidad de avanzar en la gestión integral de las realidades am-bientales. Este es un principio metodo-lógico fundamental cualquiera que será la escala a la que se pretenda intervenir. Así lo entendió ya el primer gobierno an-daluz cuando en 1984 creó la Agencia del Medio Ambiente (AMA). La expo-

sición de motivos de la Ley que la creó dejaba clara constancia de ese objetivo, si bien la realidad distaba todavía mu-cho de posibilitarlo e incluso fueron necesarias varias legislaturas para que se dieran pasos en esa dirección (unifi ca-ción de la gestión forestal, inclusión de la calidad ambiental, gestión del agua, etc.). Aquellas páginas iniciales de la Ley de creación de la AMA, -sobre todo si se contextualizan con el momento en que fueron escritas-, nos resultan hoy no poco utópicas. Pero muchas veces las utopías ayudan a caminar en la dirección acertada y este fue uno de esos casos. La historia reciente nos enseña también que esos avances en la gestión integral siempre encuentran resistencias, sobre todo por la inercia de unos esquemas administrativos planteados de un modo excesivamente sectorializados y por una cierta incapacidad o falta de hábitos para trabajar asumiendo objetivos transver-sales. De cara a la posible nueva Ley de intervención en los ENP proponemos la conveniencia de “no dar un solo paso atrás” y seguir defendiendo la validez de este objetivo tan precozmente inserto en nuestras acciones de política ambiental.

Algunas de esas resistencias surgirán también, desde dentro y desde fuera,

cuando se trate de plasmar en el texto le-gal el concepto de integración de los ENP en marcos territoriales más amplios, en el sentido al que se refi ere el Documen-to Base. En efecto, éstos son ya tiempos en los que es preciso superar el viejo concepto de “espacio protegido-isla”, es decir, un sector de territorio rígidamente delimitado y en el interior de los cuales se desarrollan dinámicas sujetas a normati-vas propias. La experiencia ha demostra-do la validez inicial de este esquema y su obsolecencia actual. Los ENP no pueden plantear ni su existencia y sus dinámicas al margen de lo que sucede en el resto del territorio. De ahí que el Documento Base plantee la creación de pasarelas de enla-ce y conexión y fi nalmente la integración de todos los ENP en una trama de escala regional más sistémica. La creación de estas “redes regionales” devendrán, sin duda, elementos estructurantes del te-rritorio y por ello deberán estar en con-sonancia con la planifi cación y la orde-nación territorial de escala subregional. En este sentido, siempre habrá quien le-vante su voz para alarmar frente a lo que considerarán una “protección de todo el espacio” con los consiguientes perjuicios para el desarrollo económico. Por el con-trario, una integración regional de esos “módulos de desarrollo” que han llegado a ser los ENP, especialmente nuestra red de Parques Naturales, se constituirán en un elemento positivo, de dinamiza-ción sostenible de nuestra economía. De ahí que propongamos centrar en torno al concepto y a la realidad tangible del “paisaje” (tal como lo concibe el Carta del Paisaje aprobado por el Consejo de Europa) como un elemento de gran inte-rés con poder y capacidad de sintetizador de los vectores de desarrollo y protección, por un lado, y de los valores cuantitativos y cualitativos o culturales, por otro, que son los que siempre se conjugan en estas intervenciones territoriales.

Reserva Biosfera Intercontinental

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Una vez superadas las reticencias, en tercer lugar, el tenor del nuevo texto legal debiera dejar claro algunos princi-pios que hace veinte años fueron objetos de diatribas más o menos interesadas. Es fácil recordar que entonces, cualquier medida de protección fue entendida como un límite al desarrollo, casi como su antagonista. Los agentes de cada uno de los territorios afectados, desde la pro-pia administración municipal hasta los empresarios, cazadores, agricultores, pastores y un etcétera amplio, lo sen-tían y manifestaban. De nada servían las afi rmaciones de quienes las promovían, -desde la AMA o desde el mismo gobier-no andaluz-, porque la desconfi anza que transmitían era todavía superior a cual-quier otro sentimiento. Era necesario que las cosas sucedieran para creerlo, que todos vieran que era posible crecer sin depredar los recursos naturales, que podían aspirar a un progreso que no fuese meramente cuantitativo y despil-farrador. La protección de los espacios en Andalucía, en aquellos inicios de los ochenta era una puesta novedosa y como tal apuesta no todos querían arriesgarse a jugar en ella. Ahora todo es distinto. El tiempo ha pasado y puede apreciarse que en la inmensa mayoría de las situaciones, -especialmente en los Parques Natura-les-, los objetivos han ido cumpliéndose. De ahí que hoy podamos plantear las co-sas desde una situación diferente y mejor que aquella.

Podríamos formularlo del siguiente modo: 1) “Espacios Naturales Protegi-dos para el desarrollo”. Naturalmente, no cualquier desarrollo, sino esa tipolo-gía que se sitúa como referente de las po-líticas ambientales desde que en la Cum-bre de la Tierra de Estocolmo (1972) se reclamara bajo el nombre de “ecode-sarrollo” y que luego ha devenido en el actual concepto de desarrollo sostenible, es decir, aquel que sea capaz de buscar la complementariedad entre las pro-

ducciones y las protecciones que toman como base los recursos naturales de cada territorio. La nueva Ley andaluza habrá de apostar de nuevo por este objetivo básico, sabiendo, no obstante, que en el ejercicio posterior de los confl ictos siem-pre existirá el problema de establecer los límites que separa a unas miradas de otras a la hora de decidir qué es y qué no es “desarrollo sostenible”. La búsqueda del interés común se hará entonces más compleja y más necesaria la búsqueda de los equilibrios. Pero eso, y no otra cosa, representa gobernar.

En relación con esta cuestión del de-sarrollo, tanto dentro como fuera de los ENP, no deberá ignorarse que este deba-te acerca del pasado y del futuro de los mismos en Andalucía, coincide con una grave crisis que se presenta con la misma escala que aquellos que fueron los más directos provocadores: la globalización económica y sus excesos. Nada será ya como era y albergamos la esperanza de que lo que construyamos sea mejor, más justo y solidario con los hombres y con

la naturaleza. Y es en este marco donde han cobrado fuerza las tesis del llamado “decrecimiento”. Es un movimiento que se nos ofrece desde la razonable preocu-pación por las situaciones de asimetría entre el despilfarro y la pobreza y que re-clama la necesidad de formular modelos de vida basados en el slogan “vivir me-jor con menos”. En alguna medida, sus ideas nos recuerdan las propuestas del Club de Roma acerca del llamado “creci-miento cero” lanzadas al mundo media-dos los años setenta y, como entonces, atrae su mezcla de utopía y compromiso. Pero de cara a la formulación de acciones futuras en el marco de los ENP en Anda-lucía, donde tanto se ha avanzado en las búsquedas de los equilibrios, hablar de “decrecimiento” solo podría conducir a provocar las mismas incertidumbres y los mismos rechazos que, por otras ra-zones, se produjeron hace ahora veinte años, cuando todo empezaba.

Por el contrario, seríamos más parti-darios de traspasar el concepto de desa-rrollo sostenible y comenzar a hablar de

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“sostenibilidad”, entendido en sentido amplio, es decir, no solo económica, na-tural, ambiental, “clorofílica”, sino so-cial y cultural, integrando al hombre en todas sus facetas y dimensiones y no sólo como “productor y consumidor”, por de-cirlo con palabras del geógrafo francés Pierre George. De ahí que el punto 2) de esta formulación sería “Espacios Na-turales Protegidos con los hombres”, y no solo para los hombres. De este modo, los ENP y su gestión habrán de acentuar lo que hoy ya es un hecho: la integración en sus dinámicas de los hombres, de sus actividades, pero también de sus cultu-ras, de sus modos de vida, de sus aspira-ciones. Los ENP habrán de adquirir una mayor diversidad funcional de las hasta ahora asumidas, convirtiéndose no sólo en un concepto natural, sino también en un concepto cultural. Nos acercaríamos, pues, al modelo de lo que, especialmente desde la Estrategia de Sevilla (1995) son hoy las Reservas de la Biosfera.

Finalmente, añadimos a estas apre-suradas refl exiones un elemento más, este referido a la conveniencia de refor-mar los instrumentos de participación en la gestión de los ENP. Estábamos y seguimos estando convencidos de que los objetivos de las políticas de interven-ción en el territorio se conseguirán tanto más fácilmente cuanto más intensa sea la complicidad de los agentes que los mis-

mos intervienen. En defi nitiva, propon-dríamos la superación del actual esque-ma de las Juntas Rectoras y Patronatos y generar un modelo de gobernanza más abierto y menos “ofi cial o administra-tivo”. Sin llegar ahora a reclamar una presencia de los municipios como la que ofrecen muchos de los modelos de Par-ques Regionales europeos, sí conside-ramos adecuado que la voz de los ayun-tamiento afectados tenga mayor peso. La generalizada aceptación de las reali-dades actuales podría permitirlo. Esos mecanismos de gobernanza podrían per-mitir que algunas viejas reivindicaciones municipales, tales como la necesidad de arbitrar líneas de apoyo económico en aquellos casos en la que “protección” devenga en sentimiento de agravio fren-te a los “no protegidos”, podrían ser estudiadas y, en su caso, atendidas. En el futuro inmediato del marco político español y, desde luego andaluz por las aseveraciones de sus actuales gobernan-tes, es posible pensar que el tiempo por venir será “tiempo para los municipios”. A ello apuntan las leyes ya en proceso impulsadas por el Gobierno de Andalu-cía y por ello, sería poco explicable que en la reforma de la actual Ley 2/89 no se refl ejaran esos nuevos mecanismos de descentralización que las antes cita-das leyes municipales van a propiciar.

Sintetizamos pues lo dicho reafi r-mando la validez de la iniciativa y de los pasos que hasta ahora se dieron, vehicu-lizando la participación y el debate como forma de convergencia de opiniones y posiciones. Es cierto, la experiencia me avala en ello, que cuando se dé el paso defi nitivo, el de pasar desde las refl exio-nes teóricas a la rigurosidad exigible en la redacción de un texto legal, podremos decir que se habrá acabado el “tiempo de las coincidencias”. Ahí habrá que de-cidirse y optar y deberá hacerlo aquel a quien la soberanía del pueblo andaluz le otorgue la confi anza y la responsabilidad de hacerlo.

(1). AN+20. El Desafío de La Gestión de los Espacios Naturales de Andalucía en el siglo XXI. Una cuestión de valores. 112 p,(2) Fue convocado, tras el documento de bases, y con el sugestivo título de “El desafío de la gestión de los Espacios Naturales de Andalucía en un mundo cambiante”.(3) Fui invitado a participar en la mesa que trató el tema: “Espacios Naturales y pensa-miento global”, compartiendo mesa con Ken-ton Miller, Presidente Emérito de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la UICN, Manuel Maas, den Centro de Investigaciones en Ecosistemas, de México, Sergio Guevara, Presidente del Red de Reservas de la Biosfera de Latinoamérica y Miguel Delibes, de la Estación Biológica de Doñana. Las ideas que se exponen en estas páginas son un resúmen de mi intervención en la referida sesión.

Los ENP habrán de adquirir una mayor diversidad funcional de las hasta ahora asumidas, convirtiéndose no sólo en un concepto natural, sino también en un concepto cultural.

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Estambres de alcaparra. Foto: Ana Retamero

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El Profesor Ramón Margalef, funda-dor de la Ecología en España, destacaba el “barroquismo” de la Naturaleza; la so-breabundancia de elementos, especies y organismos, la sorprendente diversidad que ofrece la biosfera.

Nuestra cultura utilitaria plantea a la diversidad biológica un ¿para qué? Pero la Naturaleza no se ha confi gurado hacia sino desde. No tiende a objetivos ni posee diseño. Responde a principios que le han dado forma hasta el hoy que comparti-mos con abrumador número de otros seres vivos. La diversidad ha sido una de las claves de la Vida en el Planeta Azul du-rante (al menos) 3900 millones de años.

Los organismos estamos asociados en comunidades como elementos de redes funcionales por las que circulan energía y materiales. La asociación entre especies pequeñas y activas y especies mayores y más estables es capaz de perpetuarse acoplándose al entorno y a sus entradas (y salidas) de energía. Los sistemas eco-lógicos son muy variados, presentando muchas o pocas especies, repartidas de modo equitativo o dominante, acomo-dando a unos dos millones de especies descritas y, se especula, otros 10 millo-nes por describir. Su conjunto suma la biodiversidad de la biosfera y localmente

forman parte de la diversidad ecológica de las comunidades donde viven.

La biodiversidad no es el fundamen-to de las comunidades sino la consecuen-cia de su funcionamiento como redes heterogéneas conectando a poblaciones de especies diferentes. Las unidades vivientes, los individuos, son general-mente incapaces de sobrevivir aislados. La información genética que poseen les permite regular funciones internas y pautas de reacción con el entorno. Pero, especialmente, les faculta para interac-tuar con otros organismos conectando la red. La vida se ha diversifi cado en líneas fi léticas, adecuadas a distintos medios, creando organismos complementarios, más que autónomos. Están sometidos a los condicionantes de su ambiente y a va-rias servidumbres, en particular a:

• Intercambios de materia y energía con individuos de otras especies, para sobrevivir;

• Intercambios de genoma con individuos de su misma especie para acrecentar la heterogeneidad de la progenie sobre la que actúa la selección.

• Dispersión de su progenie hacia nuevas comunidades.

Los consumidores requieren que existan productores. Los productores re-quieren suministro de nutrientes, muy dependiente de los descomponedores. Muchas especies vegetales requieren polinizadores o dispersores para alcan-zar otros elementos de la población o el emplazamiento de la comunidad donde insertarse. Miles de especies son preda-dores específi cos, comensales o parásitos que requieren la existencia de su presa u hospedador.

La teoría de las metapoblaciones las presenta separadas en el espacio y con-tinuamente invadidas por ejemplares de otras poblaciones y sufriendo la desapa-rición de sus individuos en permanente fl uctuación de su composición. Expresa bien el dinamismo de las comunidades y explica su cambiante diversidad. Diversi-dad genética en la población, diversidad ecológica en la comunidad. Trayectorias evolutivas y biogeográfi cas divergentes en un planeta cambiante donde cual-quier individuo o comunidad es contin-gente. En un plazo sufi ciente de tiempo se destruye cualquier ambiente situado en cualquier localización.

Sostenibilidad de la biodiversidad

Francisco García NovoCatedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla, miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Premio Rey

Jaime I (Medio Ambiente), Cruz de Alfonso X el Sabio.

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LaBiodiversidad

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Si se examinan con detalle, no hay comunidades sostenibles a plazo largo: su composición y en consecuencia su diversidad, es fl uctuante. En cada gene-ración nueva los individuos poseen geno-mas algo diferentes de sus progenitores, y los individuos van a ensayar nuevas relaciones persistiendo, sin límite, los ensayos en el tiempo y el espacio.

La diversidad no es la causa de la vida sino la consecuencia de su organización. No es regulada o directamente mantenida por los mecanismos ecológicos, que selec-cionan en las comunidades confi guracio-nes funcionales.

A veces son pocas especies, quizá una sola, las dominantes y ofrecen una ima-gen monótona, de mínima diversidad. Es muy patente en los bosques boreales con una sola especie de árbol que se extiende por cientos de kilómetros y soporta una escasa fauna o fl ora acompañante. La ri-queza específi ca es baja, la dominancia evidente y su reparto, la equitatividad, es baja. El , largas algas laminariales fi jas al fondo, crean también “bosques” mo-nótonos en el océano. Las fanerógamas marinas recubren con sus hojas lacinia-das y rizomas, grandes superfi cies de fondos someros en praderas sumergidas monoespecífi cas (que albergan una gran riqueza de invertebrados). Estas comuni-

dades dominadas por una especie o un número muy corto, se repiten en varios grupos biológicos como las gramíneas, con cubiertas a veces monoespecífi cas. Los bambúes crean cañaverales densos que llegan a excluir otra vegetación vas-cular y las comunidades se simplifi can a pocas especies que parecen ocupar todo el espacio. En estuarios, marismas, manglares, pantanales y orillas de ríos, es frecuente una vegetación con pocas espe-cies o una sola que imprime su carácter: Salicornia, Spartina, Rhyzophora, Pan-danus, Tipha, Taxodium, Populus, Salix, Tamarix y otros géneros presentan espe-cies con este carácter. Entre los animales sésiles pueden encontrase comunidades dominadas por un organismo que deja poco espacio a otras especies, como en las rocas del litoral cubiertas de bala-nos o en fondos fangosos ocupados casi en exclusiva por una especie de gusano marino.

En comunidades con numerosas es-pecies, y riqueza específi ca apreciable, es frecuente un pulso de abundancia don-de una especie se hace dominante redu-ciendo la diversidad ecológica durante un intervalo y dejando más tarde que la equitatividad se eleve y la diversidad ecológica se recupere. En las masas de agua los pulsos pueden ser patentes y el

predominio de una especie de cianofi tas, clorofi tas o dinofl agelados puede teñir el agua de color azul verdoso, verde claro o pardo. Una concentración excepcional de zooplancton pude dar al agua otros colores como el rosado o blanquecino. En el medio terrestre hay otras formas de dominio temporal de una especie como el polen de los pinos que llega a teñir el suelo de color dorado; las semillas de los álamos, provistas de fi nos tricomas que recubren plantas y suelo de una fi na lana blanca. La fl oración de especies abun-dantes tiñe el paisaje en oleadas de un color: blanco de la bellorita, amarillo de los ranúnculos, jaramagos, vinagritos y crisantemos, azul de Echium, rojo de la amapola, carmesí para la zulla…

En el extremo opuesto de la biosfera se sitúan las comunidades de diversida-des elevadas con gran riqueza específi ca, baja dominancia y equitatividad alta. El bosque tropical húmedo, la selva peren-nifolia, posee comunidades con centena-res de especies de árboles. De los otros grupos, insectos en particular, el número de especie es muy elevado incluyendo los hongos y los epifi tos desde plantas vas-culares como orquídeas y bromelias a he-páticas, musgos y algas formando fi lms sobre las hojas. Ha pasado a la pequeña historia de la Ecología el experimento de

Foca. Foto: Ana Retamero

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Terry L. Erwin en la Reserva de bosque tropical en Tambopata en Panamá. Con ayuda de sus alumnos fumigó un pie del árbol Luehea seemannii, recogiendo, con redes, todos los insectos que caían de la copa y de los miles de ejemplares reco-gidos estudiaron algunos grupos. De coleópteros se reunieron 9.000 ejem-plares que pertenecían a 1200 especies. Sólo de hormigas se identifi caron 43 especies. Siendo diferentes las faunas de insectos entre especies de árboles, el número de especies de coleópteros por hectárea del bosque lo estimó Erwin en 18.000, lo que daría para todos los gru-pos de insectos estimas de 40-50.000 especies por hectárea. Son valores muy altos y en la Biosfera parecen representar el máximo de especies presentes en una comunidad.

Cambiando las escalas de observa-ción existen otras comunidades con ele-

vada riqueza específi ca: en el plancton, en una gota de agua, pueden encontrarse docenas de especies de fi toplancton. En un charco los invertebrados del zoo-plancton de la columna y el bentos del fondo pueden sumar una treintena. La comprensión de los mecanismos que permiten la coexistencia de tantas espe-cies (la “paradoja del plancton” de G. E. Hutchinson) supuso, hace medio siglo, un avance importante de la teoría ecoló-gica. En nuestras latitudes existen tipos de vegetación muy diversa aunque de porte diminuto comparada con el bos-que: los pastizales de las dehesas, que pueden sumar hasta 250 especies de plantas vasculares. No parece una cifra comparable a la selva tropical, pero su empaquetamiento es muy superior, cer-cano a los 10.000 pies por metro cua-drado y hasta 12 especies diferentes en un cuadrado de suelo de 10x10 cm. El

bosque tropical, el plancton y pastizal de terófi tos ofrecen tres máximos de diver-sidad en la biosfera sin compartir me-dios, clima, especies ni ofrecer valores comparables de persistencia, estructura, biomasa o productividad.

Las especies evolucionan por líneas fi léticas comprometiéndose con un tipo de medio: acuático o terrestre, cálido o frío, predecible o caótico y expandién-dose en él, añadiendo retoques a su pa-trón inicial dando lugar a nuevos modos de vida y creando formas biológicas. La paleontología muestra la evolución de las formas vivas y documenta que en su mayoría han sido incapaces de sobrevivir por largo tiempo. Grupos dominantes en un periodo desaparecen dejando pocos ejemplos vivientes o sólo el registro fósil: trilobites, ammonites, braquiópodos, nummulites; peces acorazados, dino-saurios… Cuando la buena conservación

Musgo. Foto: Ana Retamero

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de un yacimiento permite reconstruir su composición en detalle pueden eviden-ciarse comunidades diversas o depósitos monótonos dominados por pocas espe-cies, un rango grande de diversidades en las comunidades ha acompañado a la evolución biológica.

Se podría decir que la riqueza espe-cífi ca, la lista de especies, con sus carac-teres, constituye la oferta de elementos vivos disponible en cada instante, una oferta que varía geográfi camente se acuerdo con la fauna y fl ora local. Los millones de especies vivientes se ensam-blan en comunidades de todo tipo, con alta o baja diversidad, con dominancia o equitatividad, con estructura importante o mínima, con vida larga o efímera. La comunidad es la forma que toma la aso-ciación de especies en un lugar, someti-da al azar en varios niveles: fl uctuaciones en el medio físico (terrestre o acuático) que desorganizan, que aportan o drenan energía y nutrientes. Procesos azarosos en la composición genética de las pobla-ciones que derivan en el tiempo. Proce-sos estocásticos en las propias poblacio-nes que fl uctúan, se extinguen o rein-troducen y pueden incorporarse nuevas como introducciones en la comunidad.

La comunidad aumenta las posibili-dades de relación favorable entre las es-pecies presentes y de algún modo tiende a consolidarla, a hacerla sostenible. Algu-nas especies compiten entre sí por cier-tos recursos (luz entre las fotosintéticas, nutrientes o agua del suelo entre las raí-ces de las plantas vasculares, partículas orgánicas entre descomponedores). En-tre otros pares o grupos de especies se es-tablecen relaciones mutualistas que favo-recen recíprocamente la supervivencia. En diferentes fases las relaciones pueden cambiar de signo pasando de antagonis-mo a neutralidad o a mutualismo.

Todo parece sugerir que la biosfera, desde sus inicios, ha poseído la tendencia diversifi cadora y que las especies han ju-

gado a formar parte de distintas redes en el marco de sucesivas comunidades que, fi nalmente desaparecen. Comunidades, especies e individuos son contingentes pero sus combinaciones mantienen a la Vida. Han superando las crisis ambien-tales planetarias que han supuesto con-vulsiones de la diversidad: la colisión con cuerpos celestes, los cambios profundos de clima causados por la precesión te-rrestre y los ciclos solares, los periodos de vulcanismo intenso. Otros cambios han sido regionales pero muy importantes como las fl uctuaciones del nivel oceá-nico, la desecación y rellenado del Mar Mediterráneo o del Mar Negro, la frag-mentación y soldadura de las masas con-tinentales o las orogenias causadas por la dinámica de placas. Cada crisis produjo extinciones y modifi có la distribución de los ambientes planetarios. Las comuni-dades supervivientes reconstruyeron las redes y la evolución produjo intensas ra-diaciones de organismos reformando la biosfera y su diversidad.

Entre las convulsiones planetarias hay una contemporánea que se intensi-fi ca: la humanización de la biosfera. Su impacto han sugerido denominarla “la sexta Extinción” o “la colisión del Meteo-rito humano”.

La emergencia del grupo humano es antigua pero sus efectos durante el Pleis-toceno no han sobrepasado el ámbito lo-cal y sus huellas se han borrado con los cambios climáticos del periodo. Sin em-bargo a mediados del presente intergla-ciar, hace unos 10.000 años, hacen su aparición en el nivel cultural epipaleolíti-co las culturas neolíticas en Europa, Sur de Asia y meso-América, convirtiéndose en agentes de cambio de la biosfera y mo-duladores de la diversidad biológica.

La selección de cultivares y razas des-emboca en la creación de organismos nuevos, inéditos, que se desenvuelven fácilmente junto a los humanos y van a convertirse, a su vez, en agentes de

cambio ecológico. Otra faceta humana, el deseo de viajar más allá de lo cono-cido, ha extendido la especie sobre los continentes. Los humanos han migrado llevando especies totemizadas, especies nuevas como el perro, plantas de cultivo y ganados. En cada nueva área de asenta-mientos neolíticos se realizaron procesos de hibridación y selección y tuvo lugar la creación de razas nuevas, la domestica-ción de elementos locales y la profunda transformación de las comunidades na-turales. Especies silvestres asociadas a los cultivos y especies zoócoras que via-jan con los animales van a seguir a los humanos en un proceso milenario que enriquece la diversidad de los emplaza-mientos. La navegación otorgó la ubicui-dad alcanzando cualquier tierra fi rme y atravesando las mayores masas de agua.

El resultado durante el Holoceno ha sido un considerable incremento de la biodiversidad (genética, de las comuni-dades) en latitudes medias de los conti-nentes. Es cierto que algunas especies han desaparecido ante la presencia hu-mana, especialmente en las islas y que otras han sufrido extinciones locales, suprimidas sus poblaciones de los entor-nos humanizados. Pero el efecto global de la expansión humana ha sido un gran impulso a la diversidad, generando razas e introduciendo especies silvestres en nuevas áreas. El cambio se ha hecho más intenso al aumentar el arqueo de los bu-ques permitiendo grandes movimientos humanos y el transporte de mercancías entre continentes. Con la máquina de va-por se inician las máquinas térmicas que defi nitivamente impulsan la voluntad humana de intervención y al cabo, serán causa del cambio climático.

Las pérdidas de diversidad local se han acentuado con las extinciones debidas a perturbación al expandirse cultivos, las áreas urbanas e industria-les y talarse los bosques. A la par se ha impulsado la diversidad introduciendo

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especies nuevas voluntariamente por su atractivo estético o en forma accidental. El comercio mundial de fl ores y planta viva junto al de fruta fresca mantiene una conexión intercontinental favorable a los organismos vivos. La acuariofi lia, la pes-ca deportiva, la jardinería y la demanda de animales de compañía han favorecido la liberación accidental de organismos silvestres.

Las especies terrestres procedentes en un continente ensayan en otros su in-serción en las comunidades locales, a ve-ces con éxito. Los organismos acuáticos continentales pueden viajar sobre la in-franqueable barrera oceánica en el agua de lastre de los buques entre puertos fl uviales. Las especies subtropicales de aves, el arbolado y las plantas con fl ores o las mezclas de césped prosperan en los jardines y parques urbanos de cualquier continente distinto al suyo. El proyecto DAISIE ha inventariado en 2008 en Europa (incluida la Rusia europea) las especies introducidas en algún país. Su-ponen 10.961, dominadas por 6.630 plantas vasculares, 2.423 invertebrados terrestres, 1.000 invertebrados marinos y unos 500 acuáticos continentales. En España se registraron 1.531 especies (658 en Canarias y 411 en Baleares) que representan la mitad de las regis-tradas en Gran Bretaña, que con 3.017 especies es el territorio más invadido. En el tramo bajo del río Guadalquivir la ma-yoría de las especies de peces presentes son introducidas y al menos una (el es-turión o sollo) se ha extinguido. En el río Tajo en el tramo correspondiente al Par-que Nacional del Montfragüe, aproxima-damente cada 5 años, se introduce una especie exótica de pez. El mejillón cebra, originario del Mar Caspio, ha consegui-do instalarse en el río Ebro. Los parques urbanos y los jardines, especialmente en la España mediterránea, se van coloni-zando por aves tropicales o subtropicales como cotorras, loritos, gatingas, estrildas

y por plagas que han superado los con-troles poco rigurosos, como el curculió-nido picudo rojo que ataca las palmeras. En los parques la mayor parte de las es-pecies plantadas son exóticas. Especies fl otantes de origen tropical (Eichornia, Trapa, Salvinia, Azolla, Pistia) sobrevi-ven los inviernos poco rigurosos de nues-tras aguas continentales y se expanden en verano por canales y embalses.

La ingeniería genética de los cultivos ha creado una cantidad formidable de microorganismos. La propia actividad humana añadiendo a los medios natu-rales sustancias nuevas o naturalmente muy escasas crea condiciones para la selección de microorganismos y el en-samblaje de comunidades inéditas en medios humanizados: viviendas, alcan-tarillado, equipos de aire acondicionado e instalaciones industriales y en el propio organismo humano. Los medicamentos seleccionan cepas resistentes de patóge-nos y comensales y las ciudades se com-portan como distribuidores de las nuevas estirpes entre la población humana. Una expansión de la diversidad microbiana, particularmente adversa.

Otros procesos humanos son desfa-vorables para los organismos silvestres y causan extinciones. Perturbación y deforestación, contaminación de suelos y acuíferos, eutrofi zación de ríos, lagos y mares, sobreexplotación pesquera y so-bre todos ellos, como una infraestructu-ra planetaria que se deforma, el cambio climático.

Las especies con poblaciones peque-ñas y espacios confi nados, son más lábi-les y su extinción planetaria se incremen-tará. El caso común, con repercusiones mayores en la diversidad, es la rarifi ca-ción y la extinción local. Desaparecen las poblaciones silvestres de amplios terri-torios y se resienten las comunidades de las que formaban parte. En unos casos, como en la alta montaña, el proceso tie-ne raíces climáticas, reduciéndose cada

año el medio disponible. En otros casos es la intervención humana directa (per-turbación, ocupación, fragmentación del espacio y de los ríos). También el cambio tecnológico en un proceso que bloquea recursos antes disponibles, como el em-pleo del plástico agrícola y los inverna-deros o el de herbicidas en los cultivos, carreteras, jardines e instalaciones in-dustriales. Ignoramos el alcance que ten-drá para los organismos acuáticos la pre-sencia de medicamentos y tensioactivos en las aguas residuales depuradas que se vierten a la red de drenaje en concentra-ciones con actividad biológica. Los acci-dentes de minería, industria y transporte aumentan de escala con el incremento de las instalaciones y sus repercusiones en la diversidad alcanzan ya el ámbito regional. La más reciente, el vertido de petróleo de un pozo de la compañía BP en el Golfo de México durante 2010, se hará sentir durante décadas. Las tasas de extinción actuales son mucho mas ele-vadas que las tradicionales, en torno a 1500 veces mayores, aunque la cifra no refl eja el “vaciado” de especies silvestres que tiene lugar en las regiones muy ur-banizadas. En Europa ha desaparecido el 20% de las especies de aves entre 1990 y 1996 y otro 4-5% hasta 2005.

Desde los albores neolíticos a la re-volución industrial la actividad humana incrementó la diversidad biológica pla-netaria a todos los niveles. Con la revo-lución industrial se aceleran los procesos de introducción de especies en nuevas áreas pero también las extinciones lo-cales por deforestación, roturación para cultivo, expansión urbana y sobreexplo-tación de recursos.

A lo largo del siglo XX el comer-cio multiplica las introducciones y la selección agrícola y ganadera que con la microbiana aumentan la diversidad de organismos y su presencia en todo el globo. En latitudes medias se instala una cohorte de especies y animales silvestres,

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también de microorganismos, que con-viven fácilmente con los humanos en los medios urbanos, parques, jardines e in-fraestructuras. Las comunidades se refor-mulan incorporando a las especies intro-ducidas y prescindiendo en sus redes de las extinciones locales, para seguir man-teniéndose bajo el clima sobrevenido.

Simultáneamente adquiere dimen-sión importante el abatimiento de la diversidad con extinciones locales gene-ralizadas y sobreexplotación de océanos, bosques y alteración de las aguas conti-nentales. El enorme consumo de com-bustibles fósiles desencadena el cambio climático, de efectos apenas sospecha-dos, pero que se ha dejado sentir en la diversidad. En retirada se baten las es-pecies sensibles, muchas destacadas por nuestra cultura tradicional. Los paisajes rurales abandonados o intensifi cados y bajo un clima nuevo, se remodelan y la trama cultural heredada cede ante la mo-notonía y pobreza del cultivo tecnológico

que deja apenas espacio para comunida-des silvestres. La tecnología agraria ha concentrado sus esfuerzos en pocas es-pecies, apenas 150 de las 7.000 cultiva-das poseen importancia económica y de ellas 12 suman el 75% de la producción mundial. Las variedades comerciales, enriquecidas por transgénicos generan una forma de diversidad en expansión. Sin embargo la mayor parte del legado agrícola con centenares de miles de va-riedades de plantas y razas de animales, se extingue. La diversidad de cultivares y razas sufre tasas de extinción muy supe-riores a las especies silvestres.

La biodiversidad, como expresión de la cambiante composición de los sis-temas ecológicos, se sostendrá en térmi-nos semejantes a los actuales. Pero como imagen fi ja de la composición actual de nuestras comunidades, no es sostenible.

Los espacios protegidos son un in-tento voluntarista de conservar el legado de poblaciones, comunidades y paisajes.

Propósito inviable porque no hay modo de impedir las introducciones que ter-minaran por convertirse en señas de identidad del espacio protegido. La tec-nología de la conservación si permitirá conservar cualquiera de las especies ori-ginales y, hasta cierto grado, sus comu-nidades. Incluso desarrollar una aproxi-mación a los antiguos paisajes, que sea visualmente satisfactoria.

Afortunadamente otro proceso so-cial se desenvuelve a la par. Las personas y sus generaciones conocemos apenas una facies de la biosfera y sólo aspira-mos a conservar algo de lo que hemos disfrutado. En realidad sólo barrunta-mos cómo era antes y qué diversidad, textura, aspecto, podía tener el mundo natural. Las futuras generaciones disfru-taran de nuevas comunidades. Agrade-cerán nuestros esfuerzos para mantener el legado de especies y enclaves protegi-dos y los testimonios de la biodiversidad con la que convivimos.

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Nigella. Foto: Ana Retamero

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Fig. 3. Las sierras béticas fuente de endemismos. Foto: F.Casimiro-Soriguer

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Lo primero que mi maestro, E. Fernán-dez Galiano, me enseñó, cuando decidí dedicarme a la botánica, fue que lo que no se conoce no existe y lo que no existe no se puede estudiar ni proteger. Una planta que no está descrita y que no forma parte de una fl ora publicada es como si no existiera. Nunca formará parte de la literatura, nunca se sabrá para que sirve y cual es su papel en la naturaleza, nunca será protegida y nunca formará parte de la ciencia. Los botánicos en general y los taxonomistas en particular tenemos, entre otras, la misión de detectar estas plantas y ponerlas en los medios de di-vulgación científi ca con un nombre correc-to. Los sistemáticos las ubicarán en su lu-gar adecuado en el complejo organigrama

de la diversidad vegetal, indicando a que familias pertenecen y con que grupos están relacionadas fi logenéticamente. Si alguna vez esta especie desaparece de la naturale-za al menos sabremos, por las fl oras y las colecciones científi cas, que una vez existió.

En el año 1980 descubrí y describí para la ciencia una nueva especie. Se trataba de un brezo endémico ibérico que se localiza fundamentalmente en la franja pirítica de la comarca del Andévalo (Huelva), aparen-temente un mal sitio para hacerlo. Es una planta vistosa en porte y en fl oración, pero hasta ese año nadie había reparado en ella, no existía para la ciencia. Esta especie, una vez descrita, se ha convertido en el objeto el deseo de muchos investigadores. Varias

Conocer la diversidad biológica: La Flora Vascular de AndalucíaBaltasar Cabezudo ArteroCatedrático de Botánica. Universidad de Málaga. Presidente de la Junta Rectora del Parque Natural de la Sierra de las Nieves

Campanula cabezudoi. Descrita en 2007. (Foto: M. Becerra)

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tesis doctorales, varios proyectos de in-vestigación, centenares de artículos y cerca de 13.000 entradas en los bus-cadores de internet. ¡Cuantas especies estarían en el limbo de la ciencia sin los estudios básicos sobre diversidad vegetal que constantemente realizamos los bo-tánicos!. La especie en cuestión es Erica andevalensis descrita por Cabezudo y Ri-vera, y es en la actualidad un modelo en los estudios de adaptación de plantas a condiciones ecológicas extremas.

Se necesita mucha experiencia y am-plios conocimientos para tener la capaci-dad de detectar una especie nueva para la ciencia y para elaborar la fl ora de un territorio tan amplio y diverso como An-dalucía. Los conocimientos botánicos, a diferencia de otras ciencias, son acumu-lativos, y aparecen de forma permanente en los libros, las revistas especializadas y las colecciones científi cas (herbarios), y temporalmente en la memoria de los bo-tánicos y botanófi los. Ningún dato es su-perfl uo, todos sirven para ir conociendo cada vez mejor la diversidad vegetal de un territorio y el funcionamiento de las especies y comunidades. Existen espe-

cies conocidas desde los primeros textos escritos hace miles de años, y otras que se extinguirán sin haber sido nunca des-critas y aunque existen en la naturaleza, nunca existirán para la ciencia.

Andalucía es ambientalmente muy heterogénea. Esta heterogeneidad viene determinada por la diversidad de los re-gímenes de lluvia y de temperatura, de

la orográfi ca, de la geológica y edafológi-ca y de los usos del suelo. La mezcla de todas estas condiciones ha originado un mosaico de paisajes que no tiene paran-gón en el resto del Mediterráneo. Pode-mos destacar la Sierra de Aracena, ma-rismas y dunas de Doñana, Sierra Norte de Sevilla, Sierras de Algeciras, Serranía de Ronda, Sierra Almijara, campiña cor-dobesa, río Guadalquivir, Sierra Nevada, Sierra de Cazorla, desierto de Tabernas, Cabo de Gata, acantilados y dunas litora-les, ríos y humedales, etc. Cada uno de estos lugares aportan paisajes únicos con sus especies características, sus endemis-mos, sus rarezas, sus especies relícticas, sus comunidades vegetales, sus hábitats, sus recursos naturales, sus aprovecha-mientos ganaderos y agrícolas, su cultu-ra, su arquitectura y sus habitantes.

En el año 1970 nuestros alumnos andaluces de botánica utilizaban para identifi car la diversidad vegetal una pe-queña fl ora francesa. Ante lo ilógico de tal situación un grupo de botánicos nos propusimos estudiar la diversidad ve-getal de Andalucía y publicar una fl ora útil para estudiantes, biólogos, afi ciona-dos, administración, etc. La metodología

Abies pinsapo. Especie emblemática andaluza. Foto: A. V. Pérez Latorre.

Erica andevalensis. Mal sitio para vivir. Foto: M. J. García.

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para hacer una buena fl ora es sencilla, pero la tarea era ardua dada la comple-jidad del territorio y la cantidad de espe-cies previstas. Algunos de nosotros nos dedicamos a ser recolectores e identifi ca-dores de plantas y comunidades vegeta-les, para ello durante muchos años nos dedicamos a recorrer todo el territorio,

observando y obteniendo información muy diversa sobre las plantas. Otros, menos afortunados, se dedicaron, uti-lizando las técnicas mas sofi sticadas, al estudio taxonómico de géneros confl ic-tivos. Entre los primeros recuerdo a E. Ruiz de Clavijo, S. Silvestre, A. E Salvo, J. Rivera, M. Cueto, C. Morales, A. Apa-ricio y F. Mota y muchos otros Entre los últimos no puedo olvidarme de S. Tala-vera, E. Domínguez, J. Devesa, G. Blan-ca, B. Valdés, etc., con los que compartí muchas horas de campo y de laboratorio La magnitud de datos acumulados en los primeros años nos hizo terminar y publi-car en el año 1987 la Flora Vascular de Andalucía Occidental y posteriormente, en el año 2009, la Flora Vascular de Andalucía Oriental. Esta última, por su diversidad, mas complicada que la pri-mera. Ambas fl oras han sido modelos de trabajos bien hechos a nivel nacional y europeo.

Un botánico nunca olvidará las miles de horas dedicadas a explorar el terri-torio, ni el placer de describir especies nuevas para la ciencia y para Andalucía. El botánico que olvida estas sensaciones y piensa que su investigación es solo tra-bajo está perdido, lo mejor que puede hacer es dedicarse a otros quehaceres.

La biodiversidad ha sido una de las palabras mas manoseadas de los últimos años. Todo el mundo la pronuncia pero pocos saben que signifi ca y que impor-tancia tiene para el desarrollo de nuestra especie. Todos la utilizan, pero pocos se comprometen con su estudio y su con-servación. Todos presumen de ella, pero pocos conceden importancia a los profe-sionales que se dedican a su estudio y a la protección de las colecciones científi cas que estos generan.

La fl ora de un territorio siempre es una obra inacabada. Desde el mismo día de su publicación ya empieza a quedar anticuada. Una fl ora no puede ser una foto fi ja de la diversidad vegetal de un

territorio. Si algo es consustancial con la biodiversidad es el concepto de cambio permanente. Cambios inducidos por el cambio global, por la diversa utilización del territorio, por la incorporación cons-tante de especies alóctonas y por la pre-sión selectiva de la propia variabilidad en el seno de una especie. Si incorporamos los estudios paleobotánicos a la diversi-dad de un territorio, veremos que, lo que hoy consideramos como especies autóc-tonas, no existían hace algunos miles de años. Las especies autóctonas del presen-te fueron las especies invasoras del pasa-do. Las especies invasoras actuales serán las especies autóctonas del futuro. Como repite mi colega C. M. Herrera “toda la biodiversidad es emigrante en constan-te periodo de regulación”. Cuando una especie vegetal tiene problemas de su-pervivencia en un espacio determinado tiene tres soluciones: extinguirse, trans-formarse en otra especie mejor adaptada aprovechando su propia variabilidad o emigrar a territorios con más oportuni-dades Este es el resumen de la historia de la diversidad vegetal en Andalucía: extinción, transformación o emigración. Pero siempre que una especie se extin-gue o emigra otra ocupa su lugar.

En la naturaleza andaluza no exis-te el equilibrio natural ni la vegetación

Centaurea lainzii. Endemismo andaluz. Foto: M. Becerra

Scrophularia arguta. Rarísima especie andaluza Foto: A. V. Pérez Latorre

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natural. Los cambios siempre indu-cen más cambios. Lo natural, a escala geológica, no existe. En los últimos 15.000 años el registro paleobotánico nos indica que en Andalucía se han re-gistrado 5 cambios signifi cativos en la composición y en la estructura de las comunidades vegetales. Por este mo-tivo es mas científi co hablar de fl ora y vegetación actual que natural. La Flora de Andalucía que hemos publicado es como una fotografía familiar hecha en una fecha concreta. La misma familia fotografi ada en fechas posteriores ya no es igual. Cuanto más tiempo pase entre las fotografías mas diferencias veremos en la familia. Dentro de unos años la Flora de Andalucía habrá cambiado signifi cativamente.

La diversidad mundial de las plan-tas vasculares se cifra en unas 300.000 especies. En Andalucía hemos locali-zado cerca de 4.000 especies de hele-chos, gimnospermas y angiospermas. De ellas un 10% se consideran endémi-cas del territorio andaluz, otro 10% se consideran, en la actualidad, amenaza-das y necesitadas urgentemente de pla-nes de conservación y recuperación. En los herbarios andaluces se encuentran depositados cerca de 500.000 testi-monios de nuestra diversidad vegetal, testimonios básicos para el estudio de la distribución, fenología y variabilidad de especies, poblaciones e individuos. La administración tiene la obligación de conservar este patrimonio natural en forma de colecciones científi cas.

Dos botánicos en busca de autor

Flora Vascular de Andalucía Occidental

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Una fl ora es la parte más mediática de los conocimientos botánicos, la que todos los estudiantes y botanófi los utilizan. Los objetivos básicos de una fl ora son que las especies tengan un nombre correcto, una descripción, generalmente fi jista, que por lo general no reproduce fi elmen-te la variabilidad real de la especie, unas claves fáciles de utilizar y una aproxima-ción a su área de distribución en el terri-torio objeto de la fl ora. Pero en los tras-tienda de una fl ora existen otros datos tan importantes como los anteriormente expuestos: la fenología o fases activas de todos sus órganos (yemas, fl ores, frutos, hojas y ramas), las adaptaciones morfo-lógicas de estos órganos a la variabilidad ambiental, los enigmáticos sistemas de reproducción que cada especie tiene (po-linización, fecundación, maduración de frutos, semillas y esporas), los curiosos y trascendentales sistemas de dispersión (viento, animales, agua, autodispersión), la capacidad de formar bancos de se-millas en el tiempo y en el espacio, las técnicas y estrategias de germinación de

semillas y esporas, la cuantifi cación de la producción de polen, néctar y fl ores, y la función que cada especie o comunidad vegetal tiene en la producción de los de-nominados servicios o capital natural de los ecosistemas: servicios de regulación, culturales o de abastecimiento. Todos estos datos permiten a un botánico de-tectar que especies pueden estar ame-nazadas y aplicar medidas correctoras que impidan su desaparición, cuales son endémicas y la importancia que cada una de ellas tiene en un hábitat determi-nado. En Málaga y en el resto Andalucía trabajan biólogos vegetales cualifi cados que dedican su investigación a estudiar todos estos procesos Entre los malague-ños destacar, entre otros, a F. Pliego, J. M. Nieto, M. M. Trigo, T. Navarro, A. V. Pérez Latorre, M. A. Quesada, M Recio, F.J. Toro, A. Flores, M. Altamirano y D. Navas, este último con la misión de orga-nizar y conservar la importante colección científi ca depositada en el Herbario de la Universidad de Málaga. Y de los muchos biólogos y naturalistas recordar a O. Gavira,

F. Casimiro-Soriguer, M Becerra y J. A. García Rojas.

Conocer lo que tenemos, cuáles son sus problemas y la situación en que se encuentra, es la mejor política científi ca para la conservación de la diversidad ve-getal y evitar que el cambio global, que con toda seguridad se va a producir, sea tan rápido como para que nuestras es-pecies no tengan tiempo de adaptarse o emigrar y tengan necesariamente que ex-tinguirse. La biodiversidad es uno de los recursos mas importantes de la Tierra, pero es un tesoro muy frágil. Nosotros formamos parte de esa biodiversidad, dependemos de ella, no conocerla y cui-darla es una manera de poner en riesgo nuestra propia existencia como especie.

(1) Flora Vascular de Andalucía Oriental

(2) Pliego del Herbario de la Universidad de Málaga.

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Durante muchos años los alumnos de Biología de 3º y 4º cursos venían un día a la Estación Experimental La Mayora y visitaban los experimentos y selecciones que se llevaban en mejora genética de tomate y melón. Nosotros les explicábamos con mucho énfasis los pormenores de lo que estábamos hacien-do tratando de captar su atención por si alguno de ellos se animaba a seguir la carrera investigadora al terminar sus es-tudios de Biología. La verdad es que te-níamos un éxito dispar en ese objetivo de captar su atención. Pero todo cambiaba cuando llegábamos al invernadero don-de estábamos reproduciendo algunas en-tradas de tomate y melón de la colección que conservamos en La Mayora. Aquella variedad de plantas tan diferentes, con hojas muy distintas, con una extensísima gama de formas y colores en los frutos de tomate y melón les cautivaba indefecti-blemente año tras año. Por eso dejába-mos esa visita para el fi nal.

Y es que el trabajo en recursos fi to-genéticos atrae no sólo por la belleza de la enorme variabilidad que exhiben, que era lo que captaba la atención de los alumnos, sino también por el fondo y objetivo último: conservar el legado de la selección natural y la selección hecha por el hombre en los 10.000 años de prácti-ca de la agricultura.

Recursos agroalimentarios es un término que incluye tanto a las plantas como a los animales empleados por el hombre en su alimentación. En este ar-tículo me referiré a las plantas que es lo que conozco de cerca.

El número total de plantas que han sido aprovechadas en la alimentación hu-mana se estima en unas 4.000 especies, pero sólo unas 30 forman la base de la ali-mentación mundial y de ellas tres, arroz, trigo y maíz, proveen el 60% de las necesi-dades alimenticias.

Las especies cultivadas han evolucio-nado en la naturaleza tratando de sobre-vivir y competir con las que crecían a su alrededor, lo mismo que cualquier otra especie, y así siguen haciéndolo en los centros de origen donde esas especies cultivadas aparecen en el campo como una hierba más. De esa variabilidad par-tió el hombre primitivo cuando comenzó a recoger unos pocos granos de una plan-ta que le llamó la atención por alguna causa, sembró después esos granos en un pedazo de tierra, los recogió después cuando maduraron las plantas y los vol-vió a sembrar el año siguiente iniciando así la cadena de selección artifi cial que llega hasta hoy.

La variabilidad que se conserva en una población natural es totalmente distinta a la que se selecciona en una

población domesticada, modifi cada por el hombre. En la natural se conservarán genes de valor para la propia planta y que afectan a la germinación, crecimiento, reproducción, dispersión, adaptación, etc, mientras que en la domesticada se conservarán genes de valor para el hom-bre: uniformidad en la maduración y que los granos no caigan al suelo en el caso de los cereales, cabezas o frutos enormes en el caso del girasol o del tomate, frutos sin semillas en el caso de las naranjas… Los genes que gobiernan estos caracteres se hubieran perdido en la naturaleza por-que son suicidas para la especie.

Así pues, para la conservación de la biodiversidad genética de las especies cultivadas deberemos actuar en las dos fuentes que han generado la variabilidad que tenemos hoy: en la naturaleza para preservar la variabilidad natural y en la sociedad (agricultores) para evitar que se pierdan las variedades o razas que el hombre ha seleccionado a lo largo de siglos. La recogida de la variabilidad natural y artifi cial es el primer paso para su conservación. Después habría que re-producir, estudiar y guardar el material vegetal para que sea útil en la agroali-mentación. El lugar físico donde se guar-dan esas formas, variedades o razas y la documentación que las acompaña se de-nomina banco de germoplasma.

Jesús Cuartero ZuecoProfesor de Investigación, Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora. CSIC-UMA.

Conservación de la biodiversidad genética

de los recursos agroalimentarios

LaBiodiversidad

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Es importante notar que en la con-servación de la biodiversidad de especies cultivadas hay dos objetivos superpues-tos: que no se pierda la variabilidad ge-nerada a lo largo del tiempo y que esa variabilidad pueda ser usada para con-seguir nuevas variedades que satisfagan las necesidades humanas mejor que las actuales.

Búsqueda y recogida de la variabilidad natural

La recogida de la variabilidad natural se ha de realizar en los centros de origen biológico.

En la mayoría de los casos para colec-tar la variabilidad existente en la naturale-za se ha de desplazar un equipo humano al centro de origen y tomar allí muestras en la época adecuada para ello. Organizar una expedición para efectuar esa recolec-ción no es asunto menor. Tiene que ha-ber personal dispuesto a hacerlo, se han de hacer los oportunos contactos con per-sonas que conozcan físicamente el centro de origen, se han de obtener los permisos para mover el material vegetal de un país a otro y, en general, se ha de dejar un du-plicado de la recolecta en el país donde se ha realizado. Una manera de sacar el máximo rendimiento a todo ese esfuerzo es colectar a la vez la especie cultivada y las especies silvestres relacionadas con

ella ya que la variabilidad que presenten puede ser utilizada para conseguir nue-vas variedades.

La recolección de la variabilidad na-tural es un trabajo duro pero a la vez muy gratifi cante porque permite conocer ex-celentemente un país o una zona de él, no sólo geográfi camente sino también a nivel humano en las entrevistas con la gente para conocer cómo utilizan ellos esos recursos, cómo les llaman, que pla-tos preparan con ellos, etc.

En cada muestra se anota la latitud y longitud (ahora con los GPS esto es una operación sencillísima), el número de plantas que la componen, si provienen de distintos lugares cercanos, el aspecto de esas plantas, posibles enfermedades o plagas que tuviesen, el nombre del lu-gar, además de la fecha y el nombre del recolector.

Búsqueda y recogida de la variabilidad artifi cial

Así como en el caso de las especies silvestres se habla de un centro de origen natural, en la variabilidad creada por el hombre nos referimos también no a centro sino a centros de origen porque en este caso pueden ser varios los cen-tros que presenten variabilidad máxima y además en ellos se encuentren formas que no se hallen en otros sitios. Estos centros de origen suelen coincidir con lugares donde la concentración de pobla-ción ha sido alta y han tenido un comer-cio activo lo que ha hecho que se hayan acumulado las variaciones seleccionadas por el hombre. Se habla también de cen-tros de origen secundarios que serían aquellos que muestran amplia variabili-dad pero las formas que allí se encuen-tran las hay también en otros lugares.

Estos centros de origen ya han sido muestreados para las especies económi-camente más importantes por uno o más equipos internacionales, pero en los dis-tintos países quedan todavía variedades

tradicionales en pequeños huertos que es necesario recuperar y conservar.

Para muestrear estas variedades y for-mas ancestrales es sumamente importan-te recabar la mayor información posible sobre las características que el agricultor haya observado en cuanto a precocidad, tolerancia a sequía, al frío, mayor o me-nor resistencia a algunas plagas o enfer-medades, en fi n, tratar de indagar por-qué ese agricultor sigue cultivando esas variedades y no ha cambiado a otras.

Es importante señalar que las varie-dades antiguas, las que han sido conse-guidas por los agricultores durante siglos de selección, se parecen muy poco a las formas silvestres de las que derivan. A ve-ces se tiene la idea de que las variedades

Fruto de Solanum habrochaites, especie cer-cana al tomate cultivado, que no cambia de verde a rojo al madurar y con abundantes pelos. Foto: J. Cuartero.

Foto: J. Cuartero

Frutos de Solanum pimpinellifolium, especie de la que derivó el tomate cultivado Solanum lycopersicum Foto: J. Cuartero

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Variabilidad en formas, tamaños y colores en frutos de tomate (Solanum lycopersicon). Foto: J. Cuartero

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tradicionales son más “naturales”, idea que se maneja también en agricultura ecológica. En absoluto, el hombre ha seleccionado lo que le interesaba que no suele parecerse en nada a lo que se hu-biera obtenido mediante una selección natural no intervenida por el hombre. Como ejemplo gráfi co está la compara-ción entre una variedad de tomate tradi-cional y la especie silvestre de la que deri-vó. Pero hay multitud de ejemplos como este en todas las especies cultivadas. Las variedades tradicionales están muy aleja-das de las silvestres de las que derivan, sobre todo para los caracteres que el hombre ha explotado: frutos (melocotón, manzana, tomate, etc), hojas (acelga, repollos, lechuga, etc), fl ores (rosas, cla-veles, colifl ores, etc) o tallos (espárragos, lino, chopo, etc).

Riesgo de pérdida de la variabilidad natural o artifi cial

Las especies cultivadas tienen el mis-mo riesgo de pérdida de la variabilidad natural que cualquier otra especie. En general ese riesgo de pérdida se debe a modifi caciones que el hombre introduce en el uso del suelo del centro de origen, modifi caciones que pueden ser de muy distinta índole, desde el desvío de arro-yos para regar, la introducción de espe-cies ganaderas, el aprovechamiento de esas tierras para cultivo, hasta el uso in-dustrial, turístico o urbano del suelo. La única manera de actuar no sólo para que no se pierda sino para que esa evolución natural siga actuando es a través de leyes que protejan los centros de origen de las especies.

La variabilidad artifi cial tiene un enorme riesgo de pérdida debido a que la agricultura se concibe hoy como una actividad económica con alta especializa-ción en vez de ser un medio para alimen-tar a las familias como ha sido durante siglos. Desde el comienzo de la agricul-tura hasta hace poco más de un siglo la

población era en su inmensa mayoría población rural, en la que cada familia era casi autárquica y trataba de cultivar las plantas y de criar el ganado que ne-cesitaba para su alimentación. Ese sis-tema de vida es el que ha dado lugar al enorme número de variedades y formas locales de las especies cultivadas que conocemos. Con el advenimiento de la revolución industrial empezaron a crecer las ciudades y los agricultores a especia-lizarse en proveer a los núcleos urbanos de trigo, de aceite, de vino, de frutas, de verduras…etc, lo que ha dado lugar a que los agricultores se convirtiesen en fruti-cultores, olivareros, cerealistas, viticul-tores, horticultores…, que buscasen las variedades más productivas, que se pu-dieran mecanizar mejor, que fueran más homogéneas y que como resultado de todo ello, dejasen de cultivar el conjunto de variedades tradicionales de las distin-tas especies que proveían de alimento a la familia. Para algunos grupos de espe-cies como las hortícolas y frutícolas aún ha quedado el huerto familiar, trabaja-do generalmente por personas mayores, donde se ha mantenido una parte de las variedades y formas tradicionales, sin embargo para otros grupos de especies como los cereales, las legumbres y las oleaginosas, esas variedades y formas an-tiguas hace tiempo que ya no se cultivan. Incluso en esos huertos familiares traba-jados por jubilados también se están per-diendo las variedades y formas ancestra-les porque muchos de ellos no guardan las semillas sino que van a un vivero o a un mercadillo a comprar las plantitas que luego cultivan en sus huertos.

Hoy día se da la circunstancia de que se habla con la gente de un pueblo y mu-chos recuerdan que en el pueblo se culti-vaba tal tomate, tal melón o tal lechuga y que ya no los hay. Sin embargo, afortu-nadamente, una parte de esas variedades y formas silvestres se han recogido y se guardan en los bancos de germoplasma.

Esto es lo que ha ocurrido para las espe-cies económicamente importantes pero hay otras muchas de las que se ha per-dido la variabilidad puesta de manifi es-to por el hombre a lo largo de los siglos porque no se han dedicado recursos a su recolección y mantenimiento en bancos de germoplasma. Alonso de Herrera en su Agricultura General de 1513 habla del cultivo de árboles como azufaifos, algarrobos, morales, serbales, cidras, etc, que raramente se encuentran en nues-tras huertas y cuyas variedades tradicio-nales no se han recogido. Y si esa es la situación en los árboles que son de vida larga, mas drástica es en las herbáceas de huerta de las que Alonso de Herrera re-coge, ajenjo, alcaparras, cilantro, hinojo, mostaza, mastuerzo, chirivía, achicoria, etc, que ya casi no se cultivan en ninguna huerta ni están guardadas en bancos.

El mayor riesgo de pérdida de la biodiversidad creada por el hombre está pues en las llamadas especies menores porque menor es su importancia econó-mica. En muchas de ellas la pérdida es ya irreversible.

Variabilidad en formas, tamaños y colores en frutos de melón (Cucumis melo) Foto: J. Cuartero

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Mantenimiento de las coleccionesLas colectas de material vegetal

hechas en el campo pasan después al banco de germoplasma donde se con-servarán. No obstante, el primer paso debe ser sembrar ese material separa-damente para evitar posibles fecunda-ciones cruzadas entre ellas, describir-las con arreglo a una serie de caracteres propuestos por el International Plant Genetic Resources Institute (IPGRI) y admitidos internacionalmente, y re-producirlas para guardar una cantidad signifi cativa de semilla. Esa semilla se guarda al menos en dos lugares para evitar su pérdida; en uno de ellos se mantiene a largo plazo, en bolsas o botes herméticamente cerrados con baja humedad y muy baja temperatura (-40ºC o incluso más bajas) y sólo se abren en muy contadas ocasiones. En el otro, se mantiene a baja humedad y temperatura alrededor de los 4ºC y son las colecciones llamadas “de mejo-rador”; de ellas se saca semilla siempre que se necesita y se atienden peticio-nes de otros bancos o investigadores de cualquier parte del mundo. Esas co-lecciones que se mantienen en bancos de germoplasma se las llama “ex situ” porque sus materiales han sido recogi-dos en lugares muy diversos y se con-servan allí. Representan la variabilidad que había en el lugar donde se hizo la recolección en un determinado mo-mento. Son pues como una foto fi ja.

También se mantienen coleccio-nes en los lugares donde las especies han evolucionado o se han conseguido las variedades ancestrales. Se las llama colecciones “in situ” y se siembran y se cultivan siguiendo las prácticas que siempre se hicieron. En esas coleccio-nes puede haber una cierta evolución en el tiempo porque el agricultor sigue actuando sobre ellas. Es el caso recien-temente reportado de una especie, la higuera, que se propaga vegetativamente

lo que en absoluto favorece la diversi-dad, y sin embargo se ha demostrado una cierta evolución en los agroeco-sistemas donde se cultiva tradicional-mente. Estos agroecosistemas donde se preservaría la variabilidad in situ pueden ser muy diversos pero tienen en común que cultivan muchas espe-cies, que se usan las variedades tradi-cionales, que se practica agricultura sostenible, con labores culturales tra-dicionales y que en las plantaciones se usa una gran parte de semilla conse-guida por los mismos agricultores.

Utilización de las colecciones para estudios científi cos y para la conse-cución de nuevas variedades

La idea de preservar la biodiversi-dad tiene como fi n último el uso futuro de esa variabilidad, bien para estudios científi cos de biodiversidad y evolu-ción, bien para conseguir variedades nuevas que se adapten mejor a las de-mandas del mercado, de la sociedad, y a las necesidades de los agricultores.

Las nuevas variedades que salen al mercado son hechas en su gran mayoría por empresas privadas que se dedican a ello y estas empresas no dicen qué material han utilizado para su obtención. Es un secreto que guar-dan bien para evitar que otras empre-sas copien sus obtenciones. No puede saberse por tanto la utilidad de las co-lecciones en las que se preserva la bio-diversidad para la obtención de nuevas variedades, pero siempre que alguien publica haber descubierto una carac-terística nueva bien sea una nueva de resistencia a enfermedades o a estreses abióticos, bien sea un mayor conteni-do en vitaminas, en antioxidantes o en minerales, las empresas de semillas se acercan a él para indagar de donde proviene esa resistencia porque les in-teresa mucho introducir esa nueva ca-racterística en sus variedades.

Sí que hay datos en cambio de la utilización de esa variabilidad preser-vada en bancos para estudios científi -cos. De todos los artículos publicados en 4 de las revistas internacionales más representativas, el 23% se hizo con material vegetal procedente de esas colecciones abarcando 112 es-pecies distintas. Los estudios que se hicieron fueron evaluar la variabilidad genética (42%), buscar resistencias a plagas y enfermedades (23%) y análi-sis taxonómicos y fi logenéticos (16%).

En el Instituto de Hortofruticul-tura Subtropical y Mediterránea La Mayora (www.eelm.csic.es) guarda-mos colecciones de tomate, melón y chirimoyo. En ellas se ha encontrado resistencia a virosis, a plagas y a hon-gos fi topatógenos que luego han sido introducidas en variedades comercia-les. También se tienen multitud de formas, tamaños y colores de fruto, esa variabilidad que tanto impresionaba a los estudiantes del principio de esta historia, y que nos sirve para avanzar en el conocimiento de la base genética que rige esos caracteres y poder luego mediante cruces y selecciones en las descendencias obtener combinaciones genéticas que suponen una novedad o que se adaptan mejor a las exigencias de los mercados, que es el fi n último de la preservación de la biodiversidad.

Sin embargo sigue habiendo varia-bilidad sin recoger, sobre todo en espe-cies de poco consumo, que se perderá irremediablemente si nuestras autori-dades no destinan recursos a su recogi-da y estudio. Este es un patrimonio de todos que no debería desaparecer.

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Plantas de melón (Cucumis melo) sensibles y resistentes al oidio. Foto: J. Cuartero

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Sobre lo diverso de los genesLa diversidad biológica que habi-

ta nuestro planeta es enorme. Miles de especies de vertebrados, millones de invertebrados, y de microbios… ni se sabe. Pero además de esa biodiversidad interespecífi ca, los individuos de la mis-ma especie son igualmente diversos. No hay dos seres vivos iguales. Cada uno de nosotros, cada hormiga, cada célula bac-teriana…, tiene el potencial de aportar algo distinto, alguna peculiaridad que lo diferencia incluso de su propio herma-no gemelo. Esa diversidad, la que hace diferentes a uno y otro individuo de una misma especie, es la que menos puede llamar nuestra atención, y sin embrago, posiblemente sea la de mayor relevancia biológica, sencillamente porque es la que permite la supervivencia de una es-pecie en particular, y a muy largo plazo, en tiempos evolutivos, es la que da lugar a la diversidad de especies que encontra-mos en la naturaleza.

Las diferencias de un individuo a otro de la misma especie, o de una especie a otra, están en la información genética. Es decir, la diversidad importante, la que se hereda, tiene su base en los propios ge-nes. Pueden existir variaciones de un in-dividuo a otro provocadas por el ambien-te, por accidentes o incluso por el apren-dizaje. Son muchos los animales que

pueden aprender, pero ninguno puede heredar lo aprendido. Este artículo se centra en refl exiones sobre la diversidad genética más elemental, la que diferen-cia los individuos de una misma especie, la base de la biodiversidad, su origen, y su función.

En el siglo que vivimos, las herra-mientas moleculares han dado un paso de gigante, tanto que la propia informa-ción genética se ha convertido en negocio. Por apenas 2000 dólares y una pequeña muestra de sangre, en una semana se puede obtener la secuencia completa de la información genética de una persona concreta, de tu genoma particular. Eso mismo se hace ya con rutina en muchos individuos de especies modelo, y del aná-lisis comparativo de uno y otro genoma y lo que se encuentra es absolutamente sor-prendente. En un simple gusano como C. elegans, que solo necesita 15.000 genes para existir, se pueden llegar a encontrar fácilmente 1000 diferencias entre dos “gusanos gemelos”. La inmensa mayoría de estas diferencias no tienen importan-cia alguna aparente, pasan totalmente desapercibidas y realmente, por mucho que comparemos a los dos gusanitos, los vemos idénticos, pero ahí están esas di-ferencias genéticas, silenciosas muchas veces, pero lo mismo algún día pudieran tener utilidad.

El origen de la diversidad genéticaLa información genética la tenemos

en forma de moléculas que hacen las veces de letras (cuatro letras llamadas nucleótidos), y la secuencia de esas letras encadenadas en un gran texto (ADN) forman frases (genes) que en su conjun-to hacen un gran libro de instrucciones (genoma). Instrucciones que sirven para mantenernos en el planeta generación tras generación. Cada especie es un libro de instrucciones particular y diferencia-do, que transmite a todas las células de su descendencia.

Comparando especies, las diferen-cias en su información genética pueden ser enormes. En base a un símil literario, comparar el genoma de una bacteria con el nuestro sería como comparar el cuento de Blancanieves con el Quijote. Las letras son las mismas, incluso las palabras, y si se apura, puede haber frases parecidas, pero las diferencias hacen que en pro-ducto fi nal sea muy distinto. Compa-rar un lobo con un pastor alemán sería como comparar el diccionario de María Moliner con el de la Real Academia, y comparar un olivo de Jaén con otro de la Axarquía, es como comparar dos edi-ciones del Quijote. Lo sorprendente es que incluso comparando dos esquejes de la misma planta, o dos hermanos ge-melos del mismo cigoto, encontraríamos

Juan Jiménez Martínez Catedrático de Genética y Rector de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

La diversidad biológica: lo que nos enseñan

los microbios

LaBiodiversidad

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diferencias en la secuencia completa de sus genomas. Es como si comparamos dos ejemplares del mismo libro y de la misma edición. En alguna página de alguno de los libros hay una letra algo borrosa, otra que tiene una mella, y así en una comparación exhaustiva siempre surgen diferencias, la inmensa mayoría sin importancia (sin valor adaptativo que dirían los biólogos), pero alguna vez, por casualidad, la diferencia podría cambiar el signifi cado de la frase en uno de ellos, y por tanto abrir la posibilidad de signi-fi car algo distinto. Ese es el gran valor de la diversidad en la información genética.

La diversidad en los genes surge de los errores que las células cometen al co-piar la información genética para trasmi-tirla a las células hija. Cada vez que de una célula salen dos, se copian los billo-nes y billones de letras (nucleótidos) del genoma para hacer dos genomas, y como ocurre incluso en la mejor imprenta, siempre hay matices diferentes de una a otra copia, errores de impresión. Es pa-radójico por tanto, que el gran éxito de la vida, la diversidad, sea consecuencia de la imperfección de la maquinaria que copia los genomas en la célula, de la im-prenta de los seres vivos.

La utilidad adaptativa de la diversidadCada frase genética, cada gen, tiene

un objetivo preciso para que funcione un

ser vivo. Los errores que se cometen en la copia de la información genética son los que dan lugar a la diversidad. Si nos fi jamos en un gen concreto, en especies con mucha diversidad uno de cada tres o cuatro que se analizan contiene algo distinto (muy polimórfi cos según los genéticos). Cuando la diversidad es muy baja, como puede ocurrir en el caso del lince por ejemplo, quizás uno de cada cien contiene alguna diferencia (eso varía también según el gen que se elija para comparar). La inmensa mayoría de las variaciones son irrelevantes. Compa-rando con ejemplos de literatura, en la frase “nos arriesgamos” en algún libro podríamos encontrar un error donde se cambia una “s” por una “z”, y el signifi -cado no cambia. “Nos arriezgamos” está mal escrito, pero signifi ca lo mismo. En otro libro podría aparecer una letra sin tinta, podemos perder una “s” y depende de cual sea, cambia o no la instrucción. “Nos arriesgamo”, parece andaluz, pero nada más. Sin embrago, si el cambio ori-gina la frase “no arriesgamos”, el mensa-je es radicalmente distinto. Estas muta-ciones literarias son exactamente iguales a las mutaciones que ocurren en el texto del ADN, en el libro del genoma.

En la información genética, la in-mensa mayoría de las mutaciones que pasan de una generación a la siguiente no tienen consecuencias, pero algunas

sí. La mutación en “nos” que la hace “no”, podría eventualmente salvar la vida si se trata de arriesgarse a salir a la calle en medio de un huracán. Incluso en los casos donde no hay cambio en el signifi cado, cuando cambian las circuns-tancias lo que parecía irrelevante puede ser muy importante. Si llega una inva-sión extraterrestre que decide eliminar a la población humana en su totalidad, excepto a los andaluces, a lo mejor decir “arriesgamo” en lugar de “arriesgamos” es una ventaja. Cuando el planeta suba unos grados, quizás haya variantes gené-ticas ahora irrelevantes, que en esa cir-cunstancia puedan funcionar mejor y ser muy útiles a aquellas especies con indi-viduos las tengan. Si los huevos del erizo de mar (por inventar un ejemplo fi cticio) eclosionan en torno a 10 ºC, un calenta-miento global que en cien años eleve un par de grados la temperatura del medi-terráneo, acabaría con todos ellos en po-cas generaciones. Si entre la diversidad genética de estos erizos hay algunos cuya eclosión tolere hasta 12 ºC, esos serían la continuidad de la especie. Quien lo iba a decir, esa diversidad genética, incluso la que aparentemente no dice nada nuevo hoy, es garantía de supervivencia de las especies en los cambios del mañana. De hecho, una especie sin variaciones gené-ticas, es una especie extinta.

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Sobrevivir con la diversidad que tenemos

La diversidad sirve por tanto para que las especies logren adaptarse a los cam-bios que puede sufrir su entorno, una plasticidad adaptativa que de no existir, la vida se habría extinguido al poco de originarse. Los cambios ambientales son imprevisibles para las especies, y pueden ocurrir relativamente rápidos, por lo que las poblaciones de cualquier ser vivo de-ben disponer de diversidad antes de que ocurra un cambio. Es decir, el genoma del erizo debe disponer de antemano de la diversidad que le permita sobrevivir al aumento de temperatura. Los errores genéticos que dan lugar a la diversidad se producen por azar, por eso, una gran diversidad es una mayor garantía para la supervivencia. De alguna forma, la res-puesta adaptativa de las especies a los cambios ambientales se ajusta a princi-pios de la teoría de juegos. Las variantes genéticas son como números de una lote-ría. Para que toque, es necesario tenerlos antes del sorteo, y la diversidad de ellos nos da la probabilidad de éxito. Como en el juego de azar, comprar demasiados boletos tiene un sobrecoste que podría tener el efecto contrario al deseado (co-nocido como lastre genético en el argot científi co para el caso de las mutaciones

genéticas), por lo que en la naturaleza, la diversidad genética de una especie está en un equilibrio entre lo importante que es tener variantes y lo costoso que es te-ner demasiadas.

A lo largo de la evolución, los cam-bios del ambiente ocurren lentamente y las especies acumulan cambios genéticos a una tasa que les permite ir encontran-do las variantes más adecuadas, se van adaptando a nuevas circunstancias. Pero existen cambios más bruscos, a un ritmo que no da tiempo a generar más variabi-lidad, y las especies se la juegan con la diversidad que tienen. Alguno de estos cambios debió ser la causa de la desapa-rición masiva de dinosaurios, un nuevo ambiente sin variaciones genéticas ade-cuadas que les permitiera adaptarse al cambio ambiental, cualquiera que fuera.

La diversidad que va originándose por mutación es esencial para garanti-zar la supervivencia de una especie a lo largo del tiempo, en el largo plazo, pero en cambios de ambiente a medio plazo, donde no hay tiempo de generar nuevas variaciones genéticas por mutación, las especies recurren a algunos trucos que

les ayudan a aumentar las posibilidades de adaptarse. Una de ellas es el sexo. En especies con reproducción sexual, las variantes genéticas entre los padres se barajan para producir nuevas combina-ciones entre los hijos, y eso ayuda mucho a aumentar la diversidad en pocas gene-raciones. De hecho, la participación de dos en la procreación ha sido una gran revolución biológica. Tanto, que prácti-camente todos los seres vivos (con pocas excepciones) tienen alguna forma de re-producción sexual. Virus, bacterias, hon-gos, helechos, gusanos…, toda la escala biológica ha mantenido esa posibilidad desde que se inventara muy temprano en la evolución, y es que el gran éxito del sexo (con diversos nombres en distintas especies: conjugación en bacterias y hon-gos, polinización en plantas, etc.) es que combina la diversidad existente, aumen-tando exponencialmente la cantidad de nuevas variaciones que puede obtener la descendencia en poco tiempo. Esa es la verdadera razón de ser del sexo, y nues-tra propia especie no es una excepción. Incluso los virus tienen una suerte de sexo muy elemental: cuando dos virus infectan

Ejemplo de diversifi cación de razas por selección dirigida del hombre a partir de la diversidad genética del lobo.

Bota de vino fi no con una tapa transparente, mostranto una capa de velo de fl or formada por levaduras que fl otan.

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una misma célula, sus genomas se re-combinan para lograr nuevas oportuni-dades de supervivencia. Lo sorprendente es que si coinciden dos virus distintos, pueden romperse las barreras de especie y combinar sus genes para obtener una nueva cepa. Ese ha sido el caso de la gri-pe A, una nueva estirpe originada a partir del virus de la gripe de aves, de cerdos y la cepa humana, co-infectando por azar células de un mismo cerdo.

Emergencia, se necesita más diversidad

A largo plazo, los cambios de am-biente paulatinos, de cientos de miles de años, van acompañados de cambios en las variantes genéticas, unas varian-tes se sustituyen por otras mejores en unos y otros genes. Dos poblaciones de la misma especie en lugares aislados, sujetos a distintos cambios ambientales, acumulan distintas variantes que hacen que las poblaciones diverjan hasta for-mar primero razas y luego especies dis-tintas. Cuando los cambios no los dirige el ritmo de selección natural, sino que los fuerza el hombre, la diversifi cación de razas es muy rápida. Especies domés-ticas de cereales, vacas, etc., se han ori-ginado por selección humana a una ve-locidad vertiginosa. Baste pensar que en apenas 5000 años, de la diversidad na-tural del lobo y con procesos de selección humanos se han llegado a generar todas las razas de perros que hoy conocemos.

Pero la naturaleza también juega a veces malas pasadas a determinadas especies, especialmente cuando se dan cambios muy rápidos, donde la diver-sidad existente no puede garantizar la adaptación a las nuevas circunstancias ambientales, ni siquiera con la combina-toria sexual. Esto es difícil de constatar a nivel macroscópico, pero el hecho es que por el registro fósil se conocen olas de extinción de especies y de aparición de otras nuevas en periodos muy cortos

de tiempo. Los mecanismos rápidos de evolución en la naturaleza son, natural-mente, objeto de especulación, pero el estudio con microbios da algunas pistas de como pueden aparecer variantes ge-néticas a una tasa muy superior a lo nor-mal, y poder dar así algunas respuestas a como las especies podrían adaptarse a crisis ambientales muy bruscas, en muy corto plazo.

El tiempo biológico no se mide en años, o siglos, sino más bien en gene-raciones. La adaptación evolutiva es la ventaja que unas variantes concretas dan a un individuo, que son por tanto las que pasarán con más probabilidad a la siguiente generación. Es el paso de una generación a la siguiente, y no el tiempo de vida, lo que marca por tanto el éxito evolutivo, y para comprender eso, los microbios son un modelo insustituible porque tienen tiempos de procreación cortísimos. Mientras que nuestra es-pecie puede tardar treinta años de una generación a la siguiente, una bacteria puede hacerlo en treinta minutos. Así, estudiando los genes de poblaciones mi-crobianas, sorprende ver lo que un ser vivo puede hacer con sus genes en caso de crisis ambiental. En un proceso adap-tativo básico, cuando hay un fuerte estrés que pone en riesgo la supervivencia, las bacterias que por azar tengan variantes genéticas más adecuadas al nuevo am-biente tienen más descendientes, y la po-blación va saliendo así del paso con esas variantes en las siguientes generaciones. El problema surge cuando entre la diver-sidad existente no haya variantes mejores para esa nueva circunstancia ambiental. Ninguno de los boletos (las diversas va-riantes genéticas) tiene premio alguno en el momento del sorteo (del cambio ambiental). Pues bien, al menos en bac-terias y levaduras, en casos muy extremos de crisis ambiental se la juegan, y entran en una situación de hipermutación. En pocas generaciones se dispara una capa-

cidad enorme de errar la copia del geno-ma, y se generan diez veces más errores que en condiciones normales. Eso hace que muchas células mueran porque la mayoría de los errores o son neutros, o estropean lo que antes funcionaba, pero es la única posibilidad de que por azar salgan in extremis, en el mismo momen-to del sorteo, variantes útiles que no las había en la diversidad de esa población. Algo así parece pasar en nuestro com-portamiento social. En momentos de difi cultad económica, compramos más lotería que nunca. A mayor difi cultad de la población más se juega porque al me-nos al que le toca, sale de la crisis.

La diversidad heredable se origina normalmente por mutaciones que sue-len ganar, perder o cambiar una letra, con el tiempo muchas, pero también puede haber mutaciones que hagan ga-nar o perder una sílaba. Hay genes que repiten una unidad básica. Como si en una palabra se repitiera una sílaba. La “pi” de pipirana, o la “pa” de papa, tam-bién tienen su equivalente en el lenguaje de los genes. Lo interesante es que poner o quitar sílabas repetidas es muy rápido. Cambiar “papa” por “pa”, o por “papa-pa” ocurre muchas veces en una sola ge-neración. Algunos de los genes más im-portantes para la adaptación ambiental de las levaduras tienen esta estructura, aunque repitiendo decenas de veces la sílaba en cuestión. Lo que producen esos genes con repeticiones son realmente algo parecido a una cadena, y cada síla-ba es como un eslabón. Tener cadenas con pocos eslabones tiene ventaja en unas condiciones, y tenerlas con muchos es más útil en otras. De esta forma, la diversidad que produce esta variación genética es de las más rápidas en gene-rar cambios adaptativos. Las levaduras del vino fi no de Jerez son posiblemente el ejemplo más claro de esta adaptación evolutiva. Estas levaduras son de la espe-cie S. cerevisiae, la misma que hace otros

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vinos, la cerveza o el pan. Ninguna de estas levaduras fl ota, pero las del vino fi no sí que lo hacen, dando lugar a una especie de nata que se conoce como la fl or del vino.

¿Porqué fl ota esta levadura cuan-do ninguna otra de la misma especie lo hace?¿Que variación genética ha origi-nado esta característica?. Hace dos o tres siglos, los vinos de Jerez se exportaban a todo el mundo desde el Puerto de Santa María en botas. Vinos con mucho alco-hol, para evitar que se estropearan en largas travesías. Mientras esperaban el embarque en el puerto, meses a veces, el vino en las botas terminaba por cubrir-se con una nata, un velo, que además de mantenerlo aislados del aire mejoraba notablemente su sabor. No tardaron en reproducir ese velo de fl or en la bodega, y hoy se mantiene el velo como parte esen-cial de su elaboración. Ese velo son las le-vaduras normales que, para soportar las condiciones de alcohol tan estresantes, se han adaptado accediendo a la superfi -cie para respirar mejor. Lo sorprendente es que eso lo han conseguido alargando los eslabones de un gen concreto que produce una proteína que repele el agua, haciendo las veces de “fl otador”. Este gen esta presente en toda la diversidad de levaduras que fermentan vinos, pan y

cervezas, pero con una variante más cor-ta, con menos eslabones, que no confi ere fl otabilidad.

La situación que supuso un nuevo ambiente estresante a la levadura S. cere-visiae (vino con mucho alcohol), se resol-vió con un cambio genético rápido por el procedimiento de probar variantes con más o menos eslabones. Lo sorprenden-te es que ese mecanismo de generar di-versidad de la levadura posiblemente sea universal, y exista en los genes con repe-ticiones de todos los seres vivos. Es pro-bable que la propia diversidad de perros que se han generado en tan poco tiempo evolutivo sea consecuencia de cambios en genes de este tipo, que afectan a la forma y tamaño del perro. Por desgracia también afecta a genes de nuestra espe-cie que regulan la división de las células, y originan variaciones que derivan en en-fermedades hereditarias, frecuentes en nuestra población.

En resumen, la diversidad es la ga-rantía de supervivencia y la principal fuente de cambio en la evolución. Como en el juego de azar, nuestra suerte de-pende de los números que tenemos an-tes del sorteo, de ahí que una especie sin polimorfi smo, sin diversidad gené-tica, sin números que jugar, tiene todas las de perder ante la menor adversidad.

Los cambios genéticos que originan la diversidad tienen lugar por mutaciones aleatorias, errores que la mayoría de las veces estropean su función y desapare-cen en pocas generaciones, o que pasan inadvertidas en el momento de su ori-gen, pero que enriquecen la diversidad genética, y dan opciones para sobrevivir en caso de cambios ambientales. A muy largo plazo, las mutaciones van aportan-do diversidad que sirve para las adapta-ciones a cambios muy lentos, en tiempos muy largos (tiempo evolutivo), pero las especies tienen que responder a veces a cambios más rápidos, del medio plazo, donde hay que jugar con la diversidad que se tiene; ahí es donde combinar las variaciones mediante la reproducción sexual ayuda a aumentar las posibilida-des de supervivencia. En el corto plazo, los microbios nos han enseñado que en caso de mucho estrés ambiental se pue-den aumentar mucho los números del sorteo, aumentando la tasa de mutación, una sobrecarga que propicia la muerte de muchos, pero que aumenta la posi-bilidad de que toque la lotería, y de que algunos, a los que le toque, saquen a la especie de la crisis.

La diversidad es la garantía de supervivencia y la principal fuente de cambio en la evolución.

LaBiodiversidad

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Jorge Baro Domínguez Director del Centro Oceanográfi co de Málaga, Instituto Español de Oceanografía.

Biodiversidad y sostenibilidad de los

recurso marinos en el Mediterráneo

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Prácticas pesqueras poco selectivas provocan que gran parte de la captura tenga que ser descartada.

En la foto captura de un arrastrero de fondo en las costas de Málaga descargada sobre la cubierta.

(Foto: Jorge Baro)

La explotación de los recursos vivos marinos mediante la actividad pesquera, representa una fuente vital de alimentos, empleo, esparcimiento, comercio y bienes-tar material. Como reverso de estos benefi -cios la pesca produce una serie de impactos en el medio, que van más allá de los efectos producidos sobre las poblaciones objetivo de la explotación, o de la degradación del medio donde habitan. La pesca incide so-bre la propia estructura de los ecosistemas y, como una expresión de ésta, sobre la di-versidad biológica o biodiversidad.

El objetivo de distintos convenios, co-misiones y comités internacionales es el de establecer pautas de comportamiento que contribuyan a ejercer una pesca responsa-ble y sostenible, de manera que se preser-ven los ecosistemas marinos, se favorezca la conservación de las poblaciones de peces, crustáceos, moluscos y otros organismos marinos explotados y, al mismo tiempo, se propicie el mantenimiento de la actividad pesquera.

En este punto, y para no hacer conje-turas que puedan conducirnos a equívo-cos, conviene concretar qué entendemos por biodiversidad y por sostenibilidad. La biodiversidad es un término complejo que incluye aspectos taxonómicos, funcionales, espaciales y temporales de la diversidad de organismos, por lo que se consideran tres percepciones o niveles de la biodiversidad: taxonómica, genética y ecológica. Se puede defi nir como el conjunto de especies que habitan la Tierra (hasta ahora 1.75 millo-

nes de especies han sido identifi cadas), las diferencias genéticas dentro de cada una de estas especies (variedades de especies de plantas y animales) y la multiplicidad de comunidades ecológicas en que estas espe-cies interaccionan entre sí y con el medio físico (los distintos ecosistemas).

Quizás debamos preguntarnos qué es lo que hace tan importante a la biodiversi-dad ya que, en muchas ocasiones, resulta difícil conocer cuál es la importancia real de la misma, pues no somos capaces de valorarla en términos fácilmente percep-tibles. Por eso en primer lugar, sería con-veniente recordar que el primer valor de la biodiversidad es intrínseco, ya que es el re-sultado de un proceso histórico natural de gran antigüedad, del que el hombre debe ser garante de su protección y defensa por motivos éticos o científi cos. También po-demos considerar los benefi cios de la bio-diversidad desde perspectivas más cuan-tifi cables, pues sus componentes aportan muchos servicios básicos para nuestra supervivencia, ya sean recursos, como por ejemplo peces, funciones reguladoras, como el secuestro de carbono de la atmós-fera, o culturales, como los recreativos, es-téticos o espirituales.

La concepción tradicional de soste-nibilidad se interpreta en términos de producción. Hace referencia a la biomasa que puede ser extraída en el presente sin reducir la cantidad de recurso disponible en años futuros. Es decir se persigue como objetivo la sostenibilidad de la extracción

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de recursos. En el contexto de las cien-cias pesqueras el propósito es alcanzar y mantener el denominado Rendimien-to Máximo Sostenible, RMS o MSY en sus más usuales siglas en inglés, y que expresa la mayor cantidad que puede capturarse de un stock de peces durante un periodo de tiempo indefi nido. Desde una perspectiva actual se considera la sostenibilidad como el uso apropiado de los recursos naturales y los bienes y servicios que ofrecen los ecosistemas, de manera que permitan el mantenimiento de la diversidad biológica y la estructura y dinámica de los mismos. En este caso el objetivo que se persigue es el de salva-guardar ecosistemas y sistemas humanos saludables.

Estos dos conceptos, sostenibilidad y biodiversidad, están íntimamente liga-dos y no parece que la consecución del primero pueda obtenerse sin proteger el segundo. De hecho en la Cumbre de la Tierra celebrada por Naciones Unidas en Río de Janeiro en 1992, se estableció el Convenio sobre la Biodiversidad, que tiene entre uno de sus objetivos conci-liar la preservación de la biodiversidad con el progreso humano según, preci-samente, criterios de sostenibilidad o sustentabilidad.

La pesca como actividad extractiva debe perseguir como fi n esa sostenibi-lidad. Desgraciadamente no siempre lo consigue, es más, en la mayoría de los casos ocurre todo lo contrario. Uno de los principales problemas con los que se enfrenta es que al tratarse de bienes naturales comunes, sus usuarios -los pescadores- pueden verse avocados a un inevitable proceso de destrucción de los recursos de los que dependen, tal y como expresó Garret Hardin en su teoría cono-cida como “La tragedia de lo común”: la búsqueda por los usuarios de benefi cios a corto plazo incrementa la explotación de los recursos comunes hasta la destruc-ción de los mismos. Aunque él explicó

su teoría en términos ganaderos, es per-fectamente extrapolable al caso que nos ocupa. Imaginemos un recurso de acceso abierto en el que cada pescador busca maximizar su ganancia incrementado el esfuerzo de pesca, por ejemplo con un barco más o aumentando el número de horas de actividad. Este incremento tiene un efecto negativo y otro positivo. El po-sitivo es que se produce un benefi cio in-dividual a corto plazo y el negativo es una función de la sobrepesca que se produce al aumentar el esfuerzo. Sin embargo, mientras que el benefi cio es individual, el efecto negativo particular es comparti-do por todos los pescadores, por lo que el pescador racional concluye que es una decisión acertada volver a incrementar el esfuerzo. La tragedia reside en que esa es la conclusión a la que llegan todos los pescadores, de manera que la búsqueda individual de su mejor provecho los con-duce inevitablemente al agotamiento del recurso común del que dependen.

Aunque esta teoría es tan sólo aplica-ble al caso de recursos abiertos, que no es generalmente el caso en las pesque-rías mundiales y más concretamente en las Mediterráneas, los datos de la evo-lución reciente del estado de los stocks pesqueros parecen validarla. Según da-tos de FAO actualmente en el mundo el 52% de los stocks están plenamente explotados, un 17% sobreexplotados, un 7% agotados y tan sólo un 1% en recupe-ración. En el Mediterráneo la situación es incluso peor: un 40% de los recursos están plenamente explotados, un 18% sobreexplotados y un 22% agotados. Quizás lo más preocupante no son estos datos en sí, sino las tendencias que han seguido en los últimos años. Así, a escala mundial entre los años 1974 y 2005 el número de stocks sobreexplotados se ha incrementado del 10% al 25%, mien-tras que los stocks moderadamente ex-plotados han sufrido una disminución del 40 al 23%. En el Mediterráneo las

La situación crítica de muchas especies de peces cartilaginosos, cuya presencia en las lonjas era habitual, ilustra dramáticamente el rápido deterioro reciente de muchos tiburones y rayas. En la foto un ejemplar de Rostroraja alba, especie considerada como vulnerable en el Mediterráneo. Foto: Jorge Baro

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tendencias también son negativas desde los años noventa.

La mayoría de los efectos de la pesca detectados a nivel mundial se dan también en el Mediterráneo. Esto es debido a la gran diversidad de hábitats y especies existentes, la gran variedad de artes y aparejos de pesca usados para explotar esa diversidad y la alta tasa de explotación de los stocks pesqueros. El cómputo global de stocks que se encuen-tran agotados, sobreexplotados, es decir más allá de su máximo rendimiento sostenible, o plenamente explotados, es decir sin posibili-dad de un margen adicional de explotación, es muy elevado. Si, además, tenemos en cuenta las tendencias negativas recientes y la elevada probabilidad de que continúen sien-do del mismo signo en los años venideros, no parece que el estado actual de explotación de los recursos pesqueros del Mediterráneo pueda considerarse sostenible y es una prue-ba indudable de la merma de uno de los servicios más importantes que nos ofrece la biodiversidad.

Otros efectos sobre los ecosistemas ma-rinos y el deterioro de la biodiversidad son más conocidos y hacen referencia a la pér-dida de especies, o la acusada disminución de sus poblaciones, que no son objetivo de la pesca pero que forman parte de de las cap-turas, muchas veces indeseadas por no tener interés comercial. En esta fracción se encon-trarían especies emblemáticas como algunos mamíferos marinos –delfi nes, ballenas-, algunas aves marinas y tortugas, aunque no es menor la preocupación por otras muchas que por ser menos conocidas no atraen tanto la atención de la sociedad.

La Unión Internacional para la Conser-vación de la Naturaleza (UICN) publica pe-riódicamente la lista roja de especies amena-zadas. El grupo marino más grande que se ha evaluado en la Lista Roja es el grupo de los peces cartilaginosos o condrictios (tibu-rones, rayas y quimeras). Estas especies so-portan muy mal la presión pesquera ya que son de crecimiento lento, madurez sexual tardía, baja fecundidad y baja tasa de gene-

ración. De las 546 especies evaluadas hasta ahora en el mundo el 20% (110 especies) se considera que está amenazada, el 17% (95 especies) está casi amenazada”, tan sólo el 25% (136 especies) se clasifi ca en preocu-pación menor y para el 38% (205 especies) se considera que existen datos insufi cientes para conocer su estado de conservación.

La situación en el Mediterráneo parece ser mucho peor. Aunque el Mar Mediterrá-neo representa únicamente el 0,8 % de la superfi cie mundial oceánica casi el 7% de los peces cartilaginosos pueden encontrarse en sus aguas. Se considera que el 42% por ciento de los peces cartilaginosos medite-rráneos (30 especies) están amenazados en la región. De este grupo, el 18% (13 espe-cies) está en peligro crítico de extinción, el 11% (8 especies) está en peligro, el 13% (9 especies) se clasifi can como vulnerables, un 18% (13 especies) ha sido evaluado como casi amenazado y tan sólo un 14% (10 es-pecies) se consideran se considera de pre-ocupación menor. La presión pesquera sobre estas especies va más allá de su capacidad de reproducción y de una pesca sostenible. Por lo tanto, las poblaciones están destinadas a disminuir en ausencia de límites de captura internacionales.

Una especie de elevadísimo interés co-mercial y que forma parte de la tradición más marinera y pesquera del Mediterráneo es el atún rojo. A partir de los años sesenta, las capturas en el Atlántico oriental sufrie-ron una gran disminución, mientras que se incrementaron en el Mediterráneo para pa-liar este défi cit. Regularmente los topes de captura establecidos han sido ampliamente superados ya que una parte muy importan-te de las capturas no se declaraban. Las re-cientes evaluaciones llevadas a cabo sobre el estado del stock del Atlántico oriental y el Mediterráneo indican que, incluso en los escenarios más favorables, la pesquería de atún rojo se dirige hacia el colapso. Uno de los principales efectos es que la población de ejemplares adultos capaces de repro-ducirse ha disminuido en un 60 % en los

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últimos 30 años. Recientemente asis-timos a la posibilidad de que el atún rojo fuera incluido en el Apéndice I del Convenio Cites sobre el comercio inter-nacional de especies amenazadas, lo que habría supuesto la prohibición de su comercio internacional. Sin embargo, en la reunión de la convención que se celebró marzo de 2010 en Doha (Qatar) se rechazaron las propuestas de Mónaco y la UE para restringir drásticamente el comercio internacional. Sin embargo, la situación de sobrepesca persiste y no sería de extrañar que en el futuro in-mediato hubiera que adoptar medidas como la propuesta, o incluso más drás-ticas, para salvaguardar la población del stock de atún rojo del Atlántico oriental y Mediterráneo.

Un aspecto importante del impacto de la pesca en los ecosistemas es el que se produce por los descartes que produ-cen las pesquerías poco selectivas. El descarte es aquella fracción de las captu-ras que por varias razones, entre las que se encuentran su escaso valor comercial o no alcanzar las tallas mínimas autori-zadas para la comercialización, son de-vueltas al mar, la mayoría de las veces sin posibilidad de sobrevivir. Una de las actividades pesqueras más importantes del Mediterráneo es la de arrastre de fondo, pesquería multiespecífi ca y que produce los mayores descartes, habién-dose calculado valores que oscilan entre el 20% y el 40% de lo capturado, lo que da una idea del impacto que puede pro-ducir sobre los distintos ecosistemas.

Los efectos del descarte son variados y entre los más importantes podemos se-ñalar que provocan cambios en las co-munidades, alteran las cadenas trófi cas, incrementan las poblaciones de especies carroñeras y modifi can el hábitat esen-cial de algunas especies abocándolas a su desaparición local.

La modifi cación de las cadenas trófi -cas, por sustitución de unas especies por otras, está causando problemas graves en muchas pesquerías del mundo. Son bien conocidos algunos casos que podrían arrojar pistas sobre situaciones similares en el Mediterráneo. En algunos ecosis-temas el colapso de las pesquerías por sobrepesca ha llevado a la proliferación de especies de medusas que compiten por el alimento con las especies objetivo

El trabajo desarrollado a bordo de buques oceanográfi cos como el Cor-nide de Saavedra es fundamental para la evaluación de los recursos y el conocimiento de la biodiversidad marina.

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de las pesquerías comerciales, o que di-rectamente depredan sobre los huevos y larvas de estas especies de peces. En otros casos, algunas de las especies de peces cuya biomasa ha descendido drás-ticamente eran potenciales predadores de medusas. Un ejemplo bien documen-tado es el ocurrido en las costas del sur de Angola y Namibia, bañadas por la co-rriente de Benguela y enriquecidas por el afl oramiento de aguas profundas y nutri-tivas existente en sus costas. A mediados de los sesenta la biomasa de sardina era muy abundante, así como las capturas. Debido a la sobrepesca la población de sardina se colapsó, situación que se man-tiene hasta nuestros días. Estas poblacio-nes de peces han sido progresivamente sustituidas por una combinación de me-dusas zooplantófagas muy abundantes en la actualidad. Para terminar de ilus-trar este caso basta decir que la corriente de Benguela sustentaba en el pasado una pesquería con descargas anuales de hasta 17 millones de toneladas (MT), las cua-les han descendido actualmente hasta 1 MT, al mismo tiempo que la biomasa de medusas ha aumentado desde la década de los 70 hasta valores en torno a los 12 MT, excediendo con mucho la biomasa estimada de peces (3,6 MT).

Los ecosistemas en los que el hombre interviene mediante la pesca, no sólo es-tán sufriendo la pérdida de poblaciones y especies, así como alteraciones en las comunidades y los hábitats, muchas de ellas de consecuencias imprevisibles.

Una medida de la apropiación humana de los recursos viene dada por la huella ecológica, que nos puede proporcionar un ejemplo de cómo la pesca afecta a la estructura de los ecosistemas. La huella ecológica es un indicador ambiental, de carácter integrador, del impacto que ejerce una cierta comunidad humana sobre su entorno, y que se defi ne como el área de territorio ecológicamente pro-ductivo, en nuestro caso un ecosistema marino, necesario para producir los re-cursos utilizados. Cálculos recientes de la huella ecológica que supone el porcen-taje de la producción primaria requerida para sustentar una pesquería en determi-nadas zonas del mundo, es muy superior (hasta el 35.3%) a lo que se presumía anteriormente.

No son tan sólo los efectos de una pesca no sostenible los que pueden afectar negativamente a la diversidad. Otros factores como la pérdida de há-bitats esenciales, la contaminación o el cambio climático, afectan de un modo u otro al mantenimiento de la biodiver-sidad. La pérdida de biodiversidad está perjudicando la capacidad de los océa-nos de proporcionar alimento, mantener la calidad de las aguas y la capacidad de recuperación de las perturbaciones a que se ve sometido. Algunas estimacio-nes, probablemente las más pesimistas, estiman que tan sólo la mitad de las es-pecies existentes en la actualidad sobre-vivirán más allá del 2100. El riesgo es evidente, los ecosistemas menos diversos

son menos productivos, menos estables y menos robustos. Por eso, la pérdida de biodiversidad puede debilitar los ecosis-temas y hacerlos más frágiles con graves consecuencias, especialmente para la se-guridad alimentaria.

Existen evidencias de las relaciones entre la diversidad y los servicios que prestan los ecosistemas marinos. Por un lado sabemos que la sostenibilidad de las pesquerías está en entredicho y que, de mantenerse las tendenciales actuales, podría haber un colapso total de todas las especies explotadas en la actualidad para mediados del siglo XXI, con las con-siguientes consecuencias sociales. Por otro, que la importancia de los ecosiste-mas altamente diversos es muy elevada, proporcionando más servicios con me-nor variabilidad espacio-temporal, por lo que no es posible separar la conserva-ción de la biodiversidad y el desarrollo económico a largo plazo. En conclusión, tan sólo manteniendo y recuperando la diversidad de nuestros mares aplicando, entre otros, criterios de sostenibilidad desde la perspectiva del ecosistema, se-remos capaces de asegurar la productivi-dad y la fi abilidad de los bienes que el mar nos proporciona.

Debido a la sobrepesca la población de sardina se colapsó, situación que se

mantiene hasta nuestros días.

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¿Por qué conservar la biodiversidad?La biodiversidad, que de acuerdo a

la defi nición utilizada en la Convención sobre Diversidad Biológica (CDB), com-prende la variabilidad y riqueza a nivel genético, de especies y de ecosistemas, es uno de los valores más importantes del planeta. La importancia de la conserva-ción y uso sostenible de la biodiversidad y el mantenimiento de los servicios am-bientales que proveen los ecosistemas se han destacado en los Objetivos de Desarrollo para el Milenio de Naciones Unidas al mencionar que “la perdida de la biodiversidad y de los servicios ecosis-témicos es una barrera signifi cativa para alcanzar los objetivos de desarrollo para el Milenio de reducir la pobreza, el ham-bre y las enfermedades”.

Cada día la naturaleza nos reserva nuevas sorpresas sobre el valor de la bio-diversidad. Por ejemplo se ha descubier-to recientemente que el Tejo del Pacífi co (Taxus brevifolia), especie que hasta aho-ra no se había considerado de interés co-mercial, contiene el componente activo denominado taxol que según recientes investigaciones médicas tiene un alto po-tencial en el tratamiento de cáncer de pe-cho y ovario. Por otra parte desde media-dos de los años 80 se han identifi cado

más de 2,500 componentes químicos derivados de organismos marinos, mu-chos asociados a los arrecifes coralinos, que son de amplio uso en la medicina. Por ejemplo del veneno producido por diferentes especies de caracoles de cono –de los cuales se conocen unas 500 es-pecies que habitan en los arrecifes corali-nos tropicales- se extrae un componente para el tratamiento de dolores crónicos asociados al cáncer, el SIDA y a daños del sistema nervioso. Muchas de las especies que existen en los bosques tropicales también tienen un alto potencial de apli-cación en la medicina; sin embargo se es-tima que solo el 5% de estas especies han sido estudiadas por su valor medicinal.

Por otra parte hay que destacar que a nivel mundial cerca de 1.1 billones de personas – una sexta parte de la pobla-ción mundial- depende en un porciento signifi cativo del uso de la biodiversidad para su bienestar. Una buena parte de los benefi cios de la biodiversidad se derivan de los servicios que proveen los espacios naturales protegidos en sus diferentes categorías. Actualmente existen más de 120,000 espacios naturales protegidos (ENPs) en todo el mundo lo que repre-senta el 14% de la superfi cie terrestre del planeta, porcentaje mayor que el que se

utiliza a nivel mundial para la agricultu-ra. Aparte de su importancia para la con-servación de la biodiversidad los ENPs son reconocidos como parte de las solu-ciones naturales al cambio climático me-diante el secuestro y almacenamiento de carbono así como el apoyo a estrategias ecosistémicas de adaptación. Los ENPs almacenan el 15% de todo el carbono de la tierra y juegan un papel signifi cativo en la reducción de riesgo ante desastres naturales.

¿Estamos realmente dando importan-cia a la conservación?

En base a los ejemplos anteriores, que son solo unos pocos de los muchos otros que existen, sería de esperar que existieran avances signifi cativos en la conservación de la biodiversidad. Sin embargo no es este el caso: el Proyecto del Milenio sobre Evaluación de Ecosis-temas concluyó que en el 2005 el 60% de los servicios ecosistémicos han sido degradados básicamente por malas prác-ticas en el uso de las tierras y los mares. El 25% de las áreas de manglares han desaparecido en los últimos 20 años y el 20% de los arrecifes coralinos, uno de los sistemas naturales más amenaza-dos del mundo, han sido destruidos en

Pedro Rosabal Ofi cial de Programa Senior y Director Adjunto del Programa de Áreas Protegidas

de la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN)

Los retos en la conservación

de la biodiversidad.El papel de la UICN

LaBiodiversidad

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igual periodo de tiempo. La destrucción de estos dos importantes ecosistemas ha infl uido en que la mayoría de las pes-querías asociadas a zonas costeras hayan colapsado en muchas partes del mun-do. Por otra parte, aunque la extensión de ENPs en los ecosistemas terrestres alcanza el 14% a nivel mundial, solo el 20% de estas áreas se encuentran bien gestionadas. Además los ENPs en áreas marinas y costeras solo ocupan el 1% de los océanos.

A nivel de las especies, la Lista Roja de la UICN sobre Especies Amenazadas muestra que se encuentran en peligro de extinción: el 22% de los mamíferos en todo el mundo; la tercera parte de todos los anfi bios que se conocen; 1 de cada 8 especies de aves; el 27% de las especies de los arrecifes coralinos y el 28% de to-das las especies de coníferas. Lo realmen-

te dramático respecto a la extinción de especies es que es irreversible; como dijo el mundialmente reconocido naturalis-ta español Félix Rodríguez de la Fuente “La Catedral de León o las Pirámides de Egipto las podemos destruir cuando queramos, todo es cuestión de dinamita y reconstruirlas cuestión de tiempo; pero cuando desaparece una sola especie ani-mal, la hemos perdido para siempre, por-que crear sólo Dios puede hacerlo”.

¿Qué podemos hacer? La conservación de la biodiversidad

es una responsabilidad y deber de todos; en muchos países, como por ejemplo en Canadá, Australia y Alemania, los electo-res promueven cada vez con más fuerza que se incluyan los temas ambientales en las propuestas de programa de los candidatos a la presidencia. Los partidos

verdes y ambientalistas también ganan peso en muchos países. En el Parlamen-to Europeo alrededor del 13% de sus miembros representan a partidos verdes. Pero también existen una gran variedad de ONGs e instituciones locales, nacio-nales e internacionales que apoyan estos esfuerzos.

Una de estas instituciones es la Unión Internacional para la Conserva-ción de la Naturaleza (UICN). Desde su fundación en 1948 la UICN es una de las instituciones más activas en temas de conservación de la biodiversidad y en la planifi cación y manejo de áreas protegi-das. Dos de sus productos más conocidos son la Lista Roja de Especies Amenaza-das y el Sistema de Categorías de Manejo de Áreas Protegidas, los cuales constitu-yen dos herramientas importantes para enfrentar los retos de la conservación

Los especialistas de la Comisión de Supervivencia de Especies de la UICN proveen la información necesaria para preparar la Lista Roja de las Especies Amenazadas. Monitoreo y marcado de tortugas marinas en Fernando de Noronha, Brasil. Foto: Pedro Rosabal

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de la biodiversidad. Menos conocido es el hecho de que la UICN es la única ONG con status de “observador” ante el Consejo de Naciones Unidas lo que le permite intervenir en sus sesiones y promover importantes discusiones. Por otra parte la UICN no es una ONG clá-sica sino una unión de miembros, una especie de “sindicato” que agrupa a más de 1,000 miembros que incluye estados miembros, organizaciones gubernamen-tales, y ONGs en 160 países. Su trabajo se ve apoyado por la contribución técnica de 6 comisiones de expertos que agru-pan a más de 11,000 especialistas (para más información ver http://www.iucn.org/)

Aunque la UICN participa activa-mente en los procesos internacionales sobre política ambiental, uno de sus principales objetivos es la búsqueda de soluciones prácticas a los complejos pro-blemas y desafíos de conservación y de-sarrollo que enfrenta la sociedad en todo el mundo así como la creación de las ca-pacidades necesarias, tanto a nivel nacio-nal como sub-nacional, para ejecutar di-chas soluciones. Este trabajo se realiza de conjunto con los miembros de la UICN y de sus comisiones técnicas, apoyado por el secretariado descentralizado de la UICN que cuenta con 40 ofi cinas en todo el mundo, y guiado por el Programa de la UICN 2009-2012 que fuera apro-bado por los miembros de la UICN en el marco del 4to Congreso Mundial de la

Conservación de la UICN celebrado del 5 al 14 de Octubre del 2008 en Barce-lona, España. El Programa de la UICN, cuyo tema central es “Diseñando un fu-turo sostenible” (para más información ver http://cmsdata.iucn.org/downloads/iucn_programme_2009_2012_dfc_es.pdf) busca contribuir de manera di-recta a:

1. Alcanzar las metas acordadas

internacionalmente por los

gobiernos para reducir el ritmo

de la pérdida de biodiversidad; y

2. Llevar una perspectiva

ambiental en el logro de

los Objetivos de Desarrollo

del Milenio, el Plan de

implementación de la Cumbre

Mundial sobre el Desarrollo

Sostenible y otros compromisos

internacionales pertinentes.

La UICN reconoce que una conser-vación exitosa de la biodiversidad debe enlazar la salud del medio ambiente con el bienestar humano y asegurar que las metas y objetivos acordados en el nivel internacional se basen en principios am-bientales y de sostenibilidad. Para lograr esto la UICN, como organización ba-sada en el conocimiento, ofrece guías y herramientas técnicas basadas en las me-jores experiencias, crea capacidad para usar esas herramientas y ayuda a otros a desarrollar políticas, leyes, instrumentos e instituciones más efectivos.

Partiendo de este enfoque, y tenien-do en cuenta la amenaza siempre cre-ciente que se cierne sobre la salud del medio ambiente y la falta de progreso hacia la sostenibilidad, el Programa de la UICN reconoce que continúa la ne-cesidad de apoyar la conservación de la biodiversidad en todos los niveles, con los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado. El Programa fortalece el cora-

zón del trabajo de la Unión en cuanto a conservación de la biodiversidad como la base para desarrollar intervenciones más efectivas y estratégicas ligadas a la agen-da mundial de la sostenibilidad en las áreas del cambio climático, la energía, la pobreza y la seguridad, y la economía y los mercados. El Área central del Pro-grama (Conservar la biodiversidad) con-tinúa siendo el centro de los esfuerzos de la Unión, pero también hay que abordar las conexiones entre la pérdida de biodi-versidad y las causas clave que subyacen en ella. En este sentido es bueno consi-derar algunos ejemplos de los resultados que se esperan alcanzar:

Las políticas relativas a la biodiversi-dad y los sistemas de gobernanza hacen posible las acciones necesarias para la conservación de la biodiversidad. A nivel global la UICN participa activamente en promover la adopción de políticas nacionales sobre conservación de la bio-diversidad que respondan a los desafíos actuales. Por ejemplo el Centro de Dere-cho Ambiental de la UICN de conjunto con la Comisión de Derecho Ambiental, la Comisión Mundial de Áreas Protegi-das y el Programa Global de Áreas Prote-gidas han desarrollado unos lineamien-tos técnicos encaminados a guiar a los gobiernos nacionales y sub-nacionales para revisar y actualizar la legislación y regulaciones sobre áreas protegidas con-siderando los principios básicos sobre efectividad de gestión y gobernabilidad en áreas protegidas. La aplicación de estos lineamientos técnicos será promo-vida mediante cursos de entrenamiento y programas de desarrollo de capacidad institucional.

Los estándares, herramientas y cono-cimientos de la UICN relativos al manejo sostenible de los recursos naturales están disponibles y se emprenden acciones para conservar la biodiversidad. La aplicación efectiva de dos de las principales herra-mientas de la UICN: la Lista Roja de

Logotipo de la Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza

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La búsqueda de soluciones a problemas concretos es una de las tareas que realiza la UICN con sus miembros. UICN, la Administración de Áreas Protegidas de Perú y la Compañía Minera Antamina trabajaron de conjunto en el diseño de acciones de mitigación de impactos en el Parque Na-cional Huazcarán, Perú. Foto: Pedro Rosabal.

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Especies Amenazadas y el Sistema de Ca-tegorías de Manejo de Áreas Protegidas, ha sido activamente ampliamente promovido mediante entrenamiento y capacitación. Por ejemplo Ecuador con el apoyo de UICN ha desarrollado una Lista Roja Nacional de sus especies de plantas que ha ayudado a defi nir vacíos importantes en la cobertura de su sis-tema nacional de áreas protegidas. Por otra parte EUROPARC-España ha desarrollado una metodología para la aplicación del Siste-ma de Categorías de Manejo de Áreas Prote-gidas de la UICN en el contexto de España, metodología que ha también servido de refe-rencia a otros países de América Latina.

Integrar las consideraciones y oportuni-dades de la biodiversidad en las políticas y prácticas relativas al cambio climático. La Comisión Mundial de Áreas Protegidas, tra-bajando de conjunto con otros miembros y asociados de la UICN (WWF, TNC, UNEP-WCMC, UNDP, WCS, CI, FFI, BirdLife In-ternational y la Wild Foundation) desarrolló el documento marco “Soluciones Naturales – las áreas protegidas ayudando a las per-sonas a adaptarse al cambio climático” que

ofrece lineamientos prácticos para la incor-poración de las áreas protegidas en el diseño y ejecución de estrategias para la adaptación y mitigación del cambio climático (para ma-yor información ver http://cmsdata.iucn.org/downloads/natural_solutions.pdf). Esta información ha sido ya empleada en países tales como Turquía y Colombia para estable-cer vínculos más estrechos entre las acciones vinculadas a las áreas protegidas y las políti-cas y estrategias de cambio climático.

Mejorar los medios de subsistencia, redu-cir la pobreza y la vulnerabilidad y mejorar la seguridad ambiental y humana mediante el manejo sostenible de los ecosistemas. Tra-bajar con la población local y pueblos indí-genas en diferentes partes del mundo para la búsqueda de opciones que permitan la conservación de los recursos naturales y au-mentar el bienestar de estas poblaciones es sin dudas una de las fortalezas de la UICN. Por ejemplo en Samoa la UICN ayudó a las poblaciones locales a establecer áreas mari-na protegidas de gestión comunitaria para la recuperación de los ecosistemas de arrecifes costeros que habían sido afectados por pesca

El intercambio entre expertos de todo el mundo facilita la identifi cación de experiencias y mejores prácticas en la gestión de recursos naturales, tal como se realizó en el Parque Natural Sierra Nevada, Granada, entre expertos internacionales y españoles durante la Cumbre de UICN sobre Cambio Climático y Áreas Protegidas .Foto – Pedro Rosabal.

En Samoa la UICN ayudó a las poblaciones locales a establecer áreas marinas protegidas de gestión comunitaria

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con explosivos lo que contribuyó en cinco años a un amento de las pesquerías. En la zona de Tambopata-Inambari, Perú, una de las zonas de mayor biodiversidad a nivel mundial, la UICN trabajó con las poblaciones locales para aumentar los benefi cios derivados de la producción de café de alta calidad lo que contribuyó a la disminución de pobreza y la reduc-ción de impactos a los bosques naturales existentes. En Tailandia y Sri Lanka tras el Tsunami que afecto la región de Asia en el 2004, la UICN trabajó con las po-blaciones locales, a través de un proyecto auspiciado por el gobierno de España a través de OAPN, en la recuperación de

los ecosistemas costeros esenciales para la producción de alimento para las po-blaciones locales.

Estos son solo algunos ejemplos del trabajo que desarrolla la UICN en apo-yo a la conservación de la biodiversidad. Aunque son muchos los logros alcanza-dos son aún mayores los desafíos a los que se enfrenta la humanidad y que re-claman mayores esfuerzos, mayor com-prensión y reconocimiento de la impor-tancia vital de la biodiversidad para la sociedad, y una mayor cooperación entre todos los actores y usuarios vinculados a la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad.

(Foto 4) La UICN, a través de un proyecto fi nanciado por OAPN, España, desarrolló trabajos de recuperación de zonas costeras tras el Tsunami del 2004 que afecto varios países de Asia. Como resultado de estas ac-ciones las pesquerías se han ido recuperando en zonas costeras de Tailandia. Foto: Ofi cina Regional de UICN para Asia.(Foto 5) El trabajo con los líderes de pobla-ciones locales en Samoa permitió el estable-cimiento de áreas protegidas marinas de ges-tión comunal para la recuperación y gestión sostenible de las pesquerías en zonas costeras. Foto: Pedro Rosabal.

(Foto 6) La UICN cuenta con un importante trabajo sobre género que potencia la participación de la mujer en importantes proyectos ambientales tales como el que se desarrolla en Baja California, México, de apoyo comunitario al desarrollo turístico. Foto: Pedro Rosabal.(Foto 7) La UICN es el órgano asesor de la Convención de Patrimonio de la Huma-nidad para los sitios naturales de Patri-monio de la Humanidad. Durante la eva-luación de los sitios propuestos para su incorporación a esta prestigiosa lista es esen-cial conocer las preocupaciones de los acto-res locales, tales como las asociaciones de pescadores en el Mar de Wadden, Alemania. Foto: Jens Enemark.(Foto 8) Se continua promoviendo activa-mente por la UICN, sus miembros y aso-ciados, el establecimiento de nuevas áreas protegidas marinas dado el importante pa-pel que desempeñan en la protección de la biodiversidad marina y el mantenimien-to de las pesquerías. En la foto la Reser-va Natural de Atoll das Rocas en Brasil.Foto: Pedro Rosabal.(Foto 9) En la zona de Tambopata-Inambari, Perú, una de las zonas de mayor biodiver-sidad a nivel mundial, la UICN trabajó con las poblaciones locales para aumentar los benefi cios derivados de la producción de café de alta calidad lo que contribuyó a la disminución de pobreza y la reducción de impactos a los bosques naturales existentes.Foto: Gabriel Quijandría.

Aunque son muchos los logros alcanzados, son aún mayores los desafíos a los que se enfrenta la humanidad.

Foto 8

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El intercambio entre expertos de todo el mundo facilita la identifi cación de experiencias y mejores prácticas en la gestión de recursos naturales, tal como se realizó en el Parque Natural Sierra Nevada, Granada, entre expertos internacionales y españoles durante la Cumbre de UICN sobre Cambio Cli-mático y Áreas Protegidas (Foto – Pedro Rosabal).

LaBiodiversidad

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El Mediterráneo es una región donde conviven más de 20 países con distintas culturas, diferentes grados de desarro-llo, formas de organización y realidades políticas. En un entorno tan complejo, uno de los principales retos de la UICN - Unión Internacional para la Conserva-ción de la Naturaleza - es generar consen-sos; lograr acuerdos que permitan alcan-zar un benefi cio común a través de una gestión compartida de la biodiversidad y los recursos naturales.

La UICN, creada en 1948, cuenta con más de 170 organizaciones miem-bro en el Mediterráneo, entre ellos la mayoría de los estados y las más impor-tantes ONG de la región. La misión del Centro de Cooperación del Mediterrá-neo (UICN-Med), creado a petición de sus miembros, es infl uir, animar y ayu-dar a las sociedades del Mediterráneo a conseguir tanto la conservación como el uso racional de los recursos naturales, así como el desarrollo sostenible. La fi rma del Memorándum de Entendimiento entre la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, el Ministerio

de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino del Estado Español y la UICN, hicieron posible la creación y ubicación de UICN-Med en el Parque Tecnológico de Andalucía de Málaga, tras un proceso participativo, durante el que el Ayunta-miento de Málaga en pleno aprobó dicha creación y ubicación, haciéndose poste-riormente miembro de UICN de pleno derecho, garantizando su funcionamien-to en colaboración con los demás miem-bros de la organización y otras entidades mediterráneas desde la inauguración de la ofi cina, en diciembre del 2000. El día 24 de mayo de 2010 se renovó este acuerdo de cooperación, al que se unió la Agencia Española de Cooperación In-ternacional para el Desarrollo (AECID), para continuar las actividades de la ofi -cina mediterránea en Málaga durante otros cinco años.

UICN-Med ha ido fortaleciendo y redefi niendo su programa regional para la protección de la biodiversidad medi-terránea a través de la comunicación y el trabajo en red con los socios. Poner a disposición de los gobiernos datos creí-

bles y fi ables para que tomen decisiones políticas bien informadas es uno de los principales cometidos del Centro de Co-operación del Mediterráneo. Para ello, la disposición de los gobiernos es funda-mental, especialmente para la necesaria cooperación entre países fronterizos y en-tre norte y sur. Países como Argelia, Es-paña, Egipto, Francia, Libia, Marruecos o Túnez, entre otros, se implican cada vez más en la conservación de la naturaleza. Egipto ha recibido ayuda de la UICN para mejorar su red de espacios protegi-dos, y para la designación de su primera área costera protegida; Salum, en la fron-tera con Libia, lo que exige un esfuerzo de colaboración entre ambos países. Ar-gelia, España y Marruecos han iniciado un trabajo conjunto con la UICN para la protección del Mar de Alborán, avanzan-do más en la cooperación transnacional mediterránea. Otro hito en este sentido ha sido la declaración por la UNESCO de la primera Reserva de la Biosfera de ámbito intercontinental, entre Andalu-cía y el norte de Marruecos, en octubre de 2006, auspiciada por la UICN.

François Simard. Advisor on Fisheries and Maritime Affairs, IUCN, Gland (Suiza) y UICN-Med, Málaga. Andrés Alcántara. Responsable del Relaciones Institucionales de España (UICN-Med)

El Centro de Cooperación del Mediterráneo de UICN: una apuesta por la sostenibilidad

y la biodiversidad del Mediterráneo

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La región mediterránea se encuentra en una zona templada del planeta. El im-pacto de la última glaciación no fue tan devastador aquí como en otras áreas, por lo que las tierras mediterráneas son hoy el segundo lugar de la Tierra más rico en especies endémicas, con unas 13.000 plantas documentadas, la mayoría loca-lizadas en las montañas, y la considera-ción como lugar “caliente” para la biodi-versidad a nivel terrestre y marino. Las distintas franjas de altitud y los microcli-mas que se generan en ellas así como la gran diversidad geológica y las condicio-nes de aislamiento que impone una oro-grafía accidentada, han sido claves para el sostenimiento de esta biodiversidad. Esta elevada diversidad paisajística y am-biental también contribuyó a la supervi-vencia de numerosas especies a lo largo de los numerosos cambios climáticos que se han producido de forma natural y prolongados en el tiempo (no confun-dir con el proceso de cambio climático actual, al que nos vemos sometidos por cuestiones antropogénicas y de carácter exponencial).

El paisaje mediterráneo y su biodi-versidad son fruto de la convivencia en-tre el hombre y su entorno a lo largo de milenios. Algunas actividades humanas han contribuido a preservar la biodiver-sidad y alimentar la riqueza biológica de ciertos ecosistemas, como por ejemplo la trashumancia, pero la actividad humana tiene también un impacto importante en la pérdida de especies. En 1950, los países mediterráneos acogían una po-blación de 212 millones de personas. Esta población se ha duplicado: 430 millones de habitantes que ahora utili-zan nuevos territorios para el cultivo y la ganadería, empleando más agua, fertili-zantes y pesticidas; edifi cando ciudades y demandando agua potable y energía, levantando industrias e infraestructuras de comunicación y transformando un mundo predominantemente rural. Una

población que ha migrado del campo a las ciudades y del interior al litoral. El mar Mediterráneo se está convirtiendo en uno de los más contaminados del pla-neta, y la región que lo circunda, uno de los lugares del mundo más amenazados por la desertifi cación. El consumo exce-sivo de agua arrasa humedales, deseca acuíferos y rompe el equilibrio del ciclo del agua, provocando la desaparición de numerosas especies para poder man-tener la demanda de agua de la nueva población humana. Los vertidos conta-minantes, la deforestación, y la urbani-zación degradan hábitats enteros, sobre todo en el litoral. El consumo creciente de energías no limpias contribuye al ca-lentamiento global, cuyas consecuencias empiezan ya a notarse: el desierto se va apoderando de zonas que antes estaban vivas. Y nos corresponde a nosotros, los mediterráneos, preservar este paraíso para las generaciones futuras.

El nombre del Mediterráneo provie-ne del latín y signifi ca «el mar en medio de las tierras». Es el mar interior más grande del planeta, pero su tamaño sólo representa el 0,8% de los océanos. El Mediterráneo es una extensión de agua de 2,5 millones de kilómetros cuadrados y uno de los hábitats más ricos en diversi-dad biológica: alberga el 6% del total de las especies marinas conocidas, un tercio de las cuales son endémicas. En el Me-diterráneo existen menos de 100 áreas marinas protegidas de las cuales sólo una en alta mar. La mayoría se sitúan en aguas próximas a la costa, y su declara-ción y gestión dependen de las autorida-des nacionales. En el este y el sur, donde se concentran ecosistemas únicos, ape-nas hay áreas protegidas. Entre el Golfo de Gabes (Túnez) y el de Sirte (Libia) se extienden 1.500 kilómetros cuadrados de praderas marinas donde se alimen-tan y reproducen multitud de especies, expuestas a la contaminación y a los es-tragos de las redes de arrastre.

La Convención de Barcelona, herra-mienta internacional para la protección de este mar Mediterráneo, incluye una Lista de Zonas Especialmente Protegidas de Importancia Mediterránea (ZEPIM). Un área de gran necesidad de protección es la zona batial (entre 200 y 3.000 me-tros de profundidad). Estos ecosistemas, constituidos por taludes continentales, fallas y cordilleras sumergidas, están en aguas internacionales, y su preservación requiere un esfuerzo de cooperación re-gional. En 2003, los estados ribereños se comprometieron a establecer una red de áreas marinas protegidas para 2012 con la incorporación de zonas de alta mar, pero aún estamos muy lejos del objetivo.

El Centro de Cooperación para el Mediterráneo de la UICN persigue es-tablecer una red representativa de áreas marinas protegidas que contemple las conexiones e interdependencias entre los distintos ecosistemas. El objetivo pri-mordial es conservar la biodiversidad. Para ello, desarrolla, compila y difunde informes científi cos que permiten me-jorar el conocimiento de los hábitats y formas de vida y evaluar cómo les afec-ta la contaminación, la pesca, el cambio climático, el tráfi co marítimo o la intro-ducción de especies exóticas, de tal for-ma que se puedan establecer prioridades para la acción. Generar una red de áreas marinas protegidas requiere trabajar en diversos frentes. La gobernanza maríti-ma, compleja en un mar compartido, es uno de ellos, y la UICN dirige numero-sos esfuerzos a concienciar a los gobier-nos de la necesidad de proteger el medio marino y a trabajar en red con diversas organizaciones, gubernamentales o no, dedicadas la protección del mar. Aseso-ría técnica, cursos de formación o tutela de proyectos son algunas de las activida-des que el Centro de Cooperación del Mediterráneo de la UICN ha desarrolla-do en estos años. En el norte de África,

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una zona importante y vulnerable, se trabaja intensamente. En Marruecos, UICN participa en el programa de recu-peración del parque costero de AlHocei-ma, un proyecto auspiciado por el Orga-nismo Autónomo de Parques Nacionales de España.

La mayor parte del Mediterráneo está en aguas internacionales, ya que muchos países no han establecido zonas econó-micas exclusivas (ZEE). La UICN pro-mueve la cooperación internacional para aumentar el control sobre estas aguas, a través de la declaración de ZEE por parte de los estados y el apoyo a la Convención de Barcelona, la Convención de las Na-ciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR) o las regulaciones de la Organización Marítima Internacional (OMI). El Centro de Cooperación del Mediterráneo de UICN desarrolla tam-bién una labor de diálogo con los gobier-nos, socios y entidades públicas y pri-vadas del Mediterráneo para instar a la mejora de los procesos de control portua-rio y a la ratifi cación del Convenio para

Aguas de Lastre (que permitirá reducir la introducción de especies invasoras), y promueve la declaración de Zonas Marí-timas Especialmente Sensibles (ZMES) y la coordinación entre gestores de áreas marítimas protegidas o entidades de conservación.

Además de la protección de hábitats terrestres y marinos, las Listas Rojas de Especies Amenazadas elaboradas por la UICN identifi can las especies en peligro de extinción y las principales amenazas que pesan sobre ellas, proponiendo me-didas de conservación para garantizar su supervivencia a largo plazo. Estas listas se ponen en disposición de gobiernos, expertos, organizaciones conservacio-nistas y de los implicados directos, en general, de tal forma que no sólo pueden elaborarse propuestas de conservación adaptadas sino que también pueden determinarse los lugares necesitados de una protección especial. El Centro de Cooperación del Mediterráneo ha reali-zado así la Lista Roja de Tiburones y Ra-yas y la de Cetáceos (la última se encuen-

tra actualmente en proceso de supervi-sión por la Autoridad de Listas Rojas de UICN). La Lista Roja de Peces Marinos está a punto de fi nalizarse y supondrá la primera evaluación de peces del Me-diterráneo, incluyendo datos sobre la ecología de cada especie, las tendencias de la población, los hábitats, las necesi-dades específi cas para su supervivencia, las amenazas que recaen sobre ellas, y las medidas de conservación existentes y necesarias. Ya se ha evaluado también el estado de conservación de los Mamífe-ros, Libélulas, Anfi bios, Reptiles y Peces endémicos continentales en el Medite-rráneo, así como varias especies de agua dulce como los cangrejos o los moluscos. La diversidad de los anfi bios en el Medi-terráneo es mucho menor que la de los reptiles, lo que constituye un claro refl ejo de la repercusión del predominio de los hábitats áridos y semiáridos en grandes zonas de la región. Sin embargo, el en-demismo de los anfi bios se cifra en un 64%, lo que representa un porcentaje muy elevado. El 56% de especies de

Chimaera monstrosa, un pez cartilaginoso típico de las aguas marinas profundas

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peces endémicos de agua dulce de la región mediterránea están amenazados, ya que la gestión y demanda del agua no siempre tiene en cuenta las necesidades de la biodiversidad.

El Programa Cuadrienal para el Me-diterráneo 2009-2012 de UICN esta-blece también entre sus prioridades ha-cer frente al cambio climático. El objeti-vo es mejorar la capacidad de resistencia de los distintos ecosistemas, y el primer paso es lograr un conocimiento profundo del grado de vulnerabilidad de los distin-tos hábitats y especies que permita reali-zar los ajustes necesarios para mantener su buena salud. Para ello es necesario desarrollar indicadores de “resiliencia” para los ecosistemas terrestres y marinos, que ayuden a entender los impactos del cambio climático a través de una moni-torización periódica. Este conocimiento ayudará a desarrollar estrategias y herra-mientas de adaptación para reducir la vulnerabilidad de los sistemas naturales. Evaluar y difundir los costes económicos y sociales del cambio climático es fun-damental para crear conciencia social, ya que los procesos de planifi cación de los territorios y la gestión de los recursos naturales deben cambiar con la implica-ción y la participación de todos.

Por otro lado, el programa medite-rráneo de UICN para el norte de África vincula la protección de los ecosistemas con la búsqueda de sistemas de gober-nanza y una legislación adecuados que establezcan sistemas de participación en la gestión, tenencia y comercialización de los recursos naturales que aporten verda-deros medios de subsistencia para la po-blación. La formación y capacitación de las comunidades locales, en especial de los jóvenes y las mujeres, es un aspecto fundamental en todos los proyectos. La diversifi cación de las economías rurales mediante la combinación del ecoturis-mo, el cultivo de plantas medicinales o la recuperación de actividades tradicionales

Calopteryx haemorrhoidalis, una libélula que vive en los arroyos de aguas limpias de la Península ibérica, amenazadas tanto por la contaminación como por la alteración de los caudales (Foto: Fabio Pupin)

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como el pastoreo, la producción de miel, corcho y frutos o la pesca artesanal son algunas de las fórmulas empleadas, con resultados positivos para los ecosistemas y para la población.

Una de las riquezas del Mediterrá-neo es la multiplicidad de ecosistemas: mar, costa, montaña, bosques, desierto, humedales, etc. En cada uno de estos espacios prospera una biodiversidad que desempeña un papel importante para el entorno. UICN continúa reuniendo a equipos internacionales de expertos mediterráneos para colmar lagunas en la información, actualizando y compar-tiendo datos sobre la biodiversidad me-diterránea, porque el conocimiento de la biodiversidad es el primer paso para establecer prioridades de actuación y desarrollar las medidas de protección necesarias. En diciembre de 2010, Año Internacional de la Biodiversidad, se ce-lebrará en Málaga el Foro Mediterráneo de UICN y hablaremos de este punto caliente de biodiversidad mundial. La Biodiversidad es Vida. La Biodiversidad Mediterránea es Nuestra Vida. Conócela: Cuídala.

(Más información en www.uicn.org/mediterraneo/2010)

Pesquería artesanal en el Norte de África. Foto: Pablo Pérez-Nievas, IPADE.

UICN-Med en el Parque Tecnológico de Málaga. Foto: autores.

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El hombre y los ecosistemas marinosEn el escenario de cambio global ge-

neralizado que afecta al planeta Tierra, la presión humana sobre los ecosistemas marinos ha alcanzado un nivel sin pre-cedentes, provocando la continua dis-minución de los recursos biológicos y la desaparición de numerosas especies. Ac-tualmente, más del 80% de los caladeros de pesca están sobreexplotados y el resto en vías de sufrir el mismo destino. Los recursos biológicos, sin embargo, son so-lamente una parte de los benefi cios que el ser humano extrae de los ecosistemas. El progreso del conocimiento científi -co nos ha enseñado que la humanidad necesita ecosistemas marinos “sanos” porque de ello depende la generación de servicios que se traducen en bienes tan-gibles, como el suministro de alimento, pero también en benefi cios intangibles como la regulación del clima planetario o el valor estético de un paisaje marino.

La pérdida de biodiversidad de los ecosistemas marinos es consecuencia co-mún de los diferentes agentes de presión antropogénicos y este impacto va íntima-mente unido a la pérdida de integridad ecológica y de la capacidad de los ecosis-temas para mantener un suministro de servicios al ser humano. La sostenibili-dad ecológica intergeneracional, como elemento básico de los Objetivos del Mi-lenio de Naciones Unidas, se encuentra seriamente amenazada ante la presión ejercida por el hombre sobre el conjunto del planeta.

La región mediterránea tiene una historia antiquísima de interacción entre el hombre y la naturaleza. De hecho, los ecosistemas mediterráneos no pueden entenderse (estructural y funcionalmen-te) sin la consideración del papel que el hombre ha jugado en la confi guración del paisaje cultural mediterráneo, y esta idea puede extenderse a la interacción

entre el hombre y los ecosistemas mari-nos. La velocidad y aceleración continua de las alteraciones que caracterizan el denominado “cambio global” han roto ese equilibrio, con manifestaciones ne-gativas que se propagan desde la escala local hasta sobrepasar el propio ámbito mediterráneo. El impacto generado por la construcción de la presa de Assuán es un buen ejemplo: la disminución del efl uente de agua dulce del Nilo a la cuenca oriental mediterránea, además de afectar negativamente a las pesque-rías locales y regionales, ha provocado un aumento de la salinidad de las aguas profundas mediterráneas que, fi nal-mente, vierten al Atlántico a través del Estrecho de Gibraltar y se expanden por el Atlántico Norte, donde el cambio en densidad (relacionada con la salinidad) puede provocar alteraciones en los pa-trones de circulación y en el clima de los países ribereños.

Jaime Rodríguez. Catedrático de Ecología, Universidad de Málaga.Grupo de Coordinación del “Proyecto Alborán”. Andrés Alcántara, Youssef Baheta, Jorge Baro, Abdellatif Berraho, Juan Antonio Camiñas, Alain Jeudy, Juan A. López, Ignacio de Loyola, Saturnino Moreno, Driss

Nachite, Mohamed Nahij, Javier Pantoja, Chafi ka Revzani, Rafael Robles, Ricardo Sagarminaga, Larbi Sbai, François Simard y Yassine Zahri.

El “Proyecto Alborán”: una iniciativa para la conservación de la

biodiversidad y el desarrollo sostenible del Mar de Alborán

LaBiodiversidad

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Marco físico, relevancia ecológica y vulnerabilidad del Mar de Alborán

Situado en el extremo occidental de la cuenca mediterránea, el Mar de Alborán es un mar entre tierras y un mar entre ma-res, ámbito de encuentro y de mezcla en-tre las aguas y especies de origen atlántico y las procedentes del Mediterráneo inte-rior, lo que explica su extraordinaria rele-vancia ecológica y el carácter único de su biodiversidad regional. Pero la cuenca de Alborán también es ámbito de encuentro y mezcla entre culturas, en algunos casos radicalmente diferentes, y entre socieda-des humanas, también a veces de muy diferente nivel de desarrollo económico.

Por estas mismas razones, la cuenca del Mar de Alborán está sometida a una fuerte y antigua presión antropogéni-ca, a la que no escapan los ecosistemas marinos. Desde la época del desarrollo industrial y la apertura del Canal de Suez han aparecido nuevos agentes de presión (por ejemplo, el transporte de hidrocarburos) y se han intensifi cado enormemente algunos usos que estaban integrados en la dinámica de los siste-mas naturales (por ejemplo, la pesca). Por otra parte, la existencia de puntos críticos como el Estrecho de Gibraltar, con una desproporcionada capacidad de impacto sobre toda la cuenca, y los

peculiares y complejos patrones hidrodi-námicos y de distribución de la biodiver-sidad hacen de este mar un ecosistema altamente vulnerable a los agentes de presión de origen antropogénico. La des-trucción de hábitat litoral derivada de la presión urbanística y de algunos tipos de actividad pesquera; la pérdida de calidad de las aguas costeras derivada los verti-dos de aguas de origen urbano y de los usos recreativos del litoral; los impactos asociados potencialmente al transporte marítimo (vertidos de hidrocarburos y sustancias tóxicas, introducción de es-pecies exóticas invasoras) son los prin-cipales agentes de estrés sobre los eco-sistemas marinos costeros de la cuenca de Alborán. No deben olvidarse, sin em-bargo, las amenazas existentes sobre los ecosistemas de aguas profundas, todavía poco conocidos aunque lo sufi ciente como para saber que encierran una alta diversidad biológica y que representan la clave de muchos de los procesos ecológi-cos que garantizan la integridad estruc-tural y funcional del ecosistema marino; el desarrollo tecnológico de los sistemas de pesca, su utilización como posible cementerio de residuos tóxicos o la ne-cesidad de extender las explotaciones de gas e hidrocarburos, representan amena-zas muy serias para la sostenibilidad de

estos ecosistemas de aguas profundas y de las masas de agua alejadas de la costa. Finalmente, el Mar de alborán, por su confi guración geográfi ca, es una región de paso para multitud de especies “foca-les”, califi cables incluso de emblemáti-cas, como son muchos mamíferos y tor-tugas marinas. Su especial sensibilidad ante la diversidad de agentes de presión y el valor intrínseco que poseen, como seres vivos resultantes de un proceso de evolución de miles de millones de años, los hace objeto de atención especial en el marco de la conservación de la biodiver-sidad del Mar de Alborán.

Un proyecto para la conservación y de-sarrollo sostenible del Mar de Alborán

A través de su Centro de Coopera-ción para el Mediterráneo en Málaga, la Unión Internacional para la Conser-vación de la Naturaleza (UICN) lanzó en el año 2007 el “Proyecto Alborán”, cuyo objetivo a largo plazo es “crear las condiciones y construir las bases necesa-rias para el establecimiento de una futura gestión compartida del Mar de Alborán que permita asegurar la conservación de la biodiversidad y el uso sostenible de sus recursos. El plan de gestión compartida debe involucrar a los países ribereños principales, España y Marruecos, junto con Argelia y procurando también tener en cuanta el papel de Gibraltar.”

En 2007, representantes guber-namentales, universidades, centros de investigación y ONG de España, Ma-rruecos y Argelia se dieron cita en el 1er Encuentro Internacional para la Con-servación y el Desarrollo Sostenible del Mar de Alborán (Málaga, 28-30 de no-viembre) bajo la organización de UICN y el INRH (Instituto Nacional de Inves-tigación Pesquera) de Marruecos y con el apoyo de la Diputación Provincial de Málaga y la Agencia para el Desarrollo del Oriente de Marruecos.

La cuenca y mar de Alborán desde el espacio. Foto: NASA World Wind Globe.

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El Proyecto “Alborán” fue presenta-do ofi cialmente en el Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN celebrado en Barcelona en octubre de 2008. El Grupo de Coordinación del Proyecto, reunido de nuevo en Málaga en diciem-bre de 2008, programó el II Encuentro Internacional de Alborán, celebrado en Oujda (Marruecos) durante el mes de abril de 2009. Los objetivos del Encuen-tro de Oujda fueron los siguientes:

1. Reforzar el proceso de

intercambio de información

entre todos los actores y partes

involucrados en la zona de

Alborán.

2. Profundizar en los problemas

identifi cados y las soluciones a

nivel regional.

3. Identifi car y debatir las

prioridades para una mejor

gestión y gobernanza de la zona

de Alborán.

4. Iniciar un Plan de Acción para

la región de Alborán y discutir

los medios de aplicación

deseables.

Durante el Encuentro se organizaron y desarrollaron diferentes Talleres de tra-bajo relacionados con la gestión integra-da de la zona costera, las áreas marinas protegidas y la biodiversidad, y las inte-racciones entre actividades humanas, mamíferos marinos, aves y tortugas. La puesta en común sirvió para debatir las prioridades del proceso de gestión y go-bernanza del Mar de Alborán y todo ello se tradujo posteriormente en la deno-minada “Declaración de Oujda sobre la conservación y el Desarrollo sostenible del Mar de Alborán”. Esta Declaración debe ser el pilar sobre el que se elabore un Plan de Acción para el futuro inmediato.

El Proyecto “Alborán” cuenta con el apoyo de la Junta de Andalucía (Conseje-

ría de Medio Ambiente), Diputación Pro-vincial de Málaga y la Agencia de Desa-rrollo del Oriente de Marruecos, así como de la colaboración del Instituto Nacional de Investigación Pesquera (INRH) de Marruecos y del Instituto Español de Oceanografía (IEO), aspirando a iden-tifi carse como proyecto dentro del pro-grama “España-Fronteras Exteriores” (antiguo Interreg) de los programas de cooperación de la Unión Europea.

En un año (2010) declarado por Na-ciones Unidas como “Año Internacional de la Biodiversidad”, cobra especial senti-do abordar iniciativas dirigidas a conser-var este patrimonio de la biosfera que es la diversidad biológica. Alborán debe ser uno de los ámbitos claves de encuentro para la consecución de estos objetivos.

Grupo de participantes en la reunión de Oujda (Marruecos) de la que derivó la denominada “Declaración de Oujda”.

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Oujda, Marruecos,18 de abril de 2009

Los participantes en el II Encuentro Internacional sobre conservación y desa-rrollo sostenible en la región de Alborán, celebrado en Oujda del 16 al 18 de abril de 2009, procedentes de Argelia, Espa-ña, Marruecos y de organizaciones inter-nacionales, organizado conjuntamente por la UICN y el INRH, con el apoyo de la Agencia de Desarrollo del Oriental y de la Diputación de Málaga:

Recordando el I Encuentro Alborán, celebrado en Málaga, en noviembre de 2007;

Subrayando la especifi cidad de la re-gión de Alborán, como ámbito espacial terrestre y marino, que requiere una con-sideración integral;

Recordando el papel motor del mar de Alborán para el conjunto del Medite-rráneo y su infl uencia en la zona Atlántica;

Teniendo en cuenta la diversidad y riqueza biológica de la región de Albo-rán, así como su vulnerabilidad;

Conscientes de la riqueza y diversi-dad del patrimonio cultural de la región, de la diversidad y las diferencias sociales, económicas y políticas en la región de Alborán;

Conscientes igualmente de la impor-tancia social y económica de las activida-des que tienen lugar en la región del Mar de Alborán y de su zona costera para su desarrollo;

Considerando la importancia de la comunicación, del intercambio de in-formación y conocimiento y de la visua-lización de las acciones como un aspecto esencial del desarrollo sostenible para la región;

Considerando los aspectos de go-bernanza relativos a la conservación y el desarrollo sostenible de la región de Alborán a nivel regional e inter-nacional y deseando incrementar la colaboración y coordinación con las organizaciones nacionales e interna-cionales activas en el Mediterráneo;

Convencidos de que la necesidad de asegurar el desarrollo sostenible de la región de Alborán, sobre la base de un enfoque ecosistémico y consideran-do los servicios ambientales que pro-vee, representa una oportunidad para la concepción de proyectos adecuados e innovadores que tengan en cuenta la protección del medio ambiente y de la biodiversidad;

Convencidos de la importancia de la educación y de la sensibilización sobre la conservación y el desarrollo económi-camente viable, socialmente equitativo y medioambientalmente aceptable de la región de Alborán, a través de proyectos pedagógicos y educativos de importan-cia regional;

Los participantes en el Segundo En-cuentro sobre Conservación y Desarrollo Sostenible en Alborán,

Logos de los organismos

participantes.

Declaración de Oujda sobre conservación y desarrollo sostenible de la región del mar de Alborán y de su Zona Costera

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RECOMIENDAN:

• Mejorar la integración y la visibilidad de Alborán en los procesos de gobernanza del Mediterráneo, en particular, en los relativos al Convenio para la Protección del Medio Marino y de la Región Costera del Mediterráneo (Convenio de Barcelona).

• Poner en práctica un sistema de intercambio de información, regular y fi able, que incluya el conjunto de indicadores pertinentes sobre la utilización del medio marino y costero.

• Desarrollar y armonizar metodologías apropiadas para la gestión integrada de las zonas costeras, sobre la base de un enfoque ecosistémico, teniendo en cuenta las características de Alborán y las experiencias previamente desarrolladas en este campo en las regiones ribereñas.

• Consolidar la red de áreas protegidas existentes en el dominio marino y costero; identifi car y crear nuevas áreas protegidas; y restaurar los hábitats, con objeto de proteger la integridad de la región de Alborán y de asegurar la sostenibilidad de las actividades humanas que se desarrollan en ella.

• Favorecer y reforzar la cooperación, a todos los niveles, para la conservación y el desarrollo sostenible de la región de Alborán.

• Crear un polo de investigación y conocimiento sobre biodiversidad marina incluyendo proyectos de nueva generación basados en la investigación, conservación, gestión ecosistémica, información, educación/sensibilización y sobre la base de la integración de las experiencias de los diferentes países.

• Crear grupos de trabajo multidisciplinares sobre los aspectos prioritarios relativos a la conservación y el desarrollo sostenible de la región y preparar un plan de acción para Alborán.

• Crear la “Red Alborán de Desarrollo Sostenible” para apoyar un sistema de vigilancia permanente bajo la forma de un OBSERVATORIO DE LA CONSERVACIÓN Y DESARROLLO SOSTENIBLE de la región de Alborán.

En base a todo lo anterior, los participantes del Segundo Encuentro Alborán

INVITAN:

A las organizaciones nacionales e internacionales competentes en la materia, a considerar iniciativas específi cas que promuevan las ante-riores actuaciones estratégicas para la conservación de los valores ecoló-gicos y el aprovechamiento econó-mico sostenible de los recursos de la región del Mar de Alborán y de su zona costera.

Portada de la monografía resultante del Proyecto Alborán, un documento de 112 páginas que recoge el estado actual de este mar, las principales amenazas y presiones antropogénicas y sienta las bases de un Plan de Acción para su conservación.

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Fernando Molina Vázquez Jefe de Servicio de Coordinación RENPA, Gestor de la RBIM, Consejería de Medio Ambiente, Junta de Andalucía

Reserva de la Biosfera Intercontinental del

Mediterráneo Andalucía (España)- Marruecos (RBIM)

Introducción El Mar Mediterráneo, el Mare Nos-

trum de los romanos, en su extremo occidental se abre al Océano Atlántico por una entrada estrecha y peculiar, cuyo reconocimiento desde la antigüe-dad con el nombre de las Columnas de Hércules, la convierte en uno de los hi-tos geográfi cos más determinantes en la mitología y la historia, dado que ha ido cambiando su nombre de forma paralela a los acontecimientos históricos en los cuales este territorio se ha visto inmerso. Desde el siglo VIII y, en memoria de los dos generales bereberes Tarik y Muza, que ampliaron el territorio musulmán por tierras europeas, estas dos columnas de Hércules pasaron a denominarse Jbel Tarik (Gibraltar) y Jbel Moussa (el monte de Moisés), para, fi nalmente, conocerse como el Estrecho de Gibraltar.

Este límite occidental del medite-rráneo, circundado por la cordillera ter-ciaria bético-rifeña, está fragmentado en dos por el estrecho de Gibraltar que une y separa un sistema socioecológico único, habitado y vivo. Durante cientos de años, distintas y sucesivas civilizacio-nes han utilizado los recursos naturales

brindados por estos ecosistemas, para generar los bienes y servicios que han facilitado la vida humana y construido los sistemas culturales de sus pobladores actuales.

A fi nales del siglo pasado, y con ob-jeto de proteger los ecosistemas que se asientan en estos territorios, y buscar fórmulas de desarrollo sostenible co-munes para ambas orillas, se empezó a trabajar en la declaración de esta am-plia área como Reserva de la Biosfera, dentro del programa Hombre y Biosfera (MaB) de la UNESCO. Este Programa persigue la búsqueda de modelos para el mejor aprovechamientos de los recur-sos naturales, mediante la investigación, la gestión efi caz de los ecosistemas, y la conservación de la biodiversidad para garantizar su aprovechamiento a las ge-neraciones futuras.

Formulación y objetivos de la RBIMLa creación de la Reserva de Biosfe-

ra ha sido posible en gran parte por el proyecto aprobado dentro de la iniciativa comunitaria INTERREG III A. Se pre-sentaba como un proyecto de creación de una reserva transfronteriza que con-

tribuyera a la conservación de los recur-sos naturales, ayudando, por una parte, al desarrollo de la RSIBE (Red de Sitios de Interés Biológico Ecológico) en el nor-te de Marruecos y a la consolidación de la RENPA (Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía) y, por otro, a la promoción del uso sostenible de estos, en benefi cio de las poblaciones locales. Pero, en realidad, de forma práctica y

Mapa de la RBIM

La Biodiversidad

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ésa es una de sus grandes fortalezas, esta Reserva de la Biosfera nace del acuerdo común y la colaboración de las admi-nistraciones andaluzas y españolas, y las marroquíes, que se mantiene desde 1999.

En función de estos principios se le señalaron los siguientes objetivos gene-rales para esta reserva:

1. Proporcionar un instrumento de

gestión que permita impulsar

el desarrollo y la consolidación

de la red de espacios naturales

protegidos de Andalucía y el

Norte de Marruecos.

2. Promover un modelo de

desarrollo sostenible

favoreciendo la puesta en

valor y la conservación de los

recursos naturales y culturales

específi cos y compartidos

en el ámbito que se le defi na

a la Reserva de Biosfera

Transfronteriza, así como el

desarrollo social y económico de

las poblaciones rurales.

3. Promover la colaboración

institucional entre las

administraciones española,

andaluza y marroquí en la

consecución de intereses

comunes.

Características y valores patrimonia-les de la RBIM

Esta reserva, fue aprobada por la UNESCO en octubre de 2006 y sigue siendo la única de la Red Mundial de Re-servas de Biosfera que acoge una franja marina y une dos continentes de condi-ciones socioeconómicas tan distintas.

La Reserva de Biosfera Interconti-nental del Mediterráneo (RBIM), se si-túa entre España y Marruecos, ocupando una superfi cie total de 907.185 Ha, de las cuales 423.535 corresponden a la

parte española, 470.600 Ha a Marrue-cos y, las restantes 13.050 Has., perte-necen al corredor marino donde se funde las aguas de dos mares de características tan dispares.

El ámbito forma un arco abierto ha-cia el mediterráneo, en forma de media luna, que se ve interrumpido por el Es-trecho de Gibraltar, aunque el sistema montañoso continua por debajo de las aguas atlánticas y mediterráneas, y que lo divide en dos secciones que guardan una cierta simetría, tanto en unidades geológicas como en pisos bioclimáticos.

En Andalucía, este amplio territorio se extiende entre las provincias andalu-zas de Cádiz y Málaga, y ya en Marrue-cos, en las rifeñas de Tánger, Tetuán,

Larache y Chefchaouen. Dentro de la Reserva podemos encontrarnos una gran variedad de paisajes y parajes naturales, que le han hecho merecedores de su de-claración como espacios protegidos. A grandes rasgos, estos parajes mantienen unos paisajes en cuyas morfologías pue-den reconocerse los signos de las formas de vida tradicional asociadas a los me-dios de montaña y que secularmente se han caracterizado por presentar un cierto aislamiento, una baja densidad demo-gráfi ca, unas producciones variadas y orientadas a la subsistencia, aunque con coyunturales momentos de expansión socioeconómica, en función de la explo-tación de recursos concretos.

En el ámbito geográfi co en donde se asienta la reserva podemos diferenciar varias unidades ecológicas importan-tes, como las áreas calizas de los Siste-mas Béticos, bien representadas en las Sierras de las Nieves y Grazalema, de bosque mediterráneo con abundantes encinares, quejigares, en donde pode-mos encontrar a la cabra montés (Capra pyrenaica), rapaces como el águila real (Aquila crysaetos) y gran diversidad de

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especies faunísticas asociadas al monte mediterráneo. Las unidades de areniscas, donde se sitúan las extensos bosques de alcornocales que discurren desde las sie-rras calizas hasta el litoral, continuando por el continente africano hasta las fal-das de los montes de Chaefchaouen. En estas zonas tienen su nicho ecológico los corzos (Capreolus capreolus) o los cier-vos (Cervus elaphus) que conviven en un escenario en donde aún se conservan elementos autóctonos como los bosques de laureles con rododendros

El litoral es abrupto en casi toda su extensión, separado del vecino alauita tan solo dieciséis kilómetros. Alberga ecosistemas de gran valor ecológico como sierras litorales, ecosistemas duna-res, lagunas litorales y playas arenosas, que se alternan con playas más pedrego-sas y de arenas oscuras, propias de esta

zona mediterránea.Sus altitudes oscilan entre los 2170

m del Lachhab en Marruecos, los 1654 m del pico del Pinar y los 500 a 600 me-tros de profundidad en las aguas del Es-trecho de Gibraltar. Este gradiente alti-tudinal, el hecho de estar a caballo entre el Mar Mediterráneo y el Océano Atlán-tico, y la separación en dos continentes, ha hecho que se formen unas unidades ecológicas de gran importancia y sin-gularidad, albergando un numeroso de especies de fauna y fl ora, así como unos paisajes de gran variedad crematística.

Los valores patrimoniales de esta re-serva son muy signifi cativos y en muchos casos están regulados por la legislación de conservación del patrimonio tanto en Andalucía como en Marruecos. El patri-monio en las reservas de la biosfera se expresan tanto en bienes naturales como

culturales y, concretamente en este caso, existen muchos ejemplos de bienes de carácter mixto, entre los cuales destacan su variopinto mosaico paisajístico.

Desde el punto de vista del patrimo-nio natural sus bienes más singulares se concentran en las zonas núcleo de la re-serva, coincidiendo con las áreas de ma-yor índice de protección de los espacios naturales en ambas orilla, destacando especialmente las áreas de pinsapares, tanto en Andalucía con el (Abies pinsa-po) de Sierra de las Nieves, Sierra Berme-ja, o Grazalema, como en marruecos con el abeto marroquí (Abies marocanna) se encuentran en las altas cumbres de Taza

En territorio andaluz, hay declarados cuatro parques naturales, con una larga experiencia en gestión de los servicios ecosistémicos, (Sierra de las Nieves, Sierra de Grazalema, Alcornocales y El

Larache

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Estrecho), los dos primeros ostentando también la consideración como Reserva de la Biosfera; la Sierra de Grazalema, ha sido el primer territorio español, en ad-herirse a la Red Mundial de Reservas de la Biosfera.

También hay cuatro Parajes Natura-les (Los Lances, Sierra Bermeja, Desfi la-dero de los Gaitanes y Sierra Crestellina), de menor superfi cie pero de unos valores naturales considerables, como es la colo-nia de buitre leonados (Gyps fulvus) de la Sierra de Huma, en el Desfi ladero de los Gaitanes, o la única representación de bosques de pinsapos (Abies pinsapo) del mundo en terrenos peridotíticos.

Tres Monumentos Naturales enri-quecen el elenco de espacios protegidos de la zona, (Duna de Bolonia, Pinsapo de las Escaleretas y Cañón de las Buitreras), áreas de reducida superfi cie también y unas características propias dignas de ser consideradas para su preservación. También existe en el conjunto de esta Reserva, un Parque Periurbano, en el municipio de Ronda.

En el territorio marroquí, fi el refl ejo del ámbito andaluz, nos encontramos es-pacios de gran valor natural que también están protegidos con las fi guras de Par-que Nacional (Talassentane) que acoge las mejores representaciones de pinsapa-res marroquíes, entremezclados con las poblaciones de cedros, y siete Sitios de Interés Biológico Especial (Jbel Mous-

sa, Cirque de Jebha, Jbel Bouhachem, Ben Karrich, Jbel Habib, Souk Elhad, Brikchakq)

La tipología de los bienes culturales es muy diversa, abundante y comparti-do por ambas orillas. En el conjunto de yacimientos arqueológicos destacan los prehistóricos asociados a cuevas, sobre todo los que cuentan con pinturas rupes-tres; también abundan restos romanos destacando en Andalucía el yacimiento de Baelo Claudia que presenta un gra-do de monumentalidad signifi cativo en un entorno natural privilegiado. Los elementos ligados a la defensa como las torres de vigilancia de playa y otros baluartes dispersos por el ámbito; las ermitas, iglesias, conventos, palacios y casas señoriales, edifi cios públicos, etc., componen un signifi cativo muestrario monumental en el lado norte de la reser-va que tiene su correspondencia en las mezquitas, moravitos y asentamientos rurales marroquíes.

La cooperación al desarrollo en la RBIM

Establecer un canal para la coopera-ción ha sido uno de los fi nes fundamen-tales para la Reserva de Biosfera Inter-continental del Mediterráneo Andalucía (España)-Marruecos, como se deduce de su objetivo general, ya citado, de promo-ver un modelo de desarrollo sostenible centrado en favorecer la conservación del

gran ecosistema compartido y la visuali-zación de los recursos culturales específi -cos, así como el desarrollo social y econó-mico de las poblaciones implicadas.

Este objetivo ha ido determinando tanto el proceso desarrollado, en el cual ha sido fundamental el mantener una vía de concertación institucional ágil y permanente entre ambas orillas, como los contenidos y forma de los instrumen-tos diseñados, especialmente el Plan de Acción y el Organigrama de Coordina-ción Transfronteriza; en los cuales se defi nen y concretan las estrategias y de-terminaciones de la reserva.

El primer Plan de Acción de la RBIM (2006-2009) ha sido implementado en el plazo previsto, llevándose a cabo su re-visión en un taller de trabajo celebrado en Rabat el pasado mes de abril, y que culminó con la defi nición del segundo Plan de Acción 2010-2015. Los obje-tivos de este segundo plan de acción se centran en avanzar en los tres ejes estra-tégicos de esta reserva, redefi nidos en el

En el territorio marroquí, fi el refl ejo del ámbito andaluz, nos encontramos espacios de gran valor natural que también están protegidos con las fi guras de Parque Nacional

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• En conjunto la declaración de esta Reserva de Biosfera Transfronteriza se ha entendido como un instrumento para impulsar la cooperación entre Andalucía y Marruecos desde una perspectiva integral.

• El proceso ha sido complejo, por la cantidad de circunstancias que había que considerar y su óptimo desarrollo, y, a la par, complicado, por la diversidad administrativa y de gestión que confl uye en este espacio.

• La declaración de esta Reserva de Biosfera se ha fundamentado en la importancia de los valores naturales y culturales compartidos por ambas orillas, como quedaba patente en las acciones de conservación ya impulsadas independientemente desde Andalucía y Marruecos.

• El buen entendimiento a todos los niveles ha sido una de las claves principales para la optimización de los esfuerzos realizados consumados en la Declaración de la RBIM, incluyendo su Plan de Acción y el Organigrama de Gestión Transfronterizo.

• La declaración de la RBIM abre un escenario de cooperación que iguala la dimensión social y la medioambiental, priorizando la participación activa de las poblaciones locales como depositarias de los saberes tradicionales y como receptora de nuevos conocimientos en innovaciones técnicas, aspectos prioritarios para reorientar sus prácticas económicas hacia un modelo de desarrollo racional que les asegure un futuro digno y solidario.

citado taller como: consolidación de la RBIM, desarrollo territorial sostenible y comunicación, sensibilización y partici-pación social. En relación con el primer eje se ha diseñado un modelo operativo denominado como Comité de Coordina-ción, este modelo se encuentra en pro-ceso de constitución y, como puede ob-servarse en el organigrama adjunto, en él están representados los distintos res-ponsables de ambos países, con objeto de diseñar y modelar acciones comunes en el territorio protegido. En síntesis se puede decir que:

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Observando la fauna y fl ora del rompeolas. Foto J.J. Jaime

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Hasta hace muy poco tiempo, hemos considerado el litoral como una simple la-mina de agua que bordea nuestras pobla-ciones costeras, donde se puede pescar de cualquier manera, ya que su despensa pa-recía inagotable, y también verter todo tipo de residuos que seguramente acabarían di-solviéndose en el ancho mar.

Históricamente el litoral malagueño ha sido lugar de encuentro de culturas y pue-blos: fenicios, cartagineses, sirios, romanos, musulmanes…así lo testimonian fortalezas y torres árabes costeras, pecios romanos y restos arqueológicos rescatados de las pro-fundidades malagueñas. Desde el asenta-miento de los primeros pobladores en la costa, la provincia de Málaga ha mantenido

una rica y variada relación con el mar, hasta el punto de haber determinado su cultura y fi sonomía actual.

El medio litoral es una parte fundamen-tal del espacio malagueño, muy frágil, que hay que proteger como lugar estratégico de intercambio socio-cultural, de alto atractivo turístico y con una elevada capacidad para proporcionar alimento, minerales y ener-gías renovables. Sin embargo, la inciden-cia humana en la biodiversidad marina no ha sido positiva precisamente. La concen-tración de población en las zonas litorales aumenta con una progresión geométrica, sin mas límite que la propia demanda ciu-dadana y empresarial. Consecuentemente aumentan las construcciones litorales y las

Juan Jesús Martín Jaime.Aula del Mar de Málaga

Aproximación a la biodiversidad marina: una apuesta por la educación ambiental

La Biodiversidad

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actividades humanas no siempre respe-tuosas, por citar algunas: depósitos no apropiados en los desagües domésticos (plásticos, gomas, aceites… ), vertidos de aceite de automóvil directamente en las alcantarillas, no utilización de papeleras, recolección indiscriminada de cangre-jos, erizos y lapas “por echar el rato”, así como la pesca, consumo y comercializa-ción de peces inmaduros, con los consi-guientes efectos negativos para la costa, y en defi nitiva para la biodiversidad mari-na que albergan los fondos litorales.

Estamos en la civilización de “usar y tirar” y cada vez son más frecuentes residuos plásticos fl otantes en el medio marino. Debido a su gran resistencia al deterioro y su similar apariencia a in-vertebrados marinos como las medusas, estos plásticos son fácilmente confun-didos por las tortugas marinas con sus habituales presas fl otantes. La ingestión

de plásticos puede llegar a bloquear el aparato digestivo de las tortugas marinas y provocar su asfi xia. Algunas especies marinas se encuentran especialmente amenazadas debido a la alteración de su hábitat o la sobre-explotación pesquera. El descenso de la población de determi-nadas especies marinas y la aparición de plagas de otras especies, supone un claro exponente de la incidencia humana so-bre el equilibrio de la red alimenticia en el medio litoral.

El medio subacuático se caracteriza por su difícil accesibilidad, el paisaje sub-marino y la vida que alberga no son obser-vables directamente por un amplio sector de la población, quedando también vela-dos los efectos de la incidencia de la activi-dad humana sobre la biodiversidad mari-na. En el campo, es fácil observar a simple vista un vertedero o una zona quemada; por el contrario, la degradación ambiental

en el medio submarino pasa desapercibi-da para la mayoría de las personas. Todo ello ha originado un défi cit de sensibiliza-ción ambiental del medio litoral respecto al terrestre, siendo importante compensar esta realidad, con la realización de activi-dades de Educación Ambiental para pro-piciar la compatibilización de la actividad humana con la conservación de las espa-cies marinas.

El funcionamiento del medio mari-no es muy diferente al del medio terres-tre, al caracterizarse por la movilidad de sus aguas en todas las direcciones y la inestabilidad de los fondos arenosos. Los vientos, las corrientes y las mareas origi-nan desplazamientos de las arenas de los fondos litorales, y también movimientos horizontales y verticales de las masas de agua, facilitando así la renovación de oxígeno y la llegada de alimento a luga-res colonizados por animales que viven

Identifi cació n de invertebrados marinos. Foto J.J. Jaime

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fi jados a los fondos rocosos, la elimina-ción de sus deshechos y la dispersión de las larvas de las distintas especies.

Infi nitas graduaciones y combina-ciones de factores ambientales como la temperatura, salinidad, iluminación, presión y tipo de sustrato originan una gran variedad de hábitats en espacios muy cercanos. Como consecuencia, es difícil localizar barreras y conexiones entre las especies marinas que, además, han desarrollado múltiples estrategias de supervivencia y adaptación a los dife-rentes ambientes submarinos.

La zona costera constituye el punto más vulnerable del mar. En esta peque-ña extensión se concentra la vida, es la zona de desove y alevinaje de la mayoría de las especies y donde se da la mayor producción planctónica y bentónica. Pa-ralelamente, sobre éste área se concentra también la explotación de los recursos pesqueros, la contaminación procedente del medio terrestre y la actividad recrea-tiva, muy intensa en la época estival.

Un insufi ciente conocimiento de la ecología del medio marino puede con-

llevar a concepciones erróneas sobre su problemática ambiental. Por ello, es fun-damental estudiar y divulgar las carac-terísticas y potencialidades del mar, sus desequilibrios, así como las condiciones que pueden alterar irreversiblemente sus ecosistemas y comunidades biológicas.

Los procesos relacionados con el mar despiertan fácilmente la imagina-ción y normalmente suponen un tema atractivo; sin embargo, suponen un sis-tema complejo de interacciones cuyos contenidos conceptuales son difíciles de comprender, y requieren complicados procedimientos para su interpretación.

Según el diccionario de la Real Aca-demia, la palabra "interpretar", entre otras acepciones, se refi ere a "explicar o declarar el sentido de una cosa" y "con-cebir, ordenar o expresar de un modo personal la realidad". Esta interpretación debe estar apoyada con una comunica-ción que resulte atractiva para el destina-tario y facilite su implicación.

La función principal del Acuario-museo del Aula del Mar de Málaga, como centro de Educación Ambiental relacio-

nada con el medio marino, es ofrecer elementos interpretativos, diseñados con la intención de acercar el entorno litoral a los sujetos, desarrollar sensibilidades, construir conceptos, aplicar métodos de trabajo interdisciplinares y fomentar ac-titudes positivas en relación con la pro-tección del medio ambiente costero.

Para propiciar la conservación del medio marino, además de promover el conocimiento de aspectos biológicos, oceanografía y problemática ambiental, también es necesaria la vivencia de sen-saciones que impliquen acercamiento,

Museo del Aula del Mar. Foto J.J. Jaime

Recuperació n de tortugas. Foto: J.J. Jaime

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Los problemas ambientales tienen un importante trasfondo social.

como puede ser el contacto directo con los seres marinos. Esto se consigue mediante la combinación de elementos museísticos con acuarios que muestran especies mari-nas y reproducen los distintos hábitats sub-marinos, así como con la promoción de la participación ciudadana en actividades de voluntariado para la conservación de la fau-na y fl ora marina, ya que la educación am-biental es sobretodo una educación para la acción.

Una actividad de educación ambiental en el litoral para un grupo de participantes, puede plantearse en torno a una problemá-tica ambiental general del entorno costero, o centrada en la situación de determinadas especies marinas catalogadas como ame-nazadas. Deben ser situaciones documen-tadas mediante bibliografía, recortes de prensa o audiovisuales; a continuación es recomendable realizar una salida al medio litoral para observar directamente su inci-dencia, o bien realizar un itinerario guiado, donde los participantes traten de identifi -car y localizar problemas ambientales rela-cionados con la conservación de la biodi-versidad marina. Todo ello con el objetivo de realizar un análisis critico de la realidad y, fi nalmente, realizar propuestas de inter-vención individual o colectiva para mejorar esta situación. En resumen, una actividad de educación ambiental se realiza sobre el medio, en el medio y para el medio.

Un programa de educación ambiental relacionado con la biodiversidad marina debe:

1. Facilitar el desarrollo de

esquemas de conocimiento para

adquirir y construir conceptos

como biodiversidad, estrategias

de supervivencia, movilidad y red

alimenticia.

2. Desarrollar procedimientos

de trabajo como técnicas de

expresión, registro de datos y

obtención de muestras.

3. Potenciar valores ambientales,

favorecer posturas críticas

ante situaciones de agresión

a la biodiversidad marina y

propiciar la participación en su

conservación.

Nos enfrentamos a la urgencia de em-prender cambios y de asumir responsabili-dades desde todos los sectores sociales, tan-to a nivel individual como colectivo, para propiciar la compatibilización de las acti-vidades humanas con la conservación de la biodiversidad marina. Asimismo, el fomen-to de un turismo sostenible debe conside-rarse como una actuación prioritaria por razones ecológicas y económicas, ya que el principal atractivo turístico de la “Costa del Sol” es el uso recreativo del litoral.

Los problemas ambientales tienen un importante trasfondo social, por ello es fundamental la realización de actividades de educación ambiental para promover buenas prácticas ciudadanas y comerciales que contribuyan a la conservación de nues-tro patrimonio biológico marino.

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Realizació n de propuestas para la conservació n de la biodiversidad. Foto J.J. Jaime

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Agustín Barrajón Mínguez. Ciudadano y naturalista

La biodiversidad de nuestros ecosistemas marinos: la percepción

del ciudadano

En la actualidad, la cultura básica sobre el mundo submarino se brinda a la población a través de documentales proyectados en los medios audiovisuales que cada vez sorprenden más por la cali-dad de la imagen, gracias a la moderna tecnología empleada y a la paciencia y dominio del medio de los documenta-

listas, en la mayoría de los casos demos-trando un valor que normalmente no es apreciado por quienes desconocen el hostil mundo sumergido.

En el año 1956 se estrenó El Mun-do del Silencio, un largometraje docu-mental en color de una hora y veintiséis minutos, que mostraba las exploracio-

nes submarinas llevadas a cabo por el comandante Cousteau y su equipo de buceadores, quienes rodaron cientos de horas en el Mar Mediterráneo, el Golfo Pérsico, el Mar Rojo y el Océano Índico. Puede ver esta película al año siguien-te de su estreno; yo tenía 11 años y me impactó de tal manera que puse todo mi

Rodal sobre fondo arenoso de Posidonia oceánica, uno de los paisajes submarinos más típicos del Mediterráneo y que encierra mayor valor biológico y ecológico. Foto: J. Carlos Moreno.

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empeño en conocer profundamente ese otro planeta que existe bajo la superfi cie del mar.

No nací en el Mediterráneo, como presume Joan Manuel Serrat. Nací y viví hasta los 19 años en Al Araish (La-rache), trabajando en el taller familiar para mecánica de automóviles. Larache está emplazada en la costa atlántica de Marruecos, junto a la desembocadura del río Lukus que, en la época de lluvias, arrastra al mar tal cantidad de lodos que tiñe de marrón el azul marino, desde la orilla hasta el lejano horizonte. La convi-vencia con este río y el mar Atlántico, de bruscos cambios ocasionados por las ma-reas, me enseñaron muchas cosas, entre ellas a saber cuándo era el momento pre-ciso para entrar en el agua, aprendiendo a utilizar la fuerza de la corriente y nunca luchando contra ella al saber que es una batalla perdida.

El mejor regalo de mi vida, a los doce años, fue un equipo básico de buceo: unas aletas Cressi, una máscara Cham-pion y un tubo respirador. Recuerdo la primera vez que lo probé y no fue una grata experiencia: el agua que entraba por el tubo me hacía toser, el cristal de la máscara se empañaba y las aletas me pro-ducían calambres, pero cuando aprendí a desempañar las gafas submarinas y superé la sensación de vértigo que se ex-perimenta en los primeros contactos con el fondo marino, fui adaptándome pau-latinamente al equipo, casi sin darme cuenta, al estar totalmente absorto en la contemplación del nuevo mundo que podía observar con solo meter la cabeza bajo el agua.

Poco a poco, el poder ancestral de la caza fue apareciendo en mis visitas al mundo submarino, siendo cierto que la abundancia de pesca invitaba a ello, empezando con artilugios punzantes de fabricación casera hasta llegar al fusil submarino que me acompañó durante varios años. No puedo dejar de admitir el disfrute que ocasiona la caza submari-na, pero siempre pensaba que había un mundo por explorar más allá de la punta del fusil.

Dejé Marruecos después de la inde-pendencia de este país y me instalé en Málaga, de nuevo dedicado profesio-nalmente a la mecánica pero desde el principio mirando al mar en el tiempo libre. Reconozco que, inicialmente, me llevé una desilusión con nuestro Me-diterráneo al ser un mar tan distinto al que conocía, con un cambio de marea tan imperceptible que me hacía añorar la bajamar atlántica, sus accesibles mi-crocosmos de las charcas intermareales en las plataformas rocosas y al sinfín de pequeños organismos adaptados a ese medio anfi bio que queda en cada subida y bajada del mar.

Poco a poco fui conociendo la costa emergida y sumergida de Málaga, obser-vando por primera vez, en la punta de Calaburras, la presencia de la faneróga-ma marina Posidonia oceanica (de he-cho, una planta terrestre adaptada a vivir sumergida en el mar), algo exótico para quien procede del lado atlántico al ser un endemismo del mar Mediterráneo. No sabía que esta especie iba a ser pro-tagonista en gran parte de mis vivencias bajo el mar.

Pero fue el descubrimiento de la cos-ta oriental malagueña y parte de la grana-dina (Maro, Cerro Gordo y la Punta de la Mona) lo que me hizo cambiar el rumbo de depredador con ventaja por el de te-naz observador de la naturaleza marina. La visión de las paredes del acantilado sumergido, atiborradas de invertebrados de llamativos colores y formas, hizo que desde ese momento olvidara la pasión por la caza submarina, abandonando de-fi nitivamente el fusil.

Con solo los estudios básicos de aquella época, que acababan a los 15 años de edad, era consciente de que mi interés por conocer el complicado puzzle de la diversidad de especies se tenía que basar en la práctica, así que dediqué mucho tiempo a la observación de las especies del intermareal, las que que-dan atrapadas en las redes de los barcos arrastreros y en horas y horas de buceo en apnea. El acceso al buceo autónomo, es decir, con tanques de aire comprimido, supuso un avance fundamental en el co-nocimiento de la biodiversidad marina y en la observación de sus interrelaciones, gracias al mayor tiempo de permanencia bajo la superfi cie del mar. La necesidad de completar mis observaciones con el estudio de las fuentes bibliográfi cas ya se hizo imprescindible y fueron muchas las horas de mi tiempo libre dedicadas al es-tudio de las monografías publicadas por los expertos sobre los diferentes grupos biológicos. Dediqué temporadas a cada grupo zoológico, aprendiendo bastante sobre moluscos, cnidarios, equinoder-mos, crustáceos y peces, buscando a bió-logos marinos que estuvieran haciendo

El acceso al buceo autónomo, supuso un avance fundamental

en el conocimiento de la biodiversidad marina.

La Biodiversidad

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La exploración de los fondos del Estrecho de Gibraltar, donde abundan las grandes algas laminariales, es una actividad no exenta de riesgo debido a las fuertes co-rrientes, como muestra el arrastre de los frondes de estas algas. Foto J. Carlos Moreno

sus tesis doctorales para facilitarles las observaciones obtenidas, cosa a la que siempre respondieron con respetable agradecimiento, enviándome bibliogra-fía así como sus trabajos una vez acaba-dos, lo que hizo aumentar considerable-mente mis conocimientos sobre la biodi-versidad marina.

Poco a poco fui requerido (confi eso que no podía creerlo) para participar en distintas campañas oceanográfi cas or-ganizadas por distintas Universidades (Málaga, Complutense de Madrid, Ali-cante) el Museo de Ciencias Naturales del CSIC (Consejo Superior de Investi-gaciones Científi cas) que me hicieron conocer gran parte del tramo costero del Mediterráneo ibérico y las islas de Alborán, Cabrera, Ibiza, Nueva Tabarca, Columbretes, Medas y Las Chafarinas,

estas últimas en la costa norteafricana. Durante esta temporada de campañas dedicadas al estudio de la biodiversidad marina fui invitado por la Universidad Complutense de Madrid y el Museo de Ciencias Naturales a participar, dentro de un proyecto de colaboración España-Cuba, en el estudio del Archipiélago de los Canarreos, un conjunto de pequeños islotes situados a cien kilómetros al sur de la isla grande de Cuba, lo que me per-mitió conocer otro mar, el Caribe, donde pude disfrutar de un paisaje sumergido totalmente distinto al que conocía, con innumerable especies de corales, espon-jas y gorgonias de gran porte, tortugas marinas y peces de todos los colores y formas, incluso tiburones y barracudas. Estas invitaciones, tengo que recono-cerlo, me llenaban de orgullo al tiempo

que me obligaban a un mayor esfuerzo de estudio, para el que, como siempre, solo disponía de mis horas libres (mu-chas quitadas al sueño) cuando dejaba el taller y durante los fi nes de semana. El reconocimiento de mis amigos científi -cos alcanzó un punto muy signifi cativo para mí cuando, tras descubrir los pro-fesores Angel Luque, de la Universidad Complutense de Madrid y el desapare-cido progesor Luis Dantart, de la Univ ersidad de Barcelona, una especie de molusco marino previamente desconoci-da previamente para la ciencia, tuvieron el detalle de bautizarla con un nombre científi co dedicado a mi persona: Lepe-tella barrajoni.

Mi incursión en los temas de aplica-ción medioambiental llegó con la invita-ción del Profesor Jaime Rodríguez, de la

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Universidad de Málaga, para participar en un estudio de planifi cación ecológica de la franja submarina del Parque Natu-ral de Cabo de Gata, estudio promovido por la entonces denominada Agencia de Medio Ambiente de la Junta de andalu-cía, lo que me dio la oportunidad de co-nocer los fondos marinos de este Parque Natural, de disfrutar de las aguas más claras del litoral andaluz y ver plasmada mi colaboración en el establecimiento de las Reservas Marinas que actualmente existen en este espacio protegido. Con mayor responsabilidad personal par-ticipé en el estudio promovido por la Consejería de Medio ambiente, del Pa-raje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, colaborando además en el trabajo de campo, más bien de mar, del Placer de las Bóvedas, un promontorio sumergido a siete kilómetros de la cos-ta de Marbella que asciende desde 100 hasta 19 metros bajo la superfi cie del mar, también con el objetivo de propo-ner nuevas áreas marinas protegidas en las aguas costeras andaluzas.

Lo aprendido en la costa atlántica natal me facilitó conocer los fondos del Estrecho, volviendo a sentir la fuerza de las fuertes corrientes y el destape de la amplia zona intermareal, que cada seis horas permite la visita al humano y a las aves marinas. Buceando, la más de las veces muy pegado al fondo para contra-rrestar la fuerza de las corrientes de ma-rea, tuve la oportunidad de conocer los fondos de laminareáceas, grandes algas pardas que forman bosques submarinos con plantas de más de seis metros de lon-gitud, pecios de distintas épocas, con las bodegas vacías de mercancías pero total-mente tapizadas por distintas especies de corales, esponjas, briozoos y gorgo-nias, y la isla de Tarifa, uno de los mayo-res exponentes de singular biodiversidad que he podido conocer.

Si en un principio me desilusionó la costa malagueña, poco a poco aprendí a

valorar el privilegio de estar en ella al ir descubriendo que era bastante diferente al Mediterráneo del Levante almeriense, tratándose de una zona marina con mu-cha personalidad como lo es todo el mar de Alborán: siendo ésta la cuenca medi-terránea más próxima al estrecho de Gi-braltar muestra una gran infl uencia de especies procedentes del cercano océano Atlántico y la ausencia de algunas espe-cies endémicas mediterráneas que no soportan la barrera natural que supone el agua atlántica entrante. Este fenóme-

no es fácil de observar avanzando por la orilla desde Tarifa hacia Cabo de Gata, viéndose cómo especies netamente at-lánticas están presentes durante el inicio del recorrido hasta llegar a un punto del litoral donde se pierden bruscamente, siendo muy claro el límite de su distribu-ción. Es el caso de dos especies del inter-mareal como son el alga parda Fucus spi-ralis, muy común en la costa atlántica y que llega justo hasta la punta de Calabu-rras y el pequeño molusco gasterópodo Osilinus lineatus, el conocido burgaillo,

Paisaje dominado por gorgonias (leptogorgia lusitanica). Foto: J. Carlos Moreno.

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que se consume en Cádiz y termina su presencia un poco ante de llegar a Mar-bella. Una especie muy llamativa que alcanza el Cabo de Gata y allí práctica-mente detiene su distribución es el coral Astroides calycularis. Al pasar de Cabo de Gata, fuera ya de los límites del mar de Alborán, se puede observar al pequeño molusco de concha fusiforme Fasciola-ria lignaria, con el animal de intenso co-lor rojo que es una exclusividad medite-rránea. Otros ejemplos son el alga parda Cystoseira usneoides, el molusco bivalvo Modiolus lulat de origen africano que lle-ga desde el interior mediterráneo hasta la costa de Torrequebrada y el molusco gasterópodo Cymbium olla, también de origen africano y que, como consecuen-cia de un estado larvario fi jo (no nadan libremente), su entrada en el Mediterrá-neo se limita a la costa malagueña.

Otro claro ejemplo que señala al mar de Alborán como una zona de transición

entre el Atlántico y el Mediterráneo lo demuestra la presencia de las faneró-gamas marinas. Por un lado Posidonia oceanica, una especie de planta marina, endémica del Mediterráneo, que forma grandes praderas en la costa almeriense, perdiéndose de forma paulatina a medi-da que se acerca al estrecho de Gibraltar donde desaparece de forma brusca al lle-gar a Cala Sardina, justo en el límite de las provincias de Málaga y Cádiz. Mos-trando un patrón espacial opuesto, Zos-tera marina es otra planta marina muy difundida en el Atlántico y rara y escasa en el Mediterráneo salvo en la costa de Málaga, llegando hasta Almería sin al-canzar el Cabo de Gata.

Personalmente, uno de los grupos zoológicos del que más información he obtenido para entender la singular bio-diversidad del mar de Alborán (y cuyo es-tudio me ha supuesto un mayor esfuerzo en mis condiciones profesionales) han

sido las gorgonias, unos, digamos cora-les, de esqueleto córneo y normalmente de formas arborescentes con las ramas dispuestas en uno o varios planos y de coloración uniforme o entremezclada que forman colonias de gran belleza. A medida que fui aprendiendo a distinguir las diferentes formas de gorgonias de la costa gaditana, malagueña y granadina y compararlas con lo exhaustivamente estudiado en el Mediterráneo, fui dán-dome cuenta que en esta costa habían especies distintas, teniendo que esperar unos años y la colaboración de científi -cos especializados para confi rmarlo. Fi-nalmente pude hacer un censo de todas las gorgonias observadas, donde a las típicamente mediterráneas, Corallium rubrum, Paramuricea clavata, Eunicella verrucosa, Eunicella singularis y Lepto-gorgia sarmentosa, había que añadir las procedentes de la costa atlántica africa-na: Echinomuricea Atlantica, Eunicella

Astroides calycularis es un coral muy llamativo que se extiende por las costas del mar de Alborán. Foto J. Carlos Moreno.

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Imagen de lo que sería un bello paisaje rocoso sublitoral si no fuera por el destrozo ocasionado por la red de arrastre que ha quedado enganchada. Foto: J. Carlos Moreno

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fi liformis, Eunicella labiata, Eunicella gazella y Leptogorgia lusitanica. Este conjunto biológico, tan diversamen-te espectacular, me ha proporciona-do otras satisfacciones: Elisella para-plexauroides es una especie de notable tamaño (sobrepasa el metro y medio de altura) muy frecuente en la costa sur del mar de Alborán pero nunca encontrada en la costa norte, hasta que pude hallar-la en Punta Carnero, entre Algeciras y Tarifa, cerca de los 40 metros de pro-fundidad en zona de fuertes corrientes. Puede parecer una tontería, pero resul-tó emocionante reconocer que era la primera vez que esta especie se citaba en el continente europeo.

Realmente es satisfactorio ir cono-ciendo poco a poco unos fondos mari-nos que acaban enamorándote, pero también es cierto la desilusión que se experimenta al ser testigo de su degra-dación. Afortunadamente existen espa-cios marítimo-terrestres, más o menos protegidos, donde además del dominio marino, se mantiene intacto el dominio marítimo o zona adlitoral, esa estrecha franja de vegetación especializada en vivir justo al fi nal de la playa donde nos tumbamos a tomar el sol. Pero queda una gran parte de territorio que está fuera de las zonas protegidas, sufriendo un innecesario y evitable deterioro.

Las chimeneas que van quedando como monumentos de un antiguo pa-sado industrial de la hoy llamada costa del Sol, se han transformado, como si se hubieran volcado hacia el mar, en cortos o largos emisarios submarinos donde el humo se ha convertido en deshechos y vertidos, la mayoría de las veces sin el obligado tratamiento de depuración, cosa que está ocurriendo actualmente en la malagueña región de la Axarquía donde el ascenso urbanísti-co va por delante de cualquier proyecto de colocación de emisarios y plantas de depuración de los vertidos. Esta falta

de previsión repercute en la calidad del agua del mar y en los fondos marinos, notándose cada vez más una extraña sedimentación que antes, unos treinta años atrás, no existía.

La exagerada urbanización tan cer-cana al mar a ocupado la franja coste-ra de dunas, provocando la pérdida de playas que tienen que ser rellenadas con arena sacada del fondo marino, provocando a su vez un desequilibrio en la zona de extracción, bien por la pérdi-da del sustrato y el consiguiente pobla-miento, además de la alta turbidez en la columna de agua y la alta sedimenta-ción en los fondos inmediatos.

Otra grave agresión a los fondos ma-rinos es el destructor paso de las redes, cadenas y puertas de los barcos arrastre-ros furtivos que faenan en profundida-des menores de 50 m, que si se mira bien es la mayor área marina protegida si existiera la precisa vigilancia y la con-cienciación por parte de los pescadores que infringen una ley que, de ser respe-tada, hubiera servido para cumplir el reto de una explotación sostenible.

Los errores cometidos una y otra vez por los encargados de planifi car la pesca de arrastre han llevado a este sector a la muy próxima desaparición, pero antes, a la desesperada, los patrones sin con-ciencia de futuro están llevando a cabo la mayor destrucción conocida de hábi-tats del fondo marino de la orilla norte del mar de Alborán, principalmente en el sector malagueño, al exterminar, probablemente en su totalidad, las sin-gulares praderas de Zostera marina y todo el componente de biodiversidad que las habitaban, señalando, al ser es-pecies muy conocidas, los caballitos de mar ( Hippocampus hippocampus y H. ramulosus), y las mulas y agujas de mar (Singnathus acus, S. typhle y Nerophis ophidion), pequeños peces de la familia de los signátidos, muy característicos por sus extravagantes formas, cuyas

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poblaciones se han reducido drástica-mente en la costa malagueña en la pri-mera década del siglo XXI.

La construcción de nuevos puertos o la ampliación de los ya terminados son otra considerable agresión a los hábitats y a la biodiversida marina, dependien-do del lugar donde se construyen o am-plían, pero siempre afectando al entor-no marino inmediato al recinto portua-rio. En la costa norte del mar de Alborán existen claros ejemplos del daño que ocasiona la construcción y ampliación de puertos deportivos y más cuando se ha presenciado la alteración de fondos conocidos antes de la construcción por-tuaria, como es el caso del puerto de la Caleta en Torre del Mar, que ha ocasio-nado la destrucción total de una impor-tante pradera de Zostera marina, y el puerto deportivo de Marina del Este, cercano a Almuñécar, que además de haberse construido en una zona de alto valor ecológico, ha facilitado el acceso al buceo masivo, ocasionando una con-siderable alteración de la biodiversidad existente en las paredes sumergidas del macizo de la Punta de la Mona.

Actualmente se está intentando una desproporcionada ampliación del puer-to del encantador pueblo de Tarifa. Este puerto está rodeado de un bosque de grandes algas laminarias y a un paso de la isla de las Palomas, el punto más me-ridional de Europa que cuenta, y doy fe de ello, con unos fondos donde se des-borda la diversidad de especies. La am-pliación de este puerto sería una de las mayores agresiones a la integridad del patrimonio marino de Andalucía y, a su vez, del total de la costa europea. Es de esperar que la honradez ecológica y la ética política se interpongan al poder de los intereses económicos y que la ciuda-danía sea consciente del gran deterioro ocasionado por ese poder que nos está robando a todos gran parte del patrimo-nio natural marino al destruir hábitats

sumergidos que no se ven, así como los paisajes costeros naturales que cada vez resultan más difíciles de ver, teniendo en cuenta que la ocupación o destruc-ción de estos conlleva el exterminio o severa disminución de los diversos seres vivos que los habitan.

Creo que una de las vías indispen-sables para corregir esta nefasta ten-dencia está en la educación de nuestros hijos. Consciente de ello, hace años que doné al Museo del Aula del Mar de Má-laga prácticamente toda mi colección de especies de invertebrados marinos (moluscos, crustáceos, equinodermos, gorgonias, etc) con el objetivo de con-tribuir a esta fundamental tarea de edu-cación ambiental. Estoy seguro de que las generaciones futuras reconocerán mejor que nosotros el valor de este pa-trimonio que es la biodiversidad mari-na y espero que no tengan que hacerlo exclusivamente por el material exhibi-do en los museos o recogido en soportes digitales y medios audiovisuales, sino a través del simple acercamiento a nues-tros ecosistemas costeros.

Esta especie de caballito de mar (Hippocampus ramulosus) está con-

denada a desaparecer por destrucción de su hábitat, las praderas de Zostera

marina. Foto J. Carlos Moreno

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Suelta de tres ejemplares de Buitre leonado en el medio tras su recuperación. Programa de la FAADN de defensa de la diversidad biológica. Foto: Antonio Miguel Sánchez Coín.

Saturnino Moreno Borrell. Geógrafo e Ingeniero Tco. Industrial., Coordinador del Observatorio Provincial de Sostenibilidad (OPS). Diputación de Málaga.

Participación ciudadana ante la conservación de la

Biodiversidad

LaBiodiversidad

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Posiblemente sea la participación ciudadana una de las propuestas más ci-tadas, que provocan una mayor y encen-dida defensa cuando los responsables, en este caso, de las competencias relacio-nadas la conservación de la diversidad biológica, exponen un discurso o emiten una comunicación.

La participación ciudadana como contribución a la lucha contra la pérdida de biodiversidad, como para cualquier otra iniciativa que contempla la mejora de la calidad de vida en el contexto de los intereses generales de la sociedad sigue siendo una asignatura pendiente, tanto por los responsables públicos como por la sociedad civil organizada, dada la vi-sión de enfrentamiento e incertidumbre que generalmente han presidido los tibios balbuceos de la participación a través de órganos consultivos, consejos, foros etc.

La Constitución Española destaca el derecho a disfrutar de un medio am-biente adecuado para el desarrollo de la personalidad en el artículo 45. Con oca-sión de la Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Río de Janeiro en 1992, se concretaron tres importan-tes convenciones: Cambio Climático, Diversidad Biológica y el Programa 21, para los que los procesos de participación a distintos niveles se incorporaron como ejes centrales para la acción. El artículo 23 de la Carta de la Naturaleza, así como el 14 del Tratado de la Biodiversidad, reiteran la siguiente posición: "El mejor modo de tratar las cuestiones ambienta-les es la participación de todos los ciuda-danos, en el nivel que corresponda. En el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de que dispon-gan las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades que ofrecen peligro en sus co-munidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones. Los Estados deberán facilitar

y fomentar la sensibilización y la partici-pación del público poniendo la informa-ción a disposición de todos”.

Cuando los políticos hablan de par-ticipación generalmente ofrecen una interpretación perversa, como la legiti-mación de sus propuestas porque se ha informado al público, o la realización de algún sondeo de opinión, encuesta, etc. Sin embargo la condición esencial para que la participación sea real es la inter-vención de todos los agentes implicados en todas las fases del proceso: identifi -cación de problemas, determinación de prioridades, defi nición de objetivos, in-tervención en el diseño y gestión de solu-ciones; asegurando que en todo momen-to la relación entre los diferentes actores es igualitaria.

A través del LIBRO BLANCO DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EN ESPA-ÑA (1999) se advierte una perspectiva realista de las debilidades y oportunida-des que presenta la participación ciuda-dana y por ello recurriremos a su certera exposición: “…es necesario revisar los cauces de participación que actualmen-te ofrece la normativa vigente, multipli-carlos y profundizar en su desarrollo. Cauces que deben ser más amplios y accesibles a medida que se desciende al ámbito local. Se trata de promover la im-plicación, tanto individual como colecti-va, y desde el inicio, en los procesos de toma de decisiones y en la realización de actuaciones positivas.”

También señala que “Es fundamen-tal apoyar al movimiento asociativo y fomentar el voluntariado como vías de participación comunitaria. La colabora-ción en actuaciones concretas permite a las personas tomar conciencia de su poder de infl uencia en la resolución de los problemas que más directamente les conciernen, facilitando la implicación progresiva en retos más complejos.”

Más adelante ese mismo documento expone que:

“La participación es el proceso de

compartir decisiones sobre los asuntos que afectan a la vida personal y de la comunidad en la que se vive. De forma específi ca, la participación ambiental es un proceso que posibilita la implicación directa en el conocimiento, valoración, prevención y mejora de los problemas ambientales.

Existen diferentes formas y grados de participación, que oscilan desde fórmu-las de participación superfi cial y pasiva -como la mera exposición a información pública de los proyectos o la consulta, a través de encuestas o sondeos, de las demandas sociales- hasta propuestas de participación profunda y activa, orienta-das a la toma de decisiones y el control ciudadano de la gestión pública.

Para hacer real la participación, es necesario desarrollar y mejorar los cau-ces ya existentes, así como crear otros nuevos que faciliten a la ciudadanía su colaboración y le demuestren la utilidad y relevancia de su esfuerzo. Al hablar de cauces de participación, nos referimos tanto a los sistemas que permiten opinar, debatir, proponer, disentir... sobre las políticas y planes de la administración, como a las infraestructuras que hacen posible llevar a cabo, de manera efectiva, las acciones de mejora de la gestión am-biental. La participación tiene, así, una vertiente instrumental que, hoy por hoy, es aún muy defi ciente, convirtiendo en estériles muchos esfuerzos educativos, que han conseguido crear personas con-cienciadas, pero frustradas en su impul-so de actuar.”

Las autoridades locales europeas uni-das desde 1994 en la Campaña Europea de Ciudades y Municipios sostenibles han resaltado la participación ciudadana en los diferentes documentos que recogen el proceso de creación de las Agendas Locales 21. En la Carta de las ciudades europeas hacia la sostenibilidad (Carta de Aalborg), de 1994, exponen: I.13 El papel de los ciudadanos y la participa-ción de la comunidad. «Garantizaremos

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el acceso a la información a todos los ciudadanos y grupos interesados y vela-remos por que puedan participar en los procesos locales de toma de decisiones».

¿Y sobre la conservación de la Biodi-versidad en nuestro entorno?

La conservación de la biodiversidad depende en gran medida de actuacio-nes antrópicas que en numerosos casos ignoran, incluso con la complicidad de la libre interpretación sobre la legisla-ción, el impacto negativo sobre los pro-cesos naturales y los hábitats, como son la ocupación o invasión del suelo y su sellado, la contaminación atmosférica y la alteración de las condiciones físicas fa-voreciendo la incorporación de especies alóctonas, la fragmentación del territo-rio ocasionada por la expansión difusa de las ciudades, por las infraestructuras y vías de comunicación colapsando pro-cesos e interrumpiendo la conectividad ecológica a ello se agrega el impacto del medio urbanizado y su metabolismo so-bre los entornos rurales o rururbanos o la

irresponsable incorporación de especies invasoras.

La determinación de las áreas rele-vantes para la biodiversidad mediante criterios integradores es uno de los te-mas clave para la delimitación territo-rial objetiva, que sobrepase los intereses sectoriales de diversa índole, en este contexto la Directiva de Hábitats con la elaboración de la Red Natura 2000 y la posterior transposición mediante la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad o la Directiva Marco sobre Políticas de Agua, así como la pionera Directiva de Aves han supuesto una sustancial opor-tunidad para dar respuesta a la demanda social de políticas de conservación de la biodiversidad. Podemos observar la in-corporación de la conectividad ecológica como un criterio central superando la tendencia a proteger espacios singulares resultando una atomización de áreas de gran valor ambiental pero inconexas.

Formalmente se han elaborado con un conjunto de normas que tienden a estimular a ciudadanos individual y co-

lectivamente de forma que favorecen la insustituible función de la participa-ción en los temas ambientales tratando de responder por un lado a la creciente sensibilidad ambiental de determinados sectores de la sociedad y por otro inten-tando destacar los multiplicidad de áreas del conocimiento y de sectores sociales implicados en la participación.

La participación y consulta ciudada-na en la conservación de la diversidad biológica es un aspecto relevante en cual-quier estrategia que la promueva. Permi-te poner a prueba e integrar los objetivos de desarrollo económico, social y cultu-ral con la conservación de la diversidad biológica. También es una herramienta para comunicar posiciones y argumenta-ciones a los responsables de las decisio-nes sobre el patrimonio natural, de esta forma se reforzaría la gestión de las ad-ministraciones públicas.

Es un hecho contrastado que la im-plicación voluntaria, como participación en la conservación de la Biodiversidad, se contempla con un acentuado recelo/

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Reunión de grupos de trabajo de la Agenda 21 Provincial de Málaga. Foto: Diputación Málaga, Delegación de Medio Ambiente.

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rechazo por parte de la administración ambiental competente, en este sentido me permito referir de forma extractada un caso en Andalucía. Recientemente el programa más veterano, con una conti-nuidad de 30 años, desde 1980 llevado por la FAADN (Federación Andaluza de Asociaciones par la Defensa de la Natu-raleza) destinado a la preservación inte-grada de las Aves Rapaces Carroñeras de Andalucía, con más de quinientos ejemplares recuperados, ha sido des-montado sucesivamente, año tras año, por la Consejería de Medio Ambiente, hasta anular una participación amplia, sólida y voluntaria de la sociedad sin una argumentación en contra de la metodo-logía, la calidad, ni sobre la justifi cación de los ajustados medios económicos aje-nos a salarios. La evolución ha sido desde una actividad participativa y a favor de la conservación de la diversidad biológica hacia lo que se entiende como un expe-diente de gestión administrativa.

Con ello no se trata de incitar al des-encanto que provoca la retórica al uso, todo lo contrario hay que reivindicar lo que es una obligación de las administra-ciones públicas, que por cierto adminis-tran un patrimonio que es de todos, en cuanto incorporar las iniciativas respon-sables de la sociedad en la participación comprometida y continuada. Más bien la participación se concreta al preferido y controlable ámbito de una acción puntual como puede ser un reparto de pegatinas, una limpieza de residuos o una marcha que, desde luego, como complementarias tienen interés.

Es evidente que las administraciones competentes no dan la talla en materia ambiental ahí tenemos los datos períó-dicos derivados de las encuestas del Eco-barómetro de Andalucía, sobre la falta de implicación y compromiso ciudadano ante la problemática ambiental. En este contexto también conocemos que nues-tra Huella Ecológica se incrementa, tal

como resalta el reciente Informe Málaga Sostenibilidad 2008, elaborado por el Observatorio Provincial de Sostenibi-lidad (OPS), este llamativo indicador sintético nos da la siguiente evolución pasando de 3,22 según los datos de 1999 a 3,7 veces el territorio provincial en 2008 en una tendencia claramente negativa.

Cabe señalar que en 2006 y tam-bién, como las Agendas 21 Locales, en el ámbito de las administraciones loca-les en la estela del fallido Cowntdown 2010, surge la iniciativa de la “Red de Gobiernos Locales + Biodiversidad 2010, enunciado por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), dedicada a la promoción de po-líticas para la conservación y uso sosteni-ble de la sostenibilidad y la conservación del Patrimonio Natural, en los gobiernos locales. Entre sus objetivos se encuentra prestar apoyo técnico a las Entidades Locales y fortalecer el compromiso de éstas con la protección de la Biodiversi-dad”. Sus iniciativas y resultados serían la contribución de la escala local a las previsiones y expectativas del Convenio Mundial.

Ante la evidencia de la pérdida de biodiversidad surge la incesante cues-tión de las prioridades que vienen mar-cadas por las políticas económicas sobre las sociales y ambientales. En este sen-tido ponerse, por ejemplo, como meta

encabezar el listado de países con más kilómetros en autopistas y vías de tren de alta velocidad y alardear de determi-nadas infraestructuras sobredimensio-nadas o innecesarias frente a otras im-prescindibles y de menor repercusión mediática o, en nuestro caso, no incorpo-rar estrategias efectivas a favor de la bio-diversidad, que es a la vez contribuir a la lucha frente al cambio climático y por el desarrollo sostenible, que a estas alturas debiera conducirse hacia medidas de decrecimiento sostenible en el llamado mundo desarrollado, nos pone frente a la Caja de Pandora de nuestra propias con-tradicciones sobre todo en una época de crisis, cuya salida apunta hacia un mode-lo alternativo, contando con la participa-ción social, donde la conservación de la biodiversidad es una prueba relevante sobre si se apuesta por las políticas y las cuentas de la sostenibilidad o se conti-núa en el ambiguo terreno de la retórica. Finalmente, las estrategias de protección de los recursos naturales y culturales de-ben realizarse a partir del conocimiento de los elementos constitutivos de los di-ferentes ecosistemas. Es necesario sumar esfuerzos para lograr niveles de partici-pación ciudadana que nos permitan es-tablecer una relación integral, armoniosa y solidaria con el medio ambiente

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Cartel sobre el Plan de Acción Local 21 de la Agenda 21 Provincial de Málaga. Programa de participación ciudadana. Foto: Diputación Málaga, Delegación de Medio Ambiente

Canteras en la Sierra de Mijas. Actuación que ha promovido movimientos de protesta ciudadana frente a la destrucción del medio físico. Foto: Internet

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Érase de un jardinero

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Alfredo Rubio Diaz.Departamento de Geografía, Universidad de Málaga.

Malaga 2016: Punto Cero

La eliminación de Málaga en el pri-mer escalón de la “carrera” para la can-didatura a capitalidad cultural europea admite múltiples valoraciones. No es un asunto fácil ni creo se deba afrontarse desde algún tipo de oportunismo. Aque-llos que nunca estuvimos de acuerdo no asumimos el fracaso como nuestro pues, y lo hicimos saber en el primer Foro que el Ateneo celebró, teníamos múltiples

razones e, incluso, podríamos predecir lo que ocurriría teniendo en cuenta la marcha de los acontecimientos. No estar de acuerdo no signifi ca que no nos haya afectado el fracaso, mas bien nos ha pro-ducido una cierta tristeza.

Las páginas que siguen son una opi-nión. No pretenden erigirse como ver-dad y son consecuencia de un esfuerzo leal de análisis de lo sucedido y de las ra-

zones que pueden explicar el fracaso. In-cluyen un diagnóstico, seguramente in-completo. En ellas subyace la valoración de que este fracaso lo es en un sentido profundo de un modelo, que existe, y de unas ideas que han venido presidiendo la marcha de la ciudad al menos desde 1996. Crisis de ideas, crisis de cuadros técnicos, de los creadores de opinión y de sentido e, incluso, crisis de las fuerzas o

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Foto: Pepe S. Ponce

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grupos que dirigen la ciudad desde una cierta opacidad.

Cuando no se está de acuerdo hemos de exponer las razones con una cierta profundidad, lo cual no es siempre po-sible en los foros y debates a los que se acude. En gran medida esto sucede por razones obvias de tiempo pero también por respeto a las personas y las institu-ciones. Muchas veces conviene no tener razón, estar equivocado e incluso colabo-rar lealmente con aquello con lo que no estamos de acuerdo. Por otra parte, no siempre se debe ni se puede estar con y desde la matraca crítica.

Ponemos sobre la mesa una hipóte-sis: que a partir del análisis del proceso seguido por dicha candidatura y de los materiales presentados podemos produ-cir un diagnóstico de la ciudad. En mi opinión este fracaso, teniendo en cuenta la lógica que lo impulsaba, lo era no por no haber conseguido la candidatura sino por no haber siquiera logrado superar la primera barrera. Creía entonces y lo sigo creyendo que este fracaso era y es algo más que un puro síntoma. Se requiere un diagnóstico preciso para impedir no sólo que la enfermedad continúe sino que prolifere.

La ciudad como mercancía.Si existe una tendencia casi general

en las ciudades actuales es que han de-jado de ser su propio contenedor para ser ellas mismas, en cuanto objeto y cualidades asociadas al mismo, las que deben ser producidas y reproducidas con el objetivo de competir en el com-plicado mercado de las ciudades. Dicho

de otro modo, deben transformarse en nodos capaces de atraer fi nanciación y de insertarse en los fl ujos fi nancieros in-ternacionales; también han de ser creati-vas defi niendo nuevos estilos culturales y ser destino de fl ujos turísticos. Y, si es posible, todas estas capacidades deben coexistir. Por tanto, las ciudades deben ser competitivas, comportándose como productos a través de la creación de una marca (de ciudad) que las habilite en po-siciones por encima del resto.

Desde esa perspectiva debe adquirir los atributos de los productos y aplicarse las técnicas de packaging adecuadas con la difícil perspectiva de adquirir algún nivel de competitividad en el mercado de las ciudades mundiales o, en su defecto, en mercados de otras escalas territoriales (regionales, nacionales y transnaciona-les). Sin embargo, lo que hemos deno-minado mercado de las ciudades no es exactamente un mercado homogéneo. Está tan segmentado como cualquier otro. El mercado de las ciudades puede descomponerse según estratos y posicio-nes de las ciudades en algunos de ellos. El primer estrato corresponde a las ciu-dades mundiales, después se insertan en los diferentes estratos sucesivos de modo que, en gran medida, la mayoría no están localizadas en ese primer estrato, aunque éste las determine, y compiten en ámbi-tos y escalas distintas (regionales, na-cionales y transnacionales), aunque sus referentes o modelos sean precisamente las ciudades del primer estrato.

La aplicación del marketing urbano (city marketing) es un síntoma de homo-logación internacional en una situación

de extensión de los mercados. Por tanto, los efectos de la profundización y de la economía simbólica nos alcanzan plena-mente. La nueva situación hace refl exiva la ciudad contemporánea -literalmente crea la ciudad refl exiva-, que podría ser considerada como aquella que (se) piensa estratégicamente, a partir de la colaboración de ciertos agentes sociales signifi cativos, sobre sus posibilidades y modos de inserción en los mercados. En el seno de esa refl exión, aparentemente obligada en un contexto de generalizado predominio de lo mercantil, la ciudad debe autotransformarse en producto.

La conversión técnica de la ciudad en producto consiste en un operativo lle-no de difi cultades y muy problemático. Mediante la creación de una marca la ciudad pasa de ser un territorio a ser un cuerpo, una entidad corporativa, vincu-lándose a las leyes que rigen la vida de los productos (ciclo de producto) y a las prescripciones técnicas implícitas en la construcción técnica de una marca de producto.

La marca en la era digital se convier-te en una infraestructura básica, puesto que actúa como contenedor defi niendo una interfase, que determina el conteni-do y es su estructurante” (Dachevsky, M., 2.001: 108)

La ciudad producto es una forma de “constituir lo construido”, “entendido como articulación de un momento (tiem-po) en una red (lugar) que defi ne un dis-curso localizable en el espacio (objeto). De esta forma lo simbólico pasa a ser lo relevante, lo que aglutina y establece lo urbano. Cuando lo semántico se impone

Las ciudades deben ser competitivas, comportándose

como productos a través de la creación de una marca.

Érase de unjardinero

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a lo construido como campo urbano, la ciudad superará los peligros generados por la libertad de localización y movi-lidad de los capitales” (Dachevsky, M., 2.001: 110). El reto actual de las ciuda-des consiste en mostrarse activamente en el mercado de las ciudades, cualquiera que sea la escala de su inserción, creando un vínculo afectivo con sus potenciales usuarios y destacando su oferta diferen-ciada. Esta consiste en la defi nición de sus características como producto (di-ferenciado). Defi nido el producto, en la siguiente fase la ciudad deberá crear una estrategia de comunicación adecuada.

Por tanto, la marca urbana es la for-ma que tiene la ciudad refl exiva de esta-blecer una relación tanto con lo interno como con lo externo. Los problemas y las limitaciones de este proceso son muchas y, como a veces se supone y práctica, la producción de la marca es sólo un pri-mer momento del operativo. Son necesa-rias algunas condiciones:

La creación de la marca de una ciu-dad producto implica un procedimien-to; pone en marcha un proceso sin lí-mites temporales y obliga a una fuerte promoción internacional, cuyo conte-nido es expresamente dar a conocer la innovación desarrollada por la ciudad. La conversión de una ciudad en ciudad producto a partir de la creación de una marca implicará siempre una gestión posterior y continuada.

En términos territoriales, las ciu-dades producto deben ser capaces de constituirse en marca de los territorios que la circundan. La marca ha de enten-derse como vinculación de lo local con lo global. Deben evitarse las asociaciones y conexiones no deseadas.

Podemos referirnos a dos tipos de ciudades producto: las ciudades inno-vadoras y las clónicas. Las primeras son inevitablemente copiadas por las segun-das, “ciudades que no desarrollan sino que imitan, al no saber bien qué son y dónde están o pueden estar, por lo que terminan convirtiéndose en alguna clase de híbridos, lo que las lleva al fracaso, perdiendo en última instancia lo inver-tido sin poder rentabilizarlo” (Dachevs-ky, M., 2.001: 123). En general, estas ciudades han copiado y copian indiscri-minadamente los contenidos y modos de comunicación de las ciudades pioneras y sus proyectos emblemáticos: la recupera-ción de los espacios obsoletos de los tin-glados portuarios, los procedimientos de renovación de las áreas urbanas de vieja industrialización, el reciclado de los es-pacios de las antiguas instalaciones mi-litares, la recuperación de los frentes ma-rítimos (waterfronts), las reconversiones y tratamientos rehabilitadores (físicos y funcionales) de sus centros históricos y/o de alguno o algunos de sus inmue-bles signifi cativos; la renovación radical de ciertos barrios y/o pastillas urbanas.

En general, también aspiran a conse-guir algún tipo de evento internacional “que las ponga en el mapa”, como si no estuvieran.

Cuando las ciudades se introducen en estas dinámicas los procedimientos y las metas deben ser realmente innovado-res. Probablemente se debe aprender de los procesos que han seguido las pione-ras, nunca los resultados (por ejemplo, en su momento el deseo de la mayoría de las ciudades españolas de disponer de un Guggheim). La ausencia de este tipo de actitud (innovadora) provoca el fracaso parcial o total de las iniciativas.

La marca implica un compromi-so cierto de calidad, que se manifi esta siempre algo que se da acabado y con buen acabado. Este es un aspecto que no quiero dejar de resaltar: el acabado como buen acabado apenas es tenido en cuenta por los agentes que crean la ciu-dad producto en Málaga Este problema afecta a todos los asuntos y se plasma con evidencia radical en el paisaje urbano. Un ejemplo signifi cativo es el entendi-miento del Museo Picasso en si mismo sin tener en cuenta el acabado fi nal de su contexto urbano y la calidad de las acti-vidades que se desarrollan en su área de infl uencia mas inmediata.

La marca es una confi guración es-pecífi ca de atributos que actúan a modo de memoria de la oferta de la ciudad (y de sus productos y subproductos). Esta

La conversión de una ciudad en ciudad producto a partir de la creación de una marca implicará siempre una gestión posterior y continuada.

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confi guración debe incluir y usar “fac-tores” ciertos, actuantes. Los atributos deberán ser cualidades verdaderas de la ciudad considerada: todas las ciudades no son iguales y la marca desempeña la función en enfatizar la diferencia.

Muy al contrario de lo que se supone, la ciudad no emite una imagen, ésta será en el mercado una síntesis dinámica de toda la información que la ciudad trans-mite y que el mercado procesa a lo lar-go del tiempo. En defi nitiva, la imagen es un fenómeno de opinión, de opinión pública. Aunque no quiero referirme en esta parte del texto a aspectos concretos de Málaga hay una evidencia: siendo Má-laga una ciudad de primer rango en tér-minos poblacionales -este es un dato evi-dente- no es considerada como tal por la mayoría de los medios de comunicación. No es una ciudad a la que solicitar esta-dos de opinión sobre asuntos de alcance nacional. Por lo general, los medios se dirigen a ciudades como Madrid, Barce-lona, Valencia, Sevilla, Bilbao, Zaragoza. Aunque el asunto es mucho mas comple-jo indica o la ausencia de una estrategia de comunicación o, lo que parece mas seguro, un fallo sistémico en la estrategia existente. La ciudad se comunica inade-cuadamente y carece de presencia activa en la mayoría de los foros.

La construcción de un producto (su diseño) en términos de marketing (de producto) implica un concepto: no hay producto sin concepto. En ese sentido, el entendimiento de la ciudad como producto implica una primera concep-tualización precisa de aquello que es la ciudad, tanto en términos teóricos-abs-tractos y de tendencias (las característi-cas de la ciudad hoy y la defi nición de las macrotendencias del entorno) como con-cretos (la ciudad específi ca a la aplicarán las técnicas de la mercadotecnia urbana). Crear una marca de ciudad es algo pare-cido a estar dominado por la búsqueda de cualidades (verdaderas).

Las consecuencias de la transforma-cion de la ciudad en producto.

Las consecuencias de la ciudad pro-ducto son múltiples: sociales, físicas, referidas al planeamiento territorial y urbano y su inserción en la dinámica del ciclo de producto. Dentro de las conse-cuencias sociales, la transformación de la ciudad en producto se opera mediante la eliminación de cualquier referencia a la ciudad como una comunidad que tiene un proyecto expreso de si misma y para si misma. No se puede confundir los grupos que intervienen en estos pro-cesos con la sociedad misma. La ciudad pasa a ser entendida como sujeto. La dimensión política queda postergada, convirtiéndose en un objetivo secundario ante la primacía y urgencia aparente de la inserción de la ciudad en la economía global (y de las redes). La población lo-cal no será nunca un referente central y, sólo, ciertos aspectos parciales de sus cualidades serán considerados re-levantes debido a sus posibilidades de

inserción en la estrategia global de la ciudad producto (como contribución a la imagen de la ciudad). Algunos de los aspectos parciales de los habitantes de la ciudad serán fundamentales: su entendi-miento como capital humano (nivel de instrucción y cualifi cación profesional); las disponibilidades de redes sociales operativas y, fi nalmente, ciertas pautas culturales que, también, tenderán a ser transformadas en mercancías, devinien-do en espectáculo (la fi esta fuera de su ser con respecto a los valores y las formas sociales de interacción asociadas).

Las transformaciones que se operan en el plano físico tienen el signifi cado de una reestructuración geográfi camente articulada (D. Harvey) e implican una doble tendencia: a la homogeneidad y a la homologación. La primera, consiste en la abolición de los espacios distintos: aparecen las ciudades genéricas frente a las ciudades históricas. Con anulación de las diferencias mediante procesos de rehabilitación, renovación urbana e

Foto: Pepe S. Ponce

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implementación de nuevos proyectos, que producen los mismos lugares, pues-tos que se siguen modelos proyectuales internacionales. Al implementarse pau-tas de homologación -no expresas en el ambiente- del mismo origen internacio-nal se produce una sensación, difícil de explicar, de encontrarnos siempre en los mismos lugares aunque, sin duda, este-mos ante contenidos formales distintos (hitos, monumentos, calles, etcétera). También se deben incluir contenidos de deslocalización pues se insertan cosas (y personas), modos de hacer (homologa-dos) externos que terminan por apoyar la desnaturalización de las diferencias formales previas.

En el plano físico y funcional se apoya la fragmentación urbana: las in-versiones tienden a concentrarse en pro-yectos puntuales -a veces, denominados “proyectos estrella”-, sin que se excluyan

necesariamente intervenciones recualifi -cadoras de escalas intermedias, relacio-nadas con las consecuencias espaciales de los puntuales (entorno, relaciones de frontera, etcétera). Estos proyectos crean secuencias discontinuas compuestas por espacios urbanos homologados pero que, necesariamente, coexisten con los no homologables. En estas secuencias transcurrirán segmentos sociales inco-nexos, con estilos de vida muy distintos.

El entendimiento de la ciudad como producto tiene consecuencias decisivas con respecto al proyecto consciente de ciudad. Me refi ero a los modos y mode-los de planifi car el crecimiento urbano. La planifi cación urbana clásica (norma-tiva) se entiende superada en función de su escasa fl exibilidad; emerge la plani-fi cación estratégica, considerada como el instrumento más fl exible y vinculada a unos modos de pensamiento radical-

mente diferente y, a su vez, enlazados con una metodología y unos instrumentos de diagnóstico y análisis distintos. Debe consignarse que la comprensión de la ciudad como producto para un mercado, en las condiciones de cambio acelerado que predominan en la economía de los fl ujos, obliga a una reformulación per-manente de la marca de la ciudad, debi-do a las condiciones que impone el ciclo de producto.

La principal diferencia entre la pla-nifi cación urbana clásica y la estratégica consiste en que la primera ordenaba la ciudad para un tiempo futuro con una casi radical indiferencia sobre lo exte-rior. Por el contrario, la planifi cación estratégica ante una realidad altamente condicionada, como ya dijimos, por la competitividad extrema entre ciudades, estaba y está obligada al abandono del ensimismamiento de aquella actitud

Foto: Pepe S. Ponce

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(metodológica) característica de la pla-nifi cación normativa. La planifi cación estratégica se presenta -o presentó en su momento- como respuesta operativa a una serie de fenómenos signifi cativos que están afectando a las ciudades: el dinamismo del entorno (cambios eco-nómicos, tecnológicos, sociales). Al no constituirse como pensamiento lineal, y en gran medida mecanicista, caracte-rístico de la planifi cación urbana nor-mativa, los enfoques estratégicos pue-den hacer más adecuadamente frente a la profundización de las condiciones de la complejidad urbana actual y a la globalización acentuada. La novedad y evidente juventud de este tipo de pla-nifi cación, debe tenerse en cuenta que fue San Francisco la primera ciudad que la aplicó en 1.982, han hecho que, de algún modo, su aplicación conlleve una serie de problemas y contradiccio-nes y que, en ocasiones, se entiende relacionada con el marketing urbano de raíz, motivaciones y enfoques muy distintos2.

La planifi cación estratégica requie-re un tratamiento crítico, que no se debe entender como oposición radical sino como aclaración de sus elemen-tos constitutivos más signifi cativos, lo que obliga a realizar un análisis de sus relaciones con la planifi cación clásica normativa y a la concreción analítica de sus evidentes debilidades puesto que,

como veremos, ha sido recibida con escaso rigor, aceptándola en todos sus elementos formales y en su “modelo” de jerarquización de las cuestiones de fondo3. Llegados aquí parece oportuna una mayor profundización sobre la na-turaleza de la planifi cación estratégica: el planeamiento estratégico guarda evi-dentes relaciones con lo que se denomi-na pensamiento único, en el siguiente sentido: sitúa en un primer plano el predominio absoluto de la mercantili-zación, una especie de micronización capitalista de toda la realidad, presen-tada como una situación (legislada) de perspectiva única e inevitable de suyo, con unos contenidos esencialmente or-ganizacionales. Funciona en el interior del imperativo categórico mercantiliza-dor (todo lo que pueda ser mercancía, lo será). A veces, la presencia de este imperativo queda encubierta por una de sus modalidades o manifestaciones: la efi cacia (empresarial); una forma de presentación que consiste precisamen-te en un saber poner al descubierto el potencial mercantil existente en algo.

Respecto de Málaga algunos es-pecialistas entienden como punto de partida una distinción decisiva: entre individualidades y “agentes” de toda índole que consideran un modelo co-operativo y aquellos otros que optan por el liderazgo, deduciendo de la lectura de la ciudad que dispone de elementos,

El entendimiento de la ciudad como producto tiene

consecuencias decisivas con respecto al proyecto

consciente de ciudad.

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factores, estructuras que la capacitan para tal papel. Aquellos que han con-ducido este proceso en los últimos años han considerado esta segunda opción, es decir, Málaga debe desempeñar una función o papel de ciudad líder. Esta ar-gumentación, que también es una posi-ción, no siempre ha sido aclarada. Parece más una presunción producto de la con-fl uencia del par etnicidad e identidad que consecuencia de un análisis sosega-do de la verdadera naturaleza de Málaga (de su realidad hoy). De ella se deduce también una de las cargas del proceso y de nuestra realidad cotidiana: que Mála-ga no alcanza a ser como consecuencia de las acciones de otros (ciudades, ins-tancias políticas y administrativas, etcé-tera). Dicho de otro modo, la mayoría de las cuestiones que no llegan a ser o están ausentes se explican mediante la apela-ción a un otro, enemigo. En general, o se acude al enemigo o a la magia.

El argumento es el siguiente: Málaga dispone de todo pero algo que no reside en la ciudad impide que esta explosione y adquiera su verdadero rango con el despliegue de todas sus potencialidades. Además, el discurso que enumera las potencialidades de Málaga se producirá aludiendo siempre a los mismos conte-nidos y dimensiones, con independencia del asunto que se trate. Produce la sensa-

ción de un dossier para inducir la locali-zación de empresas o afi anzar los fl ujos turísticos. Con estas premisas habituales el “victimismo” se apodera de la mayo-ría de las instancias, los organismos, los “agentes”, los creadores de sentido y opi-nión. Pero ese “victimismo” no se apo-dera de la mayoría de la población que permanece ajena e indiferente. Esta indi-ferencia espontánea o convenientemente jaleada se transforma ocasionalmente en etnicidad postmoderna y se manifi esta en el uso colectivo de expresiones como “puta Sevilla” que se grita habitualmen-te en el campo de fútbol.

La idea de gestar la realidad a partir de comportamientos cooperativos ba-sados en consensos internos y externos desaparece. Conviene aquí referirse a las potencialidades como un asunto por aclarar. Consideramos dadas ciertas con-diciones. Su simple enunciado oscurece (o debe hacerlo) y deja fuera de juego a cualquier ciudad con la que compita-mos. Pero hay diferencias sustanciales entre la potencia de la naturaleza y la po-tencia de lo que es artifi cial (la ciudad, la sociedad...).

Si Aristóteles llamó a la potencia “dy-namis” es porque no es exactamente algo inanimado, cristalizado y sin movimien-to, sino que, por el contrario, se trata de algo que tiene y viene a desencadenarse

en el sentido de conducirse a algo. Los ecosistemas parecen encaminados a cumplir sus posibilidades. Cuando no es así es porque se producen interferencias, algunas de las cuales pueden conducir-le a la impotencia: no poder ser desde su propio dinamismo [también: no poder ser su propio dinamismo]. El ecosistema tiene inscrito el hacerse, des-encadenarse, llegar a un fi n, aunque no en el sentido humano y tampoco como fi nalidad. Por tanto, ese ser no prefi gura una repetición de lo mismo, ni el equili-brio. Habrá variaciones. Por ello, el eco-sistema no tiene facultades en un sentido estricto (hexis: tener hábito, facultad de algo). Sus formas son el silencio, como tal intraducible, y la respuesta a la in-terferencia que origina una privación (steresis).

Por el contrario, la potencia humana es distinta, y no sólo porque haya una conciencia de la potencia que, al menos hasta hoy no podemos atribuir al ecosis-tema. Hablamos pues de una potencia genérica que requiere unas ciertas fa-cultades en forma de hábitos. Pueden ser ciertas las cualidades naturales y artifi ciales que tenemos pero requieren necesariamente ponerlas justamente en procesos de dinamización. Por tanto, hemos de volver a plantearnos la cues-tión de nuestras potencialidades y de los

La hegemonía de una crítica complaciente tanto en España como en Málaga da lugar a que todo se sostenga sobre bases falsas.

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instrumentos, opciones, políticas que aplicamos para hacerlas emerger o, mas concretamente, hacerlas efectivas (reales).

Probablemente conviene también re-saltar aquí, aunque no creo que sea una condición exclusivamente local, la au-sencia de crítica o, mejor dicho, la hege-monía de una crítica complaciente tanto en España como en Málaga que da lugar a que todo se sostenga sobre bases falsas que se une a un problema (de ausencia o deterioro) del tejido social.

El procedimiento.La puesta en marcha del proceso de

la candidatura, su temporalidad, las con-

diciones de producción del proyecto, el grado de conocimiento del signifi cado de “la capitalidad” y la participación so-cial (las implicaciones sociales) son cues-tiones formalmente signifi cativas.

La gestión ha sido laberíntica y falta de transparencia4 (creación de una Ofi -cina Gestora Málaga 2016 que dejó de funcionar tras dos años de trabajo; la elección de un Coordinador General de la Candidatura de cuyo trabajo se carece de información; la creación y puesta en funcionamiento de un comité de exper-tos que dejó de ser convocado; sucesivos cargos políticos [concejales de cultura] sustituidos y/o alejados del proyecto; la contratación y posterior despido del

“experto” francés Paul Chevillard cuyo trabajo también se desconoce; la ausen-cia de una plataforma de encuentro estable con la ciudadanía y los llamados operadores culturales, reducido a las mesas5 y a encuentros con personalida-des individuales; el encargo apresurado y sin disponibilidades temporales para hacer un trabajo de calidad a Ingenia Qued (marzo de 2010) y, por no agregar mas, la tardía creación y puesta en fun-cionamiento de la Fundación. A partir de entonces el proceso se aceleró pero ya era tarde.

También se constata la ausencia en el proceso de cuadros técnicos locales capa-ces de conducirlo adecuadamente en sus

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distintas vertientes (coherencia con los con-tenidos de la capitalidad cultural; desarrollo de contenidos, difusión del tema y creación de consenso social e institucional). Este he-cho no sólo se comprueba por el fracaso de la iniciativa sino analizando el papel asignado al experto Paul Chevillard, aparentemente contratado para crear y fundamentar el pro-yecto. Sin embargo, si no nos equivocamos, cuando las ciudades innovadores contratan expertos lo hacen para que estos supervisen. Normalmente se trata de “encuentros” entre iguales, es decir, expertos locales cualifi ca-dos se sirven de expertos de rango interna-cional para contrastar y ganar certidumbre respecto de la coherencia y calidad de un proyecto cualquiera. Si un experto externo debe producir [crear] un proyecto signifi ca que la ciudad no dispone de uno, como ex-presión de una cierta idea de ciudad que se quiere llegar a ser.

En este sentido, Málaga no dispone de esa idea matriz. ¿Qué quiere ser la ciudad? Se postula simultáneamente como ciudad cultural, turística, de la innovación, del co-nocimiento, tecnológica, fi nanciera, sosteni-ble, educadora, paraíso, etc. Asume todos los perfi les, tendencias y modas posibles Esta acumulación sugiere que, en realidad, no se dispone de una idea fuerza. La ciudad necesita elegir una opción. Querer ser todo a la vez también puede signifi car instalarse en lo obvio. Lo que en otros “modelos” y dis-cursos son ya variables que funcionan trans-versalmente se siguen presentan aquí como objetivos estratégicos.

Siguiendo este mismo argumento sabe-mos que se disponía de algún documenta-lista cuyo único trabajo consistía en el aná-lisis de experiencias anteriores (los proyectos efectivamente aplicados de otras ciudades). Hemos de suponer que se conocía adecuada-mente el sentido actual de la capitalidad en la versión UE. Sin embargo, el proyecto no parece guardar relación directa y coherencia respecto de los esquemas de participación y el entendimiento de la cultura como pro-ducto del quehacer social. Tampoco con la

dimensión europea ni la ciudad y los ciuda-danos6. Por otra parte, no cabía excluir otros planteamientos y políticas presentes en la UE. Dicho de otro modo, la UE dispone de una cierta fi losofía que ha ido cambiando de acuerdo con las circunstancias. En el proceso se ha carecido de una mente fi na capaz de detectar este cambio de tendencia. La cri-sis económica ha arrasado el modelo de los grandes fastos. “Quien no lo haya entendido, alertaba el periodista J. Ruiz Mantilla- no jue-ga a ser Capital Cultural Europea en 2016” (El País: 01.10.2010). Ahora predominan lo cercano y los pequeños formatos. La cul-tura desde la sociedad, no lo espectacular como forma de la industria cultural. En de-fi nitiva, la inmanencia de lo social frente a lo espectacular que proponen las industrias culturales.

Siguiendo esa línea se comprende el sentido de ciertas preguntas del Jurado, conocidas a través de los medios de comu-nicación, una vez que la delegación mala-gueña realizó su exposición. Algunos de sus miembros preguntaron sobre la integración de las minorías inmigrantes. Pero, con todo, según los datos que suministran los medios de comunicación la cuestión mas relevante se planteó cuando se pregunto lo siguiente: “¿En Málaga la cultura sólo se hace para el turismo?” Probablemente la sagaz pregunta nos remita a la cuestión del proceso de te-matización de la ciudad y, en especial, de su Centro histórico como destino turístico. Se puede pensar que la candidatura se planteó como un paso o fase más de ese proceso.

Por otra parte, la tensión por una parti-cipación directa de los ciudadanos [como objetivo] no pareció presidir nunca el mo-delo ni las aspiraciones del Ayuntamiento. Nuevamente hay que insistir que la partici-pación de representantes no signifi ca nece-sariamente la de los representados.

El proyecto.Hasta la fecha, y al margen de una rue-

da de prensa, la Fundación no ha dado una explicación profunda del fracaso de su

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Proyecto. En la mayor parte de los casos se ha limitado a confi rmar la calidad de los docu-mentos que aportó y la del propio Proyecto (Respuestas y programa). Parecía estar en una nube. Literalmente como si hubiera ido a jugar un partido de fútbol cuando se trata-ba de uno de baloncesto, es decir, el asunto tenía otro sentido, otras reglas de juego. Un equipo de fútbol no puede jugar adecuada-mente al baloncesto.

Lo que venimos llamando proyecto no era otra cosa -ni podía serlo- que las res-puestas que la ciudad aspirante daba a un amplio cuestionario. Lo he leído al menos tres veces con una mirada comprensiva y atenta. Sin embargo he encontrado una ma-yor fl uidez en un texto de Ignacio Jauregui, un cualifi cado representante de la Ofi cina, redactor del Proyecto (dossier), que publicó un artículo (2016 y la propia imagen) en el periódico de máxima difusión de la ciudad (Sur: 08.10.2010). Merece la pena tener en cuenta su análisis puesto que, entre otras co-sas, me parece un intento honrado de expli-car fi elmente las intenciones contenidas en el proyecto-cuestionario. En primer lugar, la eliminación es considerada prematura, pero no se analizan sus causas. En cierto modo, queda claro que se esperaba pasar esta pri-mera selección. En una actitud defensiva se dice aproximadamente lo siguiente: no analizaré las causas de esa eliminación pre-matura pues otros lo harán. Por tanto, en el artículo intenta expresamente dar cuenta de las cosas que se han hecho bien, entre ellas:

1. La experiencia de haber sentado

en la mesa de trabajo a más de

cien agentes culturales. Un asunto

que se considera revolucionario

en una ciudad de francotiradores.

Sin embargo, desconocemos la

naturaleza de tales agentes y su

grado de cualifi cación. ¿Qué son

exactamente lo que se denomina

agentes culturales? ¿Quienes

eran? ¿La capitalidad cultural es

un asunto de agentes culturales o

de sociedad implicada en y con la

cultura. O de ambas cosas a la vez

en un cierto equilibrio?

2. La unidad de la Administración,

que marca un camino a seguir.

Tal unidad pone en juego unas

sinergías “que van mas allá de

los límites de un concurso y ahí

queda para un futuro inmediato”

Este segundo punto me sugiere

exclusivamente una pregunta: ¿no

era ya la hora de que tal unidad

se produjera? Pero, a tenor de los

acontecimientos, dudamos que

haya ocurrido realmente. Esta idea

forma parte de los deseos (loables y

nobles) más que de la realidad.

3. El asunto (la capitalidad) ofrecía la

posibilidad de mirar Málaga de otro

modo. De ahí el lema de Málaga

ciudad infi nita. Este se ofrecía como

superación del derrotismo y de la

ciudad fragmentada. Literalmente

superar un círculo vicioso: “de la

autosatisfacción castiza al complejo

de inferioridad”. Si Málaga es “la

ciudad donde nunca se termina

nada” se trata de hacer de este

asunto virtud y yacimiento de

oportunidades Si Málaga se mira

a partir de esta y otras cualidades

descubriremos que “hay una ciudad

espléndida y memorable”. Se

concluye precisamente con la idea

de insinuar un rumbo común. Dicho

de otro modo, lo que parece decir es

que debemos fomentar la cohesión,

en el sentido de posesión de un

proyecto (social) de ciudad.

Mirar Málaga de otro modo es sugeren-te. Probablemente sea el único camino. Sin embargo, el problema es la estrategia que se deduce. Veamos, no puede ser un título que seamos “la ciudad donde nunca se termina nada”, ni cuando nos sumergimos en pro-cesos de competencia interciudades ni para ningún otro asunto. No acabar nada como

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rasgo estructural no es un valor positivo. El acabado es parte de la opción artesa-na. El acabado artesano es siempre el buen acabado. La lista de lo in-acabado en Málaga es tan larga que parece im-posible dar cuenta de sus contenidos. El periodista J. Gómez esbozó en un ámbito privado hace poco una idea feliz: tras considerar que la “mendruguez” no es patrimonio exclusivo de Málaga sino que aparece en todas las ciudades, dijo lo siguiente: “Málaga me resulta un gara-bato”. Creo que una teoría del garabato podría ser decisiva para comprender Má-laga. El garabato de un niño (infantilis-mo de los grupos dirigentes). El garaba-to producto de la desgana (Málaga como malagana, siguiendo a Rogelio López Cuenca). El garabato como lo inacabado. El garabato como lo sin-sentido.

Ignacio Jauregui, que tiene la con-dición de arquitecto, venía a comparar esta ciudad con la cerrada, dotada de un orden rígido y una estructura termina-da. En su análisis la ciudad inacabada, sin límites, excéntrica y sin el corsé de una muralla viene a oponerse a la ciu-dad acabada. De la ciudad abierta, frag-mentada, inconexa, poco jerarquizada, casi ensimismada por el buen vivir, sin identidad e in-acabada podría extraerse algo distinto. Considera que esa ciudad y sus valores (lo efímero, lo cambiante, lo inestable) “se adapta(n) mejor al mundo que viene”.

Creo que estamos ante un enfoque muy interesante pero que, en la prác-tica se ha desenfocado sin mala volun-tad. Una lectura más atenta del texto lo demuestra. No podemos ser a la vez in-acabada y acabada; cohesionada y fragmentada, ciudad producto y ciudad-marca, inadaptada y adaptada. Si somos ciudad ensimismada, que no pretende ser lo que no es, la conclusión parece bien distinta: seamos la ciudad lenta que efectivamente somos y apostemos por la ciudad cooperativa En defi nitiva, seamos

la ciudad ajena a la mercantilización de si misma. Aquella que permanece al margen de este modelo de la competen-cia interciudades. Podríamos escribirlo en la forma de seamos gama blanca y no marca líder.

El artículo me interesa porque es capaz de sintetizar mejor que el propio Proyecto una tensión poetizante, pre-sente incluso en la denominación de las líneas. Con independencia de lo proble-mático que resulta llamar ciudad del paraíso a lo que el mismo documento-cuestionario presenta como realidad físi-ca de Málaga, lo poetizante vendría a sig-nifi car justamente incluirse en la razón poética, como ampliación de la razón instrumental y simplemente calculado-ra. Convendría aquí la entrada en escena de María Zambrano. Pero el documento no consigue transmitir realmente una poética porque justamente es produci-do desde la razón calculadora y estraté-gica. Entiende una oportunidad para transformar la estructura y la dinámica económica de Málaga. La razón estra-tégica es siempre una razón bélica. Por el contrario, la razón poética no excluye sino que amplía la razón calculadora y, sin duda, en una poética del paraíso no cabe otra cosa que la ausencia de com-petitividad (aunque no hemos tenido la suerte de visitarlo parece de lo mas lógico suponer que en el paraíso no se compite, simplemente se está expuesto a la luz y se vive en la serenidad puesto que ya nada se debe esperar). Pero de todos modos la intuición poética que subyace aparece como un verdadero yacimiento de opor-tunidades para la creatividad.

Mi objetivo es analizar el documen-to desde su propia lógica teniendo en cuenta el dato real de su fracaso. ¿Qué ha ocurrido desde la lógica ciudad produc-to? El fracaso no es fruto de un error: el documento presentado es perfectamente coherente respecto de la estrategia di-señada por la planifi cación estratégica

para la ciudad. Cosa distinta es su cohe-rencia respecto de los criterios europeos, y no sólo de aquellos que tienen que ver con la capitalidad cultural. Es coherente con la planifi cación estratégica tanto en la forma como en el fondo: se ha presen-tado una opción que combina el refor-zamiento de las industrias culturales e intervenciones físicas con una fi nalidad rehabilitadora.

Por tanto, nada nuevo. Sin embargo, lo decisivo y preocupante es su probable dimensión performativa, es decir, se de-fi ne un determinado devenir para Mála-ga fundamentado exclusivamente en la salida “cultural” (turismo + industrias culturales). Este es un aspecto muy pro-blemático puesto que, con o sin capitali-dad, sus impulsores pueden tener la pre-tensión de la continuidad, apalancada en opciones estratégicas obsoletas y en mé-todos de participación muy restrictivos.

Respecto de la coherencia con Euro-pa creemos que es ambigua, escasamen-te creativa (una acumulación de eventos mas o menos espectaculares) y probable-mente poco coherente respecto de crite-rios tales como la dimensión europea (favorecer la cooperación entre agentes culturales, artistas y ciudades; resaltar la riqueza de la diversidad cultural de Europa y poner de relieve los aspectos comunes de las culturas europeas) y “la ciudad de los ciudadanos”. No se ha dado respuesta a cuestiones tales como el estímulo de la participación de los ciudadanos que viven en la ciudad y sus alrededores, despertar el interés de los ciudadanos extranjeros, ser sostenible y, formar parte del desarrollo cultural y social a largo plazo de la ciudad.

La dimensión europea acaso pudiera considerarse relativamente resuelta (la traducción). De todos modos cabe que nos preguntemos por la ausencia de po-litización de la cuestión europea (la cons-trucción de Europa) y algo mas profun-do: ¿qué habría ocurrido si la refl exión

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sobre Europa se hubiera asentado en au-tores como J. Ortega y Gasset, M. Zam-brano F. Duque, M. Cacciari o G. Steiner proporcionando materiales a la ciudada-nía y desde ahí se hubieran inventado los eventos? Un ejemplo, G. Steiner supone cinco axiomas para defi nir Europa, todos ellos más allá de la economía: el café, el paisaje a escala humana y transitable, las calles y plazas, nuestra doble ascenden-cia en dos ciudades (Atenas y Jerusalén) y nuestra idea de fi n de la historia [nues-tra permanente refl exión sobre nosotros mismos y su horizonte]. Los cafés, hoy en decadencia, eran los lugares donde el es-pacio público se hacía real. Hablar, de-batir, discutir es el logos europeo. Bus-car el sentido. Según Weber y Steiner, Europa ha sido vida espiritual y, a la luz de los hechos, hoy aparece amenazada por la burocracia gerencial y por los pro-cesos y procedimientos de homologación angloamericana7.

Sobre la ciudad y los ciudadanos, y al margen de la espinosa cuestión de la sostenibilidad, en el proyecto no hay con-tenidos reales. En primer lugar, por una confusión que arranca de la planifi ca-ción estratégica en su entendimiento de la cultura. Se mezclan industrias cultura-les y cultura. Cultura es el tejer y destejer cotidiano de la sociedad, lo ligado a la vida. Un asunto cuyos contenidos están en permanente defi nición. Pero la ciu-dad producto ignora siempre la dimen-sión cultural, ahora mas problemática debido a los efectos de la globalización acentuada, con cargas poblacionales de inmigrantes diversos.

Desde los inicios (2004) el proyecto de capitalidad se ha comportado displi-centemente respecto de la ciudadanía Lo demuestra la metodología empleada. Más aún cuando se les ha considerado al margen de la cultura superior (la alta cultura) y sospechosos por sus “prácticas culturales”. Masa o multitud la ciudada-nía sólo será convocada como espectado-

ra de eventos. A veces, como sucede con la noche de San Juan o los verdiales, son llamados a espectáculos que, en origen, eran sus propios productos. Todas estas manifestaciones pueden ser analizadas con mayor profundidad e incluso al mar-gen de sus instituciones representativas, que les proporcionan su sentido actual, para hacer emerger lo que la ciudadanía hace en ellos y con ellos.

Si se está a la par con la ciudadanía. Si se tiene la intención y la sensibilidad de estar atentos a sus ecos. Si se desea realmente una nutrición procedente de la vida misma emerge la memoria y está remitirá siempre a un antes de la especta-cularización mercantil de los hechos cul-turales. Entonces encontraremos unos nutrientes para la invención. Por tanto, la memoria hace emerger en ciertas prác-ticas culturales estacionales un lugar de aprendizaje creativo mas que un modelo para la repetición. La repetición es impo-sible puesto que ya no existe el medio (la ecología) que lo sustentaba. Estaríamos

ante un repetición arqueológica y mera-mente espectacular. Por poner un ejem-plo, un yacimiento importante y lleno de matices puede ser proporcionado por los rituales locales de la noche de San Juan. La mirada refl exiva sobre el cómo se ha-cía puede proporcionar claves para la reinvención.

La cuestión queda meridianamente clara en el documento “Málaga 2016. Candidata a capital europea de la cultu-ra” A la pregunta respecto de la partici-pación se responde aludiendo a apetito cultural de la ciudadanía. Resulta claro que de la cultura no se tiene apetito, se hace y deshace cotidianamente. El docu-mento se quiere referir a la demanda a cerca de los eventos de la alta cultura y de las industrias culturales que ocurren en la ciudad. Aunque no se proporcionen datos sobre esa demanda es cierto que ha crecido y que, para ciertas ofertas o segmentos de la misma, es importante e incluso espectacular (la música). En este caso, y se defi ne el problema se trata de

Foto: Pepe S. Ponce

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provocar el giro de ese apetito hacia “las cuestiones específi camente europeas” (pág. 41). Despertar la curiosidad sobre lo que se programe por las mesas. Una oferta que crea y despierte la curiosidad. En ningún momento una producción desde la sociedad.

De la respuesta a las tres cuestiones planteadas se deduce, el algún caso es expreso, algo curioso: la participación se dará por si misma como fruto de un me-canismo no aclarado. “Bastará con moti-varlos” de modo que espontáneamente se pondrán a participar. Lo que ya su-cede con agentes y artistas. No me cabe duda a cerca del asombro que debieron experimentar los jurados. Además este planteamiento es contradictorio respec-to un proyecto supuestamente generado de abajo a arriba, como se manifi esta en la respuesta a la pregunta 13 (pág. 52). La ciudadanía, entendida como ejercito desde la ciudad sujeto, se pondrá a andar casi a órdenes de cornetín ante la posibi-lidad de comer cultura.

A lo largo de todo este Proyecto-cuestionario o programa notamos que falta algo: la población inmigrante de origen no europeo. Uno de los retos mas decisivos de la mayoría de las ciudades europeas de alguna importancia. Esta población, cuya dimensión cuantitativa y cualitativa es importante en Málaga y en el conjunto del área metropolitana, tampoco dispone de un primer plano.

Finalizando, no es posible dar cuenta de lo que constituye exactamente el pro-grama de eventos. Y no lo hago puesto que no lo creo criticable. Es consecuen-cia necesaria de un tipo de entendi-miento de la ciudad, de su conducción y de su reestructuración. Los siete ejes temáticos8 y los contenidos propuestos

son correctos, aunque podrían ser otros. Ocurre que el documento presentado parece poco desarrollado, reiterativo y circular. Se tiene la sensación de que lo programado y proyectado carecen de ver-dad. Sin embargo, también da la impre-sión de ser coherente, como ya hemos señalado, con un modo de entender y prefi gurar el futuro. Entiendo que es justamente desde la mirada estratégica disponible que se presenta un proyecto de rehabilitación física y funcional (eco-nómica) de ciertas partes de la ciudad. Acaso, una vez pasado el corte, todo se hubiera mejorado y concretado. Desde esa óptica no era ni es posible otra cosa.

La eliminación de Málaga es uno de los episodios mas críticos por los que haya pasado la ciudad en las últimas dé-cadas. Pone en cuestión la planifi cación estratégica en sus formas y contenidos actuales; desautoriza el modelo de la ciudad sujeto y, muy especialmente, a aquellos grupos que llevan décadas diri-giendo la ciudad con idénticos plantea-mientos y con sucesivos fracasos. Por lo general, califi cados miembros de uno de esos grupos no se consideraban afecta-dos por esta derrota ni por ninguna otra. Es más, en este caso, algún representante de la Fundación Málaga ciudad cultural, unos días después del fracaso intervenía en el Foro “Málaga, ciudad de la cultura y del conocimiento” del Plan Estratégico (5.10.2010) y continuaba representan-do su papel de productor de ideas y de sentido. Como si nada hubiera pasado. Con ello queda ejemplifi cada una pos-tura habitual entre los creadores de opi-nión, técnicos y demás etcéteras. Todos se remiten a un abstracto: “la culpa es de Málaga”, “es que en Málaga nada se pue-de”, “Málaga es así” y etcétera y etcétera.

En realidad, nadie asume responsabili-dad alguna. Nadie dimite ni se considera aludido. Nadie pertenece a Málaga.

Pero este caso puede ser precisamen-te el momento para iniciar una refl exión a fondo. En primer lugar, ciertos asuntos que parecen estructurales no se pueden explicar ni apelando a la intervención de un otro enemigo; ni con la fácil ape-lación a una Málaga defi nitivamente culpable, ni, menos aún, apelando a un algo mágico que nos hace ser así y no de otro modo. Lo que ocurre en Málaga se puede desentrañar con los instrumentos normales y habituales.

En primer lugar, se constata un grado muy importante de alejamiento de la sociedad malagueña respecto del proyecto (candidatura de Málaga a la ca-pitalidad cultural europea). Este hecho era claro desde la celebración de la mani-festación de apoyo a la candidatura, que sólo consiguió reunir unas mil personas a pesar de los intentos por movilizar del Ayuntamiento. La indiferencia social ha presidido tanto el proceso como la re-cepción del resultado. Desapego.

No es fácil, ni probablemente justo ni adecuado, asignar a los políticos la responsabilidad única y última de este fracaso. Si cabe señalar que han asumido demasiados frentes, incluso mas allá de lo permisible. Nada es sin su presencia. Colonizan, ordenan y organizan todo aquello que estaba en otro orden, en otro lugar respecto de la acción partidaria. Un ejemplo que me llama la atención es la misa del alba en San Pablo (La Trinidad) donde las sillas del protocolo ocupan casi toda la Iglesia de modo que el común está en la plaza. Ha sido desalojado. De sus acciones se deduce la desmoviliza-ción social no sólo en términos políticos

La indiferencia social ha presidido tanto el proceso como la recepción del resultado.

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sino, también, respecto de proyectos de esta naturaleza.

En cierto modo, el fracaso es de una sociedad, siempre teniendo en cuenta la lógica que preside el modelo de la ciu-dad producto. Pero esta posibilidad no excluye la asunción de responsabilida-des como ética de mínimos. No persigo un planteamiento agresivo sino un lla-mamiento a la asunción de tales respon-sabilidades que permita la presencia de nuevas voces y nuevos modos de hacer las cosas. Las dimisiones pueden ser per-fectamente simbólicas y expresarse como silencios al menos durante un cierto tiempo. También dejar en suspenso las maniobras orquestales en la oscuridad propias de ciertos grupos de presión que actúan tanto a la luz como sumergidos.

La responsabilidad de la sociedad requiere también aclaraciones: es in-aceptable que algunos se consideren -o nos consideremos- individualmente al margen del común. La responsabilidad es de quienes dirigen, idean, diseñan y gestionan este proyecto u otros proyec-tos. La sociedad se desapega por una motivación lógica: este proyecto no es suyo. Aquello que no es nuestro no nos compromete.

En segundo lugar, el fracaso pone en cuestión los contenidos estratégicos que se manejan. Ya hemos aludido a ciertas cuestiones. Probablemente sean de inte-rés las siguientes: ¿tiene realmente Mála-ga las potencialidades a que se alude con tanta frecuencia? ¿En todo caso, estamos conduciendo adecuadamente los proce-sos para que estas lleguen a ser efectivas? En esa misma línea, parece conveniente tras muchos años de vigencia que nos planteáramos la posibilidad de interro-garnos sobre la idoneidad de la planifi -cación estratégica vigente y sus líneas, la capacidad de gestión (dispositivos e ins-trumentos) y la creación de instrumentos adecuados de comunicación. Málaga no será referente por el hecho simplista de

quejarse continuamente por no serlo. Como señalamos al principio, la imagen es un fenómeno de opinión pública.

Por otra parte, no deja de ser posible una planifi cación estratégica distinta y alejada de los tópicos habituales. Cuan-do se apela a otra mirada los resultados no pueden ser idénticos a los de la mi-rada habitual. Otra mirada para otra planifi cación estratégica -por llamarla de algún modo.

La ciudad colaborativa se asienta de otra manera: puede producir lo uni-versal y hablar desde lo universal (lo común a todos nosotros) y necesita del común. Nuestras respuestas son las que se derivan de la uniformidad que viene induciendo el modelo de la ciudad su-jeto. Como se ha señalado, lo uniforme no pertenece a la razón sino a la produc-ción. No deriva de una necesidad sino de una comodidad que permite producir en cadena. Su único mérito reside en elevar los rendimientos y en acrecentar la senci-llez de la fabricación. La única racionali-dad que cabe atribuir a la uniformidad que nos invade es principalmente econó-mica y de gestión; descansa en la imita-ción y, en cualquier caso, no pertenece -a diferencia de lo universal- al orden de la lógica o lo prescriptivo (Jullien, F., 2008: 32)9. Nuestro documento y nues-tras respuestas se asientan en los dicta-dos de la uniformidad. Lo fácil domina sobre lo complejo. ¿Si se ha convocado a artistas, expertos y agentes no sería oportuno ahora un trabajo dirigido a la sociedad, al común? No es más oportu-no un conocimiento y una participación directa desde el común que una simple afi rmación, como mínimo incierta, de que la ciudad ha expresado el deseo de ser tal o cual cosa.

Abrir en un futuro cualquier proyec-to a la sociedad (al común) no pone en cuestión las distintas manifestaciones artísticas, sus agentes e instituciones. No se opone a la “alta cultura”. Entre

otras cosas supondría un cierto cinismo de quien esto escribe. La alta cultura, los productos de los artistas también forman parte de la sociedad. Cosas dis-tintas son las industrias culturales enten-didas como imperativo e introducidas en esta temática expresa. Es posible pensar que, al actuar como si el común pudiera proporcionar algo desde su diversidad, ya casi infi nita, ganemos profundidad y “hondura”. Desde lo común estamos en “lo jondo”, aunque cueste mayores esfuerzos y requiere un modelo gerencial distinto.

Se trata de crear bases (suelos y at-mósfera) para el hacer. Exactamente lo contrario de crearlas para el simple ver lo que hacen otros. Un proyecto así requiere tiempo y extensión en la tra-ma urbana, en los barrios y en la propia área metropolitana de sistema de nuevos equipamientos y espacios públicos no tematizados. El proyecto ha olvidado la multipolicentralidad, el contenido real del territorio metropolitano y otros múl-tiples aspectos territoriales y urbanos.

Al decir todo esto no se elude la posi-bilidad de estar en el error y que este tipo de asuntos sólo se pueden resolver desde los criterios actuales. Que existe una úni-ca vía. No cabe excluir esta posibilidad. Sin embargo, esta posición es justamen-te la que supone un reto.

Finalmente, tras la eliminación de la candidatura de Málaga, hemos dedu-cido, ya en el segundo foro del Ateneo, que nos domina un desconocimiento serio de lo que sea la sociedad malague-ña. Se trataría de profundizar mas allá del entendimiento o consideración de la ciudad como habitada por una sociedad homogénea. Sería oportuno desagregar esas diversas identidades y, a la vez, pre-guntarnos sobre la posibilidad de dar cuenta en Málaga de algo parecido a la cohesión social. En caso contrario, po-dríamos explicarlo a partir de la idea de una ciudad desvertebrada, fragmentada,

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compartimentada y opaca. En ella, las partes no se conocen ni comunican. Sin embargo, estos rasgos se perciben en to-das las ciudades. No serían exactamente propios de Málaga, aunque pudieran darse con una intensidad mayor y acaso como una herencia (los efectos de las dos Málagas), por la persistencia aparente-mente aminorada, de la sociedad de cla-ses y por el alto porcentaje de población no nacida en la ciudad. No lo sé.

La “Carta de Leipzig sobre Ciudades Europeas Sostenibles” (02.05.2007), último documento signifi cativo de la UE sobre las ciudades, insiste en con-siderar como problema central el de la cohesión social de nuestras ciudades y apremia en la aplicación de los enfoques relacionados con la política integrada de desarrollo urbano. Precisamente se trata de recuperar lo obsoleto, rehabilitar su patrimonio inmobiliario y mejorar las condiciones ambientales y la calidad del hábitat social. Dar cuenta y mejorar lo que ya está (es).

Se trata de “crear moradas (dwe-lling)” ha dicho alguien. Pudiera ocurrir que la ciudad esté llena de futuro y sim-plemente no nos demos cuenta. Punto cero: dar la voz y volver a empezar. Fiar-se de una sociedad que en este asunto no ha fracasado.

(1) Véase, Dachevsky, M., 2.001: Urban Zapping. Ciudades, productos y marcas, edi-ciones Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona. Este libro fue la primera aproxi-mación global española al tema de la ciudad como producto. De ahí su importancia pero, también sus límites. En principio es un tra-bajo dual, mal enfocado y muy confuso por lo que se refi ere al análisis de las tendencias actuales del sistema urbano mundial y, por el contrario, bastante más refl exivo y atinado en los contenidos técnicos específi cos referi-dos a la necesidad, posibilidades y límites de la opción ciudad producto y su vinculación con el mercado. Con posterioridad la biblio-grafía se ha ampliado sustancialmente.(2) España fue pionera europea en la incor-poración de la planifi cación estratégica y, por su parte, las ciudades de Andalucía han sido muy activas en su formalización, estando

representadas en las llamadas primera y segunda generación de planes estratégicos. Sus basamentos proceden de la planifi cación estratégica empresarial que, a su vez, se fundamentó en las técnicas de la estrate-gia militar. La planifi cación estratégica fue introducida en España en los años ochenta por la ciudad de Barcelona con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos. Surgió entonces la primera generación de planes estratégicos urbanos: Bilbao metropolitano, Madrid y las ciudades andaluzas de Jerez y Cádiz. El contexto de estos planes se relacio-na con la situación de expansión y euforia existente antes de 1.992, de modo que se comportaban con un enfoque marcadamente “desarrollista” vinculado a la atracción de recursos externos. Se les ha califi cado como metodológicamente vacilantes en el uso de las herramientas de análisis estratégico (Fernández Güell, J.M., 1.997: 11) y, muchas veces, sus logros han quedado reducidos a la simple creación de una imagen corporativa de la ciudad. La segunda generación nació en un contexto diferente, caracterizado por la recesión económica posterior a 1.992, y se entiende más en relación con un intento por precisar las condiciones internas de las ciudades y sus posibilidades de competi-tividad a partir de su potencial endógeno. En esta segunda generación sobresalen los planes de Murcia y Valencia y la revisión del Plan Estratégico de Barcelona. Por lo que respecta a las ciudades de Andalucía, destacan los planes estratégicos de Córdoba y Málaga. En su mayoría, aunque con alguna que otra excepción en Andalucía, se intentó aplicar un mayor rigor técnico y una mejor coordinación con el resto de las formas de planifi cación. (3) No es posible detallar aquí con el rigor oportuno la descripción del proceso de for-mación de un plan estratégico y de los instru-mentos aplicados, en su momento muy no-vedosos, en la planifi cación de las ciudades. Podemos sintetizar sólo algunos elementos relevantes: la presencia de agentes sociales a través de sus representantes y representa-ciones y de expertos sectoriales. Este proceso se conduce y produce mediante técnicas sistémicas e incorpora un entendimiento de la ciudad capaz de dar cuenta de factores internos y externos que la condicionan, y de sus entrecruzamientos y, por último, es signifi cativa la utilización del método Delphi y del DAFO como síntesis analítica. (4) La cronología de este proceso abarca en lo fundamental desde enero de 2004 a marzo de 2010. Por tanto, no se puede aceptar que no se haya contado con tiempo sufi ciente.(5) Las denominaciones, temáticas y los contenidos de las mesas son expresivas de un sesgo desde el inicio del proceso: arquitectura y urbanismo, artes plásticas, artes escénicas, letras, música, cine y creación audiovisual y tendencias emergentes. Estas mesas a las que son convocados “sectores de la cultura

malagueña” defi nen el camino y los conte-nidos. Prefi guran el resultado y el modelo de participación y causan la indiferencia social e, incluso, por de “sectores” y grupos signi-fi cativos de la llamada cultura malagueña (todos los que no han sido convocados o no se han sentido convocados).(6) Ambas dimensiones se establecen expre-samente en la Decisión nº 1622/2006/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 24 de octubre de 2006 por la que se establece una acción comunitaria en favor de la manifesta-ción “Capital Europea de la Cultura” para los años 2007 a 2009.(7) Sobre las cuestiones y autores aludidos véanse: AA.VV., 2007: Buscando imágenes para Europa, Circulo de Bellas Artes, Madrid; Cacciari, M., 2.007: Europa o la Filosofía, A Machado libros, Madrid; Steiner, G., 2005: La idea de Europa. Ediciones Siruela, Madrid y Zambrano, M., 1988 (1949): La agonía de Europa, editorial Mondadori, Madrid.(8) Ciudad del Paraíso, Ciudad Jonda, Edifi cando jardines, Tradición de futuro, El peligro de la libertad, El Deseo atrapado por la cola y Ciudad prodigiosa.(9) Véase, Jullien, F., 2010 (2008): De lo universal, de lo uniforme, de lo común, y del diálogo entre las culturas, ediciones Siruela, Madrid.

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Foto: Pepe S. Ponce

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Pepe Ponce

Foto: Pepe S. Ponce

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Alguien que mira tiene detrás, en la memoria, un archivo infi nito de imáge-nes y gestos.

Mirar es detenerse. Mirar es contem-plar el mundo y contemplarse.

Alguien que se detiene atrapa una instantánea de la vida y se la roba al tiem-po. El tiempo pasa siempre sin descan-sar un poco.

Alguien quiere pararlo, decirle; un momento, quieto, por favor, no se mue-va, quédese ahí... Se lo dice mirándolo a la cara, abiertamente, como si tuviera miedo, como si enfrentarse a la inmen-sidad de los siglos no le diera pavor, sin que le tiemble el pulso.

Y, entonces, va y le dispara.Alguien aprieta, entornando hábil-

mente los ojos, un vestigio que apunta al

centro de la luz. Es un tiro certero que, a través del aire, busca en el aire lo exacto de un dibujo; y, de este modo, recorre su perfi l, determina su enfoque, calcula la distancia y rellena, punto a punto, los colores del mundo para transformar la realidad soñada.

Quien hace esto se llama Pepe Ponce.No sé ni cuándo ni cómo decidió

convertirse en el cronista mayor de lo imperecedero. No sé tampoco de dón-de saca tiempo para poderle al tiempo y guardarlo en su colección privada, una especie de almacén de historias con imá-genes de artistas y soñadores, políticos y taciturnos, jóvenes y ancianos, médicos y arquitectos, niños y animales, calles, des-perdicios, fi estas, monumentos, desarro-llo y miseria; en fi n, una nutrida y variada

intención poética de lo contemporáneo.Hace mucho que se dijo que vivir

es mirar y sentir lo mirado. Que lo mi-rado es sueño. Que los sueños detienen el paso de los días. Que apenas son dos días.

Así, que cogió su moto. Cogió una cámara. Se hizo con el don de la ubicui-dad para poder estar en todas partes, y no hubo escena, suceso, acontecimiento, acto, personaje o criatura de este mundo (o del otro) que escapara a su acoso.

Antonio Abad

El ojo, el objetivo y el objeto. En la estética de Pepe Ponce

Partió de una lejana estrella, un ci-goto afi lado, viajó a la velocidad de la luz, que le era inherente. Cuando llegó aquí dijo que alguien lo había llamado. No vino solo, siempre viaja acompaña-do de otros incandescentes desnudos, infi nitésimas partículas que se reparten la naranja entera y cada manzana (fruta, inmueble, tentación).

El invocante de esta trama llegó ¡hace tantos años! motorizado y con su cacharrería; ahora se desplaza en ciber-nave, que también emite rayos median-te un artilugio que conduce desde su pensamiento.

El nuevo cazador ya no aguarda a la presa, la inventa. Toma la generatriz de la intemperie y la somete a un doblez tras otro como un ferrallista de mil rayos.

Así vemos que de un balcón nace un acorazado, de un paraguas la capilla six-tina y de la catedral cien mil canoas esca-pando por el terraplén.

Esta esoterapia urbana es cada vez más intensa, -lo que nos parecía impo-sible-, e inunda los más apacibles cere-moniales de la circunspección: cunde, quiero decir; no es gratuito: ya todos em-pezamos a mirar de otra manera.

Antes pensábamos que su raro com-portamiento era el síntoma de una dia-blura estacional, pero ya estamos con-vencidos de sus maneras: no es un res-friado, es una plaga, una pandemia que ventila los espacios y nos hace ver acan-tilados en la ciudad, laberintos en las ra-mas, las nubes afanadas en caleidoscópi-cas copulaciones con enanos rascacielos

alterando nuestra carraspera mental: un expectorante que nubla o despeja sin sa-ber cómo la otra cara de los complejos.

juan ceyles domínguez

“El rayo que no cesa”. Última obra de Pepe Sánchez Ponce en Gravura

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Encuentro con la Junta Directivay conferencia del Presidente de la Junta de Andalucía

El día 6 de octubre el Presidente de la Junta de Andalucía José Antonio Griñán inauguró el curso Ateneo 2010-2011. En un encuentro previo con la Junta Directiva, el presidente mostró su

interés por conocer la actividad ateneísta de nuestra asociación. Un recorrido por las distintas dependencias (salas exposi-tivas, biblioteca, futura aula Picasso, sala de juntas, galería de artistas plásticos malagueños…), fi nalizó en el salón de actos repleto de público para oír la inte-resante conferencia sobre el contexto glo-

bal de la crisis económica y las posibles soluciones desde una perspectiva socia-lista. Con el título 'Nuevo contrato so-cial para el siglo XXI' defendió el valor de la política en un mundo situado en un “encrucijada histórica, cuya única salida es la creación de un nuevo modelo social que supere al actual por no responder a

Diego Rodríguez VargasPresidente del Ateneo de Málaga

El Presidente José A. Griñán inaugura el Curso 2010/2011

Ateneo de Málaga

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las necesidades de nuestro tiempo”. «La crisis nos ha pillado desnudos y sin ca-pacidad de reacción» -aseguró- argumen-tando que esta incapacidad se ha produ-cido por la falta de políticas adecuadas que intervengan en la economía, en clara alusión al neoliberalismo. “El modelo actual –afi rmó- está superado por nuevas realidades como la amenaza del cambio climático, la dependencia energética, el envejecimiento de la población, la globa-lización de la delincuencia y el terroris-mo, la falta de interés y de compromiso político de los ciudadanos”.

Las soluciones a esta preocupante situación deben articularse en las refor-mas laborales y de las políticas activas de empleo, en el uso responsable de las prestaciones sociales, en la Alianza de Civilizaciones y en la necesidad de una Europa más fuerte con una política eco-nómica común –defendió con fi rmeza.

Intervención del Presidente del Ateneo

Después del saludo protocolario a las autoridades, personas relevantes de la cultura y público en general, extraigo al-gunos párrafos de mi intervención, pre-via a la presentación del conferenciante a cargo de María Gámez, Delegada de Gobierno de la Junta de Andalucía.

Señor presidente: Está usted, hoy, en un sugerente espacio, síntesis de los momentos claves de la historia de Mála-ga desde el siglo XVI: Noviciado de los jesuitas, Consulado del Mar, Escuela Náutica, Escuela de Bellas Artes, Museo Provincial de Bellas Artes, Escuela de Magisterio Femenina, Escuela de Artes y Ofi cios Artísticos y, hoy, Ateneo de Mála-ga, nacido del debate, la crítica y el anhe-lo de democracia, precisamente en este

salón de actos hace cuarenta y dos años, cuando la libertad era todavía un sueño.

Pero no hay democracia sin cultura. Y no hay cultura sin políticas culturales que cohesionen la sociedad y preparen a los individuos para aplicar a la vida los conocimientos con sentido crítico. La cultura debe entenderse como ideal humanista, instrumento de progreso y de cohesión social en una ciudad con demasiadas debilidades, pero al mismo tiempo con grandes fortalezas que nos han permitido soñar con ser capital de la cultura en 2016.

No ha podido ser, pero las expecta-tivas creadas en los ciudadanos, obligan a las instituciones públicas a continuar con la obra inacabada. Con autocrítica, con responsabilidad y convencimien-to de que Málaga tiene el derecho y la obligación de ser una gran ciudad cul-tural. El Ateneo ha estado presente en el proyecto y seguirá ofreciendo nuestra historia y nuestro patrimonio. Somos una institución dinámica, participativa e independiente, hoy un punto de referen-cia en la cultura de nuestra ciudad, de la provincia y de las ciudades del norte de Marruecos en las que desarrollamos un programa europeo de cooperación adju-dicado por el Ayuntamiento de Málaga a nuestra asociación.

En este inicio de curso, el centena-rio de Miguel Hernández será motivo de homenaje. Exposiciones del “Relevo generacional de los artistas del Ateneo”, “Missmálagass: propuestas y respues-tas en una ciudad para todos”, “Año Chicano 2011”, legado de Bartolomé Ros desde la guerra de Marruecos hasta la dictadura de Primo de Rivera, “160 años de la Academia San Telmo”, “Fo-tógrafos por el mundo”… Mesas redon-

das sobre educación fi nanciera, diálogos con escritores contemporáneos, políticas culturales de Málaga, nuevas Investiga-ciones sobre el fl amenco, la jábega como patrimonio cultural… Ciclos de música clásica y jazz, sugerentes obras de teatro crítico, cortos y documentales de auto-res malagueños, cine social, homenaje a Luis García Berlanga, “El cine mira a la izquierda”…. Conferencias de Historia Contemporánea de España (homenaje al historiador Juan Antonio Lacomba); cultura alimentaria, consumo y salud; el pensamiento de Erasmo de Rotterdam... son algunas de las actividades aproba-das por la Junta Directiva para el curso 2010-2011.

Querido presidente: necesitamos administraciones públicas que apuesten decididamente por la cultura, creando las condiciones para el acceso universal a sus diferentes manifestaciones, tam-bién contempladas como generadoras de empleo. En materia de Cultura, como en Salud y Educación, los gobernantes deben de ir más allá del momento, de la visión de corto alcance, e incluso de las insufi ciencias económicas que ahora nos limitan.

El diálogo debe ser la fórmula para crear proyectos participativos que hagan identifi carse a la ciudadanía con su ciu-dad, desde el centro a la periferia, desde la Universidad a la escuela, desde las asociaciones a los misántropos, desde las raíces antropológicas a la moderni-dad. Esta es la base de la democracia: la conversión de lo posible en real, la trans-formación de lo quimérico en realizable, entendiendo la política como servicio desinteresado y útil a los ciudadanos.

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La dieta mediterránea es un conjunto de competencias, conocimientos, prácticas y tradiciones relacionadas con la alimenta-ción humana, que van desde la tierra a la mesa, abarcando los cultivos, las cosechas y la pesca, así como la conservación, trans-formación y preparación de los alimentos y, en particular, el consumo de éstos. En el modelo nutricional de esta dieta, que ha per-manecido constante a través del tiempo y del espacio, los ingredientes principales son el aceite de oliva, los cereales, las frutas y ver-duras frescas o secas, una proporción mode-rada de carne, pescado y productos lácteos, y abundantes condimentos y especias, cuyo consumo en la mesa se acompaña de vino o infusiones, respetando siempre las creencias de cada comunidad. La dieta mediterránea –cuyo nombre viene de la palabra griega diai-ta, que quiere decir modo de vida– no com-prende solamente la alimentación, ya que es un elemento cultural que propicia la interac-ción social, habida cuenta de que las comi-das en común son una piedra angular de las costumbres sociales y de la celebración de acontecimientos festivos. La dieta mediterrá-nea ha originado además un conjunto consi-derable de conocimientos, cantos, refranes, relatos y leyendas. Asimismo, está arraigada en una actitud de respeto hacia la tierra y la biodiversidad y garantiza la conservación y el desarrollo de actividades tradicionales y artesanales vinculadas a la agricultura y la pesca en muchas comunidades de países del Mediterráneo, como Soria en España, Ko-roni en Grecia, Cilento en Italia y Xauén en Marruecos. Las mujeres desempeñan un pa-pel fundamental tanto en la transmisión de prácticas y conocimientos específi cos sobre rituales, gestos y celebraciones tradicionales, como en la salvaguardia de técnicas.

La dieta mediterranea, Patrimonio cultu-ral inmaterial de la humanidad

FELICITEMOSNOS TODOS. Los es-tilos de vida y alimentación mediterráneos, incluyendo los modos tradicionales de rela-ción de nuestras sociedades con la natura-leza, han sido reconocidos por la UNESCO como bien cultural universal, patrimonio de toda la humanidad. Tal reconocimiento acentúa la necesidad de preservar y difundir esta ancestral sabiduría en el mundo de hoy, garantizando también su transmisión a las generaciones futuras.

La dieta Mediterránea es un bien inma-terial pero no un mero concepto abstracto. En Málaga la dieta mediterránea es nuestra cultura alimentaria y su defensa es hacer lo que venimos haciendo juntos sectores cada vez más amplios de la ciudadanía y la ad-ministración pública, pero ahora con más razones, más perspectivas y más proyección, y por eso con mayor decisión, más ahínco y más recursos públicos y privados.

LA CARTA MALACITANA ESTÁ DE ENHORABUENA. La dimensión universal de las convicciones y los planteamientos que sostenemos es ahora evidente. Málaga esta llamada a ser una referencia destacada de la mediterraneidad. Es uno de los ejes del fu-turo colectivo de esta tierra. En ello estamos.

La dieta mediterránea

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Adormidera (detalle). Foto: Ana Retamero

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Amanecer. Foto: Ana Retamero

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Pasados ya los días del naufragio de la capitalidad cultural, a los que esta revista dedicó su número doce al completo, y en puertas de la descomunal descarga de ki-lovatios con la que nos anuncian la llegada de la Navidad, asistimos al desembarco de nuevas páginas escritas desde el Ateneo de Málaga. Al hilo del empeño renovador que exhiben sus responsables, vimos como los hacedores de la programación mensual escogieron septiembre para estrenar nue-va imagen, nuevos soportes gráfi cos así como nuevos gestos y propósitos editoria-les con la edición del ANS Magazine cuyo director, Juan Ceyles Domínguez anda buscando adecuar los ritos emocionales al sueño que nos sugieren las galaxias.

Las mismas galaxias que lloraron la muerte de América Lasanta nada más em-pezar septiembre, una muerte que deja a nuestra provincia sin las luces de una mu-jer comprometida con la cultura y tenaz lu-chadora por la vida. América, era una gadi-tana que siempre se sintió de Ronda. Con-cejala del Ayuntamiento de Fuengirola, de-sarrolló allí una intensa actividad política y cultural. Responsable de los espacios de la música del Ateneo de Málaga, el ciclo que ella iniciara hace años pasará a denominar-se, a partir de diciembre, Ciclo de Música América Lasanta cuya coordinación estará a cargo del que fue su compañero de direc-tiva y amigo Prudencio Rodríguez Verga-ra, actual secretario de la institución.

Miguel Ramos Morente

Las negritas del Ateneo

Las negritas del Ateneo

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Apertura del nuevo curso.El inicio del nuevo curso, el seis de

octubre, convocó en la sede del Ateneo a socios y público en general. La confe-rencia inaugural impartida por el pre-sidente de la Junta de Andalucía José Antonio Griñan concitó la presencia, en el número dos de la calle Compañía, de numerosos socios, autoridades locales, provinciales, autonómicas, periodistas, curiosos ocasionales y fi jos, habituales de la bulla. La intervención del presidente Griñan fue defi nida por muchos de ma-gistral, tanto por las maneras esgrimidas en su desarrollo como por el rigor con el que abordó todas y cada una de las ini-ciativas planteadas. Difícil sustraerse a la brillantez de quien dibujó un mapa de realidades extraño al maquillaje y a la demagogia. Allí estuvieron la mollinata Lola Fernández, de temprana y soste-nida vocación lectora, viceconsejera de cultura, que en esos días se encontraba leyendo los Cuentos completos de Juan Carlos Onetti, editados por Alfaguara, María Gámez, delegada del gobierno de la Junta de Andalucía que leía a Felipe Gonzalez y Mi idea de Europa, Anto-nio Morales Lázaro, el buen lector que dibujó días maravillosos a su paso por

la presidencia del Ateneo malagueño y que ahora relee a Eduardo Mendoza, antes de ser el planeta último, y su libro La ciudad de los prodigios. El padre de Mendoza fue secretario de la fi scalía de Barcelona en los años en los que el hoy fi scal jefe de Málaga ocupó plaza en la misma. El también mollinato Miguel Ángel Heredia, hace doblete con el pen-samiento político y la ciencia. Algo va mal y Ladrón de cerebros son los títulos que lleva puestos el secretario general de los socialistas malagueños y de los que Tony Yudt y Pere Estupinyá, sus autores. El primero editado por Taurus Pensamiento es, en palabras de Antonio Muñoz Molina, una declaración de prin-cipios progresistas, una vindicación de la legitimidad de lo público y de lo universal como valores de la izquierda. El segundo, publicado por Debate y prologado por Eduard Punsent, es el primer libro de Estupinyá, un bioquímico catalán ena-morado de la ciencia en todas sus expre-siones. Diego Rodríguez Vargas, presi-dente del Ateneo, apasionado lector de la fi gura de Carlos V, relee Los maestros de la República de la veterana periodista María Antonia Iglesias. Francisco Co-nejo, responsable de comunicación de la

ejecutiva socialista andaluza a punto de alcanzar el ecuador de la novela de Car-los Ruiz Zafón, La sombra del viento. El delegado de Empleo, Juan Carlos Lo-meña, cuyo asiento reservado no llegaría a ocupar esa tarde por mor de la picadura de una avispa que fue a clavar su aguijón en el fi lo mismo de su ojo izquierdo, lo que le apartó por unos días de la lectura de Las partículas elementales del escritor y ensayista francés Michel Houellebecq. Nuestro ilustrado ateneísta, Fernando Arcas, tiene sobre su mesilla de noche el volumen que editó Península en 2006 sobre la biografía de Negrín escrita por Enrique Moradiellos. La fi gura más difamada de la España del siglo XX en-cuentra en este autor un documentado y riguroso contrapunto que sitúa al reputa-do científi co, investigador médico y jefe de gobierno socialista en el solar de los hombres reconocidos y respetados. La diputada de Cultura de la Diputación de Málaga, Susana Radío, recorre el te-rror frenético que encierran las brillantes páginas de Ensayo sobre la ceguera, del nóbel portugués José Saramago y en medio de todos, Andrés Silva García, alma noble del Ateneo malagueño y coor-dinador de sus actividades, que volvió su

Arrastrada por las olas. Foto: Ana Retamero

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mirada lectora hacia la póstuma, inteli-gentísima y disparatada novela de John Kennedy Toole La conjura de los necios.

Alrededor de las actividades que con motivo del Día Internacional de la Arqui-tectura organizó el Colectivo MissMá-lagass, tuvo lugar, el cinco de octubre, el “Recorrido urbano - recorrido humano una ciudad para todos”, una actividad en la calle, que trata de experimentar las difi cultades o facilidades con las que se encuentran a diario muchos ciudadanos de Málaga con problemas de visión, au-dición, minusvalías físicas, edad avanza-da y familias con niños pequeños y en la que participan estudiantes de cuarto de ESO dentro de la asignatura “proyecto integrado”. Antes quedó abierta la expo-sición Abanderando la ciudad, respuestas y propuestas sobre diferentes planos de la ciudad de Málaga. Colaboran en el desa-rrollo de estas actividades los colegios Ave María de Huelin y San Estanislao de Kots-chka de El Palo, la ONCE, el Departa-mento de accesibilidad del Ayuntamien-to de Málaga, y la Sociedad Federada de Personas Sordas de Málaga. La coordina-ción fue de María Isabel Roldán Cruz, vicepresidenta de asuntos jurídicos.

MissMálagass lo componen Fran-

cisco Orescini, Elena García Crespo, Angela González Fernández, Reme-dios López Álvarez, Patricia Martín Gálvez, Borja Peñalosa Bejarano, Chistophe Poupland; Manuel José Ro-dríguez Ruiz y María Vargas García.

El psicoánalisis, esta vez de la mano de uno de sus más reconocidos y polémi-cos exponentes, Jacques Lacan ocupó la sala Muñoz Degrain durante dos jueves seguidos. Con Refl exiones desde Jacques Lacan, se impartió el curso titulado Los goces del cuerpo... de lo humano y lo di-vino, en el que Hugo Monteverde habló de ¿Por qué un “más allá” en lo psiquico? y Emilio Marmol de El goce llamado fálico.

De Lacan y sus conjeturas trata Ma-nuel Montalbán Peregrín en su libro Comunidad e inconsciente. El psicoaná-lisis ante el hecho social (Miguel Gómez Ediciones). Montalbán, “un psicoaná-lista español, intelectual y escritor que se encuentra en la avanzada de ese mo-vimiento contemporáneo de la orienta-ción lacaniana” en palabras de Jorge Alemán, expone las claves de una lectura psicoanálítica del hecho social a partir de la operación de Lacan de retorno al sentido de Freud, “una senda original de

aproximación que desestabiliza las clá-sicas preguntas metáfi sicas y las disco-tomías carácteristicas de la modernidad sobre el individuo y la sociedad y predice igualmente algunos de los malestares de más candente actualidad: universalismo, extensión de nuevos síntomas, difi cul-tad de pensar la diferencia, aparición de nuevas formas de segregación, estallido de los vínculos sociales, etcétera y que La-can no duda en implicar lógicamente en su conjetura del Discurso Capitalista”.

Los libros. El Nobel de Literatura encontró, el

ocho de octubre pasado a Mario Vargas Llosa, esperando la salida de su última novela, El sueño del celta, publicada por Alfagura. Asaltado por el estruendo de los focos y el fuego de todas las alegrías, entre el coro de elogiantes que derramó sus elogios sobre el escribidor peruano, los hubo brillantes, sólidos, solventes, sentidos y pegajosos pero nada que lo-grara enturbiar la poderosa grandeza de su escritura. La justa concesión del galardón sueco desató una auténtica nobelmanía que el polémico autor de La Casa Verde y La Fiesta del Chivo ha llevado con extrema y exquisita elegancia.

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Sus derivas thatcherianas volvieron a ser esgrimidas por aquellos que no dejan de insistir, erre que erre, en aquello de que respetan al escritor al tiempo que despotrican contra el derechista neolibe-ral que, afi rman, lleva dentro. Fernando Savater y Javier Cercas escribieron sobre esto último. Mientras tanto, en el Ateneo de Málaga el amor y el jubilo por los li-bros sigue su constante empeño pero adentrándose en senderos muy distintos. Así, Los diálogos entre escritores contem-poráneos que organiza Francisco Mora-les Lomas se ocuparon de la narrativa de Rafael Ballesteros, 16º Premio An-dalucía de la Crítica y el poeta Ignacio Caparrós presentó su nuevo libro Titúla-me en un acto introducido por Antonio Garrido Moraga. La vocal de poesía del Ateneo, Inés María Guzmán, tras pre-sentar Aguamarina libro de poemas de Mª Jesús Fuentes, coordinó la presen-tación del libro Como el paso del tiempo hizo al olivo (100 sonetos y un romance). Su autor Enrique Alot Montes fue pre-sentado por Manuel Salinas, que con-tó con la intervención de Juan Miguel González y al que pusieron música Auxi Torreblanca y Juan Gómez. El Centro Andaluz de las Letras acogió esta activi-dad organizada por el Ateneo.

En estas, el XIV Premio Internacional de Poesía Antonio Machado le era conce-dido a Rosa Romajaro por su poemario Cuando los pájaros y el Premio de Novela Café de Gijón 2010 recaía en Antonio Montes (Montejaque, 1980) por su obra El grito y el 8 de octubre María Vic-

toria Atencia recibía el VII Premio Inter-nacional de Poesia Ciudad de Granada “Federico García Lorca”. Málaga en el universo de la cultura.

El centenario del nacimiento del poe-ta de Orihuela, Miguel Hernández, nos ha traído numerosas actividades sobre su vida y su obra, entre ellas cobra luz espe-cial el libro No sabe andar despacio. Jóve-nes poetas sobre Miguel Hernández, que coordinado por Jesús Aguado y editado por el Centro de Ediciones de la Diputa-ción de Málaga, se presentó en el salón de actos del Ateneo el 29 de octubre. Un libro que abre el propio Jesús Aguado y que cierra David Leo García, en medio una docena de jóvenes poetas, todos ellos con una sólida trayectoria literaria, que dirigen distintas y hasta encontradas miradas sobre el autor de Perito en Lunas y víctima atroz del infame exterminio de-cretado por los vencedores de la guerra civil española. En el prólogo nos encon-tramos con las palabras de Felix Martín y Carro que comienza recordando “esa gran afi rmación de la ausencia que es el arte no leído”.

Momentos antes tuvo lugar el Ho-menaje a Miguel Hernández en su Cen-tenario que arrancó con una conferencia de Francisco Morales Lomas, vocal de Literatura del Ateneo que junto a su co-lega de Poesía organizaron el acto que prosiguió con una lectura de poemas a cargo de Antonio García Velasco, Francisco Ruiz Noguera, Inés María Guzmán, José Sarria y Carmen Guz-mán. El cantautor malagueño Manolo

Guirado pusó voz y música a un puñado de versos, hechos canciones, del creador de Vientos del Pueblo, que dibujaron el fi nal del acto.

Tres noches de Alborán es el titulo del libro de Francisco Ojeda Villarejo presentado por la profesora titular de ar-queología de la universidad malagueña, Pilar Corrales Aguilas en un acto orga-nizado por María Victoria Navarro Rive-ra, vocal de la junta directiva del Ateneo. También fue presentada La última gota. La novela del Caso Malaya (Editorial Parentesis) de Juan Cano y Héctor Bar-botta, presentados a su vez por el ahora fi scal jefe Antonio Morales Lazaro. La novela repasa, página sobre página, el documentado novelón del mayor caso de corrupción de la historia reciente. Los periodistas del diario Sur desgranaron las claves de su investigaciones en un acto donde se encontraban algunos de los testigos directos de aquel entonces como José Gutierrez Valenzuela ex co-misario provincial o el presidente de la gestora marbellí Diego Martín Reyes. Presentes también y participando, se en-contraban el presidente del Ateneo, Die-go Rodríguez Vargas y el editor del libro Antonio Ribero. La autora de Corazón canta, Lola Calderón, leyó poemas de su libro en un acto organizado por la vocalía de poesía y presentado por la periodista y locutora de Radio Nacional de España, Mª Pilar García Beades.

El centenario del nacimiento del poeta de Orihuela, Miguel Hernández, nos ha traído numerosas actividades sobre su vida y su obra.

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Las conferencias.El I Ciclo de Conferencias Erasmia-

nas comenzó el miércoles veintidós de septiembre en el salón de actos con la presencia del doctor Quintín Calle Carabias, presidente de la Sociedad Erasmiana de Málaga, organizadora del mismo y que disertó sobre Erasmo de Rotterdam, aquel hombre de nuestro tiempo. Otro presidente, éste de la Aso-ciación Ruedas redondas, Alonso Gon-zález Alonso, conferenció sobre Ciclotu-rismo: otra forma de viajar, presentando los viajes en bicicleta que los miembros de dicha asociación han realizado du-rante el verano por todo el mundo. Otro presidente más, Manuel Maeso Grana-da, de la Carta Malacitana, derramó de nuevo, sus sabrosos conocimientos de cultura alimentaria sobre los Parajes y paisajes gastronómicos de Málaga, titu-lo de la Conferencia-coloquio de la que

fue ponente el también presidente, en su caso de la muy centenaria Diputación de Málaga, Salvador Pendón Muñoz, que se adentró en los mentados parajes y paisajes acompañado por la coordi-nada moderación de Manuel Sánchez Vicioso. Otra conferencia, la impartida por Manuel Santos, trató sobre La crisis de la función de registro en la fotografía contemporánea donde se analizó el decli-ve de dicha función documental debido a la aparición de las nuevas tecnologías de la imagen y las comunicaciones, el incremento de las censuras y las limita-ciones. El arquitecto Ángel Asenjo llegó al Ateneo para hablar de El lenguaje de la arquitectura actual, comenzando por “los orígenes del Movimiento Moderno, a mediados del siglo XIX, hasta la pro-funda crisis sufrida por el mismo en la segunda mitad del siglo XX, entre los años 60 y 70, lo que dio lugar a los movi-

mientos posmoderno y tardomoderno de la arquitectura”, todo un desafío del que salió mucho más que airoso, pese a las complejidades y escaso tiempo disponi-ble para su desarrollo. Otra conferencia, esta audiovisual, fue la protagonizada por El Archivo Temboury, cuyas claves y potencialidades desgranó desde el co-nocimiento de sus contenidos, Manuel Molina, cualifi cado y veterano profesio-nal de la Biblioteca Cánovas del Castillo de la Diputación de Málaga. Presentó Pepe Ponce.

El IV Curso sobre Literatura y Sa-lud Mental abordó, La Literatura, Salud Mental y Gerontología Educativa: aspec-tos generales, en el marco de una confe-rencia-coloquio impartida por la escrito-ra y Catedrática de Psicología y Pedago-gía, Martina Martínez Tuya. En medio de una serena multitud, el profesor David Hope desarrolló otra conferencia

Helecho. Foto: Ana Retamero

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sobre Aprender a meditar, organizada por la Asociación Shambhala. Todo un acon-tecimiento del que fue testigo Fernando Fernández de Castro, allí presente. La profesora Guadalupe Dávila Arias de-partió acerca de los Trastornos Asociados al Síndrome de Torette, organizada por la Facultad de Psicología de la universidad malagueña junto a la vocalía de Salud a cuyo frente se encuentra Jaime Alonso Oliva.

Las Muestras Expositivas. Las salas de exposiciones del Ate-

neo prosiguen su agenda de muestras como la titulada Relevo generacional en los artistas del Ateneo de Málaga: las generaciones de los años 50 y 60 orga-nizada por las vocalías de artes plásticas y fotografía, cuya actividad impulsan Yo-landa Ochando y el ahora accidentado motorista urbano Pepe Ponce respecti-vamente. La muestra estuvo comisaria-da por Lourdes Jiménez y es fruto de la selección realizada, entre jóvenes crea-dores, por artistas de otras generaciones que integran la colección del Ateneo, se trata, junto con al consiguiente diálogo intergeneracional y contrapropuestas de obras, de ofrecer una visión real de la his-toria de la plástica malagueña desde los años cincuenta hasta el momento actual. Con igual título que la muestra expositi-va se presentó una proyección que reco-ge las entrevistas realizadas a los artistas participantes, seguida de un coloquio que tuvo a la situación del arte en Málaga como eje central.

Mientras la exposición del relevo generacional iniciaba su itinerancia por otras salas de la provincia, uno de estos artistas, cuya obra está presente en la colección plástica del Ateneo de Mála-ga, el malagueño Juan Béjar, recibía la noticia de la clamorosa acogida que han cosechado sus cuadros en la Ferias de Arte de Colonia y en la Berliner Liste, donde ha vendido la totalidad de la obra

presentada. Que tal hecho acontezca en unos momentos de grave crisis como los actuales, nos indica que, en medio de las tormentas que golpean los mercados del arte, existen claros de luminosa luz, la misma luz que traza el maestro Béjar sobre sus tablas.

El 10 de septiembre las salas exposi-tivas del Ateneo se abrían para mostrar la obra fotográfi ca de Ana Retamero, Elo-gio de la Naturaleza en la que manifi esta sus preferencias por las composiciones a pequeña escala, fragmentos de aquellos paisajes que sonríen a su cámara y que esta revista extiende por sus páginas le-vantando acta de su apuesta creativa.

Europanorama es el título de la expo-sición fotográfi ca de cuyas obras es autor Juan Jesús Palacios que ha reunido para el Ateneo de Málaga una selección de imágenes realizadas en formato pano-rámico y que son fruto de sus recientes viajes por distintas ciudades europeas. La titulada Photovisión acoge los proyec-tos fi nales de fotografía de la Escuela de Arte San Telmo de Málaga que en cada una de sus ediciones despierta mayor interés y convoca a creadores de mayor calidad y recursos artísticos.

El Foro de Opinión Ateneísta. Conformar una opinión ateneísta

fruto de las refl exiones de sus socios y de los compañeros de viaje más cerca-nos a la institución, es el primero de los objetivos perseguidos por este Foro que coordina y anima el vocal de participa-ción ciudadana Carlos de Mesa el cual lo concibe, también, como expresión de un compromiso ciudadano, convenci-do como esta de que Una Málaga de la cultura es posible. Asistida por idéntico aliento estuvo la intervención de Diego Rodríguez Vargas representante del Ateneo en la Fundación Málaga Ciu-dad Cultural (Málaga 2016) que habló sobre Málaga 2016: Valoración de un proceso fallido. Hablaron, en encuentro

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Amapola. Foto: Ana Retamero

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posterior y esta vez bajo el rotulo de Punto cero: Un nuevo planteamiento es-tratégico, el Presidente del Observatorio Territorial de Andalucía, Vicente Grana-dos Cabezas, el geógrafo Alfredo Rubio y el Catedrático de Periodismo, Juan An-tonio García Galindo.

Las Mesas Redondas. El 23 de septiembre se celebraba

una mesa redonda que trató sobre la Educación fi nanciera para la ciudadanía: necesidades y retos. La organización de la misma se concibe como el inicio de una serie de actuaciones en tal sentido, escri-bía en el ANS Magazine su organizador y vocal de Economía del Ateneo José Manuel Domínguez Martínez, hombre sabio y bueno a la vez que privilegiado especialista en las enunciadas materias. “El acto, proseguía el vocal ateneísta y Director del Proyecto Edufi net, tiene

como objeto analizar y debatir el nivel de conocimiento de la ciudadanía relati-vo a la operatoria del sistema fi nanciero y de los distintos productos ofertados en el mismo, identifi car los principales problemas existentes y apuntar posibles medidas a aplicar para el fomento de la cultura fi nanciera”. Nuria Triguero Pé-rez, responsable de economía del Diario Sur de Málaga moderó al conjunto de ex-pertos y representantes de sectores e ins-tituciones que, congregados alrededor de las cuestiones abordadas, intervinie-ron: José Luis Gómez Boza, Secretario general de la Unión de Consumidores de Andalucía-UCE, Javier González de Lara y Sarría, Vicepresidente Ejecuti-vo de la Confederación de Empresarios de Málaga, Andrés Ángel González Medina, Profesor de Economía del IES Río Verde de Marbella, Eugenio Luque Domínguez, Decano de la Facultad de

Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Málaga, Llanos Mora López, Vicerrectora de Investigación y Tecnologías de la Comunicación de la Universidad Internacional de Andalucía, Agustín Olías Gómez, Director de I+D y Nuevos Productos de Ingeniería e Inte-gración Avanzadas (Ingenia), Diego Ro-dríguez Vargas, Presidente del Ateneo de Málaga y Francisco Andrés Triguero Ruiz, Secretario General de Universi-dades, Investigación y Tecnología de la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia de la Junta de Andalucía.

Otra Mesa redonda, La cultura ali-mentaria en la agenda política de los partidos malagueños, reunió al coordi-nador de Izquierda Unida, José Antonio Castro, a la socialista Susana Radío y al popular Ignacio Mena, que fueron presentados por el coordinador de las actividades de Cultura Alimentaria y

Luna. Foto: Ana Retamero

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Ciudadanía en el Ateneo, Manuel Sán-chez Vicioso. Fruto de este encuentro fue el compromiso alcanzado de incluir en los programas electorales de los par-tidos políticos representados medidas concretas sobre la cultura alimentaria.

El teatro. Dirigida por Inés Gandiaga y com-

puesta por Arantxa Vélez e Irene Sán-chez, La Pecera es una compañía de in-dudable talento que iluminó el espacio del Ateneo con una obra que ellas dibu-jan con muchos interrogantes: ¿Un café teatro? ¿un cabaret? ¿una sátira? ¿un mo-nólogo a dos voces? The Show Show pro-pone una verdadera galería de géneros e infl uencias para adentrarse en el mundo de las relaciones sentimentales en la ac-tualidad. ¿Somos las mujeres de hoy en día frígidas sentimentales? ¿Torpes del amor? ¿Nos hemos vuelto demasiado exigentes? Listas y preparadas en nuestra minuciosa búsqueda de príncipes azules y sapos verdes.

Semana Cultural en Tánger. Del 28 de octubre al 2 de noviembre

y dentro del Programa de Cooperación España-Fronteras exteriores/ Proyecto Cultura España Marruecos ha tenido lugar en ciudad de Tánger una serie de actividades coordinadas por Juan José Ponce, vocal de Cooperación con Ma-rruecos y en las que ha intervenido Fe-lipe Foj Candel, vocal de Antropología, el músico Carlos Fernández Campos,

Marina Giménez Devesa miembro del Espacio Musical Bad El Marsa, el Grupo Folclórico de Tánger y la Panda de Ver-diales de los baños del Carmen.

Las extensiones del Ateneo.

En el IES-SUEL, de FUENGIROLA, junto al recinto ferial, tuvo lugar el Cine Forum, donde se proyectó la película norteamericana Mystic River que Clint Eastwood dirigiera en 2003. La presen-tación fue realizada por Carlos Guiller-mo Navarro, escritor y vocal del Ateneo.

En el Hotel San Cristobal de MAR-BELLA, Agustín Casado presentó el li-bro Corredores con causa (memorias de un matrimonio anónimo). En el Teatro Ciudad de Marbella fue representada la obra La hora feliz por la Compañía Caramala.

Por la Casa de la Cultura de RONDA pasó la exposición Relevo generacional artistas del Ateneo. Años 50 y 60 de la mano de Yolanda Ochando y Pepe Ponce.

En TORREMOLINOS comentaron el libro El callejón de los milagros del escritor Naguib Mahfuz, a cargo de Ma-nuel del Castillo en el Taller de Lectura que coordina Delia Rabellini del Ateneo de Torremolinos.

Mientras se componen las negritas del Ateneo, el campamento de protesta saharui, levantado en Adeym Izik a las afueras de El Aaiúm, ha sido barrido de la arena del desierto por la violencia del régimen alauita en una expresión más

de la tragedia que vive este pueblo tan cercano como olvidado. Pero ni ello, ni la muerte de un ciudadano español de origen saharaui, Baby Hamday Buye-ma, de 35 años, ni la retirada de cre-denciales, la prohibición y expulsión de varios periodistas españoles por parte del ejecutivo marroquí han sido hechos sufi cientes para que España dirija si-quiera una nota de queja diplomática. Ello ha sembrado en los corazones de mucha gente una sentida decepción por el temor al desamparo en la que puedan quedar tantas criaturas inocentes atrope-lladas en su dignidad por un país capaz de conculcar gravemente los derechos humanos y los valores democráticos. Antes, el 24 de octubre, los militares ma-rroquíes dispararon sus armas desde un puesto de control en el que perdió la vida Al-Nagem Al-Qarhi, un niño de catorce años. Al-Nagem Al-Qarhi se encontraba en el interior de un coche que llevaba provisiones al campamento de protesta. Amnistía Internacional lleva acabo una campaña para pedir al gobierno de Ma-rruecos que investigue lo ocurrido.

La violencia, ya sea ésta de apariencia legal o ilegal, no debería sustituir el diálo-go y las negociaciones iniciadas en Nue-va York entre marroquíes y saharauis. La presencia de Human Rights Watch en los escenarios de la represión y la protes-ta arroja luz frente a la indiferencia.

Los militares marroquíes dispararon sus armas desde un puesto de control

en el que perdió la vida Al-Nagem Al-Qarhi, un niño de catorce años.

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Más que 100 años de anarcosindicalismo

Paco ZugastiNoviembre 2010

Primer Congreso obrero, Barcelona 1870

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Este año se cumple el centenario del nacimiento de la CNT. Para hablar de él es obligado referirse en primer término a los antecedentes históricos del anarco-sindicalismo, sin los cuales no es posible entender este fenómeno sindical profun-damente arraigado en nuestro país. Así que por ahí voy a empezar.

La Internacional en EspañaEn 1870 se celebra en Barcelona

el Ier. Congreso de la Federación Re-gional Española (FRE) de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) que se había constituido en Europa seis años antes. Es esta la primera asociación obrera que agrupa en una misma enti-dad a trabajadores de todos los ofi cios y de todas las localidades sin distinción. Aunque en la Internacional confl uyen las diversas corrientes del movimiento obrero hasta su escisión, la Sección es-pañola nace con una fuerte inspiración antiautoritaria por lo que cabe decir que es esta la primera organización del anarcosindicalismo1.

Que la Federación responde a una necesidad sentida por la clase obrera lo

demuestra su fulgurante crecimiento. Ya en el Primer Congreso aparecen re-presentados 45.000 afi liados pertene-cientes a 150 sociedades obreras. Desde entonces y hasta 1936 el movimiento libertario mantuvo la hegemonía del movimiento obrero en España tanto por el número como por la intensidad de su activismo.

No pasan tres meses del congreso constituyente de Barcelona cuando se crea en Málaga la Federación Local de la Internacional que se adhiere a la Fe-deración Regional Española. Entre sus promotores hay fi guras destacadas del obrerismo internacional como Federico Deomarco,calderero, Miguel Pino, me-cánico tornero, José García Viñas, mé-dico o Juan Guilino, obrero botonero2. Desde entonces, las sociedades obreras de Málaga y su provincia van a tener una destacada intervención en esta y las su-cesivas Federaciones obreras de carácter libertario.

A los dos años de su constitución la FRE es prohibida y obligada a continuar su lucha en la clandestinidad; se produce entonces la escisión de la Nueva Federa-

ción Madrileña, de orientación marxis-ta, que al cabo de los años constituirá el PSOE. De nuevo reaparece pública-mente la Federación en el Congreso de Córdoba (1873) duplicada en afi liados y confi rmada en su orientación anarquis-ta. Pero a comienzos de 1874 se decreta la disolución gubernativa de la Federa-ción y cae sobre los internacionales una sistemática persecución a consecuencia de la cual la Internacional española vuel-ve a la clandestinidad y es en ese medio donde comienza un largo declive hasta su disolución formal en 1881.

El mismo año en que se da por di-suelta la FRE se constituye la FTRE (Federación de Trabajadores de la Re-gión Española). Heredera de la anterior, aunque resurge con fuerza, la durísima represión desatada contra sus militantes a partir de 1883 produce su debilita-miento y agudiza el enfrentamiento in-terno entre legalistas e insurreccionalis-tas. Acabará disolviéndose en 1888.

Pero si las organizaciones desapare-cen, las sociedades obreras se recompo-nen y persisten en su agrupación adop-tando diversos nombres para sortear

Mitin montjuic 1977

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la represión y recuperar su existencia legal siquiera sea temporalmente. A la FTRE sucede el Pacto de Unión y Soli-daridad y, mas tarde, la Federación de Sociedades de Resistencia de la Región Española (FSRRE) vigente desde 1900 hasta 1905. Frente al espontaneísmo antiorgánico que había prevalecido en la etapa anterior, vuelve a cobrar valor en los medios libertarios la organiza-ción obrera como vía para la emancipa-ción. En palabras de Anselmo Lorenzo: “La organización, como consecuencia de un juicio y de una volición, signifi ca un progreso, un perfeccionamiento, un benefi cio. Aceptémosla; salgamos, no del individualismo, sino del atomismo, mantengamos, depuremos y reforcemos todos y cada uno la organización federal de los sindicatos obreros.3”

La nueva Federación, al cabo de un año de existencia promovió uno de los movimientos huelguísticos mas impor-tantes de Barcelona: la huelga general por la jornada de ocho horas de febrero de 1902; la huelga se extendió por otras ciudades catalanas, duró una semana y constituyó una elocuente demostración de solidaridad y capacidad organizativa de la clase obrera que emergía de una profunda crisis. Otras huelgas sucedie-ron a esta por todo el territorio español

con el doble propósito de reivindicar la jornada de ocho horas y ensayar la nueva táctica de la huelga general revoluciona-ria que se había impuesto en los medios libertarios en sustitución de la táctica in-surreccional de los años precedentes.

Solidaridad ObreraSi las Federaciones desaparecían, las

sociedades obreras de ofi cio sobrevivían, como ya he señalado, con mayor o me-nor actividad según las circunstancias del momento. El 3 de agosto de 1907 a iniciativa de varias sociedades obreras de ofi cios se constituye en Barcelona una fe-deración que toma el nombre de Solida-ridad Obrera, al año de constituirse am-plía su ámbito al conjunto de Cataluña y reúne en un congreso a mas de un cente-nar de sindicatos que agrupan a 25.000 afi liados. Al poco, esta Federación que nace genéricamente sindicalista se de-canta por la línea del sindicalismo re-volucionario de inspiración libertaria y adopta la táctica de la huelga general.

En el Congreso de 1909 al que asis-tieron delegaciones de sociedades obre-ras de otros territorios, se acordó promo-ver la constitución de una Confederación de sociedades obreras para todo el te-rritorio español, lo que se hizo realidad al año siguiente con la fundación de la

CNT. En las estructuras organizativas del sindicalismo revolucionario procedentes de Francia se apoyarán, a partir de enton-ces, las idéas del obrerismo societario de la Internacional española.

La Confederación Nacional del Trabajo

En 1910 se celebra el congreso cons-tituyente de la CNT, fue el 30 de octubre en el Palacio de Bellas Artes de Barcelo-na. Este congreso defi ne el sindicalismo como medio de lucha para la emancipa-ción de la clase obrera y la expropiación revolucionaria de la burguesía, adopta la Huelga General como táctica revolu-cionaria para la transformación total del modo de producción y distribución y proclama la acción directa como táctica de lucha.

Puede decirse que en la CNT madura el anarcosindicalismo como síntesis del sindicalismo revolucionario, anarquis-mo el colectivista y el comunismo liber-tario. Aparte de esta síntesis superadora de las tensiones internas que habían minado a las organizaciones precedentes del movimiento libertario, la CNT aporta una serie de rasgos que hacen de ella una organización mas fuerte y cohesionada: el pacto de solidaridad sin menoscabo de la autonomía federativa y la integra-ción efectiva del proletariado industrial y el campesinado. En 1918 la Federa-ción Nacional de Obreros Agricultores (FNOA) que existía desde 1913 acuerda su integración en la CNT.

En 1918-19 la CNT se dota de una estructura organizativa que hará mucho mas efectiva la solidaridad y el apoyo mutuo; superando la estructura de socie-dades obreras de ofi cio se acuerda reor-ganizar la Confederación sobre la base de los sindicatos únicos lo que signifi ca: agruparse por ramos industriales y no por ofi cios, en las localidades pequeñas todos los trabajadores en un único sin-dicato, agrupar a todos los sindicatos de

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una localidad en federaciones locales y a estas en confederaciones regionales que, a su vez, se agrupan en la Confederación Nacional del Trabajo. Antonio Jurado y Paulino Díez representantes de los sindi-catos de la Construcción y del Textil de Málaga en el Congreso de la CNT cele-brado en el Teatro de la Comedia de Ma-drid en diciembre de 1919, tuvieron en el una destacada intervención.

Esta estructura demostró una gran efi cacia puesta a prueba en la Huelga de La Canadiense de 1919 que pasó del ámbito de una empresa a extenderse a todo el ramo de la electricidad y el gas de Barcelona, y de ahí a muchos otros secto-res poniendo en jaque a la patronal y al gobierno que se avinieron a negociar tras mas de 40 días de huelga.

Ante esta demostración de fuerza sindical la reacción de la patronal fue virulenta. Por un lado con el lockout con-denaba a la miseria a centenares de mi-les de trabajadores, y por otro eliminaba a los líderes sindicales con el terrorismo, llevado a cabo por pistoleros pagados y apoyados por la acción, no menos terro-rífi ca, de la policía que aplicaba sistemá-ticamente la tortura y la ley de fugas a los sindicalistas. Más de 600 sindicalistas fueron asesinados por las bandas de pis-toleros y por aplicación de la ley de fugas entre los años 1917 y 1922.

En 1923 un golpe militar encabeza-do por el general Primo de Rivera impo-ne la dictadura de un directorio militar que encabeza él mismo. La CNT decla-ra la huelga general a la que se opone la UGT; esta última pasará a colaborar con la dictadura mientras que la CNT es

perseguida y pasa a la clandestinidad. En este contexto se agudizan las diferencias internas dentro de la CNT entre los anar-cosindicalistas, partidarios de la acción sindical y los anarquistas partidarios de la acción insurreccional. Estos últimos crean la FAI en 1927.

En 1930 se reorganiza la CNT y mientras unos plantean colaborar con los republicanos dándoles un margen de confi anza, los faístas se inclinan por el abstencionismo. No obstante, la participación de los cenetistas en las elecciones municipales resultó decisiva para el advenimiento de la república y la caída de la monarquía que había dado su beneplácito a la dictadura militar.

Con el advenimiento de la II Repú-blica la CNT resurge con fuerza ines-perada; mas de 500.000 afi liados en 1931 se convertirán en 1.500.000 en 1936. En 1931 se celebra el III Con-greso donde queda claro el predominio faísta. Dos meses después se difunde el manifi esto de los treinta, suscrito por destacados militantes, que defi ende la independencia de la CNT frente al con-trol de la misma por la FAI. Los treintis-tas son expulsados y en solidaridad con estos, numerosos sindicatos crean los Sindicatos de Oposición. La CNT lanza insurrecciones por doquier proclaman-do el comunismo libertario que son re-primidas, a veces con extrema dureza como en Casas Viejas.

En octubre de 1932 se celebra en Ronda un importante Congreso Co-marcal de la CNT. En el se acordarán las bases de un planteamiento sobre la Reforma Agraria que servirán mas tarde de inspiración a la ponencia aprobada en el Congreso Confederal de 1936. Para ese mismo año se preveía un Congreso Intercomarcal en Ronda que hubo de ser aplazado4.

El ascenso de la derecha al poder y el comienzo del bienio negro repu-blicano desencadena varios intentos

revolucionarios; de la CNT sola en Aragón en 1933 o junto con la UGT en Asturias en 1934. Cuando se constituye el Frente Popular para las elecciones de 1936 el tradicional abstencionismo de la CNT se transforma en una campaña por la li-bertad de los 20.000 trabajadores en-carcelados que, sin decirlo, implica una invitación a la participación electoral que asegurará el triunfo de la coalición de izquierdas.

En Mayo de 1936 celebra la CNT su IV Congreso. En el se produce la reintegración de los Sindicatos de Opo-sición, emplaza a la UGT a un pacto revolucionario y señala los “pilares del edifi cio social” por “la inminencia de la revolución”. El golpe militar de julio de ese año precipita los acontecimientos y desata, sin pretenderlo, la tan ansiada revolución.

La FAI se confi gura cada vez mas como un organismo especializado en sublevaciones, fuertemente trabado en la CNT. Desde 1932 promueve varias insurrecciones que quedan localmente aisladas y son ahogadas por la represión. La FAI es un grupo pequeño de apenas 5000 afi liados en 1933 y menor aún en 1936 tras el desgaste sufrido por los fallidos intentos de sublevación. Sin em-bargo su infl uencia en la Confederación es decisiva y al comenzar la guerra apa-rece, casi siempre, fundida y confundida con la CNT.

El enfrentamiento entre treintistas y faístas en el seno de la CNT da lugar a la dimisión de los primeros del Comité Nacional y del órgano de prensa “Soli-daridad Obrera”. Numerosos sindicatos de Cataluña, Levante, Asturias, Galicia, Huelva y Madrid se constituyen en Sin-dicatos de Oposición, creándose al mis-mo tiempo la Federación Sindicalista Li-bertaria en 1933 como contrapunto de la FAI. Los Sindicatos de Oposición lle-garon a contar con algo mas de 60.000 afi liados.

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El reencuentro entre unos y otros se producirá en el Congreso de mayo de 1936 en el que la mayoría de los sin-dicatos de oposición se reintegran en la CNT. Por entonces se vivía un ambiente prerrevolucionario y lo que en el fondo dividía a ambas tendencias era la dife-rente forma de entender y afrontar la re-volución Faltaban dos meses para que se produjera el golpe militar que dio origen a la guerra civil y que precipitó la revolu-ción social.

Guerra y revoluciónSucedió un 19 de julio de hace 73

años. El día antes (dos días antes en el norte de África) la burguesía militar es-pañola había dado un golpe de estado. A partir de entonces comenzó una guerra, dura y terrible, pero también, circuns-crita al ámbito republicano, se inició una revolución esperanzadora para una clase obrera secularmente humillada y explotada.

¿Qué hizo posible esa revolución? Por un lado el vacío de poder en el bando republicano, vacío que llena la iniciativa de la clase trabajadora, tanto en las em-presas como en la calle. Esa iniciativa no es casual, procede de un largo proceso de formación teórico-práctico (libros y luchas) y de la confi anza en la propia ca-pacidad obrera de gestionar, tanto o me-jor que el patrón y que la clase política. Confi anza que, a la vez, dimana de un largo proceso de formación popular. Tal como lo cuenta Víctor Alba5, había que cobrar el sábado y los patronos estaban huidos, existían varias soluciones posi-bles, entre ellas la intervención estatal, pero se optó por la autogestión porque la clase trabajadora era consciente de su autosufi ciencia. Algo tuvo que ver en ello la experiencia sindical y la formación acumulada durante años.

Esta capacidad de autogestionar la propia vida que desarrollaron los traba-jadores en medio de un confl icto bélico,

tiene mucho que ver –como señala Frank Mintz6- con las ideas que inspiraron al movimiento obrero en España desde sus orígenes, allá por 1870 cuando se cons-tituye la Federación Regional Española de la Internacional con una impronta ne-tamente anarquista, la idéa de que la or-ganización y emancipación de los traba-jadores ha de ser obra de los trabajadores mismos, sin tutelas ni dependencias de ninguna clase lo que, al cabo del tiempo, se llamó anarcosindicalismo).

Aunque el tiempo que duró el perio-do republicano de la guerra civil en Mála-ga, apenas siete meses, hubo numerosas empresas, pueblos y tierras que fueron colectivizadas y gestionadas por los traba-jadores afi liados a la CNT y, aunque en menor medida, también a la UGT, este es un capítulo de la historia malagueña aun pendiente de investigar y sacar a la luz; solo algunas investigaciones parcia-les y locales hacen tímidas referencias al fenómeno, si acaso con la excepción del trabajo de Lucía Prieto sobre Marbella que incluye importantes referencias7.

Del franquismo a la transiciónLas ilusiones puestas en la construc-

ción de un mudo nuevo que, al decir de Durruti “llevamos en nuestros corazo-nes” se frustraron con el triunfo de las fuerzas mas reaccionarias de la sociedad española que, apoyadas por la mayor par-te del ejército y el fascismo italo-alemán, produjo el grisáceo régimen franquista que convirtió todo en oscuridad. La terri-ble represión destada afectó de manera especial a los trabajadores y a las organi-zacines obreras, entre ellas a la CNT, a quienes el régimen se propuso castigar y humillar en un genocidio sin preceden-tes por haber osado poner en cuestión el “sagrado” principio de la propiedad pri-vada. Los múltiples intentos de recons-trucción en la clandestinidad acabaron una y otra vez con sus impulsores en la cárcel, en el exilio o en el paredón.

La CNT estaba hecha para vivir a la luz del día, no es concebible una organi-zación libertaria, en la que la democracia directa forma parte de su esencia, tenien-do que actuar en los cenáculos cerrados de la clandestinidad y el exilio. Son con-textos en los que se imponen el autori-tarismo y el dogmatismo y estos rasgos afectaron seriamente a la organización anarcosindicalista en el exilio, produ-ciendo múltiples fracturas y excisiones.

No obstante la CNT renace con fuer-za durante la transición. El mitin de Montjuic que congregó a 200.000 per-sonas en Barcelona el 2 de julio de 1977 o el de la Plaza de Toros de San Sebas-tián de los Reyes que reunió a 30.000 simpatizantes el 27 de marzo de ese mismo año, son síntomas de la pujanza con que renacía la CNT tras la larga no-che del franquismo. Pero una suma de circunstancias adversas, endógenas unas y otras inducidas (como los Pactos de la Moncloa que cerraron el paso al sindica-lismo no homologado y el Caso Scala que recuerda al episodio de La Mano Negra) dieron al traste con lo que pudo ser una reconstrucción gloriosa de la anarcosin-dical española.

Resultado de todo ello fué una pri-mera escisión que se produce en 1979, a raíz del Vº Congreso, dando lugar a la existencia de dos CNT: la CNT-AIT y la CNT Congreso de Valencia. Hubo después un importante intento de re-unifi cación que tuvo como resultado un éxito parcial: un sector mayoritario de la CNT-AIT se unió a la CNT Congreso de Valencia en un Congreso de Unifi cación celebrado en 1984. La Federación local de Málaga puso especial énfasis en esta operación unitaria y, con este fi n, llegó a editar el periódico “Rojo y Negro” que sería después adoptado como cabecera de la Confederación resultante del Con-greso de Unifi cación.

Desde entonces persisten dos CNTs, la CNT-AIT y la CNT a secas resultado de

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la unifi cación parcial. Esta última per-dió las siglas en el litigio judicial que entabló contra ella la CNT-AIT y hubo de adoptar las siglas CGT, recogiendo el nombre que en un primer momento se había pensado para la naciente orga-nización sindical en 1910.

Anarcosindicalismo hoyEn la actualidad hay tres organiza-

ciones en España que se declaran here-deras de la primigenia CNT: La CGT, la CNT-AIT y Solidaridad Obrera, esta última con presencia en Madrid. Me arriesgaré a decir que la diferencia en-tre ellas es fundamentalmente táctica aun a sabiendas de que este criterio no es compartido por muchas personas en el seno de las tres organizaciones. Lo cierto es que los postulados ideológi-cos, al menos sobre el papel coinciden y esto debería hacer refl exionar a unas y otras sobre la posibilidad de un acer-camiento. En la historia de la CNT y sus antecedentes hay fuertes tensiones internas pero en las pocas ocasiones en que se produce la ruptura, no pasa mucho tiempo sin que se recomponga la unidad, claro que la unidad en una organización de carácter libertario no puede identifi carse con uniformidad.

Quizá la reunifi cación fuera forzada por circunstancias excepcionales, como la inminencia de la revolución en el 36 o la salida a la luz que posibilitó el fi n del franquismo. Pero ¿acaso no estamos ahora ante circunstancias excepciona-les?. El mundo ansía alternativas an-tiautoritarias y autogestionarias en to-dos los terrenos -y en el sindical por su-puesto- para dar respuestas coherentes a una sociedad en riesgo de superviven-cia que se está fagocitando a sí misma, ahogando la libertad y ahondando las desigualdades hasta límites extremos.

(1) Paco Zugasti. La Clase Obrera hace his-toria. Fundación E. Mounier. Madrid 2008.(2) Manuel Morales Muñoz. Málaga, la memoria perdida: los primeros militantes obreros. Biblioteca Popular Malagueña 1989.(3) Anselmo Lorezo. Criterio Libertario.(4) Jacques Maurice. El Anarquismo anda-luz. Crítica, Barcelona 1990.(5) Victor Alba. Los Colectivizadores. Eds. Laertes, Barcelona 2001.(6) Frank Mintz. Autogestión y Anarcosindi-calismo en la España revolucionaria. Libros de Anarres. Buenos Aires 2008. (Se puede encontrar en internet y descargarlo).(7) Lucía Prieto Borrego. La Guerra Civil en Marbella, revolución y represión en un pue-blo de la costa. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga 1998

En la actualidad hay tres organizaciones en España que se

declaran herederas de la primigenia CNT: La CGT, la CNT-AIT y Solidaridad Obrera.

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El nombrede la rosa

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Leguminosa (Telline). Foto: Ana Retamero

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Alonso Quijano

Turismo: ser o no ser

Hace ya algunas semanas que el Go-bierno decidió rebajar sustantivamen-te el nivel de precedencia del turismo dentro de la estructura administrativa estatal. El hecho, quizás haya sido cali-fi cado de intrascendente por parte de la gran mayoría de las empresas y profesio-nales, máxime, a tenor de la escasa con-testación pública que dicha medida ha tenido en los medios de comunicación. O quizás, el escaso eco de las protestas simplemente evidencie un mal mayor: la debilidad orgánica de la industria turís-tica española.

Corrían los años fi nales de la década de los cincuenta cuando el fl orecimien-to del estado de bienestar europeo, y especialmente la generalización de las vacaciones pagadas, permitió que miles de personas convertidas en turistas, eli-gieran nuestro país para disfrutar de sus días de asueto.

Esta pacífi ca invasión tuvo efectos tremendamente positivos, no solo en la paupérrima balanza de pagos por la que atravesaba nuestro país, sino especial-mente en el resurgir de la economía de áreas geográfi cas como la costa medite-rránea de Girona a Cádiz, y los archipié-lagos de Baleares y Canarias.

Fruto de la bondad de aquella nueva actividad productiva fue la creación de los órganos de gobierno correspondien-tes dentro de la estructura del Estado, llegando a la aparición del Ministerio de Información y Turismo en febrero de 1957, cuya titularidad ostentó Gabriel Arias Salgado.

Desde entonces, el turismo ha ido dando saltos a distintos departamentos ministeriales, manteniendo siempre un discreto nivel de representación guber-namental, algo que no es de extrañar si recordamos que hasta bien entrada la dé-cada de los ochenta, la actividad turística no fue reconocida como una auténtica actividad industrial. El eufemismo del “sector turístico” con el que ha venido y sigue denominándose gran parte del conjunto de las actividades turísticas, pone a la luz dos de las grandes carencias de esta actividad económica.

La primera de ellas es la falta de una adecuada estructura organizativa, públi-ca y privada, que permita abordar con ri-gor las complejas y distintas facetas que confi guran la industria turística del siglo XXI. La segunda de las carencias es la evidente falta del reconocimiento social, político y económico, de una industria

que supone algo más del 12% del pro-ducto interior bruto de nuestro país, y que en el caso de Málaga, ronda el 30% de nuestro PIB.

Es por ello, que la reciente medida del Gobierno de reducción del nivel de precedencia del turismo dentro de la administración general del Estado, vie-ne a ahondar aún más en los problemas apuntados, máxime cuando en el mismo gobierno se mantienen departamentos ministeriales de más que dudosa conve-niencia y necesidad.

Es el momento por tanto, que las organizaciones profesionales, las entida-des empresariales, las administraciones públicas representativas de municipios, provincias y autonomías en las que la actividad turística ocupa un lugar desta-cado, alcen su voz exigiendo al Gobier-no que reconozca la posición que la in-dustria turística ocupa en el entramado económico y social de nuestro país. De lo contrario, mucho me temo que seguire-mos lamentándonos de las defi ciencias y carencias que acosan a la industria turís-tica, fruto de la propia falta de identidad del “sector”.

El nombre de la rosa

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Diego Rodríguez VargasPrudencio Rodríguez VergaraRafael Talavera BernalFernando Arcas CuberoMaría Isabel Roldán CruzLuis Urtrilla Navarro

Antonio Lasanta GutiérrezCarlos de Mesa RuizCarlos G. Navarro RodríguezEncarna Soto GómezFelipe Foj CandelFrancisco Morales LomasFrancisco Olalla MartínInés Mª Guzmán OrtegaJaime Alonso OlivaJaime Rodríguez MartínezJesús Regodón RegodónJorge Lemos SoriaJosé A. Ruiz MuñozJosé Mª RuizJosé Manuel Domínguez MartínezJosé Sánchez PonceJuan Ceyles Domínguez Juan José Ponce SánchezJulia López de SagredoManuel Sánchez ViciosoMaría Victoria Navarro RiveraMarina Jiménez DevesaMercedes Labrador DíezPatricia Mellado RoldánYolanda Ochando Ordóñez

Junta Directivadel Ateneo

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Ha publicado los poemarios No es precisa la muerte, Pueblo nómada, Puente levadizo, Fuegos japoneses en la bahía, Cartas de amor de un comunista, Los muertos nómadas, De la nieve em-brionaria, El frío proletario, La autono-mía térmica de los pingüinos, Siberia propia y Un cadáver lleno de mundo.

Aparece seleccionada en diferentes antologías y libros colectivos.

José Sánchez Ponce nace en Álora, ha trabajado como maestro en un Instituto de Enseñanza Secundaria en Málaga, donde reside. Posee un archivo de posta-les, fotografías y cámaras antiguas de fi -nales del XIX hasta la actualidad. Desde hace 30 años realiza un trabajo de docu-mentación gráfi ca y creativa. Ha impar-tido cursos de fotografía en el Centro de Profesores de Málaga, en la Universidad de Málaga, cursos de verano del CREA, centros de enseñanza y culturales. Ha sido nombrado MALAGUEÑO DEL AÑO AL COMUNICADOR por la Aso-ciación de Escritores Amigos de Málaga. MEDALLA DE ORO DEL ATENEO DE MÁLAGA. Es SOCIO DE HONOR DE AULA-7.

Isabel P. Montalbán Pepe S. Ponce

Foto: Pepe S. Ponce

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Barcos deExtrarradio

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Ahora que se cumplen los cien años desde el nacimiento de Miguel Hernán-dez es necesario recalar de nuevo en su obra porque estamos en presencia de uno de los poetas más consecuentes y atractivos, desde el punto de vista pa-sional, del siglo XX. Nadie es ajeno a Hernández y pocos ignoran ya su valía aunque durante mucho tiempo su nom-bre fue oscurecido. Gracias a la labor también de poetas del pueblo como Joan Manuel Serrat, muchos conocimos los versos de Hernández en los últimos años de la dictadura y dedicamos nuestro pri-mer libro de versos al poeta de Orihuela. El tiempo acabó dándonos la razón.

Miguel era muy consciente del papel del intelectual ante una situación muy concreta, afi rmada contundentemente a través de su obra y de los valores de los que imprimió sus textos. En la dedicato-ria del libro Viento del pueblo a su amigo Vicente Aleixandre podemos encontrar con meridiana claridad los principios que sostienen su entrega y su función so-cial como intelectual: parar en las manos del pueblo y el que ataca al pueblo tam-bién lo hace a su poesía, siendo el poeta el que sopla a través de los poros del pue-blo. Son principios muy claros que evi-dencian esa interrelación pueblo-poeta.

Pero ese proceso se afi anza a través de dos elementos inherentes a Hernández

que supondrían la esencia de la transac-ción literaria desarrollada más tarde: el conocimiento de una época (la toma de conciencia de la misma, Hernández lo tuvo, sin duda) y su praxis (su actuación en el campo de batalla para llevar a cabo las ideas, amparadas en el caso de Her-nández por obras como Viento del pue-blo, pero no sólo):

Moriré como el pájaro: cantando,Penetrado de pluma y entereza,Sobre la dura claridad de las cosas…

Miguel Hernández será un escritor que no especule sino que se sienta des-de un primer momento en la necesidad de prestar su pluma, es más, de que su pluma se convierta en el instrumento de comunicación y también de consecución de un statu quo nuevo. A través de una pasión fulminante con criterio poético y de una profundización en las causas rea-les, objetivas y concretas de esa conmo-ción. ¿Qué hubiera acaecido si la guerra no llega a estallar, se habría mantenido esa visión poética? Nunca lo sabremos, pero desde el encuentro con Neruda algo se podría advertir al abrazar la poesía im-pura como horma estética.

A fi nales de 1935 y después de que Pablo Neruda publicara el 15 de sep-tiembre de 1935, en la Edición Árbol de

Cruz y Raya, una segunda parte de Re-sidencia en la tierra (1925-1935), poe-mario que causó en Miguel honda impre-sión, en reconocimiento de este impacto le dedicará Miguel Hernández «Oda en-tre sangre y vino a Pablo Neruda» y ade-más una reseña en «El Sol» de Madrid, donde surge ese entusiasmo y esa pasión por esta poesía que contaminará la suya. Lo consideramos el punto de encuentro absoluto con el poeta chileno. Y lo cierto es que en octubre de 19351, en el núme-ro 12 de Caballo verde para la poesía (la revista editada por Altolaguirre y dirigi-da por el propio Neruda) el poeta chileno escribe un texto de enorme importancia para el devenir de la poesía impura, “So-bre una poesía sin purezas”3, texto que consideramos un punto de infl exión en la lírica que escribe Hernández a partir de El rayo que no cesa (1934-35)4, libro de transición desde un clasicismo propio de la poesía áurea, muy distinta a Vien-to del pueblo, por ejemplo. Los libros anteriores de Hernández, Imagen de tu huella (1934), Silbo vulnerado (1934) están todavía inmersos en una poesía no comprometida totalmente, no impura, una poesía personal, individual y que mira hacia dentro, hacia el interior de un poeta que se sostiene sobre la alevo-sía de los recursos pirotécnicos verbales, la trascendencia del hecho amoroso, la

Morales Lomas

La poesía de Miguel Hernández

como compromiso humano

Barcos de Extrarradio

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Candelabro. Foto: Ana Retamero

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presencia inefable de la muerte, el dis-curso del yo/tú… El poeta ya sugiere que puede estar «adelgazando» en su retórica gongorina, progresivamente se sincera y los recursos fónicos no ahogan ya tanto el poema, su promiscuidad verbal se se-rena y se impone un realismo doloroso.

Nacemos de la tierra y a ella volvere-mos, parece el pensamiento primigenio de Neruda y, de ahí que ésta, en su va-lor, en su esencia simbólica deba jugar un papel fundamental desde ahora en la poesía del poeta chileno y, por ende, de Miguel Hernández. En los tercetos del soneto 7 de El rayo que no cesa, li-bro de estos años, aparece en esencia este concepto:

Se tomará un descanso el hortelanoY entretendrá sus penas combatidoPor el salubre sol y el tiempo manso.Y otra vez, inclinado cuerpo y mano,Seguirá la tierra perseguidoPor la sombra del último descanso.

Una poesía en la que esté en esencia el ser humano en contacto con esa tierra, siendo ella en su fortaleza, en sus olores, en sus sacudidas o negaciones. Una poe-sía que debe conservar la profundidad de las cosas como si se tratara de un «arreba-tado» acto de amor a ellas, y sin excluir nada o sin aceptar nada en sí. Un mundo que no solo se está transformando como consecuencia de un acercamiento estéti-co al chileno sino por las consecuencias histórico-sociales en que vive el país, por su origen de clase y por su compromi-so con los más desfavorecidos. Y puede que sea determinante en ese cambio el gobierno de la CEDA de Gil Robles y los acontecimientos de Asturias que dejará recogidos en la pieza teatral Los hijos de la piedra de 19356 .

Pero es a partir de Viento del pueblo (1937)7, fundamentalmente, cuando asume el compromiso de la poesía mi-litante y defi ende la imbricación de dos

conceptos que hasta ahora no habían tenido tanta simbiosis, poeta y pueblo. Desde ese momento, Hernández se con-vertirá en el poeta del pueblo por anto-nomasia, expatriando este califi cativo de Alberti y Lorca. Dirá en la dedicato-ria inicial: “Los poetas somos viento del pueblo: nacemos para pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres”. El poeta como una especie de guía sen-timental del pueblo. En ellos podemos encontrar algunos poemass de extraor-dinario interés como “Elegía primera (a Federico García Lorca)”, “Vientos del pueblo me llevan”, “El niño yunte-ro”, “Aceituneros”, “Los cobardes”, “El sudor”… Y existe una extraña aleación, maridaje de sufrimiento, ternura y lucha junto a los topoi de la guerra y el reclamo, en algunos versos, a la hoz y el martillo en simbólicas imágenes:

Sobre quien te detuvo mortalmente,Salivazos y hocesCaigan sobre la mancha de su frente.

Durante el verano de ese año de 1937 fi rma “La Ponencia Colectiva” redactada en Valencia por un grupo de intelectuales antifascistas, entre los que se encontraba; en él rechazan que el arte sea en sí mismo revolucionario, y quie-ren que el arte exprese la revolución. Él siente sobre sus hombros el peso de una misión y contribuye a ésta mediante la creación lírica, utiliza la palabra al ser-vicio del pueblo, de la revolución y de la lucha anticlerical y anticapitalista en la que junto a la exaltación del ánimo de los combatientes rechaza con virulencia a “Los cobardes” que huyen: “Huís y huís, dando al pueblo,/ mientras bebéis la distancia,/ motivos para mataros/ por las corridas espaldas”.

Mientras otros se marchaban al exi-lio, más o menos dorado o estaban en ac-tividades de la retaguardia8, Hernández,

fi el a sus principios de combatiente total, lo hace desde el frente y desde la poesía, vive la tragedia de España y su sino san-guinario. Se identifi ca con el pueblo, «pueblo de mi misma leche», y se hace raíz con él, profundo amante, siendo la muerte la única guía en este proceso de conformación de una imagen. Una lírica que embravece, que apasiona y curte a través de imágenes en las que se disipa la subyugación y se canta la muerte en la batalla o se anima al combate o se llama a la juventud a través de recursos que pueden resultar a veces demasiado direc-tos y simplifi cados. El compromiso con el pueblo puede ser la honda verdad de estos versos, no obstante, y su poder de seducción verbal aunque forme parte en determinados momentos de una retórica de urgencia que anuncia esa guerra y esa acrimonia social:

Hernández es portavoz e intérprete del pueblo, del pueblo como auténtico creador y protagonista de la cultura histórica y el cual otorga al poeta la materia que luego éste moldeará para devolvérsela con el fi n de implicarlo en su devenir y en el papel que debe desarrollar en la historia .

También en obras posteriores vamos a ir descubriendo esa visión personal que había conformado una poesía de una solvente reciedumbre y un valor pa-sional evidente, en muchos casos como artefacto, como instrumento de comba-te. El hombre acecha10 está dedicado a Pablo Neruda, su gran amistad, y en la dedicatoria sostenida sobre la memoria no puede ser ajeno al presente de Espa-ña, al sufrimiento, al hambre, la muerte, el rencor… El hombre acecha lo editaba la Imprenta Moderna de Valencia (de la Subsecretaría de Propaganda, 1939). La Subsecretaría de Propaganda, a través de la «Sección de Publicaciones del Co-misariado del Cuartel General del Grupo de Ejércitos», situado en Valencia, era la

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encargada, y el responsable, Rafael Pérez Contel, confi rmó que a fi nales de 1938 estaba trabajando en la edición del libro, cuyo manuscrito había recibido de ma-nos del propio autor. Se imprimieron los volúmenes correspondientes en mar-zo de 1939, quedando apilados. Fue revisado por el escritor. Con la derrota republicana se corta todo y la edición desapareció. La que seguimos es la ya ci-tada de Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia, que siguen la de Buenos Aires de 1960 y 1973.

En el Hombre Acecha cambia en gran medida el discurso de sus poemas, se puede decir que en parte es una obra de transición hacia su última etapa, en esta obra ya no se trata la guerra con tanto optimismo ni valentía. Y se sacan a la luz el sufrimiento y la tragedia. Se presiente ya cómo el destino de la guerra va a ser contrario, y se trata la muerte como algo doloroso y universal11.

El libro, que posee una voluntad de circularidad (el primer poema se titula “Canción primera” y el postrero, “Can-ción última”) se compone de diecinueve poemas que poseen una consistencia abigarrada y plural en tanto igual pode-mos encontrar poemas dedicados a Ru-sia (su viaje estará aquí presente) con la exaltación de la máquina y los avances de la nueva sociedad socialista, como otros que siguen la estela del combate o el espíritu épico de versos anteriores. Sin embargo, son conmovedores los que lle-van por título “El hambre”, “El herido”, “Llamo a los poetas” y “Madre España”.

En “El hambre” la lucha de clases está presente a través de diversos versos, esa antinomia entre el pueblo (“mujeres resecas… miserables vidas”) y la burgue-sía (“cerdos con un origen peor que el de los cerdos”, o “los que entienden la vida como un botín sangriento”) que asiste ajena al devenir de la muerte. Las metá-

foras se construyen desde la ocasión vital: “Seréis atravesados por esta gran corrien-te/ de espigas que llamean”. Increpa a la burguesía por su sordera ante las deman-das de los niños jornaleros, la instancia del odio, la ferocidad de los sentimien-tos… El yo poético es consciente de su compromiso vital con las personas ham-brientas y se animaliza hasta el extremo que convierte su lucha en una búsqueda de su pureza primigenia. Es una lírica cada vez más directa, menos compleja en cuanto al desenvolvimiento metafórico y siempre mirando hacia dentro, hacia

ese dolor que se va haciendo doméstico y amasando lo que somos o seremos:

El dramatismo de su vena lírica se acendra, se ahonda, al a par que madura el hombre. El dolor y al muerte imprimen un indeleble sello en el lama del poeta y en cada uno de sus poemas nacidos en al pura y desolada entraña del ser. Por una parte, pues, Hernández conserva los rasgos de su técnica metafórica, pero la pone al servicio de una poesía entrañable, humana, que no brota de la inteligencia, sino del corazón; por otra, busca una

Amapola. Foto: Ana Retamero

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sencillez y sustantividad expresiva, de-liberada e intuitiva a la vez, y así la ad-jetivación casi no existe y el sustantivo adquiere, junto con el verbo, la máxima expresividad12.

En “Llamo a los poetas” se quita la toga lírica, los afeites del instrumentista sonoro para llamar la atención sobre la desnudez del pensamiento y su fortaleza: “Vamos a hablar del día, de la emoción del día”. Se propone hablar de las cosas del mundo, descendiendo del pedestal de la palabra y haciéndose tierra, ha-ciéndose palabra sencilla y confi dencial, suprimiendo los cosméticos del dulce trinar y descendiendo a la humanidad conquistada, hablando del viento, de las cosechas, “de la verdad del agua”:

Se trata de un poema que resalta la solidaridad entre poeta y pueblo, revelan-do si no una poética, sí una actitud ante la poesía, que debe sustanciarse en la vida13.

Hay una serie de poemas que llevan por título Poemas no incluidos en libro (III)14 en los que se aúna la temática bé-lica y social de obras precedentes junto a la instancia del amor, el hijo y la familia, hechos que en Hernández forman un es-labón preciso. Pero otras composiciones también se hallan esparcidas en revistas de frentes de índole semejante y no re-cogidas en esta edición. Un aire telúrico de nacimientos y muertes inunda estos poemas que recogen el tema del dolor de España ab initio.

“España en ausencia” recoge sus impresiones al salir de España en direc-

ción a Rusia, pero si al comienzo es un poema circunstancial, acaba convirtién-dose en un conjunto épico en cuartetos endecasilábicos donde se conforman las imágenes y los símbolos de toda su líri-ca: la trascendencia de la tierra, de los árboles (paradigma de la raíz), también el recuerdo de esa guerra fratricida, de los huidos y de los muertos. El poema va desde la muerte inicial (“Como si me hubiera muerto el cielo/ de España me separo”) hasta la muerte de los versos fi -nales con un sentido recuerdo para Jose-fi na Manresa:

Van conmigo tus muertos, tus caídos,Mis caídos, mis muertos:Pesan en lo más alto de mis huesos queridos,Navegantes y abiertos.

Umbelífera niebla. Foto: Ana Retamero

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En defi nitiva, podemos suscribir con Andrés Sorel estas palabras que resu-men en una imagen su poder seductor: «Miguel fue el escritor más comprome-tido con la tragedia del pueblo español de cuantos vivieron aquellos años de exterminio»15.

(1) Unos meses antes en agosto de 1935, “Neruda estigmatiza la labor mentora de Ramón Sijé, quizás indirectamente, porque le interesan los brazos de Miguel, y Miguel acu-de inmediatamente a Madrid, en este viaje le acompañará su hermana Elvira. Llegará con la ceja izquierda rota en infl amada porque se había dado un golpe al bañarse en el río Segura. Ramón Sijé teme perder a su gran amigo y paisano para sus ideales neocató-licos, pero pronto tiene que constatar que el ambiente de Madrid puede más que los ecos de la lejana Oleza mironiana”. (Fernández Palmeral, “Pablo”, op. cit.)(2) En este primer número colabora Miguel Hernández con un poema titulado “Vecino de la muerte”. (3) P. Neruda, “Sobre una poesía sin pure-zas”, Caballo verde para la poesía, 1, octubre de 1935, p. 5.(4) Fue publicado el 24 de enero de 1936 en la colección Héroes de Madrid, por el matrimo-nio Altolaguirre. J. A. Serrano Segura, “La obra poética de Miguel Hernández”, [en lí-nea], Dirección URL: < http://jaserrano.nom.es/mhdez/> (Consultado el día 9 de mayo de 2010): “Como fuentes literarias inspiradoras se reconocen en esta obra coincidencias con los sonetos de Lope de Vega, Góngora, Gar-cilaso y Quevedo, además de de la infl uencia del surrealismo de Vicente Aleixandre en La destrucción o el amor, y la llamada «poesía impura» de Pablo Neruda, cónsul de Chile en España y ya reconocido poeta. Todos estos ascendientes han sido ampliamente estudiadas por José María Ballcels (Prólogo para Imagen de tu huella, El silbo vulnerado, El rayo que no cesa y otros poemas, Losada, Barcelona, 1998), por Agustín Sánchez Vidal (Estudio a Perito en Lunas y El rayo que no cesa, Alhambra, 1976), el profesor Francis-co Esteve (Antología Comentada, Tomo I, Ediciones de la Torre Madrid, 2002), Antonio Gracia Caselles (Miguel Hernández: del «amor cortés» a la mística del erotismo, Ins-tituto De Cultura Juan Gil-Albert, 1998), José Carlos Rovira Léxico y creación poética de Miguel Hernández, Universidad de Alicante, 1983) y Juan Cano Ballesta en sus numerosos estudios sobre el poeta.(5) Precisamente el mecenas de El Gallo Crisis, la revista que llevaba Sijé y en la que colaboró Hernández era sufragada por José María Quílez Sanz, notario de Orihuela y

candidato a diputado por la CEDA en las elecciones de 1936.(6) Miguel Hernández se acerca a Asturias y a los terribles acontecimientos de su revolución con la pieza teatral Los hijos de la piedra, de 1935. Subtitulada 'Drama del monte y sus jornaleros', la obra invoca subliminalmente el levantamiento de los mineros asturianos el año anterior. Localizada en un lugar llamado Montecabra, su acción se desarrolla esencial-mente en el ámbito minero, y en su trasfondo se percibe el clima del confl icto social del 34(7) Socorro Rojo Internacional, Valencia, 1937.(8) Así lo recuerda Miguel Ferris que afi rma que Miguel Hernández se enrolo en las fi las del ejercito republicano para hacer poesía desde la primera línea de fuego, a pie de guerra. Los intelectuales más signifi cados pasaron la contienda en el lujoso palacio de los marqueses de Heredia-Spinola. No podían cantar la experiencia bélica con el mismo lenguaje y ello provoco un agrio enfrentamiento entre Hernández, Alberti y Mª Teresa León.(9) Pérez Bazo, “Síntesis”, op. cit.(10) El hombre acecha lo editaba la Imprenta Moderna de Valencia (de la Subsecretaría de Propaganda, 1939). La Subsecretaría de Propaganda, a través de la «Sección de Publicaciones del Comisariado del Cuartel General del Grupo de Ejércitos», situado en Valencia era la encargada, y el responsble, Rafael Pérez Contel, confi rmó que a fi nales de 1938 estaba trabajando en la edición del libro, cuyo manuscrito había recibido de manos del propio autor. Se imprimieron los volúmenes correspondientes en marzo de 1939, quedando apilados. Fue revisado por el escritor. Con la derrota republicana se corta todo y la edición desapareció. La que segui-mos es la ya citada de Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia, que siguen la de Buenos Aires de 1960 y 1973.Fernández Palmeral, “Pablo”, op. cit.: “En este poemario debe ser tomado como eje de la poesía de guerra, sobre cuyo poemario escribió un ensayo quien fi rma este articulo: <El hombre acecha como eje de la poesía de guerra>, publicado en la Editorial Palmeral, 2004. Es este libro Miguel, publica un poema agónico, en solicitud de ayuda a la causa, es el titulado: «Llamo a los poetas», donde nombra a Pablo Neruda en la primera es-trofa, después de Vicente Aleixandre lo cual supone un latente recuerdo por el chileno”.(11) C. Navarro-Herrero, “Compromiso político-social de M. H.” [en línea], Dirección URL: < http://www.canal-literatura.com/miguelhernandez/?p=119> (Consultado el día 15 de mayo de 2010).(12) Zardoya, “Mundo”, op. cit., pp. 82-83.(13) Luis y Urrutia, “Aproximación”, op. cit., p. 340.(14) Así lo recogen Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia en la edición que manejamos de la

Obra poética completa de Miguel Hernández ya citada. Son en total catorce. Consideran que tenían una clara afi nidad con El hombre acecha pero no fueron incluidos en esta obra. De “España en ausencia”, “Teruel” y “Canto de independencia” no se explican las razones que motivaron su no inclusión si estaba en la misma dirección temática. De “Canción del antivionista” y “Canción de la ametrallado-ra” consideran que no convencieron al autor, “porque poseen una belicosidad que ya no tiñe las páginas de El hombre acecha” (op. cit., p. 377). “Hijo de la luz y de la sombra”, dedicada al hijo fallecido no la incluyen estos críticos en Cancionero y romancero de ausencias. (15) A. Sorel, “Por qué Miguel Hernández”, en República de las Letras, núm. 116, abril 2010. p. 6.

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Manuel Urbano

Unas prosas de guerra desconocidas de

miguel hernández

¿Pero sólo colabora Hernández en Frente Sur con artículos fi rmados con su nombre o los conocidos pseudóni-mos? En pura lógica es de suponer que algunas informaciones anónimas y algu-na otra prosa menor –faldones, pies de fotos, etc.-, como ya apuntara páginas atrás, sean de su autoría, máxime cuan-

do no tardará en dirigir un periódico, Frente Extremeño, lo que conlleva un reconocimiento a su capacidad en el ofi -cio o, al menos, cierta profesionalidad ya demostrada. Pero, en honor a la verdad, no podemos señalar con rotundidad y sin ápice de duda ningún texto concreto anónimo como nacido de la pluma del

oriolano, si bien son notorias algunas evidencias que nos inducen, como segui-damente veremos, a aceptarlos sin escrú-pulo ni reparo alguno. No obstante ello y no sufrir, como ya dijésemos, el bombar-deo de Jaén por ausencia de la capital del poeta el primero de abril, creemos que el artículo “Por una infancia feliz1”, bien

Centáureas. Foto: Ana Retamero

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pudo ser de su autoría, haciéndolo llegar a la redacción el dos o tres siguientes; más aún, como recordaremos, según el citado testimonio de Josefi na Manresa, Miguel estuvo ausente de la ciudad sólo “dos o tres días”. En el trabajo, con pro-sa menos rica y de urgencia, se dan las constantes que hemos visto repetidas en las prosas hernandianas: una sociedad dual, injusta y enfrentada; una infancia sojuzgada y pobre, desposeída de todo y obligada a trabajar con dureza; el ham-bre en el hogar, la miseria y la explota-ción; la confi anza en la lucha y el nacer, como consecuencia de ella, de una Espa-ña alegre y feliz… De aquí que con toda provisionalidad y entre interrogantes lo reproduzcamos:

Niños de Jaén han caído mutilados o asesinados por la metralla fascista.

Antes, cuando los que traen a los in-vasores vivían de las inmensas tierras que ellos sólos, unos cuantos poseían, perse-guían también a los niños. La infancia de Andalucía carecía de escuelas, conocía el hambre apenas nacer, era arrancada de su vida de juegos en la edad más tierna para ocuparse de los trabajos más duros. La mina y el campo arrastraban al niño para mitigar un poco el hambre del hogar.

Niños que conocieron aquella vida de infi erno con los que en Pozoblanco y Porcuna en Iznalloz y todos los frentes de

Andalucía empuñan los fusiles contra los mercedarios de los que les negaron toda la alegría, de los que les tuvieron sometidos a un régimen de hambre, a ellos, y antes a sus padres, y a sus abuelos, a generacio-nes de obreros y campesinos andaluces.

Los niños de hoy tienen ante sí un por-venir más feliz. En los frentes de batalla se está ventilando. Con el triunfo del Ejército Popular, la infancia de Andalucía no co-nocerá la triste vida de antes. Acabará su tristeza secular y será preparadora para formar legiones de hombres y mujeres que forjen con su trabajo alegre la España feliz y libre que representa el Frente Popular.

Por eso nuestros soldados llevan en sus armas de victoria la liberación de Es-paña y en primer término el de su infan-cia que será la que forjará la sociedad más justa donde los niños no conozcan, desde su llegada a la vida, la miseria y la explotación.

Y algo más si volvemos al testimonio parcialmente visto de Andrés Pérez Bál-mez, el fotógrafo de guerra y compañe-ro en las tareas periodísticas de Miguel Hernández en Frente Sur, al que nos es preciso acudir, aunque en ocasiones y por cuanto a fechas se refi ere desconfi e-mos de su memoria2:

En Frente Sur, Miguel Hernández desempeñaba la función de periodista al que yo acompañaba habitualmente a ha-

cer entrevistas. Cuando la resistencia de Pozoblanco fuimos a entrevistar al coro-nel Pérez Salas y nos encontramos allí con otro poeta: Pedro Garfi as. Recuerdo esto porque ambos comenzaron a decir versos a los soldados y allí fue donde yo le hice a Miguel en la que parece que está arengan-do a la tropa. Luego han dicho que esta fotografía, tan reproducida, estaba hecha en la parte de Teruel, en Guadalajara o no sé dónde. Recuerdo que Miguel Hernán-dez recitó el poema “Independencia”.

Dejando al margen la intere-sante información iconográfi ca que nos ofrece, e interrogándonos por ese poema intitulado “Independencia”, el cuál no ha llegado a nosotros, al menos con ese nombre y al que alguien ha creído que, posiblemente, sea el hoy conocido como “1º de mayo” , nos aporta sufi cientes datos para incluir una nueva prosa has-ta ahora desconocida entre las hernan-dianas: “Por los frentes de Andalucía y Extremadura: La heroica defensa de Pozoblanco”, que publica Frente Sur en su número correspondiente al primero de abril de 1937, pág. 4, y que viene fi rmada con el pseudónimo de Roldán, quien redacta la crónica como si fuese un enviado especial, aunque su pulso narrativo es más propio de un individuo con responsabilidad política que el de un mero reportero.

Cuál es el estado de la justicia española y su grado de credibilidad

para la ciudadanía

Barcos de Extrarradio

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El artículo, eminentemente perio-dístico, dista y mucho de ser una entre-vista –en realidad, salvo la realizada al coronel Morales , no existe ninguna en toda la colección del periódico-, pues es un elogio del ejército popular, de su jefe el teniente Coronel Pérez Salas y, ante todo, del Pedro Garfi as, quien ya en ese mismo número ofrece a los lecto-res su primera colaboración, el romance “Defensa de Pozoblanco”: “Pozoblanco, Pozoblanco / no serás nunca de Queipo, / lo defi enden los soldados / del ejército del pueblo…”. La colaboración se inicia dando cuenta de la importancia que tuvo la heroica resistencia de la población cor-dobesa, de la que ya ofreciéramos noticia en las páginas iniciales de este ensayo, para pasar a ocuparse con mayor dete-nimiento de la defensa y, ante todo, de las fi guras del comisario y el jefe militar, que reproducimos:

Pero a pesar de todo ello, contra toda lógica militar, fue posible la defensa de Pozoblanco. Allí quedó el teniente coronel Pérez Salas, dispuesto a dar la batalla contra todas las teorías pesimistas, contra todos los enemigos del pueblo. Y resistió su comandancia todos los bombardeos. Reorganizó nuestras fuerzas, y de aque-llos hombres cansados que acababan de abandonar dos pueblos, hizo los com-batientes de nuestras recientes victorias. Pérez Salas hizo posible esta resistencia. Y junto a él otro hombre que en los mo-mentos de mayor peligro le acompañó a la decisión de no abandonar por nada las posiciones de Pozoblanco. Este hombre, Pedro Garfi as, Comisario del heroico Ba-tallón Villafranca, fue el más efi caz cola-borador de este triunfo. Los dos tuvieron fe en nuestra victoria y tuvieron confi anza en nuestros hombres.

Nosotros hemos podido visitar los frentes y hemos podido observar la enor-me importancia de esta victoria. En la

resistencia de Pozoblanco ha estado toda la clave de nuestro triunfo. Luchamos en los primeros días en condiciones de gran inferioridad contra los sublevados y no podemos hoy negarnos a luchar cuando las condiciones son adversas. Hay que defender nuestro terreno con fe en nuestro triunfo. Ni un palmo más de tierra para nuestro enemigo.

El texto concluye dedicando unas lí-neas al alto signifi cado de esa victoria so-bre el ejército de Queipo. Y a él sigue en texto separado la presentación de Pedro Garfi as, que no puede ser obra más que de la pluma de Hernández:

Pedro Garfi as es un gran poeta re-volucionario. Desde hace muchos años pertenece al Partido Comunista […] Gran luchador, gran poeta y consecuente revo-lucionario es hoy uno de los mejores co-misarios del frente Sur. Sus versos están escritos en los descansos de los comba-tes. Para nosotros es una gran satisfac-ción contarlo, desde hoy, entre nuestros colaboradores.

Y más. Encontramos en el rótulo de la colaboración anterior lo que nos pa-rece el título de una serie de reportajes: “Por los frentes de Andalucía y Extrema-dura”; también con el genérico de “Por los frentes de Extremadura”, ofrece el periódico el texto “El niño evadido”5, que ya desde su propio título nos mues-tra la marca hernandiana. En él, una vez más, la desgraciada historia de un niño, la lucha que por su redención llevan los soldados del pueblo, y el irreprimido grito de denuncia. Quede el breve texto del mismo tono que el antecedente, que tiene todas las trazas de ser del poeta de Orihuela, quien ofrece el relato como el sorpresivo y triste descubrimiento en una de sus esporádicas visitas a ese lugar del frente:

En las ofi cinas de la Comandancia corre un chiquillo de unos diez años que todos llaman Antonio. Va de unos en otros y todos le quieren y sienten ganas de pro-tegerle. El Comandante nos explica: “Es un niño evadido de un pueblo en poder del enemigo. Llegó a nuestras fi las y ha quedado con nosotros, acompañándonos donde vamos. Le hemos querido enviar fuera de este pueblo, pero el chiquillo no quiere separarse de nosotros”. Allá va el pequeño con su pañolito rojo, ligero como una ardilla para los recados que le man-dan, dispuesto siempre a ser útil en algo. Charlamos un momento con él.

-Mi padre y mi madre estaban en la cárcel, y quizá ya los hayan matado. Mataron a muchos en el pueblo. Yo vivía en mi casa con mi hermana. Un mucha-cho mayor me dijo un día que pensaba escaparse y venir a pelear a favor de los trabajadores. Yo tenía que pelear contra todos aquellos que habían metido en la cárcel a mi padre y a mi madre sin haber hecho ningún mal. Entonces sentí muchas ganas de escaparme con él. Salimos una noche y anduvimos mucho, mucho, hasta que llegamos a encontrarnos a la mañana siguiente con soldados de este batallón. El otro muchacho conocía muy bien el cam-po y pudimos escapar sin que nos vieran.

Hermosa decisión del niño extremeño. Quería pelear contra los que encarcelaron a sus padres sin motivo alguno. Por el sencillo motivo de ser trabajadores y sin-dicados. Como él, tantos y tantos niños de España estarán llorando a sus padres muertos por la culpa de unos generales traidores y unos estados fascistas que les han apoyado. El chiquillo pasea entre nuestros soldados, con su pañuelo rojo, con la promesa de una España nueva que se forjará con el espíritu de tantos niños como éste por cuyo porvenir están luchan-do los soldados del pueblo.

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Hemos visto en los ojos de esta criatu-ra el horror de las escenas de un pueblo en poder de los fascistas. Las cárceles llenas de inocentes, los fusilamientos de hom-bres honrados, los trabajadores vejados y explotados, los niños errantes por las ca-lles, con el vacío de los padres en el hogar pisado por el fascismo.

Y se crispan los nervios, se aprietan los puños y se oye allá dentro un único gri-to: ¡Cobardes!

En su número de 28 de marzo, Fren-te Sur anuncia que su próxima edición será extraordinaria, con doble número de páginas (8) en el ejemplar, dedica-das a los trabajos en la mina de plomo, las tareas de los comisarios políticos, declaraciones de los jefes que dirigen la guerra en el Sur y “un articulo de nuestro camarada Oselito”. Contrariamente a lo expuesto, el número de primero de abril será sencillo, no alberga trabajo alguno sobre los comisarios políticos y, junto al artículo del humorista y dibujante sevi-llano, aparte de la información general, sólo fi gura en sus páginas una entrevista con el referido coronel Morales, jefe del ejército del Sur y, en la página cuarta, el artículo anónimo “Mineros del Sur. Linares. Héroes de la retaguardia”, ilus-trado por cinco espléndidas fotografías con pies como estos: “Los mineros se dirigen alegres al trabajo. Ya no existe la empresa”, o “En las entrañas de la tierra sacan el plomo para las balas que emplea el Ejército del pueblo”. El artículo es, en defi nitiva, un reportaje que sirve de pre-texto para la propaganda y la consigna política, y en muy buena medida tiene la misma estructura literaria que “Los hijos del hierro”, como viéramos fi rmado por Hernández con el pseudónimo de An-tonio López, y en el que se ocupaba de la situación de los trabajadores ferrovia-rios de la estación de Baeza: mejora de la retribución salarial, ventajas del trabajo

efectuado para el Estado, difi cultades laborales superadas por el entusiasmo6, así como otras consideraciones ya tópi-cas: la crueldad del mundo burgués y los patronos –que embisten-, la búsqueda y el afán por un futuro mejor para los hi-jos, la esperanza en un mundo de justicia que ya se toca con las manos y por el que luchan los soldados leales.

En otro orden de cosas, conviene re-cordar que estamos ante un tema, el del minero, que Hernández tocara con an-terioridad en uno de sus primeros poe-mas, “Oda el minero-burlona”, donde ya habla de la “tumba productiva”, o el “mineral laboral de su muerte”, “mártir de la mina”, “patrón de muerte, inicio de enterrado”; en suma, una visión táni-ca, como de alguna manera incide en el texto linarense; pero lejos está el de Ori-huela de comprometerse en la problemá-tica social de este trabajador, mártir del proletariado, lo que hará poco después, 1935, en Los hijos de la piedra, su fuen-teovejunesca pieza teatral. Ahora el men-saje esencial es distinto y se corresponde con la consigna de partido y una de las grandes prioridades de la España repu-blicana, la necesidad de aumentar la producción –ella es la que propicia la co-lectivización-, algo esencial en este caso, pues el plomo es imprescindible para la guerra y como materia prima para la ex-portación, de aquí que tenga al minero como héroe y miliciano combatiente de la retaguardia. Mas, por cuanto podamos decir, quede el artículo a juicio del lector:

Una mina de Linares.

Una mina que puede servir de ejemplo de emulación para el trabajo de guerra.

En 1935, salvando grandes obstácu-los, un grupo de cincuenta mineros con-siguió iniciar su explotación por cuenta propia. El odio burgués se desata contra

ellos. Muchos mineros trabajan en co-mún, embestidos por la mala intención de los viejos explotadores. La mina marcha, a pesar de todo, con prosperidad. El en-tusiasmo de los mineros salta por encima de los odios, y las toneladas de plomo son abundantes a diario. Hay un ambiente hostil en torno que hace redoblar los es-fuerzos de los trabajadores unidos. Cua-trocientas pesetas se les pagaba entonces por cada tonelada: hoy han llegado a co-brar mil cuatrocientas. Se cometían con ellos continuos actos de “sabotaje”. Unos días antes de la sublevación facciosa, les incendiaron una máquina de extracción valorada en un millón de pesetas. Han tenido necesidad de reconstruir la casa en que funcionaba, y parte de un pozo. El es-tado les ha ayudado en la reconstrucción.

La infl uencia de la guerra en la mina del Collado.-

La guerra ha sonado en las galerías de la mina del Collado. Los mineros que tra-bajaban antes seis horas, trabajan ocho, no descansan el domingo y se relevan de noche y día. Extraen el plomo sin descan-so para que nuestros soldados usen contra quienes desean tenerlos bajo el régimen de desesperación. El Partido Comunista lanzó la consigna: “Trabajo intensivo”, y los mineros del Collado, con pan y espina-cas trabajan ocho horas y están dispues-tos a trabajar más si es preciso.

El trabajo colectivo de la mina del Co-llado del Lobo no ha comenzado después de la guerra cuando muchos sintieron afán de requisar, de colectivizar, y no de producir más. Empezó con toda clase de adversidades, en 1935.

La fuerza tenaz, consecuente, y crea-dora del proletariado buscó y encontró nueva vida en el pozo del Collado del Lobo.

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Hubo sabotaje. Los fascistas incen-diaron la mina, los mineros la han rehe-cho. La trabajan en colectividad desde 1935, los pulmones de muchos de estos mineros se han destrozado buscando el mineral, reparando el criminal sabotaje y sin embargo, hoy, ellos son los primeros en aceptar y propagar la consigna del Par-tido Comunista.

“Todas las industrias bajo la direc-ción del gobierno”. Estos heroicos mine-ros, héroes de verdad en el frente de la producción, más que la silicosis –por li-brar de ella a sus hijos- les preocupa hoy ganar la guerra, ganarla pronto. Para ello implantan el trabajo intensivo, enfren-tándose con el polvo asesino de las mi-nas, más lento pero más implacable que las balas. Porque con los viejos métodos de trabajo nadie se libra. Saben que ga-nando la guerra el nuevo Estado creará sanatorios para los heroicos hombres que cultivan el subsuelo, asegurándoles las medidas de protección para preservarles de la enfermedad, que al viejo propietario no le preocupaba por que el hijo del mine-

ro, aún niño, esperaba vez para entrar y dejar su vida en la mina para sustituir al padre, ya inútil.

Estos hombres hoy sacan alegres el metal para las balas que van a disparar los soldados del Ejército del pueblo.

--------Al hablar de la mina no se puede olvi-

dar el nombre de de Juan José Feijoo, el organizador de la mina, el camarada que orientaba a los trabajadores y cuyo recuer-do permanece aún vivo en el corazón de todos los mineros del Collado del Lobo.

Cuando los ejércitos del fascismo ex-tranjero invaden nuestra patria, y cuando el gobierno que dirige la guerra y no tie-ne la confi anza y representación de todos precisa de elementos para emplearlos con-tra el enemigo, es un heroísmo de guerra, en la retaguardia, superarse en el trabajo, produciendo más y más y cuidando la ca-lidad de la producción.

Tanto necesitamos para triunfar la disciplina en los frentes como en la reta-guardia. En los primeros ya ha sido com-prendida y se cumple rígidamente; en la

segunda, debe seguirse ese camino. Cola-borando todos los obreros en la creación de una potente industria de guerra, bajo la dirección única del Gobierno del Frente Popular.

De Ruiseñor de fusiles y desdichas,2ª edón. ampliada, Edit. Formación

Alcalá, 2010.

(1) Frente Sur, nº 5, pág. 4; Jaén, 4 de abril de 1937. La prosa, como casi todas las de Hernández, aparece ilustrada con dos gran-des fotografías.(2) MOREIRO, José María: “Miguel Hernán-dez testimonialmente”, en Los domingos de ABC, pág. 99 y sts.; Madrid, 26 de marzo de 1878.(3) Ibidem.(5) Frente Sur, nº 9; Jaén, 18 de abril de 1937.(6) Conviene recordar una carta algo anterior – 18 de marzo de 1937- de Miguel a Josefi na –Cartas a Josefi na, pág. 177; Edit. Alianza; Madrid, 1988-: “A tus hijos, a mis hijos, les enseñaré a trabajar con alegría y sin amos que les hagan sufrir con insultos y atropellos”. Un mes justo después de esta prosa Hernández publica y con el mismo sentido en Frente Sur una prosa, “Fiesta del trabajo”, y el poema “1º de mayo”.

Espiral de otoño. Foto: Ana Retamero

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(En Orihuela, su pueblo y el mío, seme ha muerto como del rayo Ramón Sijé,a quien tanto quería)

Yo quiero ser llorando el hortelanode la tierra que ocupas y estercolas,compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolasy órganos mi dolor sin instrumento,a las desalentadas amapolasdaré tu corazón por alimento.Tanto dolor se agrupa en mi costadoque por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,un hachazo invisible y homicida,un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,lloro mi desventura y sus conjuntosy siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,y sin calor de nadie y sin consuelovoy de mi corazón a mis asuntos.Temprano levantó la muerte el vuelo,temprano madrugó la madrugada,temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,no perdono a la vida desatenta,no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormentade piedras, rayos y hachas estridentessedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,quiero apartar la tierra parte a partea dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrartey besarte la noble calaveray desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:por los altos andamios de las fl orespajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.Volverás al arrullo de las rejasde los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,y tu sangre se irá a cada ladodisputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,llama a un campo de almendras espumosasmi avariciosa voz de enamorado.

A las ladas almas de las rosasdel almendro de nata te requiero,que tenemos que hablar de muchas cosas,compañero del alma, compañero.

(El rayo que no cesa)

Elegía a Ramón Sijé Miguel Hernández

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