rev clin esp 5-3 investigaciones sobre el latirismo ii- el cuadro clinico 1942

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  • 8/13/2019 Rev Clin Esp 5-3 Investigaciones Sobre El Latirismo II- El Cuadro Clinico 1942

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    168 REVIST CLNIC ESP OL 15 mayo 1942

    O R I O I N L E SINVESTIGACIONES SOBRE EL LATIRISMO

    / / Comunicacin: EL CUADRO CLNICO. C . J IM N EZ -D A Z , E. R O D A , E . O R TIZ D E LA N -

    DZURI, C. MARINA y L . LO R EN TE(Instituto de Investigaciones Mdicas y C lnica Mdica de laFacultad de Medicina deMadrid Prof. DR. C. JIMNEZ DAZ)

    Posteriormente a la anterior comunicacin hemostenido ocasin de seguir observando otros casos delatirismo; aparte de alguno ms procedente de laepidemia de Consuegra, hemos visto 2 procedentes' de Sigenza, otro de Villar del Olmo (M ad rid ),otro de Daimiel, otro de Argamasilla de Calatravay otro de Socullamos (Ciudad Real), uno de Cam-pillo de Alto Buey y otro de Horcajo de Santiago(Cuenca), otro de Dos Barrios y otro ms de Quin-tanar de la Orden (Toledo). Todo esto hace pen-sar que el nmero de casos, aunque en proporcinrelativamente limitada, va aumentando (*). Ha-biendo tenido a varios de estos enfermos hospitali-zados y sometidos a estudio algunos de ellos msde tres meses, consideramos de algn inters haceruna resea de las manifestaciones clnicas que ofre-can.Todos los casos vistos han sido varones, exceptouna mujer cuya sintomatologa clnica difiere abier-tamente de la de todos los restantes casos, en losque en cambio el cuadro era bastante uniforme; lasdiferencias del caso femenino nos harn describirleaparte, pues si hemos llegado a aceptar que se tratetambin de latirismo por una parte de su cuadro ypor la presentacin simultnea con los restantes ca-sos de Consuegra, no podramos afirmarlo rotun-damente. Este predominio tan intenso de los varo-nes que es uno de los caracteres ms curiosos de laclnica de esta afeccin, ha sido uniformemente re-conocido por todos los que han observado epide-mias; STOCKMAN establece una proporcin de hom-bres a mujeres de 10-12 :1 . La edad de presenta-cin oscila en lmites muy amplios; nuestros casostenan desde un nio de 6 aos, 14, 16, 17, 18,19 , 20, 21, 23, 32, 33, 34, 35, 38 , 41, 51 y 55.La frecuencia mayor es entre los 18 y 40 aos, perocomo se ve tambin se presenta en los nios y enpersonas de alguna edad.La enfermedad comienza con mayor frecuenciaen el invierno, aunque naturalmente esto sea varia-ble en la experiencia de cada autor, pues existiendoun determinismo exgeno todo depende del mo-mento en que se den los factores productores. Sueleempezar de un modo rpido, a veces podemos decirque fulminante; en algn caso el enfermo tuvo unanoche calambres dolorosos y agarrotamiento, a

    (*) Tenem os noticia de la presentacin de brotes variosltimamente en Villamayor de Calatrava (Ciudad Real), enHorcajo de Santiago, en Buenda (Cuenca), Campo Real(Madrid), Alczar de San Juan (Ciudad Real) y Ybenes(Toledo) .

    la maana siguiente no poda andar; es ms fre-cuente, sin embargo, que existan unos das de pr-dromos en los cuales el enfermo siente frialdad delas extremidades, menor fuerza, cansancio fcil, do-lores musculares, hormigueos, pinchazos. Hay otroscasos en los que la enfermedad va hacindose lenta-mente por una debilidad progresiva, o envaramien-to de las extremidades, que va anulando la activi-dad motora poco a poco.Cuando la enfermedad est-ya constituida formaun conjunto clnico inconfundible; es en suma unaparaplejia espstica en la que el hipertono de las ex-tremidades inferiores da un aspecto tpico a la ac-titud del enfermo y a su manera de andar. En piesegn la intensidad de la afeccin, o permanecen conlas piernas rgidas algo flexionadas las rodillas, otienen que estar apoyados en uno o dos bastones ya veces en muletas, y en este caso en mayor semifle-xn con el cuerpo echado hacia adelante, y apoya-dos los pies por las articulaciones metatarsofalngi-cas con el taln despegado del suelo. El intento demarchar no va seguido de la progresin inmediata;una serie de movimientos previos como si los piesse hubieran pegado al suelo firmemente son visibles,el tronco se ladea hacia la pierna de apoyo para po-der levantar la que avanz.a cuya rigidez muscular lodificulta, y una vez que sta toca el suelo el troncoes inclinado hacia adelante; al apoyarse el pie quese ha movido es frecuente que se provoque un mo-vimiento clnico que hace an la marcha ms dif-'cil, en el tobillo no se produce flexin o muy escasay la rodilla apenas juega tampoco; esta "viscosidad"de la marcha, su carcter digitigrade, el clonus y elcontoneo excesivo del tronco constituyen los ras-gos principales. Cuando el sujeto est sentado pa-rece ser normal; en reposo ni suele exhibir movi-mientos* n tiene temblor; las extremidades superio-res, nervios craneales, etc., estn indemnes; puedenexistir parestesias, que generalmente desaparecen alos 2-3 meses de comienzo de la enfermedad, y concarcter transitorio, se presentan tambin trastornosde esfnteres (miccin imperiosa, incontinentia alvi) ;en la cama, salvo la existencia de contracturas do-lorosas, calambres, sobre todo en las pantorrillas ya veces en la ingle, ms rara vez en la nuca, no per-ciben ningn sntoma.Es muy frecuente que la afeccin sea progresivaen los primeros tiempos; cuando s ha tratado de uncomienzo rpido, pasado un tiempo variable de unasemana hasta dos meses, el cuadro regresa parcial-mente hasta quedar constituido exclusivamente porla impotencia motora, y el hipertono de las extre-midades inferiores; en los casos de comienzo y evo-lucin ms lentos no se ve tan frecuentemente esaregresin de sntomas; llegada a un cierto gradode desarrollo la enfermedad, persiste as crnica-mente. En lo futuro slo en casos verdaderamenteleves se hacen regresiones suficientemente ampliaspara poder el sujeto seguir con una cierta actividad ;lo ms corriente es que los enfermos sigan ya igualpara siempre con alternativas de aumento o dismi

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    T O M O VNMERO INVESTIG CIONES SOBRE EL L TIRISMO 169nucin de la hipertona en relacin sobre todo conla temperatura externa. La enfermedad, una vezpasada a ese estado crnico definitivo, puede acarrearfenmenos de atrofia muscular, si bien poco mar-cados siempre. Todas las funciones orgnicas siguen.normalmente,y el enfermo puede morir de cualquierotra afeccin independiente al cabo de muchos aos.Este que hemos trazado es el cuadro de conjuntoque hacen del proceso un sndrome inconfundible;cuando se lee en ciertas publicaciones un diagnsticodiferencial con el beriberi o la pelagra o los sndro-mes neuroanmicos, se tiene la impresin de que elautor o no ha visto latirismo o las otras afecciones.Solamente la esclerosis lateral espstica; y en algu-nos casos, de forma medular parapljica, la esclero-sis piacular pueden de primera intencin confun-dirse con el latirismo; pero ello ocurre cuando no sepiensa en esta enfermedad; una vez conocida es,por lo general, tan fcil como hacer el diagnsticode un cuadro parkinsonano. A continuacin hace-mos ahora un anlisis ms detallado del cuadro cl-nico que queda en su conjunto diseado.

    COMIENZO DE LA AFECCIN. Conforme he-mos insinuado antes, el modo de comienzo es algovariable de unos casos a otros, si bien por lo gene-ral es bastante brusco y el cuadro alcanza rpida-mente su desarrollo incluso ms intenso que comova despus a perdurar. En unos los fenmenos mo-tores son lo primero, y en cambio en otros se pre-ceden de una serie de sntomas subjetivos quepodramos calificar de prdromos; stos son prin-cipalmente parestesias, hipoestesias, alteraciones detemperatura o de

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    170 REVISTA CLNICA ESPAOLA 15 mayo 1942enfermos son los calambres; generalmente se aso-cian a las parestesias, aparecen muchas veces comoprimer sntoma o formando parte de un sndromepre-motor con las otras sensaciones referidas, peroen algunos tienen comienzo ms tardo sobre el cua-dro ya desarrollado, y perduran bastante tiempo.Generalmente son nocturnos y casi siempre mani-fiestos en las masas gemelares, en algn caso se pre-sentaron en cuanto se haca algn esfuerzo apenasiniciada la marcha.

    CASO 3 . (J. G. M .) , de-3 2 aos, estando bien empiezaa notarse a fines de abril de 1941, por la noche en la cama,unas contracciones dolorosas en las pantorrillas y tambin enlos muslos, que duran poco tiempo y aunque le despiertan siest dormido, se pasan espontneamente. A primeros de mayola marcha "re .hizo ms tor pe, tropezaba con facilidad y seencontraba agarrotado; los calambres se acentuaron y ya noeran solamente en la cama, sino ms al andar, hasta el puntode tener que renunciar al movimiento apenas iniciado, llegpor junio a no poderse calzar ni ir a caballo, por el intensodolor que apareca en los msculos co ntracturados; solamenteen octubre desaparecieron del todo los dolores musculares, jus-tamente cuando su cuadro de intensa afectacin se'haba yainstaurado.

    Los dolores que muchos enfermos manifiestandesde el comienzo y en algunos perduran variosmeses, y cuya localizacin es diversa, son sin dudadel mismo mecanismo contractural. Aparte de dolo-res en las pantorrillas, se presentan a veces en lanuca, en la regin lumbar y muy frecuentemente enlas ingles. FlLIMONOFF* cita observaciones parejasde KOJERNICHOW que estudi en Mosc la epide-mia aparecida en Saratoff.Dos enfermos manifestaron en el comienzo dela afeccin solamente dolores en las ingles y variosen la regin lumbar; uno hablaba de "calambres yhormigueos en la cara" y otro de un sndrome evi-dentemente del trigmino:

    CASO 6. (L. de P.), a mediados de agosto de 1941, es-tando en plena salud se le presentaron unas crisis de hormi-gueo con dolor centelleante muy molesto en la mejilla y enregin maxilar, irradindose por el maxilar inferior; eran su-mamente molestas, pero muy breves, repitindose en cambio,varas veces en el da. As estuvo un mes sin otro sntoma,hasta que empezaron calambres en la pierna derecha, flojedad,frialdad y parestesias; luego ya re instaur su cuadro com-pleto.En un solo caso hemos hallado como manifesta-cin prodrmica una alteracin del carcter:

    CASO 1 8. (Q. R ) , de 38 ao s, estando antes bien seoper un cambio sin motivo externo en su manera de ser; sesenta deprimido, triste, sin ilusin por nada, y sin nimos;sus familiares y los compaeros de trabajo le encontrabantriste; as pas el mes de enero de 1941; y bruscamente (fijala fecha exacta: el da 28 de febrero), al iniciar su trabajonot bruscamente que no poda mover las piernas, las tenacomo duras y torpes y tropezaba; en seguida tuvo queapoyarse en dos bastones; luego el trastorno se fue acentuan-do progresivamente; en mayo empez a mejorar algo, paraquedar estacionado en julio cuando nosotros le exploramos.Por oposicin a los casos anteriores, los ms nu-merosos como se ve, en los que puede hablarse de

    verdadero perodo de comienzo o prodrmico, hayalgn caso en que el trastorno motor ha sido lo pri-mero y sin ningn cortejo; uno de los casos nues-tros relataba que el primer hecho fue que le dijeronsus compaeros: "qu maneras has echado de an-

    dar ", solamente entonces se percibi de que en efec-to no andaba como antes, y en el curso de das eltrastorno aunque lentamente se fue acentuando.En resumen, la presencia de calambres persisten-tes (nocturnos o al esfuerzo), ms aun si se acom-paan de parestesias o frialdad, deben hacer pensaren sujetos cuya alimentacin permite temerlo, o queresidan en zona donde se hayan presentado otroscasos en el comienzo del latirismo. Si insistimos mu-cho en todo esto es porque si cabe una evitacin deldesarrollo del cuadro ha de ser a base de un diag-rnstico precoz y porque si el estudio de los enfer-mos ha de permitir aclarar la etiologa de la enfer-medad tiene que ser a base de observarse los casosincipientes; los autores que han estudiado hastaahora el atirismo hacen poco hincapi en las mani-festaciones de com ienzo. . .

    NERVIOS CRANEALES. As como en la intoxi-cacin espontnea que los caballos presentan cuan-do han ingerido exceso de almortas.en legumbreseca se ha sealado reiteradamente la afectacin delrecurrente, sta no se ha visto en ningn caso hu-mano; en autopsia, BARRON (cit. FLIMONOFF)ha encontrado atrofia del recurrente en un caballomuerto en asfixia. En el hombre no se hallan al-teraciones de vista, odo, olfato, gusto, ni de lamusculatura de inervacin craneal. Dos nicos fe-nmenos son a sealar aqu: el cuadro de trig-mino presente en dos enfermos (en uno de ellosreferido antes (caso 6) con especial intensidad),transitorio y que despus desaparece totalmente; yel nistagmus, que ha sido observado primero porLPEZ IBOR y P E R A I T A" y confirmado po r noso -tros en 10 de los 23 casos; por lo general, es unnistagmus dbil que se agota pronto, es bilateral,y horizontal, en algunos casos dominantemente enuna direccin, ya a la derecha ya a la izquierda.El examen funcional del vestibular hecho en algunode estos enfermos no acus nada anormal, por locual se interpreta, segn luego insistimos, como unsigno cerebeloso.

    MOTILIDAD. PR O U ST (cit. 12) .seal tem-blor en las extremidades superiores en dos casos,pero nosotros no hemos visto ningn sntoma porparte de las mismas en ninguno de nuestros casos.Tambin KoCHERNIKOW (cit. 4) seala haber ob-servado paresia del tronco y de la musculatura pos-terior del cuello en algn caso en los perodos pre-coces, sin embargo nosotros nunca hemos halladoningn caso similar. En todos el trastorno era pu-ramente de las extremidades inferiores, y en lo querespecta a la actitud de la mitad inferior del tronco.Tendidos, en decbito supino, la flexin delmuslo aparece conservada, si bien se advierte comotrabajosa y "viscosa" por la hipertona muscular:los adductores del muslo aparecen tambin hiper-tnicos, y en algn caso por una brusca abduccinse pudo determinar un temblor clnico en los mis-mos. Los grupos ms afectos, por el contrario, dehipotona y paresia son los abductores, y los ex-tensores, que estn en franca hipo funcin, aunq uenaturalmente con intensidad variable de unos a.otros casos. El grupo de los glteos parece espe-

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    TOMO VN M E R O 3 INVESTIGACIONE S SOBRE EL LATIRISMO 171cialmente afecto; en algn caso se produce un tem-blor clnico de los glteos por un simple golpeteo,en otros por el intento de extender el muslo haciaarriba estando el sujeto en decbito prono. Comonormalmente el glteo mayor en el acto de sentarsese relaja de modo gradual, lo cual permite sentarselentamente al sujeto, en los casos con mayor pa-resia de este msculo se observa el fenmeno tanfrecuentemente visible en los distrficos muscularesde flexionarse el muslo de pronto y caer el sujetosobre el asiento en la ltima fase. En otros casos

    Fig. 1.en los que predomina el carcter hipertnico, porel contrario, el acto de sentarse tropieza con difi-cultades y aparece como premioso. La paresia delos glteos medio y menor que actan normalmentecomo extensores tambin, pero al tiempo como ab-ductores y rotadores externos participa en la limi-tacin de estos movimientos en los latricos, ascomo en el trastorno de la marcha, lo cual se explicaevocando que estos msculos toman una parte muyactiva en los movimientos de la pelvis en la deam-bulacin: al elevarse, por ejemplo, la pierna dere-cha el centro de gravedad ya no cae en la base desustentacin y es necesario un giro del tronco ob-tenido por el aum ento de ton o de .los abductoresizquierdos, los glteos medio y mnimo ocasionanal tiempo el giro de lg pelvis, que se debe produciral avanzar la pierna.En la primera se ven afectados principalmentelos movimientos de flexin de la rodilla, y de fle-xin dorsal del pie sobre la pierna. El pie tiene unatendencia mayo r al equinismo (v. fig. i ) , en cuyofenmeno participan de un lado la paresia de losmsculos de la flexin dorsal (tibial anterior, ex-tensor de los dedos y extensor largo del dedo gordo)y de otro (y principalmente) la gran hiperton aexistente en casi todos los casos del grupo poste-rior (gemelos y soleo) ; esta h iper ton a se acom-paa de paresia acentuada, por la cual y por la pa-resia del grupo posterior del muslo la flexin dela pierna aparece muy dificultada. En general, encambio, el recto anterior conserva su fuerza y sila extensin de la pierna se afecta a veces y el en-fermo en actitud natural tiende a tener encogidaslas piernas, es por la gran hipertona del grupoposterior de la pantorrilla.

    En suma: la paresia no se hace por igual en lasextremidades inferiores, y. aunque salvo los m scu-los que forman parte del cuadrceps (los ms amenudo conservados), todos los restantes estnafectos, son los de la cara posterior de la pantorrillay los abductores los ms hipertnicos, y los abduc-tores del muslo, rotadores externos, glteos ymsculos de la fiexin dorsal los ms afectos. Losmovimientos que resultan as ms dificultados son:la extensin del muslo sobre la pelvis; los movi-mientos de sta en relacin al tronco en la marcha;la flexin de la pierna sobre el muslo, y la flexindorsal de los pies. .La anterior descripcin es referible a los casosde mayor afectacin; en algunos no se aprecia otracosa que el hipertono del trceps crural y la flexinde la pierna sobre el muslo dificultada. Entre am-bos extremos se aprecian naturalmente grados. REFLEJOS TENDINOSOS. En ninguno de nues-tros casos se hall alteracin alguna de los reflejosde las extremidades superiores o del tronco. En

    cambio, la exaltacin de los reflejos tendinosos enlas extremidades inferiores fue constante; en algu-nos casos leves se hallaba solamente esta exaltacincon aumento de zona reflexgena, reflejo suprapa-telar, etc., pero en cambio en otros la respuesta eraadems clonoide, y basta frecuentemente percutir eltendn para provocar un clonus de larga duracin.El clonus de rtula y de pie exista en casi todos loscasos y era de los ms intensos que hayamos podidover jam s. ' 'Los reflejos cutneos eran normales en todos losenfermos. Y en cuanto a reflejos patolgicos, casitodos ellos eran demostrables en las extremidadesinferiores, no as en las superiores, donde tanto elMeyer, como el Leri, Rosolimo, Babinsky, y elnuestro de flexin palmar eran negativos; en el pieBabinsky, Rosolimo, Mendel, Oppenheim, Schef-fer, Gordon, Trockmorton, etc., etc., todos o al-gunos de ellos positivos. Sincinesias de asociacin,como el fenmeno tibial de Strumpell, tambin seapreciaban en varios de los casos. No, en cambio,en ninguno fenmenos de automatismo medularms profundos.

    SENSIBILIDAD. Ex plo rad os m uy cuidad osa-mente todos los casos, desde los puntos de vistade sensibilidades epcritas y protopticas, no se ob-jetiv ningn trastorno ni en los casos que subje-tivamente manifestaban acorchamiento o embota-miento; algunos autores han referido hallar algntrastorno en casos excepcionales, v. gr. PROUST ,que dice de poderse en algn caso introducir en lapiel una aguja sin que el enfermo lo sienta. Sola-mente en el caso de la mujer, atpico por tantosaspectos, se hall en el tercio inferior de ambaspiernas hipoestesia e hipoalgesia marcadas.

    ACTITUD ESTTICA. E n las fig s. 2 -9 se ob-servan las actitudes que adoptan estos enfermossegn la intensidad de su afectacin y el grado dehipertono de los respectivos grupos musculares. Losmenos afectos pueden estar sin bastn (2-5), y amedida que la intensidad de la enfermedad aumenta

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    172 REVISTA CLNICA ESPAOLA 15 mayo 1942necesitan uno (fig. 6) , dos (figs. 7 y 8) o bastn la estabilidad. Pero cuan do la flexin de las pier-y muletas (fig. 9 ) . En ese primer grado , la actitud as es ms acentuada, en cam bio la tendencia serapuede ser relativamente norm al o manifestndose a caer hacia atrs, lo cual obliga al sujeto a ma nte-una ensilladura lumbar ms o menos intensa,; al- ner el tronco inclinado hacia adelante, encorvadogu nos enfermos tienen semiflexin de la pierna de (fig. 5 ) . En este enco rvam iento al lado del factorestabilizacin frente a la flexin de las pierna?, haytambin el de la hipertona de los msculos flexo-res del muslo, que en algunos casos se evidencia porfortsimo clonus de rtula, exaltacin de rotuliano,etctera,y subjetivamente po r dolores en las ingles

    Fig. 2 Fig. 3un lado (fig. 2) o de los dos (figs. 3, 4 y 5). Lasemiflexin corresponde a la hipertona de losmsculos de la pantorrilla; en cuanto a la ensilla-dura lumbar podra explicarse, sobre todo en vir-tud de lo anteriormente dicho, por la "paresia de losglteos, que impediran la sujecin de la pelvis y,por tanto, sta bascula hacia adelante, producin-

    Fig. 4 Fig. 5dose la lordosis para compensar la postura; la exis-tencia de un signo positivo de Trendelemburg,confirma este supuesto. Es posible que, sin embar-go, no sea el nico factor, pues casos con evidentehipofuncin de los glteos revelada n la marcha,no tienen en cambio ensilladura lumbar: habra queechar mano, como hizo DUCHENNE para explicarla lordosis de los distrficos musculares de una pa-resia de los msculos extensores (erectores) delraquis. Una cierta tendencia a inclinarse hacia atrses la consecuencia de esa basculacin para conservar

    Fig. 6 Fig. 7]y parte superior del muslo, que se acenta en losintentos de marcha. Vase, por ejemplo, en loscasos de las figs. 6 y 8, en que la hipertona delas extremidades inferiores afecta a todos los mscu-los y aqullas aparecen en intensa extensin conforzada flexin de grado variable del tronco. Si lahipertona de los gemelos y soleo producen un

    Fig. 8 Fig. 9equinismo irreductible, se obtiene ese aspecto demxima afectacin visible en el enfermo de la fig. 9,el tronco echado hacia adelante apoyndose el cuer-po en una muleta y un bastn, estirados los piesapoyados en el suelo por la articulacin metatarso-falngca, con las piernas en semiflexin sobre losmuslos.

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    Fig. 10

    La actitud del enfermo se deriva naturalmentedel juego de paresias e hipertonos musculares quehemos descrito anteriormente.LA MARCHA. Los diferentes grados de afecta-cin de la motilidad revelada en la directa explo-racin de los movimientos aislados y globales, ydel tono, as como en la actitud esttica condicio-nan una pareja alteracin de la marcha; as haycasos m ximo s c n losque est profundamentealterada y otros en losque su anormalidad ess o l a m e n t e de gradomenor.En un caso de cua-dro completo, como porejemplo, el enfermo dela figura g, la marcha secaracteriza de este mo-do: debido al equinismoy a la fuerte limitacin

    de movimientos de fle-xin del pie y de la pier-na, parece como si el piequedara adherido al sue-lo , despegndose de lpor un movimiento deinclinacin d e1 troncohacia adelante y al ladoopuesto del pie que se intenta avanzar (pie prota-gon ista) , slo as se logra u n arrastre hacia ade-lante de dicho pie; simultneamente se observa unTrendelemburg (bsculacin de la pelvis al quedarapoyado en un solo pie) ; el pie protagonista sola-mente se despega del suelo cuando la limitacin delacortamiento de la extremidad no es de grado tanintenso, y en su avance, en virtud del predominiode tono de los adductores tiende en muchos casosa cruzar la lnea media hacia el lado opuesto. Lamarcha es, en resumen: dig itigrada (fig. i o ) , es-pasmo-partica, balanceante, y a veces en tijera, ha-biendo en muchos casos como carcter adicional unintenso clonus del pie en el momento de apoyarle,que es extensivo a los msculos del muslo y aun alglteo mayor, con lo que se acenta an ms ladificultad de la deambulacin.En casos de menor intensidad, puede no habersino el balanceo de la pelvis por la insuficiencia delgrupo glteo (fig. 2), o ste sumado a los pasos cor-tos y oscilaciones del tronco cuando hay ademshipertona del grupo gemelar (figs. 3, 4 y 5), msacentuado todo el cuadro progresivamente a medidaque la hipertona de los flexores es mayor (figs. 6,7 y 8). Pero aun en estos menores grados, tanto laactitud como la marcha son l bastante tpicas paraque pueda por inspeccin hacerse el diagnstico dellatirismo.

    ESF N TE R ES ; FU N C I N SEX U A L. Todos losautores que han estudiado el latirismo con atencinsealan las alteraciones sobre todo del juego vesi-cal; la miccin imperiosa intermitente es su expre-sin clnica. SCHUHARDT en las epidemias queana liza, KocHERN iKow (FiLiMONOW ' ) , S T O C K -

    MANN, FUMAROLA y ZANELLI5, D E S C H A M P S , W I L -S O N ^ , etc., etc. Por lo general, tiene una presenta-cin precoz, coincidiendo de ordinario con la pocade contracturas y calambres dolorosos, dura deunos das hasta 2 0 3 meses y despus desaparece,recuperndose por completo el dominio del esfnter.14 entre los 22 enfermos estudiados la presenta-ron, en uno de ellos solamente dur 1 semana, enlos restantes desapareca a los 2-4 meses, salvo en4 en que segua y persisti durante nuestra obser-vacin, llevando ya uno de ellos 9 meses. De los14 en 12 se present al comienzo de la afeccin, yen 2 tardamente; siete enfermos no la tuvieron.En do casos solamente ha habido incontinenciarectal; tambin KOCHERNIKOW la hall en algunode sus casos.En cuanto a la funcin sexual estaba intensa-mente disminuida en unos casos, y totalmente abo-lida la ereccin en casi todos; solamente dos casosnos manifestaron no notar nada. En dos de losenfermos notamos un desarrollo sexual insuficien-te, pero la no existencia de signo alguno de dficitgonadal endocrino nos ha hecho considerar estocomo casual, no dndole ningn valor en la predis-posicin a la enfermedad. Se hizo un examen desemen en dos de los casos que tenan impotenciacceundi para contar los espermios y apreciar la mo-tilidad, hallndose normal. La ausencia de altera-ciones en los caracteres morfolgicos (grasa, vello,etctera) conforman que el trastorno de la funcinsexual es puramente inervatorio y no de funcinendocrina alterada.

    OTROS SNTOMAS NEUROLGICOS. Ni fen-menos de la serie extrapiramidal, ni cerebelosos, etc.,han sido hallados en ningn caso salvo en lo querespecta al nistagmus, y en el caso de la enfermacuya sintomatologa abiertamente distinta a la detodos los casos autoriza a una descripcin especial,aunque breve:

    J. P. T., de 38 aos; desde hace dos aos se viene notandodolores de cabeza y ruidos en la misma, como "si sintiera unamsica", algunas veces nota tambin mareos y nieblas en lavista. Un ao ms tarde empieza a observar dolor en la reginlumbar continuo, fijo, que se exacerba al agacharse y en lacama; pasados unos 5 meses, o sea, en enero de 1941 (pocade aparicin de la enfermedad en la mayor parte de los enfer-mos del mismo pueblo. Consuegra), al tiempo que el dolor leaumenta se presenta una torpeza acentuada de las piernas conhormigueos, frialdad y acorchamiento, temblor y algunos ca-lambres, sobre todo nocturnos. Al mismo tiempo las piernasparece que no sienten bien "ron como de trapo", y tropiezaal andar fcilmente, la cuesta trabajo tenerse, y se cae si cie-rra los ojos o est en riti obscuro; en los brazos la parecetambin haber perdido algo la fuerza; al principio miccionesimperiosas que pasaron pronto quedando bien a ese respecto;bien de estado general. Ha sido siempre sana anteriormente, noha tenido abortos; solamente dos hijos, que estn sanos, ascomo su marido.A la exploracin, talla 1,55, peso, 53,5 kg., p ulso, 7 2,presin arterial, 11/7,5; buen color de piel y mucosas, algoadiposa de distribucin femenina normal, morfologa, vello,etcrera, nada anormal. Exploraciones respiratoria, circulatoriay abdominal, negativas. Pupilas de reaccin, normal, motili-dad ocular, normal, no nictagmus; nada de exploracin depares craneales. Fondos de ojo .normales, campo visual parablanco y colores, normales. Ligero dolor a la percusin enzona sacrolumbar, flexibilidad de la columna conservada. Enlas extremidades superiores acrocianosis, motilidad y reflejo:;normales, ausencia de reflejos patolgicos, coordinacin nor-

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    174 REVIST CLNIC ESP OL 15 mayo 1942mal (no ataxia, dismetra, etc.). Ausencia de signos cerebe-losos; no temblor. Reflejos abdominales, normales.Extremidades inferiores: exaltacin marcada de patel res yaquileos con clonus intenso de pies; Babinski Mendel, etc.,(todos lor similares), intensamente positivos. La sensibilidadqu es normal en el resto del cuerpo, ofrece leves alteracionesen las piernas, en sus dos tercios inferiores hay bipoestesapara finos estmulos tctiles, trmicos y doloroso.s; sensibilidadvibratoria francamente disminuida; labilidad del umbral a losestmulos finos; dolor vivo a la prerin erf n. peroneo y masasmusculares de la pantorrilla. Marcha espamdico-partica, afinos pasos con tendencia a caerse hacia adelante si acelera elpaso, y desviacin a la derecha; Romberg muy poskivo. Du-rante su estancia en la clnica se observa algunos das levefebrcula que no pasa de 37,3. Reacciones de Wassermann ysimilares en la sangre, negativas. Puncin lumbar, lquido nor-mal en el examen qumico (prots. tots. 10 m grs. por i 00 ; rs.de globulina todas negativas), clulas 0/3 R. de mastic, nor-mal. Wassermann y Meinicke, negativos.Exploracin elcirica de los tibiales anteriores: excitabilidady frmula a la corriente galvnica normales.Jugo gstrico normal (secrecin C1H conservada). G. R.4,9 3 m ilis Hglb. 9 6, v. g. 0,9 7. V. S. coc. de 27, 5; leuco-citos 9.300, frmula normal, tiempo de Quick y de Howellnormales.Colinesterara: sangre total 50, plasma 18,5; en G. R. 85.

    En esta enferma por la presentacin en mediode la epidemia, por venir tomando tambin diaria-mente almortas en la alimentacin, por el comien-zo con calambres, dolor lumbar, miccin imperiosa,frialdad, etc., por la espastcidad, limitacin a lasextremidades inferiores, etc., parece indudable quese est frente a un caso de latirsmo. Sin embargo,presenta unas pequeas alteraciones de la sensibili-dad y sobre todo un Romberg, dismetra en lasextremidades inferiores, desviacin a la marcha ala derecha, tendencia a la cada anterior, etc., queindicaran una participacin de vas cerebelosas o decordones posteriores, ms bien de lo ltimo, dadala ausencia de signos cerebelosos en el resto delcuerpo (precisamente esta enferma no tena nistag-m u s ) . Aqu habra, pues, que aceptar al lado delcuadro piramidal uno de vas posteriores. Su buenestado de nutricin, la ausencia de fenmenos ps-quicos, de la piel y mucosas, digestivos (aquila,-diarreas) permiten eliminar la pelagra; la secrecin.clorhdrica conservada, la ausencia de sndrome an-mico o de hipercroma, el sndrome neuroanmico;la normalidad del lquido cefalorraqudeo, otrasafecciones neurolgicas (infecciones po r viru s, es-clerosis piacular para la que falta el cuadro clnico,etctera) y las serorreacciones negativas, la les.Aceptamos, pues, por todo lo anterior que es unaso de latirismo excepcional, en cuanto presentauna asociacin de cordn posterior.En algunos casos hemos credo advertir tambinfenmenos de afectacin trfica de los msculos en lmite superior de la lesin; la ensilladura lum-bar era muy acentuada en algunos casos, como an-tes se dijo, lo cual puede explicarse por la parlisisde los glteos y crear un aspecto similar al del tipoLeyden-Mcebius de la miodistrofia, tanto en la ac-titud como en la manera de marchar; pero, adems,la flexibilidad de la columna est aumentada, lamusculatura inferior abdominal nos ha parecidohipotnica, y por eso, sin afirmarlo rotundamente,tenemos la impresin de un trastorno trfico muscu-lar en el nivel superior. Es interesante a este res-pecto, la presencia de creatinura (v. luego) en algu-

    nos de estos sujetos, y el hallazgo que verbalmentenos ha comunicado elProf. F . de Castro de lesionesen las astas anteriores en la parte alta del engra-samiento lumbar en un caso del Dr. Ley estudiadopor l. Se trata de un hecho difcil de dilucidar enesa localizacin por una va puramente clnica.PSIQUISMO. ESTADOGENERAL. OTROS R-GANOSY APARATOS. Alteraciones psquicas salvoen dos casos al comienzo de la enfermedad, no sehan hallado en ninguno; de aquellos dos casos uno(ya le hemo s referido) se precedi y acom pa alprincipio de la enfermedad de una tristeza y depre-sin que todos le notaban; el otro cambi de ca-rcter, no poda dormir, se volvi muy irritable,se enfadaba po r cualquier cosa ; pero luego se nor -maliz. En este ltimo hay que tener en cuenta queen esa poca haba empezado su mujer a tener sn-

    tomas mentales que obligaron a su reclusin, y pudotratarse de una reaccin simplemente neursica. Entodos los dems lo nico que todos hemos obser-vado ha sido una desproporcin entre su invalidezy el estado de nimo; no pareca que dieran a suproceso la importancia que era natural, pero nosabemos que esto pueda valorarse. Se trataba depersonas humildes y sufridas, llevaban ya algunosmeses cuando nosotros los hemos estudiado y p odanhaberse habituado algo, y adems eran varios com-paeros simultneamente enfermos.Los restantes rganos y aparatos no exhibieronninguna anormalidad; todos ellos eran individuoscorrientes, la mayora fuertes y todos bien nutri-dos, en ninguno se dio ni el menor sntoma ante-rior ni actual de carencias de ninguna clase. Valela pena insistir en esto porque a cada paso se lee enlos libros que afectan a individuos de situacin m-sera y desnutridos, y adems como dato a tener encuenta al discutir la patognesis.

    COLINESTERASA. Estando hacindose unos es-tudios de colinesterasa en otras afecciones neurol-gicas y estados de depauperacin, carencias, etc., ennuestro Instituto por el Dr. J. Gonzlez Villasantese ha hecho una investigacin en los latricos. Losvalores obtenidos (tc. de Ammon, en ap. de War-burg) se ven en el cuadro I, junto a las cifrasnormales.Como se observa, los valores son superponiblesa los normales y sus lmites de variacin no sonsuperiores a aqullos. Este resultado era por lo de-ms de esperar, dada la normalidad asimismo delos valores en los casos de esclerosis mltiple o deparaplejia espstica; el Dr. LEY nos ha comunicadoverbalmente haber hallado algn valor alto en elsuero de latrico, que nosotros no confirmamos ennuestros casos. En cuanto a un posible valor diag-nstico con afecciones carenciales en los que s hayhipocolesterinasema (pelagra) ya hemos dicho quetratndose de dos afecciones tan abismalmente dis-tintas no hay lugar a necesitar medios qumicos dediferenciacin.CREATINURA. Con el objeto de averiguar laexistencia o no de alteraciones musculares trficasen estos enfermos se hizo un estudio de la creatinu-

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    T O M O VN M E R O 3 INVESTIG CIONES SOBRE L L TIRISMO 7Cuadro I VALORES DE COLINESTERASA EN LA SANGRETOTAL, PLASMA Y GLBULOS ROJOS EN LOS LATRICOS.

    Caso nmero46891 0141718192 111

    Cifras medias:Latiricos (i) . .No rmal es (14) .Cifras mximas:

    L a t i r i c o s . . . .N o r m a l e s . . . .Cifras mnimas:

    L a t i r i c o s . . . .N o r m a l e s . . . .

    E nsan-gre total63,080,575,050,080,078,065,063,073,574,567,069,961,780,59 25 046

    Plasma17,2 .14,716,018,527,018,015,018,226,528,218,319,718,328,22 514,710

    Hemates73,090,084,085,052,090,075,058,066,862,0108,576,752,8

    108,5675232

    Valoreshemates. _5 05 83 23437343 33 16 341,336,56 35 03 128,1

    ria en 9 casos, advirtindose en el cuadro II los re-sultadosCuadro II INVESTIGACIN DE CREATINURIA Y CREATINI-NURIA EN LOS LATRICOS

    Enfermonmero8101417182 02 111

    Creatinina totalgrs./24 horas1,6771,3931,3451,4911,3520,8281,4671,010

    Creatininapre-forms H X XI U U Hg r s 4/horas1,6371,3931,1081,3761,2600,6821,3650,960

    Creatininagrs./24 horas0,0400,0000,2370,1150,0920,1460,1020,050

    EVOLUCIN DE LA ENFERMEDAD. Una cosaque se observ en algunos casos fue la mejora enlos primeros tiempos de la enfermedad; de los 23casos en 9 ocurri sto, los otros 14 siguieron conun empeoramiento progresivo hasta estabilizarse elcuadro a los 2-3 meses para no seguir ya avanzando.Algunos decan que haban mejorado al principio.,pero en parte se trataba solamente de atenuarse loscalambres y las parestesias, as como la miccin im-periosa. Los que efectivamente mejoraron lo hicie-ron, o bien sin causa aparente sino como un rasgode evolucin de su enfermedad, o por venir untiempo ms clido en el cual hemos observado quecasi todos ellos (como en general los estados dehipertona) mejoraron temporal y transitoriamen-te . Es interesante hacer constar que la forma deevolucin no se influa nada por el cambio de die-ta. Dos enfermos (los 16 y 23), por haber habidoya otros casos antes, al sentir los primeros snto-mas dejaron por completo de tomar almortas yempezaron a hacer una alimentacin ms variaday nutritiva; esto no obstante, su afeccin siguiprogresando como en los otros. En cambio en lamayora de los casos, sobre todo los que empezaronen noviembre-enero, siguieron comiendo lo mismoexactamente y la enfermedad qued, esto no obs-tante, estabilizada en el tiempo habitual; todo esto,digmoslo de paso, se concilia muy difcilmentecon una hiptesis de intoxicacin. Algunos autores,se citan (BRUNELLI, PRENGRUEBER) que dicen quecuando la almorta se suprime al percibirse los pri-meros sntomas la afeccin se detiene, pero se tratade una impresin aislada producida por algn casoleve, como alguno de los nuestros que sigui sin-dolo aunque su dieta fue la misma durante unosmeses despus de empezar la enfermedad; ya GOLT-ZINGER niega que pueda obtenerse esa detencin.Esto se confirma tambin por otra observacinque hemos tenido oportunidad de hacer sobre unaagrupacin cuya dieta era bien conocida por ser su-ministrada por una administracin total, y en lacual se presentaron varios casos mdicamente com-probados de latrismo. Un estudio paralelo del con-tenido de la dieta en almortas y el nmero de casospresentados se ve a continuacin, por meses, en elcuadro III.

    Cuadro III ALIMENTACIN Y PRESENTACIN ]

    Grs.de almorta por da v personaNmero de casos de latirismo.Enero

    400F e b400

    Marzo2707

    DE LATIRISMO

    Abril2708

    Mayo2702

    EN UNAAGRUPACI1*Me s

    Junio1509

    d eJulio07

    Agosto05

    EN EL AO

    Sept.00

    Oct.00

    1939

    Nov.00

    Diciem00

    Como se ve solamente en 4 casos entre los 9haba una creatinuria evidente; en tres solamente in-dicios que no tiene valor patolgico. Sin embargo,unido esto a los datos clnicos, puede relacionarsecon el hallazgo anatomopatolgico; aunque algunosautores (MlLHORAT) dicen no haber hallado crea-tinuria en enfermos de asta anterior (enf. Aran-Duchenne) nosotros* s la hemos visto.

    Este cuadro prueba que aun despus de no exis-tir ya almortas en la.dieta se presenta la enfermedad;siendo as mal podra producirse su regresin su-primiendo las almortas con los primeros sntomas.Esta observacin coincide con lo que ocurri conuno de los casos que hemos visto, cuya observacindebemos a la gentileza del Dr. Maluenda, de la cl-nica peditrica de la Facultad, el cual vio y diagnos-

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    176 REVIST CLNIC ESP OL 15 mayo 1942tico al nio; ste haba dejado de comer en absolutoalmortas un mes antes de la aparicin de la enfer-medad. Todo ello prueba que la enfermedad tiene"un perodo de incubacin" que se puede cifrar al-rededor de dos meses.ANATOMA PATOLGICA. No hemos de tratareste aspecto del problema, en el cual nada personalpodemos decir por no haber tenido ningn caso dedefuncin. Recordamos que ACHUCARRO hizo laautopsia de un caso que diagnostic y verific unminucioso estudio histolgico, pero que sepamosno public sus hallazgos; hemos visto preparacio-nes de uno de los dos casos autopsiado por losDres. Ley y Roca Vials, y estudiado por stos yF. de Castro; seguramente ser muy interesante lapublicacin de sus hallazgos. El caso que hemosledo con detencin publicado por FlLIMONOW* eshasta el presente la base de lo que sabemos acercade las lesiones en el latirismo humano; fue un casede la epidemia de Saratoff internado en la clnicay seguido durante 30 aos, que muri intercurren-temente por una leucemia aguda; en la medula cer-vical se advertan ligeros fenmenos de esclerosisde cordones de Goll, va piramidal y va cerebelosa.En la medula dorsal todo estaba ms acusado; ladegeneracin no coincida exactamente con el reapiramidal, sino que ocupaba una parte de ella, afec-tndose tambin las vas cerebelosas pr xim as ; enel segmento L.III solamente estaba afectada la por-cin perifrica y en la zona sacra no se vea ya nadaanormal. Las alteraciones celulares ms importan-tes aparecan en los lbulos paracentrales y porcinsuperior de la frontal ascendente, donde haba grandisminucin de las clulas de Betz; seguramentetodo esto era la consecuencia de una degeneracinretrgrada secundaria hecha a lo largo del tiempo.En resumen, el autor interpreta el cuadro como ex-presin de un proceso agudo o subagudo degenera-tivo de las fibras mielnicas en focos de predilec-cin; la alteracin de fasccrJo cerebeloso se deberaa lesin de las fibras que emergiendo de la columnade Clarke atraviesan el campo piramidal. Las lesio-nes explican el cuadro piramidal puro que se ob-tiene en la clnica .

    Las observaciones anatomopatolgicas de FUMA-ROLA y ZANELLI5 sobre experiencias en conejos nointeresan a nuestro objeto, porque evidentemente"lo obtenido por dichos autores no es latirismo nipuede superponerse a la afeccin humana; en el es-tudio de los animales hallan integridad de vaspiramidales y clulas de astas anteriores, encontran-do solamente leves alteraciones de cordones poste-riores que piensan que podran mantener en unestado de irritacin funcional al asta anterior.RESULTADOS TERAPUTICOS. Hasta el pre-sente no se ha obtenido ningn resultado terapu-tico en esta afeccin. Similarmente a lo que ocurrecon otras neuropatas, una vez establecido el cuadroy estabilizado, la afeccin es absolutamente crnicae ininfluenciable en su esencia. Segn se desprendede lo que se dice anteriormente, no puede pensarseque un cambio precoz en la dieta sirva para atenuar

    la enfermedad. No sabemos si una piretoterapiainstituida precozmente podra o no ser til; todosnuestros casos han venido con la enfermedad hechay no poda esperarse ninguna utilidad de semejantemtodo. Hemos, sin embargo, ensayado algunasmedidas teraputicas que comunicamos a pesar desus resultados negativos para que los esfuerzos seorienten en otros sentidos.El tratamiento con vitamina B x y cido nicot-nico no tena mucho objeto; el anlisis de las al-mortas demuestra que contienen ambos elementos;recientemente GRANDE en nuestro Instituto ha de-mostrado que la almorta tiene un elevado contenidoen a. nicotnico. La vitamina A, que basndose enlos trabajos de MELLAMBY poda creerse que tu-viera algn resultado, ha sido igualmente intil;por otro lado, cuando al revisar las dietas de nues-tros casos encontramos que eran justamente laszanahorias el alimento que con las almortas toma-ban los enfermos en mayor cantidad, se comprendeque una carencia en A no juegue ningn papel;adems se hicieron determinaciones de la misma enla sangre (Drs. VlVANCO y SNCHEZ RODRGUEZ)y se hallaron siempre cifras normales.Alguna mayor esperanza podra haberse tenideen un tratamiento intenso con vitaminas E y B 6 .A u no s enfermos se les sum inistr alfa-tocoferolpur sim o en dosis de 100 mgrs. ( ) diarios (casos 8,9, 18, 19 y 20), a otros 50 mgrs. diarios (casos 5y 6), durante aproximadamente un mes; despusde ese tiempo se anot el resultado subjetivo y ob-

    jetivo; salvo un enfermo que crea haberse mejo-rado, todos se encontraban igual, la exploracinclnica demostr que el cuadro no haba experimen-tado la menor variacin. A otros enfermos se lestrat con B 6 (piridoxina) en la dosis de 20 mgrs.diarios (casos 8, 11, 18 y 19) el resultado fueigualmente negativo. Por fin otros enfermos (loscasos 10, 11, 15 y 17) fueron tratados prolonga-damente con 20 mgrs. de piridoxina y 50 de toco-ferol diariamente; el resultado obtenido objetiva ysubjetivamente fue negativo.Se hizo un tratamiento estriennico (1-2 mgrs.diarios en inyeccin) con fines principalmente su-gestivos en 10 casos; de ellos decan 3 encontrarsemejor, y los otros 7 seguir igual, pero al examenclnico no se observ ni en aqullos la menor me-jora. Por ltimo, en 11 casos en los que la espas-1ticidad era muy intensa institumos un tratamientosintomtico con quinina (40 ctgrs. diarios) ; 6 en-fermos referan haberse mejorado; objetivamente elcuadro era el mismo, pero se apreciaba una dismi-nucin del hipertono y una mejor soltura a lamarcha. El efecto era desde luego transitorio.En resumen, no hay tratamiento sobre la enfer-medad constituida; la quinina, los baos calientes,quiz los masajes, pueden aliviar ligera y tempo-ralmente la espasticidad.

    RESUMEN. Se hace un estudio clnico del lati-rismo basado sobre la observacin de 23 casos, de-tallndose las alteraciones que hacen de esta enfer-medad un conjunto clnico tpico e inconfundible.La actitud, el tipo de marcha, la paraplejia esps-

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    TOMO VNMERO ULCERAS DE CONDUCTO PILRJCO 177tica,los signos piramidalesde lasextremidadesin-feriores y laausencia de alteraciones sensitivas, sonlos sntomas principales. El estado general de todoslos enfermos eraexcelente,noexista n ingun a des-nutricin ni carencia especfica, ni alteracin meta-blica en ningn caso.Lateraputica (vitaminasA,Blf B6, nicotnico, alfa-tocoferol) no permiteob-tener ningn resultado; sintomticamente puedesertil elempleo de la quinina.NoTA. El estudio de estos casosfue facilitado por elgene-roso apoyo econmico de la Direccin General de Sanidad,po r el cual debemos expresar aq u nuestra nayor grat itud.

    BIBLIOGRAFA1 AND ERSON HOWARD A. SIMONSEN. Ind. J. of med. Res. 18613, 192 .2 BOUCHARD. Enciclopedia de patologa general trad. esp. Ma-drid, t. I. pg. 726.S DESCHAMPS.E n el Tratado deMedicina deBrouardel. Madrid,ed. Hernando. 1901, t . II pg. 8124 FILIMONOFF. Z. f. d. g. Neur. n. Psych. , 105 76 1926.5 F U J U R O L A u. Z A N E L U . Arch. f. Psych u. Nerv. 54 489 1914.6 GRANDE YPERAITA. Avitaminosis ysistema nervioso, Barcelona1942.7 J I M N E Z D A Z -Rev . Clin. Esp . 3 303 1941.8 J I M N E Z D A Z . Schweiz med. Wschr 1985.9 JIMNEZ DAZ.Lecciones sobre las enfermedades de la Nu -tricin, Madrid.194010 K H N A U .En S t epp, Ernhrungslehre Berl n , ed. Springer1939, pg. 869.11 L P E Z I B O R Y PERAITA. Act. esp. neurol. y psiqu. 2 25 1941.12 SCHUCHARDT. Deut . Arch. f. kl.med. , 40 312 1887.13 WILSON.Neurology ed. W. Wood, Balt imore, 1940 1 p g. 95.

    ZUSAMMENFASSUNGAuf Grund von 23Beobachtungen wird ein ein-gehendes Studium des Lathyrismus vorgenommen,wobei dieV ernderungen, die dieKrankheit zueinem typisch klinischen, unverkennbaren Bildstempeln, besonders beschrieben werden. DieHal-tung, der Gang, die spastische Paraplgie, die Pyra-midenzeichen der unteren Extremitten und das Feh-

    len vonsensiblen V ernde runge n sind dieHaupt-symptome. Der Allgem einzustan d aller Patientenwar ausgezeichnet; es bestand keinerlei U nterer-nhrung noch spezifische Karenz, noch irgendwel-che Ernhrungsstrung. Die Therapie (VitaminA,Bj, B6, Nikotinsure, Alpha-tocoferol) war dur-chaus erfolglos. Symptomatisch kann Chinin ntz-lich sein.R S U M

    On fait unetude clinique du latirisme basen23 cas en dcrivant minutiesement les altrationsqui constituient le cadre clinique typique decettemaladieet qui nepeut pastre confondu. L'a tti-tude, lamanire demarcher, la paraplgie spasthi-que, les signes pyramidals desextrmits infrieu-reset l'absence des altrations sensitives, ce sontlessymptmes essentiels. L'tat gnral de tous lesmalades tait excellentet il n'yavait aucun casd'a-limentation insuffisante, ni decarence spcifiquenid'altration mtabolique. La thrapeutique (vita-mines A, Bj, B, nicotinique, alpha-tocophrol) nedonne aucun rsultat, mais l'emploi de la quininepeut tre utiledupoint devue symptomatique.

    C O N T R I B U C I N AL E S T U D I O R A D I O L -GICO DE LAS L C E R A S DE C O N D U C T OP IL R IC OL. DEL ARA

    Clnica de Patologa Mdicadel Prof.. DR.C.JIMNEZ DAZ.Facultad de Medicina,Madrid Departamento derayosXEn elamplio y ya bien estudiado campo de laradiologa de laslceras gstricas y duodenales,laslceras delazona pilrica,y dentro de stas las lo-calizadas enelmismo conducto pilrico, ocupanlu-gar especial por las siguientes razones: i . \por lo es-pecial desufisionom a clnica; 2.a, porlafrecuenciadelascomplicaciones, estenosis pilrica fund am en-talmente,y 3.a,por el sndrome radiolgico.No esobjeto denuestro trabajo ningunode los dos pri-meros aspectos y nos ceiremos exclusivamentealestudio radiolgico.D A T O S ANATOMORRADIOLGICOS. En estadode cierre del orificio pilrico, no puede hablarse pro-piamente deconducto pilrico, ya que queda redu-cido a un anillo muscu-lar (esfnter pilrico);ahora bien, en el mo-mentodeproducirselaevacuacin gstrica elesfnter se relaja, seelonga y aumenta de ' 4*1grosor, originndose eneste momento el con-ducto propiamentedi-cho, formado por unespesamientode las fi-bras musculares gstr- Fl-.h~a7b' e.sPafcio .r0^ 8', , . pondiente al conducto pilrico.cas circulares recubier-- v rtas por la mucosa. El espesor del esfnter pilricoesde3 a 4mm. ensuporcin ms fuerte, la longitudentre 5 y 10m m . en elmomento decontraccin.Exteriormente se marca por un ligero estrechamientoel surco ploro-duodenal, en su superficie discurrela vena pilrica lmite clsico entrlo quecorres-ponderaalestmagoy loque sera ya propiamenteduodenal (bulbo).Hay quehacer resaltar que elvalor limitante de la vena pilrica, especialmentepuesto de manifiesto por los americanos, actualmentese encuentra bastanteenolvido,yaqu elavenapi-lrica ocupa posiciones muyvariables en los dis-tintos individuos, la palpacin hecha por el cirujanoen el momento de una contraccin constituye puntode referencia msfidedigno . Radiogrficamente, ladelimitacin del conducto pilricosehace conmu-cha mayor facilidad. En trminos generales, se pue-de decir que radiolgicamente existen dostiposdimgenes,una en laque no seobtiene la represen*tacin delc.p., sino dela zona ocupada porl (fi-gura 1) . Esta imagen sedacuandoelantro pilricoy bulbo duodenal seencu entran plenificados y elesfnter pilrico cerrado.Elotro tipo deim'agen,elms importante desde el punto de vista radiolgico,ya queen l seobtiene la total representacindelc. p., eselque se lograen el momento de una eva-

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