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VOLUMEN XIV · NÚMERO 2 · II SEMESTRE DE 2007 · PP. 551-614 551 Política y gobierno Reseñas .............................. El sonido y la furia: la persuasión multicultural en México y Estados Unidos, por José Antonio Aguilar Rivera, México, Santillana Ediciones Generales, 2004, 292 p. Shannan Mattiace Allegheny College Este libro trata sobre la creación y el deterioro posterior de los mitos nacio- nales en México y Estados Unidos a lo largo del siglo XX. En México, ese mito se centró en el mestizo: la fusión del criollo y la indígena que produjo la “raza cósmica”. En Estados Unidos, fue la idea del crisol: con el tiempo, los inmigrantes se volverían estadouni- denses, perderían gran parte de su sin- gularidad y adoptarían los valores y actitudes de su nuevo país. Aguilar afirma que en la década de 1990, los mitos nacionales en los dos países esta- ban en crisis. El surgimiento del EZLN en 1994, y la respuesta a dicho movi- miento, puso en serias dudas el ideal de la “raza cósmica”, que ya estaba bajo fuego con el deterioro del consen- so ideológico y el fin de la hegemonía del PRI. En Estados Unidos, Aguilar presenció la creciente intensidad de las “guerras culturales”, lo que, según él, mostraba que el país estaba dividi- do respecto de cuestiones de identi- dad nacional y que el crisol había per- dido su carácter mítico. El sonido y la furia está dividido en tres partes: 1) La historia patria; 2) La identidad nacional, y 3) Uniformidad y diversidad cultural. En cada sección, Aguilar dedica un capítulo a Estados Unidos y uno a México, pero hace comparaciones explícitas entre los dos países. En la primera sección, “La historia patria”, Aguilar examina los debates que hay en ambos países sobre có- mo enseñar la historia nacional. En Estados Unidos, centra su atención en los estándares nacionales para la en- señanza de la historia estadounidense que se crearon a mediados de la déca- da de 1990. En el caso mexicano, exa- mina las revisiones de 1992 a los libros de texto oficiales. Aguilar sostiene

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VOLUMEN XIV · NÚMERO 2 · II SEMESTRE DE 2007 · PP. 551-614 551Política y gobierno

Reseñas

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .El sonido y la furia: la persuasión multicultural en México y EstadosUnidos, por José Antonio AguilarRivera, México, Santillana EdicionesGenerales, 2004, 292 p.

Shannan MattiaceAllegheny College

Este libro trata sobre la creación y eldeterioro posterior de los mitos nacio-nales en México y Estados Unidos alo largo del siglo XX. En México, esemito se centró en el mestizo: la fusióndel criollo y la indígena que produjo la“raza cósmica”. En Estados Unidos,fue la idea del crisol: con el tiempo, losinmigrantes se volverían estadouni-denses, perderían gran parte de su sin-gularidad y adoptarían los valores yactitudes de su nuevo país. Aguilarafirma que en la década de 1990, losmitos nacionales en los dos países esta-ban en crisis. El surgimiento del EZLN

en 1994, y la respuesta a dicho movi-miento, puso en serias dudas el idealde la “raza cósmica”, que ya estaba

bajo fuego con el deterioro del consen-so ideológico y el fin de la hegemoníadel PRI. En Estados Unidos, Aguilarpresenció la creciente intensidad delas “guerras culturales”, lo que, segúnél, mostraba que el país estaba dividi-do respecto de cuestiones de identi-dad nacional y que el crisol había per-dido su carácter mítico.

El sonido y la furia está dividido entres partes: 1) La historia patria; 2) Laidentidad nacional, y 3) Uniformidady diversidad cultural. En cada sección,Aguilar dedica un capítulo a EstadosUnidos y uno a México, pero hacecomparaciones explícitas entre los dospaíses.

En la primera sección, “La historiapatria”, Aguilar examina los debatesque hay en ambos países sobre có-mo enseñar la historia nacional.En Estados Unidos, centra su atenciónen los estándares nacionales para la en-señanza de la historia estadounidenseque se crearon a mediados de la déca-da de 1990. En el caso mexicano, exa-mina las revisiones de 1992 a los librosde texto oficiales. Aguilar sostiene

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que los mitos nacionales en EstadosUnidos y México –el crisol y la ra-za cósmica, respectivamente– des-tacan la importancia de la asimilaciónen una nación unificada. Según suscálculos, segmentos importantes de lasdos sociedades han cuestionado seria-mente esos proyectos de unidad nacio-nal, y ambos países están redefinién-dose.

En la segunda parte del libro, “Laidentidad nacional”, Aguilar analizatextos clave que sirvieron de base parala manera de pensar de los formula-dores de políticas públicas en ambasnaciones a principios del siglo XX.Aguilar yuxtapone el trabajo de JoséVasconcelos y Manuel Gamio en Mé-xico, por ejemplo, con el de RandolphBourne y Franz Boas en Estados Uni-dos. Reconoce que la “raza cósmica” yel crisol (el primer mito sostiene quelos pueblos indígenas antiguos funda-ron la nación mexicana, mientras queel segundo ignora la historia de losafroamericanos y de los indígenas enEstados Unidos) fueron ideas muy di-ferentes en varios aspectos relevantes,pero sostiene que las dos son metáfo-ras de fusión e integración.

En la tercera parte, “Uniformidad ydiversidad cultural”, Aguilar echa portierra dos ideas muy comunes: queMéxico es una nación culturalmentehomogénea y que Estados Unidos esuna nación culturalmente diversa. De-fine la diversidad cultural con tres me-diciones: la posibilidad de comunica-

ción interétnica (esto es, el número deindividuos monolingües); el gradode separación entre grupos étnicos(esto es, la incidencia del matrimonioendogámico), y el nivel de autonomíaformal e informal de las comunidadesminoritarias frente al Estado. Para elcaso mexicano, el mito del mestizajeha ocultado la diversidad cultural sus-tancial que existe. En una de las sec-ciones más interesantes del libro,destaca las experiencias históricas dechinos, menonitas y judíos en México,examinando cada comunidad a la luzde sus tres criterios.

Luego, Aguilar se enfoca en Esta-dos Unidos, afirmando que, contrarioa lo que se cree popularmente, y me-dido con base en sus tres criterios, Es-tados Unidos no es tan diverso comodice ser. El nivel de hablantes mono-lingües en otro idioma distinto del in-glés es bajo, el nivel de matrimoniosendogámicos entre los grupos étnicoses relativamente alto, y el Estado hapenetrado hasta el último rincón de lavida estadounidense, haciendo prácti-camente imposible que una comuni-dad ejerza su autonomía. En pocaspalabras, Aguilar afirma que los resi-dentes de Estados Unidos compartenla misma cultura, aunque pueden te-ner diferentes antecedentes raciales yétnicos. Según su opinión, el dinamis-mo del mercado y la constante fuerzade los valores anglosajones siguensiendo grandes niveladores. Una vezque las identidades nacionales han

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sido “sometidas a las poderosas fuerzashomogeneizadoras de la sociedad es-tadounidense”, dice, sólo queda una“débil y simbólica” identidad étnica(p. 185), y añade que el “multicultura-lismo no es lo opuesto a la asimilación,es su resultado” (p. 185).

A continuación, enfoco mi críticaen este punto central: ya que la políti-ca multicultural en Estados Unidos noes el resultado de la diversidad cultu-ral, dicha política es simbólica. Dejode lado la cuestionable afirmación deAguilar en el sentido de que los resi-dentes de Estados Unidos compartenla misma cultura, y planteo que la po-lítica no trata solamente acerca de lasdiferencias “reales” o mensurables en-tre los grupos, sino sobre las diferen-cias que se movilizan políticamente.Las personas razonables pueden criti-car las estrategias que usan los gruposminoritarios para mejorar su repre-sentación política y su bienestar socio-económico, como lo hace Aguilar.Sin embargo, rechazar de manera ge-neral el multiculturalismo, como haceAguilar, trivializa a la política y dejapoco espacio para analizar las políticas.Puede creerse o no que las políticasmulticulturales son el resultado de lalucha y la resistencia entre funciona-rios estatales, organizaciones de base,líderes de esas organizaciones y ciu-dadanos ordinarios, o que tan sólo sonel resultado del cabildeo estratégicode una pequeña minoría dentro de unsistema político al que le urge una re-

forma, pero vale la pena que desde lasciencias sociales se les realice un análi-sis serio y no sólo descartarlas comomeramente “retórica”.

Aguilar afirma que los funcionariosestatales y los “amigos de la diversi-dad” deberían enfocar su atención enproblemas de clase (la política de ladistribución), y no en las políticas mul-ticulturales (políticas de reconocimien-to). Sobre Estados Unidos, dice que“El problema de los negros no esque no sean ‘reconocidos’, el proble-ma es que son mucho más pobres quelos blancos” (p. 215). De igual modo,el problema que enfrentan los pue-blos nativos de México, según lo ve él,“se trata de una injusticia: la privati-zación sistemática de la igualdad deoportunidades, el racismo y la pobre-za” (p. 218). Sin embargo, incluso paraaquellos que coinciden en que la polí-tica de reconocimiento no debe susti-tuir a las políticas públicas que redis-tribuyen la riqueza entre las clasessociales, esto no quiere decir que lapolítica de reconocimiento y de dis-tribución sean mutuamente excluyen-tes: “La retórica sobre el reconocimien-to y la política de identidad distraen laatención de las verdaderas fuentes dela opresión y de sus posibles solucio-nes” (p. 209). Si bien comparto la frus-tración de Aguilar con el giro terapéu-tico que ha dado el multiculturalismoen Estados Unidos (esto es, en su dis-curso de victimización y su foco en laautoestima de los miembros de grupos

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minoritarios), muchos afroamerica-nos, latinos y otros miembros de losgrupos históricamente subordinadosdentro de Estados Unidos han pedidopolíticas que reconozcan su historia(que ha creado y contribuido a las di-ferencias, incluidas las socioeconó-micas, frente a los grupos dominantes)y a la vez busquen redistribuir lariqueza, asegurando un sistema so-cioeconómico más equitativo. En lu-gar de ver la cultura y la clase comooposición y dicotomía, yo diría que es-tán muy entrelazadas.

En resumen, vale la pena leer estelibro, entre otras razones porque es ex-plícitamente comparativo. A pesar desu proximidad geográfica, cada país esestudiado por grupos muy diferentesde eruditos. Si bien al lector estadou-nidense le puede parecer que la auto-proclamada identidad de Aguilar comoun contemporáneo de Tocqueville esun fastidio [por ejemplo, hablando delmulticulturalismo estadounidense di-ce que “sólo los extranjeros o los outsi-ders, se atreven a afirmar en voz al-ta que el emperador está desnudo”(p. 183)], y el lector mexicano puedequerer que se ponga más atención enlos debates sobre el multiculturalismoahí, El sonido y la furia de seguro seráútil para los debates actuales sobre elmulticulturalismo en ambos lados delrío Bravo/Grande.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

La constitución inglesa, por WalterBagehot, trad. Adolfo Posada, estudiointrod. Alonso Lujambio y JaimeMartínez Bowness, México, UNAM,2005, 236 p.

El Gobierno congresional. Régimen político de los Estados Unidos,por Woodrow Wilson, Estudio introd.Alonso Lujambio, México, UNAM,2002, 184 p.

José Antonio Aguilar RiveraCIDE

En el último lustro se publicaron enMéxico dos obras clásicas del pen-samiento constitucional anglosajón:La constitución inglesa de Walter Ba-gehot y El gobierno congresional deWoodrow Wilson. Ambos libros estánprecedidos de sendos estudios intro-ductorios. La importancia de la apari-ción de estos libros es dual: por un ladoambos discuten asuntos que en la eraactual son clave en México: la separa-ción de poderes, el gobierno de gabi-nete, las diferencias entre parlamenta-rismo y presidencialismo, para citarsólo algunas. Por el otro, los libros tie-nen relevancia para comprender la his-toria intelectual del constitucionalismomexicano. En efecto, y como Lujam-bio afirma, ambos autores influyeronen el pensamiento de uno de los juris-tas mexicanos más importantes: Emi-

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lio Rabasa. De hecho, la tesis de Lujam-bio y Bowness es que Bagehot y Wilsonson clave para entender las ideas máspolémicas que Rabasa expone en suobra más importante, La constitución yla dictadura (1912): la limitación delsufragio universal y la crítica al des-equilibrio de poder entre el congresoy el ejecutivo.

Creo que las obras de Bagehot yWilson ayudan a explicar la peculiari-dad del pensamiento de Rabasa, que amenudo ha sido encasillado como unautor positivista y, para algunos, apolo-gista de la dictadura porfirista. Mi im-presión es que lo que se observa enMéxico y otras partes de América La-tina es un fenómeno ideológico com-plejo. Este fenómeno consiste en unarecuperación anacrónica de los argu-mentos empleados por los fundadoresdel gobierno representativo. Si bien elpositivismo proveyó explicaciones quejustificaron en términos sociológicoslas medidas institucionales restrictivas,como el sufragio censatario y el forta-lecimiento del ejecutivo, en realidadmuchas de las ideas de los “nuevos li-berales” son las ideas ortodoxas que seformularon a finales del siglo XVIII yprincipios del XIX cuando se inventóel gobierno representativo.1 El posi-tivismo parecería ser aquí secundario oaccesorio. En los alegatos de Justo Sie-rra y Rabasa se escuchan ecos muy cla-ros de Madison y Hamilton, Constanty otros.2 La recuperación de estos ar-gumentos, estrictamente clásicos, de la

historia del liberalismo constitucional,me parece, en ocasiones, más significa-tiva para los alegatos de estos intelec-tuales que los alegatos sociológicos ins-pirados en el positivismo. Tal vez, loque ocurrió fue una recuperación ana-crónica de los principios del gobiernorepresentativo y no una transformacióndel liberalismo clásico en positivismocomo planteó Charles Hale en su obraclásica sobre las transformaciones delliberalismo en la segunda mitad del si-glo XIX en México.

Por ejemplo, Rabasa parecería es-cribir en 1812 y no en 1912, cuandoafirmaba: “…los pueblos, cuanto me-nos cultos, más se asemejan a los ni-

1 Para comprender la reinterpretación quepropongo, es clave el libro de Bernard Manin,The Principles of Representative Governemnt, Cam-bridge, Cambridge University Press, 1995.[Bernard Manin, Los principios de gobierno repre-sentativo, Madrid, Alianza, 1998.]

2 Por ejemplo, el senado no sólo fue pro-puesto y defendido por Montesquieu enEl espíritu de las leyes, sino por los federalistas.El derecho al veto del ejecutivo, era parte de laversión más exitosa de la doctrina de separa-ción de poderes, los pesos y contrapesos, adop-tada por la constitución de los Estados Unidos.El voto censatario fue defendido por Constant,el autor “doctrinario” más influyente en la pri-mera mitad del siglo XIX en América Latina.Me parece un error considerar las ideas de Ra-basa, y muchas de los autores de La Libertad,como alejadas del constitucionalismo clásico.En todo caso, son anacrónicas para el siglo XX,pues se sustrajeron a la influencia del liberalis-mo democrático de la segunda mitad del sigloXIX preconizado por J.S. Mill y otros.

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ños.[…] Si en México se diera el casode una elección realizada por el sufra-gio universal, el primer cuidado del go-bierno de ella emanado (si pudierasubsistir) sería impedir que semejantefenómeno pudiese repetirse; porqueel sufragio universal es el enemigo ne-cesario de todo gobierno establecido,el desorganizador de todo mecanismoordenado…” Según Rabasa, “el prin-cipio veraderamente democrático desufragio universal, consiste en exten-der el derecho al voto al mayor núme-ro de miembros del cuerpo social, cali-ficados por su aptitud y sin hacerexclusiones por motivos de nacimien-to, condición social o pecuniaria o cual-quiera otro que constituya privilegio”.Rabasa no estaba a favor de una res-tricción de propiedad, sino solamentede una calificación capacitadora de al-fabetismo: “el requisito de saber leer yescribir no garantiza el conocimientodel acto electoral, pero da probabili-dades de él y facilidades de adquirir-lo…ninguna calidad restrictiva más li-beral que ésta a que nos referimos,puesto que puede adquirirse con fa-cilidad y en unos cuantos meses…”3

El punto es que Rabasa no necesitabarecurrir a Comte o a Spencer para jus-tificar su rechazo al sufragio universal;tan sólo debía echar un vistazo a Ben-jamin Constant. Sus argumentos sonmuy parecidos; en 1815 Constant pen-saba que para ser miembro de la aso-ciación política, “es necesario poseercierto grado de entendimiento y un in-

terés común con otros miembros de laasociación. No se considera que loshombres debajo de la edad legal po-sean ese grado de entendimiento.Los extranjeros no se guían por ese in-terés […] quienes son mantenidos enla pobreza y en eterna dependencia,que se encuentran condenados a ellaspor el trabajo diario, no tienen másconocimiento sobre los asuntos públi-cos que los niños y no están más in-teresados en la prosperidad nacionalque los extranjeros, cuyos elementosignoran y en cuya ventaja participansólo indirectamente […] Debe haberuna condición adicional a aquellas pres-critas por la ley del nacimiento y laedad: esta condición es el ocio indis-pensable para la adquisición de en-tendimiento y solidez en los juicios.

3 Y proseguía Rabasa: “El progreso de la ins-trucción, que en los últimos veinte años ha sidonotable, aumentará de día en día el cuerpoelector y ampliará el régimen democrático na-tural y espontáneamente. Así pasó en Inglate-rra con el requisito de la renta […]El sufragioque los principios democráticos implican, no esel sufragio derecho del hombre, atribuido a todoslos habitantes ni a todos los nativos, ni siquieraa todos los varones mayores de edad; sino elsufragio derecho y función política, garantía de lacomunidad, que debe extenderse a todos losque, y sólo a los que, tengan el conocimientode la función bastante para sentir la responsa-bilidad de ejercerla. A esta condición se acercaen lo posible la restricción de saber leer y escri-bir…” Rabasa, Constitución y dictadura, pp.129-130.

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Sólo la propiedad hace a los hombrescapaces de ejercer derechos políti-cos”.4 Cuando Rabasa afirmaba que“la libertad ideal del ciudadano en laelección, prácticamente se reduce a lalibertad de escoger el partido en quequiera inscribirse y a quien ha de so-meterse; conserva el derecho de votar,pero ha perdido el de elegir” sólo re-cuperaba la lógica de lo que Manin hallamado acertadamente el principioaristocrático de “distinción”, presenteen la fundación del gobierno represen-tativo, según el cual los gobernantesdebían ser distintos a los electores.La ciudadanía, que en tiempos clási-cos consistía como pensaba Aristóte-les, en saber gobernar y ser gobernado,se transformó en el derecho a consentira los gobernantes a través de eleccio-nes populares.5 Así, lo que parecemosobservar es una curiosa regresión, orestauración ideológica.

El estudio de Lujambio explicaeste anacronismo: Rabasa se inspiraba,a su vez, en otro autor anacrónico: Wal-ter Bagehot. En La constitución inglesaBagehot aconsejaba que Inglaterra noprosiguiera con la extensión progresi-va del sufragio iniciada con la reformade 1832. Irónicamente, justo cuandoel libro veía la luz ocurría una reformaque ampliaba aún más el sufragio mas-culino en Inglaterra. Según Lujam-bio el libro de Bagehot es “un clásicoque nació caduco. Su publicación en1867 coincidió con el ‘salto en la os-curidad’ de Disraeli que, de manera

abrupta, y definitiva, finalizó con eseperiodo clásico de gobierno parlamen-tario que Bagehot analizó y admiró”.Tal vez, el mayor mérito del libro esdescribir la constitución inglesa comofuncionaba, justo antes de 1867, conun espíritu pedagógico. Ésta es una in-terpretación “realista”, opuesta a lateoría “literaria” de la constitución.Se trata de un alegato contra la teoríaabstracta, en la línea de Burke. ParaBagehot el “secreto eficiente” de laconstitución inglesa era la unión de po-deres. Contra lo que indicaba la teoríapolítica de Montesquieu, el secreto era“la estrecha unión, de la fusión casicompleta del poder Ejecutivo y Le-gislativo” en el gabinete. La soberaníano estaba dividida en Inglaterra. Ésaera, adujo, su virtud sobre el sistemapresidencial, que a menudo quedabaentrampado en la división de poderes.Sin embargo, no me queda claro queesta teoría contradiga la doctrina deseparación de poderes de Montes-quieu. Mientras un poder no se apo-dere de todas las funciones de otropoder la libertad, como la pensabaMontesquieu, no se perdía. De la mis-ma manera la discusión sobre la doc-

4 Benjamin Constant, “On the Conditionsof Property”, Principles of Politics Applicable toall Representative Governments en BenjaminConstant, Political Writings, Cambridge, Cam-bridge University Press, 1988, pp. 213-215.

5 Manin, Principles, pp. 92-98, 99-102.

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trina de la separación de poderes, con-tenida en El espíritu de las leyes, y laconstitución mixta de origen republi-cano en ocasiones llega a confundirse.La diferencia básica entre los meca-nismos de frenos y contrapesos y laconstitución mixta es que el primer sis-tema presupone lo que el segundobuscaba evitar: la soberanía. La sepa-ración de poderes es moderna: no tie-ne un referente social (no son clasessociales las que se equilibran).

Sin embargo, aun así es notable queRabasa, en 1912, tomara ideas que yaen 1867 eran anticuadas. En el prólogode El gobierno congresional Lujambiohace una defensa de este anacronis-mo que es intelectualmente sugerenteaunque tal vez no del todo convin-cente. El argumento es atendible: lamezcla de profunda desigualdad socialy sufragio efectivo era (¿es?) proble-mática. Así, “la terrible desigualdaddecimonónica mexicana y el sufragiouniversal produjeron, querámoslo ono, una percepción cultural de la polí-tica electoral que costó ¿un siglo? Co-menzar a demoler”.

Woodrow Wilson tenía apenas 28años cuando escribió El gobierno con-gresional. El futuro presidente le con-fesó a Ellen Axson, su futura esposa,que la inspiración para escribir veníade Bagehot: “he guiado mi trabajo, bá-sicamente, en el ensayo de Bagehot”.Según Wilson, el “gran error” de lospublicistas es que “se detienen en laanatomía de nuestras instituciones;

no penetran el secreto de su funciona-miento”. Wilson buscaba mostrar lasdiferencias entre el gobierno parla-mentario y el “congresional”. Wilsoncompartía la crítica de Bagehot de laautoridad dividida, pero no llegó a de-clararse partidario del parlamentaris-mo. Lo que deseaba era un “gobiernofuerte, pronto para obrar, fácil para diri-gir y eficaz”. Lo que se requería era“fortalecer la responsabilidad del go-bierno”. Wilson pensaba que el gobier-no de los Estados Unidos podía serdescrito como “un gobierno por lospresidentes de los comités permanen-tes del Congreso”, los cuales teníanuna influencia desmedida en el proce-so legislativo y en el gobierno en ge-neral. Por esta razón y otras más, la res-ponsabilidad del parlamento se diluía,además de que se perdía la discusióny el debate públicos.

Los estudios introductorios de am-bos libros son muy útiles para el lector,pues no se limitan a discutir la obra queprologan, sino que ofrecen una visiónpanorámica de la vida y la obra de Ba-gehot y Wilson. De la misma manera,aportan ideas e hipótesis para enten-der la apropiación y utilización de al-gunas de sus ideas por Rabasa. Existeun poco de repetición en ambos tex-tos, que se explica por la diferente fe-cha de publicación. En suma, una con-tribución muy valiosa, tanto las obrascomo los estudios preliminares, paraleer el presente desde la historia y elpensamiento jurídico.

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Ensayos escogidos de Robert O. Keohane yJoseph S. Nye, por Arturo Borja Tamayo(comp.), México, CIDE, ColecciónEstudios Internacionales, 2005, 504 p.

Reynaldo Yunuen Ortega OrtizEl Colegio de México

Robert O. Keohane se ha convertidoen uno de los autores fundamentalesen los debates entre las diversas teo-rías de relaciones internacionales, enese sentido considero un acierto queArturo Borja junto con un grupo de tra-ductores hayan emprendido la tareade compilar y traducir algunos de losprincipales escritos de Keohane entreprincipios de los años setenta y el 2001.En las siguientes líneas analizaré trestemas vinculados con la trayectoria in-telectual de Keohane: su crítica al rea-lismo, los problemas conceptuales dela teoría de la interdependencia com-pleja y los debates entre institucio-nalistas liberales y neorrealistas.

Con Power and Interdependence, Keo-hane y Nye lanzaron uno de los retosmás importantes a la entonces escueladominante de las relaciones interna-cionales en los Estados Unidos, el rea-lismo, identificado con la obra de HansJ. Morgenthau y su libro Politics AmongNations: The Struggle for Power and Pea-ce. Keohane y Nye construyeron un ti-po ideal del realismo y lo compararoncon otro tipo ideal denominado “inter-

dependencia compleja”. La compara-ción se centraba en tres supuestos bá-sicos de cada teoría. Según los autores,el realismo supone: “Primero, que losestados son los actores dominantes enla política mundial y actúan como uni-dades coherentes. Segundo, que la fuer-za (o la amenaza de su empleo) es uninstrumento utilizable y eficaz en lapolítica. Tercero… los realistas supo-nen una jerarquía de problemas en lapolítica mundial encabezada por lascuestiones de seguridad militar o de ‘al-ta política’, que predominan sobre losasuntos económicos y sociales o de ‘ba-ja política’” (p. 126). Frente a estossupuestos la interdependencia com-pleja se caracterizaría “… por un mun-do en el que otros actores, además delos Estados, participen directamen-te en la política mundial, en el que noexista una clara jerarquía de asuntos yen el que la fuerza sea un ineficaz ins-trumento de política” (p. 127).

En cierta medida la respuesta delrealismo no se hizo esperar y en 1979Kenneth Waltz publicó Theory of Inter-national Politics, que como sostiene Ar-turo Borja en su prólogo llevó al surgi-miento del “neorrealismo” o “realismoestructural”. [Aquí debo hacer una crí-tica al propio Borja, quien traduce “Teo-ría de la política internacional” como“La teoría de la política internacional”.Incluso Waltz acepta que existen di-versas teorías de relaciones internacio-nales, si bien con muchas fallas y notodas sistémicas, pero no habla de una

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sola.] Como afirma Borja, Keohane1

critica a los neorrealistas por tener unavisión unidimensional del poder quelleva a Waltz a plantear que sólo existeuna estructura de poder en el sistemainternacional y que, por lo tanto, lospaíses se clasifican en grandes poten-cias, potencias medias, etcétera. El neo-rrealismo es incapaz de explicar fenó-menos fundamentales de las relacionesinternacionales; por ejemplo, que una“gran potencia” como Estados Unidossea derrotada por un pequeño país co-mo Vietnam, o que una organizacióncomo Al Qaeda sea capaz de realizarun ataque directo a la seguridad in-terna de los Estados Unidos. De he-cho, como sabemos desde la obra deHarold Lasswell, para hablar de po-der es indispensable especificar ám-bito y alcance y, en términos de losSprout,2 el marco o configuración po-lítica contingente en el que tiene lu-gar la acción.

Así, como afirmó Baldwin en su crí-tica al trabajo de Keohane y Nye, entérminos conceptuales a los teóricosde la interdependencia compleja lesfalta precisión y claridad en el uso desus dos conceptos centrales: poder einterdependencia. “De otra forma unono está seguro si los argumentos sobrecómo las relaciones de interdependen-cia sirven como recursos de poder sontautológicos o no”. A pesar de estas crí-ticas, sin duda, la visión multidimen-sional del poder de los institucionalis-tas liberales es un acierto.

Otra de las virtudes del trabajo deKeohane es el uso de herramientas con-ceptuales de diversas disciplinas comola economía y el derecho para explicarfenómenos internacionales. Por ejem-plo, en los capítulos 4 y 5, Keohane usalos conceptos de costos de transaccióny economías de escala para explicar elsurgimiento y mantenimiento de regí-menes internacionales, como una me-jor opción para los estados frente a losacuerdos ad hoc: “…dependiendo dela ‘densidad de temas’ para aludir alnúmero e importancia de temas quesurgen dentro de un espacio políticodado… Donde la densidad de temases alta, un objetivo sustancial bienpuede incidir en otro y los regímeneslograrán economías de escala… Redu-cir los aranceles industriales sin perju-dicar la propia economía puede de-pender de reducciones del arancelagrícola de otros; obtener paso a travésde estrechos para los propios buquesde guerra puede depender de decisio-nes más amplias tomadas cerca (sic) deaguas territoriales… Como resultado,los regímenes… parecen facilitar amenudo concesiones en otros temasentre los actores, dentro de áreas te-

1 Robert O. Keohane (ed.), 1986, Neorealismand its Critics, Nueva York, Columbia Universi-ty Press.

2 Harold Sprout y Margaret Sprout, 1965,The Ecological Perspective on Human Affairs: withSpecial Reference to International Politics, Prince-ton, Princeton University Press.

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máticas cubiertas por regímenes abar-cadores, puesto que unen a los nego-ciadores para considerar todo un com-plejo de temas” (pp. 178-179).

En síntesis, regímenes como elGATT (hoy OMC) reducen los costos detransacción y ayudan a resolver losproblemas de información asimétricay aumentar la credibilidad de los esta-dos en un sistema internacional ca-racterizado por la “anarquía”. Ahorabien, una vez construido un régimen,éste establece una serie de límites alcomportamiento de los estados inclu-so de los actores internacionales conmás capacidades.

Siguiendo a Baldwin,3 el debate en-tre institucionalistas liberales y neo-rrealistas se centró en seis puntos:la naturaleza y las consecuencias de laanarquía, la cooperación internacional,la relevancia de las ganancias relativasfrente a las absolutas, las prioridadesen términos de los fines de los esta-dos, las intenciones frente a las capaci-dades, y la centralidad de las institu-ciones y los regímenes. Mientras quepara los neorrealistas la estructura in-ternacional, “la anarquía”, establece lí-mites severos al comportamiento delos estados, los institucionalistas libe-rales consideran que dichos límites noson tan estrictos y que, de hecho, losestados han construido regímenes quefacilitan la cooperación. Realistas co-mo Grieco4 aceptan que la cooperaciónes posible, pero que es difícil mante-nerla y depende más del poder estatal

que lo que sostienen los neoliberales.En términos de ganancias absolutas yrelativas, se podría decir que los realis-tas han enfatizado las segundas frentea las primeras, Keohane ha insistidoque si bien es posible que los institu-cionalistas liberales subestimen la im-portancia de las ganancias relativas, enrealidad lo fundamental es especificarbajo qué condiciones son unas u otraslas que tienen relevancia para los acto-res internacionales. Tanto neorrealis-tas como neoliberales están de acuer-do en que la seguridad nacional y elbienestar económico son valiosos, perodifieren en el énfasis sobre estos fines.La definición de los intereses y laspreferencias es un problema en el cualel constructivismo, más que el neorrea-lismo o el institucionalismo liberal, tie-ne una mayor capacidad explicativa.Para los neorrealistas, los instituciona-listas han puesto demasiado énfasis enla capacidad de las instituciones y losregímenes para atenuar la situación de“anarquía” del sistema internacional.

En términos de forma habría sidomuy útil que el volumen incluyera unabibliografía y un índice temático que

3 David A. Baldwin (ed.), Neorealism andNeoliberalism: the Contemporary Debate, NuevaYork, Columbia, pp. 3-25.

4 Joseph M. Grieco, “Anarchy and the Lim-its of Cooperation: a Realist Critique of theNewest Liberal Institutionalism”, en Baldwin(ed.), op. cit., pp. 116-140.

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facilitaran el uso de la compilación alos estudiantes y especialistas en Rela-ciones Internacionales, quienes seránel público más interesado en el texto.A pesar de dichas limitaciones, el volu-men editado por Borja permitirá a losestudiantes de R. I. adentrarse en laobra de un clásico moderno y en deba-tes centrales de las teorías de Relacio-nes Internacionales.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Democracy in Latin America, 1760-1900.Vol I. Civic Selfhood and Public Life inMexico and Peru, por Carlos A.Forment, Chicago, The University ofChicago Press, 2003, 488 p.

Guillermo Trejo, Duke University

Carlos Forment nos entrega el prime-ro de dos volúmenes de un estudio deinterés para la ciencia política y la his-toria latinoamericana. A lo largo deeste primer volumen encontramosproposiciones revisionistas de la histo-ria decimonónica latinoamericana quenos descubren una democracia cívica deorigen católico, a partir de una canti-dad de datos; una invitación a repen-sar la herencia Tocquevilliana con evi-dencia latinoamericana; propuestaspara estudiar la democracia bajo unnuevo lente sociológico y moral; crí-ticas agudas, severas, y a veces salo-mónicas de las ciencias sociales y enparticular de la política comparada; e

incluso un intento por fundar una nue-va “ciencia de lo político”, en estas lí-neas quisiera resaltar tres aportacionesy tres limitaciones del libro.

El principal hallazgo, y acaso la apor-tación más importante del estudio deForment, es la existencia de un rico acer-vo de asociaciones cívicas que surgie-ron y florecieron en varios países y re-giones de América Latina a lo largo delsiglo XIX. Contrario a lo que general-mente se sostiene, Forment demuestraque durante el siglo XIX latinoameri-cano no sólo hubo autoritarismo, ines-tabilidad y guerras civiles, sino tambiénmaduró un asociacionismo cívico que niTocqueville ni sus contemporáneos ad-virtieron. Como lo documenta el autor,coexistieron de manera paralela siste-mas políticos autoritarios y sociedadesciviles democráticas. En México, Ar-gentina, Cuba y en menor medida enPerú, los ciudadanos latinoamericanosconstruyeron “templos democráticos”,en donde practicaban el autogobiernoy la soberanía popular en sus que-haceres cotidianos, pero ejercían la an-tipolítica y permitían la existencia pordefault del autoritarismo a nivel del sis-tema macro-político.

Democracy in Latin America da cuen-ta de la existencia de cientos de asocia-ciones cívicas que Forment encontrótras un minucioso trabajo de archivo.La evidencia se presenta primero enforma de estadística descriptiva, congráficas que muestran la evolución deun sinnúmero de asociaciones ciuda-

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danas a lo largo del México y del Perúdel siglo XIX, y a través de mapas queilustran su variación geográfica entrepaíses y al interior de cada país. La des-cripción de los datos se complementacon una narrativa densa que señala lascaracterísticas organizativas y el voca-blo que se utilizó en estos “templos”de la democracia.

Un segundo hallazgo del libro esmostrar la paradoja de que el catolicis-mo colonial –con todo y su estructurajerárquica y autoritaria– dotó a los ciu-dadanos de un lenguaje cívico paraconstruir la democracia desde abajo.Forment sugiere que tanto la indepen-dencia del imperio español como laconstrucción de una sociedad civildemocrática en el mundo poscoloniallatinoamericano se tejieron desde elseno mismo de la tradición colonial,particularmente a partir del lenguaje ylos conceptos que encarna el cristianis-mo católico. Un error común en la so-ciología de la religión que tiene sus orí-genes en Weber es la asociación causal(sí, causal) del protestantismo históricocon el desarrollo capitalista, con unasociedad civil vibrante, y con la demo-cracia misma. En contraste con el cato-licismo, se argumenta, el protestantis-mo genera desarrollo, sociedad civil, ydemocracia. El trabajo de Forment seune a un grupo creciente de estudiosque cuestionan el efecto causal y li-neal de las doctrinas religiosas en elcomportamiento social. Las grandesreligiones, uno podría concluir, son

multivocales e incuban efectos contra-dictorios que a veces contribuyen y aveces socavan a la sociedad civil y a lademocracia.

Un tercer hallazgo del libro es evi-denciar que una sociedad civil activapuede coexistir con sistemas políticosy económicos autoritarios y excluyen-tes. Contrario al supuesto tocquevillia-no que asume una correspondenciacasi necesaria entre las prácticas ciuda-danas y las instituciones políticas, For-ment encuentra un divorcio estable ycontradictorio entre las distintas es-feras: una sociedad democrática en locotidiano que, por autoprotección, semantuvo divorciada de un sistema po-lítico autoritario. El descubrimientono es menor. Desde la publicación deMaking Democracy Work de Robert Put-nam, los politólogos argumentan quelas instituciones políticas de la demo-cracia alimentan al capital social y éste, asu vez, a las instituciones democráticas.La evidencia que presenta Formentnos obliga a cuestionar este consenso.

El libro tiene tres limitaciones.La primera limitación tiene que ver

con el análisis de la extensa base de da-tos de asociaciones cívicas. Como lo ex-presa el mismo Forment, los datos seacumularon con el objeto de “…mirarmás allá de los datos mismos.” Es reglade oro siempre tratar de ver más allá delos datos; pero para mirar más alláde los números, primero hay que mi-rarlos con detalle. El análisis empíricode Forment es superficial y a veces cae

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en ilusiones ópticas al no ponderar losdatos de asociacionismo por el tamañode la población en países, estados o pro-vincias. El problema mayor, sin embar-go, es que no explica a profundidad lasdiferencias cuantitativas entre Méxicoy Perú y menos atención presta a lasenormes diferencias en la geografíacívica al interior de cada país que susdatos retratan. Por ejemplo, la diferen-cia entre los dos países se explica alu-diendo a la naturaleza diferenciada delos movimientos independentistas y a lamilitarización de la sociedad peruanaenvuelta en guerras de toda índole. Sien-do que México experimentó nivelessimilares de violencia e inestabilidad alos de Perú, la respuesta no es satisfac-toria. La pregunta que queda en el airees por qué la diferencia en la culturacívica de los movimientos independen-tistas de México y Perú: ¿Por qué unosse emanciparon de la Corona y los otrosno? ¿Por qué unos incubaron la semi-lla del asociacionismo y los otros no?

Una segunda limitación es que porcelebrar la existencia de sociedadesdemocráticas al paralelo de sistemaspolíticos autoritarios, Forment no sedetiene a explicar el supuesto carácterantipolítico de los ciudadanos latino-americanos e insiste en que los “tem-plos de la democracia” no fueron conta-minados por el estado ni por el mercadoo la Iglesia católica. Dos grandes pre-guntas comparativas quedan en el aire:¿Cómo logran los ciudadanos en siste-mas autoritarios superar las trabas que

generalmente desincentivan la forma-ción de asociaciones autónomas e inde-pendientes? ¿Por qué ciudadanos quepractican la democracia cotidianamen-te renunciarían de forma tan radical aincidir en el mercado y en el estado?

Una tercera limitación del libro essu reduccionismo societal. Si bien elllamado que hace Forment a trascen-der el institucionalismo racionalista–que únicamente se concentra en re-glas formales y élites e ignora estructu-ras económicas y sociales, y procesosde organización social desde abajo– esatinado, el paradigma alternativo queDemocray in Latin America quiere inau-gurar –concentrado exclusivamenteen las prácticas cotidianas, en la forma-ción de hábitos y la cultura ciudadana,ajeno a los marcos estatales, institucio-nales y del mercado– puede ser igual-mente artificial y limitante que el ins-titucionalismo que Forment critica.Sin duda, para entender las institucio-nes hay que entender los tejidos y lasnormas sociales a partir de los cualessurgen y operan las instituciones mis-mas; pero para entender el comporta-miento social en los barrios, las escuelas,las asociaciones cívicas, los clubes so-ciales, los sindicatos, los movimientossociales, e incluso los movimientos rebel-des, es indispensable entender el marcoinstitucional y la estructura económicaen los que los grupos sociales operan.

El primer volumen de Democracy inLatin America es un libro teóricamenteambicioso, intelectualmente sugeren-

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te, y polémico; con abundante y valio-sa información, ágilmente escrito ensus partes interpretativas, y provocati-vo en sus conclusiones, que mereceuna pronta traducción al castellano,una amplia lectura y mucha discusiónen nuestras aulas.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Compartir el poder. La lucha por la democracia en México. Una breve historia contada a los jóvenes,por Felipe Garrido, México, Oceano, 2006, 140 p.

Francisco A. Eissa-BarrosoUniversity of Warwick

Según Felipe Garrido la “lucha por lademocracia en México” comenzó en1910 y terminó en el año 2000. El li-bro inicia con una síntesis del Porfi-riato para justificar el movimiento ma-derista, sigue con la Revolución, lafundación del PNR y continúa narran-do los principales hechos políticos delsiglo pasado hasta llegar al triunfo deVicente Fox en la elección presiden-cial del 2000. A partir del título y la in-troducción, se podría inferir que la his-toria de la lucha por la democracia seríael hilo conductor que guiaría el texto,pero esto no sucede.

Nadie podría negar el carácter de-mocrático del movimiento maderistani del proyecto constitucional de Ca-rranza, y Garrido lo señala acertada-

mente. En los capítulos siguientes, sinembargo, la lucha por la democraciaparece quedar de lado mientras el au-tor simplemente enlista los hechos másimportantes de la vida política nacio-nal desde el asesinato del propio Ca-rranza (1920) hasta la década de los cin-cuenta. Un presidente sucede a otro,se mencionan sus principales logros ypunto. Nada, o casi nada, de la oposi-ción, de la conformación del sistemapolítico, de “la lucha por la democra-cia”, o de la tolerancia hacia otros par-tidos para legitimar al propio régimen.

A partir de los cincuenta la “historiade la democracia” se vuelve más claramientras se explica al lector cómo setransformó la sociedad mexicana du-rante el desarrollo estabilizador, cómofueron modificándose y aumentandosus demandas y cómo el sistema se viogradualmente superado por éstas. Ga-rrido describe las crecientes organi-zación e insatisfacción de la sociedadmexicana frente a un aparato políticoque no le permitía participar en el go-bierno de una manera que recuerda alargumento desarrollado por Samuel P.Huntington.1 En síntesis, una socie-dad que, como resultado del desarro-llo estabilizador, se había vuelto másurbana, más rica y más educada, se mos-tró insatisfecha con un Estado que era

1 Samuel P. Huntington, El orden político enlas sociedades en cambio, México, Paidos, 1997,pp. 13-91.

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democrático sólo de fachada. Ante laspresiones de los años sesenta y setentael gobierno respondió con represión ysólo en 1977, gracias a la intervenciónde Jesús Reyes Heroles, el PRI se diocuenta de que la mejor salida era au-mentar la participación política de lossectores que se sentían excluidos delpartido. Las crisis económicas de fina-les de los setenta y de los ochenta au-mentaron la insatisfacción y las deman-das sociales entre las clases medias yaltas, desencadenando las reformas delos años noventa.

La lógica subyacente a estos argu-mentos, si bien no es precisamente no-vedosa, es sólida y coherente. Por lomismo hace que uno se pregunte porqué el autor comenzó su libro cuarentaaños antes, cubriendo un periodo queno logró encajar claramente con la lógi-ca de los años de 1950 en adelante.2

La respuesta parece ser, simplemente,que Garrido considera que el triunfoelectoral de Fox “[c]ulminó […] unaempresa iniciada en 1909, cuando Ma-dero adoptó la divisa ‘Sufragio efecti-vo y no reelección’” (p. 11). Aparente-mente se justificó iniciar la historia dela lucha democrática con el sacrificiodel “apóstol de la democracia” para asípresentar el triunfo de Vicente Foxcomo la culminación de la propia Re-volución, incluso si no se establecíaninguna relación, ni una clara conti-nuidad, entre ambos personajes, másallá del supuesto carácter democráticode cada uno.

La abierta simpatía del autor porFox no se oculta a lo largo de la obrapero, es mucho más notoria en el últi-mo tercio, dedicado casi exclusiva-mente a él. Y es que a partir de 1988pareciera que todos los sucesos de lavida política nacional estaban encami-nados al triunfo mesiánico de VicenteFox. No se trata, desde luego, de res-tarle méritos a éste pero, su participa-ción en el congreso, instalado en cole-gio electoral en 1988, no merece, niremotamente, la misma atención quelas movilizaciones de Clouthier y Cár-denas tras la proclamación del triunfode Carlos Salinas. Por más que su in-dumentaria y “desplantes insolentes”le hayan distinguido entre los “vocife-rantes legisladores” (p. 71) esto no pre-

2 Esto, desde luego, no quiere decir que nose hubiera podido escribir la historia de estosaños desde una perspectiva que enfatizara lalucha por la democracia, la actividad de los gru-pos de oposición o la interacción entre el par-tido en el poder y los grupos organizadospolíticamente fuera de éste. Véase por ejem-plo Elisa Servín, La oposición política. Otra caradel siglo XX mexicano, México, CIDE-FCE, 2006,(Colección Herramientas para la historia), particu-larmente las páginas 19 a 63 de este interesanteensayo. También pueden revisarse María Am-paro Casar e Ignacio Marván (coords.), Gobernarsin mayoría. México 1867-1997, México, CIDE-Taurus. Particularmente el artículo de RafaelRojas sobre la oposición parlamentaria al go-bierno de Madero y los de Marván, GeorgetteJosé Valenzuela, Jean Meyer, Benito Nacif yJeffrey A. Weldon en la sección que cubre elperiodo 1917-1937.

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sagiaba que fuera a convertirse en elprimer presidente no priísta de Méxi-co y mucho menos puede pensarseque el inicio de la carrera política deFox haya sido el legado más impor-tante de dicha contienda electoral. Porotro lado, el fraude en la elección paragobernador de Guanajuato en 1991tiene, desde luego, mucho más impor-tancia en la historia de la democracianacional, al igual que la larga precam-paña y el innovador –si bien muy cues-tionable– esquema de financiamientode los Amigos de Fox rumbo al 2000.En el libro de Garrido, sin embargo, apesar de lo reñida que fue la elección,todo el análisis está centrado en Fox.Hay un capítulo entero sobre sus pro-puestas de campaña y otro sobre losencargados de su publicidad y su co-municación social, y tal pareciera queel triunfo del panista era inevitable; asus oponentes se les menciona muypoco y fenómenos como el “voto útil”están del todo ausentes. Toda la elec-ción –y de hecho la historia de los añosnoventa– está vista desde el triunfo deFox, en una forma que opaca la com-petencia misma y el carácter propio dela contienda.

Hay que reconocer que, pese a sufoxismo y su admiración por los próce-res del panismo –son a menudo decla-rados “demócrata[s] convencido[s]”(p. 38), y sinceramente comprometi-dos, mientras que la convicción de losmilitantes de la izquierda y del partidooficial, con excepción de Reyes Hero-

les y quizá Ernesto Zedillo, nunca esafirmada tan tajantemente–, el textode Felipe Garrido hace una recons-trucción bastante clara y accesible delcomplejo proceso de democratizaciónde nuestro país. No coincido en quesin la presencia de Fox “esa oportuni-dad histórica no habría llegado en esemomento” (p. 130). Me parece, asi-mismo, que Zedillo merece muchomás reconocimiento del que se le da,a fin de cuentas sin su apoyo a las re-formas electorales, su comportamientoimparcial durante la campaña y supronto reconocimiento del triunfo deFox, el resultado habría sido comple-tamente distinto.

Por último quisiera llamar la aten-ción sobre el concepto de democraciaque utiliza el autor. Si bien nunca dauna definición concreta, es claro queno le basta la concepción minimalistade ésta y que, para él, la democraciadebe llegar a ser “asunto de nuestravida diaria, no exclusivamente de laselecciones” (p. 13). En vista de estome llama la atención que su análisisparece atenerse, casi estrictamente, ala democracia electoral. Si bien reco-noce el mérito democrático del legadoeducativo de José Vasconcelos y de lalabor cultural de Daniel Cosío Villegas,es sorprendente que temas como elgobierno dividido estén prácticamenteausentes del texto, a pesar del título eincluso después de 1988, y que losefectos del federalismo y el gobiernoyuxtapuesto ni siquiera se mencionen.

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Aunque concluye su libro indicandoque para tener una democracia repre-sentativa genuina “hace falta reduciral mínimo las diferencias de oportuni-dades, de atención médica, de riqueza,de educación. Erradicar la violencia ydarles trabajo a todos. Evitar que losbeneficios del gobierno y la adminis-tración se concentren en la ciudades,[etc.]” (p. 135), no logra transmitirle asu lector aquello que debe implicar lademocracia, más allá de eleccionescompetidas y equitativas en las que serespete el sufragio de los ciudadanos.En conclusión, me parece que el librono es malo, no deja de ser útil y tenervalor como libro de texto para educa-ción básica; para un nivel superior hay,sin duda, mejores opciones.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Free Market Democracy and the Chileanand Mexican Countryside, por Marcus J.Kurtz, Nueva York, CambridgeUniversity Press, 2004, 256 p.

Joseph L. KlesnerKenyon College

En este breve libro, Marcus Kurtz plan-tea que Chile y México han podidoliberar sus economías y sus sistemaspolíticos porque las consecuencias dela liberalización del mercado en elcampo han impedido que los campe-sinos expresen sus intereses incluso

dentro de sus nuevas democracias.Kurtz da a entender que las transicio-nes, tanto a la economía de mercadocomo a la política democrática en elhemisferio, descansan en la ininte-rrumpida explotación de los campe-sinos pobres.

Kurtz elabora su razonamiento ba-sado en un largo estudio de caso de laexperiencia chilena. Queda perplejoporque el segmento de la poblaciónque se ha visto afectado más adver-samente por el neoliberalismo –los tra-bajadores rurales, muchos de los cua-les fueron beneficiarios de la reformaagraria durante el gobierno de Frei(1964-1970) y de Allende (1970-1973)–se ha convertido en una base electoralpara los partidos conservadores másapegados al modelo neoliberal. La mo-vilización histórica de los demócratascristianos y de Unidad Popular deberíade haber preparado a los campesinospara organizarse con el fin de exigirque el Estado hiciera frente a su pro-funda pobreza e inseguridad económi-ca, después de que el general Pinochetabandonó su cargo a fines de la décadade 1980. Sin embargo, el campo chile-no ha estado muy inactivo desde el re-greso de la democracia, en contrastecon el Chile urbano, donde trabajado-res, estudiantes y otros exigen que susnecesidades sean satisfechas.

Kurtz afirma que esta inactividades resultado del impacto profunda-mente desorganizador que tiene elneoliberalismo sobre los campesinos

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chilenos. Antes de la reforma, el cam-po tenía campesinos que vivían en lati-fundios propiedad de la élite rural deChile, por lo general unidos por sus re-sentimientos de clase. La política ruralde las administraciones de Frei y Allen-de aprovecharon este resentimientopara crear sindicatos de campesinos,preparar invasiones de tierras y em-prender una reforma agraria significa-tiva. Sin embargo, las políticas agrariasde los militares terminaron separandoa los campesinos de esas fincas o de lasunidades reformadas de producciónrural que las reemplazaron, y por lotanto de las comunidades orgánicasasociadas con las antiguas fincas. Encambio, una gran porción de los cam-pesinos pobres –en 1992, 16.5% de lapoblación chilena era rural; en 1990,53% de la población rural estaba em-pobrecida (p. 9)– se convirtió en traba-jadores migrantes temporales quevivían en poblaciones a las que les te-nían menos apego emocional que elque sus padres tenían hacia las fincasen donde nacieron. Por ser trabajado-res temporales, en cierto sentido com-piten por el escaso empleo. Desde lue-go que dependen mucho del sectoragrícola modernizado que los empleay son vulnerables a las decisiones delos agroexportadores modernos queapoyan el modelo neoliberal.

Kurtz demuestra que los habitantesurbanos de Chile participan en organi-zaciones políticas y sociales más quelos que viven en el campo, y calcula

varios modelos buscando predecir elnúmero de asociaciones de vecinos yde clubes deportivos en una comuna.A través de todos los modelos, vivir enel campo es un elemento fuerte parapredecir la escasez de organizaciones.El capital social en el Chile rural se haagotado. Esta observación es más cier-ta en aquellas regiones donde la agri-cultura se ha modernizado más; porejemplo, donde están concentrados losagroexportadores modernos. En las zo-nas donde la modernización agrícolaha avanzado menos, sobreviven vesti-gios de la organización campesina.

El Chile rural está sobrerrepresen-tado en el congreso y vota despropor-cionadamente por los partidos de de-recha. Sin embargo, Kurtz afirma quelos rasgos institucionales, como el sis-tema electoral binomial, desempeñansólo una parte para sustentar el neoli-beralismo. Las consecuencias socialesdel neoliberalismo en el campo para-dójicamente aseguran su superviven-cia, pues los campesinos votan despro-porcionadamente por partidos quepromueven el modelo de mercado. Lacomunidad académica no ha podidoprestarle la misma atención a esta di-mensión de la “democracia de libremercado” al estilo chileno.

El capítulo que Kurtz dedica a Mé-xico busca evidencia comparativa paraapoyar su razonamiento principal.Aquí, Kurtz observa que el Partido Re-volucionario Institucional (PRI) provo-có reformas neoliberales y logró im-

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pedir las consecuencias electoraleshasta fines de la década de 1990, por-que fue capaz de seguir dependiendode su base de apoyo rural mientras suspolíticas empobrecían más a los mis-mos campesinos que le daban sus vo-tos. Como en Chile antes de 1973, elsector rural de la sociedad mexicanaha estado muy organizado para exigirreformas agrarias y servicios guberna-mentales como el crédito rural o la co-mercialización y distribución de pro-ductos agrícolas. En lugar de sugerirque los campesinos mexicanos no tie-nen capacidad de emprender una ac-ción política independiente, Kurtzafirma (p. 169) que: “el proceso de co-mercialización rural estaba organizadopara maximizar las barreras a la ex-presión política de los campesinos in-dependientes, para crear nuevas de-pendencias y fragmentar opositorespotenciales en pequeños grupos en-frentados e inútiles”. Las reformas demercado produjeron una mayor atomi-zación social en el campo y volvieron alos campesinos más vulnerables antelas élites rurales pues los créditos delEstado y las juntas de comercializaciónhabían desaparecido o disminuido.Además, tres factores inhiben la activi-dad política rural: 1) los campesinospueden “salirse” por medio de la mi-gración, con lo que se eliminan disi-dentes potenciales del campo; 2) losprincipales partidos políticos no ofre-cen alternativas reales, por lo que exis-te poca competencia partidista rural, y

3) los campesinos enfrentan una miría-da de organizaciones oficiales o semi-oficiales creadas o cooptadas por el PRI,lo que dificulta el ingreso de gruposnuevos. Todo esto quiere decir que enel campo mexicano han existido pocasalternativas reales al PRI. El argumentode Kurtz explica por qué no se ha re-vertido el neoliberalismo en Chile yen México, y, además, que tiene impli-caciones importantes para la calidadde la democracia en esas naciones.Kurtz concluye: “No se trata de que elneoliberalismo produzca pobreza ydesigualdad que desestabilicen la de-mocracia, sino que socavan las basessociales de participación política, espe-cialmente en zonas rurales”. Estas de-mocracias de libre mercado son demo-cracias de baja calidad, pero por esamisma razón son democracias estables,como han dicho otros observadores, enparticular Kurt Weyland.

El razonamiento de Kurtz descansaen la noción de que los campesinos ylos trabajadores rurales votan en con-tra de sus propios intereses por par-tidos proneoliberales: los partidos dederecha en Chile, y el PRI en México.Sugiere que lo hacen porque son vul-nerables a la influencia de las élites ru-rales (por necesidad de empleo, crédi-to y asistencia en comercialización),una dependencia que no existía cuan-do los sindicatos rurales eran fuertes(en Chile) o cuando el Estado ofrecíacrédito, asistencia en comercialización,etcétera (como en México). Además,

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sostiene que en el campo es muy difí-cil hacer campañas en persona (encontraposición a los medios de comu-nicación masivos), por lo que las élitesrurales se convierten en “líderes deopinión” para los que buscan pistasque les indiquen cómo emitir un voto.Sin embargo, Kurtz se basa exclusiva-mente en datos agregados para elabo-rar su caso. Su argumento pide a gritosevidencia individual que pueda de-mostrar que los campesinos en reali-dad sienten que deben votar por lospartidos conservadores porque lasélites económicas locales insisten enque así lo hagan. De seguro que los da-tos mostrarán si los campesinos másdesconectados –los que no participanen organizaciones políticas o de otrotipo– también son los que están másinclinados a votar por la derecha o, enMéxico, por el PRI. Desde luego, nohay mucha evidencia de este tipo,pero al menos en el caso mexicano, laEncuesta Nacional sobre Cultura Polí-tica y Prácticas Ciudadanas (ENCUP)puede ofrecer alguna posibilidad paraexplorar estos temas críticos.

La exploración que Kurtz hace delas bases sociales de la democraciade libre mercado tiene la valiosa fun-ción de sacar la disciplina del análisisinstitucional, recordándonos que lasconsecuencias sociales, que tal vez nosean previstas por los cambios en laspolíticas, pueden ser tan importantescomo el marco institucional. Al mismotiempo, nos recuerda que los ajustes

estructurales, incluso en países dondeparecen haber sido exitosos, siempreimponen una carga de ajuste. Losque llevan esta carga suelen ser los quemás fácilmente pueden desaparecerde nuestra vista porque no pueden gri-tar que han sido tratados injustamente.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .¿Democratización vía federalismo? El Partido Acción Nacional, 1939-2000:La historia de una estrategia difícil, por Alonso Lujambio, México,Fundación Rafael Preciado Hernández, A.C., 2006, 112 p.

Mexico’s New Politics. The PAN andDemocratic Change, por David A. Shirk,Boulder y Londres, Lynne RiennerPublishers, 2005, 280 p.

Soledad LoaezaEl Colegio de México

La literatura sobre partidos políticosen México ha crecido en forma nota-ble en los últimos diez años. El interésque ha despertado el tema entre in-vestigadores y expertos mexicanos yextranjeros es prueba de la importan-cia que han adquirido como vías de or-ganización de la competencia por elpoder y de la participación, de su con-tribución a la integración de los órga-nos de gobierno; los partidos políticosson también canales representativosde demandas sociales y agentes de re-

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clutamiento de un nuevo personal po-lítico. Su importancia es resultado deun largo proceso de cambio. De he-cho, desde la primera mitad de losaños ochenta la vía partidista se impu-so como clave de la democratizaciónmexicana. Hasta cierto punto, la trans-formación del sistema de partido he-gemónico en un sistema pluriparti-dista ocurrió dentro de un patrón decontinuidad del reformismo mexicanocaracterístico de la historia política delsiglo XX. De ahí la relevancia de queconozcamos mejor a estas organizacio-nes porque a través de ellas, podemosrecuperar un capítulo central del pasa-do reciente.

A diferencia de lo que ocurría en elpasado cuando la atención se concen-traba en el PRI, ahora los lectores inte-resados cuentan con una amplia bi-bliografía de libros y artículos sobre losotros dos grandes partidos que se handesarrollado al ritmo de la democrati-zación: el Partido Acción Nacional y elPartido de la Revolución Democrática.Los libros que aquí se comentan mi-ran al Partido de Acción Nacional eneste contexto, si bien el libro de Lu-jambio ofrece una visión rápida, perode largo plazo del desarrollo del parti-do desde el punto de vista de su estra-tegia de crecimiento: a partir de la con-quista del municipio.

Las investigaciones, los ensayos ylos comentarios sobre Acción Nacio-nal, un partido que se fundó en 1939,pero que durante las décadas anterio-

res a los ochenta rara vez mereció laatención de politólogos o historiadores,se han multiplicado por razones ob-vias: el crecimiento electoral que seinició después de la expropiación de labanca que decretó José López Portilloen septiembre de 1982. Sin embargo,hay que hacer notar que el tono de losanálisis ha variado. Primero, la amplia-ción de la influencia del PAN no fuerecibida con el beneplácito y el entu-siasmo con que se recibe el surgimien-to de un agente de democratización ocomo se esperaba la victoria de Vicen-te Fox en el 2000. El interés que ini-cialmente despertó el fortalecimientodel PAN entre académicos y periodistas–a excepción de los estadounidensesque siempre lo han mirado con simpa-tía– obedecía a uno de esos oscuros te-mores que laten en la conciencia demuchos mexicanos: el triunfo de laderecha. Es cierto que la decisión deLópez Portillo en 1982 provocó unaviva reacción anti estatista en algunasfranjas de las clases medias urbanasque cristalizó en actitudes y propues-tas afines a las del partido republicanoen Estados Unidos. Esta respuesta es-tuvo mejor articulada en estados delnorte del país que eran también losmás desarrollados. La alianza entreempresarios medios y el PAN provocóinquietud y en algunos casos curiosi-dad pero nunca exenta de un dosis va-riable de alarma. La imagen de AcciónNacional como agente de democrati-zación se ha construido en los últimos

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diez años, que coinciden con el au-mento de sus conquistas electorales,su afianzamiento como un actor cen-tral de la vida política y con la prolife-ración de gobiernos panistas por todoel país. Esta historia reciente ha propi-ciado la formación de un experienciaparticular que comparte rasgos con elPartido Popular español o, nuevamen-te, con el conservadurismo estadouni-dense pero mantiene una identidadpropia. Los libros que aquí se comen-tan están dedicados a examinar la tra-yectoria y los cambios que ha experi-mentado el PAN a lo largo de su historia,si bien Shirk ocupa más de la mitad desu libro en la narración del ascenso deVicente Fox, así como al desempeñodel PAN en los gobiernos locales.

El ensayo de Alonso Lujambio,¿Democratización vía federalismo? es lareedición de un pequeño y en su mo-mento novedoso trabajo que mira aldesarrollo de Acción Nacional desdela perspectiva de una estrategia de cre-cimiento que tomó como punto departida el municipio. El libro de Shirkes un proyecto más ambicioso que pre-tende responder a muchas preguntasy desarrollar varias hipótesis a la vez.El objetivo enunciado es examinar laevolución del PAN a través de la recons-trucción de la competencia de gruposen el interior del partido, y de la discu-sión de las corrientes filosóficas en elseno de la organización. Sin embargo, ya diferencia de Lujambio que parte deun enfoque original y cuyo argumento

se sostiene en un hilo conductor claroe invariable, Shirk trata en forma muysuperficial el tema de las facciones yde las diferencias filosóficas en el inte-rior del PAN, y dispersa su atención enla narración de la campaña electoral deVicente Fox, la descripción de un lide-razgo político que le fascina, la evalua-ción del desempeño del PAN en los go-biernos locales, que hubiera ameritadomás cuidado, y también discute la de-mocratización mexicana. Demasiadosobjetivos para el material de investi-gación de que disponía el autor.

Shirk retoma por lo menos dos delas propuestas de Lujambio, ambasoriginales e interesantes. La primerade ellas fue presentada por el propioLujambio en 1996, y se refiere a la es-trategia municipalista de crecimientoque adoptó Acción Nacional desde losaños cuarenta, una vez que había en-frentado la firme determinación delpartido en el poder de construir unaamplia hegemonía nacional, uno decuyos pilares sería la representaciónfederal. Es decir, para 1949, despuésde la derrota de Antonio L.Rodríguezen las elecciones para gobernador deNuevo León, los panistas tuvieronque plegarse a fines inmediatos másmodestos: gobernar municipios; aun-que su tirada de largo plazo fuera mu-cho más ambiciosa: “mover las almas”,o transformar la cultura política, que es,inevitablemente, un objetivo de largoplazo. La segunda hipótesis de Lu-jambio, que Shirk también retoma y

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trata de extender, es que la propuestamunicipalista del fundador del partidoManuel Gómez Morin se inspiró en“el liberalismo y el pensamiento delos ideólogos de la Era Progresista es-tadounidense”. Una observación queShirk intenta llevar hasta nuestros díastratando de subrayar la americani-zación de la vida política mexicana.

En apoyo de sus hipótesis, Lujam-bio recurre a varios textos de GómezMorin en los que destaca los compo-nentes liberales que pueden encon-trarse en las posiciones que manteníaen los años veinte. No obstante, y porconvincente que pueda parecer su ar-gumento, lo cierto es que para 1939,año de fundación de Acción Nacional,el liberalismo estaba en crisis en todoel mundo y las tesis corporativistas deorigen católico de Efraín GonzálezLuna se impusieron al ideario gomez-moriniano. En este respecto habríaque destacar la influencia en GómezMorin del pensamiento católico fran-cés que proponía una visión corpora-tivizada y orgánica de la sociedad, yque era patente en el momento defundación de Acción Nacional. Bastamirar a la estructura original del par-tido, cuya célula de base es, por cierto,el municipio De hecho la evolucióndel pensamiento de Gómez Morin des-de el liberalismo hasta el corporativis-mo –un patrón bastante extendido porel mundo al iniciarse la segunda gue-rra mundial– puede rastrearse en susposiciones en relación con diversos

temas, incluida la organización delPAN, como ya se mencionó.

Lujambio ofrece también un re-cuento inteligente y ordenado de la es-trategia de crecimiento desde el mu-nicipio, aunque en más de un caso allector le asalta la duda respecto a si deverdad esta forma de crecimiento de laperiferia al centro fue producto de unaestrategia o simplemente el resultadode oportunidades que surgieron de ma-nera fortuita en el ámbito local. Por otraparte, Lujambio no se plantea una pre-gunta obvia: ¿qué explica que AcciónNacional tuviera éxito antes en los mu-nicipios pobres de Oaxaca, Jalisco yMichoacán, que en los de estados másdesarrollados? Es decir, Lujambio olvi-da distinguir las razones de la presenciade Acción Nacional en ciertas regionesdel país, ellas mismas muy distintas en-tre sí. No obstante la ausencia de unaevaluación de la trayectoria del pensa-miento de Gómez Morin, el ensayo deLujambio contiene información sis-tematizada y normalmente muy difícilde encontrar a propósito de los gobier-nos municipales de Acción Nacional.

Para un lector que conoce la histo-ria del PAN la lectura de la primera par-te del libro de Shirk resulta difícil, enprimer lugar porque el autor sostieneque su trabajo es por completo originaly que también aporta enfoques nove-dosos. Sin embargo, su análisis de losgobiernos locales panistas tiene mu-chos precedentes. Primeramente, eltrabajo de Lujambio antes menciona-

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do, pero bastaría recordar los trabajosde Jorge Alonso que no figuran en subibliografía, pioneros en el análisis dela política local, o los trabajos de TaniaHernández o de Tonatiúh Guillén rea-lizados en el Colegio de la FronteraNorte sobre el tema hace más de quin-ce años.1 Tampoco es original el aná-lisis de la trayectoria de Acción Nacio-nal a partir de su historia intelectual odel examen de los conflictos internos.En los años noventa los estudios a pro-pósito de las pugnas entre “panistastradicionales” y “neopanistas” domina-ron la literatura sobre Acción Nacional,de suerte que su afirmación a propósi-to de que su libro “cubre brechas im-portantes en la comprensión del PAN”no hace justicia a una buena cantidadde trabajos anteriores que transitaronpor esos terrenos en forma muy satis-factoria. Peor aun, Shirk sostiene quesu libro hace “un examen exhaustivodel desarrollo organizacional del PAN”.No obstante, a lo largo del trabajo nohay una sola mención a las formas deorganización del partido, a los docu-mentos, estatutos o plataformas dedoctrina y de gobierno del partido, nia su evolución. A este respecto hubovarios episodios relevantes que nomenciona, por ejemplo, los cambiosque introdujo Christlieb Ibarrola enlos años sesenta. Dentro del movi-miento general que impulsó el Conci-lio Vaticano II, Christlieb buscó fijaruna distancia clara entre política y reli-gión, y al hacerlo, contribuyó a la mo-

dernización del partido. Shirk tampocohabla de la plataforma elaborada porEfraín González Morfín a principiosde los setenta que contenía propues-tas antisistémicas, que llevaban losecos de la teología de la liberación.Shirk pasa por alto también cómo sealteraron los equilibrios internos deAcción Nacional a raíz de los triunfosen gubernaturas y municipios, y cómofue necesario en los años noventa re-formar los estatutos y la organizacióndel partido para acomodar esos cam-bios. Si acaso se refiere a esos cambiosno los describe, ni los explica, y tam-poco los relaciona con el comporta-miento o las estrategias del partido.

Más allá de la evidente fascina-ción que Fox ejerció sobre Shirk, delempeño del autor en argumentar –sinéxito– que Acción Nacional no es unpartido conservador, la crítica más se-vera que puede hacerse es el descuidocon que elaboró su trabajo, el cual serefleja en un sinnúmero de inexactitu-des históricas: “Durante su mandatoCárdenas (1934-1940) transformó por

1 Jorge Alonso y Jaime Tamayo, coordina-dores, Elecciones con alternativas: algunas ex-periencias en la República mexicana, México, Cen-tro de Investigaciones Interdisciplinarias/ UNAM,1994; Tonatiúh Guillén López, compilador,Frontera norte: una década de política electoral,México, El Colegio de México, 1992; TaniaHernández Vicencio, De la oposición al poder.el PAN en Baja California, 1986-2000, México,El Colegio de la Frontera Norte, 2001.

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completo la naturaleza de la economíade México”, pese a que los historia-dores han demostrado una notablecontinuidad en el proyecto de indus-trialización que pusieron en pie losgobiernos de la Revolución, como loha demostrado ampliamente EnriqueCárdenas, entre otros. Asimismo, comotodos los estudiosos de la historia mo-derna de México saben, es falsa la afir-mación de que el modelo de susti-tución de importaciones “En Méxicofue el resultado de las fuerzas del mer-cado y no reflejó una política deliberadade parte del gobierno” (p. 30). El autortambién confunde las corrientes inter-nas de Acción Nacional y no reconoceen Adolfo Christlieb Ibarrola al líderque modernizó al partido en 1961-1962haciéndolo más secular y no más reli-gioso. En cambio le atribuye a JoséÁngel Conchello un carisma que en sumomento pasó desapercibido. Peroademás de estas afirmaciones que re-velan un notable desconocimiento dela historia del país, la lectura se dificul-ta por la gran cantidad de errores dehecho. Sirvan algunos botones de mues-tra: Alejandro Lujambio en lugar deAlonso Lujambio; Ricardo García Cer-vantes no era diputado por Baja Cali-fornia sino por Coahuila; en los añosochenta Carlos Slim no era un multi-millonario comparable a Emilio Azcá-rraga; Felipe Calderón nunca fue Di-rector de PEMEX sino Secretario deEnergía; y Ester Gurría nunca se dispu-tó el liderazgo del PRI con Roberto Ma-

drazo; hay que imaginarse que se re-fiere a Elba Esther Gordillo.

Ciertamente el libro de Shirk con-tiene algunos capítulos redimibles. Porejemplo, la descripción de la campañade Vicente Fox o de algunos episodiosiniciales de su gobierno. Sin embargo,dados los errores y las imprecisiones,lectores más o menos familiarizadoscon la historia y la política mexicanasrecientes mirarán con cierta descon-fianza estos apartados. Es posible queuna de las razones de la debilidad deeste libro sea la que aqueja al trabajode muchos investigadores jóvenes es-tadounidenses que han sustituido elanálisis y la investigación con las entre-vistas personales. El riesgo de este mé-todo es que muchas de sus afirmacio-nes son simples rumores, más que elresultado de un cuidadoso análisis defuentes primarias. El tiempo transcu-rrido en la elaboración del trabajo tam-bién afecta la consistencia del resulta-do. Shirk nos dice que empezó estainvestigación en 1994, es decir, pasa-ron diez años hasta la publicación delos resultados. Probablemente estoexplica que el autor vaya del entusias-mo que despertó la candidatura foxis-ta, la campaña y los primeros meses enel gobierno a la gran desilusión quecausó su ineficacia, que no puede atri-buirse del todo a la ausencia de unamayoría del partido del presidente enel Congreso. Llama la atención el cam-bio de talante del investigador a lo lar-go de la obra. El libro de Shirk pudo

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haberse beneficiado de un rigurosotrabajo de edición que hubiera podidosalvar algunas de sus deficiencias.También mucho habría ganado el au-tor si hubiera intentado mirar al siste-ma político mexicano haciendo a unlado los estereotipos que entorpecenla comprensión de la realidad.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Transición a la democracia en México:competencia partidista y reformaselectorales 1977-2003, por Irma Méndezde Hoyos, México, DistribucionesFontamara-FLACSO, 2006, 316 p.

Matthew R. ClearySyracuse University

Comúnmente se acepta que la transi-ción democrática de México se basaen tres verdades canónicas: que el PRI

hegemónico comenzó a tener pro-blemas de legitimidad en la década de1970; que esta crisis llevó a un ex-traordinario despliegue de reformaselectorales a partir de 1977 que conti-núan hasta el presente, y que al permi-tir una competencia electoral libre yjusta, estas reformas causaron la transi-ción democrática de México. En Tran-sición a la democracia en México, IrmaMéndez de Hoyos acepta la primeraverdad canónica, y examina crítica-mente la relación entre la segunda y latercera. El resultado final es una im-

presionante obra que compila, por pri-mera vez, una documentación com-pleta de las reformas legales que lle-varon a la competencia electoral encombinación con innovadoras medi-das empíricas de competencia, en lostres niveles del sistema federal de Mé-xico. De esta manera, este libro debeservir como una fuente útil para cual-quier estudioso o ciudadano interesa-do en entender los hechos que subya-cen a la transformación electoral deMéxico.

Una de las principales innovacionesconceptuales del libro es la lúcida dis-tinción entre competencia y competi-tividad. Siguiendo a Sartori, la autoraexplica que la competencia es el gradoen que las leyes electorales permitenuna competencia multipartidaria justa,mientras que la competitividad es elnivel de competencia que realmentetiene lugar en un momento y sitio da-dos (pp. 19-20). El vínculo entre las dospuede parecer obvio, pero la profesoraMéndez de Hoyos señala atinada-mente que en México “no todas las re-formas electorales garantizaron unacompetencia libre y justa” (p. 13). Aunsi admitimos que fue la crisis de legiti-midad lo que obligó al PRI a aprobarreformas electorales para aumentar lacompetitividad, también sabemos quemuchas reformas buscaban ayudar alPRI a mantener su dominio en la arenaelectoral. De esta forma, no todas lasreformas fueron creadas iguales, y nose puede suponer que una reforma en

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particular realmente conduciría a unamayor competitividad.

La solución de la profesora Méndezde Hoyos es recopilar y evaluar infor-mación detallada sobre casi 200 refor-mas electorales –nueve federales y 181estatales– entre 1977 y 2003. La auto-ra evalúa en cada caso el grado en quela reforma efectivamente mejoró el ni-vel de competencia, comparando lasdisposiciones de las leyes con los es-tándares legales adoptados por la UniónInter Parlamentaria. Este análisis es unade las principales fortalezas del libro.En mi conocimiento, ningún otro libroha recopilado tal cantidad de datos so-bre la desconcertante serie de refor-mas de las leyes electorales en Méxi-co. En este sentido, el libro se comparafavorablemente con otros importantestrabajos que documentan el curso dela transformación electoral mexicanacon gran detalle, como El tiempo de lalegitimidad de Juan Molinar o El podercompartido de Alonso Lujambio.

La cuidadosa evaluación de las le-yes le permite a la autora demostrarque sólo a partir de 1990 las reformaselectorales realmente llevaron a unamayor competencia (véase el capítulo2). Luego, procede a elaborar medi-ciones empíricas de la competitividad(en el capítulo 3) y a demostrar estadís-ticamente que la competitividad estámuy relacionada con los niveles decompetencia, así como con los indica-dores estándar del desarrollo socioeco-nómico (véase el capítulo 4). Por lo

tanto, afirma, las mejoras en la compe-tencia fueron críticas para la transicióndemocrática porque transformaron elsistema de partidos, permitiendo quelos grupos de oposición organizadoscompitieran limpiamente en la arenaelectoral.

El razonamiento del libro se enfren-ta con dos dificultades. La primera serefiere a la relación entre las eleccionesfederales de 1988 y la argumentaciónteórica del libro. El razonamiento ge-neral del libro es que “no fue la meraaprobación de las reformas electoraleslo que influyó en la competitividadelectoral, sino el grado en que las nue-vas reglas […] movieron a los sistemaselectorales federales y estatales haciaelecciones más justas, libres y transpa-rentes” (p. 228). A lo largo del texto, laautora sostiene que la competitividades el resultado de una mayor compe-tencia. Sin embargo, es difícil ubicarlas elecciones de 1988 en este marco,pues el análisis de la autora muestraque las reformas electorales aproba-das entre 1977 y 1990 no aumentaronel nivel de competencia. Más bien, eloleaje en competitividad evidente enlas elecciones de 1988 precedió a la re-forma electoral significativa cuandomenos dos años. Además, este caso nopuede sencillamente descartarse comouna aberración: de hecho, la autora re-petidamente lo clasifica como un “par-teaguas” que tuvo un enorme efectoen los subsecuentes desarrollos en elcampo electoral. De manera más ge-

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neral, el lector podría sospechar que lacompetencia es endógena a la compe-titividad y a los factores socioeconómi-cos subyacentes que la generan (véan-se las pp. 17-18, por ejemplo).

La segunda dificultad es una exten-sión de la primera. Si se dejan de ladolos problemas de endogenidad y seacepta momentáneamente que la com-petencia es la fuente de la competi-tividad e, indirectamente, de la transi-ción democrática de México, el lectorde todos modos podría preguntarse:¿qué provocó las reformas electoralesque llevaron a mayores niveles de com-petencia? En otras palabras, ¿por quéun partido hegemónico como el PRI

decidió amenazar su propia super-vivencia política aprobando reformassignificativas que eliminaron su venta-ja electoral? La respuesta más comúnque se encuentra en la bibliografía esla primera verdad canónica de la tran-sición mexicana: el PRI se vio obligadoa ofrecer cambios electorales debido auna crisis de legitimidad. ¿Pero es estorealmente cierto? La crisis de legitimi-dad surgió en la década de 1970 y seprofundizó a principios de la de 1980.Sin embargo, la profesora Méndez deHoyos demuestra convincentementeque las reformas adoptadas en esosaños eran una mera fachada; de hecho,algunas de ellas incluso disminuyeron laimparcialidad de la arena electoral.Sólo después, cuando el país estabaexperimentando una recuperación eco-nómica moderada, el gobierno aprobó

reformas importantes. Por tanto, la im-presionante evidencia acumulada eneste libro podría ayudarnos a cuestio-nar una de las creencias fundamenta-les y comunes acerca de las fuentes dela transición democrática en México.Con seguridad, hay más en este desa-rrollo que la crisis de legitimidad.

Desde luego, este libro no busca res-ponder directamente preguntas sobrelas razones o el impacto político de lacrisis de legitimidad; y la profesora Mén-dez de Hoyos tampoco pretende ofre-cer una descripción sistemática de losdeterminantes de la competencia (aun-que ofrece algunas sugerencias útiles,especialmente en los capítulos 4 y 5).Por tanto, no planteo que estas cuestio-nes sean críticas al libro, o que minimi-cen su contribución a la bibliografía: lacontribución es sustancial. Más bien,mi objetivo es mostrar que Transicióna la democracia en México se suma al ani-mado debate en el campo de la políti-ca mexicana, cuyo objetivo más amplioes entender todas las facetas de la de-mocratización mexicana. Al documentary analizar cuidadosamente los cambiosen las reglas electorales de México ylos resultados electorales, la profesoraMéndez de Hoyos ha generado unaimportante contribución al estudio dela prolongada transición electoral deMéxico. Pero, como suele ser tentadory atractivo de los estudios sobre la tran-sición mexicana, una buena investiga-ción siempre plantea igual número depreguntas nuevas que de respuestas.

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. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .La democracia en América Latina, por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Nueva York-Buenos Aires, PNUD-Aguilar, Altea,Taurus, Alfaguara, 2004, 287 p.

Cynthia McClintockGeorge Washington University

Este libro es un logro sobresaliente.Con un equipo de más de cincuentaasesores dirigidos por Dante Caputo,el libro sostiene clara y coherente-mente que en América Latina se haalcanzado un nivel superior de demo-cracia como nunca antes, pero tambiénque en la región se puede y se debellegar aún más alto. El equipo del pro-yecto del PNUD destaca un “triángulolatinoamericano” sin precedentes enla historia: democracia electoral entresevera pobreza y desigualdad. A lo lar-go del volumen, se plantea la visiónde una democracia más incluyente ysignificativa para la región, en la cuallos latinoamericanos no sean sólo elec-tores, sino también ciudadanos y ciu-dadanas cuyos derechos civiles seanrespetados y cuyas necesidades bási-cas sean satisfechas.

Esta perspectiva es introducida enla primera sección; la descripción delos conceptos está bien complementa-da por citas de estudiosos, estadistas,organizaciones internacionales e inclu-so novelistas. En la segunda sección,se recopila información muy bien for-mateada, a veces no sólo de las diecio-

cho democracias electorales latinoame-ricanas, también de Estados Unidos yotras regiones del mundo. Para mostrarel avance de la democracia electoralen la región, el equipo del proyectodel PNUD diseñó el Índice de Demo-cracia Electoral (IDE), basado en cuatrocomponentes (el derecho al voto, elec-ciones limpias, elecciones libres, yelecciones como el medio de acceso alos principales cargos públicos), y cali-fica a los países latinoamericanos coneste índice entre 1997 y 2002. (Si bienel índice no está hecho para ser usadocon el objeto de elaborar una clasifi-cación de países, en 2002 trece paíseslatinoamericanos –Argentina, Bolivia,Brasil, Costa Rica, El Salvador, Gua-temala, Honduras, México, Panamá,Paraguay, Perú, República Domini-cana y Uruguay– cumplieron todos loscriterios de evaluación y tuvieron ca-lificaciones perfectas; Nicaragua, Chi-le, Ecuador, Colombia y Venezuelaquedaron después en este orden.) Ade-más, en un ambicioso esfuerzo de in-vestigación, el equipo del proyectoda un informe sobre el estado queguarda un gran conjunto de derechosy responsabilidades democráticas, in-cluidos, por ejemplo, la participaciónelectoral, la democracia interna de lospartidos políticos, las reglas de finan-ciamiento de las campañas, los pode-res presidenciales y los mecanismosde democracia directa.

Esta segunda sección también de-muestra que los derechos civiles en las

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mencionadas democracias son defi-cientes y que las necesidades socialesdistan mucho de estar satisfechas porcompleto. Se presentan con detalle lasleyes referentes a los derechos de lasmujeres, los pueblos indígenas, los tra-bajadores y las minorías, y se muestrandatos sobre homicidios, procesos, ad-ministración de la justicia y libertad deprensa. Con respecto a las necesidadessociales, se señalan las tasas alarman-temente elevadas de mortalidad infan-til, desnutrición, analfabetismo, des-empleo y desigualdad en la región. Sinembargo, es desafortunado aunque talvez inevitable que estos datos sean de2000 o cuando mucho de 2002: al finalde la “media década perdida” de Amé-rica Latina y justo antes de que muchospaíses de la región experimentaranmayores tasas de crecimiento. Además,a veces los datos sobre un tema pro-vienen de distintas fuentes y presen-tan diferentes panoramas, pero no seexplican esas diferencias. Por ejemplo,en el cuadro 32, Freedom House otor-ga sus menores calificaciones para li-bertad de prensa en 2002 a Venezuela,pero el cuadro 33 dice que, de las 33muertes de periodistas en AméricaLatina entre 1998 y 2002, dieciochoocurrieron en Colombia y una en Ve-nezuela.

A continuación, el libro aborda laspercepciones que los latinoamericanostienen de sus democracias. Con baseen las respuestas a un conjunto de oncepreguntas sobre valores democráticos

en una encuesta de Latinobarómetrode 2002 en las dieciocho democraciaselectorales de América Latina, el equi-po del proyecto del PNUD clasifica a losencuestados como “demócratas”, “am-bivalentes” o “no demócratas”. Si bienel equipo del proyecto clasifica una ma-yoría relativa de encuestados – 43%–como “demócratas”, es preocupanteque, en general, en las palabras deGuillermo O’Donnell, la ciudadaníaen América Latina es de “baja intensi-dad”. Esta sección podría haber sidomás rica si se hubieran incluido datosde Latinobarómetro de años anterio-res, para poder evaluar las tendenciascon el paso del tiempo. Además, sediscuten extensamente las relacionesentre los valores políticos y la demo-grafía, y también entre los valores polí-ticos y el comportamiento político,pero de hecho, estas relaciones sonsorprendentemente débiles. Creo quela debilidad es un resultado de fallasen varios ítems de las viejas encuestasde Latinobarómetro. Por ejemplo, enun ítem, a los encuestados se les pideque elijan entre desarrollo económicoy democracia, pero ésta podría ser unaelección falsa entre dos abstraccionessobre las cuales no se nos dice nada; y,en la pregunta clásica sobre preferen-cias entre democracia y autoritarismo,la frase “en algunas circunstancias”acerca de las preferencias por un go-bierno autoritario podría incitar una in-tensa especulación acerca de contin-gencias políticas. Dado el prestigio del

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proyecto del PNUD, podría haber sidoposible inaugurar nuevas versiones delos ítems de las encuestas de Latino-barómetro.

La sección empírica final del libropresenta fascinantes descubrimientosde un sorprendente conjunto de en-trevistas que sólo podía haber hechouna organización tan respetada comoel PNUD: 231 entrevistas con altos líde-res latinoamericanos –cuando menosdoce por país–, de los cuales 51% sonpolíticos, incluidos 41 presidentes ovicepresidentes; el restante 49% in-cluyó empresarios, intelectuales, líde-res sindicales, periodistas, líderes de lasociedad civil, sacerdotes y militares.Si bien estos líderes no fueron selec-cionados al azar y no son estadística-mente representativos, hasta donde séésta es la primera iniciativa con unconjunto tan impresionante de entre-vistas de élite, y será un maravillosopunto de referencia en el futuro. Aligual que el equipo del proyecto delPNUD, esos líderes latinoamericanoscreen que la democracia avanzó signi-ficativamente en la región durante ladécada anterior, pero también piensanque falta mucho por recorrer. Sinembargo, a diferencia del equipo delproyecto, esos líderes priorizaron la re-forma política sobre la reforma socio-económica; 45% mencionó que lareforma política era el reto más impor-tante que enfrentaba la democracia,por lo general citando específicamentela reforma institucional o de los parti-

dos políticos, versus 18% que citaba ladesigualdad, 11% la educación, 9%la corrupción y 17% otros retos. Los lí-deres latinoamericanos destacaron laspresiones sobre los poderes institucio-nales que presentan los poderes fácti-cos, como es un gran negocio en parti-cular, los medios, y las mafias ilegalescomo los narcotraficantes; señalaronque, en contraste con décadas pasadas,las presiones de los militares eran me-nos severas.

En la sección de conclusiones dellibro, el equipo del proyecto del PNUD

destaca lo que debe hacerse para lo-grar la visión de una democracia deciudadanas y ciudadanos. El equipodel proyecto quiere un Estado latino-americano cuyo principal objetivo seagarantizar y proteger los derechos desus ciudadanos y que se extienda a to-do el territorio nacional. El Estado de-be tener la capacidad de resolver losproblemas reales de sus ciudadanos.Para esos fines, se debe asumir un pa-pel en la regulación de los mercadosen general y de las políticas que afec-tan la distribución del ingreso, en par-ticular. Si bien la globalización es unarealidad y ha reducido la capacidad deacción del gobierno nacional, es po-sible y obligado que el gobierno na-cional establezca un espacio políticopropio.

En resumen, el equipo del proyec-to del PNUD ha hecho una contribu-ción muy importante. Su evaluacióndel estado de la democracia en Améri-

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ca Latina hoy es equilibrado y serio, yreforzado por los resultados de su in-novador Índice de Democracia Elec-toral y un impresionante grupo de en-trevistas con líderes latinoamericanos.Además, propone la necesidad ur-gente de reconocer los derechos de losciudadanos y de resolver los proble-mas de la pobreza y la desigualdad. Sibien el equipo del proyecto del PNUD

no ofrece una lista de recomendacio-nes específicas en materia de políticaspúblicas –como señala el equipo, lasvariaciones entre los países de la re-gión hacen imposible la existencia deuna lista tal–, su trabajo debe ayudar adesencadenar una acción inmediataentre los formuladores de políticas enAmérica Latina.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Votos ponderados. Sistemas electorales ysobrerrepresentación distrital, por DiegoReynoso, México, FLACSO-MiguelÁngel Porrúa-H. Cámara deDiputados, 2004, 249 p.

Ernesto CalvoUniversity of Houston

Durante cuarenta años, desde el surgi-miento de la sociología conductista dela posguerra hasta mediados de losnoventa, el análisis electoral estuvodominado por la distinción entre sis-temas proporcionales y mayoritarios,así como por el estudio compulsivo de

los determinantes del número de par-tidos políticos. A pesar de la rica di-versidad que caracteriza a los regíme-nes electorales, poco énfasis se habíapuesto en analizar otros aspectos cen-trales de su funcionamiento como sonla existencia de sesgos partidarios,1 larelación entre regímenes electorales yplataformas políticas,2 o la sobrerrepre-sentación distrital, v. gr. la diferenciaentre la proporción de votantes y es-caños asignados en distintos distritoselectorales. Responder a este vacío con-ceptual es el objetivo de Diego Rey-noso en Votos ponderados, el cual pre-senta una visión de conjunto de losmecanismos que explican la sobrerre-presentación distrital así como un aná-lisis detallado y meticuloso de sus efec-tos sobre la representación política.

Diego Reynoso comienza su expo-sición discutiendo la etimología deltérmino mallaportionment y sus posi-bles traducciones al español, lo cual lepermite discutir algunas de las con-secuencias normativas que tiene lasobrerrepresentación distrital (SRD)respecto de la representación demo-crática en general. En la segunda partedel libro Reynoso analiza la SRD en pers-

1 Cox, G. W., J. N. Katz, et al. (2002), Elbrid-ge Gerry's Salamander. The Electoral Consequencesof the Reapportionment Revolution, Cambridge,Nueva York, Cambridge University Press.

2 Benoit, K. y M. Laver (2006), Party Policyin Modern Democracies, Londres, Nueva York,Routledge.

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pectiva comparada para, posteriormen-te, estudiar su efecto sobre distintosaspectos de los regímenes electoralescomo son la competencia partidaria, elnúmero efectivo de partidos legisla-tivos y la desproporcionalidad.

El punto de partida de Votos ponde-rados es la tensión existente entre untipo de representación que garanticela igualdad de voto entre ciudadanos(demoorientado) y un tipo de represen-tación que garantice la igualdad políti-ca de los territorios (terraorientado).Esta tensión no sólo es clave para en-tender el problema de representaciónde los sistemas políticos federales sinoque, tal y como se demuestra, es ca-racterístico de una gran mayoría de lossistemas políticos contemporáneos.Apoyándose en trabajos recientes deStepan,3 Snyder y Samuels,4 Cox5 yTsebelis y Money;6 Diego Reynosodesarrolla una línea argumental en lacual el principio de representación de-moorientado (“un ciudadano un voto”)puede no transmitir adecuadamentelas necesidades de representación desociedades social y culturalmente he-terogéneas. El principio de represen-tación territorial aparece por ello nosólo como un horizonte estratégico si-no a su vez como una alternativa nor-mativamente válida de organizacióndemocrática: “Las disparidades exis-tentes en una sociedad presionan paraser tomadas en cuenta y, muchas ve-ces, la satisfacción del principio de‘una persona, un voto’ impide que las

partes de estas sociedades, las mino-rías, sean incluidas en el proceso dedeliberación y toma de decisiones. Porello, cierta desviación del principioigualitario individualista permite la so-brerrepresentación distrital y una pon-deración de los votos de ciertos territo-rios, o de determinados grupos sociales,lo cual genera un efecto de compen-sación política a través de la representa-ción que funciona como contrapeso alas desigualdades regionales o sociales,que puede contribuir a mejorar el fun-cionamiento y la calidad del régimendemocrático” (p. 57). Para hacer acep-table dicho argumento, sin embargo,debemos suponer que la SRD compen-sa a minorías territorialmente concen-tradas que han sido desfavorecidas.Ello no necesariamente es el caso, yminorías económicamente favorecidasy territorialmente concentradas po-drían también utilizar la SRD como un

3 Stepan, A. (1999), Toward a New Compara-tive Analysis of Democracy and Federalism: DemosConstraining and Demos Enabling Federations,Documento presentado en la conferencia so-bre Federalismo, Democracia y Políticas Públi-cas, Centro de Investigación y Docencia Eco-nómicas, México, junio 14-15.

4 Snyder, R. y D. Samuels (2001), “El valorde un voto: una perspectiva comparada sobrela desproporcionalidad territorial”, en E. F. Cal-vo y J. M. Abal Medina, El federalismo electoralargentino, Buenos Aires, EUDEBA, pp. 25-52.

5 Cox, G. W. (1997), Making Votes Count,Cambridge, Cambridge University Press.

6 Tsebelis, G. y J. Money (1997), Bicame-ralism, Cambridge, Cambridge University Press.

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mecanismo para consolidar sus venta-jas relativas.

Luego de presentar a la SRD comouna alternativa de representación an-tes que como una distorsión mecánicade las reglas electorales, Reynoso co-mienza un detallado análisis compara-do de la sobrerrepresentación distritalasí como de sus consecuencias políti-cas. Consistente con los trabajos deSnyder y Samuels (2001), muestra queAmérica Latina y África tienen nivelesde SRD considerablemente más altosque los observados en Norteamérica,Europa y Asia. Los datos descriptivospresentados en los capítulos 3 y 4 tam-bién muestran que una mayoría de lospaíses democráticos son demoorienta-dos (bajo nivel de SRD) o de TendenciaFederal (bajo nivel de SDR en la Cá-mara Baja y alto nivel de SDR en laCámara Alta); mientras que un peque-ño grupo de países pueden ser catego-rizados como terraorientados (Argenti-na, Brasil, Bolivia, España).

La contribución más original, sinembargo, aparece en la tercera parte,en la cual Diego Reynoso vincula laSRD con temas tradicionales del análi-sis electoral comparado, como son eldeterminante del número efectivo departidos legislativos, la desproporcio-nalidad y el sesgo partidario de origenterritorial. Utilizando datos transversa-les, Reynoso muestra que la SRD se en-cuentra positivamente correlacionadacon el número efectivo de partidos le-gislativos, aun controlando otras va-

riables claves como la magnitud dedistrito o la existencia de provisionesconstitucionales federales. Si bien losresultados parecieran ser robustos adistintas especificaciones, el mecanis-mo que vincula SRD y mayor permi-sividad electoral no está del todo desa-rrollado y el análisis resulta, por tanto,insatisfactorio. Reynoso pareciera in-dicar que la SRD es un “factor intervi-niente” antes que constitutivo, pero elhecho de que el efecto de una mayorsobrerrepresentación sea estadística-mente significativo luego de controlarpor otras variables institucionales,pareciera indicar la existencia de algúnmecanismo independiente que no hasido del todo explorado. Aun así, Rey-noso realiza un buen trabajo de inte-gración teórica al vincular literaturareciente sobre clivajes sociales, permi-sividad en las reglas electorales con suanálisis empírico de la sobrerrepre-sentación distrital.

Aun cuando este libro representauna importante contribución, el lectorquedará insatisfecho ante la falta de unmodelo formal, histórico o político queexplique el origen de la sobrerrepre-sentación distrital en distintos siste-mas políticos. A pesar de un exhausti-vo trabajo empírico midiendo la SRD

así como estimando la relación entresobrerrepresentación y otras variablesdel régimen electoral, Reynoso no ex-plica por qué la evolución política dedistintos regímenes electorales ha re-sultado en mayores o menores niveles

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de SRD. Por qué, por ejemplo, Argenti-na y España tienen altos niveles de SRD

en contraste con México y Estados Uni-dos. En los últimos años, un crecientenúmero de investigaciones sobre lossistemas electorales se han dedicado aexplicar el modo en que distintos acto-res políticos transforman un régimenelectoral. La presunción de que loscambios de régimen electoral son “en-dógenos”, es decir, son plausibles deser transformados por actores políticosque se beneficiarán a su vez de dichocambio de reglas, es necesario para en-tender por qué algunos países esta-blecen políticas que limitan la SRD

(Estados Unidos en los años sesenta)o establecen reglas que profundizan laSRD (Argentina en los años setenta).Una respuesta preliminar a estas pre-guntas está esbozada en los capítulos 7y 8, los cuales estudian la sobrerrepre-sentación distrital en Argentina y Es-paña, por un lado, y la existencia deun sesgo rural-conservador, por el otro.

En conclusión, el libro Votos ponde-rados de Diego Reynoso realiza unvalioso aporte a la literatura compara-da sobre regímenes electorales, otor-gando a la vez un marco teórico paraentender el fenómeno de la sobrerre-presentación distrital así como un de-tallado mapa empírico de su alcance.Quedará como parte de futuras agen-das el integrar formalmente la SRD enla mecánica general de los sistemaselectorales, así como un análisis histó-rico-político de su evolución.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .México 2025: el futuro se construye hoy,por Luis Rubio, Oliver Azuara, Edna Jaime y César Hernández, México, CIDAC, 2006, 192 p.

Conversaciones de Siempre! Voces y personajes del México nuevo, por Gustavo Rentería, México, Oceano, 2006, 276 p.

Fabrice LehoucqCIDE

México 2025 es la más reciente con-tribución de Luis Rubio y sus colegasa los debates nacionales de economíapolítica. Conversaciones de Siempre! Vocesy personajes del México Nuevo de Gusta-vo Rentería es una compilación de en-trevistas a 41 importantes miembrosde la clase política de México. De dis-tintos modos y con diferente grado deéxito, retratan las decisiones, peque-ñas y grandes, que explican por quéel desarrollo ha sido tan esquivo en elpaís.

Tanto en sus monografías como ensus columnas semanales en el periódi-co Reforma, Rubio –y sus colegas– asu-me una postura decididamente “neoli-beral” sobre el desarrollo de México.Sugiere que si pudieran romperse losmonopolios públicos o privados, el paísaumentaría su tasa de crecimiento.Si su economía pudiera ser más com-petitiva, los mexicanos podrían acep-tar la globalización y mejorar sus nive-

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les de vida. Éste es el mensaje centralque Rubio y su Centro de Investiga-ción para el Desarrollo, A.C. (CIDAC)difunden a través de sus publicacionesy columnas periodísticas, un mensajedigno de reflexión.

México 2025 es una concisa decla-ración de la postura de Rubio. En es-te libro, él y sus coautores rechazanla afirmación de que el anémico cre-cimiento del PIB per cápita –ha creci-do menos de 2% entre 1970 y 2000(p. 32)– significa que las reformas demercado han fracasado en el país. Con-sideran que el origen de esta de-cepcionante tasa de crecimiento es unconjunto de fracasos de las políticaspúblicas, basadas en la incapacidad delEstado y de la sociedad para llegar aun consenso para gastar más en infra-estructura, reformar un sistema edu-cativo decrépito y revisar un sistemalegal disfuncional.

Rubio y sus coautores ofrecen esce-narios de crecimiento que ilustran loscostos económicos de no aprobar refor-mas estructurales (pp. 50-58). Si lospartidos acordaran cambiar el statu quoy hacer que la economía creciera al 5 u8%, México tendría un PIB per cápitade 20,000 o 35,000 dólares para el año2025. El primer escenario haría queMéxico se pareciera a la España dehoy y el segundo generaría un PIB percápita parecido al de Estados Unidoshoy. Si los ciudadanos y el Estado nohacen nada, el PIB per cápita de Méxi-co podría crecer a una tasa anual de

3%. Con esta tasa de crecimiento, elPIB per cápita no se duplicaría del ni-vel actual de aproximadamente 9,000dólares para el año 2025.

Los retratos que Rubio y sus co-legas hacen de los problemas del paísa menudo rayan con la desesperación.Están asombrados de que los ciuda-danos y los funcionarios públicos nopuedan ponerse de acuerdo para em-prender los pasos necesarios a fin deque la economía mexicana sea máscompetitiva. Sin embargo, México 2025no afirma que el futuro del país sea de-sesperado. Más bien, los problemasque acosan a México se vuelven los in-gredientes de un recetario para el éxi-to. De hecho, la perplejidad es lo quelos mantiene realista y (mesuradamen-te) optimistas. Pero esta actitud tam-bién señala una debilidad del libro,la cual comparte con la mayor partede la reflexión económica política deMéxico.

En el libro hay poco sobre la ma-nera en que el sistema político impidela formación de un consenso en tornoa las políticas públicas a favor del de-sarrollo. Por ejemplo, México 2025 dicemuy poco sobre por qué los ciuda-danos y el Estado aceptan un statuquo de la política educativa –la cual losautores critican– que permite que elSindicato Nacional de Trabajadores dela Educación (SNTE) venda las plazasde maestro en las escuelas públicas.En efecto, el hecho de que la mitadde los mexicanos vivan en la pobreza

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significa que la mayoría de los padresno están capacitados para ayudar a sushijos a subir por la escalera del éxito.Sin embargo, la falta de transparencia,los enfoques pedagógicos anticuados yla corrupción están en el centro de unsistema educativo en que la mayoríade niños reprueba y que, como nos re-cuerdan Rubio y sus colegas, no logragenerar el capital humano necesariopara la economía del conocimiento ac-tual. ¿Por qué aceptan los mexicanosestos resultados?

Lo más cerca que México 2025 lle-ga de contestar la pregunta del millónsobre la economía política mexicanaaparece al final de capítulo 4. “El paísestá rezagado no porque el modeloeconómico sea el equivocado –afirmanRubio y sus colegas–, sino porque nose ha hecho nada que permita el éxitodel modelo. La realidad es que ningúnmodelo económico podría ser exitosodado el retraso de nuestra estructurasocial, política y económica” (p. 82).Ésta es una afirmación radical, que noconcuerda mucho con la declaracióndel autor de no desanimarse con supaís. Pero el problema está en que estaafirmación nunca se examina. “Retra-so” es una palabra dura y su análisislamentablemente está ausente en estelibro.

La incapacidad de identificar loscuellos de botella políticos al desarro-llo está relacionada con otro defectode México 2025: con demasiada fre-cuencia, en el libro se hacen afirmacio-

nes que carecen de evidencia o análi-sis. El que México no haya logrado“definir el crecimiento como el objeti-vo central y adoptar todas las medidasde política públicas necesarias para ha-cerlo exitoso” (p. 80) sólo suena plausi-ble porque México 2025 no ofrece elanálisis suficiente de las políticas paraque sea un argumento convincente.De igual modo, la línea con que inicia,“los mexicanos vivimos aferrados alpasado”, es una declaración fuerte yevocadora, pero demasiado ampliapara aceptarla por su valor nominal.No hay encuestas, no hay una lecturacrítica de unos cuantos textos claveque confirmen esa afirmación.

Rentería, el anfitrión de un pro-grama llamado “Con valor y con ver-dad” que se transmite todos los díaspor Radio Fórmula, ofrece entrevistasde 41 mexicanos prominentes en Con-versaciones de Siempre! Están los capítu-los obligatorios de Felipe Calderón,entrevistado antes de convertirse encandidato a la presidencia del PartidoAcción Nacional (PAN) para las elec-ciones de 2006, y de Andrés ManuelLópez Obrador, el candidato a la pre-sidencia por el Partido de la Revolu-ción Democrática (PRD). La entrevistade Rentería al actual presidente Cal-derón se llevó a cabo en febrero de2005, mucho antes de que Calderónse disparara en las encuestas de opi-nión pública. Es un poco más que unesbozo biográfico de la vida del presi-dente, y se enfoca en la conocida ad-

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miración que Calderón siente por supadre y por otros mentores del PAN.Las entrevistas con López Obradorson más informativas, en parte porquela última ocurrió en abril de 2006. Sinembargo, no saca a luz informaciónnueva sobre el controvertido hombrey menos sobre su fallido intento poralcanzar la presidencia.

Conversaciones de Siempre! tambiénentrevista a políticos y figuras públicasde todos los principales partidos políti-cos. Hay un capítulo de Carlos Abascal(ex secretario de Gobernación) y JuanCamilo Mouriño (miembro del perso-nal del actual presidente). Renteríatambién habló con dirigentes del PRD,como Lázaro Cárdenas Batel (gober-nador de Michoacán), Pablo Gómez(senador), Andrés Manuel LópezObrador (candidato a la presidencia en2006) y Ricardo Monreal (gobernadorde Zacatecas). El resto de los capítulosson entrevistas con miembros igual-mente prominentes del Partido Revo-lucionario Institucional (PRI) e impor-tantes funcionarios públicos de laadministración de Fox.

Las entrevistas que Rentería hizo aMartí Batres y Leonel Cota del PRD

terminan apoyando el argumento deRubio en el sentido de que los mexi-canos están obsesionados con el pasa-do. Mientras Batres menciona: “desdemi abuelo, estuvimos muy de cerca dela Revolución Mexicana” (p. 67), Cotarechaza la manera en que funcionaPetróleos Mexicanos (Pemex). “El ni-

vel de entreguismo de este gobierno[el de Fox], pues se entrega Pemex ala inversión privada –dice Cota–, elpaís no tendrá recursos con qué hacerfrente a sus más elementales necesi-dades” (p. 62).

Si bien las entrevistas de Renteríanos dicen algo sobre México, no cons-tituyen más que una colección detranscripciones de entrevistas. Averi-guar si la clase política está obsesiona-da con el pasado o enfocada al futuropodría haber sido una manera de es-tructurar Conversaciones de Siempre! Enefecto, el lector puede ver las opinio-nes de la diversa clase política de Mé-xico sobre temas del momento, perono aprecia, por ejemplo, qué la unificao qué la separa respecto de temas cla-ve. Es una lástima que Rentería no sehaya acercado a su tema con un con-junto más amplio de preocupaciones,que le permitieran producir un libromucho mejor.

De manera diferente, Conversacionesde Siempre! y México 2025 nos dicenque no son muchas las personas queestán pensando en el futuro del país.Las entrevistas de Rentería lo señalanindirectamente y México 2025 lo hacede manera explícita. Es un dato alec-cionador, que sólo ayuda a que el de-sarrollo sea una meta lejana, y no unaalternativa posible para los cien mi-llones de habitantes del país.

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. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .La presidencia moderna: análisis de unainstitución que es urgente comprender, por Liébano Sáenz, México, Taurus, 2006, 438 p.

Los desafíos del presente mexicano, porFrancisco Toledo, Enrique Florescanoy José Woldenberg (eds.), México, Santillana, 2006, 291 p.

George PhilipLondon School of Economics and Political Science

De los dos libros reseñados, uno es res-tringidamente político e institucional:es un análisis de la presidencia escritopor Liébano Sáenz. El otro es una re-copilación que aborda principalmentela sociedad y la economía en México,pero con unos bienvenidos capítulossobre educación y cultura. Las dos obrasse leen como recopilaciones, aunquesólo una lo es. Ambas son interesantese informativas, y el trabajo de Toledo,en particular, toca algunos aspectos im-portantes del México contemporáneo.Tal vez la mejor manera de evaluarlossea tratarlos no como textos académi-cos, sino preguntarse hasta dónde ilumi-nan las realidades mexicanas actuales.

El de Sáenz es en gran medida unestudio institucional de la oficina de lapresidencia, sus recursos, capacidadesy vínculos con otras partes del sistemapolítico. Si bien ha tenido puestosmuy delicados, notablemente comosecretario de la presidencia con Zedi-

llo, el relato de Sáenz en realidad noproporciona información nueva. Unlector que busque indiscreciones so-bre acontecimientos políticos clavequedará decepcionado. Lo que se ofre-ce es un conjunto de reflexiones sobreaspectos institucionales del presiden-cialismo, aunado con mucha discusióndetallada de aspectos muy administra-tivos; contiene algunas acotaciones so-bre política en Estados Unidos y, dehecho, Gran Bretaña, e implica un cla-ro intento por comparar las prácticaspresidenciales de Estados Unidos yMéxico. El trabajo es interesante deleer y en algunas ocasiones iluminador.Parte del material comparativo ilustrarasgos interesantes del sistema pre-sidencial de Estados Unidos y con-trastes significativos con la prácticamexicana. Hay espacio para hacer untrabajo serio sobre la oficina de la pre-sidencia y los recursos que puede usar,pero Sáenz, en mi opinión, no dedicael tiempo suficiente a discutir la inter-acción entre la presidencia y el amplioconjunto de actores políticos de Méxi-co. Un punto que de seguro podríahaber sido más analizado, es el nivelrelativamente bajo de productividadlegislativa en el gobierno de Zedillodespués de 1997 y durante el de Fox.¿Acaso el bajo nivel de éxito legislati-vo de Fox fue el resultado de una malanegociación y de la falta de atención alos detalles, o fue el resultado de lamanera en que funciona el sistema?La mayoría de los científicos políticos

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que no son mexicanos suelen culpar afactores estructurales –no sólo el pre-sidencialismo minoritario, sino los po-deres limitados de la presidencia y lafalta de disciplina política dentro delCongreso–, mientras que los obser-vadores mexicanos tienden a culparde la situación a las malas tácticas denegociación. Hubiera sido interesanteconocer la posición de Sáenz sobretemas de este tipo, pero se cuida de-masiado de comentar las cuestionespolíticas más delicadas del momento.

En muchos aspectos el libro deSáenz es bastante anticuado. Suele mi-rar hacia atrás, al pasado de México ohacia fuera, para ver cómo se hacen lascosas en Estados Unidos. El autor enrealidad no pregunta –y vale la penahacerlo– si México ha adquirido un sis-tema político completamente nuevoen el curso de su transición democrá-tica. Si bien es cierto que la Consti-tución de 1917 es, en esencia, la mis-ma de antes de la democratización, elcomportamiento político real de go-bernadores, congresistas, jueces, etcé-tera, apenas es reconocible, compara-do con lo que era hace veinte años. Talvez la presidencia de Ruiz Cortines,por ejemplo, deba verse más biencomo el imperio británico: algo que ensu día fue muy importante, pero queahora es asunto de los historiadores.El grado de cambio político en Méxicoplantea la cuestión no sólo de lo quenecesitamos aprender sobre el nue-vo sistema, sino de lo que necesita-

mos olvidar sobre el viejo. Un enfoquediferente de lo que cambió cuandoMéxico se democratizó, y lo que siguiósiendo más o menos lo mismo habríaañadido una dimensión útil a la dis-cusión.

En el libro de Sáenz tampoco haymucho sobre administración económi-ca. Sin embargo, hasta dónde el jefedel ejecutivo puede tratar de controlarel manejo de la economía es clave paraentender el sistema político de casi to-dos los países y, ciertamente, de Mé-xico. En la actualidad, México ya notiene “una economía presidencial”,aunque la presidencia tiene que nego-ciar algunos aspectos económicos conel gobierno de Estados Unidos. Dehecho, uno de los aspectos más impor-tantes del patrón de cambio políticode México ha sido la manera en quelos economistas tecnócratas, a los queMiguel de la Madrid encargó despuésde 1982 (pero antes de la transicióndemocrática) el manejo de la econo-mía, han seguido en su lugar a lo largodel proceso de democratización. Ladesaparición de la Secretaría de Pro-gramación y Presupuesto en 1992 haaumentado la importancia de la Secre-taría de Hacienda, que actualmenteno tiene rivales burocráticos importan-tes dentro del gabinete. En un senti-do, México ha regresado a un patrónde las décadas de 1950 y 1960, cuandoOrtiz Mena manejaba esencialmentela economía, pero la tecnocracia econó-mica de hoy parece más independiente

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de la voluntad del presidente que enaquellos tiempos, y en efecto es mu-cho más independiente hoy que en ladécada de 1970. Algunos distinguidosformuladores de la política económicasobrevivieron el cambio de gobiernode partido en 2000 y otros muestran po-cas probabilidades de asumir puestosclave en la administración de Calderón.

Otro cambio importante en la natu-raleza de la política mexicana tieneque ver con la descentralización y elaumento en el poder de los goberna-dores. Sáenz sí analiza esto, así comoel nuevo papel de la CONAGO. Méxicose federalizó en materia fiscal en la dé-cada pasada y tanto el gasto estatalcomo el local aumentaron considera-blemente en este mismo periodo enproporción con el presupuesto nacio-nal. El presidente perdió gran parte desu poder discrecional sobre la políticalocal y estatal, que se han vuelto másautónomas del centro. Asimismo, elgobierno nacional rinde más cuentassobre su gasto; de hecho, durante elgobierno de Zedillo se eliminó el pre-supuesto personal del presidente.

Toledo, Florescano y Woldenberghan producido una recopilación de ca-pítulos que originalmente se presenta-ron como una serie de conferencias enOaxaca en 2004. Como podría espe-rarse, las contribuciones son breves yclaramente enfocadas. Esto puede serprueba de un buen trabajo de edición.En todo caso, los trabajos presentanun panorama bastante reconocible del

México contemporáneo. Es la imagende un país que ha hecho cierto progre-so económico real en la última genera-ción, pero cuyos problemas socialesson tan serios como antes. El capítulode Casar sobre economía dice de ma-nera convincente que el progreso eco-nómico relativamente lento, en lasúltimas dos décadas, no se debe a razo-nes macroeconómicas principalmente.Esto parece compatible con la expe-riencia internacional. Desde mi pers-pectiva “británica”, parece que el ma-nejo macroeconómico ha mejoradosignificativamente en un gran númerode países capitalistas. En Gran Breta-ña, ya no sufrimos los alarmantes equi-librios entre inflación y desempleoque estuvieron presentes en las déca-das de 1970 y 1980. De igual modo,cada vez es menos probable que enMéxico se repita algún tipo de crisis“tequila”, o de la deuda como en 1982.Pero la mayor estabilidad macroeco-nómica no se traduce necesariamenteen un crecimiento económico másrápido –y éste apenas está por encimadel de la población–, o en una mejordistribución del ingreso. A pesar de unnúmero de reformas importantes dise-ñadas para mejorar el lado de la ofertade la economía –privatización, reformacomercial, etcétera–, México no estáorganizado para aprovechar sus opor-tunidades económicas. Hay problemascon su infraestructura física, su sistemaeducativo y sus instituciones políticas.La corrupción es abundante y las ins-

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tituciones de rendición de cuentas nosiempre trabajan bien.

Tampoco es novedad que la distri-bución del ingreso es muy desigual ydista de dejar de serlo. Este problemase discutió mucho en las décadas de1960 y 1970 y sigue siendo crítico. Noayuda que las fuerzas globales que am-plían la desigualdad del ingreso en GranBretaña y Estados Unidos también ten-gan un claro impacto en México, don-de se añade además el bajo nivel derecolección tributaria efectiva. Puedeser que las remesas de Estados Unidostengan resultados positivos cuando me-nos en algunas partes de México, peroesta fuente de ingresos es evidente-mente precaria. Un crecimiento lentoy la falta de mejora en la distribucióndel ingreso significa que muchas per-sonas sólo vean un muy ligero aumen-to en su nivel de vida a pesar de losprometidos beneficios de la reformade mercado y la entrada al TLCAN.

Sin embargo, hay algunos indicado-res positivos: poco a poco la poblaciónse está volviendo más educada y la tasade natalidad disminuye gradualmente.El capítulo de Frenk señala que en losúltimos años el gasto público en saludha aumentado considerablemente, in-cluso en términos reales. El capítulode Acosta sobre educación señala algoparecido, aunque él es bastante escép-tico sobre el efecto del gasto única-mente. Es claro que ha habido unatendencia para aumentar el gasto na-cional en educación como porcenta-

je del PIB. No obstante, Japón y Coreadel Sur gastan en educación una me-nor proporción de su ingreso nacionalque México, y sus sistemas educativosson claramente superiores. Por tanto,no es sólo un asunto de dinero, y nohay mucha duda de que la organiza-ción de la educación en México estálejos de ser la ideal. La descentraliza-ción ha funcionado bastante bien enlos lugares desarrollados del país, don-de el capital humano es menos escaso.Sin embargo, en el otoño de 2006 losmaestros de Oaxaca iniciaron unahuelga y trataron de destituir al gober-nador del Estado con manifestacionespopulares. Esto no da la impresión deque el sistema educativo local estéfuncionando particularmente bien.

A pesar de esos problemas, parececlaro que los niveles educativos y losindicadores de salud, como las cifras dela expectativa de vida están mostrandouna mejoría gradual en México en suconjunto. Algunos mexicanos pensaránque el vaso está medio vacío, pero otrosque está medio lleno. No debe olvi-darse que cerca de 60% del electoradoen 2006 votó por el PAN, el PRI o NuevaAlianza. El problema no es que nohaya beneficios del actual patrón deevolución económica y social de Méxi-co, sino más bien que los que hay es-tán distribuidos desigualmente.

Los capítulos de Corral y de Monsi-váis tocan otro tema importante, en Mé-xico y en otros países, que es la natura-leza cambiante de los medios. Está la

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televisualización de la política (algo másnuevo en México que en Gran Bretañay Estados Unidos). Además, ahora seusa más el Internet con sus conse-cuencias afortunadas y desafortunadas.En todo caso, el hecho de que por In-ternet se disponga de comentarios ynoticias ayudará a mitigar las conse-cuencias de un problema potencial enMéxico: la alta concentración de la pro-piedad de las estaciones de televisión.Estos nuevos patrones de política impli-can asuntos financieros, pero tambiéncuestionan cómo reacciona la genteante las imágenes visuales. López Obra-dor sobrevivió el episodio de los “video-escándalos” con poco o nulo daño a supopularidad, pero su decisión de nopresentarse al primer debate presiden-cial de 2006 parece haber lastimadosus oportunidades.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .La búsqueda por Enrique Semo (La izquierda mexicana en los albores delsiglo XXI, vol. 1, México, Océano, 2003,209 p.; La izquierda y el fin del régimende partido de Estado, 1994-2000, vol. 2,México, Océano, 2004, 347 p.)

Ana María Serna Instituto Mora

Coherente con su trayectoria profe-sional y su constante preocupación po-lítica, en su libro La búsqueda EnriqueSemo hace un valioso ejercicio para

todo mexicano, sobre todo para aque-llos convencidos de que México requie-re de una alternativa política que no si-ga los vicios del partido oficial ni losesquemas cerrados de un proyecto dederecha. Las ideas que Semo vierte enestos escritos pueden ser de interés yfácil lectura para un público amplio, pe-ro su mensaje tiene como destinatariosespecíficos a los políticos, académicosy ciudadanos que consideran necesarioy apremiante que se resuelvan los pro-blemas sociales y las carencias de los po-bladores de este país. Con ellos, Enri-que Semo comparte las siguientes in-quietudes: ¿a dónde podemos voltearen busca de soluciones a este tipo deproblemas si los ejemplos en que sepuso en práctica el socialismo resul-taron fracasos sonados? Si aterrizamosesta preocupación al caso de México,¿es posible enfrentar con optimismo lasituación social en que vivimos cuan-do existen claras evidencias de que laizquierda mexicana da palos de ciegoy no logra proponer ni ejecutar una so-lución cabal? ¿Es posible pensar en laposibilidad de supervivencia de la iz-quierda en una época como la nuestraque “parece la era de los publicistas”, nola de los ideólogos y en que la preocu-pación es construir imágenes electora-les, no visiones del mundo?

En dos tomos, donde se integra unacolección de ensayos y artículos, Semoreflexiona sobre el papel de la izquier-da en México y el mundo, y su viabili-dad como propuesta para el siglo XXI,

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tras el derrumbe de los socialismos“existentes” y la caída del muro deBerlín. Asimismo, hace un detalladoanálisis de la vida de la izquierda enMéxico entre 1994 y 2000, un periodocentral para el proceso democratizador.Durante el sexenio analizado por Se-mo, los grupos de izquierda –partidos,la sociedad civil organizada y el EZLN–,tuvieron un papel importante, pero nolograron consolidarse políticamentecomo una fuerza capaz de procurar elcambio social necesario de una formacontundente y con resultados posi-tivos a largo plazo.

En conjunto, La búsqueda es un va-lioso acercamiento a la historia muy re-ciente de esta opción político-ideo-lógica y una sesuda meditación sobrela posibilidad de considerar todavía alpensamiento, organizaciones políticasy movimientos sociales de izquierdacomo opciones convenientes para so-lucionar eficazmente los problemasque aquejan a la sociedad mexicana.

Ya que Enrique Semo es un reco-nocido pensador y militante de izquier-da, el ejercicio al que se avoca vencede entrada uno de los cánceres que pa-recen haber atormentado a la tradiciónde izquierda: la incapacidad de la auto-crítica. Su análisis tiene la virtud de estarfincado en un cúmulo de conocimien-tos sobre el asunto, que se acompañade un meticuloso trabajo de observa-ción de los hechos políticos cotidianosy de la experiencia que arroja una vidaen la participación política.

Entre las conclusiones que se pue-den derivar de lo analizado está el sen-timiento de que, con todo y sus fraca-sos, con el desánimo que ha provocadola carga de los regímenes autoritariossocialistas y las desgracias acarreadaspor las economías planificadas, la op-ción de izquierda aún tiene algo queofrecer. Mejor dicho, Semo consideraque sigue siendo necesario que ofrez-ca algo. En este sentido, propone quela vigencia de los proyectos de izquier-da se fundamenta en la continuidadde los problemas sociales. El hecho deque las soluciones que ha implemen-tado en experiencias pasadas hayanfracasado no significa que estén extin-tas las posibilidades de imaginar mejo-res formas de atacarlos. En buena par-te, esta posibilidad pervive porque lahumanidad mantiene la capacidad detener esperanza.

Otro elemento medular para imagi-nar un futuro donde la existencia de laizquierda tenga sentido, es la posibili-dad de que los grupos que la susten-tan, sus bases, se diversifiquen. Es ne-cesario que sectores de la sociedadcivil que no estén organizados en par-tidos políticos –organizaciones no gu-bernamentales, grupos de jóvenes,ecologistas, intelectuales, mujeres–participen en la construcción de pro-puestas y acciones. Este fenómeno yaviene sucediendo y ha dado vida almundo de la izquierda. Esta nuevacomposición es un gran avance con re-lación al pasado, cuando se organizaba

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en partidos marginales dogmáticoso se aislaba en grupos guerrilleros.La ampliación y recomposición de losvoceros de las ideas de izquierda esindispensable para su supervivencia.

Al revisar la historia reciente de laizquierda mexicana, Semo se centraen algunos asuntos peliagudos y para-dójicos. Aun cuando las preocupa-ciones del pensamiento de izquierdaplantean cuestiones centrales para undesarrollo más equilibrado del país, lospartidos y actores de izquierda, hansido históricamente marginales. Con laaparición del PRD, el partido con ma-yor éxito electoral en la historia de laizquierda mexicana, se dio un granpaso para salir de la marginalidad. Sinembargo, su incapacidad de vencer enlas urnas a sus opositores y su inclina-ción por el populismo lo alejan de cum-plir el cometido que supuestamentele da vida: atender los graves proble-mas de la sociedad mexicana.

Asimismo, Semo describe los logrosimportantes en las últimas décadas.Desde 1961 la izquierda ha crecidoconsiderablemente y, aunque sufrióserias derrotas, represión y persecu-ción, logró conquistar posiciones y es-pacios inesperados. Se ampliaron lasbases que son su sustento: a los cam-pesinos, obreros, estudiantes e intelec-tuales se sumaron ciudadanos con-cientizados, indígenas, ecologistas ymujeres. Surgieron o crecieron los par-tidos de izquierda y sus publicaciones.Asimismo, han incrementado mucho

sus éxitos electorales. El PRD en par-ticular, siendo un partido mucho másjoven que el PAN, ha ganado mucho es-pacio en los gobiernos municipales yse ha vuelto muy competitivo en laelección presidencial. Sin embargo,aun cuando el crecimiento de este par-tido ha sido bastante acelerado, no haconseguido la presidencia. En esencia,igual que antaño, ha fracasado. ¿En quéreside este fracaso?

Entre los asuntos que Semo cues-tiona está la premisa misma de que elobjetivo prioritario de un partido deizquierda en México sea sólo la obten-ción de la silla presidencial. El PRD estáobligado a un trabajo mucho más fino.

Según Semo, el más grande malque aqueja al PRD es no haberse sacu-dido la herencia de la tradición de ejer-cer la política a través del clientelismo.El PRD no es un partido de militantessino de líderes y camarillas que se en-frentan entre sí. Esto les ha restadofuerzas para concentrarse en la amplia-ción y la consolidación de una base demilitantes afiliados para convertirse enun partido moderno y propositivo. Otrode sus problemas es la incapacidad deresolver problemas reales, una vez quelos votantes lo han escogido como al-ternativa política. Éste es –según ana-liza Semo– el caso de CuauhtémocCárdenas, quien, haciendo buen usode su carisma y su fuerza política comoheredero del cardenismo nacionalistaencabeza la mayor escisión y crítica delPRI. Con estos elementos es capaz de

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ganar los comicios y, quizá la presiden-cia de la República. Sin embargo, unavez que ocupa la jefatura del DistritoFederal pierde la oportunidad paratransformar la estirpe y el liderazgo enservicio a la ciudadanía. Este fenóme-no, provoca la desilusión de sus segui-dores y evita que los triunfos electo-rales tengan continuidad en buenasadministraciones y se conviertan enun sustento del partido distinto de loslíderes carismáticos y sus clientelas devotantes. Debido a estos defectos quesus integrantes no han puesto empeñoen corregir, el PRD dista mucho de serun partido unido, disciplinado y mo-derno, y –según el análisis de Semo–,tendrá que fortalecer la presencia deinstituciones, los miembros de base yla ideología.

En los artículos que se centran enel periodo entre 1994 y el año 2000,Semo enfoca su atención en las aporta-ciones de la izquierda –los movimien-tos políticos de los años cincuenta ysesenta, el PRD y el EZLN– al procesode transición democrática.

Historiando las últimas décadas,describe que los movimientos del pa-sado reciente lucharon por el respetoa los derechos ciudadanos constitu-cionales y a la autonomía de las or-ganizaciones populares. Esta luchaantecedió a la pelea de hoy por elec-ciones transparentes y por el plura-lismo partidista.

Entre las aportaciones del EjércitoZapatista, está la realización de con-

sultas a nivel nacional con ayuda deorganizaciones no gubernamentalescomo Alianza Cívica, que si bien nocolaboraron con el éxito del movi-miento indígena, fueron significativasal demostrar la existencia de un fuertedeseo en sectores importantes de lapoblación de expresar sus opiniones yparticipar en política sin mediaciones.Otra de las aportaciones del EZ fue de-mostrar que un sector de la poblaciónmexicana vivía en un mundo domina-do por el caciquismo, la pobreza y laviolencia extralegal y que no era facti-ble resolver estas contradicciones enel marco de las instituciones republica-nas. La rebelión indígena demostróque era necesario ampliar el procesodemocratizador para asegurar que nue-vas leyes generaran soluciones a losproblemas del México marginal. Es de-cir, Semo sugiere que es necesario ase-gurar un contenido social para la demo-cracia que estamos construyendo.

Continuando con las aportacionesde lo que ahora parece un fugaz expe-rimento de guerrilla indígena posmo-derna, Semo explica que el EZ se abrióa la sociedad civil y colaboró a ampliarla participación democrática de secto-res que no se habían involucrado acti-vamente en actividades políticas y sir-vió como impulso para la reinvenciónde la izquierda. Además de lo que seha mencionado, Semo señala tres apor-taciones del EZ a la democratizaciónde México: demostrar la mentira cons-truida por el salinismo de que México

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estaba a punto de ingresar en el primermundo; obligar al gobierno a acelerarla reforma electoral como alternativa alpeligro de explosiones violentas; ydesenmascarar la dependencia del po-der judicial del ejecutivo y los intere-ses políticos dominantes.

Junto a las contribuciones a esteproceso democratizador, Semo identi-fica los errores en que la izquierda in-currió en esa significativa coyuntura yque tuvieron consecuencias negativasen el proceso. Entre estos yerros se-ñala la negativa e incapacidad del PRD

para negociar con otros partidos a fi-nes de los noventa, en un momentoen que parecía prioritario arrebatar elpoder al partido oficial. Para Semo,éste fue un caro error porque el PRD

rechazó la negociación en un momen-to en que había que acelerar la demo-cracia, consolidar la legitimidad de lasinstituciones y responder a las deman-das de mejoramiento económico delas mayorías.

Entre los descalabros del PRD, Semoidentifica dos asuntos que superan lasfaltas descritas. Una mancha grave ensu expediente fueron las acusacionesde fraude en las elecciones internasdel partido, que remitieron a la izquier-da al pasado priísta y no a un futuroMéxico democrático. Estos desacier-tos son manifestaciones –como lo haseñalado– de una larga tradición políti-ca basada en las relaciones clientelares.

Los escritos de Semo se definenpor la seriedad y el espíritu crítico, sin

embargo, en algunos pasajes no logradesprenderse de un tono utópico yromántico que caracteriza el discursode los luchadores de izquierda. Ésteaparece en la crítica al neoliberalismo,tema central del discurso de la izquier-da actual. Aunque muy pertinente ysustentado en teóricos importantesque han debatido sobre el tema, el cues-tionamiento del neoliberalismo quedaen un plano en que sólo se identificansus males. Como ocurre con la izquier-da en general, Semo no presenta unapropuesta que realmente parezca opo-ner una alternativa al modelo neolibe-ral y que no resuene a ecos de modelosdel pasado. Igualmente, este tono sepercibe en las semblanzas de algunospersonajes protagónicos de las filas dela izquierda como Marcué Pardiñas oValentín Campa, que terminan siendoperfiles apologéticos de personajes pú-blicos que bien valdría comenzar aevaluar de manera mucho más crítica.En este terreno, se echa de menos unacercamiento más crítico a estas figu-ras. Esta actitud revela un rasgo de lamilitancia de izquierda que pesa sobretodo en la clase media universitaria yque valdría la pena superar: la idea deque basta con ser “de izquierda” paraestar en lo correcto, para ser admirable.A este respecto, y aprovechando lo mu-cho que La búsqueda me ha enseñado,sugiero como bien hace Semo, quedebemos exigir a la izquierda muchamás inteligencia, más responsabilidady menos militancia.

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. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Libro blanco de la reforma judicial. Una agenda para la justicia en México,Suprema Corte de Justicia de la Nación, México D.F., 2006, 410 p.

Luis PásaraUniversidad de Salamanca

A México ha llegado tarde el asuntode la reforma de la justicia. La demora–correspondiente a la espera de que latransición democrática hiciera nece-sario considerar el tema– puede daruna ventaja comparativa: encarar el te-ma con base en el aprendizaje prove-niente de las experiencias de reformaen la región. El libro publicado por laSuprema Corte –a cuyo título acasopueda reprochársele que aluda sólo a lo“judicial”, en vez de referirse a la re-forma de la justicia– es una prueba deque esa ventaja se está aprovechando.

Encargado a tres académicos reco-nocidos –José Antonio Caballero,Sergio López Ayllón y Alfonso OñateLaborde– el volumen cierra una etapadel proceso iniciado en agosto de 2003,cuando la Suprema Corte decidió rea-lizar una amplísima consulta nacionalen torno a la reforma –que no se ha lle-vado a cabo en ningún otro país latino-americano–, en la que se recibieron5,844 trabajos. Este libro inicia otraetapa en cuanto ordena las propuestasrecibidas y lleva sus contenidos haciala constitución de una agenda para lareforma.

Aunque ése es el objeto principaldel texto, se inicia con un excelente ca-pítulo teórico acerca del poder judicialen la sociedad contemporánea y unanálisis de lo hecho en México. Paraordenar las propuestas, los autores eli-gen tres ejes temáticos: independenciajudicial, eficiencia y eficacia, y acceso.Desde búsquedas a tientas y desem-bocaduras en errores y fracasos, enAmérica Latina existe ahora un con-senso acerca de la centralidad de esostres temas. A partir de un conocimien-to de la experiencia regional –a la queel libro dedica un parágrafo– los auto-res han leído las propuestas concretas,dándoles el valor agregado de un enfo-que conceptual; el carácter puntual demuchas propuestas es mirado así enuna perspectiva de conjunto, atenta alcambio institucional de la justicia.

El ordenamiento, en una matriz pre-sidida por los tres ejes mencionados,de las algo más de once mil propuestasespecíficas contenidas en los trabajosrecibidos, dista de producir un todo ar-mónico. El encuentro entre el pensa-miento conceptual del académico y lasproposiciones –intuitivas o basadas enla mera opinión– de quienes acudierona la convocatoria de la Suprema Corteofrece un resultado que dista de serperfecto pero ciertamente es útil.

Los autores del Libro blanco denun-cian el “fetichismo legislativo” (p. 68)e insisten, haciéndose cargo de la expe-riencia latinoamericana, en que el cen-tro de la tarea no consiste en aprobar

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leyes. Sin embargo, es alto el númerode propuestas específicas recibidascuyo contenido consiste en modifica-ciones constitucionales o legales. Otrotipo de propuestas sobresaliente recla-ma hacer estudios o diagnósticos queden cuenta del funcionamiento de ins-tituciones o procedimientos, a fin deestar en condiciones de señalar, sobrebases ciertas, posibles soluciones.

Como recuerdan los autores, “la re-forma judicial requiere de un consen-so bastante amplio de la clase políticay de la sociedad en general” (p. 56).El rechazo académico y la desatenciónlegislativa a la reforma penal propues-ta en marzo de 2004 por la adminis-tración Fox lo demuestra. El Libroblanco ubicado, como el trabajo de laSuprema Corte acerca de la reforma,en la perspectiva del consenso, no traeinnovaciones radicales, que probable-mente tampoco abundaron en el mate-rial recibido. Pero el consenso no apa-rece en muchos temas, en torno a loscuales los autores se limitan a constatarla falta de acuerdo existente entre pro-puestas que postulan soluciones con-trarias para resolver un problema dado.

Haber intentado formular una agen-da sobre la base de los resultados de laconsulta ha producido algunas insufi-ciencias. Entre ellas, una importantecorresponde a la calidad del servicioprofesional, sujeto a condiciones demarcada desigualdad en la demanda–donde contrasta un sector pudientecon la mayoría de la población, de es-

casa capacidad de pago a un abogado–y en la oferta –que exhibe niveles muydiferentes, según la formación profe-sional ofrecida por las escuelas de de-recho–. Éste constituye uno de los vec-tores de la problemática del acceso a lajusticia en México y en América Lati-na. De igual manera, la defensa públi-ca recibe una atención escasa.

El Libro blanco admite que “los cam-bios son aún insatisfactorios y es ne-cesario prolongar el esfuerzo, pero demanera más articulada y profunda”,especialmente dado que desde 2002han aparecido “estancamientos y retro-cesos” (p. 67). Se propone entonces unaagenda en la que se destacan 33 accio-nes concretas, que privilegian: la reformadel amparo, el fortalecimiento de los po-deres judiciales de las entidades fede-rativas y la reforma de la justicia penal.

Reformar la institución del amparo,“como una condición previa y necesaria,pero no suficiente, para mejorar sus-tantivamente la impartición de justiciaen el país” (p. 389) corresponde a unapercepción generalizada en México,dado que el abuso del amparo –a dispo-sición de quienes pueden pagar a unabogado especializado en este recurso–se ha convertido en una herramientadilatoria del proceso judicial. En parti-cular, parece indispensable “reducir sig-nificativamente” el uso del amparo di-recto que deviene una tercera instancia.

Poner el foco de atención de las ac-ciones de reforma en los llamados “po-deres judiciales locales” implica un

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cambio de orientación de la políticapública, que destinó esfuerzos y recur-sos a mejorar la justicia federal, aun acosta de los poderes judiciales de lasentidades federativas. El cambio apa-rece justificado: es en la “justicia lo-cal” donde se ve el mayor número deconflictos y donde tendrían que resol-verse adecuadamente sin que tuvie-sen que buscar una mejor solución enla vía federal, usualmente a través delamparo. Se pone énfasis en garantizarla autonomía de los tribunales superio-res de justicia y en establecer indica-dores de desempeño judicial, que po-drían referirse tanto a productividad–según se ha hecho en Colombia–como a calidad de las decisiones. Pa-ralelamente, se propone fortalecer elpapel de los jueces “para dirigir losprocesos y para hacer cumplir sus deci-siones” (pp. 179-180), así como intro-ducir el desempeño deficiente comocausal de separación (p. 238).

Finalmente, respecto de la reformade la justicia penal –planteada ahoracomo fruto de un consenso en torno asus términos– la agenda propone “Lo-grar un equilibrio procesal adecuadoentre los inculpados, la acusación y losofendidos”, alcanzar la “plena vigen-cia de los principios de presunción deinocencia, contradicción, concentra-ción, inmediación para alcanzar unproceso plenamente acusatorio”, “darautonomía a la actuación del Ministe-rio Público y mejorar sustantivamentela calidad de las averiguaciones pre-

vias” y “ampliar el catálogo de sancio-nes” para restringir el uso de la san-ción carcelaria (p. 398).

Dado que reformas penales muy si-milares han sido intentadas en las dosúltimas décadas en América Latina, ylos resultados son muy dispares, la pre-gunta es cómo podrán realizarse conéxito en México. Para esto, como paraotros temas, los autores subrayan laimportancia de la vigilancia social so-bre el sistema de justicia, a través demedios como la “creación de ONGs enmateria de impartición de justicia”(pp. 355-356).

Otras cuestiones aparecen en esaagenda de 33 puntos. Entre ellas, unaredefinición del papel de la SupremaCorte, la urgencia de incrementar lainvestigación en materia judicial, yla necesidad de mejorar la calidad delas sentencias en el país –deficientestanto en técnica jurídica como en redac-ción accesible a las partes– y su nivel deejecución. No es evidente que ese con-junto de propuestas –que, sin duda,toca asuntos merecedores de atenciónprioritaria– corresponda a una estra-tegia que se asegure de tocar aquellosnúcleos del problema de cuya soluciónpuede esperarse un efecto en cadenasobre la transformación del sistema.

Se echa en falta la consideracióncomo problema de la inexistencia deun lugar institucional de referenciapara la conducción de la reforma. Dadala pluralidad del sistema de justiciamexicano, en parte como consecuen-

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cia de la organización federal del Esta-do, la heterogeneidad actual podríaincrementarse mediante acciones dife-rentes que produzcan resultados di-versos. Que la transformación de lajusticia no sea responsabilidad en elpaís de determinada instancia, si no esde momento un punto de partida, ten-drá que ser un logro del proceso quepermita avanzar más en él, como pro-pone este valioso trabajo.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .La cultura política de la democracia enCosta Rica. Un estudio del proyecto de opinión pública en América Latina (OPAL),por Jorge Vargas-Cullell, Luis Rosero-Bixby y Mitchell A. Seligson, San José, Centro Centroamericano de Población, Universidad de Costa Rica, 2005, 163 p.

Abstencionistas en Costa Rica: ¿Quiénesson y por qué no votan?, por CiskaRaventós-Vorst, Marco V. Fournier-Facio, Olman Ramírez-Moreira, Ana L. Gutiérrez-Espeleta, y Jorge R. García-Fernández, San José, Universidad de Costa Rica,IIDH/CAPEL, TSE, 2005, 166 p.

Jairo Acuña-AlfaroUniversidad de Oxford

Costa Rica es un estudio de caso in-teresante por sus más de cincuentaaños de ininterrumpido proceso polí-tico y estabilidad democrática (únicos

en la región latinoamericana). Dichaestabilidad tuvo un factor relevante enla llamada “época dorada” del desa-rrollo del país de 1950 a 1980. Este pe-riodo se caracterizó por una ampliaparticipación del Estado en la econo-mía que le permitió alcanzar nivelesde desarrollo de primer mundo en susindicadores sociales. Sin embargo, enlas últimas dos décadas el país ha sidomenos acertado en el abastecimientode cuidados médicos de forma oportu-na; la calidad de la educación públicase ha deteriorado marcadamente y lapolítica social no ha podido reducir elporcentaje de costarricenses que vivenen la pobreza, que ha permanecido es-tancado en 20% de la población desdemediados de los años ochenta.

Así, el desencanto democrático y laerosión del sistema político tienen re-percusiones directas en el deterioro dela calidad de vida de los costarricenses.Esto, lúcidamente lo ha resumido Le-houcq, al proponer que el “paraíso” deCosta Rica está en duda y algo andamal en el modelo político y de desarro-llo del país.1 De hecho, desde media-dos de los años ochenta algunos ana-listas políticos habían detectado fallas“estructurales” en la democracia costa-rricense. Quizás el primero de ellos fueAndrew Reading, quien señalaba en1986 que el modelo democrático de

1 Fabrice Lehoucq, “Costa Rica: Paradisein Doubt”, Journal of Democracy, vol. 16, núm.3, julio 2005.

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Costa Rica estaba en peligro.2 Poste-riormente Rodolfo Cerdas en 1993señalaba cómo la crisis de partidos y latransición democrática en Centroamé-rica tuvieron efectos erosivos en CostaRica.3 Recientemente, Mitchell Selig-son, identificó ciertos rasgos de erosióndentro del sistema bipartidista con laselecciones de 1998, durante las cualesel abstencionismo aumentó en un 50%y se duplicaron los votos para los par-tidos minoritarios en el legislativo, almismo tiempo que se daban notablesdeterioros en la legitimidad del siste-ma político.4

Varias hipótesis se han planteadosobre el origen de esta erosión en elsistema político. Una de ellas es que seha dado un “desalineamiento” electoral(Sánchez, Fernando, “Desalineamien-to electoral en Costa Rica”, Revista deCiencias Sociales, vol. 4, núm. 98, 2002),sin embargo, queda la interrogante decómo se puede desalinear algo que noha estado linealmente alineado. Es de-cir, si bien es cierto que el sistema departidos políticos en el país es biparti-dista, éste se basa primordialmente enuno más dominante, el Partido Libe-ración Nacional (PLN), de ideología so-cialdemócrata, alrededor del cual orbi-tan otros partidos. De hecho, de 1953al 2006 el PLN solamente perdió unaelección consecutiva y es el único parti-do que ha conseguido reelegir a algúnexpresidente (en dos ocasiones).

Otra hipótesis alternativa es que losarreglos institucionales (formales e in-

formales) tomados en este periodo sebasaron en la cooperación y el consen-timiento de los partidos políticos, per-mitiendo la puesta en marcha de unmodelo de desarrollo basado en la in-tervención del Estado en actividadeseconómicas y sociales, y una ingenieríainstitucional basada en la promocióndel desarrollo social. Sin embargo, des-pués de la crisis de 1981-82 emergióun nuevo modelo de desarrollo, mien-tras que el frágil sistema bipartidistacomenzó a erosionar (debido a muta-ciones en el marco institucional), em-pujando al país en un círculo viciosoen el cual la no-cooperación entre par-tidos políticos obstruye los procesos detoma de decisiones en detrimento de losindicadores de desarrollo humano.

Dos publicaciones del 2005 anali-zan detalladamente estas hipótesis enmayor y menor medida e indudable-mente son material de referencia obli-gatorio para comprender los cambiosestructurales por los cuales ha venidotransitando el sistema democrático enCosa Rica. El primero, en orden tem-poral de publicación, es el trabajo de

2 Andrew Reading, “Costa Rica: Democra-tic Model in Jeopardy”, World Policy Journal,vol. 3, núm. 2, primavera.

3 Rodolfo Cerdas, El desencanto democrático,San José, Red Editorial Iberoamericana, REI.

4 Mitchell Seligson, “Trouble in Paradise?:The Erosion of System Support in Costa Rica,1978-1999”, Latin American Research Review, vol.37, núm. 1, 2002.

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Jorge Vargas-Cullell y Luis Rosero-Bixby dentro del marco del Proyectode Opinión Pública en América Latina(OPAL) dirigido por el profesor MitchellA. Seligson. El mismo, puede decirsese inserta, pero resalta por su contun-dencia empírica y rigor científico, den-tro de un nutrido grupo de estudios so-bre la cultura política en Costa Rica,los cuales datan desde los años setenta(pp. 10-11), que van desde la creaciónde la Oficina de Información de la Ca-sa Presidencial y la práctica sistemá-tica de sondeos de opinión pública, asondeos de empresas encuestadorascomo CID-GALLUP. En los ochenta seinician los estudios académicos de Se-ligson, junto con Gómez y Mueller,más Garita y Poltronieri. Ya para losnoventa, nuevas empresas encuesta-doras emergen en el país, como UNI-MER R.I., Demoscopía y Borge & Aso-ciados, quienes han generado seriestemporales de opinión en temas políti-cos y electorales. Las universidadesestatales y los centros de investigacióntambién han aportado a esta literatura.

Éste es un excelente trabajo de in-vestigación que confirma el amplioapoyo ciudadano a la democracia enCosta Rica (aunque ha sufrido un nota-ble declive de 87% de apoyo en 1985 a68% en 2004), en comparación con losotros ocho países seleccionados por OPAL

(México, Guatemala, El Salvador, Hon-duras, Nicaragua, Costa Rica, Panamáy Colombia). Como su título lo mencio-na, el estudio es sobre la cultura políti-

ca de la democracia en el país, la cual,desde una perspectiva histórica pre-senta una tendencia al declive, aunquecon cierta recuperación del nivel deapoyo registrado cinco años atrás. Elestudio procura por tanto comparar lacultura política y crear una herramien-ta para dar seguimiento a los cambiosque ésta experimenta en el tiempo.En el caso de Costa Rica, el estudio sebasa en una encuesta nacional sobrevalores y actitudes, realizada en marzodel 2004 a 1,500 personas.

Esta investigación confirma algunasparadojas de la estabilidad democráti-ca costarricense. Por un lado, el altoapoyo a las instituciones del sistemapolítico es parte de una confianza ge-nérica en las instituciones públicas delEstado (75%), incluyendo a las entida-des de protección de los derechoscomo el Poder Judicial (62%), la De-fensoría de los Habitantes (73%) y laContraloría General de la Republica(64%), como a las entidades de presta-ción de servicios sociales, como el Se-guro Social (72%), el Instituto Costa-rricense de Electricidad (70%) y elNacional de Seguros (71%). Sin em-bargo, los partidos políticos, llamados aser las bases del sistema democrático(sin partidos no puede existir demo-cracia) tienen un resultado desalenta-dor (35%). Adicionalmente, mientrasen Costa Rica se registran los nivelesmás altos de apoyo al sistema demo-crático (p. 31), la participación elec-toral significa básicamente sufragar, la

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cual ha bajado drásticamente en rela-ción con la proporción de personas quese involucran con partidos políticos ointentan persuadir a otros durante unproceso electoral (70% nunca ha inten-tado persuadir a los demás para quevoten por un partido o candidato).De hecho, Costa Rica, junto con ElSalvador, presenta el grado más bajode participación en actividades políti-cas o manifestaciones de protesta.Sin embargo, debe recordarse que enel 2000, fueron manifestaciones masi-vas de protesta las que impidieron laimplementación de una serie de refor-mas de apertura y privatización delsector de telecomunicaciones (mono-polio estatal de los años 50), llamado“combo ICE”, y que prácticamente pa-ralizaron al país por tres semanas.

El estudio de Raventós y colegasen la Universidad de Costa Rica, porotra parte, procura explicar las trans-formaciones de la participación ciu-dadana dentro del régimen electoral yla institucionalidad de la democraciarepresentativa en menor medida. Lamotivación de la investigación surge apartir del inédito aumento del 50% deabstencionismo en las elecciones de1998 y 2002, el cual se agravó en lasdel 2006. En particular, presenta la in-novación de identificar a la poblaciónabstencionista en sus característicassociales y políticas. Las conclusionesse basan principalmente en los resulta-dos de una encuesta nacional realizadaen febrero y marzo del 2003, así como

de grupos focales, entrevistas a pro-fundidad y los datos y patrones delTribunal Supremo de Elecciones.

El análisis sobre la abstención elec-toral, nos recuerda Raventós, se realizaa dos niveles teóricos. Por un lado estála abstención técnica, es decir la au-sencia involuntaria o voluntaria en laselecciones y por otro lado, la absten-ción cívica, que incluye los votos nulosy en blanco. Entre los hallazgos princi-pales de la investigación, es que el fe-nómeno de la abstención se da con ma-yor preponderancia fuera de la RegiónCentral, principalmente en las zonasde mayor deterioro socioeconómico.Adicionalmente, confirma que los abs-tencionistas no son siempre los mismos,y que la abstención electoral no es unfenómeno progresivo al cual es adhie-ren más y más ciudadanos (p.102). Lasmujeres jóvenes votan más que loshombres de su misma edad (p.105) yen general votan más las personas denivel socioeconómico y educativo másalto (p.116-7). Según los autores, haydatos que confirman un aumento enel 2002 de la abstención en las áreasrurales, entre los trabajadores agrícolasy en las zonas de mayor rezago social,lo que podría estar indicando un aleja-miento de las urnas de los sectores so-ciales más desfavorecidos (p. 121).

Una conclusión importante del es-tudio de Raventós y colegas es queaun cuando el número de partidos po-líticos ha aumentado dramáticamenteen los últimos años, la participación de

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los ciudadanos en elecciones ha dismi-nuido sustancialmente. Una vez queel proceso electoral se ha establecido,desde la elección de 1962 las tasas devotantes han venido en constante dis-minución, especialmente desde la elec-ción de 1998 que alcanza el 70%, hastalas últimas elecciones del 2006 cuandosolamente el 65% de los electores ejer-citó el derecho al sufragio. El decliveen la participación en elecciones tienetres momentos dominantes: i) las elec-ciones de 1953 y 1958, cuando la de-mocracia comenzó su consolidación; ii)de 1962 a 1994, con altos niveles de laparticipación política en elecciones, yiii) de 1998 a 2006, donde los ciudada-nos nuevamente se muestran desconfia-dos y apáticos con los procesos políticos.

Ambos estudios coinciden en dosplanteamientos cruciales. Por una par-te, confirman la vieja hipótesis de Lip-set (1959) que a más educación, ma-yor es la probabilidad de creer en losvalores democráticos y apoyar las prác-ticas democráticas, y por tanto la edu-cación es mucho más importante queel ingreso o la ocupación (“Some So-cial Requisites of Democracy: Econo-mic Development and Political Legi-timacy”, The American Political ScienceReview, vol. 53, núm. 1). Vargas y Rose-ro concluyen que el sistema educativoes un poderoso vehículo de socializa-ción en términos de tolerancia política(p. 39), en tanto Raventós y colegasconcluyen que se abstienen más laspersonas con menor nivel socioeconó-

mico y menor nivel educativo (p. 116 y121). Sin embargo, como señalan Var-gas y Rosero (p. 40): “mejoras en el ni-vel de escolaridad de la población quedesafortunadamente en Costa Rica haaumentado lentamente en los últimosveinte años, tienen implicaciones po-líticas y no sólo económicas –comousualmente se analiza. La convivenciademocrática ganaría mucho si las per-sonas fueran más instruidas, pues laeducación las vuelve más tolerantes” ymás participativas responsablemente.5

El segundo planteamiento, se rela-ciona con la hipótesis de que la nuevarealidad política está creando un paístodavía desconocido, mientras tanto secontinúa diagnosticando y planifican-do sobre un sistema político que ya noexiste o al menos se encuentra en trans-formación. Incluso, un hecho sobre-saliente es el fin de una era política.Por primera vez desde la Guerra Civilde 1948, las divisiones y tradicionesoriginadas en aquel conflicto no fueronfactores decisivos en las preferenciaselectorales en el 2006 (Programa Esta-do de la Nación, Duodécimo InformeEstado de la Nación, 2006). Más aún, lamayoría ciudadana no tiene vínculopartidario y ninguna agrupación políti-

5 No en vano escribía José Figueres que“nos dice la democracia que el hombre es dig-no y respetable” (Cartas a un Ciudadano, SanJosé, Imprenta Nacional, 1956). Es decir, el sis-tema democrático debe de priorizar en la edu-cación y el conocimiento.

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ca cuenta con lealtades sólidas (recuér-dese que una característica de lospartidos políticos es su naturaleza de“atrápalo-todo”), lo cual afecta la ca-pacidad del sistema político para ex-presar interés y procesar conflictos(ídem, p. 49). Como consecuencia deesta transformación, el país ya no cuen-ta con un sistema bipartidista, sino conuno multipartidario (donde el PLN con-tinúa como el partido dominante, perocon menor legitimidad), donde el desen-canto y la apatía hacia lo político es evi-dente. Esto indudablemente ha con-tribuido a convertir a Costa Rica en unnuevo país, del cual todavía no se tieneplena conciencia.

Quizás dos hipótesis que deberíanexplorarse más, con relación a los ni-veles de poca participación política yabstencionismo electoral, se refieren,por un lado, al cambio en las estructu-ras económicas y productivas del país,y por otro, a la no reelección legisla-tiva. Sobre la primera, producto delcambio de modelo de desarrollo por lacrisis del 81-82, hoy en día el Estadoha dejado de ser el gran empleadorque fue antes de los ochenta, por tan-to, el ciudadano se siente menos de-pendiente de las decisiones políticas,haciéndolo más apático a estos proce-sos. Ninguno de los estudios comenta-dos aquí hizo mención alguna a esteposible fenómeno.

Adicionalmente, una dolencia signi-ficativa del sistema político de CostaRica, y que sería importante rescatar

en próximos estudios sobre culturapolítica, es la prohibición a los legis-ladores de buscar la reelección inme-diata. Esta situación impide claramen-te una carrera legislativa y los políticosa menudo suelen cambiar del Legisla-tivo a posiciones en el Ejecutivo conel cambio de Gobierno. Con respectoal Legislativo, esta situación crea undescontento y una carencia de repre-sentación de legisladores sobre susconstituyentes, contribuyendo a laapatía política que identifican Vargas-Cullel y Rosero-Bixby, y el abstencio-nismo electoral detallado por Raven-tós et al. De hecho, las encuestas deopinión pública generalmente identifi-can a la Asamblea Legislativa comouna de las instituciones de mayor des-confianza.

Esto crea un constante cambio de“nuevos” legisladores cada cuatroaños, el cual se mantuvo alrededor del80% por muchos años; lo sorprendentees que este porcentaje aumentó hastael 88% en las elecciones del 2006. Elnúmero de asientos a otros partidos hasido alto en las últimas dos elecciones(comparable con las elecciones de1953, 1958 y 1974), y los partidos quehan gobernado no han podido asegu-rar a una mayoría simple desde la elec-ción de 1994. Además, los niveles dela lealtad de miembros del Legislativohacia los partidos políticos que los no-minaron han disminuido sustancial-mente, y en la legislatura del 2002-2006, más del 20% de diputados

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habían sido separados de sus partidos,contribuyendo hacia la polarizacióndel Legislativo y a la dificultad para al-canzar acuerdos. Estos problemas sehan acentuado en los últimos diezaños, especialmente con la elimina-ción de la legislación por partidas espe-cíficas o “pork-barrel”, la aplicación delas reglas de la Asamblea y la senten-cia sobre la reelección presidencial porla Sala Constitucional.

Indudablemente éstas son dos ta-reas pendientes de analizar con mayordetalle en Costa Rica para compren-der el nuevo panorama político que seestá formando en el país.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Desafiando al sistema. La izquierda política en México.Evolución organizativa, ideológica y electoral del Partido de la RevoluciónDemocrática (1989-2005), por IgorVivero Ávila, México, Miguel ÁngelPorrúa-Facultad de Ciencias Políticasy Administración Pública de laUniversidad Autónoma del Estado de México, 2006, 372 p.

Kathleen BruhnUniversity of California, Santa Barbara

No cabe duda de que se necesitabadesesperadamente un estudio serio so-bre la evolución del Partido de laRevolución Democrática, no sólo para

entender los acontecimientos recien-tes que llevaron a la elección presiden-cial de 2006 y los que ocurrieron des-pués, sino también los efectos teóricosdel origen del partido en el desarrolloinstitucional e ideológico subsiguien-te. Por desgracia, este libro dista mu-cho de dar en el blanco. Si bien es unacontribución valiosa a las descripcio-nes históricas del PRD, no presentaningún avance empírico ni teórico quelos estudiosos de la izquierda mexica-na estén esperando.

El libro está dividido en cinco sec-ciones: orígenes, estructura, desarrolloideológico, apoyo electoral, y compara-ciones ideológicas con otros partidosde izquierda latinoamericanos. De és-tas, la sección que con mucho estámejor analizada es la que trata sobre laestructura. El autor expone un argu-mento persuasivo, a partir de variasfuentes, al explicar el problema persis-tente de las facciones y el conflicto in-terno del PRD. Se enfoca en las corrien-tes, un aspecto de la actividad del PRD

que todos consideran importante, peroque pocas personas han estudiado aprofundidad, en parte porque es unafrustración su corta duración. Viveroafirma que la combinación de los me-canismos de elección interna del par-tido y su peculiar fundación como unafusión de diversas corrientes políticastiende a reforzar la práctica de funcio-nar a través de corrientes. Dice tam-bién que su carácter fugaz refleja elascenso y descenso lógico de los políti-

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cos alrededor de los cuales se orga-nizan las corrientes. Un mayor análisisde las que se fusionaron detrás de An-drés Manuel López Obrador hubieraayudado al lector contemporáneo,pero rápidamente hubiera perdido ac-tualidad por esta misma razón. La sec-ción sobre los orígenes también esbuena, aunque no particularmenteoriginal, pues se basa en fuentes yapublicadas de este periodo del desa-rrollo del PRD.

Las otras tres secciones son másproblemáticas. El capítulo sobre apoyoelectoral ofrece datos sobre la evolu-ción del PRD en detalles exhaustivos(aunque no agotadores). Hay 103 cua-dros en el libro, demasiados para ayu-dar al lector a enfocarse en la infor-mación valiosa ante detalles menosimportantes. Los modelos que predi-cen el apoyo electoral involucran sólodatos agregados (estatales), aunquehay mucha más información sobre losfactores individuales que predicen elapoyo para el PRD. Falacias ecológicasproducen argumentos curiosos, comola sugerencia de que los profesionalesque viven en zonas marginadas apo-yan al partido. Es posible, pero no estáprobado. Además, una de las variablessignificativas consistentemente resultaser la región. Éste es un descubri-miento común en los modelos agrega-dos del comportamiento del voto enMéxico. Sin embargo, la región es unavariable singularmente decepcionanteen términos teóricos, porque carece de

un mecanismo causal que vincule laregión con los resultados de la variable.La explicación de Vivero –que reflejadiferentes niveles de organización delpartido– es plausible, pero incompletay un tanto circular. En esencia, afirmaque el PRD tiene poco apoyo electoralen el Norte porque ahí tiene una orga-nización partidaria débil, y que tieneapoyo en el Sur porque pudo usar suspuestos de elección para construir re-des clientelares. Sin embargo, el PRD

pudo construir redes clientelares en elSur y el Centro porque ya estaba ga-nando las elecciones allí. ¿Qué fue pri-mero? ¿El apoyo electoral o las redesclientelares? Y si esas redes cliente-lares salieron principalmente del PRI,entonces, ¿por qué el FDN no pudoatraer a los priístas insatisfechos delNorte? De seguro hay algo más allí.

Sin embargo, los mayores proble-mas surgen en los dos capítulos sobreposicionamiento ideológico, principal-mente por la fuente usada por el autorpara analizar las posiciones de los par-tidos: el proyecto sobre Partidos Po-líticos y Gobernabilidad en AméricaLatina (también conocido como PELA),dirigido por el doctor Miguel Alcán-tara. Esta base de datos encuesta a re-presentantes parlamentarios a lo largodel tiempo en varios países latinoame-ricanos. Los datos han sido usadosprincipalmente para describir la frag-mentación ideológica dentro de los or-ganismos congresionales. Para este pro-pósito, es adecuada, aunque la baja tasa

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de respuesta de 20% o menos en elcaso de México cuestiona la represen-tatividad de la muestra de respuestas.

Sin embargo, es obvio que no estádiseñada para hacer lo que Vivero Ávi-la trata de hacer: describir con pre-cisión la posición de todo un partidopolítico, la mayoría de cuyos miem-bros no está en el Congreso. El núme-ro de encuestados del PRD oscila entredoce y treinta y uno en las tres legisla-turas analizadas. Sencillamente no haymanera de que un partido tan comple-jo como el PRD pueda ser representa-do adecuadamente por las opinionesde tan pocas personas. El autor no re-conoce que, cuando mucho, estos da-tos pueden reflejar las opiniones deuna élite nacional. No nos dice si losdiputados en cuestión son de repre-sentación proporcional (que más pro-bablemente son élites nacionales) orepresentantes de mayoría relativa(que más probablemente son élites lo-cales). No reconoce la conocida opi-nión de la mayoría de estudiosos delos partidos, que dicen que las élitessuelen tener posiciones ideológicasdiferentes de los activistas comunes olos simpatizantes de los partidos polí-ticos. Más bien, extrae conclusionesarrolladoras sobre la heterogeneidaddel PRD, sus posiciones ideológicas ylas tendencias a lo largo del tiempo, apartir de los datos de unos cuantos di-putados. Si bien los resultados puedentener significancia estadística, tengodudas de que sean indicadores válidos

de las posiciones reales y de la hetero-geneidad de las élites dentro del PRD,mucho menos de sus miembros. Escierto que hay pocas fuentes del tipode datos que se necesitarían para des-cribir posiciones ideológicas. Sin em-bargo, algunos estudiosos han tratado,usando encuestas a miembros del Co-mité Ejecutivo Nacional del PRD,1 pla-taformas electorales,2 encuestas a candi-datos3 o encuestas.4 Lo que es más, elautor debería de haber reconocido explí-citamente las limitaciones de los datos.

El capítulo que compara al PRD conotros partidos de izquierda de AméricaLatina usa la misma fuente de datos

1 Greene, Kenneth F. (2002), “OppositionParty Strategy and Spatial Competition in Do-minant Party Regimes: A Theory and the Caseof Mexico”, Comparative Political Studies, vol.35, núm. 7 (septiembre), pp. 755-783.

2 Bruhn, Kathleen (2004), “The Making ofthe Mexican President, 2000: Parties, Candida-tes, and Campaign Strategy”, en Jorge Domín-guez y Chappell Lawson (eds.), Mexico’s PivotalDemocratic Election, Stanford, Stanford Univer-sity Press.

3 Bruhn, Kathleen y Kenneth F. Greene(2007), “Elite Polarization Meets Mass Mode-ration in Mexico’s 2006 Elections”, PS: PoliticalScience and Politics, vol. 40, núm. 1 (enero), pp.33-38.

4 Domínguez, Jorge y Chappell Lawson(eds.) (2004), Mexico’s Pivotal Democratic Elec-tion: Candidates, Voters, and the Presidential Cam-paign of 2000, Stanford y La Jolla, Ca., StanfordUniversity Press y Center for U.S.-MexicanStudies; Moreno, Alejandro (1999), PoliticalCleavages: Issues, Parties, and the Consolidation ofDemocracy, Boulder, Westview Press.

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con resultados aún más cuestionables.Lo que es más notable, las conclusio-nes sobre el PT en Brasil se obtienende cuadros de tan sólo nueve indivi-duos; esto es, en un país de casi 200millones de habitantes que ha sidogobernado por el PT desde 2002. Paraalgunos propósitos, los datos del pro-yecto PELA son muy útiles. Pero aquíno funcionan.

Por último, hay relativamente pocaargumentación teórica. A pesar de queel autor usa marcos de referencia devarias fuentes para describir el casomexicano (por ejemplo, Exit, Vote andLoyalty de Hirschman para describir laformación del PRD), no veo un argu-mento realmente original. En cambio,el libro es más que nada descriptivo.En esos términos, los lectores de se-guro encontrarán que el libro es útil.Yo lo encontré decepcionante.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Inside Rebellion: The Politics of InsurgentViolence, por Jeremy M. Weinstein,Cambridge, Cambridge UniversityPress, 2007, 428 p.

Matthew KocherCIDE

Inside Rebellion de Jeremy Weinsteines el mejor libro que hay en la cada vezmás abundante literatura sobre re-cursos y violencia política. El libro ex-

tiende la lógica de la “maldición de losrecursos” al comportamiento de losejércitos rebeldes mediante un uso ex-tremadamente sofisticado de la econo-mía organizacional. Empíricamente, ellibro es magnífico puesto que incluyeun amplio trabajo de campo y una re-colección sistemática de datos de trespaíses. El explanandum central es laviolencia rebelde. Weinstein trata deexplicar tanto la magnitud de la vio-lencia como su carácter: indiscrimina-da y brutal versus selectiva y limitada.Examina además variables depen-dientes que sirven de dos maneras:para rastrear la lógica del argumento ala vez que amplían el margen para re-futar su validez, a la vez que guía allector por una excelente revisión de laliteratura sobre violencia política.

Según Weinstein, la victimizaciónde civiles en las guerras civiles es unafunción de la disciplina. Cuando lasorganizaciones insurgentes exigen unadisciplina estricta a sus miembros, lamagnitud de la violencia es baja y losobjetivos se seleccionan con cuidado.Cuando la disciplina es laxa, los insur-gentes matan indiscriminadamente,saquean para enriquecerse y son des-piadadamente crueles. Plantea dostipos ideales de individuos: inversio-nistas y consumidores. Los consumi-dores son movilizados con incentivosindividuales, mientras que los inver-sionistas son reclutados mediante lasolidaridad ideológica o comunitaria.Los consumidores se orientan a ganan-

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cias de corto plazo; los objetivos delmovimiento y los bienes colectivosson irrelevantes. Los inversionistascreen en la visión de largo plazo de laorganización, se afilian a pesar de lasprivaciones y las pocas recompensasmateriales, y desarrollan relaciones deconfianza con otros y con no comba-tientes mediante interacciones repeti-das y redes preexistentes.

La variación en la disciplina y eltipo de insurgente es una función delas dotaciones iniciales de recursos. Lasorganizaciones insurgentes que surgencon recursos abundantes y fáciles decapturar, o con el apoyo financiero depatrocinadores externos, evitan la pe-nosa tarea de construir solidaridad conel movimiento y establecer confianzacon los no combatientes. Atraen re-clutas con incentivos financieros; elresultado son ejércitos compuestosprincipalmente de consumidores opor-tunistas. Cuando no hay muchos re-cursos, los insurgentes se ven obliga-dos a replegarse sobre los esquemasorganizativos no materiales. En conse-cuencia, atraen inversionistas, quienespueden ser sujetos a una rigurosa au-toridad y a padecer limitaciones. Losconsumidores son eliminados porqueafiliarse es una señal costosa.

Este razonamiento se prueba pormedio de un diseño comparativo am-bicioso. Weinstein examina cuatro ca-sos en los cuales varía la variabledependiente clave: la victimización deciviles. El Ejército de Resistencia Na-

cional de Uganda (ERNU) nació en 1981de un grupo de 27 luchadores y cap-turó la capital en sólo cinco años. Deacuerdo con la evidencia de Weins-tein, el ERNU era un ejército disciplina-do, motivado por el objetivo de derro-car a un régimen autoritario y corrupto,y que dependía de las solidaridadespreexistentes. Estableció relacionesde colaboración con no combatientesy cometió pocas atrocidades. En cam-bio, la Resistencia Nacional Mozambi-queña (RENAMO) fue organizada porrefugiados mozambiqueños que esta-ban perdiendo el apoyo de sus compa-ñeros y que vivían al otro lado de lafrontera de Zimbabwe. El régimen su-premacista blanco de Zimbabwe pro-porcionó armas, entrenamiento y sa-larios para crear escuadrones cuyatarea era desbaratar la guerrilla enZimbabwe, que funcionaba desde re-fugios dentro de Mozambique. La RE-NAMO fue excepcionalmente violenta.Reclutaba por la fuerza a niños paraser soldados, saqueaba propiedadesciviles y gobernaba zonas liberadas me-diante el terror y las relaciones clien-telares autoritarias con los dirigenteslocales. Weinstein también compara laorganización nacional de Sendero Lu-minoso en Perú con su rama trans-andina, el Comité Regional del AltoHuallaga (CRH). La organización na-cional era muy disciplinada, tanto enlo militar como en lo ideológico, mien-tras que el CRH cometió muchas ma-sacres y otras atrocidades.

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Consistentes con el razonamientogeneral del libro, la RENAMO y el CRH

tuvieron acceso a recursos abundantes:un patrocinador externo para RENAMO

y los ingresos de la producción de cocapara el CRH. Sendero Luminoso y elERNU surgieron en contextos de esca-sez de recursos. Weinstein redondeael análisis empírico con un sencillo di-seño cuantitativo y estudios de casossecundarios.

Un libro con tal alcance y ambicióninevitablemente enfrenta algunas difi-cultades. Me enfoco en tres críticasque sobrepasan los límites de una ex-plicación basada en recursos.

La tipología ideal que Weinstein ha-ce de los insurgentes implica una antro-pología de la violencia que se exploracon la profundidad que debería. Segúnél, la brutalidad es lo que los “consu-midores” hacen cuando son liberadosde las limitaciones externas. Esto im-plica que la brutalidad es un bien deconsumo (y los consumidores de Weins-tein son sádicos) o que la brutalidad esinstrumental a la satisfacción de nece-sidades más cotidianas. Puesto que esobvio que Weinstein no cree que susconsumidores sean sádicos, trata de es-tablecer una conexión racional entre labrutalidad extrema y el consumo.

La idea es que los actos de indisci-plina de los combatientes insurgentesque no son castigados generan temor,desconfianza y resistencia entre los ci-viles. En consecuencia, tanto a la orga-nización como a los combatientes les

resulta cada vez más difícil que los ci-viles cumplan. Recurren a una mayorviolencia y brutalidad para obtener loque quieren, lo cual a su vez generamayor resistencia. Así, la brutalidadaumenta vertiginosamente.

Esta descripción del nexo entre in-surgentes y civiles plantea más pre-guntas de las que Weinstein respon-de adecuadamente. En particular, eltexto pasa por alto el hecho de que lasguerras civiles tienen lados múltiples.Cuando los insurgentes recurren a labrutalidad, los civiles tienen varias op-ciones además de la pasividad. Pue-den aliarse con el gobierno, organizarsepara defensa local, o ambas cosas. Losestados en guerra civil buscan dichasalianzas en la forma de milicias irre-gulares y comités de defensa. Los civi-les también pueden huir a zonas con-troladas por otros partidos. Huir de laszonas de conflicto hacia las guberna-mentales es un rasgo regular de la in-surgencia. Si esas opciones no son po-sibles, los civiles tienen la opción realde someterse a las demandas de los re-beldes. Especialmente dentro del mar-co racional que defiende Weinstein,deberíamos esperar que los no comba-tientes sin alternativas reales produz-can amenazas creíbles y que no resistanhasta el punto en que dichas amenazasse cumplen. La brutalidad extrema dealgunos grupos rebeldes sigue descon-certando en esta interpretación.

Una segunda dimensión de la lógi-ca de la indisciplina que se explora ina-

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decuadamente es su relación con losresultados del campo de batalla. Deacuerdo con Weinstein, los consumi-dores tienen una orientación de cortoplazo enfocada en recompensas indivi-duales. Una implicación es que los con-sumidores desertarán cuando los ries-gos de la guerra excedan los beneficiosesperados o cuando los grandes bene-ficios puedan obtenerse en otro lado.

Por tanto, las organizaciones indis-ciplinadas compuestas principalmentede consumidores deben ser vulnera-bles y volátiles. Cuando aumentan laspresiones militares, los consumidoresdeben perder cohesión, negarse a lu-char y desertar. Debe ser posible com-prar grupos rebeldes completamente opoco a poco con la amnistía y un salario.Dichos grupos deben fisionarse cuan-do los comandantes subordinados pue-den aumentar sus recompensas inde-pendizándose o cambiando de bando.Esos mecanismos deben hacer que losejércitos de consumidores sean inefec-tivos y sujetos a un rápido colapso. Ade-más, debería verse una gran variaciónen la efectividad a lo largo del tiempoy a través del espacio a medida quecambia la suerte de una organización.

La evidencia de los casos de Weins-tein no es concluyente en este aspec-to. Se diría que el disciplinado ERNU

fue el más efectivo de sus cuatro gru-pos, pues capturó el poder central rá-

pidamente. La RENAMO logró un pro-longado impasse con FRELIMO, el partidoen el gobierno de Mozambique, peroel partido como el Estado pudieron ha-ber sido muy débiles para resistir in-cluso a un ejército indisciplinado. El ca-so peruano es quizá el más problemático:el CRH siguió luchando mucho des-pués de que se colapsó la organizaciónnacional de Sendero Luminoso.

El último inconveniente del libroes que su razonamiento no incluye laviolencia de las fuerzas del Estado. Laomisión es perdonable en cierto senti-do, porque hay mucha bibliografía en-focada en la violencia estatal, mientrasque pasan por alto la violencia aún muysignificativa de los rebeldes. Sin em-bargo, en teoría el razonamiento sobrela disciplina debe aplicarse también alos estados. En general, esperamosque las fuerzas del Estado que estánmejor financiadas sean más discipli-nadas. Pero en las guerras civiles lamayor parte de la violencia indiscri-minada la cometen los Estados.

Muchos lectores pensarán que és-tas y otras críticas son oportunidades yno razones para desestimar el libro. Asícomo sucede con cualquier gran librosobre ciencia política, los hoyos en elanálisis abren una vasta agenda de in-vestigación, que se ubicará en un te-rreno más sólido gracias al trabajo fun-dacional que realizó Weinstein.

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