Reflexiones sobre las implicaciones sociales y culturales del e-learning

A lo largo de la historia, nuestra sociedad ha estado sometida a diferentes transformaciones que han dado como resultado una nueva situación social y cultural. En el siglo XXI, las nuevas tecnologías de la información tienen una gran presencia y se han convertido en un medio indispensable de la socialización. Todo esto cambiando: las formas de acceso, de utilización y de difusión de la información. Este nuevo contexto plantea nuevas posibilidades y al mismo tiempo nos presenta nuevas dificultades, una de ellas es la brecha digital que se postula como una de las principales amenazas para el desarrollo la Sociedad de la Información.

Según la ONU, durante el 2010 se llegarán a los 2.000 millones de internautas. Sólo un pequeño porcentaje de estas personas sabrán sacar el máximo provecho a Internet y, su experiencia, influirá de forma positiva tanto en su formación como en su vida laboral. La llamada brecha digital no sólo separa países pobres de países ricos, sino también marca y divide la sociedad entre individuos que pueden y que no pueden acceder a la información y a la cultura. El futuro, como ha comentado alguna vez Nicholas Negroponte, será digital o no será.

La evolución de Internet ha derivado hacia una web más participativa, más colaborativa, más social. Estamos pues inmersos en una Sociedad Red, donde la tecnología por sí misma no hace posible que los ciudadanos puedan desarrollar las capacidades necesarias para afrontar este cambio. No debemos confundir las facilidades tecnológicas que nos brindan las TIC con las habilidades necesarias para acceder a ellas y aprovecharlas de manera eficaz. La clave se encuentra en no centrarse en un aprendizaje puramente tecnológico de procedimientos y fomentar planes de formación que permitan aprender nuevas capacidades y competencias: tecnología para el desarrollo.

La Sociedad de la Información está sometida a un proceso continuo de cambio y evolución impulsado por el desarrollo tecnológico. Estas transformaciones plantean nuevos retos para los agentes políticos, sociales y económicos. Cabe destacar que no existe una misma respuesta para todos, es necesario profundizar en el contexto social para poder encontrar la mejor solución que se adapte a cada problema. Una de las principales barreras que tienen las sociedades para su desarrollo es el analfabetismo. Hoy en día éste también se vuelve digital. Estamos ante un nuevo concepto que puede definirse como el nivel de desconocimiento de las nuevas tecnologías que impide que las personas puedan acceder a sus beneficios. Esta claro que, la revolución de las nuevas tecnologías, ha mejorado muchos aspectos de nuestras vidas, pero también ha nacido una nueva forma de exclusión: la digital.

El dominio de las tecnologías de la información debe considerarse como una herramienta para que las personas puedan mejorar sus condiciones de vida. No obstante, el dominio de las TIC se esta convirtiendo en un importante elemento de inclusión o de exclusión social. Existe un riesgo claro de que se produzcan nuevas desigualdades o se acentúen las ya existentes. Conceptos como e-inclusión o e-

Jaume Vila Rosashttp://jvrsbox.blogspot.com/

exclusión (Digital Divide) empiezan a ser utilizados en los discursos de los responsables de programas de incorporación de las TIC en la sociedad. Según Graham Attwell, experto británico en e-learning: “Estamos frente a dos problemas: la exclusión digital y el analfabetismo digital, y ambos cobran cada vez más importancia”. Por este motivo, las políticas de desarrollo deben centrar sus esfuerzos en el desarrollo de las competencias digitales en todos los grupos sociales que les permita usar, de esta manera, estas tecnologías de forma eficiente.

Ante esta situación, el principal desafío es el que plantea Federico Mayor Zaragoza: “¿Cómo podemos integrar a los marginados de las autopistas de la información? La solución del problema no es fácil. El concepto de brecha digital no sólo hace referencia a la conectividad, es un tema más amplio que se percibe como una desigualdad en el acceso a la información y a la educación mediante las nuevas tecnologías. Estamos ante una cuestión político-social donde no es suficiente ofrecer un acceso a las tecnologías, hace falta crear planes de alfabetización digital a largo plazo centrados en el desarrollo de habilidades como la lectura en soporte digital, las funcionalidades y usos de las principales aplicaciones, transmisión de buenas prácticas en estos entornos digitales, etc. Sin esta alfabetización las personas del siglo XXI no podrán dedicarse plenamente a actividades laborales ni desarrollarán habilidades sociales necesarias para participar en este nuevo entorno social. El “Digital Divide” que se está produciendo ya no es el de las clases desfavorecidas con dificultades en el acceso a la Internet. La e-exclusión se situará en el que se denominan las élites desconectadas. En estos momentos el problema ya no es tecnológico sino más bien social, donde estás o no estás conectado.

La alfabetización digital se presenta como la principal solución y forma parte de un marco más amplio de la alfabetización general. En este contexto, el e-learning tiene mucho que aportar. Este sistema formativo requiere determinadas habilidades y competencias en el uso de las TIC para que el usuario pueda beneficiarse de todas sus potencialidades. Entre estas competencias destacan dos:

La competencia digital. La competencia “aprender a aprender”.

La primera es definida por la el Parlamento Europeo como "el uso seguro y crítico de las tecnologías de la sociedad de la información (TSI) para el trabajo, ocio y la comunicación. Se sustenta en las competencias básicas en materia de TSI: el uso de ordenadores para obtener, evaluar, almacenar, producir, presentar e intercambiar información, y comunicarse y participar en redes de colaboración a través de Internet. Por otro lado, enseñar a “aprender a aprender” supone saber iniciarse en el aprendizaje y ser capaz de continuar aprendiendo con eficacia y autonomía. En definitiva, tener control y gestionar las propias capacidades y conocimientos.

Como vemos, para hacer frente a la revolución digital no sólo se necesita un ordenador y un acceso a Internet. La clave está en saber utilizarlo y en la capacidad del usuario de comprender la información que puede encontrar en la Red y convertirla en conocimiento. Los ordenadores e Internet se vuelven cada vez más importantes para el

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aprendizaje. Los sistema de educación a distancia a través de Internet todavía no están presentes en muchos sectores pero, en la era digital, las formas de estudiar cambian a un ritmo muy rápido. Ante esta situación, existen varias estrategias para establecer cuáles son las mejores prácticas en el uso del e-learning para la inclusión social y digital. Éstas pueden resumirse en:

combinar la enseñanza de las TIC con otros conocimientos no digitales; comunicar con los grupos diana; establecer sistemas de enseñanza entre iguales; crear entornos informales; recurrir a profesorado que muestre afinidad con los estudiantes.

Como se ha comentado estamos en la Sociedad Red donde se están produciendo un conjunto de transformaciones sociales y, también, educativas. El acceso a la información y al conocimiento se ha convertido en una herramienta importante para que los países y grupos sociales evolucionen a mejores niveles de desarrollo. Por sus implicaciones, la brecha digital afecta al desarrollo económico, social y político. Para combatir este problema no es suficiente crear sofisticados sistemas para acceder a la Sociedad de la Información. Los obstáculos a vencer no están limitados en las infraestructuras tecnológicas y de telecomunicaciones sino también en los planes formativos. Hoy en día, la mayoría de competencias digitales se adquieren en la educación informal fuera de horas lectivas. Los tiempos han cambiado y es necesario que se empiece a integrar las TIC en todo el sistema educativo. Las actividades de aprendizaje deben utilizar las TIC como pieza clave en la formación de las competencias ciudadanas.

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