REFLEXIONES JUNTO A LAFUENTE TAZA

FOTOS QUE CABREAN, II PARTE

Comienzo estas reflexiones con dos fotos. Una entrañable, nos muestra un PozoAlcón de un día cualquiera de los años cuarenta, o quizá de los cincuenta; el paseo,el Ayuntamiento y, sobresaliendo sobre todos los edificios, la torre de la Iglesia, quetodavía se erguía orgullosa. Orgullosade haber visto pasar tantasgeneraciones de poceños… cuántosbautizos, cuántas bodas, cuántasNovenas a la Virgen de los Doloresy… cuántos entierros. Y, cuántoesfuerzo y dificultades para aquellospaisanos de la primera mitad del S.XVII, que decidieron embarcarse en laaventura de su construcción; más detrescientos años de Historiaasistiendo al devenir de este pueblo, dan mucho de sí. Pero, llegó la Dictadura, ladel General Franco y, a comienzos de los cuarenta, las “fuerzas vivas del pueblo”,decidieron que había que suprimir los contrafuertes que daban solidez a los murosa fin de “ganar espacio “ para el paseo. Evidentemente, los muros se debilitaron y,supuestamente, soportaron mal dos posteriores “temblores de tierra” de maneraque, de nuevo, “los mismos” llegaron a la conclusión del “inminente peligro” querepresentaba el edificio, dado su mal estado de conservación y, yo me pregunto,¿por qué no pensaron en la “inminente necesidad” de rehabilitarlo? Ahora,tendríamos un edificio, el único, con cierto valor arquitectónico y, sobre todo, conun valor sentimental incalculable.

La segunda foto, año 1965, penosa, triste, cabreante… nos ofrece la demolición dela Iglesia, la caída de la torre envuelta en una nube de polvo, ante la presencia de

quienes vieron que, con aquellos escombros se ibanmuchos recuerdos y muchos sentimientos de sus vidas.Me cuentan que no fue tarea fácil; hubo que emplearvarios “barrenos” para acabar con aquellos tanaparentemente, débiles cimientos, que no soportaríanuna lógica y estudiada rehabilitación . “Agua pasada, nomueve molino”, o sí… sigamos el hilo de la narración.

En el solar resultante, se levantó una casa para el Párroco y, unnuevo Templo: insulso, sin gracia, sin estilo, a imagen de una navede un polígono industrial cualquiera… y que, desde su construcciónestaba pidiendo a gritos una actuación para adecuarla, de formadigna, al fin al que estabadestinada; en su estadooriginal permaneció alrededorde treinta años, pero en elcamino hubo que proceder a lasustitución de la cubierta…cosas de las obras bien

hechas. La construcción se llevó a cabo,principalmente, con nuestras aportaciones,unas veces voluntarias y otras, imponiendouna curiosa “cuota de peonadas”.

Y llegó el nuevo siglo y con él la decisión de abordar la “adecuación estéticadefinitiva” de la nave almacén. Se elaboró unproyecto que, dentro de las posibilidades queofrecía el local, ha conseguido resultados quesatisfacen a propios y extraños. Mi preguntaes… ¿si estamos satisfechos, para quecambiar nada? ¿para qué modificar la estéticade la fachada, que está integrada en unespacio que ya nos resulta familiar y quetiene cierta personalidad? Si se cierran losarcos de la fachada Sur, dejaremos sin luznatural las vidrieras existentes y le

quitaremos parte de la gracia al interior del Templo, aunque los cerramientos seanotras vidrieras… y todo esto ¿para qué? ¿para conseguir un nuevo espacio queutilizarán los distintos grupos parroquiales, catequistas, por ejemplo? Si este es elargumento para justificar la obra, desde mi punto de vista, carece de rigor. La CasaParroquial dispone de tres salones: uno en la parte baja (con separadores quepermiten el uso simultáneo de tres grupos) y dos en la primera planta concapacidad para más de veinte personas. Si se utilizan de cuatro a siete de la tarde,durante los cinco días a la semana, sepueden atender a más de quincegrupos; otra cosa es que la atenciónhaya que prestarla a todos el mismodía y a la misma hora, o que haya queconvertir uno de los salones de arribaen una cochera… resulta paradójicoque, cuando se cierran aulas en elColegio de Infantil y Primaria y en elInstituto, sean precisos más espaciosen la Parroquia…

Todo lo dicho hasta aquí es de dominio público. Esta reflexión, pretende ser algomás que un desahogo inútil; aspira a que los responsables del proyecto paren yvuelvan a plantearse la bondad y la necesidad del mismo, a pesar de que cuentecon el beneplácito de las “fuerzas vivas” y la bendición del Obispado, propietariodel edificio que nos ocupa… aunque solo sea porque nosotros, lo poceños, en losúltimos cincuenta años, no hemos hecho otra cosa que poner dinero para lasdistintas remodelaciones y, según parece, las que nos esperan.

Estamos a tiempo de desechar esta idea que no conduce a ninguna parte, que esinnecesaria, que ocasionará gastos y esfuerzos inútiles, … que se podríandedicar a la climatización del Templo, para mitigar los rigores del inviernoy del verano… seguro que todos lo agradeceríamos. Al final, será lo que tengaque ser… Doctores tiene la Iglesia.

Pozo Alcón, a mediados de Noviembre de 2017

Francisco Quiñones Martínez