quiensehacomidomiqueso

6
1 ¿Quién se ha comido mi Queso? 1. ALGO MÁS QUE UN CUENTO El psicólogo y doctor en medicina Spencer Johnson ha publicado en 1998 un libro de enorme éxito (en castellano lleva más de 20 ediciones), cuyo título es “¿Quién se ha llevado mi queso?” 1 ; el libro, de fácil lectura aunque premioso en su exposición, gira en torno a una parábola, cuyo argumento simplificado es el siguiente: Cuatro ratones, dos muy intuitivos, Fisgón y Escurridizo, y otros dos más cerebrales, Nostálgico y Emprendedor, vivían en un laberinto. Cada mañana se ponían sus zapatillas y recorrían los pasadizos y cámaras buscando el queso de cada día. Fisgón y Escurridizo trataban de localizar el alimento mediante ensayo y error. El primero tenía muy buen olfato y eso les facilitaba las cosas. Escurridizo era muy echado para adelante y se movía con agilidad. Memorizaban los lugares vacíos, los callejones sin salida para descubrir el queso y evitar esfuerzos inútiles. Nostálgico y Emprendedor utilizaban más la cabeza que el instinto. Acababan también encontrando lo que buscaban. Al cabo de unos días los cuatro coincidieron en el depósito Q de quesos donde había un amplio surtido de todas las variedades y para todos los gustos; cada ratón seleccionaba el que mejor le iba. Desde aquel día cada uno fijó su rutina. Al principio, los cuatro se levantaban, se calzaban sus zapatillas, acudían al depósito Q para comer a su antojo. Pronto se establecieron algunas diferencias. Mientras Fisgón y Escurridizo seguían madrugando, y al llegar se quitaban las zapatillas y emparejándolas se las colgaban al cuello por si había que salir corriendo, Nostálgico y Emprendedor cada vez se levantaban más tarde, acudían al depósito, se ponían las pantuflas y comían hasta hartarse, convencidos de que la provisión de queso era inagotable. Fisgón y Escurridizo continuaron con su rutina, pero comprobando la evolución de las provisiones de queso. El día que al llegar contemplaron que el queso se había acabado no se asustaron demasiado. Uniendo instinto y acción se pusieron a buscar un queso nuevo; si la situación del queso había cambiado no había más remedio que cambiar de hábitos. No valía la pena perder el tiempo en disquisiciones teóricas; se pusieron a caminar y a buscar en otros lugares hasta que encontraron un depósito de Queso Nuevo. Aquel mismo día, pero un poco más tarde, Nostálgico y Emprendedor comprobaron, también, que el queso había desaparecido. Empezaron a despotricar y deprimirse porque alguien se había llevado su queso. Vivían con la seguridad de que había queso para siempre y ahora sus sueños se venían abajo. Ni ellos se habían dado cuenta, ni nadie les había advertido de que aquello podía pasar. Se quedaron paralizados y acabaron volviendo a su casa hambrientos y desanimados. 1 JONSON, SPENCER: ¿Quién se ha llevado mi queso? Ed. Urano, 2001, 106 p. Los nombres de los ratones han sido traducidos libremente y el argumento levemente simplificado.

Upload: manuel-bedoya-d

Post on 11-Nov-2014

295 views

Category:

Education


0 download

DESCRIPTION

¿Quien se ha comido mi queso?

TRANSCRIPT

Page 1: Quiensehacomidomiqueso

1

¿Quién

se ha comido mi Queso?

1. ALGO MÁS QUE UN CUENTO

El psicólogo y doctor en medicina Spencer Johnson ha publicado en 1998 un libro de

enorme éxito (en castellano lleva más de 20 ediciones), cuyo título es “¿Quién se ha llevado

mi queso?”1; el libro, de fácil lectura aunque premioso en su exposición, gira en torno a una

parábola, cuyo argumento simplificado es el siguiente:

Cuatro ratones, dos muy intuitivos, Fisgón y Escurridizo, y otros dos más cerebrales,

Nostálgico y Emprendedor, vivían en un laberinto. Cada mañana se ponían sus zapatillas y

recorrían los pasadizos y cámaras buscando el queso de cada día.

Fisgón y Escurridizo trataban de localizar el alimento mediante ensayo y error. El

primero tenía muy buen olfato y eso les facilitaba las cosas. Escurridizo era muy echado para

adelante y se movía con agilidad. Memorizaban los lugares vacíos, los callejones sin salida

para descubrir el queso y evitar esfuerzos inútiles.

Nostálgico y Emprendedor utilizaban más la cabeza que el instinto. Acababan también

encontrando lo que buscaban.

Al cabo de unos días los cuatro coincidieron en el depósito Q de quesos donde había

un amplio surtido de todas las variedades y para todos los gustos; cada ratón seleccionaba el

que mejor le iba.

Desde aquel día cada uno fijó su rutina. Al principio, los cuatro se levantaban, se

calzaban sus zapatillas, acudían al depósito Q para comer a su antojo. Pronto se establecieron

algunas diferencias. Mientras Fisgón y Escurridizo seguían madrugando, y al llegar se

quitaban las zapatillas y emparejándolas se las colgaban al cuello por si había que salir

corriendo, Nostálgico y Emprendedor cada vez se levantaban más tarde, acudían al depósito,

se ponían las pantuflas y comían hasta hartarse, convencidos de que la provisión de queso era

inagotable.

Fisgón y Escurridizo continuaron con su rutina, pero comprobando la evolución de las

provisiones de queso. El día que al llegar contemplaron que el queso se había acabado no se

asustaron demasiado. Uniendo instinto y acción se pusieron a buscar un queso nuevo; si la

situación del queso había cambiado no había más remedio que cambiar de hábitos. No valía la

pena perder el tiempo en disquisiciones teóricas; se pusieron a caminar y a buscar en otros

lugares hasta que encontraron un depósito de Queso Nuevo.

Aquel mismo día, pero un poco más tarde, Nostálgico y Emprendedor comprobaron,

también, que el queso había desaparecido. Empezaron a despotricar y deprimirse porque

alguien se había llevado su queso. Vivían con la seguridad de que había queso para siempre y

ahora sus sueños se venían abajo. Ni ellos se habían dado cuenta, ni nadie les había advertido

de que aquello podía pasar. Se quedaron paralizados y acabaron volviendo a su casa

hambrientos y desanimados.

1 JONSON, SPENCER: ¿Quién se ha llevado mi queso? Ed. Urano, 2001, 106 p. Los nombres de los ratones han sido traducidos libremente y el argumento levemente simplificado.

Page 2: Quiensehacomidomiqueso

2

Al día siguiente volvieron al depósito Q pero allí seguía sin haber ninguna provisión.

Pasaron el día discutiendo la situación, analizando las posibles causas, investigando al posible

ladrón. No llegaron a ninguna conclusión. Al comprobar la ausencia de Fisgón y Escurridizo

intuyeron que quizá ellos habían encontrado Queso Nuevo, pero no quisieron arriesgarse a

perderse en el laberinto. Volvieron a casa con las manos vacías. Así repitieron las cosas día

tras día. Fue en vano. Tenían la esperanza de que el queso estuviera escondido cerca.

Golpearon las paredes del depósito Q, pero no hubo suerte.

Durante días, y cada vez más hambrientos, repitieron sus rutinas. Finalmente

Emprendedor comprendió que así no descubrirían nunca queso nuevo. Acabó buscando sus

zapatillas y se dispuso a descubrirlo en algún lugar. Nostálgico prefirió quedarse donde

estaba, alentando la esperanza de que algún día le devolvieran su queso...

2. LA VIDA CONSAGRADA SE HA QUEDADO SIN QUESO

A la vida consagrada le ha ocurrido como a los ratones del cuento. Cuando menos se

esperaba se ha quedado sin queso. Nadie, o muy pocos, se lo barruntaron. Parecía que el

depósito Q era una fuente de recursos inagotables y pocos se dieron cuenta de que el queso

podía acabarse...

Más bien lo contrario. La mayoría de las congregaciones, alentadas por el masivo

afluir de vocaciones, construyeron grandes noviciados y juniorados, ampliaron sus

compromisos apostólicos, abrieron nuevas comunidades en diversos puntos de misión... sin

darse cuenta de que el queso empezaba a enmohecerse y sin percatarse de que un día se podía

acabar.

Pocos se dieron cuenta de que los valores sobre los que se sustenta la vida religiosa, la

pobreza, la castidad y la obediencia, y que, hoy por hoy, son constitutivos de su esencia, son

cada vez menos apreciados por nuestra sociedad, y en particular por los jóvenes que son el

futuro de la misma. Sin olvidar que esos tres valores abarcan la vida entera de la persona, ya

que comprometen tres aspectos importantes de la misma, como son el amor o relación con los

demás, el dinero o relación con las cosas y la libertad o relación consigo mismo, lo cierto es

que las nuevas generaciones tienen otra forma de pensar. La sexualidad no es vista como algo

negativo o peligroso sino como algo indispensable para que una persona se sienta normal y se

realice. La pobreza se hace sinónimo de desgracia o miseria, y no es valorado el amor a la

pobreza o austeridad sino la solidaridad con los pobres. La obediencia se percibe como lo más

opuesto a la libertad y a la responsabilidad propia de todo adulto. El resultado es que los

jóvenes inquietos dan cauces a su compromiso en una ONG o en un voluntariado y los

noviciados se quedan vacíos...

La tendencia es culpar a la juventud de materialismo o falta de fe. Hoy, como siempre,

sigue habiendo jóvenes con una fe profunda y con una generosidad a toda prueba (basta ver el

número de ONGs y voluntarios que existen en nuestro país). Lo único que ocurre es que la

oferta de la vida religiosa no corresponde, por muchas campañas vocacionales, pascuas

juveniles y pegatinas que se hagan, a la sensibilidad de la inmensa mayoría de nuestros

contemporáneos. Al fin y al cabo la vida religiosa nació en el siglo IV en un contexto cultural

muy distinto al nuestro. Pretender que los valores que entonces daban sentido a la vida de los

creyentes sigan siendo hoy los mismos es olvidar que no estamos en una época de cambios

sino en un cambio de época.

Empeñarse en renovar simplemente la fachada, en establecer una simple estrategia de

resistencia con la esperanza de que las cosas cambiarán y haya un nuevo renacer vocacional,

es actuar como Nostálgico y esperar una muerte que tarde o temprano acabará por llegar.

Page 3: Quiensehacomidomiqueso

3

Se trata más bien de otra cosa, de que la vida religiosa sea lo que la Iglesia espera de

ella. Un signo levantado en medio de la Iglesia que invite a todos los demás a vivir

apasionadamente el Evangelio. Este papel que hasta el siglo IV jugaron los mártires, luego lo

asumieron los monjes del desierto y finalmente los religiosos, sigue siendo decididamente

necesario.

“Cuando los grandes ideales, las grandes palabras, los grandes relatos y las

utopías se hunden, arrasados por el huracán de la golbalización, por la

posmodernidad, se hace más apremiante que nunca la presencia, en la

sociedad y en la Iglesia, de personas que digan algo distinto, radicalmente

distinto, de las onsignas que nos dicta a todas horas el pensamiento único, esa

forma de ver la vida que lo ha reducido todo a mercancía, bienestar y

satisfacción plena, sin otro horizonte que la garantía de estar siempre como

estamos. O mejor de lo que estamos, con tal de no salirse de lo establecido,

resignadamente acomodados al sistema que se nos ha impuesto. Desde este

punto de vista, la vida religiosa tendría que ser un grito de protesta, en la

sociedad y en la Iglesia, contra las incontables formas de agresión contra la

vida y la esperanza que se cometen a diario por todas partes” (J.M. Castillo

“La Iglesia que quiso el Concilio”2).

O dicho en pocas palabras: nos guste o no, el queso se ha acabado. Y más que

lamentarlo se trata de soñar con un queso nuevo que quizás sea mejor que el anterior o por lo

menos más acorde con los gustos gastronómicos de las nuevas generaciones. Si la vida

religiosa tiene una función importante que seguir cumpliendo en el seno de la Iglesia y, a la

vez, estamos comprobando que las formas actuales no son válidas para nuestros

contemporáneos, habrá que ser audazmente creativos para buscar un queso nuevo.

3. MANOS A LA OBRA

El desafío es tan grande, la urgencia tan extrema, si no queremos perder los últimos

trenes, el riesgo tan considerable, que ninguna congregación puede tolerarse el desperdiciar la

aportación de ninguno de los ratones de su laberinto particular.

Fray Fisgón tiene mucho que aportar. Aunque sin mucho contenido intelectual, tiene

un especial olfato para intuir el futuro. Es creativo, soñador, imaginativo. Conoce

instintivamente la realidad y es capaz de buscar soluciones a los problemas que se plantean.

Poner sus inquietudes, sus sueños (aunque a veces sean arriesgados y aparentemente

peligrosos) al servicio del grupo puede ayudar mucho a encontrar, desde la fidelidad al

Evangelio, respuestas nuevas para tiempo nuevos.

San Francisco en el fondo fue un Fray Fisgón que al descubrir que el monacato no

daba respuesta evangélica a la burguesía creciente de su época ideó las órdenes mendicantes

como parábolas y profecías de su tiempo. También San Ignacio fue un Fisgón que creó la

Compañía de Jesús, como un cuerpo ágil y disciplinado al servicio de la Reforma de Trento.

El beato Guillermo Chaminade creó a los marianistas sin hábito y casi sin estructuras para

emprender la reevangelización de Francia y recrear comunidades misioneras al servicio de la

Iglesia.

Fray Escurridizo tiene mucho que decir. No es un intelectual sino un hombre de

acción. Los cambios le estimulan a nuevas acciones y métodos. Busca rápidamente

2 CASTILLO, J. MARÍA: La Iglesia que quiso el Concilio. PPC, Madrid, 2001, 142 p.

Page 4: Quiensehacomidomiqueso

4

respuestas a los nuevos problemas. Teresa de Calcuta fue una sor Escurridiza que abandonó

su instituto, dedicado a la educación de las niñas bien de la India, para emprender la urgente

labor de hacer presente el amor de Cristo entre los más pobres.

Quizá el más difícil de incorporar es Fray Nostálgico. Anclado en el pasado, amargado

por los cambios que no comprende, protegido por una crítica ácida de todo lo nuevo,

esperando ingenuamente que la crisis pase para que todo vuelva a ser como antes, parece que

tiene poco que aportar. Marginado del cambio, es peligroso porque puede crear bolsadas de

bilis difíciles de metabolizar. Habrá que oírle respetuosamente, tratarle con cariño, y quizás

aprender de él lo que no se debe hacer.

Desgraciadamente en la Iglesia hay demasiado fray Nostálgico, incluso

congregaciones enteras. No conviene dejarse seducir con el señuelo de que son los únicos que

tienen vocaciones: es pan para hoy, hambre para mañana.

Fray Emprendedor tiene mucho que enseñarnos. Él, cuando desapareció el queso, se

parecía mucho a Fray Nostálgico, pero hizo un proceso, que describe Johnson, que puede

sernos de mucha utilidad.

4. EL PROCESO DE EMPRENDEDOR

El ratón Emprendedor fue escribiendo en las paredes del laberinto una serie de frases

que eran como los jalones de su evolución. Esta es su secuencia:

a) Tener queso te hace feliz.

b) Cuanto más importante es el queso para ti, tanto más deseas conservarlo.

c) Si no cambias te puedes extinguir.

d) ¿Qué harías si no tuvieras miedo?

e) Olfatea el queso con frecuencia para saber cuándo empieza a enmohecerse.

f) El movimiento hacia una nueva dirección te ayuda a encontrar Queso Nuevo.

g) Cuando dejas atrás tus temores, te sientes libre.

h) Imaginarse disfrutando de queso nuevo, antes incluso de encontrarlo, me conduce

hacia él.

i) Cuanto más rápidamente te olvides del Queso Viejo, antes encontrarás el queso nuevo.

j) Las viejas convicciones no te conducen al Queso Nuevo.

k) Al comprender que puedes encontrar queso nuevo y disfrutarlo, cambias el curso que

sigues.

l) Observar pronto los pequeños cambios te ayuda a adaptarte a los grandes cambios por

venir.

m) Moverse con el queso y disfrutarlo.

La metamorfosis que sufrió poco a poco Fray Emprendedor puede ayudarnos en la

nuestra. Él no era un religioso tan creativo como Fray Fisgón, ni tan activo como Fray

Escurridizo: le gustaba pensar las cosas y actuar racionalmente.

Había entrado en su Congregación en tiempos del Concilio. Era un joven generoso,

entregado, con gran experiencia de Dios y enamorado del Evangelio. Fue moldeado en el

noviciado por el Maestro y asumió el orden y la regularidad como un valor. Inició su trabajo

Page 5: Quiensehacomidomiqueso

5

misionero con constancia, entusiasmo y generosidad. Se sentía feliz en la vida religiosa y por

nada del mundo hubiera abandonado su Instituto.

En el postconcilio perdió a muchos de sus compañeros. Conforme pasaban los años

comprobaba que cada vez eran menos religiosos y más viejos. Nadie, o muy pocos, se

incorporaban a su Instituto. Se dio cuenta de que aquel estilo de vida religiosa que había

llevado toda la vida, aunque a él le gustaba y llenaba, no decía nada a los jóvenes que trataba

en su apostolado, aunque eran chicos sanos, generosos y entregados, que dedicaban muchas

horas de su tiempo libre a los marginados. Se convenció de que si su Instituto no cambiaba

acabaría extinguiéndose. Tuvo miedo de, a su edad, tener que empezar cosas nuevas.

Se dio cuenta de que el pasado se extinguía y de que o buscaba una nueva alternativa o

no había futuro. Empezó a imaginar nuevas formas de vivir la entrega a Cristo y a dar,

venciendo el miedo, pequeños pasos en aquella dirección. No todos fueron afortunados, pero

todos le alejaban del viejo modelo y le acercaban al futuro. Cierto día cayó en la cuenta de

que era más seguro buscar formas nuevas que permanecer en un barco que se hundía; las

viejas fórmulas no le ayudaban a encontrar las nuevas.

Le ayudó mucho a seguir caminando el darse cuenta de que había posibilidad de

encontrar una nueva fórmula de ser religioso en el nuevo milenio en fidelidad creativa con su

carisma y empezó a disfrutar del nuevo modelo y a dar pasos en esa dirección. Finalmente

acabó encontrando el queso nuevo y disfrutando de él.

Pero no se quedó ahí. Desde entonces Fray Emprendedor, que había sufrido mucho en

su empeño, que había sido sistemáticamente criticado por Fray Nostálgico, que se había

apoyado en la creatividad de Fray Fisgón y en la actividad de Fray Escurridizo, no se quedó

quieto. Desde aquella época se acostumbró a estar muy pendiente de los pequeños cambios

que se operaban en su entorno, para adaptarse a los grandes cambios que probablemente

estarían por venir. Más aún, aprendió a disfrutar con el cambio, saboreando la aventura del

movimiento y paladeando las situaciones nuevas. Estaba convencido de que sólo así la Iglesia

podría contar con el testimonio de la vida religiosa en el siglo XXII.

5. CONCLUSIÓN.

QUESO NUEVO Y PASTORAL VOCACIONAL

Nuestro trabajo en la pastoral vocacional nos debe situar entonces a la vez en este

discernimiento sobre el queso viejo y sus mohos, y el reto del queso nuevo, su frescura y

atractivo. El Espíritu es el primer impulsor de esta búsqueda, ya que es Él mismo quien a lo

largo de la historia de la Iglesia, ha "creado" esa NOVEDAD del alimento y de los testigos

del mismo.

Si el Espíritu es quien abre caminos de vocación, cada época los suyos, la conclusión

"lógica" (en el lenguaje y gramática del mismo Dios), es que debemos discernir cuál es ese

queso nuevo de este comienzo del siglo XXI, y hacer una pastoral concorde con su búsqueda

y el acompañamiento de los "fisgones", "escurridizos" y "emprendedores". Y enseñar a

discernir y caminar así.

La pastoral vocacional es entonces un instrumento, un ministerio para LO NUEVO que

Dios está preparando y haciendo surgir ya... Como decía "Nuevas vocaciones para una nueva

Europa": "Se impone, en este momento, un razonamiento nuevo sobre la vocación y sobre las

vocaciones, sobre la cultura y sobre la pastoral vocacional. El congreso ha creído percibir

una cierta sensibilidad, ya largamente extendida respecto a estos temas, proponiendo, sin

embargo, al mismo tiempo, una "sacudida" adecuada para abrir tiempos nuevos en nuestras

Page 6: Quiensehacomidomiqueso

6

Iglesias" (NVNE nº 13). Y es que, como decía el mismo documento final de aquel congreso

de 1997 se trata de una "pastoral más provocadora que consoladora"... O dicho de otra

manera, ya será bastante consuelo, haber provocado reacciones de búsqueda y acompañado a

esos nuevos testigos de la vocación cristiana de cualquier estado de vida: religiosos/as,

sacerdotes y seglares.

Antonio González Paz, Comunidad marianista