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Primer encuentro: Ver la realidad con los ojos de María

Segundo encuentro: El primer paso es orar

Tercer encuentro: De la oración al servicio

Cuarto encuentro: Caná, escuela para la familia de hoy

Quinto encuentro: La familia, Iglesia doméstica donde

nadie es excluido

Sexto encuentro: Familia y esperanza

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Presentación

Querida familia ecuatoriana:

La venida del Papa Francisco a nuestro país marca sin duda un antes y un después en la historia de nuestra Iglesia ecuatoriana. Fueron días inten- sos y profundamente bellos, llenos de ilusión y esperanza.

El Santo Padre se presentó desde el inicio de su visita como “testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo”; y, ciertamente nos confirmó en la fe y en la esperanza, dejándonos además trazada una extraordinaria ruta de caridad y entrega.

La semilla que el sucesor de Pedro dejó sembrada en nuestra tierra es poderosa. Ahora nos toca a nosotros dar fruto de conversión, fe y solida- ridad, sin caer en la tentación de olvidar pronto el gran don que hemos recibido.

Por esta razón hemos preparado estos encuentros a partir de los diversos momentos de la visita apostólica de su Santidad. Están centrados en la fa- milia, que a su vez, siendo célula básica de la sociedad, sirve como modelo para la vida de la Iglesia, para la educación y para toda la sociedad.

Quiera Dios que escuchando con atención las palabras del Papa, podamos aplicarlas a nuestra vida y así, llenos de confianza en la acción del Espíri- tu Santo, tengamos la confianza de que para el Ecuador, “el mejor de los vinos está por venir”.

Comisión de Magisterio de la Iglesia

CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA

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La familia, corazón de la sociedad

Homilía en el Parque Samanes

Guayaquil, 6 de julio de 2015

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1. Saludo

Ver la realidad con los ojos

de María

ueridas familias: después de la venida del Papa Francisco, llenos como estamos de agradecimiento a Dios por la oportunidad de tan grande visita, queremos que las palabras y gestos del Santo Padre caigan en tie- rra buena y den fruto. Por esa razón vamos a reflexionar con atención los mensajes que el sucesor de Pedro pronunció cuando estuvo aquí en nuestra tierra.

Comenzaremos con seis temas sobre la familia, tomados de la homilía pronunciada por el Papa en el Parque Samanes el 7 de julio de 2015. El día de hoy revisaremos la primera parte a la que hemos llamado: Ver la realidad con los ojos de María.

2. Oración inicial

Padre Dios, la visita de tu servidor, el Papa Francisco, ha fortalecido en nuestros corazones la alegría de ser cristianos, discípulos misioneros de tu Hijo Jesucristo e hijos de su Iglesia, nuestra Madre. Como frutos de esta visita te rogamos que nuestras familias sean verdaderas iglesias domésticas, bendecidas y fortalecidas por el sacramento del matrimonio; nuestras comunidades cristianas encuentren nuevo vigor en el testimonio gozoso del Evangelio; nuestras parroquias sean verdaderos lugares de encuentro y de servicio a los pobres e indefensos; nuestras Iglesias particulares sean signos de comunión y fraternidad. Así formaremos la gran familia de tus hijos, Padre que con el Hijo y el Espíritu Santo vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén Santa María, Estrella de la Evangelización, ruega por nosotros.

3. De la Palabra de Dios

Y, como faltó vino, la madre de Jesús le dijo: — No tienen vino (Jn 2,3)

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4. El mensaje del Papa

l pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar es el primer signo portentoso que se realiza en la narración del Evangelio de Juan. La pre- ocupación de María, convertida en súplica a Jesús: «No tienen vino» —Le dijo— y la referencia a «la hora» se comprenderá después, en los relatos de la Pasión.

Y está bien que sea así, porque eso nos permite ver el afán de Jesús por enseñar, acompañar, sanar y alegrar desde ese clamor de su madre: «No tienen vino». Las bodas de Caná se repiten con cada generación, con cada familia, con cada uno de nosotros y nuestros intentos por hacer que nuestro corazón logre asentarse en amores duraderos, en amores fecundos, en amores alegres. Demos un lugar a María, «la madre» como lo dice el evangelista. Y hagamos con ella ahora el itinerario de Caná. María está atenta, está atenta en esas bodas ya comenzadas, es solícita a las necesidades de los novios. No se ensimisma, no se enfrasca en su mun- do, su amor la hace «ser hacia» los otros. Tampoco busca a las amigas para comentar lo que está pasando y criticar la mala preparación de las bodas. Y como está atenta, con su discreción, se da cuenta de que falta el vino. El vino es signo de alegría, de amor, de abundancia. Cuántos de nuestros adolescentes y jóvenes perciben que en sus casas hace rato que ya no hay de ese vino. Cuánta mujer sola y entristecida se pregunta cuándo el amor se fue, cuándo el amor se escurrió de su vida. Cuántos ancianos se sien- ten dejados fuera de la fiesta de sus familias, arrinconados y ya sin beber del amor cotidiano, de sus hijos, de sus nietos, de sus bisnietos. También la carencia de ese vino puede ser el efecto de la falta de trabajo, de las enfermedades, situaciones problemáticas que nuestras familias en todo el mundo atraviesan. María no es una madre «reclamadora», tampoco es una suegra que vigila para solazarse de nuestras impericias, de nuestros errores o desatenciones. ¡María, simplemente, es madre!: Ahí está, aten- ta y solícita. Es lindo escuchar esto: ¡María es madre! ¿Se animan a de- cirlo todos juntos conmigo? Vamos: ¡María es madre! Otra vez: ¡María es madre! Otra vez: ¡María es madre!

Para reflexionar Juan llama a María “la madre de Jesús”. ¿Qué me dice este

modo sencillo pero profundo de llamarla? ¿Cómo es la actitud de María frente a las necesidades de la

familia?

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5. Profundicemos

La familia recurso insustituible de la sociedad La familia sigue siendo hoy, y será siempre, el pilar fundamental e irre- nunciable de la vida social. En efecto, en ella conviven múltiples diferen- cias, mediante las cuales se estrechan relaciones, se crece confrontándo- se y acogiéndose mutuamente entre generaciones. Precisamente de este modo la familia representa un valor fundante y un recurso insustituible para el desarrollo armónico de toda sociedad humana, según afirma el Concilio: «La familia es una escuela de humanidad más rica [...] es el fun- damento de la sociedad» (GS, 52). En las relaciones familiares, conyuga- les, filiales y fraternas todos los miembros de la familia establecen víncu- los fuertes y gratuitos, con concordia y respeto recíproco, que permiten superar los riesgos del aislamiento y de la soledad. (Tomado del Istrumentum Laboris para la XIV Asamblea General Ordina- ria del Sínodo de los Obispos, n 11)

6. Oremos

Oremos a Dios, presentándole nuestras peticiones por nuestras familias y por todas las familias del Ecuador y el mundo.

R. Escucha Señor nuestra oración

Por la Iglesia, para que a ejemplo de María pueda salir al encuen- tro de las dificultades y desafíos de las familias. Roguemos al Se- ñor.

Por nuestros gobernantes, para que puedan promover leyes jus- tas que defiendan y amparen los derechos fundamentales de la familia. Roguemos al Señor.

Por los jóvenes, especialmente por los novios, para que conscien- tes de los problemas y amenazas a la familia puedan prepararse

Para dialogar Como María sepamos leer con atención nuestra realidad ¿En

qué situaciones “falta el vino” en nuestras familias ecuatoria- nas? ¿Cuáles son los principales desafíos de la familia en nues- tro medio?

Ante las necesidades de los demás, especialmente en mi fa- milia ¿logro ser atento y solidario como María, o me contento con criticar el problema sin ser parte de la solución?

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con madurez y esperanza a la vocación familiar . Roguemos al Se- ñor

Por los esposos, para que acogiendo el vino nuevo de Jesús, pue- dan ser signo vivo del amor de Cristo por la Iglesia. Roguemos al Señor.

Por las parejas en situaciones difíciles, para que con la ayuda del Espíritu Santo puedan recorrer un camino gradual de fe y recon- ciliación. Roguemos al Señor.

Padre amado, concede a nuestras familias que imitando las virtudes de la Sagrada Familia de Nazaret, puedan vivir con alegría tu designio original sobre la vida y la familia. Por Jesucristo nuestro Señor.

7. Oración a la Virgen María

Virgen María, Madre de Dios, escogida por Dios para darme a su Hijo y mostrarme el verdadero camino, atiende amorosa mi humilde oración. Enséñame a amar, como lo hiciste tú, para vivir en paz y con serenidad; enséñame a esforzarme, como tú Madre, para cumplir las metas señaladas por Dios. Enséñame a entregarme, y ser para los demás las manos de Dios; enséñame a vivir con respeto a los hermanos ya que en ellos está la persona de Jesús. Enséñame a orar para mantener el contacto con tu Hijo Divino; enséñame a descubrir y cumplir la voluntad de Dios, ser feliz y llegar a mi plenitud. Enséñame, en fin, a ser buena persona para estar contigo María, con Jesús, con el Espíritu Santo y con mi Padre Dios en la eternidad. Amén

Foto: Cortesía de diario El Telégrafo

Comisión de Magisterio de la Iglesia

CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA

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El primer paso es orar

1. Saludo

Queridas familias: Después de ver la realidad con los ojos de María, ahora nos preguntamos con el Papa Francisco qué es lo primero que hay que ha- cer para dar atender a los problemas de las familias de nuestro medio. Y la respuesta que da el Santo Padre siguiendo a María es sencilla y poderosa: el primer paso es orar.

2. Oración inicial

Padre Dios, la visita de tu servidor, el Papa Francisco, ha fortalecido en nuestros corazones la alegría de ser cristianos, discípulos misioneros de tu Hijo Jesucristo e hijos de su Iglesia, nuestra Madre. Como frutos de esta visita te rogamos que nuestras familias sean verdaderas iglesias domésticas, bendecidas y fortalecidas por el sacramento del matrimonio; nuestras comunidades cristianas encuentren nuevo vigor en el testimonio gozoso del Evangelio; nuestras parroquias sean verdaderos lugares de encuentro y de servicio a los pobres e indefensos; nuestras Iglesias particulares sean signos de comunión y fraternidad. Así formaremos la gran familia de tus hijos, Padre que con el Hijo y el Espíritu Santo vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén Santa María, Estrella de la Evangelización, ruega por nosotros.

3. De la Palabra de Dios

Y, como faltó vino, la madre de Jesús le dijo: — No tienen vino (Jn 2,3)

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4. El mensaje del Papa

ero María, en ese momento que se percata que falta el vino, acude con confianza a Jesús: esto significa que María reza. Va a Jesús, reza. No

va al mayordomo; directamente le presenta la dificultad de los esposos a su Hijo. La respuesta que recibe parece desalentadora: «¿Y qué podemos hacer tú y yo? Todavía no ha llegado mi hora» (Jn 2,4). Pero, entre tanto, ya ha dejado el problema en las manos de Dios. Su apuro por las necesi- dades de los demás apresura la «hora» de Jesús. Y María es parte de esa hora, desde el pesebre a la cruz. Ella que supo «transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura» (Evangelii gaudium, 286) y nos recibió como hijos cuando una espada le atravesaba el corazón. Ella nos enseña a dejar nuestras familias en manos de Dios; nos enseña a rezar, encendiendo la esperanza que nos indica que nuestras preocupaciones también son preocupaciones de Dios. Y rezar siempre nos saca del perímetro de nuestros desvelos, nos hace trascender lo que nos duele, lo que nos agita o lo que nos falta a nosotros mismos y nos ayuda a ponernos en la piel de los otros, a ponernos en sus zapatos. La familia es una escuela donde la oración también nos recuerda que hay un nosotros, que hay un prójimo cercano, patente: que vive bajo el mismo techo, que comparte la vida y está necesitado.

Para reflexionar ¿Me dirijo con confianza a Jesús cuando me doy cuenta de las

dificultades? ¿Comienzo por la oración todos los retos de mi vida y mi fami-

lia?

Para dialogar María nos enseña la prioridad de la oración: ¿creo de verdad

que no es posible resolver los grandes problemas de la familia y de mi familia en general sin acudir a la oración?

En mi oración, ¿me preocupo sólo de mis cosas o sé poner de- lante de Jesús las necesidades de los demás?

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5. Profundicemos

La mirada fija en Jesús y la pedagogía divina en la historia de la sal- vación

A fin de «verificar nuestro paso en el terreno de los desafíos contempo- ráneos, la condición decisiva es mantener la mirada fija en Jesucristo, de- tenerse en la contemplación y en la adoración de su rostro [...]. En efecto, cada vez que volvemos a la fuente de la experiencia cristiana se abren ca- minos nuevos y posibilidades inesperadas» (Papa Francisco, Discurso del 4 de octubre de 2014). Jesús miró a las mujeres y a los hombres con los que se encontró con amor y ternura, acompañando sus pasos con verdad, paciencia y misericordia, al anunciar las exigencias del Reino de Dios.

(Tomado del Istrumentum Laboris para la XIV Asamblea General Ordina- ria del Sínodo de los Obispos, n 11)

6. Oremos

Oremos a Dios, presentándole nuestras peticiones por nuestras familias y por todas las familias del Ecuador y el mundo.

R. Escucha Señor nuestra oración

Por la Iglesia, para que a ejemplo de María pueda ser maestra de oración para todos. Roguemos al Señor.

Para que nuestras familias sean auténticas escuelas de oración donde los más pequeños aprenden a dirigirse a Dios con confian- za filial. Roguemos al Señor.

Por los religiosos de vida contemplativa, para que sean siempre fieles a su misión de orar incesantemente por todos, especialmen- te por las familias. Roguemos al Señor

Por quienes han perdido el gusto por la oración, para que a ejem- plo de María, puedan volver al recogimiento interior necesario para acoger la Palabra de Dios. Roguemos al Señor.

Por todos nosotros, para que en la oración podamos discernir la voluntad de Dios y la pongamos en práctica sin vacilar. Roguemos al Señor.

Padre amado, concede a nuestras familias vivir siempre en oración a ejemplo de nuestra Madre María por cuya intercesión nos llegó el vino mejor. Por Jesucristo nuestro Señor.

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7. Oración a la Virgen María

Virgen María, Madre de Dios, escogida por Dios para darme a su Hijo y mostrarme el verdadero camino, atiende amorosa mi humilde oración. Enséñame a amar, como lo hiciste tú, para vivir en paz y con serenidad; enséñame a esforzarme, como tú Madre, para cumplir las metas señaladas por Dios. Enséñame a entregarme, y ser para los demás las manos de Dios; enséñame a vivir con respeto a los hermanos ya que en ellos está la persona de Jesús. Enséñame a orar para mantener el contacto con tu Hijo Divino; enséñame a descubrir y cumplir la voluntad de Dios, ser feliz y llegar a mi plenitud. Enséñame, en fin, a ser buena persona para estar contigo María, con Jesús, con el Espíritu Santo y con mi Padre Dios en la eternidad. Amén

Comisión de Magisterio de la Iglesia CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA

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De la oración al servicio

1. Saludo

En este tercer encuentro queremos pasar como María de la oración a la acción. Escuchemos atentamente las palabras del Papa para aprender a servir a los demás, con generosidad y alegría, sin excluir a nadie de nues- tra entrega y caridad.

2. Oración inicial

Padre Dios, la visita de tu servidor, el Papa Francisco, ha fortalecido en nuestros corazones la alegría de ser cristianos, discípulos misioneros de tu Hijo Jesucristo e hijos de su Iglesia, nuestra Madre. Como frutos de esta visita te rogamos que nuestras familias sean verdaderas iglesias domésticas, bendecidas y fortalecidas por el sacramento del matrimonio; nuestras comunidades cristianas encuentren nuevo vigor en el testimonio gozoso del Evangelio; nuestras parroquias sean verdaderos lugares de encuentro y de servicio a los pobres e indefensos; nuestras Iglesias particulares sean signos de comunión y fraternidad. Así formaremos la gran familia de tus hijos, Padre que con el Hijo y el Espíritu Santo vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén Santa María, Estrella de la Evangelización, ruega por nosotros.

3. De la Palabra de Dios

Dijo su madre a los servidores: “Hagan lo que Él les diga”. (Jn 2,5)

Para reflexionar ¿Me siento como un servidor de la familia a disposición de Je-

sús? ¿Estoy dispuesto a escuchar el plan de Jesús sobre la familia y

hacer no mi voluntad sino la suya?

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4. El mensaje del Papa

finalmente, María actúa. Las palabras «Hagan lo que Él les diga» (v. 5), dirigidas a los que servían, son una invitación también a nosotros, a

ponernos a disposición de Jesús, que vino a servir y no a ser servido. El servicio es el criterio del verdadero amor. El que ama sirve, se pone al ser- vicio de los demás. Y esto se aprende especialmente en la familia, donde nos hacemos por amor servidores unos de otros. En el seno de la familia, nadie es descartado; todos valen lo mismo.

Me acuerdo que una vez a mi mamá le preguntaron a cuál de sus cinco hijos —nosotros somos cinco hermanos— a cuál de sus cinco hijos quería más. Y ella dijo [muestra la mano]: como los dedos, si me pinchan éste me duele lo mismo que si me pinchan éste. Una madre quiere a sus hijos como son. Y en una familia los hermanos se quieren como son. Nadie es descartado.

5. Profundicemos

La familia sujeto de la pastoral

La Iglesia debe infundir en las familias un sentido de pertenencia eclesial, un sentido del “nosotros” en el cual ningún miembro es olvidado. Hay que alentar a todos a desarrollar sus capacidades y a realizar el proyecto de la propia vida al servicio del Reino de Dios. Cada familia, insertada en el con- texto eclesial, ha de redescubrir el gozo de la comunión con otras familias para servir al bien común de la sociedad, promoviendo una política, una economía y una cultura al servicio de la familia, usando también las redes sociales y los medios de comunicación. Sería bueno crear pequeñas comunidades de familias como testigos vi- vos de los valores evangélicos. Sería necesario preparar, formar y respon- sabilizar a algunas familias que puedan acompañar a otras a vivir cris-

Para dialogar ¿Me pongo al servicio de Jesús para hacer lo que Él me pide y

así poder ser servidor de mi familia y de las familias en el Ecuador?

Tomando como modelo la familia, donde nadie es descartado, ¿logro servir a todos, sin excluir a nadie por el motivo que sea?

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tianamente. Asimismo hay que recordar y alentar a las familias que se muestran dispuestas a vivir la misión “ad gentes”. Por último, se señala la importancia de que exista una conexión entre la pastoral juvenil y la pastoral familiar.

(Tomado del Istrumentum Laboris para la XIV Asamblea General Ordina- ria del Sínodo de los Obispos, n 72)

6. Oremos

Oremos a Dios, presentándole nuestras peticiones por nuestras familias y por todas las familias del Ecuador y el mundo.

R. Escucha Señor nuestra oración

Por la Iglesia, para que pueda ponerse al servicio de la familia a ejemplo de Jesús que no vino a ser servido sino a servir. Rogue- mos al Señor.

Por nuestros legisladores, para que puedan promover leyes justas que estén al servicio de la familia y no de las ideologías de turno. Roguemos al Señor.

Por los esposos, para que puedan estar siempre al servicio de la vida . Roguemos al Señor

Por los más pobres de nuestro país, para que por nuestra responsabilidad y solidaridad, nadie quede descartado o excluido del tejido social. Roguemos al Señor.

Por nosotros, para que a ejemplo de María estemos siempre dispuestos a salir de nosotros mismos para servir a los demás. Roguemos al Señor.

Padre bondadoso, que por amor nuestro en- viaste a tu Hijo Jesús, concédenos como Él ponernos incesantemente al servicio de los demás para poder experimentar la dulce alegría de la caridad sincera. Por Jesucristo nuestro Señor.

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7. Oración a la Virgen María

Virgen María, Madre de Dios, escogida por Dios para darme a su Hijo y mostrarme el verdadero camino, atiende amorosa mi humilde oración. Enséñame a amar, como lo hiciste tú, para vivir en paz y con serenidad; enséñame a esforzarme, como tú Madre, para cumplir las metas señaladas por Dios. Enséñame a entregarme, y ser para los demás las manos de Dios; enséñame a vivir con respeto a los hermanos ya que en ellos está la persona de Jesús. Enséñame a orar para mantener el contacto con tu Hijo Divino; enséñame a descubrir y cumplir la voluntad de Dios, ser feliz y llegar a mi plenitud. Enséñame, en fin, a ser buena persona para estar contigo María, con Jesús, con el Espíritu Santo y con mi Padre Dios en la eternidad. Amén

Comisión de Magisterio de la Iglesia

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Caná, escuela para la familia de hoy

1. Saludo

Hemos llegado a nuestro cuarto encuentro sobre la familia a la luz del mensaje del Papa Francisco en Ecuador. El Santo Padre nos explicará hoy cuál es el papel de la familia en la sociedad y su rol insustituible. Acojamos su mensaje con atención.

2. Oración inicial

Padre Dios, la visita de tu servidor, el Papa Francisco, ha fortalecido en nuestros corazones la alegría de ser cristianos, discípulos misioneros de tu Hijo Jesucristo e hijos de su Iglesia, nuestra Madre. Como frutos de esta visita te rogamos que nuestras familias sean verdaderas iglesias domésticas, bendecidas y fortalecidas por el sacramento del matrimonio; nuestras comunidades cristianas encuentren nuevo vigor en el testimonio gozoso del Evangelio; nuestras parroquias sean verdaderos lugares de encuentro y de servicio a los pobres e indefensos; nuestras Iglesias particulares sean signos de comunión y fraternidad. Así formaremos la gran familia de tus hijos, Padre que con el Hijo y el Espíritu Santo vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén Santa María, Estrella de la Evangelización, ruega por nosotros.

3. De la Palabra de Dios

Mujeres: respeten a sus maridos, como conviene en el Señor. Maridos: amen a sus mujeres y no sean duros con ellas. Hijos: obedezcan en todo a sus padres, pues esto es agradable al Señor. Padres: no se excedan al reprender a sus hijos, no sea que se desanimen. (Col 3,18–21)

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4. El mensaje del Papa

llí en la familia «se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir “gra- cias” como expresión de una sentida valoración de las cosas que reci-

bimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y allí se aprende también a pedir perdón cuando hacemos algún daño, cuando nos peleamos. Porque en toda familia hay peleas. El problema es después, pedir perdón. Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea» (Enc. Laudato si’, 213). La familia es el hospital más cercano, cuando uno está enfermo lo cuidan ahí, mientras se puede. La familia es la primera escuela de los niños, es el grupo de referencia imprescindible para los jóvenes, es el mejor asi- lo para los ancianos. La familia constituye la gran «riqueza social», que otras instituciones no pueden sustituir, que debe ser ayudada y potencia- da, para no perder nunca el justo sentido de los servicios que la sociedad presta a sus ciudadanos. En efecto, estos servicios que la sociedad presta a los ciudadanos no son una forma de limosna, sino una verdadera «deu- da social» respecto a la institución familiar, que es la base y la que tanto aporta al bien común de todos.

Para reflexionar Pablo nos presenta los deberes de cada uno de los miembros

de la familia: ¿Cómo aporta a la sociedad una familia en la que cada miembro está al servicio de los demás?

Inspirado en el texto que hemos leído: ¿Qué debo cambiar yo para poder vencer mi egoísmo y servir mejor a mi familia?

Para dialogar ¿Cuáles son los tres gestos que

pide el Papa para mejorar las relaciones en familia? ¿Cómo podemos ponerlos en práctica en nuestra vida concreta?

En el segundo párrafo, el Papa enumera algunas caracterís- ticas propias de la familia que sirven grandemente a la socie- dad: ¿Cuáles son? ¿Cómo las vivo y como las puedo mejorar en mi propia familia?

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C

5. Profundicemos

La familia y su aporte a la vida social

onsiderando que la familia es «la célula primera y vital de la sociedad», esta debe redescubrir su vocación a sostener la vida social en todos

sus aspectos. Es indispensable que las familias, agrupándose, encuentren modalidades para interaccionar con las instituciones políticas, económi-

cas y culturales, a fin de edificar una sociedad más justa. La colaboración con las instituciones públicas no siempre resulta fácil en todos los contextos. De hecho, el concepto de familia de muchas institu- ciones no coincide con el cristiano o con su sentido natural. Los fieles viven en contacto con modelos antropológicos diversos, que a menudo influyen y modifican radicalmente su modo de pensar. Las asociaciones familiares y los movimientos católicos deberían trabajar de modo conjunto, a fin de atraer la atención de las instituciones sociales y políticas sobre los problemas reales de la familia y denunciar las prácti- cas que comprometen su estabilidad. (Tomado del Istrumentum Laboris para la XIV Asamblea General Ordina- ria del Sínodo de los Obispos, n 91)

6. Oremos

Oremos a Dios, presentándole nuestras peticiones por nuestras familias y por todas las familias del Ecuador y el mundo.

R. Escucha Señor nuestra oración

Por nuestras familias, para que viviendo los gestos concretos de pedir permiso, dar gracias y pedir perdón, puedan mejorar su vida cotidiana y así ser fermento de una sociedad mejor. Rogue- mos al Señor.

Por los enfermos, para que la familia pueda ser “el primer hospi- tal” donde son acogidos y atendidos con amor. Roguemos al Señor.

Para que nuestras familias sean “la primera escuela” donde los niños se forman integralmente teniendo a Jesús como único mo- delo. Roguemos al Señor

Por nuestros mayores, para que sus familias sean el mejor “asilo” donde puedan ser cuidados permitiéndoles compartir su valiosa experiencia con los más pequeños. Roguemos al Señor.

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Para que toda la sociedad civil trabaje incesantemente por reco- nocer y promover la riqueza insustituible de la familia . Roguemos al Señor.

Padre santo, concede a nuestras familias vivir plenamente tu llamada a la santidad para que así puedan ser levadura en la masa de una nueva sociedad. Por Jesucristo nuestro Señor.

7. Oración a la Virgen María

Virgen María, Madre de Dios, escogida por Dios para darme a su Hijo y mostrarme el verdadero camino, atiende amorosa mi humilde oración. Enséñame a amar, como lo hiciste tú, para vivir en paz y con serenidad; enséñame a esforzarme, como tú Madre, para cumplir las metas señaladas por Dios. Enséñame a entregarme, y ser para los demás las manos de Dios; enséñame a vivir con respeto a los hermanos ya que en ellos está la persona de Jesús. Enséñame a orar para mantener el contacto con tu Hijo Divino; enséñame a descubrir y cumplir la voluntad de Dios, ser feliz y llegar a mi plenitud. Enséñame, en fin, a ser buena persona para estar contigo María, con Jesús, con el Espíritu Santo y con mi Padre Dios en la eternidad. Amén

Comisión de Magisterio de la Iglesia CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA

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1. Saludo

La familia, Iglesia doméstica donde nadie es excluido

Bienvenidos a este quinto encuentro familiar para profundizar en el men- saje del Santo Padre. El día de hoy reflexionaremos en la familia como escuela de fe, como primera Iglesia en la que se aprende la fe de la manera más viva y natural. Acojamos con respeto y cariño el mensaje del Papa Francisco.

2. Oración inicial

Padre Dios, la visita de tu servidor, el Papa Francisco, ha fortalecido en nuestros corazones la alegría de ser cristianos, discípulos misioneros de tu Hijo Jesucristo e hijos de su Iglesia, nuestra Madre. Como frutos de esta visita te rogamos que nuestras familias sean verdaderas iglesias domésticas, bendecidas y fortalecidas por el sacramento del matrimonio; nuestras comunidades cristianas encuentren nuevo vigor en el testimonio gozoso del Evangelio; nuestras parroquias sean verdaderos lugares de encuentro y de servicio a los pobres e indefensos; nuestras Iglesias particulares sean signos de comunión y fraternidad. Así formaremos la gran familia de tus hijos, Padre que con el Hijo y el Espíritu Santo vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén Santa María, Estrella de la Evangelización, ruega por nosotros.

3. De la Palabra de Dios

Me viene a la memoria tu fe sincera, que arraigó primero en tu abuela Loide y en tu madre Eunice, y estoy seguro de que también en ti. Por esta razón, te recuerdo que tienes que reavivar el don de Dios que recibiste por la imposición de mis manos, porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino de fortaleza, caridad y templanza. (2 Tm 1,5–7)

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4. El mensaje del Papa

a familia también forma una pequeña Iglesia, la llamamos «Iglesia do- méstica», que, junto con la vida, encauza la ternura y la misericordia

divina. En la familia la fe se mezcla con la leche materna: experimentando el amor de los padres se siente más cercano el amor de Dios. Y en la familia —de esto todos somos testigos— los milagros se hacen con lo que hay, con lo que somos, con lo que uno tiene a mano… y muchas veces no es el ideal, no es lo que soñamos, ni lo que «debería ser». Hay un detalle que nos tiene que hacer pensar: el vino nuevo, ese vino tan bueno que dice el mayordomo en las bodas de Caná, nace de las tinajas de puri- ficación, es decir, del lugar donde todos habían dejado su pecado… Nace de lo ‘peorcito’ porque «donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Rom 5,20). Y en la familia de cada uno de nosotros y en la familia común que formamos todos, nada se descarta, nada es inútil. Poco antes de co- menzar el Año Jubilar de la Misericordia, la Iglesia celebrará el Sínodo Ordinario dedicado a las familias, para madurar un verdadero discerni- miento espiritual y encontrar soluciones y ayudas concretas a las muchas dificultades e importantes desafíos que la familia hoy debe afrontar. Los invito a intensificar su oración por esta intención, para que aun aquello que nos parezca impuro, como el agua de las tinajas nos escandalice o nos espante, Dios —haciéndolo pasar por su «hora»— lo pueda transformar en milagro. La familia hoy necesita de este milagro.

Para reflexionar ¿De dónde viene la fe de Timoteo? ¿Qué importancia tiene la familia en la transmisión de la fe?

Para dialogar ¿Valoramos lo suficiente nuestras familias como Iglesias do-

mésticas o pensamos que el deber de transmitir la fe le com- pete sólo a los “expertos” (sacerdotes, religiosas, catequistas, etc)?

¿Sabemos como Jesús aprovechar los recursos que tenemos a nuestro alcance para mejorar nuestra vida de familia o espe- ramos para comenzar nuestra lucha situaciones ideales que probablemente nunca llegarán?

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5. Profundicemos

La dimensión misionera de la familia

la luz de las enseñanzas conciliares y magisteriales sucesivas, se su- giere profundizar en la dimensión misionera de la familia como Igle-

sia doméstica, arraigada en el sacramento del Bautismo y que realiza des- empeñando el propio servicio ministerial en la comunidad cristiana. La familia es por naturaleza misionera y acrece su fe dándola a los demás. Para emprender recorridos de valorización del papel misionero que les ha sido confiado, es urgente que las familias cristianas redescubran la lla- mada a dar testimonio del Evangelio con la vida sin esconder aquello en lo que creen. El hecho mismo de vivir la comunión familiar es una forma de anuncio misionero. Desde este punto de vista, es necesario promover la familia como sujeto de la acción pastoral mediante algunas formas de testimonio, entre las cuales: la solidaridad con los pobres, la apertura a la diversidad de las personas, la custodia de la creación, el compromiso por la promoción del bien común a partir del territorio en el cual la familia vive. (Tomado del Istrumentum Laboris para la XIV Asamblea General Ordina- ria del Sínodo de los Obispos, n 48)

6. Oremos

Oremos a Dios, presentándole nuestras peticiones por nuestras familias y por todas las familias del Ecuador y el mundo.

R. Escucha Señor nuestra oración

Por la Iglesia, para que viviendo la caridad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo pueda ser modelo de amor para todas las familias. Roguemos al Señor.

Por nuestras familias, para que puedan ser auténticas iglesias do- mésticas donde la fe se viva con naturalidad e intensidad. Rogue- mos al Señor.

Para que en nuestras familias nadie quede excluido y todos poda- mos ser transformados por Jesús en el vino mejor. Roguemos al Señor

Para que por la oración incesante el Señor conceda a nuestras fa- milias el gran milagro de la fidelidad al plan de Dios. Roguemos al Señor.

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Por las parejas en situaciones difíciles, para que con la ayuda del Espíritu Santo puedan recorrer un camino gradual de fe y recon- ciliación. Roguemos al Señor.

Padre amado, concede a nuestras familias por la acción de tu Espíritu con- vertirse en verdaderas Iglesias domésticas desde donde se difunda a todo el mundo el buen olor de Cristo. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

7. Oración a la Virgen María

Virgen María, Madre de Dios, escogida por Dios para darme a su Hijo y mostrarme el verdadero camino, atiende amorosa mi humilde oración. Enséñame a amar, como lo hiciste tú, para vivir en paz y con serenidad; enséñame a esforzarme, como tú Madre, para cumplir las metas señaladas por Dios. Enséñame a entregarme, y ser para los demás las manos de Dios; enséñame a vivir con respeto a los hermanos ya que en ellos está la persona de Jesús. Enséñame a orar para mantener el contacto con tu Hijo Divino; enséñame a descubrir y cumplir la voluntad de Dios, ser feliz y llegar a mi plenitud. Enséñame, en fin, a ser buena persona para estar contigo María, con Jesús, con el Espíritu Santo y con mi Padre Dios en la eternidad. Amén

Comisión de Magisterio de la Iglesia

CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA

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Familia y esperanza

1. Saludo

Queridas familias: la visita del Papa Francisco nos ha llenado de esperan- zas a pesar de las múltiples dificultades que la vocación familiar debe en- frentar. Hoy analizaremos la última parte de la homilía del Papa sobre las familias. Dejémonos llenar de ilusión y esperanza, conscientes de que más allá de todos los problemas y dificultades, el vino mejor está por venir.

2. Oración inicial

Padre Dios, la visita de tu servidor, el Papa Francisco, ha fortalecido en nuestros corazones la alegría de ser cristianos, discípulos misioneros de tu Hijo Jesucristo e hijos de su Iglesia, nuestra Madre. Como frutos de esta visita te rogamos que nuestras familias sean verdaderas iglesias domésticas, bendecidas y fortalecidas por el sacramento del matrimonio; nuestras comunidades cristianas encuentren nuevo vigor en el testimonio gozoso del Evangelio; nuestras parroquias sean verdaderos lugares de encuentro y de servicio a los pobres e indefensos; nuestras Iglesias particulares sean signos de comunión y fraternidad. Así formaremos la gran familia de tus hijos, Padre que con el Hijo y el Espíritu Santo vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén Santa María, Estrella de la Evangelización, ruega por nosotros.

3. De la Palabra de Dios

Cuando el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber de dón- de provenía -aunque los sirvientes que sacaron el agua lo sabían- llamó al esposo y le dijo: Todos sirven primero el mejor vino, y cuando ya han bebido bien, el peor; tú, al contrario, has reservado el mejor vino hasta ahora. Así, en Caná de Galilea hizo Jesús el primero de los signos con el que manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. (Jn 2,9–11)

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4. El mensaje del Papa

toda esta historia comenzó porque «no tenían vino», y todo se pudo hacer porque una mujer –la Virgen– estuvo atenta, supo poner en ma-

nos de Dios sus preocupaciones, y actuó con sensatez y coraje. Pero hay un detalle, no es menor el dato final: gustaron el mejor de los vinos. Y esa es la buena noticia: el mejor de los vinos está por ser tomado, lo más lin- do, lo más profundo y lo más bello para la familia está por venir. Está por venir el tiempo donde gustamos el amor cotidiano, donde nuestros hijos redescubren el espacio que compartimos, y los mayores están presentes en el gozo de cada día. El mejor de los vinos está en esperanza, está por

venir para cada persona que se arriesga al amor. Y en la familia hay que arriesgarse al amor, hay que arriesgarse a amar. Y el mejor de los vinos

está por venir, aunque todas las variables y estadísticas digan lo contrario. El mejor vino está por venir en aquellos que hoy ven derrumbarse todo. Murmúrenlo hasta creérselo: el mejor vino está por venir. Murmúrenselo cada uno en su corazón: el mejor vino está por venir. Y susúrrenselo a los desesperados o a los desamorados: Tened paciencia, tened esperanza, haced como María, rezad, actuad, abrid el corazón, porque el mejor de los vinos va a venir. Dios siempre se acerca a las periferias de los que se han quedado sin vino, los que sólo tienen para beber desalientos; Jesús siente debilidad por derrochar el mejor de los vinos con aquellos a los que por una u otra razón, ya sienten que se les han roto todas las tinajas. Como María nos invita, hagamos «lo que el Señor nos diga». Hagan lo que Él les diga. Y agradezcamos que en este nuestro tiempo y nuestra hora, el vino nue- vo, el mejor, nos haga recuperar el gozo de la fami- lia, el gozo de vivir en familia. Que así sea.

Para reflexionar Jesús deja el mejor vino para el final: ¿Nos damos cuenta de

que no podemos perder la esperanza cuando parece que falta el vino para la familia?

Como el mayordomo, ¿me dejo sorprender por el poder de Dios que es capaz de cambiar la pobreza del agua en el mejor de los vinos?

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5. Profundicemos

En Dios siempre hay esperanza

Un lugar primero y esencial de aprendizaje de la esperanza es la oración. Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no pue- do hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesi- dad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar–, Él puede ayudarme. Si me veo relegado a la extrema soledad...; el que reza nunca está totalmente solo. De sus trece años de prisión, nueve de los cuales en aislamiento, el inolvidable Cardenal Nguyen Van Thuan nos ha dejado un precioso opúsculo: Oraciones de esperanza. Durante trece años en la cárcel, en una situación de desesperación aparentemente total, la escucha de Dios, el poder hablarle, fue para él una fuerza creciente de esperanza, que después de su liberación le permitió ser para los hombres de todo el mundo un testigo de la esperanza, esa gran esperanza que no se apaga ni siquiera en las noches de la soledad. (Tomado de la encíclica de SS. Benedicto XVI Spe Salvi, n 32)

6. Oremos

Oremos a Dios, presentándole nuestras peticiones por nuestras familias y por todas las familias del Ecuador y el mundo.

R. Escucha Señor nuestra oración

Por la Iglesia, para que pueda alentar a la esperanza a todos sus hijos, especialmente a las familias. Roguemos al Señor.

Por los que sufren, para que nunca pierdan la esperanza en la Pro- videncia divina que no nos abandona jamás. Roguemos al Señor.

Para dialogar ¿Nos creemos que por la acción de Dios lo mejor está por ve-

nir, que hay esperanza para la familia? ¿O nos dejamos llevar por el pesimismo estéril que se encierra en los problemas y el dolor?

¿Nos atrevemos a arriesgarnos al amor para que pueda llegar el mejor de los vinos?

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Por los jóvenes, para que llenos de esperanza puedan arriesgarse al amor verdadero que nos lleva al vino mejor . Roguemos al Señor

Por los esposos, para que puedan mantener siempre firme la con- fianza en Dios aún en medio de las dificultades. Roguemos al Se- ñor.

Por nuestro país, para que alentado por la esperanza cristiana pueda abrirse a la acción de Dios, único garante del verdadero progreso, de la justicia y de la paz. Roguemos al Señor.

Padre providente, Tú que nos has preparado un destino glorioso en tu rei- no, ayúdanos a trabajar incesantemente por construir un mundo mejor, manteniendo nuestros ojos fijos en la eternidad dichosa. Por Jesucristo nuestro Señor.

7. Oración a la Virgen María

Virgen María, Madre de Dios, escogida por Dios para darme a su Hijo y mostrarme el verdadero camino, atiende amorosa mi humilde oración. Enséñame a amar, como lo hiciste tú, para vivir en paz y con serenidad; enséñame a esforzarme, como tú Madre, para cumplir las metas señaladas por Dios. Enséñame a entregarme, y ser para los demás las manos de Dios; enséñame a vivir con respeto a los hermanos ya que en ellos está la persona de Jesús. Enséñame a orar para mantener el contacto con tu Hijo Divino; enséñame a descubrir y cumplir la voluntad de Dios, ser feliz y llegar a mi plenitud. Enséñame, en fin, a ser buena persona para estar contigo María, con Jesús, con el Espíritu Santo y con mi Padre Dios en la eternidad. Amén.

Comisión de Magisterio de la Iglesia

CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA