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  • 8/12/2019 Presupuestos Participativos como un ejemplo de decisin y gestin compartida del Patrimonio Cultural entre instituciones pblicas y ciudadana

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    Treballs dArqueologia, 2012, nm. 18, p. 99-123 99

    1. Antgona Procesos Participativos. C/ Cea Bermdez, 14, 3 3. 28003 Madrid. [email protected]

    Gestin del patrimonio cultural y participacinciudadana. Presupuestos participativos como ejemplo

    de decisin y gestin compartida del patrimoniocultural entre instituciones pblicas y ciudadana

    Pablo Pao Yez1

    Recibido: 08-02-2012Aceptado: 05-05-2012

    Resumen

    En el marco de un encuentro que pone la atencin en el vnculo entre el patrimonio cultural y lasociedad civil nos parece significativo tratar de rastrear qu relacin existe y puede desarrollarseentre los programas y mecanismos de participacin ciudadana implementados desde institucio-nes pblicas y la atencin al patrimonio histrico-cultural. Algunos ejemplos a exponer como lademanda que mediante propuestas especficas han hecho ciudadanos en procesos de presupues-tos participativos (PP) (u otros programas de participacin) sobre cuestiones relacionadas con elpatrimonio cultural local de sus propios municipios, nos da ejemplos de cmo esa inquietudexiste en sectores ciudadanos y a la vez de cmo poder potenciar ese vnculo y abrir espacios quepermitan a la ciudadana opinar, informarse y, orientada por especialistas cuando corresponda,incluso decidir sobre su gestin. Ello contribuye a que el tema de la gestin del patrimonio seconvierta en un tema que llegue en mayor medida a la calle y la ciudadana, y que esta pase atener un papel activo ante el tratamiento y los usos que se le pueden dar como una parte funda-mental del capital con que cuenta la comunidad.

    La exposicinaborda en primer lugar y de forma muy breve una contextualizacin sobre eltema de los mecanismos de participacin ciudadana, as como de las metodologas participati-vas de investigacin y accin (MP) como apuesta para implementarla, a continuacin la vincu-lacin que podran tener con la decisin y gestin sobre el patrimonio, para finalmente exponerejemplos concretos en algunas localidades de diferentes pases del mundo, aunque especialmen-

    te del Estado espaol, donde en procesos de presupuesto participativo han surgido y se han tra-tado demandas de este tipo por parte de la ciudadana.

    Palabras clave: participacin ciudadana; democracia participativa; metodologas participativasde investigacin y accin; presupuestos participativos; cogestin de servicios pblicos.

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    Pablo Pao Yez Gestin del patrimonio cultural y participacin ciudadana

    Resum. Gesti del patrimoni cultural i participaci ciutadana. Pressupostos participatius coma exemple de decisi i gesti compartida del patrimoni cultural entre institucions pbliques iciutadania

    En el marc dunes jornades que sinteressen pel vincle entre el patrimoni cultural i la societat civilens sembla significatiu intentar rastrejar quina relaci hi ha i es pot desenvolupar entre els programesi mecanismes de participaci ciutadana i latenci al patrimoni cultural. Alguns exemples a expo-sar com la demanda que mitjanant propostes especfiques han fet els ciutadans en processos depressupostos participatius sobre qestions relacionades amb el patrimoni cultural local dels seuspropis municipis, ens dna exemples de com aquesta inquietud existeix en sectors ciutadans ialhora de com poder potenciar aquest vincle i obrir espais que permetin a la ciutadania opinar, infor-mar-se i, orientada per especialistes, decidir sobre la seva gesti.

    Lexposici sinicia amb una contextualitzaci breu sobre el tema dels mecanismes de par-ticipaci ciutadana, la vinculaci que podrien tenir amb la decisi i gesti sobre el patrimoni, perfinalment exposar exemples concrets en algunes localitats de lEstat espanyol en qu en proces-

    sos de pressupostos participatius han aparegut demandes daquest tipus per part de la ciutada-nia.

    Paraules clau: participaci ciutadana; democrcia participativa; metodologies participatives din-vestigaci i acci; pressupostos participatius; cogesti de serveis pblics.

    Abstract. Cultural heritage management and community participation. Participatory budgetsas an example of decision and cultural heritage shared management between public institu-tions and citizenship.

    Within the framework of a meeting comprising the link between cultural heritage and civilsociety, we will tend to track which relationship exists and can be developed between programs

    and community participation mechanisms implemented by public institutions and the atten-tion to historical-cultural heritage. Citizens specific proposals on demanding participatorybudget processes (or different participation programs) related to local cultural heritage issues ontheir own municipalities exemplify the extant concern within civic sectors, as well as a willingof fostering this link and citizen opportunities to opine, to enquire and, when appropriate and spe-cialist-oriented, to take management decisions. This fact contributes that heritage managementbecome a discussion point for citizenship, while providing society an active role in the heritagetreatment and application as a fundamental part of a community capital.

    We will briefly tackle the topic of community participation mechanisms as well as the actionand research participative methodologies that can be implemented. Afterwards, we will deal withthe possible links with heritage decision and management and finally, we will present some exam-ples worldwide, although mainly Spanish, where this kind of demands of participatory budget haveemerged.Keywords: community participation; participatory democracy; action and research participa-tory methodologie; participatory budgets; co-management of public services.

    PAOYEZ, Pablo. Gestin del patrimonio cultural y participacin ciudadana. Presupuestosparticipativos como ejemplo de decisin y gestin compartida del patrimonio cultural entreinstituciones pblicas y ciudadana. Treballs dArqueologia, 2012, nm. 18, p. 99-123.

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    1. La participacin ciudadanaen las polticas pblicas

    Por lejos que se est de la dinmica coti-diana de las instituciones y las polticaspblicas, haciendo una breve valoracincasi cualquier ciudadano llegara a la con-clusin de que especialmente en la ltimadcada el tema de la participacin ciu-dadana se menciona, anuncia, escuchamuchsimo ms que en dcadas pasadas.Se trata prcticamente de un conceptonuevo que se ha puesto de moda y que

    ha significado la implementacin bajo suttulo genrico de muy diferentes prcti-cas en trminos de programas, polticase iniciativas puntuales, todas caracteriza-das por un intento de vinculacin de losciudadanos a cuestiones que antes cor-respondan exclusivamente a las institu-ciones.

    Teniendo en cuenta la dosis de ries-go que tiene que un tipo de programa o

    temtica se ponga de moda (precisa-mente por el hecho de que tambin puededejar de estarlo) y en busca de una fun-damentacin ms slida y permanente dela participacin como uno de los moto-res de la poltica de cara a su renovacin,nos identificamos con un concepto departicipacin ciudadana que pone el nfa-sis en la ideas fuerza de: apertura de espa-cios ciudadanos para la decisin en el mbi-

    to pblico y orientados a que avancen haciala co-responsabilidad entre polticos-tcni-cos y ciudadanos a la hora de gestionar losmbitos colectivos.

    Si se piensa en profundidad en losaspectos relacionados con la participa-cin pueden dar muchas posibilidades yamplitud para operar; en ese sentido estllena de potencialidades. Por una parte,los campos temticos en los que se puedeprofundizar en el mbito pblico son

    realmente mltiples (salud, educacin,infancia, medioambiente, ocio, urbanis-mo, cultura, deporte, residuos, patrimo-

    nio, gestin pblica, etc.). Por otra, si setrata de prcticas serias, se pueden orga-nizar procesos participativos que puedenimplicar a una gran cantidad de ciuda-danos muy diversos en sus perfiles res-pecto a la pluralidad de opiniones, eda-des, sexo, localizacin y procedencia juntoa las otras muy diversas identidades quelos individuos manifiestan y que convi-ven en las ciudades y municipios.

    Se trata, por ello, de un mbito espe-cialmente transversal que, en la medidaque haya una voluntad poltica sosteni-da para llevarlo adelante, muestra unapotencialidad que puede ofrecer cambiosrealmente significativos a la hora de ges-tionar de una forma diferente los mbi-tos pblicos de la realidad social. Sinembargo, la gente dedicada a este campodebate ampliamente sobre los lmites a

    los que puede llegar el mbito de la par-ticipacin ciudadana, pues, junto consus grandes potencialidades democrati-zadoras, se sabe de las dificultades queofrece poner a participar y decidir (ade-ms de la posibilidad de gestionar) amiles o millones de personas de unaforma que d garantas democrticas yorganizativas que nos acerquen realmentea mejoras en ella.

    An pese a este tema de los lmites,cabe resaltar que si en trminos generalesse ha dado una profusin de la participa-cin ciudadana, ello tiene que ver en granmedida con el planteamiento, la mayorade veces, de lograr expandir la democra-tizacin de las sociedades. Desde los sec-tores ms progresistas, muchas veces ins-pirados y apoyados por el silencio de unsector creciente de la ciudadana (Casto-riadis 2002), existe cada vez ms consen-

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    so en que el modelo de democracia repre-sentativa actual que impera en el planeta esla mnima expresin de esa poderosa her-

    ramienta que es la democracia que, sinduda, podra ir mucho ms all de eseacercamiento puntual cada cierto nme-ro de aos a las urnas para elegir repre-sentantes en quienes se delega la toma dedecisiones (Castoriadis 1999). Se analizanfenmenos en crecimiento como la de-safeccin poltica, el ascenso del absten-cionismo, la progresiva cada de la con-fianza de la ciudadana respecto a los

    partidos polticos y sus lderes, la vertica-lidad en la toma de decisiones en los orga-nismos pblicos y la sociedad en general,entre otros, y se confirma el importantedescrdito que la democracia representa-tiva con las diferentes patologas que mani-fiesta (corrupcin, instrumentalizacin,concentracin de poder, sumisin a losgrandes poderes econmicos y otras) estteniendo para un sector creciente de la ciu-

    dadana.En esa direccin, aunque con dife-rentes gradaciones especialmente en lasdos ltimas dcadas, se comenzaron ahabilitar en el interior de las administra-ciones pblicas mecanismos formales dela denominada democracia participativaque permitieran, mediante la vinculacinreal y relevante de ciudadanos al mundo

    pblico, arrojar mayores dosis de trans-parencia, consenso, igualdad, descon-centracin del poder, cogestin, fiscali-

    zacin a la hora de gestionar aquellosrecursos pblicos que, nunca est de msrecordar, pertenecen a todos los ciuda-danos, ya que de una u otra manera todosellos aportan mediante contribuciones asu recaudacin. Y se debe sealar tam-bin que el afn de estas diversas prcti-cas de democracia participativa a travsde la participacin ciudadana no solo hansurgido y se han traducido en mejoras en

    esa democratizacin de la gestin, sinoque en la medida que se han llevado conrigurosidad han demostrado tambin unaimportante capacidad de modernizacindel estado mediante una mayor eficien-cia y eficacia en esa gestin de los recur-sospblicos.

    Entrando en mayor detalle sobre lasprcticas de la participacin ciudadana,en la actualidad en el Estado espaol,

    extensible al resto de Europa y Amrica,nos encontramos una importante diversi-dad en sus formas, mecanismos, temti-cas, alcances y objetivos. Una panormi-ca global que nos pueda orientar sobre losactuales mecanismos de participacin ciu-dadana y su evolucin sera la siguiente(Tabla 1):

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    Tipo de mecanismo Mecanismo

    Revistas, propaganda, documentos oficiales, bandosMecanismos Oficina de atencin ciudadanainformativos Web oficial de la institucin

    EncuestasTradicionales Consejos consultivos

    Web interactivaPlanificacin urbana

    Mecanismos Referndumsconsultivos Innovadores Paneles ciudadanos

    Jurados ciudadanosTeledemocracia InternetConferencias de consenso

    Deliberativos Encuestas deliberativasPlanes estratgicos participados o comunitarios de barrio

    Mecanismos Cogestin de servicios municipalesde participacin activa Implicativos Presupuestos participativos

    Junto con anunciarnos algunos de losprincipales mecanismos, esta clasificacinnos ordena a grandes rasgos la progresin

    de la participacin ciudadana institucio-nal desde modelos tradicionales caracte-rizados por su unidireccionalidad (de lainstitucin a la ciudadana sin retorno dela opinin o posibilidad de intervencinde esta) hasta otros intermedios quedenominamos como de consulta, parallegar a lo que seran las expresiones msavanzadas en los que denominamos comode participacin activa. A su vez, en elinterior de estos ltimos dos grandes blo-ques encontramos tipologas segn suforma de operar o el aspecto dondeponen el nfasis. Entre los consultivoscaracterizados porque la comunidad esconsultada pero no toma decisiones vin-culantes, hallamos los ms tradicionalesrespecto a otros ms actuales que danmayores grados de opinin respecto a esasconsultas. Respecto a los de implicacinactiva (y aunque ambos tipos puedan

    contener los dos aspectos), existe un dife-rente nfasis entre aquellos que acentansu bsqueda mediante que se d un pro-

    ceso importante de debate y construccincolectiva a la hora de elaborar alternati-vas ciudadanas o tomar decisiones antelas problemticas planteadas, y aquellosque lo que buscan en mayor medida enel papel activo, implicado y sostenido dela ciudadana, incluso en la gestin de losprocesos que se abren y que varan segntemticas (Subirats 2006).

    Junto a esta diversidad resulta inter-esante determinar algunos horizontessobre hacia dnde debe avanzar. Comocasi todo y tambin en polticas pblicas,los resultados e impactos de estas van adepender fundamentalmente de la formaen que se realicen y si los objetivos apun-tan en mayor o menor medida a unatransformacin social. En el siguienteesquema se pueden apreciar algunos requi-sitos para que hablemos de una partici-pacin que realmente tenga efectos signi-

    Tabla 1. Una panormica global que nos pueda orientar sobre los actuales mecanismos de participacinciudadana y su evolucin sera la siguiente.

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    Tabla 2. En el siguiente esquema se pueden apreciar algunos requisitos para que hablemos de una par-ticipacin que realmente tenga efectos significativos sobre la sociedad que la practica.

    ficativos sobre la sociedad que la prctica(Tabla 2), en cuanto a aspectos funda-mentales como son: quines pueden ydeben participar, los temas que se tratan,las formas de la participacin y, especial-mente, el impacto y consecuencias de esaparticipacin (Font et al. 2000).

    Organizar los procesos de una u otra

    manera ofrece un amplio panorama queconvierte estos mecanismos en cada apli-cacin particular a un territorio y comu-nidad en una expresin especfica. Enprimer lugar, la apuesta sobre la partici-pacin nos dar mayores o menores gra-dos de pluralidad e inclusin a la horade encontrar a los interlocutores ciuda-danos que opinen y decidan sobre latemtica o problemtica en cuestin. Elsegundo campo, junto con el tema quepuede ser muy diverso, nos llevar espe-cialmente a si se logra que los ciudada-nos participen sobre cuestiones ms omenos relevantes de la vida pblica; cabesealar cmo, muchas veces, sus opinio-nes de por qu se animan o no a partici-par en programas de participacin tieneque ver absolutamente con si sienten quelo que all se trata es importante para suvida cotidiana y merece el esfuerzo de

    tiempo y atencin que los resultados delas instituciones les ofrecen. El tercerotendr que ver con lograr mecanismosms o menos certeros, transparentes, biendotados tcnica y materialmente, regu-lados, democrticos, fiscalizados, etc. Yfinalmente se valora si dicho proceso real-mente tiene consecuencias significativas

    en su entorno aportando a un cambiodemocrtico real de la vida pblica.En la medida en que este tipo de plan-

    teamientos se tengan en cuenta de formarigurosa, estaremos acercndonos a pro-cesos relevantes donde la opinin y deci-sin de los ciudadanos sea tenida en cuen-ta en la gestin de los espacios pblicosque constituyen la esencia de la convi-vencia y vida social.

    2. Las metodologas participativascomo mtodo para lograrcorresponsabilizar a ciudadanae instituciones

    2.1 Una breve introduccin conceptual

    Tras el primer punto de carcter temti-co, parece necesario diferenciar sobre los

    mbito de la participacin Aspiraciones

    La participacin debe ser lo ms amplia y representativa posibleQuin participa del conjunto de la poblacin; debe buscar la pluralidad socia

    La participacin debe cubrir cuestiones polticas relevantesSobre qu se participa sobre las cuales los ciudadanos han de poder influir

    La participacin ha de contar con el soporte poltico, social y tcnico,los medios suficientes para garantizar la informacin, deliberacin, y

    Cmo se participa expresin libre y posibilidad de fiscalizacin por parte de los participantes

    La participacin ha de significar influencia real de los ciudadanos sobreConsecuencias las decisiones pblicas y ha de favorecer una cultura poltica participativadel proceso participativo en ciudadana, polticos y tcnicos

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    mltiples conceptos que se barajan en estembito de la participacin ciudadana ysus posibilidades de ponerla en prctica.

    Bsicamente debemos hacer una dife-renciacin entre cuestiones de mtodo ytcnicas, respecto a los que son propia-mente programas o actuaciones para des-arrollar este mbito de la participacinciudadana.

    Por una parte, como mbito meto-dolgico, las denominadas metodologasparticipativas de investigacin y accin(MP) se plantean como un mtodo que,

    reconocindole un papel a las metodolo-gas cuantitativas, cualitativas y otras fuen-tes y prcticas, con las que adems tratade articularse, pretende ir ms all bajo laidea de conseguir no solo una informa-cin y un producto en torno a ella, sinoms all que eso, construir un procesosocial en torno a los problemas detecta-dos por actores afectados, y donde ellosson parte fundamental de la bsqueda de

    soluciones y su implementacin para lasuperacin de esa situacin. Utilizar paraello innumerables tcnicas concretas apli-cables en diferentes momentos de los pro-cesos segn las necesidades de este y susobjetivos (mapas sociales, diagnsticos,flujogramas, programaciones participati-vas, etc.). Asimismo y como elementofundamental, est acompaada de unaepistemologa que fundamenta y otorga

    los sentidos para los que opera, y quesern brevemente tratados en el siguientesubpunto.

    Por otra y como hemos visto en el pri-mer punto (tabla 1), estaran los diferentesprogramas que en el campo institucional setrabajan desde la participacin ciudada-na. Hablar de referndums, de consejosconsultivos, de jurados ciudadanos es,junto a los dems, los ejemplos concretosde ello.

    Especial mencin requieren para esteartculo los presupuestos participativos. Setrata de un tipo de programa o actuacin

    en el campo de la participacin ciudadanade apenas veinte aos desde su primeraexperiencia en Porto Alegre, Brasil (SouzaSantos 2003). Pese a las mltiples varian-tes, su ncleo principal estara en que otor-garan a la ciudadana un papel (sea deconsulta, sea de decisin) a la hora de defi-nir los usos que se hagan de los recursosde los presupuestos municipales. Median-te mecanismos democrticos regulados, se

    abre a la ciudadana la informacin y posi-bilidad de incidir en qu hacer con losrecursos pblicos que anualmente admi-nistran los ayuntamientos como institu-cin local. Por lo tanto, son bsicamentelos ciudadanos los que proponen en quutilizar una parte de los recursos pblicosdel presupuesto y, mediante un mecanismoregulado y democrtico que se combinacon los estamentos tcnicos que garanti-

    cen la viabilidad, lograran incorporar a laciudadana que decide participar a cues-tiones del mbito pblico relacionados consu entorno.

    Hoy por hoy ya existen experienciasen los cinco continentes, aunque las quealcanzan mayor grado de desarrollo estnentre Amrica Latina y Europa (Allegret-ti y Herzberg 2003). Son mltiples susexperiencias, adems siempre adaptadas a

    los contextos particulares locales de lascomunidades y territorios que los ponenen marcha, pero estn siendo seguidas congran atencin por el importante potencialque en trminos de democratizacin(ampliacin de decisin a toda la ciuda-dana) y eficiencia de la administracinpblica pueden aportar respecto a la admi-nistracin tradicional siempre ms verti-cal, opaca y limitada a los especialistas oencargados tcnicos y polticos. El Estado

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    espaol es el pas europeo con mayornmero de experiencias con adems unaconnotacin mayoritaria diferenciada del

    resto de Europa: la mayor parte de susexperiencias se fundamentan en las pre-misas de la experiencia de Porto Alegreque buscaba a travs de ellos una formainnovadora de ampliar la democracia a laciudadana. En diferentes comunidadesautnomas (especialmente en Andaluca,Catalua y Madrid, adems de otras expe-riencias en el Pas Vasco, ComunidadValenciana, Galicia y otras) se llevan des-

    arrollando desde el ao 2002 con diferentegrado de xito pero como seal clara deesfuerzos para democratizar la vida pbli-ca (Ganuza 2007).

    2.2 Los alcances epistemolgicos de las MPrespecto a la participacin ciudadana

    An sin poder entrar en el detalle tcnicode cmo aplicarlas, s queremos introducir

    un cierto recorrido epistemolgico de losfundamentos de las MP referidos a los pro-cesos participativos, de cara a que se com-prenda en mayor medida el sentido quepersiguen y sus potencialidades (Ganuzaet al. 2010).

    Por una parte, plantea como una desus premisas el paso de lo individual a locolectivo. Necesariamente los procesosparticipativos apuntan en esa direccin

    que va de partir de opiniones individua-les para, en progresivos espacios colecti-vos, terminar en un hacer comn, llegara acuerdos e intervenciones producto deun consenso bsico y una construccinde carcter colectivo. Aunque parezcaevidente en ciertos mbitos que lo socialpara ser transformado pasa por actua-ciones que vinculen al mayor nmero deactores sociales posibles, no lo es menosque existe una importante individuali-

    zacin y fragmentacin social que nopermite que esto acontezca fcilmenteen la vida pblica. Las MP apuntan bsi-

    camente a facilitar y crear esos espaciosde intercambio y actuacin colectiva paraapuntar a cambios sociales. Y como taleslos procesos de los presupuestos partici-pativos que realmente pretendan ser par-ticipativos deben contemplar mecanis-mos y espacios para esa reflexin yconstruccin conjunta. Pero ello no estgarantizado por el hecho de reunir a unnmero importante de gente. Se logra

    solo en la medida en que las prcticas ymtodos contemplen y fomenten ex-plcitamente una prctica de busqueconstruir alternativas (diagnsticos, pro-gramas, actuaciones, propuestas, plani-ficaciones) de forma colectiva entre losafectados.

    En directa relacin aparece el sigu-iente tema que denominamos como elcomponente implicativo que las MP bus-

    can y consideran imprescindible para estetipo de procesos, sean del tipo que sean.Se sustentan en que en la medida que setratan de procesos de reflexin para laaccin, esta se debe dar en base a que almenos una parte de los sectores afectadosparticipen activamente no solo en el dia-gnstico sino tambin en la construccinde las alternativas y su puesta en funcio-namiento. Su sentido pasa por la con-

    cepcin de la realidad social como pro-ducto de las interacciones de todos susagentes entre los cuales, sea cual sea laestructura y grado de poder de estos, losafectados (siempre que existan unas con-diciones mnimas que lo permitan) tie-nen un conocimiento y capacidad deintervenir en ellas y se convierten en pie-zas imprescindibles para cambiar los ele-mentos que colectivamente valoren comoproblemas a resolver.

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    Aplicada a procesos participativos ciu-dadanos, esta idea de la implicacin se tra-duce en cuestiones como la demanda que

    con el planteamiento del proceso la insti-tucin est haciendo a la ciudadana. Deentrada est claro que le pide la implica-cin de participar (sea consultiva o vin-culante) en la definicin del uso de unaparte de los recursos pblicos. Sin embar-go, esa implicacin puede ir mucho msall si los procesos permiten otros mbi-tos en los que sectores ciudadanos asumanpapeles fundamentales para el proceso.

    Llevar de pleno la lgica implicativa a losprocesos participativos pasa por tratar defomentar al mximo (en lo que sera unimportante esfuerzo innovador por partede las instituciones) la idea de que los ciu-dadanos son tambin fundamentales parauna mejor gestin de los recursos pbli-cos. Algo que en algunos municipios setraduce en la idea aplicada de que unamejor gestin pasa por la implicacin no

    solo de los polticos y tcnicos por bienque lo hagan, sino especialmente de losciudadanos con sus aportaciones, ideas,conocimientos y construccin conjunta.Que ellos lo entiendan as y lo practiquenmediante asistir a las asambleas, infor-marse, hacer propuestas, debatir las quesalgan, votar, supervisar la realizacin delas propuestas, exigir el cumplimiento deformas y plazos, etc., es la seal ptima de

    que se trata de procesos participativos queestn trabajando ese elemento implicati-vo que apunta claramente a la activacinciudadana y a convertirlo en un verdade-ro proceso social que trascienda lo pura-mente administrativo, institucional y pro-cedimental.

    Los dos puntos anteriores tienendirectamente que ver con otro pilar de lasMP en su plano epistemolgico que sin-tetizamos como el paso de trabajar para

    la gente a hacerlo con la gente. Si, por unaparte, observbamos en la idea del deba-te y la construccin colectiva un elemen-

    to central para la bsqueda de alternati-vas a problemas comunes, y por otro que,producto de eso mismo, esa actuacinconjunta llegue a la implicacin de losafectados, un aspecto fundamental parair ms all pasa por la actitud de los tc-nicos al respecto. De hecho, podemos afir-mar que estos dos elementos son los quefacilitaron en el interior de las cienciassociales el cambio de visin para romper

    con la lgica experta como dirigente entodo momento de la investigacin y actua-cin social. Ello implicaba pasar a otralgica con una visin sujeto-sujeto (Iba-ez 1997), superando la tradicional suje-to-objeto (de investigacin, beneficiario,cliente), donde los que asumen el papelde tcnicos en la medida que valoran lacentralidad de protagonismo de los sec-tores ciudadanos (adems de los tcnicos

    y polticos), asuman que su papel pasa-ba ya no por dirigir ni obtener informa-cin para un proceso dirigido de arribahacia abajo, sino mucho ms por facilitarlas herramientas a esos actores para cons-truir ese proceso de una forma participa-tiva. Constituye un cambio de lgica fun-damental que apunta a horizontalizarlos roles diferenciados que haya en el inte-rior de cualquier proceso, reconociendo

    las diferencias de funcin pero en ningncaso dndole a unos un papel pasivo deinformantes o receptores de polticascomo en las experiencias tradicionales,sino facilitando su activacin como ciu-dadanos con poder de decisin y actua-cin en el interior de la gestin de lopblico, que es lo que, en definitiva, debeser y es el espacio social.

    Este aspecto, llevado a la realizacinde diferentes tipos de procesos participa-

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    concreta. En la medida que aqu se plan-tea cambiar una situacin social, necesi-tamos convocar a sus afectados y lograr

    de forma conjunta la implantacin decambios en la medida que estos sean valo-rados y construidos por los diferentestipos de actores afectados. Es complica-do imaginar un cambio real sobre cual-quier aspecto que no pase por la accinde ellos. Evidentemente hay algunas, peroque no cuentan con los afectados y seconvierten en decisiones verticales desdecargos de mando y donde los primeros

    no toman parte en la decisin sino sim-plemente son receptores de esta: sea o noacertada y sirva o no para solucionar lasproblemtica. Esto nos hace dudar nosolo por su planteamiento poco demo-crtico y vertical, sino que demasiadasveces nos confirma el hecho de que nocambian la realidad ni la problemticaque queran abordar. Ello nos llevaa dosinterpretaciones posibles: o fallan preci-

    samente por sus dficits democrticos (yconsiguientes excesos tecnocrticos), orealmente no fueron diseados pensandoen una transformacin significativa de esasituacin. La mayora de las veces por unaconfluencia de ambas.

    Nuestra opinin es que su variantetransformadora no se debe buscar, ymenos en las etapas iniciales, tanto en laspropuestas como realmente en la forma

    en que esas decisiones se estn tomando.Lo que realmente se transforma con laintroduccin de un proceso participativopara la decisin de cuestiones pblicas esla cantidad de personas que pueden hacer-lo, que esta forma sea ampliamente demo-crtica, que pueda haber una elaboracincolectiva de esas propuestas y que las ins-tituciones lo permitan como un procedi-miento vlido. Es esa lgica la que, conun grado de evolucin y aportacin de

    todos los agentes a los que afecta, real-mente introduce un cambio radical res-pecto a las formas tradicionales de tomar

    decisiones y definir qu hacer y cmo conel uso de los recursos pblicos. De hechose debe tener en cuenta que el monto delos recursos es bsicamente el mismo,pero, sin embargo, estamos optimizandosu utilizacin en base a la visin plural,as como se permite desarrollar la capaci-dad democratizadora de decidir su uso.No obstante, no se debe ser ingenuo alrespecto: todo ello requerir un impor-

    tante esfuerzo organizativo, una verdade-ra voluntad poltica y ciudadana de llegara acuerdos y construir conjuntamente,cuestiones cuya intensidad exigirn ungrado an mucho mayor de esfuerzos enel sentido amplio. La prctica democr-tica no viene dada, tanto en el mbitopoltico como ciudadano e incluso tcni-co existen grandes dficits histricos res-pecto a su prctica (no se nos ha ense-

    ado a participar ni a ser especialmentedemocrticos en lo colectivo) y en lamedida que por definicin se basa en di-logos y construccin de acuerdos colecti-vos demanda, insistimos, un profundotrabajo para llevarlos a buen puerto.

    La experiencia nos permite decir quees el avance del proceso, precisamente porlos espacios que abre y las lgicas innova-doras que introduce, lo que provoca el sur-

    gimiento de una mayor creatividad social.Ello nos hace destacar de forma especialel gran contenido formativo que un pro-ceso participativo puede significar. Elhecho de introducir unalgica prctica-mente inexistente en la administracinpblica como es la de que los ciudadanospuedan tomar decisiones sobre cuestionespblicas, puede significar, en la medidaque cumpla sus compromisos concretos,un elemento verdaderamente transforma-

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    dor de la actual concepcin y forma dehacer poltica. En ese sentido, se alza comouna prctica concreta y aplicada a objeti-

    vos especficos y comprobables, pero conun profundo contenido de introduccinde lgicas cualitativamente diferentes queestaran cambiando el sentido de las actua-ciones.

    Por todo ello, la ambicin transfor-madora que las MP persiguen en los pro-cesos participativos que guan puede ayu-dar en gran medida a que en los procesosparticipativos esta idea se convierta en

    prioritaria mediante una mejora constan-te del marco democrtico de cmo se reali-za el proceso y que a la vez se traduzca enfacilitar una construccin colectiva trans-formadora de los usos que se pueda dar alos recursos pblicos.

    3. La incidencia sobre la gestindel patrimonio cultural como

    un campo potencialde la participacin ciudadana

    Es importante verificar hasta qu puntose cumple esa premisa de que si la puestaen marcha de proyectos de participacinciudadana es amplia en cuanto a sus tem-ticas y pluralidad de actores sociales quellegan a l. Ello se traduce en la vida socialen una diversificacin de propuestas que

    tienden a incluir temticas hasta hace pocoimpensables de que los ciudadanos inter-vinieran en ellas.

    Entre otros, un ejemplo especialmen-te vlido es el del patrimonio cultural y sugestin. Como tantos otros campos se tratade un mbito especializado en la medidaen que lo gestionan profesionales sobre eltema y que, por lo tanto, en el interior dela administracin pblica es guiado fun-damentalmente por tcnicos y polticos,

    desde roles diferenciados. Sin embargo ytal cual lo hacamos en esos planteamien-tos epistemolgicos de las MP, resulta de

    primer orden reflexionar dnde se sitanlos lmites entre lo que los expertos sobrelos temas deben decidir y en qu mbitosy mediante qu mecanismos la ciudada-na puede tener un espacio relacionadotanto con la proposicin para su uso yconocimiento, as como sobre su gestin(dando por supuesta la de ser informaday formada al respecto). Es absolutamentelgico que ciertos mbitos sean llevados

    por profesionales especializados, pero elloes distinto de que sean el nico sector(junto al poltico y empresarial, por ciertomuchas veces no especializados en estostemas) que puede tomar decisiones al res-pecto. En el pasado y presente, la especia-lizacin del conocimiento muchas vecesha trado de la mano funcionamientos tec-nocrticos de su gestin que han impedi-do tanto la formacin de otros sectores

    ciudadanos en el tema como su acerca-miento a l, y con ello se han infrautiliza-do las posibilidades sociales de su gestin.

    Si, tal cual anuncia este seminario, delo que se trata es de crear redes entre laciudadana como actores y los gestores delpatrimonio cultural, sin duda la primeradebe ser contemplada de forma radical-mente diferente ampliando espacios parasu intervencin que posibiliten el acceso

    incluso a la gestin. Como en todos losmbitos de la vida pblica, existen aspec-tos, y muchos muy relevantes, en que lossectores ms interesados de la ciudadanadeben tener opcin de participar y, regu-lados mediante un proceso democrtico yformativo, incluso tomar decisiones en loque a ellos les afecta. Una ampliacin quenosolo encuentra sentido en el hecho deque a la hora de decidir muchos son mejorque pocos (superando la consiguiente con-

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    centracin de poder), sino especialmenteen que la ciudadana es parte directa deese patrimonio, hace o puede hacer un uso

    directo de l (aunque en la actualidad seamuy pasivo precisamente por los modelostradicionales tecnocrticos y excluyentes),forma parte de su historia, es parte capi-tal del paisaje cultural de su ciudad, puedeser pieza clave en innovar qu uso hacerde ella, y en la medida en que se trabajecon ese enfoque, pueden ser los grandesdifusores y transmisores de l como parteactiva y dinmica de la vida social y cul-

    tural de las comunidades. En definitiva,la ciudadana est afectada directamentepor la gestin de ese patrimonio y, por lotanto, necesariamente las instituciones quelo gestionan deben darle su correcta cabi-da en las decisiones y actuaciones para sugestin.

    Si en ciertos sectores de las adminis-traciones pblicas, el mundo acadmicoy en el social existen malestares respecto

    a que hasta ahora se habra hecho una ges-tin fundamentalmente elitista del patri-monio, donde este es concebido solo paraentendidos que son minoras y no se lograsalir de ese bucle semicerrado, cabe sinduda hacer una revisin de los plantea-mientos de esa gestin. Tal cual desde esossectores se busca una mayor formacin dela ciudadana en estos mbitos, resulta deprimera necesidad una serie de revisiones

    del sentido de para qu, quienes y con quobjetivos se quiere gestionar la vida cul-tural en general y el patrimonio en par-ticular.

    Aplicadas a este campo las MP nosvendran a sugerir que se debe definir conlos ciudadanos, a la vez de formarlos yacercarlos al tema, cul sera el mejor usoposible, el ms constructivo, dinmico ymovilizador para las sociedades respectoa cmo trabajar y gestionar ese patrimo-

    nio cultural que no deja de ser un patri-monio ciudadano. Superar la lgica deque quienes se acerquen e interesen por

    el patrimonio sean simples espectadores(peligrosamente ligado a la idea de quela principal funcin social que se le atri-buye a la ciudadana y donde ms derec-hos tiene es la de ser clientes [GarcaCanclini 1995]), pasa ineludiblementepor construir conjuntamente con esa ciu-dadana qu otros roles y papeles se pue-den ocupar ante ella. Si se trata de dina-mizar la vida social y cultural de cara a

    obtener mejoras y cambios en la convi-vencia y calidad de vida de sus habitan-tes, se debe construir junto a ellos quotros papeles puede cumplir ese patri-monio para elaborar procesos sociales entorno a ellos. Aunque suene relativamenteutpico, ya existen muy buenas prcti-cas en el mbito local (tal cual estamosviendo en este mismo seminario) decogestin entre administracin y secto-

    res ciudadanos de patrimonios especfi-cos y, por lo tanto, avanzar en esa lneaaunque no podamos tener la certidum-bre previa, parece ser lo que realmenteapunta a cambios que permitan sacar esagestin a la calle y dotarla de un mayorcontenido social y movilizador para sussociedades. En ocasiones constituyen ver-daderas resignificaciones de la utilidad yuso del patrimonio cultural pblico con

    lo mucho que ello tiene como democra-tizador de la vida pblica (Martn-Bar-bero 1991).

    3.1 Presupuestos participativosy patrimonio histrico-cultural

    Debe aclararse que lo sealado anterior-mente no es un posicionamiento pura-mente terico e ideologizado sobre cmodebe ser la gestin pblica. Consideramos

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    que a estas alturas y con varios lustros deimplementacin en mltiples territorios,las propias experiencias locales de partici-

    pacin ciudadana que se desarrollan a tra-vs de instrumentos como el presupuestoparticipativo lo confirman claramente.Ejemplos como los que se expondrn pos-teriormente donde sectores ciudadanos for-males asociaciones (de vecinos y de otrostipos) como no formales (no asociados)proponen cuestiones como organizar visi-tas y exposiciones sobre el patrimonio cul-tural de su barrio o municipio, deciden que

    se trabaje en la recuperacin de restosarqueolgicos para el conocimiento y dis-frute de los vecinos, as como para su explo-tacin turstica, entre otros muchos casos,nos dejan claro que si se implementanmecanismos de participacin puestos alservicio de ellos mediante una voluntadpoltica y tcnica que lo facilite, sin lugara dudas, la posibilidad de la incidencia dela sociedad civil en estos campos se estar

    ampliando y con ello enriqueciendo a tra-vs de su democratizacin.Antes cabe introducir muy sinttica-

    mente en qu consisten la lgica y el fun-cionamiento bsico de un presupuesto par-ticipativo para lograr visualizar qu papelpuede tener la temtica del patrimonio ensu interior. Pese a los importantes debatesque se dan en su interior (que se trate deprocesos vinculantes o consultivos, que

    sean universales, asociativos o mixtos, queincluyan criterios de justicia social para suaplicacin o no), los elementos indispen-sables que lo definen de forma mnimaseran: la puesta anualmente a disposicinde la ciudadana (o una parte de ella) deuna parte del presupuesto municipal paraque, mediante un proceso democrticoregulado (habitualmente combinandodemocracia representativa y participativa),ellos tengan una incidencia (decisin u

    opinin) a la hora de definir en qu utili-zar esos recursos pblicos. La realizacinde las propuestas aprobadas puede ser

    supervisada por sectores ciudadanos queadems habitualmente contarn con espa-cios directos de tratamiento del procesocon el sector tcnico-poltico.

    En la medida en que estos procesossurgidos por primera vez en 1989 en Porto

    Alegre (Brasil) se han extendido despusde veinte aos a todos los continentes con-tndose con un nmero muy significati-vo de experiencias iniciadas y, por lo tanto,

    con miles y miles de propuestas lanzadas yconstruidas por ciudadanos, nos parecide gran inters para el tema del patrimo-nio tratar de hacer un primer rastreo dehasta qu punto y de qu forma aparecanen ellos propuestas que de una u otramanera tocaran el tema.

    En todo caso se debe aclarar que nose trata en absoluto de una bsqueda sis-temtica, sino ms bien de un primer

    acercamiento para comprobar como efec-tivamente en estos procesos haba propu-estas ciudadanas vinculadas al patrimo-nio y su gestin. De entrada cabe decirque se han escogido experiencias muyvariadas en el sentido amplio. Ya no solopor los municipios y pases, dimensionesde territorio y poblacin, aspectos delpatrimonio al que apuntan, sino tambinpor sus caractersticas al interior del pro-

    ceso de PP. As, aunque sea de forma muysinttica, exponemos propuestas tanto quese realizaron como que no (fueron soloplanteadas en las asambleas pero no resul-taron ganadoras). O que una vez aproba-das se lograron ejecutar tal cual se habanplanteado o que ello no ocurri as. Lashay de muy variable dimensin en losrecursos o valor del patrimonio en cues-tin. Asimismo las haba que venan plan-teadas con algn tipo de demanda de ges-

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    tin por parte de sectores ciudadanos osin ella.

    Por motivos de espacio, definiremos

    brevemente solo algunas. El primer casode revalorizacin de patrimonio histricoes en Porto Alegre (Brasil) en 1998. Setrat de la recuperacin del Mercado Cen-tral de la Ciudad. En este caso lo que hizoposible la decisin colectiva fue prever ensus PP la existencia de una voz para todala ciudad que permiti salirde la visinnicamente de cada barrio y pensar en elpatrimonio comn que determinaba la

    imagen de la totalidad de la ciudad.En 2005, en Roma XI (Italia), median-te los PP los habitantes del barrio Garba-tella pidieron la reforma de una serie defuentes y escaleras monumentales que ayu-daban a los flujos pedestres en el Barrio deHabitaciones Sociales construido por Mus-solini, que tres aos antes haba sido decla-rado RIONE (reconocimiento de su carc-ter histrico y de cohesin social). El ao

    despus los habitantes pidieron el finan-ciamiento para otra forma de valorizacindel mismo patrimonio a travs de la crea-cin de un tour turstico virtual que en laactualidad se muestra en Internet. El segun-do piso fue trasformado en un espacioexpositivo para escuelas sobre temas denuevas economas y productos ecolgicos.

    En 2009, en el barrio de Carnide, elPP de Lisboa (Portugal) vio la aprobacin

    de la restauracin y peatonalizacin de laplaza central de la aldea originaria (Largodo Coreto) como smbolo de una iden-tidad policntrica que los PP ayudaron areforzar.

    En Mdena (Italia), en 2008, tres bar-rios por cada ao participaban del PP, peroel central, que era en el que se halla el cascoantiguo, siempre permaneci en los PP(mientras que los otros rotaban alterna-damente) para reforzar la recuperacin del

    patrimonio histrico y de sus espaciospblicos. Para ello fueron solicitadosSPIN-OFFS (o sea procesos participati-

    vos especficos de planeamiento de reashistricas abandonadas o exmilitares).En Roma IX (Italia), fueron propues-

    tos proyectos de valorizacin de los Par-ques de los Acueductos, o sea de zonasarqueolgicas menores pero que consti-tuan las principales riquezas para los bar-rios perifricos.

    Como pasa frecuentemente, en Grot-tamare (Italia) por muchos aos el centro

    histrico no compareci y, por lo tanto,prcticamente no solicit nada en los PP.Solo despus de siete aos (cuando ya sehaban acumulado muchas intervencionesen otros barrios de la ciudad), sus vecinosse dieron cuenta de que perdan impor-tantes inversiones, dejando espacio a lasde los barrios perifricos. As, en los lti-mos aos, el viejo casco antiguo empeza tener inversiones y restauraciones deman-

    dadas por diferentes ciudadanos, colecti-vos y asociaciones mediante los PP.Finalmente, por mencionar algunas

    experiencias del Estado espaol, en Sevillaen 2010, y como culminacin a un movi-miento ciudadano de varios aos de cul-minacin, diversos vecinos vinculados aasociaciones como Asociacin Movida Pro-Parque Tamarguillo, la Coordinadora devecinos y entidades de Alcosa, la Platafor-

    ma de Huertos urbanos de Sevilla, la Aso-ciacin de Gegrafos e Historiadores Pro-meteo, Ecologistas en Accin, entre otros,plantearon una actuacin para la zonanatural y de importante patrimonio ar-queolgico denominada Parque Tamar-guillo. Su difcil contexto por el deteriorogenerado por empresas y particulares, y conuna actitud poco clara de parte de las ins-tituciones pblicas, llev a la organizacinprogresiva en defensa de su preservacin y

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    mejora, tanto en su parte ecolgica comocultural. En este marco su importante yaci-miento arqueolgico fue motivo de una

    propuesta de recuperacin y exposicin ala ciudadana de lo all hallado de cara aexaltar su valor y conseguir una actuacinms estratgica de recuperacin y preser-vacin del parque y su patrimonio.

    Finalmente, por mencionar alguna demunicipios ms pequeos y ms asociadaa la vida cotidiana, encontramos, entreotras, la del municipio de Torreperogil.Consisti en la recuperacin de hasta cua-

    tro fuentes naturales en el casco urbano.En un municipio de actividad preferente-mente rural, se analiza que numerosas delas fuentes tradicionales con las que se con-taba anteriormente ya no estaban en usopor razones diversas. Se seala que no siem-pre es por imposibilidad hdrica ni tcni-ca, sino por simple descuido en su gestin.Se pone en valor la importancia de recu-perar las mximas posibles para recuperar

    su flujo de agua cada vez ms escaso en elmunicipio, adems de su valor patrimo-nial, ya que la mayora eran antiguas.

    Una vez expuestas, tratemos de situ-ar esta pequea muestra de experienciasrecogidas aqu en funcin del esquema ini-cial que plantebamos de la participacinciudadana (pg. 2). Hemos dicho quetodas pertenecen a procesos de presupu-estos participativos, lo que, dentro del

    esquema de clasificacin, las situara comotipos de procesos de mecanismos de par-ticipacin activa de carcter implicati-vo. Vemos cmo, en ese apartado, los PPconviven con otros mecanismos relevan-tes, que en nuestra opinin es donde cla-ramente podramos encontrar el mejorespacio para cuestiones de patrimonio. Setratara, en gran medida, de lo que ah apa-rece con el nombre de cogestin de ser-vicios municipales o pblicos. Es decir,

    al margen de donde surjan, por ejemplocomo en estos casos los PP (aunque tam-bin podra ser a travs de mecanismos

    consultivos o de participacin activa detipo deliberativo), parece fundamentalrespecto al patrimonio no solo la posibi-lidad de que los ciudadanos puedan tomarciertas decisiones sobre ellos (actuar sobreuno u otro mbito, de esta u otra forma,etc.), sino que sectores ciudadanos que secomprometan en ello los pudieran tam-bin cogestionar junto con las institucio-nes inicialmente responsables de l.

    Por otra parte, y ahora fijndonos enla segunda tabla (pg. 4), el reto que seplantea es lograr avanzar en direccin aque los diversos temas relacionados con laparticipacin ciudadana respecto al patri-monio vayan creciendo progresivamentehacia lo que sera una participacin en lasdecisiones y gestin sobre mbitos cadavez mayores. Es decir, respecto a que seanmuchos y plurales los sectores y personas

    que participan, sobre que sea creciente larelevancia de los temas sobre los que seacte, sobre que las formas sean cada vezms apropiadas (dotadas de recursos tc-nicos, econmicos, informativos), as comoque constituyan impactos lo mayores posi-bles sobre la vida pblica. Con ello, sinduda, estaramos garantizando su demo-cratizacin y de la mano vendran actua-ciones mucho ms proactivas, creativas y

    significativas del uso que el patrimoniopuede tener para cualquier sociedad.Estos ejemplos, en definitiva, dan

    cuenta de cmo tambin en el mundo delpatrimonio se mueven cosas en relacin ala participacin ciudadana. O mejor dicho,demuestran como una participacin ciu-dadana planteada de forma abierta, demo-crtica e invitando a incorporarse a los ciu-dadanos se traduce en una llegada ydinamizacin de cualquiera de los mbi-

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    tos sociales y culturales, entre ellos, cmono, tambin el del patrimonio histrico ycultural que constantemente puede y debe

    ser valorado y resignificado para el pre-sente.Finalmente, es significativo observar

    que, pese a la necesidad de los tcnicos ytericos de clasificar la realidad, esta semuestra siempre mezclada dando cuentasiempre de la complejidad que la caracte-riza. Por lo tanto, podemos apreciar queestas propuestas relacionadas con el patri-monio aparecen dentro de los PP junto

    con otras mltiples de muchas temticasdiferentes que van desde cuestiones deinfraestructuras (alumbrado, mobiliariourbano, instalaciones deportivas, sociales,

    etc.) hasta medioambientales, pasando porlas focalizadas hacia ciertos colectivos espe-cficos (nios, jvenes, discapacitados,

    inmigrantes, etc.) o las de funcionamien-to cotidiano, como trfico, basuras, servi-cios municipales u ocio. Demuestran, ennuestra opinin, que en el marco de unprograma que otorga a los ciudadanos laposibilidad de proponer y decidir median-te un mecanismo democrtico transpa-rente, el manejo del patrimonio histrico-cultural es tambin una de las inquietudessobre las que, aunque sea de forma mino-

    ritaria respecto a otras, sectores ciudada-nos proponen mejoras, difusin, rescate yespecialmente una gestin ms cercana aellos y en beneficio de la comunidad.

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    Figura 1. Ficha propuestas presupuestos participativos: recuperacin del Mercado pblico central de la ciu-dad.

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    Figura 3. Ficha propuestas presupuestos participativos: Miraflores como centro histrico industrial.

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    Figura 4. Ficha propuestas presupuestos participativos: herencia cultural morisca en 400 aos.

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    Figura 6. Ficha propuestas presupuestos participativos: recuperacin de las fuentes tradicionales: Prado,Cruz Verde, la Plancha, fuente de la Bola.

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    Figura 7. Ficha propuestas presupuestos participativos: reparacin del tejado de la sacrista de la iglesia SantaMara la Mayor.