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esde que en el verano de 2002
se hiciera público que Irán
estaba desarrollando
actividades en el ámbito
nuclear fuera del control del
Organismo Internacional de la Energía
Atómica (OIEA), se ha especuladomucho acerca de cuáles serían las
implicaciones de una República
Islámica con armas nucleares para la
seguridad regional e internacional.
En los países del golfo Pérsico, que
se verían afectados de manera más
directa, estas preocupaciones no solo
han mostrado la complejidad del
mundo islámico –ya que la religión
compartida no es homogénea: lamayoría de los árabes son suníes
mientras que los iraníes son
mayoritariamente chiíes–, sino la
existencia de profundas divisiones
históricas que alimentan la
desconfianza mutua.
Ante esta situación, se argumenta
que si Irán obtiene tecnología nuclear
se producirá un cambio tan
trascendente en el esquema regional de
fuerzas que podría desembocar en unproceso de proliferación donde los
Estados árabes busquen obtener para
sí la misma capacidad de Irán. No
obstante, es preciso hacer una
aclaración: poseer el know how del
enriquecimiento de uranio hasta el
nivel fisionable no significa disponer de
armamento nuclear, sino contar con
una capacidad latente para ello, puesto
que lo segundo no puede lograrse sin loprimero. A pesar de esto, casi se ha
equiparado la adquisición del
conocimiento sobre el ciclo completo
del enriquecimiento de uranio con el
Los Estados árabes anteel programa nuclear iraní El peligro, real o percibido, de un Irán con armas nucleares hallevado a los países árabes a reforzar sus vínculos con potenciasextrarregionales, y no a emprender el camino de la proliferación.
Paulo Botta
Paulo Botta es investigador del Centro de Estudios del Medio Oriente Contemporáneo, Cemoc (Córdoba, Argentina).
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hecho de contar con una bomba. Encualquier caso, en este momento elmayor peligro del programa nucleariraní no es la carrera nuclear quepodría generar a corto plazo, sino elcambio que supone en el equilibrio depoder de la región, que obligaría aEstados Unidos a aceptarlo o cambiarloincluso a través del uso de la fuerza. En
otras palabras, la consecuencia de queIrán alcance la capacidad de fabricararmamento nuclear no será afectar a laestabilidad del sistema regional, sinogenerar un nuevo sistema, de ahí lostemores de los países árabes, lideradospor Arabia Saudí y Egipto, paraquienes Irán representa el mayorpeligro a medio plazo.
¿Qué piensan los árabes de Irán ysu plan nuclear?
Según los resultados de la encuestaanual sobre opinión pública en lospaíses árabes realizada por BrookingsInstitution y la consultora ZogbyInternational en Egipto, Arabia Saudí,Emiratos Árabes Unidos (EAU),Jordania, Líbano y Marruecos, lapercepción de la calle árabe ha
cambiado en los últimos dos años. Mientras que en 2008 el 46 por cien delos consultados creía que Irán solotenía fines pacíficos en su plan nuclear,en 2010 ese porcentaje caía hasta el 35por cien. Al mismo tiempo, si en 2008el 39 por cien pensaba que Iránintentaba obtener armas nucleares, en
2010 ese porcentaje subía al 57. A pesar de los datos, el convencimientoentre los árabes de que Irán no solotiene un interés civil en su programanuclear ha ido en paralelo a unacreciente proporción de los que creenque los iraníes tienen derecho adesarrollar este tipo de tecnología. En2010 solo un 20 por cien de los
encuestados sostenía que era precisohacer algo para detener lasaspiraciones nucleares de Teherán.
En ese mismo estudio, el 57 por ciende los entrevistados afirmaba en 2010que la obtención de armas nuclearespor parte de Irán tendría un impactopositivo en Oriente Próximo. Aunquesorprendente en un primer momento,es probable que esta respuesta estéinfluida por la idea de que un equilibrio
entre Israel (que ya posee armamentonuclear) e Irán es más deseable que unmonopolio israelí: es decir, la respuestareflejaría un sentimiento “anti-israelí”y no “pro-iraní”. El porcentaje dequienes creen que un Irán nuclearsería positivo para la región es menorentre los que afirman que el únicoobjetivo del programa nuclear iraní esde índole militar. En este punto se
observan las reservas y los temores, lapercepción de lo que llamaríamos el“peligro iraní”.
Estas imágenes parten de laexistencia de una brecha lingüística(persa versus árabe) y religiosa (suniés versus chiíes), un hecho histórico queno puede ser dejado de lado y que ha
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ayudado a la conformación deestereotipos negativos tanto entreárabes como entre persas. Conscientesde ello, los iraníes han intentadomejorar su imagen con iniciativascomo la creación de canales detelevisión en lengua árabe: uno denoticias (Al Alam) y otro de películas(iFilm). El objetivo es llegar a la
opinión pública árabe aprovechandolas nuevas tecnologías. Sin embargo,no parece que estos medios puedan darresultados a corto plazo.
El apoyo hacia el gobierno iraníreflejado en la encuesta dice pocoacerca de las motivaciones de fondo; esposible que la imagen de un gobiernoopuesto a EE UU y a Israel sea unavariable central a la hora de ver conbuenos ojos el avance nuclear de Irán.
No obstante, la situación se ve distintadesde los círculos de poder árabes, y ladiferencia entre la calle y los dirigenteses otra muestra de la separación entregobernantes y gobernados en países demonarquías y repúblicas hereditarias.
Arabia Saudí es el Estado árabe quede forma más clara ha manifestadosus temores ante un Irán concapacidad nuclear. Como líder e
inspirador del Consejo deCooperación del Golfo (formado por Arabia Saudí, Kuwait, Bahréin, Qatar,EAU y Omán), el punto de vista deRiad puede hacerse extensivo a losotros miembros de la organización.
Las filtraciones por parte de WikiLeaks de los cables del
departamento de Estado de EE UU muestran que en los pasillosdiplomáticos árabes se piensa y sehabla mucho de Irán. Así, por ejemplo,desde Arabia Saudí, Bahréin y EAU seafirma que “nunca se podría vivir conun Irán nuclear”, y hasta se insiste enque el peligro de detener a Irán seríamenor al de no hacer nada. Los
dirigentes árabes en privado muestransus temores hacia Irán y públicamenteintentan aparecer como no hostiles aTeherán para no quedar en medio deun fuego cruzado. El detalle que losárabes omiten es que una acciónmilitar sería realizada por EE UU y nopor las fuerzas armadas de los países dela región, lo cual multiplica lapeligrosidad intrínseca de tal ataque.
Alegando legítima preocupación por
la seguridad de las instalacionesnucleares iraníes y los riesgosambientales existentes, la oposiciónsaudí al programa nuclear iraní llevaimplícita la necesidad de algunaplanificación, en caso de que el peorescenario (Irán con capacidadnuclear) se concrete. Las opcionesposibles serían: un acuerdo queestablezca una zona libre de armas
nucleares en la región; un acuerdo dedefensa con un poder extrarregional;alcanzar una capacidad de disuasiónconvencional equivalente; oabandonar el esquema del Tratado deNo Proliferación (TNP) y desarrollaruna propia capacidad nuclear paraalcanzar la paridad con Irán.
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Zona libre de armas nucleares
El establecimiento de una zona librede armas nucleares en OrientePróximo es un proyecto de ladiplomacia egipcia desde comienzosde la década de los ochenta en elámbito de las Naciones Unidas y elOIEA. El principal problema de este
proyecto es que necesariamentedebería incluir Israel, el único Estadode la región que posee armasnucleares, pero que no está dispuestoa abandonar ese monopolio, y menosaún ante el tibio interés de EE UU paralograrlo, como quedó de manifiesto enla Cumbre de Seguridad Nuclear de Washington de abril de 2010.
Las escasas posibilidades de éxito deeste proyecto han llevado a considerar
la opción de una capacidad dedisuasión frente a Irán, a través de unacombinación de desarrollos militarespropios o la protección externa. Sinembargo, existen diversos obstáculospara cualquiera de estas opciones. Poruna parte, a excepción de los conflictoscon Bahréin y EAU, Irán no deseagenerar cambios en las fronterasregionales que nos lleve a considerar el
peligro de una guerra inminente detipo interestatal con base a apetenciasterritoriales o reclamos irredentistas,que lleve a pensar en un peligroinminente de guerra clásica de tipointerestatal. Por otra, la búsqueda dealiados externos y el coste en términosde opinión pública árabe que ello
implicaría choca con el desinterés delos países que podrían hacerlo. EE UU y Francia, dos países con acuerdosmilitares en el golfo Pérsico, hanevitado establecer esquemas formalesde defensa común. En su lugar, hanpreferido que la cooperación y el apoyose limiten a la venta de armamento,esquemas amplios de cooperación o la
posibilidad de establecer instalacionesmilitares en función de la importanciadel golfo Pérsico para la seguridadenergética global.
La base francesa en EAU, inauguradaen mayo de 2009 o la V Flota de EE UU asentada en Bahréin, proporcionaríanel paraguas de seguridad necesariopara esos Estados. Lo mismo podríadecirse de las excelentes relacionesentre Kuwait, Omán y Qatar con
Washington, plasmadas en bases ycentros de apoyo militares. Las ventasde armamento estadounidense a Arabia Saudí harán lo propio con lamonarquía wahabí.
El peligro iraní, real o percibido, estácontribuyendo a que los países árabesdel Golfo refuercen sus vínculos con Washington fundamentalmente. Sedemuestra así que el reacomodamiento
de fuerzas podría no ser totalmentebeneficioso para Irán, algo que losdirigentes iraníes deberían considerarde forma cuidadosa. En definitiva, lapresencia de tropas estadounidensestanto en Irak como en los países delgolfo Pérsico servirá de elementodisuasivo y, para esos países, será una
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garantía de su seguridad frente al
creciente poderío iraní.
Riesgos de proliferación nuclear
Algunos expertos aseguran que en caso
de que la percepción del peligro iraní
vaya en aumento podría generarse una
carrera nuclear en la región. EAU ha
iniciado un programa de este tipo pero,a diferencia de Irán, su transparencia y
la total subordinación a los controles
del OIEA han evitado cualquier
sospecha, quedando clara la aplicación
con fines exclusivamente pacíficos.
Aunque desde el exterior se vea con
buenos ojos la venta de este tipo de
tecnología, los países que la están
suministrando no deberían olvidar la
lección iraní.
En los años sesenta y setenta, EE UU proveyó al gobierno del sah de
conocimientos y material nuclear
cuando las relaciones entre ambos
gobiernos eran muy cercanas. Un
cambio de régimen en 1979 dejó esa
tecnología en manos de un gobierno
poco amigo de Washington. Ese hecho
debería servir para recordar que los
aliados de hoy pueden ser fuente de los
problemas de mañana. Arabia Saudí, por su parte, estaría en
condiciones de iniciar un programa
nuclear teniendo en cuenta sus
recursos financieros, aunque eso no
asegure que disponga ni de los recursos
humanos ni tecnológicos para alcanzar
tal objetivo. Los otros Estados del golfo
Pérsico tampoco parecen dispuestos a
iniciar un camino hacia la
proliferación, un proceso siempre
difícil de ocultar como demuestra la
experiencia iraní.
Dentro de la región, Egipto y Siria
tuvieron en el pasado algún interés por
este tipo de tecnología, pero tanto su
situación política interna como su
economía fueron limitacionesinsalvables. De este modo, no se
observa un peligro de proliferación
entre los países árabes, a menos a
corto plazo.
Temores y oportunidades
Más allá de la amenaza que puede
representar Irán para la seguridad de la
región, lo realmente importante es que
si Teherán alcanza capacidadtecnológica a un nivel suficiente para
producir armas nucleares se generará
un cambio sustancial en el escenario
regional, y de ahí los temores de los
países del área. El embajador de EAU
en EE UU afirmó que el uso de la fuerza
sería necesario para acabar con los
planes iraníes, incluso pagando un
elevado precio en términos
económicos para su propio país, quemantiene un importante intercambio
comercial con Irán.
Si Teherán alcanza ese estadio, los
dirigentes árabes temen que su
prestigio afecte a la estabilidad de
países donde hay poblaciones chiíes,
como la zona oriental de Arabia Saudí
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o en Bahréin, donde constituyen la
mayoría de la población. Riad teme
particularmente el efecto que podría
tener la nueva situación en países
como Irak y Líbano, escenarios de una
abierta lucha por la influencia entre el
régimen iraní y la monarquía saudí.
Para los países árabes, el peor
escenario, sin embargo, sería un
entendimiento entre Irán y EE UU. Si Washington y Teherán resuelven sus
diferencias a través de la diplomacia y,
aun sin obtener un conocimiento
completo del ciclo del uranio, Irán
vuelve a actuar como miembro pleno
del sistema regional del golfo Pérsico,
se produciría un cambio difícil de
asimilar en la zona. La consecuencia
más directa sería una disminución del
poder relativo de Arabia Saudí en la
región. En este sentido,paradójicamente son saudíes e israelíes
quienes más tienen que perder ante la
posibilidad de una salida diplomática
de la crisis actual. De todas maneras,
no tiene por qué darse una situación
donde todos pierdan, sino más bien un
nuevo equilibrio de fuerzas. En el
pasado, tanto Arabia Saudí como Israel
han podido llegar a compromisos
mutuamente beneficiosos con Irán, ylo mismo puede decirse de Washington
y Teherán.
Impacto del nuevo estatus iraní
El verdadero problema no es el
programa nuclear iraní per se, sino el
periodo de transición en el orden
regional de Oriente Próximo. Irán no
puede continuar en la periferia de ese
sistema, pero la actual dirigencia iraní
supone un obstáculo. El peligro no es
un cambio de régimen (al estilo de lo
sucedido en Irak), sino el uso de una
retórica contraria al diálogo que
dificulta justificar un cambio de
política. Ese discurso basado en lalógica de la suma cero no refleja los
intereses de Irán.
Los estados árabes, por su parte,
saben que el “peligro persa” deriva la
atención hacia esos planteamientos
geopolíticos y evita otros, como la
necesidad de mayor apertura política o
reformas sociales en sus países.
Irán debe entender que desarrollar
completamente la tecnología nuclear
supondrá costes y responsabilidadesque van más allá de las actuales
sanciones económicas internacionales.
El acercamiento entre los países árabes
y EE UU es el ejemplo más
significativo. Es por ello que si Irán
decide avanzar en sus planes nucleares
no solo incumplirá sus compromisos
dentro del TNP, sino que perderá una
gran oportunidad de reingresar en el
sistema regional y mejorar susrelaciones con la comunidad
internacional.
PAULO BOTTA / A C T U A L I D A D
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