política agraria y reacción campesina en guatemala - michael fry

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Política agraria y reacción campesina en Guatemala: la región de La Montaña, 1821-1838 Conlo repudio al gobierno de Mariano Gálvez, en junio de 1837 los canlpesinos de Santa Rosa eligieron como líder a Teo- doro Mejía, un pequeño agricultor de la región.' El gobierno de Gálvez, dividido en facciones políticas y enfrentando una epideniia de cólera, inniediataniente mandó tropas para dis- persar "esta gran agrupación de campe~inos".~ No obstante, esas medidas llegaron demasiado tarde. Al día siguiente de derrotar a los soldados de la capital, Mejia publicó un ma- nifiesto inculpando al gobierno de tratar de envenenar a los campesinos con el pretexto de controlar la epidemia, y exhor- a los hombres de la zona para que se unieran a la rebelión.3 En respuesta, los otros jefes campesinos publicaron manifies- tos similares, añadiendo que la conspiración de envenenar era parte de un plan más grande con el objeto de usurpar pequeñas De nacionalidad estadounidense, Micliael &y recibió la maestría en IIistoria por la Tulane Uuiversity y es el conservador de manuscritos de la Rice Uriiversity, Houston, EE.UU. El autor desea expresar su agrade- cimiento a la Matifda Gray Foundation por patrocinar la investigación para el presente estudio, así como a Charles Fry y a Ricardo Yamal. l Miguel García Granados, Memonas del General Miguel Gareía Granados, 4 tomos (Guatemala: Ediciones del Ministerio de Educación Pública, 1952), IV: 434. Ale~andro kfarure, Efemkndes de los hechos notables acaecidos en la Repúblaca de Centro Aménca desde el arío de 1821 hasta el de 1842 (Guatemala: Imprerita de la Paz, 1844). Lorenzo Montúfar y Rivera Maestre, Rcseiia hrstónca de Centro Aménca, 7 tomos (Guatemala: Tipografía El Progreso, 1878-1888), 11: 370-373. @ Mesoamérica 15 (junio de 1988)

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olítica Agraria y Reacción

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Page 1: Política Agraria y Reacción Campesina en Guatemala - Michael Fry

Política agraria y reacción campesina en Guatemala: la región de La Montaña, 1821-1838

Conlo repudio al gobierno de Mariano Gálvez, en junio de 1837 los canlpesinos de Santa Rosa eligieron como líder a Teo- doro Mejía, un pequeño agricultor de la región.' El gobierno de Gálvez, dividido en facciones políticas y enfrentando una epideniia de cólera, inniediataniente mandó tropas para dis- persar "esta gran agrupación de campe~inos".~ No obstante, esas medidas llegaron demasiado tarde. Al día siguiente de derrotar a los soldados de la capital, Mejia publicó un ma- nifiesto inculpando al gobierno de tratar de envenenar a los campesinos con el pretexto de controlar la epidemia, y exhor- tó a los hombres de la zona para que se unieran a la rebelión.3 En respuesta, los otros jefes campesinos publicaron manifies- tos similares, añadiendo que la conspiración de envenenar era parte de un plan más grande con el objeto de usurpar pequeñas

De nacionalidad estadounidense, Micliael &y recibió la maestría en IIistoria por la Tulane Uuiversity y es el conservador de manuscritos de la Rice Uriiversity, Houston, EE.UU. El autor desea expresar su agrade- cimiento a la Matifda Gray Foundation por patrocinar la investigación para el presente estudio, así como a Charles Fry y a Ricardo Yamal.

l Miguel García Granados, Memonas del General Miguel Gareía Granados, 4 tomos (Guatemala: Ediciones del Ministerio de Educación Pública, 1952), IV: 434.

Ale~andro kfarure, Efemkndes de los hechos notables acaecidos en la Repúblaca de Centro Aménca desde el arío de 1821 hasta el de 1842 (Guatemala: Imprerita de la Paz, 1844).

Lorenzo Montúfar y Rivera Maestre, Rcseiia hrstónca de Centro Aménca, 7 tomos (Guatemala: Tipografía El Progreso, 1878-1888), 11: 370-373.

@ Mesoamérica 15 (junio de 1988)

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pascelas de tierra.4 La tensión creció y, con las técnicas pro- pagandística3 de los curas locales y bajo el mando militar de José Rafael Carrera de Mataquescuintla, lo que comenzó como una pequeña rebe1ii.n local se extendió por todo el oriente. La guerra sobrevino entre los campesinos y las fuerzas del gobier- no apoyadas por la &te de la capital. Ya para enero de 1838. la composición del gobierno liberal se mostró demasiado débil. Carrera. junto con bandas armadas de campesinos, entraron a la plaza central de la capital, exigiendo el fin de la influencia extranjera y la restauración de los principios relígi~sos.~

Probablemente esos campesinos no entendían ni tenían interés alguno por los conflictos políticos entre liberales y con- servadores. La religión y la influencia extranjera desempeña- ron, sin duda, un importante papel de propaganda. Sin em- bargo, los arraigados problemas sociales y económicos les lle- varon en un peligroso viaje a la capital, para intentar recobrar la vida tradicional del campesinado. Desde la independencia de España, la élite liberal les había enfurecido con nuevas im- posiciones e inesperadas demandas que lesionaron a muchos; mientras rompía las normas y costumbres tradicionales. Bajo estas condiciones, las aueias individuales se convirtieron de . - repente en quejas colectivas, e incitaron a la solidaridad de los rebeldes. Con la élite dividida por ideologías políticas, los campesinos poco a poco tomaron mayor conciencia de sus intereses colectivos.

Los sucesos en torno a la revuelta continúan siendo temas en disputa en la historiografía guatemalteca. Influenciados por artículos y libros subjetivos de los personajes del siglo XIX, muchos historiadores liberales han visto el período como un conflicto entre los liberales L51ustrados" o, por el contrario, corno una lucha por la nacionalidad guatemalteca contra las fuerzas de la Federación Centroameecíana. La mayoría ha hecho énfasis en las causas inmediatas de la rebelión,

"S. Aqzeche al Secretario General del Supremo Gobierno de1 Esta- do" (Mat,aqur?fcuintla, 11 de julio de 183f), AGCA, 3118.26 18267 53273.

Jobn LIoyd Stephens, Incidents of %*el in Central America, Chaapria and Yucafan (New York: Narper and Brothem, 1841), pp. 139- 143.

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sosteniendo que políticos conservadores y agitadores clericales subvirtieron la moral y la lealtad de campesinos ignorantes, asustados por la epidemia del cólera. Considerando la mayor parte de los problemas de Guatemala corno el resultado de tres siglos de dominio espaiiol, ha persistido la tradición de la leyenda negra de la historiografia liberal y muy pocos han separado la explicación de la rebelión de las facciones ideológicas de la élite.6

Estos historiadores parecen incomodase con la sugeren- cia de que los campesinos actuaron por defender sus propios intereses como un grupo separado de la élite.7 Con respecto a la Iglesia, estos historiadores raramente consideran en sus interpretacionec que algunos de los más prominentes eclesiás- ticos apoyaron a los liberales, sino que los altos niveles de la Iglesia no apoyaron a los rebeldes hasta 1839 y que guardaron silencio durante la expulsión del arzobispo Ramón Casaus y de las órdeiles religiosas. Además, no han tomado en cuenta la evidencia de una división entre los aristócratas clericales de la capital, algunos de los cuales se oponía11 a los rebeldes, y las curas pát~ocos que apoyaron a los in~urgentes.~ De la misma manera, estos historiadores liberales casi nunca consi- deran el hecho de que los conservadores probablemente tenían ta~ito miedo de los campesinos como los liberales. Al nlismo tiempo, a pesar de que, indudablemente, los liberales temían

Para algunos ejemplos de a t a escuela historiográñca liberal, véanse: Montúfar, Reseña histórica de Centro Anrérica; Hubert Howe Bancroft, History of Central America, 1801-1887, 3 tomos (San Francisco: The History Cornpany Publisbers, 1887); Mary Wilhelmine Wiliiams, "The Ecclesiastical Policy of hancisco Morazán and the Other Central Ameri- can Liberals", Uispanic American Eistorical Review 3 (1920): 119-143; hlary P. Holleran, Church and Siate in G~ratemala (New York: Columbia University Pr-, 1949); y Pedro Tobar Cruz, Los montaneses (Guate- maiz híinistziio de E<luca&í>ri PUblica, 1859).

Una excepcián es Alejandro Marure, Memona sobre la insurreccrón de Sanfa Rosa y Matagueacutnlla en Centro América, comparada con la que estalló en ETnncra el año de 1790, en los departatnenlos de la Vendée (Guatemala, 1837), reimprem en La Reussia, órgano de la Academga de la Lengua (Guatemala, 1881), serie 3, 1: 425428 y 441-444, y 2: 13-16, 30-32 y 46-47.

George A. Shonxpson, A Narrative of an Official Visit to.Guate- mala from Mezico (Londres: J . Murray, 1829), pp. 228-230.

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a las intrigas de los conservadores exiliados y a la fuerza con- servadora existente aún hoy en día en Guatemala, todavía no hay evidencia de que los políticos conservadores respddaraa a los campesinos.

Una escuela revisionista ha mmtenido que la sublevación fue más que nada el resultado de problemas sociales y econó- micos originados por las diversas reformas iniciadas a partir de la Independencia. Cada uno de los exponentes de esta inter- pretación ha tratado de investigrtr las ramificaciones de estas reformas, tales como la educación, la jurisprudencia y la colo-

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nización e~tranjera .~ De la misma forma, el presente estudio examina el proceso de la política agraria liberal en el estado de Guaterrtala y los efectos de la misma sobre los campesinos de una región conocida en esos tiempos como "La Montaña" y que estaba constituida por el territorio ocupado hoy en día por los departamentos de Santa Rosa, Jalapa y Jutiapa, en la frontera con El Salvador." Aunque la rebelión se extendió a casi todas partes de Guatemala, ésta empezó y se desarro- lló en La Montaña, surgiendo la mayoría de los jefes de la rebelión de sus pueblos y aldeas. La política agraria desem- peñó un papel importante en el intento liberal de modernizar el país siguiendo las pautas de las naciones occidentales. Sin embargo, un estudio del conflicto entre estos intentos y los mismos elementos que causaron la caída del dominio liberal, puede proveer en parte el entendimiento de algunos de los pro- blemas políticos, sociales y económicou que todavía afligen a Centroamérica.

Tal estudio señala ciertos problemas teóricos. Muchos historiadores han mantenido que las tensiones y e1 desajuste general provocado por la penetración del mercado iibre ca- pitalista dentro de una economía tradicional de subsistencia produjo los antecedentes para una rebelión rural.'' Según este

Véanse: Francis Polo Cifontes, Mariano Gálvez: éxitos y fracasos de su gobierno (Guatemala: Editorial "José de Pineda Iharra", 1977); Ralph Lee Woodward, Jr., Social Revolution in Guafemala: The Ca- weru Revolt (New Orleans: Middie Anlerican Research Institute, 1971); Hazel Iugerioll, "The War of the Mountaín: A Study of Reactionary Peasant Insurgency in Guatemala, 1837-1873" (tesis doctoral, George Washington University, 1972); Mario Rodriguez, The Livinyston Codes in the Guatenralan Crisis of 1837-1838 (New Orleans: Middle American Research Institute, 1955); Miriam Williford, *The Educatianal Reforms of Dr. Mariano Gálvez", Journal of lnter-American Sfudies and World AfJiiirs 10 (1968): 461473; y William J. Criffith, Empires tn the WiC derness: Foreiyn Colonization and Developrnent t ia Guatemala (Chape1 Hill: University of North Carolina Press, 1965).

lo Véase Mateo Morales Urrutia, La división política y administrativa de la República de Guatemala con sus datos históricos y de leyislación, 2 tomos (Guatenida: Editorial Iberia-Gutenberg, 1961), 11: 59-60.

l1 Véansr: Eric R. Wolf, Peasant Wars of $he Twentieth Cenfury (New York: Harper and Row, 1969); Rodolfo Stavenhagen, Social Classes in Agrarian Societies (Carden City: Tavistock Pubfications, 1975); y

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argumento familiar, el capitalismo del Iaisset-faire es incom- patible con la supervivencia de la sociedad tradicional rural porque transforma la mano de obra y la tierra en mercancías, coloca las relaciones agrarias en un contexto comercial y elimi- na rrtuchas de las protecciones legales y sociales del campesina- do.'* h,lovimientos económicos de este género han penetrado en áreas rurales de varias maneras. En el noroeste de Europa, la penetración se efectuó por medio de una evolución industrial interna. En algunas partes de Asia y Africa, est,a penetración llegó a tra+ de la coloniza,ción e11ropea.l~ En Guatemala, en cambio, fue hasta cierto punto legislada por medio de la I>roniulgación de una política de reformas agrarias de parte del gobierno liljeral despiibs de la Independencia de España. La sociedad riiral de La Montaña fiincionaba slibordinada- rnerit,e hacia un mercado mii~idial cada vez más integrado. A pri~~cipios del siglo XIX, ese mercado estaba pasando por una transformación: Gran Bretaña estaba iridiistrializándose rápi- damente y estableciendo sii posición como el centro principal de la economía munciial; además, hahía muclios trastornos politicos tanto en Eiiropa como en muchas áreas circundantes de dominación europea, incliiyendo a Hispanoamérica de 1789 a 1848. Estos acontecimientos no afectaban directamente a las distantes, algo aisladas áreas del interior de Guatemala. Mas, indudablemente, las nuevas oportunidades eri el mercado uni- ficado, jiinto con las presiones burocráticas y las demandas de la filosofía política liberal, afectaron a la sociedad local. Por lo tanto, si la. suposición que vinctila el capitalis~no emergente al desasosiego rural es válida, liay que preguntarse si existe una conexión caiisal corriprobable entre la política agraria liberal y la subsecuente revuelta rural en la región de La hlontaña.

l 2 Esta idea no es nueva, rti está iitiiitada a r~inguria posición ideológica particular. Se le encuentra, por ejernplo, cri Max Kreber, General Econornic Hi.~tory (New York: Greeiiherg, 1927), pp. 28--29; Karl Polanyi, 7'lze Great '2'ran.pfnnnation (Hoston: Farrar anrl Rineharb, 1914); y Karl Marx, Capital, 2 tornos (Npw 'rárk: 'l'kie Moderri Lihrary, 1906), 1: 713--715.

l 3 Wolf, Pensnnt Wnrs , pp. 277 298

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.kíichael F. Fry 31

Por encontrarse en la ruta de la capital al puerto de Santo Tomás del Castillo, La Montaña había sido bastante próspe- ra durante la época colonial. Sin embargo, económicamente empezaba a declinar después de la independencia política, de- bido a que el puerto inglés de Belice dominaba el comercio. El auge del cultivo del ariil había concluido y lo que queda- ba era una región poco poblada con mucha tierra baldía.I4 Algunas familias empleaban jornaleros como vaqueros,15 y la mayona de los campesinos permanecía en sus aldeas usando sus tierras eiidales para cultivar suficientes alinientos básicos - como el maíz y criando cerdos para carne y manteca. El te- jido del algodón era una importante industria don~éstica.'~ Los campesinos de La Montaña vivían en una situación muy tradicional, dedicados más que nada a la supervivencia.

La conquista trajo mucha influencia española a esta área de Guatemala, modificando considerablemente las viejas for- mas indígenas de tenencia de la tierra. Desaparecieron las tie- rras en posesión de la aristocracia indígena. Probablemente durante el siglo XVI la población nativa disminuyó y, toman- do esto como un hecho y deviniendo una depresión económica durante el siglo XVII en Centroamérica,17 los habitantes de las ciudades españolas empezaron a mudarse al campo y a ob- tener tierra de muchas maneras. Mucha de la tierra baldía la obtenían pagando una "composición" y podían obtener aún más para cultivo y ganadería con el sistema de reducción o ~ongregación.'~ Los bosques, por ejemplo, de gran importan-

l4 John Bailey, Central America: Description of the Slates of Gua- temala, Iionduras, Salvador, Nicaragua, and Costa Rica, Their Natural Feaiures, Products, Population, and Remarkable Capaciiy for Colonita- t ion (Londres: Trelawney Saunders, 1850), pp. 63-66.

l5 Bailey, Centrai America, pág. 47. j

l6 Thornpson, Narrative, pág. 93, y Foreign Office (de aquí en adeian- te, FO) 15, 252.18.5, "\Villiarn Hall a Frederick Chatfield" (28 de febrero de 1838).

l7 Murdo J . MacLeod, Hisioria socio-económica de la América Cen- tral española, 1520-1720 (Guatentala: editorial Piedra Santa, 1980), pp. 315-327. :

l8 Para algunos ejemplos en la región de La Montaña, véanse, en j el AGCA: A1.6024.53118 (1636); A1.6063.53965 (1642); A1.5959.52238 1

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cia en las comunidades indígenas como combustible y fuente de materia para construcción, era denunciado muchas veces por los españoles como "tierra baldía". A su vez definidas como baldías, tierras de m& valor fueron usurpadas por mé- todos forzados como invasiones de ganado,lg y pagando a la primera oportunidad una composición podía dársele legitimi- dad a la usurpación.20 Aimque bastante tierra pasó a manos españolas durante el período colonial, no hay evidencia algu- na de que tierras comunales de las aldeas y cofradías fueran reducidas drásti~amente.~'

Sin embargo, esta descripción de La Montaíia no la distingue adecuadamente de otras regiones de Guatemala. Una explicación de una rebelión que no puede demostrar el porqué de su ausencia, no es explicación alguna. Es así que las explicaciones basadas en casos donde algo sí sucedió, pueden probable~nente atribuir importancia a condiciones que fueran también comunes en otros casos donde no dieron resultado. Por esta razón, para comprender el por qué la rebelión ocurrió en esa región del país y no en otra, hay que distinguir los rasgos particulares.

El idioma y muchas costumbres de los españoles llegaron a ser predominantes en La Montaña a pesar de la supervi- vencia de rasgos raciales indígena? muy fuertes. Aunque los criolios pensaban más en términos raciales y se referían a los

(1647); A1.6062.53957 (1647); A3.30.2864.41715 (1649); A1.24.1559. 10203 (1651); y A1.24.1567.10211 (1660). Para una expliracibn de lo que eran las "composiciones" , véase A1.4610.

l9 Véanse en el AGCA: A1.22215.16190 (1631); A1.24.1566.10210 (1655); y A1.5990.52684 (1687).

Fray hancisco Ximénez, ITsstorra de la provzncza de Sun Vtcente de Chzapa y Guatemala de ln orden de predrcadores, 3 tomos (Guatemala: Sociedad de Geografía e FIistoria, 1929-1931, Biblioteca "Goathemala"), 1: 484.

21 Estudios en otras partes de Mesoamérica han demostrado que du- rante la época colonial los campesinos aprendieron a preservar sus tierras comunales bajo el derecho español. Véanse, por ejemplo: Wayne Osborn, "Indian Land Retention in Colonial Met~ti t lan"~ Ifispanic American His- toncal Review 53 (1973): 217-238; y William B. Taylor, Landlord and Peasant Pn Colonial Oaxaca (Stanford: Stanford University Press, 1972).

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habitantes como indígenas, estos campesinos eran los llama- dos "indios ladinizados". En las regiones occidentales g nor- occidentales del país, los ináígenas hablaban poco castellano y habían adoptado menos características de la cultura his- pana.22 En Centroamérica durante el siglo >(VI, el grado de aculturación entre los indígenas dependía de la relación en- tre el tamaño de las poblaciones indígenas y las españolas, de la presencia o ausencia de un auge mo~iocultural, de la distancia entre las ciudades españolas y de la proximidad a una importante ruta de cornunira~ión.~~ Debido a la depre- *

sión económica y a la huida de los españoles al campo en el siglo XVII, los cambios necesarios para la "ladinización" del indígena de La Montaña se dieron de manera acelerada. No tan lejos de centros españoles como Santiago (más tarde in- fluenciados por el auge dcl añ'il) y eri la ruta hacia los puertos del Caribe que tenían comunicacióri con Europa, la consecuen- te aculturación hizo que la capital se convirtiera en la línea divisoria que transformó a Guatemala en ladina por el oriente e indígena por el ~ccidente. '~ -

No se puede dar demasiado énfasis al significado de esta transformación. Los diversos grupos de indígenas divididos por idioma y tradición eran incapaces de desmollar una solidaridad de pensamiento o de sentimiento debido a su inhabilidad en comunicarse efectivamente entre sí, por lo - que se les hacía imposible comprender las intrigas de la élite. Ocho años después de su Independencia de España, por ejemplo, una queja fue enviada desde un pueblo indígena del occidente de Guatemala al rey de España protestando por los abusos de algunas autoridades locales, una buena indicación del aislanriento de la coniunidad indígena de las regiones

22 Richard N. Adams, Encuesta sobre fa culturn de los ladinos en Guatemala (Guatemala: Ediciones del Ministerio de Educación Pública, 1956), pp. 24-26.

23 MacLeod, Historia socio-econ4rnica de la América Central españo- la, pág. 259.

24 Magnus Morner, "La política de segregación y mestizaje en la Audiencia de Guatemala", Revasta de Indnas 30 (1970): 10.

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o c c i d e ~ i t a l c s . ~ ~ n canibio, en las regiones ladinas la mayor parte de los campesinos, a, pesar <le su falta de representación política, gozaban de una ciiitura y lengua comítn, lo que 1 ~ s perxnitía.un irinyor coiitacto con el nliin<io político. Por esta razónt este campesinado se hizo más consciente de sii posicicín en la estructura política y económica dcl país y se afianzó, aunque tal vez inconscientemente, la solidaridad de grupo.

En la economía, la cochinilla se hacía importante en la agricultura de La hlontaiia como 14 producto de mayor ex- portación de Guatemala inmediatainente después de la Inde- pendencia.'26 En 1830, con buenas condiciones climáticas, los que invirtieron en los insectos podían contar con una ganan- cia del cien por ciento. Las exportaciones casi se triplicaron durante la década siguiente, alcanzando un valor comercial de 80OY000 pesos. Durante dos décadas más la cochinilla do- mincí la economía, proveyendo el producto básico del comer- cio Durante ese período, en realidad el comercio guatenialteco de cochinilla, zarzaparrilla, cuero, caoba, cacao, azúcar, café y tabaco se incrementó sobremanera; pero de to- dos estos productos la cochinilla ocupaba e1 primer lugar." Dentro de las regiones principales de ciiltivo entre Amatitlán y Chiquimula, La Lfontaña sentía los efectos de esta expansión de una forma más profunda que las montañas del o~cidente. '~

La baja en el comercio del miil y el auge cíe la cochinilla. forzaron a los dueños de haciendas de la zona y a otros de la

Manuel Montúfar y Coronado, Memorraa para la historia de la re- volución de Centro América (Memonas de Jalapa) (Guatemala: T ipe grafía Sánchez y de Gtiise, 1934), pág. 152.

26 Valentín Solóizano Fernández, IIzgtorra dc la evaluczón econórnrca de Guaternala (México C'NAM, 1947), pp 244 245

27 Véanse: Thompson, Narrative, pág. 281; FO 15, 14.14, "Chat,field a Patmerston" (Guatemala, 10 de septiembre de 1834); Boletán Oficial (Guatemala, 1.0 de abril de 18311, núni. 1; FO 15, 18.8, "Ctiatfield a Palmerston" (San Salvador, 1.0 de marzo de 1836); y Semanario de Guatemala (Guatemala, 1.0 de abril de 1836), núm. 1 .

28 FO 15, 252.5, "Hall a Chatfield" (Guat~mala, 28 de febrero de 1538).

29 Sernanano de Guatemala (Guaternala, 30 de abril de 1836), núm. 1.

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élite ladina a aceptar el capital de los comerciantes, represen- tados por el Consulado de Comercio, contra quienes habían luchado anteriormente por controlar el añil. Debido a qiie la producción de cochinilla es un proceso difícil y delicado, los cultivadores necesitaban la ayuda de los ~ornerciantes.~~ De esta manera, comerciantes individuales contribuyeron al desa- rrollo de la industria, prestando dinero anualmente a cultiva- dores al iilterés mensual de 2 o 3 por cie~lto, con el producto final como garantía.31 Con esta inversión en su producción y el nonop polio de su exportación, los comerciantes prácticauriente controlaban la industria de la cochinilla, posición que nunca antes habían gozado durante el auge colonial del hecho que danzó más los intereses de estos segmentos de la socie- dad. Guiados por las demandas del mercado externo, aun los elementos más conservadores de la sociedad guatemalteca bus- caban el desarrollo económico sin romper con el orden básico social.33

Antes de la Independencia, los líderes políticos guatemal- tecos empezaban a considerar la política agraria conlo un ex- pediente del progreso econón~ico.~~ Mientras el ejército napo-

30 Para datos sobre la producción de cochinilla en la época colonial, véase Firank Kennet, "Nocheztli -Some Aspects of the Cochineal In- dustry in New Spain, 1526-1632" (tesis de maestría, Tulane University, 1971).

31 L. H. C. Obert, Memoire contenant un apercu statistique de l'état de Guatemala, ainsi que des reseignments précis sur son commerce, son industrie, son sol, sa température, son climat, et tout ce qua est relatzf

cet état (Bruxelles: Imprimerie de Lesigne, 1840), pp. 135-137.

32 Ralph Lee Woodward, Jr., P n ~ i l e g i o de clase y desaml lo econó- mico: Guatemala: 1793-1871 (San José: EIIUCA, 1981), cap. IV, pp. 71-93.

33 Woodward, Privilegio de clase y desacrotío económico, pág. 12.

34 "Apuntarnientos sobre la agricultura y comercio del reyno de Gua- temala que el señor dr. don Antonio Larrazábal, diputada en las cortes extraordinarias de la nación por la misma ciudad, pidió al real consula- do en junta de gobierno de 20 de actubre de 1810, Nueva Guatemala, año de 1811n, reirnpreso en Jorge Mario García Laguardia, La géne- sis del constiiucionalivrno guatemalteco, estudio selección de documentos y notas (Guatemala: Editorial Universitaria de Guatemala, 1971): pp. 272-283. Para un tratamiento más completo de este tema, consúltese Mario Rodríguez, The Cadiz Ezperiment in Central America,

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36 Política agraria y reacción campesina

leónico entraba a España y un grupo de hombres embuidos de los principios de la Ilustración formaban un gobierno en el exilio en Cádiz en 1810, los guatemaltecos comenzaron a buscar modelos en países como los Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. tos diputados guatemaltecos a Ias cortes de Cádiz revelaron su preocupación por la disparidad en la tenencia de la tierra, contribuyendo a promulgar u n decreto que reducía todas las tierras baldías a propiedad particular.35 Al obtener la Independencia en 1821, muchos de estos mis- mos personajes, como Josh Cecilio del Vaíle, se convirtieron en políticos prominentes de la nueva nación y continuaron con el espíritu de Cádiz. Valle, por ejemplo, consideraba el pro- greso principalmente en términos económicos. Según él, los intelectuales proveerían la tecnología, los capitalistas inver- tirían, los obreros trabajarían y todo el mundo aprovecharía pr~~orcionalrnente.~~ Citando muchas veces a Gregoire. Ge- novesi y Hume, Valle planeó un porvenir muy idealista para Guatemala en el que la fundación económica y social sena la propiedad privada.37 Al florecer la propiedad privada en todas partes de Ia nación, la prosperidad económica y la establidad social serían resultados naturales. Sin embargo, todavía se necesitaba de una reforma agraria que pudiera estimular el mercado interno e incrementar las exportaciones agrícolas sin afectar las posiciones económicas tanto de conservadores como de liberales.

Se requirió de algunos años para que se desarrollara un plan semejante. Los dieciocho nieses cuando Guatemala for- mó parte del Imperio Mexicano no produjeron cambios en la estructura agraria. No obstante, después de la independencia absoluta en 1823, la nueva Asamblea Constituyente decretó un impuesto del 7 por ciento a todas lac fincas de las órdenes

1808-1826 (Berkeley: University of California Press, 1978)

35 "Apuntamientos sobre Ia agricultura y comercio", pág. 281.

36 José Luis Reyes, Apunta para w a m o n o ~ a f i de la Sociedad Económica de Amigos de¡ Pais (Guatemala: Centro Editorial 'José de Pineda Ibarra", 1964), pág. 84.

37 Reyes, Apuntes para una monogr(~fáa, pp. 86-90.

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religiosas y de las En 1825, la Asamblea promulgó la legislación agraria más importante del período, que se llamó Decreto 27, una ley que ejemplificó el espíritu de hombres co- mo Wle. Exigió que todo terrateniente presentara sus títulos de propiedad o, de lo contrario, su tierra regresaría al gobierno como tierra baldía y sería vendida como propiedad particular a un valor mínimo de doce reales y un máximo de cuatro pe- sos cada caballería por medio del viejo instrumento legal de la denuncia. De las tierras baldías existentes, el gobierno se reservó para la colonización una tercera parte de anlbas cos- tas y parte del interior, y proclamó que extranjeros podían tener los mismos derechos que los nacionales en la venta de tierras. Los ejidos comunales se excluyeron de toda la retórica sobre la propiedad privada. Los liberales reconocieron que los campesinos dependían de estas tierras para sobrevivir, pues retuvieron esta institución y permitieron que las aldeas pu- dieran denunciar tierras al igual que los individuos. Además, las tierras de cofradías, cuando fue necesario, fueron vendidas a los ejidos como tierras baldías. Así, tanto individuos como el gobierno, compañías de colonización extranjeras y los eji- dos podían adquirir tierras. Los liberales esperaban que se cultivara más tierra baldía y en desuso, para -con una ma- yor producción agrícola- mejorar la economía y aumentar las exp~rtaciones.~~

Comunicaciones inadecuadas y trastornos políticos impi- dieron la implementación de estos decretos. Con la defección de Manuel José Arce por los liberales y el consecuente control conservador del gobierno en 1826, sobrevino una guerra civil. Durante esa época, los conservadores no revocaron los decre- tos ni produjeron nuevas leyes agrarias. Cuando finalmente el General Francisco hlorazán ganó la guerra en 1829, un partido liberal más radical tomó el poder. Bajo la dirección del jefe de Estado Mariano Gálvez, los liberales se enfrentaron a un Estado arruinado por la guerra civil y afectado por terribles problemas económicos. La guerra civil había dividido a la éli-

38 AGCA, B5.7.181.4120.

39 AGCA, B5.7.181.4120.

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38 Política agraria y reacción can~pesina

te , dejándola rodeada por masas de campesinos de todas las facciones La agricultura sufrió de las confiscaciones d e ganado y cosechas por los ejércitos y de los alistamientos forzados de trabajado re^.^' Sin embargo. Cálvez inició su la- bor con optimismo, ofreciendo incentivos por mejoras en la a g r i r u l t ~ r a . ~ ~ nombrando agentes para determinar faltas en las cosechas y forniiilar idens para contrarrestar la escasez de comida.43 ordenando un cstiidio para considerar el uso del río Motagua para riego y, finalmente, estableciendo una sociedad agraria.44

Además, esta preocupacicín liberal por una política agra- ria estaba acorde con la política anti-clerical. Cn decreto de 1830 declaró todas las propiedades y los fondos de las órde- nes religiosas propiedad del gobierno con e1 fin de alquilar o usar los edificios para escuela~,~~onfiscaciones que acarrea- ron co~isiclerablcs r i q t i e z a ~ . ~ ~ Aiinyue algunos curas seculares, incliiycndo cl arzobispo, f~ieron expiilsados, el ataque contra la propiedad de> la Iglesia parece habrr sido dirigido contra las órdrncs, especialr~ientt la <le los dominicos.

La int3ficirncia ílc todas estas reformas con respecto a la prosperidad ecortcírxiica de todos los sectores de la sociedad guatemaltrca y la falta <le ingrisos en el sector público for- zaron al gobierno a presionar más aún a los campesinos y a los terratenientes. Dr. 1831 a 1835, los liberales exigieron consta~itrmrnte qric todos los pucblos c individuos mostraran sris títulos dc tierra. Considerando la deficirnria en medios

' O García Graita<ioi, Memoraas. I I 338 339

4 1 Montúfar y Coroiia<l«, Mernorzas para la hrstona de la revoluczón. 11 277 278

4 2 Xlaniirl Pinr~da c f r li-lont, Reco~iilacaón de las leyes de Guatemala, 3 tomos (Gnaten~ala: Iinprmita de la f'az. 186,91871), 1 : 745 -747 .

4 1 I'inc-da de klont, I<~copriacaón de las ieyps de G u a t ~ m a l a , 1 744 7'17

4 5 I'ineda de Motit, Recoptlacrón de las leyes de C~ratemala, 1 : 2 5 2 - 253; y Rolef ín Oficzai (Gtiatcr~iala, 15 <ir abril <Ir 1831). riúm. 2.

4 6 IIoIlrrn, Ci~urch and State, pp 58-59

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de conlunicación imperante en el campo, más tarde un decre- to solicitó que los campesinos recibieran información y ayuda para demostrar su carácter de propietarios, pero aún estipuló que las tierras cuyos títulos no fueran mostrados en dos me- ses fueran entregadas al gobierno. Finalmente, la Asamblea decidió que aquellos que no pudieran comprobar posesión de alguna propiedad, pagaran la mitad del valor de sus tierras co- mo composición.47 Así, la legislación agraria desde 1824 hasta 1835 se había iniciado y terminado con la premisa de que la propiedad privada pudiera aumentar la producción agrícola y con la estipulación de redistribuir la tierra más equitativa- mente.

Quince años después de la Independencia, la política agraria liberal no había dado los resultados esperados. De hecho, la producción había aumentado en cierto grado, así como la exportación de cochinilla; pero los campesinos no se beneficiaban rnucho en la distribución de la tierra y la riqueza. Cuando La Moritaña participaba en el auge de la cochinilla, las reformas permitieron a muchos terratenientes acrecentar sus haciendas y entrar en la economía del mercado internacional, forzando a los campesinos a trabajar como jornaleros para sobrevivir.

Esta situación llegó a empeorar la vida de los campesinos, no habiendo éstos comprendido el entusiasmo liberal por la propiedad privada. La propiedad comunal de la tierra siempre había sido un elemento intrínseco de la sociedad indígena.48 Además, el concepto tradicional espaiíol de aprovechamiento común había existido en la agricultura española desde tiempos antiguos." Las tierras baldías que no estaban controladas por la municipalidad ni la Cororia nunca fueron definidas legalmerite y eran usadas según este concepto del uso común

4i Pineda de hlont, Recopilacióvt de las leyes de Guatemala, 1: 666.

48 Robert A. Naylor, "Guatemalan Indian Attitudes Toward Land Te- nure", Jovrnal o j Inier-American Siudies and World Af fa irs 9 (octubre de 1967): 619-639.

*' Véase Alejandro Nieto, Bienes comunales (Madrid: Imprenta Uni- versitaria, 1964); y para un estudio anterior a éste, Francisco de Cárdena y Espejo, Ensayo sobre la historia de la ~rop iedad ierriiorial e n España (Madrid: Sancliez, 1873), pág. 186.

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sin títulos particulares; mientras que las tierras realengas eran de la C~rona .~ ' Los liberales no hacían distinción entre ambas y las denunciaron a favor del gobierno para venderlas a particulares. Así, los campesinos, infundidos en oscuros y viejos conceptos indígenas e hispanos sobre la tenencia de la tierra, chocaban sin duda con los ideales liberales de propiedad privada.

Aunque la política liberal había preservado las tierras eji- dales. los ~ueblos sufrieron muchas veces. cuando terratenien- tes locales denunciaron conio baldías ciertas tierras que los campesinos proclamaban comunales desde tiempos inrnemo- riales. Problemas de esta índole surgieron después del decreto de 1825 y continuaron con mayor frecuencia durante la dé- cada de 1830.~' En muchos casos, se mandaron tropas a La Montaña para forzar a los campesinos a mudarses2 y. al trans- currir de la década hacia los principios de la sublevación de 183'5, fueron comunes litigios similares y aún más violencia.53 En Cuajiniquilapa, por ejemplo, el ejido perdió tierra en favor de "El Zapote". la haci~nda de Juan Barrundia, tanto como perdií, en favor de la hacienda "Ojo de Agua" de la familia Arrivillaga, después de un largo litigio que ternunó en 1836.

<' Posteriormente, los jefes del ejido se quejaron, afirmando: es extraño que, debido a la ley, y contra un pueblo pobre y mi- serable al que le falta un ejido para la cosecha necesaria, se

Manuel Comeiro, Hi.~tor ia de l a e c o n o m í a polctica de E s p a ñ a (Ma- drid: Imprenta de Carlos López, 1965), pág. 715.

51 AGCA, B1.2555.60084.

52 Simón Tadeo Espinosa, secretario de la Corte Suprema de Justicia del Estado de Guatemala, "Dos palabras para deshacer una equivoca- ción", 29 de julio de 1831 (documento en microfiln~e que se encuentra en la Latin Americart Library, Tulane University, New Orleans).

53 Para ejemplos en los poblados de Espinal, Exuintla? la Ermita, Jutiapa, Los Esclavosl El Pino, Santa Rosa, Jurnay, La% Cañas, Agua Blanca. Jilotepeqiie, Asunción Mita, Jalapa y Santa Catarirha, véanse los siguientes documentos del AGCA: B85.1.1152.26662; R100.1.1412.33188, 1427.33885, 1417.33173,1416.33072, 1418.33192, 1418.33174,1418.33207, 1418.33139, 1418.33163,1418.33175,1415.33064,1415.33063,1418.33199, 3637.85848, 3633.85320, 3633.85270, 3633.85276; R119.4.2553.60057, 2551.6002, 1553.60058; R119.2.2519.56843; B119.3.2543.58735; B110.2. 2522,57127; B108.7.1962.45250 y 1939.44652; y B108.6.1939.44632.

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le haya dado preferencia a partidas particulares que tienen >r 54 demasiado tierra y no pueden usar la que tienen .

Dos pleitos sobre tierras se destacan en la villa de Gua- dalupe y Mataquescuintla, pues causaron discrepancias que continuaron por dos décadas. Involucrando tanto a conser- vadores como a liberales, estos pleitos hicieron surgir a dos jefes de la futura sublevación: José Rafael Carrera de Mata- quescuintla y José Clara Lorenzana de la villa de Guadalupe. Después de mucho tiempo en lucha contra terratenientes lo- cales, entre ellos Emilio Flores y Juan José Guerra, la villa de Guadaiupe perdió porciones considerables de tierra y la que le quedó tenía pocos bosques, muy importante para la obten- ción de leña." En Mataquescuintla, un violento litigio sobre la tierra fue pronto seguido por un tumulto provocado por me- didas hechas en 1824 por el agrimensor oficial, Valerio Ignacio v . Las tropas de Chiquimula, sin enibargo, sofocaron el tumulto r á p i d ~ n e n t e . ~ ~ En 1830, la tierra se convirtió otra vez en problema central cuando Pablo Pivaral denunció casi todo el ejido del pueblo como ticrra baldía. Según reportaron los campesinos, al protestar ante las autoridades, Pivaral los amenazó con violen~ia.~" Fi~~almente, recibió una parte, mas no la totalidad de las tierras denunciada. Los campesinos, por su parte, estaban enojados por la situación, pero temían a las repre~a1ia.s.'~ De esta manera, Lorenzana y Carrera (al igual que muchos otros campesinos a través de La Montaña). tenían buenos motivos para repudiar los cambios económicos que coincidían con el dominio liberal.

Mariano Gáivez y otros liberales reconocieron estos pro- blemas, simpatizando con los campesinos; pero no compren- dieron lo potencialmente peligroso de la situación. Gálvez habló de "la inseguridad en que los propietarios viven, los li- tigios entre vecinos y contra el gobierno a causa de las tierras

5 h G ~ ~ , 13110.1.1418.33165 y 8110.1.1418.33181.

55 AGCA, R78.24.714.15911.

AGC>A, E1119.21.2509.56355.

AGCA, B100.1.1416.33094.

AGCA, 13100.1.1415.33063.

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42 Política agraria y reacción campesirla

baldías. Hasta ahora, éstos han sido sólo una causa parcial del lento desarrollo de la agric~iltura, cuya producción no puede pagar aún los litigios y medidas". Lamentó también las leyes agrarias, "por medio de Ia. cuales los pobres han sido despo- jados de sus tierras y solítrnente los ricos han podido coniprar las tierras haldía~". '~ No obstante. Galvez no coxnprendió los devastadores efectos de estas reformas en la vida tranquila y tradirional de los canipesinos de La Montaña, hasta que sp hizo inrnine~ite una rpbelión. Las reforrrias ron que los libe- rales guatemattecos habían t s p ~ r a d o convertir al país en una nación xnás moderria y occidental fraca~aron;~' y con un bri- llante jefe guerrillero, un tmrenu propicio en el cual podían luchar bien los rebeldes y una población rural simpatizante, los canipesinos de La Montaña deprisieron con violencia y con buen éxito el gobierno liberal.

La epidemia de cólera de 1337 hizo meramente estallar el descontento Bajo la jefatura de Rafael Carrera, los canipesinos de Santa Rosa y Mataquescuintla empezaron a reunir amas.62 Gálvez convocó la Asamblea g sugirió algunas medidas para terminar con la rebelión. Una medida importante estabaencamiriada al problema de la tierra en el área de donde venían de los rebeldes. Gálvez ordenó que los habitantes de Jumay se mudaran a Cuajiniquilapa g que su ejido fuera dividido entre la antes mencionada y Las Casillas, con una parte de la tierra bajo el control de los oficiales gubernameritales de Santa Rosa. Gálvez esperaba concentrar y controlar a los habitantes rebeldes de Jiimay, mientras que halagaba a los otros dos piieblos con tierra muy n e ~ e s i t a d a . ~ ~ Pero la insurrección creció y el mandatario terminó por revocar el decreto itn mes más tarde.64 Gálvez

Boletín Oficial (1 .0 de junio de 1831), núm. 5.

George W . Montgomery, Narrative of a Jotlrney to Cvalemalo (Xew York: Wiley and Putnam, 18391, pág. 143.

'' AGCR, B118.26.36.16267.53273.

6 2 AGCA, 8118.26.36.16267.53273.

63 Boletín Oficiat (26 de junio de 1837), niim. 21.

64 Boletín Oficial (27 de julio de 1837), núm. 24.

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hfici~ael F. Fry 43

tuvo que admitir su error y proclamó que "las leyes que existen sobre la propiedad y la tenencia de la tierra son causas de desconterito en los pueblos y entre partidos particulares. a causa de la inseguridad de la tenencia," decretando garantía para todas las tierras ejidales en un desesperado intento por rectificar el daño de las legislaciones an t e r io r e~ .~~ En el campo, las garantías de esta clase parecían inútiles, mientras que en la capitai surgió una división entre los liberales al enfrentar la rebelión. Al poco tiempo, el 4 de febrero de 1838, Mariano Gálvez cayó del poder.66

Cuando el ejército de Carrera entró a la capital el día 31 de enero de 1838, los campesinos ya habían demandado la abolición de las contribuciones sobre las tierras, que los impuestos fueran más bajos para los pobres, que no se les diera tierra ni empleo a extranjeros, y la abolición de todas las ventas de tierra a extranjeros a expensas de los habitantes locales.67 Felipe Molina, el nuevo ministro general, aseguró a Carrera que el gobierno estaba tratando de satisfacer las demandas de los carnpe~inos.~~ Carrera esperó y píepar6 su ejército en Mataquescuintla con el fin de intervenir si era ne~esario.~'

Carrera se había convertido en el símbolo de las espe- ranzas y aspiraciones del campesinado. Durante la rebelión, había prometido ayudar a todo aquel que se acercara a él con peticiones y quejas.'' Los campesinos dependían ahora de él para su defensa tanto a nivel político como militar. A pesar de que muchas de las demandas de los rebeldes seguían co-

Boletín Oficial (27 de julio de 1837), núm. 24

66 Véase Woodward, Social Revolulion in Gualemala, pág. 59.

<j7 Véanse: El Amrgo de Guatemala (Guatemala, junio de 1838), núm. 11; y Rafael Carrera, "Dios Tormento: y efectivamente lo es la verdad" (hoja suelta, Colección de la Biblioteca Nacional, Guatemala, 12 de julio de 1839).

68 Noticioso Guatemntteco (Guatemala, 20 de febrero de 1838), núm. 3.

69 Rafael Carrera, "A los pueblos de Guatemala" (hoja suelta, Colec- ción de la BiMioteca Nacional, 6 de junio de 1841).

70 AGCA, B119.2.2523.57143

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44 Política agraria y reacción campesina

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rrientes de pensamiento conservador y de que Carrera procla- mó la clausura oficial del partido liberal,?' 110 existe evidencia concluyente de que Carrera y los conservadores fuesen aliados. Los que quedaban de los anteriormente poderosos consenrado- res, fuera del poder desde 1829, comprendieron que el caos de la rebelión era ventajoso para ellos. A pesar de ser ana3fabeto y de tener otros problemas de liderazgo, la personalidad de Carrera no le hubiera permitido ser marioneta de ningún inte- rés de grupo.72 Carrera comprendió que ni los liberales ni 10s conservadores deseaban cambiar como él mismo la situación económica y social del campesinado, por lo que se propuso defender por cuenta propia los derechos de los campesinos.

En marzo de 1838 se confirmaron las sospechas de Carrera al entrar Francisco Morazán con tropas a Guatemala. Carrera se sintió utilizado por 10s liberales, quienes aún no habían llevado a cabo todas las reformas que habían acordado ambas partes y reanudó la lucha hasta que destruyó completamente a las fuerzas de Morazán y tomó el poder directamente en sus manos.73 Mientras se reinstauraba al moderado Mariano Rivera Paz, Carrera convocó a una Asamblea Constituyente, a la cual instó a rectificar las injustas leyes contra las tradiciones del pueblo. Constantemente les recordó a los legisladores que la rebelión triunfante tenía sus orígenes en el pueblo.74 De esta manera, Rivera Paz le recomendó a la Asamblea una serie de leyes basadas en las demandas del campesinado y los diputados inmediatamente convirtieron casi cada reforma

71 Nottczoso Guatemalteco (Guatemala, 2 de mano de 1838); y El Oh.servador (Guatemafa, 22 de febrero de 1838).

72 Montúfar y Rivera Maestre, Rcseña histó&x de Centro América, f l I : 528.

73 Rafael Carrera, "Profesión de fe politican (hoja suelta, Colección de la Biblioteca Nacional, Guatemala, 23 de octubre de 1837).

'* Véanse las siguientes hojas sueltas de la Colección de fa Biblioteca Nacional de Guatemala, a su vez escritas por Rafael Carrera: "Procla- mación a los habitantes de Guatemala" (13 de abril de 1839); "A la Asamblea Constituyente" (14 de junio de 1839); "Proclamación a los habitantes de Guatemala'' (14 de julio de 1839); y "Proclamsrión a los ~uehlos de Gustemala" (22 de julio de 1839).

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en ley.75 Antes del Convenio de Guadalupe de 1 8 4 4 , ~ ~ las nuevas

leyes tuvieron poco efecto en la situación agraria a causa de la continua guerra civil en otras partes del estado y del caos dentro del gobierno por varios años. Carrera continuó permi- tiéndoles a los campesinos que le solicitaran a él juzgar per- sonalmente las disputas de tierras y a menudo los campesinos regresaban satisfechos a sus pueblos.77 El convenio que Carre- ra hizo con otros caudillos campesinos y que al fin consolidó su poder, por otra pazte, estipulaba el nombramiento de u n juez, con sede en la capital, para ventilar todas las disputas de tierras. Por lo tanto, parece que los campesinos verdadera- niente recobraron algunos de sus derechos tradicionales dentro del sistema agrario.

La política agraria liberal implementada entre los años de 1823 y 1838 tuvo como consecuencia separar a mucha gente de una herencia ancestral en la economía comunal y de subsis- tencia, "liberándolos" de sus medios de producción agrícola. Esto indica tendencias más amplias en la transformación de la sociedad agraria después de la Independencia. En general, el período post-independentista trajo cambios masívos invo- luntario~ en la vida del campesinado, casi comparables con las epidemias, los programas de recolonización, la conversión re- ligiosa, y un sistema de trabajo e impuestos que resultaron de fa conquista y de la colonización española del siglo XVI. Como se ha visto, algunos de estos nuevos desafíos fueron en parte programas de gobierno conscientes, mientras que otros fueron el producto de una población en expansión y del ingreso a una economía global.

Durante la época colonial, no toda la población guate- ~nalteca gozaba de igual consideración, pero en la Guatemala

75 Mariano Rivera Paz, "Memoria a la Asamblea Constituyente7' (hoja suelta, Colección de la Biblioteca Nacional, 31 de mayo de 1839).

76 "Convenio de Guadalupe" (hoja suelta, Colección de la Biblioteca Nacional, 11 de marzo de 1844).

77 Véanse, por ejemplo: AGCA, R100.1.1419.33230, 1419.33305, 1419. 33356 y 1419.33326; y B108.7.1962.45282.

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46 Política agraria y reacción campesina

independiente el estado legal del campesinado cambio, convir- tiéndolos en ciudadanos iguales ante la ley. Por su protección, se abolieron las leyes coloniales paternalistas, como por ejem- plo la prohibición de residir los ladinos en comunidades indí- genas: las instituciones especiales, como el Juzgado de Indios, fiieron retiradas y cayo en desuso el derecho del campesino a consejo legal. Ilidudablemente, estar- leyes coloniales habían sido violadas a menudo y las instituciones creadas para la pro- teccibn de los indígenas y de otros campesinos tuvieron serias fallas; pero el Estado colonial aseguró responsabilidad moral y legal para la supervivencia de las comunidades riirales cris- tianas tributarias. Esta a.utoridad moral y legal no sancionó el desmembramiento de las co~nunidades rurales ni la toma de sus tierras. Semejante comisión moral fue quizás un débil con- suelo para los ptieblos que habían perdido sus tierras y, con ellas, sus niedios de subsistencia durante el período colonial, pero sii siipervivencia fue puesta en gran riesgo cuando el go- bierno se convirtió en el enemigo moral al destruir la cohesión de la cornunidad. E;l = d t o a las tierras de los campesinos fue apenas una en una. variedad cle inclirsiones contra los pueblos rurales en el siglo XIX, y el caso cle La Montaña ejemplifica el profundo efecto de esos asaltos.