periódico parroquial "comunidad" #65

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Monterrey, N. L ., México. Febrero de 2011 No. 65 M UY queridos feligreses de la Parroquia: Reciban los mejores deseos y la oración de un servidor por todos ustedes. Como Parroquia que somos vamos llevando adelante nuestro camino de fe, buscando ser cada vez mejores discípulos misioneros del Señor. Discípulos que cada día se acercan a Jesús para recibir sus enseñanzas, para hacerlas vida y con la palabra y el testimonio de nuestra vida ser misioneros de Aquél que no ha venido a ser servido sino a servir (cfr. Mt. 20,28). Hemos recibido del Señor Jesús sus valores y hemos de convertirnos en los que llevan los valores del Reino de Dios a todas partes, especialmente en este tiempo en que tanto se requiere de forjar nuevos ambientes, en los que el espíritu del Evangelio impregne la vida de cada uno de nosotros, los ambientes donde nos movemos, nos realizamos y día con día avanzamos a la Casa del Padre. Vivir la verdad, la justicia, la paz y el amor cristianos, nos hará ser sembradores de la Paz que en nuestra sociedad tanto se necesita. Esta vivencia será señal de conversión, de buscar acercarse a Dios y llenarse de su amor y misericordia, para fortalecer nuestros ánimos y llenos de la esperanza que nos infunde Cristo nuestro Señor seguir adelante con entusiasmo y alegría. Cristo es nuestra Paz, Cristo es nuestra Esperanza y nos llama a vivir el amor que sea generador de nuevas estructuras, de nuevas situaciones, de nuevas personas, que se empeñan en dar lo mejor de sí mismos en su propia vocación y, desde ella, realizar el plan de Dios para cada uno. Queridos hermanos, esforcémonos por vivir la comunión, a la que como hermanos nos llama el Señor. Para promoverla hemos sectorizado la Parroquia y en esos sectores queremos reforzar la evangelización, para que sintiéndonos hermanos, nos ayudemos a vivir mejor y a alcanzar para todos la vida en el Señor. Las Misas y Horas Santas de sector, las clases de Biblia en las casas, y otras acciones pastorales que iremos realizando, habrán de ayudarnos a ser hermanos en comunión, bajo el patrocinio de Santa Beatriz de Silva y como Parroquia conocer, amar y servir más y mejor a Jesús. Que el nuevo mes de Marzo, Dios mediante, sea un buen tiempo para todos. Agradezcámosle a Dios lo que nos ha concedido en los dos primeros meses del año, que ya han terminado, y pidámosle nuevas gracias, conforme a nuestras necesidades espirituales y materiales. Roguemos especialmente por nuestros hermanos más necesitados y los más alejados del amor de Dios. Igualmente preparémonos para vivir la Visita Pastoral que en unos días más, nos hará nuestro Arzobispo, el Cardenal J. Francisco Robles Ortega. Que Dios los siga bendiciendo. P. Juan Carlos Castillo Ramírez Párroco

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Periódico Parroquial de Nuestra Comunidad de Santa Beatriz de Silva, Monterrey, N.L. México

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Page 1: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #65

Monterrey, N. L ., México. Febrero de 2011 No. 65

M UY queridos feligreses de la

Parroquia: Reciban los mejores deseos y la oración de un servidor por todos ustedes.

Como Parroquia que somos vamos llevando adelante nuestro camino de fe, buscando ser cada vez

mejores discípulos misioneros del Señor.

Discípulos que cada día se acercan a Jesús para recibir sus enseñanzas, para

hacerlas vida y con la palabra y el testimonio

de nuestra vida ser misioneros de Aquél que

no ha venido a ser servido sino a servir (cfr. Mt. 20,28).

Hemos recibido del Señor Jesús sus valores y hemos de convertirnos en los que

llevan los valores del Reino de Dios a todas partes, especialmente en este tiempo en que tanto se requiere de forjar nuevos ambientes, en los que el

espíritu del Evangelio impregne la vida de cada uno de nosotros, los ambientes donde nos movemos, nos realizamos y día con día avanzamos a la Casa del Padre.

Vivir la verdad, la justicia, la paz y el amor cristianos, nos hará ser sembradores de la Paz que en nuestra sociedad tanto se necesita. Esta vivencia será señal de conversión, de buscar

acercarse a Dios y llenarse de su amor y misericordia, para fortalecer nuestros ánimos y llenos de la esperanza que nos infunde Cristo nuestro Señor seguir adelante con entusiasmo y alegría.

Cristo es nuestra Paz, Cristo es nuestra Esperanza y nos llama a vivir el amor que sea generador de nuevas estructuras, de nuevas situaciones, de nuevas personas, que se empeñan en dar lo mejor de sí mismos en su propia vocación y, desde ella, realizar el plan de Dios para cada

uno.

Queridos hermanos, esforcémonos por vivir la comunión, a

la que como hermanos nos llama el Señor. Para promoverla hemos sectorizado la Parroquia y

en esos sectores queremos reforzar la evangelización, para que sintiéndonos

hermanos, nos ayudemos a vivir mejor y a alcanzar para todos la vida en el Señor.

Las Misas y Horas Santas de sector, las

clases de Biblia en las casas, y otras acciones pastorales que iremos realizando, habrán de

ayudarnos a ser hermanos en comunión, bajo el patrocinio de Santa Beatriz de Silva y como Parroquia conocer, amar y servir más y mejor

a Jesús.

Que el nuevo mes de Marzo, Dios mediante, sea un buen tiempo para todos. Agradezcámosle a Dios lo que nos ha concedido en los dos primeros meses del año, que ya han terminado, y pidámosle nuevas gracias, conforme a

nuestras necesidades espirituales y materiales. Roguemos especialmente por nuestros hermanos más necesitados y los más alejados del amor de Dios.

Igualmente preparémonos para vivir la Visita Pastoral que en unos días más, nos hará nuestro Arzobispo, el Cardenal J. Francisco Robles Ortega.

Que Dios los siga bendiciendo.

P. Juan Carlos Castillo Ramírez Párroco

Page 2: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #65

Por su reportero Capsulito

1) ¡Hola! Mis queridos lectores y lectoras. Este mes de

Febrero estuvo muy variadito. Lo empezamos con el Rosario y Misa del Santo Padre Pío y continuamos con los momentos

de adoración de Jesús Sacramentado en la Hora Santa Semanal y en la de primer viernes de mes.

2) Nos unimos a la alegría espiritual de México al

conmemorar el día cinco a San Felipe de Jesús, primer mártir mexicano y patrono de la juventud de nuestra Patria y de la

Asociación Católica de la Juventud Mexicana.

3) Recomenzamos aquí en la Parroquia la Misa de sector y

la Hora Santa de sector, los lunes a las 8 pm y ha habido muy buen respuesta. Estas dos acciones tienen como

finalidad formar en la comunión y retomar la conciencia de que somos una Parroquia en torno a Jesús.

4) Con todo y frío se llevaron a cabo las Tardeadas

Bohemias. Bravo por los de la edad plena, que son atendidos por la Unión de Enfermos Misioneros.

5) El día 17, en camino al XXX aniversario de nuestra

Parroquia de Santa Beatriz de Silva, ofrecimos las Misas por todos los que forman y han formado esta Parroquia, sus bienhechores y amigos.

6) Del 13 al 20 tuvimos la Semana de Oración por las

vocaciones sacerdotales, en preparación a la celebración del

Día del Seminario de Monterrey.

7) Bendito Dios que nos sigue y seguirá bendiciendo con el

don de las vocaciones sacerdotales y dándonos Pastores

según su corazón.

8) Muy generosa fue la respuesta de la feligresía a favor

del Seminario. Se juntaron más de 80 mil pesos, que se hicieron llegar felizmente a su destino. Ahora sigamos en

oración por el Seminario y ayudándolo en todo lo que

podamos.

9) Los Padres Eliezer y Juan Carlos se fueron con los

Padres de la Zona I a una Semana de Estudios, cuyo tema fue la exhortación papal “La Palabra del Señor en la vida y misión de la Iglesia”. Esperemos que hayan aprendido mucho, del expositor P. Carlos Junco Garza.

10) Yo, Capsulito, les invito a rendir un homenaje de

gratitud a dos sacerdotes que fallecieron recientemente

después de haber dado su vida de más de 80 años y más

de 50 de sacerdocio a la comunidad diocesana de

Monterrey, ellos, como ustedes saben, fueron Monseñor Aureliano Tapia Méndez y Monseñor José Jesús Alberto

Martínez Banda. Dios los llamó el mes de Enero y el que

corre actualmente, respectivamente. Dios les ha de recompensar su entrega, vivida por cada uno en su propio estilo, a favor de diversas comunidades parroquiales.

¡Gracias Padre Tapia! ¡Gracias Padre Martínez!

11) El otro día me dijo un muchacho que él había leído con

mucho gusto el libro “El caso perdido del número 19 y otros

cuentos” de Monseñor Tapia Méndez y que hasta se había sentido llamado al sacerdocio a través de su lectura y que

ahora está pensando seriamente en hacerse sacerdote, luego de haber terminado sus estudios de ingeniería. Ojalá

que así sea y que este libro de Monseñor Tapia Méndez siga haciendo mucho bien.

12) También felicitamos al Padre Elías Álvarez Rodríguez

porque el 25 de este mes cumplió, ni más ni menos que 50

años de vida sacerdotal. El fue formador y maestro del Seminario por 16 años, después estuvo en el Colegio Mexicano en Roma, y posteriormente en la Parroquia de la Asunción en la Colonia Moderna y desde hace tiempo en el

Santuario de la Santísima Trinidad, por la avenida Madero. ¡Felicidades Padre Elías!

Hasta la próxima, se despide Capsulito,

su reportero favorito

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Page 3: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #65

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DIOS TOCA A

NUESTRA PUERTA

E L miércoles nueve de Marzo se inicia el

tiempo litúrgico de la CUARESMA, con el Miércoles de Ceniza. Dios nuestro Señor toca a la puerta de nuestra vida para llamarnos,

nuevamente, a Conversión. La Cuaresma será el tiempo que nos permita vivir

nuestro itinerario, con Cristo, hacia la Pascua de Resurrección.

El Miércoles de Ceniza será el momento de firmar con Dios un compromiso de

conversión. Ese es precisamente el significado de recibir la ceniza sobre la frente, en la cabeza. Le diremos a Dios que estamos

dispuestos a vivir este tiempo de gracia y que la

señal de nuestro “Sí” es nuestra actitud humilde de recibir la ceniza.

La ceniza es desde antiguo un signo con el que quienes, escuchando la voz de Dios que los llamaba

a conversión, reconocían su pecado y limitación, ponían este signo en su cuerpo y vistiéndose de sayal, empezaban un tiempo de penitencia y

reconciliación con Dios, a la par de dejar a un lado el pecado y las situaciones que los llevaran a él. El signo visible les ayudaba a reconocer su

compromiso y habrían de esforzarse en vivir de tal manera que mostraran que habían dejado su pecado. Hoy la voz de Dios nos sigue llamando. Hoy Dios toca nuevamente a nuestra puerta para invitarnos a conversión.

La ceniza que recibamos en nuestra persona habrá de ser el signo, entonces, en este 2011, de que queremos cambiar, convertirnos, dejar el pecado. Dios llama a los que habiendo sucumbido a la voz del dinero, del poder o del placer, y se han apartado de EL,

vuelvan a su rebaño, dejando el mal, la violencia, el crimen, la avaricia, el daño al hermano. Dios llama a la puerta de aquellos que somos

buenos, o que al menos nos creemos, sentimos o nos decimos buenos, invitándonos a escuchar su voz, a abrirle la puerta de nuestra vida y ser verdaderamente buenos, o, ser mejores, viviendo como Jesús, el Hijo de Dios y hermano nuestro, nos ha enseñado.

Dios llama a los que lamentablemente podemos vivir

en la tibieza o en la mediocridad, para que dejando esas actitudes, reiniciemos el camino para llegar a ser, para

realizarnos verdaderamente y dejar ambigüedades, que no agradan al Señor.

La Cuaresma nos ofrece por medio de la

intensificación de la oración, de la vivencia de la penitencia y del sacrificio, de las obras a favor del hermano más

necesitado espiritual y materialmente, el camino nuevo.

Por la Confesión, la Eucaristía,

los Retiros Espirituales, la participación en los Ejercicios Espirituales, y

aprovechando lo ya mencionado, busquemos el encuentro con Jesús, que nos llevará a dejar el

pecado y ser mujeres y hombres nuevos.

Así como en la Navidad nos preparamos a conmemorar y actualizar el nacimiento de Jesús, el Salvador de la humanidad, preparémonos con la Cuaresma a

conmemorar y actualizar la Pascua de Resurrección, es

decir, la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, misterios

que nos dieron la Salvación, que nos han dado nueva vida. Dios toca nuevamente a la puerta de nuestra vida, respondámosle con un “Sí” generoso. Entremos en

conversión aprovechando los medios de gracia de este

tiempo litúrgico de la Cuaresma, y con la Virgen María, recorramos el camino a la pascua de Resurrección. P. Juan Carlos Castillo Ramírez

Page 4: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #65

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

PARA LA CUARESMA 2011

“Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con él también habéis resucitado” (cf. Col 2, 12)

Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, es para

la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante, con vistas al cual

me alegra dirigiros unas palabras específicas para que lo vivamos con el debido compromiso. La Comunidad eclesial, asidua en la oración y en la

caridad operosa, mientras mira hacia el encuentro definitivo con su

Esposo en la Pascua eterna, intensifica su camino de purificación en el

espíritu, para obtener con más abundancia del Misterio de la redención

la vida nueva en Cristo Señor (cf. Prefacio I de Cuaresma).

1. Esta misma vida ya se nos transmitió el día del Bautismo, cuando «al participar de la muerte y resurrección de Cristo» comenzó para nosotros

«la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo» (Homilía en la fiesta

del Bautismo del Señor, 10 de enero de 2010). San Pablo, en sus

Cartas, insiste repetidamente en la comunión singular con el Hijo de Dios

que se realiza en este lavacro. El hecho de que en la mayoría de los

casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de relieve que se trata

de un don de Dios: nadie merece la vida eterna con sus fuerzas. La

misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia «los mismos sentimientos que Cristo Jesús» (Flp 2, 5) se

comunica al hombre gratuitamente.

El Apóstol de los gentiles, en la Carta a los Filipenses, expresa el sentido

de la transformación que tiene lugar al participar en la muerte y

resurrección de Cristo, indicando su meta: que yo pueda «conocerle a él,

el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la

resurrección de entre los muertos» (Flp 3, 10-11). El Bautismo, por

tanto, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que

conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama

a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve

a alcanzar la talla adulta de Cristo.

Un nexo particular vincula al Bautismo con la Cuaresma como momento favorable para experimentar la Gracia que salva. Los Padres del Concilio

Vaticano II exhortaron a todos los Pastores de la Iglesia a utilizar «con

mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia

cuaresmal» (Sacrosanctum Concilium, 109). En efecto, desde siempre, la

Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo: en

este Sacramento se realiza el gran misterio por el cual el

hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo

Resucitado y recibe el mismo espíritu de Dios que resucitó a Jesús de

entre los muertos (cf.Rm 8, 11). Este don gratuito debe ser reavivado

en cada uno de nosotros y la Cuaresma nos ofrece un recorrido análogo al catecumenado, que para los cristianos de la Iglesia antigua, así como

para los catecúmenos de hoy, es una escuela insustituible de fe y de

vida cristiana: viven realmente el Bautismo como un acto decisivo para

toda su existencia.

2. Para emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos

a celebrar la Resurrección del Señor —la fiesta más gozosa y solemne

de todo el Año litúrgico—, ¿qué puede haber de más adecuado que dejarnos guiar por la Palabra de Dios? Por esto la Iglesia, en los textos

evangélicos de los domingos de Cuaresma, nos guía a un encuentro

especialmente intenso con el Señor, haciéndonos recorrer las etapas del

camino de la iniciación cristiana: para los catecúmenos, en la perspectiva

de recibir el Sacramento del renacimiento, y para quien está bautizado,

con vistas a nuevos y decisivos pasos en el seguimiento de Cristo y en la

entrega más plena a él.

El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de

hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que

da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la

propia fragilidad para acoger la Gracia que libera del pecado e infunde

nueva fuerza en Cristo, camino, verdad y vida (cf. Ordo Initiationis

Christianae Adultorum, n. 25). Es una llamada decidida a recordar que la

fe cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con él, una lucha «contra los Dominadores de este mundo tenebroso» (Ef 6, 12), en

el cual el diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre

que quiere acercarse al Señor: Cristo sale victorioso, para abrir también

nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del

mal.

El Evangelio de la Transfiguración del Señor pone delante de nuestros ojos la gloria de Cristo, que anticipa la resurrección y que anuncia la

divinización del hombre. La comunidad cristiana toma conciencia de que

es llevada, como los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan «aparte, a un

monte alto» (Mt 17, 1), para acoger nuevamente en Cristo, como hijos

en el Hijo, el don de la gracia de Dios: «Este es mi Hijo amado, en quien

me complazco; escuchadle» (v. 5). Es la invitación a alejarse del ruido de

la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: él quiere

transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal (cf. Hb 4, 12) y

fortalece la voluntad de seguir al Señor.

La petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber» (Jn 4, 7), que se

lee en la liturgia del tercer domingo, expresa la pasión de Dios por todo

hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del «agua

que brota para vida eterna» (v. 14): es el don del Espíritu Santo, que hace de los cristianos «adoradores verdaderos» capaces de orar al

Padre «en espíritu y en verdad» (v. 23). ¡Sólo esta agua puede apagar

nuestra sed de bien, de verdad y de belleza! Sólo esta agua, que nos da

el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha, «hasta que

descanse en Dios», según las célebres palabras de san Agustín.

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El domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del

mundo. «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38), afirma con alegría el ciego de naci-

miento, dando voz a todo creyente. El milagro de la curación es el signo

de que Cristo, junto con la vista, quiere abrir nuestra mirada interior, para que nuestra fe sea cada vez más profunda y podamos reconocer

en él a nuestro único Salvador, Él ilumina todas las oscuridades de la

vida y lleva al hombre a vivir como «hijo de la luz». Cuando, en el quinto

domingo, se proclama la resurrección de Lázaro, nos encontramos

frente al misterio último de nuestra existencia: «Yo soy la resurrección y

la vida... ¿Crees esto?» (Jn 11, 25-26). Para la comunidad cristiana

es el momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda

la esperanza en Jesús de Nazaret: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (v. 27). La

comunión con Cristo en esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la

muerte, para vivir sin fin en él.

La fe en la resurrección de los muertos y la esperanza en la vida eterna

abren nuestra mirada al sentido último de nuestra existencia: Dios ha

creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su

existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la

economía. Privado de la luz de la fe todo el universo acaba encerrado

dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza. El recorrido cuaresmal

encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, en particular en la Gran

Vigilia de la Noche Santa: al renovar las promesas bautismales,

reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos

comunicó cuando renacimos «del agua y del Espíritu Santo», y confirmamos de nuevo nuestro firme compromiso de corresponder a la

acción de la Gracia para ser sus discípulos.

3. Nuestro sumergirnos en la muerte y resurrección de Cristo mediante

el sacramento del Bautismo, nos impulsa cada día a liberar nuestro

corazón del peso de las cosas materiales, de un vínculo egoísta con la

«tierra», que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo. En Cristo, Dios se ha revelado como Amor (cf. 1 Jn 4,

7-10). La Cruz de Cristo, la «palabra de la Cruz» manifiesta el poder

salvífico de Dios (cf. 1 Co 1, 18), que se da para levantar al hombre y

traerle la salvación: amor en su forma más radical (cf. Enc. Deus caritas

est, 12). Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la

oración, expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa

a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo.

El ayuno, que puede tener distintas motivaciones, adquiere para el

cristiano un significado profundamente religioso: haciendo más pobre

nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica

del don y del amor; soportando la privación de alguna cosa —y no sólo

de lo superfluo— aprendemos a apartar la mirada de nuestro «yo»,

para descubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los

rostros de tantos de nuestros hermanos. Para el cristiano el ayuno no tiene nada de intimista, sino que abre mayormente a Dios y a las

necesidades de los hombres, y hace que el amor a Dios sea también

amor al prójimo (cf. Mc 12, 31).

En nuestro camino también nos encontramos ante la tentación del tener,

de la avidez de dinero, que insidia el primado de Dios en nuestra vida. El

afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte; por esto la

Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de

la limosna, es decir, la capacidad de compartir. La idolatría de los

bienes, en cambio, no sólo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete, porque

sitúa las cosas materiales en el lugar de Dios, única fuente de la vida.

¿Cómo comprender la bondad paterna de Dios si el corazón está lleno

de uno mismo y de los propios proyectos, con los cuales nos hacemos

ilusiones de que podemos asegurar el futuro? La tentación es pensar,

como el rico de la parábola: «Alma, tienes muchos bienes en reserva

para muchos años... Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te

reclamarán el alma"» (Lc 12, 19-20). La práctica de la limosna nos recuerda el primado de Dios y la atención hacia los demás, para

redescubrir a nuestro Padre bueno y recibir su misericordia.

En todo el período cuaresmal, la Iglesia nos ofrece con particular

abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e interiorizándola para

vivirla diariamente, aprendemos una forma preciosa e insustituible

de oración, porque la escucha atenta de Dios, que sigue hablando a nuestro corazón, alimenta el camino de fe que iniciamos en el día del

Bautismo. La oración nos permite también adquirir una nueva

concepción del tiempo: de hecho, sin la perspectiva de la eternidad y de

la trascendencia, simplemente marca nuestros pasos hacia un horizonte

que no tiene futuro. En la oración encontramos, en cambio, tiempo para

Dios, para conocer que «sus palabras no pasarán» (cf. Mc 13, 31), para

entrar en la íntima comunión con él que «nadie podrá

quitarnos» (cf. Jn 16, 22) y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna.

En síntesis, el itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar

el Misterio de la cruz, es «hacerme semejante a él en su muerte» (Flp 3,

10), para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida:

dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo, como san Pablo

en el camino de Damasco; orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios; liberarnos de nuestro egoísmo, superando el

instinto de dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de

Cristo. El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer

nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia

renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión

hacia Cristo.

Queridos hermanos y hermanas, mediante el encuentro personal con nuestro Redentor y mediante el ayuno, la limosna y la oración, el camino

de conversión hacia la Pascua nos lleva a redescubrir nuestro Bautismo.

Renovemos en esta Cuaresma la acogida de la Gracia que Dios nos dio

en ese momento, para que ilumine y guíe todas nuestras acciones. Lo

que el Sacramento significa y realiza estamos llamados a vivirlo cada día

siguiendo a Cristo de modo cada vez más generoso y auténtico.

Encomendamos nuestro itinerario a la Virgen María, que engendró al Verbo de Dios en la fe y en la carne, para sumergirnos como ella en la

muerte y resurrección de su Hijo Jesús y obtener la vida eterna.

Vaticano, 4 de noviembre de 2010

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EL DIA DEL

SEMINARIO DE MONTERREY

R ECIENTEMENTE celebramos el “Día del

Seminario de Monterrey”. Como bien se sabe este “Día” se celebra con oración y más oración, para pedir a Dios que llame a su

servicio a niños, jóvenes y adultos, que le den su vida siendo Sacerdotes.

También, la semana anterior al “Día del Seminario”, la oración es para que los jóvenes y adultos que ahora se

forman en el Seminario para el sacerdo-cio, perseveren en la respuesta al llama-

do que Dios les ha hecho. Que sus años de formación, sean

el tiempo en que disciernan debidamente el llamado, la respuesta, su entrega total

y definitiva al Señor para servir al Pueblo

de Dios, de donde han sido llamados

para ser sus servidores al estilo de nues-tro Señor Jesucristo. Igualmente, es oración por los que ya son Sacerdotes, para que día a día

renueven en sí el don que han recibido, para servir a Dios y a sus hermanos. Dios habrá de escuchar estas plegarias. Nos dará nuevas vocaciones (llamadas) al sacerdocio, entre

los niños, los jóvenes y adultos, que de los más diversos medio-ambientes, El, el Señor, llamará conforme le parezca mejor a quien El quiera, cuando quiera y como quiera.

El Señor ha sembrado a manos llenas las vocaciones en el campo de su Iglesia y la oración nos conseguirá de Dios este don maravilloso de las vocaciones sacerdotales. Pasó la celebración, pero no debe de pasar nuestra oración. Hoy Dios sigue llamando, necesitamos respuestas

generosas de los llamados. Que ninguno se haga sordo a la voz del Señor. Que la escuche, la medite, la ore, y le de una afirmativa respuesta al Señor que lo llama.

De El viene el llamado. Del hombre la respuesta. Dios llama, nosotros oramos para que se haga eficaz la respuesta de nuestro hermanos llamados. SEMINARISTAS

En el corazón de los alumnos del Seminario de Monterrey, estamos seguros vibran los grandes anhelos de entrega total y generosa a Dios. En ellos está la respuesta a nuestra oración a Dios para que nos de vocaciones. Sin embargo, necesitamos

sostener esa respuesta con nuestra oración, esas

vocaciones con nuestras plegarias por ellos al Señor.

No basta tenerlas, también hay que sostenerlas. Las sostendremos con nuestra oración, nuestro cariño, nuestra

ofrenda material al Seminario. Pues, si bien, el “Día del Seminario

de Monterrey” conlleva una colecta en toda la Arquidiócesis, formar a los futuros

sacerdotes nos pide que durante todo el año, siempre, apoyemos al Seminario de Monterrey.

Necesita nuestra oración y nuestra ofrenda económica. ¿Por qué ofrenda?

Porque va más allá de un simple donativo, pues, éste se da a Dios a través

del Seminario. Tiene una connotación especial, va más allá de lo humano,

aunque se administre humanamente, pues, será un factor importante para formar a aquellos que quieren, por el

llamado recibido, seguir proclamando la Buena Nueva de Jesús, que nos anuncia el Reino de Dios. Quieren seguir siendo

obreros del Evangelio que anuncian a Jesús, muerto y

resucitado por nuestra salvación; que nos revela al Padre,

su amor y misericordia; nos da al Espíritu Santo, instituye la

Iglesia signo de salvación para toda la humanidad. Que el “Día del Seminario de Monterrey” nos consiga de Dios las vocaciones sacerdotales y los Sacerdotes que tanto necesitamos.

Su amigo: Juan de Dios.

www.seminariodemonterrey.org

Page 7: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #65

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PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE EL

SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN

A CONTINUACIÓN les presentamos algunas preguntas

comunes sobre el sacramento de la penitencia o

confesión:

1. ¿Qué es el sacramento de la Penitencia? El sacramento de la Penitencia, Reconciliación, o Confesión, es el

sacramento instituido por Nuestro Señor Jesucristo para borrar los

pecados cometidos después del Bautismo, y manifestar de una manera

extraordinaria la infinita misericordia de Dios en nuestra vida, por

mediación de los méritos infinitos de su sacrificio en la cruz. Es, por

consiguiente, el sacramento de nuestra curación espiritual, llamado

también sacramento de la conversión, porque realiza sacramentalmente nuestro retorno a los brazos del padre después de que nos hemos

alejado con el pecado.

2. ¿Es posible obtener el perdón de los pecados mortales sin la

confesión? Después del Bautismo no es posible obtener el perdón de

los pecados mortales sin la Confesión, aunque es posible anticipar el

perdón con la contrición perfecta acompañada del propósito de

confesarse.

3. ¿Qué se requiere para hacer una buena confesión? Para hacer una buena confesión se necesitan hacer 5 cosas: 1. un cuidadoso examen

de conciencia, 2. tener dolor de los pecados cometidos (contrición), 3.

hacer un firme y verdadero propósito de no cometerlos más, 4. confesar

los pecados al sacerdote (confesión), y 5. cumplir la penitencia que el

sacerdote nos imponga (satisfacción).

4. ¿Qué es el examen de conciencia? El examen de conciencia es la

diligente búsqueda y reconocimiento de los pecados (sobre todo los mortales) cometidos, después de la última Confesión bien hecha. Es

necesario hacer nuestro examen de conciencia siempre que nos

confesamos para que nuestra confesión sea provechosa, de otra

manera corremos el peligro de olvidar pecados o de alargarnos en la

exposición de nuestros pecados con detalles y relatos innecesarios.

5. ¿Qué es el dolor de los pecados? El dolor de los pecados es el

sincero pesar y repulsa de los pecados cometidos.

6. ¿De cuántos tipos es el dolor por los pecados cometidos? El dolor por los pecados cometidos es de dos tipos: dolor perfecto (o contrición)

y dolor imperfecto (o atrición).

7. ¿Cuándo se tiene dolor perfecto o contrición? Se tiene el dolor

perfecto o contrición cuando se arrepiente de los propios pecados

porque se ha ofendido ha Dios, infinitamente bueno y digno de ser

amado: cuando el dolor nace del amor desinteresado a Dios, es decir,

de la caridad. 8. ¿Cuándo se tiene el dolor imperfecto o atrición? Se tiene el dolor

imperfecto o atrición cuando el arrepentimiento, en cuanto inspirado por

la fe, tiene motivaciones menos nobles: por ejemplo, cuando nace de la

consideración del desorden causado por el pecado, o por el temor de la

condenación eterna (Infierno) y de las tras penas que el pecador puede

recibir.

9. ¿Es necesario arrepentirse de todos los pecados cometidos? Para la

validez de la confesión es suficiente arrepentirse de todos los pecados

mortales, mas para el progreso espiritual es necesario arrepentirse

también de los pecados veniales.

10. ¿Un verdadero arrepentimiento requiere también el propósito de

abandonar el pecado? El arrepentimiento ciertamente mira hacia el pasado, pero implica necesariamente un empeño hacia el futuro con la

firme voluntad de no cometer jamás el pecado.

11. ¿Qué es la confesión? La confesión es la manifestación humilde,

sincera y de propia boca de los propios pecados al sacerdote confesor.

En la confesión debemos decir única y exclusivamente nuestros pecados

al confesor, excluyendo las circunstancias que nos llevaron a cometerlo,

es decir, en la confesión no debemos contar la historia de porque

cometimos tal o cual pecado. Tampoco debemos mencionar los pecados de otras personas, ni quejas, ni detalles innecesarios. Debemos ser

breves, claros, respetuosos, humildes y concisos en nuestra confesión.

12. ¿Qué pecados es obligatorio confesar? Estamos obligados a

confesar todos y cada uno de los pecados graves, o mortales,

cometidos después de la última confesión bien hecha.

13. ¿Si uno calla voluntariamente un pecado mortal obtiene el perdón

de los otros pecados? Si uno, por vergüenza o por otros motivos, calla un pecado mortal, no sólo no obtiene ningún perdón, sino que comete

un nuevo pecado de sacrilegio, el de profanación de una cosa sagrada.

Es necesario confesar todos los pecados aún aquellos que nos dan más

vergüenza ya que si no los exponemos no podremos liberarnos de ellos.

14. ¿Hay obligación de confesar los pecados veniales? La confesión de

los pecados veniales no es necesaria, pero es muy útil para el progreso

de la vida cristiana.

15. ¿El confesor debe dar siempre la absolución? El confesor debe dar siempre la absolución si el penitente está bien dispuesto, es decir, si

está sinceramente arrepentido de todos sus pecados mortales. Si por

el contrario, el penitente no está bien dispuesto, no teniendo el dolor o

el propósito de enmienda, entonces el confesor no puede y no debe dar

la absolución.

16. ¿Qué debe hacer el penitente después de la absolución? El

penitente después de la absolución debe cumplir la penitencia que le ha sido impuesta y reparar los daños que sus pecados hubiesen

eventualmente causado al prójimo.

17. ¿Cuáles son los efectos del sacramento de la Penitencia? Son la

reconciliación con Dios y con la Iglesia, la recuperación de la gracia

santificante, el aumento de las fuerzas espirituales para caminar hacia la

perfección, la paz y la serenidad de la conciencia con una vivísima

consolación del espíritu.

18. ¿Cómo se puede superar la dificultad que se siente para confesarse? El que tiene dificultades para confesarse primeramente

debe considerar que Dios esta siempre dispuesto a recibirlo con amor

aún y cuando haya cometido grandes pecados, porque es un Padre que

ama infinitamente a sus hijos, sobre todo a aquellos que necesitan más

de su amor y misericordia. También debe considerar que el sacramento

de la Penitencia es un don maravilloso que el Señor Jesús nos ha dado.

En el "tribunal" de la Penitencia el culpable jamás es condenado, sino sólo absuelto, si muestra verdadero arrepentimiento. Pues quien se

confiesa no se encuentra con un simple hombre, sino con Jesús, el cual

esta presente en su ministro.

Tomado en su mayoría de:

http://www.aciprensa.com/penitencia/preguntas.htm

Page 8: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #65

DIOS NOS HA DADO UNA

UN TESTIMONIO ALIMENTADO POR LA

PALABRA DE DIOS

S U Santidad Benedicto XVI, en la exhortación

apostólica Post-sinodal “VERBUM DOMINI”, sobre

la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la

Iglesia, dedica varios puntos a recalcar la importancia que tiene para todo el mundo la proclamación de la Palabra de Dios mediante diversos medios, de los cuales resalta de una manera especial el testimonio

cristiano. En el No. 84 de la exhortación menciona: “El Sínodo

ha dirigido muchas veces su atención a los fieles laicos, dándoles las gracias por su generoso compromiso en la difusión del Evangelio en los diferentes ámbitos de la vida

cotidiana, del trabajo, la escuela, la familia y la educación. Esta tarea, que proviene del bautismo, ha de

desarrollarse mediante una vida cristiana cada vez más consciente, capaz de dar «razón de la esperanza que

tenemos» (cf. 1 P 3,15). Jesús, en el Evangelio de Mateo,

dice que «el campo es el mundo. La buena semilla son los

ciudadanos del Reino» (13,38). Estas palabras valen particularmente para los laicos cristianos, que viven su propia vocación a la santidad con

una existencia según el Espíritu, y que se expresa particularmente «en su inserción en las realidades temporales y en su participación en las actividades

terrenas».” Ustedes hermanos laicos, son los protagonistas de la

evangelización que brota de la Palabra de Dios, en los ámbitos donde la jerarquía de la Iglesia no es tomada en cuenta o es limitada por las circunstancias en su acción. Y lo único necesario es que se nutran del alimento de la Palabra que el Señor les ofrece en la Sagrada Escritura, enseñada,

vivida y traducida en la vida comunitaria, y de manera privilegiada en la proclamación que de ella se hace en la Santa Misa. En la Santa Misa podemos alimentarnos de esta fuente inagotable de gracia que el Señor Jesucristo nos

ofrece cuando se nos entrega en los signos

sacramentales del Pan y del Vino, que se convierten para nosotros en su Cuerpo y su Sangre, y en la palabra que nos

dirige en el Evangelio. La comunión que recibimos cuando escuchamos la Palabra y la hacemos nuestra y cuando comulgamos el Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús, nos capacita de una

manera extraordinaria para dar un testimonio auténtico de nuestro caminar en la fe, ante aquellos que están alejados o marginados de este don tan especial. En nuestra comunidad parroquial tenemos a la mano recursos de formación bíblica definidos, además de la

proclamación y predicación de la Palabra en las tres misas diarias entre semana y las diez misas dominicales que por

gracia de Dios podemos celebrar. Y es necesario reconocer que estos recursos no agotan la dinámica del testimonio cristiano inspirado por la Palabra, al que estamos llamados, sino que son sólo el principio de la evangelización que nos

compromete y nos debe de ocupar. No basta con aprender académicamente los detalles más arcanos de la Biblia, no basta con seguir en nuestro

misal mensual las “lecturas” que la liturgia nos ofrece, no basta con escuchar la Palabra de Dios y el “sermón” en la

misa dominical a la que asistimos, es necesario despertar de nuestro letargo, y decididamente hacer vida con nuestras actitudes, acciones y decisiones el mensaje de Salvación

contenido en la Palabra de Dios, y proclamado en la Iglesia .

Y en éste ámbito parecería que otros hermanos que también creen en Cristo nos llevan ventaja, sin embargo debemos tomar en cuenta que nosotros como cristianos

católicos podemos dar un enorme paso al testimoniar con ánimo renovado la fe que con plenitud poseemos. Y tú

¿Estarías dispuesto a por fin nutrirte de la Palabra de Dios y a testimoniarla en tu vida diaria? Considéralo seriamente, es una conquista para la cual poseemos todos los medios.

P. Eliezer Israel Sandoval Espinosa

Vicario parroquial

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