periódico parroquial "comunidad" #61

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Monterrey, N. L ., México. Octubre de 2010 No. 61 M IRA que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo…” (Ap. 3,20). Siempre me ha gustado mucho este texto del libro del Apocalipsis, porque me habla de una preocupación y una llamada personal de parte de Cristo nuestro Señor para conmigo, conti- go, por cada uno de nosotros. Me hace pensar que El está ahí, a la puerta de mi vida cotidiana, ante mis aciertos y errores, ante nuestra existen- cia, queriendo ser parte de ella, para llenarla de sentido, de esperanza, de entusiasmo, con el aliento infinito de su amistad. El está tocando nuestra puerta, mi puerta. Quiere vernos, quiere hablar con nosotros, encontrarse con nosotros, contigo, conmigo, con cada uno. Qué maravilla del amor de Cristo, el manifestar esa disponibilidad personal para un encuentro personal. El, Cristo, nos quiere, nos ama, ha dado su vida por nosotros, muerto y resucitado, nos ha dado la redención y la salvación, y sigue insistiendo sin desanimarse, cada día, en llamar a nuestra puerta. No le hace que nosotros pareciera que no tenemos tiempo para salir a abrirle la puerta, para recibirlo, atenderlo, y cenar con El. El no se desanima, su gran amor por nosotros, le hace ser paciente, infinitamente paciente. No es mérito nuestro, es de su amor. En el ambiente de la Misión Permanente Continental, a la que hemos sido llamados por el Papa y nuestros Obispos, este encuentro con Cristo es uno de los grandes objetivos: Que cada bautizado se encuentre con Cristo y sea su discípulo misionero. El Plan Diocesano de Pastoral Orgánica y el Plan de Pastoral de nuestra Parroquia de Santa Beatriz de Silva, nos anima a vivir este encuentro, a fomentarlo, sin miedo, sin temor, al contrario, llenos de un amor a Cristo, que nos espera. Igualmente a que nos unamos en la noble tarea de promover que los más alejados de Dios se encuentren y se re-encuentren con EL, que nadie se quede lejos del amor de Dios y que también trabajemos especialmente por los más necesitados, para que en nuestras obras vean el rostro y el amor de Dios. Cristo llama, sigue llamando. Ahora nos corresponde a nosotros, en medio de una situación violenta y llena de dificultades, y precisamente por todo eso, abrir la puerta al Señor. Decirle: “Pasa, esta es tu casa”. “Yo te recibo, quiero ser tu amigo, verdaderamente tu discípulo…que después y en tu nombre te muestre a los demás que también te quieren ver, encontrar, amar y ser tus misioneros..”. Hermanos, abrámosle la puerta a Jesús. Que El nos bendiga a todos. P. Juan Carlos Castillo Ramírez. Párroco

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Periódico mensual de la comunidad parroquial de Santa Beatriz de Silva de la Arquidiócesis de Monterrey, México.

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Page 1: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #61

Monterrey, N. L ., México. Octubre de 2010 No. 61

M IRA que estoy a la puerta y llamo; si

alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo…” (Ap. 3,20).

Siempre me ha gustado mucho este texto del libro del Apocalipsis, porque me habla de una preocupación y una llamada personal de parte de Cristo nuestro Señor para

conmigo, conti-go, por cada

uno de nosotros.

Me hace pensar

que El está ahí,

a la puerta de mi vida cotidiana, ante mis aciertos

y errores, ante nuestra existen-

cia, queriendo ser parte de ella, para llenarla de sentido, de esperanza, de entusiasmo, con el aliento infinito de su amistad.

El está tocando nuestra puerta, mi puerta. Quiere vernos, quiere hablar con nosotros, encontrarse con

nosotros, contigo, conmigo, con cada uno. Qué maravilla del

amor de Cristo, el manifestar esa disponibilidad personal para un encuentro personal. El, Cristo, nos quiere, nos ama, ha dado su vida por nosotros, muerto y resucitado, nos ha dado la redención y la

salvación, y sigue insistiendo sin desanimarse, cada día, en llamar a nuestra puerta. No le hace que nosotros pareciera que no tenemos

tiempo para salir a abrirle la puerta, para recibirlo,

atenderlo, y cenar con El. El no se desanima, su gran amor por nosotros, le hace ser paciente, infinitamente paciente. No es mérito nuestro, es de su amor.

En el ambiente de la Misión Permanente Continental, a la que hemos sido llamados por el Papa y nuestros

Obispos, este encuentro con Cristo es uno de los grandes

objetivos: Que cada bautizado se encuentre con Cristo y sea su discípulo misionero.

El Plan Diocesano de Pastoral Orgánica y el Plan de Pastoral de nuestra Parroquia de Santa Beatriz de Silva, nos

anima a vivir este encuentro, a fomentarlo, sin miedo, sin temor, al contrario, llenos de un amor a Cristo, que nos

espera.

Igualmente a que nos unamos en la noble tarea de promover que los más alejados de Dios se encuentren y se

re-encuentren con EL, que nadie se quede lejos del amor de Dios y que también trabajemos especialmente por los más necesitados, para que en nuestras obras vean el rostro y el

amor de Dios. Cristo llama, sigue llamando.

Ahora nos corresponde a nosotros, en medio de una situación violenta y llena de dificultades, y precisamente por todo eso, abrir la puerta al Señor. Decirle: “Pasa, esta es tu casa”. “Yo te recibo, quiero ser tu amigo, verdaderamente

tu discípulo…que después y en tu nombre te muestre a los demás que también te quieren ver, encontrar, amar y ser tus misioneros..”. Hermanos, abrámosle la puerta a Jesús.

Que El nos bendiga a todos.

P. Juan Carlos Castillo Ramírez. Párroco

Page 2: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #61

SABER ORAR

C UENTAN que un humilde zapatero tenía la costumbre de hacer siempre sus oraciones en la mañana, al mediodía y en la tarde. Se servía de un libro de plegarias porque no se sentía

capaz de dirigirse al Creador con sus pobres palabras.

Un día, se sintió muy mal, porque estando de viaje, olvidó su libro. Nuestro buen zapatero le dijo entonces a

Dios: “Perdóname, Dios mío, porque necesito orar y no se cómo . Ahora bien, ya que Tú eres un Padre de amor, voy a recitar varias veces el alfabeto desde la “A” hasta la “Z”, y Tú, que eres sabio y bueno, podrás juntar las letras y sabrás

qué es lo que yo te quiero decir”. Cuenta la historia que ese día, Dios reunió a sus

ángeles en el Cielo y les dijo conmovido que esa era la manera más sincera y más bella de las oraciones que le habían hecho en mucho tiempo.

Una oración con las cualidades de la plegaria que hace milagros, cierra heridas, ilumina, fortalece y acerca los

corazones, es decir, una plegaria humilde , confiada, sincera

y amorosa. ¡Cuánta necesidad tenemos de estas oraciones! Todos debemos aprender a orar con el corazón, a alabar, a bendecir, a perdonar, a agradecer. Y, claro, a

tener bien presente que la oración se ve en la acción, en los buenos frutos y en un compromiso por la justicia y por la

paz. En efecto, actuar sin orar, es desgastarse y orar sin actuar es engañarse. Por eso comparto con ustedes este comentario al Padre Nuestro, esperando deje valiosas

inquietudes en su espíritu: Di Padre, si cada día te portas como un hijo y tratas a los

demás como hermanos. Di Nuestro, si no te aíslas en tu egoísmo.

Di que estás en los cielos, cuando seas espiritual y no pienses sólo en lo material. Di santificado sea tu Nombre, si amas a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas. Di venga a nosotros tu reino, si de verdad Dios es tu Rey y

trabajas para que EL reine en todas partes. Di hágase Tu voluntad, si la aceptas y no quieres que sólo se haga la tuya.

Di danos hoy nuestro pan, si sabes compartir con los pobres y con los que sufren. Di perdona nuestras ofensas, si quieres cambiar y perdonar de corazón.

Di no nos dejes caer en tentación, si de verdad estás decidido a alejarte del mal. Di líbranos del mal, si tu compromiso es por el bien. Y di Amén, si tomas en serio las palabras de esta oración.

DAR

Todo hombre que te busca va a pedirte algo.

El rico aburrido, la amenidad de tu conversación;

el pobre tu dinero; el triste, un consuelo;

el débil, un estímulo; el que lucha, una ayuda moral. Todo hombre que te busca, de seguro va a pedirte algo. ¡Y tú osas impacientarte! Y tú osas pensar: ¡Que fastidio!

¡Infeliz! La ley escondida que reparte misteriosamente las excelencias, se ha dignado otorgarte el privilegio de los

privilegios, el bien de los bienes, la prerrogativa de las prerrogativas; ¡DAR! ¡Tú puedes dar!

¡En cuantas horas tiene el día, tú das, aunque sea una

sonrisa, aunque sea un apretón de manos, aunque sea una palabra de aliento!

¡En cuantas horas tiene el día, te pareces a EL, que no es sino dación perpetua, difusión perpetua y regalo perpetuo!

Deberías caer de rodillas ante el Padre y decirle: “¡Gracias porque puedo dar, Padre mío! ¡Nunca más pasará por mi semblante

la sombra de la impaciencia!” En verdad os digo que vale más dar que recibir.

Amado Nervo

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Page 3: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #61

Por su reportero Capsulito.

1) Hola, mis queridos lectores. De nuevo con ustedes para

informarles de la vida parroquial.

2) Este mes de octubre estuvo lleno de bendiciones para

nuestros grupos parroquiales. Primero los grupos juveniles -Impulso, Paráclito y Maranatha (el grupo de adolescentes)-

se pusieron a invitar cada uno un fin de semana. Esperemos que hayan nutrido sus grupos.

3) Después, el día 5 tuvimos el Rosario y Misa del Santo

Padre Pío. Aunque Magnelly andaba en San Giovanni Rotondo.

4) Ese mismo día se llevó a cabo la reunión de los papás y

mamás de los niños y niñas del catecismo de pre-escolar y de primer año. Muy nutrida. El P. Juan Carlos les habló de

Jesús, de cómo El quiere ser nuestro amigo y de la

necesidad de dar gracias a Dios siempre.

5) El día 8 nos unimos a la acción de gracias del P. Euse-

bio Lozano Martínez por su cumpleaños. El no estaba pues

salió a un retiro espiritual pero nosotros le pedimos al Señor por él. Me acuerdo que él me bautizó aquí en Santa Beatriz. Muchas gracias, Padre Chebo, somos muchos los que le

debemos la vida de la gracia, su evangelización y su servicio.

6) La Asociación del Santísimo Sacramento tuvo su retiro

semestral el 10 de octubre. Ahí vi a la señora Celia encabezando el grupo. El seminarista Omar Flores y el

P. Juan Carlos les dieron las reflexiones.

7) El P. Eliezer comenzó el curso I sobre Jesús con muy

buena asistencia el día 11 y el 12 el P. Juan Carlos comenzó el II.

8) Por la noche del 12 se efectuó la reunión de papás y

mamás de los niños y niñas de segundo año y de perseverantes.

9) El 18 celebramos 29 años de nuestra Parroquia de

Santa Beatriz de Silva, con una Misa de acción de gracias, concelebrada por los tres Padres de la Parroquia, con especial gratitud al Padre Eusebio por ser el Párroco fundador. Dijo en la Misa el P. Juan Carlos que no cualquiera tiene la gracia de tener después de más de 29 años, porque

llegó a promover primero la Parroquia, al Párroco fundador y que Dios espera que nosotros nos sigamos evangelizando para evangelizar en el camino de la renovación parroquial. ¡Demos gracias a Dios!

10) El 20 fue la Merienda para Damas a beneficio de la

Parroquia, con muchas damas muy arregladitas y plática y

plática. Muchas gracias a las personas que trabajaron para que fuera posible.

11) El 21 muy elegantemente las damas del grupo de

Renovación Carismática parroquial, tuvieron su retiro. Oraron, reflexionaron y alabaron al Señor, llevándose las ganas de ser mejores, de conocer más a Jesús y al Espíritu

Santo y servir a la comunidad (según me dijo mi

corresponsal, que no es Conchita).

12) El 23 les tocó el turno a los Ministros Extraordinarios

de la Comunión. Se fueron de retiro a la Casa de la Iglesia de 9:30 am a 3 pm. Jesús fue el centro de su retiro, su amor

y su gracia y un lugar muy especial para la Sma. Virgen María. Luego el 24 la Parroquia se unió a la celebración del Domingo Mundial de las Misiones y el mismo día

participamos, porque yo fui, en la peregrinación anual a la Basílica de Guadalupe en compañía de las Parroquias del Decanato. Muy bien las danzantes de Santa Beatriz.

13) El 28 fue –por primera vez en jueves- la Misa por los

Enfermos, que organiza la Unión de Enfermos Misioneros.

14) ¡Hasta la próxima!, si Dios nos deja, les dice

Capsulito, deseándoles lo mejor

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Page 4: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #61

¿ACASO PUEDO YO SER LLAMADO POR DIOS?

E L título de estas líneas es muchas veces la respuesta de algunos jóvenes a los que les

pregunto si han pensado en la posibilidad de ser Sacerdotes. Ellos asombrados, algunos hasta

parece que se les van a salir los ojos y otros presos de un ataque de risa, me han dicho: “No, padre, usted cree que Dios me llamaría a mí?” “¿Acaso puedo yo ser llamado por Dios?”.

Continúan diciendo: “Para eso está “fulatino” o “manganito”, que son muy buenos, que sí comulgan, que

hasta dan catecismo. Yo no sé por qué Dios no les llama a ellos. Ellos si son re buenas gentes”. Otras veces me responden diciendo que Dios no los

va a llamar porque ellos ya tienen definida su carrera universitaria o están por terminarla, y que Dios no está en

sus planes. Porque: “De verdad cree usted que Dios me llamaría a mí?”

Me detengo un rato con ellos y después de muchas explicaciones, en resumen les digo: Mira, Dios llama a quien

quiere, cuando quiere y como quiere. Para EL no hay esquemas, medidas, tiempos, etc., etc. Cuando EL quiere que alguno sea su sacerdote, no se fija en la edad,

profesión condición social, porque la vocación -es decir, la llamada- , es cuestión de amor. Sí, yo pienso que es el amor de Dios por la

humanidad que le hace llamar a algunos de esos mismos humanos para que sean sus colaboradores en la obra de la

salvación. De amor a quien llama porque lo quiere con EL, para EL, de su más cercano círculo (como Jesús a sus 12 apóstoles). Igualmente de amor del que le responde con un sí generoso, consciente de que esa iniciativa que ha tomado

Dios tiene su por qué en el amor. Amor a Dios y al prójimo. Dios lo ama y lo quiere con EL, para EL, no sólo para el ministerio, que es servicio, trabajo, entrega en la obra de la evangelización, y que será la manifestación visible de ese amor a Dios y a la humanidad, sino en su cercanía a Dios

mismo para ser de EL, amarlo sin divisiones del corazón, con todas sus fuerzas, su alma y su mente y ser infinitamente amado por Dios siempre y en todas partes. Dios llama. Jesús sigue llamando en medio de

nosotros. Ha querido necesitar de las manos, los labios, los pies, el corazón, del ser de aquel adolescente, de este jo-ven, de este adulto, para que siendo un día su sacerdote, después de su debida formación en el seminario (semillero

de vocaciones que se cultivan para el sacerdocio), contin-

úe realizando entre nosotros, la presencia milagrosa del

mismo Jesús, siga convirtiendo el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor, que siga predicando como Cristo lo

hizo por toda la Tierra Santa que hoy tiene en el fin del mun-do sus infinitos límites.

Puesto que es cuestión de amor, para que el nuevo Cristo siga manifestando el amor y la misericordia de Dios,

acercando a los alejados, promoviendo a los más necesitados, curando a la oveja descarriada, dando vida a los que no la tienen.

Así, la vocación no es cuestión de otra cosa más que de amor. Un amor que es capaz de vivir la voluntad de Dios,

no la suya, de darse a Dios todo para el bien de sus hermanos. Sí: Por amor.

Por P. Juan Carlos Castillo Ramírez

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EL CULTO A LOS SANTOS

Tomado del libro “La Flor de la Liturgia Renovada”, Azcarate, Buenos Aires,1979

D ICE el Concilio Vaticano II: Además del culto a la Santísima Virgen María “la Iglesia introdujo en el círculo anual el recuerdo de los Mártires

y de los demás santos, que llegados a la perfección por la multiforme gracia de Dios y habiendo

alcanzado la salvación eterna, cantan la perfecta alabanza a Dios en el cielo e interceden por nosotros. Porque al celebrar el tránsito de los Santos de este mundo al Cielo, la

Iglesia proclama el Misterio pascual cumplido en ellos, que sufrieron y fueron glorificados con Cristo; propone a los

fieles sus ejemplos, los cuales atraen a todos por Cristo al Padre, y por los méritos de los mismos implora los beneficios divinos” (Constitución Litúrgica Vaticana n. 104).

En el mencionado texto aparecen las razones del culto a los Santos: alabar a Dios en el Cielo; interceder por

los hombres; proclamar el misterio pascual cumplido en ellos

por su vida y muerte santas; proponer sus ejemplos a

nuestra imitación, y llevarnos al Padre, siguiendo a Cristo como ellos.

Las virtudes de los Santos. En las virtudes de los

Santos, cuyas Fiestas y memorias la liturgia celebra subordinadas a las de Jesucristo, resplandece la virtud misma de Cristo: en unos el celo apostólico, en otros la

fortaleza de los héroes, en otros la constante vigilancia, en otros la pureza virginal o la modesta suavidad de la humildad cristiana. En todos una ardentísima caridad para con Dios y para con el prójimo. Los Santos son los héroes del cristianismo y los mejores frutos de la redención.

La invocación de los Santos, aunque buena y útil, no es necesaria para la salvación; su intervención estriba en los

méritos de Jesucristo, el único Salvador y mediador nuestro. De El nos vienen todas las gracias. Sin embargo, Dios se

complace, muchas veces, en concedérnoslas por mediación de sus siervos, los Santos, para gratificarles a ellos en sus

virtudes e incitarnos a nosotros a su imitación y acudir a su intercesión. De ahí que la Iglesia haya favorecido desde sus orígenes el culto a los Santos y reivindicándolo contra los

herejes, como honesto y piadoso y útil para nuestra salvación. Este culto encuentra plena justificación en la

Sagrada Escritura, en la tradición eclesiástica y en las fuentes litúrgicas de los primeros siglos de la Iglesia”.

www.tudiezmo.com

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Page 6: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #61

LA FAMILIA Y LA IGLESIA

H OY en día tenemos una forma de vida muy

particular en la cual hemos creado muchos ídolos. Por ejemplo, la salud, el "culto al cuerpo", la

belleza, el éxito, el dinero y el deporte. Todos ellos adquieren, en circunstancias, rasgos de una nueva religión. A

veces parece que cualquier cosa es más creíble que una verdad cristiana. Observamos cierta influencia del budismo y del hinduismo en Occidente. Parece que se desea lo exótico, lo

"liberal". No se busca lo verdadero, sino lo apetecible, lo que me gusta y me va bien. Un poco de Buda, un poco

de Shiva, un poco de Jesús de Nazaret. Y esto es porque vivimos en una época en la que

muchos aplican eso de "Cristo sí, Iglesia no", haciéndose un Dios a la medida, practicando la

"religión del supermercado" en donde tú eliges lo que quieres creer y cuándo, dónde y

cuánto creer en ello. Es como en algunas películas en donde el actor se quita la cruz del cuello, lo guarda o esconde para sentirse

libre y tener relaciones (es como para decir "Cristo, ahorita no me molestes"). Ser miembro

de la Iglesia implica una verdadera vivencia de la humildad, de la integración en la estructura, de

la aceptación de la jerarquía con todas sus humanas limitaciones. No se puede pretender

pertenecer a una Iglesia en cuanto ésta sea una iglesia de santos; en ella los hay, y muchos, pero también hay

pecadores. Si se ama a la iglesia, si se desea pertenecer a ella, hay que estar dispuesto a asumir tanto su santidad como sus errores.

Y aquí valiera la pena comentar lo que Cristo dijo, refiriéndose a los fariseos: "Hagan lo que dicen, no lo que hacen". Por eso que

vemos e inclusive "hablamos" de los malos ejemplos de los sacerdotes, deberíamos recordar a quien representan. Y aquí me

atrevo a mencionar una anécdota de San Francisco de Asís en la cual una vez uno de sus hermanos de la orden le preguntó:

"Hermano Francisco ¿Qué harías si supieras que el sacerdote que está celebrando la Misa tiene tres concubinas a su lado? -

Francisco, sin dudar le contestó: "Cuando llegara la hora de la Sagrada Comunión, iría a recibir el Sagrado Cuerpo de mi Señor de las manos ungidas del sacerdote".

Él quiso dejar en claro una verdad de la fe y un don extraordinario del Señor. Sin importar cuán pecador pueda ser un

sacerdote, siempre y cuando tenga la intención de hacer lo que

hace la Iglesia, en Misa al celebrar la Eucaristía, o en la confesión, aunque sea un gran pecador en lo personal, es Cristo mismo

quien actúa en los sacramentos a través de ese ministro. También un día le preguntaron a San Francisco de Sales, cuál era

su postura en relación al escándalo que causaban tantos de sus hermanos sacerdotes. Él les dijo: "Aquellos que cometen

escándalos son culpables del equivalente espiritual a un asesinato, destruyendo la fe de otras personas en Dios con su

pésimo ejemplo". "Pero yo estoy aquí entre ustedes hoy para evitarles un mal aún peor porque los que acogen el escándalo,

los que permiten que los escándalos destruyan su fe, son culpables de suicidio espiritual.”

Hay que recordar que Cristo, antes de elegir a sus

primeros discípulos, subió a orar y habló con Su Padre acerca de quienes elegiría para que fueran sus 12

apóstoles. Pero a pesar de todo, uno de ellos fue un traidor. Y ni los malos papas, ni los sacerdotes infieles,

ni miles de pecadores en la Iglesia han tenido éxito en destruirla desde su interior. Esto es

porque Cristo nunca permitirá que Su Iglesia fracase, así lo prometió cuando dijo

que las puertas del infierno no prevalecerían sobre ella. De tal manera que hoy podemos centrarnos en aquellos que

traicionaron al Señor o podemos enfocarnos en los que han permanecido fieles y ofreciendo

sus vidas para servir a Cristo. Por eso, es muy bueno que todos los días se lea la Palabra de

Dios en familia. Si Dios está presente en las conversaciones, la conducta de los miem-

bros de la familia será reflejo del amor de Dios. Si únicamente se habla de fútbol, chismes, envidias, dinero, etc., entonces el comportamiento de la familia será de la misma manera.

La familia cristiana es privilegiada entre las que no son cristianas, ya que es llamada por Dios nuestro Padre a ser el

lugar en donde se dé la educación en los valores cristianos, tales como el amor, la ayuda mutua, el servicio a los demás y sobre

todo, a seguir a Cristo como lo hicieron sus apóstoles. Qué hermoso es encontrar familias que viven ese amor por los demás.

Qué felicidad se ve en los rostros de aquéllos que aman a Dios. Referencias: - Burggraf, Jutta, La transmisión de la fe en el postmodernismo: en y

desde la familia, http:www.encuentra.com, 2010

- Landry, Roger, Escándalos en la Iglesia,

www. siembra-amor.blogspot.com/

- Martín, Santiago, María: Camino de perfección, Editorial Martínez

Roca, Barcelona, 2001.

Por Equipo de Pastoral Familiar

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Page 7: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #61

LOS PORQUÉS DEL SACRAMENTO

DEL BAUTISMO

T E has preguntado cuantas gracias, dones y bendiciones recibiste cuando fuiste bautizado?

Nuestros padres nos dieron la vida natural del cuerpo, pero Dios nos da el alma y nos destina, además, a una

vida sobrenatural, espiritual, de la gracia; nacemos privados de ella por el pecado original, heredado de Adán. El sacramento del

bautismo borra el pecado original, nos da la fe y la vida divina, nos hace hijos de Dios, miembros de la Iglesia, templos del

Espíritu Santo, herederos de Dios Padre, hermanos de Jesús. La Santísima Trinidad toma posesión de nuestra alma y comienza a santificarnos. Según el plan de amor del Señor, el bautismo es

necesario para la salvación. Es el primero de los sacramentos porque es la puerta que

abre el acceso a los demás sacramentos, y sin él no se puede recibir ningún otro. Es un nuevo nacimiento, no a la vida del

mundo como en nuestro primer nacimiento, es un nacimiento a la vida de la gracia; en este sacramento por la gracia de Cristo,

resurgimos y somos transformados en criaturas nuevas. Nos devuelve la primigenia inocencia y la gracia santificante con la que

fueron creados nuestros primeros padre Adán y Eva y que perdieron con el pecado. Nuestra alma es marcada con un sello indeleble, llamado también carácter sacramental y que nos hace

hijos de Dios y por ende miembros de la familia de Dios: La Iglesia. Son ministros ordinarios del sacramento del bautismo, es

decir están facultados para bautizar, los obispos, los sacerdotes y los diáconos, pero en caso de extrema necesidad y de forma

extraordinaria, cualquier persona debidamente bautizada puede bautizar, basta con que tenga intención de hacer lo que hace la

Iglesia, es decir, estar en plena comunión con ella. Se bautiza derramando agua sobre la cabeza de la persona diciendo: "Yo te

Bautizo, (Juan, Pedro, María, Cristina, nombres cristianos por amor de Dios!), en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".

El recibir el bautismo no sólo debe ser un evento meramente social, de costumbre o para cumplir un requisito, en la

Tradición cristiana siempre ha conllevado un fuerte compromiso ante Dios y ante los hombres de iniciar una vida nueva, ya

revestidos de Cristo, y así crecer y avanzar en el camino de una continua conversión. Si estuviéramos verdaderamente conscientes

de todo lo que hemos recibido en nuestro bautismo, otra realidad acontecería no sólo en la Iglesia, sino en nuestra comunidad, en

la sociedad y en el mundo entero. Sin embargo no podemos negar que existen personas que viven fielmente su fe, y sus compromisos bautismales y transforman con todos los recursos

que están en sus manos, la realidad que les circunda. A eso

estamos llamados los que hemos sido bautizados a manifestar con nuestra vida que somos hijos de Dios, porque ¿sabes qué?

¡Lo somos!

Por P. Eliezer Israel Sandoval Espinosa

POR CIERTO, USTED,

¿CÓMO QUIERE AL SACERDOTE?

El sacerdote es el blanco de todas las miradas, opiniones y

chismes. Como no es "monedita de oro", imposible que agrade a todos.

Si es gordo, ha de ser un tragón; si es flaco ni para comer le alcanza. Si es viejo, no nos comprende; si es joven, no tiene

experiencia. Si es alegre, ni parece padre; si es serio, es muy enojón.

Si es guapo, ¡Que desperdicio!; Si es feo, mejor se hubiera metido de gendarme.

Si es moreno, lo quieren blanco; si es güerito, ah! se cree de sangre azul. Si es compresivo, no tiene carácter; si es rígido, ese padre no es muy enérgico.

Si fuma o toma es un vicioso; si no lo hace, es que no es hombre. Si canta bien, es un vanidoso; si canta mal, mejor que ni cante.

Si es activo, no nos deja descansar; si es tranquilo, éste no es como el que se fué.

Si visita a las familias, es muy amiguero, y ¡nunca está en la Iglesia!; si no sale, no busca a las almas.

Si va con los ricos, se quejan los pobres; si va con los pobres lo desprecian a los ricos. Si trata más a los hombres, se quejan las mujeres; Si atiende a las

mujeres, lo critican los hombres. Si convive con los niños, ¿no abusará de ellos?; Si toca algún

instrumento musical "es un disipado"; Si no toca, es un bueno para nada.

Si nos cae mal, se juntan firmas para que lo cambien; Cuando se va, se juntan firmas para que lo dejen.

Pero, usted, ¿cómo quiere al sacerdote? El sacerdote es del mismo barro que usted, un espejo de las

virtudes y defectos de su familia y del ambiente de su tiempo. Pida a Dios que no sea como usted le agrade, sino como lo necesita la Iglesia.

Y a propósito, ¿Cuántos minutos ora al día por los sacerdotes? ¿Sabía usted que les aprovecha más una oración que una crítica?

¿Necesitamos quererlos como son ó que sean como queremos? ¡EN TU ORACIÓN DIARIA ADOPTA UN SACERDOTE!

¡ORA MUCHO POR ELLOS! TAMBIEN ELLOS NOS NECESITAN.

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Page 8: Periódico Parroquial "COMUNIDAD" #61

VIVIR EN CRISTO, ES VIVIR EN PAZ

c UANDO hablamos de paz, parecería que estamos hablando de una utopía que es inalcanzable. Cuando alguien expresa que su mayor deseo es la paz mundial, puede hasta

parecernos ridículo. Y es que la paz es un valor que actualmente está en peligro, hay algunos que incluso sostienen que la paz ha sido robada de nuestras vidas, de

nuestra comunidad, de nuestra sociedad, que hemos

perdido la paz y que falta mucho para que la recuperemos. ¿Cómo podemos tener paz si en nuestro entorno lo que

reina es la violencia, la injusticia, la corrupción y toda clase de cosas malas? Para los que tenemos fe, la paz es un don de Dios.

Es un elemento esencial de nuestro ser cristiano, es la herencia que hemos recibido de Cristo: “Les dejo mi paz, mi

paz les doy, no se la doy como la da el mundo.” Jn 14, 27a .

La paz también es conquista, nuestro esfuerzo aunado con

el don de Dios, puede ir edificando en nuestra vida una paz duradera, auténtica, al alcance de nuestra mano. Cuando

buscamos el vivir en Cristo, iluminados con su palabra y alimentados con su cuerpo y su sangre en la Eucaristía, estamos de hecho comprometiéndonos con la vivencia de la

paz a la manera de Jesús, no a la manera del mundo y eso supone el rechazo a toda clase de violencia, incluso a

aquella que parecería más insignificante. Al respecto nuestros obispos mexicanos nos dicen: “Para el Señor Jesús el rechazo de la violencia grande, la violencia homicida, supone no aceptar otros tipos de

violencia. Esto pide del discípulo atención, vigilancia y distancia frente a formas menores de violencia, incluso la

más pequeña (Cf. Mt 5,21-26). Así como no se admite la violencia que atenta contra la vida, tampoco la que se expresa en los sentimientos y acciones inmediatas que la originan. Ni siquiera un insulto pequeño merece la indiferencia.”1 El vivir en paz, supone que nuestra vida esté

continuamente iluminada por la palabra y presencia del

Señor Jesús.

Sólo unidos a Él podremos tener la fuerza para comprometernos con los medios para conseguir paz: la

reconciliación y el perdón. Si no existe perdón y reconciliación entre los hombres y con Dios, la paz no será duradera, se convertirá en una efímera tregua, suficiente para tomar un respiro y proseguir con la violenta venganza

que lejos de otorgarnos tranquilidad nos mantendrá en una continua turbación y desasosiego. Si en nosotros tenemos guardado el anhelo de paz es necesario que nos decidamos a conseguirla y a mantenernos firmes en su vivencia. “El amor al enemigo y la renuncia a la violencia

exigen que el discípulo tenga la referencia de una comunidad que lo anime y motive a perseverar en ese

propósito, pues no se puede seguir a Jesús pensando y actuando con los mismos criterios de quienes prefieren la lógica destructora de la intimidación, la represalia o la venganza. Jesús eligió a sus discípulos y los formó para que

fueran capaces de proponer un estilo de vida alternativo al proyecto del mundo: ante el servilismo, servicio; ante el odio, el amor; ante el egoísmo, la entrega de la vida; contra

la marginación, la inclusión. En la Iglesia primitiva encontramos la convicción de que la paz es consecuencia

inmediata del don divino de la salvación y de que Dios es un Dios de paz (Cf. 1 Cor 14,33). La paz es un don de Dios y una tarea del creyente (Cf. Rom 15,33; 16,20; Flp 4,9; 1

Tes 5,23).”2

En definitiva podemos afirmar que hacer una opción por Cristo es hacer opción por la paz, pero no a la manera del mundo, sin una paz que transforme desde dentro los

corazones y les otorgue descanso, sosiego, confianza en Dios y felicidad, liberándolos permanentemente de cualquier

temor. 1 Conferencia del Episcopado Mexicano, “Que en Cristo Nuestra Paz

México tenga Vida Digna”, Exhortación Pastoral del Episcopado

Mexicano sobre la misión de la Iglesia en la construcción de la paz, para

la vida digna del pueblo de México, México, 2010, No. 135, pág. 47. 2 Íbid. No. 137, pág. 48.

P. Eliezer Israel Sandoval Espinosa

Vicario parroquial

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