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  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTOPOLTICO DE CARLOS V

    Cuando Carlos V acaba de recibir la corona de los reinos his-pnicos, parece que se extiende ante Europa un largo futuro de pazy de concordia. Un gran humanista, en el que muchos recono-cen por entonces la frmula del espritu europeo, Erasmo de Ro-terdam, escribe en esas fechas a algunos de sus amigos, cartas lle-nas de confianza. En una de ellas se expresa as: Podemos feli-citarnos de nuestra edad; ser una edad de oro (i).

    Efectivamente, la constelacin de cuatro prncipes, formados, almodo de la poca, en una mezcla de caballera y humanismo-Maximiliano I, Enrique VIII, Carlos I y aun el rey francsFrancisco I parecen integrar un grupo de prncipes bien aveni-dos, con un mismo espritu y una cultura comn, que van a sercapaces de actuar conjuntamente en empresas universales, dandorealidad poltica a la Cristiandad.

    El mismo ao en que Carlos llega a Espaa, se clausura elV Concilio de Letrn. En l se han definido los posibles conteni-dos de esas empresas comunes: asegurar la paz entre los prnci-pes cristianos; reformar la Iglesia, corrigiendo los abusos que portodas partes se denuncian; reducir las herejas que amenazan launidad del cristianismo, y hacer la guerra al infiel que ataca sincesar los pueblos cristianos y cuyo poder aparece ms colosal deda en da. Todos hablan de estos temas; todos reclaman estacudruple accin. El Papa Len X parece estar dispuesto a orien-tar hacia esas metas su gobierno de la Iglesia y con ella de losEstados pontificios. Por delante, proclama aquella que por el mo-mento representa el peligro mayor ya que los otros fines, porobra de ese mismo Concilio Lateranense, se consideran en vas de

    ( i) Citado por HUIZINGA , Erasmo. Barcelona, 1946 ; pg. 141.

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    consecucin (2). Y, por eso, al terminar el Concilio, Len X anun-cia la cruzada contra el infiel y enva cuatro legados cuatrograndes figuras de la Iglesia a los reyes de Espaa, Francia,Inglaterra y al Emperador de Alemania. Todos contestan con entu-siasmo. Carlos es el ltimo en enviar la respuesta y ello le valeuna reprimenda pontificia. Pero, en compensacin, es el ms re-suelto y preciso en sus ofrecimientos. Esos ofrecimientos estnhechos desde Flandes; por tanto antes de que entre en contactodirectamente con el sentir espaol.

    Contemplando, casi un siglo despus, el panorama de los aosI5 I5 I52 ^r. Prudencio de Sandoval escriba: Quieta estabala Cristiandad en Europa y con grandes esperanzas de una largapaz, de un siglo feliz y bienaventurado. Mas la inconstancia de lavida humana en un punto lo alter, inquietando el mar de pensa-mientos de los Prncipes y Repblicas cristianas con tan larga tem-pestad de continuas y sangrientas guerras que duraron todos losdas de la vida del prncipe que escribimos, que fueron casi cua-renta aos, en que murieron ms de quinientas mil personas, laflor de Europa, y las fuerzas de la Repblica cristiana (3). Ques lo que pudo alterar eso que, con ajustada metfora, por lo pro-fundo y tormentoso. Fray Prudencio llama el mar de pensamien-tos de los prncipes?

    Hubo motivos de hecho, basados en conveniencias particula-res las maquinaciones del Papa para unirse al rey de Francia y,aprovechando los comienzos del reinado de Carlos en Espaa, ha-cerle la guerra y quebrantar su superioridad en Italia; o los finesinteresados de Carlos que en sus promesas para la Cruzada miraa comprometer al Papa y que no pueda oponerse, como efectiva-mente no pudo hacerlo, a su eleccin imperial. Pero hubo otrasrazones tambin, que son las que a nosotros nos corresponde in-vestigar. Ese siglo XVI, al que el mismo Sandoval al comenzar suHistoria del Emperador, llama inquieto siglo, no poda ser deotra condicin: difcilmente se encontrar una poca que vivauna ms honda tensin entre lo nuevo y lo antiguo, entre lo me-dieval y lo moderno. Y crisis as, con ser crisis espirituales, llevansiempre consigo grandes trastornos externos.

    (2) Las actas del Concilio pueden verse en Mansi, t. XXXII, pgi-nas 650-1.002.

    (3) Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V. Ed. de Bar-celona, 1625; vol. I, pg. 372.

  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    La misma variedad del pensamiento poltico en ese tiempo esprueba de la inestabilidad de fondo. En menos de diez aos, apartir de 1510, aparecen varias obras importantes y decisivas encuanto a la actitud poltica del hombre de la poca. Bajo la formade un tradicional espejo de prncipes, y manteniendo an entera-mente subordinada la poltica a la moral, Erasmo ha publicado sunstitutio Principis Chstiani, en donde el particularismo polticose muestra pujante, precisamente porque, frente a la unidad ecle-sistico-imperial medieval, ese particularismo, unido a la culturahumanista, se ofrecer como el camino para llegar a una nuevauniversalidad espiritual. Poco despus, Maquiavelo publica ElPrncipe, con su tcnica autnoma de la adquisicin y conserva-cin de Estados. Y, en aos inmediatos, Toms Moro da en suUtopa expresin a las profundas tendencias de disconformidady reforma del orden social. El pensamiento poltico cuenta muchoen ese siglo XVI, y sus decisivas transformaciones, en las que ad-quiere consciencia una nueva realidad histrica, expresan y acen-tan la honda conmocin de las sociedades. Por primera vez, lasguerras de las pocas son adems guerras de libelos, en las quecada contendiente quiere definir intelectualmente su posicin. Ysi esto se produce en los movimientos internos, como en las Co-munidades castellanas o en la guerra de los campesinos alemanes,tambin haca fuera tiene sus consecuencias. Por vez primera, Fran-cia se sirve en su poltica de los exilados, de los disidentes intelec-tuales de otros pases, como ese espaol Rincn, comunero y des-pus renegado, agente diplomtico del rey francs ante el turcoy autor del formidable plan de alianza y colaboracin militar en-tre Francisco I y Solimn. La actitud de Carlos ante algunos es-critores de la poca, como el Aretino, se explica por anlogas ra-zones.

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    En estas condiciones, estudiar la obra de Carlos V tiene ungran inters. De l ha dicho Rassow: Carlos V cuenta entre loshombres de Estado que han sido a la vez pensadores polticos {4).Y, efectivamente, Carlos V tiene de moderno, por de pronto,esto: la conciencia tpicamente renacentista de que el hombre no

    (4) El mundo potco de Carlos V. Madrid, 1945; pg. 17.

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    es un pieza en un orden fijo, preestablecido, sino que proyecta yrealiza su obra, tal y como su pensamiento la construye. La obrade un prncipe es una empresa que ste, con razn y voluntad,trata de llevar a cabo. Carlos V no slo pens en uno u otro delos problemas que en concreto le salan al paso, sino que quisotrazar con su pensamiento su figura y su accin de Emperador.Esa su figura de poltico tiene un innegable valor intelectual.Recordemos que l fue el prncipe que estuvo a punto de aban-donar sus dominios en Amrica por una cuestin terica de justosttulos. Y si ms tarde se retira en Yuste, no es por debilidad deenfermo, ni por una crisis de ascetismo, sino por una actitud quebien podemos calificar de intelectual. Uno de nuestros investiga-dores que mejor conocen el tema, A. Marichalar, ha escrito: Lantima causa del retiro a Yuste se encuentra en el afn que sintiel Emperador de ponerse en claro consigo mismo (5). Se encuen-tra una correspondencia notable entre el hecho de que el Empe-rador se retirase del gobierno cediendo el poder y la direc-cin de los negocios pblicos, sin perder el inters por ellos yla tesis que se sostiene en un texto del pensamiento poltico delos ms representativos de su poca: el secretario del Empera-dor, Alfonso de Valds, en su Dilogo de Mercurio y Carn,aconseja al rey que si no puede salvar la paz y encuentra serobstculo para ella, debe renunciar a ser rey (6). Pens Carlos,despus de 1552, que la construccin imperial de poder levantadapor l era incompatible con la paz y se retir recordando elpasaje en que su antiguo colaborador enfocaba, terica y doctri-nalmente, una situacin semejante?

    Carlos obra segn su pensamiento que trata de hacer encar-nar en la realidad. De ah, uno de los aspectos de su condicindramtica, que en otros prncipes no se da: le vemos constante-mente enzarzado en cuestiones particulares en las que se desme-nuzan los problemas de la poca Wrtemberg, Gueldres, Cle-ves, Saboya, Miln, etc., mientras l quisiera librarse de lamaraa de esas acciones parciales, para, de una vez acometer engrande y totalmente sus empresas. Empresas que son manifesta-

    (5) Lo descargos del Emperador, discurso de recepcin en la R. A. dela H. , Madrid, 1956; pg. 15. MARICHALAR recoge interesantes testimo-nios coetneos sobre la preocupacin del Emperador por la verdad.

    (6) Ed. de Montesinos, en Clsicos Castellanos, pg. 202.

  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    cin de una que, en la mente de Carlos, las abarca todas: larealizacin de una idea imperial.

    En su Comentario de la guerra de Alemania, ocupndose deuna de las ms representativas empresas del Emperador, escribeel comendador Avila: los protestantes no solamente eran laruina del imperio, ms total destruccin de la repblica cristiana; porque ellos designaban un nuevo imperio y juntamente conesto, todas las novedades que se requeran para ser nuevo {7).

    Advertimos, sobre este texto, que lo que de hecho est enpugna en las guerras del tiempo es una idea poltica. De ellotuvo que hacerse cuestin Carlos, tratando de construir una ideade Imperio, capaz de encajar los nuevos hechos. Brandi ha di-cho que por de>ajo de la presin que sobre l ejercen los acon-tecimientos externos, se le ve siempre volver a sus ideas pri-meras (8). Sin duda es cierto que Carlos posee un repertorioreducido de nociones que le es dado manejar para resolver lasdificultades que se le plantean; pero no menos cierto es que lassoluciones generales que intenta ofrecen diferencias apreciables,por la manera como circunstancialmente combina aquellos ele-mentos primeros. Y as cabe hablar, aunque sin sujecin a unestricto cuadro cronolgico, de etapas en su pensamiento pol-tico, que corresponden a fases de diferenciado matiz en su ideadel Imperio.

    Es cierto que Carlos dispone de unas determinadas creenciasbsicas: el universalismo poltico-moral, de base cristiana; elclculo dinstico, como transformacin de las tradicionales rela-ciones de familia en una moderna tcnica del poder (9); el parti-

    (7) B. A. E., t. XXI, pg. 411. A este Don Luis de Avila, a quienvolveremos a citar, le llam el Emperador, en una ocasin, testigo demis pensamientos (ver GONZLEZ PALENCIA: Gonzalo Prez, Secretario deFelipe I, Madrid, 1946; vol. I, pg. 49).

    (8) Carlos V. Madrid, 1943; pg- 398.(9) Nadie como l, ha dicho BRANDI ob. cit.. pg. 21 represent

    la idea dinstica, no slo como principio de una monarqua hereditaria, sinocomo principio de solidaridad y responsabilidad entre las generaciones;cabra decir an que como principio poltico de ordenacin supratemporal delmundo. En su primer testamento, traza un complicado cuadro de combi-naciones alternativas sobre enlaces y sucesiones dinsticas, que pareceuna exposicin de problemas de ajedrez. Y en medio de las grandes com-plicaciones que le acucian, vuelve, una y otra vez, a montar y desmontarproyectos matrimoniales, unidos a la entrega o sucesin en unos u otros

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  • JOS ANTONIO MARAVALL

    cularismo de carcter estatal que desarrolla en l ciertos com-portamientos de tipo maquiavlico y le hace aceptar la nuevatcnica militar (10); la concepcin patrimonial de la domina-cin poltica que propiamente aparece como tal, esto es, comoun dominio ( n ) ; y el derecho del Imperio, como sistema jur-

    territorios, desde Dinamarca a Bohemia, Lorena, Saboya, etc. Por eso,en 1548, aconseja a su hijo que se vuelva a casar y tenga muchos hijos,pues son la mejor manera de conservar los reinos y vasallos (LAIGLESIA :Estudios histricos, I, 116).

    (to) Sobre cmo, por debajo de su poltica imperial, se da en l unaatencin a los problemas de la maquinaria estatal en los reinos particulares,puede servir de ejemplo eminentemente el conjunto de instrucciones acer-ca del funcionamiento de los Consejos que deja cuando en 1543 abandonala Pennsula y encarga del gobierno de los reinos hispnicos a su hijoFelipe. Mientras se plantean ante l graves problemas polticos externos,Carlos piensa en el orden administrativo que ha de seguirse en la lugarte-nencia de su hijo (ver esas Instrucciones en LAIGLESIA: Estudios hist-ricos, I, pgs. 41 y sigs.). En la instruccin personal para su hijo sor-prende el minucioso e ntimo conocimiento que de las facultades e inten-ciones de cada uno de sus ministros espaoles posee y cmo los tienepresentes en el momento de abandonar la Pennsula. Segn la nueva tc-nica burocrtica estatal, previene a su hijo que no d demasiada entradaen las cosas pblicas, salvo en las militares, a! Duque de Alba, por sercosas del govierno del reyno, donde no es bien que entren grandes(LAIGLESIA, ob. cit., pg. 85). Y hay referencias a la peculiar condicinjurdica y poltica de algunos de los reinos, como esa en que alude a Ara-gn: Ms presto podryedes herrar en esta governacin que en la deCastilla, asy por ser los fueros y constituciones tales, como porque suspaciones no son menores que las de otros, y osan las ms mostrar y tienenms desculpas, y asy menos manera de poderlas averyguar y castigar.Finalmente la preocupacin por las fronteras, que seala a su hijo(LAIGLESIA, pg. 106) es, no menos, manifestacin de una actitud polticamoderna, poco armonizable con una concepcin imperial universal. Otrosaspectos interesantes estudia SNCHEZ AGESTA en su trabajo El podero rea]absoluto en el testamento de 1554 {Sobre los orgenes de la concepcin delEstado), en el vo!. Carlos V (1500-1558), publicado por la Universidadde Granada.

    (11) Esa idea patrimonial, cuyo respeto exiga como base de la paz,es uno de los factores que ms desfavorablemente influyeron en la polticade Carlos, que ms fracasos le ocasionaron, y que, sin embargo, con msfidelidad mantiene. En las Instrucciones de 4 y 6 de mayo de 1543, dicea su hijo que emprende el viaje para que no os dexase menos herenciaque de mis padres hered. En 1548, aconseja a su hijo que conserve elFranco-Condado, el ms antiguo patrimonio de la Casa de Borgoa y, apesar de las amarguras y conflictos que le ha costado tan en balde, re-cuerda el Ducado de Borgoa. propio i verdadero patrimonio mo (LA-

  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    dico para las relaciones de mando y obediencia, todava, por lomenos en parte, vigente para l (12). Con estos factores tratarde articular y afianzar su construccin poltica del Imperio. Al-gunos de ellos no son fcilmente compatibles con la idea imperialy por eso la poltica de Carlos ofrece en ocasiones esa contradic-cin en sus propios trminos que la caracteriza. Y en virtud delo cual, el resultado de su obra ser justamente hacer definitiva-mente imposible en adelante la idea de Imperio, de la que quisopartir para reorganizar polticamente el mundo.

    Carlos V tiene ante s un doble problema. En primer lugar,el del Imperio alemn, esto es, el de la organizacin poltica quecorona el sistema de los prncipes alemanes. Originariamente, eraese el Imperio romano-cristiano, pero al final de la Edad Mediase ha ido relativizando cada vez ms, a medida que el senti-miento particular de los pueblos y de los reyes ha crecido y en todaspartes es llamado, de ordinario, el Imperio de Alemania. De otrolado, aunque slo sea como idea, an cuenta ese otro Imperioel originario, en cierta forma, el verdadero, es decir, el Im-perio como forma poltica en que se traduce la unidad de la Cris-tiandad. Para conseguir afirmar la realidad histrica de este l-timo, no basta, en el siglo xvi, con referirse al antecedente ot-nico, ni a cmo era la Cristiandad en tiempos de Inocencio III;no basta con recordar enseanzas de San Bernardo, tratados deDante o de Marsilio de Padua, o soluciones jurdicas de Bartolo,frmulas pasadas que no tienen aplicacin. Esto es lo que em-

    IGLES1A. pgs. 108-109). No obstante las solemnes renuncias a l, de-clara que su recuperacin es cuestin que deja en suspenso, para no re-mover guerras, pero que nc hay que echar en olvido. Como principio,advierte a su hijo que no consienta ni dar ni quitar cosa alguna de loque tenis y os pertence, si no estar constante, firme y en un ser, guar-dndolo todo con diligencia y cuidado).

    (12) Corrigiendo su posicin en la Dieta de Worms de 1521, preten-der llevar la guerra contra los de la Liga de Esmalkalda como una accinde castigo contra los rebeldes a su autoridad imperial, cuyo recto y legalfundamento, segn piensa el Emperador, ser aceptado por todos y harque muchos se contengan de levantarse en armas contra l cosa que nilos legados pontificios, ni los ministros y cardenales d^ la Curia romanatoman en consideracin. Para Carlos, ese derecho del Imperio es tanmanifiesto que la cuestin del Duque de Saboya se plantear por ser va-sallo del Imperio (Cortes de Valladolid, 1537). Y hablar de ceder Milnsegn natura de feudo y derecho del Imperio.

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  • IOSE A1VTONIO MARAVAH.

    pezar comprendiendo Carlos y le forzar a ensayar otra manerade asegurar el gobierno universal de la Cristiandad, desde elmismo momento en que cree que sta debe ser su empresa.

    Esos dos planos Imperio Alemn, Imperio Cristiano nose separan consciente y programticamente en Carlos. Hay vecesen que al escribir la palabra Imperio se refiere a un mbito par-cial en el que impera, como en otras tierras y as cita juntosEspaa, Italia, el Imperio, etc.- - ; otras, expresa su pretendidajurisdiccin universal --as cuando pide la aportacin espaola parala carga del Imperio. Esta ltima idea predomina en los primerosaos, cuando gobierna sus tierras desde Espaa. Convencido des-pues de que los problemas polticos que le acucian, slo desdeAlemania y en tanto que superior y soberano de Germania lospuede resolver, predomina entonces el aspecto alemn en la con-cepcin del Imperio, aproximadamente de 1530 a 1548. Ven-cedor en Mhlberg, volver a inclinarse hacia la primera direc-cin, en la forma y con las diferencias que luego veremos, y quela derrota de Innsbruck no hace ms que acentuar.

    Siempre quedarn en Carlos las marcas de esta triple con-dicin rey espaol, emperador alemn, emperador universal,cosa que se observa muy bien en el campo de su conducta econ-mica, tal como ha quedado caracterizado despus de las investi-gaciones de Carande {13).

    II

    Todo esto lleva un prlogo, claro est, en el que aqu apenasvamos a entretenernos, pero del que necesitamos recordar algu-nos puntos, porque de l vienen muchas de las cosas que ha-llamos despus. En ese prlogo se nos aparece Carlos como unprncipe borgon, que siendo tal tiene, de pronto, que ajustarse aser rey de Espaa, para, inmediatamente despus, encontrarseconvertido en Emperador y tener que adecuar a esta nueva fun-cin su figura de gobernante.

    Como vastago primognito de la Casa de Borgoa la mai-son de Bourgogne, no el Imperio, haba sido para Maximilianoel centro de sus intereses Carlos recibe su educacin y lleva a

    (13) Carlos V y sus banqueros. Madrid, 1943.

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  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    cabo sus lecturas formativas, adquiere sus gustos y maneras yprenden en l los ideales que, con diferencias de matiz, le acom-paarn a lo largo de su vida. Casos como el de la rebelda delDuque de Borbn los enjuiciar segn las leyes de la caballeraas lo hace en las Cortes de Valladolid de 1524 y, segn lanarracin de Santa Cruz, de anloga manera enfoca el caso deldesafo del rey de Francia.

    De esa dependencia de la cultura borgoona deriva su afi-cin a una de las tres obras sobre las cuales conocemos su esti-macin predilecta. Nos referimos ahora al poema de Olivier dela Marche, El caballero determinado, que hace aos puse yo enrelacin con el mundo de ideales del Quijote, y que en fechams reciente ha sido estudiado por Clavera, precisamente en susignificacin borgoona y en relacin a los ideales de Carlos V.Hernando de Acua, el tan conocido capitn y poeta, en la dedi-catoria a Carlos V de su traduccin de esta obra traduccinen la que parece se aprovech otra anterior del propio Carlosle dice al Emperador que se la dirige como compendio que esepoema es de doctrina militar y christiana (13 bis). Estas pala-bras enuncian lo que la caballera es en el otoo medieval:milicia en la que se ejercen las virtudes cristianas, porque searma para la defensa de unos ideales morales que la religin cris-tiana ha logrado establecer como convencin social a eso, algu-nos textos de la poca llaman, con terminologa caballeresca, hoyinexplicable, defender la honra de Dios. Pero en la poca decomienzos del siglo XVI hay un proceso histrico de interioriza-cin y espiritualizacin de la virtud y del honor que convierte aese caballero, a ese miles christianus, en el personaje de Eras-mo. Ese paso se da sin solucin de continuidad a travs de ml-tiples estados intermedios, que a veces ofrecen pintoresca mix-tura {14). La herencia cultural borgoona de Carlos har quepueda vrsele como esforzado caballero en sentido militar y tam-bin que pueda ser posible tomarlo como paladn de aquellos queaspiran a una religiosidad predominantemente interior. Carlos,

    (13 bis) Amberes, Juan Steebio, 1553.(14) HUIZINCA ha expuesto con gran penetracin estos estados. La

    influencia de ese tipo cultural produce en Espaa, inmediatamente antesde la llegada de Carlos, obras como el Tratado del esfuerzo blico-hericodel Dr. PALACIOS RUBIOS, y poco antes los tratados de Mosn Diego deValera.

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  • JOS ANTONIO MARAVALL

    lector del Chevalier deliber protagonista de torneos a lo divi-no, lee tambin con gusto las obras del Dr. Constantino Poncede la Fuente (15), y es tambin quien dirige a Erasmo la famosacarta en que le exalta como a aquel que ha hecho por la defensade la religin ms que prncipes, universidades y pontfices (16).

    Olivier de la Marche, cuyo libro seguir leyendo Carlos ensu retiro de Yuste, escribi un largo poema en ochenta y seisestrofas, dedicado al futuro Emperador cuando era nio y toda-va no llevaba ms ttulo que el de Archiduque de Austria:Predestination de septs fes et leurs dons a Monseigneur lAr-chiduc. En l le exalta como

    digne davoir et gouverner province (17).

    Conseguir un reino es premio, segn ese tipo de mentalidad,del esfuerzo caballeresco as lo ver todava don Quijote. Yes manifestacin reconocida de la virtud del caballero. Efectiva-mente, Carlos ver siempre en las dificultades para alcanzar, noya provincias, sino grandes reinos, y aun un Imperio, un problemade reputacin, de honor, de caballera. Castellanizando esa pa-reja de trminos de. honneur et reputation que tanto se men-ciona en textos borgoones, Carlos, en las Cortes de Santiago-Corua, plantear en esa forma, como un problema de repu-tacin, su eleccin al Imperio, junto a otras explicaciones del mis-mo hecho, y en las de Valladolid de 1524 dir que el aparejo deguerra que prepara es por su honra y reputacin, y ms tarde,en la Instruccin de Palamos a su hijo (1543), le confiesa el pe-ligro que en su viaje a Alemania pasa por la honra y reputa-cin. Y tan frecuente es en l el uso de esa frmula que hacefalta un neologismo para cuando ese concepto tiene que emplear-se en forma negativa: en las Cortes de Valladolid de 1542 y enlas de 1544, las proposiciones reales de una y otra hablan de ladesreputacin de S. M.> si no se hace lo que el Emperador pre-tende.

    (15) Ver sobre este autor, M. BATAILLON: Erasmo y Espaa, t. II.pginas n i y sigs.

    (16) La carta fue refrendada por e] Secretario Alfonso de Valds. Versobre ella, BATAILLON, ob. cit., 1, pg. 323.

    (17) CLAV-.RA: Le Chvalter Deliber, de Olivier de la Marche y susversiones espaolas del siglo XVI. Zaragoza, 1950: pg. 57.

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  • I.AS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    En una hoja autgrafa de! Emperador, en la que anot unastristes reflexiones sobre su situacin, poco antes de Pava, con-fesaba que tena que dejar un recuerdo glorioso, haciendo algoque fuera bastante grande para alcanzar l gloria imperecedera,y as, dice: Levantarme a m mismo, aumentar mi podero yposeer en paz y tranquilidad aquello que le plugo (a Dios) otor-garme. No encuentro mejor medio acaba ha reconociendo elEmperador, para mejorar mi situacin que mi empeo en Ita-lia (18). Vemos, pues, que el factor caballeresco es un ingredien-te en su accin y que algunas de sus empresas no se acaban deexplicar sin l (i9). Por tanto, al modificar las circunstancias desu obra, ese factor influy en su pensamiento y es un elementode l, un elemento de su pensamiento poltico.

    Con razn, al historiar la campaa de Alemania, don Luisde Avila exaltaba los uhechos tan valerosos y tan de caballerocomo son los del Emperador {20). Carlos, en 1548, al aconsejara su hijo procure que en sus das de soberano se acabe de cele-

    (18) Citado por BRANDI, pg. 184 y sigs. Carlos considera que el mejorremedio de su situacin podra ser una franca guerra, en la que alean-zase gloria y aumentase su podero, como medios para asegurar la paz.Son stas, ideas que se encuentran una vez ms en el obispo de Guevaraver mi estudio Visin utpica del Imperio de Carlos V en la Espaad esu poca, publ. en el vol. cit. de la Universidad de Granada. Que algunade estas deas de Guevara se encuentre en obra impresa con posterioridad ala fecha en que la misma aparece en el Emperador, no significa nada, puestoque sabemos que el Emperador haba ledo manuscritas algunas obras delobispo. Pero, adems, no pretendemos afirmar una relacin casual entreel pensamiento de Guevara y el de Carlos, sino ayudar a mostrar cmo setrata de un conjunto de ideas que pertenecen al grupo del Emperador ysus consejeros, sin que puedan atribuirse a uno solo de stos en la mayorparte de los casos.

    (19) Al atribuir un carcter borgon a esta cultura caballeresca talcomo se da en Carlos, no necesitamos atenernos a una directa y constanteinfluencia personal sobre l, que excluya la de otros factores. Esa culturacaballeresca, desde el centro de Borgoa ha irradiado por el occidenteeuropeo y se encuentra en todas partes. `ngel Ferrari mostr su influjosobre Fernando el Catlico, para interpretar algunas de cuyas acciones,sobre todo de tipo militar, hay que acudir a un esquema de comporta-miento caballeresco (ver Fernando el Catlico en Baltasar Gradan. Madrid.1944, pg. 504, y Medievalismo y teologa, separata de la Revistanal. Madrid, 1945; pg. 21).

    (20) B. A. E., XXI, pg. 448.

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  • (OS ANTONIO MARAVALL

    brar el Concilio, le insta a ello porque ser obra heroica y ha-zaa inmortal {21). Pero el espritu de Felipe va hacia otro mun-do de ideales.

    Carlos se siente heredero y solidario de esos prncipes bor-goones que, buscando honra, perdieron un gran Estado. El,en su primera fase, y en el fondo siempre ya hemos visto an-tes su recuerdo en fecha avanzada del ((patrimonio de Borgoaquiere alcanzar la honra a la que aspira, precisamente recupe-rando esas tierras que a sus antepasados les fueron arrebatadas.Cuando ya tiene sobre s todos los ttulos que tan prdigamentetantas herencias reunieron en l, al preparar desde Flandes suregreso a Espaa, en su testamento de 1522, redactado en Bru-selas, pide ser enterrado, si a la hora de su muerte el Ducado deBorgoa ha vuelto a ser suyo, en la iglesia de los Cartujos deDijn, junto a los cuerpos de sus predecesores: Felipe el Atre-vido, su hijo Juan, Felipe el Bueno, que en vida fueron duquesde Borgoa {22), estampas de un mundo brillante, espiritual, con-vencional y heroico. Segn Carlos, sus familiares eran personajespara ser representados en vidrieras, como esas que encarg des mismo y de los suyos para los ventanales de Santa Gdula, oen miniaturas del arte franco-borgon que Carlos contempla ensu (Libro de horas (23).

    Se ha hablado por Calmette y algunos otros de influenciasborgoonas en las concepciones polticas sobre las que se formael complejo imperial hispano-austraco de los Habsburgos (24).Por su propio origen, vemos que es algo que tuvo que ser as.Por esa razn hay que contar con la penetracin en la polticaespaola de dos ideas de fuente centroeuropea: la de unidadpoltica de la cristiandad y la de cruzada contra el infiel (25). Perosera absurdo hacer de Carlos un (soberano borgon, como al-

    (21) LAIGLESIA, ob. cit., I, pg. 94.

    (22) BRANDI: Die politischen testamente KarU V. Gottingen, 1930.Es el vo!. II de la col. Berichte und Studien zur Geschirhte Karls V.

    (23) Ver PAZ y MEU`: El libro de horas de Carlos V, en Revtsiae Archivos, Bibliotecas y Museos. 3.a serie, IX, 1903, pgs. 107 y sigs.

    (24) Bibliografa en CLAVERA, ob. cit., pg. 37.(25) BRANDI, ob. cit. Y tambin HuiZlNGA sostiene esa procedencia

    En el captulo IV trataremos e. precisar ms nuestra idea.

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  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    guien, con estupenda miopa, pretende: baste recordar que ies el soberano que hace del patrimonio de Borgoa una dependencia de la Corona de Espaa.

    III

    Antes de haber pisado tierra espaola, Carlos, desde Flandes,se ha titulado rey de Espaa. La opinin espaola prefera quese hubiera titulado regente, mientras viviera su madre. Para vencer esa opinin adversa espaola, invoca que ha sido determinado a ello por el Papa y el Emperador, que lo llaman as. Yaceptando, con mayor o menor satisfaccin, esta tesis, los del Con-sejo informan al Remo que ha sido aconsejado y persuadido pornuestro muy Santo Padre y por el Emperador, su abuelo, y porlos otros reyes y potentados de la Cristiandad. El doctor Car-vajal, que a requerimientos de Cisneros, informa sobre el caso,aduce el antecedente de ejemplos anteriores y reconoce que aSu Santidad y a la Santa Sede Apostlica, entre los que no co-nocen superior, pertenecen semejantes materias y la determina-cin de ellas. Pero aade Carvajal que no estara de ms con-seguir el consentimiento del Reino en Cortes (26). Vemos que,frente al prenacionalismo celoso de los Reyes Catlicos. Carlos,en cuanto rey, se considera como parte del grupo de reyes cris-tianos que gobiernan la Cristiandad, con cierta dependencia delEmperador y del Papa. Como se dice en la literatura del finalde la Edad Media, l se tiene por un rey del Imperio formade pensar que penetra en Espaa en la literatura de ficcin enfecha muy tarda, al final de la Edad Media (27).

    Esto no quiere decir que no vea en su posicin de rey unainstancia de superioridad y que no se estime con posibilidad denegociar, desde una posicin de autonoma, con el Papa. Carlos,desde Flandes, al conocer la muerte de su abuelo Fernando, es-cribe a Len X, y se apresura a llevar al nimo del Pontfice,con el recuerdo del poder de su abuelo que l hereda, y de su

    (26) ALONSO DE SANTA C R U Z : Crnica del Emperador Carlos V. Vo-

    lumen 1,pgs. i i2 y sigs.(27) La emplean RODRGUEZ DEL PADRN y otros. El pensamiento po-

    ltico espaol se mantiene siempre refractario a esta idea de Imperio.

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    alto papel en los negocios de la cristiandad que l reclama, sudecidido propsito de no retroceder en Italia y de obtener lainvestidura de aples. Al margen de la tradicional visin im-perial de la poltica en Italia, Fernando no slo haba conseguidola dominacin sobre aples y la hegemona poltica y militaren el Sur, sino que los tratados de 1514 y 1515 con Len X,bien a pesar de ste, reconocan la intervencin de aqul y hastauna cierta preeminencia peninsular, a su favor, en el rea que deantiguo era perteneciente al Imperio el Papa no poda neg-ciar sin su consentimiento sobre Miln, Genova, Asti, etc. (28).Y esto es lo que aqul quiere desde el primer momento heredar.

    Tambin en el interior del reino, Carlos mantiene una postuiaparalela a la que le vemos asumir en el plano de las relacionesinternacionales. En las Cortes de Valladolid de 1518, que presideel Obispo de Badajoz Ruiz de la Mota, Carlos, en la proposicinreal, es llamado Majestad. Si en nuestra poesa poltica del xv

    -as, en Juan de Mena en nuestros cronistas de la baja EdadMedia y en otros textos literarios, a los Reyes se les da ese trata-miento, no suceda de ese modo en documentos oficiales, ni enlas Cortes. Tericamente, Majestad era un ttulo imperial. Porotra parte, en la misma- proposicin se recuerda el esquema de lamonarqua estamental y se hace referencia al pacto de guardarlibertades y buenas costumbres al ser reconocido como rey. Portanto, Carlos, se presenta como un rey absoluto que tiende aello, segn el modelo de Fernando e Isabel, sus abuelos espao-l es - , sobre una base monrquica estamental.

    En esas Cortes de Valladolid hace enunciar ya Carlos uno delos contenidos de su misin de prncipe y de prncipe cristiano:la guerra contra el infiel empresa que haba hecho suya, res-pondiendo al llamamiento del Papa, estando en sus tierras deFlandes, antes de conocer sus reinos de Espaa. Para ello juegan,segn la exposicin oficial que ahora se hace, tres razones: a) Serrey cristiano, b) Tener un compromiso personal con Su Santidad,c) Hallarse sus tierras ms amenazadas que ningunas otras porel turco. Son las tres, razones de alcance parcial, que no se articu-lan en una visin universal, porque aunque la primera lo parezca,Carlos trata de que se interprete como un enlace con la tradicin

    (28) L. SERRANO: Primeras negociaciones de Carlos V, rey de Espaa,con la Santa Sede C1516-151S). Madrid, 1914.

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  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    particular de Espaa. Por eso, se hace constar cmo por ser reyy rey cristiano y tener nombre de catlico y venir y descenderde reyes que tantas y tan gloriosas victorias han habido contrainfieles, sea obligado a responder por la honra de Dios y de-fensin de su santa fe catlica.

    Pero an as, en las Cortes de Valladolid hay, de parte de losprocuradores, una franca oposicin a la Cruzada, a la que se juzgacomo una empresa demasiado lejana y ajena a los intereses espa-oles que se reducen a la proteccin del norte de `frica. LasCortes contestaron pidiendo que no se obligara a nadie a tomarla bula de la cruzada, que se corrigiesen los desrdenes eclesis-ticos y que se pusiera lmite a los excesos de los representantesde la Curia (29). Era una actitud anloga, en esta materia, a lade la Dieta de Maguncia del ao antes. Carlos, desde su planode rey, tropezaba ya con problemas que tenan una proyeccingeneral, hacia los que iba su inters y que le resultaba difcilarticular con la opinin particular de sus reinos.

    Pensamos que la conciencia de esos problemas influy ya ensu pretensin al Imperio. Es cierto que en la manera de mani-festarse sta puede parecer al pronto pretender tan slo el do-minio poltico sobre otras tierras ms. Es posible que al postularla empresa de la Cruzada, tratase de poder reunir, sin levantarsuspicacias, un poderoso ejrcito del que disponer ante cualquiereventualidad europea y conseguir, de paso, una importante ayudaeconmica de las Cortes y del Clero. Pero lo cierto es que, alconsiderar la posible eleccin al Imperio, prende en Carlos rpi-damente la idea de dotarlo, una vez en sus manos, de unos finesconcretos y a la vez universales, como en principio lo era su ju-risdiccin.

    Desde muy pronto, y cualquiera que sea su procedencia, semuestra en l una peculiar concepcin del Imperio. Si rechaza elplan de hacer elegir a su hermano Fernando para la Corona im-perial, esgrime como argumento que no podr ste mantener lacarga del Imperio sobre la base de los territorios austracos, yaque para oponerse a los prncipes que inquietan la paz, extirpara los herejes y vencer a los infieles que amenazan directamenteal Imperio, hace falta todo el poder que slo Carlos puede re-

    (29) Cortes de los antiguos remos de Len y Castilla, t. IV, pgi-

    nas 274 y sigs.

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    unir (30). Coincidente con esta visin general del Imperio, hayotro dato de gran inters. Es sabida que Len X, al tener noticiade las aspiraciones de Carlos, exterioriz una violenta indigna-cin y record la prohibicin decretada por Julio II de que quienposeyera la investidura de aples y Sicilia obtuviera la coronade Emperador. Por entonces, se hallaba en Espaa, ocupado enel negocio de la Cruzada, una gran figura del humanismo ita-liano y fervoroso miembro de la Orden de San Agustn, el Car-denal Gil de Viterbo, que aos antes, al empezar el ConcilioLateranense, haba pronunciado en l la oracin de apertura,dando expresin en ella a los ideales de la poca {31). Carlos ysus consejeros consiguen de l que escriba desde Barcelona unalarga carta al Papa, en defensa de la candidatura imperial deCarlos. Pues bien, esa carta contiene toda una concepcin delimperio que va a tener su desarrollo en el futuro inmediato.El Cardenal legado expone al Papa y creemos ver en ello elpunto de vista de Carlos y sus consejeros-- cmo es necesarioun Emperador que asuma la ejecucin de las empresas de la cris-tiandad y que pueda superar y pacificar para ello a los prncipescristianos, objeto que slo puede conseguir alguien que, en lascircunstancias en que se est, sea adems rey de Espaa y poseasu poder y sus riquezas. Toda una actualizacin de la idea impe-rial se contiene en esa epstola, en una direccin que ser se-guida, como vamos a ver, por el propio Carlos (32).

    Conocida es la reaccin espaola, basada en estimar el impe-rio tal como histricamente se hablaba a comienzos del siglo xvi:una jurisdiccin puramente particular, cuya grandeza aparenteera una amenaza para la libertad y la independencia de los pue-blos que se vean sometidos a ella. Esa reaccin hispnica estbien referida en el cronista Santa Cruz. Irrit a los espaoles elhecho de que, aunque en la firma de los documentos reales se

    (30) RASSOW, ob. cit., pgs. 32 y sigs.(31) Sobre el doble carcter, renacentista y tradicional, de este emi-

    nente personaje es interesante su doctrina del hombre, estudiada porE. MASSA: L*anima e lvomo in Egidio da Viterbo, en Test umanisttctinediti sul de Atutna, Archivio di Filosofa. Padua, 1951.

    (32) Un extracto de la carta en L. SERRANO, ob. cit., pgs. 43 y si-guientes. Lleva fecha de 10 de febrero de 1519 y se dice expresamenteen ella que ha sido escrita a ruegos del Rey y del Cardenal Dertusense, lue-go Papa Adriano.

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  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DL: CARLOS V

    deca yo, el Rey, atribuase el ttulo de Majestad y se hacallamar ((Sacra, Catlica, Cesrea y Real Majestad del cualttulo se escandaliz algo el Reino, por decir que este ttulo msconvena a Dios que a hombre terrenal. Pero, adems, otrosdecan que pues Espaa era exenta de los Emperadores que nose llamase en ella Emperador, porque ms cosa era Rey de Espaaque no Emperador de Alemania. Vemos, pues, que en la opi-nin espaola, se estima el ttulo imperial como parcial y relativoa Alemania; que se hace valer la frmula acuada por los juristasmedievales para armonizar los restos de la concepcin imperialcon el hecho de la plena independencia alcanzada por algunasjurisdicciones particulares poderosas, por algunos grandes reinos,esto es, la frmula de la exencin; y que un sentimiento pre-nacional aparece en la pretensin de poner polticamente el reinode Espaa sobre el Imperio meramente alemn (33).

    En correspondencia con estos sentimientos, Carlos, desde Bar-celona, da una Real provisin (5 de septiembre de I5i9), en laque explica el orden adoptado oficialmente en sus ttulos y laposicin de Espaa, constitucionalmente, en su conjunto de do-minios. Manjanse en ese documento los conceptos jurdicos dela baja Edad Media. El Imperio est constituido por Dios. Es lams alta dignidad seglar con lo que se deja aparte la cuestindel Pontificado y, por tanto, en el honor, precede a todos.Pero Espaa es libre y exenta de la jurisdiccin imperial y no re-conoce superior conocida frmula generalizada por Bartolo, quejuega como antecedente del concepto de soberana. Por tanto, dela unin personal de su Corona con la del Imperio, no puede de-rivarse menoscabo de su libertad para los reinos hispnicos. Comovemos, el problema, pues, se plantea y trata de resolverse, en esaprimera manifestacin de Barcelona, dentro de la doctrina jur-dico-poltica del final de la Edad Media, haciendo uso del con-cepto de Imperio, tan reducido e inerte, que en ella se conser-va (34). Pero, por debajo de esta apariencia jurdica, Carlos ymuchos de sus colaboradores piensan en una realidad poltica muydiferente.

    (33) SANTA CRUZ : Crnica, I, pgs. 204-206.(34) El texto de esta Real provisin fue publicado en la Revista de

    Archivos, Bibliotecas y Museos, 1875, ao V : pgs. 225 y sigs.

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  • 10S ANTONIO MARAVALL

    IV

    En los alrededores de Carlos en Gattinara, en el Obispo deBadajoz, etc. la doctrina jurdica tradicional no satisface. Tam-poco al joven Carlos que, impulsado por el afn caballeresco deun gtico tardo, hacia las cosas grandes y siempre inspirado enlas corrientes de universalidad cristiana, pretende dar nueva rea-lidad a ese imperio que recibe. En ello se funda al reclamar laeleccin imperial para s y rechazar el plan de elegir a Fernando.Sabido es que, por otra parte, los humanistas, como esos de susquito a los que nos hemos referido, aspiran a dar una proyec-cin social y poltica a la universalidad de la cultura que se es-fuerzan en renovar. En 12 de julio de 1519 Gattinara dirige unamemoria al Emperador, en la que sostiene la preeminencia suyasobre todos los reyes y prncipes, refiere su poder comparativamen-te a Carlomagno, con lo que, a travs de la tradicin medieval,enlaza con la doctrina de la translatio impeni y empalma conel Imperio romano antiguo, y al contemplar la reunin de tanextensos dominios en la mano de su seor y el efectivo poderque ste posee le dice se halla en camino de la monarqua uni-versal.

    No hay que tomar en un sentido demasiado literal esa expre-sin de monarqua universal. La usa Gattinara y la usan tambinun gran nmero de espaoles. Si la emplea Hernando de Acu-a en su tan citado soneto, la usa tambin precisamente comeequivalente a Imperio, Antonio de Guevara (35); se sirve deella, en 1530, Garra de Loayssa, en relacin con Carlos (36); yFernndez de Oviedo y tantos otros (37). Son legin los que lautilizan sin que en todos estos casos pueda drsele ms que unvalor exaltatorio y ditirmbico. Es ms, el hecho de que Ruiz de

    (35) Ver mi estudio citado en la nota 18.(36) En las epstolas llenas de consejos polticos que le escribe desde

    Roma, en 1530, dice al Emperador que l le hace tales advertencias condeseo de veros monarca del mundo. (Ver GARCA BE LOAYSSA, Cardenal-Obispo de Osma: Cartas al Emperador Carlos V, escritas en los aosde 1530-1532 por su confesor, ed. de Heine, Berln, 1848: la cita en lapgina 20.)

    (37) FERN`NDEZ DE OVIEDO le augura ser universal y nico monarcaen el mundo, B. A. E., t. XXII ; pg. 483.

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  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    la Mota enlace ese Imperio de Carlos con el de Roma, demuestraque no lo separa de la idea de monarqua universal, de la cual seestima ejemplo eminente la de los romanos. Pero nadie piensa enun real sometimiento de las tierras todas de la Cristiandad a unasola cabeza. La expresin, si tiene algn sentido doctrinal, estan slo hipottico, como referencia ltima y prcticamente inal-canzable, en el desarrollo de la hegemona poltica de un prn-cipe, dentro de un mbito que hiperblicamente se llama uni-verso, pero que hay que entender segn un proceso de relativi-zacin del concepto poltico de orbe que viene acentundose des-de la baja Edad Media (38).

    Carlos querr dar vigor y actualidad a la idea de Imperio. Elno pretender ser, como luego declarar muchas veces, monairade Italia o de tierras que no le pertenecen; pero acepta que sehable de la gobernacin universal del Imperio. De esto se llegaa dar una versin oficial en la forma que vamos a ver.

    En las Cortes de Santiago-Corua de 1520 declara haberaceptado el Imperio en bien de todos para el buen gobierno desus reinos, con el fin de desviar grandes males de la religin yllevar a cabo la empresa contra los infieles. Recordemos que enlas Cortes de 1518, siendo nada ms que Rey, se haba atribuidouna misin parecida. No se olvide ya que es conveniente te-ner presente esta referencia para entender lo peculiar de Carlosque tambin declaraciones anlogas del Rey de Francia podranaducirse (39). Por otra parte, en el Imperio el gobierno es comncon la funcin real: administrar justicia, para lo cual los reyesnacieron y por la cual los reyes reinan y los emperadores tienenImperio. Pero histrica y jurdicamente el Imperio es mucho ms.Por eso Carlos es ms rey que ningn otro, dice el Obispo Ruizde la Mota en las Cortes; ms rey porque es heredero de msde setenta reyes: ms rey porque tiene ms y mayores reinos

    (38) Espero publicar pronto un estudio sobre este fenmeno, del cualhe dado algunas referencias preliminares en mi arf. El descubrimiento deAmrica en la Historia del pensamiento poltico,- en la REVISTA DE ESTU-DIOS POLTICOS, nm. 63, ao 195^.

    (39) Los humanistas de la Corte francesa "en 1517 sostendrn losproyectos de Cruzada y recordarn el pape! histrico de Francia, protectorade Roma y soldado de la Cristiandad, 1MBART DE LA ToUR: Les originesde a Reforme, t. II; LEgtise catholique. La crine e( la Renaissance,pgina ?8o.

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    que ningn otro; ms rey y esto es lo que ahora, sobre todo,nos interesa porque l solo en la tierra es rey de reyes. Supostura es singular e irrepetible en el universo poltico. Tienems alta dignidad que ninguno, porque hay muchos reyes y prn-cipes, pero emperadores no hay ms que uno. El emperador esemperador del mundo; el Imperio es una institucin universal.

    En las palabras del Obispo de Badajoz est expuesta la doc-trina imperial de Carlos durante los primeros quince aos de sugobierno. Por eso las ratifica firme e inequvocamente. Consisteen acentuar la universalizacin del ttulo desprendindolo de todareferencia a Germania, y unindolo a la fuente comn y univer-sal en la que todos los pases cristianos pueden reconocerse ensu origen: Roma. Si circunstancias polticas concretas le obligana borrar la referencia a Alemania para evitar suspicacias en susotros reinos y asegurarse la colaboracin de todos ellos, esas mis-mas circunstancias, junto a la influencia de la tradicin medieval,conservada a travs de la herencia borgoona, y con ello la cul-tura humanista de sus consejeros espaoles e italianos y el uni-versalismo cristiano intensificado en la poca, dan lugar a esarenovada y vigorizada universalizacin del ttulo imperial queCarlos V planea cuando se hace cargo de su papel de Emperador.

    Universalizacin y romanizacin cristiana y humanista he-mos dicho del Imperio. Lo que Carlos ha alcanzado, dice elObispo de Badajoz, es el imperio del mundo; ha sido hechorey de romanos y emperador del mundo. Ello no le adscribea ningn pas en particular Alemania, como Espaa e Italia,son citadas a ttulo de tierras particulares que posee Carlos. To-das las naciones participan en ese Imperio, de todas es, todasdeben aceptar su papel en l y entre todas, llegado el caso, sebusca el emperador. Por eso, dice el Obispo, ahora vino el Im-perio a buscar emperador a Espaa Es lo mismo que sucediya en la Antigedad, cuando los historiadores reconocan que Es-paa daba a Roma los emperadores. Viendo entre ambas situa-ciones una perfecta continuidad, se afirma: agora es vuelto aEspaa la gloria de Espaa. Y la equiparacin ingeniosamentepreparada llega al detalle: como otros emperadores partieron deEspaa y de otras partes para ir a buscar la corona a Roma. Car-los tiene que abandonar los reinos hispnicos para ser coronadoEmperador.

    Cuando Santa Cruz, poco inclinado a la idea imperial, habla

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  • LAS ETAPAS DUL PKNSAMlliNTO POLTICO DE CARLOS V

    por s, dice de ordinario: el Imperio de Alemania; mas cuan-do narra esos momentos iniciales del gobierno de Carlos y co-menta y reproduce la pragmtica de Barcelona a que antes nosreferimos, recogiendo la versin oficial, explica que aqulla sedio porque se guardase la dignidad del Imperio de Roma, con-jugando con ello la libertad de Espaa, de no ser sujeta a losemperadores de Roma (40). Despus, el fondo de cultura rena-centista de la poca ayudar a adornar de frecuentes referenciasclsicas los elogios al Emperador. Las ciudades, al recibirle porprimera vez, le exaltan con motivos clsicos {41). Se le com-para a Alejandro, a Csar; se sostiene que su nombre ser ms cla-ro que el de los emperadores romanos, y no se olvida de aludir aCarlomagno, lazo de unin con la tradicin imperial de Roma;pero en todo ello hay, en su origen y adems de la influencia hu-manista, la idea poltica concreta de universalizar su nuevo Im-perio.

    Cuando Carlos, al abandonar la pennsula en 1520 redactalos poderes, como gobernador, de Adriano, juega en el texto contodas estas ideas que llevamos expuestas. Hay una lnea en esedocumento que merece especial atencin; nos referimos a cuan-do escribe

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    Cortes, con la tesis de que ese Imperio universal, que de algunabase necesita, en Espaa tendr su asiento. Que Espaa ser paraCarlos la base de su amplio conglomerado de poder, es algo quedeclara ya la proposicin real de las Cortes vallisoletanas de 1518,antes de la obtencin del Imperio. Despus se sigue insistiendoen la misma versin. En las de Santiago-Corua se dice queaqulla ser el fundamento, el amparo y la fuerza de todos losotros. Y una frase casi literalmente igual se oy repetir en lasproposiciones de casi todas las Cortes celebradas con posterioridad. En las de Toledo, de 1538, se explican las ausencias delEmperador como fases excepcionales debidas a causas muy par-ticulares, dentro de la norma permanente de residir en Espaay gobernar desde ella.

    Cualquiera que fuese la sinceridad de esa declaracin inicial, Carlos pens siempre que Espaa era la base principal desu conjunto de reinos. Hay, indudablemente, un proceso de aprcximacin de Carlos a Espaa en el que el papel de la EmperatrizIsabel fue decisivo y en el que la misma eleccin de esta prin-cesa portuguesa para esposa es clave. Aurelio Vias habl deuna espaolizacin del Emperador, que en cierto sentido es inne-gable. Si Braudel todava se hace eco de la tesis que atribuyea Espaa un papel marginal en la poltica de Carlos, es porqueno llega a distinguir entre el hecho de que los Pases Bajos oItalia sean el objeto de su preocupacin poltica porque en esaspartes tiene planteados problemas graves y que Espaa, endonde ha resuelto rpidamente sus dificultades y ha llegado aconseguir una colaboracin fiel, sea la base en que se apoya parala realizacin de su poltica y para tratar de vencer los obstculosque encuentra en otros mbitos (43).

    Lo que s es evidente es que, despus de haber sido aplastadaslas Comunidades y algunas iniciativas de las Cortes, los espaoles

    (43) La Mediterrane et le monde mediterranen a Vepoque de Phi-Uppe II, pgs. 518 y sigs. El Emperador computa como un beneficio que,llevado de su predileccin, ha hecho a los espaoles el de haberles con-servado la paz y tranquilidad: En toda Europa no hay provincia que entanta paz y sosiego viva como sta. Cortes de Valladod, 1527 (bajo lapresidencia del Canciller Gattinara). A pesar de tantos conflictos comoha tenido que soportar, les ha beneficiado sobre todos con tenerles lasguerras fuera de ellos. As! se dice tambin de su parte a los procuradoresn otras Cortes de Valladolid, de 1544.

  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    aceptaron la idea de Carlos y colaboraron en sus empresas fiel-mente. Esos ttulos imperiales de Carlos que en principio solivian-taron a los espaoles son aceptados en relacin a su persona por s-tos, de modo que se insertan, como una demasiado dcil pieza,en el mecanismo del Imperio. Tan es as, que a los alemanes ya otros les produce impresin de una situacin de servidumbre,y cuando, con ms fortuna que los espaoles, protestan Je quese les pretenda reducir a una situacin de esa naturaleza, se hacecomn decir que no quieren ser mandados a la facn dEs-pagne. Hay en ello la rplica de un sentimiento nacional heri-do al ver acompaado al Emperador en territorio alemn de tro-pas espaolas, y encontrarse con que para la campaa de Ale-mania se hace general al Duque de Alba. Es una reaccin la queprovocan los espaoles junto a Carlos, al aparecer en Alemania,anloga a la que provocaron los flamencos cuando le rodeaban ensu primera aparicin ante los espaoles (44).

    Cada vez es mayor el nmero de colaboradores espaoles enlos altos puestos del gobierno. Y no slo sucede as, sino que cre-ce una influencia espaola difusa. Brandi ha observado cmo enel Consejo, a partir de 1527. de da en da aumenta el elemen-to espaol y en sus sesiones se expresan en castellano no sloLoayssa y Manuel, sino Gattinara, Nassau y el propio Empera-dor (45). Y no hay que echar en olvido que Carlos hace de suhijo un espaol.

    En cierta forma se puede considerar como muestra principalde ese proceso de espaolizacin su hoy famoso discurso ante elPapa y los Cardenales, en Roma. Es de observar que ni la pro-posicin real de las Cortes de Valladolid de 1537. al dar cuentaincidentalmente del hecho, ni ms tarde el propio Emperadoren sus Memorias, ni Santa Cruz en su Crnica, hacen mencin, alocuparse de ese discurso, de que fuera pronunciado en espaol.Y sin embargo, el hecho, como demostr Morel-Fatio, es nega-ble, lo cual quiere decir que no fue un acto realizado con par-ticular designio por el Emperador, que tuviera un carcter extra-

    (44) Recordemos que para un burgus flamenco que escribi sus im-presiones con motivo del primer v;aje de Carlos a Espaa, resulta inso-portable la desconsideracin y atrevimiento de los espaoles con su prn-cipe. LAURENT VITAL : Premier voyage de Charles Quint en Espagne de1517 a 1518, ed. de Gachard y Piot. Bruselas, 1881.

    (45) Ob . cit.. pg. 222.

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    ordinario y al que, en consecuencia, pudiera atribursele una sig-nificacin especial. Morel-Fatio reduce el hecho a mnimas pro-porciones: puesto que el Emperador en Roma no poda hablarni latn ni italiano, ya que ni uno ni otro los conoca para ser-virse de ellos en un discurso pblico durante hora y media, ypuesto que dadas las circunstancias no poda emplear el francsque le era familiar, no le qued otra posibilidad que la de hablaren espaol (46). Pero Morel-Fatio olvid que en la fecha enque pronuncia ese discurso el espaol le era tan familiar o msque el francs, por lo menos en ambientes espaoles, de los quetan frecuentemente anduvo rodeado, y que el hecho de pronun-ciar en Roma ese discurso en espaol quiere decir que, para l,Roma era un medio espaol. Efectivamente, no slo habl enespaol en Roma, sino que de tiempo atrs todos sus embaja-dores y agentes diplomticos en Roma y la mayor parte de loscandidatos a cardenales que presenta son espaoles. Y todos ellos,incluso al dirigirse a los Papas, lo hacan frecuentemente en es-paol. Concluyamos de ello que en Roma tan inserto se hallabael Emperador en su ambiente espaol, que no dio particular sen-tido a emplear all la lengua de la que se serva de ordinario ensus relaciones con Roma. Ms tarde, en las circunstancias de laguerra contra la Liga de Esmalkalda, ese proceso no hizo msque acentuarse. Avila cuenta que las ciudades que se le rendanse presentaban ante l hablndole en espaol, porque entendanque era su lengua ms natural. La causa de hablarle en espaoldice que fue parecerles que era ms acatamiento hablarle en len-gua que ms natural es suya y ms tratable, que no en la propiadelloS" (47)- Sandoval, que reproduce textualmente el fragmen-to que acabamos de citar, da otros interesantes datos {48).

    Sin embargo, lo que no podemos afirmar es que las ideas po-lticas de Carlos y de sus consejeros respondieran a tradicin es-paola. Eran, en cierta forma, un ruptura manifiesta con ella, yde ah los trastornos de que fue acompaada su implantacin.Ningn pas como Espaa, antes de la etapa de Carlos, habasido ms ajeno en su historia y en su pensamiento poltico a la

    (46) >LEspagnol langue universelle>,, en Eludes sur lEspagne. IV se-rie : pgs. 189 y sigs.

    (47) B. A. E., XXI, pg. 434.(48) Ob. cit., vol. II. pgs. 439-455.

  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    tradicin impenal. Ello no obsta, claro est, para que, segn sos-tiene Menndez Pidal, esas ideas de Carlos fueran pensadas pormentes espaolas, o por lo menos, que mentes espaolas colaboraran decisivamente en la formulacin de sus concepciones im-periales {49).

    Tratemos de precisar ms nuestra idea. El contenido de lapoltica que Carlos enuncia responde a un pensamiento que seencuentra por todas partes. Es el de las gentes cultas europeas enlas que la cultura humanista ha creado o renovado una concien-cia universal. Ya lo vimos formulado en el Concilio de Letrn,con carcter general para todos los prncipes. Cada uno de stos.a su vez, lo afirma como tarea propia y se lo encomiendan en par-ticular los letrados que estn junto a l. Veamos un claro ejem-plo: el cannigo de Toledo Alonso Ortiz, en el escrito en quecomenta el atentado de que haba sido objeto en Barcelona Fer-nando el Catlico, le escribe que espera alcance la paz entre losprncipes cristianos, "para que entendays en la reformacin delos daos que hay en toda la repblica christiana y os esforcespara extirpar los poderos de los infieles y reparar las caydas dela Iglesia catlica (49 bis). Como puede fcilmente observarse,es la misma frmula de tantos documentos de Carlos. Lo nuevoen ste no est en la enunciacin de ese contenido, sino en lasolucin imperial que para alcanzarlo postula.

    Sin duda, el Imperio de Carlos no fue nunca, ni pudo serlo,una unidad orgnica. No tena una estructura compacta, apoya-da en una red institucional, ni poda tenerla. Despus de muer-to Gattinara no tuvo ni un canciller comn. Fue, en principio,una yuxtaposicin de reinos y principados en su mano, y Carlosquiso llegar a su fusin no por amalgama jurdica, sino por unaidea cuya fuerza fuera capaz de mantenerlo en unin. Esa era la

    (49) La idea imperial de Carlos V, en el vol. de este ttulo publicadopor la Coleccin Austral. Madrid, y Fray Antonio de Guevara y laidea imperial de Carlos V. en Archivo Ibero-Americano, VI, 22-2};pginas 331 y sigs.

    (49 bis) Los tratados del Doctor Alonso Ortiz., ed. de Sevilla. 1493;folio V. En el mismo lugar se dirige el autor a los reyes pidindolesque con bra^o poderoso reparis muy animosos las roturas que en laIglesia tienen fecha los infieles, y reformes los estados della; animando alpastor universal para que reforme los desrdenes que ha sembrado elenemigo humano, anteponiendo lo temporal a lo espiritual.

  • |OSE ANTONIO MARAVALL

    idea del nuevo Imperio cristiano, cuya consistencia material sereduca a un tejido de relaciones dinsticas, pero sobre las cualeshaba de tener una accin decisiva la fuerza de la empresa co-mn a realizar. Para definir sta, Carlos rene elementos de pro-cedencia borgoona, espaola, flamenca, alemana, italiana. Pa-rece innecesario e injustificado atribuir esta obra a Gattinara.Menndez Pidal ha mostrado su presencia en Guevara y otrosespaoles entre los cuales tiene un puesto relevante A. de Val-ds, en quien algunos (y entre ellos el propio Gattinara) ven encierto modo al terico del grupo, encomendndole ante los msgraves hechos construir sus razones doctrinales, as ante Pava yante el asalto de Roma.

    La pretensin de Carlos, comn a sus consejeros, de dar efec-tividad al Imperio y levantar una universal idea imperial, comohaba irritado a los espaoles en La Corua, inquiet el ao si-guente a los alemanes en Worms como levantara contra luna gran parte de la opinin italiana y acabara crendole difi-cultades serias en los Pases Bajos. En la Dieta de 1521 Carlosquiere resolver el problema constitucional de Alemania dando asu jurisdiccin imperial sobre los prncipes alemanes un carcterde soberana efectiva: que en Alemania haya un solo soberanoy no muchos seores, tal es su pretensin. En esa Dieta de Worms,donde ha sido citado Lutero y los prncipes han impuesto con-siderar su caso como un problema constitucional alemn, Carlosve plantearse los grandes temas de su gobierno. Sorprende que,al parecer abandonando el campo, ceda en ese momento la efec-tiva regencia de Alemania a su hermano --a quien en el trata-do del reparto de la herencia ha comprometido en su concepcinimperial y se dirija a Espaa, donde las Comunidades han sidoya vencidas. Prcticamente, en esta etapa espaola de su Impe-rio, abandona los asuntos de Alemania en manos de Fernandodurante casi ocho aos.

    Al llegar a Espaa aprovecha las primeras Cortes que cele-bra (Valladolid, 1523) para dar publicidad a su programa de Im-peno. Brandi ha sostenido que la proposicin real de esas Cortesfue redactada por Gattinara. La mencin a Carlomagno muestraque esa proclama imperial se desarrolla en un crculo de pensa-miento en el que est, efectivamente, Gattinara; pero tambinen el que estn tantos consejeros y colaboradores espaoles. Allaparece por entero la concepcin general de su poltica y vemos

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  • LAS ETAIMS DKL PKNSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    enfocados desde ella los grandes problemas que se le plantean.La frmula imperial de Ruiz de la Mota ha hecho fortuna. Aho-ra, adems, se concreta ya en esos cometidos especficos que, comoantes dijimos, no tienen, aisladamente, nada de nuevo. Lo nue-vo est en el plano universal en que se formulan y en que seanuncian precisamente como tarea mundial de un imperator to-tius orbis. De Carlos se dice en esa proposicin a las Cortes:Dios le eligi y constituy su vicario y generalmente de todala cristiandad, cuya universal cabeza es su Alteza.

    Universal vicanus De, al Emperador corresponde asegurarla paz general de toda la cristiandad resolviendo los problemaspolticos que entraa (vencimiento del Rey francs, hegemonaen Italia, restablecimiento del patrimonio de Borgoa, etc.). Ycon ello es tambin misin suya el cuidado de las cosas de lareligin y la guerra contra el infiel. Pero entonces, si la custodiade la unidad y pureza de la religin es principal obligacin suya,cmo abandon Alemania a raz de plantearse en Worms ladisidencia luterana?, y hecho esto, cmo se llama en esas Cor-tes emperador y protector de la Sede Apostlica? Observemosque se lo hace llamar al dar cuenta de que el Papa ha pedido suapoyo frente al Rey de Francia, al que en esa ocasin califica dedao universal de la cristiandad y favorecedor del turco. Ququiere decir esto?

    Creo que en esos aos de residencia en Espaa y en elloest la razn de esa residencia, por lo menos de momento Car-los ve as el hecho del Imperio: A ste le competen unas obli-gaciones especficas no por su naturaleza, sino por su proyeccinuniversal repitmoslas una vez ms: paz entre los prncipescristianos, reforma de los abusos en la Iglesia, reduccin de lahereja y guerra contra el turco. Pues bien, en ese tiempo Car-los piensa que como condicin previa para realizar el programa im-perial es la primera tarea alcanzar la paz entre los prncipes cris-tianos. Y a su vez l piensa que esto no es hacedero sin estable-cer un compromiso justo en el que cada cual obtenga la devolu-cin de lo que es suyo y por tanto consiga l la devolucindel patrimonio borgon. En la mente de Carlos, cerno antesdijimos, no dejan nunca de operar, junto a la idea imperial, otrasideas, y entre ellas esta de los intereses y los derechos patrimo-niales. Tal es el esquema que l impone por medio riel borgonLannoy en el Tratado de Madrid, en cuya negociacin no hace

  • JOS ANTONIO MARAVALI.

    intervenir a espaoles, cuando, despus de Pava, cree alcanzaresa tan renombrada paz de la Cristiandad.

    En esta poca, lo primero para l es vencer y sujetar al reyde Francia, como manera de conseguir !a paz de los cristianos.Slo despus de esto se estar en condiciones de extirpar a losherejes y de hacer desaparecer la amenaza turca. Claro est queno renuncia en esos aos a ocuparse de esas otras cosas. Pero laprimera meta a alcanzar es la paz imperial entre cristianos, y paraello lo mejor es emplazarse en Espaa y servirse de los recursosde este pas y de su poltica italiana es inexplicable que Bran-di olvide el antecedente de vina poltica italiana de Espaa.Claro que en Cortes de Toledo (1525) exalta el papel de Espaa enla custodia de la religin MSOS los principales defensores de-lla- y en otras de Valladolid (1527) su poder contra el turcoa Espaa principalmente parece este negocio pertenecer por-que sobrepasa a todas las naciones cristianas. Precisamente poresa potencia que en tal ocasin invoca, espera, desde Espaa, vencer la resistencia a la paz de las otras naciones europeas. Para ellotrata incluso de comprometer el sentimiento nacional espaol queve desarrollarse. En Cortes de Madrid, de 1528, trata de levantarese sentimiento contra el rey de Francia, y para ello atribuye aste haber dicho que pues espaoles fueron causa de su pri-sin, de espaoles ha de tomar venganza.

    Sin embargo, esta pretensin poltica de Carlos va en contrade la corriente histrica. Las naciones cristianas a las que quiereimponerse para pacificarlas, se hallan organizadas en poderosos es-tados, a los que el absolutismo monrquico proporciona una graneficacia y a los que un sentimiento pre-nacional presta una fuerzasiempre renovada. Por eso, al da siguiente de su liberacin, el reyvencido en Pava, con gran asombro de muchos en la poca, tienems fuerza que antes ello se debe a que dadas las escasas pio-pcrciones de las concentraciones militares con que se combate, lasprdidas de una derrota no son nada comparadas con las reservasque una nacin que empieza a estar organizada como tal ofrece.Y esa dificultad con que tropieza al enfrentarse con Francia, es lamisma con que, aunque todava no militarmente, se encuentraen Alemania. Pero, lo que es ms, es la misma con que tropieza enRoma. La Iglesia reconoce el ttulo, pero no puede admitir la ideaimperial en el siglo xvi. La Iglesia sabe que tiene ante s, comofactores de la Historia moderna, los grandes Estados monrqui-

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  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    eos, y no puede dejarse arrastrar a aceptar la tesis del Emperadorde que slo a l le compete la custodia de la religin y de que elPapa tiene que oponerse a todos los prncipes que desconozcanesa misin del Emperador.

    Esta disparidad de criterio fue tomada por los imperiales, cuyafalta de visin histrica es grave, como posicin personal y pol-tica, sin advertir que alguien tan ligado a la persona del Empera-dor como el Papa Adriano VI, a pesar de la brevedad de su Pontincado, tuvo ocasin de mostrarse discrepante con su imperialamigo y oponerse a su poltica. De aqu que Clemente VII apoyeal francs, que la irritacin de los imperiales llegue a provocar elsacco di Roma, y que Carlos V, cambiando, en algn aspectoimportante, su manera de ver, llegue a considerar que para ven-cer al Rey de Francia y pacificar la Cristiandad, tiene que empezarpor ordenar las cosas de Italia y resolver, consiguiendo que elPapa acepte sus puntos de vista, sus dificultades con la Iglesia.Por otra parte, en Alemania son cada vez mayores los obstculosque la reduccin de los herejes ofrece y mayor el incremento destos. Ello hace suponer que es necesario previamente reformar laIglesia para extirpar las causas que provocan tantas disidencias.

    Por tanto, de un lado, para contener al rey de Francia y pacifi-car a los prncipes cristianos; de otro lado, para reducir las here-jas, es necesario reformar la Iglesia y poner orden en las cosas dela santa fe y de la Sede Apostlica. Lo que han estado aconsejandoal Emperador sus ministros y secretarios erasmistas, lo que Alfonsode Valds proclama en sus Dilogos como programa imperial, pa-rece que va a mover efectivamente la poltica del Emperador, deuna manera ms precisa que hasta entonces, ms decidida, perono tan revolucionaria como Valds la quisiera. Para eso, no hayms que un camino y ese camino lleva a Italia. La pretensin dedar efectividad al Imperio desde Espaa no ha dado resultado.Esto no contradice la espaolizacin en los trminos que antes he-mos expuesto. Si en esos aos de constante residencia en Espaaha esperado, desde sta, pacificar las naciones y gobernar el Im-perio, ahora pensar que es necesario para ello salir fuera de laPennsula y con medios espaoles predominantemente, tratar deconseguir, desde otras tierras, los fines que se propone alcanzar.De ah el discurso imperial de Madrid de 16 de septiembre de 1528.

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    Se trata del Discurso que pronunci el Emperador ante losdel Consejo real y del Consejo de Estado, dndoles cuenta de sudeliberado propsito de pasar a Italia. El hecho mismo de ese RZonainiento que ntegro nos ha conservado Santa Cruz, demuestrahasta qu punto ese viaje tena en el pensamiento de Carlos unasignificacin trascendental. Define una nueva fase de su pensa-miento. Merriman ha visto que hay aqu un lnea divisoria deinters. En ello estamos de acuerdo, pero no en el sentido queaqul le da. Segn Merriman, de 1522 a 1529, Carlos, instaladoen la Pennsula, aparece dedicado a una poltica como rey espaoly a extender sus dominios como tal en el occidente de Europa.Despus de 1529, su papel y su atencin se ampla hacia Ale-mana y otras partes de su Imperio. En consecuencia aparece enel papel de Emperador ms que en el de monarca ibrico (50).Creemos que la diferencia no est en este punto: antes y despusde 1529 Carlos asume siempre una posicin de Emperador, sloque, antes de esa fecha, ve a Espaa como asiento de esa pos-tura imperial, y despus la considera como la fuente principal desus fuerzas, de las que tiene que servirse fuera, vindose obli-gado a instalarse en el mismo escenario en que tienen que jugaraqullas su papel europeo. De aqu que, en coincidencia con estecambio, cuyo momento advierte Merriman, se den unas circuns-tancias que le hacen observar a ste que precisamente al dejar depermanecer en Espaa parece aproximarse ms el emperador aciertos puntos de vista espaoles, de modo que en asuntos extran-jeros comenz realmente a manifestarse la hispanizacin de susopiniones despus de haber dejado la Pennsula (51). No hay unadiferencia de rey espaol a Emperador, sino de Emperador queprimero gobierna universalmente desde Espaa y que luego tie-ne que salir a resolver desde Europa sus problemas, con me-dios cada vez en mayor proporcin espaoles tanto econmicacomo militar, como incluso ideolgicamente.

    A qu iba Carlos a Italia? No a emprender conquistas, ni avengar ataques; tampoco meramente a coronarse. Iba, ante todo,

    (50) Carlos V, e! Emperador. Buenos Aires, 1940; pg. 157.(si) Ob. cit., pg. 160.

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  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    para procurar y trabajar con el Papa que se celebre un generalConcilio en Italia o en Alemania para desarraigar las herejas yreformar la Iglesia; iba all, en segundo lugar, para reformar,sosegar y apaciguar Italia. Aos despus, al redactar sus Memorias,declarar que hizo el viaje a Italia para remediar las herejas, paci-ficar Italia, recibir las coronas que le faltaban y resistir mejor alturco. Esta declaracin de Madrid, hecha solemnemente por Carlos,es el arranque de la segunda etapa de su pensamiento. Brandi sos-tiene que en su ideologa y en su composicin ese Discurso pro-cede de Gattinara. Menndez Pidal y Amrico Castro se haadherido a esta tesis sostiene que es obra de Guevara. Que Gue-vara colabor en su redaccin o que quien lo redact lo hizo conrecuerdos estilsticos e ideolgicos de Guevara, es resultado queincuestionablemente ha fijado la crtica del documento llevada acabo por M. Pidal. En cuanto a los fines imperiales permanentes,enunciados por Carlos, su repulsa del prncipe conquistador y laequiparacin de ste con el tirano, est en la lnea de pensamientodel Marco Aurelio de Guevara y no menos de los Dilogos deValds. Tal vez en el relevante papel que se concede a Italia enel Discurso y en esta nueva fase, haya una aproximacin a la te-sis de Gattinara, aunque justamente en esta materia se va a ad-vertir pronto la diferencia del punto de vista de Carlos respectoal de su Canciller, que muere cuando esta etapa acaba de empe-zar {52).

    Hay algo nuevo en la actitud de Carlos que formularamosas: el intento de un Imperio universal, desprendido de su basetradicional y apoyado en Espaa, para conseguir con el poder desta contener y obligar a la paz a los prncipes cristianos, no daresultados positivos. Hay que cambiar, pues, de direccin, volvien-do a la tradicin germano-italiana del Imperio y con el pesotradicional que ste conserva en Italia y con la autoridad caris-mtica que la coronacin pontificia le confiere, reformar los abusosque en la Iglesia se dan para, cortndole esta raz de la que senutre, poder desarraigar efectivamente la hereja, y pacificada Ita-lia y unida Alemania, poder alcanzar la paz de la cristiandad. Encierta forma, podramos decir que, alejndose de Espaa, va a ha-cer una poltica imperial, sirvindose de espaoles que se mues-

    (52) Ver VANDERLINDEN : Le ChanceUer Gattinara et la poliique me-dilerrannene de Charles Quint. Bruselas, 1956.

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  • JOS ANTONIO MARAVALL

    tran prestos a secundarle en la aplicacin de sus concepciones parastos es ms fcil que una idea imperial universa!, comprenderque Carlos, rey de Espaa, tenga que actuar adems como Em-perador de Alemania, superposicin de tareas que se hace posibleporque el contenido del gobierno, como repetidamente hemos vis-to, es el mismo.

    Hay como un cambio en el orden de los fines a conseguir y,adems, una cierta vuelta hacia la idea tradicional de Imperio ger-mnico, de Sacro Imperio. En la etapa anterior no le haba impor-tado a Carlos coronarse en Roma. Hizo mencin de ello, muy tem-pranamente, en las Cortes de Valladolid de 1523. Ahora en estanueva etapa le importa comenzar con el acto de su coronacin porz\ Papa, para que se vea en l el origen de las primordiales oMiga-ciones que en materia de la religin impone el Imperio, cosa quelos cristianos todos deben reconocer, otorgando a la vez al Empe-rador la autoridad necesaria para cumplir con ellas.

    A raz de Bolonia, cuando Carlos decide su marcha a Alemania,los de su Consejo en Espaa le escriben pidindole que vuelva asta, "Siendo como estos Reinos son su casa principal y la silla mssegura, ms cierta y ms preeminente y que de esta su casa yReinos, mejor que de otras partes, y con mano ms poderosa ysegura podra emprender y acabar su santo intento y dar ordenque el Concilio, de que tanta necesidad haba en la Iglesia uni-versal, se convocase y celebrase en el tiempo, lugar y parte msconveniente. Este texto que transcribe Sandoval (53) parece ex-presar el punto de vista que sobre la tarea del Imperio haba enla Pennsula, tal y como Carlos lo haba compartido en los aosde su residencia constante en ella, y en el cual se encontrabantodava colocados los consejeros que en Espaa quedaban, peroque ya no era la manera de ver la cuestin, ni Carlos ni los con-sejeros y colaboradores que con l iban.

    Con el acto de Bolonia, Carlos aceptaba una cierta dependen-cia, por lo menos en el campo doctrinal, respecto a la Santa Sede.Pero esto no le preocupa demasiado, porque estas cuestiones jur-dicas han perdido significacin. Tambin l es vasallo feudatoriodel Sumo Pontfice por la investidura del Reino de aples, feudode la Iglesia, y no le importa demasiado, porque para sus fines nonecesita negar esa dependencia. En cambio, ese acto le permitir

    (53) Vol. II, pg. 102.

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  • LAS KTAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    insistir en la obligacin que es lo mismo que decir en la auto-ridad que posee en las cosas de la religin. Con ello pretenderjuzgar y aun intervenir en el gobierno de la Iglesia. Sandoval, queparece depender aqu de un relato contemporneo, cuenta que elEmperador, en Bolonia, encareci al Papa Clemente cunto habadeseado entrevisatrse con l no ms de para que de comn VOluntad vuestra Beatitud y yo ordenemos y pongamos en conciertolas cosas de la Religin Cristiana que estn tan extragadas {54).

    Y esta es la tesis que Clemente Vil no-admiti, como no laadmitir tampoco Paulo III: que en las materias de religin yhereja fuera competente supremamente el Emperador, no ya paradefinir, ni siquiera para proteger, y que todo rey que le fuerahostil fuese considerado enemigo o, cuando menos, perturbadorde la Cristiandad. Por la gran amenaza que representa su poderpara los dems y por sus exigencias, los Papas, al contrario de loque el Emperador pretende, estn dispuestos a considerarle a lms fuerte y peligroso perturbador que otros, y ms de una vezPaulo III recuerda a los embajadores imperiales que si el rey Fran-cisco tiene trato con l turco, el Emperador es aliado del ms ne-fasto hereje, el rey de Inglaterra contra el cual el Papa quiso enalgn momento dirigir una cruzada y el Emperador anul la ini-ciativa {55).

    Carlos ve siempre identificadas las conveniencias polticas desus reinos y tierras con las de la Cristiandad, porque tiene queser as, ya que l es la cabeza y en cierto sentido el todo dela repblica cristiana. Tericamente, esa era la razn del SacroImperio. Prcticamente, en sus das se lo dicen ms de una vezsus consejeros. Garca de Loayssa le escribe que el cuidado detoda la repblica cristiana la ha puesto Dios en vuestras ma-

    (54) Vol. II. pg. 54.(55) Por la doble lnea flamenca y espaola especialmente aragone-

    sa. se impona a Carlos la poltica de amistad con Inglaterra, que tantole interes y que en cierta manera se basaba en alguna correspondenciaideolgica entre ambas partes, ya que los Tudor estn, como gobernantes,en esa etapa, ms alejados de la lnea del Estado moderno que los sobe-ranos franceses y otros prncipes. Todava en las Instrucciones testamen-tarias a su hijo, en 1548, le aconseja esa amistad, con la advertenciade que : no hareys ni tratareys con los dichos ingleses cosa alguna, quedirecta o indirectamente pueda ser contraria de nuestra santa f y autoridad de !a Sede Apostlica. LAIGLESIA, I, 114 y 117.

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    nos (56). En la primera Instruccin de gobierno a su hijo (no-viembre de 1539) le escribe Carlos que se ocupa del servicio deDios, bien pblico de la Cristiandad y de nuestros reinos, tierrasy vasallos. El trata de asumir esa carga como la obligacin quepor su dignidad imperial tiene y an lo manda decir en Cor-tes de Valladolid, de 1548 y 1555, al terminar su obra, y as loreconocen consejeros, embajadores, cronistas, etc. Y centra tsto selevantan los Papas, poniendo dificultades a sus dos exigencia*constantes: la reunin del Concilio y la condenacin del rey deFrancia.

    En ocasin en que su embajador en Roma, Juan de Vega, ne-gocia una vez ms ciertas concesiones al Emperador sobre los bie-nes de la Iglesia espaola, para ayuda de sus empresas, el Papase niega a ello, ya que, afirm ste, su oficio era procurar lapaz y que la guerra se mantena con dinero. Los. aos de estanueva etapa 1530-1550 son los de ms profunda tensin yms radical discrepancia con el Pontificado, a pesar de la gravedadde algunos hechos, como el saqueo de Roma, acontecidos en ladcada anterior. Al agente diplomtico Pedro de Marquina, Pau-lo III le hace observar agriamente que l haba observado, se-gn su oficio, la neutralidad y que in aeternum la guardara.Por esta poca, los diplomticos imperiales en Roma amenazanms de una vez con lo que al Papa Clemente le haba sucedidoel asalto a la Ciudad Santa y prisin del Pontfice, lo u>a!es mucho peor y ms acremente hostil que el imprevisto saqueode 1527. En uno de esos momentos, Paulo III responde a Pedro deMarquina unas palabras que nos ponen de manifiesto todo el pro-blema poltico en torno a la idea de Imperio que, por debajo delos constantes incidentes, se debata. Segn el informe del Secre-tario Marquina, le dijo el Papa que la potestad de S. M. no erala Suprema, y porque no suprimiese la suya (esto es, su potestadpontificia) que la tena de Dios, hara cuanto pudiese poniendosu vida por ello cuantas veces fuese necesario. El Papa estimaque es Carlos el desagradecido por los beneficios que de l ha reci-bido, entre ellos le dice el Imperio, que no es haciendaque S. M. haba heredado con el Ducado de Austria (57). Parece

    (56) Carta de i. de septiembre de 1532, ed. Heine, ya citada, pg. 170.(57) MARQUS DE SALTILLO: uan de Vega, Embajador de Carlos V en

    Roma. Madrid, 1946; pgs. 51, 97, 112.

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  • LAS ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    resonar aqu la vieja polmica entre el Pontificado y el Imperio,desde los tiempos de Gregorio VII y Enrique IV, acerca del ori-gen de las potestades como ttulo de preeminencia. Pero esto sloes un aspecto externo; por debajo est la cuestin autntica yactual de la inclinacin de los Papas a un sistema de pluralidad deEstados y de equilibrio entre ellos.

    Respecto a la cuestin del Concilio, la disparidad no era me-nor. Al recordar la fecha culminante de esta fase de su poltica1545. Carlos, en sus Memorias retrocede al arranque de ella,al momento de la entrevista de Bolonia, y dice: Hay que saberque despus del ao 1529, en que, como se ha dicho (S. M.), vinopor primera vez a Italia y convers con el Papa Clemente, jams,en todas las veces que vio al dicho Papa Clemente o al PapaPaulo, y tambin en sus viajes a Alemania y en las dietas que allhubo, y en cualquier otro tiempo y ocasin, jams ha dejado desolicitar, bien en persona o por intermedio de sus ministros, unConcilio general para el remedio de Alemania y de los errores quese propagaban en la cristiandad (58).

    En la etapa anterior del gobierno de Carlos V, las epstolas,instrucciones, etc.. que, expedidas en su nombre, hablaban delConcilio, estaban en general redactadas por erasmistas, y en esostextos as en la carta a los Cardenales sobre la batalla de Pava,escrita por Alfonso de Valds (59), se considera el Concilio, bajoun punto de vista universal, como manera de atender al estadode la religin, porque ello es necesario en una sociedad de cris-tianos, incluso para la vida temporal. Por eso, advirtiendo la nece-sidad de corregir malas costumbres y de enderezar creencias queaparecan socialmente ms o menos bastardeadas, se peda lareforma de la Iglesia in capite et membris. Se tomaba el Conciliouniversal como nico medio para este fin, prolongado con estasideas el movimiento espiritualista reformador que por toda Euro-pa haba cundido en el crtico final de la Edad Media. Pero ahora,es decir, cuando es el propio Emperador el que exige el Conci-lio, a partir de 1529-1530, hay un matiz nuevo en la peticin,que toma a veces tonos tan violentos. Subsiste, ciertamente, la ape-lacin a los intereses universales de la Cristiandad; pero al Em-

    (58) Ed. cit., pg. 247.(59) Publicada por F. CABALLERO en su biografa .Alfonso y |uan de

    Valds, Conquenses ilustres, t. IV.

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    perador lo que en primer lugar le mueve es el propsito de que seconsiga el restablecimiento de la armona en las creencias, que serefunda en perfecta unidad el credo y la disciplina catlicos, comomanera de conseguir de nuevo la unidad en Alemania, base espiri-tual necesaria para la paz. De este modo se aparta la amenaza,bajo la que se encuentra Carlos, de que la disidencia religiosa seconvierta en disidencia poltica y, transformados los luteranos enenemigos polticos, se junten con el rey de Francia. Se trata deconseguir, como mejor se pueda y nada mejor que el Concilio,una base de acuerdo necesaria que con la paz espiritual garanticela paz y la unidad civil.

    Tal es la finalidad, primaria e inmediata, que mueve al Em-perador a procurar la reunin de un Concilio -a veces parece in-clinarse a un Concilio alemn, aunque nunca a un Concilio libre,como algunos disidentes no se recatan ya en exigir. Esto es loque en sus negociaciones teolgicas y polticas con los protestantesbusca Carlos: unir de nuevo a Alemania espiritualmente y resol-ver con ello el problema poltico del Imperio en su aspecto ger-mnico. Por eso haba constantemente del remedio de Alemania.

    Planteando ese tema en un terreno puramente poltico, su con-sejero, agente en Roma y antiguo confesor, el Cardenal Garcade Ixiayssa le propone una doctrina de mnimo religioso, comobase imprescindible para asegurar la tranquilidad, evitando cuantofuera de ese mnimo pueda perturbar la obediencia al Emperadorpor parte de los protestantes. En carta que desde Roma le escribe,en 18 de noviembre de 1530, le aconseja: de nuevo trabajisde persuadir a esos hereges tomen algn buen medio en sus herro-res, moderndolos en la sustancia, permitindolos en lo ceremo-nial, de tal manera que queden vuestros servidores en todo caso...y cierre V. M. sus ojos pues no tenis fuerza para el castigo nimanera alguna para sanarlos a ellos ni a sus sucesores. Conten-te V. M. con que os sirban y os sean fieles aunque a Dios seanpeores que diablos... Corresponde al Emperador trabajar por con-servar su Estado, y visto que palabras y amenazas son intiles conlos protestantes, piense V. M. que todos os obedezcan y sirbancuando los hubieredes menester y no os deis un clavo que elloslleven sus almas al infierno. .. El Emperador no debe dejar nin-guna de las cosas que aseguran un lazo de comunidad con todossus subditos: Es mi voto que pues no hay fuerzas para corregirque hagis del juego maa y os holguis con el herege como con

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  • 1.A5 ETAPAS DEL PENSAMIENTO POLTICO DE CARLOS V

    el catlico y le hagis merced si se igualare con el cristiano enserviros, quite ya V. M. fantasa de conbertir almas a Dios. Encarta de 14 de abril de 1531 sostiene que haga lo posible por re-ducir la disidencia, viendo si es posible que dejen algunos excesosy se establezca una tregua para que no crezcan en sus errores hastael Concilio, y concertado con ellos, entretanto los gane V. M. ohereges o cristianos por vuestros servidores y conozcan en V. M. queles haris mercedes segn que ellos os sirbieren y desta maneralos dejis en vuestro amor. De este modo, si los herejes no pue-den quedar convertidos en cristianos, queden por lo menos va-sallos y servidores del Emperador. Todava insiste en cartas de30 de abril y 8 de junio del ao siguiente: disimulacin o tregua,dejando a cada uno creer como quisiere o haciendo con ellospacto que hasta el Concilio vivan sin estorbarse unos a otros (60).

    Desde esta actitud poltica, tal como se da entre los imperiales,el Concilio ser, por consiguiente, el medio de alcanzar un acuerdoreligioso que produzca la reunificacin espiritual de Alemania y,en consecuencia, garantice la paz, la amistad civil, dicho enlos conocidos trminos de Bodin, muy adecuados para este tipode pensamiento.

    De acuerdo con esta idea, que para l tiene un valor funda-mental y cuya realizacin estima decisiva para el ulterior desarro-llo de sus empresas, el Emperador inaugura el nuevo sistema desu poltica en esta etapa: entrevistas con los Papas, de las quecelebra cuatro, y reuniones y Dietas en Alemania para, por mediode la conversacin y de la negociacin, llegar a resolver las disi-dencias religiosas. Carlos preferira el Concilio, que con su autori-dad puede imponerse a todos, superando las diferencias religiosas.Carlos concibe el Concilio como una asamblea en la que, reunidaslas dos partes, se expondran los argumentos y se tratara de llegara un acuerdo doctrinal, que al ser establecido con participacin detodos, todos lo aceptaran (61). Es incuestionable que sta nopoda ser la manera de entender un Concilio por el lado de la

    (60) Ed. de Heme, ya cit., pgs. 51-52, 57, 83, 89, 145, 157, 164-165.(61) Cuando despus de celebradas muchas de estas reuniones, se da

    cuenta de ellas a la opinin de las Cortes espaolas, en 1542, se defineas este tipo de conferencia: Un ayuntamiento y comunicacin de letra-dos, as! de los catlicos como de los desviados de la fe, para ver si sepodran concordar las diferencias en la religin, LAIGLES1A, I, pg. 412.

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    Sede Apostlica, y de aqu su oposicin (62). El Emperador tieneque recurrir a esas asambleas alemanas que en ocasiones l mismopreside. Algunos, en su crculo de consejeros y secretarios, sostie-nen que el Emperador podra convocar al Concilio por su propiaautoridad; pero Carlos juzg en materia de religin siempre su-perior la autoridad del Papa y por eso acude una y otra vez a ella,aunque mantenga junto a s colaboradores que representen unaopinin ms radical, a efectos polmicos, y aunque en ocasiones lmismo se exprese en trminos amenazadores, cuando su irritacinllega al mximo (63). En la que tiene lugar en Augsburgo, en 1530.el Emperador propone que se supere la discordia religiosa, some-tindose todos en sus propios errores al Redentor, y para ello acep-ten escuchar y comprender la opinin de todos, para volver a re-unirse en una sola comunidad y una Iglesia, comparando todas lasopiniones con la nica verdad cristiana, y desechando unos y otroslo que no se atuviera a ella. Ni en esa reunin ni en otras que lesiguen se obtiene resultado apreciable, y descorazonado el Empera-dor emprende el viaje a Espaa.

    Durante esa estancia en Alemania ha muerto Gattmara y hamuerto Valds. "Cuando Carlos V regresa a Barcelona en el mesde abril de 1533, despus de poco menos de cuatro aos de ausen-cia, no queda ya a su lado ninguno de los ministros y secretariosque haban ligado a la idea imperial el sueo de una reforma re-ligiosa inspirada en Erasmo, escribe