pastoral vocacional de la diÓcesis de san … · reanimar, purificar, confirmar y confesar nuestra...

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DONOSTIAKO ELIZBARRUTIKO BOKAZIO PASTORALTZA PASTORAL VOCACIONAL DE LA DIÓCESIS DE SAN SEBASTIÁN San Juan, 15 behea 943 42 67 48 [email protected] www.elizagipuzkoa.org

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DONOSTIAKO ELIZBARRUTIKO BOKAZIO PASTORALTZAPASTORAL VOCACIONAL DE LA DIÓCESIS DE SAN SEBASTIÁN

San Juan, 15 behea � 943 42 67 [email protected]

www.elizagipuzkoa.org

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DONOSTIAKO ELIZBARRUTIKO BOKAZIO PASTORALTZAPASTORAL VOCACIONAL DE LA DIÓCESIS DE SAN SEBASTIÁN

San Juan, 15 behea � 943 42 67 [email protected]

www.elizagipuzkoa.org

SEMINARIOAREN EGUNA2012ko abenduren 8 an

IZAN�FEDE!��� BIZIA�EMANGO�DIZUT�

TE�PIDO�FE.��TE�PROMETO�LA�VIDA.�

8 de diciembre de 2012DIA DEL SEMINARIO

TE PIDO FE. TE PROMETO LA VIDA.

La vida es un don que Dios nos regala. Este don lleva dentro

de sí la semilla de la propia entrega: se nos regala la vida para que nosotros también la “regalemos” a los demás, creando a nuestro alrededor nueva vida, la vida de Cristo (Cf. Rm 6, 4). No en vano dijo Jesús: Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10, 10). La llamada de Dios a seguir a Jesucristo implica, primero, acoger Su gracia en nuestra ser, la donación de Cristo por uno mismo (Cf. Gal 2, 20) para, posteriormente, entregar la vida gratuitamente, tal como la recibimos (Cf. Mt 10, 8). No podemos vivir en Cristo y guardarnos la vida avaramente (Cf. Mt 10, 39). Es la misma dinámica interna de la presencia de Dios en nosotros la que nos lleva a hacer de nuestra vida una ofrenda (Jn 12, 24), a Él y a los hermanos.

También así la llamada al sacerdocio. Dios llama al sacerdocio prometiendo vida nueva a la persona llamada. ¿Qué pide a cambio? Fe. Dios pide a la persona llamada tener fe. Fe en Su Palabra, en Su Acción, en Su Proyecto de Amor. Fe en Él, en que es fiel y siempre cumple sus promesas.

Es esta fe, fundamento de toda la vida cristiana y también de la sacerdotal, la que permite responder a la llamada de Dios, entregándole totalmente la propia vida y con plena libertad.

La fe que no se adquiere por el propio empeño y esfuerzo sino

que es don de Dios y, como todo don, también tarea. Por ello hay que pedirla con humildad, agradeciéndola día a día, y “colaborar” con ella.

La Carta Apostólica de Benedicto XVI nos muestra la fuerza de la fe: “Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio...

Por la fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir al Maestro (cf. Mt 10,28)... Por la fe, fueron por el mundo entero, siguiendo el mandato de llevar el Evangelio a toda criatura (cf. Mc 16,15)

Por la fe, los discípulos formaron la primera comunidad... Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de

la verdad del Evangelio... Por la fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a

Cristo,... Por la fe, muchos cristianos han promovido acciones a favor de la justicia,...

Por la fe, hombres y mujeres de toda edad,... han confesado a lo largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde se les llamaba a dar testimonio de su ser cristianos...”

Es esta fe la que va iluminando el camino de la persona

llamada al sacerdocio, un camino que le va introduciendo en una estrecha configuración con Cristo y una nueva relación con la Iglesia y los hermanos, posibilitando cada día un renovado encuentro –alegre y entusiasmado- con Aquel que nos regala la Vida. Al responder afirmativamente a la vocación sacerdotal que Dios regala, la persona llamada está haciendo posible que la misión confiada por Cristo a los apóstoles siga siendo ejercida en la Iglesia para el bien de los creyentes y de la humanidad, pues el ministerio sacerdotal, vivido como servicio en la Iglesia, está enteramente referido a Cristo, ya que depende totalmente de él y su sacerdocio único, y fue instituido en favor del ser humano y de la comunidad eclesial.

El Día del Seminario es pues una invitación a los jóvenes de nuestras comunidades y de nuestra iglesia diocesana a escuchar la Palabra de Dios que les llama a servir a la humanidad desde el ministerio sacerdotal y creer en ella y en la promesa de Vida que encierra, apoyados y guiados por la fe.

Hacemos pues una llamada a toda la comunidad cristiana a pedir el don de la fe para los seminaristas de nuestra diócesis y para todos aquellos jóvenes que Dios llama a servirle en el ministerio sacerdotal, al igual que un día los primeros discípulos le pidieron a Jesús: “Auméntanos la fe” (Lc 17, 5)

SEMINARISTAS DE LA DIOCESIS DE SAN SEBASTIÁN

1. Rúbel Hincapié Naranjo. Nacido en 1989 en Colombia. Reside en San Sebastián. Cursa 4º de Teología.

2. Mikel Aranguren Zubialqui. Nacido en 1978 en Azpeitia. Reside en Loiola (Azpeitia). Cursa 4º de Teología.

3. Juan Carlos Muñante Hernández. Nacido en 1983 en Chincha, Perú. Reside en San Sebastián. Cursa 3º de Teología.

4. Juan Pablo Aroztegui Esnaola.

Nacido en 1983 en Ordizia. Reside en Abaltzisketa. Cursa 2º de Teología.

5. Rafael Olaizola Uribe-Etxeberria. Nacido en 1965 en Zarauz. Reside en Zarauz. Cursa 1º de Teología.

DÍA DEL SEMINARIO – MIÓCESIS DE SAN SEBASTIÁN

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA

8 - diciembre – 2012

En ADVIENTO la Iglesia tiene especialmente presente a María. La fiesta de la Inmaculada debemos enmarcarla en el conjunto de este tiempo litúrgico. María es el modelo que nos enseña cómo esperar al Señor.

Tengamos presente también, como telón de fondo, los

objetivos generales del Plan Pastoral Diocesano, sobretodo la caridad como comunión; así como la celebración del Año de la Fe. El Día del Seminario puede ser una buena ocasión para reanimar, purificar, confirmar y confesar nuestra fe, una fe que, si actúa desde el amor (cf. Ga 5,6) se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre.

Si estamos utilizando la “Corona de Adviento” en las

celebraciones, hoy iniciamos la celebración teniendo encendidos desde el principio los dos primeros cirios.Tened en cuenta que el gesto explícito de encender un cirio, lo reservamos para cada domingo de Adviento.

MONICIÓN DE ENTRADA La fiesta de la Inmaculada Concepción de María, que celebramos en medio del Adviento, es toda una invitación a dar gracias por lo que ella representa en nuestro caminar creyente; pero también es una oportunidad para reconocerla como la Virgen del Adviento. María nos sigue mostrando cómo merece la pena acoger hoy a Jesucristo, para luego brindarlo como regalo de salvación a todo el mundo.

En este clima de alegría y esperanza, celebramos también EL DÍA DE NUESTRO SEMINARIO, con el lema: “Te pido fe. Te prometo la vida”. El cartel de este año nos invita a todos a tener fe en Dios. Fe en Su Palabra, en Su Acción, en Su Proyecto de Amor. Fe en Él, en que es fiel y siempre cumple sus promesas. Y muy especialmente invita a los jóvenes de nuestra iglesia diocesana a escuchar la Palabra de Dios que les llama a servir a la humanidad desde el ministerio sacerdotal y creer en ella y en la promesa de Vida que encierra, apoyados y guiados por la fe. Pidamos al Señor que aumente la fe de nuestros jóvenes y nos bendiga con abundantes vocaciones sacerdotales, que sirvan a las comunidades y las presidan en nombre de Jesucristo. SALUDO DEL SACERDOTE

El Dios de la paz que, con el Sí de la Virgen María, plantó su tienda en medio de este mundo, esté con todos vosotros.

ACTO PENITENCIAL

Con sencillez y humildad, comencemos pidiendo a Dios y a los hermanos el perdón que necesitamos para celebrar con gozo esta Eucaristía. Tú eres el Dios del amor que cura y perdona. SEÑOR, TEN

PIEDAD. Tú eres el Dios de la Promesa que se cumple. CRISTO, TEN

PIEDAD. Tú eres el Dios de la esperanza que no defrauda. SEÑOR, TEN

PIEDAD. Hoy, sí entonamos el Gloria, aunque estemos en Adviento

Gloria

Unidos a María, a los santos y a toda la Iglesia, glorifiquemos a Dios.

Dios Padre, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada y, en previsión de la muerte de tu Hijo, la preservaste de todo pecado; concédenos, por la intercesión de la Virgen María, llegar a Ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

El pasaje del libro del Génesis nos relata la negativa del ser humano a cumplir la voluntad de Dios. Un “no” que el ser humano ha manifestado infinidad de veces a lo largo de la historia, y que seguimos pronunciando.

El salmista nos invita a cantar a Dios, agradecidos y colmados de gozo y alegría, por todas las maravillas que Él ha realizado a favor nuestro.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclamad al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. R/.

El autor de la Carta a los Efesios nos invita a bendecir a

Dios. Los cristianos tenemos un único motivo para bendecir y dar gracias a Dios: Jesucristo, el nacido de María para comunicarnos el amor del Padre.

La negativa del ser humano de la que nos ha hablado el libro

del Génesis, quedó sin fuerza ante el humilde pero sincero “sí” de María. Si la primera negación nos sumió en el pecado y nos alejó de Dios, el “sí” de María abrió para nosotros las fuentes del amor del Padre.

Con la confianza propia de quienes sienten a Dios como Padre, presentémosle las necesidades de su pueblo y, también, el deseo de responder con generosidad a lo que Él espera de nosotros. Por la Iglesia. Para que, siguiendo el ejemplo de María, se

esfuerce cada día por responder a lo que Dios espera de ella, viviendo en fidelidad al Evangelio y a los pobres. Roguemos al Señor.

Por las personas que están tristes, que sufren, que no encuentran la

esperanza que necesitan. Para que siempre estemos cerca de quienes más nos necesitan, y nos impliquemos en hacer posible la justicia de Dios para todas las personas. Roguemos al Señor.

Por los seminaristas de esta Iglesia de Gipuzkoa. Para que sean

generosos en su entrega, y encuentren en nuestras comunidades el apoyo de quienes vamos a vivir con ellos una misión compartida. Roguemos al Señor.

Por todas las vocaciones, y pidamos hoy de manera especial por las sacerdotales. Para que sepamos despertar, animar y acompañar a los miembros de nuestras comunidades cristianas a vivir la vida como vocación, y vivamos todos con entrega la vida cristiana. Roguemos al Señor.

Por nuestra comunidad cristiana, por quienes estamos celebrando

esta Eucaristía. Para que, como María, estemos siempre atentos a las necesidades de los demás, y convirtamos nuestra vida en servicio generoso a los que más nos necesitan. Roguemos al Señor.

Que podamos sentir tu fuerza y tu apoyo, Señor, para que renunciando a la seducción del mal, apostemos por los caminos de justicia y esperanza que Tú nos ofreces cada día. Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos.

MONICIÓN A LA COLECTA

Recordad que la colecta de hoy estará destinada a nuestro Seminario Diocesano, con el fin de que pueda cumplir con su tarea de formar a los futuros presbíteros y acompañar en la Pastoral Vocacional a quienes se plantean la posibilidad de ser curas en nuestra Iglesia. Gracias por vuestra generosidad. Prefacio propio de la fiesta de la Inmaculada

Señor, recibe complacido el sacrificio que te

ofrecemos en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, y así como ella la preservaste de toda mancha, guárdanos también a nosotros, por su poderosa intercesión, limpios de todo pecado. Por Jesucristo nuestro Señor.

Cristo preside nuestra celebración. Él está aquí, con nosotros,

en la Palabra, en los dones eucarísticos, en la asamblea que canta y ora. Cristo está, también, en el sacerdote que le ofrece su persona, su ser por entero, para que sea Él quien, como Pastor bueno, congregue a su rebaño. Demos gracias al Señor porque no nos deja solos, porque no nos abandona, sino que continúa guiándonos e iluminándonos.

(Si se considera oportuno, el momento de silencio que debe guardarse tras la Comunión, podría quedar reforzado con la recitación pausada de una oración con sabor vocacional. Ofrecemos la siguiente, construida desde el lema de esta campaña). Señor Jesús, Camino, Verdad y Vida. Tú que llamaste a los discípulos para que continuaran tu misión en el mundo, sigue llamando hoy a los jóvenes al ministerio sacerdotal. Aumenta en ellos la fe para que, respondiendo con alegría a tu llamada, se entreguen con pasión a la instauración del Reino de Dios aquí en la tierra, predicando la Palabra, administrando los sacramentos y sirviendo a los hermanos. Te lo pedimos con humildad y confianza por medio de María, tu madre y madre de la Iglesia. Amén

Recibamos la bendición de Dios, para que podamos

mantenernos firmes y fieles en la esperanza. Responded “Amén” a cada aclamación. El Dios, que en su providencia amorosa quiso salvar al género humano por el fruto bendito del seno de la Virgen María, os colme de sus bendiciones. Amén. Que os acompañé siempre la protección de la Virgen, por quien habéis recibido al Autor de la vida. Amén. Y a todos vosotros, reunidos hoy para celebrar con devoción la fiesta de María, os conceda el Señor la alegría del Espíritu y los bienes de su reino. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso...