miguel a. granada - el umbral de la modernidad (fragmento)

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EL UMBRAL DE LAMODERNIDADEstudios sobre fil osofía, religión y ciencia

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Con lacolaboración deIsrituro Itaiano per g1i Studi Filosofici deNdpoles"

FAC'r. No.

Diseño de la cubierta: arribar, comunicaci6 visua

(;!J;¡¡. ¡<,', ,o., y/t/rl/'/

:t¡,CT «: / ".e/yPAG¡r·~.C,3

EJEr'/¡

ISBN

uush~J pc:n/'¡(";·

<?IIO"1 /~:.).

© 2000, M i gu tl Ángd G r anada

© 2000, Empresa Editor ial Herder, S.A., Barcelona

La reproducc6n tota o parcial dees a obra s n e consentimiento expreso

de los-titulares de Copy r igh t está prohibida .1amparo del. legisae6n vigente,

Fctoccrnposcién: gam~ SLImprenta: LIBERDÚPU.J<. S.LDepósto lega: B..2.974..2000

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A mis pad re s

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fNDICE

Presentacián . . . . . . . . . . . . 11Procedencia de lostrabajos reunidos en el

presente volumen. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . 13lntroduccián. ¿Qué esel Renacimiento? Algunas consideraciones

sobre el concepto y el período. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

PRIMERA PARTE

1. Virgi l io y la «meo logia poetica- en el humanismo. y en el

platonismo del Renacimiento ";-:".-.. 552. Sobre algunos aspe-ctos de la concordia entre

«prisca theologia» y cristianismo en Marsilio Ficino,

Giovanni Pico y León Hebreo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 833. Apologética platónica y apologética escéptica: Ficino,

Savonarola, Gi anf rancesco Pico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1194. Maquiavelo y César Borgia ".... 1695. Giordano Bruno y la «dignitas horninis»: presencia

y modificación de un motivo del platonismo

renacentista. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1936. De Erasrno a Bruno: caza, socrificio y metamorfosis

en la divinidad 261

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SEGUNDA PARTE

l. La cosmología de A ristóteles y su proyección •teológica .

2. La revolución cosmológica: de Copérnicoa Descartes .

1. Nicolás Copérnico (1473-1543) .11. De Copérnico a Bruno .I l I. Giordano Bruno (1548-1600) .IV. Johannes Kepler (1571-1630) .V. Galileo Galilei (1564-1642) .VI . Réné Descartes (1596-1650) .

3. Cálculos cronológicus, novedades cosmológicasy ('Y.I)('C!~tiv.,s:sc;¡toló~ic;¡s en la Europa del siglo XVI.. .,

l. Cronologfa y escatología. La fortuna .Ie la «proiecíade la casa de Elías. .

2. La interpretación escatológica del descubrimiento yevangelización de América .

3. Novedades celestes y escatología. Nueva fortuna de la«profecía de la casa de Elías. . . . . . . . . . . . . .. . .A) C. Leovitii.s y su eco en Inglaterra .B) Ecos en España: J. Muñoz, F. Val les, D. de Zúñiga .C) Dos coocrriicanos: T. Diggcs y M. Maesrlin .O) Los geocentristas: C. Gemma, T. Brahe, T. HageciusE) C. Postcl y l a «rcstirución de todas las cosas» .F) H. Roslin y la completa interpretación escatológica

de las novedades celestes .4. El «nuevo cielo» y la «nueva tierra» de! Nolano.

Hacia la desescatologización y descristianizacióndel universo .

4. La reforma baconiana del saber: milenarismo cientificista,magia, trabajo y superación del escepticismo .

índice onomástico .Índice analítico .

10

PRESENTACI6N

291

325

325340349357361367

.Recoger.ios en e! presente volumen algunos de los trabajos que he-

m~s escr ito y publ icado en los úl timos quince años sobre el pensa-mle~to del Renacimiento. Las limitaciones del volumen han obligadoa dejar fuera algurios otros, de diversa fecha de redacción y variada te-mática dentro del período. Y fuera ha quedado lamayor parte de los ar-tículos que en estos diez últimos años hemos venido dedicando al pen-sami~nto de Giordano Bruno. La cazón de el lo es que aparecerán

reunidos en un volumen independiente que será publicado próxima-mente ?or la editorial L e s B e/ l es L e tt r es de París y ccn posterioridad, asíal me~os lo esperam.os, en español. Incluso losartículos brunianos aquírecogidos, le han SIdo porgue en ellos el pensamiento-de GiordanoB.rlu:o aparecía expuesto en uno u otro elesuspuntos (concepción de la .dignidad del hombre; de lametamorfosis y unión con ladivinidad: reo-ría de los cometas y de las novedades celestes), e incluso en sU'co~po-riente fundamental, en e! marco de la exposición de una problemáticamás general o en re!ación con autores fundamentales en e! Renaci-miento, como Ficino y Pico, Erasrnc de Rotterdam, Lutero, Montaig-neo Pueden ser considerados, por tanto, ensayos sobre el pensamientodel RenaL:mie~;to más que sobre Bruno. Por eso, y también poi su

complernenrariedad con e! resto de ensayos a la hora de recomponerm~mentos esenciales de! itinerario conceptual y espiritual dei Renací-rhl~ntO, los hemos recogido para confeccionar el presente libro, cuya

u.nldad -nos atrevemos a pensar- es mayor que la simple yuxtaposi-ción, El lector percibirá probablemente diferencias entre los escritosmás primerizos y los más recientes, pero creemos que esas diferenciasno afectarán a la coherencia y consistencia teóricas de! volumen.

379

382

395

3973984041Í12

.418440

444

452

479

50:3

509

11

 

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, Entre Petrarca y Descartes se desarrolla el,Renacimiento. Aunqueen los casi tres siglos que separan aun autor de otro no nos hallarnos enla Modernidad, es cierto sin embargo que, al menos, se van asentandopaulatinamente, en los diferentes ámbitos de la cultura, ideas y princi-

pios rectores que contribuirán decisivamente a la ge:taci6n y for~ula-ción de la mentalidad moderna, muchas veces combinados o en dispu-

ta con nociones tradicionales destinadas a desaparecer o a modificarse

drá.sticamente en el paso a la Edad Moderna. Por eso podemos nablarde un «Umbral de la Modernidad».

Lo que nosotros hemos pretendido en el pres~nte volumen ha sidosencillamente estudiar algunos de los planteamientos y debates másimportantes que en el Renacimiento tuvieron lugar en el campo de lafilosofía, de la religión y de la cosmología. Si la primera parte se ocupade. debate filosófico-religioso Y la segunda del problema cosmológico

(del püCC~O :le destrucción del cosmos :¡ristotélico y su progresiva susti-tución por la moderna imagen de un universo abierto y homogéneo),nos parece que uno de los resultados funda~entales de nuestro.estudi?es la estrecha articulación de la problemática filosófica, reológico-reli-giosa y cosmol6gica o científica en e! período de! Renacimiento yen el

sig;lo XV I I .

Finalmente, este volumen llega al lector gracias a la con l ianza de laEditorial Herder a través de Angea Ackermann y del Dr. Jan-Corne-lius Schulz, y con la colaboración del Istiruto Ital iano per gl i Studi Fi-loscfici de Nápo les. E l Istiruto, merced también a la confianza y amis-tad de su Secretario general Dr. Antonio Gargano y de su PresidenteAvv, Gerardo Marotta, nos ha permitido presentar en diferentes oca-siones los resultados de nuestro trabajo ~ investigación sobre l¡¡.culturaintelectual del Renacimiento en su prestigiosa sede del Palazzo Serra diCassano de Nápolcs, por lo que el presente volumen les es deudor enmuchos puntos. Concluimos, por tanto, expresando nuestro sincero y

plOfUlldo agradecimiento a todos ellos.

Barcelona, 17de [ e b r e r o de 2000

12

(,,",

PROCEDENCIA DE LOS"rRABA]OSREUNIDOSEN EL PRESENTE VOLUMEN

Los trabajos aquí recogidos han sido publicados con anterioridaden diferentes lugares o redactados para diversos encuentros e iniciati-vas. Señalamos a continuación la procedencia, agradeciendo la autori-

zación para la reproducción en el presente volumen:

-«¿Qué es el Renacimiento? Algunas consideraciones sobre el con-cepto y el período», en Cuadernos sobre Vico,4, 1994, pp. 123-148.

-«Virgilio y la t h eo l o g i a p o ét i c a en el humanismo y en el platonis-

mo del Renacimiento», Fauen t ia , 5, 1983, pp. 41-64.

-«Sobre algunos aspectos de la concordia entre pr isca t b e o l og ia ycristianismo en Marsi l io Ficino, Giovanni Pico y León Hebreo», Dai-mono Revista de F i l o s o j l a , 6, 1993, pp. 41-60.

-«Apologética platónica y apologética escéptica: Fiéiño~ Savona-'rola, Gianfrancesco Pico» fue leído en versión francesa en el coloquiosobre Le scepticisme aux XVI' et XVII' siecles (École Normale Supérieure,Fontenayaux Roses, París, 1995); una versión más reducida ha sido pu-blicada con el título «Savonarole, Jean Francois Pie de la Mirandolc etl'apologétique: un programme non ficinien» en el volumen Sauonarole.Enjeux, débats, questions, Acres du Colloque Inrernarional (Paris 25-27janvier 1996), réunis par A . Fontes, J. L. Fournel, M. Plaisance, París

1998, pp. 27)-290.

-«M~qlli;lV:::lo y César Borgi a» fue l erdo en e Simpos! InternacionalSObT( Els Bo r j a (Valencia, octubre efe 1994); se ha publicado en R. Ro-dfígLez Aramayo - J. L. Villacañas eds., La her en ci a de Maqui avel o .

. Modernidad y voluntad depoder, Madrid, 1999, pp. 133-153.-«Giordano Bruno y la dignitas hominis: presenciay modificación

de un motivo de! platonismo renacentista» es e! texto de una ponencia

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leída en el coloquio L a d ig ni té d e l 'b om me a l a Rena i ssance (Universiréde Paris-Sorbonrie, 1992). Una versión francesa más r¿ducida aparecióen lasActas de dicho coloquio, L a d ig ni té d e l'homme, éd i t é s par Pierre

Mognard, París 1995, pp. 185-208, yel texto f rancés completo enN o uu el l es d e l a R ep u bl i qu e d es L e tt r es, 12, 1993, pp. 115-169.

-«De Erasmo a Bruno: caza, sacrificio y metamorfosis en ladivini-

dad» apareció en L a B al sa d e l a M ed usa , 23, 1992, pp. 95-114.-«La cosmología de Aristóteles y su proyección teológica» se publi-

có como prólogo a la edición de Aristóteles, A c er c a d el c i el o , traducciónde M. Candel , i ntroducci ón y notas de M. A . Granada, Círcul o deLectores (Biblioteca Universal. Filosofía), Barcelona, 1996.

-«La revolución cosmológica: de Copérnico a Descartes» fue re-dactado en 1995 para la E n ci cl o ped i a I b er o am er i ca na d e F i l oso fi a sin'JI Ir !J:ly:l visto J;¡ luz h:lsta el df a de hoy.

o "Cálculo:, ClUI1' Ilógicos, Ilovcdadc, LU'>I11olól,;iCl:, y expectativas

escatológicas en la Europa del siglo XV I» ha aparecido en Rinnscimento,z - serie, XXXV I I , 1997, pp. 357-435. ,

-«La reforma baconiana del saber: milenarismo cientificisra, ma-

gia, trabajo y superación dd escepticismo», se publicó en Teo rema , XlI,1982, pp. 71-95.

Todos estos ensayos se reproducen sin modificaciones, salvo ano-taciones puntuales que persiguen precisar o completar algún punto.Ocasionalmente hemos añadido también algún complemento biblio-gráfico, pero hemos tratado sobre todo de aumentar las referencias in-ternas de unos trabajos a orros, en la intención de hacer más eficaz lalectura y mostrar la común problemática a la que todos ellos respon-den. Hemos introducido también epígrafes internos en bastantes capí-tulos con el fin de hacer más transparente a una primera ojeada la pro-blemática objeto de estudio.

14

Introducción

¿QUÉ ESEL «RENACIMIENTO»? ALGUNASCONSIDERACIONES SOBREEL CONCEPTO

YELPERfODO

1. ¿Qué e s e l «R ena c imi e n to » ?

Como conclusión de su introducción a la más reciente y extensapresentación de la historia de la fi losofía renacentista los editores(Ch.B. Schrnir, K. Skinner, E. Kessler) hacen explícita su renuncia aentrar a discutir y caracterizar de una forma rigurosa y precisa qué seaaquel lo que const ituye -en el terreno de la Fi losofía- el objeto de suamplio volumen (968 páginas), esto es, el «Renacimiento»:

Debemos terminar subrayando que, a pesar de utilizar la palabra«Renacimiento> en nuestro título, nc, nos comptomeremos -ni he-mos rrarado decomprometer anuestros colaboradóres- con ningunaposición ideológica particular apropósito del empleo deeste términotan discutido. A poar delaenorme literatura existenteen torno al sig-nificado, ámbito cronológico y límites geográficos del Renacimiento,hemosdecidido evitar la discusión de talescuestionesen lamedida delo posible.

Con. esta renuncia, en modo alguno infrecuente en la historiografía

más reciente, los editores =autorizados investigadores en campos diver-sos-de la filosofía rcnaccntista- vienen a considerar prácticamente inYJ-

I l u b / e el denominado «problen;i del Renacimiento» e incluso i n ú t i l e

i r r e l e van t e , cuando no una pérdida de tiempo, su planteamiento 'y dis-

1. Tbe Cambridg( History of RenaissancePbilosopby,Cambridge,1988, p. 5 (rra-ducción nuestra).

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cu~i ón. De est! l f orma vi enen tambi én a sanci onar como pl enamente

vá i do e j ui ci o expresado en 1930 pOI' Johan Huizinga 'en '10 famoso

ar tícul o, en e que se sostenía l a necesdad de abandonar todo i ntento

de caracteri zar e Renacimi ento -«época de transci ón de l a Edad Me-

di a a l a época moderna»- con una fórmul a úni ca de conj unto y la ur-

gencia de estudios sectoriaes:

; te</1(;/

~ /~

Es necesario prescindir, en lo que a Renacimiento se ref iere, deuná"fórmula smple cap~az-ae-ey'-11carlo-t6d6. Debemos abrir losojospara apnsona¡:e;¡JamiradaTlabigarrada multiplicidad deesta época

y las contradicciones de las formas e).que se manifiesta [...) quien se

empeñe en encontrar en é [e Renacimiento] una unidad absoluta de

espíritu susceptible de plasmarse en una fórmula única, jamás podrá

llegar a comprender esta época en todas sus manifestaciones. Es nece--sario, sobre rodo, estar en condiciones de comprenderla en su comple-jidad, en su heterogenedad, en sus contradicciones, y saber enfocar

de un modo plura los problemas que plantea, S esbozamos un ~sque-ma uni tario amodo de red para aprisonar en ela aeste Proteo, corre-mos e peigro de quedar envuetos nosotros mismos en sus malas [.. . ]No, la investigación debe proyectarse más bien sobre las cuaidades es-

pecfficas de lasociedad de Renacimiento, examinadas una por una2

•----...--,...~~

El Renacimiento sería, así, par:vfÍuizinga 1 suma de una seri e de

mov imientos parciaes, una suma ~~ji ' .mente podría actuaizarse

en una caracterización de conjunto y pos ti va de «Renacimi ento» de-

bido sobre todo a l as contradicciones s en su seno. Cuatro dé-

cadas después de Huizinga, Aug Buck seña aba explícitamente la

va i dez de j ui ci o de hi stori ador hONu.u;;~

Las tres décadas y media transcurridas desde entonces, no han he-cho sno conf irmar lo just if icado de laadver tencia de Huizinga. Dehecho resulta difícil abarcar en una sola fórmula las diferentes mani-festaciones con que se revea e Renacimiento, tanto en los dist intosámbitos de la vida inteectua, en la reigión, la f i losofía, l i teratura y

arte, como en e desarrollo político, socia y económico,

2. J. HUIZINGA, «El problema de Renacimiento », en HuizirÍga, El concepto de laHistoria, México, 1946, pp. 147 Y 154.

16

aunque, a di ferencia de Huizinga, Buck no desespera de una posble

caracter ización uni tar ia de! Renacimiento, s bien es una tarea todavía

de! futuro:

esta opinión no sgni f ica, sn embargo, que se deba renunciar a

consderar e Renacimiento como una época dotada de una fisono-

mÍJ propia. Su interpretación en ese sentido sgue sendo la tarea delainvestigación, apartir de presupuesto de lamultiplicidad de las co-

nexiones históricas".

Sn embargo, e~~~cuparse de historias específ icas d~~iscipl inas «re-

nacentistas- s n una clara y def inida noción de ( ;RenacimÍe-ri to; ;, o

cuando menos SO una ex~lTatatoma~<k~~()~¿¡-e~<:laa~~~p!~}emas

i nherentes a mi smo, ti ene sus pe Igros. Como señ3I tCesare Vasol i,

naciéndose eco de aviso e;:; ;i tido 61'1932 por De io Cantirnori en un

famoso artículo, las grandes categor ías histor iográf icas base de la pe-

r iodización establecida ( los conceptos de «Ant igüedad», «Edad Me-

dia», «Renacimiento», «Edad Moderna», etc.) no son conceptos puros

-acertados o desacertados- fruto de la desnteresada y objetiva praxis ¡;¡

hi stori og.áf ica que -a toro pasado o cual lechuza de Minerva, alatar-decer- trata de conocer «cienrff icarnente» e! pasado; antes bien, mues-

tranla rodirecta influenza 'di particolari esgenze di carartere ideologico, ~.,

re igioso o politic~he sono sempre presenria!1c:}¡.~~e1Le_i~tt:~prteg~• • i O f l i apparentérnenre piu scientifiche e«desnreressate- [...] nascono,l l1fam, da preOci .lpazioni e bisogni non storiograf ici , indicano, a-meno a11'or igine, gl i i nteress propr i degl i ambient i cul tura i o de

gruppi di intellertuali che le hanno espresse, quando, addirittura,non danno forma e ril ievo storico arnotivi schiertamente .propagan-disSci ,,4.

3. A. BUCK, «Zum Begriff und Probhm der Renassance-, enA. Buck (ed.): Zum,Bw i ffund Prob lem da Rmaissance, Darrnsradr, 1969,p. 28 (traducción nuestra).i ,4. C. VASOU, Umanssimo ~ Rinastimento, Paerrno, 1976, p. 5. El articulo de'Cancimori es «Sulla storia de concertó di Rinascimento-, recogido en D. CANnMORl,S to r i ci e s to r i a; Turín, 1971, pp. 413-462 (traducción castel ana: L o s h i st o r i a d or e s y lah i s t o r i a , Barceona, 1985, pp. 253-294).

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Eíecrivamerue, las grandes categorías hisroriográficas tienen un ori-gen histórico y expresan polémicamenre la conciencia o representacióndel pasado y del presente deuna delaspartes en conflicto cul rural eideo-lógico -aquella que triunfa e impone sus criterios y representaciones-:SO;1 expresión y momento dela batalla cultural contemporánea que cua-ja en una imagen afortunada (<<EdadMedia», «Renacirniento») dotada

«di intenso significato, carica di suggestioni e di richiarni ernotivi, riccadi valori e contenuti pragrnatici»? (etinieblas» y «luz», «ceguera» y «resu-

rrección», etc.), ir.?agen que es la bandera ideológicade ~n.~_~el~ partes~.y termina por conv~iem o -tras el triunfo cUliUrat~ ',e esa parte- en una categoría hi stori ográf ica ermanente (aparente- .-----/

mente objetiva- y cientí ica) de la cual parece imposi e prescindir por-')\1<: su atl';r:ncia privaría totalmente de transparencia al pasado históricoe incluso comportaría lamutilación denuestra propia autoconciencia.

El conocimiento de este origen histórico y militante de lascategorí-as historiográficas 'es especialmente importante en e! caso de! «Renací- o ~ · ~miento», porque la génesis y el concepto de Re-nacimiento (i.e. la resu-· ,

rrección de algo que estuvo vivo un ti empo y después muri ó para

0.. /6 ' -< . . .. ..

despertar ahora ele nuevo a la vida) comporta automáticamente _de_ojando a un lado, de momento, juiciosdé valor y determinaciones ero- O 4- i<2.nológicas y de contenido más precisas- el nacimiento y la concepruali- .zación de otros dos períodos históricos: laAntigüedad (Antiquitas), conTaque el RenaCimiento sevincula idealmente y a la cual quiere devolvera la vida, y el período intermedio en el que esa Antigüedad ha estado-así secree- muerta, esdecir, la Edad Media (Media Aetas)6. Tras lagé-

,5. VASOl.l, ibidem.

6. Sobre el nacimiento simultáneo de estos Hes conceptos-pcrlodos véase latransparente exposción de E. PANOFSKYen su Renacimiento y renacimientos m e l a r teorcidrntnl (Madrid, 1975, pp. 166-172): «En e Renacimiento i ta iano se emoezó a

contemplar e pasado clásco ciesde una distancia fija [...] Al igua qlle en la perspectiva

foca, esa disranr ia irnposibil ir iba e contacto directo =debido a la i ru erposc ión de unplano de proyección idea - ; pero permi tía su visón tota y raciona izada [ ] La "dis-

tancia" creada por e Renacimiento despojó a laAnt igüedad de su rea idad [ ] El Re-

nacimiento se dio cuenta de que Pan había muerto; de que e mundo de laGrecia y de

\:¡ Roma ant iguas (.. . ] era ago perdido como e Paraíso de Milron y sólo susceptible de

,~r recordado por e .espíri tu • .. La / ' ntigüedad como tota idad globa surge cuando a

('jo: a pr~sen.te. sele Interpone e espacio vacío intermedio, e yermo cultura de labar-bar ic gÓtica. .C.,la cdad de las tinieblas o Edad Media.

18

nesis y el concepto de Renacim 'cnto seex¡:-esa, por tamo, el juicio y larepresentación no de un par de siglos de cultura europea, sino de toda •la historia universal anterior e incluso posterior, en la medida en queeseRenacimiento marca el comienzo de la É p o c a Mo de r n a , siendo aesterespecto secundario que el Renacimiento forme yaparte de la moder-

nidad o sea su «auroras".

El uso, por tanto, acrítico e inconsciente del término-concepto«Renacimiento» en sí mismo y en un territorio intelectual determina-do como la «Fi losofía» (cuya problematicidad por lo demás no vaa lazaga del Renacimiento) comporta el riesgo de continuar reproducien-do -incluso sin quererlo- toda una serie de representaciones prehisro-

riográficas (ideológicas e incluso míticas) que pueden dificultar y en-trar en conf l icto con el t rabajo histor iográf ico tal como éste debeefectuarse en el día de hoy y en lasdiferentes «disciplinas» (en nuestrocaso de la «filosofía») a la luz del conocimiento acumulado en los últi-mos decenios. Nos parece, en consecuencia, necesario -con anteriori-

7. Lehistoriografía desglo XV I I , continuadora de Humanismo. identificó e co-mienzo de la Edad Moderna con un acontecimiento puntua, v isto a la va como epo-

ca y como expresón de t rasado o retorno de la lu z a Occidente: la caIda de Constan-t inopla en 1453 que marca e comienzo de Renacimiento de las~t ras. Sguiendo a

Bayle (voz «Takiddin », en P. BAnE, Dict ionaire histor ique ac r i t i q ue , vol. X IV , Pa rí s,

1820, pp. 22-23: «Les beles lertres cornmencerent 11 . renairre apres lap;ise de Constan-

tinople»), D'ALEMBERT sed. rotundo en su Discurso preliminar tÚ la Enciclop~dia:.El

género humano, para sa ir de la barbarie necestó una de esas revoluciones que hacen

tomar a la t ierra un rostro nuevo: e Imperio gr iego esdestruido, su ruina hace reflu i r a

Europa los pocos conocimientos que aún quedaban en e mundo: e invento de la im-prenta, la protección de los Médicis y de Francisco 1 reaniman los espíritus, y la luz. re-nace por doquier» (trad. de C. Berges,Barceona, 1984, p. 72). Sn embargo, para He-ge e Renacimiento (como «estudio de laAnti r, iiedad., . florecimiento de las artes. y

«descubrimiento de rnundo») es la.c.Auflosung des Mitteaters-, pero no laépoca mo-

derna, sno laaurora de la misma (.Aurora que tras largas tormentas anuncia de nuevo

í'C~primera Ve7un belo día») yaque laépoca moderna comienza con la Reforma: «La

~~vl que~~~_a~urora.Qd l in;¡jd~~ Ed~~M~t! i: ;y ¡cdo 10;1}Jf ! \i~a»~ •.. .s-

(ci.W.F. HEGEL, Lecciones sobre Fi losc f la d~ la histor ia universal; trad. de José Gaos, _~

! Madrid, 1974, pp. 651 ;' (57). El texto.hegeiano plantea por primera va e problema 2-,

·de la reación entre Renacimiento y Reforma. ;"er<:la imagen del Renacimiento como

«aurora» de sol de la f i losofía moderna, que inicia su curso con Bacon, habla sdo ya

usada pe, J.J. BRUCKER en su Histor ia c r i ti ca pbi losophiae a umpor ~ r esu sc it at ar um i n

Occ iden te l l t tera rurn ad nos tra umpora ., Le pzig. 1733.

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dad a una Histor ia de la F i loso fa en el Renac imien to - un examen preli-minar del 'Jr igenehistoriadel concepto mismo de Renacimiento (ylosa él asociados de Antigüedad, Edad Media y Edad Moderna) rara unaplena conciencia del lastre histórico que hipoteca y condiciona -sobre

roda si somos inconscientes de él- nuestro trabajo historiográfico pre-sente. Dicha toma de conciencia esimprescindible y cabe realizarla conindependencia de que no estemos en condiciones de efectuar una

caracterización unitaria (historiográficamente aceptable) del Renaci-miento como período globa!, tanto en lo referente a su esencia como asus límites cronológicos; caracterización que puede ser también (en lostérminos di: definición global o universal) muy difíci l en el caso de losotros períodos históricos y que nos l levaría quizá ala búsqueda de unanueva periodización (ajena a la batal la cultural y al «mito» que ha pro-ducido la periodización vigente hasta nuestros días) e incluso a la refle-xión sobre la continuidad/discontinuidad en el decurso histórico y so-brc la posi biliJad de establecer «científicarnenre. períodos históricosmarcados por la nítida diferenciación de sus peculiaridades globales es-pecíficas.

I .1. «Rcnacimicnro»: historia del concepto y del término

El término español «Renacimiento» yel francés «Renaissance», in-corporado este último por lalengua y lacultura alemana e inglesa, tie-nen su origen cercano y los ra!'gos que lo caracterizan -fundamental-mente el de ser un período def ini do de l a cul tura y la sociedadeuropeas- en e! siglo )UX, concretamente en la ión de! ttrminoRenaissancc por dos grandes historiad res: J ules Mich;let,--que dio alvolumen séptimo de su Histoirc de Francecs título de HiSf?Jirede Fran-

ce ru c XVI Siecle. La RenaÉssance(1855), y sobre tod~quien en 1860 publ icó su Die. Kultur de r Renaissañce in ¡ tal ien. -Ein

Versucb, dando al término francés (y 2. sus equivalentes en ) < 1 , S lenguasque no lo tomaron prestado: Rinascimento, Renacimiento) la caracreri-zación que iba a ser objeto de discusión apasionada durante los cienaños slguientes.

Sin embargo Michelct y Burckhardt tornaron el término d~~tradición h istoriográfica y cu!t~ra! que s~r~~;;~t~b;-~--jos ~~Ígenes

2 0

I

I':~

• • • •

:~mismos del pcríodo-movimienro por dios estudiad . el Humanismo"y su batal la contra l acul tura ari stotél ico-escol ásti ca. , epn-~do térmi nos-¡ expr~¡~~~~¡~¿ni~-as ;Cercanas al de Rena-cimientolRenaissance, el término francés es una expresión que encon-

tramos ya en el siglo XV I en un empleo estereotipado para designar elcambio cul tural que ha tenido lugar en Europa. En 1553 el erudito

galo Pierre Belon resumía de forma típica lo acontecido en los siguien-

tes términos:

. .

De laest ensuivy que lesesprirs des hornmes qui auparavant es-roiycnr cornrnc endorrnis et dcrenuz assopizen un profond sommeild'ancienne ignorance onr commencé a sesveiller et sortir des rene-bres ou s longternps esroiyent derneurez ensueiz eten sortant ontiecté hors er t ir é enevidencemutes especesdebonnes disciplines les-queles a lcur ranr eureuse er desirable renaissance, tour ainsi que lesnouve les planeesapres saison de l'hiver reprennene leur vigeur a lachaleur du Soleil et sont consoléesdela doulceur du printemps: sern-blablerncnr ayant rrouvé un incomparable Mecenas, et favorableres-taurateur si propice n'arresterent gueresa pullulerer a produire leurbourgeoris". •

La misma expresión había sido utilizada tres años antes (en 1550)por Giorgio Vasari, en el proemio a su famosa obra ¡ ; ; ~ ! ! . . ~ _de ' p i u ecce -l l en ti a rcb i tet ti , p it tor i escu ltor i i tal ian i , en el marco de una concepciónorgánica del desarrol lo de las artes, las cuales recorrían un ciclo vitalmarcado por el nacimiento, crecimiento, vejez y muerte para experi-mentar un «renacimiento» (rinascita) q.J;:Visari verá ya completamen-te realizado en su época. Así, Vasari dirigía su obra alos artistas

loscuales, viendo dequémodo el arreha llegadodesde unprinci-pio tan pequeño hascalacumbre, y cómo seha precipitado desdeun

8. PIEPRo BELON, Observaticr: d~plusia.»: s i l " g z :L7 r i t a . et ,has :s memorabla trcu

vüs m Grecc, AJ.'·, jlldie, .Egypte. Arabie dfJufTes pays ~sfTange" París. 1553. dedicatoria(cursva nuestra). Fue LYNN THORNDlKE e primero enseñaar la existencia deesta im-portante mención en su ardculo «Rena ssánce or Prena ssance»,foumal oftk History

of!d~tlS.4 (1943). p. 68. Como veremos, e pasa ede Beon esuna caracterizaci6n de.lahistoria reciente en la más pura línea de la tradici6n humanista. cuyas imágenes :sue-ño/desperrar, tinieblas/luz), convertidas ya enloc i comunes, utili zaa manos llenas.

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~ ¿- ,~'i \

grado tan elevado hasta la ruin~:rotal, y viendo, por consiguiente, lanaturaleza deeste arte, semejante alas otras que como el cuerpo hu-manc nacen, crecen, envejecen y mueren, podrán fácilmente conocerel progreso desu renacimiento y dela misma perfección, al aCU?J han

ll egado en nuestros tiempos".

El rérrnino Renacimíento-Renaissance se nos retrotrae, por tanto, ala época misma de! Renacimiento y a la conciencia mi l itante de susportadores y protagonis~as (en las artes -caso deVasari- o en las letras-caso de Be!on-), v inculado como está al conjunto de imágenes conque se representaba e! momento contemporáneo e incluso (lo eviden-

cia claramente e! ejemplo de '{:~i) a una_v~!?~~~.a.Ld~la~ist~Eialiurnann como un «ciclo» vital repetido denacimiento-ml!ert~-r~naci-

. 11 1 1' "1 1 1" '. ' i,bl-i-(-~ r ; : - r - I iUIl'.)-'Hli~rs;t!d{· h n:ltllra c7.a e incluso de lasr~~~l¡ld;;;:;~sC:~l~s~~slO.Ahí está la famosa impresa de Lorenzo el Mag-nífico para la «giostra» de 1469, cuyo mot to Le temps rev i ent era inter-pretado por Luigi Pule. como «tornare i l tempo el secol rinnovarsi».ejemplo de lavisión de! momento contemporáneo por parte de la Flo-

rencia rncdicea como «Renacimiento», i.e. como retorno de la edad de

Oro". A través, por tanto, del término «Renacimiento» usado por Mi-chelet y Burckhardt nos vemos llevados más allá de la fría y n~utral._de-signación de un período histórico, a todo un conjunto de mitos y re-presentaciones vivas ya toda una batalla cultural que debemos recordarpara ser plenamente conscientes de lo que dicho término arrastra Ypo-

der efectuar una consciente delimitación historiográfica.La sociedad cristiana «medieval», sin embargo, se había reprc!senta- o

do la historia en términos fundamentalmente religiosos y eclesiásticos.La historia humana, gobernada L~irigida p~~ laE~~i~el1ci~ d~~ina,

-; e~Ta historia de! retorno a Dios, tras la ca1([a,ailos santos o eIegla.o~

historia que, tras e! viejo pacto Qalianza, entraba en una fase nueva (elnuevo pacto o la nuevaalianza) con la Encarnación del Verbo. Event?que señalaba e! advenimiento de la nueva era -el año cero-, ~1.naC1-miento y sacrificio de Cristo marcaba lavenida de la «luz»que disipabadefinitivamente las «rinieblas» Jd paganismu y la «ceguera» de la lr y yde la sinagoga 12. Sólo cabía esperar -tal y como había anunciado r or ~odemás e! mismo Cristo; cfr. Mateo 24- el momento final de lahistorialineal: los falsos profetas que sembrarían con su seducción, desorden y.

9. Citamos por la traducción castelana: V i d as d e a r t is ta s i l u st r es , vol. 1,Barceo-

na. 1957. p. 83.¡o . Cfr. en e proemio mismo deVasari lasreferenciasa la«purificación ,lelosi n-

genios. ayudados por lasutilezade ambiente y ala compasón de cieo por lostaentosque cadadíaproducía e sudo toscano» ( L b i d em , p. 82). Antes había dicho que «cuan-! .do la>virtudes humanas emr iezan adecl inar no dean de ir perdiendo continuamente ~ !hasta que no pueden empeorar más- (p. 73). Ese mismo ritmo cíclico ~rmanente f . : / . (

qJe yahabía señaado, entre otros muc~o~ que podríamos citar, Maquiave10: «Sueen I !,!V{v'~/P {

los.paíseslasmásde lasvecesen susvanaciones pasar de desorden a orden, porque a _::l.10estar concedido por lanaturaeza a lascosasde mundo e pararse, cuando l legan a \ ( ' "su mis ata perfección -no teniendo yadonde subir más ato- conviene que descien- J . / 1 / 1 ' 1 \ / 1 \dan. Dela misma manera, unava han descendido y llegado por causa delosdesórde- -

n:s a punto más bao: conviene n:cesariarr,e~Heque, no ~,\.!d;endc¡desccI:der más, :m-plecen asubir. Y así SIemprede bien sedesciende a ma y de ma seasciende a bien-(N. lviAQu'AVELO,H i st or i a d é' F lo r enc i a ; l ibroV, cap. 1; Madrid, 1979, p. 257). Y ha-blando deIta ia y de momento co.irernporáneo Maquiaveo había dicho, srviéndosedeun rérrni.io sn6nimo a de r i n asc i t a , que _questa provincia pare nata peI risuscitare

l e c e se mor to (Aru del la gu e r r a , libro VII, Milán, p. 519; subrayado nuestro). Para estaconcepción de la historia véaseE. GARll",«Lahistoria ene pensamiento renacentista",recogido enMedievo y Renac im ien t o , Madrid, 1983, pp. 140-152.

11. Pensemos en e uso extenso que deFicino a Landino o Egidio deVirerbo sehará de losfamososversosde lacuarta églogavi rgiliana: «magnus ab integro saeclorurnnascirur ardo! iarn redit et virgo, redeunt Saturnia regna;! iam nova progenies cadodernirtitur a to». ._.-

12. En relación con estavis ón de la hisroria '! con la nítida demarcación entreVerdad y Error establecida por laEncarnación de Verbo, espropia de estos sgloslautilización li .raria r. iconolózica de una serie demetáforas para desgnar esta revolu-ci6n re igiosa,este ráns to de~erroraverdad producido con Cristo: NocheDía, Muer-re/Vida, Tinieblas/Luz, CegueraV is 6n. Cfr. E. PANOFSKY,Cupido e ciego»,en Es-t u di o s s ob r e í co n o lo g í a, Madrid. 1972, pp. 153 Y ss. Vid. asmismo G.B. LAoNER,«Pflanzensyrnbolik und der Renassance-Begritf-. recogido por Buck (ed.), o p . c i t . , pp.336-394, especiamente pp. 352-373 en lasque llevaacabo un espléndido anáis s ddmotivo dantesco de la «renovación» por Cristo de árbol cid Paraíso terrena. Todavía

Perrarca (cuya decisva intervención en e cambio des gnificado de las metáforas ha-hrernos dever) se haceeco dedio en b tardía f.~chade 1367 cuando en La i ! } l o r a n c i aV el au t o r y dr muchos o t r os selamenta 'le la.muerte de Cice~ón; «Lamuerte cerró susojos pocos años antes de nacimiento ge Cristo. iCuán próximos estabc.n, ay, e fin de

I latenebrosa noche de error v e comienzo delaeradela verdad! Erainminente e abade la luz verdadera y e sol delaj usticia" ( no ct is e r r at ic ae a c t m r b r ar u m f in is a ue r i t a t i sinitium, vf feque lucis a u r o r a a iustitie so l instabat) en PE-rnARCA,Ob r a s I. Prosa , edi-

ci6n acargo deF. Rico, Madrid, 1978, p. 182.

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corrupción en ia sociedad cr ist iana (uni fi cados en la f igura emblemát i-

ca de Anti cri sto) y l a segunda veni da de Cr i s t o , e fin de mundo y dJui ci o Fina que abriría e Reno si n f in y l acontempl aci ón beati fi ca. La

historiografía encuadraba lo s acontecimientos históricos dentro de este

esquema, s rviéndose además para una ul ter ior per iodización de Otros

dos I I lO(iv(),,, blbl icos: la doctrina de las cuatro monarquías procedente

de Danie (Danie~ 2 y 7: la interpretación de sueño de Nabucodono-

sor y la vis ón de las cuatro bestias, respectivamente), v istas ya por San

Jerónimo en su comentari o como l as monarquías babI lóni ca. persa,dé . 13 1 d . de las se ,mace oruca r romana ; a octrina e as seis edades de! mundo en re-

lación con la doct rina mosaca de la creación vista como pref iguración

de una extensón rerr-poral de mundo en 6.000 años, (por aque l o de

que " para con e! Señor un día es como mil años y mil años como un

día» 2 Pedro 3,8~ que dar ían paso a sabatb o "descanso» de la naturae-

Z~ en co~respondenci a con e Génes s y con l a parousla escatológica de

el isro. San Agustfn presentab' l este motivo de las seis edades como co- ,10lÓn de su De ci vi ta te Dei en los sguientes términos:

El mismo número de las edades, como e de los días, s lo quisié-IJI l lOScomputar conforme a aquelos pedodos o divisoncs d~ tiem-

po guc parece se halan expresados en la Sagrada Escritura, más evi-dcn tcme~te. nus descubrirá este sabatismo o descanso; porque sehaLa e sepnrno, de manera que lapr imera edad, cas a tenor de pr i-

mer día, venga a ser, desde Adán hasta e Diluvio, la segunda desdeéste hasta Abraham, no por la iguadad de! t iempo, sno por e! nú-mero de las generaciones, porque se hala que tienen cada una diez.

De aquí, como lo expresa e evangeista San Mateo, sguen ~reseda-)

(

13. "Sgamos la interpretación profética y, repitiendo laspaabras deDanie, ex-pongamos con mayor extensón 10que é dice brevemente: "Tú eres, rey,-dice-la ca-hez~ de oro", por medio de la cua se muestra la primera monarqufa, la babilónica,comparada a oro más precioso. "Después deti surgirá Otrore no, inferior ati" , esto es,e.ldel osMe.~osy10sPers~ [...) "Y luego un tercer reno, debronce, que dombará larrcrra entera sgnif ica AlcJandro y lamonarqula macedónica y delossucesores deAle-jandro l·,] "yhabd un cuarto reno", que evidenterpente seráe delosromanos, "durocomo el hierro que todo lo pulveriza y machaca".» (SANJERÓNIMO,Comm

mtl1rionim

in D,znióm l ib r i 1 1 1 (TI? cura er studio F. Glorie, Turnholti, 1964, p. 794; lan aduc-ción es nuestra); vid. ibldem, pp. 837 Y ss. para la interpretación en e mismo smtidodel avis ón de lascuatro bestias.

24

. .,._.........,.,, .--------_--. .==__

des hasta la venida deJesucristo, lascuaes cada una contiene catorce

generaciones: u'la desde Abraham hasta David, otra desde éste hasta:_la cautividad de Babilonia, y 1 : . . . tercera desde aquí hasta e nacimien-

to de Cristo en carne. Son, pues, en rodas cinco. L a sexta es la quecorre ahora. la cua no la podernos medir con número determinado

de gencraciones. por 1 0 que dice la Escritura: "que no nos toca saber

los tiempos que e Padre puso en su potestad" [ H ~ c h o s 1,7]. Despuésde ésta, como en séptimo día, desGlOsará Dios, cuando a mismo

séptimo día, que seremos nosotros, lo hará Dios descansar en sí mis-mo. S quiséramos ahora discutir particularmente de cada una de es-tas edades, sería asunto largo. Con todo, esta séptima será nuestro sá-

bado, cuyo f in y término no será 'a noche, sno e , día de Señor ,

como e octavo eterno que está consagrado a la resurrección de Cris-to, sgni f icándonos e descanso eterno, no sólo d.~1arnc, sno tam-

bién de cuerpo. Allí descansaremos y veremos, veremos y amare-mos, amaremos y aabaremos. Ved aquí lo que haremos a fin sn fin:porque ¿cuá esnuest ro f in sne l legar a laposesón de reno que no

" . \ \\1' tiene fin?14.\¡~". ' ,v>l\ 'u... lJJ...~V//

j,.., . ,

", - --------= :::.;,.->4 Según esto, e sociedad crist ia~(que nosotros denominarnos «me-

dieval» sguien , revófución cultura de Humanismo) tenía

• conciencia de encontrarse en l a cuarta y úl tima monarcruíaenJa sexta

edad de mundo. Esta aavisión d r. f a hiscorlati1ívers~rqu~ ;~ repi te

oe Orosio a S. I~idoro yBeda, de éstos a Vicente de Beauvas y O ró n deFresng; hisror ias par ti culares laasumen cuando conectan sus mot ivos

locales y concretos con e! curso genera de l a historia>. La conciencia

era, por tanto, ;a de estar en la vía de l a verdad, cada vez más cerca de

f in de l ah iscori a. Es cierto que podía sent irse ocasonamente la cnss} '

degeneración de la sociedad cristiana y de l a Igl esa, pero ta cosa se i n-

terpreta (p . e j. en l os sgl os X II I y X IV ) como evi denci a de l a acci ón de

«maligno, -e tema apoca l l p t im de la "Prost ituta babi lónica» identif i -

cada por l a críti ca espi ri tua i sta y por e! mismo Dante con l a I gl es a

14 . La C iudad de Dios, XXII, .30; trad. de I .C, Dlaz Bayra, Madrid. 1944,j p.938.

15. Véasea respecto H.E. BARNES, Historytfhiston'ca! Writing, Nueva York.1962, caps. m y IV; B.CROCE,«La sroriografia rnedieva e», recogido enCroce: TeoriatStoria della Jtoriografia.Bari, 1917.

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COlllelllpOlá¡,e;¡I(,~y de l aveje:¿deL.lIllllunJo ya dccrépi :o, todo lo cual

\ no impedía d curso inexorable de la Providencia y la firme marcha enla verdad de la verdadera Iglesia y comunidad de losSantos.

En la historiografía bajornedieval se hablan desarrollado por lo de-

más la atención a lo mundano y local y cierto espíritu secular, sin per-der llllllCl el,·vista h inscrció.i en el es<]uema llniversalis¡a-cscarológico

cristiano y sin renunciar al principio de lacontinuidad y progresión en

el curso de la hisroria. N o había retroceso ni marcha atrás en la historia)1 por el lo el imperio romano (la cuarta y última monarquía) Continua-ba todavía vivo en una existencia ininterrumpida merced a la «transla-tio Imperii ad Francos), y «ad Teutonicos,,17. Con Petrarca, sin embar- •go,!e produce un cambio decisivo e~I~ e la istona.. pesar de asumir -como hemos indicado lB_la perspectiva providen cia-l ista y releológica cristiana y aun viendo según ello aCristo corno laluzrlis:p:lIl"r:¡ rI,· h, t inid)hs,~errarca ¡cnla ( igual que Dante) t ina opi-

nión radIcalmente negativa de la é oca contemporánea (mihl semper- ~ a .; tsta !Sp cuit), cuyos males idenr] rca a -con e y otros mu-

chos contemporáneos- en el postrado imperio romano y en la corrup-ción de la Iglesia:

l 'avara Babi lonia acolmo i l sacco / d' ira di Dio e di v it ii empi i e.re»; «Ni do di tradimenti , i n cui s cova / quanto ma per l o mondo

oggi s spande»: «Fontana di dolore, abergo d' ira / scola d'error i ettemplo d'eresa, / gia Roma, or Babi lonia fasa et r ia, per cuí tanto s

16. Para una magist ra exposción de la evauación de la sociedad cr isr iana con-

remporánea por Dante y de sus expectativas -expresadas en la Comedio- efe una «nue-

Vd. redención" por obra de Uf. «nuevo mesías» vid. B. Nardi, «Dante profeta», recogidoen B. NAROI, Dante ( l a cul tura medieuale, Bari, 1984, pp. 26~7326.

17. DANTE es un buen eemplo, con su Comedia y su De .nonarchia, de la dura-ción ininter rumpida de imper io romano hasra e f in de mundo. A la autoridad de Da-r .id y San Je. -ór ,ime ( la cuar ta monarquía sólo ~er i der ribada por la «piedra" que sm-

bol iza a Cr isro: «"Un2 piedra se desprendió" -e Señor y : 'avador~ "sn intervenciónde mano aguna" +es decir, sn coiro y semil la humana, de útero de una virgen- y pul-

verizados rodos los renos " se convinió en un gran mo nre que l lenó toda la t icrr a?»,

SAN ]ERONIMO, loe. cit., p. 795; r rad. nuest ra) se unía aquí la autor idad de VIRGILIO,

que hace decir a] úpirer en la Ene ida : «His [Rornanis] ego nec meras rerurn nec rernpo-ra pono:/ imperium sne f ine dedi» (1, 278-279).

18. Vid. supra nora 12.

26

"

piangc ct s sospi ra / o fucinJ d' inganni . o pregion di ra: I ovel bCI1

more, c' l rna s..nutre ct cria, / di v iv i inferno, 'un gran ff i lracoHla! seCristo teca afine non sadira!".

. La profunda y decisiva novedad en el planteamiento de Petrarcareside en que, frente a la representación dantesca del futuro repa~ador •

en términos de la escatología cristiana, él decide volverse al_e:tudlO de •la antigüedad -«incubui unice, inter mufta, ad nonnarn VelUS~t1~quo-mam mlhi semper aetas isra displacuit»- y veel futuro en lossl.gUlcntestérminos, profanos y mundanos: «Anime odIe et di vlrfi.lte.amlCh~ / te-

rranno il mondo: et poi vedrern lui farsi / a~reo turro, ct.pl~n de I,opreantiche»20, esdecir, ce.no un retorno de laVIrtud moral antlgu~ ce sus

logros ~~na ~egeneración ~lítica romana c i tal i~a2I .Con independencia, por tanto, de la hlsrona religIOsa y I".spllitual

cristiana, en Petrarca se ha perdido la continuidad y e! progreso de I.a •historia política y mundana. Combatiendo la doctrina de la continui-dad imperial mediante la «traslatio irnperi i», Petrarca expr~a la dolo- .•rosa conciencia de! hundimiento y desaparición del Imperio Romano

y la consiguiente barbarización cultural, que él sitúa cronológican:entedespués de Tito, i.e., cuando comenzó la línea de emperadores barba-ros y la cristianización de! imperio:

Ulterius tránsre piget [hace profetizar aEscipíón AEca~o]; ~am

sceptra decusque / Imperii tanto nobis fundar~ labore exrerru ra~lentHispanae srirpis er Afre. / Quis ferat has hominurn sordes nostnquepudendas / reliquias gladii fasrigia prendere rerum?22

19. Canzoniere,137, 136Y 138. efe. también Sne nomine, epístolas 1,6, 10Y 19.20. C,tnzolli er~,137.

21. Cfr. la ~l'rsrola S ,,~nomine 4, dir! ! ;ida a pueblo romano, en. la cua Perrarcadenomina a Cola di Rienzo benernér ire - il lud in pr irnis, quod quesnonem magnam

jatque utilern mundo, mu l t i s sopitam ac sepultam secu l i s, su sc i t a v i t ; quae un.a ad refor-

rnarionern status publici atque ad aure seculi inir ium vía esr»(PETRARCA,S ne nomine.

Latae p o l em i cb e ~ p o l i ti c be , a cura di U. Dotti , Roma, 1974, p. 58; e subrayado es

nuestro, para indicar e desplazamienro per rarquesco de las meráforas de sopor/des-

penar hacia e ámbiro polít ico y cultura y laconsguiente inversón axiológica) .22. Africa, II, 274-278.

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De ..hf su decisiva innovación terminológica de distingr.ir una «ac-tas "antiqua» de una «áct;s-'nova~;"" :::;;(ftCa.nturanti¿fUieqUaequmque

-ame ceIebrarum Romae et venernum Romanis principibus Christi no-

men; novae autem ex il lo usque ad hanc aetatem»23- y la utilización

para desig'1ar a estas dos épocas históricas, positiva y negativa respecti-varnente, de las viejas metáforas religiosas de la duz» y de las «tinie-bias». Así, en consonancia con ello, expresa su decisión de limitar susestudios históric-Js a la antigüedad, desat~ndiendo i1aecíaC1tenebrosa.:-

¡ 'NOlui autem [...) tam p r o c Ú T i a l 1 t a s q u e p e r t e n e b r a s s r i l u m ferre;ideo-que ve! rnareriae ve!labori parceLS, longe ante hoc seculum historiae li-mirern statui ac defixi»24. Con eHoe! ritmo de lahistoria resultaba ser »>"

profundame~re modificª-chcon este c:;¡mbi~~~,1t esf~~-idlgiosaarasecular, la era cristiana resultaba ,er paradójicamente ~'nae(la(rOscura yf~n('hrm~ ,. (Irllt~ ;¡ el la r dl Jl gf a hr il lan re r ., edad anr igtl :l "ae l a Roma 0pieCfisuall;' republrcalla e imperial com~'objeto'Qefinido de nostalgia y ~emulacIón en la medida aeTopoSi5le25. ' ..-

Aia1LTZCIe:::stanuevarepresentación de la historia, Petrarca evalúa

e! momento contemporáneo, c<:>_rn-ºpeJteD~cientealas «tinieblas», con

to~~~aJamel~te ' ;- ;~g-;: ,~v~s:«sed, ut res ~unt, in dies peiora coni-cio; qu.unvi-, i:lIll pcior.i vix poxs rn ncdurn tirncrc, sed f1ngerc»2G.La •base para esta evaluación negativa no esya sólo la crisis de! cristianismo~ la de~par ición d.:} imper io romano, sino también (y aquí PetrarcaIba ya mucho más allá que Dante) la barbarización cultural: e! decai-

23. Famil iares VI, 2. Para todos estos desarrollos véase TH.E. MOMMSEN, «Der

Begr if f des "Finsreren Zerarers" be Perrarca», en A. Buck (cd.) : Zum B~griff JndPro-bl~mderRmaissana,ciL,pp.151-179,

24 . FamiliaresXX, 8; e! subrayado es nuestro.

25. "Con este desplazamiento de! acento de plano reigioso a secular , e sgnif i-

cado de la viea metáfora se transformó en su contrario: laAntigüedad, hasta entonces

vista como "edad oscura", pasaba aser ahora laépoca de la luz que debía ser restaurada;

la época que sguió a la Ant igüedad fue cambiada a su vez en oscuridad, MOMMSEN,loe. cit., p. 155 (erad. nuestra). Vid, asmismo W.K. FERGUSON, Ji Rinascimento nellacritica sto rica, Bolonia, 1969, p. 21.

26. Familiares!l, 10. Cfr. asmismo Epist. metro III, 33: «Vivo, sed indi~nans

quae nos in r risr ia farurn / saecula di latos peoribus inrul i r annis. / Aur pr ius, aur mul-

to decuir post tempore nasci; / nam fuit, et for tasss er it , fe icius aevurn. / In medium

sordes, in r .ost rurn turpia tempus / conf lux isse vides; gravium sent ina maorum / noshaber; ingenium, virtus, et gloria mundo I cessarunr». '

28

I l2i~l1~oª~ta.~1Ísn~aJ~i desapari ción de lacul tura ant iguayel paso a pr.mer j.lano 'acuna culrura universitaria bárbara ,quetiene

como comp.onentes más significativos eJ,~~r:ninªlimill.mel ámbito del

lenguaje y de las ar te f . . !E71 !oc ina les y el "verroísm_?_I.~~t.~r~i~.mo en elámbito de la concepción del sujeto humanoYcleJ:t.l!:I.t.ur~leza. Petrarcaide~t1fiCa~p6r tanto, ~mo co~ponentefu~damental de I~~tinieb[as» J

la cultura escolástica contemporánea (con independeñ:Cía-de St.iSCisf iO-~ . <,.•

t~ orie~taciones; poniendo a un mis,mo - ¡ : ¡ ¡ v ¿ r . r o que se denominará~--:

«via annqua» -Alberto Magno, Tomas de AqUInO, Duns Scoto- y 1 ~ ~

«via moderna» del nominalismo), a la cual contrapone la «luminosa,'cultura de la antigüedad/". .--"~- .

Petrarca es, por tanto, quien formula por prirneravez laconrrapo-sición entre laAntigüedad precristiana luminosa y una edad oscura detinieblas que se extiende hasta el presente; quien, más allá de motivosreligiosos y políticos, identifica en la cultura escolástica universitaria el <>componente cultural (radicalmente negativo) de la edad oscura; quienconcibe su actividad cultural como una batalla consciente -y de resul-tado incierto- contra la cultura de las tinieblas.en pro de la resurrec-

ción o «re-nacimiento» de la luminosa cultura antigua. Es esta batalla1a.J:erencia y alltorcha que Petrarca pasa a sus seguidores de la genera::-ción sigUiente lBoccaCC10,Salutati), la b'aialláque coffibaií-¡:a:'¿[Huma-rusrno por el ('re-naciffiieIito,;ae-l;;~igüedad yra-apeffu.fa"d¿uní1ílevo período histórico, una batalla que P e t : r a r c a anuncia convocando \, ..

en su nuevo significado las viejas metáforas: ~. V . ' I , ' " ¡(,

«At tibi fortassis,si =quod rnenssperat er optar-espost mevictura diu, meliora supersuntsecula: non omnes veniet Letheus in annos

27. Sobr; estos puntos véase E. GARIN, -Perrarca e la polemica con i moderni » en

Garin: Rinasritn e riuoluzioni, Bari , 1975, pp. 71-88 y e.a cultura florentina nel la se-conda meta de 300 e i barbari britanni» e\ Garin: L 'e ra nuoua; Nápoles, 1969, pp.1.41.152; P.O. KruSTEllER, .HPerrarca, I'urnanesmo e la Scolasticas, Le t t e re italianeVII (1955), pp. 367-388; C. VASOLl,«Antichi centro moderni-, en Vasoli: Ladialmi-

c!te la retoricacúll'umanesimo, Milán, 1968, pp, 9-15. Para losdesarrollos de la «via an-

tiqua» y «moderna» en la escolástica rardía, véase lasaportaciones deW.J. COURTENAY,

CH. TRlNKAUS y H.A., OBERMAN en «Ancients and Moderns. A Symposium.,journal0 1H i s t o r y of Ideas, 48 (1987), pp. 3-40,

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isrc sopor' I'ot crunt Jscusss íortc rcncbrisa d p ur um p ri sc um que i ub ar r cm ea re n ep ot ; s> ,2 S~

"~.~

E: movimi ento humani st f 1orentin;~ta i ano (y desde f ina es del

sglo XV e urnarusrno europeo molla e programa petrarquesco

hasta el punto de que l o que en Petrarca era ~;:;aaspira-Cí6n por laque

l uchar, una bata l a cul tura a rea i zar, aparece en l aEuropa de! sgl o XV I

como a g<Yfú~l'omo una tarea ya rea izada: las tinieblas de los--sIgí0s~; se han di sRado, l a l uz de l aAnti güedadbri lJa de nuevo.

Quizá sea Rabda s qui en expresa con mayor cl ari dad este j ui ci o en l a

epístola qu.e hace que Gargantúa envíe a su hi jo Pantagrue!, estudianteen París:

Cuando yo era estudiante los tiempos no eran tan cómodos nitan idóneos como lo son ahora para las let ras, y yo no tuve tantos ytan buenos preceptores como tú has tenido. G. época era todavía te-nebrosa y se.resentía de! desastre y la caamidad de los godos, los cua-les habían destruido roda buena l i teratura. Pero por bondad divina la

n. Af t i ca IX, versos453-457. El programa cultura dePetrarca poseía una rlirec- •.taf unción 1'0!ftiCl:la rcst:Juración paluca de la vlep Roñli.l:t1liTmanlsmo asullura er rograma culmraJ, pero partirá de hecho de la~aefinítiV<t de imperio romano yla rea idad insosayable de losestados loca es nacidos en Ita ia durante loss glos inter-medios (Cfr. W.K. FERGUSON,o; . ci t . , p. 22). En su desplazamiento dela política alacul tura, e Humani smo susti tui rá l auni versa i da_ a en~a como daro ecu-rnénico y civilizarorio fundamenta que debe r «restaurado•. Nada mis claro a res-pecto que e prefacio deLORENZOVALLA a sus e ga n t ae i ng ua e latinar: "El imperioromano seencuentra a lí donde domina lal engua romana [...] lengua en laqu~ secon-tienen rodas lasdisciplinas para e hombre libre [...] Y s ela estávigente, ¿quién igno-ra que rodas los estudios y disciplinas están vigentes? ¿Y qu.én no veque s se .nucredesaparecen? [...] ¿Qué amante delasarres y de bien común podrá contener laslágri-mas a verla en e mismo estado que en Otro tiempo estuvo Roma cuando ft!eturnadapor los gaos) Todo echado por tierra, en 1 1 a , 'as, destruido, de modo que. apenas squedó en pie la ciudadea capirolina. Pues haceya muchos 5iglo5,qt;~ no sólo nadie ha

hablado en latín, ni squiera entiende lasl eyeslatinas [...] ¿Hasta cuánc.o consentiré sque vuestra ciudad, no digo yae domicilio de imperio, sno lamadre delasletras, estédominada por losgaos?¿Consentirés que la latinidad s gaoprimida por la barbarie?»(trad. deP. Rodríguez Santidrián en Human i smo y Renacimirnto, Madrid, 1986, p. 40Y ss.) Para una sugestiva interpretación globa de Humanismo renacentista apartir deSl concepción de lenguae y desu lugar en la cultura inteectua y espiritua, véaseF. RIco, E l su eñ o d el H u ma ni sm o. D e P et ra rc a a E r asm o, Madrid, 1993.

30

...----~--...

luz y laJ gniJ:rd fueron rest ituidas a las letras, y en elas veo [a pro-

greso, que ahora yo sería admitido con di f icul tad en laprimen clasede los escolares, yo, que en mi edad viri l gozaba fama, y no sn razón,

de ser e! más sabio de dicho s glo [... ] .

Ahora todas las disciplinas están restablecidas, y las lenguas ins-

tauradas: la griega, sn lacua esvergonzoso que una persona se digasabia; lahebraca, lacadea, la latina. Los impresos en uso, tan correc-

tos y e!egan:es que fueron inventados en mi tiempo ?or inspiración

divina, como, por e contrario, la arti l lería por sugestión diaból ica.

Todo e mundo está l leno de sabios, de doctos preceptores y de am-pl ias bibl iotecas, hasta e punro de que, en mi opinión, ni en los t iem-

pos de Patón, ni en losde Cicerón, ni en los de Papiniano, había tan-

ta comodi dad como ahora, y que, en adeante, no se ha l ará en

ningún lugar ni reunión gente que no haya sdo bien pul ida en laofi-cina de Minerva-",

Con e! Humanismo, por tanto, y en e! e ercicio de su programa

cul tura , cua a (aunque se vaci lara a l a hora de marcar e paso de l a l uz

antigua a las tinieblas de la edad oscura y S ! pus era e acento en

Constanti no o en l as i nvasones bárbaras de! sgl o V; aunque e! ámbi-

to de ref erenci a f ueran l as l etras y l as artes) una vi s 6n de l a hi stori a ~':

e dominada por l a presenci a de l a Anti güedad y la percepción de tres ! \¡ ' . '

momentos di sti ntos: Anti güedad greco-l ati na, «Renacimi ento» de l a '

mi sma desde Petrarca ye sgl o XV (<<Renacimiento» ya actuaizado en

e! sglo XV I ) y per íodo de «ti ni ebl as» i ntermedi as marcado por l a au-

senci a de l a «l uz» cl ás ca y l a i gnoranci a. Se trata de una vi s6n de! pa-

sado, de una periodización, def ini ti vamente adqui ridas en la medida

en que e Humani smo determi na l a cul tura europea e impone sus pa-

trones culturaes-".

S bien e ámbito a que los humanistas aplicaban las pautas de

luz/tinieblas estaba const ituido por las let ras (o los studia humanitatis) y

l as artes (área en l a que se desar rol la una l iteratura que encuentra su

~ 29. Pan t ag ru e l , cap. V1I I , Barceona, 1982, p. 223.I 30. Sobre lasvariaciones en e seno de esquema humanista véaseFerguson: o p .lci t ., caps. 1 y 1 1 . Acerca de origen humanista de concepro negativo de .filosofla esco-lástica. véaseE. GARlN,«Alleorigini rinascimentai de coricetto di fil osofiascolasrica-,recogido en Garin, L a c ul tu r a fi losofica de l Rinascimento i t a l i a n o , Florencia, 1961, pp.466-479.

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cuLninación en L e Vi te de Vasarij-", no es infr~cuente la aplicación alámbito religioso, ejemplo por 1 0 demás de la preocup~ción humanistapor la problemática religiosa y su dimensión reformadora,

Lorenzo Valla puede ser el caso más claro en Italia: para él ladefor-mación de la teología yel origen de lacorrupción rel igiosa se hallan enBoecio y en las ;nvasiones bárbaras, en la corrupción misma 5kf:r-i\n-gua latina, siendo tarea de la restauración de las letras la res tución de,

una auténtica actitud religiosa crisriana=. Es sin embargo c n Erasmo \"con quien se am.2~~ lícira y rotundamente la antÍtesis-luzmleblaTaeSfera de la religión~e la.!g~acr~ET~ñ~-EThu~an¡;t~l;olandé~veía el destino histórico de las «bonae litterae» y de la religión cristiana 1 1como e;trechamente solidario. La desaparición del estudio de la anti-güedad clásica coincidía con la corrupción del cristianismo; la ignoran-cia y G l s ; 1 re i gi ón h;¡hhn surgi do a l a nar y CIlCOntr;¡c!o su ~ulrnin;¡ción

en los siglos de la EscoLística. El renacimiento de los studi a humani tati s •era la con rraparrida necesaria del retorno al cristianismo autén tico de[os orígenes evangélico, y patrísticos así como de la consecuente refor-

ma religiosa33

• El esquema histórico Antigüedad-Tinieblas-Retorno de ) 1 1 ! . . , , /l a anti güedad se extendía, por tanto, tambi én al área de la rel igión ~e . .

la Iglesia, abrazando así el conjunto de lacultura y de la vida espiritual.

1.2. Renacimier.to y Reforma

Si el humanismo italiano y erasmiano dan nacimiento a esta pecu-l iar visión (ripanita de la historia que está en el origen de laf4t:iodiza-

'~~

ción actualmente en uso todavía, no podemos olvidar que la ~

31. Desde Boccaccio y Filippo Villani seveen Giotto e artista que hahecho dela pintura un «arrerirornarn a luce» por su espléndida .imitación de la naturaeza».Puo e (ks~rrnl!o de I~ hi~toci('g[Jfí:; h.lst.l VJSari. véaseFERGUSON.p . c it . • p. 37 Y ss..

:12. Sobre Vala véase F. GAITA.Lormzo Val l l1 .F i lo logía ~stor ia n~l ! 'umant!sÍmoitalzano. Nápoles. 1955 Y S.r. CAMPOREALE,o rmzo Val l a. Uman~simo ~ t t ! ol og ia , Flo-rencia. 1972.

33. De lo s muchos lugaresdela obra deErasmo queexpresan esta firme posciónremitimos a lector a la famosa cartaa Martin Dorp (de 1.515)en la que e humanistadefimde e Elogio de 111ocura y la nuev acultura. Lacarta estárecogida en Erasmo: E lo-gio a'e111ocura, a cargo deP. RODRlGUEZSANTIDRlAN,Madrid, 1984, pp. 145-180.

32

protestante y su historiografía (una historiografía en modo alguno

neutra y desinteresada, sino que muy al contrario era un momento de-

cisivo en la propaganda y en la polémica confesional y eclesiol6gica,

donde se mostraban en juego y se prerendía establecer la verdad de lastesis fundamentales de la Reforma) la asumen en sus rasgos decisivosconfiriéndole toda su autoridad sobre las conciencias. Para los refor-

madores (de Lutero a Calvino, de Melanchton a Beza) e historiadoresreformados (de Carion aSleidan, Flacio Il ír ico o Foxe) la Iglesia seha- •

bía corrompido tra~~ pa~rís~!5=~,r_~.~a.'<:~I1:.~~<~i6~9elI12E<:ri~~inva-siones barbaras, y sólo a comienzosdel~~ xvI.~_trasla obra fallida depreci irsorescoll l il -.l'q: "-!::rL~'S;)'había det~inado laDivina Provi-

dencia Ia@ión purifI~<iora. reformadora a través de la.perso.n~ deLutcro

34. La historiografía reformada, con su carácter providencialism

~rsaJ35, asumió también, desde su peculiar perspectiva y para ex-

34. Sobre la historiografla del a Reforma véasePERGUSON,p. c i t. , pp. 75 Y ss. Yla literatura a lí mencionada.

35. El humanismo y su historiografía se habían desvinculado dela teologíade la

hisroria y de losplanteamientos universaisms y providenc:ia isras(aunque un fruto de!humanismo como ese! plaronismo ficiniano loscon~mul~dolos aS lmanera;paradigmáricos son, en estesentido. losproemios €Ficinoasu trad!l..s..c;iQne HermesTrim-:gisco y deP otÍnQ),a e ándose deconcepciones iabomo lascuatro monarqu[asy lasse s edades de! mund"'O.Ello guaroaoa reación con su perspectiva más p~a-mundana, con sus vlllculaCiOitespolíticas (los humanisrae estaban vinculados con -ehistoriaban_ estadossurgidos dela ruina de! imperio romano) y también cone!desarro-llo (ala luz del asantiguas filosofías exhumadas y también de r.atura ismo astrológicobaomedieva) de una representación cíclico-naturaista dela historia ta como encon-tramos en Maquiave!o yen un aristoté ico tan origina como Pomponazzi (r:fr.nuestrasconsderaciones a respecto en M.A. GRANADA,Cosmología, r e l i g i án y pol l t Íca en elRena-

cimÍmto, Barceona, 1988. cap. 6 C y O). Losprotagonistas dela Reforma, por e con-trario, recogen e!vie o esquemamedieva dela teologíadel ahistoria consuscomponen-res (sacraidad. universa ismo. providencia ismo e incluso lascuatro monarquías y las

se sedad~~)( ' integradn eneste esquema la .epr~scnr;;.::ó¡,r.um.ulista, erasmiana. delacorrupción-pérdida de! saber antiguo y deYardigién cristiana (para e losfruto dela ac-ciqn secular de Papa-Anticristo) y su «renacimiento> o «restauración» con la Reforma¡ene! momento c.Jnremporáneo. que asstíaya a fin y cumplimienro dela Historia. Es;sabido que LUTEROesperabal ainminencia de]uicio Fina yd fin dd mundo; en su es-crito Cont ra lashordas ladronas y asesinas de los campm'r:os (1525) decía: «creo inclusoque e diablo pres ente que seavecina e díapostrero cuando emprende ago ran inaudi-too.Sobre todaestaproblemática véaseinfta cap. 2.3.: .Cáculos cronológicos, noveda-descosmológicas y expectativas escatológicas enl aEuropa dd s glo XV I» .

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E st a' per i o di za ci ó n ¡ : r i pa r ti t a de l a h i st o r i a , con su juego de l uces ysombras , aparece ya canonizada carpo principio organizador de todo eld i sc u r so h i st o r i o g r á fi c o (una vez aGandonado el d iscurso de lascuatromonarqufas)37) en la obra del profesor alemán C hr i st op ho ru s C el la -

rius, autor de manuales de enorme difusión en la enseñanza universita_ria: de 1675 essu' Histor ia Antiqua, que llegaba hasta la época de Cons- .rantino; de 1676 su NUc! eus h ist or i ae i n t er ant iqua et novam med iae

(reelaborado en 1688 con el título de Hist or i a med ii aev i a t empor i busonst an ti ni Magni ad Const an ti nopo fim a Tur ci s capt am deduct a) y de

1696 su Histor ia Nova. Lagran fortuna de estos manuales (diez ed i ci o- , Ines en el curso de medio s ig lo ) testimonia la impos ic ión general del es- •qU'm"hi"aciog,á/i,oo,igin,do,n 01 hum,ni,moy 'n 1,R,fo,m,", Iun eSiuema ~~~c:iQ~.LkhisE()_IjoZ~~fía,fªC.iQI1¡tJis.tanQharían _. Ii .~d.": ~>,

~)¡

plicar el Curso histórico de l a I g l e si a y ele l a l el i g ió n cristiana, la tripar-t ición humanista de la Antigüedad ( pos i t i v a ) / T in ie b1a s de corrup_ci ón/Reforma por retorn~zaorJgi ll ai a; yasumiÓtal nbTéndentrodesu v is ión ~~reIigiosa y ecIeS!arTundamentalmente, el

Renacimiento de l a l et r as y de la s artes como premisa y preparaciónpm hR,fo,~, "ligio,,~6~n,ami~ntoy R,fo,m, "'~g~~

C~~ente uOldos en el ongen delanueva era histórica que disipaba la s¡¡ni~"'Y.'ler~'Uj>e"t¡¿¡6';;il1ti;,;¡q¡¡¡"ii ¡oc:;,¡c,onOl6gi _camente antenor pero subsidiario yauxiliar de l a gran r e v o l uc ión espi-r itual (que no era sino la restauración de l a pureza antigua) iniciadacon la Reforma ..

36. El mismo Lutero, tan distinto aMe anchton en su posción frente al hltma-nismo, deda en su carta a Eoban Hess (29-1II-1523) que «no ha habido jamás unagran reveación de la paabr:\ de Dios que no haya "<radapr-::dispuestapor e surgi_

miento y floraci(,n de las lenguas y delasletras, como s éstas fueran otras tantas 13au-tistas_, cir. por FERGlISON:p. cIf" p. 85.

37. flOO/NO

10 habla sometido a una critica durlsma en su M/!thodus tUI fodlI!mhisfonarom cognit ion/!m, Parls, 1572 (laprimera edición esde 1566), p. 461 Yss.

38. Sobre Celarius véaseFERGUSON, op. cit., p. 110Yss.y G. FALCO, La polemi-ca .o"Ulld/!dio/!vo,Turln, 1933, p. 89 y ss. ,

34

i

) 1

"~ o,1-

.'.~

I

I. (

La convergencia deR'e.Qacimienro y Ref()rnlá en el es tab lec im ientode laperiodizacióntriparti tacteh-hi oria, con la corlespondiente e:a-

l ua c ión en tonos pos i t ivos o negati'rl sde Josd i ñ -feS- j) el jO do ~J le a_,.EEnsar que entre amQos (el Hum~ ismo o Renacimiento y la efor-

m, ,digio,,) !'~_,",mp¡'m ntaci,d,y un,wlicJ,ád:<1~ci,1.kSin embargo, al menos por 1 ue se ref iére ; i-poúciones y corrientes ~historiográficas secular ,no esasr; tael pUnto de haberse señalado

entre ambos una tensión e IIlC uso una contraposición, con l as consi-guientes dificultades a l a hora de marcar el inicio de l a época moderna(la interpretación de la Reforma como comienzo de la modernidad es

una muestra de e l l o ) ya la hora deconcebir también l o s s i gl c s del «Re-nacimiento» (fundamentalmente XV y XV I ) como una unidad. YaLute-ro había expresado verbalmente, desde el l ado de la Reforma, la s reti-rencias ante el humanismo cuando a propósi to de Erasmo habíadeclarado: "No hay un so lo artículo de fe, por muy bien confirmadoque esté en el Evangelio del que no sepa burlarse un Erasmo, quierodecir la Razón»39. La interpretación del Humanismo (del Renacimien_

r:oliterario) como un movimiento racionalista y.Jibrepensador, en 1 0.Sustancial ajeno a la posición r e l i g i o sa c r i st i a n a y en su desarfollo natu-ral hostil a ella, la encontramos de nuevo en P i erre Bayle. Escierto queBay l e reconoce que

./

la restaurarion des langues savantes, er de la belle Litérarure, apréparé le chemin aux Réformateurs; comme l'avoient bien prévu lesMoines et leurs Partis:ms, qui ne cessoiellt de déclamer er COntreReuchlin, eeCOlltreErasme, et COlltre es aueresf léaux de la barbarie.Ainsi, pendant que les Catholiques Romains Ontsujer dedéplorer lessllitesqu'ollt elleslesétudes desBelles-Lectreses protestants on sujetd'en louer Dieu, et del'en glorifier.

- . . . • --'-"

;

Sin embarg~tl ~inió~~ 5('1l!,~el~~cimi~nto __~_EE~_rado el camino a a e~ma \ O! l<ldisQ!ución c r I ti c a p ,~ ! " j l e[eggada'.ela lrbarkEledieval-cató1ka: no por una v ir t ud r el i gi o sa intrínseca,yaqtfe «ce qu'i l y a de cer iain c'est qué la p l upa r t des Beaux-Esprits et

des savans Humanistes, qui brillérent en Italie, 10rsqUi: le s Belles-Let_

39. Recogido por L. FEBVRE, Martín LU(n"o. Un dmino. México, 1956, p. 238.

35

 

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y [ rente a e los e.'l escépt ico Bayle (ent re f ideísta y l iber ti ll .o) une en i....n desti no e i nterés común a Catol ici smo y Reforma protestante, Re- -l.f

Lacimi ento y Refo~ma,aunque coyuntura mente uni dos en l ad ~ 1 . • .x;-ci6n de l asti ri Te51as escol ásti cas, son corri entes de pensamient0--PIO='. .

-fundamente heterogéneas e i ncluso contradictorias, como la Filosofía y ~l a ReI :gl ón. De uno y otro ~urgen d05 versones di sti ntas de l a era Mo-

derna: l~fncluso en la medida en que se consdera a la

Razón C~~CcrLíía-de la modernidad -con abstracción de una eva-

luación pos t iva o negat iva, que Bayle no efectúa- , ésta tendrá su géne-

s s en e Renacimi ento. Esta pol ari zaci ón de Renacimi ento y Reforma

como expresón de la ant ítess ent re razón cr ít ica y fe re igiosa, presen-

te ya en Bayl e4!, l lega a s gl o X IX ; l a mi sma obra de Burcldiardr -que

aspi ra a trazar un cuadro uni tari o de l a «cul tura» de Renacimi ento I ta-

rrc.s cornmcncércnr a. r~naitre, aprez I~ de Comrantinople, n'a-

vorent guere de l a Religion-t". Por es~~~pone en la misma línea de Icontinuidad histórica ~Huma~mo y Filosofía moderna (Cartesanis- érno) en tanto que eerci ci o críti co de l a razón que l leva por su propi odespliegue natura alibertinismo:

a l 'arhesrne, ou au P; rhonisrne, ou a la mécréance des plus

grands Mysteres des Chrétiens [...) Chassez I'ignorance e la barbarie,

vous fates tornber les superstirions, er la sane crédulité du peuple sifructueuse a ses ccnducteurs qui abuseru apres cea de leur gan pourse plonger dans l 'o i si v ir é, er dans la débauche; mas en éclairant les

hommes sur ces desordres, vous leur inspirez l'envie d'examiner tour,

ils cp lu chen r, c t ils su br il iscn r r an r, q u' il s n c t ro uv cn r r ien qui con-tente leur misérable Rason.

40. P. BAYlE, Dictionnáir~, cir., voz «Takkidin». Unas lineas antes de últ imo rex-

ro ci tado había J eh:) Ba l e qüc ':e nesr ?J.i seulmenr aux Etudes de h Philosophie

que I 'on impute l 'Irre! igion, c'esr auss cele des Beles-lettres; car on prétend que l 'A r -hesrne ri'a commencé a se fare voir en France que sous leRegne de Fr:m<;ois I , ct qu'I ]corn rnenca de pararrc en Iraie lors que les Humanitez y refleurirenr ».

41. Hacemos abstracción de las corrientes de pen:;amienro que tratan desavar ehiaro (y savar la Reforma como pr incipio de laera moderna) medianre la eaboraciónde una «reigión raciona», corrientes que tienen su expresón más cumplida en la Ilus-t ración aemana para culmil lar en Hege.

36

l iano medi ante l a expl ici taci ón de l a forma de ser o 'acti tud espi ri tua

que la produce- da por supuesto el carácter itaiano de Renacimiento

(una de las característ icas más sobresaientes de cuadro burckardt iano

es el «asamiento» tanto diacrónico como geográf ico de la I taia rena-

cent ista) , matr iz de la modernidad por haber gestado la persona idadindividualista y mundana:

en la contextura de estos estados [...] resde [...] la más poderosarazón de ese temprano desarrol lo que hace de! i taiano un hombre

moderno. A esto se debe que é sea e! pr imogéni to de los hi jos dela Europa actua. Durante los t iempos medievaes las dos caras de laconsciencia -la que ref lea en sí e! mundo externo y la . que devueve

la imagen de la vida interior de hombre- permanecieron, como cu-biertas por un veo, soñando en estado de duermevea. Este veo esta-

ba te i do de f e, ti mi dez i nf anti l e il us ón; e mundo y l a histori aaparecían a través de é maravil losamente coloreados y e hombre se

reconocía a sí mismo sólo como raza, pueblo, partido, corporación,fami l ia u otra forma cuaquiera de lo colect ivo. Esen Iraia donde porprimera vez e viento levanta ese veo. Se despierta, así, una consde-ración objetiva de Estado, y con ela un maneo objet ivo de las cosas

de Estado y de todas las cosas de mundo en genera. Y a lado deesto, se yergue, con pleno poder, lo subjetivo: e hombre se convierteen individuo espiritua y como ta se reconoce [.. . ]-fute t ipo de hom-bre moderno, representante de lacultura de la 1~ai:Ú:leénronces, na-ció re igioso corno nació re igioso e occidenta de la Edad Media,

pero su poderoso individuaismo, en este aspecto como en las demáscosas, le hace totamente subjetivo, y toda la copia de est ímulo quesobre é eerce e descubrimiento de mundo exterior y de mur ido es-piritua le prestan también a é un carácter predominantemente pro-f ono ; en cambio, en e resto de Europa lare igión sgue sendo toda-vía, durante mucho tiempo, ago objetivamente dad042.

La contraposción entre Renacimienco y Reforma es también crite-

rio inspirador de la Storia della.1!tteratura ittdianrdefra...-¡c,;:sco'dc. Sr¡Ctis,. Para este gran representante de «Risorgime.oto~ i ta:I íano (¡m-/ f ! pu sado por una voluntad regeneracionista y crítica, profundamente

. \:;. : 42. J. BURCKHARDT , La cultura tÚl Rmacimimto a Italia; Barceona, 1971, pp.."·r /, 99y368.~

$~

j.J

~

37

 

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anteaml ..~ burckhardt ian~) e~cimlent~ ~s, ~ierta- _ /)

mente, u enó:nenol~a ta lJ>e~_dec:ract:~~, ~ -~c:.. < ' - - ' '1la descornpos mora de._lta la: rrrovmu, nto lt~~a 1 ! l. !. l!9 .. : )

ntano-que-no consgui~ :rra gar :lltre e pueDTOytorma. . asto ~o- • , ,

virruen to cte- récórnposción nacional y mora , e Renacimiento tiene

un ~arácter fundam. entame.~. t~ estét ic~O -fTtt1n~. o, i~di:idu2.1ist~ e .i rre tgios rofundament :.~l s~! !nQd.e..l . ~efo~ma. (movimiento naCIOD nna d masas dotado aeuna poderosa con la mora que transformó \Lpositi --er;:te la-vida.espiritual de l os~Ueblos europeos): _

Questo grande rnovirnenro, che pi ü tardi s mani festó in Europacomme lotta reigiosa, fu in Itaia generamcnre indi f fercnz~ reig:o-sa, morae epol i tice, con l 'aporeos dela cul tura -~del 'artc. I I suo dioe Orfeo, e i l suo ideae l 'i di ll io, sono le Stanze. L'eeganza e il decorodelc forme (;accompagnaro con l a l i cc nz a de coscurni, ce! 11110piri-to bef fardo, di cui i Frati, i prcri e la plebe>fanno le spese43•

Esta radi ca antítes s entre Renacimi ento y Reforma (con indepen-ciencia de la vaoración de cada uno), esta concepción de la cul tura y la

sociedad renacentistas como fundamentamente irreigiosas, se expresa

con toda claridad en e juicio que De Sanctis expresa sobre Savonarola

y Maqui ave o: e f ra le, un res duo anacróni co i ncapaz de ref ormar una

sociedad corrompida porque l e proponía una vía ya abandonada vl n

vía, s n embargo, que Lutero hará triunfar-en e apropiado sue o a e-

mán); e secretar io f lorenti no, l a vía adecuada para I ta i a de regenera-

ción política y mora a través de l a ci enci a pol íti ca, l o cua hace de Ma-quiave o «i l Lutero ita iano», e auténtico «Rif ormatore», a eno'a la

tónica genera de Renacimiento: «Chi era Savonarol a e chi era Ma-

chi ave l i? Savonarol a f u l ul ri rno raggi o di un passaro che tramor irava

sull'orizonre, Machiave l i fu l 'aurora precorrirrice de tempi moderni .

L'uno, l 'ul timo ti po de vecchio uomo rnedievae: l'alrro, i l pri mo ti pode!l'uomo moderno-v'.

43. F. DESANCTIS,Storia del la Let teratura i tal iana, a cura di G. Conrini, Turín19G8, p_ 419.

44. F. DE SANcrlS, .Machiavdli. Coriferenze», en Saggi cr it ici, acura di L. Rus-so, vol. Il, Bari 1957, P: 320. LacaraCterización deMaquiaveo como e Lutero iraia-

3 8

~ ,I

, I

La hi stori ograf ía aemana protestante de sgl o x~x_es,s~_~l nbargo, .

ynánlmeerÍ- p;'~entar la Reforma IU(eranª-_Lsdvi.!1~ta,¡;OllJº_doxigen 1 " " " " " -de laera moderna. Ya Hege había caracter izado en sus Vo r lesu ngen über ~ ~d i e P h il oso ph i e d a G esc hi cb tc l aReforma como "e So l que sgue a l aau-

rora de f ina de l a Edad Media [ e Renacimi ento] y todo l o i lumi na»,

abri endo «e per íodo de espír itu que se sabe l ibre, queri endo l o verda-

dero, eterno, universa en sí y por sí»45. Esta l ínea exegét ica, que como

hemos visto hunde sus raíces en lah istor iograf ía reformada de los sglos

XV I y XV I I , es l a desarrol lada por autores como Ranke (qui en, por l o

demás, no se preocupó demas ado por e! Renaci rni entol +" , como

Tre tschke y como Dil they, atento este úl timo a subrayar la continui-dad y cornplcmcnraricdad de Renacimiento y Reforma dentro de pa-

pe! fundamenta de esta úl tima en lagéness de lamoderna sociedad eu-ropea

47. De ahí la gran importancia de la obra de Ernsr Trocltsch, que

en contra de l a tradició n tcológica e hiswriogdf lca aemana, reconoce

en e Renacimi ento (en su ori entaci ón la ca y mundana; en su indivi -

dua i smo raci ona i sta) e or igen de mundo moderno y vaora la Refor-

ma luterano-cavinista (e "protestantismo viejo») como una restaura-

ción de pat rones medievaes cont rar ios a espír itu d e la modernidad:

«La base de! individuaismo moderno se hala, en El imer lugar,en e! Renacimiento [...] El protestantismo [Iuterano-cavini.sta] nopuede sgni f icar la inauguración de mundo moderno, Por e contra-

rio, a pesar de todas sus grandes nuevas ideas, se nos presenta depronto como r..enovación_..YJorra.e.cimk!li9 del idea de la cultura

eclesástica cOIllj>lIlsv;I, como reacción ple;;;·J~TI;~l~~;~;;i~1l1O 1I1("-

no aparece en Storia de l l a Lnt aa tu rr z i r ,d ia ll t l, cir. 1'. 151_Sobre rodaesta I'roblcndri-C:lvéase D. UNTIMOIU, "De Sanuis e iJRin""cimcll[o", en Cantirnori, Stor ic i r stor ia ,

cn: pp. 578-5%. Sobre Savonarola y Maquiaveo véase infra loscapírulos 3 y 4 de l aPnmera parte. •

45. cu,mpra nota 7.

:.~. Ranke, ~iC~,CANTIMORILos histon-adli,m y id historia, p. 263), «nodio nin-guna . Jn:,ypre[ac~,ón particular de Renacirnienro, no adoptó ante é una particular y

pecul iar postura: no eaboró a respecto ninguna consdcraciór: de "fi losofía de lahistoria;". La imagen que nosofrecen susobrasrecoge y s nreriza losmotivos ilusrradosy del a Reforma».

47. Vid. por eemplo W. DrLTIlEY, Hcmbr~ y mundo m lossiglos XVI y XVI!, Méxi-co, 1944.

3 9

 

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d ieva que sofoca de nuevo losgérmenes ya logrados de una culturalibre y seculan,48.

Para el teólogo ehistoriador alemán el mundo moderno se forja en '¡los siglos XVII y XVIII cuando el viejo protestantismo se renueva al incor- Iporu corrientes espirituales del Renacimiento y del siglo XVI (de la Re-

forma misma) Contra las cuales había luchado violentamente y a laslcuales había momentáneamente derrotado (individualismo, racionalis-

mo, auténtica libertad de espíritu, naturalismo); -1

El viejo proresrantismo se distinguirá rambién, claramente, deaquellas formaciones históricas que aparecen junto a él y que sólo elproresrantismo nuevo haacogido en mayor o menor grado, pero que

48. E. T OELTSCf ;! ,El protestanti smn ya mundo moderno, México, 1951 ( la pr i-rncra ,<li(i(,n Icm:lI I ;¡ c., de )90i ), pp. 25 Y50. Hay , iniciamente, una semeanza en-

rfe e" " ': omra) . n e{ectuad;¡ por Troe r sch, que no es ideológicamente contr ar ia ala re igión y a crist ianismo, y la desarr ol lada por Nietzsche en un famoso pasae de

1878, exageradamente burckhardtiano y opuesto a rumbo medieva protestante adop-cado per Wagp.er recient emente: «El ~cimient~1t :tl i ano ocui raba en sí t odas las

(LlCf7.1S post ivas que, en nuest ra civi l izaciór rnrodúna, no han l legado hasta ahora denuevo ala misma pujanza Fue laedad de oro de aque milenio, a pesar desus manc;lasy vicios. Con~U.ª-§C deyÓTUcgo la I l C 7 D rma almt-'! !La...c:.~n!()_l1no.!,rº.u;g~~<!.e

es-p-{riUSque se han quedado atrasados, que no estaban todavía hartos de la conc epción

m-edieYaICler ufl1verso,-ya qUlenes-Jos s gnos de su descomposción, e aplanamIento y:0 . enaenación extraordinar ia de la vida reigiosa, en vez de hacer los papitar de aegr iacomo conviene, les daban un sent imiento de profundo pesar . Con su fuerza y su obst i-nación septent rionaes hicieron renoceder a los hombres [ .. . ] y ret rasaron, por dos o

t res sglos, e pleno despercar y e! renado de la ciencia, así como hicieron imposble ta

vez para sempre la fusón de! espí ri tu ant igue y de moderno » (Humano, dmzasiadghumano I,n. 237). Para Nietzsche la presunta Ko;c(lmcÚlmoral. de la Reforma, tan ja-

leada per la histor iograf ía aer i.ana y por un De Sanccis, no era en reaidad sno «fuerza

y obst inación" ( .nordische Kraf t und Hasstar rigkee») , que unidas a una favorableCOIl,tclación política _·Iacon{ront;¡ción entre e Emperador y e Papa, que se srvieron

de Lut clO como arma en su disputa recí proca- impidieron que «Lurero hubiera sdo

qu<;¡nado como Huss y que la aurora dela I1usecación empezara ta vez un poco ames y

Con mis esplendor de que podemos present ir hoy" (!bid~m). La imagen bayleana deRcnacirr, ienro corno movimiento librepensador y pagano, antirreigioso yanticrist ia-

no, l iberado. de autor idades externas, l lega a su culminación con Nietzsche; quien a

prcscindir yapor compíero de todo f reno y l imitación procedente de ámbito reigioso

puede cvaLlar e Renacimiento como un movimiento emancipador radical ' :lente pos-tivo.

40

se distinguían íntimamenre del viejo protestantismo y tuvieron supropia acción histórica, asaber. la teología bionanista; histórico-filC'-lógico-fi losófic.l, el bapt i smo secranrey libre de iglesiay el esp i r i nea l i s -mo plenamente individualista y subjetivo [...] La toleranciardigiosa;yla libertad deconciencia son, sobre todo, obradel espiritualismo ylaIglesia libre, y la independencia delacomunidad religiosarespecto alestado esobra del baptismo y del calvinismo que sevaaproximando a

él. Pero la comprensión histórico-filológíca del cristianismo y desusdocumentos sedebe a la fi lologíahumanista49.

La importancia de todo este vasto trabajo de discusión historio-gráfica y metodológica efectuado por Troeltsch reside sobre todo enhacer puesto claramente de manifiesto la plural idad de corrientes enel seno de la Reforma rel igiosa del siglo XVI con sus contradiccionesinternas, aban¿onando el prisma deformante e interesado de la tradi-ción historiográfica confesionalluterano-calvinisca con su tendencia aproyectar en el viejo luteranismo y calvinismo del siglo XVI posicionessólo tardíamente asumidas y en un primer principio violentamentecom~atidas; y también en haber descubierto la dimensión rel igiosadel movimiento humanista y su presencia en las corrientes reforma-doras hoy denominadas «radicales» (anabaptistas, espiriruales,-«ntitri_nitarios), salvando con ello la escisión y polarización entre un Renací- •mi ento i rrel igioso y una Ref orma reli giosa monoJ[ tica. Estarenovación venfaa unirse a nuevas actitudes nistc"'iográ6c:as.~esas

-~~J:l.°EH. Hauser y P. Imban de laTour50_ y tras los tra-bajos de autores como L. Febvre, D. Cantimnri, R.H. Bainton51 -por

49. Ib ia '~mpp. 32 Y 92.

50. H, HAUSER, «De l 'humanisme et de la Réforme en Frances, Rruue huton'qu;LXI V (1897), pp. 258· ; )7; P. IMBARTDE u. . TOUR, Les origines tÚ la Rlfonn~, cuyoprimer volumcn apareció en Pa, ísen 1905.

51. LUC/EN FEBVIlE,Jvfar t l nL l l tao. Un destinorcu., Erasmo, la ContrarrifOnnayel (splritu m~dt'177o,Barceona, 1970; L~problem« d( l ' incroyanu au XVlmz( si~ck. Lar~ligion.d~ &belais, París, 1942. DELIO UNnMORJ, ErNici i ta l iani de] c inquecmro,Florencla,r 1939, Humani.rmo y religion~sen e]Rmacimimto, Bdrcdona, 1984. R.H.

BAlNTON: The trava i l o / Rdig ious Libmy, Filadefia, 1951; Erasmus o/ Christm";o~Nueva York, 1969; Lutao, Buenos Aires, 1955; Seruer; (1 haQ( pn'uguido, Madrid,1973.

41

 

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no ci tar sino algrnos de los más signi f icat ivos- podemos considerar __

que se trata de una P~sición_hi~",f i~a pie,nar:le~te consol ida?a e j ' ,impuesta el: la accualldad."Reí1acimiS!)so-40-movlmlento humanrsta,

con roda su multiforme v~i.edactfYfu& r:na (con sus varia~as c5~- ' r

rrienres) no son ciertamente IdéntlC0S y reciprocarnenr- reducibles , \ . ; . 1pero (;¡JTlp~~~_~~ ::on~~~El~J().ne~fc0'lcasy,:srifitu;¡lescontr;¡clicro_ 4 - t - + - ; ¡r ias:-E1CompOl lente lel lglOso yla dImenSIÓn «reformadora» son cel l -¡ . I

Ü:1Ies (más o menos presentes según los pensadores) en el humanis- (

mo; teología y rel igiosidad humanistas están presentes con mayor omenor intensidad en las diferentes orientaciones reformadar, desdeecos más o menos formales e instrumentales en Lutero y Calvino has-

ta una presencia masiva en Melanchton y en los reformadores ital ia-nos. Ante esta nueva redefinición de la relación entre Renacimiento o

Humanismo y Reforma queda en un segundo plano la disputa en(OrClOal oriGen de la modernidad, ante la evidencia que lleva a reco-nocer -como vamos a ver a continuación- en el siglo XV I I y en l a re-volución intelectual , científ ica y f i losóf ica, que en él se produce la

neta ruptura con un pasado secular y el comienzo claro de la cul turaeuropea moderna. .

52. En esta dirección se movía la hiscor iograf ía germana que, en conexión conla dimensón nacionaisra-germar .a de cí rculo de Bayreurh y su exaración de medie-

vo cr ist iano-aemán, efecruaba una violenta revisión crítica de «RenacifP.;ento »

burck1urdr iano insst iendo en la directa cont inuidad de Medievo y Renacimiento-

Reforma y en e carácrer re igioso de éste, que tendr ía en la rebe ión luterana su chl -

rninación y la superación de desviaciones «mundanas » presentes en e desarrollo ira-l i . i n r - . Se trata de una amplia cor riente hisror iogr :l f ica ( !ue t iene en HENRY THODE

(F ranz uon Assisi und d ie Anfonge da Kunst da Rmaissance in l tal im, Berlín, 1885)su primera expresón y qu: culmina con los r rabaos de Konrad Burdach y su escuea,("",aj", reaizado, - (' ,' muy impor tante tener lo prcscnrc- . en e marco de lagran cr iss

,oc.i3J y cujtur a aemana de las pr imeras décadas de nuest ro sglo (K. BURDACH, VonMit tela lt r r zur Refonnation. Forschungen zur Gf!schi.,:,tl!da deutscben Biidung. 6 vols.Berlín 1912-1939; Refonnation, Rmaissancl!, Humanismus, Berl ín, 1914) , de la cua

c r i s s eran expresón nacionaisra y conservadora. Sobre Burdach y su obra véase FER-

GUSON, op. cit., pp. 431-436 Y la nora necrológica de Cantimori: «Konrad Burdach »,

recogida en CANTIMORI, Storici f!Storia, pp. 5-n (no recogida en la t raducción cas-te lana).

4 2

T u ! ~ ce, .c ~¡-;/«~--I~1.3. ,Renacimiento»: ¿período o movimiento?

En sus orígenes el Renacimimio es n movimien~~~ue aspira, encontraposición a corrientes y actitudes coii teñlporan~, a restaurar yresucita, lo s patrones de laAr1~~~ad, considerados de v-alor p e r : m a _ncnt e. Esel caso del Humanismo litera~To-filosófito,,¡desde Petrarca; esel caso de Giotto y I3runelleschi. Como movimiento, marcado por ese

desprecio "hacia la barbar ie» del período cl~~las" y por ese afánde restailr:lrla sicrosanti,<Antrguedad », el Rm l i nimtose presenta su-cesivamente en CfiTe[cntessectores de la vi i electual, es decir, se rra-

, ta.de un fenj ! .neoo ful liWIL~n~JIlen~, ,c~~~. ' -.n n~evos.mov!-1"---,1 mlentos -como I~Reforma rel igiosa, c ~:nueva clen.cray f i losofrai des~e Bacon, Galdeo y Descartes- el RenacI.mlento contnb~ye ala for- r~

/ ' \ . I rnación de la cultura europea moderna, se IOtegra como prrmer corn- .•' 1 ¡l. ponente cronológico de la Edad Moderna. Esta es la si tuación en la_

Ihistoriografla del siglo XV I I I y de comienzos del X IX . ~ _ ;_

' Como período histór ic<L4i ferenciado el Renacimiento es un pro- lduCeo del siglo pasado. Aunque h~-b- i~-~n precedtnte más o menos ~~sefiaIado, como es el caso de Michelet, que da el nombre de «Renais-

sanee» a la Francia del siglo XV I , esJacob Burckhardt quien con su Di e

Kuftur der Renaissance in I taf ien (I860) formula por primera vn la no-ción de «Renacimiento» om-ci)U f período perfectamente definido enla historia de la cultura ( taliana»),dando la pauta para todas las consi-deraci ones posteri ores54. '

53. Lo cua no impide que agunos de sus representantes, como Leonardo Bruni,sean conscientes de sus rafees polfricas en e despertar polí tico de las ciudades iraianasdesde e ~iglo XI y en la recuperación de las -libertades civiles> en ciudades como Flo-

rencia. Cfr. su Vita di Pf!trarca: .Ricuperara dipoi la l iber ta de popol i i ra ici per lacae-

ciara deLongobardi, i quai ducenro e quar tro anni tenuro aveano I raia occupara, lecirrá di Toscana e ar te cominciarano a r iavcrs ed a dare opera agl i srudi ed aquanro

l imare i l grosso sr ile. E cos a poco a poco vennero r ipigl iando vigore, ma molro debi l-

mente e senza vero giudizio di genr ilezza ~ucuna, pi i ¡ tosto ar tendendo a dire en r ima

volgare ch~ ad arro [... ll- 'rancesco Petrarca fu il pr imo, i l quae ebbe tanta grazia d' in-

gegno <fe r iconobbc e rivocó in luce l'anrica leggiadria delo srile perduro espcnro- (L

BRUNI, iHumanistisch-philosophischl!Schrifim, herausg~geben von H. Baron, Lepzig,1928, p. 65).

5i . «Menrre pr ima di lui I 'i dea de Rinascimento aveva farro ri ferimento a la r i-

naseta dele ar rl edele Ícr tere o ala gcnerae r ipresa degl i srudi [ .. .J, dopo Burckhardt

43

 

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El cuadro burckhardtiano de la cultura renacentista ital iana y deltipo de personalidad que la produjo poseía unos caracteres tan diferen-

ciados que el período que con ellaseabría resultaba probl~mát!co f~a ~de ltalia55 y se hallaba en un contraste total con lacultura medieval que,lahabía precedido, además también de dejar oscura la re~el ~(; -nacim icnto con la cultura europea qÜe haSfa: recogi.Jo s_l!herencia. De

esta forma, enZena-~i;';i~~t~quedaba conft.gurado como una forma-

ción cultural perfectamente ddinida, una entidad con rasgos propios yexclusivos que seducía en medio de un marco histórico bastante másanodin05G • De ahí la fascinación de la obra burckhardt iana y de ahítar-ibién la cadena .de ataques y revisiones que suscitó: desde la refuta-ción confesional y reaccionaria que negaba e! valor de la modernidadpara reivindicar los "l lores de verdad y universal idad presentes en e!/llrdirv{), h~st;l h 1T1Idti[orme"rebelión c1elos medievalistas» que -par-l iendo tan to de desenf,)(!ues CUJ} u de IagUl:t~,presenles en Blll ele-

hardt= se dedicaron a tender puentes entre las dos mónadas deMedievoy Renacimiento qLlee! historiador suizo había aislado y contrapuestorecíproomente, El resultado de más de cincuenta años de actividadhisrorioaráfica en esta di rección es evidente: no sólo ha resul tado de

b

todo elle, un mejor y más amplio conocimiento de la cultura y sociedadmedievales (liberadas del lastre de «edad tenebrosa» que el humanismo

la suuazicrie s trovava rovesciara, Gli srorici s orientavano piutrosto ad incerpretare la

f lOritura letreraria e artist ica de Rinascirnento sulla base di una concezione che lo defi-

niva un ?er iocl 'J unitar io e ben preciso nela sror ia dela civi l i tá e, anzi, un per iodo ca-

r-icrerizzaro e animare da un suo spiriro peculiare», FERGUSON, o p . cit., p. 336. Con su,,habitua agud:u señaaba CANTIMORl que «dall 'opera de Burckhardt occorre prender

le mosse ne ticerrarae problema de Rinascirnento, perche da essa hanno avuto l'inizio

l 'csrensone e l 'approfondimenco de termine, nato Eraurnanist i e ar tist i e let terar i, a

concetto che abbracci, partendo da un popolo, tuera una epoca», Stor ic i estor ia ; p. 600(artículo «I l problema r inascirnentae proposto da A . S apor i », excluido de la versón

casrelana) .

55. FER'::;USON,cap. 9, «L'interpretazione -iel Rinascimento nordico».56. "El P.enacimientú de Burckhardr carece de histor ia, no vemos ni cómo nació

ni cómo se desarr ol ló lac iv il i zación de Renacimiento: se l imi ta a est ar a l í, en e cieo

inmóvil de espí ri tu, per fecto, luminoso idea de vida que a los hombres poster iores

será yamuy di fl ci l acanzar y l levar acabo, com ) e imper io de Augusto para los horr -

b res d e la Edad Med ia », CANTIMORI, "Sobre la historia de concepto de Renacimien-

to » , o p . cit., p. 266.

4 4

1~•~.'..J }~ '

3 : ,/~

) ' sus herederos habían impuesto en el curso de su batal la en favor deuna nueva cultura), sino también la evidencia de la continuidad quepor múltiples vías une ambos períodos. Así, el ~Renacimiento» se ha ../

encontrado por doquier en el "Medievo» (desde el individualismo a larestauración de la Antigüedad y el anhelo mismo de una -Reforma») ala vez que en los siglos renacentistas se descubrían constantes perma-nencias de elementos medievales". Además, la imagen misma del Re-

nacimiento como una estructura cultural unitaria vinculada a una de- •terminada configuración política ha quedado afectada hasta el puntode que la síntesis burckhardtiana no ha encontrado sustituto. Intentosrecientes de formular una nueva visión unitaria y orgánica del perlo dorenacentista -atendiendo a factores omitidos por Burckhardt y que lahistoriografía actual considera imprescindibles: desarrollo de la econo-mía, historia de la ciencia, erc.e-, como el efectuado por el historiadorJosd Macck (JLRinascimento ital iano, Roma, 1972; original checo de1965), evidencian -con sus limitaciones y simplificaciones/v- que pro-bablemente se haya l legado ya a un momento en el que una obra deesas características rebasa con creces la capacidad de una sola Fersona,

para ser obra de un equipo articulado coherente.

Pero si la definición precisa de un período renacentista, con susras-gos esenciales claramente delimitados, ha llegado a un punto de difícilsalida (resulta difícil reducir auna unidad ladiferencia entre Italil y Eu-ropa e incluso las diferencias entre distintos momentos de! desáIrollointelectual italiano, S ; , ) que se resienta e! concepto ideal y monolírico de«Renacirniento»), podemos encontrar una ayuda en intentos recientesde periodización que cubren un espectro cronológico más vasto.

En una ponencia presentada en e! X Congreso Internacional deCiencias Históricas (Roma, 1955) Delio Cantimori ..E!2.P...0níano cone! alcance dogmático, esencialista,derasviejasp~riodizaciones, sinocomo una propues~a de validez relativa, convencional, destinada fun-damentalmente a clarificar e! territorio histórico con vistas a la investi-

gación y a la enseñanza universitaria-la ~.?c¡én de «Edad Hurnanísti-I

57. Véase a respecto FERGUSON, op. cit., caps. 10y 11, e infracapítulo 1,1.51:!. Sobre esta obra de Macek véase e prólogo de E. GARlN que acompaña a la

traducción itaiana y las observaciones de C. VASOlJen su ya citada obra Umancsimo (

Rinascimeruo, pp. 301-30G.

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ca» para abarcar un vasto período comprendi do entre e s gl o XI V y la

evo ución Francesa:

Por supuesto Cantimori reconoce la pos bi li dad y neces dad de

dist inguir momentos internos en este largo desarrol lo: «Renacimiento

y Reforma; época confesona ; época de l a I lustraci ón y de las refor-

mas»G2, dist inciones posbles yen modo at :,uno únicas. Pero lo impor-

tante, a nuest ro jui cio, es qU.E.dRenacimi ento recupera e carácter i ni - •.

cia y ori gi nari o de ¡:l Ovimi enco i nte ectua (f rente a de un período

globa y cotafque comprendería todos los ámbitos dc:J.;t~cciónhuma-

-cia), un movimiento que -sempre en paaoras de Cantimo¡ 'l ': :::~-

~-~

en l i teratura, de Petrarca a Goethe: en histor ia de la Iglesa, de

Cisma de Occidente a las secularizaciones; en historia económico-so-cia, de las comunas autónomas y de mercantilismo prccapita ist r a

la Revolución industria; en historia política de emperador Carlos IV

a la Revolución Francesat".

Evi dentemente l ap ropuesta de Cantimori =rendente a i nsertar ra-

zonabl ernente l os estudi os sobre e Renacimi ento en e marco de l a his-tori a de l a moderni dad- vi ene a restaurar l a vi e a noci ón de Hi stori a

Moderna, pero con dos importantes mat izaciones: l ." ) ha abandonado

conscientemente los componentes fataistas y e apriorismo esenciaista

que l a vi ea noci ón poseía en vi rtud de l a f il osof ía (e i ncl uso teol ogía)

de la histor ia a que estaba asociada; 2.") se conci be sobre todo como J

operati va en e ámbi to de l a historia intelectuai",Se trata, señaa Cant irnor i, de un período único, es deci r, de unidad

apreciable (apar ti r de cier tos parámetros) en e seno de decurso histór i-

co, en e! cua resul ta f undamenta -en sus vari adas formas de eercerse y .mostrarse acti va= l a presenci a de! movimi ento que l e di o or igen, l a re-

novaci ón críti ca de humani smo y su programa de Renacimiento:

f loreció en e terreno de la revolución burguesa municipa de las

ciudades i taianas de centro y de norte, incluso cuando e impulso

precapitaisra se agotaba y e movimiento de las fuerzas productivas

económicas se estancaba, y que, más aún. eaboró precisamente du-

rante esta involución y criss ideas políticas (republicanismo. maquia-ve ismo y razón de estado. etc.) eficaces y vitaes en las luchas sociaes

y políticas de los sglos posteriores; aque movimiento que seha man-tenido como un paradigma en la república cosmopolita de los erudi-tos de los sglos sguientes. tanto como término de eaboración cuan-to como término de contradicción y crítica [... j, pero sempre, snembargo. como punto de partida y de co~f rontación; que gozó de

aspecto más vita y espléndido de la historia de las arres f igurat ivas yde la poesía. y de aspecto más consciente en la literatura y lafi loso Ha«humanista»; se podrá decir. repi to, que aque movimiento (con sutrasfondo político yadernás con su base económico-socia) que sueellamarse «Renacimiento» puede prestar su nombre, en caidad de sa-via y semi l la. a período en cuyo principio ses túa y que l lega hasta la

Revolución FrancesaG 3•

con rodas las posbles variaciones y contradicciones internas, an-tecedentes y supervivencias, pero período único a la postre y ,quepue-de def ini rse con e nombre de movimiento inteectua que cont inúa

a t ravés de é con diversas rami fi caciones; nombre nacido en lk bi -bliotecas y en las universdades, pero paulatinamente lleno de diver-sos y ampl ios sgni f icados. amenudo muy ae ados de los originaes, amenudo arbi trarios. pero sempre, savados los juegos de paabras,vinculados con aquela vicistud curopeav'.

En conex ión, pues, con Cant i.Inoú.nowtro~ntendemos e «Rena-L:imienro» " " un vasto m~ien~:i~n~t:lectuaJqlle renovó decis va- { "'-

elas ya tenían conciencia humanistas corno Bruni, según hemos scfia ado- y económi-

cas. Esun hecho indiscutible que iacultur~JUmanisa y renacentista seproduce trase«rena~imiento> del aeconomía ene bao medievo. Sobreestaspeculiaridades véaseW.U~LMANN, M~di~va/ Foundations o[ Renalssance Humanism, Londres, 1977 y R. Ro-MANO-A. TENENTI, Los[undammtos da mundo moderno. Edad M~dia tardla, Rrnaci-

miento, Rifonna, Madrid, 1971, cap. 1: «Lacriss¿e sgloXIV>.62. Loe.cit., p. 363.63. Ibidem, p. 353.

59.• La periodización del aépocarenacentista » enCANTIMORI, Loshistoriadoresyla historia, pp. 343-363; lacira corresponde al ap. 360.

60.• Esuna definición unilatera que sobre todo tieneen cuenta e eemento delahistoria inteectua », Ib i dem, p. 3G1 .

61. Ib i dem. Ladecisva revolución cultura que e humanismo trao consgo en edesarrollo desu programa no obsta para reconocer lasraíces«medieva es» políticas-de

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~ ..

menee la cultura europea en todos los árrlb~s (desde la l i teratura y elarte ala religión, laTItósófía y laciencia) apartir de su matriz en d movi-miento humanista, que se presenta ya con rasgos plenamente conscien-tes en Perrarca (hacia mediados del siglo XIV) y que acomienzos del siglo

xv está ya consolidado y en plena expansión en la península ital iana.Dentro de este movimiento renacent ista incluimos el complejo movi-rnien to de aspiración y desarrollo deuna reforma religiosa -es imposible

n~ reconocer este punto tras las investigaciones de Burdach, indepen-

dienrernente de sus connotaciones ideológicas y políticas- así como lasdiferentes líneas de Reforma protestante, puesto que -como señalába-mos en el capítulo anterior- múltiples son las líneas de continuidadesencial entre el impulso renacentista y el afán de reforma religiosa, in-cluso en a~uellas formulaciones dela Reforma en las que, por otra parte,el aneagonlsmo conceptual con el ideario renacenti.ta-humnni--s esmás111;11<¡.]".: <<)/l~'i-!'C(;I/~lC/I IC la r~·ro.rllla 111I(:rall:1 y cal vi rusra ( ) l :t Conrrarrc-f orma tri deri ri n . ~IdZenaClmlento» viene a ser, así, el hecho culturalfundamental e lossi l osXV XVI, cu a res e ecros se dejan sen-tir lJ1Cuso en aquellas orientaciones filosóficas de inserción marcada-mente tradicional, como el aristotelismo universitario y corno la renova-ción escolástica del siglo XVI, donde la adopción de pautas y criterioshumanistas es evidente. A partir de aquí podríamos llevar lanoción deRenacimiento hacia lasignificación de un período de la historia de Eu-ropa, como ha hecho P O. Kristeller reflejando un_a.opinión muy difun-d.ida: «Po.rRenacimiento comprendo aq~~o_~ela,.hist'bria d¿Eu-ropa OCCIdental que abarca, aproximad~eftfe;ll.e 13~0 a i s o o , sinpermitirme ninguna idea preconcebida respecto a las cacicr~í:ísticas o,méritos de ese período o deaquellos que lo precedieron o siguihon»64.

\ Sin embargo 1 : . -noción de «período» compo.!:SlJªJef~ITQ~iª,;t!Q=--dos los niveles de la histo..riL(mQin.dll.siº,!~d)()-'~:l!1to, ~e la economía

64, P,O. KRlSTELLER. 1.;/pm~amimto renacentista y SI IS luent~s, México, 1982, p.

33. Krisreler, autor por lo demás nada sospechoso de entusasmos filo-renacenrisms,señaa que las dificultades para una caracterización unitaria y esencia de! Renacimien-

to se encuentran también en otros períodos: «Inssto en que e l lamado período rena-

centista tiene una. ~sonomí~ propia: y que la incapacidad deos hiscor!adures para en-con erar una definición sencilla y sarisfacroria dedicho período no nos autoriza a dudar

de su existencia; de otra manera, y sguiendo lamisma linea de su pensamiento, tendrí-

amos que dudar de la existencia de laEdad Media y de! sglo XV I I • • Ib i dem, p. 34.

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y de la política) y aunque la perspectiva última de la historiografía sea-como vere~s~más adelante-la aspiración, como «idea regulativa», a

la histor ia total, nos parece más apropiado partir, de entrada. de la se-ñalada concepción del Renacimiento como un movimiento intelec-

I~~al pun"c()de.Q.artida de la edad humanística o moderná delaculrura

europea.Lo que sí nos reé~ecto es l a del imi taci ón cronol ógi ca f inal

establecida por istel let , en <:Q!n~a práct icamente universal ~onlos estudiosos e investi~es: 1600, es-decir, el comienzo' del SIgloXVífeSeI l ími te f inal de la cUÍmra renacentista, a parti r del cual co-mienza una cultura nueva, cultura que, por supuesto, conserva ele-mentos decisivos de la revolución renacentista-humanista y que seconstruye a partir de las innovaciones efectuadas en el Renacimiento;pero cultura también ron innovaciones decisivas y que seconstituye en'polémica y ruptura con componentes fundamentales de la mentalidadhumanista-renacentista y reformada. Los descubrimientos técnicos, el /uso de las lenguas nacionales en todos los ámbitos de la cultura y sobretodo el desarrol lo de la nueva ciencia y la nueva filosofía, con plena ,conciencia de su carácter radicalmente innovador, marcan una honda n + e-

cesura con respecto a todo el pasado anterior e indican claramente laVe')

superioridad del siglo contemporáneo con respecto a la Antigüedad. G \ ' "El mito renacentista de la Antigüedad como estadio supremo del co-nocimiento que sólo podía ser igualado o imitado y como necesariomodelo y punto de referencia, queda definitivamente aniqui lado y

consecuentemente apare(;en señalados con claridad los límites del ~

Renacimiento e incluso ocasionalmente de la Reforma. Este es el resul-tado de la famosa «Querel le des anciens et des rnodernes»: este es elsent ido de la nueva vi - ,n e aHiStO\ia conexa a laelaboración polé-

mica de la noción e «progreso-'v, y 9a esta d!.re,~~iónse mueven tam- ('bién losdos máxi 010 ,~ u~ saber y de l a i ndependenci a //~inreJeCtlia1ctt-ms lIloder cancl er Il1gtes, en ~

65. Sobre estos puntos véase R . r : JON ,Ancimts and Madr rns. A Study 01th«

~is~ 01Scientific Mourment in S~vm~~mth-Cmtury England; Berkeey-Los Angees,

I 196 1;P. ROSSI, «Sulle origini del 'idea di progresso., en Ross: lmmagini del la scienza;Roma, 1977, pp. 15-69. La misma reevauación de los conceptos de «antiguo» y «rno-derno» es una indicación clara de larevolución inteectua operada en e! sglo XV I I fren-

te a los patrones 'renacentistas.

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su ~Iega(()en f:.lVorde la reForma del saber proyecta y desarrolla una re-VI ',i61J¡iS!(Jriugr:íli ca (una historia fitterarum) en laque no x ó l o sereite-

ran los juicios radic?lmeme negativos centra el Medioevo, sino que;¡t!CIIJ:ísse muestran loslímites y obstáculos al saber presentes en la An-tigüedad, en el r,umar;¡ismo yen el celo religioso de la Reforma6G • Por

lo que se refiere a Descartes, sabido es que en él no hallamos e! interésbaconiano por la historia como «instrumento de persuasión» y conuer-sio mentís bona; el filósofo francés cree que laverdad eshija de la razón

y del método y que precisamente por el lo la historia intelectual de la

humanidad es una historia de errores, desvarío y confusiónG7 •

Por todoello el cartesianismo, en medida aún mayor que el baconismo, introdu-ce en la fi losofía y en la conciencia de los fi lósofos el conv~ncimientode haber iniciado una elapa. nueva en la investigación de la verdad,convencimiento que para nosotros resulta tanto m'~stransparente si te-nemos en cuenta la transformación de las ideas científicas (la llamada«evolución cientlfica») que estos filósofos (porque losprotagonistas deesta revolución cientl flca, y esto es importante, se consideraban a símismos f i lósofos) estaban llevando acabo. _-------..,.

En todo caso, el Renacimiento termina a comienzos &Lsiglo XV I I .

Ha transformado radicalmente la cultura europea; la nueva cultura de !

la Europa moderna se construye sobre su trabajo y rambiénencontra (

derepresemaciones cenrrales su~'~artlempo q~e1o~servando como- 1)1('11(",\" iI1S[rUIlICIl(O.\reciosos otros componenres del legado huma-

nista o renacemista. Pero el siglo XV I I esyaotra cosa y no sólo en el te- "freno de la filosofía y de la ciencia (Bacon, Descartes; Kepler, Galileo,erc.), sino en el terreno de: arte (Carav;;,ggio ya no es Rafael: Borrominio Bernini ya no son Miguel Angel) y de lal i teratura (Góngora y Gra-cián ya no son Fray Luis de L eón o Cervantes). ,

A pesar de todo este esuerzo declarificación quizá siga~iendo muydifícil definir satisfactoriamente el Renacimienro y su relación con losmamemos históricos amerior y posterior. Pero este esfUerzo de clarifi-

66, Véase P, Rossr, F ranusco Éacon~. DaI f a mag ia a lf a sc imza , Torino, 1974,cap, II (hay traducción espafiola: F r an ci s B ac on : D ~ f a magi a a l a c ienc ia , Madrid,

1990), Sobre Bacon véase además infra cap. 4 del a segunda parte.67. I1ustrat iva a este respecto es la carra-prefacio de DESCARTES a la traducción

francesa de los Pn·ncipia Phifqsophia~. Sobre Descarres y e proceso de revclucién cos-

mológica que se inicia con Copérnico véase e capitulo segundo dela segunda parte.

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c.ición nos ha evidenciado cuanto menos que "el problema del Renaci-miento» no es distinto del de las señas de identidad del hombre euro-peo moderno y qú e Josdebates (con su.st?nos afirmativos y ne.gativosde uno u otro signo) en torno al Renacimiento son los debates Ideoló-gicos y culturales que sehan ido sucediendo a lo largo de la historia .dela filosofía y de la cultura de los últimos siglos, debates tanto más VIO-lentos cuanto más violenta era la batalla ideológico-cultural de! mo-mento. Para verlo no es necesario quizá más que mirar al período com-

prendido entre la guerra franco-prusiana de 1870 y la ocupaci?~ de!poder por el nacionalsocialismo, qu ~ponía punto final ~ una cnsis te-rrible y a todo un mundo con un holocausto apocalíptico. Que antenuestra conciencia emerjan todas las implicaciones y vinculaciones de!problema del Renacimiento, yen general del problema del aperiodiza-ción, puede no comportar lasolución del mismo, pero no cabe duda deque la explicitación enriquece e! caupo de nuestra conciencia con lakátharsis connatural al desvelamiento. No es poca ganancia en todoslos órdenes de la vida hacer real idad el dictum programático de Sig-mund Freud: "Wo Eswar, soll I c hwe rd en»68 .

.68. S. FREUD, Nuevas conftrmcias tÚ tntroduccián al psicoanálisis, lección 3 1: -La

descomposción de lapersonaidad psíquica»: «Donde era Ello, debo llegar aser Yo».

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