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UNIVERSIDAD DE MEXICO 11 MEMORIA DE LAS MAYORES ESCRIBIR TRAICIONES nos sacramentos y a dar gracías a Dios, y perdí la vista del ojo derecho, que era el que más me servía. Por tiempo de nueve meses siempre me corrompía a la hora que me dió el mal; y después, gracias al Señor, he quedado bueno de salud, pero sin mi ojo derecho. Aquí es menester de- c1aranne un poco. La primera fantasma tengo por cierto lo hizo mi maldita suegra por darme la muerte, por cumplir su bur- dd y aumentar su in fiemo; pero la se- gunda tengo por cierto fué aquel mi mal capitán, que lo que ha estudiado en Sa- lamanca todo lo emplea en maldades. Es- to lo digo porque tenía la casa junto a la propia donde yo me casé, y ya noches antes me había hablado para saber mi pensamiento si yo informaba al virrey. Pero yo no le informé, y el demonio, como mi enemigo, le engañó para que me diese la muerte, y Dios me defendió. Y segui- do este efecto, luego tomó casa a otra parte, lejos. Y un día, en Santiago, des- pués de la prédíca, oyendo yo misa debajo el púlpito, oí y vi que me mostró a otro que debía de ser otro tal maestro como él y le dijo: "Veislo aquí." Y el otro me miró y dijo: "N o puede ser, o ¿ por qué modo?" Y luego hablaron más bajo, que yo no los pude entender, y cierto que es- tuve para dar voces y decír: Oh los herejes, que están delante de Dios y tra- tan herejías!"; pero por no escandalizar la iglesia, callé. Otra vez, el mal hombre de mi suegro me dijo: "Bien le quiere mal el capitán"; y yo le respondí: "Por ser otro tal como vos." Pero Dios es muy justo, que promete tomar la venganza y lo hace, y aun lo hace en este mundo. Y creo este mal hombre, por estas malda- des y otras tales le han de quemar, pues siempre es obstinado y se fía de demo- nios, y cierto es mala bestia. Que Dios se apiade dél, pues le compró con su sagrada sangre; pero ¿ de quién se quejará, pues es suya la culpa? 8. Tornando a mis suegros, digo que, viéndome afligido de lágrimas en algunas oraciones, una mañana salí muy desconso- lado y me fuí a la guardia, y quedó mi mujer llorando por verme ir ansí descon- solado. Y cuando volví me dijo que su madre entró bailando y cantando en mi cámara, y la riñó porque lloraba. Y mi desconsuelo era tanto por verme perdido el mejor ojo, que creo Dios me tenía las manos a que no me vengase. 9. Estando un día Il1UY afligido a la mesa por verme sin dineros ni remedio para mudar casa, mí suegra, creyendo yo no lo veía, hacía señas a su hija Maríana y se hacía burla de mí. Yo reventaba en ver que si ponía las manos mi mujer Cjue- daba perdida. 10. Un domingo, viní('\1do de misa mi mujer y yo, vimos que ellos salían a oilla; y como nos vió, hizo subir a su híja Ma- riana arriba. Y cuando estuvo arriba, me dijo en presencia de mi mujer: "Señor Pasamonte, vuestra merced, por amor de Dios, se vaya de esta casa, porque mi ma- dre le entosiga en la comida y en la be- bida." 11. Que una fiesta, viniendo yo de con- fesar y comulgar, hallé gran quistión en casa, y habiéndoles yo paz, pués de comer pregunte a su hl.J.a na por qué había sido, y d!Jo el había hallado un papel de VIdriO" moltdo, que por eso reñían. Y ya pregunté si su QUE PUEDAN SE lo puedo remediar, por no dejarte perdi- da." En estos trabajos llegué hasta los 6 u 8 de noviembre, que a media noche o algo mús vino sobre una fantasma en forma de húbito de clérigo (que lo mira- ha yo en visión, estando durmiendo); y antes que llegase a mí, no sé quién me daba golpes en el lado y me decía en la- tín: "Die : Conjuro te per individuan! Tri1'1itatem ut vadas ad profundum infer- ni", y yo lo decía con la propia prisa que me era advertido, y durmiendo. Y vi có- mo aquella fantasma desapareció, pero no vi la persona que me advertía, y tengo por fe en mí sea el ángel de la guardia. Y lo que me maravilla, que no desperté; an- tes luego una forma como gato me mordió del lado derecho y con grandes uñas me quería asir por la tripa. Allí sentí hablar personas, pero no conocí a nadie. Oí uno que dijo: "No, no", y asió de las manos del gato y lo tenía y me dijo a mí que no temiese (que ya me desmayaba): "Y áselo por la garganta." Yo me tomé ánimo y así de la garganta del gato, y apreté tanto que me soltó. Yo no vi la persona que me dijo que no temiese. J úz- guelo Dios, que creo fué buena, pues no perecí. Entonces me desperté, llamando el nombre de Jesús y haciéndome cruces en el corazón, y dije algunas oraciones. En esto a mi suegra, que tenía la cámara más afuera, que decía: Ay, ay!", como espantada, y despertó a su marido y le hablaba bajo, no sé lo qué. Yo desperté a mi mujer, y mis ojos hechos dos fuen- tes, le dije rogase y diese gracias a Dios como no era muerto, porque si de Dios no hubiera sido defendido, me hubiera hallado muerto en la cama. Y luego me vi corrompido y hasta el día fuí no cuántas veces del cuerpo, como si hubiera tomado purga violenta. Acudí a los divi- 1. A los 12 de septiembre 1599 saqué mi mujer del monasterio de Santo Eligio, ya tres o cuatro días fuí a tomar el há- bíto del Carmen con mi mujer, y cuando volvimos hallamos los colchones de la ca- ma mojados, dando ocasión con ello a par- tir el matrimonio y mi paga, por mea ca- mas. 2. A los 21 del dicho mes, estando es perando el confesor a la puerta de la sa, cristía del monasterio de Santo Spiritus con mí mujer, por ser día de San Mateo, para reconciliar y comulgar, llegaron a dos amigos y me dijeron qué hacía allí, por qué no defendía mi honra, pues la madre de mi mujer y el padrastro es- taban en casa de un notario preguntando cómo harían para parti r mi casamiento y mi paga, porque yo era impotente; ya 3. Que me comía la paga fuera de casa y no les daba la despensa necesaria. Yo respondí al capitán Aleda, que me lo di- jo: "Señor, son mala gente; vuestra mer- ced lo pregunte a mi mujer, porque yo, como tomo la paga, les doy seis ducados al mes, quedo a pagar la mítad del alqui- ler de la casa." Y preguntada mi mujer, se halló ser mentira lo que habían dicho ellos. 4. A una hijuela suya pequeña le ha- cían decir a mi mujer que me había visto comer a la taberna muy bien, para que mi mujer no me tuviese amor; y a mí pro- pio me lo dijo, inducida de la madre pro- pia, no siendo verdad. S. Que yo tenía parte con la mujer de un hombre honrado, con falsedad, para inducir a mi mujer que me quisiese mal. discordando con lo que primero habían di- cho, que yo era impotente. 6. Que yo informaba en Santo Eligio de algunas niñerías que mi, mujer dicho en casa, para que a mI me qUIsIese mal mi mujer, siendo mentira. 7. Veía me yo tan aburrido que no sa- bía qué hacerme, porque ,conocía que me entosigaban. y yo le decta muchas veces a mi mujer: "Luisa, yo muero por tí y no propio me lo dijo el mal hombre, siendo mentira.

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UNIVERSIDAD DE MEXICO 11

MEMORIA DE LAS MAYORES

ESCRIBIR

TRAICIONES

nos sacramentos y a dar gracías a Dios, yperdí la vista del ojo derecho, que era elque más me servía. Por tiempo de nuevemeses siempre me corrompía a la horaque me dió el mal; y después, gracias alSeñor, he quedado bueno de salud, perosin mi ojo derecho. Aquí es menester de­c1aranne un poco. La primera fantasmatengo por cierto lo hizo mi maldita suegrapor darme la muerte, por cumplir su bur­dd y aumentar su in fiemo; pero la se­gunda tengo por cierto fué aquel mi malcapitán, que lo que ha estudiado en Sa­lamanca todo lo emplea en maldades. Es­to lo digo porque tenía la casa junto a lapropia donde yo me casé, y ya nochesantes me había hablado para saber mipensamiento si yo informaba al virrey.Pero yo no le in formé, y el demonio, comomi enemigo, le engañó para que me diesela muerte, y Dios me defendió. Y segui­do este efecto, luego tomó casa a otraparte, lejos. Y un día, en Santiago, des­pués de la prédíca, oyendo yo misa debajoel púlpito, oí y vi que me mostró a otroque debía de ser otro tal maestro como ély le dijo: "Veislo aquí." Y el otro memiró y dijo: "No puede ser, o ¿por quémodo?" Y luego hablaron más bajo, queyo no los pude entender, y cierto que es­tuve para dar voces y decír: "¡ Oh losherejes, que están delante de Dios y tra­tan herejías!"; pero por no escandalizarla iglesia, callé. Otra vez, el mal hombrede mi suegro me dijo: "Bien le quieremal el capitán"; y yo le respondí: "Porser otro tal como vos." Pero Dios es muyjusto, que promete tomar la venganza ylo hace, y aun lo hace en este mundo. Ycreo este mal hombre, por estas malda­des y otras tales le han de quemar, puessiempre es obstinado y se fía de demo­nios, y cierto es mala bestia. Que Dios seapiade dél, pues le compró con su sagradasangre; pero ¿ de quién se quejará, pueses suya la culpa?

8. Tornando a mis suegros, digo que,viéndome afligido de lágrimas en algunasoraciones, una mañana salí muy desconso­lado y me fuí a la guardia, y quedó mimujer llorando por verme ir ansí descon­solado. Y cuando volví me dijo que sumadre entró bailando y cantando en micámara, y la riñó porque lloraba. Y midesconsuelo era tanto por verme perdidoel mejor ojo, que creo Dios me tenía lasmanos a que no me vengase.

9. Estando un día Il1UY afligido a lamesa por verme sin dineros ni remediopara mudar casa, mí suegra, creyendo yono lo veía, hacía señas a su hija Maríanay se hacía burla de mí. Yo reventaba enver que si ponía las manos mi mujer Cjue­daba perdida.

10. Un domingo, viní('\1do de misa mimujer y yo, vimos que ellos salían a oilla;y como nos vió, hizo subir a su híja Ma­riana arriba. Y cuando estuvo arriba, medijo en presencia de mi mujer: "SeñorPasamonte, vuestra merced, por amor deDios, se vaya de esta casa, porque mi ma­dre le entosiga en la comida y en la be­bida."

11. Que una fiesta, viniendo yo de con­fesar y comulgar, hallé gran quistión encasa, y habiéndoles yo ~uesto el~. paz, d~s­pués de comer pregunte a su hl.J.a Marl~­

na por qué había sido, y m~ d!Jo qu~ elhabía hallado un papel de VIdriO" moltdo,que por eso reñían. Y ya pregunté si su

QUE

PUEDANSE

lo puedo remediar, por no dejarte perdi­da." En estos trabajos llegué hasta los6 u 8 de noviembre, que a media noche oalgo mús vino sobre mí una fantasma enforma de húbito de clérigo (que lo mira­ha yo en visión, estando durmiendo); yantes que llegase a mí, no sé quién medaba golpes en el lado y me decía en la­tín: "Die : Conjuro te per individuan!Tri1'1itatem ut vadas ad profundum infer­ni", y yo lo decía con la propia prisa queme era advertido, y durmiendo. Y vi có­mo aquella fantasma desapareció, perono vi la persona que me advertía, y tengopor fe en mí sea el ángel de la guardia. Ylo que me maravilla, que no desperté; an­tes luego una forma como gato me mordiódel lado derecho y con grandes uñas mequería asir por la tripa. Allí sentí hablarpersonas, pero no conocí a nadie. Oí unoque dijo: "No, no", y asió de las manosdel gato y lo tenía y me dijo a mí queno temiese (que ya me desmayaba): "Yáselo tú por la garganta." Yo me toméánimo y así de la garganta del gato, yapreté tanto que me soltó. Yo no vi lapersona que me dijo que no temiese. J úz­guelo Dios, que creo fué buena, pues noperecí. Entonces me desperté, llamando elnombre de Jesús y haciéndome cruces enel corazón, y dije algunas oraciones. Enesto oí a mi suegra, que tenía la cámaramás afuera, que decía: "¡ Ay, ay!", comoespantada, y despertó a su marido y lehablaba bajo, no sé lo qué. Yo despertéa mi mujer, y mis ojos hechos dos fuen­tes, le dije rogase y diese gracias a Dioscomo no era muerto, porque si de Diosno hubiera sido defendido, me hubierahallado muerto en la cama. Y luego mevi corrompido y hasta el día fuí no sécuántas veces del cuerpo, como si hubieratomado purga violenta. Acudí a los divi-

1. A los 12 de septiembre 1599 saquémi mujer del monasterio de Santo Eligio,y a tres o cuatro días fuí a tomar el há­bíto del Carmen con mi mujer, y cuandovolvimos hallamos los colchones de la ca­ma mojados, dando ocasión con ello a par­tir el matrimonio y mi paga, por mea ca­mas.

2. A los 21 del dicho mes, estando esperando el confesor a la puerta de la sa,cristía del monasterio de Santo Spirituscon mí mujer, por ser día de San Mateo,para reconciliar y comulgar, llegaron amí dos amigos y me dijeron qué hacíaallí, por qué no defendía mi honra, puesla madre de mi mujer y el padrastro es­taban en casa de un notario preguntandocómo harían para parti r mi casamiento ymi paga, porque yo era impotente; ya mí

3. Que me comía la paga fuera de casay no les daba la despensa necesaria. Yorespondí al capitán Aleda, que me lo di­jo: "Señor, son mala gente; vuestra mer­ced lo pregunte a mi mujer, porque yo,como tomo la paga, les doy seis ducadosal mes, quedo a pagar la mítad del alqui­ler de la casa." Y preguntada mi mujer,se halló ser mentira lo que habían dichoellos.

4. A una hijuela suya pequeña le ha­cían decir a mi mujer que me había vistocomer a la taberna muy bien, para que mimujer no me tuviese amor; y a mí pro­pio me lo dijo, inducida de la madre pro­pia, no siendo verdad.

S. Que yo tenía parte con la mujer deun hombre honrado, con falsedad, parainducir a mi mujer que me quisiese mal.discordando con lo que primero habían di­cho, que yo era impotente.

6. Que yo in formaba en Santo Eligiode algunas niñerías que mi, mujer ~~bíadicho en casa, para que a mI me qUIsIesemal mi mujer, siendo mentira.

7. Veíame yo tan aburrido que no sa­bía qué hacerme, porque ,conocía que meentosigaban. y yo le decta muchas vecesa mi mujer: "Luisa, yo muero por tí y no

propio me lo dijo el mal hombre, siendomentira.

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madre tenía sulimán en casa, y me dijoque tenía una garrafa dentro en el arca.

12. Que viéndome yo muy angustiadoy con solas tres horas de sueño, y en elpoco sueño perseguido de preguntas, des­pertándome una vez oí que mi suegracontaba a su marido 10 que yo había res­pondido durmiendo, y era que el dineroque me quedase de la paga 10 quería dara guardar fuera, viendo la poca lealtadsuya.

13. Oue habiendo sido hurtado e! díade mi boda un anillo de oro que traía mimujer emprestado, dijo su hija Marianaque su madre había hecho hacer el ceda­zo y después pareció el anillo porque mimujer hizo decir una misa a Sancto An­tonio y se supo 10 tenía su madre.

14. Que estando yo una noche rezandoal candil unas oraciones v letanías deNuestra Señora en su apo~ento, estandoella en la cama con una hijuela suya pe­queña, vi que soplaba a la niña dentro dela oreja y no sé qué palabras decía de se­creto.

15. Que un día la nma se quejó a supadre, diciendo: "Señor, no sé qué mecamina por e! pecho y por e! lado, que mehace ma1." Y e! padre se alteró y dijo:"¿ Qué será, hija?" Respondió la madrede la cocina riñéndola y dijo que no eraninguna cosa.

16. Que estando el padre, después decena, tratando de un cierto casamientoque le salía a la niña, la madre respondióy dijo: "Dime el nombre y la casa, queantes de mañana te sabré decir 10 que es."

17. Que estando mi mujer afligida porverme malo, le dijo: "Hija mía, maridossiempre se hallan; mas madre y hermanasno se hallan", y su voluntad en tener bur­del cumplido con las dos hijas; y por seryo hombre honrado y de honra, no mepodía ver.

18. Que otra vez le dijo a mi mujer:"Déjalo morir este bellacón, que yo tebuscaré un capitán que te tendrá por ami­ga; no tengas pena." Y esto 10 sabía Pie­tro Antonio de Sayas, y otras cosas, pordicho de mi muj er.

19. Que otra vez, riñiendo con su ma­rido y habiéndoles yo puesto en paz (yél siempre se cubría de mí a la sombradel asador), saliéndose él fuera, le dijo:"No te curar, que yo te haré morir seco,sin que te puedas ayudar."

20. Que viéndome en tanta angustia,me abandoné por muerto, no pudiéndoloremediar, por no perder a mi mujer, yella con la otra su hija detrás del pabellónse hacían burla de mí; pero Dios la hizodellas, pues no morí.

21. Que viniéndome a ver un letradoamigo mío que sabía mis trabaj os y es­taba a la guardia, ella, con mil embustesde palabras, no quería que subiese. Y ha­ciéndole yo subi r, él se me allegó a la camay me protestó lo mejor que pudo en queyo me esforzase y luego buscase casa vsaliese de allí, a pena de condenarme. Yó,otro día, 10 mejor que pude me llevan téy busqué casa; y queriéndome yo salir,marido y mujer me 10 impidieron, dicien­do que mi mujer estaba virgen. j Mirencuán ciertos estaban en sus bellaquerías!y yo me fuí a Pedro Antonio de Sayas,doctor de leyes y maestro de Santo Eli-

gio (que había tomado a mi mujer en lu­gar de hija) y le di parte y él me hizollevar mi mujer allá y se informó dellamuchas cosas que aquí están escritas, y asímudamos casa a su pesar. Y 10 que pa­dezco 10 sabe mi Dios; pero siempre medefendió y defenderá de malas ánimas.

22. Si les preguntan qué motivo hantenido a tanta maldad, a esto respondo yoque me casé [con] su hija sólo informadode su virtud del presidente Vicencio deFranchis; y de cierto y cincuenta ducadosque le dieron de limosna para hacer t1l1a

cama y vestirse habiéndolos yo fiado, sequedaron con más de la mitad, y mas dán_dole yo seis ducados para la comida y pa­galles la mitad del alquiler de la casa. Estees el motivo que yo les he dado, y el serdefensor de la honra de Dios y mías y demi mujer, a su pesar.

23. y más a la despedida me deshon­raron a mi mujer con un falso testimonio,diciendo hacía el amor por la ventana, quepor esto se iba de su casa, 10 que ellostenían de costumbre; y más que callo poragora (porque 10 yo he visto), hasta quesus desvergüenzas me den ocasión a es­cribirlo; y ya es tiempo.

24. Que me dijo mi mujer que él dijoa ella: "Hija, di tú que no 10 quieres, queyo te casaré con un capitán amigo mío yle cerraremos la puerta"; como si el ma­trimonio que yo había hecho solemne enSanto Eligio no fuera matrimonio, y se­ría el capitán el que deseaba la madre.

25. Que el primer hijo que tuve dije­ron que no era mi hijo y que yo habíahecho empreñar a mi mujer por encubrirel impotente. Y e! niño fué muerto demalas ánimas, gracias a Nuestro Señor, yotro que tengo de dos años han dicho tarn­bién que yo había hecho emprei:ar a mimujer de otra persona. Y esto dijo el ma­rido de la mala a Juan Nieto de Figue­roa, y en la Semana Santa, y su mala mu~

jer, en Santiago, señoras de Castil Nuo­va le oyeron decir 10 mesmo; y agora queestá mi mujer preñada; no sé de quién di­rán.

26. Yo confieso en juramento como es­te mal hombre. estando en Túnez cincomil y más soldados de guarnición (y sellama Martín Trigueros) y el capitán D.Diego de Osario, que era su capitán, secasó allí solemnemente, y este mal hombre

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se casó allí también con Ana de Rojas.y Ana de Rojas es viva y dicen está enPuerto de Hércules, y él ha doce y másaños que está casado con esta segundamujer, viviendo la primera, y dice por suboca que cierto obispo le dispensó. Mirencómo puede ser.

27. Que la hija Mariana que tienen encasa han hecho muchos burdeles con ellaporque estando en los gardones en cas~de Isabel Palmier, habían hecho conciertopor no sé qué suma de dineros, y fué ungran ruido en aquel barrio, porque losgalanes sin el dinero quisieron hacer elhecho.

28. Que su hija Mariana anduvo algu­nos días de venta en venta perdida y sequiso recoger en mi casa y mi mujer 110

osó por temor mío, y la recogió una ve­cina mía que se llama Ana Sabia y sumarido Bartolomé, allí en e! monte, eil lascasas de Figueroa, donde contó que suspadres se 10 hacían hacer y no se 10 guar­daban, y que todo se 10 comían, y que noosaba volver a casa, porque la alcahuetano había vuelto antes de! día. Y andán­dala ellos buscando, la hallaron allí y sela llevaron a su casa.

29. Que fueron a pedir al conde deLemas, que esté en gloria, diciendo queD. Juan de Figueroa le había quitado elvirgo a su hija, que su excelencia man­dase se casase con ella. Y el virrey, in­formado de la verdad, los quiso castigar.y por ruegos 10 dejó de hacer por serespañoles. Y esto 10 sabe el secretarioLezcano.

30. Que tentaron casamiento con dichaMariana con un griego que tenía seis es­cudos muertos, y había no sé qué días qL:eel griego dormía en casa en la calle de lasCampanas, y hechas las tres amonestacio­nes en Sancta Ana, estando que queríancomer, subió un enamorado por la esca­lera y abrazó y besó la esposa y se sentóen una silla, y estando un poco, se fue.Después de ido, preguntó el griego a J;-¡madre si le era hermano o pariente. Elbdijo que no, y el griego, alborotado, Sé'

salió de casa e hizo romper los capítulos,que los tenía un notario, cerca de pala­cio, que se llama Juan Dominico.

31. Después de deshecho el casamien tooparió la señora desposada, y habiendoellos echado fama que estaba preñada deD. Juan de Figueroa, parió una hija deun doctor de Leyes, y le llevaban la se­liara en su casa muchas veces v dormíacon él, y la volvían secretament~ en os:!ce sus padres; y esto se sabe cierto V Sé'

puede probar. -

32. Que este letrado procedió como C:l­

ballero y casó la moza honradamente.prometiendo favorecer al marido, comocreo lo hiciera. Pero hicieron un error.que fue casalla por vi rgen; dicen quelos paños de la sangre, por ponellos en­tre las piernas, se hallaron a la mañanaen la cabecera de la cama, por habér­se1es olvidado. Pero la tramera de la ma­dre ganó de tretas, que fue da r voces ydecir que el yerno era bujarrón y que ha­bía intentado el pecado nefando con snhija, y la hija confirmólo como hija detal madre. De manera que tocio el barrio10 sintió y acudió a las voces.

33. Que por hacer su maldad verdade­ra, dió memorial al señor conde de Le­mas. acnsando al yerno por bujarrón, y el

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letrado a quien fué remitido el memorialno le quiso dar audiencia como a personatal. Dieron orden al capuano, su yerno,se llevase su mujer a Capua, y la llevó.y siendo llamado de Nápoles el doctorque en ella había habido la hija, a no séqué negocios de Roma, no pudo asistira los acuerdos; y en este medio la buenade la madre le hizo en creyente al mozopor cartas que le tenía buscado un cargomuy bueno, que viniese con su mujer aNápoles. El se lo creyó y vino, y estabaen su casa con ellos.

34. El demonio, que gusta de embustesy de engaños a todos los que dél confíany creen, debió de ordenar que el mozo vi­niese a saber todas sus bellaquerías y loque conmigo habían hecho, y se halló bur­lado y sin oficio, aunque yo siempre losalargué de mi casa como el fuego, ame­nazando a mi mujer la echaría por laventana si yo sabía que entraban en micasa. Dijo la niña pequeña que estaba conellos, que la moza se puso a la ventana yel marido le dijo que se quitase de allí:y replicando ella, el demonio encendió elfuego, y que metíó mano a la espada yle dió no sé qué hrídas y la dejó pormuerta, y diciendo Requiescat in pace sehuyó, y los padres no estaban en casa,que de esta calle de las Campanas habíanido a mirar a otro barrio otra casa a dose querían mudar.

35. Cuanto habían ganado y embustido,todo se acabó con las heridas y gasto, yfué Dios servido no haya muerto por da­lles lugar a enmienda; pero sicut erat. Vi­nieron los padres de fuera y hallaron elbuen recaudo; comenzaron a dar vocesque el traidor, por no habelle querido dartodo el dote, por eso la había muerto; ha­bía en la calle dos mil ánimas y la callellena. Sanó la señora con discurso detiempo, pero quedó manca de una pierna,y tan galana y más que primero. Supo conuna silleta visitar jueces y letrados, yprendieron al marido, y dicen lo han echa­do por seis u ocho años en galeras; y sila matara, no hubiera sido nada y cesa­ban muchos males.

36. Cuando yo estaba en su casa, la hi­ja Mariana y la madre estaban hablandoen la cocina, y la hija dio una voz dicien­do: "Madre, dejémoslo estar a éste, queno haremos nada con él."

37. Que dijo el mal hombre en un co­rrillo (y hay testigos) que yo había so­bornado con dineros al confesor (que er;lel maestro de novicios de Sancto Spiritusy agora es prior de Santo Domingo deSoma) para que indujiese a mi mujer yno dijese que yo era impotente.

38. Que diciendo Juan Nieto de Figue­roa: "Martín Trigueros, vos habéis sidomi camarada en la batalla naval y habéissido buen soldado; ¿por qué no castigáisvuestra hijastra Mariana, que no se digalaque se dice?" Y respondió: "¡ Oh, se­ñor!, los enamorados de palacio me haname~azado; ¿cómo queréis que lo haga?"y estblb sabela mujer de Figueroa, sibien élés múetto.

39. Que estando yo en su casa, un día,uespués de comer, la buena de su mujerprincipió a decir que por qué hulana ycitana habían de ser más ricas que' ella, ycomenzó a amenazar a Dios que había'dehacer y acontecer contra elSeñor~ y estooecía llorando y con los ojos encarniza.,.

dos, y yo le respondí: Señora, ¿ 110 tiel1l'vergüenza de decir esto? ¿ No sabe queN uestro Señor es muy justo y da a cadauno lo que le es necesario? Si vuestramerced juzga a todos siendo pobre, sien­do rica, ¿qué hiciera y qué soberbia tu­viera? Y así, me alcé de la tabla enojado.

40. Que estando yo en su casa, no sóloestos malos y perversos me buscaron lamuerte del cuerpo, por perder y vendera mi mujer como tienen la otra perdida yvendida, digo su hija Mariana, pero lamuerte del ánimo. Muchas desvergüenzaspodría contar; pero es vergüenza pone­llas con la pluma, y una sola diré. Era porlos últimos días de agosto, y acabando decomer me reposaba un poco, y como mereposaba, me ponía a decir el oficio deN uestra Señora. Y una vez, estando du 1'­

miendo, él me despertó a prisa y me dijo:"Señor Pasamonte, vuestra merced se va­ya, que queremos ir fuera." ¡ Oh! ¡ Diosnos libre ele traidores! Yo lo ví con sucapa puesta y su mujer con el manto, )'no sea tal en fin de sus días como su con­cierto. Yo, muy enojado, respondí: "Se­ñor Trigueros, cuando su casa toda fueraoro, ¿no estaba segura estando yo enella ? Yo he dejado mi posada y los tengopor padres. ¿ Dónde tengo de ir con estesol?" Y su mujer respondió: "¿No tedije yo que lo dejases estar ? Vámonos."y así se fueron, y yo me senté a decir eloficio de la Madre de Dios. Lo que suhija Mariana intentó y su falsa intencióndellos, lo sabe Dios y le doy inmortalesgracias porque me libró ele ella y elcHossin ser virtud mía.Otras maldades po­dría contar despuésde haber sacado mimujer del monaste­rio, pero mejor escallallas por s e l'

deshonestas.

41. Cuando su hi,ja Mariana anduvoperdida y. ellos ha­bían pedido porjusticia al conde deLemas el virgo elesu hija, imputándo­lo con falsedad aD. Juan de Figue­roa, y o entoncesacudí pnr su reme­dio y fuí al virreyle, ,dije; "I1u!;trísi.~

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mo y excelentisimo señor, hame tocadopor lo que Dios a sido sen'ido que aque­lla mozuela (por quien a vuestra exce­lencia han pedido el virgo por D. Juan deFigueroa) sea hermana de mi mujer,puesto que a mi mujer la señora dU9uesade Osuna la puso en el monasteno deSanto Eligio con otra hermanilla suyaque allí está. Lo qut.: pido ele merced avuestra excelencia es que, pues los díaspasados mandó de poder absoluto arre­batar la hija de Benavides y ponella enel munasll'rio ele las Arrcpl'lltldas porotra tal cosa como el de esta mozuela,que se use del propio poder y se pon­ga ésta, pues es hija de honrado }Ja­clre." Y por la honra de nuestra nacióny por ser hermana de mi mujer, que yolo recibiría en gracia particular de su ex­celencia, pues ya era informado dello, yque yo le informaba de wrdad se conde­naban con ella y conclenaban a muchos.Hubo muchas demandas y respuestas, ydos veces me hizo llamar el virrey, ycuando yo me salía por la sala y en aque­lla audiencia pública, me escribió mi 110m­bre y sobrenombre y dónde era, en el li­bro ele su memoria. que traía en sus cal­zas. Fué Dios servicio que cayó malo y semurió, que para gt.:nte tan maliciosa comohay en estos reinos no convendría virreyde tan buenas entrañas. Dióscme el bille­te, pero fue con exploración de voluntad,y yo no lo quería llevar, y díjome el se­cretario Chávez que tenía miedo. Lo queyo le respondía él lo sabe, y tamhién medijeron que picaba en la sartén. Yo llevéel billete al auditor general, y me arreba­taron la moza en una silleta y la llevarona explorar la voluntad, y no hubo menes­ter maestro, que dijo que quien dijese queera puta mentía, y que para ser monjamonasterios había en N ávoles muy hon­rados, que 110 quería entrar ell monaste­rios de putas. Y ansi la I'olvieroll en cas;1de su madre y han seguido tantos daños,sin los que se seguirán. Y el Illal nombredió memorial que yo le quitaba su honra:él sabe lo que le respondieron. Esto hiceyo por ellos, cuando los pudiera destruirpor justicia: a quien Jo estorbó se lo de­tuande Dios.

42. Que su hija :'ifariana dijo a donJuan de Figuero;t " a otras personas conquien Se había rel'llelto, que su madre mehabía en tosigado cun "id rio molido )' so­limán en la bebida y comida. Y tambiénnle dijo Juan Nieto de Figueroa y Sl\

1111\ ¡er que a ella propia se 10 había dicho1:1 !\Iariana,

Page 4: MEMORIA DE LAS MAYORES · UNIVERSIDAD DE MEXICO 11 MEMORIA DE LAS MAYORES ESCRIBIR TRAICIONES nos sacramentos y a dar gracías a Dios, y perdí la vista del ojo derecho, que era el

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-f3. Que el mal hombre dijo que yo erafraile y que lo probaría; y esto y el haberdicho yo soborné al confesor con dineros,bastaría a echallo en una galera.

44. Que la mala 111Ujer hizo un caso,estand;)'o en casa suya, que sólo el de­monio lo pudiera hacer, y fue .que un díatomó su manto y su hijuela pequeña porla mano y se salió de su casa. Mi mujerprincipió a llorar y a decirme: "Señor.a Santo Eligio ciertamente, a decir mal demí a la abadesa." Yo acallé a mi mujer yle dije: "No tengas pena, que más valdr:tmi palabra que la suya", y me puse a de­cir el oficio de Nuestra Señora, y estandodiciéndolo, no sé si fué un ángel malo, sibueno, que me dijo al oído: "Agora tedeshonra por las iglesias." Yo tuve portentación aquel dicho y me salí de mi cá­mara y me fuí a otra ventana. v allí mefué d¡"cho otra vez: "Tú no m~ quierescreer, pues lo verás." 'Yo no hice caso ylo tuve por tentación. )' acabé de decir eloficio de Nuestra Señora. A la ta rde tor­nó mi mujer a la niña apartadamcnte con­migo, y le preguntó dónde había ido laseñ~ra I~adre: La muchacha dijo: HA latal IgleSia en tal parte y a la tal en talpar~e", y nínguna e:a Santo Eligio. Min~uJer entonces quedo contenta, y las igle­sIas donde había sido son de una mesmareligión y donde yo tenia mis confesores..Y en verdad quc el uno en Roma me lohabían advertido por mi confesor, y comoyo .estaba en. tanta necesidad de consejo ypeh.gro .de VI?a, acudí a mi confesor y ala I~lesla mas cerca y dije al portero:"~Iámeme al Padre tal", y el portero meelIJO no estaba en casa. "Pues llámemcotro Cünfesor cualquiera." Díjome: "Nohay ninguno", y dióme con la puerta en la~ara'y yo quedé espantado. Fuí a la otraIg~sla, donde estaba el que mc habiansenalado en Roma, aunque estaba lejosy me sucedió lo propio. Entonces cre[ l~qU.e. se me había dicho cuando decía elOfICIO de Nuestra Señora, y de verdadque no .tu~ieron razón, porque si acasoen Jos vIsaJes de lT~i cara conocieron algo(ie lo que la maldIta hab!a informado yhe~ho con sus venenos e Infernales artes.?y~ranll1e y. miraran las potencias de m~a~llma;. y cIerto. aunque indigno. 110 po­~lta. decIr lo del apóstol San Pablo: "CU111mttnt~or, tune potens sum." Di g-racias a!'TU .l?IOS y acudí a la iglesia de SanctoSpmtl!S, r.eligión de Santo Domingo, ado tema mI otro confesor. y frecuenté miss~c.ramentos, que son el remedio de ca­tol~c?~, y tomé consejo. Miren si havt,ralcl.on que .se pueda. igualar a ésta: j pró­~u:al de qUItarla VIda elel cuerpo y elelanlma!

45. Tanto yue pasó lo Cjue en estos cua.renta y cuatro artículos he escrito hanpasa?o tres años y más meses. y este añode cIento ~ tres, a ruego de algunos ami­gos y porfIa de mi mujer, que me decíanque, pues yo no les tenía odio, por qué noI~s. tratab~ ~ hablaba, y el día ele la San­ttsl~a Tnl11dad oí vísperas en el monas­ten? de la Trinidad, y comimos en unacapIlla mi ~1Ujer y yo, y con deseo yo des~ber sus VIdas. Duró la amistad dos me­s~s, porque ellos se habían retirado a lacalle de los Tres Reyes, donde agora vi­ve,n, y me decían que vivían bien. DigomI culpa que yo merecía mil muertes porhaberme fiado de Judas otra vez. Dos ve­ces me acompañé con ellos en una carrozay ..o,tr¡LJ;~ll.1l.la. f~lJ,lg'!,hac;,iénd.oll1~ qeer

que el doctor que había habido la hija enla dama enviaba la faluga y la merienda,y descubrí tres enamorados con harta ver­güenza mía.

46. La madre y la hija fueron a Anag­no a que la hija tomase las estufas por sisanase de la pierna manca, y yo había deir con una carroza por ellas; y ellas en­viaron a decir que no fuese la carroza porotros tres días. Y yo aquel día, no sé dequé tirado, di conmigo en Anagno al hiloele medio día, que se asaban los pájaros,y alié la dama con un enamorado en lacama y la madre asentada en el propioaposento. i Miren que maldad! Y el buenesnarigado hace muestras de no consentirpor temor del virrey y no de Dios.

47. Considerando el grande yerro queyo había hecho en tornar a su amistad,no osaba romper por temor no me fuesemuerto estotro niño como el primero. Pe­ro al fin me determiné, o viva o muera, síDios no lo quiere guardar, y con ciertaocasión aporré a mi mujer, y a la cojaque estaba en mi casa la quise romper laotra pierna y la eché en malhora. Y cier­to se creyó hacer sus mangas en mi casa;pero yo acabara el resto sin tal atrevi­miento osaran.

48. Yo comí en su casa dellos cntre es­ta amistad algunas veces, pero con gran­dísima sospecha, estando alerta por la ex­periencia si conocería en mi cuerpo lasseñales de algún mal malo o de veneno'y cierto que son perversísimos, que lueg~que rompí con ellos me vi perdido el sue­ño y gran gana de vomitar y no podercomer, y otras malas señales que son ver-

tINIYERSIDAD DE MExtco

daderas. Y de la mitad de agosto hastalos últimos, no diera por la seguridad demi vida un real. Y con frecuentar los sa­n'amentos espeso y algunas oraciones, es­toy bueno, gracias a Nuestro Señor, queyo merecía la muerte. Y el mal hombre,cn la Iglesia de Sancto Spiritus, debajoel púlpito, me amenazó que mi niño mepodría ser muerto y yo perder el otro ojo,y yo le juré informar a su excelencia vél fué luego a Melchior Mexía de Figué­roa y a otros señores me tomasen la ma­no.

49. AClIérdome que la segunda rome­ría que yo hice con mi mu jer vellos, fuéir a Nuestra Señora del Arcó para con­fesar y comulgar. Y llegados, yo dije que­ría ir a buscar un confesor, y ellos se pu­sieron a reñir que no $e podía confesar nicomulgar, que habíamos venido a holgar­nos. Yo consentí, y comimos en la carro­za, quc no quisieron que tomásemos unacámara. Allí, con señas, hizo la putillaburdel a ciertos señores, y si mi mujer nose hallara conmigo, o yo matara a Tri­gueros o él a mí. i Miren qué traidores!

50, Loóse la traidora de mi suegra quesi ella podía haber un pañuelo de la aba­desa de Santo Eligio, que ella la haría tor­nar loca, y tengo por cierto que por esome quitó a mí una camisa que me habíahecho (que no valía siete reales) para suscncantos. Pero Dios me guarde de venc­no, que lo más no lo estimo en nada.

Todo lo que está aquí escrito en esto~

cincuenta artículos es verdad, y si las hi­jas quieren jurar verdad, está probado.y el secretario Lezcano y su mujer sabenparte, y la mujer de Juan Gerónimo Sa­linas, y el capitán Aleda, y su mujer, Vel abbadesa de Santo Eligio, y otras mOI;­jas de allí, y la mujer de Pietro Antoniode Sayas, que su marido, que esté en glo­ria, tuvo a mi mujer por hija y era maes­tro de Santo Eligio; )' D\l Anna de Li­ñón sabe mucha parte, y un letrado amigomío, que Se llama Domingo Machado, vun aventajado que se llama Alonso Ga;­fía, y si el presidente Vicencio de Fran­chis fuera vivo, él lo hubiera remediado.

Todo lo que contra eIJos está escrito sereduce a .cuatro cabos, por donde merecenharto castigo; conviene a saber: l. QueTrig-ueros es casado segunda vez, vivien­do la primera mujer. 2. Que venden lahija y comen (le su pecado. 3. Que mehan lIevantado y lIevantan muchos .falsostestimonios y ofendídome notablemente enmi honra y procurado divorcio entre míy mi mujer para vendeIJa como a la otra.4. Que con hechizos y venenos me hanprocurado y procuran matar a mí y a mishijos muchas veces. Yo no pido justicia,sino misericordia, y es que pues viventan mal y buscan de perder a tantos, yserán causa que yo haga algún homicidio(porque con malos consejos amonestan ami mujer que antes haga por su madreque por mí) y mi casa y hijos se perde­rán; que le mandasen al mal Trigueros sefuese con toda su casa a un presidio dePuglia y aIlí se le pague su intretenimien­to, que por ventura allá no tendrán la co­modidad que hay en este aby~so;de Na­poIes. Y es servicio de Dios, pues yo vivobien y soy conocido y sustento honra, seafavorecido, pues los muchos y honrososservicios y trabajos. en serv.icio de mi reylo ·merecen,·y certifico se. hará gran .ser­vici¡:¡ 'a Dios y se. excusarán muchos .da'~'

ños.· ...