matrimonio at

498
Matrimonio Atormentado Cheryl St. James Matrimonio Atormentado (01.02.2006) Título Original: Prairie Wife (2005) Editorial: Harlequín Ibérica Sello / Colección: Internacional 354 Género: Histórico Protagonistas: Alfonso Herrera y Anahi Herrera Argumento: Era una mujer atormentada por los recuerdos… Anahi Herrera había sufrido todo lo que una mujer podía soportar. Hacía ya un año que había enterrado su corazón junto a la tumba de su hijo. Después de aquello, ni siquiera su marido, Alfonso, que se enfrentaba al mismo dolor, había podido despertar en ella la menor esperanza. Alfonso Herrera tenía dos pérdidas que lamentar: la de su hijo y la de su esposa. Desde la muerte del pequeño, Anahi se había

Upload: yusmely777

Post on 28-Aug-2015

243 views

Category:

Documents


2 download

DESCRIPTION

muy buena noela

TRANSCRIPT

Matrimonio Atormentado Cheryl St. James Matrimonio Atormentado (01.02.2006) Ttulo Original: Prairie Wife (2005) Editorial: Harlequn Ibrica Sello / Coleccin: Internacional 354 Gnero: Histrico Protagonistas: Alfonso Herrera y Anahi Herrera Argumento: Era una mujer atormentada por los recuerdos Anahi Herrera haba sufrido todo lo que una mujer poda soportar. Haca ya un ao que haba enterrado su corazn junto a la tumba de su hijo. Despus de aquello, ni siquiera su marido, Alfonso, que se enfrentaba al mismo dolor, haba podido despertar en ella la menor esperanza. Alfonso Herrera tena dos prdidas que lamentar: la de su hijo y la de su esposa. Desde la muerte del pequeo, Anahi se haba encerrado en su dolor y nada ni nadie haba podido traspasar el muro que haba construido a su alrededor. Pero quiz hubiera una manera de volver a recuperar el amor perdido... Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 2-163 Prlogo Posada de Herrera. Nebraska, 1867 Anahi nunca sabra cuntas paladas de tierra fueron necesarias para llenar una tumba tan desgarradoramente honda y sin embargo tan tristemente pequea. Perdi la cuenta al llegar a doscientas, mucho despus de que se dejara de or el ruido que haca la tierra al caer sobre la madera barnizada del atad. Dos mujeres intentaron alejarla de la tumba, pero ella se resisti y se qued hasta el final. Era lo mnimo que poda hacer. El atad era obra de Alfonso. Haba tardado da y medio en hacerlo, da y medio que ella haba pasado junto al pequeo e inerte cadver echado sobre tablones de madera en el saln, apenas consciente de los visitantes que llegaban, de la comida que traan y de sus expresiones de compasin. Cuando por fin lo termin y lo llev a la casa, vieron que era una verdadera obra de arte, una elocuente demostracin de amor y pesar, una emanacin de todo lo que senta y que slo poda expresar en aquel ltimo gesto hacia su difunto hijo. Las esquinas de la pesada caja de roble se haban tallado impecablemente con lengetas y otros elementos decorativos, y Alfonso haba acentuado el color caoba antes de barnizarlo y dejarlo tan pulido que brillaba. En cuanto al interior, lo haba tapizado, almohadillado y concluido con una hermosa pieza de terciopelo azul. Anahi sali de la habitacin cuando Alfonso y su padre, Sam Burnham, alzaron el cuerpo de su nio de tres aos y lo introdujeron en el atad. Cuando una hora ms tarde regres al saln, le pareci que Tim slo estaba durmiendo, que abrira en cualquier momento sus ojitos, que sonreira y que su sonrisa le inundara el corazn de orgullo y amor. Pero Tim segua tan quieto como lo haba estado desde que ella misma lo sac del arroyo que pasaba por detrs de la posada e intent, intilmente, devolverle la vida. Le haban puesto su ropa de los domingos: los pantalones oscuros, la camisa blanca y una diminuta pajarita. Llevaba el pelo peinado hacia atrs, y el obstinado rizo que siempre le caa sobre la frente permaneca, esta vez, en su sitio. Sin embargo, no estuvo mucho tiempo as; Alfonso quiso comprobar el cierre del atad y el movimiento hizo que el rizo le cayera de nuevo sobre la frente. Anahi pens en el suave contacto de su cabello, que tantas veces haba acariciado y peinado, y se acerc un poco. Justo entonces, not algo que no estaba antes: un brillo dorado en una de sus manos, el reloj de bolsillo que Alfonso haba heredado de su padre y con el que Tim siempre se empeaba en jugar. Alfonso le haba prometido que se lo regalara algn da. Pero obviamente no haba imaginado que sera tan pronto, ni de aquel modo. El tictac resonaba en la silenciosa habitacin, y los rayos del sol iluminaban las diminutas manos del nio y las gotas que haban empezado a caer sobre ellas: las lgrimas de Alfonso, de su desesperado marido. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 3-163 Anahi contempl su dolor con una fuerte sensacin de irrealidad, sin sentir nada. El lugar que haba ocupado su corazn era ahora una cavidad vaca y fra. Alfonso, en cambio, haba reaccionado de un modo bien distinto. Haba construido el atad. Intentaba hablar con las personas que se acercaban a presentar su psame. Lloraba. Mientras tanto, ella se senta tan muerta como Tim. Por eso, lo mnimo que poda hacer era seguir all hasta el final y contemplarlo todo. Observar a su propio padre y a Alfonso mientras echaban paladas de tierra en la fosa con sus camisas llenas de polvo y sudor. Pens que seguramente se habra sentido mejor de haber estado haciendo algo, como ellos. Pero acto seguido se dijo que no estaba obligada a sentirse de ningn modo, e intent convencerse de que podra sobrevivir a aquel da sin dejar escapar ni un solo lamento. En ese momento, Alfonso se detuvo para limpiarse el sudor de la cara. O tal vez eran lgrimas? La mirada azul de su marido se clav en ella, pero si pretenda enviarle algn mensaje, Anahi no lo supo interpretar. La noche anterior haba intentado abrazarla, animarla. Y ella se haba limitado a apartarse de l, incapaz de compartir con nadie su profundo sentimiento de vaco. Cerr los ojos y pens en su precioso Tim con sus pantaloncitos y su camisa, descansando sobre el terciopelo azul. Despus pens en el reloj, en el tictac que seguira en el atad hasta quedar, por fin, en silencio. Como su hijo. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 4-163 Uno Posada de Herrera. Nebraska, 1868 Alfonso entr en la cocina cuando se puso el sol. Anahi y l tenan la costumbre de cenar cuando los pasajeros que estaban esperando ya haban terminado de cenar y se haban dirigido a sus alojamientos. Por suerte, el resto de los empleados de la posada tambin se marchaban entonces y ellos podan quedarse a solas. La cocina ola a carne en salsa, y de una cacerola, llena de patatas cocidas, surga una nube de vaho. Anahi acababa de vaciar el agua. Quieres que las haga pur? pregunt l. Alfonso avanz hacia la cacerola, pero Anahi se le adelant. No, djalo, ya lo har yo. Sintate. Normalmente, Anahi permita que la ayudara en la cocina. Siempre haba disfrutado de su compaa y de su presencia. Pero, ahora, apenas lo toleraba. El cambio se deba a Tim. Al da en que se haba ahogado. A su forma de morir. A la prdida que haban sufrido. Desde entonces, nada era igual. Alfonso no saba qu hacer. Ninguna de sus palabras, ninguno de sus actos, parecan tener el menor efecto en su esposa. Anahi se haba convertido en una persona distinta, alguien a quien ya no le gustaba y que seguramente haba dejado de amarlo. Era como si lo culpara de la muerte de Tim. Como si l mismo no se hubiera preguntado mil veces si habra podido hacer algo, cualquier cosa, para evitar que el pequeo se levantara repentinamente de su siesta y se marchara de la casa sin que nadie lo viera. De modo que Alfonso se sent en su sitio y esper mientras ella machacaba las patatas hasta convertirlas en pur. Y, como todas las noches, esper que dijera algo, que hablara con l, que le dedicara una sola mirada. Cenaron en silencio. Anahi era una excelente cocinera y, como siempre, Alfonso alab la comida y no dej nada en el plato. Pero ya no se molestaba en llevar las cosas a la pila ni en ayudarla a fregar, porque Anahi no quera que lo hiciera. Por lo visto, tampoco le necesitaba para eso. Cuando terminaron, Alfonso se levant, recogi su sombrero y dijo, antes de marcharse: Tengo trabajo que hacer. Al llegar a los establos, tom una botella de whisky y ech un largo trago. El ardiente lquido calent su pecho y en pocos minutos sus msculos se relajaron. El alcohol, su nuevo amigo, le ayudaba a superar la desolacin. Haba pasado un ao entero desde la muerte de Tim; toda una eternidad, teniendo en cuenta que no poda compartir su dolor con nadie y que ya no reciba ni una sonrisa, ni una caricia, nada parecido remotamente a un gesto de afecto por parte de su esposa. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 5-163 Estuvo arreglando algunos arneses, y cuando la luna lleg a lo alto del cielo, ya haba acabado la botella y su paciencia. Las ltimas tareas del da consistan en comprobar el estado de los caballos, asegurarse de que la habitacin donde guardaban los equipajes de los pasajeros estaba bien cerrada y apagar todas las lmparas de aceite. En el austero edificio que se encontraba junto a la casa se vean dos ventanas iluminadas, lo que significaba que algunos viajeros seguan despiertos. Concluidas sus labores, se lav en el piln, dej que el agua refrescara un poco su frustracin y entr en la casa por la cocina, iluminada con otra lmpara de aceite. Anahi estaba de pie junto a la mesa, cortando un patrn. Hay caf hecho dijo ella. No, gracias. Su esposa guard el patrn y la tela con la que estaba trabajando y dijo: Yo llevar la lmpara. Alfonso abri camino, escaleras arriba, con cuidado de no trastabillar. Una vez dentro del dormitorio, ella dej la lmpara sobre el escritorio. Alfonso se quit la camisa y Anahi hizo lo propio con su vestido y su ropa interior antes de ponerse un camisn largo. l la observ a la luz dorada de la lmpara. Haba perdido peso durante el ltimo ao y ahora pareca ms frgil que nunca. De haber sido por l, habra contratado a ms empleados para que se hicieran cargo de cocinar y de limpiar las habitaciones, pero ella no quera y trabajaba demasiado. Sin dejar de mirarla, se quit las botas y los calcetines. Ella evit su mirada y se sent frente al espejo de la cmoda, donde procedi a quitarse las horquillas del pelo. Su actitud distante le irritaba. Pero Alfonso se acerc, tom un cepillo de la cmoda y empez a cepillar el dorado cabello de su esposa. Una vez desenredado, sigui cepillando suavemente desde las races a las puntas, algo que a ella siempre le haba gustado. Tu pelo huele muy bien declar l, inclinndose para aspirar su aroma. Alfonso estaba decidido a mantener las distancias, pero el reconocimiento de su familiar y femenino olor bast para poner a prueba su resolucin. Has estado bebiendo observ ella. Alfonso hizo caso omiso del comentario. A fin de cuentas aquella era su esposa, la mujer que alguna vez lo haba deseado ardientemente. Dej el cepillo en la cmoda, le acarici el cabello durante unos segundos y empez a darle un masaje en los hombros, por encima del camisn. Ella le mir a los ojos por el espejo, pero apart la mirada enseguida. Entonces, Alfonso descendi hacia los senos de Anahi y los cubri con sus manos. Ella dej escapar un involuntario gemido de placer y l tuvo que resistirse a la tentacin Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 6-163 de apretarse contra su espalda. Llevaba demasiado tiempo sin hacer el amor con su esposa, y saba que beber en exceso enturbiaba la razn. Alfonso... Incapaz de resistirse, la tom por los hombros y la volvi hacia l para besarla, acto seguido, en la boca. Ella no se resisti, pero tampoco respondi en modo alguno. l supo que notaba el sabor del whisky en sus labios y se pregunt si le resultara agradable o repugnante. Pero fuera como fuera, la maldijo para sus adentros. Lo nico que tena que hacer era dejarse llevar, permitir que su contacto la excitara tanto como la haba excitado en el pasado. No saba lo que le haba sucedido. Era como si ya no consiguiera alcanzarla, y a veces se preguntaba si lo echara de menos si alguna vez no volva a casa para cenar. O peor an, si no volva nunca. Dolido, sinti la intensa necesidad de exigir el amor y la aceptacin que Anahi le negaba. Despus, la llev a la cama. Anahi apart las sbanas y las mantas y se tap con ellas. Alfonso apag la lmpara y se quit los pantalones. La luz de la luna, que entraba a travs de las cortinas, iluminaba la preciosa cara de Anahi y sus ojos oscuros y luminosos a la vez. Al acariciarle una mejilla, volvi a sorprenderse de lo suave que era. Casi tanto como sus pezones, que unos segundos ms tarde quedaron desnudos, ante su vista, cuando le quit el camisn. Anahi tampoco se resisti esta vez, y l se inclin para besarlos y aspirar su aroma. La adoraba. Tuvo que hacer un esfuerzo casi inhumano por contener su dolor y su necesidad, porque saba que deba ir despacio, con sumo cuidado, si quera reconquistar la confianza de su esposa. Haba pasado mucho tiempo. Tom su cara entre las manos y bes las comisuras de sus labios. La amaba y deseaba recuperarla, que las cosas volvieran a ser como antes. Pero cuando ella le devolvi el beso, lo hizo sin pasin alguna. Desesperado, separ los muslos de Anahi. Despus la mir a los ojos y crey que su esposa estaba llorando, pero enseguida comprob que no era cierto: sus ojos permanecan tan secos como siempre. Las lgrimas que vea y que nublaban su vista eran de l. Antes de perder el control, decidi detenerse. Se apart de su esposa, se sent en la cama y tom los pantalones para volver a ponrselos. Tena que alejarse de all. Marcharse lejos de ella. Alfonso? dijo Anahi, segundos ms tarde. l, que ya se estaba poniendo la camisa, pregunt: Qu? Ella no respondi inmediatamente. Y cuando ya pensaba que no iba a hablar, dijo en un susurro: Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 7-163 Lo siento. l tom los calcetines y las botas, y replic: Yo tambin, Anahi. Yo tambin lo siento. Acto seguido, se march. Anahi tom un pao y se sirvi de l para retirar la cafetera del fuego. Despus, dio la vuelta a la panceta y a los huevos que estaba friendo. Al otro lado de la calle haba un restaurante, pero la posada de Herrera serva bastantes comidas porque los viajeros saban que el precio era tan razonable como la limpieza de los alojamientos. Alfonso no haba regresado la noche anterior. Anahi pens que tal vez habra dormido en los establos o en alguna habitacin vaca del edificio destinado a los clientes. Durante sus cinco aos de matrimonio slo haba permanecido unas pocas noches lejos del lecho conyugal: cuando estaba de viaje para vender algn caballo y la noche que dedic a la construccin del atad de Tim. No le culpaba por haberse marchado. Tampoco por el evidente deterioro de su relacin. Sencillamente, se senta tan dbil que ni siquiera era capaz de preocuparse por ello. En ese momento entr su padre, que le dio un beso antes de sentarse a la mesa, y una pareja de pasajeros que iban de Salt Lake City a Washington y que se presentaron como los Buckingham. Anahi los salud a todos y dej que Elthea Barnes, ayudante en la cocina, sirviera los cafs. Segundos ms tarde apareci Pearly Higgs, el conductor de la diligencia, y se quit el sombrero. Buenos das, Anahi. Huele muy bien... Le he dicho a los Buckingham que sirves la mejor comida entre Atchinson y Denver. Gracias, Pearly. Tal vez debera sacar las mazorca de maz del horno, para que puedas probarlas... El delgado conductor se frot las manos y sonri, enseando los dientes bajo su bigote gris. Oh, s, por favor... Alfonso apareci en la cocina en el preciso instante en que Anahi dejaba un bol con las doradas mazorcas en mitad de la mesa. Ella asinti al verlo, a modo de saludo, pero l colg el sombrero y el cinturn con el revlver en el gancho de la puerta y se sent sin decir nada. Tena el pelo mojado y peinado hacia atrs con los dedos, en seal evidente de que acababa de lavrselo en el piln. No era el hombre ms guapo que haba visto. Sus rasgos eran duros, pero su fuerte masculinidad le conceda un atractivo arrebatador. De pocas palabras, era algo ingenuo y muy directo. Se haba enamorado de l a primera vista, con un simple brillo de su sonrisa. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 8-163 No nos vendran mal ms comidas como las de tu esposa... dijo Pearly a Alfonso, mientras aceptaba la mazorca que Anahi le haba servido. La seora Herrera es una gran cocinera dijo Alfonso, utilizando el tratamiento que siempre le dedicaba cuando estaban delante de invitados. Tan buena cocinera como su madre dijo el padre de Anahi. La seora Buckingham no pareca tener hambre, y se limitaba a empujar la comida en el plato. Sin embargo, su marido se lo comi todo e incluso pidi repetir. Mi esposa se encuentra mal explic el seor Buckingham. He tenido que pasar por Salt Lake City por un asunto de negocios, pero pensamos quedarnos un ao en casa para que pueda ver al mdico y descansar. La mujer se ruboriz y el esposo le dio una palmadita en la mano. Anahi sirvi los huevos y la panceta en una fuente. Nada ms verla, se haba dado cuenta de que la mujer estaba embarazada, pero era un asunto demasiado delicado para que un caballero como el seor Buckingham lo mencionara en pblico. Y ustedes no tienen hijos? pregunt la seora Buckingham. Anahi aferr la fuente e hizo un esfuerzo por relajarse un poco y dejarla sobre la mesa. Alfonso la mir, pero, como de costumbre, ella apart la vista. No respondi Alfonso . No tenemos. Fue una respuesta sencilla y casi sincera, sin ningn poso del intenso dolor que senta y sin explicaciones. Al fin y al cabo, ninguna palabra habra podido negar la incontestable verdad. Pearly sigui comiendo, ajeno a la tensin subyacente a su alrededor, aunque llevaba muchos aos pasando por la posada de Nebraska y recordaba al nio que se haba sentado con ellos en aquella misma mesa y que siempre segua a su padre all donde fuera. En cuanto a Sam, mir a su hija con compasin. Pueden pagar la comida y el alojamiento a los Herrera dijo Pearly al seor Buckingham, antes de terminar el caf y levantarse. Saldremos en seguida, para llegar a Omaha a primera hora de la maana. El seor Buckingham sac una cartera de cuero que llevaba bajo la chaqueta y pag a Alfonso con monedas de oro. Despus, los tres hombres se pusieron los sombreros y salieron de la casa. Gracias por todo, seora Herrera dijo entonces la seora Buckingham. Espere un momento. Tendr que comer algo antes de llegar a Omaha... Anahi prepar rpidamente unos bocadillos, los envolvi, y aadi unas manzanas. Es usted muy amable. Muchas gracias... Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 9-163 Anahi la sigui hasta la puerta y se llev una mano a los ojos, a modo de visera, para protegerse del sol. Los tres hombres estaban esperando junto al edificio de las habitaciones. La posada de Herrera era la nica en todo el camino que tena alojamiento para dormir, y no era la primera vez que los viajeros comentaban que tambin servan las mejores comidas del trayecto. Las posadas ms cercanas se encontraban a medio da de viaje, pero en general slo se utilizaban para realizar paradas de cuarenta minutos destinadas al cambio de caballos y de los conductores de las diligencias. Los pasajeros se vean obligados a dormir sentados en los coches, as que los edificios de alojamientos que haba levantado su padre, con una gran visin de negocios, eran puro oro en aquella zona. Alfonso comprob los arneses de los dos caballos grises enganchados a la diligencia. l se encargaba de entrenar a los animales y de todo lo relacionado con ese aspecto del negocio, aunque contaba con la ayuda de Hermie Jackson, su mano derecha, que en ese momento estaba cargando las maletas en la diligencia. En cuanto a las ocupaciones de Anahi, su madre la haba ayudado con las comidas hasta su fallecimiento. Pocos minutos ms tarde, Pearly restall el ltigo y la diligencia se puso en marcha con los pasajeros a bordo. Hermie se dirigi entonces a los establos y Alfonso se gir y mir a Anahi, que segua en el umbral de la cocina. Se miraron durante un buen rato, con todo un ao de silencio atravesado entre ellos, con todo el dolor y el sentimiento de culpabilidad por lo que haba sucedido. Anahi pens en los viejos tiempos, cuando Alfonso slo era el socio de su padre en la posada, antes de convertirse en el hombre del que se enamor y con el que se cas. El hombre que iba a darle un hijo. En ese momento, Alfonso se ajust el sombrero. Ella, mientras tanto, se llev una mano al estmago. Luego, l se alej en direccin a los establos y ella regres a la cocina. Alfonso estaba en los establos, comprobando los cascos de un caballo castrado de color negro Haca calor y tena la frente cubierta de sudor, pero eso no era nada en comparacin con el intolerable dolor que senta y con la imperiosa necesidad de apagarlo con whisky. Hizo un esfuerzo por resistirse a la tentacin de la botella. Lamentablemente saba que el alcohol le hara sentir mejor, de modo que la resistencia se converta siempre en una monumental batalla. Entonces not que no estaba solo y alz la mirada. Era Anahi. Estaba preciosa con aquel vestido de algodn y estampado de flores. Se haba recogido el cabello en un moo, pero algunos mechones se haban soltado y acariciaban su cara. Se incorpor, todava con el martillo para ajustar los cascos, y se sec el sudor de la frente. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 10-163 Voy a hacer un pedido en la tienda. Podras pasar ms tarde a recogerlo, cuando el seor Liscom lo haya preparado? l asinti. S, no espero ninguna diligencia hasta la hora de comer. Y estoy a punto de terminar con los caballos. Anahi mir al caballo negro y dijo: Necesitas algo? Alfonso no respondi inmediatamente y ella se ruboriz y baj la mirada. Casi todas sus conversaciones seguan el mismo patrn. Podras preguntarle a John si ha llegado el aceite de linaza. Muy bien, lo har. Anahi se march y se dirigi a la tienda de ultramarinos. Alfonso saba que estaba a diez minutos de distancia, pero pens que si su esposa hubiera querido ir a caballo, se lo habra pedido. Alfonso cepill al caballo negro y termin de comprobar el estado de sus cascos. Despus, se lav en el piln y se puso la camisa antes de regresar a la casa. Entr por la cocina. La seora Barnes estaba pelando patatas y lo mir. Era una mujer atractiva, de pelo oscuro con algunas canas. Se saludaron educadamente y l sigui hacia la parte delantera de la casa. Pero al llegar a la escalera se detuvo. A esas horas del da, la casa siempre estaba extraamente tranquila. Incluso not el leve aroma a limn que indicaba que alguien haba estado lustrando los objetos de madera. El silencio le result insoportable. Se haba acostumbrado a or la voz de un nio por las habitaciones, a escuchar sus pasos en la tarima, a tropezarse con los juguetes que dejaba por todas partes o con sus diminutas botas junto a la puerta. Tim deba estar all, pero ya no estaba. Su precioso Tim. Sinti un intenso dolor en el pecho y se dijo que un hombre tena derecho a compartir aquellos sentimientos con su esposa, con la nica persona en el mundo que poda comprenderlo. Mir hacia la parte superior de las escaleras y pens que deban tener otro hijo. Una nia, tal vez. No para reemplazar a Tim, lo que sin duda alguna era imposible, sino para llenar la casa y sus propias vidas. Ya no soportaba aquel lugar. No era capaz de enfrentarse a Anahi cada noche, de echarse a su lado en la cama y de llorar la prdida de la vida que haban llevado y de lo que podra haber sido. Ni siquiera poda pensar con claridad, y precisamente era lo que ms necesitaba. Cansado, subi al dormitorio, sac su ropa y un par de botas extra y las puso sobre una sbana, que despus cerr a modo de petate. Acto seguido, baj y se dirigi al edificio donde se encontraban los alojamientos de los viajeros. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 11-163 La mayora de las habitaciones tenan seis camas, as que eligi una de las que slo tenan dos y deposit sus pertenencias sobre la cama que haba utilizado la noche anterior. Mientras guardaba la ropa en un cajn, oy pasos y se volvi. Era Adele McConough, la joven que se encargaba de hacer las habitaciones. Al verlo, sonri y apret las sbanas que llevaba contra su pecho. No pretenda asustarte se disculp l. Descuida, es que no esperaba encontrar a nadie a estas horas... Alfonso no tena intencin de dar explicaciones a nadie, pero si iba a dormir en aquella habitacin, los empleados tendran que saberlo. A partir de ahora voy a dormir aqu. No hace falta que cambies las sbanas todos los das. Bastar con una vez a la semana. S, por supuesto... dijo ella, sorprendida. Ah, por favor, no le menciones a nadie que duermo aqu. Evidentemente, todos los empleados de la posada lo sabran enseguida. Pero Alfonso no quera que se dedicaran a contarlo en otros lugares. Deseaba evitarle el mal trago de las habladuras a su esposa. Claro... Gracias, Adele. Alfonso cerr el cajn y se march. Una vez fuera del edificio, volvi a la cocina y ech un buen trago de leche para calmar su sed y su hambre. Y acto seguido, ms relajado, regres a los establos. Tena que prepararlo todo para la siguiente diligencia. Aquella noche, la mesa de la cocina estaba llena de viajeros: dos hombres de negocios, una pareja de jvenes, una mujer con un nio de unos ocho aos y dos hermanas de avanzada edad. Sam estaba charlando animadamente sobre la Wells Fargo con uno de los hombres de negocios. Elthea Barnes, Adele y el resto de las criadas coman siempre antes que los clientes, al igual que Hermie y los dems empleados. Sam lo haca de vez en cuando con ellos, pero a veces se una a los viajeros para estar al corriente de las ltimas noticias y de todo lo que suceda a lo largo del trayecto. En determinado momento apareci Alfonso, para sorpresa de Anahi, y se sent junto a una de las ancianas hermanas. Anahi sirvi la comida, dej que la seora Barnes llenara los vasos, y luego aprovech la ocasin para cortar ms porciones del asado y de la tarta que haba preparado como postre. La presencia de Alfonso resultaba sorprendente. Tena la costumbre de desayunar con los invitados, pero durante las comidas y las cenas esperaba a que se marcharan para poder estar a solas con ella. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 12-163 A pesar de su extrao comportamiento, Anahi sigui con sus tareas hasta que los invitados se marcharon uno a uno y slo quedaron su padre y Alfonso. Estaban discutiendo sobre una yegua a punto de parir, y justo cuando Anahi retiraba el ltimo plato, se levantaron de la mesa y se marcharon. Su consiguiente sentimiento de decepcin no dur demasiado. Se concentr en el trabajo, freg los platos y poco despus se march la seora Barnes. Todos los das tena que hacer a caballo el trayecto de siete kilmetros que la separaba de la casa de su hijo y de su nuera, situada hacia el oeste. Slo entonces, ya sola, se sirvi algo de comer. Pero ni siquiera se molest en sentarse. Saba que no estaba siendo justa con Alfonso. Sin embargo, no se senta capaz de hablar con l. No tena nada que decir, y por otra parte no quera reabrir heridas que todava deban cicatrizar. Cuando termin de comer, tom sus patrones y sus telas y se dedic a cortar las piezas para hacer dos vestidos. No tena mucho tiempo libre a lo largo del da, as que saba que tardara meses en terminarlos; pero, al menos, la tarea la mantena ocupada por las noches. Un buen rato ms tarde, cay en la cuenta de que Alfonso no haba regresado. Intent no pensar en ello, pero la curiosidad pudo ms. As que dej a un lado las telas, tom una lmpara y se dirigi a los establos. La lmpara result finalmente innecesaria porque en el interior de la edificacin haba luz. Anahi saba que una de las ltimas ocupaciones diarias de Alfonso era echar un vistazo a los caballos, y de hecho lo encontr en uno de los compartimentos del fondo. Estaba sentado en una bala de heno, bajo el escrutinio de una yegua. Hola dijo l. Qu ests haciendo aqu? pregunt ella. Haciendo compaa a la yegua. Aunque Alfonso hizo un esfuerzo por pronunciar la frase con claridad, ella not que haba estado bebiendo. Justo entonces, vio la botella de whisky en el suelo y una repentina furia la ruboriz. Aunque tal vez no fuera enfado, sino decepcin. O pura y simplemente, sentimiento de culpabilidad. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 13-163 Dos Y bebiendo whisky, segn veo declar ella, con tono de simple constatacin. Alfonso tom la botella por el cuello. S. ltimamente bebes demasiado. l la mir. Y a ti qu diablos te importa, Anahi? Eso no es una respuesta... Una respuesta? la interrumpi, enojado. Y cul es la pregunta? Tienes alguna pregunta que hacer? Bueno, quera decir que no es solucin corrigi. Puede que no declar l, mirando la botella medio vaca, pero es bastante mejor que el resto de las opciones que tengo. Al menos no hago dao a nadie. Anahi no dijo nada. Pero odiaba que Alfonso se estuviera convirtiendo, da a da, en un borracho. Tal vez deberas probarlo, Anahi dijo, mientras le tenda la botella. Adelante. Hasta puede que te relaje un poco. Si t eres un ejemplo de relajacin, djalo. No lo necesito. Alfonso se puso en pie y se plant ante ella. Venga, es posible que te sientas mejor. Incluso es posible que sientas algo, lo que sea, cualquier cosa. Ella dio un paso atrs. Alfonso, te ests portando de un modo impropio de ti. Y se puede saber a qu has venido? pregunt l, irritado. Es evidente que no soportas mi presencia. Yo me estoy limitando a darte lo que quieres, as que no simules ahora que ests... preocupada. S que te importa muy poco lo que haga o deje de hacer. Hasta me sorprende que supieras que me encontraba aqu. Las palabras de Alfonso alcanzaron su objetivo, pero Anahi se neg a permitir que la hirieran. De haberlo permitido, como en el fondo deseaba, no habra sabido cmo reaccionar. Se dio la vuelta, dispuesta a marcharse y dijo: Lamento haber venido. En ese momento son un fuerte ruido y ella se sobresalt y gir en redondo. Alfonso haba arrojado la botella contra una de las paredes, y el lquido dorado se haba derramado y llenaba el ambiente con su olor. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 14-163 Alfonso apart la mirada y su esposa supo que no se la haba arrojado a ella. Maldita sea... Entonces, Alfonso se inclin para recoger los cristales. No, deja que lo haga yo. Cuando volvi a mirarlo, Anahi not que tena sangre en una mano. Te has cortado? Alfonso abri la mano y ella vio que tena un cristal clavado en la palma. Ni siquiera me he dado cuenta dijo l. Anahi reaccion con rapidez. Le extrajo el cristal y despus sac un pauelo de un bolsillo y se lo enroll. No tienes ms whisky? l asinti. Ahora te apetece un trago? No, tonto, es para echarte un poco en la herida. Est en una caja de madera, en el almacn. Mira debajo de mi silla de montar explic l. Est bien. Qudate aqu, sentado, y no te muevas. Alfonso permaneci en el sitio mientras ella buscaba la caja de whisky. No tard demasiado, y not que ya faltaban seis botellas. Tom una, corri a la casa para recoger su cesta de costura y un poco de agua y regres a los establos. De vuelta junto a su esposo, se arrodill y procedi a limpiarle la herida con agua. Despus, ech whisky en la herida y l dijo: Tal vez debera echar un trago antes de que empieces a coser... Ella se neg a alzar la mirada. Oh, vamos, acabas de decir que ni siquiera has notado el corte. Dudo que te duela tanto. No me duele tanto, pero puedo verlo. Anahi lo mir al fin. Pues no mires. Antes de empezar a coser la herida, observ la zona y decidi que sera mejor utilizar una de las agujas ms pequeas. El corte estaba en mitad de la palma, as que tard varios minutos en completar el proceso. No era la primera vez que se vea obligada a hacer algo as; ya haba echado alguna mano en el establo, con los animales, y ms de una vez haba cosido las heridas de su padre. Pero que estuviera acostumbrada no significaba en modo alguno que le gustara, ni tampoco que le resultara ms fcil con el tiempo. Cuando termin, estaba un poco mareada. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 15-163 Ir a prepararte un caf declar ella. No quiero caf. Anahi recogi la cesta de costura y vio que su esposo se levantaba. Deberas dormir. Vendrs pronto? pregunt. l tard en responder. No. La respuesta de Alfonso la pill por sorpresa, pero supo reaccionar con aplomo. A fin de cuentas slo era otra situacin desagradable de la que deba hacer caso omiso. Y se le daba muy bien. Sali de los establos y, al llegar al porche de la casa, se apoy un momento en la barandilla. Despus, guard la cesta, encendi la estufa y tom una lmpara y un balde con agua. A esas horas, Alfonso sola estar con ella o a punto de terminar el trabajo y de acostarse. Pero aquella noche fue distinto, y cuando subi por las escaleras, slo pudo or sus propios pasos. Ya en el dormitorio, dej la lmpara sobre el mueble del lavabo y ech el agua en la palangana. Lentamente, con dedos entumecidos, se quit la camisola, la falda y los zapatos. Luego, en paos menores, cruz la habitacin y abri el cajn superior del escritorio. Estaba vaco, salvo por una caja tapizada con terciopelo donde Alfonso haba guardado el reloj de su padre. Y en cuanto al segundo cajn, slo quedaba un paquete de cartas y la camisa blanca que se haba puesto su esposo el da de su boda. No tard en comprobar que Alfonso tambin haba sacado sus cosas del armario. Pero se limit a cerrarlo y acto seguido se lav, se puso el camisn y apag la lmpara. Alfonso no iba a dormir con ella. No pensaba volver. A travs de la ventana poda ver luz en la parte posterior del granero, donde dorma Hermie, y en algunas habitaciones del edificio de invitados. Supuso que su esposo se encontraba en una de ellas. Ech las cortinas, apart sbanas y mantas y se meti en la cama. El colchn se hundi ligeramente bajo su peso y ella cerr los ojos a la oscuridad y al inmenso vaco que senta y se puso de lado. Decidi que se levantara pronto para cocinar. Despus de la tradicin dominical de la iglesia haban organizado una reunin social y deban llevar tartas y pasteles, as que pens en lo que necesitaba e intent recordar si lo tena todo. Durante una breve temporada, tras la muerte de su madre, ella se haba encargado de preparar todas las comidas; pero Alfonso contrat a Elthea Barres y desde entonces ya no estaba obligada a pasar tanto tiempo en la cocina, gracias a lo cual poda preparar cosas por adelantado. Adems, Adele se encargaba de limpiar las habitaciones y de cambiar las sbanas en el edificio de invitados y Maggie Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 16-163 Townsend, a quien Alfonso haba contratado el ao anterior, haca la colada y ayudaba en el jardn. Aos atrs, cuando no tenan tantos ayudantes, Anahi tena que lavar la ropa y tenderla ella misma, normalmente acompaada por su hijo. Pasaba ms tiempo cuidando de l que haciendo sus labores, pero de algn modo se las arreglaba para hacer el trabajo sin quitarle ojo de encima. Con relativa frecuencia, Alfonso se acercaba a ellos, alzaba al nio y lo lanzaba a los aires para recogerlo despus. Anahi poda or la contagiosa risa de Tim y ver su cabello brillando bajo la luz del sol. Pero la sonrisa de Alfonso casi era ms entraable. Una sonrisa que no haba vuelto a mostrar desde entonces. Sin embargo, intent no pensar en esas cosas. No quera hacerlo. No quera recordar. Deba ser fuerte. Inconscientemente, alcanz la almohada de Alfonso y la apret contra su pecho, intentando olvidar el espacio vaco en la cama. Todo el mundo tomaba sus propias decisiones y Alfonso haba tomado la suya. l no quera seguir adelante y ella no quera volver atrs. No estaba dispuesta a perder el sueo por asuntos que al fin y al cabo escapaban a su control. Adems, llevaban tanto tiempo separados por el dolor que su presencia o su ausencia fsica no cambiaba nada. As eran las cosas. Alfonso se acostumbr a comer antes que los invitados y Anahi se ajust a los cambios sin hacer ningn comentario. Lo vea en los desayunos en compaa de su padre, de media docena de empleados y de las empleadas. Volva despus del medioda con los dems y finalmente lo vea de nuevo en la cena. Pero no haban pasado ni un minuto a solas desde que se haba cortado en la mano. De todas formas, not que se haba cambiado la venda y que estaba limpia, de modo que tampoco dijo nada al respecto. Por fin, cuando Alfonso se acerc a la estufa el sbado por la tarde, para servirse un caf, ella dijo: Necesitas que te quite los puntos? Lo har yo mismo. Gracias. l dej el caf sobre la mesa y la seora Barres aprovech la ocasin para decir: Os recuerdo que maana hay reunin comunitaria. Tal vez sea la ltima que podamos hacer al aire libre antes de que llegue el fro. Sam se inclin hacia delante y se cort otro pedazo de tarta de melaza. Ser mejor que practique, por si hay un concurso de comer tartas... brome. Hermie ri. Siempre has estado practicando para ese concurso y jams han convocado nada parecido. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 17-163 Sam se comi la tarta, se levant de la mesa y mir a su hija. Por su forma de mirarla, result evidente que le preocupaba su estado; sin embargo, todos saban, incluido l, que en presencia de Anahi era mejor reservarse los consejos. Todava me quedan ms manzanas para ti. Cundo quieres que las traiga? El lunes estara bien respondi ella. Muy bien, me marcho. Os ver maana se despidi Sam. El hombre recogi su sombrero y sali de la casa. Mrchate a casa para prepararte para maana dijo Alfonso a la seora Barnes. Yo me quedar para ayudar a limpiar a Anahi despus de que coman los invitados. Es un detalle por tu parte... coment la mujer. Hermie, me llevas a casa? Hermie se levant y la acompa a la salida. Aquella noche slo tenan tres clientes. Anahi les sirvi la cena y Alfonso apareci despus, tal y como haba prometido. Puedo hacerlo yo sola dijo Anahi. El comentario no implicaba desdn alguno. Anahi saba que Alfonso trabaja casi ms que ella y no quera cansarlo an ms. Pero su marido hizo caso omiso y tom un bol vaco. Pensaba que seras capaz de soportar mi presencia lo suficiente para limpiar... espet l. No se trata de eso. Alfonso tir las sobras de los platos en un cubo, sin mirarla. Despus, limpi la mesa y sac el cubo al exterior. Inesperadamente, Anahi sinti una punzada en el corazn. Se llev una mano al pecho e intent controlarse. No era que no pudiera soportar su presencia. No, no era eso. Pero cuando Alfonso estaba cerca, le resultaba ms difcil controlar sus emociones. Estaba deseando que Alfonso volviera a la cocina, e incluso se sobresalt al or los tacones de sus botas en el entarimado del porche. Ella se puso a fregar los platos. l dej un montn de lea en la carbonera, junto a la estufa. Ella sec las cacerolas. l freg el suelo y apil los platos limpios en la mesa, para que estuvieran preparados para la maana siguiente. Trabajaban juntos, pero sin decirse nada. Se evitaban. Ha parido ya tu yegua? dijo Anahi al cabo de un rato. Anteayer. Dio a luz un precioso potrillo marrn con una mancha en la frente. Si quieres verlos, los he llevado al granero. De acuerdo. Alfonso dej la fregona a un lado y tom su sombrero. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 18-163 Buenas noches, Anahi. Alfonso? l se detuvo cuando estaba a punto de abrir la puerta, y la mir. Ella se sec las manos en el delantal, nerviosa. A Anahi le habra gustado que comprendiera que aquella era la nica forma que haba encontrado de sobrevivir. Alfonso crea que haba elegido aquel camino con plena conciencia, pero en realidad el camino lo haba elegido a ella y necesitaba toda su energa para mantenerse en l sin perderse. En opinin de Anahi, su esposo le exiga demasiado. Pero al final, se guard sus pensamientos y se limit a decir: Gracias. l asinti. De nada. Entonces, Alfonso se march y Anahi se qued mirando la puerta. El primer domingo desde que Alfonso se march de la casa amaneci tan decepcionantemente normal como otro cualquiera. Tras preparar y servir el desayuno, Anahi se prepar para ir a la iglesia. Haba elegido un vestido de flores y se lo puso, pero no cay en la cuenta de que se abrochaba por detrs y le cost tanto que al final le dolan los brazos. Entonces se mir en el espejo, se cepill el cabello y se lo recogi con unas horquillas antes de tomar una pamela y unos guantes y dirigirse a las escaleras. Alfonso haba limpiado las botas que Anahi usaba los domingos y se las haba dejado junto a la puerta de la cocina. Se las puso, guard toda la comida que haba preparado y se detuvo un momento para ponerse los guantes. Su marido la estaba esperando en los escalones del porche. Cuando empez a cargar la comida en la parte trasera del coche, frunci el ceo y ella se pregunt si habra bebido demasiado la noche anterior. Sin decir nada, Alfonso la ayud a subir y Anahi not que llevaba el rifle con l. Siempre iban juntos a la iglesia, mientras que su padre, Hermie y las dems mujeres viajaban en la carreta. Normalmente, el silencio entre ellos no era un silencio incmodo; pero ahora estaba tan enrarecido, tan cargado de preguntas sin formular y pensamientos callados que casi se poda cortar. Al llegar a la iglesia saludaron a algunos vecinos y tomaron su asiento en el interior del edificio. Anahi se relaj un poco con los familiares himnos y con la homila del reverendo Calhoun. Slo all se permita pensar en Tim; e incluso as, eran pensamientos cuidadosamente elegidos y controlados. Intentaba imaginar a su hijo en el cielo, eternamente feliz y libre del dolor y de los sinsabores de la vida. El corto espacio de esos minutos era el nico momento de paz en sus semanas. Nunca se permita pensar en su propia vida sin Tim, ni en la prdida, ni en el dolor Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 19-163 de su esposo. Y cuando alguien lo mencionaba en alguna ocasin, cosa que ya no ocurra casi nunca, finga no escuchar. As haba sobrevivido hasta entonces. Cuando termin el servicio, el cura mantuvo su costumbre de despedir a los feligreses a la puerta de la iglesia. Buenos das, seor y seora Herrera. Qu tal estn? Muy bien, reverendo contest ella. Anahi sigui adelante y Alfonso intercambi unas palabras con el prroco antes de unirse a ella. Los hombres ya haban empezado a instalar las mesas en el jardn, bajo el intenso sol del domingo, mientras las mujeres sacaban los manteles y los delantales. Alfonso llev las cestas de la comida a una de las mesas y luego desapareci dejndola a solas con sus conocidas. Leda Bently, esposa de uno de los agricultores de la zona, llev a una jovencita hacia Anahi. Te presento a Rachel Douglas. Ella y su marido se acaban de mudar aqu. l nos est ayudando con la cosecha. Anahi salud a la rubia joven, y not que intentaba disimular su abultado abdomen con las puntas del desgastado chal que llevaba. Toda su indumentaria era inapropiada para su estado, como si no tuviera ropa suficiente, y se vean unos centmetros de sus medias negras y unas botas viejas. De dnde sois? pregunt Anahi. Jack es ingls. Nos conocimos en Nueva York y nos casamos all, pero l no consegua encontrar empleo y decidimos marcharnos al oeste. Tienes familia en el este? Ella neg con la cabeza mientras admiraba la pamela de Anahi, a juego con el vestido. No. Crec en una inclusa y luego trabaj un par de aos como criada antes de conocer a Jack. Rachel es magnfica en las tareas de la casa coment Leda. Me alegra enormemente que Frank contratara a Jack para ayudar en la cosecha, porque mi casa nunca haba estado tan limpia. Rachel se ruboriz. Simplemente intento ganarme mi manutencin dijo la joven. Estoy tan contenta de permanecer una temporada en el mismo sitio y de no tener que volver a la carreta que hara cualquier cosa. Anahi, su marido y el padre de Anahi son los dueos de la posada explic Leda. Y a pesar de que el ao pasado terminaron las obras del ferrocarril transcontinental, tienen muchos clientes. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 20-163 Necesitis ayuda? pregunt Rachel. Puedo limpiar, cocinar y hacer la colada... Y Jack trabaja duro. Necesitar trabajo cuando termine la cosecha. Me temo que ya tengo a tres personas que me ayudan respondi Anahi. Pero en cuanto a Jack, dile que hable con Alfonso. l se encarga de las contrataciones. Se lo dir afirm, con una tmida sonrisa. Cuando la joven se gir para alejarse, Anahi not que estaba muy delgada. El viaje al oeste era muy pesado, y deba de haber sido especialmente difcil para una mujer que adems esperaba su primer hijo. Cundo se espera que nazca? pregunt Anahi. Rachel mir hacia atrs y se ruboriz. En algn momento del invierno. En diciembre seguramente Anahi asinti e intercambi una mirada de preocupacin con Leda. A fin de cuentas, ambas saban lo difcil que poda ser un parto. Rachel, en cambio, estaba por descubrirlo. Bueno, te deseo lo mejor. Y ojal que tu marido y t encontris un buen lugar para estableceros. Nos encantara quedarnos aqu dijo Rachel. Nunca haba estado en un sitio con tantos espacios abiertos... Los campos son magnficos, con todas esas plantaciones de maz que alcanzan hasta donde llega la vista. Y hay verduras y leche fresca todos los das. Es una tierra maravillosa. Anahi pudo sentir la alegra de la joven y comprendi que estuviera maravillada por tener suficiente comida y por la belleza de la tierra. Pero no dijo nada al respecto y se apart un poco para cortar los pasteles. Pas media hora ms antes de que los invitados se reunieran alrededor de las mesas, dispuestos a sentarse. Alfonso se acerc entonces para acompaarla, y en ese momento, Anahi vio de nuevo a Rachel; esta vez se encontraba junto a un joven alto y atractivo que la llevaba de la mano. Los dos eran tan jvenes y estaban tan obviamente enamorados que sinti una punzada en el corazn. Mir a Alfonso, a su lado, y lo descubri contemplando el paisaje. Estaban solos porque su padre se haba ido a sentar con otros hombres en una mesa distinta, bajo uno de los arces del jardn. Dnde quieres que nos sentemos? pregunt Alfonso. Al sol, o a la sombra? Al sol. Como muchos otros vecinos, prefirieron sentarse en la hierba, sobre una manta, en lugar de comer en las mesas. El sol de la tarde era muy agradable y Anahi se quit la pamela. Cuando Alfonso ya se haba comido un buen plato de pollo frito, plato que le encantaba, sac un sobre del bolsillo. Esta maana lleg el correo. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 21-163 S, vi al cartero. Desayun muy deprisa. Trajo esta carta. Es de mi madre. Anahi mir el sobre. Alfonso reciba cartas de su madre, que viva en Indiana, cada pocos meses. Haca seis aos que no se vean; l estaba tan ocupado con el trabajo en la posada que su comunicacin se haba reducido al gnero epistolar. Y qu dice? Que no se encuentra bien. Oh, lo siento mucho... Qu le sucede? Los mdicos le han dicho que es un problema de corazn. Te gustara ir a verla? No va a ser necesario. Va a venir. Anahi parpade. Ah... Y trae a Cay consigo. Cay era el hijo de la hermana de Alfonso, Ruby, quien se haba marchado y haba abandonado al nio cuando slo era un beb. Cuntos aos tiene ya? No lo recuerdo... Creo que doce. Mi madre dice que cada vez tiene ms problemas con l y que ya no puede controlarlo. Me ha pedido que la ayudemos. Qu podemos hacer nosotros? Quiere traerlo aqu y aprovechar la ocasin para descansar un poco. Adems, mi padre muri cuando yo tena la edad de Cay. S lo que significa crecer en tales circunstancias y me gustara evitar esa suerte a mi sobrino. Anahi se limit a asentir; Alfonso la haba pillado con la guardia baja y no supo reaccionar de otro modo. Por otra parte, no poda negarse; si su madre estaba realmente enferma, mereca descansar. Es tu madre, Alfonso. Es bienvenida aqu declar. No te preocupes, nos encargaremos de cuidarla. Alfonso se relaj un poco al orla. El problema del chico era otro asunto. Ya tenan bastantes problemas en sus vidas, y Anahi no quera aadir otro. Pero se sinti culpable por lamentar su llegada. Cundo llegarn? l comprob la fecha en la carta. Dentro de una semana, segn creo. Arreglar la habitacin del piso superior para que se aloje tu madre. Pero, qu haremos con Cay? Dnde quieres que duerma? Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 22-163 Puede quedarse en el edificio de invitados. O dormir en el sof del saln. En realidad, lo que Alfonso llamaba saln era una sala que utilizaban para todo tipo de propsitos. Entre otros, como habitacin extra para invitados cuando se quedaban sin sitio. Pero Anahi estaba ms preocupada por lo que pensara la madre de Alfonso al ver que no estaba durmiendo con ella. Incluso se dijo que tal vez regresara a la casa para no tener que dar explicaciones. Volvi a mirar a los invitados de la fiesta y de nuevo concentr su atencin en Rachel y Jack Douglas. Se haban sentado sobre una manta, coman alegremente y se sonrean el uno al otro. Unos segundos despus, Rachel baj la mirada hacia su estmago y l le puso una mano encima, en un gesto de evidente amor. Anahi se estremeci y dej de mirar. Pero la escena la haba perturbado tanto que Alfonso lo not. Qu sucede, Anahi? Nada. Tienes aspecto de haber visto un fantasma... Ella neg con la cabeza aunque, en cierta forma, haba visto un fantasma: el de una joven pareja de enamorados que esperaban su primer hijo. El fantasma de la bendicin de la inocencia. Pero saba que los fantasmas no existan. As que hizo un esfuerzo por exorcizar el pasado y concentrarse en la comida. Alfonso, has tenido ocasin de conocer a Jack Douglas? No lo creo... Est trabajando con los Bently, ayudndolos con la cosecha explic ella. Su esposa me ha dicho que necesitar un empleo despus. Son tan.... jvenes. Alfonso la observ con curiosidad. Anahi nunca hablaba con l sobre asuntos relativos a contrataciones, y el cambio le pareci bastante peculiar. No necesitas ms empleados? pregunt ella, con tono de aparente despreocupacin. Alfonso se limpi los labios con una servilleta antes de responder. Me ests pidiendo que contrate a ese Jack Douglas? No, no respondi. Slo me estoy interesando por el asunto. Ella me lo ha preguntado y le he dicho que Jack debera hablar contigo. En tal caso, si viene a hablar conmigo, hablar con l... Anahi no insisti con el asunto. Ya tena bastantes preocupaciones con el anuncio de la llegada de la madre de Alfonso y de su sobrino. Cuando terminaron de comer, recogi los platos y observ a Alfonso mientras se alejaba para reunirse con un grupo de hombres. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 23-163 Alfonso se dijo que ya no conoca a su esposa. No era la persona con la que se haba casado. No era la mujer con la que haba descansado en ntima quietud durante una noche de invierno, compartiendo sueos y emociones. No era la mujer que lo haba amado con tal pasin y de un modo tan completo que haba temido que su corazn estallara de pura felicidad. Estaba echado en el camastro que ocupaba en el edificio destinado a los clientes. Miraba los agujeros del techo de madera, dominado con los detalles de su pasada vida conyugal, por recuerdos que no le dejaban dormir. Todo haba empezado en el ejrcito, cuando conoci a Sam en Fort Kearney, durante la guerra. Ambos eran soldados de caballera; Alfonso haba ganado algn dinero vendiendo caballos al ejrcito y Sam tena unas tierras en Nebraska. Los dos estaban convencidos de que abrir una posada para viajeros poda ser un buen negocio, as que se pusieron manos a la obra y decidieron edificar una en un lugar adecuado. Se asociaron, y cuando termin la guerra, buscaron tierras que tuvieran acceso a agua y pastos suficientes. Acordaron que los caballos seran lo ms importante, puesto que a fin de cuentas eran la base de toda la operacin. Pero hasta que el negocio prosperara, Sam tena que ofrecer un techo a su esposa, Vanessa, y a su hija; as que despus de construir los establos y el granero, iniciaron la construccin de la casa. Alfonso todava recordaba la primera vez que vio a Anahi, cuando lleg en aquella carreta llena de muebles y suministros en compaa de su madre. Entonces tena dieciocho aos y a l le sorprendi que descendiera de la carreta sin ayuda y que la hubiera conducido ella misma, sin ayuda de nadie. Con su largo y rubio cabello parcialmente escondido bajo un sombrero, mir a su alrededor, vio que su padre estaba poniendo ladrillos en la pared de la casa en construccin y avanz hacia l con absoluta seguridad, lentamente. Sam Burnham dej de trabajar y se incorpor con una sonrisa que habra iluminado toda la pradera en la noche ms cerrada. Se quit los guantes, los arroj al suelo y corri hacia ella. Cuando la alcanz, la abraz con fuerza y la hizo girar a su alrededor mientras la risa de Anahi flotaba en el ambiente. Pap, hueles a cabra! exclam ella, antes de dar un paso atrs para contemplarlo mejor. Anahi tena razn. Ni Sam y l se haban molestado en lavarse la ropa desde que una semana antes haban agotado sus ltimas mudas limpias. Y t hueles a flores... Alfonso admir el vestido verde de la joven, que insinuaba su esbelta y bella figura, y acto seguido se mir a s mismo. Sus pantalones y su camisa estaban cubiertos de polvo, y sus botas, llenas de barro y estircol. Supuso que deba oler como el trasero de un bisonte. Y se qued donde estaba, sin moverse. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 24-163 Pero en ese momento, Anahi Burnham lo mir. Alfonso se sorprendi al sentir la intensidad de sus ojos marrones; por alguna razn haba imaginado que seran azules, pero resultaron de un precioso color acaramelado. Ella lo mir de los pies a la cabeza con evidente inters, pero sin aparente intencin crtica. Vanessa se uni enseguida a ellos, y su saludo fue menos exuberante que el de su hija. Sam la bes y ella lo observ durante un buen rato, como si quisiera saciarse por las muchas semanas de separacin. Alfonso, acrcate dijo Sam al final. Te presento a mi esposa, Vanessa, y a mi hija, Anahi. Mis queridas damas, ste es Alfonso, mi socio. Eres ms joven de lo que imaginaba dijo Vanessa. Bueno, soy mayor que ayer brome l con una sonrisa. Vanessa Burnham lo mir con detenimiento. No lo dudo, pero me pareces muy joven para tener una posicin financiera tan solvente coment. He domado y vendido muchos caballos al ejrcito. He trabajado en las diligencias, en caceras de bisontes y luego, por si fuera poco, la guerra se encarg de quitarme todas las tonteras que an me quedaban dijo Alfonso. Cuando conoc a Sam y empec a pensar en el futuro, supe que quera establecerme en un lugar. Pues ste es el futuro declar Sam con alegra, mirando a las dos mujeres de su vida. Un lugar magnfico en mitad del camino y sin ninguna otra posada a muchos cientos de kilmetros. En cuanto tengamos preparados los caballos, construiremos un edificio para albergar las habitaciones de los viajeros y vendrn aqu como moscas a la miel. Moscas? No son las abejas las que van a la miel, pap? pregunt Anahi con ojos maliciosos. Si no recuerdo mal, las moscas se sienten atradas por... otras cosas. En ese preciso momento, Anahi mir las botas de Alfonso. Alfonso se dio por aludido, pero a pesar de ruborizarse, no se lo tom a mal. Anahi no era una chica remilgada; nunca lo haba sido y no lo fue ms tarde. Con el transcurso del tiempo la haba visto trabajando muy duro y disfrutando del xito del negocio y de su crecimiento. Aqulla era la mujer que amaba con todo su corazn, la mujer que haca que hasta el ltimo de sus das, y desde luego todo el esfuerzo y el tiempo que dedicaba a la posada de Herrera, merecieran la pena. Pero tambin era la mujer que haba decidido arrancarlo de su vida, expulsarlo de repente. Y da a da, Alfonso senta que algo se estaba muriendo en su interior. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 25-163 Tres Elthea Barnes era una bendicin. Nunca protestaba cuando llegaban ms viajeros de la cuenta, ms bocas que alimentar. Unos das antes, una caravana haba acampado al oeste de la posada y las mujeres que viajaban en ella haban pagado bien por la ocasin de baarse y acceder a verduras frescas. De hecho, la seora Barnes pareca contenta de poder hablar con otras mujeres; y de vez en cuando sacaba algn dinero extra vendiendo los jabones que guardaba para ese tipo de ocasiones. Para complicar an ms la situacin, Alfonso tena que cerrar un acuerdo con el ejrcito esa misma semana y apareci toda una unidad de caballera. Por supuesto, los soldados se alojaron en la posada mientras l instrua a los oficiales sobre los caballos que iban a comprar. Estaban al completo, as que Anahi haba tenido que pedirle a Pitch Gittleman que saliera a cazar unos conejos para poder alimentar a todo el mundo. El patizambo ex tonelero siempre estaba encantado de salir a cazar cuando fuera necesario, y tena la ventaja aadida de que le evitaba a Anahi el trago de tener que desollar las piezas antes de prepararlas. Como recompensa, Anahi le dio una cesta llena de pasteles que acababa de preparar. l sonri de oreja a oreja, mostrando un brillante diente de oro. Ser mejor que esconda los pasteles dijo l y me prepare una buena cafetera. Anahi se pregunt si conseguira disfrutar del caf y de los pasteles antes de que los dems se los quitaran. Despus de comer y de disfrutar del magnfico guiso de conejo, los soldados de caballera le dijeron a Alfonso que lamentaban tener que marcharse y le dieron las gracias a Anahi por la comida. Luego, recogieron sus armas y se fueron. Cansada, Anahi se sent. Elthea Barnes estaba limpiando el comedor, ayudada por Adele. Pero en ese momento, oyeron una expresin muy familiar: Viene una diligencia... Oh, Dios mo dijo Elthea. Anahi se levant. Todava queda conejo en la cazuela. Podra aadir unas patatas ms para completarlo dijo. Yo podra preparar unas mazorcas de maz se prest Adele. Anahi asinti y la seora Barres se apresur a limpiar la mesa del comedor. Tras echar las patatas a la cazuela, Anahi sac agua del pozo y llen las dos palanganas que tenan a disposicin de los viajeros en el porche. Despus, mir hacia los establos, donde se haba detenido la diligencia. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 26-163 Hermie y Pitch estaban cambiando el turno, y Anahi se pregunt dnde estara Alfonso. Siempre ayudaba en esas tareas, as que su ausencia resultaba preocupante. No tard en divisarlo. Estaba a cierta distancia, en la apertura de la valla que separaba los establos de la zona de parada de diligencias. Y un chico que apenas le llegaba al hombro se encontraba a su lado. Algo iba mal. Lo supo en cuanto not la tensin en el cuerpo de su esposo. Se recogi las faldas, baj los escalones del porche y avanz hacia ellos. Pero antes de que los alcanzara, Alfonso abraz al chico de un modo extrao. Alfonso? l solt al nio y se volvi hacia su esposa. Hola, Anahi. El chico alz la mirada y la observ. Su pelo era muy parecido al de Alfonso, aunque algo ms oscuro, y tena los mismos ojos azules. Deba de ser Cay, lo cual la sorprendi. No esperaba que llegaran tan pronto. Anahi, te presento a Cay. Hola, Cay, qu tal ests? El nio no respondi. Anahi mir entonces a su esposo, que pareca turbado. Alfonso mir hacia los pastos del norte e hizo un esfuerzo evidente por recobrar la compostura. Dnde est tu madre, Alfonso? pregunt ella, sospechando lo peor. Me acaban de decir que ha muerto en las cercanas de Manhattan y que han dejado su cadver en el pueblo explic l. Tendr que ir a buscarla. Anahi se llev una mano al pecho. Oh, Dios mo... Alfonso... Est a un da de distancia, as que saldr maana a primera hora. Quiero ir contigo dijo Cay de inmediato. Era la primera vez que Anahi oa la voz del chico. Era una voz tpica de nio, aunque con un poso del cambio fsico que estaba a punto de experimentar. Muy bien, puedes venir conmigo si quieres dijo Alfonso. Anahi se pregunt si ella tambin deba ir. Nunca haba sido muy buena a la hora de ofrecer consuelo, pero en ese momento observ que cuatro viajeros se dirigan a la posada y aprovech la ocasin para escabullirse. Quieres comer algo, Cay? El nio sacudi la cabeza. Anahi no saba qu hacer. Acababa de perder a su abuela, Alfonso haba perdido a su madre, y lo nico que se le ocurra era preguntar si tena hambre. Ni siquiera saba si interesarse por lo sucedido o dejarlos a solas. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 27-163 Mi madre saba que no le quedaba mucho tiempo dijo Alfonso, pero pens que lograra llegar, que podramos cuidar de ella. . Anahi sinti una profunda angustia. Ya tena mal aspecto cuando salimos de Fort Wayne explic Cay. Siento mucho lo de tu abuela, Cay acert a decir Anahi. Lo siento, Alfonso... Ahora tengo que ir a servir a los viajeros, pero encrgate de que Cay lleve su equipaje a la casa. Puede alojarse en la habitacin que ya hemos preparado. Anahi ocult sus sentimientos en el trabajo de servir la comida y llenar los vasos de los clientes. Elthea Barnes y ella formaban un gran equipo y su relacin era amistosa y familiar. Como Anahi se encargaba de cobrar a los clientes, los bolsillos de su delantal fueron creciendo de tamao a lo largo del da. Finalmente, sac la llave de la pequea habitacin contigua a la cocina, que siempre estaba cerrada, y la abri; una vez dentro, apunt la ganancia del da en el libro de contabilidad y meti el dinero en una caja de metal. Alfonso pagaba a los empleados cada semana; luego apartaba la suma necesaria para comprar las provisiones y los suministros semanales, y por ltimo, llevaba el resto al banco. Sin embargo, Anahi no estaba pensando en el dinero sino en algo bien distinto. Tiempo atrs, Alfonso le haba comentado que quera viajar a Indiana para ver a su madre, pero tena tanto trabajo que no haba podido. E imagin que ahora se lamentara amargamente por ello. La diligencia ya se haba marchado a la hora de cenar y slo se quedaron dos viajeros a pasar la noche. Alfonso y Cay comieron con los empleados, pero el chico apenas toc la comida. Adems, miraba a Anahi con una mezcla de resentimiento y acusacin, aunque a ella no le sorprendi en absoluto. Despus de cenar, Alfonso inst a Cay a asearse un poco. Y de vuelta en la casa, Anahi decidi intervenir. No has comido casi nada. Seguro que no te apetece nada? Cay no la mir, pero dijo: Bueno, tal vez. Entonces, sintate y te traer algo. Cay se sent a la mesa, mientras Alfonso se diriga a la habitacin contigua, probablemente para comprobar las ganancias del da. Tras partir un par de rebanadas de pan y cortar un poco de jamn, Anahi puso un bocadillo y un vaso de leche ante el nio. Tampoco dijo nada ahora, pero al menos se puso a comer. Se supone que deberas darle las gracias dijo Alfonso, que acababa de regresar a la cocina. Anahi not que su esposo tambin se haba aseado. Y el fresco aroma de su piel y de su cabello provocaron en ella una incontrolable reaccin de deseo que la tom por sorpresa. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 28-163 Gracias dijo el chico, mientras morda el bocadillo. Anahi sirvi a Alfonso una taza de caf y un trozo de tarta de manzana. Saba que le gustaba tomar algo dulce con el caf, pero ltimamente no haba pasado por all para recibir su porcin. Alfonso le dio las gracias y tom su sitio tradicional en la cabecera de la mesa. Anahi se sent frente a Cay. Nos marcharemos a primera hora de la maana dijo Alfonso. En ese caso preparar comida para el viaje. Cunto crees que tardaris? Con la carreta, supongo que un da para llegar a Kansas y da y medio para volver si lo hacemos con menos prisas. Anahi saba que el viaje de vuelta sera necesariamente ms lento; no en vano, regresara con el cadver de su madre. Aquello le record que Alfonso haba dejado las pertenencias de su difunta madre y de Cay en el saln, as que dijo: Podras llevar arriba las cosas de Cay? Cay se levant de repente. Lo har yo. Est bien dijo ella, mientras se quitaba el delantal. Alfonso puede ayudarte a desempaquetar. No necesito ayuda. Indicadme dnde me voy a quedar y me encargar. Cay recogi sus pertenencias. Anahi tom una lmpara y abri camino, escaleras arriba, mientras Alfonso los segua con una segunda lmpara. Haca una semana que su esposo no pisaba esa zona de la casa; Anahi se haba preguntado si volvera con ella cuando apareciera su madre, y ahora que Cay iba a quedarse en el dormitorio libre, se lo pregunt de nuevo. Se marchara otra vez y dejara que el chico se extraara al comprobar que no dorma con su esposa? Fuera como fuera, Anahi entr en el dormitorio que haban reservado para la madre de Alfonso y que ahora ocupara Cay, y dej la lmpara sobre el escritorio. Puedes poner tus cosas en esos cajones. Hay una cesta junto a la puerta... cuando necesites lavar algo de ropa, mtela ah y saca la cesta al corredor. Y si necesitas algo esta noche, lo que sea... Estamos al otro lado del pasillo la interrumpi Alfonso. Anahi se puso tensa. Alfonso acababa de sacarla de dudas. Buenas noches, Cay dijo Anahi. El chico no dijo nada. Anahi tom la segunda lmpara y la llev a su dormitorio. Su marido tard un poco en llegar, y para cuando lo hizo, ella ya se haba aseado y se estaba quitando la ropa. Alfonso cruz la habitacin, se detuvo frente a la ventana y contempl el exterior. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 29-163 Ella sinti un estremecimiento ante su cercana. Recuerdo el da en que muri tu madre... dijo l, con evidente emocin. Anahi termin de quitarse la ropa y se puso rpidamente el camisn. Luego, y sin sentarse ante el tocador, se solt el pelo y se lo cepill con las mismas prisas. El fallecimiento de su madre haba sido la primera prdida importante que haba sufrido en su vida. Aquello le rompi el corazn, pero Alfonso haba estado todo el tiempo a su lado para animarla. Y su compasin no se haba limitado a ella: tambin haba hecho lo posible por dar compaa a su padre. Ahora habr otra cruz en esa colina continu l. Anahi no haba visitado las dos tumbas de la colina desde el ao anterior, y no quera pensar en eso. Las dos abuelas de Tim estarn ah. Sin querer, Anahi solt el tarro de glicerina que haba estado usando para las manos y se oy un fuerte golpe al caer al suelo. Alfonso se volvi. Estaba muy enfadada consigo misma, furiosa por su incapacidad para obtener una emocin de su alma, que senta muerta. Ya no saba qu hacer, y por si fuera poco era consciente de estar derivando su ira hacia Alfonso, como si l fuera culpable del inmenso vaco que la dominaba. Cualquiera con sangre en las venas se habra acercado a l para tocarlo, para ofrecerle algn tipo de nimo. Anahi imagin que lo haca, que consegua cruzar la habitacin y poner una mano sobre su firme pecho, antes de atraerlo hacia s y darle calor en un abrazo. Imagin los latidos del corazn de su esposo contra sus senos, fuertes, constantes. Imagin que inclinaba la cabeza para apoyarla en su hombro y que inhalaba su familiar aroma. Pero en lugar de hacerlo, recogi el tarro, lo dej en el tocador, se arrastr hacia la cama y se meti entre las sbanas. Alfonso se quit la ropa, pero Anahi no apart la mirada. Los definidos msculos de sus hombros y de su pecho se flexionaban con cada movimiento. El recuerdo de su contacto y de sus cuerpos entrelazados mantuvo su atencin en l. Alfonso era un gran nombre, un hombre generoso y nada egosta. Era amable, caballeroso y sin embargo fuerte en todos los sentidos que ella necesitaba. Lamentablemente, Anahi saba que ella le haba fallado muchas veces, que lo haba expulsado, abandonado, daado. S, le haba hecho dao. Y eso era lo peor de todo. Porque lo ms doloroso, lo que de ninguna manera poda soportar, era su propio e injustificable comportamiento. Sigui observndolo mientras l doblaba los pantalones y los dejaba sobre el respaldo de la silla, antes de apagar la lmpara con un soplido. La cama se hundi bajo su peso y slo entonces Anahi cerr los ojos. Pero no lo hizo para no verlo, sino como si aquel gesto tambin sirviera para apagar el repentino pnico que senta ante el muro que haba levantado entre ellos. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 30-163 Lo oli. Jabn. Hombre. Alfonso. Oy su respiracin. Acelerada. Not que se volva para mirarla. Sinti toda la extensin de su cuerpo junto a ella, aunque no la estaba tocando. Alfonso la necesitaba. Sin pensrselo dos veces, empujada por la profunda repulsin que senta hacia su propio comportamiento, se gir hacia l y le puso una mano en el pecho. Su piel estaba caliente. l la tom de la mueca y llev la mano a su boca, para besarla. Sus labios estaban calientes y hmedos, y aunque Anahi no quera hacerlo, record la sensacin de su contacto en otras partes de su cuerpo. Cuando la mir a los ojos, ella supo que, a pesar de la oscuridad de la habitacin, poda verla perfectamente. Anahi? Aquella noche, su aliento no ola a alcohol. Slo a caf. La necesitaba. l la bes suavemente. Fue un beso tan delicado, tan dulce, que no bast para que Anahi dejara de pensar. De modo que lo bes a su vez con ms apasionamiento. Tras unos minutos arrebatadores, el dej de besarla, hundi la cabeza contra su cuello y la abraz. Te echo de menos, Anahi dijo, casi en un susurro. Haba pasado tanto tiempo que Anahi se senta extraa, pero llev las manos al cabello de su marido y lo acarici. l gimi ante el inocente gesto, y la vergenza que senta Anahi creci hasta llenar cada oscura esquina del dormitorio. Entonces, Alfonso comenz a acariciarla. Le acarici las caderas, el estmago, los senos, y ella pudo sentir la fuerza de su ereccin. Cuando le alz el camisn y empez a tocarla en los mismos sitios, pero esta vez sin el obstculo de la tela, ella no se resisti. Anahi se haba pasado todo un ao elevando barreras entre ellos, cerrndose sobre s misma, y para su propia sorpresa, descubri que no le era de utilidad: en pocos segundos, el temblor que empezaba a sentir en su interior baj de intensidad. Dej escapar un gemido, apenas un suspiro, pero fue como si procediera de otra persona. Alfonso apart las sbanas y las mantas para poder admirar su cuerpo, y la dbil luz de la luna, que se colaba a travs de los visillos, hizo que brillara su cabello. Un momento despus, se situ sobre ella. Su peso le result extremadamente familiar y sin embargo inquietantemente ajeno al tiempo. Luego, la bes con apasionamiento y la penetr con movimientos suaves, lentos, demasiado calculados. La necesitaba. Era obvio. Anahi haba conseguido cerrar a cal y canto sus sentimientos. Pero su cuerpo era una historia bien diferente. Alfonso lo conoca bien y aprovech sus conocimientos para Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 31-163 obtener una respuesta. Saba que a ella le gustaban los juegos previos largos y lentos, y cuando Anahi intent acelerar el proceso, l se resisti y la sedujo con dedos pacientes e irresistibles labios. l saba que adoraba que la besaran en el cuello, as que lo hizo. Y luego descendi sobre sus pezones. Anahi cerr los ojos, intentando escapar de todas aquellas sensaciones, pero se senta tan bien que no consegua resistirse. Poco a poco se acercaba a alcanzar el orgasmo. Alfonso lo not y, en el preciso momento, volvi a besarla en el cuello, otra vez. Anahi crey or un grito. Se pregunt si habra sido ella misma. Pero se dijo que no; que para gritar haca falta tener sentimientos. Unos minutos despus, Alfonso se incorpor lo suficiente para taparla con las sbanas y las mantas. Ella quera decir algo. l esperaba que lo hiciera. Pero Anahi no se senta muy capaz de cumplir con sus expectativas. Siento mucho lo de tu madre alcanz a decir. La voz de Alfonso son con un poso de dureza. Lo has hecho por eso? Has hecho el amor conmigo por pena? Ella se estremeci ante la acusacin. Lamentablemente, estaba en lo cierto. Y lamentablemente, no poda darle otra cosa. Yo no dira pena. Dira nimo. l se sent en la cama, dolido. Maldita sea, Anahi... Y qu hay del amor? Es que esa palabra ha desaparecido de tu vocabulario? Ella odi que le planteara exigencias. No saba qu decir. Alfonso se levant y empez a ponerse los pantalones antes de que Anahi pudiera abrir la boca. Adnde vas? Lejos de aqu. Anahi se sent. No vas a quedarte? Me voy al edificio de invitados. Para poder beber? Tal vez. Al fin y al cabo hay ms pasin en una botella de whisky de la que yo he encontrado desde hace mucho tiempo en esta cama. Y entonces, qu acabamos de hacer? l se puso la camisa. Eso me gustara saber a m. Qu acabamos de hacer, Anahi? Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 32-163 Ella se cubri los senos con la sbana. l se acerc a ella, se apoy en el colchn y la mir con intensidad. No s lo que ser ahora, pero antes se llamaba hacer el amor continu l. Dime una cosa, Anahi... todava me amas? Anahi sinti una oleada de confusin y pnico. Aquel era su marido, su Alfonso. Acababan de hacer el amor y sin embargo era totalmente incapaz de pronunciar las palabras que l esperaba or. La necesitaba. Y su necesidad la asust. Lentamente, Alfonso se apart de la cama y acto seguido se puso las botas. Ella se sinti culpable. Pens que Alfonso mereca estar con alguien mejor. Luego, en cuestin de segundos, la puerta se abri y se cerr. Se haba marchado. Y Anahi saba que, sin duda alguna, se lo mereca. Anahi slo durmi un par de horas aquella noche. Se levant temprano, se visti y pas de puntillas por delante del dormitorio de Cay para no despertarlo. Una vez abajo, prepar un pollo y varios emparedados, cort porciones de pastel, prepar botellas con agua y limonada y llen dos cestas. Cuando Alfonso entr en la cocina con sus pantalones de gamuza y su omnipresente Colt en el cinto, ella ya le haba preparado un desayuno a base de jamn, huevos y tostadas. Pareca cansado, pero sin resaca. Acababa de subir a despertar al nio y decirle que se levantara. Ella seal las cestas que haba dejado junto a la puerta y dijo: Es la comida para el viaje. Slo estaremos fuera tres das, como mucho. Y probablemente slo durar dos. Tendrs que buscar leche para Cay por el camino declar. Cay apareci con un mono y un sombrero. S sent frente a Alfonso y Anahi le sirvi el desayuno. El nio alz entonces la vista, los mir a los dos y dijo, tmidamente: Gracias. Cuando termin de desayunar, Cay ayud a Alfonso a llevar la comida a la carreta que ya se encontraba ante la casa. Alfonso haba enjaezado a dos caballos negros, muy bonitos, que permanecan en pie bajo la tenue luz del alba, meneando sus colas. En ese momento apareci Sam. Acababa de llegar de su casa, que se encontraba a un par de kilmetros de distancia. Al verlos, desmont y avanz hacia donde estaban Alfonso y Anahi. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 33-163 No te preocupes por nada le dijo a Alfonso. Nos encargaremos de la posada hasta que regreses. Alfonso estrech su mano. Haban empezando siendo socios, pero ahora formaban parte de la misma familia. Las palabras eran innecesarias. Adems, tampoco era necesario mencionar que Anahi cuidara de todo. No en vano, Sam era su padre. Alfonso subi al asiento del conductor y Cay se acomod a su lado. En la parte posterior de la carreta llevaban las cestas, los sacos de dormir y unas cuantas herramientas. Si a Sam le pareci extrao que Alfonso se abstuviera de despedirse de Anahi, no dijo nada. Haba estado cerca de ellos todos los das, desde haca un ao, y saba que las cosas no iban bien. As que era probable que aquel gesto le pareciera normal dentro de la situacin. Sam se acerc a ella con intencin de abrazarla, pero su hija dio un paso atrs. La mir durante unos segundos, como dicindole que entenda muy bien lo que le pasaba y que poda adivinar sus pensamientos. Despus, se alej con su caballo en direccin a los establos. Elthea Barnes lleg entonces y salud antes de entrar en la casa. Anahi se qued sola en el exterior, viendo cmo desapareca la carreta en la distancia. Luego, se qued contemplando el horizonte hasta que el sol sali por completo y renacieron los sonidos habituales de los animales y de los empleados trabajando. Alfonso viajaba con relativa frecuencia para hacer negocios con la venta de caballos o por otros motivos relacionados con la posada, as que estaba acostumbrada a pasar cortas temporadas sin l. Incluso haba hecho un par de viajes en el ltimo ao, cuando las cosas entre ellos ya haban empezado a ir mal. Pero aquello era distinto. Le pareca distinto. Por el fallecimiento de la madre de Alfonso y por lo que haba pasado la noche anterior. Pero tambin, porque empezaba a perder el control de sus cuidadosamente controladas emociones. Se dijo que trabajar era bueno para mantener la mente ocupada y que, a fin de cuentas, nunca faltaba trabajo en aquel lugar. Los hombres estaban a punto de aparecer para reclamar su desayuno, de modo que gir en redondo, regres a la casa y se puso manos a la obra. A media maana aparecieron en la posada los viajeros de la caravana que haba acampado en las cercanas la noche anterior. Sus caballos estaban famlicos, y los propios viajeros mostraban una delgadez tan extrema que una simple rfaga de viento los habra devuelto a Kansas. Mientras los hombres hablaban con Sam con la aparente intencin de comprar nuevas monturas, Anahi invit a las mujeres a pasar a la posada para tomar un t. Penlope Cross era una mujer de aspecto maternal, de manos morenas y nariz quemada por el sol. Se notaba que aquella mujer, como las dems, haba pasado muchas horas en el asiento de una carreta., aferrando las riendas, y otras muchas cocinando, lavando y recogiendo lea. Cuando Anahi las invit, Penlope sonri. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 34-163 Ni se imagina el placer que se siente al tener ocasin de sentarse en su cocina... Anahi conoca muy bien las dificultades por las que estaban pasando aquellas mujeres. Aqul era el nico techo que haban tenido sobre sus cabezas desde que abandonaran sus respectivos hogares. Anahi sirvi el t y la seora Barnes les ofreci unas porciones de tarta de manzana y unos pasteles. Penlope mordi un pastel lentamente y dijo: Qu maravilla. Junto a Penlope se encontraban Rebecca McDonald, su cuada, y Katy Montgomery, su hija. Tenan intencin de establecerse en el Estado de Colorado antes de que llegara el invierno. Seora Herrera, la tienda que acabo de ver vende productos a los viajeros? pregunt Penlope. Muy raramente respondi Anahi. La gente no suele venir aqu a comprar, de modo que slo tienen herramientas, suministros y el tipo de cosas que se necesitan en un negocio como ste. Comprendo. Por qu lo pregunta? Necesita algo, seora Cross? Quera unos huevos y tal vez queso y mantequilla. Tiene dinero, o algo para intercambiar? Espere un momento. Penlope se levant y sali de la posada. Unos minutos despus, regres con un objeto envuelto en una manta. Anahi la observ mientras la mujer desliaba el fardo y revelaba un precioso reloj de mesa. Penlope abri un diminuto compartimento que se encontraba en la parte posterior y sac una llave de latn que us para darle cuerda. De inmediato, las manecillas y el pequeo pndulo empezaron a moverse. Seora Cross, eso vale mucho ms que unos cuantos huevos y un poco de queso, no le parece? Mi padre lo trajo de Inglaterra, pero en este momento no me sirve para nada. Me levanto al amanecer y no me acuesto hasta que termino el trabajo, as que no tengo tiempo de mirar la hora. Pero algn da... El futuro importa poco cuando se tiene una familia que necesita mantener el nimo y las fuerzas. Anahi observ el reloj. Ella tena un hogar slido y tena cubiertas sus necesidades diarias. En comparacin con aquellas mujeres, su situacin resultaba ciertamente envidiable. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 35-163 Hagamos una cosa. Es bastante ms justo que el intercambio de los huevos. Le dar dos gallinas, un gallo, un queso y dos libras de mantequilla. El rostro de Penlope se ilumin y sus acompaantes y ellas intercambiaron sonrisas de felicidad. Mi padre los meter en una jaula aadi Anahi. La solucin era justa y sencilla, pero las tres mujeres se comportaron como si acabaran de encontrar un tesoro. Y cuando lleg el momento de marcharse, sus rostros denotaron una evidente decepcin. Anahi las acompa al exterior. Penlope volvi a darle las gracias a Anahi y, dejndose llevar por un impulso, la abraz. Anahi se puso tensa, pero no se apart. Todos los que la conocan saban que con ella era mejor mantener las distancias, pero aquella mujer no tena motivos para sospechar que su espontneo gesto pudiera ser ritual recibido. En cualquier caso, si Penlope se dio cuenta, no lo demostr. Su sonrisa era tan brillante como antes cuando se uni al resto y se march. Anahi los observ mientras se alejaban y pens en las dificultades que an encontraran en el camino. De vuelta en la casa, limpi el reloj y lo puso en el saln. En la posada conoca a muchas familias que viajaban con la esperanza de encontrar un futuro mejor, y saba los sacrificios que deban hacer durante sus viajes. Algunos de los muebles que tenan en el saln eran piezas que los viajeros haban tirado en el camino y que Sam o Alfonso recogan. A veces, Anahi se preguntaba por la suerte de sus dueos y esperaba que hubieran alcanzado su destino. Saba que tena motivos para sentirse afortunada, pero eso slo serva para que se sintiera an ms culpable. Quera volver a ser la de siempre, pero, por alguna razn, no poda. Aquella noche, estuvo trabajando un rato en el nuevo vestido. Alfonso no haba estado durmiendo en la casa durante los ltimos das, pero a pesar de ello, el edificio pareca mucho ms vaco en su ausencia. Sentada en la mecedora del saln, el nico sonido que rompa su soledad era el tictac del reloj. Y algo en aquel sonido, en su esquiva familiaridad, le result inquietante. Antes de marcharse a la cama, abri el reloj y detuvo el pndulo. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 36-163 Cuatro Qu vamos a hacer con ella? Cay lo pregunt desde el asiento de la carreta, mirando a Alfonso durante unos segundos. En ese momento estaban descendiendo por la ltima colina antes de llegar al valle de Platte, de vuelta a la posada de Herrera. El nio casi no haba dicho nada desde que haban salido de Kansas; tampoco haba comido mucho, y no pareca dispuesto a compartir nada con su to que no fuera el asiento de la carreta y el fuego que encendan cuando acampaban. Te refieres a tu abuela? Cay asinti. Bueno, en circunstancias normales la llevaramos al saln de la posada para que la gente pudiera pasar a darle un ltimo adis. Despus, la enterraramos. Pero han pasado demasiados das y ser mejor que la enterremos de inmediato. El nio no dijo nada. Alfonso se haba pasado casi todo el viaje arrepintindose por no haber ido a visitar a su madre, o haber enviado a alguien en su busca, antes de que fuera demasiado tarde. Ahora, l era la nica familia de Cay. Supuso que su madre saba qu asumira su responsabilidad, cosa que desde luego pensaba hacer. No en vano la familia era lo primero. Pero tenemos suerte de que est con nosotros, Cay, porque podremos enterrarla en nuestras tierras. De hecho, todo este valle es un gran campo santo de personas que murieron durante su viaje al oeste. Cay ech un vistazo a su alrededor, como intentando divisar las tumbas. No las encontrars porque no estn marcadas. Cuando los viajeros entierran a un familiar o a un amigo, pasan las carretas por encima de la tumba para que no quede ninguna huella explic Alfonso. Lo hacen para evitar que los encuentren otras personas, o indios, o incluso animales. Cay palideci. Oh... En cambio, nosotros podremos enterrarla en casa y ponerle una cruz. No podremos velarla, pero eso no es poco. El chico pareca deprimido, pero no haba conseguido encontrar un tema de conversacin que le interesara. Echaba de menos a su abuela y Alfonso no saba qu hacer para animarlo. Ya haba aprendido que ofrecer consuelo a una persona que no quera recibirlo resultaba del todo intil. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 37-163 En ese momento oyeron un ladrido. Proceda del ro y los dos se giraron para ver lo que pasaba. Un perro de color marrn apareci corriendo por la pradera. Pero al llegar a determinado punto, se detuvo, mantuvo las distancias y sigui ladrando. De dnde habr salido? pregunt Cay. Probablemente lo abandonaron o se perdi respondi. Y cmo se las ha arreglado para sobrevivir? Bueno, es un perro. Supongo que habr cazado conejos, ratones y perros de las praderas dijo. Y qu hay del invierno? No hace fro aqu? Oh, s, muchsimo fro respondi. Alfonso mir al animal, mir al nio, y pens que era la primera cosa por la que Cay mostraba algn inters. Si la solucin para su desnimo era un perro, estaba ms que dispuesto a llevarlo con ellos. Te gustara que viniera con nosotros? pregunt Alfonso. Cay se encogi de hombros. Si se queda aqu, probablemente morir de fro cuando empeore el tiempo. S, es probable. Sooo, caballo... Alfonso detuvo la carreta y Cay salt a tierra. El perro ladr y empez a correr en crculos. Cay avanz hacia el animal, que tambin se acerc un poco, aunque no demasiado. Todava no haban roto la barrera de la desconfianza. No nos queda ninguna galleta? pregunt Cay. Alfonso abri una de las cestas y sac una galleta que arroj al nio. Cay se arrodill en el suelo y extendi la mano con la galleta en direccin al perro. Venga, ven aqu... No quieres tener una casa? Nadie te va a hacer dao. Alfonso escuch las palabras de Cay con suma atencin. Ms que intentar ganarse al perro, pareca que le estuviera repitiendo las cosas que l mismo necesitaba or. Primero haba perdido a su madre, y ahora, a su abuela. Tras unos minutos de resistencia canina e insistencia infantil, el perro finalmente movi el rabo, se aproxim con cautela, se comi la galleta que le ofrecan y lami la mano de Cay. Cay lo agarr y le acarici en las orejas. Cmo vamos a llamarlo? pregunt Alfonso cuando ya estaban de vuelta en el camino, con el perro en la carreta. Cay acarici al animal, al que al parecer le encantaba que lo tocaran. Qu te parece Galleta? Alfonso sonri. Bueno... Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 38-163 No te parece bien? Claro que s. Es tu perro. Una hora ms tarde, la posada de Herrera apareci en lontananza y Alfonso se emocion tanto como siempre. Al sur, el viento meca los campos de algodn; al oeste, se vean pastos de heno; al este, el ro. Los edificios de la posada se encontraban esparcidos entre dos colinas, y enseguida tambin pudieron ver un tendedero lleno de toallas y sbanas blancas que brillaban bajo el sol. ste es ahora tu hogar le dijo a Cay. Somos tu familia, y estoy muy contento de que te quedes con nosotros. Cay no dijo nada, pero observ el lugar con ms atencin. En una de las praderas haba una docena de buenos caballos, pastando; el resto, alrededor de veinte ms; estaban en los cercados. El repetitivo sonido del martillo golpeando el yunque era prueba inequvoca de que el trabajo nunca se detena. En el pasado, Alfonso haba pensado que eso era lo nico que necesitaba. All estaban las monturas que criaban y que vendan. El negocio que haba montado con Sam era todo un xito. Y la mujer de la que se haba enamorado y a la que haba convertido en su esposa viva all. Pero al pensar en Anahi, se sinti profundamente impotente. Desde all no poda ver el lugar, pero su mirada se perdi en direccin a la colina donde se encontraban las dos tumbas. Ciertamente, no s poda decir que tuviera todo lo que haba deseado. De hecho, ya ni siquiera saba lo que necesitaba o lo que quera; se habra contentado con sobrevivir a los largos das y a las largas noches de soledad y dolor. Los caballos notaron que estaban a punto de llegar a su hogar y a la comida que los esperaba, as que Alfonso tuvo que mantener las riendas con firmeza hasta que por fin se detuvieron frente a la casa. Pitch corri hacia ellos con su peculiar zancada patizamba. Inmediatamente, mir el atad que llevaban en la carreta. Anda, desenjaeza a los caballos y trae dos frescos dijo Alfonso. stos se han ganado un buen descanso. Enseguida. Pitch hizo lo que le haba pedido y Anahi apareci tan arrebatadora y bella como el primer da. Qu tal ha ido el viaje? Bien. No ha pasado nada relevante. Cay descendi de la carreta y su perro le sigui. El animal corri a oler el porche y las ltimas flores abiertas del jardn de Anahi. Es tu perro? pregunt Anahi al nio. Cheryl St James Matrimonio Atormentado Escaneado por Corandra y corregido por Sira N Paginas 39-163 Cay mir a Alfonso y respondi: S. Se dice S, Anahi corrigi Alfonso. S, Anahi repiti el nio. Bueno, pero tendrs que ensearle a no hacer sus necesidades en mis flores. De acuerdo? Cay hizo ademn de impedir que Galleta levantara la pata sobre las petunias de Anahi, pero fue demasiado tarde. El perro ya lo haba hecho y el nio se dedic a perseguirlo por todas partes. Alfonso se quit entonces el sombrero, se pas una mano por el pelo, y volvi a ponrselo otra vez. Qu vas a hacer ahora? pregunt Anahi. Buscar una pala, supongo. Ya nos hemos encargado de eso dijo Sam mientras se aproximaba a ellos. Hermie y yo hemos aprovechado estos dos ltimos das para cavar la fosa. Pensamos que te facilitara la labor. Gracias, Sam. De nada. En ese caso, creo que Cay y yo necesitamos un buen bao. Despus, llevar a mi madre a la colina. Puedes pedirle a algunos hombres que nos echen una mano con el atad? pregunt. Sam asinti. Por supuesto. Podramos llamar al cura y esperar a que llegue o enterrarla por nuestra cuenta coment Alfonso. Qu te parece, Anahi? Creo que a tu madre le habra gustado que dijeras unas palabras t mismo respondi. Podemos cantar un himno despus. Alfonso sinti una emocin tan intensa y repentina que no pudo hablar y tuvo que limitarse a asentir. Le dir a Adele que te lleve agua y yo te llevar ropa aadi ella. Con un brusco movimiento, Alfonso se alej hacia la caseta donde se encontraba el bao. Hora y media ms tarde, ya afeitado y vestido con unos pantalones oscuros y una camisa blanca perfectamente limpia, Alfonso observ a los hombres mientras descargaban el at