malas calles 1

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p r e s e n t a #1

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Fanzine sobre videovigilancia del espacio público, gentrificación y control social en Madrid. http://callesmalas.blogspot.com/

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Page 1: Malas calles 1

p r e s e n t a

#1

Page 2: Malas calles 1

ÍNDICE

Esta obra está bajo una licencia 3.0 España de Creative Commons:

Reconocimiento (Attribution): En cualquier explotación de la obra autorizada por la licencia hará falta reconocer la autoría. No Comercial (Non commercial): La explotación de la obra queda limitada a usos no comerciales. Compartir Igual (Share alike): La explotación autorizada incluye la creación de obras derivadas siempre que mantengan la misma licencia al ser divulgadas.

Algunos de los textos e imágenes sí poseen © quedando indicado en cada caso y por tanto exentos de esta licencia de Creative Commons.

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Editorial 4

Cronograma 6

Nuevas fronteras, viejas miradas 8

Testimonios “Su cámara y yo” 14

The free design 15

Geografía de los subjetivo 20

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changer d´avis malgre le mondechanger la vie et puis le monde

EDITORIAL

Malascalles es una publicación impresa, independiente, de periodicidad indeterminada, auteditada, autogestionada y sin ánimo de lucro. Abierta a todo tipo de colaboraciones, nace con la intención de visibilizar y analizar críticamente asuntos que tienen que ver con el ámbito urbano de un modo directo o indirecto, desde una obligada precariedad de recursos y una forzada modestia intelectual. Desde cosas que ocurren en la calle a realidades que afecten directamente a los ciudadanos y ciudadanas, habitantes por derecho propio del espacio público. Este análisis se realizará desde un punto de vista parcial, perso-nal y político. Los contenidos irán cambiando en cada número y no existirá, a priori, ningún hilo conductor salvo la cuestión puramente local. Las ganancias obtenidas por la venta de ejem-plares serán reinvertidas en la edición del siguiente número en un bucle sin fin. La intención principal es generar con(s)ciencia y posicionamiento crítico, agitación mental y acción directa en los lectores y lectoras sobre los temas propuestos. Para este primer número hemos preparado un monográfico sobre la videovigilancia en Madrid. Haciendo un recorrido en el que exploraremos su presencia en la prensa digital, su impac-to sobre la vida cotidiana, y nos detendremos a escuchar las vo-ces disidentes de Todo por la praxis o Un barrio feliz. A través del ejemplar que tiene en sus manos y del suplemento especial El futuro es ahora, el lector comprobará cómo de un tema tan aparentemente inocuo, se desprenden peligrosas situaciones y realidades hábilmente enmascaradas.Que lo disfruten.

La Redacción

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changer d´avis malgre le mondechanger la vie et puis le monde

*Cambiar la vida, el mundo. Cambiar la vida a pesar del mundo. Cambiar la vida y después el mundo. El © de la canción original en francés es de L. Sadier.

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CRONOGRAMA

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26/02/04 ///////////// 5/12El Ayuntamiento rechaza el ofrecimiento de la Asociación de Locales de Alterne de poner dos locales al servicio de per-sonas que hoy día ejercen la prostitución.¹*

15/12/05 ////////// A // 1/7Los expertos aprueban las cámaras de seguridad en la Plaza Mayor porque “respetan la intimidad.” Alberto Ruiz Gallardón ha dicho hoy que el Ayuntamiento no prevé extender las cámaras de videovigilancia a otros lugares de la ciudad, aunque tampoco descarta hacerlo en algún momen-to “de forma excepcio-nal” y para “espacios singulares.”²

16/12/05// A // 1/2/3/4/7Los comerciantes de la Plaza Mayor confían en que las cámaras de vigi-lancia tengan al menos «efecto disuasorio» entre los pequeños delincuen-tes y vándalos que suelen frecuentar la zona. Fermín, un camarero, de 42 años, teme el riesgo de invasión en la intimidad.³

17/03/06 ///////// B // 5/7 Gallardón pone una comi-saría de Policía Local en Montera.El edificio, situado estra-tégicamente para luchar contra la prostitución que tradicionalmente se ejerce en esa calle, tiene más de 2.000 metros cuadrados.³

24/06/06 //////////// C // 3 Madrid pide más policías a Zapatero tras el apuña-lamiento en plena calle de ayer (en la plaza de Santa María Soledad Torres Acosta.) ³

28/06/06 // C // 4/5/7/8 El Ayuntamiento dice que los problemas en la plaza de Luna sólo se arregla con mano dura. El ayuntamiento consi-dera que sólo se puede arreglar la situación otorgando a la Policía la potestad de poder retirar de la vía pública a mendigos y prostitutas.La vigilancia especial persistirá mientras haya alarma social.³

12/7/06 //////////// C // 12 Invasión de niños en la plaza de los cines Luna.Los vecinos de la plaza María Soledad Torres Acosta están encantados con el dispositivo policial desplegado en la zona.³

25/07/06 ///////////////// CLos vecinos de Luna se reunirán con Gallardón el viernes.³

07/11/06 ///////// B/C // 3Los vecinos de Centro piden cámaras de vigi-lancia para reducir la inseguridad.³

NOV/DIC 2006Madrid pide autorización para instalar cámaras de videovigilancia en el centro.El Ayuntamiento inverti-rá unos 500.000 euros.

13/12/06 /////// B // 5/11La peatonalización de Montera no erradica la prostitución callejera.³

26/04/07 //// B // 1/5/12Una asociación en de-fensa de las prostitutas rechaza la instalación de cámaras en Montera.“Sería un atentado a la privacidad tanto de las trabajadoras del sexo como de los clientes.” Hetaira reclama desde hace más de diez años que el Consistorio “se siente a negociar con las prostitutas y con los veci-nos para establecer zonas de ejercicio tranquilas, higiénicas, donde puedan trabajar con seguridad y donde no molesten”.³

6/07/07 /////////////////// BEl Ayuntamiento de Ma-drid pide permiso a la Comisión de Seguridad para colocar 31 cámaras de videovigilancia en la zona de Montera.

21/09/07 ///////////// 6/11La videovigilancia fracasa en Londres.El 80% de los casos siguen sin resolverse. El número de cámaras de seguridad instaladas (diez mil) no está relacionado con el porcentaje de crí-menes resueltos. Cuatro de cada cinco de los distritos con más cámaras poseen un porcentaje de crímenes resueltos muy por debajo de la media.³

14/01/08 // C // 4/5/7/8/9Triball ‘compra’ un barrio de Madrid.De la fachada de más de 30 locales de esas calles cuelga un cartel de Triball. La presencia policial en la zona se ha intensificado, ahora hay cámaras de vigilancia y el ayuntamiento se prepara para convertir en peatonales algunas de esas vías. Todo el que parece extranjero que se topa con la policía se ve obligado a enseñar su do-cumentación. Los locales de alterne que han estado presentes en esas calles en los últimos lustros han sido comprados por Triball. Según la docu-mentación presentada en el Registro Mercantil, además de Santa Ibáñez, en Triball participan Ele-na y Javier Díez Sanabria, Andrés Torres Hertogs y Eduardo Moreno Menén-dez. La consultora Grove, de Francisco Javier Gar-

A) PLAZA MAYORB) MONTERAC) DESENGAÑOD) LAVAPIÉS

1) INTIMIDAD2) PERCEPCIÓN DE SEGURIDAD3) INSEGURIDAD4) CONFLICTO SOCIAL5) PROSTITUCIÓN6) DELINCUENCIA7) DEMONIZACIÓN DE ESPACIOS8) DEMONIZACIÓN DE PERSONAS9) XENOFOBIA10) GENTRIFICACIÓN11) INEFICACIA12) SOLUCIONES

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*Fuentes (algunas noticias y/o titulares han sido reescritos tratando de preservarse el sentido original)1 // telemadrid.es2 // elpais.es3 // 20minutos.es4 // cuestiona.com5 // elmundo.es6 // cincodias.com7 // europapress 8 // publico.es 9 // abc.es10 // larazón.es11 // bottup.com12 // europapress.es

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percepción de seguridad, no sale a la calle y ésta es ocupada por otro tipo de personas. Por eso es im-portante la integración de los jóvenes y de la inmi-gración para evitar roces culturales y problemas de convivencia, con una re-lación constante entre los agentes y los madrileños, porque son los que mejor conocen los problemas”, dijo. Mora ha expuesto la cifra de resultados en materia de seguridad en los últimos años en la capital, aunque precisó que desde hace dos años el Ministerio del Interior no facilita los datos de delincuencia “por un problema informático”.

26/11/08 //// B // 4/5/10Vecinos de Montera denuncian que las cá-maras no disuaden a las prostitutas.³

13/3/09 ///////////////// 11 Caen un 65% las denun-cias por torturas en las comisarías catalanas desde que hay cámaras.

02/04/09 // B/C // 5/10/11Las cámaras de Montera no consiguen ahuyentar a las prostitutas.La zona de la calle Ba-llesta, a pesar del lavado de cara con el proyecto comercial de Triball, también sigue llena de prostitutas a todas horas.³

17/05/09 ////// D // 6/7/8 Las cámaras se quedan en Montera y llegarán hasta Lavapiés....será vigilada la zona del Rastro, donde los carteristas hacen de las suyas, y un área muy específica, como Tirso de Molina, donde se han he-cho fuerte los colectivos antisistema, muchos de ellos, de gran violencia. A todo ello hay que sumar el día a día en el barrio: trapicheo de dro-gas, reyertas, homicidios, robos, y enfrentamientos entre las comunidades marroquíes y china.

07/09/09 //////// B // 4/5Vecinos de Montera piden al Gobierno una ley que acabe con el oficio.«Hasta ahora, la calle era el lugar de captación de la clientela, pero en ella no se ejercía. Sin em-bargo, como hay mucha persecución y se han ce-rrado muchos hostales, el asunto ha degenerado en usar la vía pública como lugar donde practicar el sexo», admiten desde la Asociación en defensa de las prostitutas, Hetaira.

15/10/09 ///////////// 1/11La ineficacia del ‘Gran Hermano.’Las experiencias en mu-chas ciudades españolas y europeas arrojan dudas sobre su eficacia. El caso de Málaga es llamativo. Las diecisiete cámaras del centro de la ciudad

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cía Renedo, presidente de la Asociaciones Española de Centros Comerciales, participa también en el proyecto. “Queremos re-cuperar una zona de Ma-drid para darle valor.” Si logra cambiar la cara del barrio conseguirá subir el precio del metro cua-drado de suelo. Triball se niega a alquilar los lo-cales que ha comprado a nuevos negocios ligados a la prostitución y a ciu-dadanos principalmente chinos o latinoamerica-nos que opten por abrir tiendas de alimentación o locutorios. “Porque ese tipo de negocio no encaja en la filosofía de barrio que pretendemos exten-der”, dicen. El objetivo es hacer de este barrio una especie de Soho lon-dinense. La iniciativa de Triball ha sido aplaudida por todos los comercian-tes de la zona.

25/02/08 //// A/B // 6/11Comienza la videovigilan-cia en la calle Montera de Madrid.El Ayuntamiento dice que no tiene datos sobre la incidencia de los artefactos en la delincuencia, pero al concejal de Seguridad, Pedro Calvo, le gusta decir que “los japoneses han vuelto a la Plaza Mayor.” “Nada. Todo sigue igual. Ni japoneses ni nada. Vienen los niños rumanos y arrasan con todo. Las cámaras no han hecho nada”, aseguran algunos comerciantes interrogados.²

15/04/08 //// B // 3/5/11Clientes y prostitutas de Montera quedan ahora por teléfono para evitar las cámaras. La mayor parte de las chicas prefiere ver cara a cara al cliente, “así pueden calibrar si les interesa o no, si va borra-cho o si parece de fiar.”. Lo que parece evidente es que la prostitución sigue siendo un hecho en la calle Montera.³

10/06/08 //////// B // 1/5El TSJM admite un recur-so de Hetaira contra las 31 cámaras.

21/10/08 // D // 2/3/6/7/8/9 Gallardón pondrá cáma-ras en Lavapiés para con-trolar a los antisistema y a los islamistas.El coordinador general de Seguridad y Emer-gencias del consistorio madrileño, Jesús Mora, ha anunciado que el año que viene se instalarán cámaras de vigilancia en un barrio “con una importante población inmigrante, elementos antisistema y con algunos miembros cercanos en algunos aspectos a radicalismos religiosos.” “Aunque haya buenas cifras estadísticas, si el ciudadano no tiene

detectaron tan solo cinco delitos en todo el 2008. El motivo se encuentra en que los carteristas se mudan a zonas adyacen-tes. La solución, según los comerciantes de la zona, es colocar otras 29. El debate está en un punto en el que algunas ciudades de Francia, como Amiens, se plantean ahora eliminar las videocámaras. El motivo: son caras y no se observan mejoras en la seguridad. Además de su supuesta ineficacia, el punto álgido de las pro-testas de sus detractores se centra en la perdida de derechos humanos, del derecho a la intimidad, del derecho a la propia imagen.

19/10/09 // B/C ///////// 5/9/10/11Las prostitutas transexuales van a Fuencarral tras hacerla peatonal. La mayoría son tran-sexuales y trabajan sólo de madrugada. Estas chicas proceden princi-palmente del triángulo formado por las calles Ballesta, Desengaño y Puebla. Hasta ahora trabajaban allí, pero la instalación de cámaras y la puesta en marcha del proyecto Triball (con locales de arte y moda) las han expulsado de la zona.También las hay que llegan directamente de la calle Montera en busca de lugares con menos competencia y menos vigilancia.³

21/12/09 /////////// 3/4/6Comerciantes de Chueca exigen videovigilancia en las calles.Una asociación que reúne a 52 dueños de locales de Chueca ha solicitado al Ayuntamiento de Madrid que instale cámaras de seguridad en su barrio por el aumento de distur-bios y otros problemas de inseguridad: trapicheo de droga, botellón incon-trolado o prostitución masculina.

28/12/09 ///////////// 1/6El colectivo gay se opone a la videovigilancia en Chueca aunque reconoce el aumento de la delin-cuencia en el barrio.Dicen que el sistema cercenaría la propia esen-cia del barrio y temen que las cámaras recojan datos sobre la orientación sexual de personas, dato especialmente protegido por la ley de protección de datos personales. “Según las indagaciones que hemos realizado la peligrosidad del barrio de Chueca no ha aumentado significativamente más que en otras áreas de la ciudad de Madrid, sino en la misma línea.” “No renunciaremos a un espacio que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir.”12

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En tanto que instrumentos de poder y control, los mapas hacen explícito de una manera ejemplar el poder de la mirada y el enfermizo deseo del hombre de dominarlo todo, incluso lo inabarcable. Tal es el caso de los territorios. Éstos necesitaron ser controlados gráficamente sobre todo a medida que crecía el proceso de colonización iniciado por Europa en el siglo XVI. Ante la necesidad de hacerse con el control simbólico del terri-torio, de entenderlo y de ordenarlo, para finalmente poseerlo, se inventan estas representaciones gráficas que conocemos como mapas. Se configura un código de representación específica-mente adaptado a la personal mirada y necesidades de los colonizadores (de pequeño tamaño, fácilmente entendible, manejable y transportable). Todo ese sistema de codificación de la realidad habla de, por ejemplo, desde dónde parte esa mirada, quién mira y cuándo. Son representaciones fruto de la

NUEVAS FRONTERAS, VIEJAS MIRADAS

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Por: El observador observado

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contra el mapa

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corta el mapa

historia y aun hoy hablan de sus excesos, como las rectilíneas fronteras africanas, escandaloso reflejo del colonialismo y del no superado proceso de descolonización. No es casual que el meridiano de Greenwich (o lo que es lo mismo el meridiano 0º) cruce Inglaterra y Francia, y no China e India. Los mapas, por tanto, sirven para hacer visibles esas heridas de la tierra que son las fronteras. Marcan claramente desde dónde y hasta dónde llega un territorio, una ciudad, un país, un continente... Son la representación de barreras imperceptibles a simple vista pero tan reales como los restos del muro de Berlín, la muralla china o el muro levantado por Marruecos en el Sáhara Occidental. Actualmente se las presupone inamovibles e inmutables, aunque sean absolutamente invisibles y tan excluyen-tes como las políticas de inmigración del país que contienen. Porque a un nivel simbólico, estar dentro o fuera de la frontera de un país (nacer a un lado de la línea invisible o al otro) marca la existen-cia de mujeres y hombres, limitando su libre deambular por el mundo (no es lo mismo nacer en Tijuana que en Texas, o querer entrar en Francia siendo senega-lesa que querer entrar en Senegal siendo francesa.) A un nivel más local, los mapas también sirven para ordenar las ciudades.

Muestran el diseño de las calles, indican-do por dónde se puede caminar y por dónde no, dónde hay

un edificio, un solar o un parque. Nos orientan y nos ayudan a situarnos en el espacio. Saber dónde estamos y a dónde queremos ir. Cuál es el camino más largo, o el más corto para llegar a nuestro destino. Hacia dónde iremos y qué camino escogeremos de entre los muchos posibles. Los mapas hablan de nuestra libertad de acción en lo simbólico y en lo mundano. Este recorrido vital y carnal, que se puede llenar de imprevistos (como el viaje de las migrantes) se ve coartado y alterado por la aparición de algunos obs-táculos. De entre todos ellos, nos fijamos en un elemento aparentemente inofensivo con el que estamos empezando a convi-vir. Nos referimos a una de las últimas

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“No es lo mismo nacer en Tijuana que en Texas, o querer entrar en Francia siendo senegalesa que querer entrar en Senegal siendo francesa.”

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las esbirras de gallardón muy atentas están

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medidas de control de tráfico humano: la presencia de cámaras de vídeovigilancia en la vía pública. Estos sistemas han configu-rado un nuevo trazado urbano de carácter simbólico que se superpone al ya existente. Suponen una nueva ordenación del terri-torio, un nuevo mapa para las ciudadanas queda diseñado tras la consecución de esta pericia tecnológica. Un trazado basado en el control, la disciplina, la obediencia y el miedo. Se elaboran fronteras simbólicas y espacios de incertidumbre que limitan la actuación mujeres y hombres, al igual que las invisibles fronteras que dividen las naciones. Las ciudadanas se encuentran ante la duda de estar siendo observadas. El miedo a cometer una infracción que quede registrada, a las represalias, a no actuar de la manera esperada, o la incomodidad de sentirse vigilada, hacen que se discipline el comportamiento mientras queda limitada la libertad de acción y la capacidad de re-vuelta. El poder de la mirada del vigilante ejerce un control difícilmente eludible por las observadas. Una mirada que busca dominar y disciplinar, y que actualiza el mismo deseo de control y poder de la primera mirada colonialista.

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Verás... en esa calle no hay instalada

ninguna cámara.Me golpearon y me lo quitaron todo en la Calle Tesoro. Menos mal que la cámara lo

habrá grabado.

Cámaras en las comisarías, en las salas de interrogatorio, en las lecheras…

Si fuera por su seguriad las cámaras

estarían en nuestros despachos*.

Pues que pongan cá- maras en el

portal.

Desde que pusieron la cámara en la esquina los camellos venden el hachís

dentro del portal.

TESTIMONIOS“SU CÁMARA Y YO”

Un día cualquiera en Madrid*...

La prostitución no es un delito. Esas cámaras atentan contra mi libertad y mi intimidad.No pienso irme.

A mi no me lo digas. Yo bastante tengo con que me dibujen bajo los estereoti-pos de siempre.

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Por: Todo me pasa a mí

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THE FREE DESIGN

¿Dónde quedó olvidado hace cientos de años? Extraer(lo) de la profundidad no es sino un ocaso. El paraíso es escaso bajo esta luz que no brillará. ¿Cuál es nuestra tarea terrenal sino (conseguir) un diseño digno? Unos lo pusieron a la vista: pudo haber sido dispersado. Están listos para luchar bajo un impagable presentimiento. La petición está aquí, lista para ser desenterrada. ¿Qué más podemos hacer sino recuperar el proyecto? Nuestro diseño terrenal: ¿Podemos ser tan objetivos? ¿Qué aplasta nuestro deseo de no permanecer atrapados? Cuando las altas esferas nos dicen qué hacer y qué no hacer: todo el mundo asiente demandado más veto.

El © de la canción original en inglés (en el interior) es de L. Sadier

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No sé cómo decirte esto pero... lo nuestro no puede ser. Estoy casada, hipotecada y de baja por

enfermedad mental. Necesito un descanso. Sé discreto, por favor...

Quiero besarte y meterte mano hasta que ya

no podamos más.

¿Delante de ella?

Siento que me vigilan... me observan.

Ya no puedo pegar carteles, hacer plantillas...

Gallardón lo sabe todo sobre mí.

¿Porqué no haces todo eso en las calles dónde no hay cámaras?

¿No te da morbillo que nos

lo montemos delante de la

cámara?

Cariño, ellos serán unos voyeurs, pero tú eres un exhibicionista.

Tal para cual.

Semanas después comerciantes de Chueca pedian cámaras para el barrio.Continuará...

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GEOGRAFÍA DELO SUBJETIVO

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“Encuentros fortuitos, conversaciones con extraños, acciones cotidianas…”

La posibilidad de disfrutar de uno de los más interesantes y reconfortantes placeres que ofrece la vida urbana, aparece muchas veces como algo ajeno o absurdo a nosotros. Conlleva perder adre-de el valioso tiempo de unx, en pos de obtener una experiencia agradable, estética y vital. La delicia de la que estamos hablando no es otra que la de pasear por la ciudad: ir a la deriva por calles y rincones de sobra conocidos o explorando y descubriendo lugares nuevos. Lugares que en un principio (a una determinada edad, por llevar una determinada vida) pasan desapercibidos. Un edificio, una plaza, una vista, un parque, una avenida… reaparecen a la vista del paseante en forma de novedoso disfrute. Los paseos no sólo nos ayudan a conocer nuestra ciudad, situarnos en ella, orientarnos y aprender a movernos por sus calles y avenidas, sino que además sirven para configurar otro mapa: un mapa mental,

Por: El paseanteincansable

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compuesto de sensaciones, experiencias, (re)encuentros, recuerdos y vivencias asociados a aquellos lugares visitados, vividos. Este nivel, derivado de la propia experiencia subjetiva posee, induda-blemente, una relevancia mayor que la que proporciona el puro aprendizaje utilitario del mapa físico; carga aquellos lugares de connotaciones y significados que quedan igualmente grabados en la memoria sensible del paseante. Encuentros fortuitos, conver-saciones con extraños, acciones cotidianas… como espectador o como protagonista. La mente del caminante crea, fija y recupera. Recupera experiencias pasadas, recuerdos y hechos acontecidos que quedan vinculados inevitablemente a ese lugar, aunque la-mentablemente la práctica de la pura cotidianeidad ayude a “neu-tralizar” la capacidad sorpresiva de los espacios. Los monótonos “paseos” diarios de obligado cumplimento (la marcha al trabajo

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o al centro de estudios, o la realización de cualquiera de las prácticas cotidianas impuestas por una vida rutinaria) favo-recen que el paseante, poco a poco (y sin darse cuenta, a lo largo del tiempo, de una vida incluso) vaya asimilando y acep-tando aquel lugar como familiar, propio, seguro... En mi particular construcción de un mapa sensible basado en mis paseos por el centro de Madrid, he encontrado lugares realmente bellos y/o agradables que pueden hacer las delicias de los caminantes más avezados: la Plaza de Olavide, la de las Descalzas, la del Conde del Valle de Suchil, la del Dos de Mayo, la de San Ildefonso, la de Lavapiés, el Campo del Moro, el Jardín Botánico (previo pago de dos euros) las calles de Santa Engracia, Manuela Malasaña, Pez, Ave María, Olivar, Cabestreros, San Bernardo (en algunos tramos) Noviciado, Acuerdo, Espíritu Santo, Magdalena, las inmediaciones del Cine Doré, el Templo de Debod, el Paseo de la Florida, el de las Delicias, el del Prado (y concretamente la nueva explanada verde frente al museo) la Ribera de curtidores, la Puerta de Toledo, la Carrera de San Francisco… Por supuesto que son muchos más los espacios, las calles, las vistas, que se han ido incorporando a mi mapa de lugares, y en consecuencia de sensaciones (y muchos más los que iré añadiendo). Espacios que forman ya parte de mi “radio de acción” como ciudadano. Lugares que volveré a visitar, donde llevaré a mis conocidxs o donde me los encontraré. Lugares algunos no especialmente bonitos, o quizá no estrictamente, cuya situación en mi parti-cular cartografía sensitiva viene determi-nada por la vivencia que en él se dio, más

que por su nivel estético. De este modo se generan redes que parten de lo indi-vidual o de lo colectivo (experiencias y situaciones compartidas) que se entretejen y se alimentan con las de lxs otrxs, que se expanden a lo largo de toda la existencia o que se quedan en un ámbito reducido. Esas experiencias ayudan al paseante a familiarizarse con el entorno (orientarse) pero también a situarse, relacionarse y vincularse empáticamente con el mismo. Estos vínculos ayudan a que esos espa-cios sean vistos como lugares accesibles y cotidianos. La cara opuesta de este “fenómeno” se encuentra en aquellos lugares que generan rechazo: (en mi caso) la Plaza de Castilla, la de Santa Ana, la de España por la parte que da a la Calle de la Princesa, el intercambiador de autobuses de Avenida de América y el de Moncloa y alrededores, el parque del Oeste, la Plaza de los Cubos, la de Canalejas, la glorieta de San Bernardo, los bajos de Argüelles, la Avenida de Pablo Iglesias, los centros comerciales en general, los ministerios (los nuevos y los viejos), las comisarías, la plaza de toros de las Ventas, la Avenida del General Perón, el estadio Santiago

Bernabéu y alrededo-res, algunos tramos de la calle Serrano y Velázquez, la calle Príncipe, grandes tramos del paseo de la Castellana, la

estación de Atocha y en menor medida la de Chamartín, la explanada frente al Reina Sofia… lugares donde no apetece quedarse, donde unx no sabe si es por su explícita condición de lugares de paso, bien por su calidad estética o bien por su carga simbólica, pero la realidad (subjetiva) es que empujan a este paseante a salir cuanto antes de allí o a permanecer incómodo. Lugares para el desencuentro, la duda, la prisa o la carrera.

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“La cara opuesta de este “fenómeno” se encuentra en aquellos lugares que generan rechazo.”

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¡Queremos ver mundo! (o ciudad, o barrio)

¡Sácanos!

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Aquí se detuvo frente a un escaparate.

Aquí sintió miedo.

Aquí sufrió un atraco

sin violencia.

Desde aquí realizó una

llamada.

Aquí se encontró con

alguien.

Ahora usted está aquí...

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En este hipotético mapa de malas vibraciones, otros lugares también podrían ser situados. Quedarían señalizados aquellos lugares asociados a experiencias reales del paseante: escenarios de discusiones, en-

frentamientos entre amigxs o amantes, entre descono-cidxs, rupturas amorosas, torpes caídas, resbalones… pero también situaciones especialmente significativas, que por su impacto visual, por atentar contra nuestra in-

tegridad física y/o moral o porque pusieran en peligro nuestras pertenencias y propiedades, queden fijadas en nuestra memoria: atracos con violencia, amenazas, asaltos, reyertas, intimidaciones y, en el peor de los ca-sos, agresiones sexuales… situaciones acontecidas en espacios que no nos gustará volver a transitar. Lugares y experiencias que quedarían fijados en un mapa del miedo. Y el problema de estos lugares (como señala Isaac Rosa en su novela El país del miedo) es que una vez han sido conquistados por el miedo, es muy difícil que abandonen su privilegiado status. Pero, si como se ha intentado mostrar más arriba (de una manera no demasiado descabellada) parece relativamente sencillo disfrutar la ciudad y percibir el espacio público como un lugar accesible, agradable y deseable:

¿Por qué parece que son las pocas (o las inexisten-tes) experiencias traumáticas y la percepción nega-tiva que se tiene del espacio público las que dominan nuestra posición frente a él? ¿Por qué tenemos la sensación de que ese espacio común resulta cada vez más inaccesible? ¿Acaso no es propiedad de todxs lxs ciudanxos? ¿Cuándo y por qué se instala la per-cepción de inseguridad y miedo en lxs ciudadanxs? ¿Realmente hace falta una experiencia traumática para que el espacio público (en particular o en ge-neral) sea apreciado como un lugar peligroso? ¿En qué momento se ha convertido en un espacio para el miedo que hace falta vigilar?

A la inmovilidad que puede llegar a instalarse en nuestras vidas a causa de la sensación de inseguridad y del miedo (un análisis en profundidad sobre qué lo genera, de dónde viene, por qué aparece o cómo com-

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“Y el problema de estos lugares es que una vez han sido conquistados por el miedo, es muy difícil que abandonen su privilegiado status.”

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No quiero que me violen

Hago un graffiti y salgo corriendo

Te meto mano por debajo de la camiseta

Aquí me pidieron la documetnación...

y no tengo

batirlo, serían cuestiones a tratar en otro lugar) hay que añadir las persuasivas estrategias y medidas del Estado y los organismos que detentan el poder (empresas, medios de comunicación de masas etc.) Al mismo tiempo que nos ofrece una sociedad basada en el bienestar y la seguridad, se está fomentado una sociedad basada en el miedo. A fuerza de insistir en él, la desconfianza crece en lxs ciudadanxs, que temen cada día más por su integridad, sus bienes y propiedades. Así, “el otro” (en-carnado en la figura del atracador, el yonqui, el simple desconocido o el inmigrante) aparece como

una amenaza de la que hay que protegerse. Desde esta lógica se tienen en cuenta sólo unos miedos concretos: los del varón occiden-tal de clase media. Esto hace que, como apunta la abogada feminista María Naredo, en ningún momen-to se tengan en cuenta los “otros” miedos: los de lxs inmigrantes, las mujeres, lxs ciudadnxs de sectores más desfavorecidos, lxs trabajadorxs del sexo, lxs ancianxs o lxs jóvenes. Se unifican miedos y las me-didas contra ellos; se fomentan, magnifican y construyen en gran medida a través de los medios de comunicación y de la indus-tria del entretenimiento. Y se aplican medidas no consensuadas entre todxs lxs ciudadanxs. Estas políticas del miedo y sistemas de control social apelan a lo más sagrado de nuestra sociedad (los bienes materiales) para obligarnos a permanecer en nuestros ámbitos privados (hogar, trabajo) el mayor tiempo posible. O en su moder-na encarnación: las ciudades dormitorio. Entornos alejados y

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“Se unifican miedos y las medidas contra ellos; se fomentan, magnifi-can y construyen en gran medida a través de los medios de comunicación.”

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No quiero que me roben

No quiero que me peguen

No quiero que me violen

Te acaricio y te cojo la mano

Leo un manifiesto con un megáfono

Aquí tuve miedo

Ví una pelea y me fui

Aquí te puse los cuernos

Vivo aquí: mi vida es un reality show

Quiero hacer el amor aquí

Te veo pasar cada día

Trabajo aquí: me siento observada

Aquí vi abuso policial

Vigilas y hago una plantilla

Pego una pegatina y sonrío a cámara

Hago un graffiti y salgo corriendo

Nos besamos durante diez minutos

Te meto mano por debajo de la camiseta

Bebemos cerveza y charlamos

Aquí me cachearon

Aquí me pidieron la documetnación...

y no tengo

Cosas que ocurren en Madrid: delante de las cámaras, donde no hay cámaras, cosas que se graban. que no se graban, que tienen testigos, que no los tienen...

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aislados, poblados de casas unifamiliares donde no hay contacto entre lxs habitan-tes, sitiados por cadenas y enormes cen-tros comerciales (lugares donde poder consumir sin miedo en un entorno video vigilado protegido por la seguridad pri-vada). Y no tan lejos: lugares tradicional-mente concebidos como lugares para el encuentro y las relaciones sociales (como las plazas, los parques) son transfor-mados en cementerios de hormigón sin árboles que protejan del sol, ni bancos donde poder sentarse (especialmente di-señados para ahuyentar mendigos, como la plaza de Tirso de Molina, la de Cabes-treros o la de Santo Domingo) Lugares donde no apetece quedarse: de paso, desiertos. También ayuda (y mucho) la sesgada información proporcionada por los medios de comunicación, que en su afán por ofrecer noticias impactantes consiguen generar mayor alarma social. O la excesiva presencia policial (que no hace sino aumentar la sensación de peligro). Pero una sociedad que fomenta e impone el problema, también impone la solución. La sociedad contemporánea parece haber encontrado la panacea en lo que a seguridad ciudadana se refiere. Un blindaje lúcido y audaz, que proporciona una eficaz e infalible respuesta para que aquellos lugares conflictivos y peligrosos dejen de serlo: el control de esos espacios y de la delincuencia a través de la insta-lación de cámaras de video vigilancia. Qué duda cabe de que la colocación de una cámara “habla” de ese lugar: lo señaliza e identifica a partir de ese momento como lugar peligroso del que hay que cuidarse. ¿Por qué si no habría de ser vigilado? Muchxs son los que alaban y reclaman esta medida para sus barrios y comunidades. Aparentemente ésta aparece como la solución definitiva a los males y miedos derivados de la delincuencia o la prostitución: ¿A qué

delincuente se le ocurriría actuar delante del atento objetivo de una cámara? Es fácil pensar que actuará en aquel lugar donde no haya un registro visual de sus movimientos. La solución a esto es bien sencilla: colocar una nueva cámara en aquel lugar donde antes faltaba. Esto puede realizarse sucesivamente hasta acabar distribuyendo cámaras por todo el tejido urbano. No cabe ninguna duda de que a cambio de la implantación de esta medida lxs ciudadanxs ganamos algo: (percepción de) seguridad. Tampoco es difícil pensar que esta medida resulte inofensiva a los ojos de lxs ciudadanxs. Hay mucho que ganar en calidad de vida y nada que perder. La inocua medida no altera nuestro día a día aunque nuestras acciones cotidianas vayan a quedar re-gistradas 24 horas al día, 365 días al año. ¿Qué se puede temer de una media que sólo presenta ventajas para todxs?

“Si uno no hace nada malo, ¿Qué miedo puede tener?” Esta declaración, extraída de un foro de discusión sobre videovigilancia en el espacio público (madridmemata.es/2009/07/sonrie-te-estan-grabando/ ) proporciona un punto de vista compar-tido por la inmensa mayoría de ciuda-danxs. Ilustra a un amplio sector de la población que no se posiciona crítica-mente frente a esta medida. Que no se siente afectadx. Lo más caracterís-tico del debate acerca de la videovigilan-cia en el espacio público es que no hay debate. En el momento en que asumamos que esta paternalista medida no es otra cosa que un parche que traslada un problema sin darle solución, podremos empezar a identificar otras consecuen-cias reales derivadas de su implantación. Uno de los principales peligros de la presencia de las cámaras en el espacio

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A la felicidad por la

(Vacío)

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público es la asunción generalizada de que son inofensivas. Que no molestan y no interceden en los asuntos cotidianos de los ciudadanos. Nada más lejos de la realidad:

¿Acaso no estamos sacrificando nuestra cotidianeidad y espontaneidad (y por tanto parte de nuestra libertad y subjetividad) a cambio de una falsa percepción y sensación de seguridad? ¿No se criminaliza así a todxs lxs ciudadanxs por igual? ¿No es esta la penúltima medida represiva y de control social impuesta desde el poder sin un mínimo de cuestionamien-to crítico? ¿No están las videocámaras señalizando nuevos espacios del miedo, ambiguos y extraños?

La inmovilidad generada por el miedo a las posibles represalias ante la realización de un acto ilegal (tales como beber una lata de cerveza en la calle o pintar un graffiti) corre el riesgo de instalarse con la misma naturalidad con la que se aceptan las videocámaras. Lxs ciudadanxs (miedosos) preferi-mos sacrificar nuestra implícita y necesaria capacidad de acción, a cambio de sentir seguridad. Lxs ciudadnxs deberían ganar la confianza perdida en el espacio público. Si obviamos el asunto de la criminalidad (competencia de las autoridades) encontraremos otras acciones y otras conductas que quizá no queramos que sean filmadas o que tengan un testigo oculto. Estas acciones se enmarcan en la pura cotidianidad del día a día de la vida en la calle (tales como ir a comprar el pan) pero pueden incluir otro tipo de acciones: artísticas, políticas o subversivas. La presencia de ese elemento extraño diseñado con la explícita intención de que pase desapercibido al paseante (aunque deba ser señali-zada) influye inevitablemente en el devenir de la vida en la calle. Dar un beso en la mejilla o duran-te diez minutos, hacer una caricia, tener una discusión con tu pareja o un encuentro sexual fortuito, come-ter una infidelidad, dar un paseo en soledad o de la mano, una carrera, un graffiti, pegar una pegatina o un cartel, hacer una manifestación (¿no queda ya nada por lo que protestar?), leer un manifiesto con un megáfono, pasear al perro, desmayarse, reír, llorar… todas estas cosas, que pueden ser vistas como lejanas o parecer insignificantes y tontas, son las que configuran nuestra existencia. Algunas de ellas se enmarcan claramente dentro del ámbito público y otras en el privado, pero si lo pensamos, muchas de ellas se encuentran a caballo entre ambos. Como consecuencia, se rompe o al menos se cuestiona, la estricta dicotomía existente entre lo público y lo privado, donde los bordes y límites no quedan del todo dibujados: no parece tarea sencilla levantar una frontera. Cómo nos relacionamos con los demás, qué hacemos en nuestro día a día, por qué protestamos y por qué no y de qué manera… todas las accio-nes que llevamos a cabo dibujan y construyen nuestro mapa de sensaciones y relaciones personales mientras contribuyen a generar y expandir el tejido social. Por todo ello tenemos derecho a que la calle, el espacio público, siga perteneciendo a las personas que lo hacen posible y real. ¿Cómo es esto posible? Habitándolo, viviéndolo. Vivir bajo un espejismo de seguridad no hace sino generar más inseguridad. Ver más coartada la libertad de acción no es sino un fracaso más de los ciudadanxs obedientes y un logro más para las autoridades. Un veto suplicado por el miedo. Un traza-do nuevo, distinto, extraño: un mapa subjetivo de Madrid, impuesto.

Febrero de 2010

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“En el momento en que asu-mamos que esta paternalista medida no es otra cosa que un parche que traslada un problema sin darle solución, podremos empezar a identifi-car otras consecuencias...”

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