los anfibios en la medicina popular española, la farmacopea de
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Los anfibios en la medicina popular española, la farmacopea de Plinio y el Dioscórides
v.22, n.4, out.-dez. 2015, p.1283-1319 1283
José Ramón VallejoDepartamento de Terapéutica Médico-Quirúrgica/ Facultad de Medicina/Universidad de Extremadura.
E-06006 – Badajoz – España
José Antonio GonzálezGrupo de Investigación de Recursos Etnobiológicos del
Duero-Douro/Facultad de Biología/Universidad de Salamanca. E-37071 – Salamanca – España
Los anfibios en la medicina popular
española, la farmacopea de Plinio y el Dioscórides
Amphibians in Spanish popular medicine and the
pharmacopoeia of Pliny and Dioscorides
Recebido para publicação em julho de 2012.
Aprovado para publicação em junho de 2013.
http://dx.doi.org/10.1590/S0104-59702015005000010
VALLEJO, José Ramón; GONZÁLEZ, José Antonio. Los anfibios en la medicina popular española, la farmacopea de Plinio y el Dioscórides. História, Ciências, Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro, v.22, n.4, out.-dez. 2015, p.1283-1319.
Resumen
Se presenta una lista de remedios médicos basados en el uso de anfibios en la medicina popular española y en el Mundo Clásico. Se ha llevado a cabo una revisión de la bibliografía relativa a estudios de folklore, trabajos etnográficos e investigaciones en antropología social o médica. Se documenta un total de 113 remedios y el uso de nueve especies de anfibios, dos pertenecientes a la familia de los caudados (urodelos) y siete anuros. La mayoría de los remedios se basa en la “preconcepción” popular sobre la influencia de los mismos y la sanación mediante la transmisión del mal a un ser vivo. Se destaca el uso tradicional de algunas especies amenazadas, dato a tener en cuenta a la hora de tomar decisiones en el campo de la biología de la conservación y la educación ambiental.
Palabras clave: Etnozoología; anfibios; medicina popular; Mundo Clásico; España.
Abstract
This article presents a list of medical remedies based on the use of amphibians in Spanish popular medicine and in the classical world. It provides an overview of bibliography relative to folklore studies, ethnographic work and research on social or medical anthropology. It documents a total of 113 remedies and the use of nine species of amphibians, two from the family of caudates (urodeles) and seven anurans. Most of these remedies are based on the popular “preconception” about the influence of amphibians and healing by transmitting an illness to a living creature. The traditional use of certain threatened species is emphasized, an issue to bear in mind in decision-making in the field of conservation biology and environmental education.
Keywords: ethnozoology; amphibians, popular medicine; classical world; Spain.
José Ramón Vallejo, José Antonio González
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La información procedente de las grandes civilizaciones de la Antigüedad, las obras de sus médicos, historiadores naturales y enciclopedistas históricos se han revelado como
fuentes de información decisivas en disciplinas como la etnobotánica y la etnofarmacología (Hernández-Bermejo, Lora-González, 1996; Heinrich et al., 2006; Vallejo, Pardo de Santayana, Peral, 2009). Esto se extiende a otras disciplinas que se desarrollan en la interfaz entre las ciencias sociales y biológicas como la etnozoología, que ha sido definida por Alves y Souto (2011) como la variedad de interacciones, tanto en el pasado como el presente, que las culturas humanas mantienen con los animales.
Una de las contribuciones fundamentales que realiza la etnozoología es en el campo de la zooterapia, entendida como el uso de animales para el tratamiento de patologías (Alves, Rosa, 2005). Las prácticas zooterapéuticas se desarrollan a partir de un conjunto de conocimientos tradicionales inherentes a las diferentes culturas humanas, que permiten disertar sobre una “hipótesis de universalidad zooterapéutica” (Marques, 1994, p.324). Actualmente en etnobiología, estos conocimientos se enmarcan en estudios de medicina popular o etnomedicina (p.ej. Pieroni, Grazzini, Giusti, 2002; Tagarelli, Tagarelli, Piro, 2010). La referencia inicial de los estudios de medicina popular se encuentra en las obras de William George Black (1889) y Giuseppe Pitré (1896), quienes desarrollaron en Europa una importante línea de investigación folklórica para recoger los conocimientos médicos no científicos de una forma sistemática. En España el modelo de investigación de estos estudios vendría sugerido por El folklore español: sociedad para la recopilación y estudio del saber y las tradiciones populares, que publica Machado Álvarez en 1881 (Marcos Arévalo, 1987, p.VIII). Este mismo autor años más tarde señalaría que “la misión actual del Folklore no es dogmatizar ni presentar hipótesis o teorías más o menos avanzadas o científicas, sino reunir materiales” (Machado Álvarez, 1987, p.302). Entre los folkloristas destaca Alejandro Guichot Sierra (1882, p.25), amigo de Machado, que sostiene que las supersticiones constituyen “una base firme al conocimiento histórico, al psicológico y quizás, al antropológico de una raza o un pueblo”. Esta idea es secundada por otros autores que escriben sobre supersticiones extremeñas, asturianas o gallegas (Hurtado, 1901-1902; Jove Bravo, 1903; Rodríguez López, 1910). No obstante, Perdiguero (2004) pone de manifiesto la dificultad de evaluar estas fuentes y determinar si las colecciones de remedios que aportaron son simplemente rarezas, vestigios del pasado, o si realmente formaban parte del pluralismo médico. En cualquier caso, el término medicina popular no fue elegido por los folkloristas, que continuarían utilizando la noción de superstición durante el siglo XX (p.ej. Sánchez Pérez, 1948; Tomeo, Estadella, 1963; Castañón, 1976). De esta forma, el concepto de medicina popular nace como una respuesta hegemónica del folklore médico positivista, y representa una acreditación del modelo médico (De Miguel, 1980; Guío Cerezo, 1992; Martínez-Hernández, Comelles, 1994; Comelles, 1996; Perdiguero, 2004), como queda claro, por ejemplo, en el trabajo de Lis Quibén (1949), al determinar “quién sabe y quién no sabe, qué saber es el verdadero y cuál es el falso” (Martínez-Hernández, Comelles, 1994, p.119).
A partir de los años 1940, se produciría paulatinamente una evolución del término medicina popular en el seno de la antropología, que centró primero su estudio en los simbolismos y en lo social y cultural, para más tarde incluir a la biomedicina como etnomedicina, y a finales del siglo XX eliminar límites cognitivos, basados en creencias, científicos y populares en las investigaciones etnográficas (Martínez-Hernández, Comelles, 1994).
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Teniendo en cuenta la evolución del concepto y de acuerdo con autores como De Miguel (1980) y Menéndez (1994), entendemos que el conocimiento médico popular presenta un carácter dinámico y adaptativo a los entornos locales asimilando prácticas procedentes de diferentes saberes, que incluyen el biomédico. En este sentido, Erkoreka (1993) asegura con firmeza que existe una única medicina popular europea, donde por extrapolación con sus estudios en el País Vasco, supone que 50% de sus prácticas tienen un origen en la medicina científica, 35% serían remedios mágicos y religiosos, 20% empíricos y 5% proceden de la medicina primitiva. Por otra parte, a finales del siglo XX, la antropología en Italia y Latinoamérica redefine la medicina popular estudiando la distancia o “brecha” entre ambos sistemas médicos; en España no se ha producido este fenómeno (Martínez-Hernández, Comelles, 1994). No obstante, en nuestro país hay que considerar nuevos enfoques interdisciplinares, como los provenientes del campo de la botánica, antropología, epidemiología y la historia de la medicina (Peral, Vázquez, Altimiras, 2000) o los numerosos estudios etnobiológicos, fundamentalmente etnobotánicos (Comelles, Perdiguero, 2011). En este sentido, el trabajo que presentamos tiene finalidades etnobiológicas, y se encuentra en consonancia con los planteamientos del Inventario Español de los Conocimientos Tradicionales (ver Pardo de Santayana et al., 2012); dicho inventario se basa en ordenar un conjunto de materiales y conocimientos tradicionales desde una perspectiva biológica y, por tanto, requiere la identificación de las especies. Pero, ¿qué es un conocimiento tradicional? o como se pregunta Menéndez (1994, p.76), “¿Cuáles son los parámetros que determinan que un saber sea tradicional – o más tradicional –, o científico – o más científico?”; detengámonos en una consideración de este autor: “el uso del término ‘medicina tradicional’ tiende, conscientemente o no, a la exclusión de prácticas, representaciones o de sujetos sociales, tanto desde una perspectiva empírica como teórico-ideológica” (p.77). Sin duda hay debate, y sobre todo, porque además falta el consenso a la hora de definir términos como medicina tradicional, medicina complementaria y alternativa (Martín Alvarado, Peral, Vallejo, 2011; Vallejo, Peral, 2012), que algunos autores los consideran también una “invención epistemológica” para acreditar el modelo biomédico (Martínez-Hernández, Comelles, 1994, p.110). Sobre este tema, la Organización Mundial de la Salud se posicionó en 2001 (WHO, 2001) al limitar la denominación de medicina tradicional a aquella que está integrada en la sociedad formando parte de la cultura; y posteriormente (WHO, 2002) denominar medicina alternativa o complementaria a aquella que utiliza métodos diagnósticos y terapéuticos ajenos al sistema sociosanitario. Estas definiciones, que han creado una tendencia (p.ej. Hoogbruin, 2011; Vázquez Hernández, Hurtado Gómez, Blanco, 2009), podrían posicionar a la medicina popular dentro de las medicinas complementarias o alternativas, dadas las características de España (Martín Alvarado, Peral, Vallejo, 2011). La discusión epistemológica entre conocimiento tradicional y científico, entre medicina tradicional o popular y científica (Guío Cerezo, 1992; Martínez-Hernández, Comelles, 1994), puede continuar y ser analizada desde diversas disciplinas; no obstante, actualmente desde la etnobiología española, se quiere dar énfasis a la profundidad histórica y a la transmisión cultural del saber popular (Pardo de Santayana et al., 2012), y por consiguiente, se prefiere el término conocimiento tradicional frente al de popular o local, también empleado. Asumiendo toda la problemática del término y aun cuando compartimos los objetivos de la etnobiología, optamos en el presente trabajo
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por el término medicina popular, usado ampliamente en España; todo ello, en la línea del 1er Encuentro Hispano Portugués de Etnobiología, celebrado en Albacete (20-25 de septiembre de 2010) junto al 11th Congress of the International Society of Ethnopharmacology, donde se desarrolló un simposio denominado “Nuevas perspectivas para la etnofarmacología en España y Portugal: la cooperación entre etnobotánica y antropología médica”.
La etnozoología centrada en anfibios y reptiles o etnoherpetología ha sido poco estudiada y concretamente los estudios sobre anfibios son muy poco frecuentes (Ceríaco, 2012); sin embargo, dicho grupo zoológico posee una importancia manifiesta en la medicina tradicional de África, China, Norteamérica e incluso en la medicina popular europea (Thomas, 1996; Hatfield, 2004; Mohneke, Onadeko, Rödel, 2011).
Es importante destacar que las creencias populares en torno a los anfibios se han movido entre sentimientos de animadversión junto a fábulas, magia y superchería. No obstante, conviene reseñar que las supercherías son ideas que al ser descontextualizadas y aplicadas a situaciones diferentes a las originales pueden ser incomprensibles, aunque también pueden tratarse de creencias basadas en actos fortuitos donde no se establece una relación causa-efecto (ver Rodríguez Becerra, 1986). La animadversión hacia los anfibios se pone de manifiesto en la frase escrita por Linneo como epígrafe a los anfibios y reptiles en su Sistema natural: “Espantosas son tus criaturas, Señor” (Linnaei, 1789, p.1033).1 Ello justifica que patologías difícilmente traducibles a categorías nosológicas médicas convencionales, conocidas por muchos autores como “enfermedades culturales” (Peretti, 2010), por ejemplo el mal de ojo o el mal de aire, hayan sido atribuidas al contacto con ciertos animales ponzoñosos entre los que se encuentran las salamandras y los sapos; e incluso, existen rituales para tratar el denominado “aire de sapo” (Vázquez Gallego, 1990; Kuschick, 1995; Freire, 2006). Por tanto, al ser considerados como agentes causales de trastornos o dolencias y también como medicinales, pueden generar posturas contradictorias o ambivalentes. Así, Caumon de Frenóla escribía en 1862 un breve artículo en la revista El Siglo Médico sobre la utilidad de los reptiles en la medicina. En el texto, partiendo de una descripción sobre los sentimientos que provocan los sapos en muchas personas, trata de defender la idea de que nada parece que ha sido creado inútilmente:
En fin, ¿el inmundo sapo, para qué ha sido creado? – ¿para qué puede servir? Este ani- mal es un objeto de horror para la mayor parte de las personas. La lentitud de sus movimientos, su cuerpo lleno de ampollas, su forma rechoncha y sus pasos tardos no le favorecen en nada; cuando se tropieza con él en el camino, se le voltea, se le apedrea y se le aplasta. Sin embargo, lejos de ser dañino es inofensivo como todos los batracios; se alimenta de gusanos y de animalillos, destruyendo las larvas, las orugas y los insectos que más perjudican al labrador (Caumon de Frenóla, 1862, p.302).
El autor continúa explicando aplicaciones terapéuticas sorprendentes y al mismo tiempo expresa una clara ambivalencia de sentimientos encontrados. En varias expresiones que utiliza se pueden observar actitudes negativas implícitas, como por ejemplo cuando escribe “energía de los virus de los batracios” o “enfermedad más horrible que ellos mismos” (Caumon de Frénola, 1862, p.302). En este sentido, los siguientes fragmentos de su obra son claros:
Y no es sólo la agricultura la que se aprovecha de estos batracios; la medicina popular los utiliza también, obteniendo muchas veces buen resultado contra una enfermedad más
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horrible que ellos mismos: el cáncer. La ciencia moderna y los experimentos de los Sres. Cloez, Gratiolel y Desmarlis, han venido a probar la energía de los virus de los batracios.
Hay entre el vulgo una creencia muy acreditada y es, que los afectados de viruela no la padecen nunca de gravedad cuando desde el principio de la erupción se pone un sapo debajo de la cama del enfermo... Según esta creencia popular, el animal absorbe todo el veneno, se hincha y muere (Caumon de Frenóla, 1862, p.302).
En general, podemos decir que las actitudes frente a los anfibios son controvertidas y que en muchas ocasiones la influencia del folklore ha reforzado comportamientos negativos frente a la herpetofauna (Ceríaco, 2012). No obstante, el folklore, la historia y la antropología pueden ser muy útiles para discernir cuáles son las especies que forman parte del arsenal terapéutico popular dada la riqueza documental que aportan. A falta de estudios específicos sobre etnoherpetología en España, el presente trabajo pretende realizar una primera contribución identificando las especies medicinales de anfibios ahondando en las fuentes históricas, folklóricas, antropológicas y en las denominaciones vernáculas utilizadas en ellas. Al mismo tiempo, se pretende determinar el grado de pervivencia en la historia reciente de los remedios que se utilizaron en el Mundo Clásico y valorar la importancia terapéutica de las especies catalogadas. Por último, se aspira a que este trabajo pueda ser de utilidad para futuros estudios donde se evalúen las prácticas de medicina popular en nuestro país.
Diseño del estudio, instrumentos y técnicas de recogida de la información
El análisis de las descripciones ecológicas, morfológicas y la nomenclatura vernácula de anfibios que aparecen en la obra de Plinio Segundo (2002) se han basado en la traducción realizada por Cantó et al.; las de Dioscórides, en el Proyecto de investigación de López Eire (Dioscórides..., s.d.), y en las anotaciones de Andrés de Laguna (Dioscórides, 1994).
Se han prospectado las bases de datos internacionales ISI Web of Science y Anthropology Plus con la finalidad de localizar estudios de etnobiología, antropología social y antropología médica que aportasen datos etnoherpetológicos. No obstante, para completar la búsqueda internacional se realizó un sondeo de documentos de folklore utilizando la serie Arts and Sciences III de Jstor,2 ya que esta colección permite una consulta específica de títulos relevantes en este campo. En el contexto nacional se realizaron búsquedas focalizadas en las áreas mencionadas utilizando el sistema de información de las bases de datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas Icyt (Ciencia y Tecnología), Isoc (Ciencias Sociales y Humanidades) e IME (Biomedicina), Teseo (Base de datos de Tesis Doctorales ), el portal bibliográfico Dialnet, Google Scholar y el catálogo de Bibliotecas Públicas del Estado.3 El período analizado ha sido el comprendido entre 1881, año en el que Machado Álvarez hace público el fundamento de la organización nacional El folclore español: sociedad para la recopilación y estudio del saber y las tradiciones populares, y 2012. Las palabras claves utilizadas fueron antropología, historia de la medicina, medicina popular, folkmedicina, etnomedicina, folklore, zoología y etnozoología, anfibios, Amphibia en castellano o inglés según correspondiese. En los patrones de búsqueda también se utilizó un listado de zoónimos contenidos en diccionarios españoles (Borràs, 2004). Las fuentes documentales fueron seleccionadas por razones etnobiológicas, considerándose especialmente aquellas
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obras que aportaran datos procedentes de informantes locales utilizando el método etnográfico. El criterio de inclusión de un documento en la revisión bibliográfica se basó en que fuera posible realizar una interpretación del taxón del anfibio registrado, además de la coherencia en la categoría nativa o la existencia de alguna prueba antropológica que permitiese la identificación del grupo taxonómico del animal. Las obras registradas y disponibles con datos sobre uso de anfibios en medicina popular y su ámbito geográfico aparecen en la Tabla 1.
Ref. n. Autor(es) Año de publicación Procedencia de los datos
1 Los admirables… (Alberto El Grande) 1982 Edad Media
2 Alvar 1979-1983 Aragón, Navarra y La Rioja
3 Barandiarán y Manterola 2004 País Vasco, Navarra
4 Bell 1813 No mencionado
5 Benítez 2011 Granada
6 Blanco 1985 Salamanca
7 Carril 1991 Salamanca
8 Charro 2000 Galicia, Guipúzcoa, Valencia
9 Cortés 1831 No mencionado
10 Dioscórides 1566 (1a ed.) Mundo Clásico
11 Domínguez Moreno 1998 Cáceres
12 Domínguez Moreno 1999 Cáceres
13 Domínguez Moreno 2004 Extremadura
14 Domínguez Moreno 2005 Cáceres
15 Domínguez Moreno 2006 Extremadura
16 Escobar 1545 No mencionado
17 Fernández García 1995 Asturias
18 Ferrándiz Araujo 2004 Murcia
19 Flores Arroyuelo 2005 No mencionado
20 García Arambilet 1990 Soria
21 García Ramos 2008 Almería
22 Garmendia Larrañaga 1990 País Vasco
23 Gil 2004 Mundo Clásico
24 Goig Soler y Goig Soler 2003 León
25 González Castaño 1996 Murcia
26 Junceda Avello 1987 Asturias
27 Marcos de Sande 1947 Cáceres
28 Martín Alvarado 2010 Badajoz
29 Morán Bardón 1927 Salamanca
30 Panero 2005 Zamora
Tabla 1: Obras consultadas
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Fuente: elaborada por los autores
Ref. n. Autor(es) Año de publicación Procedencia de los datos
31 Penco 2005 Badajoz
32 Pérez Vidal 2007 Islas Canarias
33 Plinio 2002 Mundo Clásico
34 Quave et al. 2010 Castilla-La Mancha
35 Rodríguez Aguado 2001 Cádiz
36 Rúa Aller y Rubio Gago 1990 León
37 Sánchez Pérez 1948 No mencionado
38 Sebastián Domingo 1988 Teruel
39 Vallejo 2008 Badajoz
40 Vázquez Gallego 1990 Galicia
41 Vidós Miró 1721 No mencionado
Tabla 1 (cont.): Obras consultadas
La identificación de especies se ha llevado a cabo mediante un análisis discriminante sobre la información biológica, ecológica y la nomenclatura vernácula usando la bibliografía clásica de ámbito nacional sobre herpetofauna (Pleguezuelos, Márquez, Lizana, 2002; García París, Montori, Herrero, 2004) aportándose los nombres científicos aceptados, actualizados e incluidos en Species 2000 & ITIS Catalogue of Life.4 Para confirmar la presencia de especies se ha consultado cartografía e información actualizada sobre la distribución geográfica de los anfibios presentes en España. Se han empleado mapas de red UTM de áreas amplias y cuadriculado 10 x 10km de las bases de datos herpetológicas del Servidor de Información de Anfibios y Reptiles de España.5
Siguiendo los planteamientos de Enríquez et al. (2006) para conocer la importancia que tiene una especie en la medicina tradicional, hemos aplicado el índice denominado “valor de diversidad de uso medicinal” (VDM). El VDM se basa en calcular la relación entre el número de dolencias que se tratan con una especie (E) y el número total de enfermedades tratadas (N). En nuestro estudio se ha realizado una adaptación de dicho índice considerando los grupos de patologías de la CIE-10 (1 mayo 2010) y no las dolencias o trastornos específicos. Con la finalidad de favorecer el análisis comparativo histórico, se ha calculado el VDM para el Mundo Clásico (VDM mc) y para la medicina popular española (VDM mp).
VDM mc = Emc/Nmc VDM mp = Emp/Nmp
Las dolencias tratadas con las especies identificadas se clasificaron siguiendo los capítulos de la CIE-10.6 La importancia relativa de cada grupo de patologías o capítulo (ICx) se ha calculado mediante la relación entre el número de especies registradas para cada grupo de patologías (Cx) y el número de especies registradas para el capítulo con mayor frecuencia (Cmax), tanto en el Mundo Clásico (ICmc) como en la medicina popular española (ICmp).
ICmcx = n. de especies Cmcx/n. de especies Cmcmax
ICmpx = n. de especies Cmpx/n. de especies Cmpmax
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Hallazgos encontrados sobre las especies de anfibios con uso medicinal y remedios compilados
La Historia natural de Plinio Segundo (2002) no recoge ninguna especie medicinal
perteneciente al grupo de los urodelos (orden Caudata), en De la materia medicinal (Dioscórides,
1994) tan solo se incluye a la salamandra y en la medicina popular española se han registrado
dos especies nombradas con los vernáculos salamandra y marrajo.
En cuanto al orden de los anuros, la farmacopea de Plinio Segundo (2002) recoge los
nombres vernáculos: rana de zarzal, rubeta, rana, calamites y rana diopetes, que se pueden
asociar al menos a seis especies diferentes. En la obra De la materia medicinal de Dioscórides
(1994) tan sólo se menciona el nombre de rana y se hace de forma tan genérica que incluso
podría corresponder con hasta 25 especies paleárticas. En la medicina popular española se
han determinado cinco taxones con los nombres vulgares de sapo, sapo común, tanque, sapo
de barriga blanca, sapo negro, zapatero, escuerzo y rana de San Antón.
En la Tabla 2 se muestra la relación de especies asociadas a los nombres populares registrados
que posteriormente serán discutidos. En dicha tabla se observa el status de conservación de
los anfibios inventariados, su VDM mc y VDM mp, que refleja la importancia que poseen en
el Mundo Clásico y en la medicina popular española.
A continuación, en la Tabla 3 se observan los valores de ICmcx y ICmpx, reflejándose
los trastornos y dolencias considerados. Cabe señalar que no se han obtenido en ningún
período histórico registros de los capítulos tres (enfermedades de la sangre y de los órganos
hematopoyéticos y ciertos trastornos que afectan el mecanismo de inmunidad), cuatro
(enfermedades endocrinas, nutricionales y metabólicas), cinco (trastornos mentales
y del comportamiento), 16 (ciertas afecciones originadas en el período perinatal), 17
(malformaciones congénitas, deformidades y anomalías cromosómicas), ni sobre el capítulo
21 relacionado con factores que influyen en el estado de salud y contacto con los servicios
sanitarios. En el Mundo Clásico no se han registrado remedios pertenecientes al capítulo
dos (tumores), ni tampoco al ocho (enfermedades del oído y de la apófisis mastoides), ni
al 15 (embarazo, parto y puerperio). Por otra parte, en la medicina popular española faltan
remedios en el capítulo 13 (enfermedades del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo).
A lo largo de la historia se observan grupos de patologías con similar importancia, como las
enfermedades infecciosas y parasitarias (ICmcx= 1,00; ICmpx = 1,00), las enfermedades de
los ojos y anexos (ICmcx= 0,60; ICmpx = 0,50), las enfermedades del sistema circulatorio
(ICmcx= 0,40; ICmpx = 0,50), del sistema digestivo (ICmcx= 0,40; ICmpx = 0,62), de la piel
(ICmcx= 1,00; ICmpx = 0,75) y las causas externas de morbilidad (ICmcx= 0,60; ICmpx = 0,62),
cuyos remedios gozan de un prestigio que ha pervivido desde la Antigüedad. Asimismo,
acentuar la pérdida de consideración histórica en el caso de los remedios frente a traumatismos
como contusiones, quemaduras o heridas (ver Tabla 3).
Los remedios compilados aparecen en la Tabla 4, donde se incluyen, además, comentarios
sobre su preparación o administración propios de los autores referenciados. Se documentan
un total de 113 remedios, 71 pertenecientes a la medicina popular española y 42 al Mundo
Clásico. En la tabla se añaden cinco remedios de otras épocas que han servido para el análisis
(Edad Media, siglos XVI, XVIII y XIX).
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José Ramón Vallejo, José Antonio González
1292 História, Ciências, Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro1292 História, Ciências, Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro
Capítulo Título (patologías, trastornos o dolencias registradas) Importancia en el Mundo ClásicoICmc
Importancia en la medicina popular españolaICmp
1
Ciertas enfermedades infecciosas y parasitarias: disentería, erisipela, fiebre, fiebre de Malta, fiebres tercianas y cuartanas, herpes zoster, lepra, paludismo, rabia, sarna de las caballerías, verrugas, viruela, infección por parásitos (miasis)
1,00 1,00
2 Tumores (neoplasias): cáncer, sarcoma, úlceras cancerosas – 0,25
6 Enfermedades del sistema nervioso: convulsiones, trastornos nerviosos, siriasisa 0,40 0,25
7 Enfermedades del ojo y sus anexos: problemas oculares y de vista, manchas blancas, oftalmía 0,60 0,50
8 Enfermedades del oído y de la apófisis mastoides: dolores de oídos – 0,25
9 Enfermedades del sistema circulatorio:epistaxis, hemorragias, hemorroides 0,40 0,50
10 Enfermedades del sistema respiratorio: tos, anginas 0,60 0,25
11Enfermedades del sistema digestivo: dolor de muelas, dentales, detoxificación (hígado), dolor de la salida de los primeros dientes
0,40 0,62
12
Enfermedades de la piel y del tejido subcutáneo: alopecia, alopecia areata, ántrax (forunculosis), depilatorio, eczemas, granos supurados, alteraciones por depilación (cejas), úlceras cutáneas
1,00 0,75
13 Enfermedades del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo: tendinitis, gota, artritis 0,60 –
14Enfermedades del sistema genitourinario: afrodisiaco-anafrodisiaco, dolores, esterilidad, fertilidad, menorragia y polimenorrea, pielitis
0,40 0,87
15 Embarazo, parto y puerperio: hemorragias durante el parto – 0,25
18
Síntomas, signos y hallazgos anormales clínicos y de laboratorio, no clasificados en otra parte: efecto apotropaico (preservarse de maleficios), prevención de enfermedades, pronóstico de la enfermedad, mal de ojo, mal de envidia, malquerer
0,20 0,75
19
Traumatismos, envenenamientos y algunas otras consecuencias de causas externas: contusiones, quemaduras por agua, desinfectante, limpiar heridas, hemorragias
0,60 0,12
20
Causas externas de morbilidad y de mortalidad: antídoto contra las picaduras de insectos venenosos, dermatosis (nacida) producida por las picaduras de cierto mosquito, mordeduras de animales venenosos (escorpión, víbora, arañas, serpientes), venenos
0,60 0,62
Fuente: elaborada por los autores a La sirasis es una insolación según Jones (1963) o meningitis según Saint Denis (1966), autores citados por Cantó et al. en Plinio Segundo (2002, p.815).
Tabla 3: Importancia relativa de cada grupo de patologías o capítulos de la CIE-10
Los anfibios en la medicina popular española, la farmacopea de Plinio y el Dioscórides
v.22, n.4, out.-dez. 2015, p.1283-1319 1293
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José Ramón Vallejo, José Antonio González
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Los anfibios en la medicina popular española, la farmacopea de Plinio y el Dioscórides
v.22, n.4, out.-dez. 2015, p.1283-1319 1297
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Los anfibios en la medicina popular española, la farmacopea de Plinio y el Dioscórides
v.22, n.4, out.-dez. 2015, p.1283-1319 1301
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19
Los anfibios en la medicina popular española, la farmacopea de Plinio y el Dioscórides
v.22, n.4, out.-dez. 2015, p.1283-1319 1305
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Los anfibios en la medicina popular española, la farmacopea de Plinio y el Dioscórides
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José Ramón Vallejo, José Antonio González
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José Ramón Vallejo, José Antonio González
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La nomenclatura popular de un animal y la necesidad de identificar la especie científicamente para validar el remedio
Los nombres vernáculos de animales, así como sucede con la fitonimia popular, cons-tituyen un objetivo fundamental de la etnobiología (Vallès, 1996). En nuestro trabajo, la nomenclatura popular ha representado un primer punto de partida para la asignación del taxón al que siempre le ha seguido un análisis discriminatorio de tipo biogeográfico. Esto es más complejo en los autores clásicos, aunque se han considerado las zonas del ámbito de Aristóteles o Juba de Mauritania – fuentes decisivas en la zoología de Plinio – como la Cuenca Mediterránea, especialmente Italia, sureste de Europa y norte de África. Otros autores que solamente realizan un análisis lingüístico de la obra de Plinio ponen de manifiesto que se ven obligados a realizar conjeturas y que incluso las descripciones detalladas no son seguras ya que éste mezcla caracteres de especies afines (Plinio Segundo, 2002). Reconocemos que el valor descriptivo de los nombres cuando va asociado al porte general (rana-sapo) es ambiguo y representa a un amplio número de familias. No obstante, en muchos casos esta falta de concreción en el etnotaxón es solucionada gracias a la descripción que realiza el autor si se profundiza en los aspectos morfológicos, etológicos o biológicos en general. De esta forma podemos ver cómo Plinio aporta remedios basados en la “rana rubeta” o “rana de zarzal” para referirse al sapo común (Bufo bufo). El autor comentará por un lado que son las ranas de mayor tamaño, lo cual nos dirige a las hembras de B. bufo que pueden alcanzar tallas de 15-22cm, y por otro lado señala que presentan una especie de cuernos y están llenas de veneno, es decir, sus típicas grandes glándulas parotoideas alargadas y oblicuas. Todo ello queda apostillado al comentar que a la rana de zarzal o rubeta “los griegos le llaman phrinoi” (Plinio Segundo, 2002, p.782), es decir, sapo. Por otra parte, es preciso señalar que este taxón fue descrito por Linneo en 1758 (Linnaei, 1758, p.210) con el nombre de Rana bufo y que posteriormente sería Laurenti (1768, p.28) el que separase esta especie del género Rana para llamarle Bufo vulgaris en 1768, lo cual pone de manifiesto la dificultad que subyace en la interpretación del binomio rana-sapo en textos históricos.
Plinio realiza descripciones que son compatibles con ranas arborícolas de la familia Hylidae, pero ¿a qué especies se refiere, si en la zona geográfica correspondiente al Mundo Clásico encontramos dos taxones de gran parecido? El autor distingue entre “una rana pequeña que vive sobre todo entre las cañas y las hierbas, silenciosa y sin voz, verde (Plínio Segundo, 2002, XXXII 75) y una rana pequeña que trepa a los árboles y croa desde allí” (XXXII 92), de la que más adelante dirá que “los griegos la llaman calamites, porque vive entre cañas y arbustos, que es la más pequeña y la más verde de todas” (XXXII 122). Pues bien, el canto de Hyla meridionalis es más lento y profundo que el de H. arborea y, aunque tiene comportamientos territoriales, algunos machos no cantan, por lo que podemos asociar esta especie al primer caso. La segunda es H. arborea, el anfibio más ruidoso de Europa y algo mayor que H. meridionalis, pues rara vez llega a los 5cm.
En la literatura relativa a la medicina popular las descripciones de anfibios son en ocasiones muy útiles y clarificadoras. Así, Domínguez Moreno (2004, p.189) aporta detalles sobre un anfibio “con pintas caimanescas”, que no podría ser otro que Pleurodeles waltl, con típica cabeza muy aplastada, cuerpo deprimido, coloración del dorso generalmente de gris a parduzca y cola comprimida lateralmente (ver Figura 1).
Los anfibios en la medicina popular española, la farmacopea de Plinio y el Dioscórides
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El color es un elemento diacrítico en el nombre y las descripciones de remedios donde se usa un “sapo con la barriga blanca” (Blanco, 1985, p.42, 57) y un “sapo negro llamado zapatero” (García Arambilet, 1990, p.99). La especie que responde a un patrón de vientre blanco más claro es Pelobates cultripes, ya que su piel muy lisa y clara, daría una percepción local más conspicua como de “barriga blanca” a diferencia de las de B. bufo y Epidalea calamita más rugosa y oscura. Los “zapateros” son las típicas larvas negras de B. bufo o E. calamita, que en caso de encontrarse en la misma área geográfica no podrían ser diferenciadas sin el uso de una lupa binocular.
Cabe destacar que no existe un sistema tradicional de nomenclatura que guarde relación con la medicina popular, es decir, la etnotaxonomía en España no expresa usos medicinales.
Sobre la terapéutica
El carácter mágico que poseen los anfibios en la terapéutica tradicional se puede observar en la medicina popular a lo largo de cualquier período histórico. El humanista valenciano
Figura 1: Arriba a la izquierda ejemplar de Epidalea calamita, abajo Pleurodeles waltl. A la derecha amuleto realizado con el cuerpo de un espécimen de Pelophylax perezi (Fotografías: José Ramón Vallejo)
José Ramón Vallejo, José Antonio González
1312 História, Ciências, Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro1312 História, Ciências, Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro
Jerónimo Cortés (s.XVI-c.1615) registró en su obra Fisonomía, y varios secretos de naturaleza, que tuvo al menos 67 ediciones (Peris Felipo, 2013, p.61), un remedio mágico interesante de comentar, pues está descrito en el Dioscórides (1994, XXV, p.139). Se trata de los “polvos de anfibios”, ranas quemadas y espolvoreadas para la epistaxis y otras hemorragias y que fueron criticados por la ciencia del siglo XIX cuando todavía se publicaba el afamado libro de Cortés (Ballano, 1815, p.190-191). El uso de las ranas es recogido por este autor de la siguiente manera:
Suele algunas veces salir tanta sangre de las heridas, que muchos se desangran sin remedio y acaban por puntos; y no sólo por las heridas, pero también por las narices, o por ocasion de alguna sangría, o por flujo que dicen de sangre, y esto es propio de las mujeres. Pues para evitar semejantes peligros, escribe el maestro Constantino y lo confirma el maestro Pedro Logrero, si aplican los polvos de las ranas quemadas en la parte donde sale la sangre, luego cesará de salir. Dice mas uno de los dichos maestros, que si la mujer ó el varón traen consigo estos polvos, que los toquen a la carne, que no tengan miedo de desangrarse aunque tengan flujo de sangre (Cortés, 1831, p.240).
A continuación Cortés (1831, p.241) indica el modo de preparar los polvos mencionados:
Pondrás la cantidad que desees (que sean vivas) en una olla nueva, que esté bien tapada, y que no salga vaho alguno; poner dicha olla encima de las ascuas vivas o al fuego bajo, hasta que dichas Ranas estén del todo quemadas, las cuales picarás y pasarás por cedazo de cerdas, y podrás usar de estos polvos en dichas ocasiones. Y nótese que tienen la virtud de soldar las venas rotas.
La posición crítica de Antonio Ballano en el primer volumen de su obra Diccionario de medicina y cirugía o biblioteca manual médico-quirúrgica, publicado en 1815 (p.190-191), es clara:
Esta práctica de algunos insensatos, que la ciega superstición ha introducido y fomen- tado, la han seguido muchos, e introducido también en la Medicina desde la más remota antigüedad: aun por hombres de gran mérito, pero nacidos en siglos poco ilus-trados, quienes ha recomendado el uso de diferentes amuletos. ... ¿Cómo se ha de creer que Van-Helmon, hombre superior a las luces de su siglo en algunos puntos, tuviese confianza en los trociscos de sapo aplicados en la piel; y que Zwelfer, médico instruido, haya añadido que estos trociscos habían preservado de la peste a sus amigos y criados, y que habían curado con ellos algunos apestados?
Para Ballano los muslos de los sapos, y los mismos sapos o ranas secas (ver Figura 1) o en polvo, serían unos de los principales amuletos usados en medicina popular. Continuando con su crítica saca a relucir un remedio similar al polvo de ranas: “¿Cómo es posible pensar que Boyle haya podido creer que el polvo del cráneo humano, aplicado en la piel hasta calentarse, le hubiese curado el flujo de sangre de la nariz que padecía con frecuencia, y que se había resistido a otros remedios?” (Ballano, 1815, p.191).
Estas posiciones sobre la magia ilustran las relaciones hegemónicas y de inferioridad, que se establecen históricamente entre los grupos sociales en el proceso de salud, enfermedad y atención (Menéndez, 1994; Perdiguero, 2004). Sin embargo, que un tratamiento sea mágico-religioso, no implica que alguno de los elementos del proceso curativo no puedan ser validados por la ciencia (De Miguel, 1980) y por tanto son conocimientos a tener en cuenta por la etnofarmacología actual.
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Podemos asegurar que las “preconcepciones” sobre la influencia de lo semejante y la
sanación por transmisión del mal a un ser vivo son ideas que se encuentran arraigadas en
la medicina popular basada en anfibios (ver Tabla 4). Al utilizar el término preconcepción,
queremos resaltar su no coincidencia con las ideas científicamente aceptadas; sin embargo
se tratan de creencias dinámicas, cargadas de simbolismos y en proceso de transformación
(Menéndez, 1994). Los estudios más recientes siguiendo métodos etnobiológicos hacen
referencia al carácter mágico que poseen los anfibios en la terapéutica popular (Quave et al.,
2010; Benítez, 2011). No obstante, los anfibios dada su naturaleza fría y húmeda, formaron un
grupo animal adecuado para ejercer una medicina humoral. Aunque en España sólo quedan
restos del sistema hipocrático, todavía tiene vigencia en Hispanoamérica y Filipinas que la
asimilaron a través la colonización española (Mariño Ferro, 1996, p.428). Al margen de estas
connotaciones, la historia reciente de la farmacología cuenta con ejemplos que demuestran
la potencialidad de las drogas derivadas de anfibios. Así, desde que Kiss y Michl (1962)
determinaron el poder antimicrobiano del péptido bombinina en el sapo de vientre amarillo,
Bombina variegata, han proliferado los estudios que demuestran la eficacia antibiótica de estas
sustancias presentes en las secreciones de la piel de anfibios (p.ej. Zasloff, 1987; Barra, Simmaco,
1995; Yang, Lee, Zhang, 2012). En este sentido, cabe destacar que, tanto en el Mundo Clásico
como en la medicina popular española, el tratamiento de ciertas enfermedades infecciosas
y parasitarias posee la mayor importancia relativa entre los diferentes grupos de patologías
(ver Tabla 3). Además, algunos productos derivados de los anfibios podrían ser la base de
medicamentos útiles para el tratamiento del cáncer o como analgésicos (Cury, Picolo, 2006;
Garg, Hippargi, Gandhare, 2008; Lu, Nan, Lei, 2008). Con todo ello, se puede afirmar que
este grupo zoológico constituye un recurso potencial para la obtención de nuevos fármacos.
Sobre las especies y su valor medicinal
En nuestro estudio las especies con un VDM más alto son utilizadas para curar un mayor
número de grupos de patologías y, por tanto, poseen un amplio espectro terapéutico. Dichas
especies tendrían una mayor probabilidad de ser usadas y de formar parte del patrimonio
etnozoológico de la sociedad actual. Este es el caso de Bufo bufo (VDM = 0,78), Epidalea calamita
(VDM = 0,78) y Pelophylax perezi (VDM = 0,64), especies que se encuentran distribuidas por
toda España y poseerían una gran importancia histórica en la medicina popular española.
Epidalea calamita puede sustituir a B. bufo en la zooterapia, por lo que es pertinente una
prospección futura para comprobar si su VDM pudiese aumentar en el sur y centro de España
donde es más abundante y disminuir los valores alcanzados para B. bufo. Por su parte, Hyla
arborea (VDM = 0,50) fue una especie también muy usada en la Antigüedad (VDM = 0,42) y
sería interesante estudiarla actualmente en Galicia, Región Cantábrica, zona norte del Sistema
Ibérico, Castilla y León, Madrid, Montes de Toledo y Badajoz, pues podrían obtenerse datos
etnozoológicos interesantes en su área de distribución natural. Hyla meridionalis presenta el
mismo índice (VDM = 0,50), pero debido a la cercanía biológica con H. arborea posiblemente
pueda aumentar en Andalucía, Extremadura, Levante, Cataluña, algunas zonas de Castilla y
León, Guipúzcoa, Baleares y Canarias, áreas donde se encuentra presente.
José Ramón Vallejo, José Antonio González
1314 História, Ciências, Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro1314 História, Ciências, Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro
Las tres especies con menor VDM, y probablemente con menor importancia cultural, son los urodelos Salamandra salamandra y Pleurodeles waltl junto al anuro Pelobates cultripes.
Todos los anfibios españoles se encuentran protegidos según la normativa vigente, aunque las especies de mayor VDM, a excepción de H. arborea e H. meridionalis, no se encuentran en los Libros Rojos de España, ni en los catálogos de especies amenazadas. Sería oportuno tomar en consideración a dichas especies en los programas de educación ambiental, especie catalogada como “casi amenazada” (NT) y en régimen de protección especial (ver Tabla 2), y cuyo uso etnozoológico actual debería ser determinado.
Consideraciones finales
El estudio realizado demuestra que existe un bagaje de conocimientos históricos y folklóricos que permitirían el inicio de una etnoherpetología en España. Se hace manifiesta la existencia de un patrimonio zooterapéutico relacionado con los anfibios, más rico de lo que en un principio podría suponerse. No obstante, el número de especies y remedios puede incrementarse realizando una prospección histórica por épocas con un análisis de la evolución del conocimiento empírico-supersticioso durante la Edad Media, el Renacimiento y el desarrollo de la investigación etnozoológica en nuestro país. Pensamos que los estudios sobre el uso de anfibios y animales en general, con fines medicinales, deben construirse a partir del marco de una etnozoología histórica.
Nuestro estudio refleja que especies como Bufo bufo, Epidalea calamita o Pelophylax perezi, distribuidas por toda la geografía nacional, presentan un VDM muy alto. Por ello, se puede plantear la hipótesis de que dichas especies sean las de mayor importancia cultural en la actualidad.
Por otro lado, en España las prácticas de zooterapia han sido prácticamente relegadas, por lo que profundizar en su conocimiento puede ser útil para establecer relaciones con zonas como Hispanoamérica, donde los españoles transmitieron remedios animales y las bases filosóficas del sistema humoral, todavía vigente.
En cuanto a la biología de la conservación de los anfibios, podemos suponer que el impacto de la medicina popular sobre estos animales en España es despreciable. No obstante, es interesante incluir sus usos medicinales en programas culturales con un enfoque educativo, especialmente en el caso de las especies del género Hyla (Laurenti, 1768).
NOTAS
1 En esta y en las demas citas literales de textos publicados en otros idiomas la traducción es libre y fue proporcionada por los autores.2 Disponible en: http://about.jstor.org/content/arts-sciences-iii. Acceso en: 22 sep. 2014.3 Las bases de datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas Icyt (Ciencia y Tecnología), Isoc (Ciencias Sociales y Humanidades) e IME (Biomedicina) se encuentran disponibles en http://www.cindoc.csic.es/servicios/dbinfo.htm; Teseo (base de datos de tesis doctorales ) puede ser consultada en: http://www.educacion.es/teseo; el portal bibliográfico Dialnet en http://dialnet.unirioja.es; a Google Scholar se accede a través de http://scholar.google.es y al catálogo de Bibliotecas Públicas del Estado mediante http://www.bibliotecaspublicas.es. Accesos en: 27 sep. 2014.4 Disponible en: www.catalogueoflife.org. Acceso en: 18 abr. 2013.
Los anfibios en la medicina popular española, la farmacopea de Plinio y el Dioscórides
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