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GACETA DE LITERATURA Y GRÁFICA NÚMERO 7 DISTRIBUCIÓN GRATUITA VÍCTOR TOLEDO El poeta Árbol constelado de ardientes estrellas heladas doblado en estaciones (no doblegado) por el peso de la nieve (la blancura) en sus hojas a veces consumido por el fuego de aves otras incendiado por el agua Tus ojas son las lenguas hojos del mar (raíz original). LUIS MARIO VIVANCO MARÍN Morir de tristeza Un irse permanente, un darse sin sentido, sin ganas; un comprar una prenda y sin usarla jamás dejarla para siempre olvidada; un salir sin saber a dónde ir; un regresar que dicta un reloj, un autobús cualquiera o una palabra; un dejar una lágrima que salga porque pesa, porque estorba o sencillamente porque es humedad y uno quiere estar seco, estar solo, estar sobrio, estar sordo; lo que uno quiere es no querer dormir, dormir y descansar para siempre y de todo. Ibarí Ortega, de la serie Mutaciones / Dos cuerpos / foto digital Ibarí Ortega, de la serie Mutaciones / Mutante / foto digital

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Gaceta de literatura y gráfica Nueva época Número 7 Distribución gratuita

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Page 1: Literal 07

GACETA DE LITERATURA Y GRÁFICA ◊ NÚMERO 7 ◊ DISTRIBUCIÓN GRATUITA

VÍCTOR TOLEDO

El poeta

Árbol consteladode ardientes estrellas heladas

doblado en estaciones

(no doblegado)por el peso de la nieve

(la blancura)en sus hojas

a veces consumido

por el fuego de aves

otras incendiado por el agua

Tus ojasson las lenguas

hojos del mar

(raíz original). ◊

LUIS MARIO VIVANCO MARÍN

Morir de tristeza

Un irse permanente, un darse sin sentido, sin ganas;un comprar una prenday sin usarla jamás dejarla para siempre olvidada;un salir sin saber a dónde ir;un regresar que dicta un reloj,un autobús cualquiera o una palabra;un dejar una lágrima que salgaporque pesa, porque estorbao sencillamente porque es humedad y uno quiereestar seco, estar solo, estar sobrio, estar sordo;lo que uno quiere es no quererdormir, dormir y descansarpara siempre y de todo. ◊

Ibarí Ortega, de la serie Mutaciones / Dos cuerpos / foto digital

Ibarí Ortega, de la serie Mutaciones / Mutante / foto digital

ggaacceettaa ddee lliitteerraattuurraa yy ggrrááffiiccaa.. NNúúmmeerroo 77 ffeebbrreerroo ddee 22000044. Publicación independiente. Las opiniones expresadas en los textos son responsabilidad exclusiva desus autores y no reflejan las opiniones del equipo editorial. DDiirreecccciióónn:: Jocelyn Pantoja. EEddiicciióónn:: Andrés Marquéz. DDiisseeññoo:: Hernán García Crespo. CCoonnsseejjoo EEddiittoorriiaall:: ,Jorge Jurado, Alejandro Mendoza, Andrés Maximiliano Cruz e Ingrid Solana. CCoollaabboorraacciioonneess:: [email protected]

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Page 2: Literal 07

Los hilos de DiosÓSCAR GARDUÑO NÁJERA

para José Antonio Aspe

Después de la muerte de su padre Juan Camargo se de-dicó a prestar dinero entre la gente del pueblo del Co-lorado. Cobraba cuarenta por ciento de interés a todo

aquel que se dejara; los campesinos corrían desesperados enbusca de su ayuda ¡claro!, tenía tiempo que sus tierras estabansecas, cuarteadas, moribundas igual que ellos (¡Pinches muer-tos de hambre!). No era suficiente: Juan necesitaba tener másdinero y junto con el presidente municipal impusieron una ta-rifa especial al agua de riego utilizada en la siembra. Porquecon dinero, decía Juan Camargo, se mueven los hilos de Dios,tan inútil, que necesita de vez en cuando una ayudadita.

Antes de finalizar el día, Juan guardaba el dinero tras deuna cruz que le había obsequiado el presidente municipal. Erade madera y colgaba en la pared de su recámara. Atrás de ellahizo un agujero. Allí enrollaba los billetes después de besarlostres veces: uno para la suerte, otro para que no pesen y unomás para que se multipliquen. ¿Y su esposa? Cuando Marga-rita pedía ir a dar una vuelta al pueblo (aunque sea a la tienda,Juan) le ordenaba que se fuera sola, que no molestara (¿Quésaben las mujeres de los hilos de Dios?).

IIII

Había tan sólo una carta en lugar del dinero. En ella, el indioDomitilo Arriaga advertía que alguien muy cercano a Juan an-daba enamorando a su esposa para convencerla de que le roba-ra el dinero. El nombre se lo daría por la noche, cuando llega-ra a la cantina La vieja esperanza.

Juan Camargo fue precavido. Después de guardar el di-nero, ahora debajo del colchón, limpió perfectamente supistola. Miró fijamente a Margarita. Estaba a punto de sol-tarle un golpe, de matarla ahí mismo a patadas. Ella estabatranquila, doblaba ropa limpia, sacudía sus zapatos y saca-ba, con dificultad, una maleta de viaje de debajo de la cama.¿Vas a salir? Juan se contuvo. Aún era pronto. Mejor vercómo se dan las cosas.

Salió al cuarto para las ocho. Margarita se preparaba paradormir. Se despidió de ella, dio tres pasos y volvió a tropezarcon la maleta. ¡Pinche maleta!

Como siempre La vieja esperanza se encontraba llena de in-dios. En una mesa de la esquina, frente a una botella de mezcal amedias, estaba Domitilo, sudoroso, medio borracho. En cuantoJuan se acercó, Domitilo hizo una seña con la mano para queguardara silencio, sacó un papel de su bolsa, estiró el brazo y lopuso debajo de la botella de mezcal. Pidió la cuenta. ¡Ábrelo encuanto me vaya!

Juan salió, minutos más tarde, de La vieja esperanza. Casimata a tiros a dos borrachos que se atravesaron por su camino.

Tocó tres veces. Al ver que nadie respondía, pateó el por-tón negro. Exigió una explicación. El presidente municipal es-taba atemorizado, hacía preguntas, sus labios temblaban.¿Por qué lo haces, Juan? ¿No somos amigos? Jaló el gatillotres veces, arrastró el cuerpo y lo tapó con una bandera vieja.El presidente municipal era el culpable. Así lo decía el papelque Domitilo Arriaga puso bajo la botella. Faltaba encontrar asu esposa. Ahora sí pagaría la traición.

Sonaron dos disparos, rodó por el suelo, su vista se nubló yquedó perdido en un laberinto donde sólo alcanzó a distinguir lafigura difusa de su esposa.

Domitilo Arriaga pisó la tierra con coraje, miró al horizon-te y escupió sobre la tumba. A lo lejos, bajo un árbol seco, laesposa de Juan Camargo lo esperaba con el dinero y su ropadentro de una maleta para partir lejos del pueblo. Domitilo sa-có de una bolsa la cruz y la metió en la tierra, cortando, parasiempre, los hilos de Dios. ◊

Naipes VÍCTOR BACA

Dos cartas quedaban antes que el alba surgiera, lospasos por las calles apresuraban la luz improvisa-

da. El barco con pereza asumía que el mar lo soportaba,como lo hacemos con papá borracho, –alguien cantabacomo si fuera plena primavera. Oros o bastos, niña o ca-ballero jugaron como siempre de rivales, la luz entre ellosaparecía y se llamaba desde los orígenes del árbol, suerte.Las mesas salpicadas de miradas cansadas y casadas conniñas de quince años, aquellas que los colibríes celebranpor el néctar y los hombres sonámbulos, por la tristeza.De esas que esperan cada noche que la noche termine, yque las curvas inicien sus desfloramientos. El hastío es laanticipación de cualquier melodía, ingrediente del juegoy sus pleonasmos. ◊

Copas y anunciamientos brotaron de la fuente sin saberlos números marcados, era la sota de piernas opacas ya

marchitas y la esperanza sobre los colores. La expectaciónignoraba los tiempos y una gota de sudor descendía comoave que se tira del cielo, aún cuando las aves no saben las his-torias de los precipicios; los ases se desgajan lentos y concierto cansancio. Jugar con la rudeza siempre excede al azary a los cuchillos. Esa desnudez de las cartas llega de la leja-nía o algunas veces del propio recuerdo, las hojas verdes só-lo se ofrecen en la orilla del verano. ◊

Desfile de copas, oros y sonrisas. Siete, tres, un caba-llo y hasta la melancolía. Nada anima tanto como

los inquietos dedos, plenos de extranjería y deseo, nocortan o acarician al viento: buscan el regazo de la suer-te. Esa inválida que corre entre los montes y los amanece-res. Ars admonitoria lejana del oleaje profundo de lossueños. Lenguaje infinito y amable como un niño gracio-so y sin partera. ◊

Merodea El Oriente y el romance convive con la muer-te. Oros por doquier entrelazados junto a las espadas.

Nadie sabe, ni Dios, que ocurrirá mañana o de cuál palo seráel triste caballo. La mano de Dios gusta tirar los dados. Lasjóvenes viven sin la suerte. ◊

Nada acontece fuera de la dama, ni dentro, ni jamás, to-do se precipita o disuelve su rostro en el mercurio. El

azar configura historias que nadie comprende, la vida es ca-si parecida a la aventura de los naipes o de los náufragos. ◊

Ibarí Ortega, de la serie Mutaciones / Cuerpopatas / foto digital

Ibarí Ortega, de la serie Mutaciones / Creación / foto digital

Ibarí Ortega, de la serie Mutaciones / Creación / foto digital

Ibarí Ortega, de la serie Mutaciones / Noe-Michelle / foto digital

Page 3: Literal 07

GACETA DE LITERATURA Y GRÁFICA ◊ NÚMERO 7 ◊ DISTRIBUCIÓN GRATUITA

VÍCTOR TOLEDO

El poeta

Árbol consteladode ardientes estrellas heladas

doblado en estaciones

(no doblegado)por el peso de la nieve

(la blancura)en sus hojas

a veces consumido

por el fuego de aves

otras incendiado por el agua

Tus ojasson las lenguas

hojos del mar

(raíz original). ◊

LUIS MARIO VIVANCO MARÍN

Morir de tristeza

Un irse permanente, un darse sin sentido, sin ganas;un comprar una prenday sin usarla jamás dejarla para siempre olvidada;un salir sin saber a dónde ir;un regresar que dicta un reloj,un autobús cualquiera o una palabra;un dejar una lágrima que salgaporque pesa, porque estorbao sencillamente porque es humedad y uno quiereestar seco, estar solo, estar sobrio, estar sordo;lo que uno quiere es no quererdormir, dormir y descansarpara siempre y de todo. ◊

Ibarí Ortega, de la serie Mutaciones / Dos cuerpos / foto digital

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