la testadura no. 17: la inmaculada colección, tributo a josé espinoza

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La Testadura no. 17: La inmaculada colección, tributo a José Espinoza.

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Page 1: La Testadura no. 17: La inmaculada colección, tributo a José Espinoza
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Coordinación editorial: Mario Eduardo Ángeles.

Jefe editorial: Erich Tang. Fotografías: “La Inmaculada Colección”.

Corrector (a) de estilo: Lizeth Briseño y Jesús Reyes.

Consejo Editorial: Manuel Bañuelos, Miguel Esca-milla, Salvador Huerta, Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles, Jesús Reyes.

Contacto: [email protected] [email protected] México, 2012.

Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus autores. Cuida el planeta, no desperdicies papel.

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Le debes todos los sueños a mis preciosos ojos cerrados

y tú un insomnio endemoniado, y tú me debes la ocasión

de ser yo ...y escupirte en el rostro...

Tú me debes un lolly pop que me arrebataste cruelmente

cambiándolo por un vino, y tú me debes la estatura que

nunca alcancé y tú, tú me debes tu sotana.

... sin mí no son nada.

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La Testadura I

PRÓLOGO La Inmaculada Colección es una

aventura estética complicada y deli-cada, cuya producción resultó suma-mente laboriosa. Con cerca de 28 locaciones, 35 artistas invitados, 5 fotógrafos, y un escritor que diera el alma literaria a este proyecto en 2011, José Espinosa fungió como el poeta narrador que guía a Dante por el Infierno el paraíso y el purga-torio. Sería él quien inspirado en la Divina Comedia reinterpretara una serie de fotografías y les diera un sen-tido literario.

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La Testadura I

PRÓLOGO La Inmaculada Colección es una

aventura estética complicada y deli-cada, cuya producción resultó suma-mente laboriosa. Con cerca de 28 locaciones, 35 artistas invitados, 5 fotógrafos, y un escritor que diera el alma literaria a este proyecto en 2011, José Espinosa fungió como el poeta narrador que guía a Dante por el Infierno el paraíso y el purga-torio. Sería él quien inspirado en la Divina Comedia reinterpretara una serie de fotografías y les diera un sen-tido literario.

José Espinosa o Pepe como lo conocían sus amigos manifestó

devoción por este proyecto, siendo La inmaculada su último trabajo

como escritor.

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La Testadura 1

CANTO PRIMERO. -El cristo de la Inmaculada sigue

intocable, a pesar de la falsificación que han hecho de su carne en la edi-ción; los amantes siguen intocables y asisten a los homenajes en los aniver-sarios. Pisa con sandalias cuarteadas las calles de la ciudad, ronda por las noches los bares donde venden un tequila barato a granel, los hoteles de paso, los cuerpos de con los que folla....¿la muerte pide aventón en jeans y chaqueta de cuero recargado en un poste? ¿cuanto cobra por un servicio completo?

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La Testadura 1

CANTO PRIMERO. -El cristo de la Inmaculada sigue

intocable, a pesar de la falsificación que han hecho de su carne en la edi-ción; los amantes siguen intocables y asisten a los homenajes en los aniver-sarios. Pisa con sandalias cuarteadas las calles de la ciudad, ronda por las noches los bares donde venden un tequila barato a granel, los hoteles de paso, los cuerpos de con los que folla....¿la muerte pide aventón en jeans y chaqueta de cuero recargado en un poste? ¿cuanto cobra por un servicio completo?

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La Testadura 3

¿Qué importancia tiene haber vivido por tantos años tan cerca del espíritu aquél, de su rasgo más puro, de su ilusión genética? Los desterra-dos buscan algo que los aterre de por vida -o al menos que algo les entie-rren entre las carnes porque no ha-brá quien los sepulte, porque no tie-nen nada, ni siquiera el recuerdo de la nada, ni la promesa de la nada que fue, y es, para otros algo que pueden definir como propio.

La Testadura 4

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La Testadura 3

¿Qué importancia tiene haber vivido por tantos años tan cerca del espíritu aquél, de su rasgo más puro, de su ilusión genética? Los desterra-dos buscan algo que los aterre de por vida -o al menos que algo les entie-rren entre las carnes porque no ha-brá quien los sepulte, porque no tie-nen nada, ni siquiera el recuerdo de la nada, ni la promesa de la nada que fue, y es, para otros algo que pueden definir como propio.

La Testadura 4

CANTO SEGUNDO

Mi amigo era el hijo supuesto o real, traía los poemas en el bolsillo de su chaqueta de cuero. Siempre fue un muchacho poco común al que no pude amar porque tal vez lo amé. La madre (su madre) fue su amante (mental?) y es a lo que más le te-men.

Su rostro sin vergüenza y sin nada, vacío, ruinas -avecindamiento pen-denciero, orgullo, amor gastado por el uso y el abuso, besos que lo pu-drían todo aún cuando ya estaba podrido, dones que rompen lo roto... Un simple clic del disparador, y los granos de plata germinan (su inmor-

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La Testadura 5

talidad). Anuncian que la foto tam-bién ha sido atacada por la luz, que la foto también morirá por la hume-dad, la duración, el contacto, la de-voción, la obsesión fatal de repetir tantas veces que seríamos como él. Que importancia tiene si alguna vez se conocieron en un plano más real. Podrás fotografiar rostros, conocer sus letras pero nunca tendrás la cer-teza, no sabes si algo pueda volver a ser real.

... En fin, por el miedo a la resu-rrección porque a la resurrección to-ca también la muerte. Lo que se ve en la imagen es tan seguro como lo que se toca (aprieta el clic del dispa-rador, garabatea una frase bonita. Lo que se ve no es flashazo, sino el mi-

La Testadura 6

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talidad). Anuncian que la foto tam-bién ha sido atacada por la luz, que la foto también morirá por la hume-dad, la duración, el contacto, la de-voción, la obsesión fatal de repetir tantas veces que seríamos como él. Que importancia tiene si alguna vez se conocieron en un plano más real. Podrás fotografiar rostros, conocer sus letras pero nunca tendrás la cer-teza, no sabes si algo pueda volver a ser real.

... En fin, por el miedo a la resu-rrección porque a la resurrección to-ca también la muerte. Lo que se ve en la imagen es tan seguro como lo que se toca (aprieta el clic del dispa-rador, garabatea una frase bonita. Lo que se ve no es flashazo, sino el mi-

La Testadura 6

núsculo relámpago de una foto que Inmacu la a lo s personaje s) -Algo en la cuenca del ojo, cierta irri-tación; algo en el silencio y en la vo-luntad nos vuelve parecidos. ¿Por haber sido hechos para ser como él; en la muerte real de un pasado ima-ginario?

-En la muerte imaginaria de un pasado real donde no existe ésta fá-bula ni la importancia o la impoten-cia de esta fábula, sin el derecho a develarla.

-Un simple clic del disparador y la historia regresa como una protesta de amor -mi séptima costilla, mi ver-so definido.... y mis ojos caramelo- ¡tanta sal que ha rodado por mis mejillas! La utopía de una bóveda in-

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La Testadura 7

mensa sujeta a mi cabeza ha caído. -Sólo me resta saber que se fue,

que se es un amante imaginario de un hombre imaginario (laberíntico) con el deseo insuficiente del ojo que captó su muerte literal, fotografian-do personas para inmacularlas (ahuyentarlas) después; al encontrar-se allí, en lo real en el pasado imagi-nar io, en lo que ha s ido. -Ha sido atrapada por la luz (la his-toria, la verdad) los que fueron o quisieron ser como él, los mil hombres que lo han follado (crucificado) la amistad del que no será jamás su hijo, la mujer que lo amó desde su casa abierta como abre las piernas (el corazón), anónima.... todos deba-jo de la sombra del clic del disparador

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mensa sujeta a mi cabeza ha caído. -Sólo me resta saber que se fue,

que se es un amante imaginario de un hombre imaginario (laberíntico) con el deseo insuficiente del ojo que captó su muerte literal, fotografian-do personas para inmacularlas (ahuyentarlas) después; al encontrar-se allí, en lo real en el pasado imagi-nar io, en lo que ha s ido. -Ha sido atrapada por la luz (la his-toria, la verdad) los que fueron o quisieron ser como él, los mil hombres que lo han follado (crucificado) la amistad del que no será jamás su hijo, la mujer que lo amó desde su casa abierta como abre las piernas (el corazón), anónima.... todos deba-jo de la sombra del clic del disparador

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La Testadura 9

abierto muchas veces en los ojos insis-tentes del muchacho cuya almendra oscurecida ya de tanto volverse ceni-zas aprendió a mirar.... y a callar.... como elegido...

(y TÚ me exiges todavía alguna fe)

Tus hijos los apóstoles (los inmacu-lados) lo van a divulgar!!!!

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abierto muchas veces en los ojos insis-tentes del muchacho cuya almendra oscurecida ya de tanto volverse ceni-zas aprendió a mirar.... y a callar.... como elegido...

(y TÚ me exiges todavía alguna fe)

Tus hijos los apóstoles (los inmacu-lados) lo van a divulgar!!!!

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La Testadura 13

CANTO TERCERO -Cariño, se está rompiendo algo

entre nosotros, la noche es implaca-ble con los insomnes y borra los sue-ños al amanecer. Tú y yo andamos en la noche pero ve que el sueño nuestro se deshace. Mira que amane-ce. Mira que la luna ya no trae su fulgor sobre nosotros. Y una estrella soñándote se apaga.

Nuestro sueño puede equilibrarse con una mano tuya y otra mía y el mundo tornaría a su marcha, pero estás sordo y como ciego. De todos modos ya va a amanecer. La ruta que trazamos entre clic y clic del dis-

La Testadura 14

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CANTO TERCERO -Cariño, se está rompiendo algo

entre nosotros, la noche es implaca-ble con los insomnes y borra los sue-ños al amanecer. Tú y yo andamos en la noche pero ve que el sueño nuestro se deshace. Mira que amane-ce. Mira que la luna ya no trae su fulgor sobre nosotros. Y una estrella soñándote se apaga.

Nuestro sueño puede equilibrarse con una mano tuya y otra mía y el mundo tornaría a su marcha, pero estás sordo y como ciego. De todos modos ya va a amanecer. La ruta que trazamos entre clic y clic del dis-

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parador de la cámara se disuelve en la noche. Las voces se van quedando quietas. Vuelvo tras bambalinas sin hacer ruido.

-Mi sueño se disuelve en la noche. La luz ataca implacablemente a la fotografía: También morirá por la luz. Vámonos. Antes que amanezca.

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La Testadura 17

CANTO IV -¿Recuerdas... el fondo de la tar-

de? ¿Recuerdas... la mirada de agos-to?

-La primera vez que te conocí no te reconocí.

-Sí, me reconociste. -No te conocí, pero la segunda

vez me entraron ganas de reir. -Tú querías que YO te dijera el

secreto de la vida eterna. -Y yo soy para el secreto como los

olivos, árbol cuyas ramas retorcidas señalan mil caminos.

-¿Se acerca el ungido a la casuali-dad? Si estabas tratando de decirme

La Testadura 18

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CANTO IV -¿Recuerdas... el fondo de la tar-

de? ¿Recuerdas... la mirada de agos-to?

-La primera vez que te conocí no te reconocí.

-Sí, me reconociste. -No te conocí, pero la segunda

vez me entraron ganas de reir. -Tú querías que YO te dijera el

secreto de la vida eterna. -Y yo soy para el secreto como los

olivos, árbol cuyas ramas retorcidas señalan mil caminos.

-¿Se acerca el ungido a la casuali-dad? Si estabas tratando de decirme

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algo, no supe descifrarlo. Creo recor-dar esa voz que decía: "La luz, brot-her, la luz y no otra cosa". El sol ra-bioso no se calmará. Maneras de mo-rir.

-Lolita, Lolita, sigues siendo tan ingenua.

-El beso que me sostuvo era pare-cido al que una vez me hirió rezu-mando miseria. Parecido o el mismo. Tú y yo nos tocamos buscando tierra firme. Nos tocamos y tocamos silen-cio. Debí haberlo descifrado. José no se acerca a la casualidad. La vida intenta decirle cosas a ese pobre car-pintero infeliz y otro pobre infeliz es-truja lo que no sabe qué es. Y ése es mi corazón... eso murmuro... ese es mi co-razón: Be careful, it´s my heart, Lolita.

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La Testadura 21

CANTO V A la sombra de un mar se me tiño

la cara y la piel. Y fue hasta la co-rriente de un beso interminable don-de las olas abrieron el asombro cóm-plice de mi alma.

Un olor a inciensos voló mi anti-güedad y se juntaron ciénegas en mi enojo: nobleza cerrada, tentación para el tacto que tan pronto llega se me escapa entre os poros de la piel. Ahora solo queda el salitre bajo mis pies, la revancha del tiempo, lo fugaz que redobla como un gotear en la conciencia.

La Testadura 22

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CANTO V A la sombra de un mar se me tiño

la cara y la piel. Y fue hasta la co-rriente de un beso interminable don-de las olas abrieron el asombro cóm-plice de mi alma.

Un olor a inciensos voló mi anti-güedad y se juntaron ciénegas en mi enojo: nobleza cerrada, tentación para el tacto que tan pronto llega se me escapa entre os poros de la piel. Ahora solo queda el salitre bajo mis pies, la revancha del tiempo, lo fugaz que redobla como un gotear en la conciencia.

La Testadura 22

Un pincel tiñe de azul mi locura, delirio para colmar la vida. Un tercer ojo (La Verdad) no tiene máscara de miedo.

No valen las promesas del encan-to, en el encanto se prometen mila-gros; Dios dispone tan solo de la suer-te, ¡lástima de mi! Yo no puedo rom-per el espejismo.

¡Lástima de Dios! no podrá besar el centro de mi ojo.

La Inmaculada retrata imposibles como si el grano de plata que germi-na a la luz fuera a morir en el vacío de lo eterno. De frente a tí, pienso, mudo: cuando nadie presienta los milagros para enlutar el canto de los locos.

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La Testadura 25

CANTO VI -Teseo, has vuelto a los pisos hú-

medos de la casa lejana de donde, en verdad, nunca has partido. Los colibríes picoteaban tu café de las seis en el patio de mosaicos.

Era la sonrisa de tu hermana lo que iluminaba las fotos, los silencios de tu madre, la ausencia de José. Todo iba contigo por el mundo. To-das las osas simples donde aprendiste a descifrar tu nombre. Todo iba con-tigo en ese viaje. Vuelves a pisar estos pisos.

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CANTO VI -Teseo, has vuelto a los pisos hú-

medos de la casa lejana de donde, en verdad, nunca has partido. Los colibríes picoteaban tu café de las seis en el patio de mosaicos.

Era la sonrisa de tu hermana lo que iluminaba las fotos, los silencios de tu madre, la ausencia de José. Todo iba contigo por el mundo. To-das las osas simples donde aprendiste a descifrar tu nombre. Todo iba con-tigo en ese viaje. Vuelves a pisar estos pisos.

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La Testadura 27

-Todo lo que he visto en este tiempo era extraño: el gozo de ima-ginar tus pechos en el rumor de la misa, mis ojos de toro mirándote mientras tu rosario llovía con ese tra-je de profunda seda, tu culo de Ceres en retórica de mármol de Cardar, el gozo de tocar las nubes y vivir la paz del cielo.

-Todo se oculta frente a la clari-dad de éste instante. Vuelves a estar en el tono dorado de los cuadros de familia, y ya sabes lo que significa partir.

-¡Lolita, Lolita! en tus pechos pú-beres se mueren de amor tantos en-cajes. Toma el anillo de bodas que llevaron los abuelos cien metros bajo tierra (ya no lo echarán de menos).

La Testadura 28

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La Testadura 27

-Todo lo que he visto en este tiempo era extraño: el gozo de ima-ginar tus pechos en el rumor de la misa, mis ojos de toro mirándote mientras tu rosario llovía con ese tra-je de profunda seda, tu culo de Ceres en retórica de mármol de Cardar, el gozo de tocar las nubes y vivir la paz del cielo.

-Todo se oculta frente a la clari-dad de éste instante. Vuelves a estar en el tono dorado de los cuadros de familia, y ya sabes lo que significa partir.

-¡Lolita, Lolita! en tus pechos pú-beres se mueren de amor tantos en-cajes. Toma el anillo de bodas que llevaron los abuelos cien metros bajo tierra (ya no lo echarán de menos).

La Testadura 28

-Yo, el símbolo del anillo no lo quiero. Yo quiero sentir en mis manos un inmenso ramo de dedos.

-Ja!! las señoritas de abanico y volantes buscan marido ¿Las señori-tas van por los verdes? Ay!! su anillito de plomo. Ay!! sus anillitos plomados.

-¡Dios te salve!!! Rezaremos a Nuestra Señora del agua por el que te besó entre olivos de ramas retorci-das. ¿Quién te compraría a ti ese cin-tillo que ordena tus rizos? ¿Quién te compraría a ti esa tristeza de hilo blanco para bordar pañuelos?

-Entre tantas sedas y encajes las vírgenes juegan con sus risas. Hay besos que lo pudren todo aún cuan-do estaba ya podrido pero no culpo al mundo por eso: sin el placer y el

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La Testadura 31

dolor que en mis manos pusieron es-tos largos años nada hubiese sido claramente mío, nunca hubiese po-dido decir: por encima de todas la cosas. Todo se me oculta frente a la claridad de este instante. -Aún así, vuelves a estar de espaldas a la puerta. Vuelves a decirnos adiós en los pisos húmedos. Vuelves a buscar en nuevos viajes esta casa lejana de donde, en verdad, nunca has partido.

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dolor que en mis manos pusieron es-tos largos años nada hubiese sido claramente mío, nunca hubiese po-dido decir: por encima de todas la cosas. Todo se me oculta frente a la claridad de este instante. -Aún así, vuelves a estar de espaldas a la puerta. Vuelves a decirnos adiós en los pisos húmedos. Vuelves a buscar en nuevos viajes esta casa lejana de donde, en verdad, nunca has partido.

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¡¡¡Que la voz corra!!! La Testadura. Literatura de paso hecha para olvidarse en lugares

públicos y/o salas de espera

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