la testadura especial: la última palabra
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Coordinación editorial:
Mario Eduardo Ángeles.
Equipo editorial:
Mo. Eduardo Ángeles, Pedro Serrot, Jesús Reyes, Lizeth
Briseño.
Consejo Editorial: Miguel Escamilla, Salvador Huerta, Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles,
Jesús Reyes.
Agradecimientos especiales a la Facultad de Lenguas y Letras de la Universidad Autónoma de Querétaro, a Roxana Jaramillo, Diana Isabel Enríquez, Cristian Padi-
lla, Tzolquín Montiel, Enrique Ibarra y David Morales.
Contacto:
México, Diciembre 2012.
Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus auto-
res. Cuida el planeta, no desperdicies papel.
Albertonto Vargas nace un día
de muertos allá por el año de
la caída del muro de Berlín.
Comienza a escribir recién
entrado en el tercer grado de preescolar, hacién-
dose entender lo mismo con palabras, que con
imágenes o golpes. Desde entonces colabora lo
mismo en medios impresos y electrónicos, que
inundando con retórica barata los oídos y lienzos
de las calles. Ha publicado una no-vela de mane-
ra independiente. En su tiempo libre escribe
diatribas que firma con sangre y envía por correo
postal.
Listones y clarinetes bajos en si bemol.
chido lavanda!
MORIREMOS TODOS
EN UNA SEMANA
POR ALBERTONTO VARGAS
MORIREMOS TODOS EN UNA
SEMANA
Personajes:
-oso hormiguero
-capitán
-nínfula
-marinebrio
-el plan
-el bucanero, creo que es un ron, pero
igual, sabe culero
-polecía
1 Una balsa llamada México, en
cualquier río de cualquier planeta
-6 días para salvar a México- se es-
cucha el grito desde la proa.
-Pues acá sólo hay muchas hormigas
- replica el oso hormiguero, que se rasu-
ra la barba y bigote para hacer más efi-
ciente el mecanismo de su no-
mandíbula. Esto sucede desde la popa
de la embarcación.
La Testadura 1
1.2 Tres de la tarde
El oso permanece dormido.
Los seis días para salvar a México se
hicieron 100 años de soledad.
García Márquez y su editor en jefe
demandan a Morfeo.
La matrix es eso que no pienso. Y
ash.
Me caga ponerme cursi.
Jajaja.
Seguramente venía una escena amo-
rosa.
La Testadura 2
2 Escena 3
La escena transcurre en el borde
derecho de la balsa que se ha converti-
do en barco. Una nínfula camina con la
parsimoniosidad de un monje tibetano
por uno de los pasillos. Las únicas pala-
bras que emite son exhalaciones cance-
rígenas delicados, directo de sus pulmo-
nes a la ya de por sí contaminada at-
mósfera de palebrias.
La Testadura 3
De proa a popa, incluso desdel cara-
jo, todos la ven, todos y cada uno de los
estúpidos tripulantes. Irremediable y
furtivamente. Lapsus breves o miradas-
ataúd, de esas que sepultan. Todxs ca-
llan. El plan para salvar a México en cien
años de ebriedad se ha reprogramado y
resumido a plan para salvar a México en
seiscientos sesenta y seis punto 666
días.
La embarcación se hunde.
Primero la proa.
Se ahogan el presidente legítimo de
México y sus hijos bastardos no recono-
cidos.
La Testadura 4
Se ahoga la bandera (que no lo mis-
mo que lavanda).
Los más precipitados se arrojan.
Sólo algunxs permanecen a testiguar
el final.
2.2
El policía aborda la nave y en un
brusco viraje bofetea al oso hormiguero:
-Manos a la panza!-grita
-Calmado brother, no hay drogas!
Pura hormiga!- mientras levanta los
brazos y garras al frente.
Un pájaro derrama directo de luna
La Testadura 5
botella 100 mililitros de vino hacia un
embudo que desemboca en un gotero.
El vino no es vino, es la sangre del pája-
ro. El pájaro es un pene, y la luna una
vagina.
La Testadura 6
3 Acto final
La meditación y la contemplación en
la manifestación carnal de la nínfula
devastarían a cualquier buda.
El oso hormiguero repite:- Seguros
que no quieren hormigas. Aquí hay mu-
chas.
El 50% del barco ha colapsado a los
labios húmedos e hímeneos de la mar.
Al final, el capitán, que nunca había
La Testadura 9
sido capitán ni quería ser capitán, da la
orden:
-Todxs dense un tiro.
Uno a uno, los splash de los cuerpos
muertos impactando la mar.
Al final, el capitán se dispara.
Aparece en escena un marinebrio.
-Ja, bobos! Esto es un submarino.
El oso hormiguero vomita y se va
volando.
El submarino emprende su ruta a
Rusia.
Y derrota a los soviéticos.
La obra está ambientada en el siglo XIV.
La Testadura 10
Víctor López Jaramillo
victorlopezjaramillo.com
Nací a mediados de la dé-
cada de los setentas en San
Juan del Río, Querétaro... de vuelta en
Querétaro, tras un bache periodístico tele-
visivo, en 2005 regresé a las aulas univer-
sitarias, ahora para estudiar un posgrado
en Partidos Políticos.
Hoy, dirijo un periódico universitario en un
estado donde cada vez es más difícil hacer
periodismo; por lo menos en mi espacio lo
intentamos cada semana con aciertos y
fallas.
LOS FINES DEL MUNDO Y YO
VÍCTOR LÓPEZ JARAMILLO
Los fines del mundo y yo
Dicen que este 21 de mayo del
2011 es el fin del mundo. Yo no lo sé de
cierto ni lo supongo pero ya se ha
desatado una mezcla de histeria colecti-
va y cotilleo mundial que ha hecho que
este sábado no sea como cualquier otro
sábado.
Así, tenemos profetas de la red que
anuncian que el final de los tiempos se
La Testadura 14
avecina y que ora sí el payaso apocalíp-
tico nos va a cargar a todos.
El de ahora es un loco religioso (me
lo imagino estilo Flanders de Los Sim-
pson) llamado Harold Camping, quien
basándose en una peculiar forma de
interpretar la Biblia, llegó a la conclu-
sión de que este sábado se cumplen 7
mil años del inicio del diluvio que hizo
famoso a Noé y a su arca-zoológico y,
por tanto, al ser el séptimo día (para
Dios, según el religioso, un día es igual a
mil años) se repetirá el evento.
Sin embargo, para este menda, eso
La Testadura 15
del fin del mundo es algo tan choteado
que le ha dado por escribir su lista de
veces que ha presenciado el fin del
mundo y ha sobrevivido.
Verán, mi primer fin de mundo fue
allá por 1986, cuando el cometa Halley
pasó cerca de este planeta azul.
Si mi memoria no me es infiel, debo
contarle que ese año se dijeron toda
clase de predicciones. Que si la última
vez que había pasado el cometa había
coincidido con la guerra mundial, con
la revolución mexicana y con no sé qué
otras cosas. El chiste era que nos prepa-
ráramos, que ya era una señal del fin del
La Testadura 17
mundo.
¿Y qué pasó? Pues nada. Lo más
cercano al fin del mundo fue que la se-
lección mexicana de fútbol fue elimina-
da en el Mundial donde éramos locales.
Lástima, porque ese equipo tricolor te-
nía mucho corazón y en la cancha lo
demostraba (léase al ritmo de esa pega-
josa canción)
Seis años después, otra vez vino la
histeria. Ahora fue por el eclipse total de
sol que se vio en esta parte del hemisfe-
rio. Quien sabe de donde empezaron a
salir mafufas predicciones de que era
otra señal del fin de los tiempos. Y por
La Testadura 18
televisión a cada rato aconsejaban no
mirar directamente el eclipse porque
quedaríamos ciegos, que mejor lo viéra-
mos por Televisa, y así nos atosigaban
de comerciales.
¿Y qué pasó? Al final ni fin del mun-
do ni ceguera masiva como en novela de
Saramago. Acaso yo quedé un poco
miope, pero eso es genético, no por el
eclipse.
Después de eso, los noventas trans-
currieron en santa paz. Murió Kurt Co-
bain y llegó el brit-pop. Y en el 99 llegó
otra vez la histeria del fin del mundo.
Que en el año 2 mil ora sí se iba a acabar
La Testadura 19
el mundo. A rezar, a portarse bien. El fin
de los tiempos.
Y por si dudaban de la religión, tam-
bién las computadoras pronosticaban el
fin: al cambiar de milenio, las compu-
tadoras fallarían en masa produciendo
catástrofes. Era el famoso 2YK.
¿Y qué pasó? Abrimos el champaña,
brindamos por el año dos mil y lo más
cercano al fin del mundo fue la cruda del
primero de enero.
A eso sumémosle la histeria de la
gripe H1N1 y que mi generación ha so-
brevivido a cuatro de los peores presi-
dentes de México (Salinas, Zedillo, Fox y
La Testadura 20
Calderón) al peor gringo (Bush hijo),
pues eso de un nuevo fin de mundo no
asusta, más bien, es uno más para la
colección.
¿Fin del mundo? Sí, uno más por
favor.
La Testadura 21
AROMA
H DE GILEAD
Aroma
Daniela Coronado al concluir su edu-
cación media superior no tenía idea de
qué estudiar como formación profesio-
nal, tampoco tenía idea de cuáles eran
sus preferencias en términos laborales y
lo que quizá era peor para esa tarde: no
tenía idea de qué iba a cenar ante la
ausencia de sus padres en casa.
Quizá éste sea el punto de partida
La Testadura 24
más adecuado para la historia donde
una joven de apenas 19 años se convier-
te en la científica más renombrada de
toda una nación en crecimiento como lo
es México, quizá deba de ser así, que
alguien proveniente de un espacio tan
alejado como un pequeño pueblo del
norte del país se convierta en el referen-
te principal para hablar de los genios
contemporáneos, quizá deba de ser así
porque no puede ser de otra manera,
porque de hecho sí fuese diferente de
seguro tendría implicaciones en el ima-
ginario de la sociedad al diluir el mito de
que se puede provenir del rincón más
La Testadura 25
olvidado del mundo y sin embargo se
logra ser alguien con éxito, de modo que
no todo implica nacer en una familia
donde las cosas ya han sido dadas y el
mundo sabe perfectamente cuál será tu
destino aún antes de que seas capaz de
entrar al baño solo.
Daniela no quiso estudiar microge-
nética. Simplemente se le presentó la
ocasión pues ya todas las demás opcio-
nes estaban saturadas de aspirantes.
Sus compañeras seleccionaron cosas
divertidas como diseño de modas, ar-
quitectura o psicología, mientras ella no
podía ni pronunciar bien el nombre
La Testadura 26
cuando la secretaria le preguntó para
qué licenciatura aplicaría examen. Pero
eso no fue impedimento para ingresar,
pues hay ocasiones en las que se actúa
por intuición.
A los científicos les pasa lo mismo,
basta recordar los momentos de sole-
dad y risas sueltas que tuvo Albert Eins-
tein y que casi le cuestan salir de la pri-
maria, aunque seguramente eso no hu-
biera alterado el orden donde ese genio
desarrollaría el material bélico más im-
presionante hasta el momento allí como
en otra parte. Y Daniela siempre se ins-
cribió en ese grupo, con todo y que su
La Testadura 27
madre sea estilista y su padre dueño de
un gimnasio, con todo y que a ella le
guste cenar atún con mermelada y que
sólo tome leche con chocolate porque el
resto de bebidas siempre le generan un
alta desconfianza debido a la textura.
De hecho esta es también la lógica
de los dones, pues un don es para ejer-
cerse o simplemente no existe. Y de eso
Daniela se iba a dar cuenta hasta su
segundo año en el instituto, justo cuan-
do las cosas se le complicaron no por-
que hubiera bajado su rendimiento que
simplemente no pudiera ir mejor, sino
debido a la exigencia de un profesor que
La Testadura 29
les dijo:
- Deben de entregar un proyecto
donde propongan una ruptura de para-
digma, una novedad que no exista, sea
un producto, sea una fórmula, sea una
teoría, etc. Quiero algo nuevo sobre mi
escritorio, algo que cuando lo vea me
sorprenda y que merezca la pena ser
avalado por una institución como ésta.
Los veinticuatro integrantes de la
clase daban por reprobado el curso
pues simplemente alguien como el Dr.
Montes no se puede sorprender, y no
tanto porque sea un escéptico, sino más
bien porque ha conocido desde trabajos
La Testadura 30
en la NASA hasta la ONU y miles de sitos
más, aparte de ser consultor de farma-
céuticas o director de una docena de
revistas científicas. Pero en especial
porque en la historia del instituto todo
mundo aprobaba el curso por provocarle
lástima a tan grande eminencia de lo
científico que siempre llenaba salas
donde quiera que pusiera un pie, sujeto
del cual poblaciones enteras leían sus
artículos aún se tratara de un simple
comentario sobre la caries o el color de
la tarde.
Pero a Daniela la cabeza abajo le
duró sólo quince minutos. Aunque lejos
La Testadura 31
de tenerse confianza más bien se sentía
con la obligación moral de hacerlo pues
seguramente su madre presumía de ella
ante sus amigas que le visitaban en la
estética mostrándole calificaciones con
sembradíos de la honorable doble cifra.
Empezó con lo básico: hacer variar
un producto, ponerle características que
no estaban localizadas en el territorio de
esta u otra cosa, de ese modo inventó
un tarro que se calentaba con el calor
corpóreo, pero cuyo proceso era muy
lento y que de hecho no preparaba bien
las bebidas como café o té, además de
que el azúcar siempre se pegaba al fon-
La Testadura 32
do del tarro. Su segunda propuesta fue
un poco más atractiva e implicaba un
pequeño dispositivo que colocado deba-
jo de la piel permitía usarle como rem-
plazo de la tarjeta para ingresar a las
líneas del metro. Es este caso el proble-
ma fue que implicaba tener que modifi-
car los espacios donde se recargara el
crédito para las tarjetas pues normal-
mente sólo se puede hacer ingresando
el plástico dentro de los cubiles donde
las trabajadoras pasan horas sentadas
preguntando ¿cuánto desea ingresar?,
así que imaginando un poco la negativi-
dad conocida del Dr. Montes mejor optó
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por no terminar su invento pues de to-
dos modos no tenía con quien probarlo,
ni el tiempo suficiente para constatar
que el cuerpo no expulsaría el dispositi-
vo.
A eso de las tres de la madrugada y
ante la desesperación de entregar un
proyecto en las siguientes horas Daniela
no durmió, sólo tuvo tiempo de salir a
fumar un poco a su jardín, el sitio que
siempre le inspiraba y que en esta oca-
sión no le falló en lo más mínimo pues
encontró lo que estaba buscando: dos
especies distintas y una línea de conti-
nuidad entre ellas que daría un resulta-
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do cuyas dimensiones no tuvo en cuen-
ta.
Antes de concluir el segundo
cigarrillo y de que la fibra con la cual
elaboran las sillas para jardín empezara
a causarle irritación, tocó su planta Ces-
trum hirtellum, mejor conocida como
“huele de noche”, ésta desprendió su
típico aroma agradable y el jardín se
pobló de la fragancia. El resto de la idea
vino cuando el gato del vecino pasó en-
tre las otras plantas que componen la
fauna del jardín y Daniela tuvo su pro-
yecto listo para empezar: gatos con aro-
ma.
La Testadura 35
Dos horas después tenía sobre su mesa
de trabajo las enzimas de la planta y al
gato atado en un costal. Terminar la
mezcla le tomó más de cuatro horas
pues tuvo que probar infinidad de mane-
ras en las cuales introducir el aroma de
la enzima en una variante de las formas
de secretar del felino. Lamentablemente
el tiempo no le dio para haber probado
las consecuencias de su experimento
pues la premura de la entrega implicaba
inventarse algunos resultados y datos
que ella tenía seguro se comprobarían
más tarde y con mucha más calma. Algo
que olvidó dado el éxito obtenido en la
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presentación.
En clase dijo lo siguiente:
- Mi proyecto consiste en una solu-
ción a los malos aromas que causan los
animales en las zonas departamentales
sobre todo cuando se mojan o excretan
e incluso su aroma bucal, para ello lo
que realicé es una derivación de la enzi-
ma que producen la planta Cestrum
hirtellum que al insertarse en el sistema
de expulsión de los felinos provoca que
cada vez que se presente un crecimiento
por mínimo que sea en el pelaje del ani-
mal se libera un aroma que puede ser
definido entre una gama de posibilida-
La Testadura 38
des que van desde la lavanda hasta la
vainilla, chocolate o combinados, e in-
cluso a posterior puede darse la posibili-
dad de que el solicitante del producto
configure a su deseo el aroma, con lo
que le pueda agradar: pimienta, café,
aroma a libro viejo, a Mac nueva…
Uno de sus compañeros interrumpió
preguntado:
- Pero esos no son aromas de la
“Huele de noche”, ¿cómo se consegui-
rán tales aromas?
Daniela se puso nerviosa pero no
entró en pánico pues sabía la respuesta:
La Testadura 39
- Porque la enzima es sólo el vehícu-
lo, sobre él se puede poner desde una
fragancia como perfume hasta un olor
más desagradable, todo depende de lo
que gustes o quieras cambiar. Pues de
hecho al no ser de transmisión genética
puede modificarse a placer usando sólo
la sustancia que se incruste en la enzi-
ma y que con ello remplace a la ya esta-
blecida o se combine con ella, todo de-
pende.
El Dr. contestó con una sonrisa y un
fuerte aplauso de aprobación, le dejó a
Daniela un diez sobre su boleta de califi-
caciones y marcó el número de dos de
La Testadura 40
sus colegas que en menos de media
hora estaban en el salón de clase com-
probando el trabajo de la chica. De allí a
la firma de patentes y la fama sólo bas-
taron unos días, pues en todas partes se
quería un producto que permitiera aro-
matizar a los gatos y perros, quienes han
sido las mascotas domesticas más fre-
cuentes en todo el mundo.
El producto se vendía como pan ca-
liente. En todos los centros de cuidados
de perros, en las veterinarias y hasta en
farmacias se comercializaba la pequeña
inyección que bastaba para toda la vida
La Testadura 41
o hasta que uno quisiera cambiar el
aroma, pues esta fragancia era imitada
por el propio organismo del animal du-
plicando por medio de una metástasis
controlada los componentes aromáti-
cos, usando la lógica de que toda fór-
mula de composición química está es-
tructurada a base de H2O que termina
por funcionar como código binario y por
ello se puede codificar.
En pocos meses los animales del
mundo ya no olían feo y hubo muestras
de que incluso en lugares como Chad,
Islas Gabón o Antigua y Barbuda, las
mascotas presentaban delicados aro-
La Testadura 42
mas pero tan grandes como la imagina-
ción de los diseñadores se los permitía.
Aunque uno de los datos más curiosos
fue encontrarse con que la quinta fra-
gancia más vendida era “Aroma natural
a perro” para los gatos.
Así la gente paseaba a sus mascotas
presumiendo las costosas fórmulas que
elaboraban Chanel, Polo, DG, Kenzo,
Dior, etc. Se combinaban con ellas, las
cambiaban dependiendo de la tempora-
da y surgieron tiendas especializadas.
En todas partes la imagen de Daniela se
convirtió en un referente no tanto de
ámbitos higiénicos, como inicialmente
La Testadura 43
lo pensaba, sino que ella estaba posi-
cionada como el punto de partida para
hablar de la moda, de una especie de
gadget orgánico sólo opacado por las
operaciones corporales basadas en los
aumentos de los signos de la feminidad
y masculinidad. Las pasarelas se expan-
dieron como una plaga de comercios
extranjeros de comida rápida, en poco
tiempo desde las clases altas hasta los
más pobres podía costearse una fragan-
cia para sus mascotas, ya que los costos
fueron bajando conforme la producción
y la diversidad aumentaron, así como
los laboratorios que haciéndose de la
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fórmula le apostaban por un negocio
que estaba dando suficiente éxito como
para no dudar en invertir unos millones.
Como ocurre en muchas ocasiones lo
que inicialmente se vio con comicidad
se convirtió a la larga en un problema.
Algunos dicen que el detonante fue la
radiación solar, otros que se trató de la
enzima que entró en el cerebro de los
animales y algunos más podían asegu-
rar a los cuatro vientos que en realidad
lo que ocurrió fue simplemente una for-
ma de mutación dada en el cambio de
estrato de los animales que estaban
La Testadura 45
accediendo a un nivel superior dado que
sólo de ellos sería el mundo. Como Da-
niela desapareció de todo escenario
público saber qué es lo que en verdad
ocurrió con los animales es algo imposi-
ble, ya que el tiempo para establecer
estudios fue de lo más mínimo porque
en cosa de semanas la humanidad ha-
bía olvidado sus diferencias raciales,
religiosas y territoriales para combatir al
enemigo en común que sin tener dema-
siada fuerza física sí estaba empezando
a preocupar por sus capacidades de
razonar. Ante tal emergencia y como le
pasa siempre al ser humano se olvidó
La Testadura 47
de que debía de ir a la fuente del proble-
ma para tratar de dar con una solución,
en lugar de eso le parecía más fácil eli-
minar a todas las mascotas que porta-
ban la enzima, las cuales constituían un
99 % de la población.
Día a día las muestras de inteligen-
cia no podían ser negadas, los perros
estaban leyendo y entendían, algunos
según se dijo, empezaban ha comuni-
carse por medio de señalar marcas pu-
blicitarias y otros tantos eran capaces
hasta de escribir en teclados cosas co-
mo: “los mejores precios están en Wall
Mark”, “Mañana los esperamos en la
La Testadura 48
parrilla leonesa” y “Lucia, llévate mis
pantalones”. Lo mismo estaba pasando
con los gatos aunque ellos se notaban
un poco más discretos, como si trama-
ran algo. Se veía perros y gatos tratando
de colocarse ropa de niños, como te-
niendo una preocupación por su desnu-
dez. Era obvio para todos que el cambio
implicaba tener que negociar el espacio
de convivencia o en todo caso asignar
sitios de habitad, la cual fue la ocurren-
cia inicial para el presidente de los Esta-
dos Unidos quien dialogando con una
comisión de mascotas les prometió una
reserva ecológica en el norte de África
La Testadura 49
donde pudieran vivir y organizarse a
placer, pero el líder de los perros res-
pondió que justo estaban artos de las
miserias que siempre les lanzaban bajo
la mesa y de una mordida al cuello aca-
bó con la vida de quien nunca dejó de
pavonearse como el presidente de la
paz.
Los estados de alarma se incremen-
taron y más de alguno empezó a matar a
sus mascotas cuando estas podían arti-
cular palabras sencillas como “amo”,
“niños”, “salir”. Sin duda el miedo a
perder el control es algo innato en los
seres humanos quienes están hechos
La Testadura 50
para controlar pero nunca para ver que
se les impone algún acto, que se les
mande o se les esclavice ya que el pro-
blema no era tanto la obvia comunica-
ción, sino cierta atmosfera de tensión
entre mamíferos. Quizá como fenómeno
complementario los delfines y elefantes
se empezaron a suicidar golpeándose
contra rocas o en el mejor de los casos
con sólo dejar de comer.
Hace unas horas yo vi cómo un grupo
de gatos se reunieron en la esquina de
la habitación abandonada del quinto
piso que no t iene puerta en el edificio
La Testadura 51
departamental donde habito desde que
era niño. Suavemente una voz salió de
aquel grupo:
- ¡Hágase la luz!
Sólo me da por seguir mi camino
hasta el sofá, enciendo la televisión y de
lo único que se habla es de guerra, aun-
que me cuesta escuchar los comenta-
rios gracias a esos desesperados ladri-
dos y rasguños que proceden del pasillo
mientras devoro semillas de girasol y
disfruto de una soda.
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