la testadura especial pacmyc 2012

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El Cíclope por Estefanía Contreras Tendidos en el tendedero... por Óscar Édgar López Crisantemos por Zaira Gómez

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La Testadura Especial PACMYC 2012: Estefanía Contreras, Óscar Edgar López y Zaira Gómez.

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Page 1: La Testadura Especial PACMYC 2012

El Cíclope por Estefanía Contreras

Tendidos en el tendedero... por Óscar Édgar López

Crisantemos por Zaira Gómez

Page 2: La Testadura Especial PACMYC 2012

Coordinación editorial:

Mario Eduardo Ángeles.

Imagen de Portada: Pedro M. Serrot.

Consejo Editorial: Miguel Escamilla, Salvador Huerta, Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles,

Jesús Reyes.

Agradecimientos especiales a Roxana Jaramillo, Diana Isabel Enríquez, Cristian Padilla, Tzolquín Montiel,

Enrique Ibarra y David Morales.

Contacto:

latestadural i terar ia@gmai l .com

latestadurl i terar ia@hotmai l .com

México, Enero 2013.

Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus auto-

res. Cuida el planeta, no desperdicies papel.

Page 3: La Testadura Especial PACMYC 2012

Viridiana Serna Reyes

(Ciudad de México 1988).

Escultora, pin-

tora, fotógrafa, caricaturista e

ilustradora.

Realizó, en

compañía del arquitecto Juan Velasco, las es-culturas del parque bicentenario

en el periodo 2008 -2009 y cuenta con varias exposiciones

dentro del estado de Querétaro.

Page 4: La Testadura Especial PACMYC 2012

CONTENIDO

El Cíclope Estefanía Contreras Cerón

Tendidos en el tendedero de

una tarde nunca atardecida Óscar Édgar López

Crisantemos Zaira Gómez

Page 5: La Testadura Especial PACMYC 2012

Estefanía Contreras

Cerón, (1988).

Estudió

Odontología en la U.A.Q.

Ha participado en tertulias litera-rias y publicado con La Charola, hecha con sacrificios humanos .

estef .contre ras@hotm ail .com

Page 6: La Testadura Especial PACMYC 2012

El Cíclope

Estefanía Contreras Cerón

Page 7: La Testadura Especial PACMYC 2012

Ilustración: Viridiana Serna Reyes

Page 8: La Testadura Especial PACMYC 2012

El Cíclope

Muchas vidas hay a nuestro alrede-

dor, indiferentes, lejanas la mayoría,

pero aún coinciden con nuestra breve-

dad.

Casualidad, una palabra muy acerta-

da para describir nuestras relaciones

personales, por lo general, gracias a

una, dos o más casualidades conocimos

a la gente que ahora figura adherida, co-

La Testadura 1

Page 9: La Testadura Especial PACMYC 2012

mo una estampa invisible, en lo que

llamamos corazón.

A veces pienso que las personas nos

resultan especiales no porque ellos indi-

vidualmente lo sean. Sino son especia-

les en la medida en que nosotros permi-

timos que se involucren en nuestra vida.

Podría confundirse con un ciclo: “los

dejamos entrar en nuestra vida porque

son especiales”.

Creo que su “especialidad” es pro-

porcional a cuanto tiempo les dedica-

mos del nuestro. Luego tan impercepti-

ble y natural como el agua de rio que

gota a gota ensancha su caudal, van en-

La Testadura 2

Page 10: La Testadura Especial PACMYC 2012

sanchando su permanencia en nuestra

memoria. Cabe resaltar que en ningún

momento estas son cualidades de la

persona, no lo son. Y de aquí podemos

partir hacia muchas ramas resultantes

de la casualidad a largo plazo, como el

amor, los amantes, y todo lo que tenga

que ver con relaciones humanas.

Pero ¿qué pasaría si pudiéramos

intimar con todos los seres humanos y

no solo con quienes alcanza nuestro

radio social? ¿Realmente así podríamos

tomar una decisión objetiva y real de

con quien compartir nuestra efímera

existencia? Nunca lo sabremos.

La Testadura 3

Page 11: La Testadura Especial PACMYC 2012

Ese ensayo utópico nos llevaría la

vida entera y para entonces no habría

tiempo de tomar una decisión, de la-

mentarse quizá, por malgastar la vida

tratando de tomar una decisión que,

como todas, termina en dos vertientes:

lo correcto y lo equivocado. Las relacio-

nes humanas no caben en estas defini-

ciones.

Pero cuando alguna vez has estado

tan cerca de un rostro, que tus pestañas

acarician las pestañas de quien está

apoyando su frente contra la tuya, que

tu vista se acorta y sólo percibe los ojos

de tu pareja, que se aproximan tanto en-

La Testadura 4

Page 12: La Testadura Especial PACMYC 2012

tre sí que se desvanecen, hasta confun-

dirse en uno solo y te encuentras miran-

do a un ojo que te observa, te enfrentas

a un cíclope. Ese ojo no es perfecto,

puedes distinguir que son dos muy cer-

ca, si tu mirada o su mirada se desfasa,

rompe la ilusión. ¿Será esta una señal

de que esa persona no embona con tu

destino?

Los ojos siempre han representado

algo muy enigmático en nuestra espe-

cie. “Son la ventana al alma” reza el

dicho más popular. Para mí más que

ventana hacia al alma, son una ventana

al mundo, nuestra conexión más prác-

La Testadura 5

Page 13: La Testadura Especial PACMYC 2012

tica y eficiente con el exterior, una gran

ayuda para traducirnos este mundo,

pues basta con ver un mango para evo-

car también su olor y consistencia. Son

el lugar donde ocurre la mediación, la

batalla implacable de lo interno con lo

externo.

Es ahí donde apreciamos en nuestro

igual quién ha ganado, en esos constan-

tes intentos de fusión estampados en

nuestra retina que nos reprocha con

gotas; o un pasmo, indicio de la satura-

ción de tanto y tanto de lo exterior.

Son nuestros ojos quienes nos hacen

un boceto del futuro, son el imán que

La Testadura 6

Page 14: La Testadura Especial PACMYC 2012

Foto: Abraham Cuevas

Page 15: La Testadura Especial PACMYC 2012

dirige nuestros pasos o el ancla que

detiene nuestro barco, son el lugar de

confusión.

¿Por qué tenemos dos si no pode-

mos dirigirlos en direcciones diferentes?

Y si fuera así, no sabríamos hacia donde

caminar.

Tal vez es para ayudarnos a encon-

trar a nuestro cíclope, tal vez debería-

mos andar como los perros, que su pri-

mer contacto es oler su cola, tal vez así

deberíamos saludarnos, tan cerca para

ver nuestro cíclope, hasta encontrar esa

perfecta unión que puede ahorrarnos

mucho tiempo y desgaste.

La Testadura 8

Page 16: La Testadura Especial PACMYC 2012

Pero ¿para qué querríamos encon-

trar a nuestro cíclope perfecto? A lo me-

jor seríamos más felices y a la primera,

pero caeríamos tantas veces a la tristeza

a razón de esos cíclopes hermosos que

no encajarían con esta referencia. Nos

restaría tantas páginas de locura, nos

quitaría el sazón de lo equivocado, no

habría resabios de otras bocas, ni con-

tracciones en el pecho, no habría poema

XX, ni batallas en el desierto, ni un prin-

cipito enamorado de una rosa.

Basta con que dejemos invadir un

poco nuestra burbuja para realmente

interactuar con nuestra especie, para

La Testadura 9

Page 17: La Testadura Especial PACMYC 2012

dejar de buscar a uno y sentir la identifi-

cación con todo, la fusión extrasensorial

que te posibilita el quitar los juicios an-

ticipados, en este laberinto caótico, tan

excitante como aterrador, tan líquido y

compartido que es la vida.

La Testadura 10

Foto: Macaria España

Page 18: La Testadura Especial PACMYC 2012

Óscar Édgar López

(Zacatecas, Zac., 1984)

Licenciado en Letras por la

UAZ. Ha publi-cado: Ella ama lo puerco que soy (Espacios

literarios 2005), Solo y sin bolsillos para meter las

manos antes de llorar (Tierra adentro 2006). Es el autor de Una Catedráti-ca que muerde (La Testadura no. 8) y Madame Píldoras (La Testadura no.

18).

Page 19: La Testadura Especial PACMYC 2012

Tendidos en el tendedero

de una tarde nunca atardecida

Óscar Édgar López

Page 20: La Testadura Especial PACMYC 2012

Foto: Viridiana Serna Reyes

Page 21: La Testadura Especial PACMYC 2012

Tendidos en el tendedero de

una tarde nunca atardecida

Soy manos de hielo desde el desier-

to, escribo para contenerme, para evitar

el estallido de las ventanas y los vasos,

para tragarme el ansia cabrona, estos

dientes que chirrían, ese desamparo

que me cuece. Y usted como si estuviera

viva, como si viniera del mercado y la

espera terminará en abrazo, quihubo

La Testadura 14

Page 22: La Testadura Especial PACMYC 2012

mijo. Pero es la sombra de ese eucalipto

la que baña estas baldosas, la cal de los

callejones, la panza de los perros recos-

tados en el sopor de la tarde que es

cruel y lejana. La veo caminar y lloro;

son las ramas, pienso y repienso, son

las ramas a quienes el viento maldito no

da tregua. Difusa avanza, pero no me

acurruca, ni me dice ya no bebas. Fue su

mano ancha de señora tremebunda,

preocupada por la olla en el fuego, por

los dientes de los bebés. Así viene ahora

como venía siempre, pero es todas las

hojas secas en el pasto, es la botella a

medias, escondida entre mi ropa, un

La Testadura 15

Page 23: La Testadura Especial PACMYC 2012

traguito para despistar a la memoria y

otro largo, largo para adormecer al cora-

je. Yo no la enterré con resoplidos, ni un

sollozo de pobre crío, ahora la veo acer-

case, ¿me traerá chocolate de metate y

patas de cerdo?, o vendrá triste por mi-

rar a la ciudad volcar los despojos de su

niñez. Esos autos y esas personas que

nada saben de los hermosos ríos, de las

espinosas nopaleras donde usted le

halló el gusto a la vida, ahora que nadie

encuentra el gusto por nada, ahora que

más vale llegar a tiempo, estarse las

horas metido en el dinero. Usted viró el

curso de las catalinas, bebió la jalea de

La Testadura 16

Page 24: La Testadura Especial PACMYC 2012

las biznagas, correteó a la liebre cansina

por la vereda polvorosa. Y yo el inútil no

hago sino llorarla, aunque de nada val-

drá la ausencia invocada, el martirio de

no entender la multiplicación de su

cuerpo en las estrías de la hierba, en las

mismas criaturas que le hablaron: bruja

bonita, tierna tamalera, esclava del ajo y

la rodaja; ahí viene ya, casi me toca su

fantasma, casi voltea cuando la llamo,

pero es la sombra, las hojitas, el trago

largo, largo. Usted se vengó abuela, por

eso ha de volver tan seguido, por eso se

ha de esconder en brazos del viento.

Pero debe saber que la culpa es de los

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Page 25: La Testadura Especial PACMYC 2012

Foto: Mo. Eduardo Ángeles

Page 26: La Testadura Especial PACMYC 2012

santos, todos los monigotes a los que

adoró con ollas gigantes de mole y arroz,

ninguno de ellos estuvo el día de mi

muerte, ninguno detuvo sus manos, ni

frenó su rabia; arcángeles acuclillados

la vieron conjurar, invocar. Estoy sin voz,

y sin vos me siento, mudo de ti, silencia-

do mi tormento. No hay palabras que

domesticar, no muerdo a la vida vasta,

¿qué será querer si es lamento?, un

nudo desanudado, un laúd enronqueci-

do, un rosal herido en el centro por el

silencio. Si visto de negro de luto vestido

aparezco, ¿será el barullo o será la fe-

cha de mi sepelio? Y el tuyo. Amo a la

La Testadura 19

Page 27: La Testadura Especial PACMYC 2012

noche helada que clausuró mi garganta,

amo la espuma de tu voz que brinca de

la bocina en el amanecer funesto. No te

puedo querer sin que me quieran muer-

to, si brindo danzas si danzas bailo, ami-

ga soñada: te espero despierto. Truhán y

mendicante a mi pecho siento ladrar

como un mástil furioso, curioso que le

ladre a mi sombra, ¿será que sabe como

rondo jorobado tu calle?, ¿conocerá de

la noche los mismos despojos?, dime

muerto si esta daga se guardó en tu cos-

tado, si fue la ventisca de Octubre o la

cereza madura del cansancio, ¿o qué

fue entonces el encanto? Limpia sigue

La Testadura 20

Page 28: La Testadura Especial PACMYC 2012

tu tez de muchacha antigua, lívida dur-

miente de un denuedo ensortijado, do-

lorosa dueles a mi duelo, de ti espero

amor sin corona ni escapulario. Y a ella,

a la que usted nunca aceptó, hurgar en

sus cajones sin ningún resultado, sólo

tenía el dinero de la venta de suéteres,

¿y toda la feria de la herencia? Usted la

adivinó desde antes, cuando llegó a

tocar la puerta, esta viene a chingarme,

pensó camino a la cocina, cerró la entra-

da y las cortinas como hacía siempre

con las clientas de la quiromancia y las

limpias. Se tardó buen rato, tres o cua-

tro horas, pero muy calladas, apenas se

La Testadura 21

Page 29: La Testadura Especial PACMYC 2012

oían murmullos, pegada la oreja a la

ventana de mi habitación escuché que

cerró la puerta, que arrastró el anunció

hasta el zaguán, salí para preguntarle

por qué cerraba temprano, pero no con-

testó, una mirada furiosa nada más,

para entonces ya tenias prisa por prepa-

rarlo todo. El amor es una ánfora donde

se esconden los lagartos, también una

jugada. Lo que fue de la especie es vi-

cio, aullido de la carne, culto al pellejo;

porque las pequeñas certezas van dis-

frazadas de verdades intachables, a

ellas sujetamos las anclas, guardamos

las velas. La higiene es para los ángeles,

La Testadura 22

Page 30: La Testadura Especial PACMYC 2012

porque no tienen sexo y jamás sabrán

como saben, como huelen y vuelan los

nuestros; aquella vorágine de vellos

sudados, tu flacura flotaba en el cuarto,

todo el olor del tabaco que nunca termi-

nas-té. Pero hay que construir la certeza,

no viene de ninguna parte, hay que

arrastrarla, hacerla entrar al pecho, de

ahí la dolencia, de no poderla domesti-

car, a esa verdad dolorosa, a ese payaso

absurdo que se ríe de uno. El amor es un

ánfora donde duermen los lagartos, sa-

lamandras de fuegos calmos ardidas en

sus pieles múltiples, camaleones que

rugen con sangre desde los ojos, una

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Page 31: La Testadura Especial PACMYC 2012

mordida en la nalga de esa puta que es

la vida, maldita farsante de caderas

malignas, burlarte del pobrediablo que

dilapida el salario, el sabio de cantina

que le recita a tus pechos velardinas

florituras, los idiotas de dedos felices,

teclea que teclea recibos. Ese lagarto ha

salido del ámpula, que se guarde, que

se meta el condenado, no lo veas ni le

creas el disfraz de santo, esa barba y el

báculo son ilusión, mira sus colmillos,

tan grandes como los de Cristo. En la

calle, camino a casa ella me alcanzó,

tenía bien fraguado el plan, comenzó

por hacerme creer que jugaríamos del

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Page 32: La Testadura Especial PACMYC 2012

Foto: Mo. Eduardo Ángeles

Page 33: La Testadura Especial PACMYC 2012

mismo bando, mira, me dijo maliciosa,

tu abuela te trata muy mal, deberías

mostrarle que eres independiente, que

los tienes grandotes. Cohibido y excita-

do, pues aparte del cuerpo apetecible

se encimaba como una ardilla a un ár-

bol, le dije que no eras malvada, al con-

trario, recalqué cuando me soltó la ca-

misa, mi abuela es la única que me ayu-

da a sobrevivir. Ayer mantuve la aten-

ción en algo más que llenar el hueco

infinito y mortal de la impaciencia. Una

pareja que se besaba detrás de una

camioneta me hizo imaginarte recosta-

da sobre la cajuela. Las manos del

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Page 34: La Testadura Especial PACMYC 2012

muchacho eran las mías, los ojos tuyos

los de ella, de ella tu respiración de cria-

tura adolecente. Creciéndonos. Soy ma-

nos de hielo desde el desierto, escribo

para contenerme, para evitar el estallido

de las ventanas y los vasos, para tragar-

me el ansia cabrona, estos dientes que

chirrían, ese desamparo que me cuece;

nostalgia de tu sexo en donde caben

todos los cuentos, sin ser verdad ni ser

mentidos, y qué importa sin son menti-

ras, la verdad es que me hundo, confor-

me lo hago me separo de la raíz de la

vida. Qué es la raíz de la flor sino una

condena que aferra la dulzura del color

La Testadura 27

Page 35: La Testadura Especial PACMYC 2012

a la tierra, y qué el amor sino otra cara

del hambre de los cuerpos, y qué el

hambre de los cuerpos: nostalgia de lo

que no se dio, cosquillas arrepentidas

todo el día. Si observaras la flor de la

embriagues como abre y cierra los péta-

los y al traidor del sol doblegar la noble-

za de las sombras. Estas cosas cantaré

abrazado a ti en la montaña, haremos

como aquellos que se contentaron al

mirar la lluvia y un dejarse vivir como la

hojarasca bendijo su hogar, su cuerpo.

Escucha como se queja la carne hedion-

da de los que te montan, como ronca la

bestia del desconsuelo, del desconocido

La Testadura 28

Page 36: La Testadura Especial PACMYC 2012

que se arrastra a tus pies, ten misericor-

dia, ten piedad de nosotros, los muy

solos, los muy gachos tipos, maravillosa

mujer danos la saciedad de tus muslos,

ten piedad de nosotros, insúltanos puer-

ca libertina, ten piedad de nosotros, a

eso hemos venido a tu templo. La nada,

esa nada sepulcral que vuelve todos los

días, que llama a nuestras puertas y se

aleja corriendo, la bromista nada de los

insanos, ella que es destino, a ella nos

debemos y nada más, luego del desen-

gaño, luego de las ortigas enmarañadas

del camino, no hay un lugar mejor para

el corazón de nadie. Denle un estirón de

La Testadura 29

Page 37: La Testadura Especial PACMYC 2012

la cola a ese gato para que se destripe

lejos. Me convenció al fin, nunca fui cie-

go pero sí hipócrita, sabía muy bien que

usted me quería, pero ella dio en el cla-

vo con sus tretas, con sus tetas, instó mi

ser carnal, lo llamó desde la enferme-

dad perfumadora del coito. El plan era

simple y conocido: matar, robar, huir…

ser atrapados, pensaba, porque siempre

fui consiente que a nosotros nos atrapa-

rían pronto, aún si logramos escapar en

el momento de la persecución, nos

echarían el guante porque no éramos

criminales de sindicato, sólo dos avari-

ciosos desesperados como abundan. A-

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Page 38: La Testadura Especial PACMYC 2012

brí la cerradura para dejar tras de mí la

presentida muerte que no te dejaba en

paz, tenías veladoras en toda la casa, el

bracero hacía espeso humo de copal,

escuché que rezabas; por una rendija

entre vidrio y cortina te observé hincada

orar delante de los veinte maniquíes que

vestías en la tienda, de la sorpresa me

dio risa, toda la vida rezaste a los san-

tos, a las vírgenes, no comprendí por

que de pronto te postraste ante aquellos

muñecos. Me sentí de vuelo pero soy

terrestre: me arrastro. Si vida y fortuna

jamás aparecen y si has posado tus la-

bios en la copa del hastío, sabrás enton-

La Testadura 31

Page 39: La Testadura Especial PACMYC 2012

ces que todo era un montaje, dolerá por

meses y años, es condición de la criatu-

ra adaptarse al fracaso. Y ya perdidos,

sólo aquellas creencias, aquellas certe-

zas consiguen asir los despojos al barro,

el festín de los gusanos, el milagro de

pudrirse y comenzar una vez más el ciclo

odioso de la gestación. Maldita humani-

dad, que libre sería el hombre sin ti, que

ufano, que maravilloso brillarían las

constelaciones sin el vaho asfixiante

que exhalan tus máscaras, maldita hu-

manidad, cierra esa llave que el gas se

está tirando. Entonces es verdad que la

mujer es un calvario para el lascivo tras

La Testadura 32

Page 40: La Testadura Especial PACMYC 2012

Pintura: Vicente Guerrero Cruz

Page 41: La Testadura Especial PACMYC 2012

la persiana, un simulacro de verdadera

alegría, o la alegría verdadera tan seme-

jante a una muchacha que baila con una

pandereta alzada por sus brazos, qué

hermosa mentira, qué fabuloso espejis-

mo; no puedo atraparte como a las cria-

turas del aire, eres más etérea y alguien

llamado dolor nos separó en un tiempo

muy antiguo, cuando horadamos en el

alma desnuda, desnudos y quietos, pero

tienen semejanza nuestros cuerpos se-

mejantes y ni eso, él tuyo decrece en las

madrugadas para contraer el mío hasta

la nimia ternura de mi mano en tu pubis.

Me fui a la habitación a esperar que

La Testadura 34

Page 42: La Testadura Especial PACMYC 2012

fuesen las cuatro de la mañana, me

acosté con ánimos de dormir profunda-

mente, apenas cerré los parpados la vi a

ella montada en mí, sobándome encima

del pantalón con sus nalgas duritas;

como quisiera no haberle hecho caso,

decirle que yo también te quería, abue-

la, que mejor me estaba de niño en tus

faldas que de jodido entre sus piernas.

Me mandó un mensaje al teléfono y salí

para abrir la puerta de la calle, la hice

entrar y le ayudé con un costal donde

pensaba meterte, quizá en pedazos.

Creímos que dormías, entramos a tu

habitación y tú sabes el resto… ¿para

La Testadura 35

Page 43: La Testadura Especial PACMYC 2012

qué te cuento lo que ya sabes?... los

maniquís se abalanzaron a nosotros,

aún recuerdo lo fuertes que eran, como

sus manos parecían tener la flexibilidad

y la fuerza de un humano. Saliste del

armario de tus santos, traías en brazos a

San Judas Tadeo y San Miguel Arcángel,

de los ojos de las figurillas salían rayos

de luz muy finos que iluminaron de azul

profundo la habitación; ella traía el mar-

tillo, golpeó a los maniquíes aunque con

muy poco tino, no logró derribarlos, sólo

los detenía, frenaba el ataque, yo en

cambio fui maniatado en pocos minu-

tos, me tenían contra el suelo, amarrado

La Testadura 36

Page 44: La Testadura Especial PACMYC 2012

con sogas; con una mejilla en el piso

helado la observé desaparecer por la

puerta, comprendí que el castigo sería

todo para mí, por creerle, por caer en la

fantasía del solitario, por la ceguera

lúbrica. El hado es traidor y se esmera

en atacarnos, guarda reposo en las es-

quinas, nos asalta de un salto, somos

tan infelices para creer sus falacias, de

un golpe quedará muerto, de un golpe

cierro este montón de hojas, la calle es

silenciosa, bulle un calor de lámparas

eléctricas, tengo mis pies y mis ojos,

tengo el peso de la historia y el mal sa-

bor de los años, quisiera hacer como

La Testadura 37

Page 45: La Testadura Especial PACMYC 2012

aquel perro: escarbar un hueco a la me-

dida y dejarme morir, basta de este al-

boroto. Bajo las nubes, debajo del halito

sombrío de su peso, sentí la gravedad

hirsuta de la llovizna. Se mantenía cáli-

da la herida de la tierra, verano leímos

en rayados cuadernos de pasto y flores.

Una lombriz blanda es mi pie derecho,

depravado a voluntad ardió de dolor en

su tibia poquedad de cinco dedos. Mi

querida, espera a que baje la hinchazón

para que cierres la llave de la lluvia, dé-

jame respirar esta agua con mis bran-

quias, perdidas en la madrugada cuan-

do me fueron otorgados los inútiles

La Testadura 39

Page 46: La Testadura Especial PACMYC 2012

adoloridos bastones de hueso débil.

Recuperadas ahora que vienen las li-

mosnas del cielo, en el ocaso de mi ca-

rrera de joven, viejo a los veintitantos,

gestual y farsante, te escribo sin auspi-

cio de la lluvia. Escúchame amiga mía,

ligera amiga: estoy comiendo de tu re-

cuerdo trocitos de calma para las an-

sias, reventado de pastillas, sobado

como un chichimeca al sol de la estepa

tendido, y soy el ciudadano tal y tal, no

puedo regalarte un puma ni construir

una pirámide, cómo podría con el pique-

tazo recio del dolor de tobillo, cómo

podría si he bebido incluso el vino de las

La Testadura 40

Page 47: La Testadura Especial PACMYC 2012

ofrendas. Voy a los prados cantando

versos a las palmas, a los helechos, a

las gladiolas; perdido en el tiempo, aca-

riciado por sus lóbregas estaciones. La

gota sobre el parabrisas mantiene su

baile ejercitado en tintinear, lo mojado

tiene el peso de la relajación, mis vísce-

ras igual, por eso se callan, el rápido

adiós del colibrí que llegó montado en la

estrella de la mañana que es Satanás y

el fruto lacio de la luz que comienza,

reanima y comienza El amor es un ánfo-

ra donde rumian los lagartos. No sabía

que tú hicieras los maniquís para la tien-

da abuela, nunca entré al taller ni sospe-

La Testadura 41

Page 48: La Testadura Especial PACMYC 2012

ché nada. Sentí el baño ardiente de la

cera, mi piel fundirse como sebo a la

jalea hirviente, desmayado por el dolor

desperté en el cascaron tras el que aho-

ra comienza a morir mi cuerpo verdade-

ro, este muñeco que he sido por meses

está desgastado, las tripas empiezan a

inflarse, hace mucho que estoy muerto y

es mentira que los muertos se encuen-

tren en algún sitio, yo sigo atado a un

cuerpo falso, todas las mañanas asolea-

do en este balcón, no debió dejarme en

este lugar, desde aquí vi su funeral dos

días después, desde aquí veo su fantas-

ma columpiarse en brazos del viento y

La Testadura 43

Page 49: La Testadura Especial PACMYC 2012

usted como si estuviera viva, como si

viniera del mercado y la espera termina-

rá en abrazo, quihubo mijo. Pero es la

sombra de ese eucalipto la que baña

estas baldosas, la cal de los callejones,

la panza de los perros recostados en el

sopor de la tarde que es cruel y lejana.

La veo caminar y lloro; son las ramas,

pienso y repienso, son las ramas a quie-

nes el viento maldito no da tregua. Difu-

sa avanza, pero no me acurruca, ni me

dice ya no bebas; fue su mano ancha de

señora tremebunda, preocupada por la

olla en el fuego, por los dientes de los

bebés. Así viene ahora como venía siem-

La Testadura 44

Page 50: La Testadura Especial PACMYC 2012

pre, pero es todas las hojas secas en el

pasto, la botella a medias, escondida

entre mi ropa, un traguito para despistar

a la memoria y otro largo, largo para

adormecer al coraje. Qué es la raíz de la

flor sino una condena que aferra la dul-

zura del color a la tierra, y qué el amor

sino otra cara del hambre de los cuer-

pos, y qué el hambre de los cuerpos:

nostalgia de lo que no se dio, cosquillas

arrepentidas todo el día.

La Testadura 45

Page 51: La Testadura Especial PACMYC 2012

Gómez, Zaira.

Sigue viva, nació

el 27 de Marzo

del 1982 en

Guadalajara,

Jalisco.

Disfrutar el silencio y escribir por las

noches. Aprendí más que de ninguna

escuela, de mi abuela Nicolasa y su

hijo mi padre. Actualmente apren-

do a reparar mis partes rotas con la

ayuda de mi madre y mis hijos. Auto-

ra de La Luciérnaga y otros cuentos

(La Testadura no. 11).

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Crisantemos

Zaira Gómez

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Ilustración: Viridiana Serna Reyes

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CRISANTEMOS

Josefina “la lluvias” entró corriendo

por el zaguán con un crisantemo entre

las manos y los ojos anegados en lágri-

mas. Su hijo Luis, la vio entrar esperan-

do la noticia que llevaba años deseando

escuchar.

-Se murió mijo, se nos murió.

Luis salió de la casa en dirección a

la florería. Aquel crisantemo de la buena

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noticia le resultó insuficiente, y compró

varios ramos para llenar de su aroma la

casa que compartía con su madre.

Cada semana renovaba las flores sin

falta, extraño ritual; para quienes no

conocían la basura que había sido su

padre.

-Hijo mío, me hace falta tu padre…

-¿Para qué le hace falta? ¿Para que

se la madrié como acostumbraba el

viejo cabrón?

-No hables así de tu padre.

Luis se calló por el bien de su madre.

La rabia lo invadía cada que la veía llori-

queando su añoranza por las tardes.

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-Ya no llore madre, que con lágrimas

no lo va a traer de vuelta.

-Es que me hace falta mijo…

-¿Y cómo es que mi hermana Azuce-

na no le hizo la misma falta?

-Es que tu hermana se nos murió

muy chiquita…

-¡Pues por eso madre!

Luis soportaba el estado de ella gra-

cias a los crisantemos; constante recor-

datorio de la muerte de su padre.

La presencia y aroma de las flores lo

ayudaba a tolerar el otro recuerdo, el del

día en que lo vio atravesando el cuer-

pecito de su hermana con la bestialidad

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de un asno. Ése día, años atrás, su pa-

dre mató a su hermana recién nacida,

quien no resistió las embestidas del

animal que le dio la vida.

Luis, acorralado; testigo de la saña

que era capaz su padre, no tuvo armas

para defenderse.

-Tú te callas. Para todos, la verdad

será que Azucena rodó y se cayó de la

cama.

Luis con apenas once años no tuvo

otra alternativa más que callar bajo

amenaza de que si decía algo su padre

mataría a su madre.

-Era tan bueno hijo…

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-No se engañe mamá, no le quiera

poner ropa de santo al demonio.

-En lugar de hablar pendejadas de tu

padre, deberías tirar todas estas pin-

ches flores que ya me tienen harta.

-Las flores no mamá, las flores se

quedan en la casa.

Por mucho tiempo consideró la op-

ción de confesarle a su madre los moti-

vos reales de la muerte de Azucena, pe-

ro al verla derrotada por las tardes; llo-

rando por un muerto a quien dotó de

virtudes extraordinarias, optó por dejar

pasar el tiempo. Quizá ella sola descu-

briría lo falso de sus ilusiones.

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-Anoche soñé con él hijo. Estaba

vestido de blanco con su sonrisota y una

pajita entre los dientes. ¿Recuerdas

mijo la sonrisa tan franca que tenía?

-Sí madre, la recuerdo y también me

acuerdo de cómo se carcajeaba mien-

tras la veía a usted tirada en el suelo

molida de tanto chingadazo.

-Es tiempo de que perdones hijo, no

te hace bien guardar rencores ajenos,

habías de ir a ver al padre.

Más por insistencia de Josefina que

por otra cosa, Luis accedió a visitar al

cura. Pidió hablar con él en secreto de

confesión y le soltó la verdad que cono-

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cía.

-Y por eso señor cura, por eso odio a

mi padre. Por eso no soporto ver llorar a

mi madre por la bestia que mató a su

hija.

-No es cosa tuya juzgar ni odiar a tu

padre. Como penitencia vas a rezar un

rosario diario por quince días y vas a

tirar los crisantemos.

-No padre, los crisantemos no.

-No me discutas y retírate. En nom-

bre del Padre del Hijo y del Espíritu San-

to Amén.

Aquello terminó por matar a Luis.

Rezar por arrancarle un odio tan bien

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merecido, no era algo que le cuadrara

en las ideas.

Todavía sobrellevó por varios meses

el luto de su madre, hasta que un día, al

llegar a su casa; notó de inmediato la

completa falta de crisantemos que ha-

bía repuesto aquella misma mañana.

-¿Dónde están las flores madre?

-Las tiré. Ya te dije que ese olor a

flores de muerto me tenía harta. Y tú

nunca me has explicado por qué esa

manía tuya de tener la casa llena de

esas cosas.

-Porque me recuerdan a diario la

muerte de la mierda con la que te casas-

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te.

-Cállate Luis, tú no eres nadie para

hablar así de quien te dio la vida.

-Maldito el día en que ese bastardo

se convirtió en mi padre.

-Maldices tu nacimiento.

-Sí, lo maldigo madre. Y te maldigo a

ti por ser tan ciega y no darte cuenta de

quién verdaderamente era ese por el

que todavía lloras.

-Desgraciado que reniegas de tu

padre. Nunca te faltó nada, ni a ti ni a tu

hermana.

-Se equivoca madre, a mí me faltó el

alma desde que vi a mi padre matar a

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mi hermana.

Josefina enmudeció.

Luis prosiguió:

-¿Qué no pensaste madre? ¿No se

te ocurrió que la sangre de mi hermana

no salía de su cabeza? ¿No te fijaste en

los calzones manchados de sangre de tu

marido?

Josefina se dejó caer en una silla.

-No, no puede ser, tu padre… impo-

sible.

Luis la dejó sola en la sala y se ence-

rró en su cuarto. Al día siguiente, Josefi-

na “la lluvias” amaneció afuera de la

florería. Se llevó todos los crisantemos

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Foto: Mo. Eduardo Ángeles

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de la tienda y los acomodó a lo largo y

ancho de la casa.

Cuando terminó fue a la recámara de

Luis.

-Hijo, ya traje los crisantemos de

vuelta, ábreme.

Luis no respondió. Josefina forzó la

puerta y lo encontró colgado de un ba-

rrote en la ventana.

Rogó con toda su fuerza que Luis

fuera enterrado en el lote que compró

del otro extremo del que ocupaba su

marido; pero el sepulturero y el padre no

cambiaron de opinión, ni los vecinos

permitieron que un suicida fuera sepul-

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tado con el mismo honor que los muer-

tos por obra de Dios.

La señal para indicar quién había

ofendido a Dios quitándose la vida, era

enterrar medio cuerpo dentro de tierra

santa y medio cuerpo en tierra común.

Así enterraron a Luis, y fueron mu-

chos años los que los transeúntes vieron

la calla contigua al camposanto llena de

flores blancas.

Así fue, hasta el día en que encontra-

ron a Josefina “la lluvias” muerta en la

habitación de su hijo rodeada de cientos

de crisantemos.

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de mano en mano

de pantalla en pantalla

¡¡¡Que la voz corra!!! La Testadura. Literatura de paso hecha para olvidarse en lugares

públicos y/o salas de espera

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