la redención de mainländer
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El presente ensayo trata sobre el "suicidio" bajo la filosofía de Mainlânder. Este filósofo fue el primero en sostener "la muerte de Dios", quien se le atribuye a Nietzsche como precursor de la cita. Sin embargo, Mainlânder nos dice que la única forma que tiene el hombre para "liberarse" es mediante la autoaniquilación, la autodesintegración del ser, para acabar con este lento suicidio llamado "la vida".TRANSCRIPT
(*) Escritor, ensayista y filósofo de formación autodidacta peruano. Estudio Derecho y Ciencias Políticas en la UIGV (Promoción 2008 – III). Ex – Docente de EGACAL de
Teoría General del Derecho y Latín Jurídico. Además se especializó en estudios de Filosofía e Historia de las Religiones en la UARM (C.E.U.). Es autor del texto “ABC del
Derecho l Latín Jurídico” (2011) y Co – autor del texto “Oratoria Forense y Redacción Jurídica” (2010). Además escribió análisis y críticas sobre temas jurídicos – filosóficos
para distintas revistas del ámbito jurídico. También es un profundo investigador de temas relacionados al estudio de la Filología Clásica.
Boletín Virtual Filosófico Ensayos, Artículos, Monografías, sobre temas filosóficos, Nº 001 – Oct. 20 de 2012 filológicos, literarios, artísticos y jurídicos HPHRAIM
LA REDENCIÓN DE MAINLÄNDER
POR: DAVID EFRAÍN MISARI TORPOCO (*)
1. Juventud de Mainländer
Philipp Batz, a quien conocemos mejor como
Philipp Mainländer, se dio cuenta que el
pretender ser un comerciante, no era lo suyo y
se dedicó al estudio de la filosofía, con la cual
terminaría por inmortalizarse.
Revisemos algunos aspectos de su juventud.
Recibió su formación escolar en la Realschule
de Offenbach (su ciudad natal) situadas a
orillas del río Main, de donde proviene su
seudónimo “Main-länder”. En 1856 frecuenta
la escuela de Comercio en Dresden, y dos años
más tarde viajará por Francia e Italia para
llegar a Nápoles, con el fin de ocupar un
puesto en una casa de comercio. Fue durante
este tiempo que en el año 1860, Philipp
contando con diecinueve años durante su
estancia en Napoles (1858 – 1863) llega a
conocer “El mundo como voluntad y
representación”, obra de Arthur Schopenhauer,
la cual le serviría de inspiración para construir
su propia obra metafísica. Mainländer fue
arrastrado por dicha conciencia
schopenhaueriana a una peligrosa antinomia,
que no se puede dejar de lado. Veamos que
nos dice el mismo Philipp: “En Febrero de
1860 llegó el día más significativo de mi vida.
Fue cuando entré a una librería y le eché un
vistazo a los libros frescos que recién habían
llegado de Leipzig. Y mientras revisaba
algunos textos encontré “El mundo como
voluntad y representación” de un tal
Schopenhauer, a lo que me pregunté
¿Schopenhauer? ¿Quién era Schopenhauer?
Nunca había oído ese nombre hasta entonces,
luego al revisar la obra, leí sobre la negación
de la voluntad de vivir y me encuentro con
numerosas citas conocidas de un texto que me
hizo presa de sus sueños.”(Mainländer 2004
pp. 8-9)
A su regreso en Offenbach, se hizo cargo del
negocio de su padre. Ya por el año 1968,
terminaría por trasladarse a Berlín, donde
recibe el nombramiento de “Martin Magnus”,
en una casa de banca. Luego de algunos años
vuelve a su ciudad natal para empezar a
redactar parte de su obra principal, pero decide
por voluntad propia, entrar como coracero en
Halberstadt.
Ya en noviembre de 1875 se establece
definitivamente en Offenbach para concluir su
obra principal. Fue en su corta juventud, a la
cual se dedicó tiempo completo a su egregio
texto. Revisemos los aspectos más importantes
de su tratado.
2. Filosofía de la Redención
Luego de ver su obra impresa, el 1° de Abril
de 1876, Mainländer elegiría su redención,
ahorcándose con una soga al cuello,
renunciando así a este mundo lleno de dolor.
Pero veamos que nos quiere transmitir con su
escrito.
El nombre de su obra en alemán es Die
Philosophie der Erlösung, y es en ella, donde
Mainländer elabora una trágica cosmogonía,
sosteniendo que el Universo nace a partir de
un Dios, pero que al verse “saturado y
obstruido en su súper propio ser, decide
suicidarse creando la humanidad”. De este
modo arbitrario, origina la catástrofe absoluta,
con la cual, el Universo no surge por un acto
de “creación divina”, sino por el resultado de
un agotamiento de “voluntad divina”, y es por
eso que el filósofo sostiene lo siguiente: “Dios
ha muerto y su muerte fue la vida en el mundo
(...) todo lo que vemos en el mundo, no es más
que la contemplación de la voluntad de auto-
anulación de Dios”.
Es así como nuestra nefasta existencia, más
que ser “voluntad de vida”, es una “voluntad
de muerte”, pues en el instinto de todo ser
vivo, se encuentra el impulso arrebatador de
tanatos.
La filosofía de la redención, parte con la tesis
en que Mainländer construye una ontología
negativa, donde es preferible el “no-ser” al
“ser”, ya que “somos fragmentos de un Dios
que en el principio de los tiempos, se
autoaniquiló, porque quiso no-ser. Toda la
historia universal, no es más que la oscura
agonía de esos fragmentos que quedaron
dispersos en el mismos cosmos.”
Si le damos un giro a la filosofía
schopenhaueriana, en “el mundo de
Mainländer”, veremos que la ley universal que
rige es el dolor y la muerte, que al quedar así,
será la única manera de cómo el hombre
llegaría a encontrar una redención de su
existencia en el suicidio.
3. Mainländer y la muerte de Dios
Influenciado por la filosofía de Schopenhauer,
del cual extrajo algunos puntos para elaborar
su propia concepción pesimista del mundo,
Mainländer también sirvió de influencia a
Nietzsche, quien lo menciona, ya que fue el
primer filósofo que habló y trató sobre “la
muerte de Dios.”
La filosofía de la redención, aparte de
continuar las doctrinas de Kant y
Schopenhauer, también confirma el budismo y
se puede leer diversos aspectos tratados sobre
el cristianismo puro. Todos estos sistemas
filosóficos son rectificados y completados por
Philipp, tratando a su vez, de reconciliar a
estas religiones con la ciencia.
La filosofía de la redención fundamente el
ateísmo no en una creencia cualquiera (como
estas religiones las tienen) sino como una
filosofía en el saber, razón por la cual queda el
ateísmo por primera vez, gracias a ella,
fundamentado de un modo científico.
Para Mainländer, la moral del cristianismo, no
es más que un mandamiento lento y suicida,
con el cual se puede lograr tomar conciencia
de la caída y decadencia de un catastrófico
destino del mundo. Podemos darnos cuenta de
este fenómeno, si tan solo revisamos la vida de
Jesús “El Cristo”, como la de Buda, pues
ambos – según Philipp – habrían expresado el
sensu allegorico a través de sus vidas.
Con respecto a su visión del Universo, el
filósofo propone una tesis propia, en la cual,
Dios queda saturado de su propio “Súper-ser”
y decide como un suicida, autoeliminarse en
una catástrofe absoluta, y con este
agotamiento de la voluntad divina, se originó
todo lo demás. En un principio existe una
vuelta repentina de perfección, sin tiempo, ni
espacio, lo cual tiende hacia la nada. De modo
increíble, esto es lo que la ciencia denominó
“Big Bang”, pues el curso irreversible de esta
Escritor Misterioso
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ATLÁNTIDA
(*) Escritor, ensayista y filósofo de formación autodidacta peruano. Estudio Derecho y Ciencias Políticas en la UIGV (Promoción 2008 – III). Ex – Docente de EGACAL de
Teoría General del Derecho y Latín Jurídico. Además se especializó en estudios de Filosofía e Historia de las Religiones en la UARM (C.E.U.). Es autor del texto “ABC del
Derecho l Latín Jurídico” (2011) y Co – autor del texto “Oratoria Forense y Redacción Jurídica” (2010). Además escribió análisis y críticas sobre temas jurídicos – filosóficos
para distintas revistas del ámbito jurídico. También es un profundo investigador de temas relacionados al estudio de la Filología Clásica.
gran explosión, se llega a extender a través de
su fuerza omnipotente de creación, hasta el
exterminio de todo lo que le precede, lo cual
solamente se encuentra aun presente
“existiendo” y a la vez “deviniendo” hacia su
extenuación.
Para Mainländer, el simple hecho es lo que la
conciencia advierte a través de los tráfagos de
la vida, diciendo a nuestro inconsciente que
“la no existencia es mejor que la existencia”,
como si esta fuera la sentencia que Sileno le
dijo al rey. Pero ¿por qué esto? Simplemente
porque este conocimiento le abre al hombre la
posibilidad de negar perpetuarse y tender a
autoaniquilarse, para consumar finalmente el
gran ciclo de la redención (Erlösung) del ser.
Mainländer afirma que todos somos
fragmentos de un Dios, que al igual que en el
“Big Bang” del principio de todos los tiempos,
se destruyó ávido de no-ser. El filósofo nos
dice: “Esta unidad simple que ha sido, ya no
existe más. Ella se ha fragmentado,
transformando su esencia absoluta en el
mundo de la multiplicidad. Dios ha muerto y
su muerte fue la vida del mundo. Por esa
razón, nosotros ya no estamos “más en Dios”,
porque la unidad simple se ha destruido y ha
muerto.” Sin embargo, es consciente de sus
límites, y pregúntese ¿existió realmente una
unidad simple?
Mainländer sostiene que sí existió. Pero no es
posible descifrar en algún modo, lo que esta
“unidad simple” fue al principio, ya que solo
afirma que su “Ser” fue saturado por su propio
“súper-ser”, el cual, no se asemeja a ningún
ser que podamos concebir, porque todo ser que
se conoce es por el contrario, un ser cuya
manifestación es movimiento o devenir. Tesis
que nos hacen recordar a Heráclito y
Parménides.
Sin embargo, Mainländer sintetiza sus teorías
centrales, como la desintegración de la unidad
en la multiplicidad, pues la transición del
campo trascendente hacia el inmanente “la
muerte de Dios” y acerca del origen del
mundo, en los siguientes pasos:
1. Dios quiso el no-ser.
2. Su esencia fue el obstáculo para la entrada
inmediata en el no-ser.
3. La esencia tuvo que desintegrarse en un
mundo de la multiplicidad, cuyos individuos
tienen, todos juntos, el afán de “no-ser”.
4. Es en este afán, donde se obstaculizan
mutuamente, luchan los unos con los otros y
debilitan de esta manera, su fuerza.
5. La completa esencia de Dios vino hacia el
mundo a través de una forma transformada y
en una determinada suma de fuerza.
6. El Universo, el mundo completo, tiene una
meta “el no-ser” y logra esta, mediante el
continuo debilitamiento de las sumas de
fuerzas.
7. Cada uno llegará a través del agotamiento
de su fuerza, en su proceso evolutivo, hasta el
punto que su ansia de alcanzar, el exterminio y
pueda llegar a ser cumplida.
Podemos observar que existe una cosmovisión
que concibe la historia universal como la
oscura agonía de los fragmentos que
correspondieron a un Dios y que apela a la
destrucción del mundo y del “yo” para
acelerar el proceso de destrucción. Mainländer
nos dice al respecto “La ley del debilitamiento
de la fuerza es la ley universal. Para la
humanidad, esta se llama ley del dolor.”
Entendiendo esta postura, y en compatibilidad
con ello, solo una teología del exterminio es
capaz de aliviar aquel dolor cuyo proceso
viene a ser un padecer irreversible, a lo que
solamente queda colaborar con la
desintegración del mismo. En efecto, esto solo
se logra con la autodestrucción o
autodesintegración.
Queda claro que para Mainländer el dolor no
es un impedimento mortífero, solo es parte de
un engranaje que debe terminar por
extinguirse. Es por ello que Mainländer
defiende su propia postura metafísica y
sostiene que: “El verdadero significado
metafísico del mundo, el credo de todos los
buenos y los justos, el desarrollo del mundo
con la humanidad hasta el extremo. El mundo
es el punto de tránsito, pero no para un estado
nuevo, sino para el exterminio, el cual desde
luego, se encuentra fuera del mundo, esto es
lo metafísico.” Es así, como el pesimismo
autodestructivo mainlanderiano transmuta el
concepto de negación, por el de destrucción.
4. La Voluntad de Muerte
La voluntad de muerte en Mainländer, no es
más que la conciencia de la vida, como medio
para alcanzar la liberación a través de la
muerte. Bajo esta cosmovisión, toda cosa en el
mundo es inconscientemente voluntad de
muerte. El mundo se mueve como si tuviera
una causa final, pero lo que en verdad se desea
no es la vida, porque esta es solo apariencia de
la voluntad de muerte. Sin embargo, la
redención puede comenzar en vida, al tomar
conciencia de que lo esencial ya no es aquella
voluntad que tiene como fin la vida, sino
aquella que sirve como medio para la muerte.
Mainländer nos habla de sí para persuadirnos
sobre ello: “Quisiera en adelante destruir
todos los motivos fútiles que puedan
amedrentar a los hombres para buscar la
noche sosegada de la muerte, y cuando pueda
tranquilamente quitarme de encima la
existencia, cuando mi nostalgia de la muerte
se acreciente solo un poco más, entonces mi
confesión podrá tener la fuerza de apoyar a
cualquiera de mis semejantes en su lucha
contra la vida.”
Albert Camus casi un siglo más tarde, en la
misma línea de confesión sostiene: “Matarse,
en cierto sentido y como en el melodrama es
confesar. Es confesar que se ha sido
sobrepasado por la vida o que no se le
comprende.” Pero ambas confesiones difieren
entre sí. El hecho es que Mainländer si elaboró
un tratado de más de mil páginas, donde
incluye una minuciosa teleología del
exterminio (Teleologie der Vernichtung). En
esta, llega a manifestar su absoluta convicción
de haber hallado la redención al problema de
la existencia humana. “Finalmente el filósofo
inmanente ve en el Universo completo solo la
profunda nostalgia de un exterminio absoluto,
y esto es oído por él, el llamado claro que
atraviesa todas las esferas celestiales
¡Redención! ¡Redención! ¡Muerte a nuestra
vida! Y la respuesta consoladora dice: “Todos
ustedes encontraran el exterminio serán
redimidos.” El amor a la muerte de
Mainländer apela a la valentía espiritual en su
lucha contra la vida y nos dice: “Aquel que no
le tema a la muerte, se precipita en una casa
envuelta en llamas: quien no le teme a la
muerte, sale sin vacilar en medio de un
diluvio; quien no le teme a la muerte, irrumpe
en una tupida lluvia de balas; quien no le teme
a la muerte, emprende desarmado la lucha
contra miles de titanes alzados en ira, quien
no le teme a la muerte, es el único que puede
hacer algo por los demás, sangrar por los
otros y recibir al mismo tiempo la felicidad
única, el único bien deseable en este mundo:
la verdadera paz del corazón.”
Si analizamos lo que Camus quiso decir al
sostener “No hay más que un problema
filosófico verdaderamente serio: el suicidio.
Juzgar si la vida vale o no vale la pena vivirla
es responder a la pregunta fundamental de la
filosofía.” Camus quiso plantear un problema
que en Schopenhauer no nos conduce a la
autodestrucción, sino a la autonegación. Por
más pesimista que parezca la cosmovisión
schopenhaueriana, ella jamás buscó el cese
inmediato, violento y autodestructivo de la
vida, sino por el contrario, encontró un camino
lento de conflictos internos, donde se busca
negar el querer que produce el fenómeno del
sufrimiento en la vida. Bajo esta concepción,
el suicidio es antecedido por motivos que
nacen de un “yo volente”, marcado
visiblemente por las barreras individuales
propias del principium individuationis, pero
que más allá del fenómeno resultan solo ser
una causa infundada. Esto se debe a que la
voluntad de vivir no vale la pena ser afirmada
y nos sobrepasa en ella lo inconcebible y lo
doloroso, es que se debe negar su esencia y no
destruir el fenómeno particular de ella, que se
vive y se vivirá siempre en uno. Sin embargo,
resulta paradójico que el apego a la vida suele
ser más fuerte que todas las miserias del
mundo, y aunque se juzgue que la vida no vale
la pena ser vivida, son pocos finalmente los
que obran según esta premisa, y ¿a qué se debe
esto? Se debe a que el querer de la vida, no
implica más que el que se la quiera, y es en
este hecho donde radica su esencialidad.
Soy de la idea, que no deberíamos
preguntarnos si la vida vale o no vale la pena
ser vivida, más bien solo nos queda
sobrecogernos de ella, con el hecho de que la
vida nunca resultará ser vivida para todo
hombre. Y ¿por qué digo esto? Porque Camus
sostuvo que vio morir a muchas personas que
estimaron que la vida no vale la pena vivirla,
pese a que en algún momento consideraron
(*) Escritor, ensayista y filósofo de formación autodidacta peruano. Estudio Derecho y Ciencias Políticas en la UIGV (Promoción 2008 – III). Ex – Docente de EGACAL de
Teoría General del Derecho y Latín Jurídico. Además se especializó en estudios de Filosofía e Historia de las Religiones en la UARM (C.E.U.). Es autor del texto “ABC del
Derecho l Latín Jurídico” (2011) y Co – autor del texto “Oratoria Forense y Redacción Jurídica” (2010). Además escribió análisis y críticas sobre temas jurídicos – filosóficos
para distintas revistas del ámbito jurídico. También es un profundo investigador de temas relacionados al estudio de la Filología Clásica.
que sí era valioso hacerlo. Pero pese a ello,
Camus afirma lo siguiente: “Nunca vi morir a
nadie por el argumento ontológico. Galileo,
que defendía una verdad científica importante
y determinante para la época, abjuró de ella
con la mayor facilidad del mundo cuando vio
que su vida corría peligro.”
Por su parte, Klaus Thomas en su obra
Hombres ante el abismo, parece ser más
cauteloso al recordar a Hegesias, a quien lo
designó con el apodo de Peisithánatos, pues
como bien dice su nombre, era un hombre que
precisamente persuadía a matarse, y lo hizo,
porque creía que la felicidad tan
frecuentemente ensalzada, anhelada y buscada
por los hombres, era simple y objetivamente
inasequible y nunca jamás alcanzada.
Pero luego, viene una parte interesante que no
puede dejar de ser tomada en cuenta, para lo
cual Klaus Thomas nos dice lo siguiente:
“Hay pocos que estarían dispuestos a morir
por una demostración ontológica.” Y nos
preguntamos ¿puede realmente morir alguien
por un argumento ontológico? La respuesta es
un SÍ, y el último que murió por una
demostración ontológica fue Philipp
Mainländer.
5. El Suicidio de Mainländer: Su liberación
El primero de Abril de 1876, el día en que
Mainländer recibía la impresión de su obra
Philosophie der Erlösung, el filósofo acabó
con su vida.
Con la impresión de su libro, tomó varios
ejemplares y con ayuda de algunos apuntes
más, levantó un cúmulo de papeles y lo utilizó
como pedestal, como base de su redención
filosófica. Cogió la cuerda y se la amarró al
cuello, y la colgó en la viga. Luego dio
comienzo al movimiento de piernas.
Actualmente los físicos podrían ponderar la
agudeza de su sensibilidad para expresar
vivencial y consecuentemente lo que hoy la
ciencia llamaría Big Bang, o también el
aumento de la entropía, fuera de todos los
aportes que pudo expresar así, concerniente a
la teoría del caos y los postulados que guardan
relación con las leyes de la termodinámica.
Sin embargo, se puede deducir que el Big
Bang o la teoría de la gran explosión
matematiza y salda la fantasía mitopoética
destructiva del “Comienzo-Final” catastrófico,
el cual fue vivido por Mainländer como
suicidio. Este hecho nos permite reconocer a
su vez, la sensibilidad mitopoética como
expresión del dolor que vivió y teorizó.
Pretender ironizar que su suicidio fue un acto
perpetrado para enaltecer su obra, es un juicio
que no concierne en este caso a una reflexión
que busca ser consciente de la esencialidad
propia de su vivencia. Realzo en ella su
sensibilidad mitopoética: “Más allá del mundo
no hay ni un lugar de paz, ni un lugar de
tormento, sino solo la nada (...) Esto puede
generar un nuevo contramotivo y un nuevo
motivo: esta verdad puede hacerlo retroceder
a uno hasta la afirmación de la voluntad y a
otro puede llevarlo poderosamente hasta la
muerte.”
6. Conclusiones
En este breve ensayo sobre la filosofía de
Mainländer y el tema del suicidio, a la luz de
la voluntad de vivir y la voluntad de morir, fue
concebido como un intento de profundizar y
comprender a partir de dos teorías
antagónicas, una argumentación ontológica
que lo condena y otra que lo legitima, hasta la
radical consecuencia de consumarse en su
praxis.
Tres síntesis que podemos rescatar, serían:
Primero: Que la consciencia advierte a través
de los tráfagos de la vida, que la no-existencia
es mejor que la existencia, y precisamente este
conocimiento, es la que lleva que el hombre se
niegue a perpetuarse y tienda a auto
aniquilarse, consumando así, el gran ciclo de
la redención del ser al no-ser, ya que todos
somos “fragmentos” de un Dios, que en la
génesis del Big Bang, se destruyó a sí mismo,
ávido de no-ser.
Segundo: Todo el proceso histórico-universal,
no es más que la lúgubre agonía de esos
“fragmentos”, y la destrucción del mundo
tendría como objetivo primordial resucitar a
Dios.
Tercero: Para Mainländer, Dios se sintió
saturado de su “super-ser” y entonces decidió
que la no-existencia era mejor que la
existencia, y por eso al crear a la humanidad
(al hombre de paso) se suicidó. También se
puede entender que el auténtico Big-Bang,
habría sido aquella decisión divina con la cual
Dios puso fin a su vida. Mainländer escribe:
“Esta unidad simple que ha sido, ya no existe
más. Ella se ha fragmentado, transformándose
en esencia absoluta dentro del vasto universo
de la multiplicidad. Dios ha muerto y su
muerte fue la vida del Universo”.
El supremo cumplimiento que ha de atreverse
a cometer el suicida, es la abdicación en pro de
la nada, cuyo desenlace es la autoanulación de
uno mismo. Esto quiere decir que el
anulándose a sí mismo, es el resultado de una
avidez vital de la nada, que se trasciende a sí
misma.
Datos bibliográficos:
Mainländer, Philipp (1996), Die Philosophie
der Erlösung. Tomos I y II. Hildesheim.
Georg Olms (2004), Von Verwesen der Welt
und anderen Restposten, editado por Ulrich
Horstmann, Leipzig: Edition Sonderwege bei
Manuscriptum.
Müller – Seyfarth, Winfried (1993). Die
modernen Pessimisten als decadents, von
Nietzsche zu Horstmann. Texte zur
Rezeptionsgeschichte von Philipp Mainländers
Philosophie der Erlösung. Wurzburg:
Königshausen und Neumann.
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