la psicología; una anomalçia para la teoría del cierre categorial

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  • 7/29/2019 La psicologa; una anomalia para la teora del cierre categorial

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    LA PSICOLO GA: UNA ANOM ALA PARALA TEORA DEL CIERRE CATEGORIAL?Juan Bautista Fuentes Ortega

    0. Mi propsito en esta ocasin es poner de manifiesto y discutir el sen-tido del carcter problemtico que para la teora del cierre categorial presentala insercin de la psicologa dentro de la tipologa de situaciones constructivasdiseadas por esta teora con el objeto de apresar los diversos mo-mentos constructivos por los que habran de pasar las diversas cienciashumanas y etolgicas posibles. Formulado por el momento rpidamente, elcarcter a l menos prima facie problemtico que para la teor a delcierre categorial la psicologa presenta podra hacerse residir en lo siguiente:en que cuando consideramos ciertos rasgos de la psicologa, encontramos,como se ver, que estos rasgos no quedan claramente apresados en la malla desituaciones constructivas que esta teora ha diseado al objeto de apresarlas diversas posibilidades de construccin por las que habran de pasar lasdiferentes ciencias humanas y etolgicas. El problema, entonces, que se nosplantea es el de elucidar el sentido de semejante situacin de desencaje entreuna determinada teora gnoseolgica y una presunta teora cientfica, y dehacerlo de modo que, desde luego, no ignore, sino que afronte, los datos delproblema.

    El problema que nos ocupa es , me permito sealar lo, realmentecomp lejo, pues implica una red de cuestiones filosficas de una envergadura yalcance muy notables. Me conformar, pues, si consigo plantear, con unmnim o de claridad y pertinencia, las intrincadas coordenadas del problema, demodo que pueda esbozarse siquiera la direccin de su posible resolucin.Veamos.

    Revista Meta, Congreso sobre la filosofa de Gustavo Bueno (enero 1989), Editorial Complutense 1992

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    184 Juan Bau tista Fu entes Ortega1. Sentido y estructura gnoseolgico-dialcticos de la tipologa desituaciones constructivas caractersticas de las ciencias humanasy etolgicas

    1. Com enzar por exponer el sentido gnoseolgico de fondo que a mi juiciotiene la construccin de la mencionada tipologa, as como su estructura interna.Para emp ezar, me parece importante destacar que la pretensin de G. B ueno alabordar el problema del estatuto gnoseo lgico de las ciencias human as es la desituar el planteam iento de dicho problem a a una escala gnoseo lgica, lo que, almeno s en relacin con cierto contexto, implica lo siguiente: evitar, de entrada,cualquier caracterizacin de la naturaleza de lo humano realizada con independencia de la construccin gnoseolgica de la idea de ciencia ya ofrecida por lateora del cierre categorial como teora gnoseolgica general, y resituar, portanto, la determinacin de lo humano que alcancemos a la escala de las pistasque pueda ofrecemos la propia idea de ciencia como idea gnoseolgica generalya construida por la men cionada teora. Com o el propio B ueno lo ha expresado,la idea gnoseolgica de ciencia puede servimos a estos efectos, puesto que esposible reconocer en ella una significativa confluencia de los cauces etiolgicosy temticos de la idea de lo humano com o determinacin de la idea de ciencia.De entrada, en efecto, podemos reconocer que toda ciencia es etiolgicamentehumana (y tambin, en parte, animal), en cuanto que realizada por sujetoshumanos, de modo que la determinacin gnoseolgica de lo humano quealcancemo s a partir de la propia idea de ciencia de la que ya partimos pod r serutilizada ahora para detectar aquellos (posibles) rasgos temticos de aquellas(posibles) ciencias que muestren entre sus contenidos temticos construidosuna semejanza formal mnima con aquellos rasgos gnoseolgicos etiolgicamentehumanos que hayamos reconocido en la idea de ciencia.

    Semejante m odo de construir nos asegura, sin duda, como B ueno seala, lapertinencia gnoseolgica interna de la expresin ciencias humanas (en particular, nos asegura la pertinencia gno seolgica intem a del adjetivo hum anoen la expresin ciencias humanas). De un modo significativo, semejanteconstruccin nos previene frente a todo posible apriorismo ontolgico ennuestra caracterizacin de lo humano temtico de las ciencias humanas, y nosobliga a filtrar todo reconocimiento de lo humano temtico de dichas cienciasa partir de unas coordenadas gnoseolgicas de las que ya partimos (de mo do queno nos veamos ligados a otros comprom isos ontolgicos m s que a los que, porlo dem s, son ya inherentes a toda constm ccin gnoseo lgica): semejante filtronos asegura, sin duda, la pertinencia gnoseolgica de nuestra construccin delconcepto de ciencias humanas y, como ahora veremos, de la dialctica quele es inherente.

    Ahora bien: quiero sealar ahora que semejante rigor constructivo, sinperjuicio de aseguramos la pertinencia gnoseolgica de nuestra constraccin o, ms bien, debido a ello conlleva una restriccin de la idea de lo hum anoa su determinacin gnoseolgica, restriccin que el propio Bueno no ha dejado

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    La psicologa: una anomala para la teora ... 185de sealar. Y la cuestin (esencial, me parece) es la de cul es el alcance y elsignificado de dicha restriccin. Como digo, el propio Bueno no ha dejado desealar la mencionada restriccin: Sin duda nos dice , el rigor con el que senos asegura esta pertinencia tiene como precio la restriccin, acaso excesivamente enrgica, de lo humano a sus determinaciones gnoseolgicas (cientficas).Preferimos, sin em bargo, metodolgicamente, sacrificar, al menos en el comienzo, al rigor geomtrico la riqueza de la idea de lo humano que contiene, sinduda, muchas ms cosas que las que tienen que ver con las ciencias'.A tenor de este texto, parece, en efecto, que Bueno no slo reconoce lamencionada restriccin, sino que tambin indica que ella es de carcter metodolgico,provisional. Ahora bien, qu puede querer decir que dicha restriccin es slometodolgica o provisional? N o es mi intencin, en este mom ento al menos dela exposicin, la de negar ni afirmar que pueda haber contenidos o determinaciones de la idea de lo humano (y de lo etolgico) que rebasen de algn modolas determinaciones gnoseolgicas (etiolgicas) de dicha idea; lo que simplemen te sealo es que de habe rlas, y de ser posible su reconocim iento, constituyeuna cuestin ciertamente importante la del sentido y posibilidad de semejantereconocimiento y, en particular, la de la posible relacin que cupiera establecerentre el sentido del plano de anlisis gnoseolgico y el sentido del plano en elque se nos hiciera posible aquel reconocimiento.Las anteriores ob servaciones no son, me permito decirlo, ni mu cho m enosretricas, pues es el caso que, como intentar mostrar ms adelante, lo quedenominar el proceso psquico y, con l, el conocimiento psicolgico,desbordan en cierto sentido importante las determinaciones gnoseolgicas dela idea de lo humano (y etolgico), de modo que, si esto es as, habremos devrnoslas inevitablemente con este tipo de cuestiones.Ahora bien, sea cual haya de ser el resultado de nuestra presente indagacin,hemos de comenzar por exponer el sentido que tiene la tipologa de situacionesgnoseolgicas relativas a las ciencias humanas y etolgicas tal y como ha sidohasta el presente expuesta por Bueno en sus escritos. Sobre el fondo de dichatipologa y de su sentido contrastaremos despus el caso de la psicologa.2. La restriccin del reconocimiento de las posibles determinaciones temticas humanas (y etolgicas) al rasante que impone la idea gnoseolgica deciencia en su cauce etiolgico hace posible, sin duda, una construccin muyrigurosa de la mencionada tipologa del siguiente modo. En principio, podremos identificar com o ciencias humanas y etolgicas a todas aque llas en las quequepa reconocer entre sus campos temticos al menos algunos contenidosformalmente semejantes al agente humano que etiolgicamente hace lasciencias (cualesquiera ciencias, para evitar la peticin de principio), reconociendo a su vez a dicho agente humano desde la idea gnoseolgica de ciencia,esto es, como sujeto gnoseolgico.

    ' Ver en Bueno, G.: En tomo al concepto de ciencias humanas; La distincin entre lasmetodologas a-operatorias y p-operatorias, El Basilisco, 2 (1978), 14-47: 24.

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    186 Juan Bautista Fu entes OrtegaDada, en efecto, una construccin cientfica cu alquiera o su paradigma:un teorema-, podemos establecer una distincin (de significado ms bienepistemolgico, como suele sealar Bueno) entre sus momentos formales

    subjetivos y objetivos, distincin sta que podemos reconocer como distribuyndosede un mod o preciso en relacin con cada uno de los tres sectores de los tres ejesen los que analticamente cabe despiezar aquella construccin: en el eje sintctico,sera, desde luego, el sector de las operaciones el momento eminentementesubjetivo y los trminos y las relaciones slo en cuanto que determ inados porel sector fenomnico del eje semntico; en el eje semntico, sera el sectorfenomenolgico, d esde luego, el que se correspondera con el mom ento subjetivo y no ya los sectores fisicalista y esencial; y por lo que respecta al ejeprag mtico, por fin, parece evidente que sus tres sectores (los autolog ismo s, losdialogismos y las normas) constituyen mom entos gnoseolgicos subjetivos. Elsujeto gnoseolgico aparece constituido de este modo por las operaciones, lostrminos y las relaciones fenomnicas, los autologismos, los dialogismos y lasnormas. Por lo dems, como Bueno ha sealado, esta oposicin, de significadoepistemolgico, entre los momentos subjetivos y objetivos, no debe entendersecomo una biparticin metamrica como una yuxtaposicin entre dos partesenterizas del mundo, sino realizada segn el esquema diamrico de los conceptos conjugados de modo que los mom entos su bjetivos se nos aparezcan com olos nexos entre los mom entos objetivos y recprocamente ; a su vez, y por ello,la idea de sujeto gnoseolgico no es una idea substancial (cuya unidad fuesesimple), sino compleja o mltiple: en cuanto que, por ejemplo, se establecealguna relacin entre dos trminos fenomnicos merced a una operacin (asimismo fenomnica) en el curso de un autologismo normado.Sin excluir a los restantes componentes. Bueno asume que el sujeto gnoseolgicoes, por antonomasia, el sujeto operatorio que incluye a las operaciones y losfenmenos. Operaciones y fenmenos aparecen, a su vez, concebidos porBueno de un modo ntimamente correlativo, en cuanto que, en efecto, todaoperacin mantiene su sentido o peratorio cu ando se despliega con y entrefenmenos, a la vez que todo fenmeno llega a darse en el curso de alguna(s)operacin(es). Las operaciones, en efecto, son entendidas como manipulaciones corpreas ejecutadas con trminos corpreos, las cuales pueden reduc irse,como a sus com ponentes ltimos, a la aproximacin y la separacin de dichostrminos operados; dicha aproximacin y separacin no deben ser vistas, desdeluego, como com ponentes necesariamente formales de toda operacin, pues losmomentos formales en los que quepa descomponer en cada caso una o variasoperaciones dependern de la escala a la que estn configurados los trminosen dicho caso concreto, escala sta que no debe figurar a su vez como elresultado de alguna operacin y separacin; m as, en cualquier caso, cualesquiera operaciones dadas con trminos configurados a cualesquiera escalas, debern incluir, si no de un modo formal, s al menos oblicuo, con aproximacionesy separaciones. A su vez, si es que hemos de entender el carcter inexorablemente subjetivo (esto es, ejercitivo) de toda operacin, es menester reconocerque dicha aproximacin y/o separacin implican unas relaciones sui generis de

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    La psicologa: una anom ala para la teora ... 187distancia: trtase de relaciones de (co)presencia a distancia entre los trminos(o partes de estos trminos) operados aproximados y/o separados. Sem ejante(co)presencia a distancia no tiene, desde luego, ningn sentido fisicalista (nopuede ser entendida, por ejemplo, en trminos de distancia mtrica, que es, entodo caso, una determinada cuantifcacin categorial de dicha distancia (co)presente),lo que precisamente implicara asumir el supuesto (metafsico) de la accin adistancia; su nico sentido posible es, por ello mismo, fenomnico: la co-presencia a distancia caracteriza a los fenmenos, y, por ello, a las operacionesen cuanto que ejercitadas siempre entre y con fenmenos.

    Si el sujeto gnoseolgico incluye, pues, por antonomasia, a las operaciones(y con ellas a los fenmenos), podemos partir entonces de una primera formulacinpara reconocer a las (posibles) ciencias hum anas y etolgicas. E stas seran, enefecto, aquellas ciencias entre cuyos campos quepa reconocer, al menos en elsector fenomenolgico del eje semntico esto es, siquiera como punto departida de toda construccin cientfica, la presencia de operaciones, esto es,de contenidos formalmente semejantes a las propias operaciones del sujetognoseolgico desde las cuales se intenta organizar cientficamente el campo. G.Bueno utiliza la expresin de metodologas P-operatorias para referirse,inicialmente, en general, a los procedimientos constructivos implicados encualesquiera de estas situaciones. Las ciencias hum anas y etolgicas seran,entonces, ciencias que utilizan metodologas P-operatorias en el sentido indicado.Ahora bien, inm ediatamente podem os caer en la cuenta de que el conceptode metodologas P-operatorias no es, de entrada, nada obvio, sino internamenteproblem tico. Esto es as porque segn la propia teora del cierre categorial, lasconstrucciones de las ciencias, sin perjuicio de comenzar necesariamente comoconstrucciones operatorias ejecutadas con y entre fenmenos alcanzan unestrato (semntico) esencial en el que las operaciones (y con ellas los fenmenos) quedan eliminadas por efecto de sus propios resultados, justam ente cu andoestos incluyen el establecimiento por confluencia operatoria de relacionesesenciales de identidad sinttica, esto es, de verdades. La eliminacin de lasoperaciones gn oseolgicas incluy e, com o digo, claro est, la eliminacin de losfenmenos, es decir, de las relaciones de co-presencia a distancia, as com o susustitucin po r relaciones ya no fenomnicas, sino fisicalistas de contigi

    dad espacial entre las cuales puede tener lugar el establecimiento de lasverdades alcanzadas. Si las ciencias, entonces, segn la teora del cierrecategorial, llegan a serlo en la medida en que construyen verdades en el sen tidoindicado, tal parece, entonces, que la presencia de las operaciones entre loscontenidos sem nticos del campo de una ciencia (siquiera sea, como decamo s,en el sector fenomenolgico) compromete la cientificidad de dicha presuntaciencia: en la medida, en efecto, en que la eliminacin de las operacionesgnoseolgicas por efecto de sus resultados (verdaderos) objetivos parece exigirla correspondiente eliminacin de sus anlogas en el campo, a la vez que lapresencia de estas ltimas parece comprom eter la posibilidad de eliminacin delas primeras, esto es, el logro de resultados (verdaderos) ob jetivos. El problema

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    188 Juan Bautista Fuentes Ortegaal que nos referimos podra, pues , formularse as: tal parece que en la medidaen que las ciencias humanas fuesen efectivamente humanas quedara comprometida su cientificidad, a la vez que en la medida en que fuesen efectivamentecientficas, lo que quedara comprometido es su carcter de ciencias temticamente humanas.Como se ve, pues, el inicial concepto de ciencias humanas y etolgicascomo ciencias que usan metodologas ^-operatorias es un concepto muy general o abstracto y de suyo internamente problemtico. El sentido, entonces, quetiene la tipologa de situaciones gnoseolgicas relativas a estas ciencias diseado por B ueno es precisamen te ste: el de despegar la dialctica interna de esteproblem a y el de hacer as posible la clarificacin o resolucin del m ismo . Poresta razn, dicha tipologa no es, desde luego, puramente emprica o factual,sino gnoseolgica, pues sus diversos momentos estn entrelazados entre s porel propio despliegue de la dialctica del problema de la cientificidad de lasciencias humanas.Me detendr ahora, aunque sea brevemente, en exponer los diversos mome ntos de esta tipologa para mo strar, en primer lugar, el sentido gnoseolgicodialctico de su estructura, y para preparar as nuestra ulterior discusin delcarcter problem tico que la psicologa presenta por relacin a dicha tipologa.Veamos.3 . El primer desbordamiento dialctico que podemos reconocer que experimenta el concepto inicial de metodo logas P-operatorias tendra lugar cuand oconsideramos aquellas situaciones en las que partiendo de las operacionesfenom nicas, es decir, de las operaciones dadas en el sector fenomeno lgico deleje semn tico, regresamo s constructivame nte a estructuras esenciales en dondeaquellas operaciones han quedado eliminadas. Bueno propone denominarmetodologas a-operatorias a las metodologas que partiendo de un planofenomnico p-operatorio (esto es, de las operaciones fenomnicas) reconstruyen estas operaciones fenomnicas de partida mediante estructuras esencialesdonde las operaciones han quedad o elimina das. Ma s, a su vez, esta eliminacinde las operaciones puede tener lugar segn dos cauces distintos: en primerlugar, cuando consideramos las situaciones en las que las operaciones fenomnicasde partida quedan regresivamente eliminadas de un modo absoluto (lo quecaracterizara al estado que Bueno denomina como a l ) , y, en segundo lugar,cuando dichas operaciones slo quedan progresivamente eliminadas de unmodo relativo (estado al que Bueno denominar como a2).En las situaciones a l nos encontramos con que partiendo de las operacionesdadas fenomnicamente en el campo regresamos constructivamente hacia unestrato esencial en el que, como decamos, las operaciones han quedado absolutamente elimin adas. Dicha eliminacin e s, como digo , absoluta en cuanto quedicho estrato contiene configuraciones estrictamente fisicalistas que resultanser .anteriores a aquellas operacion es, adems de genricas o comunes conlas configuraciones de otras ciencias fisicalistas. S e tratara, por ejemp lo, porrecordar uno de los ejemplos del propio B ueno, del caso de la reflexologa, endonde, partiendo de los m ovimientos musculares operatorios de algn organis-

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    La psicologa: una anomala para la teora ... 189mo, factorizamos dichos movim ientos en los com ponentes y nexos estrictamente fisiolgicos contenidos en algn circuito neurofisiolgico reflejo. En el senode dicho circuito neurofisiolgico quedan, desde luego, absolutamente eliminadas las operaciones temticas de partida, en la medida en que, en efecto, losnexos y componentes estrictamente fisicalistas (espaciales contiguos) del circuito neurofisiolgico resultan ser anteriores en relacin con las operaciones departida, as como genricos o comunes con otras construcciones cientficasfsico-naturales (con las de la fisiologa del sistema nervioso, en particular).En alguna o casin. Bueno ha sealado que una ciencia que alcance el estadoa l ya no debe ser considerada como m eramente neutral, en cuanto que suconstruccin implicara una crtica de lo que desde sus resultados esencialesresultara ser mera sabidura aparente, esto es, el mero conocimiento fenomenolgicode las operaciones temticas de partida. Es im portante, sin em bargo, me parece,percatarnos de que cabe realizar la crtica de aquella intencin crtica cuandoreconocemos que los contenidos del estrato esencial fisicalista genrico yanterior al que regresamos slo constituyen partes materiales, pero no forma-les, de las situaciones operatorias temticas de partida, razn por la cual nopueden reco nstruir (explicar) formalm ente dichas situaciones: los contenidosestrictamente neurofisiolgicos de un circuito reflejo constituyen partes materiales, no formales, de los movimientos o peratorios del organismo , de modo queno pueden reconstruir (explicar) formalmente dichos movim ientos operatorios,precisamente en cuanto que operatorios. No decimos, desde luego, que no seaposible regresar al mencionado estrato esencial neurofisiolgico a partir delas operaciones del organismo; lo que subrayamos es que la realizacinefectiva de semejante regreso se desliga de las operaciones de partida de m odoque no puede ya reconstruirlas formalmente y por ello explicarlas como talsituacin operatoria.Pero ello quiere decir represe que en las situaciones a l el regreso delas operaciones de partida al estrato esencial (justamente por ser ste genrico a la vez que anterior) no incluye el trmite dialctico com plemen tario delprogreso desde el estrato esencial a las operaciones, es decir, que en estassituaciones las operaciones no constituyen, en rigor, un contenido enomenolgicoformalm ente interno de la construccin gnoseo lgica: no podemos hablar aqude fenmenos operatorios, puesto que las operaciones no estn formalmentepresentes como fenmenos de la construccin (presentes en el estratofenomenolgico del eje semntico), sino slo materialmente presentes. Slopodremos decir que las operaciones constan formalmente como fenmenosgnoseolgicos de una construccin cuando el regreso desde stas a las esenciasse vea necesariamente acompaado del trmite dialctico com plementario delprogreso desde las esencias a las operaciones, trmite ste que justamentequeda cancelado en las situaciones a l .Por ello, deberemos reconocer que, en rigor, el desbordamiento que lasmetodo logas a l operan en relacin con la idea general inicial de metodo logasB-operatorias es un desbordamiento no dialctico, puesto que es (digamos)exterior a la propia d ialctica caracterstica de las ciencias humanas y etolgicas.

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    190 Juan B autista Fuentes OrtegaDicha dialctica, en efecto, comienza a abrirse paso en presencia de lassituaciones denominadas como a2. Pues ahora estamos en presencia de aquellas situaciones en las que, partiendo de las operaciones temticas del campo

    regresam os constructivam ente hacia un estrato esencial en don de, sin perjuiciode que los nexos que configuran dicho estrato no sean ellos mismo s ope ratorios,la propia construccin (regresiva) de dicho estrato no puede hacerse si no espor la mediacin del trmite dialctico com plementario d el progreso hacia lasoperaciones de partida, es decir, alimentndose formal y positivamente dedichas operaciones, las cuales, por ello mismo, ahora s que constan formalmente como fenmenos gnoseolgicos de la construccin. Es por ello, justamente, por lo que ahora debemos considerar a dichos estratos esenciales comoposteriores (que no anteriores) a las operaciones, y por lo que debemos reconocer que en dichos estratos las operaciones slo quedan eliminadas relativa-mente (no absolutamen te); en rigor: quedan eliminadas dialcticamente puestoque se requiere formalmente de ellas, justamente a ttulo de fenm enosgnoseolgicos, para poder efectuar la construccin esencial que las segrega oelimina. Aho ra s que podrem os decir que las estructuras esenciales alcanzadasreconstruyen (o explican) formalmente a las operaciones fenomnicas de partida, y que las reconstruyen o explican desde las configuraciones alcanzadaspor dicho estrato esencial.Ahora bien, dicha situacin puede abrrsenos paso, a su vez, segn dos(sub)cursos distintos caractersticos, que Bueno ha denominado a2I y a2II.En las situaciones a 2 I, los contextos esenciales alcanza dos, sin perjuicio deser posteriores a las operaciones en el sentido ind icado, son todava genricos,es decir, nos remiten a configuraciones que podemos reconocer entre lasesencias de otras ciencias fisicalistas o naturales. Tal sera el caso, retomand ode nuevo un ejemplo del propio Bueno, en el que una categora zoolgicagenrica como puede ser la necesidad de alimentacin (no ya entendida co mouna necesidad subjetivo individual de cada organismo, sino ms bien comouna causa que postulamos retrospectivamen te cuand o reconocem os el hecho dela presencia de bandas humanas que han debido sobrevivir alimentndose) nospermite reconstruir (explicar), por ejemplo, las operaciones de la guerra entredos bandas humanas, cuando se dan determinadas condiciones ecolgicas,como pueden ser la escasez de alimentos para una banda que vive en proximidad con otra banda que posee d ichos alime ntos. Es interesante hacer notar aquque, en efecto, el estrato esencial desde el que se realiza la explicacin es detipo genrico genrico zoolgico : ciertas relaciones bio-ecolgicas (fisicalistas)que deben estar dndose entre las bandas de organismos (humanos) y ladistancia (fsica) entre la localizacin de estas bandas y las fuentes de alimentacin; sin perjuicio de lo cual, aquello que dicho estrato esencial reconstruyeo explica son situaciones operatorias genu inas, com o pueden ser las percep ciones y relaciones operatorias entre los organismos de una band a y otra, as comoen relacin con las fuentes alimenticias. Las operaciones quedan aqu integradas en, a la vez que eliminadas (reabsorbidas) por, la propia explicacin bio-ecolgica (a la escala, naturalmente, de la propia configuracin bio-ecolgica

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    L M psicologa: una anomala para la teora ... 191a la que se mueve la explicacin: una escala, sin duda, sumamente abstracta yparticular, pero que puede ser efectiva). Las estrategias explicativas de laantropologa naturalista, en cuanto que se desenvuelve precisamente comozoologa antropolgica, tenderan a situarse en estos estados a2I.Las situaciones a2IL sin embargo, seran aquellas en las que el estratoesencial que alcanzamos regresivamente, adems de ser posterior respecto delas opera cione s, nos introduc ira en configuraciones que ya no son genricas enel sentido indicado, sino que podemos reconocer como especficas de loscampos humanos en los que la construccin trabaja.Merece la pena, creo, que nos detengamos mnimamente en considerar elsentido gnoseolgico de estas situaciones a2n, puesto que son en cierto modoprivilegiadas, en cuanto que las ciencias que se instalan en ellas alcanzansimu ltneamente el mayor grado de cientificidad me todolgica a la par que sonlas ms especficamente humanas desde el punto de vista temtico, adems deque la comprensin de su factura gnoseolgica dialctica nos prepara paracomprender la trabazn dialctica que con ellas guardan las situaciones B1 delas que poco ms adelante hablaremos.Debemos preguntamos: En qu sentido son especficas de los camposhumanos las configuraciones esenciales alcanzadas por estas ciencias? De unmodo negativo, cabe comenzar por responder a esta pregunta sealando quedichas configuraciones ya no son fisicalistas (fsico-naturales), como lo eranlas configuraciones genricas de las ciencias a2I; quiere ello decir, entonces,positivamente, que los nexos que ligan los trminos de estas estructuras esenciales tendrn la forma de relaciones a distancia (no de contigidad espacial),que son precisamente el tipo de nexos que caracterizan gnoseo lgicamente a lasoperaciones (y los fenmenos); ahora bien, en cuanto que estratos esenciales detipo a, dichas estructuras no son ellas mismas o peratorias (ni fenomnicas): losnexos que ligan a las operaciones, o a sus trminos resultantes, no son ellosmismos operatorios, y, sin embargo , dichos nexos, si es que no son ya fsicalistas,deben ser a distancia. Estam os, pues, en presencia de unos nexos inter-operatorios,ellos mismos no operatorios, y a distancia: unos nexos que, no siendo fenomnico-operatorios, puesto que son esenciales, retienen la forma de las relaciones adistancia mediante la que hemos caracterizado inicialmente a las operacionesfenom nicas. Cul puede ser, entonces , la forma, no fenom nico-operatoria deunas estructuras cuyos componentes al estar ligados entre s a distancia puedanpor ello incorporar (reconstruir formalmente) de un modo especfico a losfenmenos operatorios de partida? Sugiero que dicha forma slo puede ser lade las estructuras morfo-sintcticas. Hemos de contar, en efecto, con unamultiplicidad de individuos operatorios, y por tanto con una diversidad deinteracciones o interrelaciones operatorias entre ellos, de modo que entredichas interrelaciones operatorias (o entre sus trminos resultantes) broten unasrelaciones ellas mismas no operatorias que puedan convertirse en la pauta,norma o regla esencial y objetiva de aquellas interrelaciones ope ratorias. Peroestas relaciones (no operatorias) de {mitT)relaciones (operatorias) slo puedentener la forma de alguna estructura morfosintctica como para que, en efecto.

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    192 Juan Bautista Fuentes Ortegano siendo fisicalistas (genricas), puedan convertirse en la pauta o normaesencial y objetiva, a la vez que especfica, de las operaciones y de susrelaciones operatorias.

    El concepto de estructura morfosintctica, tom ado inicialmente de la lingsticaestructural, puede ser generalizado sin dificultad, en efecto, me parece, paracaracterizar a la forma de las estructuras objetivas esenciales especficas de loscampos humanos y etolgicos donde cupiera encontrarlas empricamenteesto es , de las instituciones socio-culturales; el concepto de estructura morfosintcticalingstica se nos aparecera de este modo com o el primer analogado de unaidea (filosfica) que podemos ver realizarse tambin en otras obras humanasespecficas (socio-culturales). Segn esto, no slo la morfosintaxis de algunalengua natural en particular, sino tambin, pongamos, una hacha de slexpaleoltica, un edificio arquitectnico (una cabana, una pirmide o una catedralgtica), un automvil o un acelerador de partculas, seran estructurasmorfosintcticas especficas de los campos humanos. Entre otras virtudes, elconcepto de estructura morfosintctica nos permite apreciar el carcter artificial de toda obra humana especfica: artificial, en efecto, no ya en el sentidode caprichoso, convencional o catico pues nada puede haber, a escalahumana, tan slidamente legalizado como dichas estructuras, pero s en elsentido de que ninguna configuracin natural-fisicalista puede determinar laforma de dichas configuraciones morfosintcticas: s en el sentido, en efecto,de que dada la posibilidad (histrica) de varias alternativas socio-culturales,cualquier configuracin natural-fisicalista slo puede ser un contenido material, pero no formal, y por ello no puede reconstruirla formalmente, de laalternativa realizada. Las operaciones de la guerra a las que antes nosreferamos (en relacin con el estado a2I) pueden adoptar segn los casosconfiguraciones socio-culturales respecto de las cuales las categoras zoolgi-co-genricas ligadas, por ejemplo, a la necesidad de alimentarse, no tienenninguna potencia reconstructiva (explicativa) formal.Al regresar estas ciencias hasta un estrato esencial objetivo l mismo nooperatorio (de tipo a ) que permite reconstruir (explicar) las operaciones fenomnicasde partida, a la vez que dicha reconstruccin se hace de un modo especfico enel sentido indicado, dichas ciencias aunan, como decamos, el grado ms altode cientificidad metodolgica al mayor contenido hum ano temtico especfico.Se trata de las ciencias que podramos denominar como ciencias estructuralistaso del espritu objetivo, y entre las cuales habra qu e incluir, de entrada, d esdeluego, a la lingstica estructural, pero tambin al menos en cuanto alcancenefectivamen te sus construcciones a ciencias tales com o la econom a poltica,la sociologa, o la antropologa cultural.

    Pues bien: la comprensin de las situaciones a2II nos abre la puerta, creo,como antes sugera, para com prender el sentido gnoseolgico de las situacionesque Bueno ha denominado como ^ 1 . Veamos.Cuando el plano ^-operatorio no slo no es eliminado regresivamente delcam po, sino que se man tiene formalmente, y no ya slo a ttulo de fenmenos,sino incluso como contenido ese ncial, estamos en presencia de las situaciones

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    La psicologa: una anom ala para la teora ... 193que Bueno denominar metodologas p-operatorias, no ya ahora como ideainicial general (cuyo desenvolvimiento dialctico estamos contem plando), sinopara caracterizar en particular a los estados o situaciones concretos de tipo B.La diversidad de estados de tipo p nos ofrece una estructura que se correspondeen principio con la diversidad de estados de tipo que acabamos de considerar:as, los estados p se nos presentarn como desplegndose, de entrada, en dossituaciones posibles, pi y P2, que se corresponderan, en principio, con a2 ya l respectivamente; a su vez, los estados Bl se nos subdividen en dos (sub)estados,pil y plll, de un modo correlativo a las dos situaciones que hemos podidoreconocer en a2, a2I y a2II.Como hemos dicho, las diversas situaciones de tipo 6 ocurren cuando elplano B-operatorio no es eliminado del campo de la ciencia, sino que semantiene incluso en su nivel esencial; quiere ello decir, pues, que en estassituaciones se debern mantener, a lo largo de toda la construccin, las operaciones del sujeto gnoseolgico stas no deben quedar segregadas por efectode sus resultados constructivos esenciales, y hasta tal punto que se llegue aproducir alguna forma de identidad entre dichas operaciones del sujeto gnoseolgicoy las operaciones que constan com o contenidos temticos del cam po. Pues bien,la primera distincin que cabe establecer, entre los cursos P1 y p2 que se nosabren dentro de las situaciones de tipo P, depende del tipo de identidad que encada caso se d entre las operaciones gnoseolgicas y las temticas, o, si sequiere, del modo concreto como las operaciones gnoseolgicas re-produzcan oreconstruyan a las operaciones tem ticas. Cuando las operaciones gnoseolgicasre-construyan efectivamente a las operaciones temticas, de modo que logrenuna identidad esencial respecto de estas ltim as, pero sin llegar a ser las m ismasque ellas, es decir, sin llegar a darse una continuidad num rica o substancial conellas, estaremos en presencia de las situaciones pi; sin embargo, cuando laspropias operaciones gnoseolgicas sean substancialmente idnticas con lasoperaciones tem ticas, o estn en continuidad numrica con ellas, de modo quesean las mismas operaciones cuando, por as decirlo, sean las propias operaciones gnoseolgicas las que ocupan el campo temtico, estaremos entonces en presencia de las situaciones P2.Las situaciones pi se nos despliegan, a su vez, como decamos, en dos(sub)cursos posibles. En ambos casos, partimos de un plano fenomnico quecontiene formalmente operaciones, y en ambos casos regresamos hacia uncontexto esencial que, siendo esencial, sigue siendo operatorio (a diferencia delos estratos esenciales de las situaciones a en donde, com o veamo s, quedabaneliminadas las operaciones). Ahora bien, el plano fenomnico del que partimospuede contener, como decamos, formalmente operaciones segn dos modosdistintos: o bien indirectamente o bien directamente; en el primer caso, lo queconsta com o contenido fenomnico directo no son ya operaciones, sino objetosfenomnicos despiezados en una multiplicidad de aspectos, objetos que enalgn momento debieron ser construidos operatoriamente por los sujetos operatoriostemticos del campo, pero que se presentan fenomnicamente en el campocomo despiezados en una multiplicidad de aspectos, de modo que la tarea del

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    194 Juan Bautista Fuentes Ortegasujeto gnoseolgico ha de consistir en reconstruir la estructura esencial delobjeto, para lo cual ha de re-producir las operaciones esenciales que lo construyeron. Este sera el caso de las metodologas pil. En el segundo caso, sonlas operaciones mismas de algn sujeto operatorio temtico las que constandirectamente como fenmenos de partida, de modo que la tarea del sujetognoseolgico sea la de envolver a esas operaciones fenomnicas, una vez queellas se estn dando, regresando a otras operaciones que las determinen esencialmente. Este sera el caso de las metodologas pill.Es muy impo rtante, me parec e, comprender que el sentido gnoseolgico deestas dos situaciones 61 reside en el engarce dialctico con las situaciones a 2anteriormente consideradas^Comencemos por considerar las situaciones p i l . Es claro, para empezar, quelos objetos que se presentan despiezados y que el sujeto gnoseolgico debereconstruir son obras hum anas, o sea, objetos artificiales en el mismo sentido enel que lo indicbamos en el contexto de las metodologas a2 II. E stos objetos handebido ser fabricados, en algn mo men to, por otros sujetos o peratorios, de modoque es la estructura esencial de dicha obra la que se trata de reconstruir ahora porel sujeto gnoseo lgico. Sin duda, dichos objetos slo pudieron ser construidos ensu momento con m ateriales fsico-naturales con qu otro material iban a habersido construidos?, y as debern ser reconstruidos ahora por el sujeto gnoseolgico;pero, como ya dijimos, los materiales fsico-naturales que constan en la fabricacin de los objetos hum anos especficos (de los objetos operatoriamente construidos) slo constituyen (sin perjuicio de su propio plano de formalidad fisicalista)contenidos m ateriales, que no formales, de la forma especfica (operatoria) de suconstruccin, razn por la cual no pueden reconstruir formalmente dicha forma.A su vez, como tambin vim os, si es que la forma (especfica) de dichos objetosha de ser una forma esencial, de modo que puedan pautar objetivamente algunaaccin operatoria, dichas formas han de consistir en estructuras morfosintcticasde algn tipo. En a2II, el sujeto gnoseolgico deba regresar a las estructurasesenciales que pautaban objetivamente las operaciones fenomnicas de las queel sujeto gnoseolgico parta; tambin ahora, en la situacin pil, el sujetognoseolgico debe regresar a una estructura esencial (debe reconstruir la formaesencial especfica del objeto que tiene delante fenomnicamente despiezado enaspectos), slo que esta vez debe hacerlo mediante la reproduccin de lasoperaciones que reconstruyen aquella forma esencial. En ambos casos ^represeestamos en presencia del mismo tipo de objetos o estructuras: l&s formas esen-ciales especficas: no es necesario pensar exclusivamen te en artefactos (cosas)

    ' La interpretacin que voy a ofrecer de las metodologias Bl puede ponerse en relacin conla polmica entre Bueno y Alvargonzlez habida en las pginas del nmero 2 de El Basilisco(segunda serie), que se reproduce en este volumen, acerca del estatuto cientfico de dichasmetodologas. Si no me equivoco, la interpretacin que aqu propongo de las metodologas BUy Bill como momentos intermedios necesarios del propio despliegue de las metodologas a2Iresita de un modo muy preciso el concepto de ciencia media, al que Bueno recurre en dichapolmica, en el contexto de la tipologa general del propio Bueno.

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    La psicologa: una anom ala para la teora ... 195ms o menos complejos, com o un hacha, una noria o un acelerador de partculas;tambin habra que pensar en todo tipo de obras humanas especficas, como unidioma natural (su gramtica, por ejemplo), o cualquier institucin socio-cultural:todas ellas son formas esenciales especficas en el sentido indicado. Y en amboscasos de nuevo, represe , las metodologas p i l se nos presentan (y sta esla cuestin) como un mom ento interno necesario para el propio cumplimiento delresultado final de las metodologas a2 II , es decir, para satisfacer el regreso haciauna forma esencial especfica. Advirtase: para regresar desde los fenmenosoperatorios de partida hacia las estructuras esenciales especficas es menestercontar con un estrato intermedio, en donde no contemos ya meramente con lassolas operaciones fenomnicas, sino (y a partir de stas) con ciertos resultantesinter-operatorios suyos que se comporten ya como aquellos aspectos del objetoo estructura por reconstruir, de modo que el regreso al objeto o estructura esencialslo pueda lograrse por la mediacin de aquellas operaciones esenciales quecomponen los aspectos segn su estructura esencial. Sin la mediacin de losaspectos y de las operaciones esenciales que reconstruyen el objeto a partir deellos, no se ve, me parece, cmo es posible regresar desde las solas operacionesfenomnicas a las estructuras esenciales.Por esta razn, me parece que no es necesario ni restringir el estado p i l auna sola ciencia (por ejemplo, la historia fenomnica), ni entender que haya deser una ciencia entera la que quede contenida en dicho estado, sino ms bienentender que las metodologas pil constituyen un trmite interno necesario detoda metodologa a2II en el sentido indicado.Pero algo semejante me parece que tambin deberamos decir de las metodologasp i n y de su engarce con las metodologas a2 II . En las situaciones p II I estamosante el caso en el que dadas, como contenido fenomnico directo, las operaciones de algn sujeto o peratorio tem tico, llegamos, por la mediacin de dichasoperaciones (no antes), a envolverlas mediante el regreso a otras operacionesesenciales que las determinan. Pero qu sentido puede tener esta determinacin de unas operaciones fenomnicas (de un sujeto operatorio) por otrasoperaciones esenciales (de otro sujeto operatorio que el sujeto gnoseolgicodebe reproducir) dado el despliegue de las primeras?G. Bueno ha solido apelar a la teora de juegos como ciencia que vendraa ejemplificar este estado. Sin emb argo, me parece que tambin en esta ocasindebemos sealar que no sera necesario ni restringir el estado pill a una solaciencia ni entender que ha de ser una ciencia entera la que debe contenerse enlos lmites de estas metodologas; ms bien, de nuevo, me parece que lasmetodologas p i l l deben ser contempladas como un mom ento necesario internodel despliegue de las metodologas a2II: esta vez, en particular, como unmomento interno al trmite dialctico complementario que exigamos a lasmetodologas a2II de progresar desde las estructuras esenciales a los fenmenos operatorios para poder regresar desde stos a las estructuras esenciales.Aunque, como digo, la teora de los juegos no debera ser vista como lanica ejemplificacin cientfica de estas situaciones, la comprensin de susignificado gnoseolgico nos puede servir para poner de manifiesto lo que

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    196 Juan Bautista Ftientes Ortegaquiero sealar. En un juego, las operaciones de uno de los dos jugad ores llegana determinar esencialmen te las del otro cuando aqul se alza con el dominio delas reglas de ese juego llegando a ganar, si bien a su vez sem ejante dom inio slollega a ejercerse p or la mediacin del despliegue de las operaciones del jugadordom inado. Las operaciones ganadoras (determinantes) llegan a ganar (determinar) a las operaciones determinadas (vencidas) en cuanto que operacionesesenciales que reducen a las determinadas a operaciones fenomnicas. Peropara que tenga sentido la propia distincin entre operaciones fenomnicas yoperaciones esenciales (en este contexto) es menester contar, me parece, conla presencia de las reglas del juego (con su mayor dom inio por parte del jugad organad or), aun cuando, como d igo, dichas reglas slo se apliquen en el cursodel jueg o y por la mediacin de las operaciones de terminad as. Quiere ello decir,me parece, que no es correcto entender que estamos en presencia de unasituacin en la que una energeia es determinada por otra energeia sin elintermedio del ergon de los objetos (como en alguna ocasin ha dichoel propio Bueno)'; pues si retiramos la identificacin entre objeto y cosa oartefacto, entonces hemos de reconocer que si media la presencia de un objetocomo estructura, la estructura de las reglas del juego (su mayor dominio),estructura sta que podem os reconocer ahora como una determinacin particu-lar (en el contexto de los juegos) de lo que vengo llamando forma s esencialesespecficas (especficas, en efecto, por lo que carece de sentido el conceptode juego contra la naturaleza). Sin duda que, como decamos, dicha estructura (las reglas del juego) slo puede desplegarse en el curso del juego, dadapor tanto la mediacin de las operaciones fenomnicas; pero precisamente demodo que, por la mediacin de dichas operaciones, se las llegue a envolver ydeterminar esencialme nte por las operaciones que incorporan el (mayo r) dom inio de las reglas del juego.Este es, precisamente, el significado gnoseolgico que quiero resaltar desemejante situacin: que unas operaciones pueden llegar a ser esenciales yreducir por ello a otras a la condicin de operaciones fenomnicas justamenteen la medida en que necesiten incorporar positiva y formalmente a estasltimas. Pero esta situacin es, me parece, enteramente idntica al trmitedialctico que exigamos a las metodologas a2II de alimentarse positiva yformalmente de los fenmenos operatorios de partida como complementonecesario del regreso desde dichos fenmenos operatorios a los estratos esenciales. Como hemos subrayado, en efecto, el regreso (desde los fenmenosoperatorios) al estrato esencial requiere del trmite dialctico complementariodel progreso desde dicho estrato esencial a los fenmenos operatorios: y esjustamen te en el curso de dicho progreso donde vem os aparecer a las m etodologasp i n actuando: donde, alimentndonos positiva y formalmente de los fenmenos operatorios (por la mediacin de su despliegue) podem os llegar a determi-

    ' Vase Bueno, G.: Gnoseologfa de las Ciencias Humanas, en Actas del I Congreso deTeora y Metodologa de las Ciencias, Oviedo, Pentalfa, 1982, p. 334.

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    La psicologa: una anomala para la teora ... 197narlos esencialmente no desde una estructura esencial con la que previamenteya contsemos (pues en tal caso habramos consumado ya el regreso (a) alestrato esencial), sino mediante aquellas operaciones esenciales que, segn vansiendo obtenidas va ^1 en el momento intermedio necesario del regreso alas esencias por tanto-, nos permiten ir envolviendo y determinando esencialmente a las operaciones fenomnicas que incorporamos va ^JII.Mi idea es, pues, como se ve, que las metodologas pil y pill constituyen,respectivamente, los dos momentos o vas intermedios necesarios y complementarios para regresar (desde los fenmenos operatorio s a las esencias) y paraprogresar (desde las esencias a los fenmenos operatorios) en el seno de lasmetodologas a2II cuando consideramos el despliegue de stas en toda sucomplejidad dialctica.De este mo do, me parece, no slo se asegura la comprensin de la pertinencia gnoseolgica (cientfica) de las metodologas pi, sino que comprendemosel engarce gnoseolgico dialctico de dichas metodologas respecto de lasmetodologas a 2I I, como un despliegue interno a la vez que diferenciado de lapropia lgica de estas metodologas. De este modo, me parece, la tipologaentera de G. Bueno gana en coherencia y precisin gnoseolgico-dialcticas ynos muestra, si cabe an de una manera ms depurada, su significado noemprico o factual, sino gnoseolgico (transcendental).Consideremos, por ltimo, las situaciones P2. Como antes decamos, aquel sujeto gnoseolgico no re-produce, mediante sus operaciones esenciales, lasposibles operaciones esenciales de los sujetos temticos del campo, sino queocupa o realiza el propio campo tem tico mediante el despliegue de sus propiasoperaciones, por lo que se produce una identidad substancial o una continuidadnumrica entre las propias operaciones gn oseolgicas y las operaciones temticas. Esta situacin recoge los saberes humanos (o especficos) prcticos encuanto que realizan las normas socio-culturalmente vigentes de una sociedaddada. Por ello, dichas metodologas lo sern de las tecnologas humanas (oespecficas), antes que de las tecnologas derivablcs de las ciencias fsico-naturales, salvo que considerem os, lo que es posible, que las tecnologas de lasciencias fsico-naturales no se aplican en un vaco normativo socio-cultural,sino siempre dentro de determinadas normas socio-culturales, de suerte quepodamos insertar nuestra consideracin de dichas tecnologas fsico-naturalesen el seno de dichas normas y analizarlas entonces como un caso especial delas metodologas P2. Por lo dems, tampoco estas metodologas deberanidentificarse con las ciencias aplicadas, ni siquiera con las ciencias humanas(especficas) aplicadas. Habra que distinguir, a este respecto, me parece, entreel caso en donde las normas que estn siendo desplegadas operatoriamenteresponden a formas esenciales ya establecidas y el caso en donde responden aestructuras no esenciales. En este segundo caso entramos en el terreno de unacasustica factual o emprica, en donde ni siquiera tendra sentido hablar depraxio-loga (y mucho menos de tecno-loga), sino de una praxis tentativa oerrtica (aunque pueda tener importancia y reconocimiento social). En elprimer caso, todava habra que distinguir, me parece, entre aquella situacin

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    198 Juan Bautista Fuentes Ortegaen donde la norma social desplegada sea ya el resultado explcitamente construido por alguna ciencia humana (en su estado a2II), en cuyo caso s cabrahablar de tecnologa (de un uso tecnolgico humano (especfico) de resultadosesenciales ya ofrecidos por alguna ciencia), y aquella otra situacin en dondesea la propia esencia la que est realizndose por la mediacin de esta metodologa,es decir, en donde sea la propia categora cientfica la que est realizndosepero sin que todava se haya producido la ruptura de la identidad substancial(entre operaciones gnoseolgicas y temticas) como para que pueda hablarsecon propiedad del surgimiento de una ciencia; en este segundo caso, creo ques podra hablarse de praxiologa, si bien no aun, en rigor, de tecnologa.

    2 . Carcter anmalo de la psicologa en relacin con la tipologade situaciones constructivas caractersticas de las ciencias humanasy etolgicas1. Qu podremos decir, entonces, a la vista de lo anteriormente exp uesto,de la psicologa? Para empezar, reparemos en que hasta el momento me heprohibido, de una m anera intencional, hablar de conducta a lo largo de todala exposicin y discusin precedente. Y es que, en efecto, el concepto deoperacin, enteramente privilegiado como puede apreciarse en la construccin gnoseolgica de Bueno, no debe ser hecho, en principio al menos,equivalente al concepto de conducta.La conducta (segn comienzo por sugerir) tendra, sin duda, que ver con lasoperaciones, pero en cuanto quepa reconocer a stas como dndosenos a laescala de algin individuo en particular. El concepto de conducta, en efecto,podr ser determinado con un mnim o de precisin, en cuanto quepa reconoceren algn sentido unidades operatorias individuales de las que, adems, podamos decir que no resultan mutuamente intersustituibles (razn por la cualhablamos de algn individuo .en particular).Pronto se ve, desde luego, que el concepto de operacin no puede hacerseequivalente al de conducta, precisamente por el rasante gnoseolgico desde elque est pensado el concepto de operacin. El concepto de operacin estpensado, en efecto, por Bueno, gnoseolgicamente, a efectos de subsumir las

    unidades operatorias individuales en las figuras supra-individuales esencialesdonde aquellas unidades operatorias individuales queden mutuamente neutralizadas. Ello no quiere decir entindase que la gnoseologa de Bueno nocontemple a los individuos operatorios como contenidos (y como contenidosformalmente gnoseolgicos) de una construccin cientfica; los contempla, sinduda, pero precisamente porque los contempla como contenidos formalmentegnoseolgicos los percibe desde la dialctica gnoseolgica de su mutuaneutralizacin en el regreso a los resultados esenciales.Los individuos operatorios deben estar, desde luego, presentes, para lateora del cierre categorial, en toda construccin cientfica, siquiera sea desdeel mom ento en que en el eje pragm tico reconocemos la presencia formal de la

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    La psicologa: una anomala para la teora ... 199figura gnoseolgica de los dialogismos, esto es, de interrelaciones operatoriasentre ms de un individuo operatorio. A mi juicio, la caracterizacin gnoseolgica que, desde la teora del cierre categorial, cabe hacer del individuooperatorio sera la siguiente: habra que reconocer, de entrada, una m ultiplicidad de planos aspectuales fenomnicos co-relativamente diferenciables, ligados a las operaciones, de modo que podamos hacer residir el individuo (cadaindividuo) en cada aspecto diferencial (co)relativo. De este modo, la propiaidea de individuo se nos muestra como una idea universal que desde su propiauniversalidad pide la diferenciacin individual. Ahora bien, dichos individuos,como aspectos (fenomnicos) diferenciales (co)relativos, estn a su vez, comodeca, pensados desde la posibilidad (gnoseolgica) de su mutua neutralizacin,es decir, de la eliminacin de sus mutuas diferencias aspectuales, cuando, porconfluencia operatoria, se logra el regreso hacia el estrato esencial, y por ellotambin en relacin con el trmite dialctico complementario del progresohacia los fenmenos. En el curso del regreso, en efecto, segn se logra, se nosborran aquellas diferencias aspectuales recprocas; mas, si esto es as, slopuede serlo porque, a su vez, en el trmite del progreso, aunque deban reaparecer dichas diferencias, reaparecen en cuanto que (digamos) virtualmentedispuestas o preparadas para su mutua neutralizacin, es decir, en cuanto queestn pensadas como necesarias en el ejercicio a la vez que mutuamenteintersustituibles.Como quiera, a su vez, que los propios sujetos operatorios temticos, en elcaso de las ciencias humanas y etolgicas, estn siendo pensados como reconociblesdesde la idea gnoseolgica de ciencia, dichos sujetos temticos estn por ellosiendo entendidos asimismo como sujetos gnoseolgicos, sometidos por tantoa la misma dinmica gnoseolgica de eliminacin esencial supra-individual,incluso cuando stos constan como fenmenos de la construccin. En cuantoque fenmenos, sin duda, los sujetos (gnoseolgicos) temticos se nos mostrarn dispersos en su multiplicidad individual, pero se trata, de nuevo, de unamultiplicidad pensada a efectos de su mutua neutralizacin desde los estratosesenciales (a los que la construccin alcance), de m odo que aquella m ulticiplidadindividual operatoria consiste, en realidad, podramos decir, en el soporteaparente de la realizacin de alguna esencia (un soporte, sin duda, cuyaapariencia (mu lti-individual) es necesaria: n ecesaria, claro est, para soportarla propia esencia supra-individual). Este es, me parece, el destino del individuodentro de la dialctica gnoseolgica construida por Bueno.En vano procuraremos encontrar, entonces, nada que se parezca a unindividuo en particular como contenido temtico formal de algn campo dentrode la tipologa diseada por Bueno. Ahora bien, el concepto de individuo enparticular es acaso algo ms que un fantasma? A nuestro juicio, dichoconcepto connota algo ms que un fantasma, aunque para pensar su realidad seamenester, creemos, comenzar por desbordar la propia dialctica gnoseolgicade Bueno.

    2. Lo que buscamos, en efecto, es reconocer aquellas diferencias aspectuales(fenomnicas) (co)relativas, en cuanto que podamos pensarlas de algn modo

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    200 Juan Bautista Fuentes Ortegacomo no mutuamente intersustituibles, como mantenindose por tanto en supropia diferenciacin.A tales efectos, proponemos la construccin del siguiente esquema deconexin diamrica. Consideramos, para empezar, a la clase A de los objetosfenomnicos (apotticos) como despiezada o desarrollada en una multiplicidadde aspectos (fenomnicos) estticos {Al,A2,... An) que figuren como m iembrosde una clase no distributiva, sino atributiva. Y consideramos ahora el trminoB, como trmino destinado a intercalarse o infiltrarse como conexin entre laspartes de A, en cuanto que vis apetitiva. Aho ra bien, el concepto de apetito(o de conato o de deseo, como quiera decirse ), lo haremos derivar dela propia asimetra o diferencia entre los miem bros {Al ,A2,... An) en que hemosdisgregado a la clase A de referencia en cuanto que, segn decamos, sonmiembros de una clase atributiva (no distributiva), de modo que sea la mismadiferencia o asimetra la que se constituya en movilizador (impulso) de laconcatenacin de unos miembros con otros. El deseo reside, pues, tal esnuestra tesis en la propia diferencia asimtrica entre los miembros de unaclase atributiva, y es dicho momento desiderativo el que consideramos comotrmino B que se infiltra entre los propio s miem bros {Al ,A2,... An), movilizan-do diamricamente su conexin. La unidad de la clase A alcanzada diamricamentede este modo n o es, naturalmente, la que se correspondera formalmente con laidentidad (esencial) de alguna otra clase distributiva en cuyo carcter distributivopodemos hacer residir la identidad formalmente esencial, sino que hay queverla como una unidad o un agrupam iento meram ente atributiva que se entre-teje transversalmente con las unidades formales atributivas de tal modo que , sinque pueda reducir a stas ltimas formalmente, constituye no obstante unacondicin material necesaria para que dichas unidades formales distributivaspuedan alcanzarse. En semejantes agrupam ientos meram ente atributivos engar-zados diamricamente del m odo indicado hacemos residir, justam ente, el indi-viduo psicolgico y con l la conducta.M e permito recordar que el esquema de conexin diamrica que acabam osde sealar ya fue ensayado po r Leibniz (como por lo dem s ha sido puesto deman ifiesto po r el propio Bueno ) cuando en el prrafo 15 de la Monadologa nosdeca: La accin del principio interno que produce el cambio o el paso de unapercepcin a otra puede llamarse Apeticin. Si bien es cierto que el apetito nosiempre puede acceder por entero a toda percepcin a la que tiende, en camb io,siempre obtiene algo de ella y accede a nuevas percepciones*. Como hasealado, comentando precisamente este m ismo prrafo, el propio B ueno: ...en la Monadologa de Leibniz (prrafo 15) encontramos una sorprendenterealizacin del que hemos llamado esquema de conexin diamrica... entre lavs representativa y la V5 apetitiva de las mnadas. Porque podra decirse queLebniz procede como si hubiera descompuesto la vis representativa en diversas

    * V er p. 85 de Leibniz, W.: Monadologa, (ed. trilinge en latn, francs y castellano; trad.por Julin V elarde), Oviedo, Pentalfa, 1981.

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    La psicologa: una anomala para la teora ... 20 1determinaciones homogneas {Al, A2,... An) y hubiera atribuido... a la visapetitiva el papel de nexo entre tales determinaciones'. La nica observacinque por mi parte me permito realizar de este comentario de Bueno es que laparticin de la vis representativa debe considerarse como realizada en trminosheterogneos, que no homogneos, es decir, entre elementos de una claseatributiva, no distributiva, de manera que podamos hacer residir el deseo en laheterogeneidad (o diferencia asimtrica) misma entre sus miembros, como paraque pueda constituirse en el movilizador de la conexin diamrica en latendencia de una percepcin a otra, como tambin decfa Leibniz*. Diferenciaasimtrica sta que, a su vez, nos permite comprender el sentido que puedetener la segunda frase del mencionado prrafo de Leibn iz, sa en la que el autorreprese nos dice que el apetito no siempre puede acceder por entero atoda percepcin a la que tiende, aunque siempre obtiene algo de ella. Qupuede qu erer decir, en efecto, que el apetito no siempre accede por en tero a unapercepcin, aunque siempre obtenga algo de ella? El sentido de esta declaracin se nos hace patente cuando comprendemos que, como decamos, lasconexiones meramente apetitivas entre los fenmenos, debido a la diferenciaasimtrica entre los mismos en la que hacemos residir el deseo, no puedealcanzar una unidad del tipo de la clase distributiva, sino slo una unidad oagrupamiento atributivo, el cual agrupamiento nos da la clave, me parece, paraentender lo que puede estar queriendo decir Leibniz en la mencionada segundafrase del prrafo 15.Dicho de otro modo: la mera concatenacin apetitiva no produce la validezdel conocimiento alcanzado; sin perjuicio de lo cual, me parece, sin el apetitono alcanzaramos ningn conocimiento vlido (ni no vlido). Las concatenacionespsicolgicas (como concatenaciones apetitivas entre momentos fenomnicosheterogneos) no constituyen, desde luego, las condiciones formales de validezdel conocimiento (esto es, las condiciones gnoseolgicas); pero deben considerarse como intercaladas transversalmente (segn el esquema de conjugacindiamrica que hemos propuesto) con dichas condiciones gnoseolgicas comocondicin material (no formalmente gnoseolgica) del propio despliegue gentica-emprico del conocimiento. Debemos considerar, en efecto, a los fenmenosgnoseolgicos es decir, a los fenmenos cuya diferencia aspectual es pensada, gnoseolgicamente, a efectos de mutua neutralizacin, como siendointercalados transversalmente por los fenmenos psicolgicos, es decir, por losfenmenos cuya diferencia aspectual se mantiene por efecto de la propiadiferencia (del deseo); mantenimiento ste en donde se dibuja el sujeto conductualo psicolgico (como individuo en particular, y, con ello, la propia gnesisemprica del conocimiento vlido).3 . Ahora bien, podra decirse que, pensado de este modo el individuopsicolgico, se comprende que l no pueda aparecer com o contenido formal de

    Bueno, G.: Conceptos Conjugados, El Basilisco, 2 (1978), 89-93: 9 1 .Ver en Leibniz, W.: Letrre a Bourguet, Dic. 1914, Gerhardt, Phil., III, 574-75.

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    202 Juan Bautista Fuentes Orteganingn campo gnoseolgico, puesto que aquello de lo que estamos hablando (yque, en efecto, podramos denominar como el proceso psquico, o el psiquismo)no es ms que puro ejercicio que debe estar presente en toda operacingnoseolgica (como su atmsfera psquica, diramos), pero que en modoalguno puede ser representado, es decir, sometido a alguna formalizacingnoseolgica constructiva. Aun cuando reconocisemos, pues, la presenciamaterial (transversal) del psiquismo en toda operacin gnoseolgica, la psico-loga, como presunto saber sobre ese psiquismo, debera seguir presentndosecomo un fantasma gnoseolgico.Y as debera ser si, en efecto, el psiquismo slo fuese puro ejercicio y nopudiese de algn modo ser representado; es el caso, sin embargo, que elpsiquism o s puede ser representado : siquiera sea en la medida en que es posiblehacer (como, por lo menos, en la tradicin del anlisis de la conducta se hahecho y se est haciendo) una taxonoma de diferentes relaciones funcionalescontingenciales.La conducta, desde luego, slo puede ser entendida como la transicin mismaejecutada entre una diversidad de momentos fenomnicos heterogneos en elsentido indicado, una transicin que debe ser ejecutada operatoriamente, auncuando aqu no estemos pensando ya a las operaciones en el sentido gnoseolgico(sino psicolgico, conductual). Si en la ejecucin (operatoria) de dicha transicinconsiste la conducta, la conducta no es m s que la propia realizacin del deseoo apetito: su continua satisfaccin a la vez que su continuo mantenimiento: laccmducta es el continuo estarse haciendo del deseo. A su vez, la conducta nopuede estar hecha ms que de tiempo, un tiempo psicolgico o conductual quereside en el propio hacerse la conducta y con ella el deseo: el deseo est hechode tiempo (conductual) y slo de tiempo. Pero esto, se dira, de nuevo, no es msque puro ejercicio que no puede ser representado; puede ser representado, sinembargo, desde el momento que podemos precisar diversos tipos (clases) derelaciones funcionales contingenciales segn cuya textura diferenciable ocurreo procede ese tiempo conductual: se trata precisamente de las diversas contin-gencias de reforzamiento que ha puesto, de hecho, en juego la tradicin delanlisis conductual. Clsicam ente, el anlisis conductual ha distinguido entre dostipos de condicionamiento, el respondiente y el operante, y por ello entre dos tiposde relaciones contingenciales de reforzamiento claramente diferenciables enbase a la distinta disposicin temporal (conductual) de las variables en juegoas como una gran variedad de modulaciones contingenciales diversas dentrode cada uno de los tipos de reforzamiento. Recientemen te, y dentro de la tradicindel anlisis de la conducta, Emilio Ribes ha desbordado y com plicado de un modosumamente interesante esta clasifciacin tradicional bipartita, proponiendo en sulugar una taxonoma de cinco funciones contingenciales diferentes, basadasasimismo en la distinguible disposicin temporal (conductual) de las variables enjueg o. La idea de contingencia (de relacin funcional contingencial), tal y comoviene siendo manejada al menos en la tradicin (skinneriana) del anlisis de laconducta constituye una representacin experimental efectiva de la idea detiempo conductual a la que antes apuntbamos.

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    La psicologa: una anomala para la teora ... 203No es ste, desde luego, el mom ento de entrar en un anlisis (gnoseolgico?)en forma acerca de estas cons trucciones de la psicologa emprica; pero s lo es,siquiera, de discutir acerca de si semejante anlisis debera ser ya considerado

    gnoseolgico, o de si semejantes construcciones son reconocibles comognoseolgicas en algn sentido.En vano buscaremos, desde luego, entre las construcciones psicolgicas(efectivas: las del anlisis conductual), la eliminacin de las operaciones delsujeto gnoseolgico, as como la eliminacin correlativa de las operaciones delsujeto temtico (como ocurre en las situaciones a ) , ni tampoco la permanenciade estas operaciones como operaciones esenciales (como ocurre en las situaciones p), puesto que en las construcciones psicolgicas no se produce nadaparecido a un regreso a un estrato esencial. Pero, entonces, si no hay regresoa las identidades esenciales, es que tampoco hay propiamente ni siquiera sujetognoseolgico, no ya slo por lo que respecta al lado temtico, sino incluso porlo que se refiere al costado etiolgico de la construccin. El sujeto operatorioque hace la psicologa (el psiclogo) no es (formalmente, en el contexto de lapsicologa) un sujeto gnoseolgico; es simplemente un sujeto psicolgico(conductual) en interaccin (conductual) con el sujeto operatorio temtico, que,por su parte, tampoco es un sujeto gnoseolgico, sino, de nuevo, meram ente unsujeto psicolgico (conductual). Trtase de un episodio de control psicolgico interconductual entre al menos dos sujetos, pero que, como control psicolgico organizad o, se diferencia del mero ejerajjfo? del control p squico q ue enprincipio podemos atribuir a cualesquiera d qP M iv id uo s ordinarios, en que elcontrol psico-lgico puede determinar (represWtar), como decamos, el sistema de contingencias cuyo uso sistemtico se comprueba que de hecho incrementael control.La psicologa, entonces, no debe ser vista, en modo alguno, como unaciencia; tampoco como una tecnologa, es decir, como alguna aplicacin deresultados esenciales cientficos en algn contexto socio-cultural determinado;y ni siquiera cabra verla como una praxiologa psicolgica, puesto que nopodremos ver en el despliegue de las operaciones conductuales de lapsicologa el desarrollo de ninguna categora psicolgica.La psicologa puede ser contemplada, me parece, como una tcnica decontrol (inter)conductual situable como un caso lmite sui generis de lasmetodologas P2. Las operaciones conductuales del psiclogo no debenser vistas, desde luego, como substancialmente idnticas a las operacionesconductuales de sus sujetos de estudio; pero s como numricamentecontinuas con ellas en cuanto que aqullas, no slo no son eliminadas por susresultados (las operaciones temticas), sino que son requeridas una y otra vezpor stos para proseguir y realizar la construccin. Com o lo supo ver con todaclaridad Skinner, el psiclogo queda tan condicionado por la propia conductaque estudia como sta queda condicionada por efecto de dicho estu dio. Ahorabien, acaso la conducta del psiclogo (y la de sus sujetos de estudio, cuandoestos sean humanos contemporneos suyos) puede quedar desligada de todanormalizacin socio-cultural, de toda norma esenc ial, y perder as la condicin

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    204 Juan Bautista Fuentes Ortegade praxis que parece caracterizar a toda operacin hum ana? Puede la conductadel psiclogo darse al margen de toda norm alizacin socio-cultural? Y si no esas, en qu sentido podramos reconocer a la praxis del psiclogo comoespecficamente psicolgica, es decir, en qu sentido podremos reconocer adicha praxis como estando sujeta de algn modo a dicha normalizacin socio-cultural a la vez que generando conexiones psicolgicas (las conexiones derecproco condicionamiento) que no sean formalmente reductibles a aquellanormalizacin? No diremos, desde luego, que la conducta del psiclogocomo cualquier otra conducta humana pueda darse al margen de lasnormas socio-culturales esenciales (de esas normas a las que alcanzan, en suregreso a estratos esenciales, las ciencias humanas efectivas -a l y/o p i- ; o quepueden estar desarrollndose por la mediacin de praxiologas P2); pero sdiremos que es en determinadas condiciones socio-culturales, histricamenteproducidas, donde la praxis del psiclogo puede llegar a darse como especficamentepsicolgica: no ya, desde luego, en ausencia de todo patrn socio-cultural, sinoprecisamente en presencia de una superabundancia de dichos patrones, encuanto que se entrecruzan los unos con los otros de modo (al menos en parte)necesariamente conflictivo, de suerte que pueda brotar, como un productosocio-cultural, el individuo psicolgico como un lugar de interseccin entredichos patrones necesariamente inestable, es decir, como no reabsorbible porninguno de ellos en particular ni por su conjunto. C omo antes veamos, hacamos residir el deseo o el apetito en la propia diferencia asimtrica entre unadiversidad de momentos cognoscitivos en cuanto que miembros de una claseatributiva; si consideramos ahora a dichos momentos cognoscitivos como lasregiones resultantes de la interseccin de las clases (distributivas) consistentesen los patrones socio-culturales esenciales, podremos ver surgir ahora al deseoo apetito, sin duda, socio-culturalmente producido, como la diferencia asimtricamisma entre dichas regiones, y con l, al individuo psicolgico como unproducto socio-cultural.Se comprende, entonces, que cuando aquella superabundancia d e patrones,entrecruzndose conflictivamente, alcance un cierto espesor (una masa crtica, diramos ), el individuo psicolgico de este modo produ cido devenga objetode inters tcnico-social y la psicologa surja como una disciplina especficamnimamente distanciada del mero control inter-psquico entre individuosaunque, por supuesto, en continuidad con l, sin efectuar regreso alguno aninguna esencia psicolgica (que no existe). La psicologa devendr comodisciplina cuando logre precisar (representar) algn sistema de tipos de relaciones contingenciales, justamente cuando dicho sistema haya llegado a cobraralgn inters social en el contexto de las condiciones antes sugeridas.Lo anterior nos permite comprender, a su vez, el carcter de cierre nocategorial, que me parece que nos muestra la disciplina psicolgica. Estadisciplina, en efecto, por un lado exhibe el circuito de cierre que la teora delcierre categorial contempla en relacin con los mecanismos constructivos deuna ciencia, en cuanto que los nuevos trminos arrojados por alguna nuevarelacin operatoriamente construida reingresan al mismo camp o de partida; no

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    La psicologa: una anom ala para la teora ... 20 5podremos decir, sin embargo, que el comenido encerrado en dicho campo seaen modo alguno categorial, puesto que las concatenaciones producidas por lapsicologa no son identidades (esenciales) sintticas, sino meras conexionescontingentes carentes de identidad esencial; la psicologa produce sntesiscontingentes, no identidades sintticas. Con tod o, el mecanismo de cierre quepodemos reconocer en la psicologa nos pone en presencia del mnimodistanciamiento disciplinar en relacin con el mero control inter-psquicoordinario que slo puede producirse cuando el individuo socio-culturalmenteproducido deviene objeto de inters (de demanda) tcnico-social.Situaramos, en definitiva, a la psicologa, como tcnica, segn d ecamos,como un caso lmite de las metodologas P2 (que a su vez constituyen un casolmite de la tabla gnoseolgica diseada por Bueno). Un caso lmite, el de lapsicologa, del que hemos de decir que desborda dialcticamente el plano (elsentido) gnoseolgico de dicha tabla por su estado P2. Pues en la medida enque los sujetos gnoseolgicos no figuran ya formalmente in recto en el campopsicolgico ni en su lado temtico, ni en su costado constructivo-, sino slolos sujetos psicolgicos conductuales , es menester reconocer que no sloel individuo psicolgico, sino la propia disciplina organizada en tomo suyo,constituyen (podramos decir) una lnea de fuga respecto del plano de lasconstrucciones propiam ente gnoseolgicas cuyo sentido es ya extragnoseolgico(extracategorial, como decam os). El desbordamien to, sin embargo, es dialcticoluego implica una conexin-, en cuanto que los propios momentos cognoscitivos,en cuya conexin diamrica ^por la mediacin del apetito hacemos residirla vida psicolgica, pueden ser vistos, como hemos indicado, en su respectognoseolgico, como el resultado del entrecruzamiento (conflictivo) de lospatrones socio-culturales esenciales (de las formas esenciales especficas) a losque pueden acceder (en su regreso al estrato esencial) las ciencias humanasefectivas (en sus estados a2 y/o pl). De los sujetos gnoseolgicos podramosdecir que figuran slo material y oblicuamente en el campo p sicolgico tantoen su lado constructivo com o temtico , as como de los sujetos psicolgicosse ha de decir que slo constituyen contenidos materiales de una construccingnoseolgica; pero es importante subrayar, en cualquier caso, aquella presenciamaterial y oblicua de los sujetos gnoseolgicos siquiera sea para comprenderla conformacin socio-cultural de la disciplina.Pero, entonces, qu cabra decir de los procesos psquicos de los animalesno som etidos a una normativizacin socio-cultural esencial (salva veritate, delos animales no humanos) y de su modo de ser integrados al conocimientopsicolgico? De entrada, habra que sealar que el inters por los procesospsquicos de los animales no humanos slo cabe concebirlo en el contextosocio-cultural (humano) ya configurado en el que el individuo psicolgico habrotado socio-culturalmente y en el que su control se ha tomado objeto dedemanda tcnico-social. Ahora bien, una vez supuesto este contexto, la psicologa animal nos brinda precisamente una muestra sorprendentemente pura detcnica disciplinar de control psico-lgico. Pues ahora podremos reconocer ala psicologa animal como pujando por evacuar las determinaciones culturales

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    206 Juan Bau tista Fu entes Ortegade las propias operaciones conductuales del psiclogo (una evacuacin que,desde luego, difcilmente puede ser completa: en la caja de Skinner, o en loslaberintos del laboratorio, cabra reconocer todava configuraciones culturaleshumanas) y logrando no obstante una interaccin conductual con las operaciones conductuales de sus organismos estudiados m ediante las que pueden determinarse (representarse) tipos de relaciones contingenciales que reaparecenbajo las determinaciones culturales humanas. La posibilidad de evacuar, en lapsicologa animal, los contenidos culturales, por tanto, los propios contenidosculturales vigentes que a su vez hicieron histricamente posible la aparicin dela psico-loga, reintroduce una pureza de anlisis en la psicologa que muestrasu posibilidad como disciplina (tcnica) especfica y no ya como meroejercicio.Recordemos ahora, para finalizar, que al comienzo de este trabajo sealbamos que la estrategia de reconocer los posibles contenidos humanos yetolgicos temticos de las ciencias desde el rasante de la idea gnoseolgica deciencia acarreaba una restriccin en las posibilidades de este reconocimiento.Habremos de concluir, a la luz de cuanto hemos dicho sobre la psicologa,decretando el carcter inadecuado e impropio de dicha restriccin, y solicitandosu rectificacin y ampliamiento para dar cabida a la psicologa? No es stanuestra conclusin. A nuestro juicio, aquella estrategia es correcta p recisamente como estrategia de anlisis y de crtica gnose olgica: pues aque llos presuntosmateriales que puedan ser contenidos temticos formalmente internos de unaconstruccin gnoseolgica debern avenirse a la forma gnoseolgica de dichaconstruccin: en particular, al regreso a estratos esenciales (segn las diversassituaciones con templadas por la tipologa que aqu hemos cons iderado). Entreotras cosas, esta estrategia tiene la virtud de arrojam os un saber gnoseolgiconegativo (crtico) de suyo ya m uy im portante, como es el que la psicologa noes una ciencia, ni tampoco una tecnologa. Nuestra sugerencia, sin em bargo, vapor el camino de sealar que la conciencia de dicha restriccin debe verseacompaada de una conciencia crtica a propsito de aquellas posibles prcticasque no por ser gnoseolgicamente inapresables han de ser obviadas decretadas, por ejemplo, com o mero ejercicio. Dicho de otro mod o: la restriccin noestara en el plano gnoseolgico de anlisis, sino en la posible circunstancia deque la potente luz que ste arroja nos ciegue para percibir situaciones que, auncuando puedan ser colindantes con las situaciones gnoseolgicas, sonextragnoseolgicas. Si esta luz no nos ciega, me parece que puede, y debe,realizarse una crtica filosfica de la psicologa ms fina que la que se derivade obviar meram ente el proceso psquico como puro ejercicio. Una crtica que,por cierto, nuestra actual sociedad hiperpsicologizada hace precisamentemuy necesaria.