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MONIMBO “Nueva Nicaragua” Edición 720 • Año 29 Sección Sección Sección Sección Sección Lit Lit Lit Lit Liter er er er erar ar ar ar aria ia ia ia ia Sección Sección Sección Sección Sección Lit Lit Lit Lit Liter er er er erar ar ar ar aria ia ia ia ia Salomón de la Selva Rubén Darío Alejandro Reyes Huete La política, deporte sangrien- to de la raza latinoamericana desde la aurora de su vida in- dependiente, es endémica en los pueblos que baña el mar Caribe y en el sur de América. El golpe de estado, la guerra civil, la vio- lación de la Constitución, el frau- de cívico, son hechos corrientes en nuestra historia republicana. Y los comentarios apasionados de semejantes resquebraja- mientos sociales son el manjar diario que la prensa ofrece al pueblo, envenenándolo con él, formándole el hábito pernicioso del desorden obcecado y vio- lento, entorpeciéndole el acce- so a la práctica del trabajo y de las otras virtudes ciudadanas. Con lo que se da razón a Ben- jamín Franklin y a Feminore Cooper cuando sentaron el pos- tulado de que el contacto con los asuntos públicos es una de las influencias más corruptoras a que están expuestos los hom- bres. De semejanie contacto huyó Darío con insistencia pertinaz, evitando cuanto pudo estropear sus alas de cisne en los barriza- les de la política de campanario de que tanto gustan nuestros pueblos. Darío trató las cuestiones vernáculas de modo transitorio e intrascendente, hasta los pá- jaros y paisajes de su parcela solariega tuvieron para él trinos y tonos fugaces. Su emoción artística y su inspiración poética alcanzaron horizontes más leja- nos y cruzaron mares que besan playas de otro continente, consi- derado entonces como asiento de la cultura universa1. Y como en literatura fue también en su emoción patrió- tica. El patriotismo no tuvo pa- ra él demarcación territorial, la patria no fue la tierra donde na- ció ni donde yacen sus ante- pasados, con su tradición, su historia, su escudo y su bande- ra. Esos símbolos, por cuyo culto y defensa existen los hé- roes y mueren los hombres, no hicieron vibrar las cuerdas de su lira con la entonación que sólo da el sentimiento profun- damente arraigado en la con- ciencia. Bolívar y Martí, Cau- policán y Ricaurte, fueron fe- nómenos admirados sin envidia por el epicúreo nicaragüense. Cantó con elegancia al hé- roe cubano, al Libertador, las proezas de Chile, la grandeza de Argentina, las glorias de Es- paña, el esplendor de Francia, la tradición de Tutecotzimí y el secreto del Momotombo. Pero de nuestra independencia, de nuestra libertad, de nuestra patria nada dijo el cantor de tan- tas glorias, no obstante su devo- ción por Homero, Píndaro y Hugo. Se divorció de la corrien- te enfermiza de la lírica ame- ricana entonces en boga, la cual, según sus palabras, “tenía como fin y objeto la celebración de las glorias criollas, los hechos de la in- dependencia y la naturaleza americana: un eterno canto de Junín, una inacabable oda a la Agricultura de la zona torrida, y décimas patrióti- cas”. Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña, dijo Darío de acuerdo con su propio senti- miento. El no vió a su Patria con lentes políticos, ni utilitarios, ni nacionalistas, pues entonces la habría visto cercenada al sur gracias a la rivalidad rencorosa de nuestros antecesores políti- cos, (tratado Cañas-Jerez) e in- completa al norte por otra clase de ceguera patriótica, tan fu- nesta como la anterior (Laudo del rey de España). Darío tuvo el sentido socialista de patria, con sus horizontes dilatados hasta donde pueden ser comu- nes los intereses económicos, culturales y espirituales de la raza. En el capítulo de “La Cara- vana pasa expresó su opinión sobre lo que es la patria, en los siguientes términos: “La patria no se define por los límetes naturales no se de- fine por la lengua, por la raza, no tiene que ver casi con la geografía, la lingüistica, la etno- grafia. La patria se constituye por el libre y mutuo consenti- miento de hombres que quieren vivir bajo un régimen político y social que han libremente crea- do y adoptado”.. Desde luego no puede dirigir el azar o la con- tingencia del nacimiento esta libertad de escogencia, creadora del régimen que place, suceso extraño a la voluntad humana. El escritor y poeta Pedro Sa- linas, al comentar las diversas patrias de Darío (su patria ori- ginal, Nicaragua, su otra patria, Chile, su segunda patria, Argen- tina, su madre patria, España, la patria universal, Francia, to- das así llamadas por él) vierte los siguientes conceptos, en los que palpita su simpatía por nues- tro admirado peregrino infati- gable: “Para él patria no es na- ción. No hay país grande que sea, que se ajuste a la talla de su patria. No le llamaría yo “citi- zen of the world” (ciudadano del mundo). La patria se impone con el nacer, y luego casi todos la aceptamos con el vivir. Rubén no desertó de la suya, ni negó ni renegó lo “natural” de la pa- tria... Pero él se “hizo” su pa- tria. Superpuso a los elementos dados otros adquiridos en sus experiencias intelectuales y hu- manas. La patria, hecho natu- ral, le convierte Darío en una decisión de orden cu1tural. “Rubén vivió bien en todas partes, como Erasmo o Vives. El llegó por vía de lo poético, intelectivamente, a ese mismo concepto de patria de los gran- des humanistas. En ella caben la tierra del nacer, las tierras del crecer, los dones de la carne, los logros del espíritu... “Magni- patria” llamaría yo a la de Ru- bén, la patria creada conforrne a la sed espiritual del hombre, y sin otros límites que los límites mismos de la visión y del sueño del ser humano, los límites que se alcanzan casi invisibles, al fondo de los horizontes”. Para conocer en todas sus facetas espirituales a Rubén Da- río forzoso es referirse también a su actitud política, aunque ella no dé lustre a su nombre. Como centroamericano sufrió el mal de la raza, pero no descolló en el espinoso campo de las ban- derillas partidarias. Fue liberal, porque creció en ambiente rojo, de orientación volteriana, pero no fue partidario militante. En este sentido sus actividades se orientaron a conseguir el apoyo del poderoso de la hora para calmar sus angustias económi- cas, carlancas dolorosas que lo aherrojaron desde la aurora hasta el anochecer de sus días, casi sin intermitencias. Su opinión respecto a la po- lítica y los políticos iberoame- ricanos, resultante del “alma libre del indio de antaño afligida de la opresión de los restos de tribus del indio de ahora” queda estampada con tinta indeleble en el artículo dirigido al conno- tado novelista español José María de Pereda, en que le refu- ta su generosa pero equivocada creencia de que había entonces abundante y valioso acervo de novelas americanas. En política la mezcla de la sangre aventurera con la del aborígen, ha producido. “esa interminable serie de re- vueltas, motines, asesinatos, pandillajes, asonadas, pronun- ciamientos, los feroces corone- lotes zambos y los crueles ge- nerales indios, el aventurero que logra en países semejantes al- tos puestos públicos a fuerza de habilidad y audacia, los orado- res de oratoria rural, los diputa- dos fantoches y guapetones, y ¡La Patria! ¡La Libertad! ¡El 93! ¡Los derechos del hombre! la Prensa grotesca, adulona o de presa, los distinguidos perso- najes que rodean a su excelen- cia, la policía de verdugos, los vicios desbragados al son de las bandas palaciegas... Es eso de un pintoresco de opereta que mezcla lo ferrible con lo bufo...” Con la independencia polí- tica de la antigua Capitanía Ge- neral de Guatemala nacieron y se fortalecieron dos fenóme- nos definidos y fatales: el se- paratismo y el partidarismo: “La cultura que vino con los conquistadores fue poca y, co- mo debía ser, traída por hom- bres guerreros, gentes de cam- paña y conquista. Del indio que da el fuego, la savia sana, lo que desde los viejos tiempos él aprendió junto a sus maizales y cañas selvajes, de los espíritus del bosque y de las montañas. El español nos dio la lengua, el bautismo, la gota de tintura blanca que colorea la piel. Cuando fuimos independientes nos quedamos con lo malo de los españoles y plantamos el famoso “árbol de la libertad”, el cual nos ha dado madera su- ficiente para incontables patíbu- los, horcas y casi tronos”. Así se expresó Darío en “Ro- jo y Negro”, Costa Rica, 1891. La P La P La P La P La Política y R olítica y R olítica y R olítica y R olítica y Rubén ubén ubén ubén ubén Retrato de Rubén Darío originado en el año 1892 que forma parte de la ga- lería de imágenes compartida por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

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Page 1: La Política y Rubénmonimbo.us/files/La_Pol_tica_y_Rub_n.pdf · 2016. 4. 24. · La Política y Rubén Los cacicazgos, las luchas sangrientas por el predominio, las banderas políticas

MONIMBO “Nueva Nicaragua” Edición 720 • Año 29

SecciónSecciónSecciónSecciónSecciónLitLitLitLitLiterererererararararariaiaiaiaiaSecciónSecciónSecciónSecciónSección

LitLitLitLitLiterererererararararariaiaiaiaiaSalomón de la SelvaRubén Darío

Alejandro Reyes HueteLa política, deporte sangrien-

to de la raza latinoamericanadesde la aurora de su vida in-dependiente, es endémica en lospueblos que baña el mar Caribey en el sur de América. El golpede estado, la guerra civil, la vio-lación de la Constitución, el frau-de cívico, son hechos corrientesen nuestra historia republicana.Y los comentarios apasionadosde semejantes resquebraja-mientos sociales son el manjardiario que la prensa ofrece alpueblo, envenenándolo con él,formándole el hábito perniciosodel desorden obcecado y vio-lento, entorpeciéndole el acce-so a la práctica del trabajo y delas otras virtudes ciudadanas.Con lo que se da razón a Ben-jamín Franklin y a FeminoreCooper cuando sentaron el pos-tulado de que el contacto conlos asuntos públicos es una delas influencias más corruptorasa que están expuestos los hom-bres.

De semejanie contacto huyóDarío con insistencia pertinaz,evitando cuanto pudo estropearsus alas de cisne en los barriza-les de la política de campanariode que tanto gustan nuestrospueblos.

Darío trató las cuestionesvernáculas de modo transitorioe intrascendente, hasta los pá-jaros y paisajes de su parcelasolariega tuvieron para él trinosy tonos fugaces. Su emociónartística y su inspiración poéticaalcanzaron horizontes más leja-nos y cruzaron mares que besanplayas de otro continente, consi-derado entonces como asientode la cultura universa1.

Y como en literatura fuetambién en su emoción patrió-tica. El patriotismo no tuvo pa-ra él demarcación territorial, lapatria no fue la tierra donde na-ció ni donde yacen sus ante-pasados, con su tradición, suhistoria, su escudo y su bande-

ra. Esos símbolos, por cuyoculto y defensa existen los hé-roes y mueren los hombres, nohicieron vibrar las cuerdas desu lira con la entonación quesólo da el sentimiento profun-damente arraigado en la con-ciencia. Bolívar y Martí, Cau-policán y Ricaurte, fueron fe-nómenos admirados sin envidiapor el epicúreo nicaragüense.

Cantó con elegancia al hé-roe cubano, al Libertador, lasproezas de Chile, la grandezade Argentina, las glorias de Es-paña, el esplendor de Francia,la tradición de Tutecotzimí y el

secreto del Momotombo. Perode nuestra independencia, denuestra libertad, de nuestrapatria nada dijo el cantor de tan-tas glorias, no obstante su devo-ción por Homero, Píndaro yHugo. Se divorció de la corrien-te enfermiza de la lírica ame-ricana entonces en boga, la cual,según sus palabras,

“tenía como fin y objeto lacelebración de las gloriascriollas, los hechos de la in-dependencia y la naturalezaamericana: un eterno canto

de Junín, una inacabable odaa la Agricultura de la zonatorrida, y décimas patrióti-cas”.

Si pequeña es la Patria, unogrande la sueña, dijo Darío deacuerdo con su propio senti-miento. El no vió a su Patria conlentes políticos, ni utilitarios, ninacionalistas, pues entonces lahabría visto cercenada al surgracias a la rivalidad rencorosade nuestros antecesores políti-cos, (tratado Cañas-Jerez) e in-completa al norte por otra clasede ceguera patriótica, tan fu-nesta como la anterior (Laudo

del rey de España). Darío tuvoel sentido socialista de patria,con sus horizontes dilatadoshasta donde pueden ser comu-nes los intereses económicos,culturales y espirituales de laraza.

En el capítulo de “La Cara-vana pasa expresó su opiniónsobre lo que es la patria, en lossiguientes términos:

“La patria no se define porlos límetes naturales no se de-fine por la lengua, por la raza,no tiene que ver casi con la

geografía, la lingüistica, la etno-grafia. La patria se constituyepor el libre y mutuo consenti-miento de hombres que quierenvivir bajo un régimen político ysocial que han libremente crea-do y adoptado”.. Desde luegono puede dirigir el azar o la con-tingencia del nacimiento estalibertad de escogencia, creadoradel régimen que place, sucesoextraño a la voluntad humana.

El escritor y poeta Pedro Sa-linas, al comentar las diversaspatrias de Darío (su patria ori-ginal, Nicaragua, su otra patria,Chile, su segunda patria, Argen-tina, su madre patria, España,la patria universal, Francia, to-das así llamadas por él) viertelos siguientes conceptos, en losque palpita su simpatía por nues-tro admirado peregrino infati-gable: “Para él patria no es na-ción. No hay país grande quesea, que se ajuste a la talla desu patria. No le llamaría yo “citi-zen of the world” (ciudadanodel mundo).

La patria se impone con elnacer, y luego casi todos laaceptamos con el vivir. Rubénno desertó de la suya, ni negóni renegó lo “natural” de la pa-tria... Pero él se “hizo” su pa-tria. Superpuso a los elementosdados otros adquiridos en susexperiencias intelectuales y hu-manas. La patria, hecho natu-ral, le convierte Darío en unadecisión de orden cu1tural.

“Rubén vivió bien en todaspartes, como Erasmo o Vives.El llegó por vía de lo poético,intelectivamente, a ese mismoconcepto de patria de los gran-des humanistas. En ella cabenla tierra del nacer, las tierras delcrecer, los dones de la carne,los logros del espíritu... “Magni-patria” llamaría yo a la de Ru-bén, la patria creada conforrnea la sed espiritual del hombre, ysin otros límites que los límitesmismos de la visión y del sueñodel ser humano, los límites quese alcanzan casi invisibles, alfondo de los horizontes”.

Para conocer en todas susfacetas espirituales a Rubén Da-río forzoso es referirse tambiéna su actitud política, aunque ellano dé lustre a su nombre. Comocentroamericano sufrió el malde la raza, pero no descolló enel espinoso campo de las ban-derillas partidarias. Fue liberal,porque creció en ambiente rojo,de orientación volteriana, perono fue partidario militante. Eneste sentido sus actividades seorientaron a conseguir el apoyo

del poderoso de la hora paracalmar sus angustias económi-cas, carlancas dolorosas que loaherrojaron desde la aurorahasta el anochecer de sus días,casi sin intermitencias.

Su opinión respecto a la po-lítica y los políticos iberoame-ricanos, resultante del “almalibre del indio de antaño afligidade la opresión de los restos detribus del indio de ahora” quedaestampada con tinta indelebleen el artículo dirigido al conno-tado novelista español JoséMaría de Pereda, en que le refu-ta su generosa pero equivocadacreencia de que había entoncesabundante y valioso acervo denovelas americanas.

En política la mezcla de lasangre aventurera con la delaborígen, ha producido.

“esa interminable serie de re-vueltas, motines, asesinatos,pandillajes, asonadas, pronun-ciamientos, los feroces corone-lotes zambos y los crueles ge-nerales indios, el aventurero quelogra en países semejantes al-tos puestos públicos a fuerza dehabilidad y audacia, los orado-res de oratoria rural, los diputa-dos fantoches y guapetones, y¡La Patria! ¡La Libertad! ¡El93! ¡Los derechos del hombre!la Prensa grotesca, adulona ode presa, los distinguidos perso-najes que rodean a su excelen-cia, la policía de verdugos, losvicios desbragados al son de lasbandas palaciegas... Es eso deun pintoresco de opereta quemezcla lo ferrible con lo bufo...”

Con la independencia polí-tica de la antigua Capitanía Ge-neral de Guatemala nacieron yse fortalecieron dos fenóme-nos definidos y fatales: el se-paratismo y el partidarismo:

“La cultura que vino con losconquistadores fue poca y, co-mo debía ser, traída por hom-bres guerreros, gentes de cam-paña y conquista. Del indio queda el fuego, la savia sana, lo quedesde los viejos tiempos élaprendió junto a sus maizales ycañas selvajes, de los espíritusdel bosque y de las montañas.El español nos dio la lengua, elbautismo, la gota de tinturablanca que colorea la piel.Cuando fuimos independientesnos quedamos con lo malo delos españoles y plantamos elfamoso “árbol de la libertad”,el cual nos ha dado madera su-ficiente para incontables patíbu-los, horcas y casi tronos”.

Así se expresó Darío en “Ro-jo y Negro”, Costa Rica, 1891.

La PLa PLa PLa PLa Política y Rolítica y Rolítica y Rolítica y Rolítica y Rubénubénubénubénubén

Retrato de Rubén Darío originado en el año 1892 que forma parte de la ga-lería de imágenes compartida por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

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La PLa PLa PLa PLa Política y Rolítica y Rolítica y Rolítica y Rolítica y RubénubénubénubénubénLos cacicazgos, las luchas

sangrientas por el predominio,las banderas políticas comopantallas de ambiciones perso-nales inconfesables, las decla-raciones de principios en quecampean los sonoros postula-dos: igualdad, justicia, libertad,incapaces, sin embargo de re-sistir los contínuos vendavalesque la política de campanariodesata dentro de los nubladoshorizontes de la vieja Capitanía,todos esos males han contribuí-do y contribuyen a la restaura-ción de la Patria nuestra, de-sarticulada aún, no obstante lospoderosos vínculos comunesinevitables que ostenta, como lareligión, la lengua, la tradicióny el destino político-geográfico.Tal es la fuerza disolvente delinterés personal y de las rivali-dades locales, males heredadosde la vieja Iberia.

Darío no fue político de gru-po, ni pudo serlo. Fue refracta-rio al contacto directo con elpueblo, su temperamento de“élite” rechazó toda comunióncon la muchedumbre, aún dis-frazada con el manto de la de-mocracia, sirena atrayente queno pudo cautivarlo, porque nocreyó en sus cantos, y era alér-gico a la tosquedad y groseríade las cantidades sin calidad. Através de toda su obra hacesentir esa característica suya.Su mayor referencia era por laMonarquía, no como sistemasino en cuanto a forma. Dondehabía títulos y apellidos ilustres,escudos mobiliarios, esplendor,fausto protocolario, condecora-ciones y pergaminos, Darío sesentía deslumbrado y feliz comosi reanudara capítulos de suvida pasada.

Comprenderá la realidad deesta aseveración quien lea lascrónicas de su encuentro contestas coronadas de los viejoscontinentes. ¡Con cuánta vene-ración y simpatía los pinta! Aveces hasta dan ganas de sen-tirse uno vasallo de semejantes“majestades”, para vivir un ra-to la aladínica vida de la noble-za dieciochesca.

Darío no fue político de gru-po. Desde niño supo codearsecon los hombres del poder enNicaragua, El Salvador, Guate-mala, Costa Rica, Chile, Argen-tina y España. Cultivó amis-tades con valiosos exponentesde la cultura en esos países y

en Cuba, México, Brasil, Uru-guay, Francia, etc. Estas rela-ciones se debieron a su estirpede poeta, el poeta máximo desu tiempo. No le dió lustre a lapolítica, ni la política a él, al con-trario, ésta le ocasionó sinsabo-res y sombras, como acontecea muchos con frecuencia, ilu-minados por la gloria del arte,pero inermes ante la fuerza dela política maquiavélica.

Darío llamó tirano al Presi-dente de Nicaragua, Dr. Rober-to Sacasa, y exaltó la figura deldictador José Santos Zelaya,quien después de muchas súpli-cas y recomendaciones, lo nom-bró Ministro de Nicaragua anteel Gobierno de Su MajestadAlfonso XIII, cargo que desem-peñó con mengua de su exíguopeculio y que dió lugar a inter-minables reclamaciones de pa-go de mensualidades vencidas.

“No creo demás manifestarleque, desde hace cuatro meses, nohe recibido mi sueldo”.

En Julio de 1908 nuevamentehabla de penurias económicas.

“Con mi sueldo solo, dice,me es materialmente impo-sible sufragar estos gastos(los de la legación) que lasmuchas exigencias de la vidadiplomática en España re-quieren. Yo no quiero ser unMinistro decorativo -agrega-sino que usted me pruebe al-guna vez en algo que puedaser positivamente útil a suGobierno. Mi deseo de ser-virle de un modo eficaz au-menta más cada día”.

Darío no fue ni pudo ser po-lítico “ad usum”. Esta políticacarece de entrañas, y el Poetasiempre lo fue, es decir, siem-pre tuvo y mostró el oro de sucorazón. La gratitud, rosa de losexquisitos, aromó su jardín in-terior. A raíz de la traición delos Ezetas de El Salvador es-cribió “La Leyenda Negra”. AlPresidente Zelaya en Mayo de1908 le escribió:

“Nunca olvidaré ni sus in-dicaciones amistosas, ni suspreciosos consejos, ni todocuanto debo a usted. Dejan-do a un lado los cargos y ho-nores que le debo, y por loscuales le debo gratitud eter-na, mi afección a usted es másviva por su personalidad quepor su alto puesto”.

“No extrañe usted recibiralgún día cualquier aviso o

anónimo en mi contra. Escondición humana que sedesarrolle la enemistad con-tra el hombre que se eleva, yusted me ha elevado muchopara no haberme suscitadoenemigos”.

¡El político elevando al ge-nio hambriento!

No, Darío no fue político debanderillas, ni pudo serlo. Ha-blando de la extraña dualidadanímica del Presidente de Co-lombia, Dr. Rafael Núñez, poetadelicado y político de recia per-sonalidad, hombre de vastas es-peculaciones metafísicas y deacciones drásticas y férreas, dijo:

“Poeta político... no entien-do eso, o más bien, no lo quie-ro entender. Yo creo que no esotro el objeto, la atmósfera, elalimento, la vida de la poesíaque el culto de la eterna y di-vina belleza..., que los señorespolíticos se entiendan con lasuerte de los pueblos y arreglenesas complicadísiminas que sellaman gobiernos, que los seño-res militares degüellen, defien-dan o conquisten”.

Y Darío fue un sensitivo. Sualma huyó temerosa de todoespectáculo brutal, cruel, falaz,como es todo combate. Y la po-lítica es un combate perma-nente. Además, nunca simpati-zó con la plebe, no creyó en lalibertad electoral ni en otras li-bertades proclamadas por nues-tra incipiente democracia, por-que dudaba de la honestidad delos llamados a concederlas y dela suficiente preparación de lamuchedumbre para usarlas. Vióburlados la fe y los derechos ygarantías del pueblo por las ca-marillas políticas.

Resulta interesante conocerla opinión de Darío sobre untópico considerado fundamen-tal en nuestro sistema republi-cano, me refiero a las eleccio-nes, estilo latino, y que él expusoen un artículo titulado “LaComedia de las Urnas”, y delcual son los siguientes párrafos:

“Sostengo que hay dife-rencia en la mayoría de loselectores, y que la conocenlos candidatos y la aprove-chan... No querría que se cre-yere por esto que todos loscandidatos son farsantes.Pero juzgo que a la mayorparte les falta sinceridad.Pues yo llamo sincero a aquelque, dándose cuenta de lo

que significa su mandato, nodisfraza la verdad exageran-do el bien, paliando y velan-do el mal, a aquel que no pro-mete sino lo que puede cum-plir, y que lo promete sino loque puede cumplir, y que lopromete porque está resueltoa ponerlo en práctica en se-guida, a aquel que lucha porun ideal. Llamo sincero, enfin, al candidato que, ha-biendo buscado y encontra-do en la rectitud de su con-ciencia la manera de hacerel bien verdadero al país engeneral y no sólo a su cir-cunscripción, pone toda suvoluntad, toda su alma, todosu ser, en transformar suprograma en actos, y que sino ha hecho todo lo que haquerido, ha hecho de todasmaneras, lo que ha podido...”

No es toda la verdad lo quecontienen (los discursos elec-torales). No dicen que seamenacen las libertades y losderechos más sagrados, quese aumenten cada año, por lasuperchería y el derroche, losgastos, las deudas y el déficit,que por abandono y por in-curia se desorganice la de-fensa nacional, que tenga to-da suerte de complacenciaspara reprimir en la adminmis-tración el desorden y la anar-quía, ni que se va, por preten-didas reformas, contra todoslos intereses, como si la pros-peridad, el comercio y la in-dustria pudieran resistirsiempre tan repetidos golpes.

En cuanto a los candida-tos nuevos, de cualquier par-tido a que pertenezcan, susfranquezas me son sospe-chosas. Los unos en efectoconservadores o naciona-listas, exponen programasque radicales completos nodesaprobarían. Llevados poruna especie de respeto huma-no, hacen concesiones aaquellos mismos cuyos prin-cipios rechazan, con tal delograr los votos.

Esa falta de sinceridad departe de los candidatos no va,en último análisis, sin su faltade respeto para el elector. Noos diré una novedad si osdigo que el respeto no con-siste, en muestras exterioresde deferencias, o en la expre-sión de fórmulas de urbani-dad. Respetar a alguien es,

ante todo, suponerle un buensentido, un juicio por lo me-nos cercno al nuestro. Es unsegundo lugar, tratarle comouna personalidad moral a laque no se procura el engañoo el daño. De modo que nodecir la verdad a los electo-res, es ya reconocer su faltade inteligencia.

“Pero decirles tonterías, estomarlos como a incurablesimbéciles”.

Esos párrafos muestran la sa-gacidad honesta del pensamien-to político de Darío. Las acro-bacías de los caciques lugareños,la burda pantomina del voto, “lacomedia de las urnas”, como élla llama, no engaña a nadie y halevantado en la conciencia pú-blica costra de desconfianza y deirritación, difíciles de limar.

El sufragio, desacreditado enla práctica de nuestra historia,no es la médula sino la máscarade la democracia, flor sin aro-ma, agotada por periódicas vio-laciones de los dirigentes polí-ticos. Pero lo peor en esta cues-tión es lo que Darío llama faltade sinceridad de los candidatos,porque significa la falta de res-peto a la ciudadanía, falta deética o moral política, impres-cindible para el desarrollo pací-fico y eficiente de las naciones.El concepto de que el mejor po-lítico es aquel que más engaña,es arcaico y está desacredi-tado, aunque los tiranos lo useny temporalmente triunfen conél. Maquiavelo aconsejó a Cé-sar que oprimiera a sus vasa-llos mediante el temor, la perfi-dia y el desprecio, para que afir-mara su poder. Fue el genio delmal de la tiranía. Pero una fuer-za vieja como la humanidad,aunque nueva en su despertar,va ensanchando su dominio entodos los países, el pueblo des-pierta y siente que tiene un des-tino que cumplir, comienza atener conciencia de su fuerza,de manera que la perfidia flo-rentina provoca violentas y peli-grosas reacciones. La políticanueva pide las cartas sobre lamesa, la verdad y la sinceridadcomo sus mejores postulados.

Cuando Churchill pidió a losingleses sacrificios, sudores ysangre para salvar el imperio,fue sincero y fue potente, escri-biendo con ello la página in-mortal de la victoria en la llama-da Segunda Guerra Mundial.

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No obstante el convenci-miento de que las masas aflora-ban en el escenario mundial confuerza creciente y temible, Da-río sintió siempre aversión por latosquedad e ignorancia de esenaciente poder, tanto más temi-ble cuanto más irresponsab1eaparece en el tinglado donde serepresentan los dramas de lahistoria. Alma delicada, se baña-ba de claridad y de gozo íntimoen presencia de una testa coro-nada o de un título nobiliario, perose erizaba de temor y enfermabade pena y asco ante las turbasmal olientes, mal vestidas y malhabladas. Aristócrata del pensa-miento, lo era también del buenvivir. Nunca pudo comprenderla farsa de los policastros quese confunden con la plebe y ha-lagan sus bajos instintos igua-lándose a ella, en busca de susvotos que, en realidad, no nece-sitan para el logro de su ambi-ción.

Como buen pensador cono-ció y temió el criterio cambiantede la muchedumbre, la historiale había enseñado terribles lec-ciones de ascensos y caídas, defulgores y tinieblas, supo quecerca del Capitolio queda la ro-ca Tarpeya, que el Tabor noestá muy lejos de Getsemaní, yque el vulgo aplaude a Barra-bás mientras condena al Galileo.

Por eso en “Dinamita” es-cribió:

“El anarquismo asoma sufaz en todas partes. Se tratasencillamente de aniquilar alenemigo. Para Caín, el labra-dor, el enemigo es Abel, el es-tanciero. El enemigo es elpropietario, que tiene casa, elJuez que tiene autoridad, elcreyente que tiene a Dios.Engels había dicho en Alema-nia: “Tiempo vendrá en queno habrá más religión que elsocialismo”.

Venid a mí, exclamó Cristo,todos los que estáis trabaja-dos y cargados, que yo osharé descansar. A los cual sele contestó con Bakunine: ElCristianismo ha sido tan fu-nesto a las naciones occiden-tales como el opio a los chi-nos. La religión que se ha deseguir es la que satisfaga ala bestia atacada de bulimia.Hay que ser ricos a toda cos-ta, y puesto que no podemosserlo, destruyamos la propie-dad ajena, igualemos a fuegoy sangre las cabezas de la

humanidad, que más allá nohay nada.

¡Dios me libre de que yoesté en contra del dolor, deque ataque o escarnezca a lamiseria!. Tampoco he de po-nerme del lado del rico avaro,de los que dejan morir dehambre a sus obreros. Más hede estar siempre contra laavenida cenagosa, contra laoscura onda en que hierventodas las espumas del popu-lacho, contra el odio de aba-jo, contra la envidia de lo ne-gro a lo blanco, de lo turbio alo brillante, de lo basto a lofino, de la fealdad a la hermo-sura, de la vulgaridad a ladistinción. Más que la morales la estética lo que me impulsaa combatir la rabia anár-quica... Para los anarquistas ycomunistas la moral no existe,las clases no existen, la pro-piedad no existe, la justicia noexiste, Dios no existe”.

No, Darío no fue político decampanario, y si se aprovechóa veces, de esta clase de polí-ticos fue impelido por urgenciasfisiológicas, pero salvó los ba-ches sin salpicaduras denigran-tes que mancillaran su ya con-quistado nombre de poeta de laRaza. Su alma sensible supoagradecer la valiosa o mengua-da ayuda que le dieron algunosPresidentes de América consi-derados como tiranos o dicta-dores. Lo cierto es que seme-jante ayuda favoreció los vuelosdel genio, y por consiguiente, lamás amplia divulgación de laArmonía y de la Belleza.

Pero si repudió las fanfarriasy garrulerías de la politiqueríacriolla, si huyó asqueado de lasmontoneras, condenó indignadoel cuartelazo, la traición, el la-trocinio, tres lacras inseparablesdel partidarismo político, seemocionó hasta el éxtasis anteuna acción patriótica, ante ungesto heróico. Su palabra nobordó estrofas ni combinó pe-ríodos esplendorosos en la cele-bración de nuestra indepen-dencia, porque ella no dió lugara páginas broncíneas, y mayorresonancia tuvieron los broteslibertarios de dos lustros antesen El Salvador y Nicaragua. Sinembargo, la Guerra Nacionaldesatada en este país por la in-transigencia política y por lamegalomanía del filibusteroWalker, fue escenario de episo-dios de patriotismo supremo.

La PLa PLa PLa PLa Política y Rolítica y Rolítica y Rolítica y Rolítica y Rubénubénubénubénubén Darío, nexo espiritualdel continente

A Nicaragua tocóle en suer-te, en un momento feliz de suHistoria, hallar un genio que hatenido que ser luz y guía de sudestino cultural y poético, en eldevenir social y literario de supensamiento por venir. RubénDarío fue ese genio que eleván-dose en alas de las Musas a laaltura de intérprete poético y ecu-ménico de América, se puedeconsiderar con razones de peso“como un nexo espiritual de todoel Continente Americano”. Lassavias cósmicas del ContinenteAmericano, en efecto, nutrieronel copioso árbol de su ubérrimainspiración universal, piélagoinmenso en que se derramarontodos los confluentes de la Cul-tura humana, rejuvenecida al con-tacto puro de lo autóctono ameri-cano, captado en todos los ámbi-tos representativos del Continenteque fuera la perla de los sueñosde Colón.

Rubén Darío, al cavar en elsuelo continental con la piquetade oro de su genio inmortal.

Trabaja en el terreno de laAmérica ignota, y descubre lospreciosos tesoros de una nuevacultura, rica en toda clase de sor-presas, en que el poeta se nosmuestra, sin dejar de ser genuina-mente nicaragüense hasta la mé-dula de los huesos, chileno de altogrado en Chile, a quien le ofrecelas primicias de su gloria en“Azul...” y le canta un CantoEpico a sus glorias, invocándolacomo propia

Oh Patria! Oh Chile!Y siente orgullo en figurar

como argentino, que halla en suspampas algo así como el reflejomaterializado de su propia almaque prorrumpe al contemplarlas:

Yo os saludo desde el fondode la Pampa! Yo os saludo Bajoel gran sol argentino, /que escomo si dijéramos desde supropio castillo inferior:

En la pampa solitaria,Todo es himno o es plegariaEscuchad,Cómo cielo y tierra se unen

en un cántico infinito.Todo vibra en ese grito,Libertad.Y hemos descrito en trazos

geniales su propia poesía, ca-racterizada por su tendencia a uniren un cántico infinito el cielo y latierra al grito de libertad, alma desu movimiento literario reforma-

dor, lo cual hace que todo en sus di-vinos versos sea himno o plegaria.

Bastan en verdad esas trespatrias de Darío, son en él unamisma compenetración sentimen-tal, para comprender el valor tras-cendentalmente representativode Rubén Darío como poeta eintérprete ecuménico.

De la América ingenua quetiene sangre indígena que aúnreza a Jesucristo y aún habla enespañol, porque en Nicaragua, enChile y en Argentina, como entres puntos geométricos, se pue-de inscribir la cultura hispano-americana en sus esenciales ca-racterísticas, que se encuentranen los otros países como “vigoresdispersos”, lo que en ningunamanera quiere decir que no leshaya el poeta consagrado partede su pensamiento poético enimperecederos cantos que tienena Colombia, a México, aún alBrasil, por tema de su inspira-ción. Las pruebas están allí en lasáureas cuerdas de su Lira, queson sus libros inmortales. Abrid-los, y de cualquier parte del Con-tinente que fueséis en sus bellaspáginas encontraréis los ecos po-tentes de vuestra propia alma envibración.

No fue sin su razón suficienteque este intérprete ecuménico denuestra América ignota haya te-nido por cuna a Nicaragua. Sucarácter de poeta universal,supuesto naturalmente el don desu genio que como dádiva per-fecta baja de lo Alto sin sujecióna ley preconcebida, le vienedirectamente de la característicaetnográfica de su tierra natal, pornaturales condiciones geográ-ficas “cosmopolita”. No es teme-raria nuestra proposición. La Pa-tria de Rubén Darío se halla enel mero centro del Continente, ypor mucho tiempo fue la CalleReal del Universo. El tránsitopuso en contacto a Nicaraguacon el mundo exterior en la in-mensa variedad de todos los ca-racteres humanos, de cuyos pol-vos fue amasado en cierta mane-ra el carácter nicaragüense, an-dariego y aventurero.

El cual se remacha con la in-fluencia psicológica de sus lagos,nuestras líquidas pampas de efec-tos semejantes a las argentinasen la hiperestesia de un espíritupoético como Darío, que fue,arrastrado por esas influencias,

cosmopolita errante, ardiente yluminoso, sonoro y ancho. Las ca-racterísticas esenciales de supoesía se las debe Darío a la geo-grafía física de Nicaragua, rema-tada por la Argentina. No fue me-ra casualidad la dedicación de los“Cantos de Vida y Esperanza”,conjuntamente a Nicaragua y ala república Argentina. Hubo enello un profundo sentido de re-conocimienio poético del autor,que le debió a esos dos puebloslo que hoy queremos definir lla-mándolo “nexo espiritual del Con-tinente Americano”: lo cosmopo-lita.

Rubén Darío se reconoce talen su descripción poética de símismo:

Yo soy aquel que ayer no másdecía./ El verso azul y la canciónprofana...

Y muy siglo diez y ocho y muyantiguo, / Y muy moderno audaz,cosmopolita”,

Con Hugo fuerte y con Ver-laine ambiguo, / Y una sed de ilu-siones infinita.

Y ¿qué le entusiasma al poetaen la república Argentina? Losrasgos ampliados de su cosmo-politismo nicaragüense. En Nica-ragua el cosmopolita, como mari-no por la imposición de sus lagos,es viajero. En la Argentina el cos-mopolita permanece y se argen-tinisa, digámoslo así, por el pro-ceso purificador de la plata. Elpoeta nos lo sugiere en el her-moso “CANTO A LA ARGEN-TINA, en que resalta ese aco-gedor aspecto de la república delPlata, glorificada como el crisolde todas las razas:

Argentina, región de la Au-rora! /Oh tierra abierta al se-diento / de libertad y de vida, di-námica y creadora!

Oh! barca augusta de prorafriunfante, de doradas velas!/ Deallá de la bruma infinita, /alzandola palma que agita / te saluda eldivo Cristóbal / príncipe de lasCarabelas.

Te abriste como una granada,como una ubre te henchiste, co-mo espiga te erguiste, / a toda ra-za congojada, a toda humanidadtriste,/ a los errabundos y parias/que bajo nubes contrarias van enbusca del buen trabajo,/ del buencomer, del buen dormir,/ del techopara descansar /y ver a los niñosreír, / bajo el cual se sueña y bajo/ el cual se piensa morir.

MONIMBO “Nueva Nicaragua” Edición 720 • Año 29

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Si así es Argentina, tal como losintió y vió el poeta, nada de ex-traño tiene que la haya queridocomo a su propia patria, hacién-dola amar a la vez de todos losnicaragüenses, por nuestro señorRubén Darío!

Nicaragua le dió su fuerza psí-quica a Darío, la orientó Chilehacia la gloria y la consagró Ar-gentina ampliando sus percep-ciones admirables de esa creaciónsegunda del hombre que se llamaCultura, mundo en que Darío fueun glorioso artífice. Por Darío encierta manera se ha unificado elalma hispano-americana, pues susversos, repetidos con cariño en to-dos los ámbitos de la Américaingenua de habla española, uni-fican el pensamiento americano,forman el cordón de seda que enapretado lazo une en verdadero hazecuménico los valores dispersosde la cultura continental. RubénDarío, por sólo el don mágico desu poesía, constituye el nexo es-piritual del Continente Americano,que murmura, para entretenerseo animarse, sus líricos poemas,brotados en su alma al son de susbrisas o al ritmo acompasado desus bosques, o al tronar delaquilón que presintiera a la vistadel Momotombo; al regresar asu patria.

Oh! Momotombo ronco y so-noro! Te amo / Porque a tu evo-cación vienen a mí otra vez/Obedeciendo a un íntimo reclamo/Perfumes de mi infancia, brisas demi niñez..

Con una alma volcánica entréen la dura vida,/ Aquilón y hu-racán sufrió mi corazón, / Y de mimente mueven la cimera encen-dida /Huracán y Aquilón.

En estos breves atisbos delalma del gran poeta americano,sólo hemos señalado el lado his-pano de su prisma triangular quepolariza la luz de nuestra culturapara esta parte del Continente, peroes obvio que América histó-ricamente está constituida por dosculturas diversas hasta ciertopunto antagónicas, en el norte, lacultura sajona protestante, y en elsur, la hispana católica. ¿Cuál esla actitud cultural de Rubén Darío,intérprete de la cultura hispana,frente a su antagónica en espírituy fuerza? Si Darío es, como lopretendemos, nexo espiritual delContinente Americano entero, debehaber encarado, en su propio es-píritu consciente de las respon-sabilidades de su genio, el pro-blema psico-histórico que la exis-tencia de esas dos culturas coin-cidentes ha creado en el devenir

político social de sus destinos. Elcontacto ha tenido que ser inevi-table. ¿Cómo lo contempla el poe-ta? Si lo pasa por alto o lo escabuye,dejaría de ser el nexo espiritual delContinente Americano.

Y es claro que lo afronta consu natural audacia, y lo primeroque contempla es la notoria debi-lidad del disgregamiento de lasnaciones que levantan el lábaro dela cultura hispano-católica, gran-des en su glorioso pasado; y llenode optimismo, sin desesperar, ysaludándolas con el recuerdo desu estirpe, les señala el rumbo fe-cundo de la Unión:

Inclitas razas ubérrimas,/ san-gre de Hispania fecunda,/ Espíritusfraternos, luminosas almas, salve;/Porque llega el momento en quehabrán de cantar nuevos himnos /Lenguas de gloria..

Unánse, brillen, secúndensetantos vigores dispersos!

Formen todos un sólo haz deenergías ecuménicas.

Sangre de Hispania fecunda,sólidas, inclitas razas,/ Muestrenlos dones pretéritos que fueronantaño su triunfo,/ Vuelva el anti-guo entusiasmo, vuelva el espírituardiente,/ Que regara lenguas defuego en esa epifanía,/ Juntas lastestas ancianas ceñidas de líricoslauros. Y las cabezas jóvenes quela alta Minerva decora.

Sólo de ese modo, en la men-te mágica del poeta, estaremospreparados para recibir “sin peli-gro”, antes benéficamente, el con-tacto de la cultura sajona, que esinevitable en la evolución históricade las fuerzas político-sociales delos pueblos, con ansias legítimasde expansión creadora, ley de loshumanos destinos. El poeta vis-lumbra dos momentos distintos enese inevitable contacto de doscivilizaciones o culturas opuestas,que acaso se completan en suspropias deficiencias. No sin unmisterio de la Providencia se di-vidieron, separadas, el ContinenteAmericano. Dos posibles modosaparecen a la mirada escrutadoradel poeta para la realizaciónhistórica de ese contacto: la actituddel invasor de parte del más fuerte,hostil y enemigo, y la amistosa deconvivencia internacional, la que,usando la frase que ha hechopopular Franklin Delano Roose-velt, podríamos llamar del “BuenVecino”, ya que no de hermanos.

La primera de esas actitudes elpoeta la ve personificada enTeodoro Roosevelt, por motivoshistóricos que por conocidos nosexcusamos de exponer, bástenossaber para el propósito interpre-

tativo de nuestro poeta, que para,él fue como la personificación del“imperialismo yankee”, y como atal le dirige su famosa invocaciónconsiderada con entera verdad lavoz de América:

Es con voz de la Biblia o versode Walt Witman/ Que habría quellegar hasta tí, Cazador!/ Primitivoy moderno, sencillo y compli-cado,/ Con un algo de Washing-ton y cuatro de Nemrod!/ Eres losEstados Unidos,/ Eres el futuroinvasor/De la América ingenua quetiene sangre indígena,/ Que aúnreza a Jesucristo y aún habla enespañol.

Columbrada por el poeta laposibilidad futura de esa invasión,que suele ser también un instru-mento providencial de la historiapara cumplir sus fines trascen-dentales de Civilización, bajandola mirada para descifrar las carac-terísticas que distinguen las dosculturas, dice de la sajona que ci-fra su poderío en la riqueza mate-rial:

....Sois ricos, Juntáis al cultode Hércules el culto de Mammón,y la cultura latino-católica, idealistay soñadora, surge a su visióncomo

...la América nuestra que teníapoetas,/ Desde los viejos tiemposde Netzahualcoyolt.../Que desdelos remotos momentos de su vida,

Vive de luz, de fuego, de per-fume, de amor./ Y sueña. Y ama,y vibra, y es la hija del Sol.

Contraste que no augura paranuestra América Hispana, en uncontacto de hostilidad, nada favo-rable, medidas las fuerzas con laclava de Hércules o las balanzasde Mammón, pero el poeta conocede otras fuerzas, las morales, ca-paces en sus resistencias infinitasde quebrar la vara de la imposición,y así, erguido como un profeta deDios, exclama:

Tened cuidado: Vive la Amé-rica Española!

Hay mil cachorros sueltos delLeón Español!

-Se necesitaría, Roosevelt, serpor Dios mismo,

El Riflero Terrible y el FuerteCazador.

Para poder tenernos en vues-tras férreas garras,/ Y, pues con-táis con todo, falta una cosa:Dios!

El poeta cree en el destinohistórico de la América ingenuaque aún reza a Jesucristo, y su fe,en fin profeta, da alas a nuestrasesperanzas, nos infunde fortaleza,nos prepara al otro contacto, al dela amistosa tendida de mano, queel poeta contempla también, o más

bien anuncia en lo que era futurolejano para el visionario y ya seestá haciendo posible en nuestrosdías, al conjuro de otro Rooseveltque, en ondas de buena voluntad,ha enviado el mensaje de la buenavecindad por toda la América, aco-gido al calor del entusiasmo quedespertara esa nueva política nor-teamericana. Nuestro gran poetanicaragüense la presintió en felizmomento de inspiración, poeti-sándola en su “Salutación alAguila”.

Bien vengas, mágica Aguila, dealas enormes y fuertes/ A extendersobre el Sur tu gran sombra con-tinental,/ A traer en tus garras,anilladas de rojos brillantes,/ Unapalma de gloria, del color de lainmensa esperanza,/ Y en tu picola oliva de una vasta y fecunda paz.

Pero al anuncio de esa gloriosavenida, con palmas de esperanzasy la oliva de la paz, recuerda elpoeta las propias debilidades, con-sistentes en permanecer “vigoresdispersos”, y como llamándonosla atención sobre la fuerza de lamágica Aguila, nos señala enejemplo su raíz.

E pluribus unum. Gloria, vic-toria, trabajo!

-Traednos los secretos de laslabores del Norte,

Y que los hijos nuestros dejende ser retores latinos

Y aprendan de los yanquis laconstancia, el vigor, el carácter.

No es pesimista el poeta al se-ñalarnos ese ejemplo de cons-tancia, vigor y carácter, reveladosen el fecundo trabajo productor,recordando la garrulería latina: espor el contrario, idealista en altogrado, porque al sentir en su almahincado el clavo férreo de la laboryanqui, le saca fulgores de luz. Enel más sano de los optimismos leopone al Aguila, símbolo del Norte,el no menos elevado del Sur, elCóndor, hermanos en las alturas:

Aguila, existe el Cóndor. Es tuherrnano en las alturas,/ Los Andeslo conocen y saben que, cual tú,mira al Sol./ May this grand Unionhave no end, dice el poeta, PUE-DAN AMBAS JUNTARSE, ENPLENITUD, CONCORDIA YESFUERZO!

Qué ideal de paz y con-vivencia más hermoso y practi-cable sugiere Darío en esos ver-sos proféticos para las dos Amé-ricas, la del Norte y la del Sur, opor cultura latina:

Puedan ambas juntarse en ple-nitud, concordia y esfuerzo!

Para el poeta, que ve muy lejossiempre, la América Latina, de-ficiente hasta ahora en su grandeza,

necesita la influencia del Nortepara perfeccionarse y robuste-cerse. Demasiado explícito se ma-nifiesta el poeta en este punto paradudarlo:

Salud, Aguila! Extensa virtud atus inmensos revuelos,/ Reina delos azures, salud, gloria, victoriay encanto!/ Que la Latina Américareciba tu mágica influencia

Y que renazca un nuevo Olim-po, lleno de dioses y héroes.

Ahora bien, lo que nos toca anosotros los hispanoamericanos,en el propósito de hacer de nues-tro magno poeta un verdadero nexoespiritual del Continente Ameri-cano poética expresión de la so-lidaridad continental-, es dar a co-nocer a los americanos sajones elpensamiento de nuestro poeta,que, debe ser oído como nosotrosal menos, en esta América inge-nua, hemos oído y oímos a suspensadores. El mismo poeta, enla gran capacidad mental de sucosmopolitismo que es el eslabónque lo hace nexo espiritual delContinente, recibió la influencia depoetas americanos come WaltWhitman, de que Darío se reco-noce deudor.

No olvidemos que el don de unverdadero poeta es una gracia deDios, dada para el desarrollo de lacultura humana que se desliza másfácilmente en las costumbres porlas suaves cadencias del verso, elque regalando el oído con sus dul-zuras, penetra hondo en el corazóncon sus fermentos divinos y, en-ciende la antorcha que ilumina lamente conductora del carro de laCivilización. Un poeta es un verda-dero abridor de rutas, y en RubénDarío tenemes todos los ame-ricanos un inmenso guía. Sigá-mosle en su sendero de luz, por-que él va

Adelante, siempre adelante.Excélsior! Vida! Lumbre!/ Que secumpla lo prometido en los des-tinos terrenos,/ Y que vuestra obrainmensa las aprobaciones recoja /Del mirar de los astros y de lo quehay más allá.

Hacemos el voto, para termi-nar, que Rubén Darío sea másconocido como nexo espiritual delContinente Americano, en su colo-sal obra de vidente y de profeta,no sólo en su propia América, laAmérica del Cóndor, sino tambiénen la América sajona, la Américadel Aguila, unidas ambas comoestán por el aliento pampero ymarino de la Libertad, por la queesta perla de los sueños deColón, ha llegado muchas veceshasta el histerismo, de que selamenta tanto el poeta.

Darío, nexo espiritual del continenteMONIMBO “Nueva Nicaragua” Edición 720 • Año 29