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  • La Musica en la Universidad: Historia y legislaci6n

    Jose Lopez-Calo, SJ

    La Musica en las universidades medievales y del Renacimiento

    El origen remoto del estudio de 1£1 mlisica en las Universidades esta en el concepto de las Artes Liherales, que, procediendo de la Grecia Clasica, se codifico definitivamente a finales del Imperio Romano, dividiendose en la

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    esta en ({Ipecu/atim y prdclica. En . tod~L'i se ellsefiaba III especulativC/ , si -guiendo los tratados de San Agustin , Boecio, San Isidoro, etc. Pero en algu-nas tambien lapractica.

    De una de esas Universidades se debe hacer mencion aquf, por la ex-traordinaria importancia que tuvo para el desarrollo de la musica: la de Parfs. Como se sabe, sus orfgenes son oscuros, aunque 10 que parece mas probable es que naciera como conse-cuencia de la importancia que hacia el siglo XI, 0 al menos desde comien-zos del XII, habfan adquirido algunas de l a~ "escuelas" que allf florecfan por entonces: la de la catedralde Notre-Dame, la del mona'iterio de San VIctor, etc.

    La primera noticia de laensefian-za musical en ParIs, en el sentido que pronto adquirirfaen las Universidades, data de comienzos del siglo X, cuando San Remigio de Auxerre ensefiaba allf Teologia y las Siete Artes Liberales se-gun la doctrina de Marciano Capella, cuyos tratados explicaba; y consta, por el biografo de Odon de Cluny, quien fue discfpulo de San Remigio, que este era particularmente famoso por su ense-iianza de la musica y que Odon aprell-dio la musica teorica de el.

    Es curioso no tar que los primeros estatutos ue la Uni vers iuad de Parb, promulgados por el Legado Pontificio Robert ue Cour~OIl en 1215 , no men-cionan explicitamente la musica, aUJl-que la incluyen implfcitamente, al co-dificar las ense il anzas del Quadril}ium. Y es curioso, porque para entonces la escuela musical de la Un iversidad de Paris estaba en el que qUi za haya sido el perfodo mas impor-tante de toda su historia, cuando alii se codific6 1a rftmica de laArs A l1tiqua y cuando florecfan, 0 babian 110recido no hacfa tanto tiempo, maestros como el citado Odon, Franco de Paris, Fran-co de Colonia, etc. , y cuando ya que-daba poco para que, en el seno de aque-lIa imponente cultura musical, nacie-ra el nuevo milagro de la AI's NOlJa, que revolucionaria, a su vez, la teo ria y la practica musicales de toda Euro-pa, dando origen a un arte verdadera-mente nUelJo .

    Aun sin lIegal' a la importanciade Paris, otras Universidades brillaron , ya desde la Edad Media, por la'\ enseiian-za'\ musicales que en ella) se impar-tfan. Entre ella) merecen nomhrarse las de Oxford, la de Bolonia, etc.

    Esta tradicion continuolmta bien entrado el Renaci-miento, cuando, a

  • causa de los cambios profundos que por entonces se introdujeron en 10 que podrfamos Ilamar planes de estudio de las Universidades, perdiendose el con-cepto basico del Trivium y del Quadrivium como fundamento de la ensenanza universitaria, la musica desaparecio de casi todas elias. Univer-sidades como la de Oxford, que conti -nuaron con ensenanzas musicales pu-jantes ininterrumpidamente hasta nues-tros dfas, son excepciones; y mu-cho mas 10 es Oxford por la importan-cia tan grande que ala musica conce-dio siempre, como 10 prueha el hecho de que desde comienzos del siglo XVI confiriera grados en musica, asl como los doctorados honoris causa que, a 10 largo de los siglos, concedio a gran-des compositores.

    La Musica en las universidades espanolas hasta el siglo XIX

    Espana tiene el honor de que una Universidad suya haya sido la primera del mundo que incluyo oficialmente la enseiianza de la musica en sus progra-mas. l Es la de Salamanca. En los Es-tatutos que en 1254 promulgo para ella Alfonso el Sabio se establece, entre las catedras de la Universidad, la de "un maestro en 6rgano" 2

    "Organo" aquI no significael ins-trumento que conocemos can ese nom-bre, sino que equivale a organum, 0 sea, la forma polifonica que se enseno precisamente en al Universidad de Pa-rIs, segCIl1 consta por los numerosos apuntes de c1ase de los alumnos que frecuentaban aquellas aulas y que nos han sido conservados, aSI como por los tratados de los maestros, que tambien se conservan. En realidad, en 1254 te-nia, con toda probabilidad, un signifi-cado mas amplio; seguramente que con este termino querfa significar el Rey Sabio toda la teoria, y qUiza tam-bien la practica, de la musica culta de entonces.

    Ni era nueva en Espaiia esta en-seiianza. Segun el testimonio de un cierto "Virgilius Cordubensis", en las escuela'i superiores de C6rdoba ya se enseiiaba el organum en el siglo XI. Dice exactamente: "et duo magistri legebant de musica (de ista arte quae dicitur organum)".~

    Salamanca continuo teniendo un catedratico de musica durante much os siglos. Exactamente hasta bien entra-do el siglo XIX. Mas aun: los estatutos de 1313, aprobados por bula del papa Clemente V, dicen expresamente que la musica es de las materias que deben

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  • ser ensenadas por magis!ri 0 por doc-{ores, y un roll/fuel' enviado al Papa Inocencio VI en 1355 hahla de duo magislri in mllsica dicti sludli (salmrmiicend'lj.1

    No conocemos los nombres de los catedraticos de musica de los comien-zos de la llniversidad salman tina. Pero todo hace pensar que el mas grande teo rico musical espanol de la Edad Media, Juan Gil de Zamora, haya sido uno de ellos) , pues no soio el esti lo y forma de su tratado son los tfpicos de las enseiianzas llniversitarias de enton-ces - fines del s i~lo XIII-, sino que un detenido cotejo de al~llnos de sus ca-pftulos, en particular del 17, en tjue trata de los iilstrumentos musicales, muestra un estrecho parentesco con otros tratadistas del siglo XIII, que pre-cisamente estudiaroll en fa UnilJer-sidad de Paris, en particular con Bartholomaeus Anglicus. Que este pa-rentesco deba interpretarse en el senti-do de que Bartholomaeus dependa de Gil de Zamora, como quiere MLilld' , o viceversa, 0 incluso que ambos de-pendieran de una Fuente comlm, como parece sugerir Robert-Tissot,7 es indi-ferente para nuestro asunto. EI hecho fundamental es el de un tratado me-dieval de musica en Espana de corte c1aramente universitario, cual es el de Gil de Zamora.

    La enseiianza 11l1iversitaria de la mllsica continuu ~ozando de gran presti ~io en Salamanca durante el res-to de la Edad Media: la reforll1a de Benedicto XIII de 1411 , que aumento el sludium, elevando el numero de catedf

  • musica en Salamanca y luego en Bolonia, publico en esta ultima ciudad, en 1482, .'Ie tratado, que, segun confe-sion propia, ya 10 tenIa redactado en Salamanca, y tambien est{l en latIn.

    Los citados estatutos de 1538 con-tienen una norma importante, que sin duda refleja una situacion de facto ya existente: determinan que: "EI catedra-tico de musica leera una parte de su hora de la especulaci6n de la musica, y otra parte ejercite los oyentes en can-tar; y hasta el mes de marzo muestre canto llano, y de allf a la fiesta de San Juan canto de organo, y de aliI a vaca-ciones, el 0 su sustituto, les muestre contrapunto" .9

    Ninguna otra Universidad espa-nola parece haber dado a la ensenan-za de la musica la cabida que en sus planes de estudio Ie dio la de Salamanca. Tan s610 la de Alcala pa-rece haberla incIuido, al menos en los primeros anos, mientras estuvo en vi-gor la organizacion de los estudios en tomo al Trivium y al Quadrivium. Se deduce esto del hecho de que algunos de los catedraticos de esa Universidad que escribieron tratados concebidos seg(m esa "ordenaci6n academica" inc1uye la musica en ellos. EI mas fa-moso de estos tratadistas es el D[ Pe-dro Ciruelo, que, despues de haber sido

    profesor en ParIs, fue nombrado por Cisneros, en 1510, catedr;Hico de Alcala. All I expl ico teologla , filo -soffa y musica, y aliI publico , en 1516, su obra cumbre: Cursus quatuar matbematicarum artium liberalium. En el incIu-ye el tratado de musica, de naturaleza puramente teo rica -como serla luego tambien el de Salinas, ya citado- , en el que copi a los Elementa musicae de Faber Stapulensis, anadiendole tan solo algunos comentarios, yen el que sigue literalmente la tradicion boeciana.

    Todo parece indicar que, a partir de finales del siglo XVI, la "catedra de musica", aun en Salamanca, cambi6 en forma sustancial , su concepto 0 , qUiza mas exactamente, el modo de entenderla: fue desapareciendo la en-seii.anza teorica - 10 que habfa sido su finalidad primordial en los orfgenes-y .'Ie Iimito a laprac/iea. Pero la prac-tica entendida no en el sentido origi-nal, de explicar los problemas tecni-cos de la musica del momento-Io que, aproximadamente, corresponderfa, si no a la composicion estrictamente di-cha, sf a 10 que hay Ilamamos "anali-sis musical ", 0 algo muy parecido--sino limitada, sencillamente, a inter-pretar inusica para las ocasiones so-lemnes de la Universidad.

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    Ya los estatutos de 1561 parecen orientarse ell este sentido cuando di-cen que en cierta~ fiestas se dehfa can-tar la misa, 10 mismo que en funera-les, etc. , bajo la direccion del "maes-tro de canto" III . De hecho, tambien a partir de entonces la regencia de la ca-tedra de musica se orienta en un sen-tido nuevo, ha

  • La Musica en las uni versidades ex tranjeras descte el si¥,lo XIX

    A partir de Ia segunda mitad del siglo XIX se experimento, en varias nac iones de Europa, un movimiento hacia una mas intensa inclusion de la :Vlllsica en la Universidad, en aq\H~ lI as en que ya existfa, y hacia su introcluc-ci6n doncle no ex istfa.

    Influjo particular tuvo en esto AJe-mania -€s decir, los pafses germani-cos, pues este movimiento se dio tam-bien en Austria y en la Suiza de habla y mentaliclad alemanas- . Pero no fue propiamente la musica, al menos al comienzo, sino 10 que se podrfa lI amar fa den cia de la tmisica. Esta fue , en efecto, la palabra que los alemanes ill ventaron por en tonces, Musik-u li\~\'enscbaji (= ciencia de la musica) .

    Nacio al cornienzo como una sec-ci6n de la Filologfa, de la Historia 0 de la Filosoffa. Pero muy pronto adquiri6 una personalidad ddinida, si bien la concesi6n de grados en esta especial i-clad tardarfa aun algunos decenios en conseguirse. Fue obra, por 10 general, de hombres aislados, que, sin embar-go, supieron crear una escuela en sus propias Univers idades. Incluso se lIe-g6 a establecer muy pronto vercladeras especialidades cientfficL\ que, si bien

    es cierto que nacieron como simple cOllsecuencia de la especializacion de los propios profesores fundadores , el Centro respectivo supo continuar aque-Iia corriente, crd ndose una auh~ntica tradicion. QUiza el ejemplo mas carac-terfstico de esto sea la lJniversidaci de l:\erlfn, especiaJizada en Etnograffa ll1usical, como consecuencia de los es-tudios de Curt Sachs (1881-1959) , quierl, a su vez, hered61a gran escuela de estudios cientfficos que habfan crea-do Johannes Wolff y Hermann Kretz'lChmar Otras se especial izaron en la musica medieval , co mo la de Goettingen, donde Friedrich Ludwig cre6 una gran escuela con metodos cielltfficos mlly rigurosos aplicados especfficarnente al estudio de la musi -ca medieval, y a donde y con qUien fue a estudi ar en 1923 el mas grande music61ogo de Espana Mons. Higinio Angles, maestro de quien les habla, y donde en la actual idad se estt:i especiali-zando en musica medieval una joven universitaria espanola, que esta ya alcanzando renombre univer-sal, gracias precisarnente a la rigurosa formacion cientffica que allf esta reci-biendo.

    Fueron precisamente los profeso-res alemanes los que fundaron la gran escuela musicol6gica en las Universi-dades norteamericanas. Ocurri6 esto a

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    partir de 1933: muchos cle aquellos profesores eran j udfos, y cuando se de-sat6 la persecuci6n de Hitler contra ellos, tuvieron que emigrar. A1guno que otro se qued6 en Europa, como el aus-trfaco Egon Wellesz --especializado en musica bizantina-, que, si bien con-vertido al Catolicismo, tuvo tambien que emigrar, instalandose en Oxford, en cuya Universidad fue muy pronto nombrado cateddtico de musica, al-canzando luego los mas altos puestos en la escala de autoridades academi-cas de aquella prestigiosa Universidad. Fueron excepciones. La mayor parte se fueron a Estados Unidos. Entre ellos el citado Curt Sachs, 10 mismo que Manfred Bukofzer, Willi Apel, etc.

    A partir de la Segunda Guerra Mundial todas las naciones cultas te-nfan Facultades de Musica 0 de Musicologfa, incluso con muy impor-tantes especialidades, como por ejem-plo la Escuela de Paleograffa Musical de Cremona en ltalia, etc. Inglaterra sigui6 con su tradici6n en las grandes Universidades de Oxford, Cambridge, etc. , en las que se ensenaba -y se ense-na-Ia musica te6rica y prdctica -€sta ultima en el mas estricto sentido, in-cluida lacomposici6n-, segUn la se-cular tradici6n. A1emania, fiel tambien al caracter que impfimierona sus es-tudios universitarios los sabios del si-

    glo pasado, tielle impollentes faculta-des en toda.'l ~us Universidacles. Causa impresi6n leer, cada trimestre, a cada nuevo numero de la revista Die Musikforschu'I'lg la lista de las mate-rias que ensefian las Facultades de to-das sus Universidades. Y, por supuesto, Estados Unidos volc6 toda su juventud y sus i nmensos recursos en la funda-cion, verdaderarnente a 10 grande, de Facultades de Musica y Musicologfaen practicamente todas sus Universi -dades. Hasta el extrema de que los "Graduates" americanos de musica han fundado, en 1965, una revista, Current Musicology, que continua en la actualiclad con el mismo vigor que ell su CU1l1iellZu y que se ha cOllvertido en una revista de musicologfa imp res-cindible en cualquier biblioteca media-namente especiali-zada. Y la lista de tesis doctorales que cada ano se pre-sentan en esas Facultades impresiona. Hasta el pun to, de que hace ya varios an os que existe Ulla publicacion Doc-toral Dissertations in Musicology y que cada afio actualiza la revista de la Sociedad Americana de Musicologfa, jou1'Jlal of the American Musicological Society. Aun para Iimi-tamos a un tema que a nosotros nos toca mas de cerca, las tesis doctorales sobre temas espanoles, baste decir que en el incipiente "quasi-Departamento de Musica" de nuestra Universidad de

  • Santiago hemos adquirido, de solos los ultimos lres 0 cuatro anos, algunas de las lesis sobre temas espanoles que nos parecieron mas importantes, dejando otras mucha~ a que no lIegaha nues-tro harto escaso presupuesto. Se puhli-ca su lista en apendice, siendo esta, creo, la mejor exposicion de esta reali-dad. Ito

    La Musica en la'> universidades espanolas en el Siglo XX

    Solo Espana se mantenia alejada de este movimiento del mundo cienti-fico. Anclada en una concepcion poco menos que inamovible de la Universi-dad, no habla, en nuestra'> Facultades Universitarias, lugar para la Musica 0 la Musicologia, que era la forma que habfan adoptado por doquier los estu-dios musicales universitarios.

    Esta concepci6n era la que se ha-bia heredado del siglo XIX. No hace al caso recordar aqui los avatares por los que pasola Universidad espanola des-de los lejanos dlas del renacentista si-glo XVI. Una simple enumeraci6n de algunos de los momentos mas influ-yentes que vivio en estos ultimos siglos bastara para comprender algo de 10 que sucedia: despues de la grave decaden-cia del siglo XVII y primera mitad del

    XVIII, comienza, hacia mediados de este ultimo siglo, 10 que bien podriaser Ilamado removimiento de la concien-cia universitaria de Espana, sobre todo la lucha entre el sistema tradicional, de Colegios, etc. , y las ideas renovado-ra~ , que fueron las que triunfaron en las profundas reformas de Carlos III y sus colaboradores mas influyentes. Vin~ luego la reforma deJovellanos, el famoso Plan de 1807, el decisivo In-forme Quintana de 1813, el Reglamen-to de Instrucci6n Publica de 1821, que trajo consigo la fundacion e inaugu-rad6n, al ano siguiente, de la Univer-sidad Central, el Plan General de En-senanza de 1845, y sobre todo la Ley de Instruccion Pllblica de 1857, que rue la que, en 10 esencial, configura la Universidad espanola durante los cien an os siguientes, pues, aunque experi-mento notables cambios, pero estos se refirieron a matices, ya que la concep-cion misma de la Universidad quedo practicamente definida en esa Ley. IS

    En general, esta concepcion ha-cfa hincapie sobre todo en las ensenan-zas cientificas de las materia'> tecnicas -Medicina, Matematicas, Ciencias Naturales ... -; de entre las "Letras", el Derecho, la Lengua y Literatura espa-nola, asf como la Historia de Espana y, si bien con altibajos, la Filosoffa, hubo un momenta historico en que se trat6

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    de introducir aqui la ensei'ianza filo-s6fica tal como la habian entendido (l entendian los grandes filosofos ale ma-nes, a partir de Kant, y, aunque el pro-yecto fracaso, dej6 un poso importan-te en la conciencia universitaria espa-iiola.

    Naturalmente, en este ambiente no habria lugar para pen sal' en la in-troduccion de las ensefianzas de la musica en la (Jniversidad. Esto estaba, sencillamente, fuera de toda logica del momento. Hay un hecho que, aunque indirectamente, prueha mejor que nin-gun otro el concepto en que se tenia por entonces a la musica: se trata de 10 que sucedio con la Real Academia de Bellas Artes: fundada en 1744 por Feli-pe V, estuvo, practicamente desde el principio, dividida en tres secciones: Pintura, Escultura y Arquitectura. La Musica no entraba en el concepto en-tonces reinante de las "Bellas Artes". 'Iendria que pasar casi siglo y medio hasta que tambien ella entrara a for-mar parte de la docta Corporacion, y solo pOI' el decidido empeno de algu-nos musicos, entre los que se encon-traban hombres del prestigio de un Hilarion Eslava. La seccion de musica fue creada por decreto de 8 de mayo de 1873, pero causo tanto malestar entre los academicos, que consideraban como intru

  • del siglo XVIII en Naroles habfa cam-biado grandemente el concepto, deri-vando hacia el de centros para la en-senanza musical) ;en t'rancia se habfa creado en 1784 la "Ecole Royale de chant et declamation", transform ada por la Revolucion en "Institut National" y, en 1797, en Conservato-rio. Lo que 5ucedfa en I nglaterra y AJe-mania no Ilegaba aqul.

    La situacion de la ensenanza musical en Espai'ia iba a cambiar ra-dicalmente muy poco despues del 11 de diciembre de 1829, cuando Marfa Cristina de Borbon hizo su entrada so-lemne en Madrid como cuarta esposa de Fernando VII: la nueva reina de Es-paiia procedfa de Napoles y trafa una mentalidad musical que podrfamos llamar napolitana, perfectamente napolitana. Su abcion ala musica, es decir, a la opera italiana, era extraor-dinaria.

    Tambien en Madrid, por entonces, casi se identificaba musica con opera, y precisamente opera italiana, si bien un movimiento musical "nacionalis-ta" estaba empezando entonces a ma-nifestarse, incluso con vehemencia. Lo que no impedfa que los mismos pro-motores de la musica "nacional" -es deci r, de la opera nacional , pues el movimiento sinfonico era poco menos

    que inexistente. y el de camara tam-bien estaha fuertemente intluenciado por la opera italiana- asistiesen , los primeros, a las representaciones del Teatro ReaL

    Los partidarios de la fundacion de un Conservatorio de Musica en Espa-na, es decir, en Madrid, encontraron, pues, en la reina todo el apoyo que podfan desear, y aSI el 23 de junio de 1830 aparecio en la "Gaceta de Ma-drid" el documenlo --curiosamente en forma de artIculo, no de decreto-fundacional del Conservatorio y el 15 de julio se publico el Reglamento. Como director fue 110mbrado el can-tante italiano de opera francesco Piermarini, 10 que ocasiono furiosas crfticas por parte de los musicos espa-nol es mas influyentes. La concepcion basica del Conservatorio giraba en lor-no a la opera italianaY

    Tenemos, pues, hacia 1830, defi-nido en Espana 10 que puede ser con-siderado concepto basico de la ense-fianza mU'iical, que se identificaba con el Conservatorio y que alejaba, radical-mente, a la musica de la Universidad. Ese estudio era puramente tecnico -un escrilor contemporaneo 10 definfa como "mecanico". Los aspectos cieIl-tfficos que implicaba la musica, el es-ludio de su his tori a, de las tecnicas de

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    otros tielllpos, el rescatar nuestro glo-1"1050 patrimonlo lllllSlcal pasado -para no hablar del de otras naciones-, que es, por la esencia misma de la materia y por los conocimientos cien-tfhcos que implica, propio de la Un i-versidad, ni siquiera pasaba por la mente a nuestros hombres del siglo XIX, ni a los universitarios ni a los l1lusicos, no obstante que en otra'l na-ciones sf se estaba 11evando ya a cabo este tipo de estudios y de trabajos. Pero todo esto no pesaba entre nosotros. Asf se iba a vivir durante mas de ciell ai'ios.

    Fue s610despues de la ultima gue-rra mUlldial cuando comenz6 a cam-biaI' la siLuaciOn. Es verdad que en la lIniver-sidad de I)arcelona ya hubo, entre 1933 y 1936, unas lecciones, si bien no deltodo oficiales. Pero ello era - habfa sidc}- debido a la presencia en aqueJla ciudad de Higinio Angles, un hombre formado en musicologfa en la Universidad alemana y cuya extraor-dinaria valfa intelectual pesaba mucho en Barcelona, donde eran muy cono-cidas y apreciadas sus monumentales publicaciones cientfficas, que muchos catedraticos de Universi-dad hubieran querido paras!, por la imponente masa de datos historicos, crfticos, literarios, etc. que las Jlenaban. Ademi~, convie-ne repetirio, se trata de un caso deltodo

    excepciOllal, que no tr

  • mer volumen del "Anuario Musical", publicaci6n peri6dica que aun hoy si-gue honrando a Espana. EI prestigio intelectual y cientffico que el Instituto Espanol de Musicologfa se gano en poco tiempo queda bien patente por el hecho de que en 194B, para la solem-nesesi6ndeciausuradel VIII Plenodel mismo CSIC, su director, Higinio Angles, fue invitado a pronunciar el discurso ritual, discurso que el titulo "Gloriosa contribucion de Espana a 13 Historia e la Musica Universal" .I X

    Y con todo, por increfble que pue-da parecer, la Musica no entro en la Universidad espanola como materia cientffica, que es como parece que de-bra haber entrado, sino como mera difusion cultural. Mas aun: vino exi-gida de fuera, por el ambiente que ha-cia 1950 existfa entre lajuventud es-panola, cada vez mas interesada por la musica culta, a causa del mayor conocimiento que para entonces ha-bfa de ella, tambien en Espana, gra-cias, sobre todo, a los que hoy lIama-mos medios audiovisuales de difusion de la cultura, los discos y la radio en primer lugar.

    Nacieron asf aquellas "Catedras de Difusi6n Cultural de la Musica", con varios nombres segun las varias Uni-versidades. Se trataba, al principio, y

    GL~i exciusivamente, de 3udiciones de discos comentadas, conferencias, etc.

    En todas partes tuvieron mucho exito, de tal manera que, en los anos inmediatamente siguientes, se les dio estatuto jurfdico, incluso a traves de sendas ardenes ministeriales, publica-da;; en el Boletfn Ol'icial del Estado. Cronologicamente, la primera de es-tas "Catedras" oficialmente estableci-da, fue la de Madrid (Orden de 6-3-1952, BOE del 22-4-1952) , a la que si-guen la de Santiago (OM del 5-12-1953, BOE del 5-5-1954) , la de Barcelona (OM del 13-7-1954, HOE del 12.8.1954), la de Sevilla, etc.

    En realidad, era todo poco mas que apariencia. Un informe, solicita-do a cualro Universidades en que esas "Catedras" tenfan vida mas pujante, por la Comisarfa General de la Musi-ca, como preparacion del Seminario que sobre la Musica en la Universidad se iba a celebrar en Sevilla en octubre de 1969 organizado por la misma Co-misana, presentaba un panorama de actualidad mas bien pobre, si bien en las respuestas de algunas de las Un i-versidades se intuyen ya mas risuenas perspectivas de futuro inmediato. IY

    Merece la pen a copiar las conciusio-nes a que lIego ese Seminario, por ser representativas del estado de opinion

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    en aquel momento , sohre todo por t11()strar una latente indecision, sin duda entre 10 que se consideraha como ideal inalcanzable (conclusiones 2 y 3) y 10 que entonces se consideraha como ya mucho, pero alcanzable (con-clusion }a.). He aquf, pues, esas con-clusiones:

    "Primera.- En las capitales que sean cabeza de distrito universi-lario yen aquellas otras ciudades que, sin serlo, cuenten con Facul-tades Universitarias 0 Escuelas Tecnicas Superiores, se dehe crear una catedra de Cultura Musical dependiente del Secretariado de Extension Universitaria, la cual funcionanl con el asesoramiento y en conexion con Ia Comisarfa General de la Musica de la Direc-cion General de Bellas Artes. Sera competencia de esta catedra la di-fusion de laMusicaentre los un i-versitarios. Para realizar tal fin, la catedra impartira ensenanzas y organizara conciertos y recitales. t\l servicio de la catedra se nom-brara un profesor encargado de curso, cuyo nombrarniento debe-ra recaer en persona especializa-da, que explicara las siguientes ensenanzas: un curso a traves de todo el perfodo lectivo, sobre His-toria de la Musica: comentarios

    acerca de los cot11pos itores, obrcL'; einterpretc::, que intervengan en conciertos, recitales y grabaciones. La catedra organizara, ademas, cursos monograt'icos y conferen-cias a cargo de especialistas, as! como Seminarios, coros, grupos instrumen-tales, etc. Los univer-sitarios tendran libre acceso acur-50S y conferencias 0 conciertos que organice la catedra. Se dotara a la catedra de Cullura Musical de los siguientes medios economi-cos, necesarios para eI cumpli-miento de sus fines:

    a) De una sola vez y en concepto de dotaci6n fundacional para adquisicion de material (pia-no, locadiscos, magnetofono, biblioteca especializada, iscoteca, rolloteca, etc.).

    h) Anualmente, y para subvenir a los ga~tos de funcionamien-to (pago de conciertos, cursos monograt'icos, nuevas adqui-siciones de discos, Iibros, etc.).

    Segunda.- De las ensenanzac; de la cate

  • Tercera.- En las Facultades de Fi-losoffa y Letras en las que exista una Seccion de Arte se creara un Departamento de Musica con or-ganizacion analoga, en 10 funcio-nal y economico, a los restantes Departamentos de la Seccion. Este Departamento, mediante las tesis doctorales de sus alum nos, puede ser la base de una futura labor de investigacion en orden ala Histo-ria y teorfa de la Musica.

    Cuarta.- Se construiran audito-rios en los recintos universitarios.

    Quinta.- El Seminario solicita in-formacion sobre las recientes de-claraciones Excelentfsimo senor Ministro de Educacion y Ciencia acerca de la creacion de faculta-des de MUsica, punto este que se considera del mayor interes" 20

    Para entonces ya habfa una Uni-versidad espanola que contaba nada menos que con un Profesor Numera-rio de historia de la Musica, si bien en forma que quiza no fuera del todo or-todoxa, pero que funcionaba: era la Universidad de Sevilla, que, amparan-dose en la correspondiente Orden Mi-nisterial de creacion de la "Catedra de Musica" y del reglamento que para su funcionamiento se habfa promulgado,

    y contando con un Profesor i\djunto Numerario en la Facultad de Filosoffa y Letras que reunfa "las condiciones exigidas en el reglamento", el Prof. Enrique Sanchez Pedrote, nombro a este Profesor de Historia de la Musica.

    El paso siguiente 10 dio nuestra Univers idad de Santiago: en ella la "Catedra de Cultura Musical" funcio-naba desde hacfa mas de diez anos, con una dotacion discreta, pero suficiente, tanto para el director de la misma como para material, gracias a la cual se compro entonces el tocadiscos estereofonico, que aun hoy sigue pres-tando muy huenos servicios. El am-biente era magnffico aquf, esas activi-dades contaban con la explfcita apro-bacion de la) Autoridades de la Uni-versidad y con una extensa simpatfa entre el profesorado de la Facultad, por 10 que en el plan de estudios de la Fa-cultad que cuando se celebro el Se-minario de Sevilla estaba pendiente de aprobacion ya se incluia la Historia de la Musica entre las aSignaturas optativas para las subsecciones de Geo-graffa e Historia y de Historia del Arte. Incluso en el informe que la Universi-dad envio al Seminario, y del que tomo estos datos, se pedia nada menos que "al men os una agregacion" de Histo-ria de la Musica.

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    Efectivamente, esa agregaci6n vino muy pronto, por Orden Ministe-rial de 13 de septiembre de 1973, en la que se autorizaba al Excmo, Sr, Rector a contratar como Profesor agregado a quien les habla, si bien en aque! 010-mento aun no tenfa convalidado su tf-tulo de Doctor en Musicologfa, que, por no poderse obtener en Espana, habfa tenido que ir a lograr al Extranjero; pero el Director General reconocfa como valido ese tftulo, a efectos de esa contrataci6n,

    Los hechos se sucedieron rapida-mente a partir de entonces: la asigna-tura de Historia de la Musica paso, en nuestra fac ultad , IllU Y pronto de optativa a obligatoria en la Secci6n de Historia del Arte; la Universidad de Salamanca creo muy pronto tambien una Agregacion y la de Oviedo una Adjuntfa,

    Actualmente, hay dos catedraticos numerarios de Historia de la Musica, en las Universidades e Oviedo y Salamanca: adjuntos numerarios en las de Sevilla y Granada: tienen ad-

    juntas dotadas, actualmente en fase de cubrirse por concurso uposicion , las de Malaga, Oviedo, Extremadura, Murcia y Zaragoza; hay ayudantes de c1ases practicas en la, de Santiago, Vallado-lid, Oviedo, la Laguna, y qUiza en al-guna mas todavfa; y la

  • Notas

    Vease Nan Cooke Carpenter, Music in the MedielJal and Renaissance Universities. Oklahoma: University Press, 1958, pp. 93 Y 210.

    Enrique Esperabe y Arteaga, His-toria pragmcitica e interna de la Universidad de Salamanca, vol. I, Salamanca, 1914, p+ag. 22.

    Este texto ha sido muchas veces reproducido y discutido, y sobre el se han movido muy serias dudas, ya desde el P. Feij60. Quien mas profundamente 10 ha estudiado desde el punto de vista musical-el texto se refiere a todas las ense-fianzas superiores en las escuelas de Cordoba en el siglo XI- ha sido Mons. Angles (vease H. Angles: El C6dex Musical de las Hue/gas, vol. I, Barcelona, 1931, pp. 34-36). Angles se Iimita aexponer las du-das de los varios especialistas que hasta entonees habfan estudiado el famoso tratado, asf como a adu-cir el testimonio de los que creen que, si no autentico, sf refleje una realidad (entre los que se cuenta el mas grande especialista en la mUsica arabe en Espana, cual es Farmer, 10 que es muy de tenerse

    en cuenta), sin decidirse por nin-guna de las dos opiniones. En di-versas publicaciones posteriores adujo repetidas veces este texto, manifestando siempre las dudas que existen respecto de su auten-ticidad, pero sin expresar una opi-nion propia decidida. Aunque es digna de notarse la conclusion que expone despues de la amplia discusion sobre la autenticidad del testimonio: "Sea como sea, el do-cumento en cuestion tiene para nosotros un gran valor, por la a1u-sion directa que se encuentra en el a la ensefianza cientffica de la mUsica a varias voces" (p. 36).

    Carpenter: Op. cit., p. 93 ss.

    La edicion c1asica del tratado de mUsica de Gil de Zamora -los de-mas escritos suyos no interesan aquf - es la de Gerbert (Scriptores Ecclesiastici de Musica Sacra ... , nunc primum publica luce donati a Martino Gerberto ... ), vol. II , Saint Blasien, 1784, 369-393-Pero la que se puede dar por defi-nitiva es la de Robert-Tissot (johannes Aegidius de Zamora Ars Musica. Edidit Michel Robert-Tissot, American Insti tute of

    25

  • 26

    Musicology, 1974 =Corpus Scriptorum de Musica, 20).

    Vease Hermann MUller: "Der Musiktraktat in dem Werke des Bartholomaeus Anglicus De proprietatibus rerum". En Riemann-Festschrift, Leipzig, 1909, 241-255. Ladiscusion que aquf interesa esta en las pags. 244s.

    Op. cit., 27s.

    Francisci Salinae Burgensis, abbatis Sancti Pancrati de Racca Scalegna in regno neapolitana, et in Academia Salmanticensi Musicae Prafessaris de Musica libri sept em .. . Salamanca, 1577. Edicion facsfmil moderna, Barenreiter, 1958.

    Esperabe y Arteaga: Historia ... , I, 158.

    10 Esperabe y Arteaga: Histaria ... , I, 323.

    11 Francisco Asenjo Barbieri: Diccia-nario de mUsicos espaiioles que tenia preparado para la im-prenta, en "Papeles de Barbieri",

    Madrid, Biblioteca Nacional, ms. 14.084, fols. 274-278.

    12 Vease Carlos Gomez Arnat: La Musica en la Universidad (de Salamanca) , en "Musica". Vol. 5, 1953,105-137.

    13 Vease Louis Jambou: Andres Lorente. Datos biogrdftcOS. Sem-blanza, en "Tesoro Sacro Musi-cal", 59, 1976, 67-78.

    14 Tambien otras naciones han pu-blicado, y publican, listas seme-jantes. Muy importantes las dos de Richard Schaal : Verzeichnis d e utsch s prachiger Musikwissenschaftlicher Dissertationen 1851-1960, Barenreiter, 1963) , Y Verzeichnis deutschsprachiger M usikw issenschfat I icher Dissertationen 1961-1970 (ibid., 1974) .

    15 Vease Alberto Jimenez: Historia de la Universidad Espanola, Madrid, 1971.

    16 Yease Jose Subira: La Secci6n de MUsica de nuestraAcademia, en "Academia: Anales y Boletfn de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando", V, 1955-57, 81 Y

  • S5 (son varios artfculos; el ultimo esta publicado en 1972).

    17 Federico Sopena: Historia crftica del Conservatorio de Madrid, Madrid, 1967, 1955.

    IX "Gloriosa contribuci6n de Espa-na a la Historia de la Musica uni-venial". DisculSO pronunciado por el Excmo. Sr. D. Higinio Angles, Director del Instituto Espanol de

    Musicologfa, en la Sesi6n de Clau-sura del VIII Pleno. Madrid, 1948.

    19 La Musica en la Universidad. Madrid, Ministerio de Educaci6n y Ciencia, Direcci6n General de Bellas Artes, Comisana General de la Musica, 1970 (=Cuademos de Actualidad Artfstica, No.6).

    20 Ibid., 142-144.

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