la música en el uruguay por lauro ayestarán, vol. ii. homenaje en el centenario de su nacimiento...

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Imaginar un libro que Lauro Ayestarán no llegó a escirbir.Catálogo de la exposición documental sobre Lauro Ayestarán, realizada en el Teatro Solís de la ciudad de Montevideo.Año 2013. Centro Nacional de Documentación Musical Lauro Ayestarán.Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay.

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  • La MSICA en el URUGUAY

    Volumen II

    por LAURO AYESTARN

    Homenaje en el centenario de su nacimiento

    Centro Nacional de Documentacin Musical

    Lauro Ayestarn

    Exposicin documental

    Teatro Sols

    Sala de Exposiciones

    25 de abril al 25 de agosto 2013

    Montevideo

    t

    Fotografa de cartula:

    Lauro Ayestarn en su estudio

    Clis del diario La Maana.

  • La MSICA en el URUGUAY

    Volumen II

    por LAURO AYESTARN

    Homenaje en el centenario de su nacimiento

    Centro Nacional de Documentacin Musical

    Lauro Ayestarn

    Exposicin documental

    Teatro Sols

    Sala de Exposiciones

    25 de abril al 25 de agosto 2013

    Montevideo

    t

    Fotografa de cartula:

    Lauro Ayestarn en su estudio

    Clis del diario La Maana.

  • Presentacin

    Celebracin, augurio y agradecimiento

    54

    p

    Lauro Ayestarn grabando a Vicente Snchez en la trastienda de una panadera.

    Treinta y Tres, 27 de junio 1958.

    Cuando en la historia se cumplen determinados aniversarios que invitan al homenaje, no necesariamente se

    cumplen al mismo tiempo las expectativas o se realizan los sueos que nos vinculan a la persona o al

    acontecimiento objeto de la celebracin. Afortunadamente, la conmemoracin de los cien aos del nacimiento del

    principal investigador de la msica en el Uruguay e indiscutible pionero de nuestros estudios musicolgicos en

    trminos cuantitativos y cualitativos est acompaada de varios hechos concretos que tambin merecen celebrarse

    en el marco de esta exposicin de homenaje. Esos hechos, tardos pero contundentes, tienen inicio a partir de la

    adquisicin en 2003 de una parte del imponente archivo de Lauro Ayestarn por el Estado (o sea todos nosotros), se

    consolidan con la creacin en 2009 del Centro Nacional de Documentacin Musical (CDM) y se proyectan hacia el

    futuro, gracias a las ininterrumpidas actividades de recuperacin fsica, ordenamiento y difusin de los materiales.

    Los objetivos son muy claros: reunificar el acervo original, actualmente desmembrado, revitalizar el trabajo

    sistemtico de estudio en profundidad de nuestras msicas y ofrecer a los futuros investigadores la posibilidad de

    retomar el legado de Ayestarn para revertir definitivamente el riesgo del olvido histrico, y la consecuente prdida

    de la memoria cultural. Esos fueron los propsitos a los que Ayestarn dedic su lamentablemente breve pero

    increblemente intensa vida, tal como queda claro en el recorrido de esta exposicin.

    En 1967, a un ao de su prematura desaparicin fsica, un por entonces muy joven discpulo suyo, alertaba

    desde las pginas del semanario Marcha sobre el riesgo de presenciar con indiferencia una especie de definitivo

    entierro intelectual del gran maestro (Lauro Ayestarn, uruguayo, Corin Aharonin, 11 de agosto 1967). El

    peligro era cierto, tuvieron que transcurrir largas dcadas para que recin ahora sea posible comenzar a apreciar

    pblicamente la plena dimensin del trabajo de Ayestarn. Este es el enorme tesoro que el CDM expone en esta

    muestra, que es apenas y exactamente eso, una pequea muestra de lo mucho que an queda por descubrir e

    investigar.

    El desafo y el augurio consisten ahora en transformar todos estos signos vitales en un renacer de la

    musicologa en el Uruguay, abordada con el rigor cientfico que le corresponde: el que se respira entre los valiosos

    documentos histricos que hoy aqu podemos apreciar. Una Musicologa a la altura de la importancia de la msica,

    de todas las msicas, en la vida del ser humano, tanto en la dimensin individual como en la proyeccin social que

    su presencia significa para la afirmacin de nuestra pertenencia e identidad cultural.

    Leonardo Croatto

    Coordinador musicolgico

    Centro Nacional de Documentacin Musical Lauro Ayestarn

  • Presentacin

    Celebracin, augurio y agradecimiento

    54

    p

    Lauro Ayestarn grabando a Vicente Snchez en la trastienda de una panadera.

    Treinta y Tres, 27 de junio 1958.

    Cuando en la historia se cumplen determinados aniversarios que invitan al homenaje, no necesariamente se

    cumplen al mismo tiempo las expectativas o se realizan los sueos que nos vinculan a la persona o al

    acontecimiento objeto de la celebracin. Afortunadamente, la conmemoracin de los cien aos del nacimiento del

    principal investigador de la msica en el Uruguay e indiscutible pionero de nuestros estudios musicolgicos en

    trminos cuantitativos y cualitativos est acompaada de varios hechos concretos que tambin merecen celebrarse

    en el marco de esta exposicin de homenaje. Esos hechos, tardos pero contundentes, tienen inicio a partir de la

    adquisicin en 2003 de una parte del imponente archivo de Lauro Ayestarn por el Estado (o sea todos nosotros), se

    consolidan con la creacin en 2009 del Centro Nacional de Documentacin Musical (CDM) y se proyectan hacia el

    futuro, gracias a las ininterrumpidas actividades de recuperacin fsica, ordenamiento y difusin de los materiales.

    Los objetivos son muy claros: reunificar el acervo original, actualmente desmembrado, revitalizar el trabajo

    sistemtico de estudio en profundidad de nuestras msicas y ofrecer a los futuros investigadores la posibilidad de

    retomar el legado de Ayestarn para revertir definitivamente el riesgo del olvido histrico, y la consecuente prdida

    de la memoria cultural. Esos fueron los propsitos a los que Ayestarn dedic su lamentablemente breve pero

    increblemente intensa vida, tal como queda claro en el recorrido de esta exposicin.

    En 1967, a un ao de su prematura desaparicin fsica, un por entonces muy joven discpulo suyo, alertaba

    desde las pginas del semanario Marcha sobre el riesgo de presenciar con indiferencia una especie de definitivo

    entierro intelectual del gran maestro (Lauro Ayestarn, uruguayo, Corin Aharonin, 11 de agosto 1967). El

    peligro era cierto, tuvieron que transcurrir largas dcadas para que recin ahora sea posible comenzar a apreciar

    pblicamente la plena dimensin del trabajo de Ayestarn. Este es el enorme tesoro que el CDM expone en esta

    muestra, que es apenas y exactamente eso, una pequea muestra de lo mucho que an queda por descubrir e

    investigar.

    El desafo y el augurio consisten ahora en transformar todos estos signos vitales en un renacer de la

    musicologa en el Uruguay, abordada con el rigor cientfico que le corresponde: el que se respira entre los valiosos

    documentos histricos que hoy aqu podemos apreciar. Una Musicologa a la altura de la importancia de la msica,

    de todas las msicas, en la vida del ser humano, tanto en la dimensin individual como en la proyeccin social que

    su presencia significa para la afirmacin de nuestra pertenencia e identidad cultural.

    Leonardo Croatto

    Coordinador musicolgico

    Centro Nacional de Documentacin Musical Lauro Ayestarn

  • La memoria musical colectiva no es un

    suceso acabado ni esttico. Tampoco es la suma

    de grandes acontecimientos. Acaso ni siquiera

    pueda hablarse de una memoria, sino de un

    universo de memorias que cada sociedad,

    comunidad o grupo humano construye y

    legitima, desde una seleccin ms o menos

    arbitraria, intuitiva y habitualmente jerarquizante

    de prcticas musicales, transformadas en

    representativas o identitarias. Los componentes

    de este universo simblico remiten a un pasado

    musical, que llega a nosotros por transmisin

    oral o escrita y hacemos propio cuando le

    otorgamos nuevos significados.

    La labor del musiclogo es favorecer el

    acceso a ese pasado y a la vez evidenciar el

    presente, de manera de contribuir al

    autoconocimiento crtico del ser humano como

    ser social. La responsabilidad asumida en tal

    sentido por Lauro Ayestarn se expresa en las

    actividades desarrolladas en el mbito cultural y

    el educativo, en su participacin en los debates

    acadmicos e intelectuales y, sobre todo, en su

    pionera e inmensa obra musicolgica. Los

    escasos treinta aos de vida profesional de

    nuestro principal musiclogo dan cuenta de un

    trabajo sin precedentes sobre la msica

    uruguaya de diferentes entornos socioculturales

    y espacios geogrficos, en trminos de la

    documentacin, registro, transcripcin,

    sistematizacin, estudio y reflexin. Abord las

    msicas culta y popular del entorno urbano o

    rural. Analiz documentos musicales escritos y

    recurri a la oralidad en tanto fuente de

    conocimiento contemporneo e histrico.

    La msica en el Uruguay por Lauro Ayestarn

    Volumen II

    El Folklore que por definicin es la ciencia que estudia

    los saberes populares, eso que lleva el hombre, no

    recibido por va institucional, sino que por la va de la

    tradicin, nos hace conocernos, justamente, a nosotros

    mismos, y ustedes saben muy bien que conocerse a s

    mismo es comenzar a mejorarse...

    Lauro Ayestarn

    76

    En 1953 Ayestarn public su obra

    cumbre, el primer volumen de La msica en el

    Uruguay, donde anunciaba al menos un segundo

    volumen que no lleg a concretar. Pero los

    contenidos previstos emergen en su legado

    musicolgico como aspectos sustanciales. Por

    tal motivo nos proponemos, en los cien aos de

    su nacimiento, imaginar aquel segundo libro a

    partir de los documentos sonoros, visuales y

    escritos que Ayestarn reuni y guard,

    planteando una lectura libre de los contenidos y

    actualizada en cuanto a los saberes y al

    vocabulario que hoy integran los discursos de las

    Humanidades y de las Ciencias Sociales. La idea

    de impulsar el debate musicolgico y, a la vez,

    nutrir el dilogo entre el pasado y el presente de

    la msica uruguaya convergen aqu en el

    reconocimiento al carcter referencial del

    pensamiento y el trabajo de Lauro Ayestarn.

    ste es nuestro homenaje.

    El primer tomo de La msica en el

    Uruguay es el resultado de un largo proceso de

    investigacin que el autor sita entre 1939 y el

    ao de edicin, 1953. Durante los catorce aos

    de elaboracin de esta extensa obra, Ayestarn

    public otros trabajos. Este es el caso de la

    investigacin sobre la presencia en el Ro de la

    Plata del compositor del barroco italiano

    Domenico Zipoli (1941) y de los volmenes

    Crnica de una temporada musical en el

    Montevideo de 1830 (1943), Fuentes para el

    estudio de la msica colonial uruguaya (1947),

    Un antecedente colonial de la poesa tradicional

    uruguaya (1949), La msica indgena en el

    Uruguay (1949), la primera versin de El minu

    montonero (1950) y La primitiva poesa

    gauchesca: 1812-1838 (1950) un estudio sin

    precedentes en el mbito literario de nuestro

    pas, adems de artculos y notas de crtica

    musical.

    La msica en el Uruguay, por su parte,

    se enmarca en un proyecto editorial mucho ms

    ambicioso (en el mejor sentido del trmino),

    enfocado a construir una historia crtica de la

    msica uruguaya desde los tiempos de la colonia

    a la contemporaneidad, abarcando los distintos

    espacios de produccin y recepcin musicales.

    En 1940 Ayestarn culmina una primera versin

    titulada Sntesis de los orgenes de la msica en

    el Uruguay. Una segunda versin que sobrepasa

    ampliamente dicha sntesis recibe en 1945 el

    premio Pablo Blanco Acevedo, otorgado por la

    Universidad de la Repblica, mientras que el

    volumen I es distinguido en 1954 con el Premio

    Nacional de Historia, tambin de la Universidad.

    En este estudio precursor no slo en el

    mbito de la msica sino de las artes en

    Uruguay, sustentado en el anlisis de

    documentacin escrita (fuentes de primer orden

    y bibliografa), se revela un aspecto fundamental

    del pensamiento terico-metodolgico de

    Ayestarn. Se trata del establecimiento de un

    dilogo, a la vez sincrnico y diacrnico con las

    msicas de otras regiones de Amrica, con el

    antecedente de la msica europea y con las

    fuentes orales del pas, en busca de

    convergencias y divergencias, que permitan

    conocer al mismo tiempo que preservar el

    conjunto de nuestras expresiones musicales.

    Completa y enriquece esta amplia mirada

  • La memoria musical colectiva no es un

    suceso acabado ni esttico. Tampoco es la suma

    de grandes acontecimientos. Acaso ni siquiera

    pueda hablarse de una memoria, sino de un

    universo de memorias que cada sociedad,

    comunidad o grupo humano construye y

    legitima, desde una seleccin ms o menos

    arbitraria, intuitiva y habitualmente jerarquizante

    de prcticas musicales, transformadas en

    representativas o identitarias. Los componentes

    de este universo simblico remiten a un pasado

    musical, que llega a nosotros por transmisin

    oral o escrita y hacemos propio cuando le

    otorgamos nuevos significados.

    La labor del musiclogo es favorecer el

    acceso a ese pasado y a la vez evidenciar el

    presente, de manera de contribuir al

    autoconocimiento crtico del ser humano como

    ser social. La responsabilidad asumida en tal

    sentido por Lauro Ayestarn se expresa en las

    actividades desarrolladas en el mbito cultural y

    el educativo, en su participacin en los debates

    acadmicos e intelectuales y, sobre todo, en su

    pionera e inmensa obra musicolgica. Los

    escasos treinta aos de vida profesional de

    nuestro principal musiclogo dan cuenta de un

    trabajo sin precedentes sobre la msica

    uruguaya de diferentes entornos socioculturales

    y espacios geogrficos, en trminos de la

    documentacin, registro, transcripcin,

    sistematizacin, estudio y reflexin. Abord las

    msicas culta y popular del entorno urbano o

    rural. Analiz documentos musicales escritos y

    recurri a la oralidad en tanto fuente de

    conocimiento contemporneo e histrico.

    La msica en el Uruguay por Lauro Ayestarn

    Volumen II

    El Folklore que por definicin es la ciencia que estudia

    los saberes populares, eso que lleva el hombre, no

    recibido por va institucional, sino que por la va de la

    tradicin, nos hace conocernos, justamente, a nosotros

    mismos, y ustedes saben muy bien que conocerse a s

    mismo es comenzar a mejorarse...

    Lauro Ayestarn

    76

    En 1953 Ayestarn public su obra

    cumbre, el primer volumen de La msica en el

    Uruguay, donde anunciaba al menos un segundo

    volumen que no lleg a concretar. Pero los

    contenidos previstos emergen en su legado

    musicolgico como aspectos sustanciales. Por

    tal motivo nos proponemos, en los cien aos de

    su nacimiento, imaginar aquel segundo libro a

    partir de los documentos sonoros, visuales y

    escritos que Ayestarn reuni y guard,

    planteando una lectura libre de los contenidos y

    actualizada en cuanto a los saberes y al

    vocabulario que hoy integran los discursos de las

    Humanidades y de las Ciencias Sociales. La idea

    de impulsar el debate musicolgico y, a la vez,

    nutrir el dilogo entre el pasado y el presente de

    la msica uruguaya convergen aqu en el

    reconocimiento al carcter referencial del

    pensamiento y el trabajo de Lauro Ayestarn.

    ste es nuestro homenaje.

    El primer tomo de La msica en el

    Uruguay es el resultado de un largo proceso de

    investigacin que el autor sita entre 1939 y el

    ao de edicin, 1953. Durante los catorce aos

    de elaboracin de esta extensa obra, Ayestarn

    public otros trabajos. Este es el caso de la

    investigacin sobre la presencia en el Ro de la

    Plata del compositor del barroco italiano

    Domenico Zipoli (1941) y de los volmenes

    Crnica de una temporada musical en el

    Montevideo de 1830 (1943), Fuentes para el

    estudio de la msica colonial uruguaya (1947),

    Un antecedente colonial de la poesa tradicional

    uruguaya (1949), La msica indgena en el

    Uruguay (1949), la primera versin de El minu

    montonero (1950) y La primitiva poesa

    gauchesca: 1812-1838 (1950) un estudio sin

    precedentes en el mbito literario de nuestro

    pas, adems de artculos y notas de crtica

    musical.

    La msica en el Uruguay, por su parte,

    se enmarca en un proyecto editorial mucho ms

    ambicioso (en el mejor sentido del trmino),

    enfocado a construir una historia crtica de la

    msica uruguaya desde los tiempos de la colonia

    a la contemporaneidad, abarcando los distintos

    espacios de produccin y recepcin musicales.

    En 1940 Ayestarn culmina una primera versin

    titulada Sntesis de los orgenes de la msica en

    el Uruguay. Una segunda versin que sobrepasa

    ampliamente dicha sntesis recibe en 1945 el

    premio Pablo Blanco Acevedo, otorgado por la

    Universidad de la Repblica, mientras que el

    volumen I es distinguido en 1954 con el Premio

    Nacional de Historia, tambin de la Universidad.

    En este estudio precursor no slo en el

    mbito de la msica sino de las artes en

    Uruguay, sustentado en el anlisis de

    documentacin escrita (fuentes de primer orden

    y bibliografa), se revela un aspecto fundamental

    del pensamiento terico-metodolgico de

    Ayestarn. Se trata del establecimiento de un

    dilogo, a la vez sincrnico y diacrnico con las

    msicas de otras regiones de Amrica, con el

    antecedente de la msica europea y con las

    fuentes orales del pas, en busca de

    convergencias y divergencias, que permitan

    conocer al mismo tiempo que preservar el

    conjunto de nuestras expresiones musicales.

    Completa y enriquece esta amplia mirada

  • 98

    p

    Cartula del volumen I de La msica en el Uruguay,

    editado en 1953.

    p

    Carta de Santiago Dossetti a Lauro Ayestarn, fechada en Minas, 15 de enero 1947.

    histrico-antropolgica el constante debate e

    intercambio de documentos y materiales

    bibliogrficos entre Ayestarn y sus colegas de

    distintos pases, lo cual redunda en aportes

    fundamentales al conocimiento de la msica

    uruguaya y de Amrica Latina, as como a los

    procesos de construccin de nuestra memoria

    como factor de identidad.

    Una preocupacin inevitable que aparece

    en el intercambio de correspondencia entre

    Ayestarn y sus pares, desde la concepcin

    misma de esta monumental historia de la msica

    uruguaya, es cmo agrupar y presentar los

    contenidos, tomando en cuenta la coherencia

    interna y los avances en el proceso de

    investigacin documental (escrita y oral) y

    bibliogrfica. Cmo se estructurara? Qu

    temticas incluira y en qu orden? Los captulos

    se agruparan en tomos, libros o partes? Se

    publicara ms de un volumen? Cuntos y con

    qu contenidos?

    A principios de los aos cincuenta la

    discusin se centra en un esquema que

    Ayestarn elabora a partir del dilogo con su

    maestro y amigo argentino Carlos Vega. De esta

    discusin se desprenden dos posibilidades para

    un segundo volumen: uno, la msica culta o de

    concierto a partir de 1860 y dos, los gneros y

    prcticas musicales del mbito de produccin y

    circulacin popular, susceptibles de integrarse a

    la construccin de nuestra memoria e

    identidades colectivas. Es decir, el llamado

    folclore en aquel entonces. De acuerdo con la

    argumentacin de Vega y los avances que

    Ayestarn haba realizado en la investigacin

    folclrica, los cuales se observan en un informe

    redactado por el autor en setiembre de 1958,

    donde anuncia dos hallazgos importantes,

    proponemos dedicar a las msicas de

    produccin y circulacin popular este segundo

    volumen imaginario de La msica en el Uruguay.

    El Folclore constituy en la era moderna

    una rama de la Antropologa dedicada al estudio

    de las supervivencias culturales. En ese contexto

    el hecho folclrico, ostentando valores de

    tradicin y autenticidad, se convirti en receptor

    de un conjunto de atributos que para algunos

    musiclogos de la poca adquiran el estatus de

    verdades irrefutables: funcional, colectivo,

    annimo, espontneo, popular, emprico y de

    transmisin oral. Asimismo, los estudios de

    folclore, realizados sobre la base del mtodo

    cientfico, se centraban en las clases bajas del

    medio rural, con escaso o nulo acceso a la

    educacin formal, y particularmente en la

    poblacin de mayor edad.

    No obstante, Ayestarn, sensible ante la

    evidencia de la propia msica y su entorno, iba

    tomando conciencia de que ni esos atributos

    eran propiedades necesarias y suficientes, ni el

    folclore se encontraba nicamente en los

    sectores no alfabetizados del rea rural. Por lo

    tanto, bajo la perspectiva de un dilogo

    desprejuiciado entre los diferentes espacios de la

    msica y la hiptesis de que todas las personas

    poseen un bagaje de conocimiento terico y

    prctico aprendido por transmisin oral, nuestro

    musiclogo altern la investigacin en archivos y

    bibliotecas, dirigida a encontrar noticias de

    nuestros antecedentes musicales, con el trabajo

    de campo. Explor en centros urbanos y zonas

    rurales los ambientes de reunin y tertulia, las

    escuelas, la va pblica e incluso dirigi la mirada

    hacia el mbito privado y familiar en busca de

    testimonios que hablaran de nuestra memoria

    musical, cuya existencia era constantemente

    puesta en duda.

    El trabajo de campo cubri en toda la

    Repblica un amplio margen de edades,

    diferentes espacios socioculturales y mbitos de

    reproduccin cultural, lo cual dio como resultado

    un acervo de alrededor de 4000 registros

    sonoros recopilados desde 1943, un ao

    despus de iniciados los recorridos en

    Montevideo, donde los instrumentos de registro

    eran papel y lpiz, adems de su habilidad para

    pautar la msica que oa. De esta forma la

    memoria de los msicos entrevistados dialogaba

    con la msica contenida en partituras

    manuscritas e impresas en Montevideo sobre

    todo en el siglo XIX, y las distintas prcticas

    musicales mostraban una mayor o menor

    especificidad en cuanto a los espacios de

    manifestacin. Esta gigantesca labor le permiti a

    Ayestarn comprobar, por un lado, la convivencia

    en el territorio uruguayo de cuatro cancioneros o

    ciclos folclricos (criollo rioplatense, norteo,

    infantil y candombe), con sus eventuales

    prcticas de danza o movimiento corporal; por

    otro, la no coincidencia de las regiones culturales

    con los lmites geopolticos.

    Para efectuar el trabajo de campo

    Ayestarn se serva en ocasiones de un

    introductor, cuya funcin era facilitar el contacto

    con la poblacin de una cierta localidad. Este fue

    el caso de Santiago Dossetti, escritor oriundo del

    departamento de Lavalleja. Tambin del maestro

    de msica de origen italiano residente de

    Paysand, Apolo Ronchi, un excelente fotgrafo

    aficionado, quien a solicitud de Ayestarn registr

    en imagen a varios de los msicos entrevistados.

    Incluso durante las primeras incursiones al

    interior del pas, el propio Eduardo Fabini le ayud

    a aproximarse a los msicos de su ciudad natal:

    l me acerc a la hora en que caan a la pulpera

    de Sols de Mataojo, los cantores del lugar,

    escriba Ayestarn (Panorama del folklore

    musical uruguayo, setiembre 1959). Igualmente

    la escuela, el liceo, la iglesia, el municipio o la

    comisara funcionaban como enlace entre el

    musiclogo y los habitantes del pueblo o de la

    pequea ciudad, y a veces hasta como local de

    un improvisado estudio de grabacin. Aun as, en

    opinin de Ayestarn, esta situacin no favoreca

    la espontaneidad del msico, lo cual se sumaba

    a las difciles condiciones tcnicas de las

    grabaciones, subsanadas en parte cuando

    salieron al mercado los primeros grabadores

    porttiles y a pila.

    En todos los casos Ayestarn apelaba al

    compromiso del sujeto de estudio, denominado

    informante segn la tradicin antropolgica. Sin

    embargo, coincidiendo con varios colegas de

    otros pases, planteaba una diferencia sustancial

    con las estrategias del trabajo de campo de dicha

    disciplina, en la medida que individualizaba con

    nombre y apellido al msico. Esta diferencia es

    coherente con su postura tica de investigador,

    en tanto se asume no como un observador

    pasivo de una realidad externa, sino participativo

    y comprometido: adems de revertir hacia las

    diferentes comunidades o grupos humanos el

    conocimiento que iba formalizando,

    concientizaba al pblico de sus conferencias

    sobre la importancia del autoconocimiento

    crtico.

    La recopilacin de documentos

    constituye uno de los primeros pasos en una

    investigacin, si bien en la experiencia nunca se

    llega a concluir. Al estar la msica como

    cualquier otra prctica cultural en constante

    transformacin, siempre habr algo nuevo que

    impedir llegar a un final definitivo. Por otra parte,

    al nutrir estas transformaciones el devenir de las

    ideas y viceversa, los finales sern siempre el

    origen de una nueva investigacin o, al menos,

    darn lugar a un ajuste en la construccin del

    objeto de estudio. El tipo de anlisis que

    planteaba Ayestarn a partir de la articulacin de

    la dimensin histrica con el presente, el ingreso

    de nuevas temticas en su campo de inters

    acadmico y las referidas transformaciones

  • 98

    p

    Cartula del volumen I de La msica en el Uruguay,

    editado en 1953.

    p

    Carta de Santiago Dossetti a Lauro Ayestarn, fechada en Minas, 15 de enero 1947.

    histrico-antropolgica el constante debate e

    intercambio de documentos y materiales

    bibliogrficos entre Ayestarn y sus colegas de

    distintos pases, lo cual redunda en aportes

    fundamentales al conocimiento de la msica

    uruguaya y de Amrica Latina, as como a los

    procesos de construccin de nuestra memoria

    como factor de identidad.

    Una preocupacin inevitable que aparece

    en el intercambio de correspondencia entre

    Ayestarn y sus pares, desde la concepcin

    misma de esta monumental historia de la msica

    uruguaya, es cmo agrupar y presentar los

    contenidos, tomando en cuenta la coherencia

    interna y los avances en el proceso de

    investigacin documental (escrita y oral) y

    bibliogrfica. Cmo se estructurara? Qu

    temticas incluira y en qu orden? Los captulos

    se agruparan en tomos, libros o partes? Se

    publicara ms de un volumen? Cuntos y con

    qu contenidos?

    A principios de los aos cincuenta la

    discusin se centra en un esquema que

    Ayestarn elabora a partir del dilogo con su

    maestro y amigo argentino Carlos Vega. De esta

    discusin se desprenden dos posibilidades para

    un segundo volumen: uno, la msica culta o de

    concierto a partir de 1860 y dos, los gneros y

    prcticas musicales del mbito de produccin y

    circulacin popular, susceptibles de integrarse a

    la construccin de nuestra memoria e

    identidades colectivas. Es decir, el llamado

    folclore en aquel entonces. De acuerdo con la

    argumentacin de Vega y los avances que

    Ayestarn haba realizado en la investigacin

    folclrica, los cuales se observan en un informe

    redactado por el autor en setiembre de 1958,

    donde anuncia dos hallazgos importantes,

    proponemos dedicar a las msicas de

    produccin y circulacin popular este segundo

    volumen imaginario de La msica en el Uruguay.

    El Folclore constituy en la era moderna

    una rama de la Antropologa dedicada al estudio

    de las supervivencias culturales. En ese contexto

    el hecho folclrico, ostentando valores de

    tradicin y autenticidad, se convirti en receptor

    de un conjunto de atributos que para algunos

    musiclogos de la poca adquiran el estatus de

    verdades irrefutables: funcional, colectivo,

    annimo, espontneo, popular, emprico y de

    transmisin oral. Asimismo, los estudios de

    folclore, realizados sobre la base del mtodo

    cientfico, se centraban en las clases bajas del

    medio rural, con escaso o nulo acceso a la

    educacin formal, y particularmente en la

    poblacin de mayor edad.

    No obstante, Ayestarn, sensible ante la

    evidencia de la propia msica y su entorno, iba

    tomando conciencia de que ni esos atributos

    eran propiedades necesarias y suficientes, ni el

    folclore se encontraba nicamente en los

    sectores no alfabetizados del rea rural. Por lo

    tanto, bajo la perspectiva de un dilogo

    desprejuiciado entre los diferentes espacios de la

    msica y la hiptesis de que todas las personas

    poseen un bagaje de conocimiento terico y

    prctico aprendido por transmisin oral, nuestro

    musiclogo altern la investigacin en archivos y

    bibliotecas, dirigida a encontrar noticias de

    nuestros antecedentes musicales, con el trabajo

    de campo. Explor en centros urbanos y zonas

    rurales los ambientes de reunin y tertulia, las

    escuelas, la va pblica e incluso dirigi la mirada

    hacia el mbito privado y familiar en busca de

    testimonios que hablaran de nuestra memoria

    musical, cuya existencia era constantemente

    puesta en duda.

    El trabajo de campo cubri en toda la

    Repblica un amplio margen de edades,

    diferentes espacios socioculturales y mbitos de

    reproduccin cultural, lo cual dio como resultado

    un acervo de alrededor de 4000 registros

    sonoros recopilados desde 1943, un ao

    despus de iniciados los recorridos en

    Montevideo, donde los instrumentos de registro

    eran papel y lpiz, adems de su habilidad para

    pautar la msica que oa. De esta forma la

    memoria de los msicos entrevistados dialogaba

    con la msica contenida en partituras

    manuscritas e impresas en Montevideo sobre

    todo en el siglo XIX, y las distintas prcticas

    musicales mostraban una mayor o menor

    especificidad en cuanto a los espacios de

    manifestacin. Esta gigantesca labor le permiti a

    Ayestarn comprobar, por un lado, la convivencia

    en el territorio uruguayo de cuatro cancioneros o

    ciclos folclricos (criollo rioplatense, norteo,

    infantil y candombe), con sus eventuales

    prcticas de danza o movimiento corporal; por

    otro, la no coincidencia de las regiones culturales

    con los lmites geopolticos.

    Para efectuar el trabajo de campo

    Ayestarn se serva en ocasiones de un

    introductor, cuya funcin era facilitar el contacto

    con la poblacin de una cierta localidad. Este fue

    el caso de Santiago Dossetti, escritor oriundo del

    departamento de Lavalleja. Tambin del maestro

    de msica de origen italiano residente de

    Paysand, Apolo Ronchi, un excelente fotgrafo

    aficionado, quien a solicitud de Ayestarn registr

    en imagen a varios de los msicos entrevistados.

    Incluso durante las primeras incursiones al

    interior del pas, el propio Eduardo Fabini le ayud

    a aproximarse a los msicos de su ciudad natal:

    l me acerc a la hora en que caan a la pulpera

    de Sols de Mataojo, los cantores del lugar,

    escriba Ayestarn (Panorama del folklore

    musical uruguayo, setiembre 1959). Igualmente

    la escuela, el liceo, la iglesia, el municipio o la

    comisara funcionaban como enlace entre el

    musiclogo y los habitantes del pueblo o de la

    pequea ciudad, y a veces hasta como local de

    un improvisado estudio de grabacin. Aun as, en

    opinin de Ayestarn, esta situacin no favoreca

    la espontaneidad del msico, lo cual se sumaba

    a las difciles condiciones tcnicas de las

    grabaciones, subsanadas en parte cuando

    salieron al mercado los primeros grabadores

    porttiles y a pila.

    En todos los casos Ayestarn apelaba al

    compromiso del sujeto de estudio, denominado

    informante segn la tradicin antropolgica. Sin

    embargo, coincidiendo con varios colegas de

    otros pases, planteaba una diferencia sustancial

    con las estrategias del trabajo de campo de dicha

    disciplina, en la medida que individualizaba con

    nombre y apellido al msico. Esta diferencia es

    coherente con su postura tica de investigador,

    en tanto se asume no como un observador

    pasivo de una realidad externa, sino participativo

    y comprometido: adems de revertir hacia las

    diferentes comunidades o grupos humanos el

    conocimiento que iba formalizando,

    concientizaba al pblico de sus conferencias

    sobre la importancia del autoconocimiento

    crtico.

    La recopilacin de documentos

    constituye uno de los primeros pasos en una

    investigacin, si bien en la experiencia nunca se

    llega a concluir. Al estar la msica como

    cualquier otra prctica cultural en constante

    transformacin, siempre habr algo nuevo que

    impedir llegar a un final definitivo. Por otra parte,

    al nutrir estas transformaciones el devenir de las

    ideas y viceversa, los finales sern siempre el

    origen de una nueva investigacin o, al menos,

    darn lugar a un ajuste en la construccin del

    objeto de estudio. El tipo de anlisis que

    planteaba Ayestarn a partir de la articulacin de

    la dimensin histrica con el presente, el ingreso

    de nuevas temticas en su campo de inters

    acadmico y las referidas transformaciones

  • 1110

    p

    De izquierda a derecha: Jos Gabriel Carr, Eduardo Fantoni, Apolo Ronchi y Lauro Ayestarn durante una

    grabacin en disco de 78 rpm, realizada en el Liceo Oficial de Enseanza Secundaria de Paysand el 23 de

    setiembre 1946.

    p

    Tablilla referencial del fichero, elaborada por Ayestarn.

    dieron como resultado un gran volumen de

    informacin. El acceso a toda esta informacin

    dependa exclusivamente de un adecuado

    procesamiento, de manera que elabor un

    sistema de organizacin a modo de una base de

    datos. En una infinidad de fichas ordenadas en

    40 pequeos cajones de alrededor de 70 cm de

    profundidad, Ayestarn fue registrando

    minuciosamente la informacin ms relevante de

    cada documento hallado o producido por l. Un

    sector del fichero se vinculaba con la

    investigacin de fuentes escritas e iconogrficas,

    mientras que el otro se relacionaba con el trabajo

    de campo. Cada cajn, a su vez, representaba un

    tipo documental o una variable: partitura,

    fotografa, msico, impresor, gnero musical,

    lugar geogrfico La informacin contenida en

    los cajones se asociaba de diversas maneras a

    los documentos recopilados, segn su

    naturaleza; por ejemplo, pginas en un cuaderno

    de registro de grabaciones y fichas de grabacin

    remitan a registros sonoros y a carpetas

    temticas, donde el musiclogo reuna

    documentacin especficas: artculos, imgenes,

    apuntes, transcripciones o cualquier documento

    que pudiera asociarse a un tema, incluso, la

    correspondencia mantenida con sus colegas

    donde se haca presente el tema en cuestin.

    Aunque el trabajo de recopilacin y

    sistematizacin desarrollado por Ayestarn fue

    monumental, era imposible abarcar toda la

    msica uruguaya, ms an si tomamos en

    cuenta su corta vida. En el terreno de lo popular,

    que es el que aqu nos compete, dejaba iniciada

    la investigacin de al menos dos temas

    fundamentales: el tango y la murga. Del primero

    haba logrado reunir un considerable nmero de

    partituras editadas, as como artculos, y

    comenzaba a estudiar la figura de Carlos Gardel.

    Al segundo tema ingresaba, como era de

    esperarse, a travs del carnaval, atendiendo

    fundamentalmente al aspecto sonoro, la imagen

    y a la prensa escrita. En todos los casos

    sorprende cmo esa enorme cantidad de

    informacin acumulada permite, gracias a su

    sistematizacin, construir un puente hacia

    nosotros y observar los caminos transitados en

    trminos musicales.

    Con la investigacin de una parte

    significativa de la msica uruguaya de los

    espacios de produccin y recepcin culto y

    popular, Ayestarn no slo se encaminaba a

    consolidar la Musicologa en nuestro pas, sino

    invalidaba dos hiptesis en cierta medida

    complementarias, que se haban extendido en

    diferentes sectores de la sociedad y en algunos

    mbitos de esta disciplina fuera del pas. Por un

    lado, se manejaba la inexistencia en Uruguay de

    una memoria e identidades musicales objetivadas

    en un repertorio; una suposicin, por cierto,

    bastante absurda. En caso de existir, y esta era la

    segunda hiptesis, no nos perteneca porque

    haba sido importada desde Espaa con la

    colonizacin o, ya en el siglo XIX, a travs del

    contacto con los pases limtrofes; cuestionando

    as su autenticidad.

    La constante y fundamentada defensa de

    las identidades musicales de los uruguayos

    condujo a Ayestarn a realizar aportes tericos

    de relevancia. Mientras l adverta sobre el

    dinamismo de la cultura en nuestro caso la

    musical y sobre la existencia de procesos de

    transculturacin retomando al cubano Fernando

    Ortiz, la mayora de los musiclogos se

    estancaban en la comodidad y la seguridad que

    ofreca suponer el estatismo de las prcticas

    culturales. En este sentido, su principal aporte se

    puede resumir en la idea de que los universos de

    memorias musicales que definen nuestras

    identidades corresponden a construcciones

    sociales de orden dinmico.

    Asimismo, Ayestarn confrontaba una

    idea que circulaba desde haca dcadas en

    algunos pases de Iberoamrica, donde la

    pretendida conformacin de escuelas

    nacionalistas en la msica culta adquira

    eufemsticamente la funcin de dignificar y

    preservar la msica folclrica, vistindola con el

    noble ropaje de la msica europea. Con total

    acierto Ayestarn planteaba que tanto la msica

    culta como la popular (mesomsica, en palabras

    de Carlos Vega) eran espacios de proyeccin del

    folclore y que las obras producidas en esos

    mbitos podan ser ms o menos logradas en

    trminos artsticos. De esta manera cuestionaba

    la existencia de los llamados folcloristas y

    reivindicaba la libertad de creacin en los

    referidos mbitos de la msica. Los tristes de

    Eduardo Fabini que datan de la primera mitad

    del siglo XX o las chamarritas, cielitos,

    milongas, candombes compuestas en el

    marco del movimiento de la msica popular

    uruguaya, son testimonio de que estas ideas de

    Ayestarn se encontraron tambin en quienes de

    forma consciente o no incidieron con propuestas

    renovadoras en la construccin de nuestras

    identidades musicales.

    Finalmente, un hecho a destacar es que

    los aspectos ticos y cientficos se muestran de

    manera indisoluble en el pensamiento de

    Ayestarn. Un ejemplo de ello se observa en el

    lugar que la nocin de cultura ocupa en su

    discurso musicolgico, en tanto se opone al

    dominio explicativo de la nocin de raza. Esta

    perspectiva le permite hacer un aporte

    fundamental al conocimiento y proyeccin social

    del candombe. En un momento en que esta

    prctica era entendida nicamente como la

    expresin de una raza, en nuestro pas minoritaria

    y excluida, Ayestarn utilizaba el trmino

    afrouruguayo como signo de un intercambio

    cultural permanente, con nfasis en el

    componente africano. De esta manera, el

    candombe obtena su lugar en los estudios del

    folclore uruguayo.

    Con seguridad, la permanente revisin de

    sus ideas, en dilogo con la conciencia del

    devenir de la cultura, hubiera significado para

    Lauro Ayestarn cuestionar la propia existencia

    de aquel folclore con sus propiedades

    diferenciadoras necesarias y suficientes. Esta

    revisin y conciencia del devenir, sumada a la

    certeza de la retroalimentacin entre lo individual

    y lo colectivo, sin lugar a dudas, habra derivado

    en la idea de que todas las msicas son

    susceptibles de participar en las dinmicas de

    construccin de nuestro universo de memorias e

    identidades.

    Olga Picn

    Curadora de la exposicin

    Centro Nacional de Documentacin Musical

    Lauro Ayestarn

  • 1110

    p

    De izquierda a derecha: Jos Gabriel Carr, Eduardo Fantoni, Apolo Ronchi y Lauro Ayestarn durante una

    grabacin en disco de 78 rpm, realizada en el Liceo Oficial de Enseanza Secundaria de Paysand el 23 de

    setiembre 1946.

    p

    Tablilla referencial del fichero, elaborada por Ayestarn.

    dieron como resultado un gran volumen de

    informacin. El acceso a toda esta informacin

    dependa exclusivamente de un adecuado

    procesamiento, de manera que elabor un

    sistema de organizacin a modo de una base de

    datos. En una infinidad de fichas ordenadas en

    40 pequeos cajones de alrededor de 70 cm de

    profundidad, Ayestarn fue registrando

    minuciosamente la informacin ms relevante de

    cada documento hallado o producido por l. Un

    sector del fichero se vinculaba con la

    investigacin de fuentes escritas e iconogrficas,

    mientras que el otro se relacionaba con el trabajo

    de campo. Cada cajn, a su vez, representaba un

    tipo documental o una variable: partitura,

    fotografa, msico, impresor, gnero musical,

    lugar geogrfico La informacin contenida en

    los cajones se asociaba de diversas maneras a

    los documentos recopilados, segn su

    naturaleza; por ejemplo, pginas en un cuaderno

    de registro de grabaciones y fichas de grabacin

    remitan a registros sonoros y a carpetas

    temticas, donde el musiclogo reuna

    documentacin especficas: artculos, imgenes,

    apuntes, transcripciones o cualquier documento

    que pudiera asociarse a un tema, incluso, la

    correspondencia mantenida con sus colegas

    donde se haca presente el tema en cuestin.

    Aunque el trabajo de recopilacin y

    sistematizacin desarrollado por Ayestarn fue

    monumental, era imposible abarcar toda la

    msica uruguaya, ms an si tomamos en

    cuenta su corta vida. En el terreno de lo popular,

    que es el que aqu nos compete, dejaba iniciada

    la investigacin de al menos dos temas

    fundamentales: el tango y la murga. Del primero

    haba logrado reunir un considerable nmero de

    partituras editadas, as como artculos, y

    comenzaba a estudiar la figura de Carlos Gardel.

    Al segundo tema ingresaba, como era de

    esperarse, a travs del carnaval, atendiendo

    fundamentalmente al aspecto sonoro, la imagen

    y a la prensa escrita. En todos los casos

    sorprende cmo esa enorme cantidad de

    informacin acumulada permite, gracias a su

    sistematizacin, construir un puente hacia

    nosotros y observar los caminos transitados en

    trminos musicales.

    Con la investigacin de una parte

    significativa de la msica uruguaya de los

    espacios de produccin y recepcin culto y

    popular, Ayestarn no slo se encaminaba a

    consolidar la Musicologa en nuestro pas, sino

    invalidaba dos hiptesis en cierta medida

    complementarias, que se haban extendido en

    diferentes sectores de la sociedad y en algunos

    mbitos de esta disciplina fuera del pas. Por un

    lado, se manejaba la inexistencia en Uruguay de

    una memoria e identidades musicales objetivadas

    en un repertorio; una suposicin, por cierto,

    bastante absurda. En caso de existir, y esta era la

    segunda hiptesis, no nos perteneca porque

    haba sido importada desde Espaa con la

    colonizacin o, ya en el siglo XIX, a travs del

    contacto con los pases limtrofes; cuestionando

    as su autenticidad.

    La constante y fundamentada defensa de

    las identidades musicales de los uruguayos

    condujo a Ayestarn a realizar aportes tericos

    de relevancia. Mientras l adverta sobre el

    dinamismo de la cultura en nuestro caso la

    musical y sobre la existencia de procesos de

    transculturacin retomando al cubano Fernando

    Ortiz, la mayora de los musiclogos se

    estancaban en la comodidad y la seguridad que

    ofreca suponer el estatismo de las prcticas

    culturales. En este sentido, su principal aporte se

    puede resumir en la idea de que los universos de

    memorias musicales que definen nuestras

    identidades corresponden a construcciones

    sociales de orden dinmico.

    Asimismo, Ayestarn confrontaba una

    idea que circulaba desde haca dcadas en

    algunos pases de Iberoamrica, donde la

    pretendida conformacin de escuelas

    nacionalistas en la msica culta adquira

    eufemsticamente la funcin de dignificar y

    preservar la msica folclrica, vistindola con el

    noble ropaje de la msica europea. Con total

    acierto Ayestarn planteaba que tanto la msica

    culta como la popular (mesomsica, en palabras

    de Carlos Vega) eran espacios de proyeccin del

    folclore y que las obras producidas en esos

    mbitos podan ser ms o menos logradas en

    trminos artsticos. De esta manera cuestionaba

    la existencia de los llamados folcloristas y

    reivindicaba la libertad de creacin en los

    referidos mbitos de la msica. Los tristes de

    Eduardo Fabini que datan de la primera mitad

    del siglo XX o las chamarritas, cielitos,

    milongas, candombes compuestas en el

    marco del movimiento de la msica popular

    uruguaya, son testimonio de que estas ideas de

    Ayestarn se encontraron tambin en quienes de

    forma consciente o no incidieron con propuestas

    renovadoras en la construccin de nuestras

    identidades musicales.

    Finalmente, un hecho a destacar es que

    los aspectos ticos y cientficos se muestran de

    manera indisoluble en el pensamiento de

    Ayestarn. Un ejemplo de ello se observa en el

    lugar que la nocin de cultura ocupa en su

    discurso musicolgico, en tanto se opone al

    dominio explicativo de la nocin de raza. Esta

    perspectiva le permite hacer un aporte

    fundamental al conocimiento y proyeccin social

    del candombe. En un momento en que esta

    prctica era entendida nicamente como la

    expresin de una raza, en nuestro pas minoritaria

    y excluida, Ayestarn utilizaba el trmino

    afrouruguayo como signo de un intercambio

    cultural permanente, con nfasis en el

    componente africano. De esta manera, el

    candombe obtena su lugar en los estudios del

    folclore uruguayo.

    Con seguridad, la permanente revisin de

    sus ideas, en dilogo con la conciencia del

    devenir de la cultura, hubiera significado para

    Lauro Ayestarn cuestionar la propia existencia

    de aquel folclore con sus propiedades

    diferenciadoras necesarias y suficientes. Esta

    revisin y conciencia del devenir, sumada a la

    certeza de la retroalimentacin entre lo individual

    y lo colectivo, sin lugar a dudas, habra derivado

    en la idea de que todas las msicas son

    susceptibles de participar en las dinmicas de

    construccin de nuestro universo de memorias e

    identidades.

    Olga Picn

    Curadora de la exposicin

    Centro Nacional de Documentacin Musical

    Lauro Ayestarn

  • 1312

    Si pensamos en la organizacin de los pueblos europeos fuente se ha diferenciado totalmente de su progenitora y ha alcanzado los

    sedimentados durante siglos y milenios en sus actuales lugares, lo que ha lmites de una autenticidad legtima. No es necesario ser un tcnico de

    dado una diferenciacin de usos, costumbres y hasta nada menos de folklore para darse cuenta de ello. Si un simple viajero uruguayo ms o

    lengua, es lgico deducir que sus respectivas culturas folklricas acusen a menos distrado, transita por las calles de Madrid o Sevilla o por las aldeas

    primera instancia caracteres vivamente diferenciados. Si aplicamos una de Espaa y oye un Estilo o una Milonga, como el pjaro que reconoce a

    lente de aproximacin, veremos que cada una de esas naciones contiene su compaero en el monte por su canto, va a ir en la bsqueda del

    dentro de su mbito poltico una subdivisin pronunciada de su saber uruguayo que est taendo el instrumento. Sabe perfectamente aunque

    popular. En Espaa, por ejemplo, no hay un folklore; hay quince o veinte ciertas teoras apresuradas del folklore le hayan dicho otra cosa que ese

    distintos y hasta contradictorios que forman el ms rico y complejo Estilo o esa Milonga no se dan en Espaa. Ahora, si al or una Seguidilla,

    mosaico. Si a la inversa, nos retiramos a prudente distancia, veremos en encontrara prefiguraciones del folklore uruguayo, entonces estara

    cambio que grandes sistemas universales viajan a travs de los pueblos y procediendo como investigador y se le exigira consecuentemente que

    engendran rplicas locales intransferibles y socializadas. pautara su meloda y la de muchas seguidillas ms, y luego las cotejara

    En Amrica esa plasticidad es an ms blanda y movediza. Frente a musicolgicamente con una masa ponderable de estilos y milongas

    los grandes Cancioneros unidades formales, rtmicas y tonales que uruguayas, para recin entonces establecer parentescos que, digamos de

    engendran enormes pases folklricos en todo el continente, se hallan las paso, tenemos la sospecha, nunca hallar.

    variantes locales que no coinciden con el mapa poltico actual. El folklore A la inversa, si un paisano baja a Montevideo y al pasar frente a

    cabalga en Amrica sobre los lmites polticos, y as como las especies los portones del campo de recreo de la Casa Galicia oye una Muieira,

    folklricas del cancionero pentatnico de raz etnolgica incaica son penetrar en su recinto y se pondr a bailar de buenas a primeras la

    compartidas por cinco pases, el Uruguay comparte con dos, sus especies garbosa gallega? El Colmado Sevillano ha sido uno de los ltimos actos del

    folklricas, como que son creaciones todas ellas anteriores a la revolucin exotismo que se han dado en nuestra ciudad.

    emancipadora de 1810 que defini luego el juego de las nacionalidades Lo que ha ocurrido es que, contra toda cientfica teora de la

    americanas. Adems y por encima de las especies estn las grandes experimentacin, las hiptesis han precedido a la investigacin. Y no las

    unidades los Cancioneros que conectan nuestro pas con casi todos los sanas hiptesis de trabajo que van a ser remodeladas y an rectificadas

    restantes de Amrica meridional. en el curso de la experimentacin, sino aquellas peligrosamente dogmticas

    Esa invariable pregunta que surge ante el curioso menos avisado de que es necesario luego vencer tras dura lucha. Y Amrica, que desde hace

    los problemas folklricos: el Pericn es uruguayo o argentino?, no tiene recin 30 aos ha comenzado su tarea de recoleccin y clasificacin de sus

    sentido. Para dejar satisfecho un supuesto orgullo nacional, al uruguayo materiales folklricos, est llena inundada de hiptesis, algunas de las

    podramos contestarle que es uruguayo, con el mismo derecho que al cuales datan de ms de cien aos. Ya en 1840, Juan Bautista Alberdi,

    argentino le contestaramos que tambin es suyo. exilado a la sazn en Montevideo, public un curioso artculo en El

    Por complejos mecanismos de sincronizacin de su coreografa, de Talismn donde sostuvo por primera vez hasta donde llegan nuestras

    su rtmica, de su meloda y de su sistema armnico, el Pericn se dio en investigaciones que el folklore rioplatense provena del folklore espaol.

    ese pas folklrico que hoy comparten dos nacionalidades. Vamos, pues, a suspender por ahora, toda teora impaciente y en

    Por otro lado, esto que se da en el Uruguay, aunque haya tenido su beneficio de un mejor conocimiento de nuestra realidad folklrica,

    origen en Europa despus veremos en qu msica europea tiene su expongamos objetivamente lo que se da en nuestro medio en el orden de

    Esquema de nuestra realidad folklrica

    por Lauro Ayestarn

  • 1312

    Si pensamos en la organizacin de los pueblos europeos fuente se ha diferenciado totalmente de su progenitora y ha alcanzado los

    sedimentados durante siglos y milenios en sus actuales lugares, lo que ha lmites de una autenticidad legtima. No es necesario ser un tcnico de

    dado una diferenciacin de usos, costumbres y hasta nada menos de folklore para darse cuenta de ello. Si un simple viajero uruguayo ms o

    lengua, es lgico deducir que sus respectivas culturas folklricas acusen a menos distrado, transita por las calles de Madrid o Sevilla o por las aldeas

    primera instancia caracteres vivamente diferenciados. Si aplicamos una de Espaa y oye un Estilo o una Milonga, como el pjaro que reconoce a

    lente de aproximacin, veremos que cada una de esas naciones contiene su compaero en el monte por su canto, va a ir en la bsqueda del

    dentro de su mbito poltico una subdivisin pronunciada de su saber uruguayo que est taendo el instrumento. Sabe perfectamente aunque

    popular. En Espaa, por ejemplo, no hay un folklore; hay quince o veinte ciertas teoras apresuradas del folklore le hayan dicho otra cosa que ese

    distintos y hasta contradictorios que forman el ms rico y complejo Estilo o esa Milonga no se dan en Espaa. Ahora, si al or una Seguidilla,

    mosaico. Si a la inversa, nos retiramos a prudente distancia, veremos en encontrara prefiguraciones del folklore uruguayo, entonces estara

    cambio que grandes sistemas universales viajan a travs de los pueblos y procediendo como investigador y se le exigira consecuentemente que

    engendran rplicas locales intransferibles y socializadas. pautara su meloda y la de muchas seguidillas ms, y luego las cotejara

    En Amrica esa plasticidad es an ms blanda y movediza. Frente a musicolgicamente con una masa ponderable de estilos y milongas

    los grandes Cancioneros unidades formales, rtmicas y tonales que uruguayas, para recin entonces establecer parentescos que, digamos de

    engendran enormes pases folklricos en todo el continente, se hallan las paso, tenemos la sospecha, nunca hallar.

    variantes locales que no coinciden con el mapa poltico actual. El folklore A la inversa, si un paisano baja a Montevideo y al pasar frente a

    cabalga en Amrica sobre los lmites polticos, y as como las especies los portones del campo de recreo de la Casa Galicia oye una Muieira,

    folklricas del cancionero pentatnico de raz etnolgica incaica son penetrar en su recinto y se pondr a bailar de buenas a primeras la

    compartidas por cinco pases, el Uruguay comparte con dos, sus especies garbosa gallega? El Colmado Sevillano ha sido uno de los ltimos actos del

    folklricas, como que son creaciones todas ellas anteriores a la revolucin exotismo que se han dado en nuestra ciudad.

    emancipadora de 1810 que defini luego el juego de las nacionalidades Lo que ha ocurrido es que, contra toda cientfica teora de la

    americanas. Adems y por encima de las especies estn las grandes experimentacin, las hiptesis han precedido a la investigacin. Y no las

    unidades los Cancioneros que conectan nuestro pas con casi todos los sanas hiptesis de trabajo que van a ser remodeladas y an rectificadas

    restantes de Amrica meridional. en el curso de la experimentacin, sino aquellas peligrosamente dogmticas

    Esa invariable pregunta que surge ante el curioso menos avisado de que es necesario luego vencer tras dura lucha. Y Amrica, que desde hace

    los problemas folklricos: el Pericn es uruguayo o argentino?, no tiene recin 30 aos ha comenzado su tarea de recoleccin y clasificacin de sus

    sentido. Para dejar satisfecho un supuesto orgullo nacional, al uruguayo materiales folklricos, est llena inundada de hiptesis, algunas de las

    podramos contestarle que es uruguayo, con el mismo derecho que al cuales datan de ms de cien aos. Ya en 1840, Juan Bautista Alberdi,

    argentino le contestaramos que tambin es suyo. exilado a la sazn en Montevideo, public un curioso artculo en El

    Por complejos mecanismos de sincronizacin de su coreografa, de Talismn donde sostuvo por primera vez hasta donde llegan nuestras

    su rtmica, de su meloda y de su sistema armnico, el Pericn se dio en investigaciones que el folklore rioplatense provena del folklore espaol.

    ese pas folklrico que hoy comparten dos nacionalidades. Vamos, pues, a suspender por ahora, toda teora impaciente y en

    Por otro lado, esto que se da en el Uruguay, aunque haya tenido su beneficio de un mejor conocimiento de nuestra realidad folklrica,

    origen en Europa despus veremos en qu msica europea tiene su expongamos objetivamente lo que se da en nuestro medio en el orden de

    Esquema de nuestra realidad folklrica

    por Lauro Ayestarn

  • 1514

    esta apasionante especulacin cultural; consignemos esa masa de por las calles con sus instrumentos populares: tamboras e tringulos. El

    conocimientos annimos, tradicionales, colectivos, vulgares y ms curioso documento data de 1680 cuando el primer ataque de los

    funcionalmente activos, que en la msica, como en otras disciplinas, espaoles a la Colonia del Sacramento, en que los indios de las Misiones

    caracterizan al hecho folklrico. llevaron sus pincollos, flautas y pfanos para animarse en el rudo juego de la

    Vamos a ensayar, entre tanto, un liso esquema de nuestra realidad guerra.

    folklrica en el dominio de la msica.

    Sobre el Uruguay se proyectan cuatro grandes ciclos folklricos

    En los das del Descubrimiento, el territorio del Uruguay se hallaba que, sin descartarse unos a otros, conviven en la extensin de nuestro

    habitado por un grupo de tribus chan-charra que desapareci en los territorio: 1) un ciclo de danzas y canciones rioplatenses que forma una

    albores del siglo XIX despus de cruentas luchas; fueron exterminados en suerte de pas folklrico con las provincias argentinas de Buenos Aires y

    1831 los ltimos sobrevivientes. Los charras practicaban danzas y cantos Entre Ros, donde se da el Estilo, la Cifra, la Milonga, la Vidalita, el Pericn,

    de combate y disponan de instrumentos musicales; entre stos debe etc.; 2) un ciclo norteo que participa juntamente con el estado brasileo

    destacarse una bocina de guampa y un arco musical monoheterocorde de Ro Grande del Sur, de algunas danzas y canciones del llamado

    cuyo resonador era la cavidad bucal del ejecutante. No ha quedado vestigio Fandango Riograndense: la Chimarrita, el Carangueijo, la Tirana, etc., a este

    alguno de pautacin sonora y, debido al hecho de que jams convivieron en ciclo pertenece, adems, una fuerte y curiosa expresin de polifona popular

    relacin pacfica con los conquistadores y colonizadores, su msica no de los ritos fnebres que es el Tercio de Velorio; aunque el Uruguay todo,

    influy en la formacin del folklore uruguayo. Hay, no obstante, una curiosa posee una slida unidad idiomtica espaola, en ese cancionero norteo

    observacin sobre el arco musical que Tacuab, uno de los cuatro ltimos aparece una especie de lengua auxiliar donde se mezclan vocablos y

    indgenas supuestamente charras llevados a Pars en 1833, transport locuciones portuguesas y castellanas; 3) el cancionero europeo antiguo

    desde el Uruguay: da casi una octava y los aires que permite tocar son que sobrevive intacto en nuestro territorio a travs del repertorio folklrico

    montonos y poco variados, y su comps es ordinariamente a tres infantil; sesenta canciones, arcaicas muchas de ellas, comunes a los

    tiempos. pueblos europeos y americanos; 4) las danzas dramticas de los esclavos

    Queda por estudiar los vestigios de una segunda cultura indgena, la africanos que derivaron hacia el Candombe sustentado instrumentalmente

    tup-guaran, que penetr en la Banda Oriental en gran escala a mediados del sobre una batera de tamboriles de extraordinaria riqueza rtmica.

    siglo XVIII despus de la expulsin de los Jesuitas y la destruccin de las En la primera mitad del siglo XIX, tres grandes danzas en las que

    Misiones Orientales. Con esta fuente indgena se fundaron nuestras viven el seoro de los buenos tiempos viejos y la fresca gracia campesina,

    principales villas y ciudades, y el pas entero la refleja hoy en su se hallan vastamente extendidas en el Uruguay; ellas son la Media Caa, el

    nomenclatura geogrfica cargada de nombres tup-guaranes. Cielito y el Pericn. Estas tres danzas tienen caractersticas muy similares;

    No obstante, la ausencia de estudios sobre la msica guarantica en desde el punto de vista de su notacin, las tres se cifran en comps de tres

    el mbito actual del antiguo Paraguay, nos impide, por ahora, formular octavos en sus frmulas de acompaamiento, y sus coreografas provienen

    juicios y procedencias. de la antigua Contradanza con sus formaciones en calle y sus complejas

    Restan simples recuerdos histricos de los arperos indios del ruedas, cadenas y molinetes. Son conducidas por un director del baile

    pueblo de Soriano que en ocasin de la coronacin de Fernando VII salieron llamado bastonero y pertenecen al ciclo de las danzas de pareja suelta de

    La msica folklrica

    La msica indgena

    conjunto, alternando sus movimientos lentos con otros ms vivos intermedia modula a veces al modo homnimo mayor, respondiendo a la

    adornados con castaetas friccin de los dedos pulgar y mayor y estructura formal del aria da capo. La Cifra es una suerte de recitativo

    zapateos. El Pericn sobrevivi en plena lozana hasta entrado el siglo actual parlante que se ordena en serie de dos versos cuatro compases

    y fue la danza nacional por excelencia del Uruguay al punto de que se le intercalados con rpidos rasgueos o trmolos de la guitarra y sirve para el

    llamaba El Nacional o Pericn Nacional. Se inicia con una formacin en relato de sucedidos o hazaas memorables. La Milonga, sobre un bajo

    calle en la cual las parejas, tomadas de la mano, se suceden en dos filas continuo que oscila de la tnica a la dominante, se emplea para expresar la

    que se miran frente a frente; sigue luego un nmero elevado de figuras que gracia y la picarda populares, y la Vidalita, cancin nostlgica y breve, canta

    llevan los nombres de molinete, rueda, paseto al campo, armas al las penas de amor ausente.

    hombro, coronar al compaero, etc. El bastonero que es el que da las Una de las formas tpicas del folklore musical del Uruguay es la

    voces de mando, indica el cambio de figuras. Hacia la mitad del baile se Payada de Contrapunto, suerte de desafo o disputa cantada en verso sobre

    efectan las relaciones que consisten en lo siguiente: el grupo de la base meldica de la Cifra o de la Milonga. La Payada, en pleno

    bailarines forma una rueda y, alternativamente, cada pareja pasa al centro reverdecimiento en los tiempos presentes, puede ser a lo humano cuando

    del crculo para recitar dos cuartetas una el hombre y otra la dama que trata de asuntos profanos o a lo divino cuando se refiere a hechos

    ruedan sobre amores, requiebros o picardas. El Pericn se clausura con trascedentes o sobrenaturales. El Payador tiene una evidente prefiguracin

    una figura llamada formar pabelln en la cual sacan a lucir los pauelos en los Trovadores provenzales de la Edad Media europea, cuyo joc parti o

    blancos (los hombres) y celestes (las mujeres) que llevan al cuello, y que juego partido, recuerda la payada de contrapunto y cuya tensn tiene gran

    simbolizan los colores que ostenta la bandera nacional. Esta figura parece similitud como operacin mental con el compuesto rioplatense.

    ser de reciente adopcin de origen teatral ya que slo se recuerda desde El instrumento criollo por excelencia es la guitarra, exactamente

    fines del siglo XIX de la poca en que el Circo de los hermanos Podest igual a la espaola. A fines del siglo XIX se extiende por el Uruguay el

    interpretaba esta danza en la representacin de Juan Moreira de Gutirrez. acorden diatnico, de cuatro bajos y una sola hilera de teclas en su

    El nmero de figuras del Pericn es elevado y variable; en algunas registro meldico, y alcanza gran predicamento como instrumento para

    oportunidades llega hasta veinte o ms, de tal manera que la danza se acompaar las danzas.

    prolonga hasta media hora, repitindose sus semiperodos musicales a cada En ese momento, adems de los bailes ya enunciados, se

    cambio de figura. folklorizan cinco especies de saln que cambian de caracteres al irradiarse

    En el orden de la cancin folklrica, el Uruguay posee, entre otras, en el ambiente campesino: la Polca, el Vals, el Chotis, la Danza o Habanera

    cuatro grandes especies: el Estilo llamado tambin Triste, la Cifra, la y la Mazurca; a la primera se le llama Polca Canaria y a la ltima, Ranchera.

    Milonga y la Vidalita. Se entonan a solo, acompaadas por la guitarra A fines de la pasada centuria se organiza la coreografa del Tango, la ms

    similar a la espaola, con seis rdenes simples de cuerdas que tae el caracterstica danza ciudadana en el ambiente rioplatense.

    mismo cantor. Su meloda es de carcter silbico y en la letra de las tres Hasta mediados del siglo XIX se bailaron en el Uruguay el Cielito, la

    primeras, predomina la estrofa literaria de la dcima o espinela. El Estilo, Refalosa, el Gato, el Malambo, la Media Caa y el Pericn; de todos ellos

    acaso la ms rica especie folklrica, acepta numerossimas variantes en su sobrevivi el ltimo hasta hace unos treinta aos. En la actualidad el baile

    morfologa musical, tiene un carcter lrico, a veces desgarrador, y su curva folklrico, desde el punto de vista coreogrfico excepcin hecha de las

    meldica es de gran articulacin y extensin; construido sobre la escala rondas infantiles y del Candombe dramtico del Carnaval se ha extinguido

    heptacordal, muy a menudo se halla en modo menor y su seccin en el Uruguay como manifestacin espontnea. Slo sirve la msica que

  • 1514

    esta apasionante especulacin cultural; consignemos esa masa de por las calles con sus instrumentos populares: tamboras e tringulos. El

    conocimientos annimos, tradicionales, colectivos, vulgares y ms curioso documento data de 1680 cuando el primer ataque de los

    funcionalmente activos, que en la msica, como en otras disciplinas, espaoles a la Colonia del Sacramento, en que los indios de las Misiones

    caracterizan al hecho folklrico. llevaron sus pincollos, flautas y pfanos para animarse en el rudo juego de la

    Vamos a ensayar, entre tanto, un liso esquema de nuestra realidad guerra.

    folklrica en el dominio de la msica.

    Sobre el Uruguay se proyectan cuatro grandes ciclos folklricos

    En los das del Descubrimiento, el territorio del Uruguay se hallaba que, sin descartarse unos a otros, conviven en la extensin de nuestro

    habitado por un grupo de tribus chan-charra que desapareci en los territorio: 1) un ciclo de danzas y canciones rioplatenses que forma una

    albores del siglo XIX despus de cruentas luchas; fueron exterminados en suerte de pas folklrico con las provincias argentinas de Buenos Aires y

    1831 los ltimos sobrevivientes. Los charras practicaban danzas y cantos Entre Ros, donde se da el Estilo, la Cifra, la Milonga, la Vidalita, el Pericn,

    de combate y disponan de instrumentos musicales; entre stos debe etc.; 2) un ciclo norteo que participa juntamente con el estado brasileo

    destacarse una bocina de guampa y un arco musical monoheterocorde de Ro Grande del Sur, de algunas danzas y canciones del llamado

    cuyo resonador era la cavidad bucal del ejecutante. No ha quedado vestigio Fandango Riograndense: la Chimarrita, el Carangueijo, la Tirana, etc., a este

    alguno de pautacin sonora y, debido al hecho de que jams convivieron en ciclo pertenece, adems, una fuerte y curiosa expresin de polifona popular

    relacin pacfica con los conquistadores y colonizadores, su msica no de los ritos fnebres que es el Tercio de Velorio; aunque el Uruguay todo,

    influy en la formacin del folklore uruguayo. Hay, no obstante, una curiosa posee una slida unidad idiomtica espaola, en ese cancionero norteo

    observacin sobre el arco musical que Tacuab, uno de los cuatro ltimos aparece una especie de lengua auxiliar donde se mezclan vocablos y

    indgenas supuestamente charras llevados a Pars en 1833, transport locuciones portuguesas y castellanas; 3) el cancionero europeo antiguo

    desde el Uruguay: da casi una octava y los aires que permite tocar son que sobrevive intacto en nuestro territorio a travs del repertorio folklrico

    montonos y poco variados, y su comps es ordinariamente a tres infantil; sesenta canciones, arcaicas muchas de ellas, comunes a los

    tiempos. pueblos europeos y americanos; 4) las danzas dramticas de los esclavos

    Queda por estudiar los vestigios de una segunda cultura indgena, la africanos que derivaron hacia el Candombe sustentado instrumentalmente

    tup-guaran, que penetr en la Banda Oriental en gran escala a mediados del sobre una batera de tamboriles de extraordinaria riqueza rtmica.

    siglo XVIII despus de la expulsin de los Jesuitas y la destruccin de las En la primera mitad del siglo XIX, tres grandes danzas en las que

    Misiones Orientales. Con esta fuente indgena se fundaron nuestras viven el seoro de los buenos tiempos viejos y la fresca gracia campesina,

    principales villas y ciudades, y el pas entero la refleja hoy en su se hallan vastamente extendidas en el Uruguay; ellas son la Media Caa, el

    nomenclatura geogrfica cargada de nombres tup-guaranes. Cielito y el Pericn. Estas tres danzas tienen caractersticas muy similares;

    No obstante, la ausencia de estudios sobre la msica guarantica en desde el punto de vista de su notacin, las tres se cifran en comps de tres

    el mbito actual del antiguo Paraguay, nos impide, por ahora, formular octavos en sus frmulas de acompaamiento, y sus coreografas provienen

    juicios y procedencias. de la antigua Contradanza con sus formaciones en calle y sus complejas

    Restan simples recuerdos histricos de los arperos indios del ruedas, cadenas y molinetes. Son conducidas por un director del baile

    pueblo de Soriano que en ocasin de la coronacin de Fernando VII salieron llamado bastonero y pertenecen al ciclo de las danzas de pareja suelta de

    La msica folklrica

    La msica indgena

    conjunto, alternando sus movimientos lentos con otros ms vivos intermedia modula a veces al modo homnimo mayor, respondiendo a la

    adornados con castaetas friccin de los dedos pulgar y mayor y estructura formal del aria da capo. La Cifra es una suerte de recitativo

    zapateos. El Pericn sobrevivi en plena lozana hasta entrado el siglo actual parlante que se ordena en serie de dos versos cuatro compases

    y fue la danza nacional por excelencia del Uruguay al punto de que se le intercalados con rpidos rasgueos o trmolos de la guitarra y sirve para el

    llamaba El Nacional o Pericn Nacional. Se inicia con una formacin en relato de sucedidos o hazaas memorables. La Milonga, sobre un bajo

    calle en la cual las parejas, tomadas de la mano, se suceden en dos filas continuo que oscila de la tnica a la dominante, se emplea para expresar la

    que se miran frente a frente; sigue luego un nmero elevado de figuras que gracia y la picarda populares, y la Vidalita, cancin nostlgica y breve, canta

    llevan los nombres de molinete, rueda, paseto al campo, armas al las penas de amor ausente.

    hombro, coronar al compaero, etc. El bastonero que es el que da las Una de las formas tpicas del folklore musical del Uruguay es la

    voces de mando, indica el cambio de figuras. Hacia la mitad del baile se Payada de Contrapunto, suerte de desafo o disputa cantada en verso sobre

    efectan las relaciones que consisten en lo siguiente: el grupo de la base meldica de la Cifra o de la Milonga. La Payada, en pleno

    bailarines forma una rueda y, alternativamente, cada pareja pasa al centro reverdecimiento en los tiempos presentes, puede ser a lo humano cuando

    del crculo para recitar dos cuartetas una el hombre y otra la dama que trata de asuntos profanos o a lo divino cuando se refiere a hechos

    ruedan sobre amores, requiebros o picardas. El Pericn se clausura con trascedentes o sobrenaturales. El Payador tiene una evidente prefiguracin

    una figura llamada formar pabelln en la cual sacan a lucir los pauelos en los Trovadores provenzales de la Edad Media europea, cuyo joc parti o

    blancos (los hombres) y celestes (las mujeres) que llevan al cuello, y que juego partido, recuerda la payada de contrapunto y cuya tensn tiene gran

    simbolizan los colores que ostenta la bandera nacional. Esta figura parece similitud como operacin mental con el compuesto rioplatense.

    ser de reciente adopcin de origen teatral ya que slo se recuerda desde El instrumento criollo por excelencia es la guitarra, exactamente

    fines del siglo XIX de la poca en que el Circo de los hermanos Podest igual a la espaola. A fines del siglo XIX se extiende por el Uruguay el

    interpretaba esta danza en la representacin de Juan Moreira de Gutirrez. acorden diatnico, de cuatro bajos y una sola hilera de teclas en su

    El nmero de figuras del Pericn es elevado y variable; en algunas registro meldico, y alcanza gran predicamento como instrumento para

    oportunidades llega hasta veinte o ms, de tal manera que la danza se acompaar las danzas.

    prolonga hasta media hora, repitindose sus semiperodos musicales a cada En ese momento, adems de los bailes ya enunciados, se

    cambio de figura. folklorizan cinco especies de saln que cambian de caracteres al irradiarse

    En el orden de la cancin folklrica, el Uruguay posee, entre otras, en el ambiente campesino: la Polca, el Vals, el Chotis, la Danza o Habanera

    cuatro grandes especies: el Estilo llamado tambin Triste, la Cifra, la y la Mazurca; a la primera se le llama Polca Canaria y a la ltima, Ranchera.

    Milonga y la Vidalita. Se entonan a solo, acompaadas por la guitarra A fines de la pasada centuria se organiza la coreografa del Tango, la ms

    similar a la espaola, con seis rdenes simples de cuerdas que tae el caracterstica danza ciudadana en el ambiente rioplatense.

    mismo cantor. Su meloda es de carcter silbico y en la letra de las tres Hasta mediados del siglo XIX se bailaron en el Uruguay el Cielito, la

    primeras, predomina la estrofa literaria de la dcima o espinela. El Estilo, Refalosa, el Gato, el Malambo, la Media Caa y el Pericn; de todos ellos

    acaso la ms rica especie folklrica, acepta numerossimas variantes en su sobrevivi el ltimo hasta hace unos treinta aos. En la actualidad el baile

    morfologa musical, tiene un carcter lrico, a veces desgarrador, y su curva folklrico, desde el punto de vista coreogrfico excepcin hecha de las

    meldica es de gran articulacin y extensin; construido sobre la escala rondas infantiles y del Candombe dramtico del Carnaval se ha extinguido

    heptacordal, muy a menudo se halla en modo menor y su seccin en el Uruguay como manifestacin espontnea. Slo sirve la msica que

  • 1716

    acompa a estos bailes y, desde luego, todo el extenso repertorio vocal mediados del siglo XVIII hasta 1870 una rica pantomima coreogrfica

    que hemos enumerado precedentemente. llamada Candombe, muy similar a las Congadas del Brasil, en la cual se

    Conjuntamente con estas especies folklricas, en los recordaba una escena de la coronacin de los Reyes Congos. En los

    departamentos norteos del Uruguay se da otra serie de danzas como la tiempos presentes viven lozanos: un instrumento, el tamboril,

    Chimarrita, la Tirana, el Carangueijo y el Cachinguengue, de las cuales, al membranfono de un solo cuero que se halla claveteado y se templa al

    igual que las anteriores, vive su msica, no as su coreografa. Son danzas fuego ejecutndose en juegos, y algunos personajes dramticos como el

    cantadas que constan de semiperodos de ocho compases sobre la base de Gramillero, el Escobero, etc. Con cuatro registros de tamboriles se forman

    una cuarteta octoslaba; se entonan en castellano, en portugus o en esa comparsas hasta de cincuenta o ms ejecutantes que recorren las calles de

    suerte de lengua auxiliar fronteriza en la que se mezclan accidentalmente Montevideo en perodos cclicos, especialmente durante el Carnaval. La

    vocablos y locuciones de ambos idiomas. La rigurosidad del ritmo fijo de la rtmica del tamboril es rica y compleja, y su aprendizaje se transmite de

    danza, obliga a una articulacin muy pobre de la meloda, cosa que no acuerdo con los ms puros mecanismos folklricos.

    ocurre en las grandes especies lricas como el Estilo, la Cifra, etc. Y bien: este primer artculo de una serie que continuaremos en el

    La entonacin del Rosario de cinco Misterios el Tercio y de prximo nmero, es algo as como una exposicin frontal, objetiva y sin

    numerosas oraciones populares en los ritos fnebres, organiza el llamado perspectiva histrica ni aparato probatorio de lo que nuestros viajes de

    Tercio de Velorio que se distribuye entre un solista llamado Capelln o recoleccin folklrica por todo el pas incluso, desde luego, Montevideo

    Capelo y un coro que interpreta la mitad o un fragmento mayor de las hemos podido recabar.

    preces. Se mueve en formas unisonales dentro del sistema responsorial, Tiene el valor de una informacin somera, de uso rpido, para

    pero a veces surge una segunda voz que marcha a una quinta o a una extraos a nuestra realidad folklrica. Nada ms.

    cuarta de distancia, organizndose as una especie de organum popular;

    en algunos momentos, la meloda se articula en un ritmo libre de Marcha, 25 de enero 1957.

    extraordinaria riqueza. Proviene del canto religioso popular catlico de los

    siglos XV y XVI y por momentos alcanza un fuerte carcter dramtico.

    En todo el Uruguay supervive intacto como en el resto de

    Amrica una suerte de pedestal arcaico, el Cancionero Europeo Antiguo, a

    travs del canto folklrico infantil. Son unas sesenta melodas a una sola voz

    sin acompaamiento, que sirven de arrullos, rondas, romances, alabanzas,

    villancicos, etc. Algunas de ellas como el Mambr se incorporaron en el

    siglo XVIII, otras como Se va, se va la lancha en el XIX, pero la mayor

    parte datan de pocas anteriores y provienen del ciclo trovadoresco europeo

    sin adaptacin al medio americano. A muchas de ellas les falta el sptimo

    grado, su mbito meldico es muy reducido y ostentan un carcter

    eminentemente silbico.

    La poblacin negra que representa en la actualidad segn un censo

    panamericano de 1947 el 3 % en todo el Uruguay, practic desde

    q

    Esquema de nuestra realidad folklrica,

    Marcha, 25 de enero 1957.

  • 1716

    acompa a estos bailes y, desde luego, todo el extenso repertorio vocal mediados del siglo XVIII hasta 1870 una rica pantomima coreogrfica

    que hemos enumerado precedentemente. llamada Candombe, muy similar a las Congadas del Brasil, en la cual se

    Conjuntamente con estas especies folklricas, en los recordaba una escena de la coronacin de los Reyes Congos. En los

    departamentos norteos del Uruguay se da otra serie de danzas como la tiempos presentes viven lozanos: un instrumento, el tamboril,

    Chimarrita, la Tirana, el Carangueijo y el Cachinguengue, de las cuales, al membranfono de un solo cuero que se halla claveteado y se templa al

    igual que las anteriores, vive su msica, no as su coreografa. Son danzas fuego ejecutndose en juegos, y algunos personajes dramticos como el

    cantadas que constan de semiperodos de ocho compases sobre la base de Gramillero, el Escobero, etc. Con cuatro registros de tamboriles se forman

    una cuarteta octoslaba; se entonan en castellano, en portugus o en esa comparsas hasta de cincuenta o ms ejecutantes que recorren las calles de

    suerte de lengua auxiliar fronteriza en la que se mezclan accidentalmente Montevideo en perodos cclicos, especialmente durante el Carnaval. La

    vocablos y locuciones de ambos idiomas. La rigurosidad del ritmo fijo de la rtmica del tamboril es rica y compleja, y su aprendizaje se transmite de

    danza, obliga a una articulacin muy pobre de la meloda, cosa que no acuerdo con los ms puros mecanismos folklricos.

    ocurre en las grandes especies lricas como el Estilo, la Cifra, etc. Y bien: este primer artculo de una serie que continuaremos en el

    La entonacin del Rosario de cinco Misterios el Tercio y de prximo nmero, es algo as como una exposicin frontal, objetiva y sin

    numerosas oraciones populares en los ritos fnebres, organiza el llamado perspectiva histrica ni aparato probatorio de lo que nuestros viajes de

    Tercio de Velorio que se distribuye entre un solista llamado Capelln o recoleccin folklrica por todo el pas incluso, desde luego, Montevideo

    Capelo y un coro que interpreta la mitad o un fragmento mayor de las hemos podido recabar.

    preces. Se mueve en formas unisonales dentro del sistema responsorial, Tiene el valor de una informacin somera, de uso rpido, para

    pero a veces surge una segunda voz que marcha a una quinta o a una extraos a nuestra realidad folklrica. Nada ms.

    cuarta de distancia, organizndose as una especie de organum popular;

    en algunos momentos, la meloda se articula en un ritmo libre de Marcha, 25 de enero 1957.

    extraordinaria riqueza. Proviene del canto religioso popular catlico de los

    siglos XV y XVI y por momentos alcanza un fuerte carcter dramtico.

    En todo el Uruguay supervive intacto como en el resto de

    Amrica una suerte de pedestal arcaico, el Cancionero Europeo Antiguo, a

    travs del canto folklrico infantil. Son unas sesenta melodas a una sola voz

    sin acompaamiento, que sirven de arrullos, rondas, romances, alabanzas,

    villancicos, etc. Algunas de ellas como el Mambr se incorporaron en el

    siglo XVIII, otras como Se va, se va la lancha en el XIX, pero la mayor

    parte datan de pocas anteriores y provienen del ciclo trovadoresco europeo

    sin adaptacin al medio americano. A muchas de ellas les falta el sptimo

    grado, su mbito meldico es muy reducido y ostentan un carcter

    eminentemente silbico.

    La poblacin negra que representa en la actualidad segn un censo

    panamericano de 1947 el 3 % en todo el Uruguay, practic desde

    q

    Esquema de nuestra realidad folklrica,

    Marcha, 25 de enero 1957.

  • 19

    La revisin sistemtica de los documentos, prensa

    peridica, libros, cuadros, grabados y memorias del

    pasado musical del pas, nos fue dando un fichero de

    todos aquellos hechos folklricos que haban quedado

    registrados en el papel o la tela. Danzas, canciones e

    instrumentos, fueron cayendo lentamente en las gavetas

    a lo largo de veinte aos de investigacin. Esto form la

    fuente seca de nuestro folklore.

    Haba entonces que salir al campo para encontrar la

    fuente viva y estudiar en el presente su recreacin y su

    supervivencia.

    Lauro Ayestarn

    18

    q

    Pericn para piano de Gerardo Grasso, octava edicin. Litografa: Escuela de

    Artes y Oficios, Montevideo. Coleccin de partituras impresas en el siglo XIX,

    adquiridas por Ayestarn.

    q

    El burro, polca de Celestino Griffon. Pieza compuesta a raz de una polmica

    mantenida con Luis Preti Marchesini, quien a su vez dedica al primero y a un

    cronista del diario La Repblica una mazurca titulada Vaya un par!!!. Litografa:

    Wiegeland, Montevideo. Coleccin de partituras impresas en el siglo XIX,

    adquiridas por Ayestarn.

  • 19

    La revisin sistemtica de los documentos, prensa

    peridica, libros, cuadros, grabados y memorias del

    pasado musical del pas, nos fue dando un fichero de

    todos aquellos hechos folklricos que haban quedado

    registrados en el papel o la tela. Danzas, canciones e

    instrumentos, fueron cayendo lentamente en las gavetas

    a lo largo de veinte aos de investigacin. Esto form la

    fuente seca de nuestro folklore.

    Haba entonces que salir al campo para encontrar la

    fuente viva y estudiar en el presente su recreacin y su

    supervivencia.

    Lauro Ayestarn

    18

    q

    Pericn para piano de Gerardo Grasso, octava edicin. Litografa: Escuela de

    Artes y Oficios, Montevideo. Coleccin de partituras impresas en el siglo XIX,

    adquiridas por Ayestarn.

    q

    El burro, polca de Celestino Griffon. Pieza compuesta a raz de una polmica

    mantenida con Luis Preti Marchesini, quien a su vez dedica al primero y a un

    cronista del diario La Repblica una mazurca titulada Vaya un par!!!. Litografa:

    Wiegeland, Montevideo. Coleccin de partituras impresas en el siglo XIX,

    adquiridas por Ayestarn.

  • 20 21

    u

    Lauro Ayestarn con su grabador Butoba junto a

    Ramn Lpez en su rancho de Aguas Corrientes, 12

    de enero 1962.

    q

    Carpetn de grabacin de Madre, con letra de

    Ramn Lpez sobre una meloda conocida.

    Transcripciones de la letra y la msica de Madre.

    q

    Fichas del registro de la ronda infantil A la rueda, rueda, efectuado en

    Montevideo, 11 de diciembre 1957.

    t

    Aquiles Pintos tocando el tambor repique durante una

    sesin de trabajo de campo en el conventillo Gaboto,

    edificio desalojado en los aos sesenta y convertido en

    cuartel de la Guardia Metropolitana. Montevideo, 21 de

    mayo 1966. Foto: Enrique Prez Fernndez.

    Grafodrama: El negro lleva el ritmo en la sangre

    Esta extendida frase y en apariencia incuestionable que

    Ayestarn escribe al dorso de la contundente imagen de los

    pequeos en brazos de sus madres conviviendo con el

    candombe, no tiene otro propsito que el de cuestionar una

    idea dominante en Occidente sobre la transmisin gentica

    de la cultura. Las mltiples connotaciones de esta idea no

    slo han sustentado en el mbito de la msica la jerarqua

    de la tradicin musical europea, sino han dado rienda

    suelta al racismo.

  • 20 21

    u

    Lauro Ayestarn con su grabador Butoba junto a

    Ramn Lpez en su rancho de Aguas Corrientes, 12

    de enero 1962.

    q

    Carpetn de grabacin de Madre, con letra de

    Ramn Lpez sobre una meloda conocida.

    Transcripciones de la letra y la msica de Madre.

    q

    Fichas del registro de la ronda infantil A la rueda, rueda, efectuado en

    Montevideo, 11 de diciembre 1957.

    t

    Aquiles Pintos tocando el tambor